Capítulo Muestra Versículos Bíblicos Mal Utilizados PDF

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VERSÍCULOS

BÍBLICOS MAL
UTILIZADOS
Maneras sorprendentes de
malinterpretar la Palabra de Dios

ERIC J. BARGERHUFF
La misión de Editorial Portavoz consiste en proporcionar productos de calidad —con
integridad y excelencia—, desde una perspectiva bíblica y confiable, que animen a las
personas a conocer y servir a Jesucristo.

Título del original: The Most Misused Verses in the Bible, © 2012 por Eric J. Bargerhuff y
publicado por Bethany House Publishers, una división de Baker Publishing Group, Grand
Rapids, Michigan, 49516, U.S.A. Todos los derechos reservados. Traducido con permiso.

Edición en castellano: Versículos bíblicos mal utilizados © 2019 por Editorial Portavoz,
filial de Kregel Inc., Grand Rapids, Michigan 49505. Todos los derechos reservados.

Traducción: Ricardo Acosta

Ninguna parte de esta publicación podrá ser reproducida, almacenada en un sistema


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El texto bíblico indicado con «pdt» ha sido tomado de la versión Palabra de Dios para
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2012 World Bible Translation Center.

Las cursivas en los versículos bíblicos son énfasis del autor.

EDITORIAL PORTAVOZ
2450 Oak Industrial Drive NE
Grand Rapids, Michigan 49505 USA
Visítenos en: www.portavoz.com

ISBN 978-0-8254-5818-7 (rústica)


ISBN 978-0-8254-6737-0 (Kindle)
ISBN 978-0-8254-7558-0 (epub)

1 2 3 4 5 edición / año 28 27 26 25 24 23 22 21 20 19

Impreso en los Estados Unidos de América


Printed in the United States of America
A quienes permanecen en sus escritorios durante
horas, semana tras semana, estudiando para que
cuando estén detrás del púlpito y lleven el men-
saje al pueblo de Dios puedan «hacerlo bien».
La Palabra de Dios no volverá vacía.
Libros de Eric J. Bargerhuff publicados por Portavoz

Historias bíblicas mal utilizadas


Versículos bíblicos mal utilizados
Contenido

1. Donde empieza todo 13

2. Juicio a los demás 25


«No juzguéis, para que no seáis juzgados»
(Mateo 7:1).

3. Planes para prosperarte y no para perjudicarte 33


«Yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes
—afirma el Señor—, planes de bienestar y no
de calamidad, a fin de darles un futuro y una
esperanza. Entonces ustedes me invocarán, y
vendrán a suplicarme, y yo los escucharé. Me
buscarán y me encontrarán cuando me busquen
de todo corazón» (Jeremías 29:11-13, NVI).

4. Donde dos o tres se reúnen 43


«Donde están dos o tres congregados en mi nombre,
allí estoy yo en medio de ellos» (Mateo 18:20).

5. Pidan cualquier cosa en mi nombre 55


«Todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo
haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.
Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré» (Juan
14:13-14).

7
6. Todo ayuda para bien 63
«Sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas
les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su
propósito son llamados» (Romanos 8:28).

7. Si mi pueblo que lleva mi nombre 71


«Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre
es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se
convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré
desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré
su tierra» (2 Crónicas 7:14).

8. Jesús como primogénito sobre toda creación 79


«El es la imagen del Dios invisible, el primogénito
de toda creación» (Colosenses 1:15).

9. El dinero como raíz de todo mal 87


«Raíz de todos los males es el amor al dinero»
(1 Timoteo 6:10).

10. No más de lo que puedes resistir 93


«Fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de
lo que podéis resistir» (1 Corintios 10:13).

11. Instruye al niño 101


«Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere
viejo no se apartará de él» (Proverbios 22:6).

12. Todo lo puedo 109


«Todo lo puedo en Cristo que me fortalece»
(Filipenses 4:13).

13. Ojo por ojo 117


«Si hubiere muerte, entonces pagarás vida por vida,
ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie
por pie, quemadura por quemadura, herida por
herida, golpe por golpe» (Éxodo 21:23-25).
14. La oración de fe 125
«La oración de fe salvará al enfermo» (Santiago 5:15).

15. Arrepiéntanse, y bautícense 137


«Arrepiéntanse, y bautícense todos ustedes en el
nombre de Jesucristo, para que sus pecados les sean
perdonados. Entonces recibirán el don del Espíritu
Santo» (Hechos 2:38, RVC).

16. Guarda tu corazón 145


«Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón;
porque de él mana la vida» (Proverbios 4:23).

17. Donde no hay visión 151


«Donde no hay visión, el pueblo se desenfrena»
(Proverbios 29:18, LBLA).

18. Levantar el nombre de Jesús 161


«Yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré
a mí mismo» (Juan 12:32).

