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Índice

Presentación 2

María de Jésus Sánchez Vázquez / Georgina Tenango Salgado


Evidencias arqueológicas de la Curtiduría Mexicana S.A.,
Ciudad de México 5

María de Lourdes López Camacho


El pueblo de indios de San Miguel Chapultepec,
un pueblo olvidado 19

Roberto Flores Ortiz


Análisis cromático en cerámica del Epiclásico en el
Huizachtépetl: principios metodológicos y estudio de caso 32

Ricardo Sánchez Hernández / Enrique G. Fernández Dávila / 


Jasinto Robles Camacho
Un corundo del cerro El Tesoro en la Zona Arqueológica
de Tula, Hidalgo: presencia de un mineral de alta dureza
en un contexto funerario prehispánico 50

Stephen Castillo Bernal


El “Copil” del cerro del Elefante, Hidalgo:
dilucidaciones sobre el personaje 63

Andrés Casanova Avendaño


Dos tumbas en el barrio zapoteca de Teotihuacan 84

Terry Stocker / Verónica Ortega Cabrera


El culto al cocodrilo: cognición y arte del Formativo
temprano en Mesoamérica 95

Noticia
Paz Granados Reyes / Julia Santa Cruz Vargas
Excavación arqueológica en un sitio de Ixtlahuaca:
primeras aproximaciones 115

Reseña
Antonio Benavides C.
Hasso Hohmann, The Maya Temple-Palace of Santa Rosa Xtampak,
Mexico. Documentation and Reconstruction of Form, Construction,
and Function 117
Presentación

Estimados lectores:

E
n este volumen se presenta una serie de contribuciones sobre los
avances y la pluralidad de las investigaciones relacionadas con la
arqueología mexicana. La temática es variada, aunque destacan el
estudio de los juegos de pelota, el análisis cromático de la cerámica, el es-
tudio de minerales, las investigaciones de rescate y salvamento en la Ciu-
dad de México, así como las investigaciones iconográficas.
El volumen inicia con el texto “Evidencias arqueológicas de la Cur-
tiduría Mexicana, S. A., Ciudad de México”, de María de Jesús Sánchez
Vázquez y Georgina Tenango Salgado, autoras que se basan en la infor-
mación obtenida de las excavaciones realizadas por la construcción de una
unidad habitacional en un predio de la Ciudad de México, para registrar
una serie de evidencias que, después de un análisis minucioso y de la in-
vestigación en archivos, identificaron como parte de las instalaciones de
una curtiduría que se estableció en ese y otros predios a finales del siglo
xix y principios del xx. La información recuperada en los acervos reveló
la historia de la Curtiduría Mexicana, S. A., así como la de su propietario,
su ubicación, el proceso de curtido de las pieles, las instalaciones para
hacerlo y el uso del producto; así se pudo a conocer la vida y obra de un
gran empresario.
“El pueblo de indios de San Miguel Chapultepec, un pueblo olvidado”,
texto escrito por María de Lourdes López Camacho, revisa la historia de
aquel asentamiento mediante códices, pinturas, planos, fotos e investiga-
ciones arqueológicas que evidencian su ocupación prehispánica y colonial.
La investigación surgió del interés respecto de lo que existió en el siglo
xvi al pie del cerro de Chapultepec. El pueblo se localizó en lo que hoy es
el área destinada al paradero de autobuses de Chapultepec, colindante
con la estación del Sistema de Trasporte Colectivo Metro, el bosque de
Chapultepec y la sede de la Secretaría de Salud. El asentamiento quedó
dividido por el trazado y la construcción de vías de comunicación como el
Paseo del Emperador, hoy Paseo de La Reforma, y además, se expropiaron
otras zonas para la edificación de haciendas como La Teja.
El artículo “Análisis cromático en cerámica del Epiclásico en el Huiza-
chtépetl: principios metodológicos y estudio de caso”, de Roberto Flores
Ortiz, presenta los resultados de una investigación descriptiva y compa-
rativa del cromatismo de dos muestras de tepalcates del periodo conocido
como Epiclásico, obtenidas en el cerro del Huizachtepetl, a un costado
del Templo del Fuego Nuevo, en la Ciudad de México. El autor busca ca-
racterizar, con la mayor precisión posible, los colores presentes, identi-
ficar sus variaciones y reconocer las diferencias cromáticas que ayuden
a la identificación y posterior periodización de las piezas cerámicas. El
objetivo central es proponer una clasificación de las muestras basada en
el color. De manera paralela, se brindan los principios para un análisis
semiótico del color aplicable a los estudios arqueológicos en general y no
únicamente a la alfarería.
En el artículo “Un corundo del cerro El Tesoro en la Zona Arqueológica
de Tula, Hidalgo: presencia de un mineral de alta dureza en un contexto
funerario prehispánico”, Ricardo Sánchez Hernández, Enrique G. Fer-
nández Dávila y Jasinto Robles Camacho presentan los resultados del
análisis de los materiales ofrendados en un entierro explorado durante
las excavaciones del Proyecto Tula 1980-1981, en un conjunto habitacio-
nal prehispánico del periodo Clásico terminal (900-1100) localizado en
el cerro El Tesoro, de la Zona Arqueológica de Tula, Hidalgo. La ofrenda
contenía materiales como cerámica, hueso, concha y lítica, además de un
mineral compuesto por un agregado de cristales de color gris. Mediante la
inspección con el microscopio de polarización y por difracción de rayos X,
se identificó plenamente el material como corundo, primera vez que se le
registra en un contexto funerario prehispánico, y el segundo localizado
en un sitio arqueológico mesoamericano, lo que confirma el conocimien-
to de los antiguos habitantes de esta región respecto del manejo de los
minerales con alto grado de dureza en las labores lapidarías.
Stephen Castillo Bernal escribe “El ‘Cópil’ del cerro del Elefante, Hidal-
go: dilucidaciones sobre el personaje”; allí refiere que, después de atender
una denuncia de los pobladores de la localidad de Tunititlán, a finales de
la década de 1980, el arqueólogo Ricardo Martínez recuperó una lápida
en la que se representa un personaje antropomorfo, así como una serie
de clavos arquitectónicos en forma de cráneos humanos, dentro de un
recinto amurallado. El autor infiere que dicha escultura es la representa-
ción del personaje histórico Cópil, quien se asentó en la atalaya del cerro
del Elefante para guerrear contra Huitzilopochtli, y que fue labrada en el
Posclásico temprano, durante los últimos años del apogeo tolteca.
“Dos tumbas en el barrio zapoteca de Teotihuacan” es el título del artí-
culo escrito por Andrés Casanova Avendaño, en el que describe el proceso
de excavación del Conjunto TL 11, ubicado en el Tlailotlacan, o barrio za-
poteca. En el área explorada fueron halladas dos tumbas con ofrendas mor-
tuorias. La primera, encontrada durante la temporada 2008, contenía los
restos óseos de una niña y una ofrenda; la segunda se halló en la temporada
2009, debajo del piso del patio central del conjunto. Además se identificaron
más de veinte entierros humanos en todo el conjunto, la mitad de ellos
debajo de los pisos de los cuartos, la mitad restante, correspondiente a in-
fantes, se localizaron en el lado sur del templo de TL 11. El autor determina
que ese espacio perteneció a la cabecera o centro del barrio.

3
Terry Stocker y Verónica Ortega presentan “El culto al cocodrilo: cog-
nición y arte del Formativo temprano en Mesoamérica”, en el cual esta-
blecen que el culto a ese reptil se originó en el área de la costa del Golfo
de México, pues allí existen todas las condiciones ecológicas para fomen-
tarlo, y San Lorenzo fue el sitio idóneo en cuanto al paisaje simbólico del
Formativo temprano para que el culto comenzara.
Este volumen incluye también la noticia “Excavación arqueológica en
un sitio de Ixtlahuaca: primeras aproximaciones”, en la que Paz Granados
Reyes y Julia Santa Cruz Vargas reportan que, a partir del análisis de los
materiales asociados, se infiere que el sitio fue de tipo cívico-ceremonial.
Por otro lado, convocamos a los investigadores a colaborar con la revis-
ta Arqueología; para ello se deberán remitir sus textos, bajo los criterios
especificados en la “Invitación a los colaboradores”, al correo allí espe-
cificado, o bien, a la sede de la publicación.
En nuestra sección de reseñas, Antonio Benavides expone sus obser-
vaciones acerca del libro, The Maya Temple-Palace of Santa Rosa Xtam-
pak, Mexico. Documentation and Reconstruction of Form, Construction, and
Function (Graz, Verlag der Technischen Universität Graz, 2017), de Hasso
Hohmann, libro de 150 páginas compuesto de un texto y un anexo. La obra
se centra en la poco conocida Zona Arqueológica de Santa Rosa Xtampak,
ubicada en el sector noreste de Campeche, y resume las labores de varios
investigadores en el sitio.

Laura Adriana Castañeda Cerecero


Editora

4
Evidencias arqueológicas
de la Curtiduría Mexicana, S. A.,
María de Jesús
Sánchez Vázquez
Ciudad de México
Dirección de Salvamento Arqueológico, inah

Georgina Tenango Salgado


Dirección de Salvamento Arqueológico, inah

Resumen: Las excavaciones en el predio de Reforma 96, derivadas de la construcción de una unidad habitacional, permitieron registrar una serie
de piletas, cuartos y drenajes que, después de una investigación de archivo, se identificaron como parte de las instalaciones de una curtiduría esta-
blecida en ése y en otros predios a finales del siglo xix y principios del xx. Aquí se expone su historia y la de su propietario, un destacado industrial
de la época que tuvo la visión de producir el calzado en serie.
Palabras clave: Ciudad de México, colonia Guerrero, salvamento arqueológico, piletas, drenajes, curtiduría, calzado.

Abstract: During excavations at the Reforma 96 site, stemming from the construction of apartment complexes, we recorded the discovery of a
series of basins, rooms, and a drainage system that were identified, after archival research, as part of a tannery. The tannery was established at this
and other sites at the end of the nineteenth century and early twentieth. The article discusses its history and its owner, a leading industrialist of the
time who had the vision to mass produce shoes.
Keywords: Mexico City, Colonia Guerrero, salvage archaeology, basin, drainage system, tannery, footwear.

L
a presente investigación derivó del salvamento hallados) y derivado de la falta de recursos humanos y
arqueológico practicado en un predio de 836.23 m2 financieros que imperan en todas las investigaciones
denominado Residencial Reforma 96, ubicado en de la Dirección de Salvamento Arqueológico (dsa) para
la esquina noroeste del cruce que forman la avenida practicar estudios específicos, se inició una búsque-
Paseo de la Reforma y la calle Matamoros, en la colonia da en diversos archivos para indagar a qué obrador
Guerrero, delegación (hoy alcaldía) Cuauhtémoc, Ciu- pertenecían; sin embargo, un plano localizado en un
dad de México; allí se construyó un complejo habitacio- protocolo de compraventa en el Archivo Histórico de
nal de departamentos en ocho niveles, que desplantó a Notarías de la Ciudad de México (ahn) reveló que las
los 3 m de profundidad sobre una losa de cimentación construcciones correspondían a una curtiduría esta-
apoyada en pilotes hincados a 25.00 m (figura 1). En blecida en la capital del país a finales del siglo xix. Con
mes y medio de exploraciones arqueológicas se llevaron este nuevo enfoque, la investigación se centró en el ofi-
a cabo 11 sondeos de 4 m2, de los cuales, dos resultaron cio del curtido de pieles, sus antecedentes en la ciudad,
en excavaciones extensivas, una de 50 y otra de 120 dónde se ubicaban las tenerías, cómo era el proceso y
m2, en donde se registró una serie de cubas o tinas de el papel que desempeñaron los vestigios detectados.
tamaño homogéneo. Debido a que en el documento referido se menciona el
Ante la suposición de que la arquitectura y los mate- nombre del vendedor, se pudo averiguar que tal fue un
riales detectados estaban relacionados con la produc- empresario, quien además de ser el dueño de la curti-
ción de loza (por la abundancia de trícoles y biscochos duría, se dedicaba a la fabricación de calzado.
El objetivo de este texto es dar a conocer las eviden-
cias de una industria que, al igual que otras, ya han
sido erradicadas de esta capital ante el crecimiento de
la mancha urbana, además de reconocer la importan-
cia de contar con documentos que, como en este caso,
fueron de gran ayuda para enriquecer y complementar
la investigación, y definir, a través de ellos, el uso que
tuvieron las edificaciones.

El curtido de las pieles


Fig. 1 A la izquierda el Conjunto Residencial Reforma 96. El curtido es el proceso para transformar una piel de
Al fondo, un edificio de la Unidad Habitacional Nonoalco animal cruda en un cuero; para evitar su descompo-
Tlatelolco; a la derecha el monumento a Cuitláhuac. sición, desde hace cientos de años se han usado los
Fuente: fotografía provista por las autoras. taninos, sustancias astringentes que se encuentran en
Arqueología 58 • agosto, 2019

las cortezas de troncos y ramas, frutos, vainas, hojas,


raíces, jugos y en la madera de encinos, pinos, gua-
jes, guamúchiles y huizaches, entre otros. Derivado
del uso de los taninos procede el término tenería, que
junto a curtiduría, designan al lugar o fábrica donde
se curten las pieles (Maldonado y Maldonado, 2004:
55; Zapata, s. f.).
Así, el cuero es el resultado de la modificación de
la piel mediante el trabajo humano que estabiliza sus
proteínas e impide su putrefacción; se logra con la
ayuda de diversas sustancias vegetales, minerales y
animales (como los compuestos que están presentes
en los excrementos, sesos y médulas, entre otros). La Fig. 2 Fragmento de la cromolitografía Forma y levantado de la
combinación de esos elementos sirve para dar a la piel Ciudad de México, de Juan Gómez de Trasmonte, 1628. Se obser-
un acabado duradero e impermeable y, opcionalmente va el barrio y hospital de San Hipólito con la calzada de Tacuba
(dependiendo del tipo de curtido), suavidad, dureza, y el caño de agua originado en Chapultepec, al frente. Ilustrada
rigidez, flexibilidad, elasticidad y color (Larqué-Saave- con la letra “G” La Alameda y a su izquierda la iglesia de Santa
dra, 2016: 107-115; Maldonado y Maldonado, 2004: 55). Veracruz. Al fondo, el convento mayor de San Francisco.

Antecedentes de curtidurías Definido el lugar, dieron el permiso para instalar-


en la Ciudad de México la “por quanto es de mucha utilidad y provecho en
esta dicha cibdad aya tenerías por el bien que resulta
El curtido en México se ha practicado desde época pre- a todos en general” (Marroqui, 1969: t. II, 240); tam-
hispánica, aunque se desconoce o poco se sabe de la bién dieron licencia para tomar agua del caño cuya
técnica empleada para procesar las pieles y si se utiliza- cantidad sería igual a la otorgada para el riego de las
ron instalaciones u objetos específicos, ya que no se tie- huertas, con la condición de que no se hiciera pila ni
ne una descripción del procedimiento; pero es evidente estanque para almacenarla en el solar delantero.
que era un oficio que sabían desempeñar, como lo de- “El aliciente del agua dió ocasión á varios curtido-
muestran algunos códices escritos en piel de venado res para solicitar del Ayuntamiento que les diese un
que aún se conservan (Maldonado Maldonado, 2004). local para hacer sus casas frente á San Hipólito á la
Debido a los olores desagradables procedentes de izquierda del caño de agua, y les permitiera usar de
estos establecimientos, por lo regular las tenerías se ella para sus establecimientos de tenería”. El Ayun-
ubicaron en las afueras de las ciudades y no se tiene tamiento accedió con la “condición que se retirasen
referencia de que se hubiera situado alguna dentro de algunos pasos atrás del centro de la calzada, porque
los límites de México-Tenochtitlan. Los cueros que ahí ésta había de ancharse”; pero debido a que abusaban
se utilizaban procedían de otros sitios, como puede tomando más cantidad de agua de la concedida y a
observarse en las láminas 42 y 47 del Códice Mendoci- que descargaban los residuos de su industria a espal-
no, donde se registra que la zona de Tepeacac (Puebla) das de sus casas, formando charcos que producían un
tributaba pieles de venado, y la de Xoconochco (hoy repugnante olor, los vecinos no tardaron en quejarse,
Soconusco, en el estado de Chiapas), de tigre, respec- por lo que el Ayuntamiento los reubicó, asignándoles
tivamente (Galindo, 1980). un sitio alejado del centro poblado donde se reunieran
Al iniciar la etapa virreinal, uno de los primeros ba- todas las tenerías: “junto á la alcantarilla2 questá en
rrios de la Ciudad de México en poblarse fue el de San el camino que ba estapalapa junto á esta cibdad” con
Hipólito (figura 2), ubicado al norponiente de la traza la condición de que a más tardar en un año estuviera
colonial. Se tiene el dato de que hacia 1529 se solicitó terminada la edificación y en uso la tenería (Marroqui,
al Ayuntamiento un solar para poner una tenería, con- 1969: t. II, 639-640, 240-241).
siderándose que el sitio adecuado podría ser a espaldas Con el afán de regular la calidad y precio de las pieles,
de los terrenos que se habían otorgado para vivienda, en 1561 el Ayuntamiento acordó unas ordenanzas en-
ubicados pasando la iglesia de los Mártires.1 tre las que se prohibía el curtido de pieles de oveja, a no
ser que se utilizaran para hacer guantes y otras cosas;
1  “[...] á la espalda de cualquier solar de los ‘que están dados por esta ciudad
para hacer casas junto á la ‘calzada que ba desta cibdad á Tacuba é Chapul- 2  Si consideramos que en este caso el término alcantarilla se refiere a un
tepeque pasando la “iglesia de los mártires, yendo de esta dicha cibdad por puente pequeño hecho para que por debajo de él pasen las aguas, o una vía de
la dicha calzada á mano izquierda á que en este lugar estará sin perjuicio” comunicación poco importante (Gran Sopena, 1973), bien pudiera tratarse del
(Marroqui, 1969: t. II, 240). [En el original no se incluyen comillas de cierre. puente de San Antonio Abad que se localizaba en el viejo camino a Iztapalapa
N. del ed.]. (véase el plano de México en 1760, de López del Troncoso).

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Evidencias arqueológicas de la Curtiduría Mexicana S. A., Ciudad de México

Fig. 3 Fragmento del Plano general de la Ciudad de


México, de Valdez y Pérez, 1886. Aunque se trata de un
mapa tardío, todavía se observa en la zona suroriente
de la ciudad, resaltados con líneas o recuadros, el
Puente de S. Antonio Abad, el barrio de Tlaxcoaque,
la calle y plaza del Rastro, la calle del Matadero, el
barrio de San Pablo, la calle de Curtidores, el barrio y
plazas de la Palma y de Santo Tomás.

también se prohibía vender esas pieles en blanco, sólo Cercano al matadero se situaba el barrio de Temaz-
teñidas y planchadas; además, detallaban con minu- caltitlán, al que se empezó a conocer como el de los Cur-
ciosidad los procedimientos para preparar las pieles tidores, pero con el tiempo y la variación de actividades
de cabra, “prescribiendo las cales que se les habían de se fue olvidando ese nombre, cambiando al que en la ac-
dar, el tiempo que habían de permanecer en el noque”, tualidad todavía tiene: barrio de la Merced, derivado de
tina o contenedor, “la manera como habían de estar en la cercanía con el notable convento de los mercedarios,6
él y en que debían sacarse, y el curtiente que había de situado una calle al norte de Casa Talavera.7
emplearse”. Cada zurrador tenía una marca especial, En el siglo xvii, los gremios en la zona de la Merced
y si una piel tenía un defecto, sabían a quién atribuirla abarcaban una diversidad de grupos de especialistas
(Marroqui, 1969: t. II, 242). como sastrerías, velerías, confiterías, bizcocherías, ta-
En el límite sur de la ciudad se estableció el rastro lleres de pintura y escultura, entre otros, y derivado de
nombrado de San Lucas, localizado en el barrio del
mismo nombre,3 y tanto en éste como en el de Santa 6  Se tiene conocimiento de frailes mercedarios que arribaron a América des-
María Tlascoaque (hoy Tlaxcoaque), los indios4 eran de las primeras expediciones de Hernán Cortés y Alonso de Zuazo. También
matanceros de las carnicerías y rastros, además de ela- fueron mercedarios los 12 frailes que regresaron con Cortés en su segundo
viaje, y pese a que desde 1565 los mercedarios de Guatemala tenían Real
borar cola de pegar, gamuzas pergaminos y vitelas.5 Cédula para fundar en México un colegio de ocho religiosos, se toparon con
Desde la capilla del Santo Cristo de La Palma hasta la la oposición de las autoridades y sólo hasta 1574 pudieron improvisar una ca-
de Santo Tomás (en el lado oriente de la Acequia Real), sa de estudios por el rumbo de San Hipólito. En 1592 se les otorga una nueva
Real Cédula para establecer su colegio y abrir noviciado; además se le reco-
en el barrio de Zoquiapan —llamado también San Pa- mendaba a las autoridades de Nueva España favorecer la obra de la casa de
blo—, igualmente se desarrollaron actividades relacio- los mercedarios, y se otorgó al nuevo convento la limosna de vino y aceite por
nadas con el aprovechamiento del ganado; allí espa- seis años; ese templo se construyó por el rumbo de San Lázaro.
Para 1599, los fundadores consideraban incómoda, insuficiente y mal situa-
ñoles, mestizos y mulatos se ocupaban en las tenerías da su iglesia original y compraron una casa a orillas de la Acequia Real. En 1601,
o curtidurías de las pieles de reses, de ganado mayor y el terreno fue ampliado con la compra de otras casas, un mesón y la toma de
menor (Cruz, 1992: 195) (figura 3). un callejón. El 8 de septiembre de 1602 inició la fábrica de lo que fue la iglesia
de la Tercera Orden, en el sector noroeste de los predios, con planta orientada
este-oeste. Para la construcción de un nuevo templo se emplearon 20 años
3  En el artículo de Sánchez Reyes (2013) y en el de Gayón y Morales (2007) (de 1634 a 1654), la planta de cruz latina, con tres naves, ocupaba el extremo
se detallan las particularidades de ese barrio. oeste del conjunto conventual, con la fachada orientada hacia el norte. La te-
4  Cabe recordar que durante la etapa colonial en México, la mayoría de los chumbre era de dos aguas, de madera y láminas de zinc y plomo, y en el cru-
oficios considerados importantes estaban restringidos para ser practicados cero se levantaba una esbelta pirámide hexagonal de madera con ventanillas.
sólo por españoles. A los indios se les dieron ciertas concesiones, pero a los La fachada principal, con tres portadas, tenía al centro un gran tablero con el
negros y mulatos, o de color quebrado, se les prohibió pertenecer a los gre- relieve de la Virgen de la Merced y en las laterales las esculturas de san Pedro
mios, con excepción del de curtidores de pieles, con el pretexto de ser pocos Nolasco, fundador de la orden, y de san Ramón Nonato, su reformador.
los trabajadores en el ramo (Maldonado y Maldonado, 2004: 48-49). Martos (2013) documenta que el convento tenía una superficie de 8 800 m2,
5  La gamuza es la técnica de curtir pieles, principalmente de animales pe- contaba con portería, anteportería, cuatro claustros, numerosas celdas, corre-
queños, que provoca la pérdida de la hipodermis, epidermis y la flor de la dores y salones, sala de profundis, refectorio, amplia cocina, una importante
dermis, dando una terminación afelpada por los dos lados. En el pergamino, biblioteca, huerta, y un noviciado con todas sus áreas comunes. De este amplio
hecho con pieles, primordialmente de ovejas y carneros, se utiliza como prin- conjunto sólo queda la arquería del claustro principal, de estilo mudéjar (León,
cipal curtiente la cal; el raspado se hace con piedra pómex por los dos lados, 2004; Martos, 2013).
cuidando de no quitar la flor, lo que provoca que se compacten las fibras y 7  Cita en calle Talavera número 20, esquina con República del Salvador, co-
se obtenga un producto traslúcido. La vitela es el cuero fabricado a partir de lonia Centro Merced, delegación Cuauhtémoc, Ciudad de México, desde 2001
la piel de becerros no natos o recién nacidos, de superficie particularmente designada como Centro Cultural de la Universidad Autónoma de la Ciudad
pulida, caracterizado por ser delgado y duradero (Cruz, 1992: 194). de México.

