Desarrollo Artístico e Intelectual
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Desarrollo Artístico e Intelectual
Dibujos Ukiyo-e comenzaron a producirse a finales del siglo XVII pero hasta 1764
Harunobu produjo la primera impresión policromática. Diseñadores de la siguiente
generación como Torii Kiyonaga y Utamaro crearon elegantes representaciones de
cortesanos. El estilo de Ukiyo-e cobró una gran importancia durante el siglo XIX e
incluso muchos pintores occidentales como Edgar Degas o Vincent Van Gogh se vieron
influenciados por sus técnicas (véase Japonismo).
A pesar de los esfuerzos para restringir los bienes, el estándar de vida para los
habitantes urbanos y rurales aumentó significativamente durante el periodo, en gran
parte por el periodo de paz que se vivió en esta época.
Un reto importante que tuvo que enfrentar la clase política fue la naciente clase
emprendedora. El ideal gubernamental de una sociedad agraria falló ya que no era
compatible ni realista con la nueva distribución comercial. Una serie de sequías y
por lo tanto pérdida de cosechas completas dieron como resultado veinte grandes
hambrunas entre 1675 y 1837. El malestar entre los campesinos aumentó y para
finales del siglo XVIII protestas masivas contra impuestos elevados y escasez de
comida se volvieron casi rutinarias. Familias ahora sin hogar se volvieron en
granjeros arrendatarios mientras que los pobres de las zonas rurales se desplazaron
a las ciudades. Como la fortuna de las familias antes acomodadas disminuyó, otros
pudieron acumular más tierras por lo que surgió una nueva clase granjera acomodada.
Las personas que pudieron beneficiarse fueron capaces de diversificar su producción
y contratar empleados, mientras que otros quedaban disgustados. Muchos samurái
pasaron tiempos difíciles e incluso se vieron forzados a producir artesanías o
trabajar a sueldo para comerciantes.
Aunque Japón fue capaz de adquirir y refinar una amplia variedad de conocimientos
científicos, el rápido proceso de industrialización de los países occidentales
durante el siglo XVIII creó por primera vez una gran diferencia en términos de
tecnología y armamento entre Japón y el resto de los países industrializados,
forzando al país a abandonar su política de aislamiento y contribuyendo el fin del
régimen Tokugawa.
Las intrusiones de los occidentales aumentaron en los comienzos del siglo XIX.
Barcos de guerra rusos y comerciantes se establecieron en Karafuto (en la isla de
Sajalín, llamado óblast de Sajalin bajo el control ruso y soviético) y en las islas
Buril, de las cuales las del Sur son consideradas como islas del Norte de Hokkaidō.
Un barco de guerra inglés entró al puerto de Nagasaki buscando enemigos holandeses
en 1808, además de que se incrementó el avistamiento de barcos de guerra y
balleneros en las décadas de 1810 y 1820. Barcos balleneros y mercantes de los
Estados Unidos también hicieron su arribo a costas japonesas. Aunque los japoneses
hicieron una serie de pequeñas concesiones y permitieron algunos desembarcos, lo
que intentaban era mantener fuera del país a los extranjeros en su totalidad. El
Rangaku se volvió crucial no sólo para entender a los bárbaros “extranjeros”, sino
para valerse por sí mismos sin la ayuda de los occidentales.
Japón rechazó una demanda de los Estados Unidos (que aumentó considerablemente su
presencia en la región Asia-Pacífico en esta época) de establecer relaciones
diplomáticas en julio de 1846 presentada por el Comodoro James Biddle.