19. Conclusión: Maneja la Palabra con cuidado:


Uso apropiado de la Biblia 167
Reconocimientos

C de sermones para «hacer


R E C Í C O N U N A D I E TA C O N S TA N T E
sentir bien», hasta cuando entré a la universidad y al-
guien me entregó una cinta de casete de John MacArthur
hijo, quien predicaba la Palabra de Dios en forma expositiva.
Recuerdo haberme dicho: «¿Qué es eso?… Quiero eso, y no
solamente quiero eso, quiero hacer eso». Mi entonces profe-
sor bíblico universitario de ochenta y cinco años, el doctor
J. Ray Klingensmith, dijo una vez que «las personas están
muriendo de hambre por la Palabra de Dios y ni siquiera se
dan cuenta, pero cuando la oyen, la creen, y la prueban, les
alimenta el alma como nada más puede hacerlo».
Creo que esto es verdad, y es por eso que amo el ministerio.
No hay mayor privilegio que predicar, enseñar y desentrañar
la Palabra de Dios delante del pueblo de Dios y de todos
los que tienen oídos para oír. Pero mi mentor y profesor de
doctorado, el doctor Wayne Grudem, solía decir: «Más vale
que lo hagas bien, porque las personas te creerán, y como
maestros todos tendremos que rendir cuentas algún día».
Él dio en el blanco, y me inspiró a luchar por fidelidad en
«dividir correctamente la Palabra de verdad».

11
Ve r s í c u l o s b í b l i c o s m a l u t i l i z a d o s

De esto es básicamente lo que se trata este libro: cómo


aprender a interpretar y aplicar de modo adecuado las ver-
dades de la Biblia en forma fiel que glorifique a Dios, a fin
de no distorsionar la Palabra ni la voluntad divina. Muchí-
simas personas en toda mi vida han servido como ejemplos
excepcionales de cómo manejar las Escrituras, y aquí no hay
suficiente espacio para reconocerlas a todas.
Pero en modesta medida deseo reconocer a quienes me
han ayudado en este proyecto. Hay partes de este libro que
acabaron en una serie de sermones en la Iglesia Comunitaria
Clearwater, donde serví como pastor principal por más de
seis años. La reacción, la respuesta y el apoyo que recibí del
cuerpo de Cristo me alentaron más allá de toda medida, y
estoy agradecido por el privilegio de servir al Señor con ellos.
Agradezco profundamente a mi correctora inicial de prue-
bas, Karen Ancrile, quien dedicó tiempo y esfuerzo para leer
y criticar los primeros borradores de este manuscrito. Sus
opiniones y sugerencias fueron extraordinarias, y no puedo
agradecerle suficiente por su servicio.
Además deseo agradecer a mi editor Jeff Braun por su
excelente liderazgo, dirección y destreza para trabajar en este
manuscrito. Es un privilegio asociarme con la maravillosa
gente de Bethany House Publishers, cuyo profesionalismo
y flexibilidad son insuperables.
Todas las gracias y la gloria para nuestro Señor Jesucristo,
cuyas palabras no pasarán. Espero que los cielos se abran
pronto.

12
CAPÍTULO 1

Donde empieza todo

O JO POR OJO…
«Donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí
estoy yo en medio de ellos».
«No juzguéis, para que no seáis juzgados».
Estas frases comunes, derivadas del libro más vendido
de todos los tiempos, la Biblia, a menudo han sido malin-
terpretadas y mal utilizadas. Pero cuando se interpretan y
aplican adecuadamente, estas y otras verdades inspiradas por
Dios han moldeado culturas e innumerables generaciones
de personas a través de la historia.
En realidad, la Biblia es un libro que transforma vidas.
Nos cuenta cómo es Dios y cómo obra en nuestro mundo
moderno. Muestra cómo Él ha estado obrando fielmente en
el pasado y cuál será su voluntad para el futuro. Pero quizá
lo más importante acerca de la Biblia es que se trata de una
obra divina que posee gran poder, escrita para que podamos
creer y experimentar salvación y vida eterna que vienen por
medio de la fe en Jesucristo.

13
Ve r s í c u l o s b í b l i c o s m a l u t i l i z a d o s

Según su propio testimonio, la Biblia es inspirada (o «ex-


halada») por el Espíritu de Dios, y es «útil para enseñar, para
redargüir, para corregir, para instruir en justicia» (2 Timoteo
3:16). Por tanto, la Biblia tiene autoridad sobre nosotros. Pero
esta autoridad no se deriva simplemente de su funcionamiento
o del lugar que ocupa en nuestras vidas, sino más bien de su
aseveración de ser la misma voz y revelación de Dios.
Los creyentes consideramos la Biblia como el lugar en que
Dios sigue hablándonos verdad, una palabra «viva y eficaz»: el
fundamento suficiente para toda la vida y práctica del creyente.
Escrita por casi cuarenta autores humanos durante más
de mil quinientos años, la Biblia es increíblemente coherente
y sin contradicción. A lo largo de los años se ha intentado
usurpar su veracidad e integridad, pero ha resistido la prueba.
Incluso la arqueología ha verificado en forma empírica la
historicidad y exactitud de la Biblia. Y cuando todos los
hechos se conozcan, seguirá mostrándose sin error y como
fundamento de toda verdad.
Sin embargo, mal manejada y usada en forma inapropiada,
la Biblia puede convertirse en un libro peligroso.
Por ejemplo, Adolfo Hitler fue conocido ampliamente
por sacar de contexto las palabras de Jesús y utilizarlas con
propósitos propagandísticos. En 1922, en un discurso en
Múnich, Alemania, Hitler falseó para sus propósitos las
palabras de Jesús cuando trató de erradicar a los judíos.
Hitler hizo referencias a los tiempos en que Jesús reprendió
al corrupto liderazgo espiritual de su época, como cuando
por la fuerza limpió el templo después que los principales
sacerdotes y otros encargados lo convirtieron en cueva de
ladrones, corrompiendo así la Pascua.
El horror de leer cómo Hitler tergiversó las palabras y

