05 Taludes Pags 136 A 248 PDF

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 113

11.

ROTURA CIRCULAR

Soils can rarely be described as ideally elastic or perfectly plastic and yet simple elastic and
plastic models form the basis for most traditional geotechnical engineering
calculations.
D. Muir Wood, 1990

11.1. Introducción

En el caso de suelos, escombros y macizos rocosos de baja calidad muy alterados o


meteorizados, la rotura se produce a través de la masa o el macizo (sin seguir
discontinuidades) siguiendo la línea de menor resistencia. En el ámbito minero esta rotura es
relativamente común en escombreras y presas de estériles, y también en taludes de
explotaciones de arcillas o arenas. También se da muy comúnmente en taludes de carretera y
en laderas naturales.

Se produce a lo largo de una superficie de deslizamiento interna, de forma aproximadamente


circular y cóncava. Se puede demostrar que en suelos homogéneos la superficie de rotura es
una espiral logarítmica y que, por tanto, se aproxima mucho a un círculo. La mayoría de las
teorías de análisis suelen partir de la hipótesis de que la superficie de rotura o deslizamiento es
circular por lo que no cometen un error significativo. Los círculos de rotura suelen, además,
pasar por el pie del talud. El movimiento tiene una naturaleza más o menos rotacional,
alrededor de un eje dispuesto paralelamente al talud, según se muestra en la Figura 11.1.

Figura 11.1. Rotura típica con forma cilíndrica.

Aunque las salidas de rotura tienden a pasar por el pie del talud, pueden también originarse en
otras partes diferentes del talud, según las características resistentes del material, altura e
inclinación del talud, etc., tal como queda puesto de manifiesto en la Figura 11.2.a. En la

383

Página 136 de 248


superficie del terreno suelen aparecer grietas concéntricas y cóncavas hacia la dirección del
movimiento, con un escarpe en su parte alta, tanto más acusado cuanto mayor desplazamiento
sufre la masa deslizada, según se muestra en la Figura 11.2.b.

a) b)
Figura 11.2. a) Diferentes superficies de rotura circular. b) Morfología del deslizamiento rotacional de un talud.

Varnes (1974) describió de manera detallada la morfología característica de este tipo de


movimientos del terreno (Figura 11.3.a.), que constará de una zona de deflacción en la que el
terreno desciende y una zona de acumulación en la que el terreno aumenta su cota. La zona
superior de deflacción suele quedar delimitada por un escarpe principal de coronación superior
que puede ir acompañado o no de escarpes secundarios inferiores. Se muestra en la fotografía
de la Figura 11.3.b el escarpe superior de un movimiento de ladera de unos 200 metros de
largo por 100 de ancho, con un escalón de unos 35 cm.

El contacto entre las zonas de deflacción y acumulación suele quedar registrado en el terreno
por la aparición de grietas de tracción, tal y como muestran los mecanismos de la Figura
11.3.a. y la fotografía de la Figura 11.3.c, correspondiente al movimiento del terreno debido a
una época de lluvias persistentes de una ladera en un granito residual altamente
descompuesto. En la Figura 11.3.d. se muestra un plano topográfico de una zona con un ligero
movimiento de este tipo en un granito residual altamente descompuesto, donde se puede
observar que no resulta sencillo delimitar de manera exacta la extensión del movimiento, pero
si situar algunos escarpes y grietas que permitirán aproximar con exactitud suficiente para su
análisis la posición de entrada y salida de la superficie de deslizamiento.

La delimitación de la zona inferior del movimiento y por lo tanto de la zona de acumulación,


suele resultar más compleja y dependiente del mecanismo de rotura (movimiento rotacional
normal, “debris flow”, ...), pero en todo caso suele observarse o topografiarse o bien un
abombamiento o un gran desplazamiento del terreno en la zona. La inclinación de los postes o
árboles suele ser bastante indicativa de la ocurrencia de fenómenos rotacionales.

En ocasiones en las que el macizo rocoso una diferencia significativa entre las resistencias de
pico y residual, estas roturas ocurrirán de manera rápida por lo que el movimiento será

384

Página 137 de 248


fácilmente reconocible aunque más difícil de analizar por poder haber tenido lugar una rotura
progresiva.

Figura 11.3. Morfología de los movimientos rotacionales típicos de la rotura circular según Varnes (1978), junto
con fotografías y un plano correspondientes a un movimiento de este tipo en un granito residual altamente
descompuesto.

385

Página 138 de 248


11.2. Equilibrio del sólido libre

Para analizar la estabilidad de un talud de características resistentes y geometría


determinadas, es necesario conocer el centro y el radio del círculo por donde se produce el
deslizamiento. Este ha de satisfacer la condición de que la relación entre la resistencia al corte
del macizo rocoso a lo largo de la superficie y los esfuerzos tangenciales sea la mínima de
todas las superficies posibles. Su posición se suele estimar mediante tanteos.

En la Figura 11.4 se pueden ver las fuerzas que actúan sobre la masa de terreno inestable,
que son las siguientes:

• Peso, P.
• Resultante de las fuerzas exteriores, A.
• Resultante de las presiones de agua en la línea de rotura, U.
• Resultante de las fuerzas efectivas normales a la línea de rotura, N.
• Resultante de las fuerzas tangenciales a lo largo de la línea de rotura, T.

La resultante de las fuerzas tangenciales actuantes en la línea de rotura se puede


descomponer de la siguiente forma:
Rc Rφ
T = Tc + Tφ = + (11.1)
F F
donde, Rφ y Rc son las fuerzas tangenciales resistentes friccional y cohesiva que el terreno
puede desarrollar a lo largo de la línea de rotura, y F el coeficiente de seguridad de la masa
deslizante.

Rc es totalmente conocida tanto en magnitud como en dirección, ya que suponiendo que la


cohesión, c, es constante y conocida a lo largo de todo el arco de deslizamiento desde a hasta
b resulta:
Rc = c ⋅ Lcuerda
ab (11.2)

donde Lcuerda
ab es la magnitud de la cuerda ab y además el vector tiene la dirección de dicha
cuerda. Para determinar la distancia Rc al centro del circulo se puede demostrar que:
Rc ·rc = c ⋅ Larco
ab ·r (11.3)
y por tanto:
c ⋅ Larco
ab ·r Larco
ab ·r
rc = = (11.4)
c ⋅ Lab
cuerda
Lcuerda
ab

Rφ no es conocida ni en dirección, ni en magnitud, pero va ligada a N, por:


Rφ = N ⋅ tgφ (11.5)
y por definición es perpendicular a la línea de acción de N, de la que se sabe que pasa
necesariamente por el centro del círculo de rotura.

386

Página 139 de 248


A
r b
rc

a
Figura 11.4. Fuerzas que actúan en una rotura circular.

En el análisis de equilibrio límite se conocen P, A y U. Para conocer Tc hace falta F. Para


conocer el momento de Tφ hacen falta N, F y rφ. De N sólo se sabe que pasa por el centro del
círculo desconociéndose su magnitud y el otro parámetro direccional.

Así pues se cuenta con 4 incógnitas (1.F; 2. La magnitud de N; 3. Parámetro de la línea de


acción de N y 4.rφ) y sólo 3 ecuaciones (1. Proyección en X; 2. Proyección en Y y 3. Equilibrio
de momentos). Así pues el problema es estáticamente indeterminado y es necesario realizar
hipótesis para fijar una incógnita y poder resolver el problema; entre las hipótesis formuladas
cabe destacar las siguientes:

• Todos los esfuerzos normales se concentran en un punto. Esta hipótesis no es realista, pero
da el límite inferior de F , que es lo que se conoce en terminología anglosajona como “lower
bound”.

• Los esfuerzos normales se concentran en los extremos del arco de deslizamiento. Esta
hipótesis, también denominada hipótesis de Fröhlich, daría el límite superior de F, que es lo
que se conoce en terminología anglosajona como “upper bound”.

• En un talud real la distribución de estos esfuerzos normales es desconocida. Sin embargo,


se puede suponer una distribución funcional, por ejemplo, sinusoidal de los esfuerzos
normales (Taylor, 1948). Con esta hipótesis existe un ábaco que permite obtener la relación
rφ / r en función del arco de círculo que incluye a toda la superficie de deslizamiento y que se
puede consulta en textos clásicos como Taylor (1948) o Lambe y Whitman (1969). A partir
del valor de esta relación se puede resolver el problema e incluso obtener ábacos
específicos para este tipo de hipótesis, que aunque razonable, puede no ser en algunos
casos excesivamente realista.

387

Página 140 de 248


11.2.1. El método del círculo de rozamiento (extensión del método de equilibrio
del sólido libre)

Este método implementa gráficamente la obtención del coeficiente de seguridad de una rotura
circular basándose en el estudio del equilibrio del sólido libre y para un terreno homogéneo con
fricción y cohesión. El método busca satisfacer las ecuaciones completas del equilibrio
asumiendo una dirección de la resultante de la componente normal y de la resistencia friccional
movilizada a lo largo de la superficie de deslizamiento que sea tangente al denominado círculo
de rozamiento, cuyo centro es el de la superficie de rotura y que tendrá un radio r‘ = r · sen φ∗.

Esta hipótesis equivale a suponer que la resultante de todas las fuerzas normales que actúan
sobre la superficie de rotura se concentra en un solo punto del círculo de deslizamiento, con lo
que se cumple que la solución será un límite inferior de las soluciones (Lambe y Whitman,
1969). Taylord (1948) y Hoek y Bray (1974), han demostrado que el factor o coeficiente de
seguridad (F) real de una rotura circular está mucho más próximo al límite inferior que al
superior, por lo que este método del círculo de rozamiento, aunque conservador, resulta
aplicable en la ingeniería práctica.

El análisis del método se realiza de acuerdo con la Figura 11.5 donde se muestra la masa
deslizante con su sistema de fuerzas. En este sistema se conocen A, P y U, junto con la
dirección de la resistencia cortante cohesiva sobre la superficie de rotura que será paralela a la
cuerda ‘ab’.

La resultante de A+ P, que llamaremos B, pasará por el punto c, punto de intersección de sus


líneas de acción. D será la resultante de B + U y pasará por d, que es el punto donde se cortan
las líneas de acción de B y U. Llamando e al punto donde intersectan D y Tc, se sabe que la
resultante de la tensiones efectivas normales y de rozamiento que será la suma de N y Tφ ,
tendrá que pasar por este punto e. Así pues, sólo faltaría determinar el otro parámetro de la
línea de acción de N + Tφ, para que está este definida en dirección.

Se sabe a partir de la expresión (11.5) que:



= tg φ (11.6)
N
y por tanto:
Tφ tg φ
= = tg φ * (11.7)
N F

Es decir que la resultante de N y Tφ formará un ángulo con la normal al círculo de


deslizamiento en el punto de acción de N. Esta condición se puede observar que equivale a
decir que la resultante es tangente a un círculo de centro el del círculo de deslizamiento y radio
r·sen φ∗ con lo que se determina completamente la línea de acción de N + Tφ. Con D, que es la
resultante de A, P y U, y las líneas de acción de Tc y N + Tφ, se cierra el polígono de fuerzas y
de él se obtiene Tc que nos dará el valor de F mediante la relación:

388

Página 141 de 248


Rc
F= (11.8)
Tc

Línea de acción de N + Tφ
A
D
r·sen φ * rc
B
O P
r
U
b

A
_
d
P
_
Tc
Línea de acción de T c A
U
D
c
N+Tφ
a
N+Tφ P
e
U
Línea de acción de B

Línea de acción de D

Figura 11.5. Diagrama de fuerzas y algunos parámetros geométricos para la aplicación del método del círculo
de rozamiento.

El problema que se plantea en la práctica es que φ∗ depende de F y por lo tanto en principio no


se conoce el radio del círculo de rozamiento. Lo que se hace es suponer un valor del
coeficiente de seguridad F, que llamaremos Fφ, y determinar el círculo de rozamiento, Tc y un
nuevo valor de F mediante la expresión (11.8) que se denominará Fc. Resolviendo el problema
para distintos valores de Fφ se pueden obtener otros tantos valores de Fc y se podrá dibujar una
curva de Fc en función de Fφ que para Fc = Fφ = F dará el valor del factor de seguridad del
círculo analizado.

11.2.2. Método de Hoek y Bray (extensión del método de equilibrio del sólido
libre)

Como se ha comentado, para obtener soluciones al problema de la rotura circular es necesario


realizar una hipótesis al respecto de la distribución de los esfuerzos normales sobre la
superficie de deslizamiento, obteniéndose un valor máximo para esfuerzos concentrados en los
puntos superior e inferior y un valor mínimo para los esfuerzos concentrados en un único punto.
Hoek y Bray (1974) realizaron el ejercicio de obtener el límite superior e inferior de este factor

389

Página 142 de 248


de seguridad para varios taludes y lo compararon con aquel obtenido mediante métodos más
evolucionados (método de fajas de Bishop simplificado), observando que el valor de F obtenido
de esta última manera se aproximaba mucho más al límite inferior que al superior.

Otra evidencia que indica que la solución del límite inferior es razonablemente utilizable en el
ámbito de la ingeniería práctica es que si se considera una superficie de deslizamiento con
forma de espiral logarítmica, los límites inferior y superior coinciden o presentan diferencias
despreciables.

Por todo ello Hoek y Bray (1974) consideraron la hipótesis de concentración de los esfuerzos
normales en un único punto de la superficie de rotura para la realización de unos cálculos con
los que pudieron obtener unos ábacos que permiten calcular un valor aproximado del
coeficiente de seguridad de un talud ante la rotura circular, en los que, además, se incluye la
presencia de agua y la posible aparición de grietas de tracción. El coeficiente de seguridad que
se obtiene corresponde al círculo de rotura que da el mínimo valor del factor de seguridad para
el talud homogéneo considerado.

Existen cinco ábacos para distintas posiciones del nivel freático (Figuras 11.6 y 11.7), que
permiten calcular el CS de cualquier talud, de los cuales sólo se muestra el correspondiente al
talud seco. El resto de ábacos se puede consultar en Hoek y Bray (1974) o en el Manual de
Taludes del ITGE (1987).

Condiciones de flujo subterráneo Ábaco Nº.

Talud seco

2
N.F. Aflora a 8 x altura
de talud a partir de su pie

3
N.F. Aflora a 4 x altura
de talud a partir de su pie

4
N.F. Aflora a 2 x altura
de talud a partir de su pie

5
Talud saturado tras
fuerte precipitación

Figura 11.6. Planilla de selección de ábacos de Hoek y Bray (1974). Cortesía IMM.

390

Página 143 de 248


Además de las condiciones hidrogeológicas de partida hay que tener en cuenta para aplicar
esta técnica que:

• Supone que la superficie de rotura pasa por el pie del talud.


• El macizo rocoso es homogéneo
• La resistencia del terreno viene dada por el criterio de rotura de Mohr-Coulomb
• Contempla la posible aparición de grietas de tracción tras la cabeza del talud.

En su libro “Rock Slope Engineering” Hoek y Bray (1974) incluyen también ábacos para
posicionar el centro del círculo de deslizamiento y la grieta de tracción.

Los resultados que se obtienen con esta técnica no son excesivamente fiables, no obstante, al
ser tan sencilla de aplicar resulta muy interesante para los cálculos preliminares de proyectos
de taludes, así como para realizar análisis retrospectivos.

Para análisis más detallados es necesario acudir a métodos más exactos como algunos de los
de fajas que se proponen a
continuación.

Ángulo de
talud (º)

Figura 11.7. Ábaco Nº 1 de Hoek y Bray (1974). Cortesía IMM.

391

Página 144 de 248


11.3. Métodos de Fajas

Nace debido a la inexactitud y dificultad de aplicación de los métodos anteriores y a que para
estimar adecuadamente el coeficiente de seguridad en un terreno tipo Mohr-Coulomb se debe
conocer la distribución de tensiones efectivas normales sobre la línea de deslizamiento,
aspecto éste que no puede ser tenido en cuenta mediante los métodos anteriores.

El método de fajas, con sus diferentes desarrollos, permite realizar cálculos de geometrías
complejas, condiciones variables del terreno e incluir fuerzas externas de diverso origen
(sobrecargas, anclajes), por lo que una vez implementado en un programa de ordenador, se
convierte en una herramienta práctica y versátil, que se puede aplicar y de hecho se aplica
para resolver la mayor parte de problemas de rotura circular. De hecho ha sido prácticamente
el único método de cálculo utilizado hasta bien recientemente, cuando se han comenzado a
aplicar métodos numéricos para estos cálculos.

Para llevar a cabo el análisis de estabilidad es necesario dividir la masa susceptible de


deslizamiento en un conjunto de rebanadas (Figura 11.8) y estudiar el equilibrio de cada una
de ellas aisladamente, teniendo en cuenta la influencia de todas las demás. El problema
presenta más incógnitas que ecuaciones; esto obliga a realizar unos supuestos, que son los
que caracterizan y diferencian unos métodos de otros. La posición del círculo de rotura más
probable, se puede determinar mediante iteraciones, ya que por métodos analíticos el
problema no tiene solución.

centro

r, radio
10
9
8
7
6
5 Ejemplo,
4 10 fajas
3
1 2

Figura 11.8. División de la masa deslizante de una rotura circular en una serie de fajas o rebanadas verticales.

En la Figura 11.9 se presenta esquemáticamente una rebanada intermedia de una masa de


suelo o roca en la que puede tener lugar una rotura circular. Al aislar la faja de anchura ∆xi, hay
que tener en cuenta las fuerzas que ejercen las rebanadas superiores e inferiores a la
considerada, junto con los empujes de agua.

392

Página 145 de 248


r ·sinθi

θi ∆ xi
Xi
Wi Xi+1
αi
E’i+1
E’i
bi
Ur
Ue ∆li
Ti
θi ai ∆ li
Ui=ui·∆
N’i
Figura 11.9. Esquema de fuerzas y algunos aspectos geométricos en una rebanada.

Las fuerzas que actúan en una de estas fajas son en primer lugar, y sobre las caras laterales
de la rebanada, las resultantes de los esfuerzos efectivos normales E’i, y tangenciales Xi y de
las presiones intersticiales Ue y Ur; en la superficie de rotura actúan la resultante de los
esfuerzos normales efectivos N’i, de las resistencias al corte T’i y de las presiones intersticiales
Ui. Las resultantes de las presiones intersticiales se suponen conocidas pues pueden
calcularse a partir de los diagramas o redes de flujo del agua subterránea o de una posición
estática del nivel freático.

Para resolver un problema con n rebanadas, se dispone de 3n ecuaciones, n para cada


rebanada: equilibrio de fuerzas horizontales, equilibrio de fuerzas verticales y de momentos.
Sin embargo, las incógnitas a resolver son 4n-2. Estas son las siguientes:
• n Valores de N’i
• n-1 Valores de E’i
• n-1 Valores de Xi
• n-1 Valores de bi
• 1 Valor del coeficiente de seguridad requerido, F

Se ha supuesto en este caso que ai = ∆li/2, como correspondería a un número de fajas


tendente a infinito. También se suponen conocidas las relaciones entre N’i y Ti mediante la
cohesión y la fricción. Cuando se efectúen planteamientos más generales y no se realizan
estas suposiciones se habla de 6n-2 incógnitas en vez de las 4n- 2 aquí señaladas. En este
caso se podrían incluir como hipótesis n posiciones de aplicación de N’i en cada faja y n
relaciones entre N’i y Ti por lo que el nivel de determinación del sistema sería el mismo. Así
pues, para que el problema tenga solución, hay que estimar 4n-2-3n = n–2 parámetros o

393

Página 146 de 248


realizar n–2 hipótesis. En función del número de hipótesis que se realicen para resolver el
problema se tendrán métodos aproximados o métodos completos.

Cuando se realizan más hipótesis de las necesarias y típicamente n-1 hipótesis (habitualmente
referidas al valor de las resultantes Xi, al valor de bi, o al valor de las relaciones E’i/Xi); al haber
más hipótesis que ecuaciones, no se cumplirán todas las condiciones de equilibrio, por lo que
se trata de sistemas sobredeterminados y se habla de métodos aproximados. No obstante, en
muchos problemas es suficiente con utilizar estos métodos porque, aun aproximados, han
demostrado proporcionar respuestas razonablemente correctas para la mayoría de los
problemas que se plantean en la práctica. Los métodos completos, esto es aquellos que sólo
establecen n-2 hipótesis, suele requerir el uso de ordenador y en general suelen utilizarse en
fases avanzadas de proyectos. De todas formas conviene tener en cuenta que el grado de
exactitud de las soluciones obtenidas irá en general más asociado a la verosimilitud de las
hipótesis que al número de las mismas.

11.3.1. Descripción e hipótesis básicas de los métodos de fajas más comunes.

Los métodos de fajas más comunes, junto con las condiciones estáticas de equilibrio
satisfechas en cada uno de ellos para la determinación del factor de seguridad son:

• Método de Fellenius, del círculo sueco o método de fajas ordinario. Este método
considera despreciables las fuerzas en las caras de las fajas por lo que no logra
satisfacer el equilibrio de la masa deslizante ni de las fajas. Es, sin embargo, el más
sencillo.

• Método de Bishop simplificado. Bishop (1955) asume que las fuerzas tangenciales en
las caras de las fajas son nulas (Xi =0), reduciendo en n-1 el número de incógnitas, lo
que lleva a un sistema sobredeterminado, ya que el equilibrio de las fuerzas
horizontales no se satisface en una de las fajas.

• Método de Janbu simplificado. Janbu (1954) asume que las fuerzas tangenciales en las
caras de las fajas son nulas (Xi =0), pero en este caso la ecuación que no satisface
completamente el equilibrio es la de momentos. Sin embargo, Janbu introduce un
factor de corrección f0, para compensar este problema. Este método presenta la
ventaja sobre los anteriores de que no exige que la superficie de rotura sea circular.

• Método de Lowe y Karafiath (1960). Estos autores suponen que las fuerzas de las
caras presenta una inclinación intermedia entre la de la base de la faja y la superficie
del terreno, αi=1/2(θi+βi). Con esta simplificación el sistema queda sobredeterminado
no satisfaciendo la condición de equilibrio de momentos para todas las fajas.

• Método de Spencer. Spencer (1967) propone un método que satisface de forma


rigurosa las condiciones del equilibrio estático, suponiendo que las fuerzas aplicadas
en las caras de las fajas tienen una inclinación constante pero desconocida. Este
método, a diferencia de los precedentes, es exacto, ya que tiene el mismo número de

394

Página 147 de 248


ecuaciones que de incógnitas, al haber introducido una nueva incógnita, α. La hipótesis
de este método consiste en suponer que la fuerza lateral sobre cada rebanada forma
un ángulo α con la horizontal:
Xi
= tg α (11.9)
Ei′
Estas n-1 hipótesis reducen el número de incógnitas a 3n-1, pero la inclinación
constante es una nueva incógnita, por lo que el sistema queda completamente
determinado con 3n incógnitas y otras tantas ecuaciones.

• Método de Bishop riguroso. Bishop (1955) asumía n-1 fuerzas cortantes en las caras
(Xi =0) para calcular el factor de seguridad. Puesto que esta hipótesis dejaba 3n-1
incógnitas, el equilibrio de momentos no se podía satisfacer en todas las fajas. Sin
embargo, Bishop introdujo una incógnita adicional al sugerir que existe una única
distribución de las fuerzas entre fajas, entre las infinitas posibles, capaz de satisfacer
de forma rigurosa todas las ecuaciones de equilibrio.

• Método de Janbu generalizado. Janbu (1954, 1973) toma como hipótesis la posición de
la línea de empujes (línea que une todos los puntos de aplicación de fuerzas entre
rebanadas), reduciendo el número de incógnitas a 3n-1. Se puede demostrar que la
posición de la fuerza normal en la última faja no se utiliza, por lo que no se satisface el
equilibrio en esta última rebanada. Sin embargo, se puede suponer que la localización
de la línea de empujes (que Janbu recomendaba situar a 1/3 de la altura de cada faja)
es una incógnita adicional y por tanto el equilibrio se satisface de forma rigurosa si la
hipótesis de localización de la línea de empujes es realizada correctamente.

• Método de Morgenstern y Price (1965). Estos autores proponen un método similar al de


Spencer, sólo que la inclinación de las fuerzas resultantes aplicadas en las caras de las
fajas se asume que varía de acuerdo con un tramo de una función arbitraria.
Análogamente al método de Spencer, el de Morgenstern y Price es un método exacto,
que introduce una incógnita, el parámetro λ, de acuerdo con la siguiente relación:
Xi
αi = = λ ⋅ f ( x) (11.10)
Ei′
donde f(x) es una función que se elige arbitrariamente (por ejemplo la función seno o la
función mitad del seno), siendo necesario un ordenador para realizar los tanteos
precisos para que la función f(x) sea la más idónea. Este tramo de la función
seleccionada introduce la incógnita adicional, dejando el sistema completamente
determinado con 3n ecuaciones y otras tantas incógnitas.

Existen otros métodos de uso menos común como el de Sarma (1979), así como un método
General de Equilibrio Límite o (GLE) que se puede desarrollar para incluir la mayor parte de las
hipótesis utilizadas por los diferentes métodos. En vista de su amplia aplicabilidad se ha
convertido en uno de los métodos más populares, cuya generalización se basa en una versión
del método de Morgenstern y Price (1965) en el que se puede elegir la función f(x).