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Arqueología 58 • agosto, 2019

su origen de curtidores, además había talabarterías,


zurrerías, gamucerías, guanterías y cuererías (Tena y
Urrieta, 2009: 67).
Al parecer, una reminiscencia de esta actividad en
la zona es la Casa Talavera,8 cuya función principal,
con base en la información de la maestra Gabriela Sán-
chez Reyes9 (2009) y según una valuación de 1797,10
fungió como curtiduría de 1742 a 1797. En la edifica-
ción se definieron tres áreas de actividad y dos patios;
el acceso era por la calle Talavera, donde estaba la fa-
chada con la puerta principal, que comunicaba con el
primer patio “con cuatro corredores sustentados sobre Fig. 4 Tinas ubicadas en el segundo patio de Casa Talavera.
siete pilastras” que contenían covacha, caballeriza, za- Fuente: fotografía provista por las autoras.
guán, almacén, dos bodegas, molino en corriente y la
vivienda en la parte alta. hecho decaer la práctica de la curtiduría dentro de lo
En el segundo patio —el de mayor tamaño— se ha- que sería el área central de la urbe, por lo que, de nue-
llaba un pasadizo que sirvió de calera, una pieza gran- va cuenta, las pocas que quedaron fueron trasladadas
de y otra más pequeña con tinas, dos tramos de portal hacia las que eran “las afueras” de la ciudad a finales
sustentado sobre seis arcos y pilastras de cantería, 15 del siglo xix y principios del xx; en esos márgenes se
pelambreras y ocho salvaderas, tres hoyos de aollar y asentó la curtiduría detectada durante la investigación
adovar, así como cuatro hoyos de curtir (Jiménez et llevada a cabo en el predio de Reforma 96, que anti-
al., 2016: 35-38). En la actualidad, en ese patio se ob- guamente formó parte de la finca urbana marcada con
servan ocho cavidades de planta cuadrangular de 2 m el número 52 de la segunda calle de Matamoros, en la
por lado, aproximadamente, que —se dice— podrían colonia Guerrero de la Ciudad de México (figura 5).
estar relacionadas con “depósitos o tinas” utilizadas
en la curtiduría (figura 4). La Curtiduría Mexicana, S. A.
Es muy probable que la urbanización, la desecación
del lago, el cierre de la Acequia Real y los canales para La investigación en diferentes archivos reveló el nom-
convertirlos en atarjeas, la creación de espacios públi- bre del establecimiento, su historia y sus propietarios.
cos ordenados, simétricos y limpios —medidas concre- Los documentos se remontan hasta 1890; para enton-
tadas por el Segundo Conde de Revillagigedo—, hayan ces, el señor Joaquín R. Zetina ya había construido en
Comonfort 8811 y Matamoros 56 las primeras instala-
8  Constantemente se repite que las tinas existentes en el segundo patio de ciones de una curtiduría (ahn,12 notario núm. 54: José
Casa Talavera fueron usadas para el trabajo de curtir; incluso, Jiménez et al. Villela, 28 de abril de 1891) y a su muerte, en 1898, des-
(2016) aseguran que la torre ubicada en la esquina suroeste de ese patio fun- pués de un remate hipotecario, quedaron en poder de
gió como calera. En nuestra experiencia, los hoyos para curtir son de paredes
y piso sellados para evitar que el agua se filtre. El término calera se utiliza para su hermano Carlos B. Zetina, quien se asoció con otros
las tinas que se llenan con agua y cal para el remojo de las carnazas. Existe el empresarios para comprar el tercer lote, correspon-
expediente del Archivo General de la Nación (agn) en el que refiere que la casa diente al número 52 de la segunda calle de Matamoros
tuvo trato de curtiduría; sin embargo, dudamos de que las albercas que están
excavadas en el segundo patio correspondan concretamente a los hoyos de (donde se efectuó la intervención arqueológica); esos
curtir que ahí se citan (mismos que refieren ubicados en una pieza grande y terrenos, en conjunto, formaron la Curtiduría Mexi-
en un portal, no en el patio propiamente, construcciones que podrían estar cana S.A., que funcionó de 1900 a 1906. La ubicación
situadas en un predio aledaño a Casa Talavera); en cambio, no se desecha
la posibilidad de que se trate de tanques para almacenamiento temporal de se corroboró con la notificación que se publicó en la
corambres; cal, tequesquite u otros productos secos o semisecos; cascalote, página 4 del diario El Popular del día 14 de octubre de
guamúchil, mimosa u otras cortezas, ramas, frutos, vainas, hojas, raíces o ma- 1901, en la que además se observa un error en la nu-
dera con alto contenido de taninos; o posiblemente se trate de las salvaderas
que se citan en diversos expedientes de curtidurías y que se ilustran en el meración del inmueble (figura 6).
plano de la Curtiduría Mexicana S. A. (figuras 15 y 24). Mediante las excavaciones arqueológicas efectuadas
9  Investigadora de la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos del en este predio, se registró, en la sección norte del pozo
Instituto Nacional de Antropología e Historia (cnmh-inah), quien en conferencia
presentada en septiembre de 2009 en el Tercer Simposio Internacional de 1, a 1.78 m de profundidad (capa III), parte de dos tinas
Tecnohistoria Akira Yoshimura, en la Ciudad de México, dio a conocer el uso
de Casa Talavera como curtiduría.
10  agn. Instituciones coloniales. Real Audiencia. Tierras. Contenedor 0569. 11  Finca conocida de 1901 a 1902 como Puente de Tecolotes 2202, en 1903
Vol. 1288, exp. 4, años 1797-1801, 230 fojas. Ángel Pedro de Puyade, sobre el número cambió a 2220 y para 1906 la nomenclatura era 2906. En cuanto
formación de los inventarios y aprecio de los bienes de María Josefa Miro y a Matamoros 56, durante muchos años se conoció como 158 de la Segunda
Arizavalo. Cita casas en el callejón de la danza y calle del puente colorado; de Matamoros.
la hacienda de San Tiburcio y el rancho de San Nicolás, en jurisdicción de 12  Archivo Histórico de Notarías de la Ciudad de México (ahn), ubicado en
Mazapil, Zacatecas, y los trapiches de San José de Cuautla y Santa Ana Cuau- avenida Juárez núm. 44, colonia Centro, delegación Cuauhtémoc, extemplo
chichinola, en Jurisdicción de Mazatepec, Morelos. de Corpus Christi.

8
Evidencias arqueológicas de la Curtiduría Mexicana S. A., Ciudad de México

Fig. 5 Plano de la Curtiduría Mexicana


S. A. Fuente: superposición de los planos
del ahn, sobre imagen de ©Google Maps
2017.

construidas con ladrillo, repelladas con mezcla de cal


y arena enlucida, la cuales tenían 1.04 m de altura, y
cuyo fondo llegó a los 2.84 m de profundidad, y la base
contaba con un espesor de 20 cm; en la esquina sur-
este de una de las tinas se halló un cárcamo de 5 cm
(figuras 7 y 8).
En el pozo 2, situado en la parte norte del terreno,
12.30 m al oeste del pozo 1, a una profundidad de 2.05
a 2.96 m; se localizaron dos tinas más, construidas con
tabique y aplanado de cal y arena, cuyo fondo tenía un
espesor de 14 cm (figuras 9 y 10).
Al efectuarse el despalme de la zona norte del predio
se exploraron 19.50 m de largo, quedando expuestos
los coronamientos de siete tinas continuas, orientadas
en sentido este-oeste (entre las que quedaron com-
prendidas las del pozo 1 y 2), cuyas dimensiones eran
de 2.50 este-oeste por 1.50 m norte-sur, con muros de
0.30 m de grosor (figuras 11 y 12).

Fig. 7 Tinas detectadas en el pozo 1. Fuente: Proyecto


Fig. 6 Notificación en el diario El Popular, 14 de octubre de Arqueológico Residencial Reforma 96, Den 2011-169 y 2013-94.
1901, p. 4. Sánchez y Tenango, 2014.

9
Arqueología 58 • agosto, 2019

Fig. 8 Perfil estratigráfico del pozo 1. Fuente: Sánchez y Tenango (2014).

Fig. 9 Detalle de tina, pozo 2. Fuente: Sánchez y Tenango (2014).

Fig. 10 Perfil estratigráfico del pozo 2. Fuente: Sánchez y Tenango (2014).

10
Evidencias arqueológicas de la Curtiduría Mexicana S. A., Ciudad de México

Los sondeos en la parte central del terreno permi-


tieron definir que hubo cuartos con pisos de cemento
cuadriculado y varios drenajes de tabique, con fondo
y tapa de lajas, y que confluían en uno general, que
desembocaba hacia la calle de Matamoros, donde se
ubicaba la atarjea, que antiguamente formaba parte de
la acequia de Santa Ana y que recogía todos los dese-
chos derivados de esta actividad (figuras 13, 14 y 15).
Estas evidencias se pudieron contrastar con el do-
cumento localizado en el ahn correspondiente al pro-
tocolo de la Curtiduría Mexicana S. A., que contenía
un plano con las dimensiones del taller y todas las
construcciones empleadas en el curtido de las pieles,
entre las que se encuentran las tinas llamadas hoyos
de curtir, tal y como se registraron en la excavación,
así como parte de los cuartos utilizados como almacén
(ahn, notario 3: Ramón E. Ruiz, 26 de septiembre de
1901) (figura 16).
La información quedó corroborada en el documento
de compraventa celebrado entre don Carlos B. Zetina
Fig. 11 Coronamiento de siete tinas. Fuente: Sánchez y los Sánchez Gavito y Piña y Aguayo, en el que se
y Tenango (2014). estipula que:

Fig. 12 Tinas registradas durante los sondeos controlados y vigilancias del Salvamento Arqueológico Residencial Reforma 96.
Fuente: Sánchez y Tenango (2014).

Fig. 13 Detalle de las evidencias de la Curtiduría Mexicana detectadas en el predio Residencial Reforma 96. Fuente: Sánchez y
Tenango (2014).

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Arqueología 58 • agosto, 2019

Fig. 14 Drenajes y su confluencia en el


registro que desembocaba en la atarjea
de la calle Matamoros. Fuente: Sánchez
y Tenango (2014).

Fig. 15 Los muros del almacén y los


drenajes cubiertos con lajas. Fuente:
Sánchez y Tenango (2014).

Fig. 16 Plano de la Curtiduría Mexicana S.A. Fuente: ahn, notario núm. 3, 1901: 519. Las líneas más claras a la izquierda indican las
evidencias arqueológicas detectadas por Sánchez y Tenango (2014).

12
Evidencias arqueológicas de la Curtiduría Mexicana S. A., Ciudad de México

La venta comprende un cobertizo formado de lámina aca- Don Carlos B. Zetina14


nalada con soportes de tubos de hierro que está al patio de
la curtiduría, la bomba para extraer el agua y llevarla á los Aunque el señor Joaquín Zetina había iniciado el ne-
tinacos, todas las cañerías para el servicio de dicha agua de gocio de la curtiduría, en realidad fue su hermano, don
las tres casas, las cañerías ó tubos de hierro que hoy exis- Carlos, quien dio auge a la empresa; él tenía experiencia
ten sobre el pavimento para surtir de agua los hoyos o es- debido a que se inició en el ramo cuando “se convirtió
tanques de la curtiduría, el área ó superficie que ocupa en el apoderado general de una empresa curtidora y su
el predio deslindado, las piezas de que se compone, sus gestión fue tan exitosa que el dueño lo recompensó con
servidumbres activas y pasivas y cuanto le corresponda mil pesos, además del sueldo que le asignó y, también
de hecho y por derecho, pero no se comprende en la venta lo nombró socio de la empresa con una participación de
el motor que dá impulso á la bomba mencionada porque 40 % de las utilidades” (Gómez, 2014).
ésta pertenece á la maquinaria general de la curtiduría Carlos B. Zetina (figura 17) “buscó su independen-
que tampoco es materia de esta venta (ahn, Notario 28: cia fundando la Curtiduría Mexicana, en donde lle-
Mariano Gil León, 16 de diciembre de 1905). varía a cabo el cuidado y tratado de las pieles, que
más tarde serían su materia prima para confeccionar
En ese documento se hace alusión a la bomba que ex- zapatos, los que también distribuyó a través de su pe-
traía el agua para surtir las tinas; el líquido procedía de letería” (Gómez, 2014). En 1902 aceptó la fusión con
un pozo artesiano, como se consignó en el expediente del la empresa fabricante de calzado The Good Year, y a
Archivo Histórico de la Ciudad de México (ahdf,13 Ayun- partir de entonces cambió el modelo de producción an-
tamiento. Pozos artesianos. Vol. 3705, Exp. 619, 1901). tiguo por uno sistematizado, que combinaba la parte
manual de artesanos calificados con la fuerza de las
C B Zitina máquinas (figura 18). Más adelante, la fábrica cambió
Oct. 16 MÉXICO, de nombre por el de Excélsior, vocablo que proyecta-
C. Presidente del H. Ayuntamiento ba el compromiso de don Carlos con la perfección del
Presente producto (figura 19) (Gómez, 2014).
El que suscribe, propietario de la casa núm 2202 del El desarrollo de la empresa implicó realizar en su totali-
Pte. de Tecolotes de ésta Ciudad, ante Ud respetuosamen- dad el proceso de manufactura: desde el curtido de pieles
te manifiesta que dicha casa no hace uso del “Agua de para las suelas y los cortes, la elaboración de los tacones
la Ciudad”, por tener un pozo artesiano fabricado desde y hormas de madera así como los tacones de hule, hasta
el año de 1893 y el cual dá el agua suficiente para todos el producto terminado listo para su distribución, para lo
los trabajos de la fábrica “Curtiduría Mexicana”, que está cual también fundó una fábrica de cajas de cartón para
establecida en dicha casa. empaque del calzado (figura 20; Gómez, 2014).

Lo que tengo la honra de comunicar a Ud. para los efec- Es importante destacar que además de estar com-
tos legales. prometido con la calidad de su calzado (figura 21),
también fue de los primeros empresarios en preocu-
Libertad y Constitución, México á 16 de octubre de 1901. parse por el bienestar de sus trabajadores, de ahí que
[Rúbrica] C. B. Zetina su compañía fuera de las primeras en México en contar
con una jornada laboral de 8 horas, descanso domi-
México, octubre 21 de 1901 nical, vacaciones y reparto de utilidades (figura 22).
Informe la Dirección de Aguas Consolidada la fusión entre las empresas, la fábrica
[Rubrica] Escalante Excélsior se ubicó en la confluencia de las calles que
para 1899 tenían los nombres de Barranquilla y del
2853.- En cumplimiento del acuerdo anterior tengo el Porvenir, respectivamente (figura 23); en 1925 eran
honor de informar que en la casa número 2202 del Puente
de los Tecolotes ó sea C. N. 3., existe un pozo artesiano del 14  Hijo de Carlos Zetina García y Carlota Mena Laso. Nació en San Andrés
cual se extrae por medio de bomba hasta 160 litros de agua Chalchicomula, Puebla, el 14 de enero de 1864; después de ser el apoderado
potable por minuto. general de una empresa curtidora, se independizó y junto con su hermano
Joaquín sentaron las bases de la Curtiduría Mexicana. Se dedicó a la confec-
ción de calzado y creó la marca Excélsior. En 1912 fue diputado por Tacubaya,
en 1918 presidente de la municipalidad de México, y posteriormente senador,
y pudo ser un candidato para ocupar la Presidencia de la República en 1924,
pero renunció ante las amenazas de muerte de Calles. Fue presidente de la
13  El Archivo Histórico del Distrito Federal (ahdf) Carlos de Sigüenza y Gón- Confederación de Cámaras Industriales (Concamin) y de la Sociedad Olímpica
gora, también es conocido como Archivo Histórico de la Ciudad de México, Mexicana, miembro del Consejo de Administración de la Compañía Nacional
con sede en República de Chile núm 8, Centro Histórico, Ciudad de México, de Seguros y socio accionario en la creación del Banco de México. Falleció el
antiguamente fue conocido como Palacio de los Condes de Heras y Soto. 6 de agosto de 1927 (Gómez, 2014).

13
Arqueología 58 • agosto, 2019

Fig. 20 Caja de metal para zapatos. Dimensiones: 14 × 19.9 × 36


cm. Fuente: Museo Objeto del Objeto (modo), inventario 2133.

Fig. 17 Carlos B. Zetina, empresario, retrato. Fuente: Mediateca


inah, inv. 652113.

Fig. 21 Anuncio del diario. Fuente: El Tiempo Ilustrado, 30 de


agosto de 1908, p. 23.
Fig. 18 Interior de la fábrica de calzado Excélsior, donde se
creaban zapatos de alta calidad trabajados con pieles de
primera para surtir el mercado nacional. Fuente: Mediateca inah,
inv. 652113.

Fig. 19 Fábrica de calzado Excélsior, en Tacubaya. Fuente: ©


(núm. inv. 598742). Secretaría de Cultura / inah / Sinafo / fn / Fig. 22 Don Carlos B. Zetina con dos obreros, retrato. Fuente:
México. Reproducción autorizada por el inah. Mediateca inah, inv. 30756.