14
Donde empieza todo

acciones de Jesús es incalculable. El siguiente es un extracto


del discurso hitleriano:

Mis sentimientos como cristiano me señalan a mi Señor


y Salvador como un combatiente. Me señalan al hombre
que una vez en soledad, rodeado solo por unos cuantos
seguidores, reconoció a estos judíos por lo que eran y
llamó a los hombres a atacarlos… Con infinito amor como
cristiano y como hombre, leo el pasaje que nos dice cómo
el Señor por fin se levantó en poder y agarró el látigo para
expulsar del templo a la camada de víboras. ¡Qué terrible
fue su lucha a favor del mundo contra el veneno judío!1

Hitler tomó palabras que Jesús había dirigido a un grupo


selecto de hombres perversos en su época y, de un plumazo,
pintó a todo un grupo de seres humanos con la misma brocha,
poniéndoles a todos la etiqueta de VENENO.
Soy consciente de que este es un ejemplo extremo, pero
muestra el daño que puede hacerse cuando se saca la Biblia del
contexto y se abusa de ella. Pero incluso en una escala mucho
menor, cristianos bienintencionados han citado erróneamente
la Biblia y han malinterpretado su significado, dejando atrás
una estela de confusión y decisiones incorrectas relativas
a la voluntad de Dios para nuestras vidas. Mucha herejía
teológica ha resultado del mal uso o la mala interpretación
de las Escrituras, y eso puede suceder sin importar lo nobles
que puedan ser las intenciones de sus intérpretes.
Todo esto lleva al propósito de este libro: enfrentar algunos

1. Adolfo Hitler, en un discurso en Múnich, Alemania, el 12 de abril de


1922, como se encuentra en www.humanitas-international.org/showcase/
chronography/speeches/1922-04-12.html. Es notable y profundamente
ofensivo ver que en este discurso Hitler se considerara cristiano.

15
Ve r s í c u l o s b í b l i c o s m a l u t i l i z a d o s

de los versículos más mal utilizados en la Biblia, versículos


que a menudo han perdido hoy día su contexto y han tomado
nuevos significados fuera de las historias y enseñanzas de las
Escrituras. De hecho, frases como «ojo por ojo», o «donde dos
o tres están congregados», así como «no juzguéis para que no
seáis juzgados», son comúnmente algunos de los versículos más
mal entendidos y mal utilizados. La misión será devolver estos
y otros versículos de las Escrituras a su contexto adecuado
para que puedan interpretarse y aplicarse en forma correcta.2
Sin duda, los tiempos cambian y las aplicaciones pueden
variar, pero el significado y la intención del autor original, así
como los principios subsiguientes que resultan son fijos y eternos.
Por tanto, es necesario que comprendamos a qué se referían
realmente estos extractos cuando fueron escritos, a fin de que
podamos aplicarlos adecuadamente hoy día. Solo entonces
podremos afirmar que estamos utilizando fielmente la Palabra
de Dios como el Espíritu Santo pretendió que lo hiciéramos.

Nada nuevo debajo del sol


¿Han malinterpretado alguna vez algo que dijiste? ¿Se sacó del
contexto algo que expusiste, usándolo contra ti? Esto puede

2. A pesar de que nadie llega al texto completamente imparcial y


objetivo, debemos sin embargo tratar de usar los métodos apropiados
de interpretación que la Biblia misma nos describe cuando cotejamos
nuestros hallazgos con el modo en que se han entendido a lo largo de
la historia de la Iglesia. Debemos tener cuidado al manejar lo que se
considera como una «espada de dos filos» (Hebreos 4:12), no sea que
hagamos gran daño al cuerpo de Cristo. Cuando los métodos correctos
de interpretación se unen con el testimonio interno del Espíritu y con
el espíritu de discernimiento en la comunidad cristiana, podemos estar
seguros de que hemos llegado al significado correcto de un texto para
poder aplicarlo a nuestras vidas.