395

Página 148 de 248


11.3.2. Obtención simplificada de los métodos de fajas aproximados

En este apartado se presentan de forma simplificada los métodos de fajas aproximados; para
una descripción más detallada de los mismos se puede acudir a Abramson et al.(2002) o a la
bibliografía específica de cada método listada en el apartado de referencias bibliográficas de
este capítulo.

En términos generales el coeficiente de seguridad F se puede definir como el cociente entre el


momento de las fuerzas resistentes al deslizamiento a lo largo de la línea de rotura y el
momento de las fuerzas que tienden a mover la masa inestable.

A modo de ejemplo y en el caso sencillo de que no existan fuerzas exteriores, se puede


determinar el momento de las fuerzas resistentes en la rebanada ‘i’ respecto del centro del
círculo de rotura, de radio r, resultando:

i=n i=n
 
M R = r ⋅ ∑ ( c + σ i' ⋅ tg φ ) ⋅ ∆li = r ⋅  c ⋅ L + tg φ ⋅ ∑ N i′  (11.11)
i =1  i =1 

donde:
c es la cohesión del macizo rocoso o masa de suelo
σ’i (= N’i / ∆li) es la tensión efectiva en dirección normal al círculo de rotura
φ es el ángulo de rozamiento interno del macizo rocoso o masa de suelo y
i =n
L (= ∑ ∆l ) es la longitud del círculo de rotura.
i
i =1

Siempre que no existan fuerzas exteriores, la única fuerza volcadora de la masa actuante es el
peso del terreno, por lo que el momento de las fuerzas que tienden a originar el deslizamiento
es el siguiente:

i =n
M D = r ⋅ ∑ Wi ⋅ sen θ i (11.12)
i =1

y el coeficiente de seguridad resulta:

i =n
c ⋅ L + tg φ ∑ Ni′
F= i=n
i =1
(11.13)

i =1
Wi ⋅ sen θ i

Como se ha indicado hay más incógnitas que ecuaciones, por lo que para resolver el problema
hay que hacer una serie hipótesis y en función de estas nacen los distintos métodos de cálculo
del coeficiente de seguridad en roturas circulares.

396

Página 149 de 248


11.3.2.1. Método de Fellenius

En este método, también conocido como método ordinario de fajas, la simplificación consiste
en suponer nulas las componentes según la dirección normal al círculo de deslizamiento de las
fuerzas que actúan sobre los laterales de cada faja, por lo que manteniendo el planteamiento
simplificador de ausencia de fuerzas externas se tendrá que:

N i′ + U i = Wi ·cos θ i (11.14)

y despejando:

N i′ = Wi ·cos θ i − U i = Wi ·cos θ i − ui ·∆li (11.15)

En este caso, el coeficiente de seguridad se expresa mediante la siguiente ecuación:

i =n
c ⋅ L + tg φ ·∑ (Wi ⋅ cos θ i + ui ·∆li )
F= i =1
i =n
(11.16)
∑W ⋅ sen θ
i =1
i i

En este método, como en el de Bishop simplificado, el coeficiente de seguridad queda


sobredeterminado, al disponerse de más ecuaciones que de incógnitas; por ello se pierde
precisión en la obtención del factor de seguridad, alcanzándose valores de dicho coeficiente
hasta 1,5 veces menores que el real, normalmente siempre del lado de la seguridad.

11.3.2.2. Método de Bishop simplificado

La simplificación que se hace en este procedimiento de cálculo consiste en suponer que las
fuerzas que las demás fajas ejercen sobre los laterales de la rebanada considerada, tienen
nula la componente vertical de la resultante.

Proyectando en esta dirección vertical para una faja se obtiene:

 ∆l ·c + N i′·tgθ i 
Wi = N i′·cos θ i + U i ·cos θ i + Ti ·senθ i = N i′·cos θ i + U i ·cos θ i +  i ·senθ i (11.17)
 F 

Que operando y simplificando, permite obtener el valor de N’i como:

Wi − ui ∆xi − (1/ F )·c·∆xi ·tgθ i


N i′ = (11.18)
 (tgθ i ·tgφ ) 
cos θ i 1 + 
 F

397

Página 150 de 248


A partir de la ecuación general del coeficiente de seguridad, y operando se llega a la siguiente
expresión:

i =n

∑ c ⋅ ∆xi + (Wi − ui ∆xi ) ⋅ tg φ  ⋅  1 


 M i (θ i ) 
F= i =1
i =n
(11.19)
∑W ⋅ sen θ
i =1
i i

donde:

 tgθ i ·tgφ 
M i (θ ) = cos θ i 1 + (11.20)
 F 

Como el coeficiente de seguridad aparece en los dos miembros de la ecuación, para obtener el
valor de F hay que realizar un procedimiento iterativo fácilmente programable con un ordenador
personal. En la Figura 11.10 se presenta un gráfico para la determinación de Mi(θi) para ayudar
en la realización manual de los cálculos.

Al determinar el valor de F se introduce un error, ya que se dispone de más ecuaciones que


incógnitas, como consecuencia de la simplificación en que se basa el método. En todo caso
este error suele ser inferior al 10 %, por lo que se trata de un método muy utilizado en la
práctica.

θ). Los números en el ábaco se refieren a tg φ. Cortesía de Limusa.


Figura 11.10. Gráfico para el cálculo de Mi(θ

398

Página 151 de 248


11.3.2.3. Método de Janbu simplificado

En el método de Janbu se adopta la hipótesis de fijar la altura del punto de aplicación de la


reacción normal de una rebanada sobre la siguiente. Con esta simplificación se introducen n -1
hipótesis y por consiguiente este método es, como los anteriores, inexacto. Con el método de
Janbu se pueden analizar superficies de forma cualquiera.

El método simplificado de Janbu asume que no existen fuerzas cortantes entre las fajas, como
el de Bishop simplificado. Pero en este caso la ecuación que no se va a cumplir en vez de una
de equilibrio de fuerzas horizontales (que sería el caso de Bishop simplificado), es la de
equilibrio de momentos, lo que por otro lado permite introducir en los cálculos superficies de
deslizamiento no necesariamente circulares. La geometría de cada faja viene definida por su
altura, h, medida en la línea central, su anchura ∆x, y por las inclinaciones de la base y la línea
superior de cada faja, respectivamente.

El método de Janbu satisface el equilibrio vertical de fuerzas en cada faja, así como el
equilibrio de fuerzas horizontal general de toda la masa. El equilibrio de fuerzas verticales
daría:

∑F v = ( N i′ + U i ) cos θ i + Ti ·senθ i − Wi = 0 (11.21)


De donde se puede fácilmente deducir:
−U i ·cos θ i − Ti ·senθ i + Wi
N i′= (11.22)
cos θ i

Si se define el coeficiente de seguridad como F y se considera que ha de ser igual para todas
las fajas, la resistencia al corte movilizada tipo Mohr-Coulomb Ti, en la base de cada faja
vendrá dada por:
c + N i′·tgφ
Ti = (11.23)
F
Donde c y N i′·tgφ son los componentes cohesivo y friccional de la resistencia al corte del
suelo respectivamente. Sustituyendo la ecuación anterior en la (11.22) la fuerza normal efectiva
que actúa en la base de la faja se puede calcular como:
1  c·senθ i 
N i′= ·Wi − − U i ·cos θ i  (11.24)
M i (θ i )  F 
donde Mi(θi) vendrá dado por la ecuación (11.20).

Después, se evalúa el equilibrio de fuerzas horizontales de toda la masa. En particular para


una faja se tendrá:

[ FH ]i = ( N i′+ U i )·sen θ i + Wi − Ti cos θ i (11.25)

Así sustituyendo Ti por su valor en la ecuación (11.23) y reorganizando términos, se tendrá que
para el equilibrio general de fuerzas horizontales general de la masa deslizante y por tanto del
conjunto de fajas, se podrá escribir:

399

Página 152 de 248


n n n
 c + N i′·tan φ 
∑ [ F ] = ∑ [( N ′+ U )·senθ
i =1
H i
i =1
i i i + Wi ] − ∑ 
i =1  F
cosθ i  = 0

(11.26)

Y por tanto, puesto que la suma de todas las fuerzas horizontales que actúan sobre todas las
fajas habrá de ser nula en el equilibrio y por tanto:
n n
1 
∑ [ ( N ′+ U )·senθ
i =1
i i i + Wi ] = ∑  ( c + N i′·tan φ ) cos θ i 
i =1  F 
(11.27)

Puesto que se supone que todas las fajas tienen el mismo coeficiente de seguridad, F, se
tendrá que:

∑ [c + N ′ tg φ ] cosθ
n

F= i =1 i i
(11.28)
∑ [U ·senθ + W ] + ∑ N ′senθ
n n
i =1 i i i i =1 i i

Donde N’i se obtiene a partir de la ecuación (11.24).Quedando finalmente una expresión del
tipo:

 1  c·senθ i  
∑ θ φ cosθ i
n
 c + · W − − U ·cos ·tg 
i =1
M i (θ i )  
i i i
 F 
F= (11.29)
1  c·senθ 
∑ i=1[U i ·senθi + Wi ] + ∑ i=1 M (θ ) ·Wi − F i − U i ·cosθ i · senθi
n n

i i

Esta expresión representa esencialmente la relación entre la resistencia al corte disponible y la


fuerza cortante que tiende a hacer que la masa de suelo deslice. Un formato del tipo de la
expresión (11.29) permite determinar el estado de la tensión normal efectiva y si esta es
negativa, realizar las correcciones oportunas. El coeficiente de seguridad que se obtiene será
el coeficiente de seguridad de Janbu simplificado que, como se ve, no tiene en cuenta el
equilibrio de momentos y por ello permite analizar superficies de deslizamiento no circulares.

El coeficiente de seguridad de Janbu simplificado corregido se puede calcular multiplicando el


coeficiente de seguridad de Janbu simplificado recién calculado, por un factor modificador, f0 :
FJanbu simplificado corregido = f 0 ·FJanbu simplificado (11.30)

Conviene señalar que este valor simplificado corregido tiende a aproximarse al valor que se
obtendría mediante el método de Janbu generalizado, ya que la corrección se obtuvo
realizando cálculos de ambos tipos para un número elevado de casos y calculando las
correcciones necesarias.

El factor modificador es una función de la geometría del deslizamiento y de los parámetros


resistentes del suelo. Para su cálculo se puede utilizar la expresión:

d d 
2

f 0 = 1 + b1  − 1.4   
 L  L   (11.31)

400

Página 153 de 248


Donde d y L son los parámetros geométricos de la rotura que se presentan en la Figura 11.11.
y b1 es un parámetro que varia en función de la naturaleza del terreno, de forma que para
terrenos cohesivos se tiene que b1=0,69, para los friccionales (granulares sin cohesión)
b1=0,31, y para terrenos mixtos o rocas (materiales tipo Mohr-Coulomb) b1=0,50.

d
Superficie de rotura

Figura 11.11. Parámetros geométricos para el cálculo del factor de corrección de Janbu.

11.3.3. Programas que implementan los métodos de fajas

Los métodos de fajas tienen que ir probando un número grande de superficies de deslizamiento
hasta encontrar la crítica, por eso no se suelen realizar cálculos a mano y existen programas
que los implementan. Se presentan a continuación y brevemente algunos de los programas
más comúnmente utilizados (no necesariamente los mejores ni los únicos) para el análisis de
rotura circular mediante métodos de fajas:

STABL (de la Universidad de Purdue - www.ecn.purdue.edu/STABL) fue probablemente el


precursor de los programas que implementan los métodos de fajas. Está escrito en FORTRAN
y en su última versión PCSTABLE6, permite incluir en los análisis geotextiles, bulones y cables;
y obtener coeficientes de seguridad mediante los métodos de Bishop simplificado, Janbu
simplificado y corregido y Spencer.

Existen algunos programas evolucionados de STABL, como p. ej. GSTABL7 que trabajan con
editores como el denominado stedWIN (www.stedwin.com), que facilitan el uso de este
programa haciendo más sencilla la obtención de salidas.

SLIDE (de la compañía Rocscience - www.rocscience.com), bastante sencillo de utilizar, con


buenas capacidades gráficas y que implementa todos los métodos de fajas presentados en
apartados anteriores. Además permite realizar análisis de probabilidad introduciendo los datos
como variables aleatorias. La Figura 11.12 presenta un ejemplo de salida del programa SLIDE.

XSTABL (de la compañía Interactive Software Designs, Inc. - www.xstabl.com) es un entorno


integrado, basado en la filosofía del programa STABL que permite realizar análisis de
estabilidad de taludes con posible rotura circular mediante los métodos de fajas (Bishop y
Janbu simplificados y general de equilibrio límite –GLE-, adaptable a Spencer y Morgenstern y
Price). El análisis da como resultado la superficie de rotura crítica, la línea de empujes, el

401

Página 154 de 248


módulo y la inclinación de las fuerzas entre fajas y las fuerzas normales en la base de las fajas.
El tipo de gráficos de salida que ofrece este programa se presenta en la Figura 11.13.

Existen otros códigos de interés que no se presentan aquí por la falta de familiaridad de los
autores con su uso.

Figura 11.12. a) Ejemplo de talud que ha sufrido rotura circular en un granito meteorizado y b) Análisis de esta
rotura mediante el programa SLIDE, de la compañía ROCSCIENCE (2001).

402

Página 155 de 248


SITUACIÓN DE LA LINÉA DE EMPUJES FUERZAS ENTRE FAJAS
Coordenada Y (pies)

Fuerzas fajas (kips)


vertical normal presión de poro
Tensión en la base (psf)

G.L.E. Semisinusoidal

Coordenada X (pies) Ángulo de Fuerzas (º) Coordenada X (pies)

G.L.E. Semisinusoidal, FS para la superficie especificada = 1.600

Figura 11.13. Ejemplo de salida del programa XSTABL. Cortesía de Interactive Software Designs, Inc., tomado
de la página web http://www.xstabl.com/XSTABL/XSTABL95.pdf.

11.4. Métodos numéricos

El estudio de la rotura circular de taludes mediante métodos numéricos, junto con el análisis de
otros tipos de rotura, se presenta en el capítulo 13 de este libro.

Los métodos numéricos, mediante la técnica de la reducción de la resistencia al corte (Dawson


et al, 1999) permiten también obtener coeficientes de seguridad. Son más adecuados para
resolver problemas con mecanismos de rotura complejos (roturas mixtas, rotura progresiva...).
Presentan la ventaja de que encuentran solos la superficie de rotura crítica y permiten analizar
materiales con comportamiento no simple (anisótropos, frágiles).

11.5. Rotura progresiva

Los métodos presentados hasta el momento permiten analizar la estabilidad de roturas circulares
en materiales elasto-plásticos perfectos, esto es aquellos que mantienen constante su resistencia
máxima o de pico. Sin embargo, no todos los materiales geológicos se comportan de esta manera,
por lo que no convienen descartar a priori la posible aparición de fenómenos de rotura progresiva
que han dado lugar a algunos de los deslizamientos de mayor de repercusión internacional en los
ámbitos de la ingeniería civil y minera. Así en 1963 unas 2500 personas fallecieron como resultado
de un deslizamiento asociado a una rotura progresiva, que dio lugar a una ola que sobrepasó el
embalse de Vaiont (Jaeger, 1972) y recientemente el deslizamiento de la balsa de estériles de la
mina de Aznalcollar también fue asociado a una rotura progresiva a través de un nivel de margas

403

Página 156 de 248


sobreconsolidadas (Ollalla y Cuellar, 2001). Otros deslizamientos menos mediáticos también han
ido asociados a este tipo de roturas (Fornes y Uriel, 1992).

Se puede considerar que puede existir rotura progresiva en un talud cuando las condiciones
tensionales observadas o deducidas mediante análisis retrospectivos llevan a la conclusión de que
la resistencia media aparente movilizada es inferior a la resistencia al esfuerzo tangencial de pico o
máxima del suelo o la roca involucrados en el problema (Uriel, 1988). La magnitud de la
resistencia movilizada a lo largo de la superficie de rotura dista mucho de ser uniforme, de forma
que si en algún momento la tensión cortante supera la resistencia disponible en una zona reducida
de la superficie de deslizamiento el exceso de carga tendrá que ser transmitido a las zonas
adyacentes.

En suelos o macizos rocosos que presenten un comportamiento con reblandecimiento o frágil


(esto es, que una vez alcanzado el pico de resistencia, disminuya bruscamente su capacidad de
resistir carga), esta transmisión de la carga puede llevar a la rotura subsiguiente de las zonas
adyacentes y así sucesivamente hasta dar lugar al deslizamiento completo de la masa mediante el
fenómeno denominado rotura progresiva. Para que se produzca este tipo de rotura, por tanto,
tendrá que haber una etapa inicial en la que por la causa que fuere y en una zona de la superficie
potencial de rotura se supere la resistencia al corte de pico del terreno, posteriormente la
transmisión de esfuerzos irá produciendo el progreso de la rotura.

En general los suelos granulares sueltos y las arcillas normalmente consolidadas presentan un
comportamiento no frágil, por lo que en estos casos se suele descartar la rotura progresiva. Sin
embargo, para arenas densas y arcillas fisuradas y sobrecosolidadas, que se pueden considerar
materiales frágiles, la resistencia de los puntos en los que se ha alcanzado la tensión de pico suele
ir decreciendo a medida que se va produciendo el movimiento cortante y hasta que se produce el
deslizamiento completo del talud. Cuanto más frágil sea el material, mayor será la diferencia entre
la resistencia movilizada y la resistencia de pico promedio en la superficie de rotura. Bjerrum
(1967) sugiere que la meteorización de arcillas sobreconsolidadas y pizarras sedimentarias da
lugar a la destrucción lenta de los enlaces diagenéticos de estos materiales, lo que hace aumentar
su fragilidad y por lo tanto su tendencia a sufrir rotura progresiva.

Una vez iniciada una rotura de este tipo, el proceso que lleva hasta la rotura total puede tener lugar
de forma lenta o rápida. Existen informes de múltiples casos en los que taludes naturales o
construidos han permanecido estables o han ido sufriendo desplazamientos casi indetectables
durante años antes de llegar al periodo final de movimientos acelerados y rotura.

Se puede definir un índice de fragilidad como el cociente entre la diferencia de las resistencias de
pico y residual de un material y la resistencia del pico del mismo. La posibilidad de que ocurra un
rotura progresiva será proporcional al valor de este índice.

El análisis de estabilidad de este tipo de roturas se puede realizar atendiendo a planteamientos


analíticos (Uriel, 1988) o mediante técnicas numéricas (Olalla y Cuellar, 2001). No obstante,
resulta indudable que los parámetros, condiciones de contorno y características que se precisa
conocer para enjuiciar exactamente el espectro completo del fenómeno son muy diversos y a
veces complicados de obtener, especialmente la disminución del criterio de rotura asociado a un
parámetro de reblandecimiento y el denominado módulo de descarga o pendiente de bajada de la

404

Página 157 de 248


curva tensión-deformación una vez superada la resistencia de pico y en su camino hasta el valor
residual. Además la simulación numérica de estos materiales con reblandecimiento presenta
problemas en lo que concierne a la variación de los resultados con el ancho de malla y en la
aparición de fenómenos de deformación no homogénea (bifurcación y localización de las
deformaciones).

11.6. Análisis de estabilidad y diseño de una ladera inestable.

Se trata de estimar las condiciones que dieron lugar a un movimiento del terreno en una ladera
inestable con una inclinación media de unos 24º, cuyas fotografías y planta se presentan en las
Figuras 11.3.b, c y d. El movimiento del terreno presentaba forma de cuchara y afectaba a un
área aproximada de 120 metros de ancho por 200 de largo, observándose grietas de tracción
en la coronación (35 cm de bajada- Figura 11.3.b), grietas de desgarre laterales y
abombamiento en el pie (Figura 11.14 donde se observa un muro inclinado), en el que derribó
algunas piedras de un pequeño muro de contención y originó grietas en una casa próxima.
También se observaron grietas paralelas a las más altas pero a mitad de ladera (Figura
11.3.c).

Este desplazamiento fue activado por el exceso de agua en el terreno, ya que se produjo en
época de fuertes lluvias, y se constató posteriormente que los datos diarios de precipitación en
la zona se correlacionaban fuertemente con los dos instantes en los que se produjeron
pequeños desplazamientos.

Figura 11.14 (foto): Detalle del portal inclinado en la base de la zona deslizada. Al fondo se observa la casa por
donde se ubicó la base de la zona desplazada.

El movimiento involucró una masa de granito meteorizado o jabre que a priori parecía
superficial. Un estudio geológico-geotécnico de la zona indicó que la roca subyacente es un
granito adamellítico que se ha ido meteorizando in-situ dando lugar a la zona de jabre que se

405

Página 158 de 248


observa en superficie. La profundidad de la capa meteorizada se ha constatado que es muy
variable, llegando en ocasiones a aflorar el granito sano. En la Figura 11.15 se presenta una
localización estimativa del contacto granito-jabre, que en todo caso sabemos que es muy
irregular y variable (objeto de incertidumbre).

La caracterización del jabre se realizó teniendo en cuenta su clasificación como suelo,


propiedades índice, ensayos de penetrómetro y de veleta y ensayos de resistencia al corte no
drenados en laboratorio de distintas muestras y en distintas zonas del área afectada y su
entorno. Los resultados obtenidos se correlacionan bien con parámetros de otros materiales de
este tipo analizados y se ajustan a estimaciones propuestas por otros autores. Los parámetros
geotécnicos promedio del jabre se concretan en: E = 0,1 GPa, ν = 0,3, c = 28,5 kPa, φ = 33,5º,
σt = 0,7 kPa, ρin-situ = 1620 kg/m , ρsat.= 1810 kg/m y un coeficiente de permeabilidad
3 3

aproximado de k =1,75e-4 m/seg.

Atendiendo a la situación del contacto, a la permeabilidad del terreno, a la presencia de


algunos manantiales en la zona y a los niveles de precipitación y mediante la realización de
redes de flujo, se han estimado los niveles freáticos correspondiente a las distintas situaciones
meteorológicas posibles, que se especifican a continuación y se presentan en la Figura 11.16:
• N.F.1: Se produciría en una época de grandes lluvias. Por ejemplo, cuando tuvo lugar el
movimiento de la masa.
• N.F.2: Se produciría en una época lluviosa, pero no excesiva, esta sería la situación media
del nivel freático en un invierno de lluvias medias.
• N.F.3: Se produciría en una época seca. Sería una situación clásica de verano, época en la
que se secan los manantiales situados bajo la carretera.
• N.F.Sup. Nivel freático del terreno prácticamente saturado. Situación poco esperable.

Con estos datos se han analizado seis casos, cuatro con los cuatro niveles freáticos propuestos
(NF-1, NF-2, NF-3 y NF-Superior) y dos más con el NF-1 y con dos posibles superficies de
contacto jabre-granito: unos 15 metros por encima y 15 metros por debajo de la estimada. (Fig.
11.16). En estos seis casos analizados se ha obtenido el CS utilizando en primer término el
método de Bishop modificado y en segundo lugar el método de Janbu (según qué casos es más
exacto uno u otro), entendiéndose como coeficiente de seguridad (CS) definitivo el promedio de
los dos obtenidos. En la Tabla 11.1 se presentan los resultados de los cálculos.

Tabla 11.1: Resultados de CS.

VALORES Contacto Nivel Freático Nombre CS Bishop CS Janbu CS


JABRE: Normal NF 1 Teb00 1,106 1,009 1,058
C=28,5 kPa Normal NF2 Teb01 1,457 1,348 1,403
φ = 33,5º Normal NF3 Teb02 1,682 1,556 1,619
ρsat=1,81 gr/cm
3
Normal NF Sup. Teb04 1,014 0,919 0,967
ρin-situ=1,62 gr/cm
3
Alto NF1 Teb10 1,234 1,211 1,211
Bajo NF1 Teb20 1,106 1,005 1,056

406

Página 159 de 248


Figura 11.15: Posibles posiciones del nivel freático definidas en el texto y del contacto jabre-granito.

Figura 11.16: Análisis de estabilidad del movimiento: contacto jabre-granito (estimado, alto y bajo), superficie
de rotura calculada y real aproximada a partir de observaciones en campo.

En la interpretación de estos resultados, para el caso con el NF-1 el CS es 1,058 y al estar


entre 1 y 1,1 quiere decir que pueden aparecer grietas y movimientos en el talud. Este NF
corresponde a la época de máximas lluvias de invierno y el valor del CS coincide con lo
observado. Si se atraviesa una época invernal algo más seca y el NF tiene tiempo de bajar (al
drenarse la ladera) hasta la posición NF-2 el coeficiente de seguridad aumenta hasta 1,403,
siendo el talud estable. Esta situación se corresponde con inviernos normales. Si continua
bajando el nivel freático hasta la posición NF-3, situación que se daría tras un periodo seco, el
CS llega hasta 1,619 por lo que el talud sería aun más estable. Si el talud se saturara
completamente (situación que dada la permeabilidad del jabre es improbable, ya que harían
falta precipitaciones de casi el doble de las máximas jamás registradas) el CS bajaría hasta
0,967, con lo cual se produciría probablemente el deslizamiento de la ladera.