14
Evidencias arqueológicas de la Curtiduría Mexicana S. A., Ciudad de México

la segunda de Industria y primera de Ayuntamiento Observación participante


(figura 24). En la actualidad son Benjamín Hill y Carlos
B. Zetina, de la colonia Hipódromo Condesa, donde Con el fin de corroborar el uso de las instalaciones ilus-
ahora se localiza la Escuela Secundaria Técnica, núm. tradas en el croquis de la Curtiduría Mexicana, S. A.,
8 y la fábrica de Chocolates Sanborns. Además, la im- hallado en el ahn (figura 25), se acudió ante el señor
portancia que adquirió aquella empresa de calzado Antonio Migliani, heredero de una curtiduría que se
dio pie a que se otorgara su nombre a una calle en instaló en la zona de Jamaica a principios del siglo xx y
la colonia Industrial, fundada en 1926, al norte de la que hasta hace unos 10 años estuvo en función; ama-
ciudad, en la que la nomenclatura de sus calles hace blemente, él nos explicó el significado de los términos
alusión a las diversas fábricas o industrias de la época reportados en el plano, describiendo cómo se usaba
(Wikipedia, s. f.). cada espacio y maquinaria en el proceso de curtir las
pieles.
A la curtiduría las pieles podían llegar secadas con
sal o en corambre (frescas); para ambas técnicas se
requería de abundante agua, contenida en varios ho-
yos, tinas o noques, que inicialmente se llenaban de
agua simple para quitar las sales hasta ablandarlas.
Cada piel permanecía allí tantos días como fuera ne-
cesario según su estado para eliminar suciedad, orina,
sangre u otros elementos en los productos frescos. El
siguiente paso era extenderlas sobre tablas, con la
parte de la carnaza al aire para que los operarios las
rasparan con cuchillos y ayudaran en la limpieza (Co-
municación personal, ingeniero Antonio Migliani;
Castro, 1986: 50).
Después, los hoyos se llenaban con agua combina-
da con sustancias como cal, tequesquite, zumaque o
cascalote, y productos antisépticos, para evitar el cre-
cimiento bacteriano. El proceso se llama apelambrado
y consiste en sumergir las pieles con la carnaza hacia
Fig. 23 Fragmentos de planos de la municipalidad de
abajo; cuando en el remojo se utilizaban los taninos
Tacubaya, año de 1899. Fuente: Mapoteca Manuel Orozco vegetales, ese proceso se tardaba de cuatro a seis me-
y Berra (mmob), núm. de clasificador: 1347-CGE-725-A. ses. El objetivo era que la piel se reblandeciera, obtu-
viera flexibilidad y pudiera ser descarnada, limpiada
de grasa y carnes.
El procedimiento de encalado se aplicaba en fun-
ción de la clase de piel y del objeto al que fuera desti-
nada. Ocasionalmente se levantaban las pieles de los
pelambres15 para orearlas colgadas de palos durante
más o menos tiempo, según la estación del año, antes
de volverlas a introducir para repetir la operación a
los pocos días.
Después del apelambrado, las técnicas variaban
según a lo que fueran destinadas las pieles; si era ne-
cesario eliminar el pelo, la mayoría se quitaba con una
máquina, y los restos más adheridos con un cuchillo
romo a mano; este proceso era conocido como labra-
do. Dependiendo del uso al que estuviera destinado
el cuero, las pieles podían tratarse con enzimas para
ablandarlas, pero también podían ser enceradas, en-
rolladas, lubricadas, inyectadas con aceite, cortadas,
afeitadas y, por supuesto, teñidas.
Fig. 24 Fragmentos de planos de la municipalidad de
Tacubaya, año de 1925. Fuente: mmob, núm de clasificador 15  Tinas para un baño que elimina la epidermis y el pelo o lana de la piel. Se
10002- CGE-725-A. ilustran en el croquis de la Curtiduría Mexicana, S. A. (figuras 16 y 25).

15
Arqueología 58 • agosto, 2019

Fig. 25 Detalles del plano de la finca de la Curtiduría Mexicana S. A. Fuente: ahn, notario núm. 3, 1901: 519.

En la actualidad, las manufacturas e industrias de minerales y vegetales, como puede observarse en el


curtiduría en México se concentran, principalmente, gráfico, donde se distinguen los espacios en los que
en las entidades de Guanajuato, Jalisco y Estado de se almacenaba la cal y el cascalote.16
México. Además del prolongado tiempo que requiere La información recuperada en los acervos trajo a
el curtido, es común que se consuman excesivas canti- la luz la historia de la Curtiduría Mexicana, S. A., su
dades de agua en los distintos procesos de transforma- ubicación, el proceso de curtido de las pieles, las insta-
ción, y los productos químicos (muchos de ellos impor- laciones para hacerlo y el uso del producto, lo que a su
tados) que se convierten en residuos tóxicos altamente vez condujo a conocer parte de la vida de su propieta-
contaminantes, terminan en drenajes y ríos. Por su rio, un gran empresario que además de buscar calidad
alto impacto ambiental, las tenerías son trasladadas en la fabricación de calzado, procuró el bienestar de
continuamente a zonas alejadas de las ciudades. Las sus trabajadores; en fin, fue el descubrimiento de una
curtiembres también requieren de numerosa mano de industria que había pasado al anonimato por la urba-
obra que se expone a riesgos y enfermedades derivados nización y el cambio del uso del suelo.
de su actividad y de las condiciones en las que labo-
ran; por ejemplo: el constante manejo de agua y grasas Ciudad de México 2017
mantienen el suelo mojado, grasiento y resbaladizo, lo
que hace inseguro el tránsito de los trabajadores; el Fuentes documentales
permanente contacto con un ambiente húmedo puede
causar resfriados, bronquitis, reumatismo y hongos; ahdf Archivo Histórico del Distrito Federal
el traslado de grandes cueros mojados que incremen- Fondo: Ayuntamiento Gobierno del Distrito Federal.
tan su peso crean padecimientos vertebrales como Sección: Pozos artesianos. Vol. 3705, exp. 619.
lumbalgias y dolores a lo largo de la espina dorsal y México, 1901.
la cintura; otros peligros se relacionan con el uso de ahn Archivo Histórico de Notarias de la Ciudad de
las filosas herramientas y el contacto y absorción de México
polvos de cuero, diversos químicos, pigmentos y lacas Notario núm. 3: Ramón E. Ruiz. Segundo semestre de
(Hernández y Hernández, 2003: 81). 1901. Vol. 32. Instrumento público 96, fojas 510v
a 527fr. 26 de septiembre de 1901. Compra-venta,
Conclusiones obligación de pago e hipoteca y disolución social
en ejercicio, de la sociedad anónima domiciliada
Las excavaciones ejecutadas en el predio donde se cons- en esta capital: “Curtiduría Mexicana”. Croquis
truyó el Conjunto Habitacional Residencial Reforma de las instalaciones de la curtiduría escala 0.0025
96 y la investigación subsecuente, llevada a cabo en
diversos archivos, revelaron el plano de una curtiduría
16  Arbusto o árbol espinoso de la familia de las leguminosas que crece entre
industrial de finales del siglo xix y principios del xx, en los 300 y 800 m de altitud, cuyos frutos son unas vainas que contienen abun-
la que ya se empleaba maquinaria para el curtido de dante tanino, sustancia astringente usada en el curtido de las pieles (Enciclo-
las pieles, para lo cual además se añadían sustancias pedia Agro, s. f.).

16
Evidencias arqueológicas de la Curtiduría Mexicana S. A., Ciudad de México

por metro, firmado por varios ex miembros de la Notario núm. 54: José Villela. Año de 1891. Instru-
curtiduría y C. B. Zetina, en foja 519 frente. mento público 148, fojas 325 fr.-328 fr. 28 de abril
Notario núm. 14: Francisco Merino Ortiz. Segundo se- de 1891. Venta, censo e hipoteca. El señor Dona-
mestre de 1898. Vol. 15. Instrumento público 27, ciano Calo, con consentimiento de su esposa, al
fojas 116v a 129fr. 26 de julio de 1898. Escritura de señor don Joaquín R. Zetina y este al señor don
adjudicación en remate judicial y dos cancelacio- Dionisio Sotres.
nes. La otorga el señor don Carlos B. Zetina como
albacea de su hermano don Joaquín R. Zetina, a Bibliografía
favor de don Luis G. Osorio, y cancelan a favor de
la sucesión Zetina, don Juan Gabito como apodera-
do de don Dionisio Sotres, y don José Castro Yslas. Castro Gutiérrez, Felipe
Notario núm. 22: Carlos Fernández. Libro correspon- 1986 La extinción de la artesanía gremial. México, iih-
diente al periodo del 1 de enero al 14 de abril de unam (Historia Novohispana, 35).
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12 de febrero de 1902. Compra venta por pacto de Cruz Rodríguez, María Soledad
retro venta otorgada por el Sr. Carlos B. Zetina a 1992 Plenitud y crepúsculo de una ciudad colonial.
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Licenciado don Indalecio Sánchez Gavito, hijo, 1980 Colección de Mendoza o Códice Mendocino
doctor don Vicente Sánchez Gavito e ingeniero (reproducción del facsímil de 1925). México,
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al Banco Hipotecario de México y a don Carlos
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18
El pueblo de indios
de San Miguel Chapultepec,
un pueblo olvidado
María de Lourdes
López Camacho
Museo Nacional de Historia, inah

Resumen: Se recoge la historia del pueblo de indios de San Miguel Chapultepec, localizado donde ahora colindan el bosque de Chapultepec, un
paradero de autobuses de transporte público, la estación del Sistema de Trasporte Colectivo Metro y la sede de la Secretaría de Salud. Las fuentes
para este artículo son códices, pinturas, planos, fotos e investigaciones arqueológicas que evidencian la ocupación prehispánica y colonial, así
como la posterior división del territorio para la construcción de vías de comunicación (como el Paseo del Emperador, hoy Paseo de La Reforma) o la
expropiación para establecer haciendas (como La Teja); el resultado fue la desaparición del pueblo; hoy sólo queda un vago recuerdo y, en el mejor
de los casos, se le confunde con la colonia porfirista de San Miguel Chapultepec. Este artículo busca sacar del olvido aquel pueblo y poner sobre la
mesa su importancia arqueológica.
Palabras clave: pueblo de indios de San Miguel Chapultepec, rescate arqueológico, memoria, siglo xvi, planos, haciendas, delimitaciones territo-
riales.

Abstract: The present text addresses the history of the indigenous pueblo de indios of San Miguel Chapultepec through codices, paintings, maps,
photos and archaeological investigations, which provide evidence on its pre-Hispanic and colonial occupation, along with more recent documents.
This town was located in what is today the area adjacent to Chapultepec Forest, now a public bus stop, a subway station, and the headquarters of
the Ministry of Health. Later the land of this settlement was divided for the construction of roads (such as El Paseo del Emperador, today Paseo de
la Reforma) and expropriated to build haciendas (such as La Teja), which led to the town’s disappearance; today all that remains is a vague memory,
at best confused with the Porfirian neighborhood of San Miguel Chapultepec. This article seeks to recover the town from oblivion and highlight its
archaeological importance.
Keywords: indigenous town of San Miguel Chapultepec, salvage archaeology, memory, sixteenth century, maps, haciendas, territorial limits.

E
ste trabajo surge de la búsqueda de lo que existió inicio de la construcción de la iglesia de San Miguel
en el siglo xvi al pie del cerro de Chapultepec, Arcángel. En este primer registro aparecen los nombres
pesquisas que expusieron referencias contradic- de don Juan Bautista, Francisco Miguel y Juan José, con
torias entre la ubicación del pueblo de indios de San fecha del 1 de abril del 1523. En el documento se reporta
Miguel Chapultepec y la colonia del mismo nombre; el costo de las puertas y la compra de bienes: “huerta”
esta última se estableció a finales del periodo porfirista. para la iglesia y de la casulla, por la que se pagó 140
Por ello se consideró pertinente mostrar la localización pesos; también se detalla que para agosto de 1524 se
del pueblo de indios a través de mapas, litografías y terminó el techo del coro y la imagen del señor san
pinturas. Además, se reconoció la necesidad de iden- Miguel Arcángel. Y por último se señala que ese día se
tificar los diferentes usos del espacio que se ubicó al planeó la bendición y colocación del santo en la iglesia
oriente del cerro de Chapultepec durante el periodo que —así como de la casulla, la cera, el cáliz, el frontal, los
va del siglo xvi al xx. Por otro lado, fue posible recabar manteles y el misal—, ya que estaba próximo el 29 de
datos sobre hallazgos arqueológicos en los terrenos septiembre, fecha en que se celebraba al santo patrono
del pueblo de indios, información de gran valor y que del lugar: “Y lo demás que faltaba que era campana, y
debe ser conocida. aun no la había hecha, cruz, manga, incensario, que
era lo que faltaba, y que se compraría [...] Razón de las
Antecedentes históricos personas que se hallaron en la bendición de la iglesia
y la imagen de señor san Miguel Arcángel y todos los
El pueblo de San Miguel Chapultepec pidió a la Corona ornamentos el sr. arzobispo, don fray Diego Contreras”
española su fundación legal en el siglo xvi, como consta (Introducción de los títulos de fundación de Chapultepec,
en documentos del Fondo Reservado del archivo de la en adelante itfc: ff. 5 y 6).1
biblioteca del Museo Nacional de Antropología, par-
ticularmente, en un texto con el número 10, titulado
1  Cabe señalar que en el texto se menciona a los hermanos Francisco Juan
Introducción de los títulos de fundación de Chapultepec; y Andrés Pedro Bautista, a Matías Juan, Tomas Aquino, Marcos Diego, Miguel
allí se señala la fundación del pueblo, en 1523, y el de Santiago y José de la Cruz
Arqueología 58 • agosto, 2019

En los documentos se informa que los habitantes, lar en un detalle del Biombo de La Conquista de México,
a partir de tener su iglesia, ya no acudirían a la parro- del siglo xvii; en tal podemos distinguir la torre de la
quia de San José, por lo que solicitaron un sacerdote iglesia del pueblo de indios de San Miguel Chapultepec
provincial para su propio templo a principios de 1525; (figura 4).
se designó entonces al padre fray Juan Gaspar, y en ese A lo largo del siglo xvii se hizo mención de varios
periodo se efectúa la compra de la campana (itfc: f. 7). pueblos repartidos a las afueras de la Ciudad de Mé-
Por otro lado, se habla de la adquisición de un pedazo xico, entre los que “se cuenta San Andrés Ahuehue-
de tierra llamada Tolma, a don Diego Miguel, por lo tepanco, Acatlan [...] Chapultepec, Ixtacalco, Macui-
que se describe la extensión de las tierras del pueblo tlapilco, Nativitas” (Gerhard, 1986: 187); del mismo
de esta forma: “El llano que está tras del cerro, llega modo, se señala que “Popotla, estuvo hasta el siglo
hasta el Marquesado y hasta ese parage se puso el lin- xviii en la vecina jurisdicción de Tacuba, y Chapultepec
dero, y así mismo coje la puerta y va derecho para la era reclamado por Coyoacán” (Gerhard, 1986: 188).
tierra de Chapultepec” (itfc: f. 7),2 al final se ponen las
firmas de don Juan Gaspar, don José Juan, don Mateo,
don Salvador Francisco, don Pedro Castro y se fecha
para el año 1525.
Nueve años después, en 1534, se registra la recep-
ción al virrey don Antonio de Mendoza por algunos
habitantes del pueblo, quienes hicieron entrega de la
llave de la puerta de Chapultepec en el Palacio (itfc: f.
8). Para 1552 se cotejan o revisan, al parecer, los docu-
mentos del pueblo por parte del escribano de la repúbli-
ca, don Melchor de los Reyes Sandoval, y se menciona
que en ese año el alcalde de San Miguel Chapultepec
era don Francisco del Espíritu Santo (itfc: f. 8).
A partir de esos años, el asentamiento figuraría en
diferentes mapas y pinturas. Entre las representaciones
más antiguas del pueblo de San Miguel Chapultepec
está el plano de Uppsala o Mapa del valle de México,
atribuido a Alonso de Santa Cruz3 y fechado entre 1556
y 1562 (figura 1); en el segmento correspondiente al
pie del cerro de Chapultepec se observa el pueblo en
cuestión.
Otra referencia se halla en el plano Forma y levan- Fig. 1 Detalle del Mapa del valle de México, atribuido a Alonso de
tado de la Ciudad de México, elaborado por Juan Gó- Santa Cruz; anotaciones de María de Lourdes López Camacho.
mez Trasmonte y fechado en 1628;4 de éste se tomó
un fragmento en el que podemos apreciar al pueblo
de San Miguel Chapultepec ubicado frente a la eleva-
ción de Chapultepec (figura 2); en la imagen se ven dos
acueductos y se observa un área inundada frente a la
población, la cual parecería que se asentó sobre una
isleta o en parte de la formación del cerro.
Otra referencia muestra claramente un segmento
del plano nombrado San Miguel Chapultepeque Ma-
yoral, de 1694 (figura 3), donde se observan algunas
casas, la iglesia, un pequeño lago, y además se ve el
cerro de Chapultepec con el chapulín en su cima. El
asentamiento en cuestión figura en una posición simi-

2  En las transcripciones se respeta la ortografía del original [n. del ed.].


3  Cabe mencionar que autores como Carmen Aguilera y Miguel León Portilla
(1986) señalan que dicho mapa debió ser elaborado por uno o más pintores Fig. 2 Detalle del plano Forma y levantado de la Ciudad de
indígenas. México, de Juan Gómez Trasmonte, 1628. Fuente: copia de la
4  Este documento forma parte de la colección de planos del Museo de la Ciu-
fototeca del Museo Nacional de Historia (el original se halla en
dad de México, utilizándose en este artículo la copia perteneciente a la foto-
teca del Museo Nacional de Historia. la colección de planos del Museo de la Ciudad de México).

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El pueblo de indios de San Miguel Chapultepec, un pueblo olvidado

Hay también algunas referencias sobre la existencia


del antiguo pueblo de San Miguel Chapultepec, como
la que apunta Juan de Viera:

Cerro de Chapultepec, palacio antiguo aunque muy des-


trozado del emperador Moctezuma, en donde todavía se
dejan ver muchos vestigios del tiempo de la gentilidad; y
este conducto de agua se comunicaba antiguamente desde
el puente de este pueblo de Chapultepec hasta la ciudad
que hay más de una legua por una tarjea de mampostería
que se levantaba cerca de tres varas del suelo, quedando
por la parte de adentro de esta atarjea muchas huertas y
poblaciones (Viera, 1992: 96-97).

Diego García Panes, un contemporáneo de Juan de


Viera, presenta en su libro Panorama de Anáhuac. Selec-
ción de láminas y textos de los tomos III y IV del Theatro
de Nueva España, una imagen de la construcción del
acueducto que salía de la alberca de Chapultepec (fi-
gura 5), pasaba al lado de San Miguel Chapultepec y
se dirigía a la Ciudad de México.5 Es lógico suponer
que dicha población debió tener vías de comunicación
con el bosque de Chapultepec y que se abasteciera del
agua de sus manantiales. El pueblo vio acotado su cre-
cimiento puesto que al oeste tenía como frontera el
cerro de Chapultepec, al este y norte una zona lacustre
Fig. 3 Detalle del plano de San Miguel Chapultepeque Mayoral, y al sur, el acueducto. Vale la pena mencionar que el
1694. Fuente: Archivo General de la Nación (agn). Título: San acueducto de La Tlaxpana, que llegaba al convento de
Miguel Chapultepec, D. F., número de pieza: 1694, clasificación: Santa Isabel (donde ahora se ubica el Palacio de Bellas
978/0332 Referencia: Tierras, vol. 2693, exp. 5, f. 1. Artes) seguía el borde del lago, iba sobre tierra firme al
igual que el ducto prehispánico que lo precedió.
Encontramos con fecha posterior el Plano en que se
comprehende el Curato de Yndios intitulado de S. San
Joseph cituado en esta Ciudad de México, de autor anó-
nimo y fechado en 1768 (figura 6). En este dibujo se ve
claramente el cerro de Chapultepec, con su capilla en
la cima, flanqueado a los lados por el molino del Rey y
por el molino de Pólvora; y al frente de esa elevación,
el pueblo de indios de San Miguel, con la iglesia mar-
cada con categoría de vicaria.
Para 1770 se sabe que en el pueblo citado se hablaba
mexicano y que contaba con una capilla dirigida por un
auxiliar de la orden franciscana. En el depósito del Mu-
seo Nacional de Historia (mna) hay un Mapa hidrográfico
de la Ciudad de México del siglo xviii, de autor anónimo
y fechado en 1775 (figura 7); en una porción se muestra
de nuevo el pueblo, sólo que ahora las casas se observan
alineadas al borde de lo que ahora sería avenida Chapul-
tepec, y se distinguen unas líneas que delimitan el terre-
no y que podían hacer referencia a un camino; para estas
Fig. 4 Detalle del Biombo de la Conquista de México, finales del fechas ya buena parte del terreno no presenta agua.
siglo xvii.
5  Aunque el autor alude en la explicación a datos del periodo prehispánico,
la lámina debe hacer referencia al cambio del canal de manufactura prehis-
pánica por el colonial, ya que este último presentaba arcada y el prehispánico
no la tenía.

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Arqueología 58 • agosto, 2019

Fig. 7 Detalle del Mapa hidrográfico de la Ciudad de México, del si-


glo xviii, 1775. Fuente: Acervo del Museo Nacional de Historia (mnh).

Fig. 5 Detalle de vista de una cañería de arcos que están El pueblo de San Miguel Chapultepec también su-
haciendo los indios desde la alberca de Chapultepec a México. frió la disminución de su población por las epidemias
Fuente: Diego García Panes, 1976, t. IV, lám. 148. de tifo y viruela que azotaron la Ciudad de México
(1727-1784); para el año de 1784 se tiene la referencia
de que en Tacubaya: “El cura de San Miguel Chapulte-
pec informó que carecía de suficientes sepulcros para
enterrar a todos los que perecían a causa de la epide-
mia de pulmonía” (Durán, 1997: 37).
En medio de las delimitaciones por el propio paisaje
natural, los problemas de jurisdicción o competencia
y las epidemias que se presentaron, para 1774 encon-
tramos en el Plano del ejido de San Miguel Chapultepec
(figura 8) un sector donde se ven los dos acueductos y
la iglesia del pueblo de San Miguel; dispersas alrede-
dor de aquélla se observan algunas casas.
Hacia 1800, la zona de estudio todavía estaba consi-
derada como una parcialidad de México, perteneciente
a Tacuba, pueblo de indios que tenía “una ubicación
aproximada de 99°13’14’’, 40 indios” (Tanck, 2005:
228). Vale la pena señalar que el término pueblo de
indios se refiere a un:

[...] asentamiento humano con un gobierno de autoridades


indígenas reconocido por el virrey. Por tener un consejo
gubernativo constituido legalmente, el pueblo de indios
era una entidad corporativa con personalidad jurídica que
se encargaba de la administración política, financiera y
Fig. 6 Plano en que se comprehende el Curato de Yndios intitulado judicial de las localidades de indios [...] el gobierno vi-
de S. San Joseph cituado en esta Ciudad de México, dispuesto por rreinal fue reconociendo como pueblos de indios lugares
orden del Ylmo. Se. Don Francisco Antonio de Lorenzana y Buitron,
con gran concentración de población indígena que en
dignísimo Arzobispo de esta Santa iglesia Metropolitana. Fuente:
tiempos prehispánicos formaban parte de una entidad
Archivo General de las Indias, Planos de México 247 (México,
727) TL, 247. Reproducción tomada de Lombardo (1996: 55). político-territorial (Tanck, 2005: 21).