16
Donde empieza todo

ser más que frustrante. Cuando ocurre, hay un deseo ardiente


de aclarar las cosas, de justificarnos y defendernos contra la
falsa información que podría pintarnos de modo negativo.
Estas situaciones pueden empezar muy inocentemente.
Imagina que hablas por teléfono con alguien, y un ser que-
rido escucha algo de la conversación; ya que solo oye parte,
no tiene el contexto ni la razón de lo que se dice. De ahí que
puede hacer suposiciones y sacar conclusiones inapropiadas.
En la era moderna de información, el mundo está pla-
gado de imágenes modificadas en computadoras y entrevistas
editadas, y datos parciales que fácilmente pueden malinter-
pretarse y utilizarse mal si se sacan de su contexto original.
Vemos esto en círculos políticos, donde candidatos suelen
descubrir que sus palabras han sido editadas o utilizadas en
una manera que socava su integridad, o hace que parezcan
tontos o extremos en sus opiniones.
Todo esto huele a injusticia y plantea en nuestras mentes
la pregunta milenaria de «¿qué es verdad?». Pero como el
escritor de Eclesiastés dijo de modo tan acertado: «nada
hay nuevo debajo del sol» (1:9). Se podría argumentar que
citas falsas, información errada y malinterpretaciones han
existido desde la aparición de la serpiente en el huerto del
Edén. Fue allí que Satanás trató de socavar la Palabra de
Dios. Y la estrategia y las tácticas que utilizó se perpetúan
hoy día en muchos niveles diferentes.

Génesis 3
Nuestros primeros padres, Adán y Eva, solo conocían ino-
cencia y bendición como los que fueron creados a imagen de
Dios. El Señor creó para ellos un paraíso, un huerto repleto

17
Ve r s í c u l o s b í b l i c o s m a l u t i l i z a d o s

de vida vegetal y animal, una existencia armoniosa que había


tejido magistralmente de una obra de creación que Él mismo
declaró buena «en gran manera» (Génesis 1:31). Fue aquí
que Adán y Eva recibieron la orden de gobernar sobre la
creación de Dios, sojuzgar la tierra y multiplicarse. Mien-
tras vivieron en obediencia al Señor, disfrutaron comunión
perfecta con Dios y entre ellos. Sin embargo, como sabemos,
todo eso cambiaría.
El Señor dio órdenes específicas a Adán con relación a los
árboles en el huerto. Los frutos de los árboles eran saludables
y buenos, con excepción de uno: el hombre no debía comer
del árbol del conocimiento del bien y el mal, para que no
muriera. Lo que Dios hizo con estas órdenes fue probar la
obediencia y el carácter de Adán, y la obligación de este era
enseñarlas a la mujer que habría de recibir; en el momento
que se dieron las órdenes, Eva aún no existía.
Satanás, un ser angelical caído, llegó al escenario en forma
de una serpiente astuta con varios objetivos en mente: des-
truir lo que Dios había hecho, pervirtiendo la verdad para
controlar y esclavizar a quienes fueron creados a imagen
de Dios. Satanás quería ser el amo y controlar el destino de
ellos. Quería tener el lugar que solo Dios mismo merece, y a
fin de conseguir esto planeó socavar la voz de Dios, la fuente
de verdad y vida. El relato empieza así:

La serpiente era astuta, más que todos los animales del


campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la
mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo
árbol del huerto? (Génesis 3:1).

Observa la táctica inicial de Satanás. Su primer golpe fue


arrojar sospechas y dudas sobre la Palabra de Dios: «¿Conque

18
Donde empieza todo

Dios os ha dicho?». Entonces la astuta serpiente llevó las cosas


un poco más allá. Citó de manera incorrecta e intencional a
Dios: «¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol
del huerto?». La serpiente tomó el mandato original de Dios,
de que no debían comer de un árbol particular en el huerto,
y lo amplió hasta hacerlo parecer una prohibición contra
comer de todo árbol en el huerto. Así que la primera pregunta
en toda la Biblia es nada menos que una cita errónea de la
Palabra de Dios.
Pero para mérito de Eva, ella recitó a Satanás el mandato
correcto, aunque creyó algo de confusión al agregar un poco
a la orden:

Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los


árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del
árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis
de él, ni le tocaréis, para que no muráis (Génesis 3:2-3).

Eva corrigió a la serpiente, afirmando que podían comer


de todos los árboles del huerto menos del que estaba en el
medio (según parece el «árbol del conocimiento del bien y del
mal»). No obstante, Eva agregó que ni siquiera se les permitía
tocarlo, aunque Dios no dijo eso en su mandato original.3
Esa no fue la última fuente de la perdición de Eva (o de
Adán). Un ataque aún más fuerte y mortal estaba a punto de
ser lanzado cuando Satanás cuestionó en forma sarcástica la
legitimidad y bondad detrás de las restricciones y los límites
morales del comportamiento humano:

3. Algunos podrían suponer que Adán pudo haber agregado eso al


mandato como una forma de añadir protección adicional a la restric-
ción, pero eso es simple especulación.

19
Ve r s í c u l o s b í b l i c o s m a l u t i l i z a d o s

Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino


que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos
vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el
mal (Génesis 3:4-5).