407

Página 160 de 248


Para gestionar adecuadamente la incertidumbre y dada la falta de conocimiento sobre la
posición del contacto jabre-granito sano, se obtuvieron CS para el caso de contactos algo por
encima o debajo de su situación hipotética inicial. Para el nivel freático en posición NF-1, en el
primer caso se obtendría un CS = 1,21 y por tanto se estaría del lado seguro, y en el segundo
valores de CSJanbu=1,005 y CSBishop= 1,106, por tanto, el nivel de seguridad sería prácticamente
igual al del caso analizado inicialmente.

Para solucionar el problema se propusieron una serie de drenes californianos, cuyas


características se detallan en la Tabla 11.2 que aseguran el drenaje del talud, junto con un
sistema de zanjas para canalizar el agua hacia fuera del mismo. Así, se pasa de los CS
presentados a un valor en torno a 1,35 (CSBishop=1,402 y CSJanbu=1,310), de tal manera que el
perfil de esta solución quedaría en la forma que se muestra en la Figura 11.17. con la
disposición espacial que se muestra en la Figura 11.3.d.

Figura 11.17: Situación del nivel freático 1 y nivel freático drenado. Al cambiar de una situación a otra se pasa
de un CS =1.05 a un CS = 1.35.

Tabla 11.2. Características de los drenes horizontales propuestos.

Características Drenes californianos


Número 10
Diámetro 7.5 cm.
Longitud 50 metros
Espaciado 20 metros
Inclinación 5º
Entubado Enrejillado (d<0.1 mm)
Cerrados los últimos 10 metros.
Salida Conectadas a zanjas

408

Página 161 de 248


11.7. Consideraciones finales

Actualmente y aunque en las fases de anteproyecto se puedan utilizar métodos de ábacos


como el presentado de Hoek y Bray (1974), la mayor parte de los cálculos se suelen realizar
utilizando los métodos de equilibrio límite y en particular los métodos de fajas, ya que son la
opción más eficiente y fácil en problemas sencillos, dan valores equiparables a los de los
métodos numéricos y a los resultados que se observan en la práctica y simplifican mucho el
tratamiento de los datos y la realización de análisis de sensibilidad, estadísticos y
retrospectivos (Das, 2002).

Los métodos que satisfacen todas las condiciones de equilibrio dan resultados exactos en
todas las condiciones que se dan en la práctica. Independientemente de las hipótesis de
partida los métodos de Janbu, Spencer, Morgenstern y Price y GLE, dan valores del coeficiente
de seguridad que no difieren en más del 5% del valor exacto. El método de Bishop, aunque no
cumpla todas las condiciones de equilibrio puede situarse en el mismo nivel de exactitud (Chen
y Shao, 1988).

Por todo ello es conveniente que el ingeniero que realice el diseño no se preocupe tanto sobre
qué método utilizar si no de como estimar de manera adecuada las propiedades del suelo o del
macizo rocosos. (Duncan y Wright, 1980).

Un aspecto que no se ha considerado es que todos los modelos de los que se ha hablado
trabajan en dos dimensiones. A priori, el hecho de que la realidad sea tridimensional suele
contribuir levemente a mejorar la estabilidad de los taludes, por lo que es práctica común
trabajar en 2-D. No obstante, para casos particulares y típicamente para el estudio de grandes
presas la tridimensionalidad suele jugar un rol de gran importancia. Por ello se están
comenzando a desarrollar métodos de fajas que funcionan en tres dimensiones (Chen et al.,
2003).

409

Página 162 de 248


  



 

 




 
 
  
  
 

 
         
 
 


      
 

 
  


    
  
















 




 

 
      


             

        


       
        
        
          
      
      
       
    
      
       
     
       
        
      
        
     
      
      
      
               
                 
                 

Página 163 de 248


  



  




  
 
  

 
 
  
  

          
 
 


      





 






 

 

   

 
  
 
 


      


                

   
   
   

                 
           

Página 164 de 248


4.2. Ábacos de Hoek y Bray

Los ábacos de Hoek y Bray (1977) proporcionan un límite inferior del factor de seguridad,
asumiendo que las tensiones normales en la superficie de deslizamiento se concentran en un solo punto.
En la construcción de los ábacos se han tenido en cuenta diferentes condiciones de presiones insterticiales
debidas a la presencia de un nivel freático en el terreno, que divide el talud en una zona seca y otra
saturada. Se cuenta con 5 ábacos, dos de ellos para talud totalmente seco y totalmente saturado y 3 para
casos intermedios (diferentes alturas del nivel freático). En el gráfico H indica la altura del talud y X la
distancia entre el pie del talud y el punto de corte del nivel freático con la superficie del terreno.

25 Fernando Herrera Rodríguez ®


Página 165 de 248
Los ábacos se han construido con las siguientes condiciones:

• El material constitutivo del talud se considera homogéneo en toda la extensión del mismo.
• El círculo de rotura se hace pasar siempre por el pie del talud.
• Se considera la existencia de una grieta de tracción que puede estar situada por encima o por
debajo de la cresta del talud.

En los ábacos proporcionados se llama:

H altura del talud


c cohesión efectiva del terreno
ϕ ángulo de rozamiento interno efectivo
γ peso específico del terreno
FS factor de seguridad

La forma de utilizar los ábacos es la siguiente:

• Se selecciona el ábaco cuyas condiciones de nivel freático se acerquen más a las del
talud en cuestión.
• Se calcula el valor del parámetro adimensional c/(γHtgϕ) que nos proporciona una
recta radial en el ábaco en cuestión.
• La intersección de dicha recta con la curva correspondiente al ángulo del talud nos
da un valor de tgϕ/FS y de c/(γHFS). Cualquiera de los dos nos sirve para obtener
el factor de seguridad FS.

A continuación figuran los cinco ábacos de Hoek y Bray.

26 Fernando Herrera Rodríguez ®


Página 166 de 248
27 Fernando Herrera Rodríguez ®
Página 167 de 248
28 Fernando Herrera Rodríguez ®
Página 168 de 248
29 Fernando Herrera Rodríguez ®
Página 169 de 248
30 Fernando Herrera Rodríguez ®
Página 170 de 248
10. ROTURA POR VUELCO Y ROTURA DE TALUDES
PARALELOS A UNA FAMILIA DE DISCONTINUIDADES

Cada vez existen herramientas más sofísticadas en mecánica de rocas y sin embargo muchas
cuestiones fundamentales todavía no tienen respuesta como por ejemplo ¿Como se
decide el riesgo aceptable en una corta? o ¿Se debe excavar un túnel
mediante perforación y voladura o con un topo?
E. Hoek, 1998

10.1. Introducción a la rotura por vuelco

Las roturas por vuelco de taludes aparecen principalmente cuando el rumbo del plano de
discontinuidad: falla, estratificación, etc., coincide aproximadamente con el del plano del talud y
además tiene un fuerte buzamiento hacia el interior del macizo rocoso.

Cuando el macizo rocoso presenta un conjunto de paquetes que quedan en voladizo, se


produce el vuelco por flexión (Figura 10.1.a); además, puede aparecer una familia de
discontinuidades conjugada con la principal, produciéndose en este caso un vuelco de bloques
(Figura 10.1.b, 10.5 y 10.7 ) o un vuelco de bloques por flexión (Figura 10.1.c y 10.4).

a) Vuelco por flexión b) Vuelco de bloques c) Vuelco de bloques por flexión


Figura 10.1. Tipos de rotura por vuelco, Goodman y Bray (1977)

De los métodos analíticos para resolver los problemas de vuelco de taludes, uno de los más
difundidos es el propuesto por Goodman y Bray (1977), que se adapta sobre todo a taludes
que presentan roturas con base escalonada ascendente reguIar, del tipo de vuelco de bloques
de la Figura 10.1.b.

Existen algunos desarrollos ulteriores basados en este modelo de Goodman y Bray (1977),
como el de Bobet (1999), posteriormente desarrollado por Sagaseta (2001), que considera
cada bloque de espesor diferencial, pudiendo así integrar toda la masa y permitiendo realizar
análisis sobre un número ilimitado de bloques.

En lo que concierne al vuelco por flexión (Figura 10.1.a, 10.2, 10.3 y 10.6), se debe considerar
la resistencia a tracción del material rocoso de cada estrato o lamina de roca. Uno de los pocos

329

Página 171 de 248


métodos existentes que permite analizar este tipo de mecanismos es el denominado método de
Adhikary (1999), basado también en equilibrio límite y ajustado a diversas observaciones
realizadas sobre modelos físicos y vuelcos naturales.

Figura 10.2.: Me canismo de vuelco por flexión. Figura 10.3.: Caída evolutiva por vuelco de placas
en la corta de Thars is (Huelva).

Figura 10.4.: Caída por vue lco bloques. Según Hoek Figura 10.5.: Caída por vuelco bloques en Las
& Bray (1974). Batue cas (Salam anca).

Figura 10.6.: Pe queñas caídas evolutivas por vuelco


por fle xión en es quis tos. Cerca de Castelo-Branco
(Portuga).

Figura 10.7.: Talud de cantera e n el que se han


venido produciendo caídas por vue lco de bloques .

Actualmente se pueden utilizar también métodos numéricos y especialmente los de elementos


discretos, como el código UDEC, para realizar análisis de estabilidad de este tipo de roturas.

330

Página 172 de 248


Los métodos numéricos resultan una solución elegante, que permite a su vez observar y
analizar mecanismos más o menos complejos, pero que suele resultar cara.

Independientemente del método de cálculo utilizado, se deben emplear coeficientes de


seguridad mas bien altos para el diseño de estos taludes ya que al influir sobre ellos un número
de parámetros muy elevado, la incertidumbre sobre los valores de éstos será también bastante
grande, con lo que el diseño debe situarse bastante del lado de la seguridad; las roturas por
vuelco tienen, en cambio, la ventaja de que se producen lentamente por lo que da tiempo para
tomar medidas tendentes a reducir los daños.

10.2. Análisis del vuelco de un bloque aislado

Considerando un bloque aislado situado en un plano inclinado, dicho bloque volcará cuando:
∆x
< tg α (10.1)
y
; deslizará sí:
tg α > tg φ (10.2)
y experimentará un vuelco con deslizamiento cuando tengan lugar las dos condiciones
anteriores simultáneamente (10.1 y 10.2), siendo φ el ángulo de fricción en el plano sobre el
que se apoya el bloque y α la inclinación del mismo. En la Figura 10.8 se presentan los criterios
para deslizamiento y vuelco según Hoek y Bray (1981); como se puede observar en esta figura,

el vuelco no puede tener lugar para ∆ x > t g φ , ya que la máxima fuerza de fricción que se
y
genera en el punto de vuelco es W cos α tg φ y esta fuerza sería sobrepasada por la fuerza

cortante que vale W · cos α · ∆ x en el momento del vuelco.


y

Figura 10.8. Condiciones de vuelco de un bloque aislado

331

Página 173 de 248


Sagaseta (1986) plantea y resuelve las ecuaciones del equilibrio dinámico del bloque
obteniendo un resultado análogo al de la Figura 10.8, pero en que la transición entre
deslizamiento y vuelco y solo vuelco se produce para:
  ∆x  
2
 ∆x 
4 ·t g α ·  1 +    − 3 · t g α −
  y    y 
= tg φ (10.3)
  ∆x  
2
∆x  ∆x 
4 · 1 +    − 3 · y · t g α − y 
  y    
de manera que cuando tg φ es mayor que el primer miembro se produce sólo vuelco y cuando
es menor se producen deslizamiento y vuelco. No obstante, esta solución más rigurosa no
afecta a los cálculos de estabilidad de Goodman y Bray (1977) que se presentarán más
adelante.

En el caso de que un bloque aislado y no separado del macizo rocoso, de tal manera que para
su vuelco se tenga que producir la rotura por tracción de la tabla de roca (Figura 10.9),
entonces se habrá de realizar el cálculo de estabilidad teniendo en cuenta los momentos
estabilizadores y volcadores de todas las fuerzas tomándose como eje de giro la esquina
inferior externa del plano de rotura del bloque, obteniéndose las expresiones de la Figura 10.9.

En el ejemplo real de la Figura 10.9, se puede comprobar la dramática influencia del agua
sobre la estabilidad, que explica el comportamiento de estas roturas, tanto aisladamente como
cuando el número de bloques es mayor. En la Figura 10.10 se muestra otro modelo de cálculo
de análisis de vuelco de un bloque de roca para los casos de que exista o no junta en la base.

hw
U W h

σt
∆x
β

M VOLCADORES =
h 1
(W .cos β ) + hw ( 1 ·hw ·γ w )
2 h = 10 m
2
2
∆x
3 ∆ x = 0,35 m
M ESTABILIZADORES = ·W ·sin β + 1 ·∆ x·σ t ·∆ x β = 80 º
2 2
γ = 26 kN/m3
M EST . ∆x·W ·sin β + ∆x 2 ·σ t
C.S . = = σ t = 6,5 MPa
M VOLC . h·W ·cos β + 1 ·hw3 ·γ w
3 W = 91 kN

CASO COMPLETAMENTE SECO: C.S. = 5,24


CASO COMPLETAMENTE SATURADO: C.S. = 0,24

Figura 10.9. Modelo de vuelco de un bloque aislado y no separado del macizo que rompe por tracción, fotografía de
un caso real en una cantera, nomenclatura, planteamiento de ecuaciones y ejemplo de resolución del caso.

332

Página 174 de 248


Figura 10.10. Modelo de vuelco de un bloque aislado para el caso de una cantera. a) Fotografía del talud a analizar,
b) esquema del mismo, c) modelo de cálculo para el caso de existencia de una junta en la base y d) modelo de
cálculo en el caso de que no exista dicha junta.

333

Página 175 de 248


10.3. Análisis del vuelco de un sistema de bloques. Modelo de
Goodman y Bray (1977).

El fenómeno de vuelco de bloques puede ser observado en la naturaleza tal y como muestra la
fotografía de la Figura 10.12. Para que tenga lugar el vuelco de un sistema de bloques es
necesario, aunque no suficiente, vencer la resistencia al corte de los planos de discontinuidad que
los configuran lateralmente, según se muestra en la Figura 10.11.a). Para que se produzca el
deslizamiento entre dichas discontinuidades, la condición necesaria es que la pendiente del
talud sea mayor que la suma del ángulo de fricción más el ángulo de las discontinuidades con
la vertical (Figura 10.11.b).

Esta misma condición se puede establecer en proyección estereográfica, según se indica en la


Figura 10.11.c), en la que se pone también de manifiesto que las discontinuidades que
delimitan lateralmente los bloques deben tener una dirección aproximadamente paralela a la
del talud (±20º) para que sea posible el vuelco.

a) b)

Condición para
deslizamiento entre
discontinuidades

c)

Figura 10.11. a) esquema geométrico del talud y direcciones de las tensiones y los deslizamientos en el talud,
b) Condición de deslizamiento de discontinuidades y c) expresión de dicha condición en proyección
estereográfica.

334

Página 176 de 248


3. Falla por volteo

Página 177 de 248


42 STRUCTURAL GEOLOGY

Figure 2.11 Kinematic analysis of blocks in foundations: (a) discontinuity sets in foundation; and (b) daylight
envelopes plotted on equal-area projection stereonet.

analysis is carried out assuming that the shear friction cone. When the only force acting on the
strength of the sliding surface comprises only the block is gravity, the pole to the plane is in the same
friction component and the cohesion is zero. direction as the normal force, so the block will be
Consider a block at rest on an inclined plane with a stable when the pole lies within the friction circle.
friction angle of between the block and the plane The envelopes on Fig. 2.12(b) show the possible
(Fig. 2.12(a)). For an at-rest condition, the force positions of poles that may form unstable blocks.
vector normal to the plane must lie within the Envelopes have been drawn for slope face angles of

Página 178 de 248


Figura 10.12. Fenómeno natural de vuelco de bloques en el Pirineo central. Fotografía: autores.

En la Figura 10.13, se muestra la geometría del modelo de Goodman para analizar la rotura por
vuelco de un desmonte compuesto por un conjunto de bloques. De ella se deducen las
siguientes relaciones:
a1= tg (φ −α) (10.4)
a2= = ∆x tg α  (10.5)
b = ∆x tg (β −α) (10.6)

Figura 10.13. Geometría del modelo de Goodman

335

Página 179 de 248


Para los cálculos, la numeración de los bloques se realiza comenzando por el bloque inferior
del desmonte. La altura de un bloque situado por debajo de la coronación del talud es la
siguiente:
Yn = n ⋅ (a1 − b ) (10.7)

y por encima de la coronación:


Yn = Yn −1 − a 2 − b (10.8)

Considerando los bloques aislados, en la parte alta del desmonte se produciría un


deslizamiento siempre que α > φ, ya que los bloques no tienen esbeltez suficiente para volcar,
pero entonces todos los bloques del talud deslizarían. Los bloques intermedios ya pueden
volcar por su esbeltez y los bloques inferiores, aunque no tienen esbeltez suficiente para
volcar, pueden hacerlo, o bien, deslizar debido al empuje producido por los bloques intermedios
al volcar.

A partir de las Figuras 10.14 o 10.15, se pueden establecer las relaciones para obtener las
alturas respecto a la base de los bloques de los puntos donde se produce la transmisión de
esfuerzos de unos bloques a otros.

Figura 10.14. Conjunto de bloques en modo deslizamiento

Para bloques situados por debajo de la coronación del talud:


Mn = yn (10.9)
Ln = yn –a1 (10.10)

En coronación:
Mn = yn -a2 (10.11)
Ln = yn –a1 (10.12)

336

Página 180 de 248


Sobre la coronación:
Mn=yn-a2 (10.13)
Ln =yn (10.14)

Figura 10.15. Conjunto de bloques en modo vuelco.

Para evitar que un bloque deslice, la fuerza Pn-1,s requerida, suponiendo que el coeficiente de
fricción µ es el mismo entre bloques y en la base de los mismos, se obtiene a partir de la
relación:
Sn = µRn (10.15)
donde, según la Figura 10.13:
Rn = W n cos α -µ(Pn-1,s -Pn) (10.16)
Sn = W n sen α -(Pn-1,s -Pn) (10.17)
resultando el siguiente valor:
Wn (µ ⋅ cos α − senα )
Pn−1,s = Pn − (10.18)
1− µ2

Para obtener la fuerza Pn-1,t necesaria para evitar el vuelco, tomando momentos respecto al
punto O en la Figura 10.14 resulta:
Wn
Pn (M n − µ ⋅ ∆x ) + (Yn ⋅ senα − ∆x ⋅ cos α )
Pn −1, s = 2 (10.19)
Ln

En el bloque inferior del desmonte, si se supone aplicada una fuerza, procedente de un anclaje,
muro de contención, etc., se puede calcular dicha fuerza, a partir de Pn-1,t y Pn-1,s, para que el
talud esté en equilibrio.

El coeficiente de seguridad del talud queda definido por la siguiente relación:

337

Página 181 de 248


µ disponible
FS = (10.20)
µ requerido
donde µ disponible, también llamado µ real, es el coeficiente de fricción que existe realmente en los
planos de discontinuidad y µ requerido, también llamado µ necesario, es el coeficiente de fricción
utilizado en las relaciones Pn-1,t y Pn-1,s para los cálculos de transmisión de esfuerzos, para el
cual el bloque de pie se encuentra en equilibrio estricto.

La forma de operar es la siguiente: Se toma como dato de partida la µ real, que se utiliza como
µ de cálculo, obteniéndose los valores de Pn-1,t y Pn-1,s para cada bloque, tomándose el mayor
valor de los dos como fuerza transmitida al bloque inferior. Procediendo de este modo desde el
bloque más alto hasta el más bajo del desmonte, se obtiene el valor de la fuerza transmitida
por todo el desmonte al bloque inferior, así como la fuerza, P0, que aplicada en dirección
contraria estabilizaría todo el talud. Después se irá probando con distintos valores de µ hasta
lograr que P0=0, en cuyo caso dicho valor de µ será el requerido para el equilibrio, y se
obtendrá el coeficiente de seguridad.

En muchas ocasiones lo que se busca es calcular la fuerza de anclaje necesaria para


estabilizar el talud. Para ello también se puede utilizar el denominado método de Goodman y
Bray de la siguiente manera. Primero se trabajará con el µ disponible como en el caso anterior
para calcular la fuerza transmitida al primer bloque. Si P0 es mayor que 0 el talud será inestable
y habrá que anclarlo. Para calcular el anclaje necesario se parte de la geometría de este último
bloque teniendo además en cuenta el valor anteriormente calculado de P1 y se puede calcular
por equilibrio límite, tanto para vuelco como para deslizamiento, el anclaje para estabilizar el
primer bloque (y subsiguientemente todo el talud) con un coeficiente de seguridad determinado.

Según la geometría de la Figura 10.16, en la que se ha supuesto un anclaje horizontal, se


tendrá que para el caso de deslizamiento:
N1 = W1 ·cos α + T sin α + µ ·P1
(10.21)
τ 1 = P1 + W1 ·sin α − T cos α

y por tanto se definirá el coeficiente de seguridad para el bloque como:


τ DISP. N1 ·tgφ
C.S . = = (10.22)
τ NEC . τ1

Para el caso de vuelco, atendiendo de nuevo a la Figura 10.16, se tendrá:


y1
M VOLCADORES = P1 · y1 + W1 ·sin α ·
2 (10.23)
M ESTABILIZADORES = T ·cos α · y1 + W1 ·cos α ·∆x + µ ·P1 ·∆x
2

Y por tanto se definirá el coeficiente de seguridad para el bloque como:


M ESTABILIZADORES
C.S . = (10.24)
M VOLCADORES

338

Página 182 de 248


En ambos casos y teniendo en cuanta el coeficiente de seguridad deseado, la dirección,
modulo y punto de colocación de los anclajes, se podrá calcular el número de anclajes
necesarios para estabilizar el desmonte.

Figura 10.16. Modelo geométrico y de fuerzas para el análisis del último bloque.

Como ejemplo y para un caso con P1= 85,76 kN, W 1= 67,52 kN, α = 26º, µ=0,601, ∆x =1,6 m e
y1=1,623 m y para un coeficiente de seguridad de 2, se tendría para deslizamiento T d(CS=2) =
79,22 kN y para vuelco Tv(CS=2) =133,96 kN, por lo que para estabilizar el bloque habría que
anclarlo con el modulo mayor de los dos, en este caso 133,96 kN. En la práctica esta cifra se
dividiría entre la carga nominal de los anclajes para determinar el número de ellos que es
necesario instalar.

Tal y como se comentaba al principio del capítulo y se desprende del análisis probabilístico de
taludes reales (Scavia et al., 1990), los coeficientes de seguridad de diseño que se utilicen en
este tipo de roturas deberan ser suficientemente grandes, del orden de dos cuando se
disponga de métodos de vigilancia y superiores si se trata de diseños finales.

Basándose en el método de Goodman y Bray (1977) algunos autores han propuesto ábacos
que pueden facilitar la utilización de este método de forma rápida o preliminar. Entres estos
aurores convienen citar a Zanbak (1983) que presenta unos ábacos (para valores particulares
de los ángulos de fricción) para el cálculo de la estabilidad y otros para la obtención de un
parámetro adimensional relacionado con la fuerza de anclaje necesaria para estabilizar el talud.

También Ayala et al. (1985) presentan abacos similares en los que incluyen la posible
influencia de un nivel freático. Algunos de los ábacos de Zanbak (1983) y de Ayala et al. (1985)
pueden consultarse en el manual de estabilidad de taludes del ITGE (1987).

339

Página 183 de 248


10.4. El método diferencial de análisis de vuelco

El método diferencial de análisis de caídas por vuelco de bloques fue inicialmente propuesto
por Bobet (1999) y consiste simplemenete en considerar estratos de espesor diferencial para
un caso de vuelco como el planteado por Goodman y Bray (1977); de forma que para obtener
el equilibrio se iran integrando las ecuaciones que expresan el equilibrio de fuerzas en los
bloques para los casos de vuelco y deslizamiento.

Bobet (1999) plantea y resuleve un modelo general para los casos seco y con agua. El método
fue posteriormente desarrollado por Sagaseta et al. (2001) que lo generalizan algo más y lo
aplican a varios casoso prácticos. La resolución de estos últimos autores es la que se presenta
a continuación.

El modelo diferencial, cuya geometría se muestra en la Figura 10.17., implica estratos de


espesor diferencial y por tanto de esbeltez infinita, por lo que siempre volcarán.

Figura 10.17. Geometría y fuerzas en un bloque diferencial, como hipótesis básicas del modelo diferencial.
Según Sagaseta et al. 2001. Cortesía Elsevier.

El equilibrio diferencial de cada bloque (fuerzas y momentos) manteniendo el resto de hipótesis


igual al modelo de Goodman y Bray (1977), resultará en las siguientes expresiones para
vuelco:

dP 1  dys 
+  + tgφi ·P = 1 γ ·h·senα (10.25)
dx h  dx  2
dP
σ = γ ·h·cos α − tgφi
dx
(10.26)
dP
τ = γ ·h·senα −
dx

340

Página 184 de 248


Y para deslizamiento:

dP tg α − tg φb
= γ ·h·cos α (10.27)
dx 1 − tg φi ·tg φb
1 − tg α ·tg φi
σ = γ ·h·cos α ·
1 − tg φi ·tg φb
(10.28)
1 − tg α ·tg φi
τ = σ ·tg φb = γ ·h·cos α ·tg φb ·
1 − tg φi ·tg φb

Donde la geometría y fuerzas aplicadas responden a la Figura 10.17, la superficie del talud y la
de la base escalonada pueden tener una geometría cualquiera definida por ys(x) e yb(x)
respectivamente, y en está última la inclinación de la base será constante e igual a α y
perpendicular a la inclinación de los estratos. Los ejes OX y OY se tomarán también
perpendiculares a los estratos.