Cabe indicar que, aún casi un siglo después, en el


año de 1852, Juan Nepomuceno, quien llega a descri-
bir la municipalidad de México, señala la existencia
de diversos pueblos y haciendas: “la hacienda de La
Teja, el molino de Pólvora y el fuerte de Chapultepec”

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El pueblo de indios de San Miguel Chapultepec, un pueblo olvidado

de México, tomada desde las alturas de Chapultepec


(figura 12), se puede ver cómo se encontraba la distri-
bución del citado pueblo; la iglesia presenta delimitado
su atrio y las casas están distribuidas a lo largo de lo
que sería la avenida Chapultepec. Además, en direc-
ción al bosque, el pueblo está acotado por medio de
una barda, lo que no se observa hacia el este.
Las transformaciones continuaron, y en el periodo
del porfiriato se dio una gran concentración de terre-
nos, a partir de la cual se conformaron las haciendas
y latifundios en todo el país; de tal suerte no escapó
el pueblo de San Miguel Chapultepec, convirtiéndo-
se, a finales del siglo xix, en parte de los terrenos de
Fig. 8 Detalle del Plano del ejido de Chapultepeque Perteneciente la hacienda de La Teja y posteriormente, cuando se
a esta N. C. de México, formado por el Alferes Don Idelfonso Yniesta fraccionó, se convertiría en la colonia de La Teja. En el
Vejarano… Fechado el 23 de febrero de 1774. Fuente: Biblioteca plano La colonia La Teja (figura 13), de 1881, publicado
Orozco y Berra. Reproducción tomada de Fernández, 1988: 77. en el Atlas histórico de la Ciudad de México (Lombar-
do, 1996), se muestra claramente la avenida Paseo de
(Nepomuceno, 1997: 306); para esta época no es muy la Reforma con sus glorietas y la lotificación en sus
clara la extensión de la hacienda en cuestión. márgenes, así como restos de antiguas construccio-
Posteriormente está el Plano topográfico de una par- nes como la llamada Garita de Chapultepec, ubicada
te del valle de México que contiene el Distrito Federal, a la entrada del Bosque de Chapultepec, en la esqui-
levantado en 1857. Comisión del Valle (figura 9), que na inferior izquierda del mapa. Las que fueron casas
corresponde a la época posterior al Colegio Militar del pueblo de Chapultepec, ubicadas al margen de la
en Chapultepec; en una parte del trazado aparece el avenida del mismo nombre, ahora se observan englo-
pueblo con una mayor densidad en cuanto a las cons- badas como parte de un gran terreno denominado “ca-
trucciones representadas. sa de Alfaro; Casa colorada”; y en la parte superior se
A la postre, los terrenos del pueblo se vieron redu- encuentra lo que fue el casco de la hacienda de La Teja,
cidos por la construcción de la calzada Imperial, que la cual se encontraba en los que en ese entonces eran
debió construirse entre el 10 de abril de 1864 y el 15 de los límites de la Ciudad de México. El aumento de la
mayo de 1867, en la época de Fernando Maximiliano población conllevó que las haciendas fueran alcanza-
de Habsburgo-Lorena; ese detalle se puede apreciar das por la mancha urbana y desaparecieran, como fue
en un sector del Plano del pueblo de Chapultepec (figu- el caso de “La Condesa, La Teja y Clavería” (Durán,
ra 10), en el que se observa claramente la afectación 1997: 84).
de las tierras del pueblo por esta construcción.6 Esa La ciudad siguió creciendo y en diversos mapas de
avenida posteriormente sería llamada del Paseo de la inicios a mediados del siglo xx ya aparecen colonias
Reforma y desembocaría en la Alameda Central. como La Teja, La Condesa, El Triángulo, Nueva Co-
Por otra parte, al revisar el Plano de la Ciudad de lonia del Paseo, Roma, Hidalgo, Cuauhtémoc, Juárez,
México, Levantado de orden del Ministerio de Fomento entre otras; y se fue diluyendo el recuerdo del pueblo
en el año de 1867 (figura 11), se observa una nueva dis- de indios de San Miguel Chapultepec. Para 1932, ya
tribución de los terrenos de cultivo y la construcción estaba construida la Secretaría de Salubridad y Asis-
de un camino en la parte posterior de la iglesia que tencia, como lo muestra una fotografía aérea del libro
va en dirección de norte a sur; la iglesia se localiza México, memoria desde el aire 1932-1969 (figura 14).
aproximadamente, entre el área que forman las calles En 1939 se expide un decreto del presidente Lázaro
de Lieja y Avenida Chapultepec. Cárdenas, quien por medio de la Ley de Expropiacio-
También para esta época, Rivera Cambas mencio- nes, amplía el bosque de Chapultepec. Posteriormente
na que “desde el mirador de Chapultepec se observan se da otra transformación con el presidente Manuel
claramente las haciendas de La Condesa, Los Morales, Ávila Camacho, quien en 1944 determinó extender los
La Teja, el rancho El Cebollón, las frondosas huertas y terrenos de la Secretaría de Salubridad y Asistencia,
hortalizas de San Cosme” (Rivera, 2000: 301). y “para realizar tal ampliación requiere disponer del
Una imagen más clara del pueblo la tenemos gra- terreno que ocupan las casas con números 549, 555,
cias a Casimiro Castro, quien en su libro México y sus 557, 561, 563, y 565 de la avenida Chapultepec” (Diario
alrededores, de 1869, en la litografía titulada El valle Oficial de la Federación, 1944: 3).
Durante el periodo del presidente Gustavo Díaz Or-
6  El plano está elaborado en papel calca y a color, y carece de fecha exacta. daz, en 1968, se expiden los decretos de ampliación de

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Arqueología 58 • agosto, 2019

Fig. 9 Detalle del Plano topográfico de


una parte del valle de México que contiene
el Distrito Federal, levantado en 1857.
Comisión del Valle. Autor desconocido.
Fuente: Mapoteca Manuel Orozco y
Berra, Servicio de Información
Agroalimentaria y Pesquera, Sagarpa
(mmob-Sagarpa). Varilla OYBDF08,
clasificación 1969-OYB-725-A. Escala
gráfica: varas mexica; sin fecha.

Fig. 10 Plano del pueblo de Chapultepec.


Autor desconocido. Fuente: mmob-
Sagarpa, varilla OYBDF02, clasificación
831-OYB-725-A.

Fig. 11 Detalle del Plano de la Ciudad de


México, Levantado de orden del Ministerio
de Fomento en el año de 1867. Fuente:
mmob-Sagarpa, varilla CGDF02,
clasificación 1230-25, año 1863.

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El pueblo de indios de San Miguel Chapultepec, un pueblo olvidado

Fig. 12 Detalle de la litografía El valle de México, tomado desde Fig. 13 La colonia La Teja. Fuente: Lombardo (1997: 349).
las alturas de Chapultepec. Fuente: Casimiro Castro (1869).

Fig. 14 Chapultepec y edificio de la Secretaría de Salubridad y Asistencia Pública. Fuente: Fundación ica (2007: 94).

la Avenida Chapultepec y su glorieta, obras a cargo del ria colectiva por la colonia San Miguel Chapultepec.
Departamento del Distrito Federal. En esos documen- Vale la pena mostrar la ubicación aproximada de las
tos se asienta que, por “utilidad pública”, se construirá edificaciones del antiguo pueblo de indios de San Mi-
“una plaza circular o glorieta [...] así como una estación guel Chapultepec, cuyas tierras de cultivo debieron de
de vías subterráneas e instalaciones del tren rápido ocupar lo que después fue llamada hacienda La Teja, y
subterráneo del Sistema de Transporte Colectivo [...] que en la actualidad quedarían comprendidas dentro
expropiándose para tal fin los predios que en el mis- de la colonia Cuauhtémoc (figura 15).
mo decreto especifican” (Diario Oficial de la Federación, Después de este breve recuento histórico a través
1968: 12). Dicho decreto conllevó la destrucción de los de documentos, mapas y pinturas, es necesario revisar
vestigios ubicados en el núcleo del antiguo pueblo de los datos que han surgido como resultado de diversos
San Miguel Chapultepec, hoy desplazado en la memo- hallazgos arqueológicos.

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Arqueología 58 • agosto, 2019

Fig. 15 Área correspondiente a la hacienda La Teja. Fuente:


Google Maps. Se corresponde con los planos 83 D5, E5, D6 y E6
de la Guía Roji, México, 2010.
Fig. 16 Iglesia de San Miguel Chapultepec. Fuente: Fototeca mnh.
Trabajos arqueológicos en el área
El área de estudio ha sido objeto de diferentes inves-
tigaciones arqueológicas en lugares como el cerro de
Chapultepec (Braniff y Cervantes, 2005: 23; Saso, 1985;
Cabrera et al., 2005; Moreno, 2004); no obstante, nos
concentraremos en aquellas ejecutadas en la zona que
abarcó el pueblo de indios de San Miguel Chapulte-
pec. Entre las referencias más antiguas están las que
se hicieron en una carta del año 1898, dirigida a don
Manuel Urbina en la que se le comenta que:

En el cimiento de la tierra que fue de la capilla de San Mi-


guel Chapultepec existe a la vista una piedra labrada de un
plumaje que tal vez sea complemento de la que existe en
el museo [Museo Nacional] y que fue remitida por el doc- Fig. 17 Detalle de la iglesia de San Miguel Chapultepec.
tor Batres. Esta piedra fue extraída de un lugar inmediato Fuente: Fototeca mnh.
a la otra. Además por informes particulares que adquirí
cuando estuve en el gobierno del distrito parece que en En la carta antes citada se informa, además, que de
el interior de la Capilla, tanto en el piso del altar como en una terracería que se estaba construyendo en los alre-
las paredes, hay empotradas algunas piedras labradas que dedores de dicha capilla se extrajeron diversos objetos
pertenecían a las construcciones que había en la cima del de cerámica y piedra. También menciona que “en el
cerro de Chapultepec (ah-mna. Informe sobre el hallazgo, exterior de la capilla se notan algunas piedras de
en la Capilla de San Miguel Chapultepec, de una piedra divina clase de las que forman el cerro labradas con
labrada que puede ser complemento de la que envió el Sr. regularidad, que es posible contengan algunos signos
Batres al Museo con anterioridad, vol. 10, exp. 586-1998-1). enfrente como las de la iglesia de Santiago Tlatelolco”
(ah-mna. Informe sobre el hallazgo, en la Capilla de San
La iglesia de Chapultepec era considerada en el si- Miguel Chapultepec, de una piedra labrada que puede
glo xvi como una asistencia de la orden franciscana, ser complemento de la que envió el Sr. Batres al Museo
en donde vivían dos religiosos, que administraban a con anterioridad, vol. 10, exp. 586-1998-2.). Esta carta
setenta naturales “con autoridad del P. Ministro de S. es firmada por el señor Islas Caste. Por la misma época
Joseph; la iglesia es al Archangel S. Miguel dedicada. se tiene registrado en el catálogo del Museo Nacional
Tiene una cofradía de S. Antonio de Españoles con su una pieza “Divinidad azteca, labrada muy bellamente
Capilla pequeña, y otra del Santo Sepulcro, los Natu- en una piedra de 1.35 m de altura por 0.8 m de latitud.
rales tienen la de las Ánimas” (De Vetancurt, 1982: Parece ser Huitzilopochtli, dios de la guerra” (Galindo,
88). En el archivo fotográfico del mnh se encontró una 1901: 13), y se dice que fue localizada en Chapultepec.
panorámica (figura 16) y un par de fotos, las cuales, Otra mención sobre el lugar que ocupó el pueblo
suponemos, son de ese templo; de ambas tomas se for- de indios de San Miguel la da Antonio Fernández del
mó una, que es la que aquí presentamos (figura 17). Castillo:

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El pueblo de indios de San Miguel Chapultepec, un pueblo olvidado

En cuanto a San Miguel vale la pena aclarar que es dis-


tinto del antiguo San Miguel Chapultepec; éste se en-
contraba al noroeste de Chapultepec, en donde está hoy
la Secretaría de Salubridad y Asistencia y llegaba hasta
la Avenida Chapultepec. Este pueblo desapareció total-
mente como muchos otros devorados por la gran Ciudad
de México y no queda huella de él (Fernández, 2004: 59).

La construcción de la Secretaría comenzó en 1925,


se escogió un terreno entre las calles de “Paseo de la
Reforma, Calzada de Chapultepec a Tacubaya y aveni- Fig. 18 Chapulín de riolita. Fuente: Sala Mexica del Museo
da Sonora. El edificio es de estilo moderno y suntuoso, Nacional de Antropología, 2014. (Cabe mencionar que el famoso
de tres cuerpos principales unidos entre sí por tres Chapulín rojo de riolita que se exhibe en el museo fue propiedad
puentes” (Gobierno del Distrito Federal, 1930: 158). de los dueños de la hacienda referida en este artículo, como
aparece en documentos del Fondo Reservado del mna.)
Como se mencionó en el apartado de antecedentes
históricos, los terrenos del pueblo de indios de San Mi-
guel Chapultepec pasaron a propiedad de la hacienda tonal en dirección al metro”, de un cementerio colo-
de La Teja, cuyos dueños aparecen en archivo como nial. La investigadora indica en su reporte que excavó
donadores de piezas arqueológicas (figura 18). una superficie de 30 m a lo largo de la antigua reja y
especifica la localización de 48 esqueletos humanos
Un Chapulín de Mármol rojo de cinco ochavas de largo (figura 19), lo que la lleva a comparar el cementerio de
con su pedestal de hierro; sacado de la Alverca [sic] de San Miguel Chapultepec con el de Huexotla; además,
Chapultepec que pertenece a la hacienda de La Teja que refiere la localización de objetos de los siglos xvi, xvii
era dicho conde, y era la deidad o el ydolo de dicho lugar y xviii (Espinosa, 2005: 76).
que significa el cerro de Chapulín y que en un divujo [sic] Por otro lado, en un estudio practicado a estos 48
de Gemeli Carreri y en otro original en papel de maguey esqueletos se consigna que, de ese universo, 46 per-
está pintado en la cúspide y está en el Museo como do- tenecen al periodo colonial, y se dice que “en el caso
nación del SR. Dn. Sánchez, heredero del célebre Gama de los entierros 38ª y 11ª, ambos neonatos, fueron
(fr-bmna, Manuscrito referente a un monolito en forma localizados dentro de una vasija [...] es parte de una
de chapulín de mármol rojo, que fue sacado del lago de costumbre funeraria ampliamente difundida en época
Chapultepec.- anónimo.- s.l.-s. XIX.- i.f.in 40. min. Con prehispánica” (Cervantes, 2008: 143).
su copia en máquina. 1ª. Serie de papeles sueltos, legajo Las exploraciones arqueológicas aledañas a la ssa
1-A, doc. 1.). (figuras 20 y 21), originadas por la construcción del
monumento denominado Estela de Luz, consistieron
Otras piezas arqueológicas aportadas por este pue- en las excavaciones de una cala (figura 22) y algunos
blo fueron las encontradas durante la construcción de pozos de sondeo que, junto con la documentación
infraestructura en el siglo xx. Los vestigios de dicha histórica y cartográfica, permitieron definir que ese
población fueron en su mayoría destruidos debido al punto se ubicaba a las afueras del antiguo pueblo, en
trazado de pasos a desnivel, por las construcciones un área que estuvo inundada hasta finales del siglo
de la Secretaría de Salubridad y Asistencia (ssa) y de xviii, que fue parte de una glorieta, después se usó
la estación subterránea Chapultepec de la Línea 1 del como estacionamiento, y finalmente hoy es el Centro
Sistema de Transporte Colectivo Metro, así como por de Cultura Digital, mejor conocido como Estela de Luz.
el Circuito Interior en el siglo pasado.7 En esta exploración se encontraron materiales cerá-
En 2004 se emprendieron obras por el cambio de micos como: Azteca I, Azteca II, Naranja Pulido, Na-
reja de la entrada al bosque, lugar donde se detectaron ranja Alisado Palitos, Café Alisado, Rojo sobre Bayo,
restos humanos, por lo que se procedió al salvamen- Blanco sobre Rojo, Rojo Texcoco, Rojo Bruñido; así
to arqueológico, a cargo de la arqueóloga Guadalupe como mayólicas, Blanco Ciudad de México, Azul sobre
Espinosa, quien en un artículo señala en el Jardín de Blanco y algunos vidriados con tonalidades verdes,
Leones la localización “en la parte baja del puente que cafés y naranjas, y se detectaron ejemplares sellados.
conecta el Circuito Interior con el área de paso pea- En lo que toca a la lítica, se excavaron algunos frag-
mentos de navajilla de obsidiana de color gris. Tam-
bién se descubrieron restos de animales como vacas,
7  Por comunicación directa de uno de los ingenieros que participó en la cerdos y borregos.
construcción del puente que cruza el Circuito Interior y llega al paradero de
Chapultepec en el año de 1972, en su edificación se extrajeron restos huma- Por otro lado, cerca del área donde se asentó el pue-
nos que debieron ser parte del panteón de San Miguel. blo, en el lugar donde se ubica la gaza para dejar avenida

27
Arqueología 58 • agosto, 2019

Fig. 19 Entierros, foto Leones 05-04-05 019. Fuente: Diario de


Campo (36): 71.

Fig. 22 Cala 1, proyecto Plaza Bicentenario-Estela de Luz, inah,


2010.

Paseo de La Reforma e incorporarse a la vialidad de


Circuito Interior, donde actualmente se construye la
Subestación Eléctrica Diana (figura 23), se localizaron,
en 2014, aproximadamente a 24 m de profundidad, los
restos de fauna prehistórica,8 entre los que destacan la
defensa (figura 24) y huesos de un mamut (Martínez,
Fig. 20 Plano de ubicación de la Estela de Luz y zona de entie- 2016).
rros. Fuente: Proyecto Plaza Bicentenario-Estela de Luz, inah, Por último, es importante mencionar que la zona
2010. que ocupó el pueblo de San Miguel Chapultepec hoy se
encuentra dentro de la poligonal de zona arqueológica
de Chapultepec,9 lo que facilitará las intervenciones
arqueológicas en caso de se emprendan obras para
construir nueva infraestructura.

Comentarios
A través de este recorrido por las imágenes que aún se
conservan de lo que fuera el pueblo de indios de San
Miguel Chapultepec, se lograron identificar algunas
de las distintas ocupaciones y usos que tuvieron las
tierras al oriente del cerro de Chapultepec, desde la
época colonial hasta nuestros días, localidad que debió
tener sus orígenes en un asentamiento prehispánico.

8  Se tuvo la oportunidad de colaborar con la arqueóloga Maira Leticia Mar-


tínez Lemus y su equipo en la excavación de dichos restos por algunas se-
Fig. 21 La Secretaría de Salud antes de la edificación de la manas.
9  Delimitación de Zona Arqueológica de Chapultepec. Identificador único
Estela de Luz. Fuente: Proyecto Plaza Bicentenario-Estela de de catálogo de la zona arqueológica 6815, Clave de catálogo E14A3909039,
Luz, inah, 2010. noviembre 2016.

28
El pueblo de indios de San Miguel Chapultepec, un pueblo olvidado

Este trabajo trató de evidenciar la antigüedad del


pueblo de indios de San Miguel Chapultepec y distin-
guir su ubicación respecto de la colonia homónima, de
origen porfiriana. Del mismo modo, se buscó difun-
dir la existencia de piezas arqueológicas e históricas
obtenidas de esa área a lo largo del tiempo y que hoy
forman parte de los acervos del Instituto Nacional de
Antropología e Historia.
Con fundamento en lo anterior, se pretende poner
sobre la mesa que la zona al norte de lo que fuera el
acueducto de Chapultepec, así como la parte que ac-
tualmente ocupa el paradero de autobuses de trans-
porte público y la estación del Metro Chapultepec, así
como algunas casas en los alrededores, podrían ser
áreas con la potencial presencia de vestigios arqueo-
lógicos e históricos, que ante los diferentes proyectos
de construcción como el Centro de Transferencia Mo-
dal (Cetram) de Chapultepec, podrían ser afectados,
previéndose que el trabajo por parte de las diferentes
áreas del inah será arduo.
Cabe mencionar que aún hay textos pendientes
de estudiar relacionados con esta área; sin embargo,
creo necesario difundir lo que hasta ahora tenemos,
sin dejar de mencionar que en el Archivo General de
la Nación y en el Fondo Reservado de la Biblioteca del
Museo Nacional de Antropología existen documentos
referentes al pueblo en cuestión que enriquecerían fu-
turas investigaciones.
Fig. 23 Construcción de la Subestación Eléctrica Diana. Fuente:
Maira Leticia Martínez Lemu, inah.