Es como si Satanás estuviera preguntando: «¿Y qué tie-


nen que ver las reglas? ¿Por qué tener limitaciones? ¿No los
hicieron libres? ¿No puedes ver que Dios teme que ustedes
terminen siendo iguales a Él?». Las semillas de duda que
llevarían a la muerte fueron sembradas frente a Eva. La
trampa estaba tendida.
Pero mira lo que la serpiente trató de hacer. Quiso que
Eva viera los mandatos restrictivos de Dios desde una nueva
perspectiva, que tal vez los entendiera de forma distinta a la
intención original, y les diera un nuevo contexto. A menudo
los teólogos sugieren que el deseo de ser iguales a Dios es
la misma tentación de la cual Satanás mismo fue culpable
de sucumbir.
La táctica de la serpiente fue nada menos que un asalto
directo a la Palabra de Dios, cuando sugirió: «No moriréis;
sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abier-
tos vuestros ojos» (una mentira descarada del «padre de
mentira», Juan 8:44). La serpiente intentó describir a Dios
como una deidad egoístamente insegura que toma riesgos
y que tiene un miedo irracional de que su creación ya no lo
necesite, a menos que se le impongan restricciones. Tentó aún
más a Eva con la idea de que la libertad irrestricta y la razón
humana son las más enaltecidas de todas las virtudes. Y por
si eso fuera poco, apeló a la altiva idea de que se puede ser
igual a Dios, o incluso ser su propio dios.
Irónicamente, muchas religiones, sectas y formas de ense-

20
Donde empieza todo

ñanza falsa en el mundo a lo largo de la historia, y hoy día,


incurren en algunas de estas mismas ideas: el conocimiento
es la más alta de las virtudes, uno puede convertirse en su
propio dios y es indispensable la libertad humana sin restric-
ciones. Las estrategias y tácticas de Satanás han cambiado
poco en la historia. Y todas se remontan al libro del Génesis.
Desde luego, conocemos el resultado de todo esto. Eva
tomó el fruto y lo comió, e igual hizo Adán, quien estaba
con ella en ese momento (3:6). «Entonces fueron abiertos los
ojos de ambos», y se dieron cuenta de que estaban desnudos
(cubiertos solo con vergüenza), y corrieron a cubrirse ellos
mismos. Ahora su inclinación natural es mirar hacia dentro
de sí, aislarse y esconderse de Dios, Aquel que los creó y los
diseñó para comunión íntima. Estaban destinados a reflejar
la gloria divina, pero en vez de eso buscaron su propia gloria.
En el núcleo de todo pecado está la ingobernabilidad
humana y la atracción orgullosa de ser nuestro propio dios.
Determinar nuestro destino. Hacer las cosas a nuestra ma-
nera. Eliminar restricciones y dudar de la integridad de la
bondad de Dios. Dudar de la confiabilidad de su Palabra.
Y lo único que debemos hacer para empezar ese camino es
darle a la Biblia un nuevo contexto, tergiversar su significado
o interpretarla en un modo que apele a la supremacía y la
gloria del ser humano.
La serpiente les enseñó con éxito a Adán y Eva la danza
de la desobediencia, y los entregó a la muerte.

El modelo continúa
Si alguien se dio cuenta alguna vez de los prolíficos esfuerzos
de Satanás por utilizar mal la autoridad de las Escrituras, fue

21
Ve r s í c u l o s b í b l i c o s m a l u t i l i z a d o s

Jesucristo. En el Nuevo Testamento vemos a Satanás usando


las mismas estrategias que antes. Con un asalto frontal a la
Palabra de Dios intenta aprovecharse de Jesús en un momento
de debilidad humana.
El contexto es simple. En Lucas 4, Jesús se encuentra a
inicios de su ministerio. Es bautizado por Juan el Bautista
y llevado por el Espíritu de Dios al desierto de Judea para
ser tentado y puesto a prueba por el diablo. Todo esto es
en preparación para el ministerio terrenal de Jesús. Es aquí
donde Satanás va tras Él, tentándolo primero con alimento
y luego con poder temporal sobre la tierra (saetas dirigidas
tanto al cuerpo como al alma). Satanás busca una vez más
ser igual a Dios tratando de bajar a Dios a su nivel.
Sin embargo, el Cristo inmaculado rechaza los dos pri-
meros ataques apelando a las Escrituras escritas hace mucho
tiempo por Moisés el siervo de Dios y registradas en el libro
de Deuteronomio. Jesús sabe que la herramienta para la
victoria en momentos de tentación es la Palabra de Dios,
y maneja la «espada» con precisión para luchar contra su
atacante. Entonces el diablo intenta un tercer asalto, quizá
el más creativo. Utiliza la misma arma que Jesús está utili-
zando, la Palabra de Dios, y trata de manipular una sección
de Salmos 91 para sus propios propósitos:

El diablo le condujo a Jerusalén, le puso de pie sobre el


alero del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, tírate de
aquí abajo; porque está escrito: Dará orden a sus ángeles
respecto de ti, para que te guarden con todo cuidado.
Y: Te llevarán en las palmas de sus manos, para que no
tropiece tu pie en alguna piedra (Lucas 4:9-11, rvr1977).