En cuanto a las propiedades de las discontinuidades se considerarán sin cohesión y con


fricciones φi y φb, respectivamente para la estratificación o planos de discontinuidad sub-
verticales y para las juntas de la base.

En estas condiciones, no resulta difícil integrar las ecuaciones diferenciales ordinarias (10.25) y
(10.27) desde la cabeza a la base del talud para la geometría que se desee (Figura 10.18) con
las condiciones iniciales P = 0 y x = 0. En esta integración habrá que ir viendo el mecanismo
que se va produciendo para cada bloque, y habrá además que ir calculando y teniendo en
cuenta las tensiones de base de cada bloque σ y τ, para comprobar las condiciones límite de
fricción sin tracción en la base:

σ ≥0
τ (10.29)
≤ tg φb
σ

Además conviene introducir, al objeto de facilitar los cálculos y simplificar los resultados, los
siguientes ángulos auxiliares, denominados como primas (’):

tg ψ ′ = tg ψ - tg ξ
tg ω ′ = tg ω - tg ξ
(10.30)
tg φ ′i = tg φi - tg ξ
tg φb′ = tg φb - tg ξ

La aplicación del método a un caso estándar de un talud de altura H (Figura 10.18) donde se
define además la nomenclatura utilizada, permitirá obtener la siguiente solución en tres etapas:

341

Página 185 de 248


Figura 10.18. Definición del modelo básico de talud para su integración. Según Sagaseta et al., 2001. Cortesía
Elsevier.

ETAPA 1: Selección del mecanismo de rotura

Si no se cumple que :
1 − tg φi ·tg φb
tg α − tg φb = − tg ω ′·tg α · (10.31)
tg φi′ − 3tg ω ′

Entonces se tendrá la solución trivial de deslizamiento general (DG) y el caso se tratará como
rotura plana. En el caso de que si se cumpla (10.31), se tendrán dos posibles mecanismos
junto con su estado transicional, a saber:

 Si ψ <φi, se tendrá vuelco de los bloques altos con salida por deslizamiento de una
cuña inferior (DCI),

 Si ψ >φi, se tendrá vuelco de los bloques altos con salida por expulsión por
tracción de una cuña inferior (TCI),

 Si ψ =φi, se tendrá un mecanismo de transición entre ambos (DCI-TCI).

La geometría de la cuña inferior se estimará de acuerdo a la Figura 10.19 y según la


formulación del aparatado que sigue.

342

Página 186 de 248


Figura 10.19. Definición geométrica de la denominada cuña inferior. Según Sagaseta et al., 2001. Cortesía Elsevier

ETAPA 2: Definición de la denominada cuña inferior

Se obtienen en primer lugar la dimensión xT de la cuña inferior, de forma que :


xT =L (10.32)
para el caso DG y la transición DCI-TCI

L − xT  tg ψ ′ 1 tg φb − tg α 1 
= exp  − · −  (10.33)
L − xB  tg φi′ − 3·tg ω ′ tg α 1 − tg φi ·tg φb 2 
para el caso DCI

tg φi′ tg ψ ′− 3
 L − xT  2 tg φi′ − 3·tg ω ′ tg ψ ′  3·tg ψ ′ − tg φi′ 
  = · ·1 −  (10.34)
 L − xB  3 tg ψ ′ − tg ω ′ tg φ ′ − tg ψ ′  tg α ·tg ψ ′ ·tg φi 
i  
para TCI

Después se calcula la fuerza que se transmite de los bloques superiores PT:

343

Página 187 de 248


1 tg α − tg φb
PT = − ·γ ·cos α · ·tg ω ′·x 2 para x ≤ xb
2 1 − tg φi ·tg φb
tg α − tg φb
1
PT = − ·γ ·cos α ·
2 1 − tg φi ·tg φb
{
· tg ω ′·xB2 + tg ψ ′  ( L − x)2 − ( L − xB ) 2  } para x ≥ xb (10.35)

cosψ cos ω ·sen(ψ − ξ )


Donde xB = L − H = −H
cos β senβ ·sen(ω − ξ )
para el caso DG

tg 2 ψ ′  2
tg ψ ′ − tg ω ′  L − xT 
tg φi′ / tg ψ ′ −1 
1 2  L − xT 
PT = ·γ ·sen α · ( L − x B ) ·   − 3    (10.36)
2 tg φi′ − 3tg ψ ′  L − xB  tg φ ′ − 3 tg ω ′  L − xB  
 i 
para DCI y TCI

3 tg φi′ − tg ω ′
PT = − ·γ ·senα ·tg φi′ ·( L − xB ) 2 (10.37)
4 tg φi′ − 3tg ω ′
para a transición DCI-TCI

Y finalmente se calcula el peso de la cuña como:


1
WT = ·γ ·tg ψ ′·( L − xT ) 2 (10.38)
2
para todos los casos

ETAPA 3: Cálculo de la fuerza de anclaje F necesaria para estabilizar el talud con CS =1

La fuerza de anclaje necesaria se calculará como:

PT (1 − tg φi tg φb ) + WT (senα − cos α ·tg φb )


FSW = (10.39)
cos ρ − senρ tg φb
para los casos DG, DCI, transición DCI-TCI y TCI con salida por deslizamiento

Para el caso TCI, habrá que calcular también el valor de la fuerza de anclaje correspondiente a
la salida de la cuña por vuelco (40):

PT (tg ψ − tg φi ) + 1 WT senα ( tg ψ + tg ξ ) − 2 cos α   L − x 


FTW = 3 · T
 (10.40)
cos ρ tg ψ − senρ  L − x F 

para TCI con salida por vuelco

y seleccionar el mayor de ambos, que será el anclaje que estabiliza el talud con CS=1.

344

Página 188 de 248


10.5. El método numérico con códigos de elementos discretos:
Ejemplo de aplicación.

Se analiza en lo que sigue un problema clásico de vuelco de bloques de acuerdo al método


presentado de Goodman y Bray (1977) y mediante un código numérico de elementos discretos
(UDEC- Itasca, 2000) utilizando la técnica de la reducción de la resistencia al corte para
calcular el factor de seguridad(Dawson et al., 1999). La aplicación general de métodos
numéricos en ingeniería de taludes en roca se trata en un capítulo posterior, mientras que el
método de Goodman anteriormente presentado se puede, además, consultar en distintos
textos generales de ingeniería de taludes como, por ejemplo en Hoek y Bray (1971), ITGE
(1987), Giani (1992), Kliche (1999), etc.

La aplicación de códigos numéricos de elementos discretos, como el código UDEC, al vuelco


de taludes ha sido validada por Barla et al. (1995), aquí se presenta un nuevo ejercicio de
validación realizado por los autores de este libro.

Se trata de analizar el coeficiente de seguridad frente a la caída por vuelco de un talud, tal
como el presentado en la Figura 10.20, de 9,85 metros de altura y 58,65º grados de pendiente
en el que aparece una familia de juntas muy continua a contra-pendiente que presenta un
espaciado uniforme de 1,6 metros y un buzamiento de 64º. Existe otra familia de juntas
perpendicular a la anterior, y que por lo tanto buza 26º. Se considera una base escalonada con
una inclinación media de 30º, tal y como muestra la Figura 10.20.

En este caso se ha estimado un ángulo de rozamiento de 31º tanto para la familia continua
como para las juntas perpendiculares a estas que forman la base escalonada, lo que equivale a
µ = tg φ = 0,601. El peso específico de la roca es de 25 kN/m3.

30º 58,65º
11
10 9
8 7 6

5
H=9.85 m
H=9,85
4
3
2
1
64º

Figura 10.20. Corte geológico esquemático y aproximado del modelo cuyo vuelco se analiza.

Este problema se ha resuelto mediante el método clásico de Goodman y Bray (1977),


implementado en una tabla de cálculo específicamente diseñada para la resolución de
problemas de vuelco con la ayuda del programa Excel. De esta manera, en la primera tabla de
resolución (Tabla 10.1) se presenta el cálculo de Goodman y Bray (1977) para el ángulo de
fricción disponible, que sería 31º.

345

Página 189 de 248


En esta tabla se puede observar como el primer bloque (empezando por abajo) desliza (ya que
la fuerza necesaria para estabilizar dicho bloque ante el deslizamiento sería positiva y mayor
que la necesaria para estabilizarlo frente al vuelco) y los ocho bloques siguientes volcarían (por
razones análogas); siendo estables los bloques situados por encima. También se observará
que en este caso el talud es inestable.

Tabla 10.1: Tabla de resolución en Excel para el análisis con ángulo de fricción = 31º.
AJUSTE φ=31
φ= fi = 31 alfa= 26,00
y1=16.228 b1= 0.1119 tg fi = 0,60086 a2= 0.7804 a1= 1,02520
cosalfa= 0,8988 sinalfa= 0,4384
n Yn (m) Wn (kN) Ancho (Ax) Yn/Ax cotg alfa Mn Ln Pn,t Pn,s Pn
si menos vuelca

11 1,72 68,8 1,6 1,08 2,05 no 0,94 1,72 0,00 0,00 0,00
10 2,62 104,8 1,6 1,64 2,05 no 1,84 2,62 -13,68 -10,95 0,00
9 3,51 140,4 1,6 2,19 2,05 vuelca 2,73 3,51 -5,79 -16,70 0,00
8 4,4 176 1,6 2,75 2,05 vuelca 3,62 4,40 2,01 -22,37 2,01
7 5,29 211,6 1,6 3,31 2,05 vuelca 4,51 5,29 11,03 -26,04 11,03
6 6,19 247,6 1,6 3,87 2,05 vuelca 5,41 5,16 25,02 -22,69 25,02
5 5,27 210,8 1,6 3,29 2,05 vuelca 5,27 4,24 52,12 -14,44 52,12
4 4,36 174,4 1,6 2,73 2,05 vuelca 4,36 3,33 74,56 18,53 74,56
3 3,45 138 1,6 2,16 2,05 vuelca 3,45 2,42 88,36 46,77 88,36
2 2,536 101,44 1,6 1,59 2,05 no 2,54 1,51 92,80 66,37 92,80
1 1,6228 64,912 1,6 1,01 2,05 no 1,62 0,60 85,76 76,63 85,76
55,46 75,42 75,42

Tabla 10.2: Tabla de resolución en Excel para el análisis de Goodman con φ = 38,4º.

AJUSTE PARA Po<0 fi = 38,435 alfa= 26,00


y1=16.228 b1= 0.1119 tg fi = 0,79359 a2= 0.7804 a1= 1,02520
cosalfa= 0,8988 sinalfa= 0,4384
n Yn (m) Wn (kN) Ancho (Ax) Yn/Ax cotg alfa Mn Ln Pn,t Pn,s Pn
si menos vuelca

11 1,72 68,8 1,6 1,08 2,05 no 0,94 1,72 0,00 0,00 0,00
10 2,62 104,8 1,6 1,64 2,05 no 1,84 2,62 -13,68 -51,09 0,00
9 3,51 140,4 1,6 2,19 2,05 vuelca 2,73 3,51 -5,79 -77,82 0,00
8 4,4 176 1,6 2,75 2,05 vuelca 3,62 4,40 2,01 -104,25 2,01
7 5,29 211,6 1,6 3,31 2,05 vuelca 4,51 5,29 10,89 -128,67 10,89
6 6,19 247,6 1,6 3,87 2,05 vuelca 5,41 5,16 24,29 -146,23 24,29
5 5,27 210,8 1,6 3,29 2,05 vuelca 5,27 4,24 50,04 -159,56 50,04
4 4,36 174,4 1,6 2,73 2,05 vuelca 4,36 3,33 68,81 -106,48 68,81
3 3,45 138 1,6 2,16 2,05 vuelca 3,45 2,42 76,14 -60,68 76,14
2 2,536 101,44 1,6 1,59 2,05 no 2,54 1,51 70,58 -26,33 70,58
1 1,6228 64,912 1,6 1,01 2,05 no 1,62 0,60 48,20 -4,74 48,20
-10,99 0,00 0,00

En la Tabla 10.2 se calcula el coeficiente de fricción menor posible que hace estables todos los
bloques, lo cual se manifiesta en que la fuerza que es necesario aplicar en la cara inferior del
primer bloque, P0, para estabilizarlo (a él y por tanto a todo el talud) es nula. Probando diversos
valores, se comprueba que dicho coeficiente de fricción es el correspondiente a un ángulo de
38,4º. Así se obtiene un coeficiente de seguridad de 0,76, para el talud.

Este mismo problema se ha analizado con UDEC, mediante bloques rígidos, a partir del
ensamblaje de bloques de la gráfica inicial de la Figura 10.20. El primer resultado que conviene
poner de manifiesto es que, de acuerdo con los resultados obtenidos mediante el modelo de
Goodman y Bray (1977), el código indica que el primer bloque deslizaría volcando los ocho
siguientes y manteniéndose estables el resto. En segundo término, tal y como muestra la
evolución de los bloques en la Figura 10.21 UDEC reproduce el mecanismo de rotura del talud.

346

Página 190 de 248


Finalmente y siguiendo la técnica de reducción de la resistencia, el código UDEC nos da un
coeficiente de seguridad para este talud de 0.87, valor algo mayor que el obtenido por equilibrio
límite pero de un orden de magnitud parecido. Este valor algo más alto se justifica, además,
porque en el estudio de equilibrio límite los bloques se consideran perfectamente prismáticos
mientras que en UDEC, por simplicidad, se han considerado de manera que conformen la
topografía exacta del talud, lo que provoca una tendencia al vuelco ligeramente menor y
consecuentemente un coeficiente de seguridad ligeramente superior.

En todo caso estas diferencias en coeficientes de seguridad en mecanismos tan complejos


como el vuelco suelen ser irrelevantes desde una perspectiva práctica de estos problemas.

Figura 10.21. Resultados del análisis del vuelco con UDEC.

347

Página 191 de 248


10.6. Análisis de estabilidad de vuelco por flexión. Método de
Adhikary et al. (1995).

El mecanismo del vuelco de bloques por flexión resulta bastante común en la naturaleza,
siendo además un mecanismo que suele ser evolutivo. La aparición de este tipo de roturas es
especialmente común en aquellos macizos rocosos en los que existen planos de debilidad muy
marcados en una determinada dirección, como lo planos de esquistosidad en las pizarras y
otras rocas metamórficas y los planos de estatificación en calizas, flysch y otras rocas
sedimentarias.

Este tipo de rotura es difícil de analizar por métodos de equilibrio límite debido a la complejidad
real del mecanismo de rotura. Actualmente se puede analizar con métodos de cálculo basados
en el Método de los Elementos Discretos (DEM) como el programa UDEC y mediante modelos
físicos.

La primera de las metodologías citadas exige un conocimiento muy profundo y detallado de la


estructura del macizo rocoso, propiedades de las rocas y de las discontinuidades por lo que
sólo se justifica en estudios muy detallados. Los modelos físicos están basados en la cons-
trucción a escala (geométrica, de resistencia a la rotura y tensional) del talud con materiales
(tipo yeso o arcilla) que sigan las leyes de la similitud.

Basándose en resultados de modelos físicos (Figura 10.22) y en un análisis detallado de equilibrio


límite Adhikary et al. (1995, 96) han propuesto un método que permite la estimación del coeficiente
de seguridad de un talud frente a este tipo de rotura. Básicamente, los modelos físicos sirvieron
para estimar la inclinación de la superficie de deslizamiento en el pie del talud y para estimar el
punto de cada bloque sobre el que actúa la fuerza ejercida por el bloque anterior.

Figura 10.22: Modelos físicos de rotura de taludes por vuelco por flexión utilizados por Adhikary et al. (1999)
para la puesta a punto de su metodología. Cortesía de Balkema.

A partir de estos estudios propusieron la utilización de los ábacos de la Figura 10.23 para la
obtención preliminar del CS de un talud para unas determinadas condiciones de geométrico-
geotécnicas. En dicha Figura 10.23 se presnetan tres ábacos, uno para cada valor del ángulo de
fricción entre los planos de discontinuidad (esquistosidad, estratificación). En el caso de tener
valores intermedios de dicho ángulo, se interpolará entre los dos ábacos más próximos.

348

Página 192 de 248


Ángulo de talud (grados)

Ángulo de la foliación (grados)


Ábaco para fricción de juntas de 10 grados
Ángulo de talud (grados)

Ángulo de la foliación (grados)

Ábaco para fricción de juntas de 25 grados


Ángulo de talud (grados)

Ángulo de la foliación (grados)

Ábaco para fricción de juntas de 40 grados

Figura 10.23 : Ábacos de Adhikary para obtener el CS de un talud frente a la rotura por vuelco por flexión para
ángulos de fricción entre juntas de 10, 25 y 40º respectivamente. Cortesía de Balkema.

349

Página 193 de 248


En los ábacos se presenta en ordenadas el termino adimensional Hcr, que viene dado por:
Hcr = γ ·H (CS) σt
–1
(10.41)
Donde:
γ es el peso específico de macizo rocoso,
H es la altura del talud,
σt la resistencia a tracción de la roca y
CS es el coeficiente de seguridad.

En el ábaco interviene también la relación H/b, siendo b el espaciamiento medio de las


discontinuidades que dan lugar al vuelco. Para un caso particular, el incremento o disminución
de Hcr indicará un ángulo de talud, crítico, menor o mayor respectivamente. En general, si este
parámetro es elevado se tratará de taludes altos por lo que un análisis más detallado será
recomendable. Hay que tener en cuenta que cuanto mayor sea Hcr menor será la influencia de
la relación H/b, tal y como se desprende de la observación de los ábacos.

Como ejemplo, se trata de estimar el ángulo crítico de un talud de 10 m de altura en un macizo


rocoso con la estratificación buzando 70º hacia el interior del mismo, con un espaciado medio
de 10 cm entre planos, un ángulo de fricción de 25º en las discontinuidades, una resistencia a
tracción de la roca de 2 MPa y γ = 20 kN/m3; se desea realizar el diseño con un CS =1.2. Para
resolver ese caso se obtiene en primer lugar Hcr =0,12; como se conoce la pendiente de los
estratos, se entra por las abscisas en el ábaco de la Figura 10.23.b, en el que por interpolación
entre la curvas H/b= 100 para 70 y 80 º de talud se obtiene un ángulo crítico de 74º.

También se puede utilizar el código UDEC con bloques deformables y la técnica de reducción
de la resistencia a la tracción y al corte para obtener coeficientes de seguridad frente a la rotura
en este tipo de taludes como se muestra en un ejemplo sencillo en la Figura 10.24.a), y en el
caso correspondiente a una explotación de hierro en Australia (Figura 10.24.b).

a) Zonas rotas por tracción b)

Figura 10.24 : Análisis de vuelco por flexión con UDEC. a) Resultados de zonas rotas por tracción, marcadas
en gris más oscuro, en un modelo de UDEC para la simulación de vuelco por flexión en un talud. b) Modelo con
UDEC en el que se observa una cuña deslizante y un mecanismo de vuleco por flexión en el talud oeste de la
corta de hierro Savage River en Tasmania (Australia), donde las líneas gruesas representan la deformación
exagerada por un factor 10, con los típicos escalones inversos característicos de los fenómenos de vuelco.
Según Coulthard et al. (2001).

350

Página 194 de 248


10.7. Introducción a las roturas de taludes paralelos a una familia de
discontinuidades principales o taludes de muro.

Donde se realicen cortas o canteras en yacimientos con estratos bastante inclinados, suelen
aparecer taludes de muro bastante altos, que se suelen diseñar con un ángulo sensiblemente
igual (o algo menor) al de la estratificación. De darse pendientes más altas, las
discontinuidades quedarían descalzadas por la excavación, con lo cual las roturas por
deslizamiento para pendientes de discontinuidades superiores a su ángulo de fricción serían
casi seguras. Este tipo de diseño suele resultar adecuado, pero en algunas ocasiones se
pueden dar determinados mecanismos de rotura que producen fenómenos de inestabilidad y
que van asociados a esa estratificación (o a alguna familia de discontinuidades muy
persistentes). (Fig. 10.25).

Estos fenómenos no sólo tienen lugar en rocas sedimentarias, donde son más comunes, sino
que también se han observado en rocas metamórficas como la pizarra (cuando el talud se
diseña paralelo a la esquistosidad) y, en general, en cualquier tipo de corta en la que
aparezcan discontinuidades, zonas de debilidad o fallas muy continuas y con dirección y
buzamiento paralelos a uno de los taludes. Los tipos de rotura que se presentan más adelante
han sido más observados en el ámbito minero, donde han producido algunos accidentes
importantes, que en el de la ingeniería civil, ya que para que se produzcan suelen ser
necesarias alturas de talud importantes.

Talud de muro.
Rotura potencial.

Capa de mineral

Figura 10.25: Disposición típica de las roturas de muro.

Este tipo de mecanismos de rotura van típicamente ligados al deslizamiento de una masa de
roca a través de uno de estos planos de discontinuidad pre-existentes, pero necesitan de la
presencia de o bien una o dos pequeñas discontinuidades que descalcen el talud o bien de la
rotura tensional (por compresión, cortante o tracción) de una zona de roca intacta que permita
la salida del material deslizante.

351

Página 195 de 248


El análisis de este tipo de roturas se ha venido tradicionalmente realizando mediante técnicas
de equilibrio límite, aunque desde la aparición en el mercado de métodos numéricos de
elementos distintos como UDEC, también resulta razonable, aunque más costoso, realizar
estudios de estabilidad utilizando estas técnicas.

10.8. Tipos de roturas de taludes de muro

En taludes elevados con discontinuidades muy continuas paralelas a su cara se pueden


producir diferentes tipos de inestabilidades, estudiados por Hawley et al. (1985), que se pueden
dividir inicialmente en:

a) aquellos mecanismos que se producen enteramente por deslizamiento a través de


discontinuidades pre-existentes y
b) aquellos en los que el deslizamiento se produce no sólo a través de discontinuidades
preexistentes sino también a través nuevas zonas de rotura originadas en la roca o el
macizo rocoso sanos.

10.8.1. Mecanismos de rotura con control total por discontinuidades

Dentro de los mecanismos de inestabilidad de tipo a), se pueden señalar:

a.1) Rotura bilineal por deslizamiento a través de discontinuidades, que implica el


deslizamiento a través de un plano basal, en combinación con el deslizamiento a través
de una discontinuidad de menor buzamiento que la basal y que descalza el talud.
Hawley et al. (1985) reconocieron un mecanismo de rotura de este tipo en una
explotación. (Fig. 10. 26. A).

a.2) Rotura en dos bloques, con expulsión del bloque inferior por empuje del superior,
cuando la discontinuidad basal se combina con el deslizamiento a través de una junta
con rumbo paralelo al del talud pero que buza hacia su interior, originando la salida o
expulsión por deslizamiento o vuelco del bloque inferior. (Fig. 10. 26. B).Una rotura de
este tipo, que tampoco se puede considerar muy común y que se dio en una
explotación de carbón del sur de España, fue citada y comentada por Manera Bassa y
Ramírez Oyanguren.

a.3) Pandeo con extrusión de bloques, que asume la presencia de al menos tres
discontinuidades perpendiculares a la discontinuidad basal en la zona baja del talud.
Este mecanismo, descrito por Cavers (1981), se inicia sí y sólo si, aparecen presiones
de agua elevadas en el plano basal, que induzcan la rotación o deslizamiento por
cortante de los bloques, dando lugar a su extrusión. (Fig. 10.26.C).

Existen otro tipo de mecanismos cinemáticamente posibles, pero no existen referencias


bibliográficas sobre su observación, al menos en lo que a los autores les consta.

352

Página 196 de 248


A) Rotura bilineal
por deslizamiento

B) Rotura en dos
bloques, con expulsión
del bloque inferior

C) Pandeo con
extrusión de bloques

Figura 10.26.: Tipos de roturas de muro con control total de discontinuidades.

353

Página 197 de 248


10.8.2. Mecanismos de rotura con control parcial por discontinuidades

Dentro de los mecanismos de inestabilidad de tipo b), análogamente a los previamente


indicados se pueden señalar:

b.1) Rotura bilineal por deslizamiento a través del plano basal con rotura por cortante o
compresión de la base del estrato, análoga al deslizamiento sólo por discontinuidades,
pero que en este caso, al no haber juntas que permitan la salida de la masa de roca,
exige que la rotura penetre en la roca o macizo rocoso por el pie del talud. En la Figura
10.27 se muestra un ejemplo de este tipo de rotura en una explotación de carbón de la
cuenca Peñarroya-Pueblonuevo.

b.2) Rotura en dos bloques, con expulsión del bloque inferior por empuje del superior,
cuando la discontinuidad basal se combina con una rotura por cortante que buce contra
talud en su zona inferior y la salida la permitirá una nueva rotura en el pie del talud por
cortante o tracción, que da lugar a la expulsión del bloque inferior por deslizamiento
(cortante) o vuelco (tracción). Se presenta en la Figura 10.28 un ejemplo de este tipo
de rotura en la explotación de carbón Leigh Creek Mine en Australia.

b.3) Pandeo tipo Euler del primer estrato, o sea, del que conforma la cara del talud.