Fig. 24 Fotografía de la defensa de un mamut. Fuente: Maira Leticia Martínez Lemu, inah.

29
Arqueología 58 • agosto, 2019

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fr-bmna Fondo Reservado, Biblioteca del Museo Nacio- de Gobernación.
nal de Antropología. 1968 Decreto que declara de utilidad pública la
Introducción de los títulos de fundación de Chapultepec, construcción de una plaza circular o glorieta
ff. del 4-9. en el cruce de las Avenidas Chapultepec e
Manuscrito referente a un monolito en forma de cha- Insurgentes, de esta ciudad, así como una estación
pulín de mármol rojo, que fue sacado del lago de vías subterráneas e instalaciones de tren
de Chapultepec. Anónimo. s. l. Siglo xix.- i. f. in rápido subterráneo del Sistema de Transporte
40. min. Con su copia en máquina. 1ª. Serie de Colectivo, en parte de la glorieta mencionada,
papeles sueltos, legajo 1-A, doc. 1. expropiándose para tal fin los predios que en el
mismo decreto se especifican (12 de marzo): 12.
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El pueblo de indios de San Miguel Chapultepec, un pueblo olvidado

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Mecanoescrito. Dirección de Salvamento

31
Análisis cromático en
cerámica del Epiclásico
en el Huizachtépetl:
principios metodológicos
Roberto Flores Ortiz
Dirección de Etnología
y estudio de caso
y Antropología Social, inah

Resumen: En arqueología, el análisis de piezas cerámicas es un recurso que aporta información sobre su origen, datación, localización y distri-
bución, técnicas de manufactura, funciones, etcétera, y ayuda al estudio de pueblos, tradiciones y culturas. Una de las tareas es clasificar objetos
mediante el reconocimiento de sus paletas y patrones cromáticos, significados y simbolismos. El presente estudio descriptivo y comparativo revisa
dos muestras cerámicas del Epiclásico, procedentes del cerro del Huizachtépetl, Ciudad de México, de las que se busca reconocer los colores y las
diferencias cromáticas que ayuden a identificarlos para, posteriormente, determinar su periodización. El objetivo es proponer una clasificación de
las muestras basada en el color. El estudio propone, además, los principios para un análisis semiótico del color aplicable a los estudios arqueológicos
en general.
Palabras clave: tipología cerámica, semiótica, color, prototipo, semisimbolismo, formante

Abstract: In archaeology the analysis of ceramic pieces is a resource that provides information about its origin, dating, location and distribution,
manufacturing techniques, functions, etc., and helps in the study of peoples, traditions, and cultures. One of the tasks is to classify objects by recog-
nizing their palettes and chromatic patterns, meanings and symbolism. The present descriptive and comparative study reviews two ceramic samples
from the Epiclassic period from the hill of Huizachtepetl, Mexico City, by exploring the colors and chromatic differences that help to identify them
and, later, to determine their periodization. The aim is to propose a classification of samples based on color. The study also proposes the principles
for a semiotic color analysis applicable to archaeological studies in general.
Keywords: typology, ceramics, semiotics, color, prototype, semi-symbolism, formant.

D
escribir los colores de un objeto parece tarea El presente trabajo brinda un estudio descriptivo y
fácil..., hasta que uno la emprende: si se quiere comparativo del cromatismo de dos muestras de ce-
ir más allá de la lista de los colores más básicos rámica del Epiclásico, obtenidas en el cerro del Hui-
o si se quiere dar cuenta de matices y degradados, se zachtécatl, en la Ciudad de México.1 Busca caracteri-
necesita de una idea más o menos clara de lo que es un zar, lo más finamente posible, los colores presentes,
color, de un sistema para medir diferencias de tono y de identificar sus variaciones y reconocer sus diferencias
una capacidad fina para discriminarlos. Por supuesto, cromáticas que permitan la identificación y eventual
la tarea se complica más cuando uno se enfrenta a una periodización de los tepalcates. El objetivo central es
gran cantidad de ellos, y éstos presentan variaciones, proponer una clasificación de la muestra basada en el
sean radicales o sutiles, de colores y matices. Se impone, color. De manera paralela, el estudio brinda los prin-
entonces, la tarea de clasificar, comparar y nombrar can- cipios para un análisis semiótico del color aplicable a
tidades a priori indeterminadas de colores, de reconocer los estudios arqueológicos en general y no únicamente
contrastes y de ordenarlos en patrones cromáticos. a la alfarería.
En arqueología, el estudio de los objetos cerámicos Las hipótesis generales son las siguientes:
ha sido un recurso frecuente para la comprensión de
sus peculiaridades, de su origen, datación, localización • El llamado “tipo Coyotlatelco” o “rojo sobre café”,
y distribución, de su dependencia con respecto de las con el que pudieran tradicionalmente identificarse
técnicas de manufactura, de su utilidad y las funcio- la mayoría, si no es que todos, los ejemplares de las
nes para las que aparentemente fueron diseñados. Esa
plétora de información se ha puesto al servicio de la
1  El estudio forma parte del Proyecto Arqueosemiótico: Identidad Chichime-
identificación y caracterización de pueblos, tradiciones ca en la Cerámica del Centro de México ( pasichccm) del Instituto Nacional de
y culturas. Obviamente, dentro de esta ingente tarea Antropología e Historia ( inah), que es codirigido por el maestro Jesús Sánchez
se encuentra la de identificar objetos por sus colores, y el autor. Las muestras se obtuvieron previamente, a partir del Proyecto de
Investigación Antropológica Cerro de la Estrella ( piace: 2004-2008). La selec-
reconocer paletas y patrones cromáticos, descifrar sus ción de las muestras estuvo a cargo de Jesús Sánchez, así como la caracteri-
significados y simbolismos... zación cromática y, en su momento, la primera clasificación.
Análisis cromático en cerámica del Epiclásico en el Huizachtépetl...

muestras descritas, no es una clase homogénea, sino interrogación semiótica toma la forma de una descrip-
que corresponde a una variedad de contrastes cro- ción “densa” de los atributos cromáticos del objeto,
máticos. que tiene las siguientes características:
• Un análisis semiótico contrastivo, sistemático y
• Sensible
diferencial permite reconocer las variedades de un
número limitado de clases cromáticas (frente a una • Contrastiva
caracterización positiva, atómica y no sistemática).
• Correlacional
• La utilización de las variedades reconocidas valida
parcialmente propuestas de la clasificación espa- La vista ofrece una superficie visible a la contempla-
cial y temporal obtenida con otros criterios (pasta ción que, además del color, brinda sensaciones como
y acabado). la de volumen, mediante los juegos de sombras; como
las texturas, a las que no solamente accedemos por el
• A partir de esa validación se abre la posibilidad de
tacto, sino que se hace presente en la lisura o rugosi-
utilizarla como patrón para la descripción de corpus
dad visible de la superficie; o el lustre o brillo que no
más amplios, y para determinar aquellos ejempla-
obedece simplemente a la luminosidad de los colores,
res que concuerdan con los resultados obtenidos e
sino que corresponde a lo que Caivano (2001) llama
identificar nuevas clases.
la cesía, es decir, las diferentes modalidades de distri-
bución de la luz en el espacio, tales como la transpa-
El artículo se encuentra organizado de la siguiente rencia, traslucidez, apariencia mate y brillo especular.
manera. Un primer apartado presenta los fundamen- La psicología de la percepción ha demostrado que
tos teóricos y metodológicos de la descripción semió- la apariencia cromática de los objetos, asociada a las
tica del color. Ahí se establece el carácter sensible, otras propiedades visuales mencionadas, no debe ser
contrastivo y correlacional del método empleado y se considerada una propiedad objetiva, sino relativa al
aboga por una descripción en términos de color proto- observador (actante cognoscitivo, pero también pro-
típico y de rasgos contrastantes. Esos principios per- pioceptivo).2 Pero tampoco es una apreciación sub-
miten, a continuación, definir los conceptos emplea- jetiva, pues es claro que el color es un atributo del
dos en la descripción. objeto. Es una propiedad enigmática, que se sitúa en
El segundo apartado establece las características el vínculo entre el objeto y el sujeto. No es, pues, una
específicas de las clasificaciones en semiótica y señala propiedad de la extensión, sino una propiedad obje-
los alcances y límites de una clasificación a partir del tivo-subjetiva de la intensidad (por utilizar la termi-
cromatismo en relación con una tipología cerámica nología de Zilberberg, 2003): en ese sentido, no son
general. propiedades cuantificables y su medición es de natu-
En el tercer apartado se indican las bases concep- raleza semiótica (tómese como ejemplo el caso de los
tuales de la descripción misma, que se inicia con la adjetivos comparativos).3 Esa propiedad es sensible
presentación, en el cuarto apartado, de los resultados merced a la combinación de tres órdenes de factores:
del análisis emprendido sobre una primera muestra de un estímulo físico; la operación de un receptor; la ela-
tiestos preclasificada en función de criterios de pasta boración mental del input sensorial; pero, si bien son
y acabado, y ofrece una clasificación y una caracteri- factores necesarios, ninguno de ellos es suficiente para
zación cromática hipotética de las clases propuestas. caracterizar el color.
El quinto apartado toma los resultados del cuarto y los No es posible reducir la apariencia sensible del color
utiliza como base para la descripción de una segunda al mero estímulo por tres razones: 1) la primera es que,
muestra no preclasificada: este procedimiento permite en virtud de procesos de homogeneización, estímulos
juzgar si los grupos reconocidos en la primera muestra variables producen apariencias constantes; 2) de ma-
se encuentran en la segunda y si existen otros agru- nera decisiva, la naturaleza del estímulo no es la misma
pamientos posibles. El artículo culmina con una breve
discusión de los resultados obtenidos y de los alcances 2  Por propioceptividad se entiende la capacidad de los organismos de tener
sensaciones corporales asociadas a estados anímicos y cognoscitivos; la pro-
del estudio semiótico del color en cerámica. pioceptividad es cercana al término embodiment, que los estudios cognosci-
tivos han puesto en boga.
3  La “medición” de este tipo de propiedades se realiza a través de contras-
Semiótica del color tes; por ejemplo, mediante la utilización de adjetivos comparativos, como las
palabras “corto” y “largo”, cuyo significado remite a una comparación del tipo
Para la semiótica, el color es una magnitud fenoméni- más que/menos, respecto de una norma o punto de referencia. Pero en el caso
ca que debe ser interrogada. Más que hablar del color del color no hay norma, sino comparación relativa entre valores cromáticos
sensiblemente diferentes los unos de los otros. Esto significa que un color
como una propiedad autónoma de las cosas, se habla específico contrasta con todos aquellos colores que se encuentran presentes
del modo en que éste se torna presente al hombre. La en una misma imagen u objeto. El contraste, entonces, es generalizado.

33
Arqueología 58 • agosto, 2019

que la de la apariencia —la luz no tiene color, las ema- los contrastes en una imagen sólo sean entre dos ele-
naciones odoríferas no tienen olor, etcétera—; 3) en las mentos, sino que las relaciones entre tres o más ele-
alucinaciones se obtienen unas impresiones sensibles mentos son reducidas a relaciones entre dos de ellos o
en ausencia de un estímulo externo. Tampoco es redu- a relaciones de relaciones.
cible al funcionamiento de los receptores, pues éstos
operan dentro de ciertos rangos —con puntos focales Rasgos cromáticos distintivos
que corresponden a máximos de estimulación— y sólo
son sensibles hasta cierto punto y durante tiempos La elección de rasgos distintivos en el caso de los colo-
limitados: la variedad de matices de las impresio- res se apoya en las propuestas de la teoría del color. Es
nes sensoriales, así como su persistencia, obedecen preciso elegir un sistema que ordene los colores según
a mecanismos ajenos a los receptores oculares. Por un número limitado de parámetros (los rasgos). Existen
último, y de modo más evidente, los estímulos senso- diversos sistemas que se organizan alrededor de dos
riales ni son simples alucinaciones —puesto que son criterios: sistemas basados en la mezcla de pigmentos
recursos adaptativos al medio circundante— ni son re- y sistemas basados en la luz reflejada. En semiótica, el
presentaciones mentales del mundo exterior: las per- sistema elegido debe ser coincidente con los fundamen-
cepciones son una de las vías por la que el mundo ex- tos fenomenológicos y perceptuales de la disciplina, por
terior se torna presente en la interioridad mental del lo que los sistemas basados en reflejos luminosos son
hombre. Las percepciones cromáticas son hechos “in- más adecuados. No es éste el lugar para entrar a discutir
teractivos” (si es que esa palabra explica algo y no se las virtudes y los defectos de distintas propuestas, basta
limita a ser la etiqueta de un problema): ponen en con decir que, por las siguientes razones, el Sistema de
juego mundo, cuerpo y mente, y se sitúan en el cruce Color de Munsell es uno de los más adecuados y, por
de estos tres ámbitos, sin pertenecer propiamente a ello, será utilizado; ese sistema: 1) describe los colo-
ninguno de ellos. En su deslocalización reside su ca- res en términos de tono, valor (luminosidad) y croma
rácter evasivo, que torna inútil la disyuntiva entre ob- (pureza, concepto cercano al de saturación); 2) descri-
jetividad y subjetividad. Lakoff y Johnson (1999: 30- be los colores por sus valores intrínsecos percibidos,
31) señalan que el color torna inviable la teoría de la especialmente en el caso del valor, que es establecido
verdad como correspondencia, pues es imposible en- independientemente de las variaciones en la ilumina-
contrar un sentido a una proposición como “El cielo ción, y 3) es frecuentemente utilizado para describir el
es azul”, en virtud de su triple anclaje en el mundo, el cromatismo de suelos y tierras.
cuerpo y la mente.
Ahora bien, si el cromatismo es un atributo sensible Prototipicidad y continuidad
objetivo-subjetivo, la identificación de colores distin-
tos debe ser contrastiva. Un primer contraste se esta- La clasificación de colores es un tema que requiere
blece entre los colores presentes en una misma de las comprender las diferencias e interferencias entre el
piezas que sirven de corpus. Tratándose de cerámica, color en óptica, en la percepción y la denominación.
esa distribución permite reconocer, primero, los colo- Esas interrelaciones ponen en juego distintas maneras
res del interior y del exterior de la pieza y, segundo, la de captar la serie cromática, ya sea como fenómeno
distribución por planos de profundidad, los que depen- continuo o discontinuo.
derán de la cantidad de colores empleados. En general
es posible una distribución primaria entre el color na- • Como radiación electromagnética, es una onda sus-
tural del barro cocido, el color aplicado como fondo y el ceptible de propagarse en el vacío y que es medida
color o los colores de primer plano. En algunos casos en términos de longitud de onda: esa medida la sitúa
el color natural es utilizado como fondo, por lo que en el espectro continuo de las radiaciones.
será posible reducir el número de planos. De manera
• El ojo capta los reflejos de la luz en los objetos como
más detallada, una tercera distribución permitirá re-
estímulos mediante fotorreceptores que responden
conocer los colores asociados a una parte específica del
a determinadas longitudes de onda, por lo que esa
objeto, como es el borde, el fondo, la base o el cuello.
captación es discontinua.
Esta tercera distribución sólo podrá ser reconocida si
se cuenta con el objeto entero o con una reconstitu- • El cerebro ejecuta, en función del contexto, un proce-
ción fidedigna: en el caso de contar únicamente con samiento ulterior de lo que el ojo capta para subrayar
fragmentos de cerámica, sólo podrán efectuarse las las diferencias cromáticas o para homogeneizarlas.
dos primeras distribuciones contrastivas. Otro tipo de
contraste se establece entre las distintas piezas. • La mente categoriza esos estímulos y retroalimenta
La manera más sencilla de representar contrastes el procesamiento de las percepciones cromáticas.
es mediante relaciones binarias. Esto no significa que

34
Análisis cromático en cerámica del Epiclásico en el Huizachtépetl...

• De igual manera, la lengua contribuye a retroali- Sin embargo, es preciso tomar con precaución esas
mentar tanto el proceso perceptivo como el cate- pretensiones, pues el reconocimiento de rasgos no es
gorizante, sin que sea posible diferenciar en todos criterio para oponerlo a un acercamiento en térmi-
los casos la denominación de los otros dos procesos. nos de prototipicidad: existen variantes de la noción
prototipo que apelan a dichos rasgos, como en la pro-
• A través del análisis cromático se pone de relieve el
puesta de análisis cromático aquí presentada. Por otro
orden cromático de las formas como un conjunto de
lado, incluso al oponerse a los prototipos, el análisis
contrastes, pero también como una escala gradual
en rasgos posee virtudes que no es conveniente des-
de variaciones cromáticas.
preciar. Por ejemplo, el recurso a los rasgos se revela
• Así, el tratamiento del color oscila entre su captación adecuado en el tratamiento de clases cerradas y de
como un continuo y dentro de un continuo, o como fenómenos que varían en rangos estrictos. Por últi-
una discontinuidad, o dentro de una escala graduada mo, no debe olvidarse que, al igual que cualquier otro
de manera discontinua. concepto de las ciencias cognoscitivas, la noción de
prototipo es prototípica, por lo que admite acepciones
• Por tal motivo, la categorización que pretende hacer
variadas, algunas de ellas centrales y otras periféricas.
la descripción semiótica no podría ser en términos
discretos, sino que debe respetar también las con-
tinuidades. Sobre la clasificación y la tipología
• Para dar cuenta de las transiciones de un color a Frecuentemente, clasificación y tipología son términos
otro, ya sea en una colección, en un ejemplar o considerados como sinónimos. Si bien esta equivalencia
incluso como un degradado cromático, la catego- no es totalmente incorrecta, aquí se entenderán con
rización se llevará a cabo mediante la identifica- sentidos parcialmente distintos: toda tipología exige
ción de colores prototípicos (o centrales) y de casos una clasificación y es una clasificación, pero no toda
marginales. clasificación es una tipología.
A diferencia de una simple agrupación, que es sus-
ceptible de reunir elementos mediante criterios cir-
La teoría de los prototipos surgió dentro de la lin-
cunstanciales (por ejemplo, reunir todos los elementos
güística y los estudios cognoscitivos, en la década de
que se encuentren por azar en un mismo lugar), una
los 1970 (Rosch, 1973), como una alternativa a los
clasificación requiere de criterios intrínsecos a los ele-
métodos de clasificación basados en criterios de per-
mentos. Las clasificaciones también se distinguen de
tenencia o de exclusión (Kleiber, 1990; Taylor, 2003).
los ordenamientos en que la reunión que éste opera
En la teoría del prototipo la clasificación se organiza a
impone un orden, pero de carácter extrínseco, y no por
partir de la mayor o menor lejanía respecto de un caso
la aplicación de algún criterio intrínseco a los propios
considerado ejemplar o central. De esta manera habrá,
miembros (así, por ejemplo, un ordenamiento es sus-
al menos, un caso cuya pertenencia a la clase sea con-
ceptible de producirse por enumeración, es decir, por
siderada indudable, mientras que la pertenencia de
la asociación de los elementos del conjunto con núme-
otros casos será considerada menos clara. En el caso
ros cardinales consecutivos). De tal manera, clasificar
del color, la clasificación por tonos es un ejemplo de
consiste en ordenar o disponer un grupo de elementos
ordenamiento prototípico, pues existen tonos focales4
que comparten unas mismas características, dicho de
que son considerados mejores ejemplares de la clase,
manera más precisa, consiste en reunir un conjunto
mientras que hay tonos intermedios en donde se di-
de elementos que cumplan algún criterio interno de
ficulta ubicarlo en una u otra: así ocurre, por ejem-
acuerdo con algún principio de pertinencia.
plo, con tonos aguamarina, que algunos agrupan den-
A su vez, una tipología consiste en proponer un
tro de los tonos verdes y, otros, de los azules.
patrón o modelo ideal al cual se ciñen un conjunto
Los partisanos de la teoría de los prototipos la han
de entidades. Es resultado de una actividad metacla-
presentado como una alternativa al modelo de cla-
sificatoria en la medida en que se apoya sobre clasifi-
sificación basado en rasgos necesarios y suficientes.
caciones previas, que examina con el fin de proponer
4  En un sentido distinto a esta noción de color focal en colorimetría, que el modelo. Una tipología exige emprender un proceso
apunta a la existencia de universales en la percepción del color y que se sos- de categorización de una clase en función del princi-
tiene al considerar el color fuera de contexto, aquí se reconocerá la existencia pio de pertinencia aplicado para la clasificación. La
de colores centrales dentro de los contrastes cromáticos que incluyen varias
muestras. Así, por ejemplo, es posible postular fuera de contexto un color propuesta de categorías a las que se conformarán los
rojo prototípico, que los seres humanos reconocen como el mejor ejemplar de tipos, supone una reflexión sobre los criterios clasifi-
rojo. En cambio, aquí se propondrá que ciertos matices de rojo son mejores catorios empleados y no directamente sobre los ele-
ejemplares del contraste rojo sobre café en la cerámica estudiada, por enci-
ma de otras variantes cromáticas. Esto no excluye que el rojo focal y el rojo mentos clasificados: una tipología es un ordenamiento
central de los contrastes sean susceptibles de coincidir. intrínseco —una clasificación— de dichos criterios.