Lo interesante aquí es que Satanás no solo conoce y

22
Donde empieza todo

utiliza la Palabra de Dios, sino que esta vez (a diferencia de


lo sucedido en el huerto), decide citarla correctamente. En
otras palabras, esta no es una cita errónea o incorrecta del
versículo, sino un uso incorrecto de este.
En lugar de ver esta hermosa sección de Salmos 91 como
lo que realmente es, una promesa general de Dios de cuidar
a su pueblo, el diablo la aplica de manera inapropiada a
una situación que busca poner a prueba la soberanía divina.
Intenta que Jesús participe en un comportamiento impru-
dente, afirmando entonces que si la Palabra de Dios fuera
cierta, Dios debería protegerlo. Pero este es un maltrato a
la Palabra de Dios.
Sería como si alguien te tentara diciéndote: «Oye, si Dios
es soberano, ¿qué problema tendría que conduzcas por la
autopista a ciento sesenta kilómetros por hora? Él cuidará
de ti, ¿no es así? Nada debería pasar, a menos que sea tu
tiempo». Pero esa manera de pensar y argumentar es insen-
sata. Abusa de la idea de la soberanía de Dios al poner a
prueba al Señor. Y Jesús ve correctamente a través de ella y
una vez más frustra el ataque citando las Escrituras (Deute-
ronomio 6:16) y aplicándolas correctamente:

Respondiendo Jesús, le dijo: Dicho está: No tentarás al


Señor tu Dios (Lucas 4:12).

Parece que el apóstol Pablo tenía razón. En Efesios 6 dio


instrucciones a la iglesia de ponerse la armadura de Dios
para que pueda oponerse a los planes malvados del diablo.
Al compararla con la armadura del soldado romano (a quien
él pudo haber estado observando mientras escribía esto), le
dijo a la iglesia que se pusiera el cinturón de la verdad y la
coraza de justicia. Debían aceptar el mensaje del evangelio,

23
Ve r s í c u l o s b í b l i c o s m a l u t i l i z a d o s

el cual era como usar zapatos que les diera buen equilibrio
en la batalla. También debían tomar el escudo de la fe y
ponerse el casco de la salvación.
Por lo general, todas estas son armas defensivas. Pero hay
una pieza de la armadura que es para atacar. Pablo la llamó
la espada del Espíritu o la Palabra de Dios, capaz de demoler
fortalezas, esas formas satánicas de pensar y argumentar que
son intrínsecamente hostiles hacia las verdades de Dios…
por ejemplo, la falsa enseñanza.
Usada en forma correcta, la Biblia es la fuente de fuerza y
poder del cristiano dentro de la batalla. Y créeme, ahora más
que nunca estamos en una batalla espiritual por la verdad
en este mundo sombrío.
Así que al comenzar este viaje a través de algunos de los
versículos más mal utilizados en la Biblia, primero debemos
darnos cuenta de que tergiversar y usar mal la Palabra de
Dios ha sido una de las estrategias y tácticas clave de Satanás
en sus intentos de socavar el legítimo reino y la autoridad
de Dios en el mundo. Es más, así es como Satanás lleva a la
humanidad por la senda de destrucción.
Cuando hoy día los seres humanos caemos en esta ten-
tación por el mal uso o la manipulación de la Biblia, solo
perpetuamos las mentiras que pueden llevar a otros a desca-
rriarse. Por tanto, es de suma importancia que investiguemos y
usemos correctamente «la palabra de verdad» en su contexto
apropiado con tanta exactitud y precisión como sea posible.

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CAPÍTULO 2

Juicio a los demás

«No juzguéis, para que no seáis juzgados».


—Mateo 7:1

E que se ha utilizado muchísimas veces


S TA E S U N A F R A S E
durante conversaciones polémicas o en momentos defen-
sivos en que alguien es confrontado por su comportamiento:
«No juzguéis, para que no seáis juzgados». Estas famosas
palabras de Jesús las recitan muchos, pero son profundamente
malinterpretadas. Se podría argumentar con facilidad que
Mateo 7:1 es el versículo que más se aplica en toda la Biblia,
usado y abusado por cristianos e incrédulos.
Quienes hacen mal uso de este versículo, a menudo lo uti-
lizan como «escudo para pecar»,4 una barrera para mantener

4. Mark Dever, «Biblical Church Discipline», The Southern Baptist


Journal of Theology, vol. 4, no. 4. invierno 2000, p. 39. Dever escribe:
«¿Podría ser que en nuestra época una mala interpretación de Mateo
7:1 haya sido un escudo para pecar, y haya tratado de evitar la clase
de vida congregacional que era conocida por las iglesias en una época
anterior, y que podríamos conocer de nuevo?».