Las geometrías de estos tipos de rotura con control sólo parcial de discontinuidades son
similares en geometría a las que tienen control total a través de discontinuidades y que se han
presentado en la Figura 10.26. Dada la mayor resistencia de la roca frente a la de las
discontinuidades, este tipo de mecanismos suele ser menos común que los presentados
previamente, sin embargo, no conviene descartarlo a priori en los análisis de diseño de taludes.

XX
X X
X X
X
XX X X
XX X

Figura 10.27.: Ejemplo de varias roturas bilineales por deslizamiento a través del plano basal con supuesta
rotura por compresión y cortante en las zonas de base de los estratos, tal y como se observó hace algunas
décadas en una explotación a cielo abierto de carbón de la cuenca Peñaroya-Pueblonuevo en Córdoba.
Fotografía: autores.

354

Página 198 de 248


a)

b)

c)
d)

Figura 10.28: Ejemplo de una rotura bilineal tipo b.2). según Coulthard et al., (2004), donde se observa a) Un
vista general de la zona hundioda, b) la sección geológoca y diseño de corta, c) el estado en que quedo una
pala afectada por la zona caída y d) la interpretación del mecánismo de rotura mediante el código UDEC.
Ejemplo de la mina de carbón Leigh Creek Mine, en South Australia.

10.9. Cálculo del coeficiente de seguridad para los distintos tipos de


rotura de taludes de muro.

Para todos estos tipos de rotura se pueden calcular coeficientes de seguridad (CS) atendiendo
al mecanismo de rotura mediante técnicas de equilibrio límite (Manual de Taludes del ITGE,
Ramírez Oyanguren y Alejano (1992), Cavers, 1981). Los métodos de equilibrio límite (MEL)
están basados en el equilibrio de fuerzas y momentos en uno o varios bloques que puedan
deslizar o volcar y requieren realizar algunas hipótesis de partida más o menos realistas. El
grado de realismo de dichas hipótesis determinará la fiabilidad de los resultados obtenidos,
junto con la calidad de los datos geotécnicos aportados.

Sí, como en el caso de mecanismos totalmente controlados por discontinuidades, las roturas se
deben a movimientos de bloques de roca totalmente delimitados por juntas, entonces la

355

Página 199 de 248


geometría y características resistentes de las juntas serán los parámetros clave en los análisis
de estabilidad y, si no se parte de hipótesis falsas, se obtendrán resultados fiables.

En el caso de mecanismos con control parcial de discontinuidades, los MEL se podrán utilizar
para obtener un CS, pero en este caso, como ocurre, por ejemplo, para la rotura circular, serán
necesarias hipótesis adicionales relativas a las superficies de deslizamiento o separación. Por
ello se suelen realizar los cálculos de manera que se obtengan diversos CS, atendiendo a
diversas hipótesis, y posteriormente se llegará al valor que se estime oportuno. El hecho de
que para facilitar los cálculos se suelan utilizar (no es estrictamente necesario, pero sí
simplificador) líneas rectas, hace el cálculo más inexacto.

También se pueden obtener coeficientes de seguridad mediante métodos numéricos y


atendiendo a la técnica de reducción de la resistencia al corte que se presentará, dada su
generalidad, en el tema correspondiente a la aplicación de métodos numéricos. Para aquellos
tipos de rotura en los que las discontinuidades controlan totalmente el mecanismo de rotura,
resulta muy apropiado el uso de códigos basados en los elementos discretos como el código
UDEC (Itasca, 2001) que también se puede utilizar en el caso de que el control por
discontinuidades sea sólo parcial.

A continuación se presentarán las técnicas de cálculo de coeficiente de seguridad mediante


MEL, junto con algunos ejemplos de cálculo numérico que ilustran la aplicación de métodos
numéricos a este tipo de mecanismos de rotura, y ponen de manifiesto algunos aspectos de
interés referentes a los errores que se pueden cometer utilizando irreflexivamente los MEL.

10.9.1. Rotura bilineal con deslizamiento por juntas transversales (a.1)

La existencia de discontinuidades menores buzando hacia la excavación implica, si se


descalzan con el talud, arriesgarse a roturas de gran volumen.

En la Figura 10.29, se presenta un esquema posible de rotura de un talud cuando aparece en


él una discontinuidad con rumbo sub-paralelo al del talud y con menor pendiente que éste.

Figura 10.29. Rotura según discontinuidades transversales

356

Página 200 de 248


Para calcular el CS de este tipo de roturas, el análisis se realiza dividiendo la masa deslizante
en dos bloques, un bloque activo (bloque 1), que empuja a un bloque pasivo o resistente
(bloque 2) situado en el pie del talud (Figura 10.30). Por simplicidad se asume en los cálculos
que se tienen discontinuidades sin cohesión y que no existe agua en el macizo. No resultaría,
sin embargo, complicado extrapolar los resultados que se presentan a dichas situaciones.

θ2

Figura 10.30. Geometría y división en bloques del deslizamiento bilineal para su análisis.

Para realizar el cálculo, se analiza primero el equilibrio del bloque 1 (proyectando las fuerzas
en las direcciones paralela y perpendicular al deslizamiento) obteniéndose el valor de las
fuerzas NA y SA, necesaria para estabilizar el bloque 1 (sí estas fuerzas resultan negativas el
bloque 1 será auto-estable y se pasará directamente al análisis del bloque 2). Después estas
fuerzas se transmitirán al bloque 2 para calcular en este el nuevo equilibrio de fuerzas,
obteniéndose la resistencia al corte necesaria para estabilizar el bloque 2 y subsiguientemente
el bloque 1. El coeficiente de seguridad se computará como la relación entre la resistencia al
corte disponible y la resistencia al corte necesaria para estabilizar el bloque 2 y reflejará la
*
estabilidad del bloque inferior tenida en cuenta la fuerza transmitida desde el superior .

*
Otra forma de enfocar el cálculo del CS sería la aplicación del método de Goodman y Bray (1977) a este tipo de
roturas, para lo cual habría que suponer que el ángulo de fricción es igual en todas las juntas y se buscaría aquel
ángulo de fricción que hiciera que el equilibrio fuera metaestable, para obtener el CS como la relación entre la tangente
de ambos ángulos de fricción. Tanto este tipo de CS como el anterior son validos, aunque diferentes; para el valor 1,
ambos tienen que coincidir, si bien para otros valores divergen, tanto más cuanto más lejos de 1 se encuentren. Esta
incertidumbre va asociada a la definición de CS, no como una variable real si no como una medida de lo que el
ingeniero está dispuesto a aceptar como riesgo; por eso existen otros enfoques (Zanback, Sagaseta), que en vez de
calcular CS estiman la fuerza necesaria de anclaje por metro lineal de talud para llevar el talud a equilibrio límite y
posteriormente y en la práctica se mayora dicho valor atendiendo a criterios de seguridad y económicos.

357

Página 201 de 248


Este tipo de análisis necesita una hipótesis relativa al estado de la interfase entre los bloques
activo o bloque 1 y pasivo o bloque 2. Si suponemos que en dicho contacto no hay fricción (SA
= 0) se obtendría como planteamiento del primer bloque:
N1 = W 1· cos θ - SA (10.42)
S1 = W 1·sen θ - NA (10.43)
SA = 0 (10.44)
S1 = N1· tg φ1 (10.45)
De donde:

N A = W1 ⋅ ( sen θ − cos θ ⋅ tg θ ) (10.46)

Y como planteamiento del segundo bloque se tiene:


N2 = NA sen (θ−θ2) + W 2 · cos θ2 (10.47)
S2 = NA · cos (θ−θ2) + W 2· sen θ2 (10.48)

CS = τdisponible / τnecesaria = N2· tg φ2 /S2 (10.49)

De donde se obtiene como solución:

CS =
[ W2 ·cos θ 2 + NA ·sen(θ - θ 2 ) ] tg φ2 (10.50)
W2 · sen θ 2 + NA · cos(θ - θ 2 )

donde φ1 y φ2 serán los ángulos de fricción del plano basal y la discontinuidad de salida, y el
resto de fuerzas y ángulos las que se indican en la Figura 10.30. Está hipótesis es poco realista
pero ofrece un límite inferior de los coeficientes de seguridad.

En lo que sigue no se plantearán las ecuaciones de equilibrio, sino que se ofrecerán los
resultados finales de los cálculos.

Si por el contrario se supone que existe una fricción actuando en esta interfase y que el bloque
superior está en equilibrio límite, entonces se tendrá que:

W1·(sen θ - cos θ · tan φ1 )


NA = (10.51)
1 - tan φA · tan φ1

CS =
[ W2 ·cos θ 2 + NA ·sen(θ - θ 2 ) + NA . tanφ A . cos(θ - θ 2 ) ] tan φ2 (10.52)
W2 ·sen θ 2 + NA ·cos(θ - θ 2 ) - NA · tanφ A . sen(θ - θ 2 )

donde φA será el ángulo de fricción de la discontinuidad de contacto entre bloques. Está


hipótesis es más realista que la anterior sin embargo se ha comprobado que puede darse el
caso en que el bloque superior empuje al inferior y sin embargo no haya deslizamiento entre
ambos quedando prácticamente unidos, esto es se cumplirá que:

0 < S A < NA · tan φA (10.53)

Con lo que tampoco el CS así obtenido será exacto pero si dará un límite superior.

358

Página 202 de 248


Ejemplo: Se analiza un talud de 50 m de altura con un buzamiento de 50º (θ =50º), formado por
estratos de 3 m de espesor (t=3 m) y con una junta que pasa por su pie que buza θ2
=30º.También se incluye una junta normal a los estratos tal y como muestra la Figura 10.22. El
ángulo de fricción de la estratificación es φ1=30º y el de las otras juntas es φA = φ2 = 40º. El
3
peso específico es 25 kN/m .

Con estos datos se obtendría para el caso sin fricción un CS = 0.88, mientras que en el caso de
considerar la fricción se obtendría un CS = 1.45. Resolviendo el problema mediante la técnica
de la reducción de la resistencia al corte (TRRC) con el código UDEC, se obtendría un CS =
1.02 (Figura 10. 31). En este caso el código indica que en la interfase entre ambos bloques se
produce cierta fuerza friccional, pero que no es suficiente como para que se produzca
deslizamiento, por ello el CS que se obtiene es inferior al que contempla la fricción (eq. 10.52),
pero superior al que no la tiene en absoluto en cuenta (eq. 10.50), por lo que resulta
conveniente utilizar en estos casos está última hipótesis para el análisis.

JOB TITLE : (*10^1)

5.200
UDEC (Version 3.10)

LEGEND 5.000

25-Feb-04 10:50
cycle 610000 4.800
block plot
displacement vectors
maximum = 2.278E+00
4.600

0 1E 1

4.400

4.200

4.000

3.800

3.600

Explotaci¢n de Minas 3.400


Universidad de Vigo
1.210 1.230 1.250 1.270 1.290 1.310 1.330 1.350 1.370 1.390
(*10^2)

Figura 10.31. Detalle de un modelo de rotura bilineal con el código UDEC.

10.9.2. Rotura en dos bloques, con expulsión del bloque inferior (a.2).

El método de análisis en este caso es similar al anterior de rotura bilineal (Figura 10.32). Sin
embargo, ahora se deben considerar dos nuevos aspectos. Primeramente, hay que señalar
que desde el punto de vista cinemático para que el bloque activo deslice es necesario que su
interfase con el bloque pasivo esté en equilibrio límite, por lo que la segunda hipótesis
considerada en el caso anterior es ahora, realista y de obligado cumplimiento. Además y en lo
que respecta al bloque pasivo o resistente, éste puede o bien deslizar entre las
discontinuidades entre las que se encuentra o bien rotar alrededor de su esquina inferior
situada en el pie del talud. Así pues, en este caso el coeficiente de seguridad se deberá
calcular para ambos tipos de mecanismo; tendiendo a tener lugar aquel que produzca un
coeficiente de seguridad inferior y siempre que éste sea inferior a 1.

359

Página 203 de 248


De esta manera y asumiendo que en la interfase entre bloques se produce deslizamiento, para
el equilibrio del bloque superior, se tendrá:
W1·( sen θ - cos θ ·tg φ1 )
NA =
[(tg φ1 − tg φA )·cos(θ A - θ )] + (1 - tg φA · tg φ1 ) ·sen(θ A -θ ) (10.54)
S A = NA · tg φA

Transmitiendo las fuerzas obtenidas en (10.54) al cálculo del equilibrio del bloque inferior y
proyectando de manera análoga al caso de rotura bilineal, se tendrá que el coeficiente de
seguridad para deslizamiento será :

CS =
[W2 ⋅ senθ + N A ⋅ (tgφ A ⋅ cos(θ A − θ ) + sen(θ A − θ ))] ⋅ tgφ 2 (10.55)
N A ⋅ cos(θ A − θ ) − W2 ⋅ cos θ − N A ⋅ tgφ A ⋅ sen(θ A − θ )

θA
α

Figura 10.32. Geometría y fuerzas de la rotura en dos bloques con expulsión del inferior.

β
ψ

Figura 10.33. Detalle de la geometría del bloque inferior para el cálculo de CS para la rotura en dos bloques con
expulsión del inferior por vuelco.

360

Página 204 de 248


Mientras que para calcular el coeficiente de seguridad correspondiente al vuelco del bloque
inferior será necesario definir algunos parámetros geométricos tal y como aparecen en la
Figura 10.33, a partir de los cuales se puede calcular dicho coeficiente como la relación entre
momentos estabilizadores y volcadores, resultando:
 l  t  l t 
NA ·tgφ A ·lS +WA · A +lB ·cosθ + ·senθ  +WB · B ·cosθ + ·sen θ 
CS =  3  3   2 2 
(10.56)
NA · lS · tg ψ
donde:
 l 
ψ =  arctan B  - (θ A − θ ) ; lS = lB + t 2 ·cosψ
2
(10.57)
 t 

De esta forma habrá que calcular para cada caso ambos coeficientes de seguridad resultando
el mecanismo más probable aquel que muestre un CS inferior.

Ejemplo correspondiente a deslizamiento: Se analiza un talud de 25 m de altura con un


buzamiento de 50º (θ =50º), formado por estratos de 1,5 m de espesor (t=1,5 m) y con una
junta que limita el bloque inferior paralela en rumbo al talud y que buza θA =95º según la Figura
10.32. También se incluye una junta normal a los estratos y que pasa por el mismo pie del
talud. El ángulo de fricción de la estratificación es φ1=30º y el de las otras juntas es φA =φ2 =20º.
La distancia denominada lB según la Figura 10.33 es 2,293 m. El peso específico de la roca es
3
25 kN/m .

Con estos datos se obtendría para el caso de deslizamiento un CS = 1,204 (eq.10.54 y 55),
mientras que para el vuelco del bloque inferior (eq. 10.54, 10.56 y 10.57) se obtendría un CS =
2,23. Esto indica un mecanismo más probable de deslizamiento. Resolviendo el problema
mediante la técnica de reducción de la resistencia al corte (TTRC) con el código UDEC, se
observaría que ciertamente el bloque tiende a ser expulsado por deslizamiento (Figura 10.34.a)
y se tendría un CS = 1,21. En este caso el código indica que en la interfase entre ambos
bloques se está produciendo un deslizamiento. Al revés que en el caso de rotura bi-lineal,
ahora las hipótesis introducidas son muy realistas por lo que ambos métodos de cálculo
coinciden y representan adecuadamente la realidad.

Ejemplo correspondiente a vuelco: Se analiza un talud de 25 m de altura con θ =60º, formado


por estratos t=1,5 m y con una junta a contrapendiente que buza θ2 =95º. Se incluye una junta
normal a los estratos y que pasa por el pie del talud. Se tiene además φ1=30º y φA = 40º. La
3
distancia denominada lB es 3 m. El peso específico es 25 kN/m .

Así, se obtiene para el caso de deslizamiento un CS = 1,84 (eq.10.54 y 10.55), mientras que en
el caso de considerar vuelco del bloque inferior (eq. 10.54, 10.56 y 10.57) se obtiene un CS =
1,28. Esto indica un mecanismo más probable de expulsión por vuelco. Resolviendo el
problema mediante la TRRC con UDEC, se observaría que el bloque tiende a salir por vuelco
(Figura 10.34.b) y se tendría un CS = 1,28. También para este caso ambos métodos coinciden.

361

Página 205 de 248


JOB TITLE : "TALUD DE MURO: Rotura bilineal (tipo II)" (*10^1) JOB TITLE : "TALUD DE MURO: Rotura bilineal (tipo II)" (*10^1)

UDEC (Version 3.10) UDEC (Version 3.10)


2.600
2.500

LEGEND LEGEND

2.400
19-Nov-03 23:46 2.300 19-Nov-03 23:17
cycle 60000 cycle 40000
block plot
velocity vectors
maximum = 8.966E-02
a) 2.100
block plot
velocity vectors
maximum = 4.120E-01
b) 2.200

0 5E -1 0 2E 0
1.900 2.000

1.700 1.800

1.500 1.600

1.300 1.400

1.100 1.200

Fernando Negreira Fernando Negreira

4.600 4.800 5.000 5.200 5.400 5.600 5.800 6.000 4.100 4.300 4.500 4.700 4.900 5.100 5.300 5.500
(*10^1) (*10^1)

Figura 10.34. Detalle de dos ejemplos de modelos de rotura de muro con expulsión del bloque inferior por
deslizamiento (a) y por vuelco (b) con el código UDEC.

10.9.3. Estudio de un caso real de rotura en dos bloques, con expulsión del
bloque inferior (Mina S. Antonio, Bélmez, Córdoba).

En explotaciones de carbón a cielo abierto con capas uniformemente inclinadas los taludes
finales y de banco, a muro de las capas de carbón, se disponen normalmente según la
estratificación para minimizar el volumen de estériles arrancados.

En estos casos, tras la cara del talud y paralelamente a él, quedan numerosos planos de
estratificación en lutitas, lutitas carbonosas y niveles de carbón no explotables o aún no
explotados. Cualquiera de estos planos puede actuar como una superficie de discontinuidad de
muy baja resistencia. Estas condiciones, junto con la presencia de una falla en el pie del talud,
son las requeridas para que puedan producirse roturas tipo “dos bloques”. En la Figura 10.35
se puede ver el aspecto que presentaba en el campo la rotura en dos bloques en un talud de
mina.

Cuando, como en este caso, aparece una gran discontinuidad buzando hacia el macizo rocoso
y discontinuidades conjugadas a la estratificación, puede desencadenarse la rotura en dos
bloques del talud. Al iniciarse en esta excavación este tipo de rotura, sus signos característicos
fueron:
• Aparición de una grieta en la coronación, generalmente no coincidente en el terreno
con la salida teórica de la capa o superficie de debilidad que originó el movimiento.
Suele producirse también un descenso apreciable del terreno entre la grieta y la
coronación del talud.
• Aparición de un escalón a contrapendiente en la cara del talud, según la discontinuidad
entre los dos bloques. Este escalón no es apreciable observando el talud desde el pie
de la excavación, dada su contrapendiente, por lo que no suele detectarse hasta que
otros signos de deformación son muy evidentes.
• Se apreciaba una apertura al pie del escalón, así como estrías de deslizamiento sobre
la superficie libre de la discontinuidad entre bloques. Deformación en pie de talud, que
se hizo muy evidente sólo en la fase final del proceso de rotura.

362

Página 206 de 248


b) c)

d)

a)

Figura 10.35. a) Sección en campo de una rotura en dos bloques (Según Manera Bassa y Oyanguren, 1986). b)
Fotografía del talud general, c) de la grieta de coronación y su escalón y d) de la apertura de la discontinuidad
entre bloques. Fotografías: autores.

La rotura fue lo suficientemente “lenta” como para permitir su detección. Se inició con la
manifestación de la grieta en la coronación, seguida, al progresar ésta, de la aparición del
escalón a contrapendiente en la cara del talud, que permitió identificar la posición de la
discontinuidad entre los bloques, a favor de la cual se produce el movimiento. La discontinuidad
en el pie no se apreció, por ser el último plano en el que se materializaron los movimientos, ya
que estaba ligeramente por debajo del pie del talud y afloraba en el piso de la excavación, lugar
en el que fue imposible efectuar observaciones; en otras ocasiones es difícil detectarla por
estar el pie del talud tan deformado que es difícil el reconocimiento de la estructura geológica
del macizo.

Tras la rotura el bloque inferior se fragmentó y quedó irreconocible. El bloque superior


permaneció casi completo, a pesar de haber sufrido desplazamientos de varios metros
paralelamente a la cara del talud. El efecto final del conjunto fue un descenso importante de
todo un sector de la coronación, una amplia zona escasamente deformada en la cara del talud
y un conjunto de materiales en grandes “losas” claramente volcadas, y bloques de roca de

363

Página 207 de 248


todos los tamaños, acumulados en la zona inferior del talud, desplazados varios metros por
delante del anterior pie teórico de la explotación.

Los factores que desencadenaron esta rotura (que se pueden extrapolar a casos similares)
fueron:
• La existencia de superficies de debilidad tras la cara del talud de excavación. Estas
superficies son perfectamente detectables y su situación se debe tratar de conocer
mediante los sondeos de reconocimiento e investigación del yacimiento.
• Existencia de discontinuidades subverticales y subparalelas a las capas, que actuaron como
elemento definidor y separador de los dos bloques involucrados en esta rotura. Pueden ser:
sistemas de juntas, esquistosidades regionales, fracturas singulares, fallas aisladas. Su
existencia puede detectarse con una investigación geológica convencional: toma de datos
de superficie y testigos de sondeos, y con observaciones en la cara de taludes trasversales
a las capas durante la explotación. Es muy difícil su detección sobre la propia cara de los
taludes dado que, excepto en casos excepcionales, no suelen dejar ningún tipo de contraste
que permita su localización. Dado que suele ser imposible obtener “a priori” un conocimiento
exacto de la ubicación de estas discontinuidades en el terreno, al realizar los cálculos de
estabilidad es necesario hacer hipótesis sobre su situación.
• Existencia de una piezometría en el terreno que originó empujes hidrostáticos en los dos
bloques. Únicamente se podrán detectar con ciertas garantías situaciones piezométricas
desfavorables en el terreno, mediante observaciones en piezómetros adecuados instalados
ex profeso para este fin. Generalmente, la baja permeabilidad del terreno suele hacer
precisos piezómetros de gran sensibilidad, para aclarar totalmente algunas situaciones, no
siendo suficientes instalaciones rutinarias, o sea, piezómetros de tubo abierto, en taladros
de investigación del yacimiento.
• Existencia de discontinuidades normales a la estratificación y de rumbo sensiblemente
similar a ella. Este tipo de discontinuidades suele ser muy frecuente. Para el análisis de la
rotura a deslizamiento del bloque inferior, es necesario hacer una hipótesis sobre la
situación de esta junta, que normalmente siempre será el pie de la excavación. Es claro, no
obstante, que si existe una discontinuidad de este tipo en el terreno, al ir descendiendo el
pie del talud con la excavación, siempre se rebasará. De no existir estas de juntas,
únicamente una hipótesis de rotura por vuelco del bloque inferior parece razonable. Para
esta rotura puede considerarse, a efectos de cálculo que, como la resistencia a tracción de
la roca es muy baja, siempre existe una discontinuidad de este tipo actuando como
superficie de despegue del bloque inferior.

En resumen. Las condiciones que pueden desencadenar las roturas en dos bloques con
expulsión del bloque inferior como la presentada las siguientes:
1. Existencia de planos de estratificación de baja resistencia al corte, paralelos a la cara del
talud.
2. Existencia de discontinuidades subverticales y subparalelas a las capas, que separan
físicamente los dos bloques en que se rompe el talud.
3. Existencia de empujes de agua sobre los dos bloques.
4. Existencia de discontinuidades normales a la estratificación y de rumbo subparalelo a la
misma, que puedan provocar la rotura del talud al ser descalzadas al profundizar la mina.

364

Página 208 de 248


Tanto en la rotura por expulsión por deslizamiento como por vuelco del bloque inferior, el
empuje del bloque superior sobre el inferior se calcula de la misma forma en ambos casos. Las
ecuaciones de equilibrio que se plantean son las siguientes (ver Figura 10.36), en las que se ha
incluido en esta ocasión el empuje de agua:
P1 ⋅ cosθ − N1 − U1 + E ⋅ sen (θ − φ + 90 − α ) = 0 (10.58)

τ 1 − P1 ⋅ senθ + E ⋅ cos (θ − φ + 90 − α ) = 0 (10.59)

τ 1 = N1 ⋅ tgφ1 (10.60)
P1 ⋅ (sen θ − cos θ ⋅ tg φ1 ) + U ⋅ tg φ1
E= (10.61)
sen(θ − φ + 90 − α ) ⋅ tg φ1 + cos(θ − φ + 90 − α )

En la rotura por expulsión en modo deslizamiento del bloque inferior las ecuaciones de
equilibrio que se plantean son las siguientes (Figura 10.37):
N 3 + U 3 − P2 ⋅ senθ − E ⋅ cos(θ − φ + 90 − α ) = 0 (10.62)

τ 3 − U 2 + P2 ⋅ cosθ − E ⋅ sen (θ − φ + 90 − α ) = 0 (10.63)

τ e = N 3 ⋅ tgφ 2 (10.64)

El coeficiente de seguridad de esta rotura viene dado por:


τe
CS = (10.65)
τ3
donde, τ3 es la fuerza de corte que actúa sobre la discontinuidad normal a la estratificación y τe
es la resistencia al corte de la discontinuidad normal a la estratificación.