35
Arqueología 58 • agosto, 2019

De manera que una tipología es una forma específica los valores contrastantes y del número de ellos— no
de clasificación. remite a ítems específicos ni subdivide ad infinitum
La postulación de tipos de cerámica requiere la par- los tipos, sino que los mantiene en un número razo-
ticipación de múltiples clasificaciones y ordenamien- nable y manejable. Tampoco exige una jerarquización
tos obtenidos del examen de diversos parámetros. Una de parámetros, pues el acabado no es tomado como
clasificación basada en un único parámetro es indu- una especificación del color, sino un parámetro inde-
dablemente insuficiente, aunque sus resultados sean pendiente.5 Cierto es que, en determinadas circuns-
elocuentes y, por ello, útiles. En ese sentido, el modelo tancias, los parámetros sí están ordenados, pero es
de tipología aquí propuesto es claramente politético. posible postular ese orden posteriormente a la corre-
El interés de la descripción y clasificación semióticas lación, de manera que el procedimiento permanezca
reside en que conjuga un acercamiento monotético, intacto. Es el caso, por ejemplo, de acabados mate vs.
centrado en las variaciones que se hallan en un pará- brillantes, que resulta razonable concebir como espe-
metro exclusivamente, como es el color en el presente cificaciones del color (la cesía se subordina, entonces,
caso, lo que permite postular clases hipotéticas que al cromatismo), pero esa constatación es posible ins-
deben ser correlacionadas por la descripción y clasi- trumentarla en la tipología, una vez que se clasifica
ficación del mismo material desde otros parámetros el material en función de los parámetros, que son ló-
para plantear la existencia de tipos. Que los resultados gicamente independientes, de color y cesía: el juicio
de todas esas clasificaciones sean totalmente coinci- de que un parámetro depende de otro es resultado,
dentes sería un resultado feliz, pero improbable y por entonces, de un razonamiento propio, adecuado a las
ello innecesario; basta con que sea posible encontrar circunstancias, y no un postulado a priori (dicho esto
algunos principios de invariancia para poder postu- independientemente de que ciertos parámetros van
lar la existencia de tipos cerámicos específicos. Así, necesariamente asociados, por ejemplo, valores de
la clasificación de contrastes de color no es suficien- textura y cesía, como puede ser el pulido y el brillo).
te, pero sí es indicativa; es necesario complementarla Es posible que un mismo parámetro se subordine a va-
mediante correlaciones con otros parámetros descrip- rios otros; por ejemplo, la cesía es susceptible de estar
tivos, para determinar su importancia. Al respecto, asociada a una distinción entre cerámica utilitaria vs.
el trabajo sobre el color, aunque central, sólo es una decorativa y no necesariamente al color.
etapa en la vasta tarea clasificatoria: deberán sumár- El tipo no debe ser definido a partir de rasgos medi-
sele descripciones de la cesía, de los acabados, de las dos con exactitud, pues eso introduce una perspectiva
decoraciones y de la morfología de los artefactos. ajena a la fenomenología: las mediciones deben ser
Hay dos estrategias para conectar parámetros cla- contrastivas entre dos ejemplares presentes; en todo
sificatorios distintos, como pueden ser color y acaba- caso, deben recurrir a un patrón de medida con el cual
do. Una de ellas consiste simplemente en utilizar un contrastar, pero ese patrón debe ser justificado.
primer parámetro como base para proponer un cierto Los rasgos retenidos deben ser en número mínimo
número de tipos básicos, y luego, utilizar el segundo para mantener la economía de la descripción. Esto,
parámetro para subdividir la tipología obtenida. De además, aboga en favor de una Gestalt definida en tér-
esta manera se afinan las clases y se van precisando, minos de una jerarquía de contrastes. Una descripción
dicen sus defensores. Se obtiene así, por ejemplo, un extensa opera en detrimento de las posibilidades de
tipo como rojo oscuro sobre crema, que se subdivide comparación de un ítem respecto de otro. Si bien los
en acabado pulido o acabado burdo. Pero a la vista rasgos excesivos pueden ser contrastivos, su carácter
salta que tal procedimiento es limitado, pues sólo sir- excedente los torna superfluos. Habrá, pues, rasgos
ve cuando el número de parámetros es restringido, dominantes y, otros, subordinados. Una descripción
cuando las variaciones dentro de cada parámetro es- extensa no conduce a la exhaustividad, sino a cons-
tán bien definidas y, lo que es más, cuando se cuenta tatar el carácter parcial de cualquier descripción em-
con un orden de importancia de los parámetros in- prendida con esos fines, de modo que la descripción
volucrados. debe ser utilitaria y selectiva.
La segunda estrategia consiste en obtener tipolo- El objetivo de la descripción en rasgos contrastan-
gías independientes por cada parámetro considerado tes suficientes consiste en obtener una Gestalt, dicho
y luego identificar las coincidencias mediante proce- redundantemente, una unidad que posea las caracte-
dimientos de correlación de contrastes (covariación).
Es así que el resultado de una correlación —el contras- 5  En este punto es posible acercar el modo semiótico de clasificación con el
te A vs. B (por ejemplo, café oscuro vs. crema pálido) modelo vajilla, que se niega a privilegiar ciertos parámetros en la definición
en el parámetro color se encuentra asociado con el del tipo y deja que éstos contribuyan conjuntamente en la identificación del
ítem. Difiere del modelo vajilla en que no por ello rechaza la posibilidad de
contraste a vs. b (alisado vs. bruñido) en el parámetro ordenar jerárquicamente los parámetros reconocidos, pero no de manera a
acabado, independientemente de la especificidad de priori, sino en función de los casos considerados.

36
Análisis cromático en cerámica del Epiclásico en el Huizachtépetl...

rísticas de individuación e integridad perceptuales, es de este modo, al diagramar únicamente valor y croma,
decir, que los rasgos de la Gestalt son solidarios y su- se torna posible emplear grafos bidimensionales. Sin
ficientes para permitir su identificación. La identidad embargo, en el presente trabajo se aboga por un empleo
así obtenida se sitúa a mitad de camino entre la exis- de grafos bidimensionales superpuestos y de grafos de
tencia del ítem descrito y su abstracción conceptual: dispersión en 3D, como una manera de tener una visión
es en ese sentido que se ubica entre la singularidad del más precisa de los fenómenos descritos.6
ítem y su generalización. Pero también se sitúa entre La muestra analizada se compone de un conjunto
la existencia objetiva del ítem y su clasificación, pues (finito) A de colores, que entran en contraste con, al
la descripción crea una imagen del ítem que recoge menos, un conjunto (también finito) B de colores.
algunos de sus atributos sensibles, pero al seleccionar-
los, identificarlos, jerarquizarlos y correlacionarlos, los A = {a1, a2, a3, ..., an} vs. B = {b1, b2, b3, ..., bn}
asume como una idealización, de manera que, entre la
existencia objetiva del ítem y su conceptualización, se Una relación cromática (Rc) se constituye mediante,
sitúa la Gestalt. Ésta no es una imagen objetivamente al menos, dos colores contrastantes (dupla).
fiel del ítem, pero tampoco es un concepto: es un ob-
jeto-intencional. Rc (a i, bi); donde a i∈A, b i∈B, (i: 1, 2, 3, ..., n)
Una variante es el rango de variación de un valor y Rc ⊆ AXB
perteneciente a un parámetro determinado; por ejem-
plo: rojo oscuro, valor específico, determinado respecto En general, (n-upla).
del valor genérico rojo, dentro del parámetro de color.
No debe confundirse con la variable; es el parámetro. Rc (a i, b i, c i,..., t i); donde a i∈A, b i∈B, c i∈C,..., t i∈T
Por último, al ser resultado de una clasificación de y Rc ⊆ A X B X C X... X T
criterios de clasificación (metaclasificación) y estar
apoyado en rasgos sensibles, el tipo, en semiótica, se La unidad básica de análisis es la clase cromática
conforma mediante correlaciones de rasgos contras- (Gc), formada por los subconjuntos de colores suscep-
tantes provenientes de distintos parámetros (color, tibles de formar n-uplas dentro de una relación cro-
decoración, pasta, acabado, forma, etcétera). De esta mática y que ocupan el mismo lugar en la relación; la
manera, la unidad del tipo está dada por la correlación, clase cromática se reconoce a partir de la variación de
pero su identidad tiene que ser postulada hipotética- tono, valor y croma organizados alrededor de un tono
mente a partir de otros criterios: localización, estrati- prototípico. Una tesis central del análisis semiótico es
grafía, fuentes etnohistóricas, asociación con otro tipo que los contrastes cromáticos de muestras individua-
de materiales. Un tipo no conlleva intrínsecamente su les no son significativos.
propia identidad (cultural, semiótica, arqueológica),
sino que exige ordenamientos que operan mediante A’ ⊆ A; B’ ⊆ B; C’ ⊆ C;...; T’ ⊆ T
criterios extrínsecos. Aquí sólo se abordarán los crite-
rios de unidad del tipo y no los criterios de identidad. Donde: A’ = {ai | Rc (ai, bi, ci,..., ti)}; B’ = {bi | Rc (ai, bi,
ci,..., ti)};... ; T’= {ti | Rc (ai, bi, ci,..., t i)}
Bases conceptuales de la descripción
Gc ⊆ [A’ U B’ U C’ U... U T’]
El análisis se lleva a cabo sobre un corpus formado
por un conjunto de muestras de cerámica. Los colores Los colores que son miembros de una misma clase
presentes en cada ejemplar del corpus son descritos son variantes cromáticas (Vc).
mediante rasgos de tono, valor y croma. De acuerdo a
los principios metodológicos esbozados anteriormente, Vc: vi∈{ v1,v2 ,v3,...,v n } i. e. vi ∈Gc
a partir de la descripción en rasgos, los colores de la
muestra se ordenan en planos contrastantes de profun-
didad y, eventualmente, en contrastes cromáticos de 6  Se emplearon macros y programas diseñados específicamente para elabo-
rar grafos de dispersión en 3D. El primero de ellos corre en Excel (Doka, 2006-
un mismo plano. Este segundo caso es, sin embargo, 2013) y el segundo es un pequeño programa autónomo que corre en Java
delicado cuando se trata de colores próximos dentro (Ariza y Lingan, 2014). Es posible encontrar el macro de Excel en la siguiente
de la escala cromática, por lo que corresponderá a fa- dirección electrónica: <http://www.doka.ch/Excel3Dscatterplot.htm>, mien-
tras que es posible descargar la versión 1.2 del programa en Java en la si-
ses ulteriores de la descripción la tarea de resolver las guiente dirección: <http://www.mediaciones-arte-ciencia.com/modelosdia-
eventuales dificultades. Cabe señalar que, en virtud gramaticos-analisisemioticos>. Las tablas Munsell fueron obtenidas del Mun-
de sus escalas decimales, valor y croma, generalmente sell Conversion Program v. 4.01 (Van Aken, s/f) que antes estaba disponible
gratuitamente en Internet, pero que ahora es posible comprar en: <http://
son diagramados mejor, mientras que los tonos son wallkillcolor.com/>. Agradezco a Miguel Ariza su ayuda en la formulación de
identificados más laboriosamente (Knoop, 2013: 93-94); las expresiones formales.

37
Arqueología 58 • agosto, 2019

Las variantes se agrupan en torno a un término Fc: {Gc1,..., Gcn}


central, que es considerado prototípico.
De tal manera, la caracterización del tipo cerámi-
i. e. vP ∈{v1,v2,v3,...,v p,...,v n}; vp∈Gc co como “rojo sobre café” sigue siendo pertinente,
aunque su importancia se vea aminorada por su gran
El prototipo se manifiesta por su presencia en el generalidad. Es así que los formantes plásticos de ca-
mayor número de muestras; sin embargo, no se tra- rácter cromático se integran mediante los contrastes
ta de una medida cuantitativa, sino cualitativa; debe entre clases y familias cromáticas En los grafos 3D,
quedar claro que un color no es prototípico por ser el tanto las clases contrastantes como las familias con-
más frecuente, sino que, en todo caso, a la inversa, trastantes aparecen como constelaciones cromáticas
es más frecuente por ser prototípico: la frecuencia es de forma geométrica característica, susceptibles de ser
simplemente un indicio de la prototipicidad. apreciadas a simple vista, lo que constituye una gran
El otro momento delicado en la identificación de co- ventaja descriptiva.
lores es la agrupación de variantes dentro de un mis- Como conclusión de este apartado cabe señalar que
mo tono: el criterio general es el reconocimiento de las bases descriptivas indicadas aquí corresponden
discontinuidades de tono, de valor o de croma. La pre- únicamente a la fase clasificatoria, por lo que es pre-
gunta omnipresente es: ¿en qué momento dos colores ciso avanzar hacia el reconocimiento de modelos es-
próximos forman parte de una misma clase o deben tructurales de carácter morfológico, y que den cuenta
ser diferenciados? El empleo de grafos de dispersión de la dinámica inherente a los contrastes y permitan
3D facilita la tarea, pues permite detectar con mayor comprender algunos procesos evolutivos. Al final del
claridad los hiatos entre colores y medir las distancias, análisis de la primera muestra se indican algunos de
pero a condición de aplicarlos a inventarios reducidos los indicios sobre los que se apoya la morfodinámica
de colores: un grafo con exceso de variables tiende a del cromatismo.
aparecer como un continuo indistinto.
El perfil cromático consiste en el conjunto de rela- Análisis de la primera muestra
ciones entre un miembro de una clase cromática y otro
miembro de su clase contrastante; por ejemplo, el con- El presente trabajo forma parte del Proyecto Arqueo-
traste entre rojo y café en la cerámica aquí descrita. semiótico Identidad Chichimeca en la Cerámica del
Centro de México (pasichccm), cuyo objetivo es formular
Gc vs. Gc’ y justificar una hipótesis, a partir de material cerámico,
acerca de la identidad étnico-cultural de los grupos
Pc = {Rc | Rc (vi, vj); vi∈Gc, vj∈Gc’} que, después de la caída de Teotihuacan, llegaron al
Altiplano Central y se asentaron en la región del Cerro
Las clases cromáticas mantienen entre ellas dos re- de la Estrella durante el periodo Epiclásico (700 a 900
laciones: dentro de un mismo tono y con grupos pro- e. c.). El pasichccm se concibe como una continuación
venientes de tonos aledaños, que poseen en conjunto del Proyecto de Investigación Antropológica Cerro de
un mismo valor discriminatorio. El carácter correlacio- la Estrella ( piace) llevado a cabo entre 2002-2012; este
nal del método queda plasmado al asociar contrasti- último tuvo como objetivo, en su vertiente arqueoló-
vamente un conjunto de relaciones con otro. Una tesis gica, la exploración del conjunto arquitectónico del
central del análisis aquí emprendido es que el contras- Templo del Fuego Nuevo, su reforzamiento estructural
te rojo sobre café del corpus descrito no es un contraste y su consolidación. En el proyecto presente se retoma
entre dos clases, sino que existen distintas clases de el análisis e interpretación de materiales cerámicos ob-
rojo, así como distintas clases de café. Esta tesis va tenidos por el proyecto, previo a los años referidos, a la
más allá de la simple constatación de que existen va- luz de los principios y métodos de la arqueosemiótica.
rios tonos de rojo, así como varios tonos de café, pues El análisis se hizo a partir de material cerámico
los colores individuales no son relevantes, sino las cla- recogido en el costado sur de la Plataforma del Templo
sificaciones de dichos tonos. De modo que el perfil cro- del Fuego Nuevo en el Huizachtépetl, que pertenecen
mático permite describir el conjunto de correlaciones al Epiclásico. La descripción se hizo, en un primer
cromáticas que caracterizan una muestra homogénea momento, en una muestra aleatoria de 33 fragmen-
y reconocer el universo cromático de dicha muestra. La tos de cerámica identificados por color (a partir del
caracterización de una tradición cultural cromática se sistema Munsell), tamaño, procedencia y profundi-
hace a partir del contraste entre perfiles cromáticos dad del hallazgo, acompañada de una propuesta de
diferenciales. El conjunto de clases que cumplen el clasificación por etapa cronológica, a partir de pasta y
mismo papel discriminatorio constituye una familia acabado (identificación Munsell por Brenda Chávez e
cromática. identificación general por Jesús Sánchez). La muestra

38
Análisis cromático en cerámica del Epiclásico en el Huizachtépetl...

provenía del material de relleno del costado sur de   E xterior Interior


la Gran Plataforma del Templo del Fuego Nuevo; se Identif. 1 plano
er
2 plano
O
3 plano
er
1 plano
er
2O plano
obtuvo entre 1.00 y 1.50 m de profundidad y su anti- G rupo I
güedad se remonta al año 800 e. c., fecha aproximada 19.1 y 2 7.5 Y R 6/6 7.5 R 3/6 7.5 Y R 6/6
de la edificación de la Gran Plataforma. 19.3 7.5 Y R 5/6 7.5 R 3/6 7.5 Y R 5/6
En la figura 1 se presentan los valores cromáticos de (-1/0) (-1/0)
la primera muestra: como es costumbre en la notación G rupo II
Munsell, se indica primero el tono, luego el valor y, en 25 B1 7.5 R 3/6 10 Y R 8/3 7.5 Y R 6/4 7.5 R 3/6
tercer lugar, la croma (se utilizó la tabla para suelos y 25 B 4 7.5 R 3/6 10 Y R 8/3 10 Y R 7/4 (+1/0) 7.5 R 3/6
tierras). Los ejemplares se agrupan partiendo de una G rupo III
variación mínima respecto del caso que presenta los 23.2 10 R 3/6 10 Y R 8/3 7.5 Y R 6/4 10 R 3/6
valores medios (resaltado en negritas). Como resul- 24.4 10 R 3/6 10 YR 8/2 (0/+1) 7.5 Y R 6/6 (0/+2) 10 R 3/6
tado de un examen de la distribución cromática para 25 A1 10 R 3/6 10 Y R 8/2 7.5 Y R 6/4 10 R 3/6
cada uno de los ejemplares de la muestra, se retuvo 25 B2 10 R 3/6 10 YR 8/3 (0/+1) 7.5 Y R 6/4 10 R 3/6
una variación mínima de ±2.5 puntos en el tono, ±2 24.2 10 R 3/6 10 Y R 8/2 10 Y R 2.5 Y R 3/4
para el valor y ±4 para la croma; estos rangos deben 6/4(+2.5) (+2.5 0/-2)
ser considerados como un simple punto de inicio 24.3 10 R 3/6 10 YR 8/3 (0/+1) 7.5 Y R 6/4 2.5 Y R 3/6
y no como una propuesta firme de variabilidad.7 Se (+2.5)

obtuvieron 10 clases tentativas y un caso desviante, 25 B3 10 R 3/6 10 Y R 8/2 10 Y R 6/4 10 R 3/6

cuya anomalía no reside en los cromatismos sino en 25 B5 10 R 3/6 10 Y R 7/3 10 Y R 6/4 10 R 3/4
la distribución de ellos. A su vez, las 10 clases fueron (-1/+1) (0/-2)

contrastadas con la clasificación cronológica por pas- G rupo IV

ta y acabado y se encontró que, salvo cuatro casos, 23.1 2.5 Y R 3/6 10 Y R 8/3 7.5 Y R 6/4 2.5 Y R 3/6

coincidían con grupos identificados como: teotihuaca- 24.1 2.5 Y R 3/6 10 Y R 8/2 7.5 Y R 6/4 2.5 Y R 3/6
(0/-1)
no-chichimeca, chichimeca y culhua.8 Los grupos III y
IV son esencialmente teotihuacano-chichimecas, pero Grupo V

cada uno de ellos presenta un caso clasificado como 18.2 y 3 5 R 3/6 7.5 Y R 6/4 7.5 Y R 6/4

chichimeca, correspondientes a periodos sucesivos. G rupo VI

El grupo X es esencialmente culhua, pero incluye un 23.3 7.5 R 3/4 10 Y R 8/3 7.5 Y R 6/4 7.5 R 3/4

caso teotihuacano-chichimeca que no se encuentra G rupo VII

próximo en el tiempo. El caso desviante fue clasificado 18.1 7.5 R 3/4 5 Y R 5/4 5 Y R 5/4

por Jesús Sánchez como chichimeca. G rupo VIII

Las piezas analizadas contienen un máximo de cin- 22 B 2.5 Y R 3/6 10 Y R 8/2 7.5 Y R 5/4 2.5 Y R 3/6 10 Y R 8/2

co valores cromáticos distribuidos entre los colores (+1/-1) (+1/-1)

del exterior y los del interior. En el exterior se apre- 22 D 2.5 Y R 3/6 10 Y R 7/3 7.5 Y R 5/4 2.5 YR 3/6 10 Y R 7/3

cian hasta tres colores distintos distribuidos en planos 22 C 10 R 4/6 10 Y R 8/3(+1/0) 7.5 Y R 5/4 10 R 4/6 10 Y R 8/3
(-2.5 +1/0) (-2.5 1/0) (+1/0)

22 A 10 R 3/4 10 Y R 7.5 Y R 6/4 10 R 3/4 10 Y R 8/3
7  Falta definir criterios psicológicos y fisiológicos para determinar los ran-
(-2.5 0/-2) 8/3(+1/0) (+1/0) (-2.5 0/-2) (+1/0)
gos de variación mínima en la percepción cromática. Para ello sería nece-
sario realizar, en el ámbito mexicano, una investigación experimental que G rupo IX
determine los umbrales de percepción diferencial de tonos, valores y cromas 20.1 y 2 7.5 R 3/6 5 Y R 5/6(-2.5 -1/0) 5 Y R 5/6(-2.5 -1/0)
para distintos sujetos y en entornos de iluminación controlada (una muestra
21.1 7.5 R 3/6 7.5 Y R 6/6 10 Y R 6/3
de este tipo de estudio se encuentra en Frankel, 1980). En ausencia de ello,
(+2.5 0/3)
aquí se optó por un acercamiento pragmático gradual que evitara al máximo
tomar decisiones arbitrarias: se partió, en primer lugar, de los casos en los 21.2 10 R 3/4 7.5 Y R 5/6 10 Y R 6/4
que la distribución de colores en dos tiestos fuera la misma, salvo por un (+2.5 0/-2) (-1/0) (+2.5 0/-2)
parámetro; a continuación se tomó el valor mínimo de esa variación y se le 21.3 7.5 R 3/6 7.5 Y R 6/6 7.5 Y R 6/6
aplicó al conjunto del corpus; ésa fue la base para reconocer los 10 grupos.
El agrupamiento es menos subjetivo de lo que aparenta, pues una condición 21.4 7.5 R 3/6 7.5 Y R 5/2 7.5 Y R 5/2
esencial es que la variación se juzga con respecto al cromatismo de toda la (-1/-4) (-1/-4)
pieza y no de colores aislados. G rupo X
8  Al no ser necesaria para la metodología empleada, en el presente trabajo
26.4.1 10 R 3/6 10 Y R 7/4 10 Y R 7/3(+1/-1)
no se discutirá el sentido de la denominación empleada, sólo se le utilizará
(+1/0)
con fines discriminatorios.
26.4.2 10 R 3/6 10 Y R 6/4 10 Y R 6/4

26.4.3 7.5 R 3/6 10 Y R 6/4 10 Y R 6/4


Fig. 1 Agrupamiento de la primera muestra con indicación de (-2.5)
la variación mínima respecto de un caso central (en negritas).
G rupo XI
Entre paréntesis se pone la variación respecto del caso central.
23.4 10R 3/4 10 Y R 8/3 5 Y R 4/6
Fuente: elaboración propia.