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Ve r s í c u l o s b í b l i c o s m a l u t i l i z a d o s

a raya a los demás, que les permite justificar el modo en que


viven sin ninguna consideración por límites morales o ren-
dición de cuentas. Las objeciones que ponen parecen algo
así: «¿No somos todos pecadores? ¿Qué nos da el derecho
de hacer juicios morales respecto a alguien más? ¿No ese el
trabajo de Dios?».
Sin embargo, cuando miramos más de cerca el contexto
de Mateo 7 y las enseñanzas del resto de la Biblia, está claro
que este versículo no puede utilizarse para justificar moral
autonomía e independencia sin restricciones. Esta no es la
intención de Jesús. Él no abogaba por una política de no in-
tervenir en rendición moral de cuentas, negándose a permitir
que alguien haga juicios morales en ningún sentido.
Todo lo contrario, Jesús estaba reprendiendo explícita-
mente la hipocresía de los fariseos, que eran rápidos en ver
los pecados de otros, pero eran ciegos y no estaban dispuestos
a rendir cuentas según la misma norma que imponían a los
demás. Esclareceremos esto aún más en un momento.
Pero primero centrémonos en Mateo 7:1. Se encuentra
en el Sermón del Monte de Jesús, el lugar en la Biblia donde
Él enseña lo que significa vivir fielmente como seguidores
comprometidos de Cristo, personas que buscan santidad
por reverencia a Dios. Jesús está proclamando una elevada
norma moral que es coherente con lo que significa vivir como
ciudadanos del reino de Dios.
En otras palabras, quienes se arrepienten y ponen su fe y
confianza solo en Jesús para salvación se convierten en «hijos
de Dios», son adoptados dentro de la familia de Dios y se
vuelven miembros del reino espiritual que Él ha establecido en
la tierra. Los creyentes que viven en este reino están llamados
a vivir en forma diferente, y Jesús está explicando cómo es

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Juicio a los demás

eso en un sentido práctico. Sus palabras no son difíciles de


entender, ya que establecen una fuerte ética moral que refleja
lo que significa amar a Dios de todo corazón y al prójimo
como a uno mismo. Es aquí que Jesús enfoca el asunto de
la hipocresía, porque declara:

No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el


juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida
con que medís, os será medido. ¿Y por qué miras la paja
que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga
que está en tu propio ojo? ¿O cómo dirás a tu hermano:
Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el
ojo tuyo? ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio
ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de
tu hermano (Mateo 7:1-5).

No puedo dejar de preguntarme si Jesús miraba directa-


mente a los fariseos cuando dijo esto. Muchas veces en los
Evangelios reprende a los fariseos por la descarada hipocresía
y las normas de confección humana imposibles de cumplir
que exhibían. Eran famosos por condenar las deficiencias
ajenas mientras todo el tiempo eran condenados porque
hacían lo mismo.
Qué ridículo. Jesús advirtió que el juicio siempre es recí-
proco. En otras palabras, la vara que utilizaban para medir las
vidas de otros será la misma vara que Dios mismo levantará
contra sus vidas. Piensa en esto: Una cosa es ser juzgado por
tu prójimo, pero otra es ser juzgado por Dios. Los fariseos
hipócritas estaban en peligro de esto último.
Notemos que Jesús afirma que los hipócritas serán aque-
llos con el mayor problema. ¿Por qué? Porque el pecado de
ellos no podía compararse simplemente a una partícula de

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Ve r s í c u l o s b í b l i c o s m a l u t i l i z a d o s

polvo; parecía más una tabla de madera (una gran diferencia).


Y se negaban a sacársela.
Lo que esto significa es que el mayor juicio está reservado
para quien a propósito pasa por alto su pecado gigantesco
mientras señala los pecados más pequeños de los demás.
Jesús declara enfáticamente que esto debe cambiar, así que
da dos órdenes: Deja de juzgar a otros en forma hipócrita,
y saca el pecado de tu propia vida.
Pero estemos claros. Jesús no está sugiriendo que no
tengamos derecho de hacer juicios morales en cuanto a
comportamiento humano, y ciertamente no indica que no
tengamos derecho de pedir cuentas a otros. No condena la
mutua rendición de cuentas ni la responsabilidad moral y la
necesidad de abordar el pecado en la iglesia… Él confronta
la hipocresía.
Pero tiene poco sentido hablar con un cristiano acerca
de su pecado específico, aunque sea correcto que lo hagas,
si estás cometiendo el mismo pecado sin estar dispuesto a
enfrentarlo o quitártelo de encima.
Por ejemplo, oyes a alguien maldecir y de manera humilde,
tierna y amorosa lo corriges en privado, pero un momento
después hablas por teléfono con alguien sobre algunos chis-
mes jugosos respecto a un miembro de la iglesia. ¿Corriges
la lengua de otra persona, pero no estás dispuesto a corregir
y refrenar la tuya?
O imagina a un padre preocupado por cómo su hija ado-
lescente se viste cuando va al centro comercial (él desea que
ella tenga un sentido de la decencia, y también comprende
las luchas que los varones pueden tener en este aspecto).
¿Tiene derecho de estar preocupado? Sí, por supuesto. Como
padre responsable y adulto maduro tiene todo el derecho de