Para calcular el coeficiente de seguridad del bloque inferior en caso de que éste vuelque, con
el esquema de fuerzas que se muestra en la Figura 10.38, se define dicho coeficiente de
seguridad como el cociente del momento de las fuerzas que evitan el vuelco del bloque inferior
alrededor del punto O y el momento de las fuerzas que favorecen el vuelco. Como se observa,
estas ecuaciones coinciden e ilustran las presentadas previamente para este tipo de casos
pero incluyen el efecto del agua.

Figura 10.36. Geometría de la rotura en dos bloques

365

Página 209 de 248


Figura 10.37. Expulsión del bloque inferior en modo deslizamiento. Esquema de fuerzas.

Figura 10.38. Vuelco del bloque inferior. Esquema de fuerzas.

10.9.4. Rotura por extrusión de bloques (a.3)

Los procesos de inestabilidad por extrusión de bloques precisan de una determinada geometría
de discontinuidades menores y/o cambios de buzamiento de la discontinuidad principal en el
pie del talud, unidos a una presión de agua en el terreno.

Se muestra en la Figura 10.39, un ejemplo de macizo rocoso de calizas tableadas, proclive a la


ocurrencia de inestabilidades de este tipo.

Este tipo de rotura ha sido descrito ampliamente por Cavers (1981) que además proporciona la
resolución práctica que se presenta en lo que sigue. También Ayala et al. (1984) presentan
soluciones para este tipo de problemas.

366

Página 210 de 248


Figura 10.39. Macizo rocoso calizo y con estratos muy finos, proclive a las roturas de muro por expulsión de
bloques. Villanúa (Huesca). Fotografía: autores.

a)

b)
Figura 10.40. Rotura por extrusión de bloques.

Las roturas por extrusión de bloques tienen lugar cuando aparecen unas discontinuidades
menores conjugadas con la estratificación (Figura 10.40.a), o bien cuando existe un cambio de
pendiente del talud y de las discontinuidades principales (Figura 10.40.b), observándose una
convexidad en la cara del talud, lo cual puede favorecer la extrusión de los bloques formados
por la discontinuidad principal, cara del talud y juntas transversales.

367

Página 211 de 248


Siguiendo los postulados de Cavers (1981) y para la geometría que se presenta en la Figura
10.40, las hipótesis de partida para poder aplicar el método de estimación del coeficiente de
seguridad que se proponen incluyen la necesidad de que los bloques sean rígidos, que en la
zona inferior del talud se presenten dos bloques separados por tres juntas perpendiculares al
plano basal, que actuarán como bisagras, y que la superficie del talud sea plana y paralela al
plano basal.

En estas condiciones y a partir de la terminología que se describe en la Figura 10.40, se


pueden plantear tres ecuaciones de equilibrio para cada uno de los dos bloques que pueden
sufrir movimientos, de forma que para el bloque 1 se tendrá:
PA + W1 ·sen α − P1 = 0 (10.66)

−W1 ⋅ cos α + U1 + Q1 − QA = 0 (10.67)

l
U1 · X 1 + Q1l1 + d ·W1 ⋅ senα − 1 ·W1 ⋅ cos α − P1 ·d = 0 (10.68)
2 2

PA
QA

d w1
A X1
P1
l1 U1 Q1
Q2
P2
w2
l2 B
U2 X2 P3
Q3
C
α

Figura 10.41. Geometría y fuerzas que actúan en la rotura por extrusión de bloques.

Mientras que para el bloque 2 se tendrá análogamente:


P2 + W2 ·sen α − P3 = 0 (10.69)

−W2 ⋅ cos α + U 2 − Q3 − Q2 = 0 (10.70)

d ·W ⋅ senα + l2 ·W ⋅ cos α − U · X + P ·d + Q ·l = 0 (10.71)


2 2 2 2 2 2 2 2 2

Además se tendrá que por simetría:


P1 = P2 (10.72)

368

Página 212 de 248


Q1 = Q2 (10.73)

De esta manera queda un sistema determinado de seis ecuaciones con seis incógnitas y se
puede decir el talud será estable siempre que se cumpla que:
PA > P3 − (W1 + W2 )·sen α (10.74)
Donde, a su vez:
l1  d l   l2  d l  
P3 = ·W2 · senα − 2 cosα  + U 2 · X 2  + ·W1  senα − 1 cosα  + U1 · X 1 + W2 ·d ·senα  (10.75)
d ·l2 + d ·l1   2 2   d ·l 2 + d ·l1   2 2  

P2 = P3 − W2 ·senα (10.76)

QA = U1 + Q1 − W1 ·cos α (10.77)
donde:
l d 
W1  1 cosα − senα  − U1 · X 1 + d ·( P3 − W2 ·senα )
Q1 =  
2 2
(10.78)
l1
Y finalmente,
Q3 = U 2 − Q1 + W2 ·cos α (10.79)
La extrapolación del concepto de coeficiente de seguridad para este caso permitiría definirlo,
como la relación:
PA
CS = (10.80)
P3 − (W1 + W2 )·sen α

Siempre según Cavers (1981), en la mayor parte de los casos la rotura tendrá lugar por
extrusión, aunque en casos particulares, en los que la resistencia al corte de las juntas
normales al plano basal sea extremadamente baja, se puede producir un deslizamiento entre
bloques.

En el caso de que la cara del talud sea curvada y no plana se puede conservar el mismo
procedimiento de cálculo para el caso plano, complicándose, lógicamente, el desarrollo del
mismo. Se puede acudir a Cavers (1981) para ver como resolver dicho problema.

Este tipo de problemas de inestabilidad, poco comunes por otro lado, también se pueden
resolver con códigos numéricos basados en el método de los elementos discretos (MED) con
bloques rígidos y siguiendo la técnica de la reducción de resistencia al corte para calcular el
CS. La experiencia de los autores es que, en códigos comerciales como UDEC y a fecha de la
publicación de este libro, la implementación de las presiones de agua no resulta por el
momento lo suficientemente exacta como para obtener resultados fiables.

10.9.5. Roturas con control parcial por discontinuidades: bilineal y por


expulsión del bloque inferior por deslizamiento o vuelco.(b.1 y b.2)

Para que se produzca este tipo de rotura, cuyo esquema se presenta en la Figura 10.42, se
requiere mucha altura de talud y poco espesor de roca entre el talud y el primer plano de

369

Página 213 de 248


discontinuidad. En estas condiciones se llegan a producir fuertes concentraciones de tensión
en el pie del talud y como consecuencia de ello la rotura del macizo rocoso, que provoca un
descenso de la masa de roca entre la cara del talud y la discontinuidad.

Figura 10.42. Rotura por el pie del talud y rotura cortante.

Para que se termine de producir la rotura es necesaria la separación de un bloque inferior (o


varios) ya sea por cortante o por tracción, con lo que el mecanismo resultará análogo o bien al
de rotura bilineal con deslizamiento o bien al de expulsión del bloque inferior por vuelco o
deslizamiento, sólo que en este caso las discontinuidades no serán preexistentes, si no que se
deberá romper la roca para poder delimitar el bloque inferior.

La experiencia indica que, en general, en taludes bastante inclinados y rocas duras, el segundo
mecanismo de expulsión del bloque inferior, o sea, con rotura por tracción, es el más común
(Figura 10.43.a), mientras que en rocas más blandas y taludes menos inclinados un
mecanismo de rotura por deslizamiento (tipo rotura mixta, por discontinuidades y con salida de
rotura circular) es más proclive a ocurrir (Figura 10.43.b). En los casos en los que además de
las discontinuidades paralelas a la cara del talud existen otras con el mismo rumbo y
aproximadamente perpendiculares a las anteriores, se puede producir la rotura por múltiples
bloques, los iniciales siguiendo discontinuidades preexistentes y el último a través de la masa
de roca por cortante y con una inclinación que suele variar entre 0 y 10º (se puede considerar
5º sin cometer un error grave). Este mecanismo se encontraría en la transición entre rotura de
muro y rotura mixta, en parte por discontinuidades y en parte por el terreno.

Este tipo de mecanismos con control parcial por discontinuidades se puede también analizar
mediante equilibrio límite, para lo que hay que proponer un modelo geométrico que pueda
representar tanto la rotura bilineal como la rotura por expulsión de bloque, con la simple
variación de tres parámetros geométricos θ2, θ3 y d que se muestran en la descripción
geométrica de un bloque inferior en la Figura 10.44, donde se puede observar como para θ3 = 0
y d = 0 se tendrá un mecanismo clásico de rotura bilineal, mientras que para θ2 = θ1 − 90º, θ3 >
0 y d > 0, se tendrá un caso de expulsión de bloque inferiror (Alejano, 2004).

370

Página 214 de 248


Figura 10.43. Mecanismos de rotura de Rotura por el pie del talud y rotura cortante.

En cualquier caso, las superficies de rotura que dan lugar a la separación del bloque inferior
apareceran como consecuencia de fenómenos de cortante o tracción, pero como no se
conocen a priori, se deberán ir variando los parámetros geométricos indicados para minimizar
el valor del coeficiente de seguridad, siendo el valor más realista de éste el mínimo.

t
l2

θ3

d
θ2

θ1
l1

Figura 10.44. Modelo geométrico del bloque inferior y parámetros variables.

Ahora las dos juntas que limitan por arriba y abajo el bloque deberán tener como parámetros
resistentes los del macizo rocoso, que se denominaran, φr y cr respectivamente, mientras que
en el plano basal se supondrá sólo un ángulo de fricción φj. En estas circunstancias, la fuerza
normal que transmitirá el bloque superior al inferior asumiendo fricción en la interfaz entre
bloques será:

371

Página 215 de 248


W1·( senθ1 - cosθ1·tgφ j ) + cr ·l 2 ·( cosθ 3 ·tg φ j -senθ 3 )
NA =
senθ 3 ·(tgφ j + tg φr ) + cosθ 3 (1 - tg φ j · tg φr ) 
(10.80)

Y el coeficiente de seguridad correspondiente a la salida por deslizamiento del bloque inferior


resultará:

cr .l1 + W2 ·cosθ2 +cr ·l2·cos(θ1-θ2 -θ3 )+NA ·( tgφr ·cos(θ1-θ2 -θ3 )+sen(θ1-θ2 -θ3 )) ·tgφr
CS=
W1·senθ2 +NA ·cos(θ1-θ2 -θ3 )- [(cr ·l2 +NA ·tgφr )·sen(θ1-θ2 -θ3 )]
(10.81)

Donde l1 = t/sen(θ1-θ2) y l2 = t/cos(θ3), siendo t el espaciado de los planos de discontinuidad


principales o planos basales. Análogamente habría que calcular el coeficiente de seguridad
relativo a la salida por vuelco del bloque inferior.

Consideremos un caso de salida por deslizamiento para ver como aplicar estas técnicas. Sea
un talud de 40 metros de altura con un buzamiento de 40º, formado por estratos de 2 metros de
espesor y donde no existan otras juntas que no sean la estratificación. Sea φj = 25º la fricción
de la estratificación y cr = 0.2 MPa y φr = 35º, los parámetros de la roca. Se tiene un peso
específico de γ = 28 kN/m .
3

Para utilizar en un caso como éste la metodología de equilibrio límite habría que aplicar las
expresiones (10.62) y (10.63) intentando minimizar el CS. Estas expresiones se han
implementado en una hoja de cálculo y se ha ido barriendo el espectro de valores posibles para
obtener un CS mínimo de CS=1.723, que además se corresponde con valores de θ2 = 14º, θ3 =
55º y d = 0. La minimimización se realiza mediante gráficas de los valores obtenidos, de la
forma en que se presneta en la Figura 10.45 para diferentes combinaciones de θ2 y θ3 en el
caso de d = 0.

θ 3=10º
θ 3=20º
θ 3=30º
θ 3=40º
θ 3=50º
θ 3=55º
θ 3=60º

θ2

Figura 10.45. Gráfica de variación del coeficiente de seguridad en el caso analizado para distintos valores de
θ2,θ3 y d =0.

372

Página 216 de 248


Este análisis se ha realizado también con un modelo numérico (UDEC), incluyendo en este
caso bloques deformables, habiéndose obtenido un CS entre 1.6 y 1,7, valor que se aproxima
bastante al 1.72 obtenido por equilibrio límite; además, este modelo indica que los valores de
los parámetros de cálculo obtenidos para el caso de equilibrio límite se ajustan bastante bien a
lo que se observa en el modelo numérico (Figura 10.46), por lo que ambas técnicas se pueden
aplicar para analizar este tipo de roturas.

Figura 10.46. Comparación con UDEC de los parámetros de cálculo del talud del ejemplo. Véase la
aproximación de los parámetros θ2,θ3 y d, entre el modelo de minimización del CS por equilibrio límite y este
tipo de métodos numéricos.

10.9.6. Caso práctico de diseño de un talud en filitas (tipo rotura mixta, parte por
discontinuidades con salida de rotura circular, tipo de la Figura 10.43.b)

Se trata de diseñar una talud suficientemente estable en un contacto, en el flanco inverso de un


anticlinal, entre una capa de caliza muy plegada y una formación de filitas, que constituye el
muro minero y techo geológico de las calizas (Figura 10.47). Se pudo situar la posición más
alta del nivel freático en las filitas a partir de observaciones y se midieron los efectos sísmicos
de voladuras realizadas en la explotación sobre los taludes de la misma, observándose
aceleraciones horizontales de pico siempre inferiores a 0.12·g. (Alejano et al., 2001).

Los macizos rocosos tanto de caliza, como principalmente de filitas, son muy anisótropos, por
lo que se intentó tener en cuenta este aspecto en su caracterización y finalmente se decidió
utilizar un modelo de “juntas ubicuas” o resistencia anisotropa para simular ambos materiales.
Estos macizos se caracterizaron atendiendo a su clasificación geomecánica (GSI), a los
parámetros de la resistencia al corte de discontinuidades (JRC, JCS, etc),a ensayos realizados
in-situ (martillo de Schmidt, carga puntual, tilt-tests), a ensayos de laboratorio (resistencia a
compresión simple y triaxial) y a análisis retrospectivos de las roturas observadas. Los
parámetros geomecánicos estimados se presentan en la Tabla 10.2. Se localizó el contacto
entre caliza y filita y se midió la inclinacion de la esquistosidad en la zona (Fig. 10.48).

373

Página 217 de 248


Figura 10.47. Sección geológica esquemático de la zona del talud.

Figura 10.48: Esquema del talud y división en bloques para el MEL.

Tabla 10.2: Parámetros geomecánicos de las filitas rocosos.

Parámetro Unidadades Filita

γ
3
kN/m 25

E GPa 18

ν - 0.24

C MPa 0.23

φ º 38.3

σt MPa 0.07

Cj kPa 0

φj º 27.6

374

Página 218 de 248


Para evitar que estos planos de debilidad afloren al pie del talud (criterio básico de diseño), se
diseñó el talud general de manera que su buzamiento medio fuera siempre inferior en 5º a la
inclinación de la esquistosidad. Para este diseño la rotura más probable será una en la que la
mayor parte del deslizamiento se produzca a través de planos de esquistosidad desde la
cabeza del talud y en la parte inferior a través del macizo rocoso.

Ramirez Oyanguren et al.(1992) señalan que en este tipo de roturas típicas de taludes de muro
en explotaciones a cielo abierto de minerales sedimentarios, se puede considerar una salida de
la rotura que buce 5º hacia la mina y que se puede analizar por métodos de equilibrio límite,
separando la hipotética masa deslizante en distintos bloques y comenzándose a calcular el
equilibrio en el más alto y transmitiendo hacia abajo las fuerzas necesarias para equilibrarlo
hasta calcular el equilibrio del último bloque (incluyendo las fuerzas transmitidas desde arriba)
que nos dará el CS del talud.

En este caso, como la esquistosidad se encuentra en toda la masa, se plantea el problema del
desconocimiento inicial de la superficie de deslizamiento, por lo que se debe probar con varias
superficies hipotéticas y seleccionar aquella que minimice el CS obtenido.

Un enfoque de este tipo presenta el problema de que la transmisión de tensiones o fuerzas entre
dos bloques no requiere un estado de equilibrio estricto del bloque superior, aunque nuestra
experiencia es que en este caso esa hipótesis no da lugar a errores significativos.

Para llevar a cabo el cálculo se analizará si el primer bloque es o no estable. En el caso de que
sea estable se pasará al análisis del segundo bloque y si no lo fuera se calcularán, mediante
equilibrio límite, las fuerzas normal y cortante que sería necesario aplicar en la cara lateral
inferior para que fuera estable. Estas fuerzas se aplican en el siguiente bloque, en sentido
contrario, en la cara lateral superior, volviéndose a realizar el cálculo de equilibrio del nuevo
bloque y las fuerzas necesarias para estabilizarlo.

Así se continuará sucesivamente hasta el último bloque, para el cual, teniendo en cuenta las
fuerzas que se han ido arrastrando de los bloque superiores, se calculará el coeficiente de
seguridad como la relación entre las fuerzas que se oponen al deslizamiento, fuerzas
resistentes, y las fuerzas que tienden a producirlo, fuerzas deslizantes.

El cálculo del coeficiente de seguridad mediante este tipo de técnicas lleva consigo un número
elevado de cálculos matemáticos sencillos por lo que a veces es recomendable implementarlo
en una hoja de cálculo (tipo Excel).

Para calcular el bloque inicial o superior, (bloque 1 de la Figura 10.48), habrá que analizar
primero si es o no estable, esto se hará teniendo en cuenta que:

N1 = W 1·cos ψ1 - U1 (10.83)
S1, necesaria = W 1·sen ψ1 (10.84)
S1,disponible = C1·A1 + N1 · tg φ1 (10.85)

375

Página 219 de 248


Si existen otras fuerzas externas se incluirán en el cálculo de manera conveniente. Ahora bien,
si S1,DISPONIBLE < S1,NECESARIA, el bloque es inestable y se continúa el análisis del bloque 1
calculando las fuerzas que habría que aplicar en la cara inferior del bloque para que este
estuviera en equilibrio. Este cálculo se realiza analíticamente a continuación; pero también se
podría realizar gráficamente

Si, por el contrario, S1,DISPONIBLE > S1,NECESARIA entonces el bloque es estable y se pasa analizar
el segundo bloque como si se tratara del primero. En el caso de inestabilidad se plantea el
sistema de ecuaciones resultantes para el bloque 1 (Figura 10.49), que serían:

N1 + U1 - W 1·cos ψ 1 - N12·sen ψ 12 - S12·cos ψ 12 = 0 (10.86)


S1 - W 1·sen ψ 1 + N12·cos ψ 12 - S12·sen ψ 12 = 0 (10.87)
S1 = C1·A1 + N1 tg φ1 (10.88)
S12 = C12·A12 + N12 · tg φ12 = N12 tg φ12
aparente
(10.89)

Las incógnitas que se obtendrían de la resolución de este sistema de ecuaciones serían: S1,
N1, S12 y N12. Estos dos últimos valores serían a su vez necesarios para el cálculo del bloque
siguiente. Obsérvese que S12 y N12 tendrán una relación marcada por tg φ12
aparente
. Habrá que
tener en cuenta que, según la nomenclatura seleccionada y de acuerdo con el principio de
acción y reacción, S12 = -S21 y N12 = - N21.

Figura 10.49. Geometría y fuerzas aplicadas al bloque inicial y a los intermedios.

Los sistemas de ecuaciones resultantes para los bloques intermedios (Figura 10.49),
denominados genéricamente como bloque “i”, y siempre que se vengan transmitiendo fuerzas
de los bloques superiores, serían:

376

Página 220 de 248


Ni + Ui - W i·cos Ψi - Ni,i+1·sen Ψi,i+1 - Si,i+1·cos Ψi,i+1 + Ni,i-1·sen Ψi,i-1 + Si,i-1·cos Ψi,i-1 = 0 (10.90)
Si - W i·sen Ψi + Ni,i+1·cos Ψi,i+1 - Si,i+1·sen Ψi,i+1 - Ni,i-1·cos Ψi,i-1 + Si,i-1·sen Ψi,i-1 = 0 (10.91)
Si = Ci Ai + Ni tg φi (10.92)
Si,i+1 = Ci,i+1·Ai,i+1 + Ni,i+1 tg φi,i+1 = Ni,i+1 tg φi,i+1
aparente
(10.93)

Las incógnitas que obtendríamos de su resolución serían Si, Ni, Si,i+1 y Ni,i+1. Estos dos últimos
valores serían a su vez necesarios para el cálculo del bloque siguiente.

En este caso habrá que tener en cuenta que Si+1,i = - Si,i-1; Ni+1,i = - Ni,i-1 y que Ψi,i+1 ≠Ψi,i-1

En el último bloque, que sería el bloque n, se tendría el siguiente sistema de 2 ecuaciones


(Figura 10.50):

Nn + Un - W n·cos Ψn + Nn,n-1·sen Ψn,n-1 + Sn,n-1·cos Ψn,n-1 = 0 (10.94)


Sn - W n·sen Ψn - Nn,n-1·cos Ψn,n-1 + Sn,n-1 ·sen Ψn,n-1 = 0 (10.95)

Una vez calculadas las incógnitas Sn y Nn, se podría obtener el coeficiente de seguridad como
la relación entre la tensión cortante disponible y la necesaria para que este bloque y,
consiguientemente, todos los anteriores sean estables:

CS = τdisponible / τnecesario = (Cn·An + Nn · tg φn) / Sn (10.96)

Figura 10.50. Geometría y fuerzas aplicadas al bloque final donde se calcula el CS.

377

Página 221 de 248


En cuanto a los parámetros de entrada, se necesitaría conocer, en primer lugar, la geometría
de la rotura; con ella se obtendría el volumen de cada uno de los bloques que, multiplicado por
el peso específico, daría el peso de los mismos. También se requieren los parámetros
geotécnicos de fricción y cohesión de las discontinuidades y del macizo rocoso.

Utilizando los parámetros de la tabla 10.2, se han realizado estos análisis mediante MEL con la
división en bloques de la Figura 10.48, e implementados en EXCEL, para superficies de
deslizamiento que afloran a 0, 20, 40 y 60 m por detrás de la cabeza del talud, obteniéndose CS
de 1,258, 1,147, 1,182 y 1,291 respectivamente. Esto da un CS mínimo de 1,14 (correspondiente
a una superficie de deslizamiento que aflora 20 m. por detrás de la cabeza del talud), que teniendo
en cuenta que se ha incluido un análisis pseudo-dinámico y que la caracterización fue realizada
conservadoramente, se considera un nivel de seguridad adecuado para este caso. Este mismo
análisis se presentará en el apartado de métodos numéricos, al objeto de comparar estos
métodos con los de equilibrio límite.

10.9.7. Rotura por pandeo (b.3)

El enfoque de cálculo aquí presentado se basa en el estudio presentado por Cavers (1981). En
todo caso conviene señalar que este tipo de roturas en estratos rectos se da muy pocas veces
y sólo cuando los estratos se curvan suele ocurrir, tal y como muestra la fotografía de la Figura
10.51.

Figura 10.51. Talud con una estructura geológica de estratos curvados, proclive a los fenómenos de vuelco.
Fotografía: autores.

378

Página 222 de 248


En la Figura 10.52, se muestra un esquema de la rotura por pandeo. Las condiciones que
deben cumplirse para que se desarrolle el pandeo son las siguientes:

1.- Pequeño espesor entre el talud y la primera discontinuidad principal.


2.- Mucha altura de banco.
3.- Cambios de buzamiento de la discontinuidad.

La rotura por pandeo se resuelve mediante la teoría de Euler, según la cual la presión crítica
para la rotura vendrá dada por:
P 2
CR = k ⋅ π ⋅ E ⋅ M (10.97)
b b⋅l 2
b
donde:
PCR = presión crítica
b = anchura del banco
k=1
E = módulo de elasticidad de Young
lb = longitud pandeada del estrato
M = momento de inercia, que se calculará como:

b ⋅ e3
M= (10.98)
12

l Lb =Lb½
=1/2
l l

Figura 10.52. Esquema geométrico para el análisis de la rotura por pandeo.

379

Página 223 de 248


La presión aplicada, considerada la efectuada por el estrato se podrá calcular mediante:
Pa = Wa ⋅ sen α − Wa ⋅ cos α ⋅ tg φ − la ⋅ b ⋅ c (10.99)
Siendo, c la cohesión y φ el ángulo de fricción de la discontinuidad.