39
Arqueología 58 • agosto, 2019

de profundidad: un primer plano en tonos rojos, un


segundo plano con pigmentos en un tono uniforme
amarillo-rojo (10 Y R) y uno tercero, también en tonos
amarillo-rojos que, en casi todos los casos, correspon-
de al color natural. En el interior sólo se observan los
tonos rojos del primer plano y los tonos amarillo-rojos
del fondo natural.
Grafos de dispersión en 3D permiten observar las
correlaciones entre los valores cromáticos de cada una
de las piezas (figura 2).9 Al comparar cada una de las
correlaciones es posible presentarlas en tres familias
claramente diferenciadas: cada una de ellas presenta
un conjunto de correlaciones similares. Sólo un caso
es totalmente divergente con respecto a las demás
correlaciones.
Se ha identificado cada familia de acuerdo con el
grupo que domina en la clasificación cronológica he-
cha a partir de la pasta y el acabado.
En los grafos se aprecia claramente que la menor
variación ocurre en el color de fondo, pertenecientes
al segundo y tercer plano, que incluyen el color natu-
ral. Son valores extremos de la gama YR (7.5 y 10) que
corresponden a colores marrón amarillento y crema.
Dentro de esos valores, la variación más notoria co-
rresponde a una disminución de luminosidad o valor Fig. 2 Grafos de dispersión 3D de la primera muestra. Fuente:
que pasa de un valor de 8 a un valor de 7.5 y llega elaboración propia.
hasta 6 en la familia culhua. La croma o saturación
permanece invariante en las dos primeras familias,
pero aumenta dos puntos en la familia culhua. Cabe
señalar que la muestra de esta última es la más pe-
queña, por lo que toda extrapolación debe ser tomada
con prudencia.
En cuanto a los colores de primer plano, no se apre-
cia en el tono una variación lineal, sino una oscilación
desde los valores medios de la familia teotihuaca-
no-chichimeca (7.5 y 10 R), valores muy próximos entre Fig. 3 Oscilación del tono de primer plano durante el periodo
ellos, a una polarización en el grupo chichimeca que chichimeca. Fuente: elaboración propia.
va de 2.5 Y R hasta 5 R y luego un retorno, en el grupo
culhua, a los valores de origen —que se muestra en el pondiente y en un grafo bidimensional del valor y la
arco correspondiente de la rueda de color (figura 3)—. croma (figura 4). Por último, los valores del color de
En los tres casos, los rangos de valor y croma perma- fondo se mantienen constantes. De esta manera, las
necen constantes. variaciones en el contraste cromático se focalizan en
Dicho en breves palabras, a lo largo de los tres pe- los colores de primero y segundo plano.
riodos considerados se aprecia una oscilación en el
tono del primer plano, que va de rangos situados en Análisis de la segunda muestra
la frontera con el amarillo-rojo, para polarizarse en e integración de formantes
la etapa intermedia entre un valor rojo medio y un
valor extremo amarillo-rojo. El segundo plano presen- La segunda muestra se compone de un conjunto de
ta, en una correlación inversa y decreciente, un leve tiestos distribuidos en 45 variantes y agrupados en 5
decremento en la luminosidad, asociada a un incre- variedades, que fue obtenido de la Gran Plataforma,
mento, también leve, de la saturación: esta evolución así como de diversos sitios de las faldas del cerro. Se
se muestra en la tabla Munsell del tono 10 YR corres- trata de un conjunto heterogéneo que no fue clasificado
temporalmente. El análisis busca comprobar si los re-
9  En los grafos, la escala de tonos ha sido normalizada a una base 10, en sultados del análisis de la primera muestra son extrapo-
donde R va del intervalo 12.5 a 20 y YR de 22.5 a 30. lables, es decir, si los grupos y familias ahí identificados

40
Análisis cromático en cerámica del Epiclásico en el Huizachtépetl...

Al observar los diagramas de dispersión 3D de am-


bos colores, se aprecia claramente un hiato en la cro-
ma: la mayor parte de los rojos son más luminosos (6
en la escala), mientras que un grupo minoritario pre-
senta valores menores, situados alrededor de 4 en la
escala. En cuanto a los tonos cafés, también se aprecia
una discontinuidad que afecta la luminosidad, pero
que también incluye el tono. El grupo dominante es
menos luminoso (croma de 2 a 4) y, en tono, se ubi-
Fig. 4 Variación en el tiempo del tono de segundo plano (tono ca arriba de los valores 5 Y R, hasta llegar a 10 Y R; en
10 YR) y grafo de correlación inversa y decreciente. Fuente: cambio, un segundo grupo, subordinado, se sitúa en
elaboración propia. el tono 2.5 Y R y es más luminoso (6 en la escala). Es
notable que, en estas variaciones, el valor no cumple
se encuentran en la segunda muestra. Una diferencia ningún papel (figuras 10 y 11).
que aparece a simple vista es que el color natural de En primer lugar, hay que preguntarse si el hiato
estos ejemplares no es aparente, por lo que, dado que en la croma, en los tonos rojos, que pasa sin interme-
la descripción cromática se refiere a colores visibles, diario del rango 4 al 6, es significativo, al igual que la
no es posible tomarlo en consideración, de manera que presencia aislada de un 8.11 Por otro parte, es preciso
los diagramas correlacionarán únicamente un color de tomar en cuenta la diferencia tonal apreciable en la
fondo (café) con un color de primer plano (rojo), tanto distribución cromática, que concentra un número sig-
del exterior como del interior. El color del borde coin- nificativo de casos en el subtono 2.5 Y R y, en la escala
cide siempre con uno del exterior o del interior, por lo opuesta, presenta dos casos aislados en 5 R. En cambio,
que tampoco será tomado en cuenta (figura 5). el valor se distribuye esencialmente en los rangos 3 y
Toca ahora agrupar los distintos cromatismos al- 4, luego en 5 y 6, aunque tiene una oscilación extrema
rededor de colores prototípicos, tanto para la primera entre 2 y 7, pero puntual.
muestra como para la segunda (figura 6). Una primera Cabe señalar, sin embargo, que al no tratarse de
observación permite reconocer que los tonos rojos son verdaderos grupos, en realidad estamos frente a un
muy homogéneos y se concentran alrededor del rojo grupo muy amplio de tonos R de saturación variable,
oscuro (10 R 3/6), que presenta el mayor número de ca- que abarca la mayoría de los subtonos, y un grupo
sos (14 en la primera muestra y 10 en la segunda). Sólo muy restringido que se refiere a colores 5 R muy satu-
aparece una agrupación divergente en el tono 2.5 YR, rado. De manera que únicamente son dos los grupos
centrado alrededor del color denominado simplemente verdaderos para cada uno de los tonos. Esto permite
rojo (2.5 YR 5/6). Es posible aprovechar la división ar- constituir las constelaciones cromáticas al reconocer
bitraria10 en subtonos propuesta por la tabla Munsell la permanencia de un mismo grupo a lo largo de los
para proponer la siguiente distribución en grupos (con subtonos, como se aprecia al superponer las tablas
indicación del número de casos). Munsell respectivas: para armar una constelación, en
Sin embargo, es preciso tomar en cuenta que no la figura 12 la línea une los puntos de cada uno de los
se trata de verdaderos grupos cromáticos. Éstos son planos; este diagrama corresponde al grupo minori-
únicamente dos: la serie que va de R 1a a R 4 y el grupo tario de la familia café en la primera muestra (el pro-
formado por R 1b, lo que permite apreciar el carácter grama de Ariza y Lingan [2014] permite automatizar
relativamente marginal de este segundo grupo. este paso y generar constelaciones a partir de grafos
La agrupación de los tonos café presenta mayores de dispersión 3D).
dificultades, que obligan a tomar de decisiones aven- Aunque también se agrupan en dos, los tonos cafés
turadas, por ser prematuras: sería necesario contar con no presentan una distribución tan desigual, sino más
muestras más amplias para encontrar agrupamientos equilibrada, pues cada subtono se deja dividir en un
altamente significativos; pero a pesar del tamaño de grupo saturado y otro menos saturado. Se conserva,
la muestra, es posible encontrar algunos patrones re- sin embargo, la división entre 5 “grupos” R y 6 Y R
gulares (figuras 7, 8 y 9). para presentar diagramas más sencillos y fáciles de
entender. Es así que las correlaciones entre tonos ro-
10  Arbitraria en el sentido de que la división en cinco subtonos dentro de jos y cafés muestran una distribución característica
cada uno de los 10 tonos base de la rueda de color, tiene como objetivo ofre-
cer una distribución uniforme del cromatismo. Esta misma arbitrariedad se que permite compararlas con las de la primera mues-
encuentra en la escala de los valores de luminosidad. En cambio, la escala de tra (figura 13).
la saturación conjuga otro tipo de decisión arbitraria, la regularidad homogé-
nea de los intervalos numerados, que presenta como intervalos discretos lo
que responde a un fenómeno continuo, con la apertura potencial de la escala 11  Este croma de 8 se encuentra en 22.5 YR 5/8, que es un rojo focal: ese color
para admitir posibles incrementos en la saturación. aislado puede convertirse en un caso central, además de ser un color focal.

41
Arqueología 58 • agosto, 2019

Vajilla genérica: Huizachtépetl rojo / crema / natural


Variedad 1 (V1) decorado exterior - pintado interior
Interior
Exterior Pasta
  Borde Pintado
Variante I (V1-vI) 10 R 3/4 rojo cafetoso 10 R 3/4 rojo cafetoso 2.5 Y R 3/4 café rojizo oscuro
7.5 Y R 7/2 gris rosado
  10 Y R 7/3 café muy pálido   2.5 Y R 3/6 rojo oscuro

  10 Y R 8/3 café muy pálido      


7.5 Y R 5/6 café fuerte
(engobe en mitad baja)
Variante II (V1-vII) 2.5 Y R 3/6 rojo oscuro 2.5 Y R 3/6 rojo oscuro 2.5 Y R 3/6 rojo oscuro
7.5 Y R 6/3 café claro
  10 Y R 7/3 café muy pálido   5 Y R 4/6 rojo amarillento
         
Variante IIa (V1-vIIa) 2.5 Y R 3/6 rojo oscuro 2.5 Y R 3/6 rojo oscuro
2.5 Y R 3/6 rojo oscuro 10 R 3/4 rojo cafetoso
  10 Y R 7/3 café muy pálido  
         
Variante III (V1-vIII) 2.5 Y R 3/4 café rojizo oscuro 2.5 Y R 3/4 café rojizo oscuro 10 R 3/6 rojo oscuro
7.5 Y R 7/4 rosa (bayo)
  10 Y R 7/4 café muy pálido   2.5 Y R 3/6 rojo oscuro
         
Variante IV (V1-vIV) 2.5 Y R 4/4 café rojizo 2.5 Y R 4/4 café rojizo 2.5 Y R 5/6 rojo (mate)
7.5 Y R 7/4 rosa (bayo)
  10 Y R 7/3 café muy pálido   2.5 Y R 4/6 rojo
         
Variante V (V1-vII) 10 R 3/6 rojo oscuro 10 R 3/6 rojo oscuro 2.5 Y R 4/6 rojo
7.5 Y R 7/3 rosa (bayo)
  7.5 Y R 6/3 café claro   2.5 Y R 3/6 rojo oscuro
         
Variante VIII (V1-vVIII)
7.5 R 4/6 rojo 7.5 R 4/6 rojo 10 R 3/4 rojo cafetoso
(mate) 7.5 Y R 6/4 café claro
  7.5 Y R 6/3 café claro   10 R 4/4 rojo débil
         
Variante VIIIa (V1-vVIIIa)
7.5 R 4/6 rojo 7.5 R 4/6 rojo 2.5 Y R 5/6 rojo
(mate) 7.5 Y R 6/4 café claro
  7.5 Y R 6/3 café claro   10 R 4/6 rojo
         
Variante VIIIc (V1-vVIIIc)
7.5 R 4/6 rojo 7.5 R 4/6 rojo 2.5 Y R 5/6 rojo
(mate) 7.5 Y R 6/4 café claro
  7.5 Y R 6/3 café claro   2.5 Y R 4/6 rojo
         
Variante VIII c1 (V1-vVIIIc1)
7.5 R 4/6 rojo 7.5 R 4/6 rojo 2.5 Y R 5/6 rojo (brilloso)
(mate) 7.5 Y R 6/4 café claro
  7.5 Y R 6/3 café claro   2.5 Y R 4/6 rojo (brilloso)
         
Variante IX (V1-vIX) 2.5 Y R 3/6 rojo oscuro 2.5 Y R 3/6 rojo oscuro
7.5 Y R 3/4 rojo cafetoso 7.5 Y R 6/4 café claro
  10 Y R 7/3 café muy pálido  
         
Variante X (V1-vX) 10 R 4/4 rojo débil 10 R 4/4 rojo débil
10 Y R 8/3 café muy pálido 10 Y R 6/3 café pálido
  10 Y R 8/3 café muy pálido  
         
Variante Xa (V1-vXa) 10 R 4/4 rojo débil 10 R 4/4 rojo débil
10 Y R 8/3 café muy pálido 10 Y R 6/3café pálido
  10 Y R 8/3 café muy pálido  
         
Variante XI (V1-vXI) 7.5 R ¾ rojo cafetoso 7.5 R ¾ rojo cafetoso 7.5 Y R 6/6 amarillo rojizo
7.5 Y R 7/6 café rojizo
  7.5 Y R 7/4 rosa (bayo)   10 R 4/4 rojo débil
         
Variante XIa (V1-vXIa) 7.5 R ¾ rojo cafetoso 7.5 R ¾ rojo cafetoso 7.5 Y R 6/6 amarillo rojizo
7.5 Y R 7/6 café rojizo
  7.5 Y R 7/4 rosa (bayo)   10 R 4/4 rojo débil
         
Variante XII (V1-vXII) 10 R 3/6 rojo oscuro 10 R 3/6 rojo oscuro
10 R 3/6 rojo oscuro 7.5 Y R 7/6 café rojizo
  7.5 Y R 7/4 rosa (bayo)  
         

42
Análisis cromático en cerámica del Epiclásico en el Huizachtépetl...

Variante XIII (V1-vXIII) 7.5 Y R 3/3 café oscuro 7.5 Y R 3/3 café oscuro 7.5 Y R 6/3 café claro
10 R 4/4 rojo débil
  7.5 Y R 6/4 café claro   10 R 5/6 rojo
         
Variante XIV (V1-vXIV) 7.5 R 3/6 rojo oscuro 7.5 R 3/6 rojo oscuro 5 Y R 7/4 rosa (bayo)
7.5 Y R 7/6 café rojizo
  2.5 Y R 6/6 rojo claro   5 Y R 7/6 amarillo rojizo
         
Variante XIVa (V1-vXIVa) 7.5 R 3/6 rojo oscuro 7.5 R 3/6 rojo oscuro 2.5 Y R 5/6 rojo
7.5 Y R 7/6 café rojizo
  2.5 Y R 6/6 rojo claro   5 Y R 6/6 rojo claro
         
Variante XVI (V1-vXVI)
10 R 3/6 rojo oscuro 10 R 3/6 rojo oscuro
(mate) 10 R 3/6 rojo oscuro (lustre) 7.5 Y R 6/4 café claro
  10 Y R 7/2 gris claro  
         
Variante XVIa (V1-vXVIa)
10 R 3/6 rojo oscuro 10 R 3/6 rojo oscuro 2.5 Y R 4/4 café rojizo
(mate) 7.5 Y R 5/6 café fuerte
  10 Y R 7/2 gris claro   2.5 Y R 5/6 rojo (mate)
         
Variante XVII (V1-vXVII) 10 R 3/4 rojo cafetoso 10 R 3/4 rojo cafetoso 2.5 Y R 2/4 café rojizo oscuro
10 R 5/8 rojo
  7.5 Y R 6/3 café claro   2.5 Y R 5/4 café rojizo
         
Variante XVIII (V1-vXVIII) 2.5 Y R 3/6 rojo oscuro 2.5 Y R 3/6 rojo oscuro 5 Y R 4/6 rojo amarillento
7.5 Y R 6/4 café claro
  7.5 Y R 6/4 café claro   2.5 Y R 4/6 rojo
         
Variante XXI (V1-vXXI) 5 R 3/4 rojo cafetoso 5 R 3/4 rojo cafetoso 10 R ¾ rojo cafetoso 10 Y R 6/2 gris cafetoso
  10 Y R 7/2 gris claro   2.5 Y R 5/3 café rojizo claro
         
Variante XXII (V1-vXXII) 7.5 R 3/6 rojo oscuro 7.5 R 3/6 rojo oscuro 2.5 Y R 3/4 café rojizo oscuro
7.5 Y R 6/3 café claro
  7.5 Y R 7/2 gris rosado   2.5 Y R 4/6 rojo
         
Variante XXV (V1-vXXV) 7.5 R 3/6 rojo oscuro 7.5 R 3/6 rojo oscuro
10 Y R 2/2 café muy oscuro 5 Y R 3/1 gris muy oscuro
  5 Y R 5/1 gris  
         
Variante XXVI (V1-vXXVI) 2.5 Y R 4/4 café rojizo 2.5 Y R 4/4 café rojizo 2.5 Y R 4/6 rojo
10 Y R 7/3 café muy pálido
  7.5 Y R 6/3 café claro   2.5 Y R 4/4 café rojizo
         
Variante XXVIII (V1-vXXVIII)
2.5 Y R 3/6 rojo oscuro 2.5 Y R 3/6 rojo oscuro 2.5 Y R 3/6 rojo oscuro
(barra dentada) 7.5 Y R 6/4 café claro
  10 Y R 7/3 café muy pálido   5 Y R 5/6 rojo amarillento
Variedad 1A (V1a) Decorado exterior - pintado interior
Interior
Decorado exterior Pasta
  Borde Pintado
Variante II (V1a-vII) 2.5 Y R 3/6 rojo oscuro 2.5 Y R 3/6 rojo oscuro 2.5 Y R 3/6 rojo oscuro
7.5 Y R 6/3 café claro
  10 Y R 7/3 café muy pálido   5 Y R 4/6 rojo amarillento
  7.5 Y R 6/4 café claro      
  engobe y bruñido      
Variante IIb (V1a-vIIb) 2.5 Y R 3/6 rojo oscuro 2.5 Y R 3/6 rojo oscuro 2.5 Y R 3/6 rojo oscuro
7.5 Y R 6/3 café claro
  10 Y R 7/3 café muy pálido   5 Y R 4/6 rojo amarillento
7.5 Y R 6/4 café claro
engobe y bruñido bueno
Variante IIb-1 (V1a-vIIb-1) 2.5 Y R 3/6 rojo oscuro 2.5 Y R 3/6 rojo oscuro
5 Y R 7/6 rojo claro 7.5 Y R 6/3 café claro
Tapas (y olla pulido a palillos) 10 Y R 7/3 café muy pálido  
7.5 Y R 6/4 café claro
engobe y bruñido bueno
Variante XII (V1a-vXII) 10 R 3/6 rojo oscuro 10 R 3/6 rojo oscuro
10 R 3/6 rojo oscuro 7.5 Y R 7/6 café rojizo
  7.5 Y R 7/4 rosa (bayo)  
         
Variante XIXa-1 (V1a-vXIXa-1) 7.5 R 4/6 rojo 7.5 R 4/6 rojo 7.5 R 4/6 rojo
7.5 Y R 8/3 rosa
(Variable XIXa) (V1a-vbleXIXa) 7.5 Y R 6/3 café claro   5 Y R 4/6 rojo amarillento