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Juicio a los demás

establecer para sus hijos límites morales que estén de acuerdo


con los principios de las Escrituras (en este caso, recato).
Imagina que después que la hija sale para el centro co-
mercial, este hombre queda solo en casa y de inmediato
prende su computadora y empieza a buscar pornografía en
la Internet. En un momento aborda la necesidad de su hija
acerca de apropiado pudor (y con razón), y al siguiente ins-
tante se deleita con desvergonzada fantasía sexual con sus
ojos y su corazón. Esto, amigo mío, es hipocresía, y Jesús
condena esta clase de comportamiento. Un padre no debería
fijar a su hija una norma que él no está dispuesto a seguir.
Por desgracia, los cristianos que dicen una cosa y hacen
otra causan mucho daño a la reputación de la Iglesia. Esto
no quiere decir que podamos ser perfectos, pero es de suma
importancia que llevemos vidas coherentes e íntegras a fin
de salvaguardar tanto el nombre de Cristo, a quien repre-
sentamos, como la reputación de su Iglesia.
La realidad es que todos deberíamos afligirnos por el
pecado en nuestras vidas, el cual al verlo, debemos enfrentar,
confesar y abandonar por reverencia a Dios. Solo cuando
hacemos constantemente esto, estamos calificados y somos
capaces de abordar los pecados en las vidas de nuestros
hermanos y hermanas en la iglesia, lo cual también nos es
necesario hacer.
La Biblia deja en claro que nuestro deber es estimularnos
unos a otros a vivir en forma que agrade a Dios. Primero
nuestras vidas deberían dar evidencia de que nos hemos
arrepentido realmente de nuestro pecado y que por fe hemos
recibido a Cristo. Entonces, de vez en cuando, según sea nece-
sario, también estamos llamados a corregirnos, reprendernos
y alentarnos mutuamente en amor unos a otros.

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Ve r s í c u l o s b í b l i c o s m a l u t i l i z a d o s

Repito, nadie alcanzará la perfección en esta vida, pero


juntos debemos librar una guerra contra el mal y abandonar
el pecado que resulta de vivir en nuestra humanidad caída.
Debemos «despojarnos de la vida antigua», por así decirlo,
y «ponernos la nueva», creciendo en santidad por reverencia
a Dios. Pero la realidad es que no podemos lograr esto sin
el aliento mutuo y la ayuda del Espíritu Santo que mora en
nosotros, y sin rendir cuentas a nuestros hermanos y herma-
nas en Cristo. No podemos hacerlo solos; ¡nos necesitamos
unos a otros!
Por esto es que los apóstoles nos exhortaron que nos
ayudáramos mutuamente en nuestra lucha contra el pecado.
Por ejemplo, Santiago expresa:

Hermanos, si alguno de entre vosotros se ha extraviado


de la verdad, y alguno le hace volver, sepa que el que
haga volver al pecador del error de su camino, salvará de
muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados (5:19-20).

Pablo declaró algo similar en su carta a los gálatas:

Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta,


vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de
mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú
también seas tentado. Sobrellevad los unos las cargas de
los otros, y cumplid así la ley de Cristo (6:1-2).

Observemos que tanto Santiago como Pablo suponen dos


aspectos. Primero, habrá ocasiones en que los creyentes se
desviarán del camino recto y angosto. Segundo, suponen que
otros cristianos tratarán en amor de acercarse a ese hermano
o hermana en un esfuerzo por rescatarlos de lo equivocados

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Juicio a los demás

que están y salvarlos del destructivo poder del pecado (ver el


método de Jesús para hacer esto en Mateo 18:15-17).
Ya que se nos ha comisionado proclamar un mensaje de
arrepentimiento y fe a quienes están fuera de la iglesia que
necesitan oír las buenas nuevas, sin duda debemos predicar
ese mismo mensaje de arrepentimiento y fe a aquellos dentro
de la iglesia.
Por tanto, Jesús no prohíbe todo juicio moral o toda
rendición de cuentas. Al contrario, prohíbe el juicio severo,
orgulloso e hipócrita que condena directamente a los demás
sin evaluar primero la propia condición espiritual y el com-
promiso de abandonar el pecado.
Es mi opinión que el mal uso popular de «no juzguéis»
revela hasta qué punto se ha perdido en años recientes la
disciplina del estudio bíblico sabio. Más que eso, irradia
luz sobre el estado de nuestra cultura, la cual trata de evitar
la rendición de cuentas y la responsabilidad por acciones
personales.
Esta tendencia y mentalidad actuales van en contra de las
enseñanzas de las Escrituras, porque la instrucción general
de la Biblia insiste en que quienes fuimos creados a imagen
de Dios somos moralmente responsables ante Dios y unos
con otros. Por tanto, usar «no juzguéis» como un medio de
desprenderse de la responsabilidad moral sería interpretarlo
en una forma que se opone al resto de las Escrituras.
Debemos recordar que «toda la Escritura es inspirada por
Dios», o infundida por el Espíritu Santo, y como tal no tiene
error ni se contradice (puesto que Dios no se contradice).
Por eso siempre es prudente interpretar un pasaje dado de
la Biblia comparándolo con los principios y las enseñanzas

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Ve r s í c u l o s b í b l i c o s m a l u t i l i z a d o s

que se encuentran en otras partes de las Escrituras. Esto


proporciona sano control y equilibrio y nos ayuda a evitar
malas interpretaciones, incongruencia lógicas y aplicaciones
inapropiadas.

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