Se ha supuesto que el pandeo se producirá a lo largo de la mitad inferior del estrato,


considerándose que la parte superior al punto medio de la zona supuestamente pandeada está
ejerciendo el empuje que origina el pandeo:
la = 3/4 l (10.100)

El pandeo se producirá cuando la presión Pa alcance el valor de la presión crítica, dada por la
teoría de Euler. El coeficiente de seguridad se define mediante la siguiente relación:
PCR
CS = (10.101)
Pa

Ayala et al. (1985) obtienen ábacos basados en esta formulación que se pueden utilizar para
realizar estimaciones preliminares. Cavers (1981), que desarrollo y propuso este método, es el
primero en indicar que este tipo de roturas resulta muy poco común, apareciendo únicamente
en el caso de que los estratos sean muy finos y presenten curvatura; presenta un ejemplo de
una explotación de carbón en la que se produjo una rotura de este tipo. Cavers (1981)
proporciona, también, la técnica para extrapolar este análisis sencillo al caso de estratos
curvados.

380

Página 224 de 248


REFERENCIAS

Adhikary,D.P., Dyskin, A.V., Jewell, R.J. 1995. Modelling of flexural toppling failures of rock
th
slopes. 7 Congress of the ISRM. Tokyo. Japón. Vol. I. pp. 379-382.
Adhikary,D.P., Dyskin, A.V., Jewell, R.J. 1996. Numerical model of the flexural deformation of
foliated rock slopes. Int. Journal of Rock Mech. Sci. & Geom. Abstr. 33: 595-606.
Alejano, L.R., García Bastante, F., Alonso, E. y Gómez-Márquez, I. 2001. Stability analysis and
design of two quarry slopes with the help of numerical modelling.EUROCK 2001. ISRM
Symposyum. Rock Mechanics a challenge for society. Espoo, Finlandia. Ed. Balkema.
Alejano, L.R. 2004. Footwall slope failure mechanisms and design considerations using UDEC.
st
1 UDEC Symposium. Bochum. Alemania. Ed. Balkema.
Ayala, F.J., Granda, J.R. y Sarti, A. 1985. Ábacos de estabilidad para minería de carbón y
sedimentaria a cielo abierto con capas inclinadas. ITGE, Madrid.
Barla, G., Borri-Brunetto, M, Devin, P., Zaninetti, A. 1995. Validation of a distinct element model
th
for toppling rock slopes. In Procceedings of the International 7 Congress of the ISRM.
Tokyo. Japón. Vol. I. pp. 417-421.
Bobet, A. 1999. Analytical solutions for toppling failure. Int. Journal of Rock Mech. Sci. & Geom.
Abstr. 36: 971-980.
Cavers, D.S. 1981. Simple methods to analyze buckling of rock slopes. Rock Mech. & Rock
Eng. 14: 87-104.
Coulthard, M., Lucas, D. & Fuller, P. 2004. Application of UDEC to a stress-related mine slope
st
failure at Leigh Creek, South Australia. 1 UDEC Symposium. Bochum. Alemania. Ed.
Balkema.
Coulthard, M.A., Dugan, K.J. and Hutchison, B.J. 2001. Numerical modelling of complex slope
movements at Savage River Mine, Tasmania. pp. 1673-1678, Proc. 10th Intl. Conf. on
Computer Methods and Advances in Geomechanics, Tucson, U.S.A. C.S. Desai et al.
(eds.). Rotterdam: Balkema.
Dawson, E.M., Roth, W.H. & Drescher, A. 1999. Slope stability analysis by Strength reduction.
Geotechnique. 49(6): 835-840.
Giani, J.P. 1992. Rock Slope Stability analysis. Balkema. Rotterdam.
Goodman, R.E., Bray J.W. 1977. Toppling of rock slopes. Proc. Special conferemce on Rock
Engineerong for Foundations and Slopes. Vol. 2. pp 201-234. Boulder, Colorado, EEUU.
ASCE.
Goodman, R.E. 1989. Intriduction to Rock Mechanics. John Wiley & sons. Nueva York. EEUU.
Kliche, Ch. A..1999. Rock slope engineering. SME. Society for Mining, Metallurgy and
Exploration, Inc. Colorado, EEUU.
Hawley P.M, Martin, D.C. & Acott. C.P. 1985. Failure mechanics and design considerations for
footwall slopes. 87th Ann. Gen. Meet. Can. Inst. of Min. & Metall. Vancouver. 29 pp.
Hoek, E. & Bray J.W. 1974. Rock slope engineering. Chapman & Hall.
Hoek, E., Brown, E.T. 1997. Practical estimates of rock mass strength. Int. Journal of Rock
Mech. Sci. & Geom. Abstr. 34 (8): 1165-1187.
Hudson, J.A., Harrison, J.P., 1995, Engineering Rock Mechanics: An Introduction to the
Principles. Pergamon Press.
Itasca. 2000. User manual for UDEC, Version 3.1. Itasca Cons. Group Inc., Minnesota, EEUU.
Itasca. 2001. User manual for FLAC, Version 4.0. Itasca Cons. Group Inc., Minnesota, EEUU.

ITGE, 1987. (Ayala, Andreu, Fe, Ferrer, De Simón, Fernandez, Olalla, Gómez, Sampedro y
Cienfuegos). Manual de Ingeniería de taludes. ITGE, Madrid.
Manera Basa, C y Ramírez Oyanguren, P. 1986. Rotura en dos bloques de los taludes de muro
de explotaciones de carbón. Boletín Geológico y Minero. T. XCVII-II. 361-366.

381

Página 225 de 248


Ramírez Oyanguren, P. & Alejano, L.R. 1992. Análisis de estabilidad analíticos y numéricos de
taludes de muro en minas de carbón a cielo abierto. Jornadas Geotécnicas. Santiago de
Chile (Chile).
Ramírez Oyanguren, P., Laín, R., Valdivieso, A., Alejano, L. (1992). “Estabilidad de los taludes
de muro en las explotaciones de carbón a cielo abierto”. La Coruña. III Simp. Nac. sobre
Taludes y Laderas inestables. pp 277-287.
Sagaseta, C. 1986. On the modes of instabilty of a rigid block on an inclined plane. Rock Mech.
& Rock Eng. Vol. 19. pp 261-266.
Sagaseta, C., Sánchez, J.M., Cañizal, J., 2001. A general analytical solution for the required
anchor force in rock slopes with toppling failure. Int. Journal of Rock Mech. Sci. & Geom.
Abstr. 38: 421-435.
Scavia, C., Barla, G., Bernaudo, V., 1990. Probabilistic stability análisis of block toppling failure
in rock slopes. Int. Journal of Rock Mech. Sci. & Geom. Abstr. 27: 465-478.
Sarma, S.K. 1979. Stability analysis of embankments and slopes. ASCE J. Geot. Eng. 105-
GT12: 1511-1524.
Starfield. A.M. & Cundall, P.A. 1988. Towards a methodology for rock mechanics modeling. Int.
Journal of Rock Mech. Sci. & Geom. Abstr. 25(3): 99-106.
Zanback, C. 1983.Design charts for rock slopes susceptible to toppling. ASCE J. Geot. Eng.
109: 1039-1062.

382

Página 226 de 248


14. DESPRENDIMIENTOS: ANÁLISIS DE TRAYECTORIAS,
EVALUACIÓN DEL RIESGO Y MEDIDAS DE PROTECCIÓN

El casco es el símbolo de los ingenieros de minas: significa el contacto con el terreno; sirve para
proteger la cabeza (herramienta que adecuadamente utilizada resulta extremadamente útil
para resolver la mayor parte de los problemas que se plantean en la práctica)
y además no está de más llevarlo, pues como reza el título de la
película, ahí afuera están ... “lloviendo piedras”
J. Bernaola, 1994

14.1. Introducción

Los desprendimientos o caídas de bloques son un riesgo importante tanto en las explotaciones
mineras a cielo abierto, en carreteras y autopistas así como en nucleos habitados de montaña.
Si bien es cierto que los costes económicos asociados a desprendimientos de bloques son, en
general, mucho menores que los derivados de las inestabilidades generales de talud, el
número de accidentes causado por uno y otro tipo de fenómenos suele ser del mismo orden de
magnitud (Hungr y Evans, 1989). Su menor coste económico ha sido, sin duda, una de las
causas de que este fenómeno no haya sido tan estudiado como la estabilidad general de
taludes.

La seguridad es una necesidad básica del ser humano, lo cual es lógico y legítimo; no
obstante, esta necesidad se suele expresar en términos vagos e inconsistentes, siendo la
motivación más bien emocional. El medio ambiente ha sido peligroso desde los albores de la
humanidad y aun a pesar de los progresos técnicos, todavía persisten un buen número de
riesgos severos, algunos de los cuales han venido originados por el propio progreso. Para
controlar el riesgo asociado a cada problema específico, el tema debe ser analizado con rigor
científico y técnico. Los desprendimientos o caídas de bloques son un riego en poblaciones de
montaña, carreteras y explotaciones mineras a cielo abierto, que ocurren de forma
relativamente común aunque en la mayor parte de los casos ni suelen producir accidentes ni
afectar a las personas, vehículos o labores mineras. No obstante pueden causar interrupciones
del tráfico, daños a vehículos, maquinas e inmuebles y en el peor de los casos poner en peligro
vidas humanas, ya sea por imprudencia, descuido, inadvertencia o simplemente mala suerte.

Badger y Lowell (1992) en su estudio aplicado al caso de carreteras en el estado de


Washington indicaban “Un buen número de accidentes y media docena de víctimas han sido
causadas por problemas de desprendimiento de bloques... el 45% de todos los problemas de
inestabilidad de taludes van asociados al desprendimiento de bloques”. Estos estudios
americanos parecen ajustarse aproximadamente a la realidad minera gallega; así Rey (2000)
en su estudio sobre siniestralidad en la provincia de Pontevedra muestra como en los últimos
18 años, de 30 heridos graves o fallecidos, 7 fueron debidos a fenómenos de inestabilidad de
taludes, de los cuales 4 fueron debidos a roturas generales de taludes y 3 a desprendimiento
de bloques, esto es el 43% de los accidentes fueron producidos por caídas de bloques.

460
Página 227 de 248
También según la ANEFA (1999), en su informe de siniestralidad en el periodo 1987-1995 y por
tanto con un número de años suficientemente representativo; la primera causa de accidentes
mortales en canteras en el territorio español durante el periodo analizado no fue otra que los
desprendimientos, con más de 30 fatalidades registradas. En el ámbito de la minería, el
objetivo principal es asegurar la estabilidad general del talud, haciendo está compatible con la
explotación económica del recurso, para lo cual no suele resultar posible asegurar la
estabilidad de los bancos, lo que originaría taludes muy tendidos y siempre ineconómicos. En
la Figura 14.1 se muestra un ejemplo de un desprendimiento en el caso de una cantera, con la
posible trayectoria.

Figura 14.1. Trayectoria de desprendimiento de un bloque en una cantera. Foto: autores.

Los desprendimientos de bloques vienen generalmente propiciados por algún fenómeno


climático (elevadas precipitaciones, meteorización), vibratorio (voladuras, pequeños sismos) o
de meteorización y erosión que hacen variar las fuerzas que actúan sobre la roca o degradan
su resistencia. La fenomenología de inestabilidad de bloques es muy variada, por lo que resulta
difícil establecer metodologías sencillas para analizar este tipo de problemas. Una vez iniciado
el fenómeno de inestabilidad, el principal parámetro que controla la trayectoria del bloque en su
caída es la geometría del talud.

A lo largo de los temas anteriores se han visto las propiedades de las rocas y de los macizos
rocosos, así como las técnicas de análisis de estabilidad de taludes, para saber sí las fuerzas
que actúan sobre los bloques o masas de roca pueden provocar su caída. El objetivo consistía
en evitar movimientos en el macizo rocoso. En este capítulo se analizaran los fenómenos de
desprendimiento o caídas de rocas, los cuales no suelen afectar la estabilidad general del
talud, pero sin embargo si pueden dar lugar a accidentes importantes.

Los desprendimientos o caídas de bloques son un fenómeno natural típico de las zonas de
topografía abrupta y que se puede observar en cualquier zona montañosa y especialmente en
las grandes cordilleras (Figura 14.2). En estas zonas de montaña, no suele ser

461
Página 228 de 248
económicamente viable estabilizar o retaluzar todas aquellas zonas en las que se pueden
producir fenómenos muy localizados de inestabilidad.

También puede resultar un riesgo importante en carreteras y autopistas. Entre los


desprendimientos de tierras y rocas más importantes que se han producido recientemente en
España destaca el provocado por las fuertes lluvias en noviembre de 2005 en el túnel de Sant
Esteve d'en Bas (Gerona), que causó la muerte a un vigilante y heridas a otro que se
encontraban en una caseta situada en las obras de la variante de la A-63 (Figura 14.3).

Figura 14.2. Zona de desprendimientos en la cordillera Pirenaica, en el valle de Benasque. Foto: autores.

Figura 14.3. Fotografía de prensa de un desprendimiento de bloques en el portal de un túnel en la provincia de


Girona, ocurrido a finales del año 2005 y que produjo una víctima. Foto: Diario el Mundo.

462
Página 229 de 248
En todos estos casos, como se ve, se producen desprendimientos de bloques de roca, que
pueden llegar a caer sobre personas y maquinaría en las explotaciones mineras, o sobre
carreteras, infraestructuras, vehículos e incluso núcleos de población en zonas de topografía
abrupta. Véase la Figura 14.4.

Figura 14.4. Foto de un desprendimiento que causó un grave accidente en una autopista de Hong-Kong en
Agosto de 1995. Fotografía del periódico Ming Pao Daily. Según Chau et al. (2004). Cortesía: Springer Verlag.

En este tema se analiza la trayectoria de los bloques inestables, una vez que estos se hayan
separado del macizo; así como los métodos empíricos diseñados para estimar el riesgo de
accidente asociado al desprendimiento de rocas de taludes. En general estos análisis se
realizan al objeto de llevar a cabo trabajos de protección, para lo cual se deberá conocer la
longitud máxima de la trayectoria, la altura, la velocidad y la energía del bloque desprendido en
su caída.

Las investigaciones realizadas hasta ahora sobre estos fenómenos se pueden dividir en cuatro
ramas, a saber: 1) Descripción científica de estos fenómenos que se verá en el apartado 14.2,
2) Elaboración de métodos empíricos para estimar el riesgo de caída de bloques (se verán tres
métodos, a saber, el RHRS en el apartado 14.3, el RHRON en el apartado 14.4., estos dos
enfocados al caso de carreteras y autovías; y el ROFRAQ en el apartado 14.5, enfocado a
canteras), 3) Propuesta de normativas para evitar estos problemas (que se comentará en el
apartado 14.7.) y medidas correctoras o de protección a tomar (en el apartado 14.8.) y 4)
Simulación de estos fenómenos por ordenador, que se desarrollará en el apartado 14.6., con
una aplicación directa para el caso de canteras en roca durá (14.8.).

La publicaciones que describen estos fenómenos en los últimos cuarenta años son muy
variadas. Se han celebrado algunos simposios sobre el tema, promovidos por la Sociedad
Internacional de Mecánica de Rocas y la de Suelos y Geotécnia. Otras publicaciones en este
ámbito están dedicadas a zonas de alta montaña, con laderas muy empinadas, como los Alpes
en Europa y los Andes en Sudamérica, donde Erismann y Abele (2001) han realizado una
excelente recopilación sobre desprendimientos. Un análisis detallado, enfocado a zonas de
montaña, ha sido efectuado por Azzoni, Barbera y Zaninetti (1995). La caída específica de un

463
Página 230 de 248
bloque ha sido estudiada por diversos autores (ver, por ejemplo, Giani, 1992 o Ministerio de
Fomento, 1996), para lo cual se han aplicado equilibrios de energía y fenómenos de perdida de
la misma cuando se van produciendo los contactos entre el bloque y la cara del talud.

Las metodologías para estimar el riesgo por caídas de bloque que se pueden considerar
actualmente más operativas y que se presentarán con detalle, son las empíricas. Un enfoque
de este tipo resulta casi obligatorio para poder estudiar fenómenos complejos como los que se
tratan en este apartado. El método más utilizado por el momento aplicado a carreteras, es el
denominado Sistema de Estimación del Peligro de Caídas de Bloques o, en terminología
anglosajona, “Rockfall Hazard Rating System” (RHRS), desarrollado por la División de
Carreteras del Estado de Oregon en EEUU (Pierson et al., 1990) y aplicado en varios estados
norteaméricanos y por diversos consultores (vease por ejemplo las aplicaciones presentadas
por Hoek (2000) en su libro “Practical Rock Engineering” publicado en la web
http://www.rocscience.com). Esta metodología estima el peligro de caídas de bloques de roca
en taludes realizados en carreteras y es relativamente sencilla por lo que sin duda suele ser el
primer método que se utiliza.

Bunce (1994) conjuga el empleo del RHRS con el uso de árboles probabilísticos para estimar la
probabilidad anual de accidentes graves por caídas de bloques. Así, a partir del método
presentado en el párrafo anterior y asignando, en una secuencia de eventos, probabilidades
estimadas de una manera objetiva, se puede estimar la probabilidad de que tenga lugar un
accidente con una o más víctimas. Por ejemplo, un talud en argilita de una carretera llega a una
-4
probabilidad de 1.7·10 . La probabilidad así calculada no significa nada, a no ser que se pueda
comparar con un nivel de riesgo aceptable. En algunos países y en algunas empresas se han
realizado estudios sobre el riesgo admisible. El criterio de riesgo admisible se puede expresar
mediante un gráfico bilogarítmico en el que en ordenadas se presenta el número de víctimas en
orden decreciente y en abscisas la probabilidad anual de que tenga lugar un accidente en
orden decreciente. En la Figura 14.5. se presentan valores de riesgo admisible para algunas
empresas y administraciones, aunque su contenido se presta a controversia.

Figura 14.5. Criterios de riesgo para distintas administraciones y empresas. Modificado a partir de Hoek (2000).

464
Página 231 de 248
Otro método que se comienza a utilizar con profusión, también aplicado al ámbito de las
carreteras, es el denominado RHRON o “Rockfall Hazard Rating Ontario" desarrollado en este
Estado canadiense, propuesto inicialmente por Franklin y Senior (1997) y todavía en fase de
desarrollo, ya que esta siendo reanalizado por Senior (2002) en documentos todavía no
definitivos.

En explotaciones mineras u obras en ejecución, la posibilidad de la activación del mecanismo


de caídas de bloques suele ser uno o dos ordenes de magnitud mayor que en el caso de
fenómenos activados por mecanismos meteorológicos o biológicos (Hoek, 2000). Por este
motivo, los métodos empíricos para la estimación del riesgo por caída de bloques en carreteras
resultan difíciles de extrapolar al caso de canteras u obras. Al objeto de cubrir este vacío, se
b
está desarrollando en la Universidad de Vigo (Stockhausen y Alejano, 2003ª y 2003 ) una
metodología empírica de análisis de riesgo por caídas de bloques en canteras (ROFRAQ), que
está todavía en fase de análisis pero que se presentará brevemente en este capítulo.

En el desarrollo de las medidas preventivas y correctoras adecuadas, que incluyen: la creación


de zanjas, aumento del tamaño de bermas, colocación de mallas metálicas de control
(pantallas estáticas y dinámicas) o falsos túneles, cabe destacar el trabajo de Fookes y
Sweeney (1976) y una recopilación de las distintas metodologías presentada por el Ministerio
de Fomento (1996). También en la documentación técnica de la empresa Geobrugg (2003),
suministradora de pantallas de control, se pueden encontrar técnicas de diseño actualizadas.
En general, los diseños se basan en programas que simulan la trayectoria de caída de los
bloques.

Resulta muy complicado realizar simulaciones completas sobre la caída de bloques que
incluyan la inestabilidad que origina el desprendimiento y su trayectoria hasta el final del
movimiento. Sin embargo, existen diversos programas que simulan exclusivamente la
trayectoria de caída de los bloque por un talud y la energía del bloque que cae en cada instante
a partir de las ecuaciones dinámicas de caída. De esta manera, si se conoce la zona fuente de
caídas, la geometría del talud y el tamaño del bloque, se puede simular su trayectoria. Entre los
programas comerciales más utilizados en dos dimensiones cabe destacar: el programa RocFall
creado por la empresa Rocscience (2002), el programa ROXIM desarrollado en la Universidad
de Durham (Reino Unido) y el código CRSP (Colorado Rockfall Simulation Program, Piteau y
Clayton, 1976). También existen propuestas en tres dimensiones interesantes, sobre todo para
caídas naturales en zonas de montaña, aunque se trata de códigos no comerciales, como el
código EUROBLOC (Copons et al., 2001), o el código STONE, desarrollado por Agiardi y
Crosta (2003). Este tipo de técnicas permiten analizar caídas específicas una vez que se haya
verificado que en una zona caen bloques, siempre que se tenga un número de datos muy
grande de la zona en cuestión, especialmente parámetros de la geometría del talud y de los
bloques y coeficientes de restitución; sin embargo, no sirve para estimar la posibilidad de que
se produzcan desprendimientos a escala de toda una carretera o varias canteras.

En general, lo más práctico es utilizar los métodos empíricos para determinar aquellas zonas
potencialmente más peligrosas y en función de los niveles de riesgo observados tomar las
medidas adecuadas, reslizando modelos si ello es necesario, y atendiendo a la disponibilidad
económica en cada momento.

465
Página 232 de 248
14.2. Análisis de los movimientos de rocas desprendidas

El análisis de trayectorias de bloques de roca ha permitido apreciar que en estos fenómenos se


pueden producir cuatro tipos o modos de movimiento a lo largo de la caída, a saber:

• Caída libre.
• Rebote.
• Rodadura.
• Deslizamiento.

Una roca que se desprende por un talud puede sufrir uno o varios de estos mecanismos en su
trayectoria, pudiéndose producir algunos de ellos de manera simultánea. Si se tiene además en
cuenta la naturaleza tridimensional de los bloques y la superficie por la que caen, y que
además el bloque puede fragmentarse en la caída, se comprende la dificultad de su análisis.

A continuación se describirán las diferentes etapas de movimiento que siguen las rocas desde
que se han desprendido del talud hasta que alcanzan una nueva posición de equilibrio, al pie
del talud o sobre una berma, si las hay.

En la Figura 14.6 se representan, a manera de ejemplo, las etapas del movimiento de la roca
una vez que se ha desprendido (Ministerio de Fomento,1996). En al caso a) se trata de un
bloque esférico de unos 16 kg y 25 cm de diámetro. En los casos b) y c) se consideran bloques
irregulares, de unos 18 kg que rotan en diferentes ejes de inercia.

Figura 14.6. Movimientos que puede tomar una roca al desprenderse del talud. Según Min. de Fomento (1996).
Cortesía: Ministerio de Fomento.

El desarrollo de un modelo matemático que defina el comportamiento de la roca a través de


estos cuatro tipos de movimiento se hace muy complejo cuando aparece la necesidad de incluir
dentro del modelo el paso instantáneo de una forma de movimiento a otra, como puede ocurrir
en las transiciones de rodadura a deslizamiento o rodadura a rebote.

A continuación se hará una descripción detallada de cada uno de esos movimientos.

466
Página 233 de 248
14.2.1. Caída libre

El movimiento de caída libre de un bloque es descrito convenientemente por la ecuación de


una parábola si se desprecia la fricción del aire, que no suele tener una influencia demasiado
significativa. Las diferentes ecuaciones que rigen el movimiento del bloque pueden definirse en
un sistema coordenado de la manera que se presenta en la Tabla 14.1. (Giani, 1992).

Tabla 14.1. Ecuaciones que rigen el movimiento de un bloque en el aire.

Aceleración Velocidad Desplazamiento

x&& = 0 (14.1) x& = v 0 x (14.3) x = v 0 x t + x0 (14.5)

y&& = −g (14.2) y& = −g·t + v 0 y (14.4) y = −0.5g·t 2 + v 0 y ·t + y 0 (14.6)

El punto de impacto está determinado por la intersección entre la ecuación de la parábola y la


poligonal que representa el terreno. Las coordenadas x e y del punto P, se determinan
resolviendo el siguiente sistema de ecuaciones:

1 ( x − x0 ) ( x − x0 ) + y
2

y =− g 2
+ v0y 0 (14.7)
2 v0x v0x
y − y1 x − x1
= (14.8)
y 2 − y1 x2 − x1
donde, tal y como muestra la Figura 14.7:
v 0 x , v 0 y son las componentes de la velocidad inicial en el punto P0 (origen del
desplazamiento y de la trayectoria) en los ejes X e Y,
x1 , y1 son las coordenadas iniciales del segmento en el que se produce el impacto,
x2 , y 2 son las coordenadas finales de dicho segmento y
x0 , y 0 son las coordenadas del origen.

v0x

v0y
P0 (x0, y0)

x1, y1

P (x, y)
x2, y2

Figura 14.7. Trayectoria de la caída libre de un bloque. Parámetros y punto P de impacto.

467
Página 234 de 248
14.2.2. Rebote

El rebote ocurre cuando la roca que cae impacta sobre la superficie del talud y está regido por
un coeficiente de restitución, que expresa la cantidad de energía disipada durante el impacto.
La disipación de energía depende del comportamiento elasto-plástico de la superficie en la que
el bloque impacta, la generación de ondas elásticas en el terreno, la energía perdida en la
destrucción de granos del material del bloque o terreno, la posible fragmentación del bloque y
la resistencia a la rodadura y al deslizamiento (Giani, 1992).

En general el parámetro clave que controla el fenómeno del rebote es el coeficiente de


restitución. Los parámetros de restitución empleados para el análisis de caída de rocas
describen el modo en el que el comportamiento de la roca varía cuando impacta contra el talud.
La restitución está comúnmente definida por parámetros separados para la pérdida de
velocidad en cada una de las direcciones normal y tangencial al talud. Según esta definición el
coeficiente de restitución normal, kn, vendrá dado por:
Vnr
kn = (14.9)
Vni
y tangencial, kt, se calculará del siguiente modo:
Vtr
kt = (14.10)
Vti

donde Vnr y Vni son las componentes normales de la velocidad de rebote e impacto
respectivamente que tienen sentidos contrarios y Vtr y Vni son las componentes tangenciales de
la velocidad de rebote e impacto respectivamente que tienen la misma dirección y
sentido(Figura 14.8.a).

En ensayos de caída libre sobre superficies horizontales, la primera de las ecuaciones


anteriores se convierte en:
0.5
h 
kn =  r  (14.11)
 hd 
donde hr y hd son la altura del rebote y la altura de caída respectivamente (Figura 14.8.b)

Azzoni & De Freitas (1995), emplean un simple coeficiente de restitución (coeficiente de


restitución global, K), como la relación entre la energía cinética del rebote, Ecr, y la de impacto,
Eci, para la pérdida de energía durante el rebote, del siguiente modo:
Ecr
K= (14.12)
Eci

Ensayos realizados por el ISMES italiano bajo la supervisión de Giani (1992) analizaron la
influencia de algunos aspectos de los bloques que caen en los fenómenos de rebote. Así
observaron que independientemente de la forma inicial que tenga el bloque, éste tiende a
redondearse durante el transcurso de la caída, fenómeno que se acentúa más en el caso de
rocas blandas y que puede provocar una transición del movimiento de rebote al de rodadura.

468
Página 235 de 248
vti
vni hd
β´ vnr
β hr
vtr

a) b)

Figura 14.8. Trayectoria de la caída libre de un bloque. Parámetros y punto P de impacto.

En el caso de bloques prismáticos observaron que la forma y el tamaño de la superficie del


bloque que impactaba contra el talud, determinaba en buena medida el rebote del mismo, y por
tanto el movimiento que el bloque podía adquirir. Así, se observó que cuando el impacto se
producía sobre una cara del bloque, la superficie absorbía una gran parte de la energía del
impacto y el siguiente movimiento era principalmente el deslizamiento. Este movimiento
prevalece en el bloque hasta el momento en que se detiene o choca con alguna irregularidad
de la superficie que le induzca al vuelco y, por tanto, al movimiento de rodadura y rebote, como
se puede ver en la Figura 14.9.A. En cambio, cuando el impacto se produce en una esquina
del bloque, hay una transferencia de traslación a rotación y el rebote prevalece sobre el
deslizamiento, Figura 14.9.B. Así pues para bloques prismáticos parece que la trayectoria
puede depender en buena medida del modo de impacto. Para el caso de bloques de forma
tabular, se observó que cuando estos se orientan verticalmente alcanzan las trayectorias más
largas, siendo en algunos casos su comportamiento análogo al de una rueda que baja por un
talud, especialmente en el caso de elementos en forma de disco en cuyo caso su principal
forma de movimiento es en general la rodadura; no obstante, en la mayor parte de los casos al
tender los bloques tabulares a situarse paralelos al talud la caída por deslizamiento es la más
común.

En el marco del mismo estudio previamente indicado (Giani, 1992) y en lo que concierne al
tamaño del bloque se observó que al lanzar bloques de tamaño pequeño por escombreras o
terraplenes formados por bloques de roca grandes, el rebote es el mecanismo de movimiento
que prevalece siempre que los bloques que caen no queden atrapados en irregularidades
locales, en cuyo caso se detienen. Sin embargo la trayectoria de bloques grandes, lanzados
por terraplenes de bloques de menor tamaño, está marcada por movimientos de tipo rodadura.

En lo que respecta, finalmente, a la resistencia del bloque, los diferentes ensayos realizados
han demostrado que en rocas blandas o anisótropas, las caídas de más de 8-10 m, pueden
provocar la fractura del bloque en fragmentos. Al producirse la fragmentación se considera que

469
Página 236 de 248
en el momento de la ruptura la energía se reparte en función del volumen de los fragmentos.
Se puede estimar la energía necesaria para romper un bloque en caída libre como la que se
precisa para fragmentarlo mediante una machacadora de martillos. Cuando la energía cinética
del bloque tras el impacto alcanza este valor, se puede considerar que el bloque rompe. Ha
habido intentos de introducir este aspecto en “software” de análisis de desprendimientos, de
forma que el punto donde se produce la fragmentación de un bloque constituye el inicio de la
trayectoria de los fragmentos que saldrán rebotados en direcciones aleatorias (Fornaro et al.,
1990).

Figura 14.9. Bloque en forma de paralelepípedo en movimiento. Según Giani (1992). Cortesía de Balkema.

14.2.3. Movimientos de rodadura y deslizamiento.

La velocidad final de un bloque que rueda o se desliza sobre un plano inclinado se puede
obtener empleando la ecuación siguiente:
v = 2·g·(senα − t gθ ·cos α )·l (14.13)
donde g es la aceleración de la gravedad, θ es el ángulo de fricción por rodadura o
deslizamiento, l es la longitud del plano y α es la inclinación del plano sobre el que rueda el
bloque.

La ley de variación de la velocidad tangencial de un bloque, calculada a lo largo de un plano


con inclinación constante α, desplazamiento (l-l0), velocidad inicial v0 y coeficiente de fricción
frente a la rodadura tg θ se puede expresar como:
v = v 0 − 2·g·(l − l 0 )(senα − t gθ ·cos α ) (14.14)

El principal problema en el análisis de la caída de rocas es la determinación de las condiciones


bajo las cuales ocurre un movimiento de deslizamiento o de rodadura. Cuando un bloque que
viene cayendo impacta en la superficie del terreno, las velocidades normal y tangencial tras el
impacto se pueden calcular y componer para obtener el valor de la velocidad de salida en
módulo y dirección, mediante los coeficientes de restitución normal y tangencial. Si el modelo
considera el volumen del bloque y el centro de gravedad no coincide con el punto de impacto,
el movimiento tras el impacto ha de ser estudiado mediante las leyes de momentos (Bozzolo et
al., 1988).

470
Página 237 de 248
Figura 14.10. Esquema del impacto del bloque y del movimiento después del impacto según Bozzolo et al.,
(1988). Cortesía de Balkema.

Dichos autores con objeto de formular matemáticamente el fenómeno de impacto, partieron de


las hipótesis de que el bloque es un cuerpo rígido de forma elíptica (Figura 14.10) que contacta
con el talud en un punto P, alrededor del cual e inmediatamente después del impacto se
produce un movimiento de rotación en el que las fuerzas de impulso prevalecen sobre otras
cualesquiera y pasan por P, por lo que el momento de fuerzas alrededor de este punto se
anula.

Se supone pues que el momento de cantidad de movimiento alrededor de P se conserva en la


fase de impacto y así, aplicando este principio de conservación en las fases inmediatamente
anterior y posterior al impacto respectivamente, se puede obtener la expresión:
I ·ω0 + v 0 x ·d y − v 0 y ·d x = I·ω + v x ·d y − v y ·d x (14.15)

donde: I es el momento de inercia de la elipse, ω0 y ω son las velocidades angulares previa y


posterior al impacto; v0x, v0y, vx y vy, son las componentes en las direcciones x e y de la
velocidad de traslación antes y después del impacto y dx = xG - xP y dy = yG - yP, siendo (xG, yG)
y (xP,yP) las coordenadas del centro de gravedad de la elipse y del punto P respectivamente.

Si se supone que tras el impacto aparece un movimiento rotacional alrededor de P, las


componentes de la velocidad de traslación se podrán obtener como:
v x = ω·d y v y = −ω·d x (14.16)
que sustituidos en la expresión anterior nos permite calcular la velocidad angular de salida tras
el impacto:
I·ω0 + v 0 x ·d y − v 0 y ·d x
ω= (14.17)
I + dx + dy
2 2

Una vez obtenida la velocidad angular se podrán calcular las componentes de la velocidad de
traslación de salida. A su vez la energía cinética por unidad de masa tras del impacto se
obtendrá de:

471
Página 238 de 248
Ec = 1 (I ·ω 2 + v x2 + v y2 ) (14.18)
2

La aplicación de este método permite estimar la perdida de energía cinética que se puede
expresar mediante un coeficiente de restitución que vendrá dado por:
Ec ω2
η= = (I + d x2 + d y2 ) (14.19)
Ec 0 2·Ec 0
donde Ec y Ec0 representan la energía cinética después y antes del impacto. No obstante este
modelo de Bozzolo et al. (1988) al considerar rígido al bloque, no tiene en cuenta las pérdidas
de energía por fragmentación de aristas y vértices, transmisión de ondas y otros fenómenos.

En modelos de partícula, que no consideran el volumen ni la forma del bloque, se deben


realizar algunas hipótesis para determinar cuándo ocurre un cambio de tipo de movimiento.
Típicamente cuando la velocidad de salida del impacto está próxima a 0, o es inferior a un valor
denominado velocidad mínima, el bloque se detiene en el punto de impacto. Cuando el ángulo
de salida del impacto, β, es inferior a un valor mínimo, se produce la transición de rodadura a
deslizamiento.

Hungr y Evans (1988) proponen el siguiente método para estimar el punto de transición de
rebote a deslizamiento. En el aire el bloque tiene como altura equivalente energética:
2
E = z +v (14.20)
2·g
donde z es la posición y v la velocidad. Tras el impacto la perdida de potencial energético se
puede calcular (siendo β ‘ el ángulo de incidencia) como:
v 2  K t2 + K n2 ·tg 2 β ´ 
∆E =  − 1 (14.21)
2·g  1 + tg β ´ 2

A partir de aquí se puede calcular una “línea de energía” para cada salto. El diagrama
resultante dará una serie escalones separados por líneas horizontales cuya longitud es la de la
trayectoria entre dos rebotes, ∆l.

Cuando la relación ∆E /∆l < tg α, siendo α la inclinación del talud, el bloque acelera de manera
continua, cuando ∆E /∆l > tg α, el bloque se desacelera y la distancia de cada rebote
disminuye. En el modelo de Hungr y Evans (1988), la transición hacia la rodadura se produce
cuando se cumple la relación ∆l /∆E < tg θ, donde θ es el ángulo de fricción de rodadura y
deslizamiento, ya que la rodadura se convierte en más eficiente que el rebote.

La transición entre rebote y rodadura es compleja, ya que ambos modos se pueden producir
simultáneamente. El deslizamiento, que viene muy marcado por la geometría del bloque, suele,
no obstante, ser el modo dominante cuando un bloque empieza a moverse o tiende a parase,
pero también puede tener lugar tras los impactos. Si el bloque adquiere energía suficiente
puede pasar de deslizar a rodar, transición que según Bozzolo et al. (1998) vendrá marcada
por un umbral de energía cinética:
Ec > m·g ·∆h (14.22)

472
Página 239 de 248
Para el caso español, y según el Ministerio de Fomento (2003) la anchura de seguridad incluirá
como mínimo el arcén, o el arcén y el margen lateral, en el caso de que no existan barreras.
Esta anchura de diseño tendrá especialmente en cuenta el tipo de vía (autovía, vía rápida,
carretera normal), la máxima velocidad, y los radios de curvatura, habiéndose previsto
limitaciones en zonas de montaña con tráfico medio diario muy bajo. También se tendrá en
cuenta la presencia de taludes y la severidad de los accidentes registrados.

14.8. Métodos de protección

Puesto que es imposible eliminar completamente los desprendimientos de bloques de roca de


los macizos rocosos, es necesario el uso de métodos de protección que eviten que los bloques
que caen alcancen personal, máquinas, calzadas o vehículos.

14.8.1. Tipos de métodos de protección

En las Figuras 14.33 y 14.34. y en las fotografías de la Figura 14.35 se muestran las posibles
medidas a tomar para disminuir el daño asociado a desprendimientos.

Bermas Mallas Cunetón


colgantes y
ancladas

Falso techo Muro Barrera

Figura 14.33. Posibles medidas para mitigar el riesgo asociado a desprendimientos. Basado en Spang y
Rautenstrauch, (1988).

Tradicionalmente y debido a su bajo coste, en el ámbito minero se utilizan típicamente las


bermas, mientras que en carreteras es común la creación de cuentones o zanjas de recepción,
o en zonas de alta montaña de falsos túneles, que no sólo protegen del desprendimiento de
rocas sino también de aludes de nieve (Figura 14.36).

533
Página 240 de 248
Mallas o cadenas colgantes
Medidas de control para reducir la energía de las
de desprendimientos rocas desprendidas

Mallazo pegado a la
roca y anclado mediante
bulones y cables metálicos

Malla colgada
suspendida desde arriba
mediante anclajes Berma Soporte anclados
Soportes anclados

Capa de grava

Barrera o muro

Bloques sueltos que se


Señalización
deben eliminar antes de
instalar las mallas

Rocas retenidas

Figura 14.34. En la parte superior se muestra el uso conjunto de medidas de protección y seguridad contra
desprendimientos (original según Fookes & Sweeney, 1976; modificada por www.land-man.net/uploads y los
autores). En la parte inferior y de izquierda a derecha. Mallas colgantes (www.land-man.net/uploads) , malla
anclada (www.stachys.es) y barrera dinámica (www.geobrugg.com).

Estas tres técnicas de protección suelen ir asociadas a las fases de diseño, de forma que si se
comienzan a observar desprendimientos una vez que el talud esté en operación, habrá que
acudir a técnicas como la instalación de mallas colgantes ancladas en su parte superior o
mallas ancladas en todo el talud. Además siempre se puede proteger la zona de riesgo
mediante muros (de gabiones, de tierra armada, de hormigón o simplemente rellenos) y
mediante barreras o pantallas dinámicas. Tal y como muestra la Figura 14.34, basada en
Fookes y Sweeney (1976), estos métodos se pueden combinar.

534
Página 241 de 248
Figura 14.35. Algunas fotografías de métodos de protección frente a desprendimientos. a) bancos y bermas en
una cantera, b) cuentón o zanja de protección en la construcción de una carretera.,c) mallas ancladas, d) malla
colgada en el Pirineo catalán, e) falso túnel, f) muro de escollera, g)muros de gaviones, h) muro de hormigón, i)
barreras estáticas j) barreras dinámicas. Fotografías: autores.

535
Página 242 de 248
Figura 14.36. Falso techo o semi-túnel, muy adecuado para la protección frente a desprendimientos en zonas
de montaña.

El diseño de los muros o pantallas requerirá el estudio de las trayectorias, de la velocidad de


impacto de los bloques, de la posición y altura de la barrera, de las especificaciones de la
misma para la absorción de impactos, así como el análisis de su estabilidad.

El estudio de las trayectorias de los bloques y las características de su tamaño se realizará


mediante observación de los bloques caídos, puntos de impacto y las características
geométricas, geológicas y de vegetación. Las observaciones in situ permiten realizar
simulaciones de ordenador para evaluar la velocidad, las alturas de rebote, la energía adquirida
en la caída y las máximas distancias alcanzadas por los bloques (véase Figura 14.29). Los
resultados obtenidos deben ser comparados con las observaciones in-situ para calibrar los
modelos.

Las pantallas dinámicas, como las que desarrolla la compañía Geobrugg pueden actualmente
presentar capacidades de absorción de energía de hasta 2500 KNm y aun algo más, por lo que
podrían por ejemplo detener un bloque de 60 tn que bajara a una velocidad de 20 m/s (Figura
14.34. zona inferior derecha).

Otro de los sistemas más comunes para limitar los daños por desprendimientos es el uso de
mallas metálica colgantes (ancladas en la parte superior) o extendidas por el talud y ancladas
en varios puntos (Figura 14.34. inferior izquierda). Estas técnicas y especialmente la primera de
ellas no evitan las caídas pero sí las controlan, reduciendo las velocidades de bajada y
evitando que los bloques de roca lleguen a las zonas de riesgo. Estos sistemas suelen resultar
además mucho más económicos que las pantallas dinámicas, aunque no resultan fáciles de
aplicar en taludes muy elevados, como por ejemplo en zonas de montaña.

536
Página 243 de 248
14.8.2. Diseño tradicional de métodos de protección en carreteras

En carreteras, probablemente, el sistema de protección contra desprendimientos permanente


más efectivo es la colocación de un cuentón en la base del talud, cuyo fondo deberá estar lleno
de grava para absorber la energía de impacto de los bloques desprendidos y que se separará
de la calzada mediante una barrera (Figura 14.34. superior). Esta barrera se podrá diseñar de
acuerdo a resultados de modelos teniendo en cuenta en el diseño que la distancia mínima
entre el pie de talud y la barrera sea tal que no se produzca un impacto de roca en esta última
sin que la roca haya perdido parte de su energía cinética en el primer impacto contra la grava
(Hoek, 2000).

Tradicionalmente se ha venido realizando el diseño de cunetas de recepción a partir de los


estudios de Ritchie (1963), que le permitieron obtener una serie de datos reales de cientos de
desprendimientos que tabuló para proponer un sistema inicial de diseño de cunetas y zanjas de
recepción tal y como se presenta en la Figura 14.37.

Posteriormente se presentó esta información en forma de ábaco (Ritchie,1963), como muestra


la Figura 14.38. Estos resultados fueron confirmados por Mak y Blomfield (1986) .

Gradiente

Talud variable
Casi vertical

Roca

Barrer a

(*) Con una barrera, D se reduce a 1,2 m.

Figura 14.37. Tabla de Ritchie (1950) para el diseño de cuentas o zanjas de recepción.

Este ábaco de Ritchie se ha venido utilizando hasta bien recientemente para el diseño de
medidas de protección en carretera sólo, o por ejemplo en combinación con métodos como el
RHRS y/o con programas de cálculo de trayectorias como RocFall. Sin embargo atendiendo a
los nuevos criterios sobre áreas de seguridad, la presencia de una zanja de recepción como las
propuestas por Ritchie se debería considerar un obstáculo (Figura 14.31), que habría que
eliminar o proteger. De esta forma, las cunetas de recepción se diseñan actualmente en la
manera que se presenta en la Figura 14.39, de acuerdo con la propuesta de Pierson et al.,
(2001), de forma que se puedan considerar como parte del área de seguridad, ya que si un
vehículo entra en la zona de recepción considerada, su conductor podría recuperar su control y
volver a la calzada.

537
Página 244 de 248
Movimiento Caída
Rebote Rodadura
de caída libre

Gradiente
de talud Rodadura

35 D = 2,4 m

W = 7,5 m
30º ángulo de talud
30
Rodadura

Altura de talud
Altura de talud - metros

D = 2,1 m
Altura de talud - pies

25 45º
Rebote

20 W=6m Caída 60º


libre Profundidad (D)

15 D = 1,8 m
Anchura (W)
D = 1,5 m
W = 4,5 m Desprendimientos en taludes
10

5 D = 1,2 m
W=3m Figuras tomadas de Pierson et al. (2001)
D = 90 cm
0 Roca del FHWA (Nov. 1991).
Ángulo general de talud - grados

Ábaco para el diseño de cunetas o zanjas de recepción

Figura 14.38. Ábaco de Ritchie (1963) para el diseño de cuentas o zanjas de recepción.

1V:4H
1V:6H
plana

Área de recepción

Figura 14.39. Diseño de cunetas o zanjas de recepción compatibles con el concepto de área de seguridad.
Según Pierson et al., (2001).

Además los enfoques tipo Ritchie (1963), sólo dan una única solución, cuando en realidad el
diseño se deberá hacer atendiendo no sólo a la seguridad sino al coste realista. En este
sentido el trabajo de Pierson et al., (2001) pretende superar este problema, al proponer en vez
de un ábaco como el presentado, gráficas que incluyen el porcentaje de rocas desprendidas

538
Página 245 de 248
que quedarían retenidas en la zanja para cada diseño, de forma que el diseñador decida
mediante un estudio técnico-económico qué nivel de seguridad es razonable en cada caso.

En su estudio, los precitados autores (Pierson et al., 2001) realizaron el lanzamiento de más de
11000 rocas desde la coronación de taludes realizados mediante precorte de 12.2, 18.3 y 24.4
metros de altura y pendientes 4V:1H, 2V:1H, 1.33V:1H, 1V:1H, para áreas de recepción planas
o con contra-taludes de 1V:6H y 1V:4H. Para cada configuración de talud se lanzaron 250
rocas, registrándose la distancia de impacto y de final de trayectoria, y en un pequeño
porcentaje de casos registrándose con cámara de video su caída para estimar su velocidad y
energía.

GRÁFICO DE DISEÑO: TALUD 4V:1H


0
Altura de talud: 24.4 metros
10

20
Porcentaje de rocas retenido

30 Zanja 4H:1V

Zanja 6H:1V
40

Zanja plana
50

60
I m pa

70
cto

80

90

100

Anchura del área de recepción (m)


Figura 14.40. Ejemplo de gráfico de diseño de cuneta de recepción para un talud de 24.4 metros de altura y
pendiente 4V:1H. Se incluye el porcentaje retenido para cada tipo de cuneta y en función de su anchura. A
priori se recomiendan diseños con cunetas tales que retengan el 90% del material. Según Pierson et al., (2001).

Tras representar y analizar el conjunto de datos adquiridos Pierson et al. (2001) proponen una
serie de gráficas para cada uno de los casos donde se presenta el porcentaje de rocas retenido
en el área de recogida (para los casos de ser plana y de 1V:6H y 1V:4H) en función de la

539
Página 246 de 248
anchura de ésta, así como la posición en cada caso del lugar más lejano del impacto, tal y
como muestra la Figura 14.40. En su trabajo disponible en Internet (tal y como se indica en las
referencias), estos autores también presentan ejemplos de cómo utilizar estos ábacos para
diversos casos, por lo que se recomienda acudir a este documento para realizar actualmente
los diseños de cunetas de recepción.

14.8.3. Análisis de protección en cortas mineras.

Call (1992) analiza el problema de los desprendimientos de rocas específicamente en cortas,


realizando un enfoque que permite optimizar el diseño del banco y de la berma desde el punto
de vista económico y cumpliendo los criterios de seguridad. Como un primer enfoque del
problema propone el criterio de Ritchie aplicado a minería, en que la anchura mínima del banco
se comienza a calcular a partir de la altura de banco (H) y según la expresión:

Anchura Mínimo del Banco (m) = 4,5 m. + 0,2 · H(m) (14.33)

De acuerdo con otros trabajos enfocados del ámbito minero (Evans, 1989), este criterio pudiera
se conservador, y a partir de estudios diferentes que sirven de nuevo punto de partida (Pierson
et al., 1994), se observa que la ecuación 14.33 puede ser rescrita, tal y como indican Ryan y
Prior (2001), donde:

Anchura Mínimo del Banco (m) = 3,5 m. + 0,17 · H(m) (14.34)

Estas aproximaciones iniciales que estaban basadas en un solo banco, fueron propuestas para
ser mejoradas en lo sucesivo. Sin embargo, el problema resultaba demasiado complejo para su
aplicación en la explotación de cortas de modo que existiera un solo criterio 100 % eficaz.

Debido a la naturaleza compleja de los problemas de desprendimientos, Call (1992) y


siguiendo sus ideas, Ryan y Prior (2001), aproximaron el problema mediante la gestión del
riesgo, por medio de aproximaciones basadas en la variación de la inclinación de los taludes.
Este es un método complejo que necesita una gran cantidad de datos y por lo tanto resulta
costoso. En explotaciones mineras a cielo abierto por el método de corta, donde existen
significativas implicaciones económicas en el cambio del ángulo del talud general, esta clase
de análisis puede ser extremadamente valioso para determinar una adecuada anchura de la
berma. Sin embargo, en canteras obviamente no es adecuado, y por la carencia de datos, la
baja limitación de las reservas y la no demasiado importante influencia de la inclinación de los
taludes en la economía de la explotación. Por todo ello parece necesario un enfoque más
sencillo y fácil de aplicar para este tipo de minería

Otro tema de aspecto de gran interés presentado por Call (1992) en un enfoque para el estudio
de explotaciones mineras es el fenómeno de la denominada retro-rotura (Figuras 14.41 y 42),
que se puede definir como la distancia horizontal entre el borde del banco de diseño y el borde
del banco real. La retro-rotura es un fenómeno muy común en bancos de la mina, que tiene
lugar a lo largo de juntas preexistentes y de fracturas inducidas por la voladura, por tanto es un

540
Página 247 de 248
factor que se debe considerar dentro del diseño de la berma. Se propone para realizar una
estimación, la toma de un número representativo de medidas de retro-rotura en canteras para,
de ese modo, obtener unos valores de la media y de la desviación estándar de este parámetro.
Una vez, estimada la anchura mínima recomendada de la berma en la cantera, sería
conveniente agregar una longitud igual a la suma de la media más la desviación de estándar de
retro-rotura, para tener en cuenta este fenómeno en la fase de diseño.

Figura 14.41. Definición de retro-rotura explicada en el texto. Concepto modificado a partir de Call (1992).

Figura 14.42. Vista del borde de un banco de una cantera en el que se puede observar y cuantificar
estadísticamente el fenómeno de retrorotura.

541
Página 248 de 248

También podría gustarte