43
Arqueología 58 • agosto, 2019

         
Variante XXIX (V1a-vXXIX) 10 R 4/6 rojo   2.5 Y R 5/8 rojo
7.5 Y R 6/3 café claro
  10 Y R 7/3 café muy pálido   2.5 Y R 6/6 rojo claro
5 Y R 6/6 amarillo rojizo
alisado a bruñido
Variedad 2 (V2) Decorado exterior - engobe interior
Interior
Decorado exterior Pasta
  Borde Engobe
Variante VI (V2-vII) 2.5 Y R 3/6 rojo oscuro 2.5 Y R 3/6 rojo oscuro 7.5 Y R 6/4 café claro
7.5 Y R 7/3 rosa (bayo)
(Variable VI) (V2-vbleVI) 10 Y R 8/2 café muy pálido   (pulido)
         
Variante VIIIb (V2-vIIIb) (mate) 2.5 Y R 4/4 café rojizo 2.5 Y R 4/4 café rojizo
(Variable VIIIb mate) 5 Y R 4/3 café rojizo 7.5 Y R 6/4 café claro
7.5 Y R 6/3 café claro
(V1a-vbleVIIIb)  
         
Variante VIIId(V2-vVIIId)(mate) 7.5 R 4/6 rojo 7.5 R 4/6 rojo
7.5 Y R 6/4 café claro
(Variable VIIId mate) 7.5 Y R 6/4 café claro
(pulido)
(V1a-vbleVIIId) 7.5 Y R 6/3 café claro  
         

Variedad 2A Decorado exterior - engobe interior

Variante XXX (V2a-vXXX) 10 R 4/6 rojo 10 R 4/6 rojo 7.5 Y R 7/4 café claro
7.5 Y R 8/4 rosa (bayo)
  7.5 Y R 6/4 café claro (pulido)   (pulido)

Variedad 3 (V3) Decorado interior - pintado exterior

Exterior
Decorado+a122 interior Pasta
  Borde Pintado
Variante XIX (V3-vXIX) 7.5 R 4/6 rojo 7.5 R 4/6 rojo
7.5 Y R 6/3 café claro 7.5 Y R 8/3 rosa
(Variable XIX) (V3-vbleXIX) 7.5 Y R 6/3 café claro  
         
Variante XXIII (V3-vXXIII) 7.5 R 4/6 rojo 7.5 R 4/6 rojo
7.5 R 4/6 rojo 7.5 Y R 6/4 café claro
(Variable XXIII) (V3-vbleXXIII) 7.5 Y R 6/3 café claro  

Variedad 4 (V4) Decorado interior - engobe exterior

Exterior
Decorado interior Pasta
  Borde Engobe
Variante VII (V4-vVII) 10 R 3/6 rojo oscuro   7.5 Y R 5/4 Café
7.5 Y R 5/4 café
(Variable VII) (V4-vbleVII) 7.5 Y R 6/4 café claro   (bruñido mate)
         
Variante XV (V4-vXV) 10 R 4/4 rojo débil   7.5 Y R 5/3 café
10 Y R 6/3 café pálido
(Variable XV) (V4-vbleXV) 10 Y R 8/3 café muy pálido   (pulido)
         
7.5 Y R 5/4 café
Variante XX(V4-vXX) 2.5 Y R 3/6 rojo oscuro
  (bruñido) 7.5 Y R 6/4 café claro
(Variable XX) (V4-vbleXX) 10 Y R 7/2 gris claro   7.5 Y R 6/4 café claro
  10 Y R 7/3 café muy pálido      
         
Variante XXVII (V4-vXXVII) 7.5 R 3/6 rojo oscuro 7.5 R 3/6 rojo oscuro 5 Y R 6/4 café rojizo claro
5 Y R 6/6 amarillo rojizo 7.5 Y R 8/3 rosa
(VariableXXVII) (V4-vbleXXVII) 10 Y R 8/2 café muy pálido  
(pulido ligero)
Variedad 5 (V5) Decorado exterior e interior
Exterior
Decorado interior Pasta
  Borde Decorado
Variante XIXa (V5-vXIXa) 7.5 R 4/6 rojo 7.5 R 4/6 rojo 7.5 Y R 6/3 café claro
10 R 4/4 rojo débil 7.5 Y R 8/3 rosa
(Variable XIXa) (V5-vbleXIXa) 7.5 Y R 6/3 café claro   (mitad baja)

Fig. 5 Segunda muestra. Fuente: elaboración propia.

44
Análisis cromático en cerámica del Epiclásico en el Huizachtépetl...

Clases de rojos
Muestra
R 1a R 1b R 2 R 3 R 4
  Color # Color # Color # Color # Color #
2.5 Y R 3/6 9     10 R 3/6 14 7.5 R 3/6 11 5 R 3/6 1
1 2.5 Y R 3/4 1     10 R 3/4 6 7.5 R 3/4 3    
        10 R 4/6 2        
2.5 Y R 3/6 16 2.5 Y R 5/6 7 10 R 3/4 4 7.5 R 4/6 7 5 R 3/4 1
2.5 Y R 3/4 4 2.5 Y R 6/6 2 10 R 3/6 10 7.5 R 3/4 2    

2 2.5 Y R 4/4 5 2.5 Y R 5/4 1 10 R 4/4 8 7.5 R 3/6 2    

2.5 Y R 4/6 6 2.5 Y R 5/3 1 10 R 4/6 3    

2.5 Y R 2/4 1 2.5 Y R 5/8 1            

Fig. 6 Agrupamiento de rojos. Fuente: elaboración propia.

Grupos
M
YR 1a YR  1b YR  1c YR  2a YR  2b YR  2c YR  3a YR  3b YR  3c YR  3d
Color # Color # Color # Color # Color # Color # Color # Color # Color # Color #
10 Y R 10 Y R
    13 1     7.YR 6/4 12     YR 4/6 2     5YR 5/6 2    
8/3 6/3
10 Y R 10 Y R 7.5YR
    7 8     6             5YR 5/4 2    
8/2 6/4 6/6
1
10 Y R 7.5YR
    4         3                    
7/3 5/6
10 Y R 7.5YR
    2         3                    
7/4 5/4
                7.5YR 5/2 2                    
10 Y R 7.5 Y R 5 Y R 5 Y R 5 Y R
10 YR 2/2 1 10     7.5 Y R 3/3 1 1     4 2     1
7/3 5/6 4/6 7/6 5/1
10 Y R 7.5 Y R 5 Y R
    5     7.5 Y R 3/4   14     1     5 Y R 6/6 2    
8/3 6/3 4/3
10 Y R 7.5 Y R
    1         8             5 Y R 5/6 1    
2 7/4 6/4
10 Y R 7.5 Y R 7.5 Y R
    4         2 6         5 Y R 6/4 1    
7/2 6/6 7/4
10 Y R 7.5 Y R
    2         1                    
8/2 5/3
                7.5 YR 5/4 1                    

7.5 YR 7/2 1

Fig. 7 Agrupamiento de cafés. Fuente: elaboración propia.

45
Arqueología 58 • agosto, 2019

1ª Muestra
Teotihuacano-chichimeca
R 1a-YR 1b R 1a-YR 1c R 1a-YR 2b R 2-YR 1b R 2-YR 1c R 2-YR 2b R 3-YR 1b R 3-YR 1c R 3-YR 2b R 2-YR 3a R3-YR 3c R 4 -YR 2b
24.2 24.2 24.3 23.2 24.2 23.2 25 B1   19.1      
24.3   23.1 24.4 25 B3 24.4 25 B 4   19.2      
23.1   24.1 25 A1 25 B5 25 A1     19.3      
24.1     25 B2   25 B2     25 B1      
      24.2   24.3            
      24.3                
      25 B3                
      25 B5                
Chichimeca
22 b   22 b 22 C   22 C 23.3   23.3   18.1 18.2
22 d   22 d 22 A   22 A           18.3
Culhua
        21.2     26.4.3 21.1   20.1  
        26.4.1       21.3   20.2  
        26.4.2       21.4      
Divergente
      23.4           23.4    

Fig. 8 Correlaciones del rojo y el café en la primera muestra. Fuente: elaboración propia.

R 1a-YR 1b R 1a-YR 2a R 1a-YR 2b R 1a-YR 3a R 1a-YR 3b R 1a-YR 3c R 1b-YR 1b R 1b-YR 2b R 1b-YR 2c R 1b-YR 3c

V1-vI V1-vIX V1-vI V1-vII V1a-vIIb-1 V1-vXIVa V1-vIV V1-vVIIIa V1-vXIV V1-vXIV

V1-vII   V1-vV V1-vXVIII   V1-vXXVIII V1-vXVIa V1-vVIIIc   V1-vXIVa

V1-vIIa   V1-vVIIIc V1a-vII     V1-vXXI V1-vVIIIc1   V1a-vXIXa-1

V1-vIII   V1-vVIIIc1 V1a-vIIb       V1-vXVII    

V1-vIV   V1-vXVII V2-vI       V1a-vIIb    

V1-vIX   V1-vXVIII V2-vVIIIId       V1a-vXIXa-1    

V1-vXVIa   V1-vXXII              

V1-vXXVIII   V1-vXXVI              

V1a-vII   V1a-vII              

V1a-vIIb   V1a-VXXIX              

V1a-VXXIX                  

V2-vVI   V2-vVI              

V4-vXX   V2-vVIIIIb              

    V4-vXX              

R 2-YR 1b R 2-YR 2b R 2-YR 2c R 2-YR 3c R 3-YR 1a R 3-YR 1b R 3-YR 2b R 3-YR 2c R 3-YR 3c R 3-YR 3d

V1vIII V1vI V1-vXIa V1a-VXXIX V1-vXXV V4-vXX V1-vVIII V1-vXI V1-vXIV V1-vXXV

V1-vX V1-vV V1-vXII       V1-vVIIIc V1-vXIa V1-vXIVa  

V1-vXa V1-vVIII V1a-vIIb-1       V1-vVIIIc1 V1-vXIV V1a-vXII  

V1-vXVI V1-vVIIIa V3-vXIX       V1-vXIa   V4-vXXVII  

V1-vXVIa V1-vXI         V1-vXIII      

V1-vXXI V1-vXIa         V1-vXXII      

V1a-VXXIX V1-vXIII         V1a-vIIb-1      

V4-vVII V1-vXVII         V2-vVIIIId      

  V2a-vXXX         V3-vXIX      

  V4-vXV         V3-vXXIII      

  V4-vXXVII         V5-vXIXa      

R 4 -YR 1b                  

V1-vXXI                  

Fig. 9 Correlaciones del rojo y el café en la segunda muestra. Fuente: elaboración propia.

46
Análisis cromático en cerámica del Epiclásico en el Huizachtépetl...

Nótese que los grupos teotihuacano-chichimeca


y chichimeca son ampliamente coincidentes, lo que
limita en gran medida las posibilidades de identifi-
cación de ocurrencias específicas. Lo que es posible
señalar es que algunas correlaciones son propias del
segundo grupo: aquellas que involucran el grupo R 4 y
el grupo YR 3b Esta dificultad repercute directamente
en las posibilidades de identificar los ejemplares he-
terogéneos de la segunda muestra, pues no es posible
identificarlos con precisión a partir de su coincidencia
con los dos grupos de la primera muestra (figura 14).
La segunda muestra presenta un número signifi-
cativo de ejemplares que es posible clasificar como

lor
Va
Cro ma
Fig. 10 Grafo de dispersión del rojo en la segunda muestra.
Fuente: elaboración propia.

Fig. 11 Grafo de dispersión del café en la segunda muestra. Fig. 13 Correlaciones entre rojos y cafés de ambas muestras.
Fuente: elaboración propia. Fuente: elaboración propia.

Fig. 12 Constelación de rojos en la primera muestra. Fuente: Fig. 14 Comparación de correlaciones entre los grupos teoti-
elaboración propia. huacano-chichimeca y chichimeca. Fuente: elaboración propia.

47
Arqueología 58 • agosto, 2019

obstante, se presenta como una propiedad de las cosas.


En ese sentido, debe tenerse presente que existen pro-
cesos de homogeneización en el procesamiento cog-
noscitivo de los estímulos luminosos, aunados a pro-
cesos de discretización del continuo cromático. Esto
permite dar cuenta de que la clasificación lingüística
de los colores y también la percepción no analítica (es
decir, no entrenada para reconocer matices), tienden
a homogeneizar y establecer categorías demasiado
abarcadoras, al tiempo que, quizá por concentrarse
en colores focales, exagera las diferencias con los co-
lores próximos. Estos procesos no son exclusivamente
individuales, sino que obedecen a tradiciones y estilos
Fig. 15 Coincidencias en las correlaciones entre rojo y café de culturalmente arraigados en grupos humanos específi-
ambas muestras. Fuente: elaboración propia. cos; es así, por ejemplo, que el mexicano reconoce una
variedad de tonos rojizos, como rosa —justamente—
teotihuacano-chichimecas y chichimecas. En el pri- mexicano, o que el francés identifique inmediatamente
mer ejemplo es posible constatar la ausencia de casos el azul o el brasileño el verde y el amarelo como tonos
en la correlación de R 1a y R 2 con YR 1C, es decir, los específicos de color, a los que carga de significacio-
cromatismos asociados al grupo YR 1C se encuentran nes conceptuales y emotivas. Más allá de utilizar el
ausentes del corpus. Igualmente, en el caso chichime- color como un criterio clasificatorio de la cerámica,
ca no aparecen casos de correlación entre R 4 y YR 2b. cuya utilidad se debe al azar (es el color característico
Fuera de ellos, la coincidencia es exacta. Como ya se de tales lugares debido a la disponibilidad de tales o
dijo, las correlaciones de R 1a y R 3 con YR 3b son ex- cuales pigmentos), el color aparece como una verda-
clusivamente chichimecas y no se confunden con el dera marca de identidad que permite al productor y
grupo teotihuacano chichimeca. El grupo culhua pre- al usuario reconocer tal o cual ejemplar de cerámica
senta coincidencias mínimas con la segunda muestra, como propio o como ajeno y, por ello, proyectar en él
pero ese grupo de por sí está poco representado en la un sentimiento de identidad.
primera muestra, por lo que toda conclusión es pre- Al evocar colores emblemáticos, sin embargo, se
matura. Finalmente se presentan, en el último diagra- corre el riesgo de soslayar que la identidad cromática
ma, los casos de la segunda muestra que no presentan no se establece a partir de colores aislados, sino por
coincidencias (figura 15). la existencia de paletas enteras, de juegos de colores
contrastantes que son utilizados en soportes especí-
Consideraciones finales ficos y que recurren a gamas precisas de tintes y pig-
mentos. De esta manera, evocar una identidad grupal
La conclusión del análisis está dividida en una discu- a partir de un color en especial sólo tiene sentido por
sión teórica y una relativa al corpus estudiado. la capacidad que tiene de convocar la paleta entera.
Con ello se evita el espejismo del simbolismo cromá-
Discusión teórica tico, que tiende a hacer de determinados colores el
soporte de significados, considerados erróneamente
La semiótica subraya el hecho de que el color es un como universales.
fenómeno en el que la subjetividad del receptor y, por Las posibilidades del enfoque semiótico estriban en
ende, la del analista, desempeñan un papel determi- su capacidad para reconocer matices ahí donde inicial-
nante. Esa intervención, sin embargo, no opera en de- mente sólo se perciben homogeneidades; de reconocer
mérito de los resultados obtenidos, sino que, más bien, correspondencias y ordenamientos ahí donde, en un
plantea la necesidad de reconocer en todo momento los primer acercamiento sólo se imponía el abigarramien-
sesgos descriptivos e indicar posibles alternativas en la to, y de multiplicar las diferencias. Esas capacidades
descripción. Es así que se escapa a un reduccionismo del método recaen, sin embargo, en las capacidades
que, en su grado extremo, conduce a considerar que humanas, culturalmente afinadas, de reconocer di-
el color es simplemente objeto de una denominación similitudes y analogías. El analista que quiere lograr
taxonómica. distinciones relevantes se ve constreñido a situar-
La subjetividad en la descripción destaca cuando se en un punto medio en el que las desemejanzas y
se subraya el carácter prototípico de las categorías los parecidos se equilibren: ni una proliferación de
cromáticas y la existencia de colores centrales dentro la diversidad que impida todo ordenamiento ni una
de las categorías. El color es un hecho mental que, no generalización apresurada que reduzca al absurdo la

48
Análisis cromático en cerámica del Epiclásico en el Huizachtépetl...

categoría estudiada. En esa tarea, el investigador se ve Sociales. Universidad Nacional de Jujuy, 17: 85-
auxiliado por la existencia de clasificaciones cromáti- 99. Recuperado de: <https://www.redalyc.org/
cas como las tablas Munsell; sin embargo, la utilidad articulo.oa?id=18501706>.
de ese recurso se acota dentro de sus propios límites:
como ya fue aquí señalado, las escalas de la tabla son, Frankel, D.
en última instancia, arbitrarias, y se requiere de re- 1980 Munsell Colour Notation in Ceramic
flexión e investigación acerca de la capacidad humana Description: An Experiment. Australian
para percibir matices de color en cerámica (como en Archaeology, 10: 33-37. Terrey Hills, Sydney,
otros soportes). De igual manera, la identificación de Australian Archaeological Association.
los colores, aun con ayuda de las tablas, no es todo lo
precisa que pudiera creerse. Esto es inevitable y obe- Kleiber, G.
dece más a la naturaleza objetivo-subjetiva del color 1990 La sémantique du prototype. Catégories et sens
que a deficiencias en los protocolos de investigación. lexical. París, Presses Universitaires de France.
En lugar de buscar una ilusoria exactitud de las me-
Knoop, R.
didas, lo que se requiere es investigar las latitudes de
2013 Distinguishing Colours. A Colorimetric
variación de los analistas en la identificación de colo-
Approach to Architectural Terracottas from
res en entornos controlados.
Satricum (Le Ferriere, Latina). Babesch, 88: 89-
98. Lovaina, Meditarch.
Discusión del caso
Lakoff, G., y Johnson, M.
El examen de las muestras debe permitir preguntarse 1999 Philosophy in the Flesh: The Embodied Mind and
si se trata, en todos los casos, de cerámica Coyotlatel- its Challenge to Western Thought. Nueva York,
co. La respuesta, como es de esperarse, no puede ser Basic Books.
tajante: ciertamente es posible agrupar todos los casos
examinados bajo el rubro “rojo sobre café”, pero eso Rosch, E. H.
no basta para otorgarles el estatuto de ejemplares de 1973 Natural categories. Cognitive Psychology, 4: 328-
un mismo estilo, horizonte o cultura. La descripción 350. Ámsterdam, Elsevier.
semiótica mostró que varios perfiles cromáticos bajo
esa designación —dos de ellos, el teotihuacano-chi- Taylor, J. R.
chimeca y el chichimeca—, son bastante próximos el 2003 Linguistic Categorization. Oxford, Oxford
uno del otro, tanto que incluso puede cuestionarse si University Press.
se trata de grupos distintos; un tercero, el culhua, es de
identidad incierta, por no haber aparecido con suficien- Zilberberg, C.
te frecuencia en las muestras examinadas. Un cuarto 2003 Breviario de gramática tensiva. Escritos. Revista
perfil tiene una existencia singular, pues sólo aparece del Centro de Ciencias del Lenguaje, 27: 7-43.
en un caso. Existe, además, un conjunto de ejempla- Puebla, buap.
res cuya distribución cromática debe ser asociada con
otros parámetros, como los de pasta, acabado, diseño, Programas informáticos empleados
etcétera, para permitir su distribución e identificación
en uno o más grupos. Ariza, M., y Lingan, C.
En todo caso, debe señalarse que los dos primeros 2014 Análisis semiótico de dispersión cromática, v.
grupos aparecieron en ambas muestras con suficien- 1.1, Proyecto pasichccm. México. Recuperado de:
tes coincidencias para afirmar su existencia como una <http://www.mediaciones-arte-ciencia.com/
clase (o dos) particular. Si esos dos grupos pueden ser modelosdiagramaticos-analisisemioticos>.
incluidos bajo un único rubro, es una respuesta que los Consultada el 8 de enero de 2015.
especialistas deben contribuir a formular.
Doka, G.
Bibliografía 2006-2013 3D scatter plot for MS Excel. Recuperado de:
<http://www.doka.ch/Excel3Dscatterplot.htm>.
Caivano, J. L. Consultada el 8 de enero de 2015.
2001 La investigación sobre los objetos visuales
desde un punto de vista semiótico, con Van Aken, H.
particular énfasis en los signos visuales S. f. Munsell Conversion Program, v. 4.01. Recuperado
producidos por la luz: color y cesía. Cuadernos de: <http://www.wallkillcolor.com/Munsell15/
de la Facultad de Humanidades y Ciencias index.htm>. Consultado el 8 de enero de 2015.

49
Un corundo del cerro El Tesoro
en la Zona Arqueológica de Tula,
Ricardo Sánchez Hernández
Laboratorio de Geología, Subdirección de
Hidalgo: presencia de un
Laboratorios y Apoyo Académico, inah
Enrique G. Fernández Dávila
mineral de alta dureza en un
Arqueología, Centro inah Oaxaca

Jasinto Robles Camacho


contexto funerario prehispánico
Laboratorio de Arqueometría del Occidente,
Centro inah Michoacán

Resumen: Durante las excavaciones del Proyecto Tula 1980-1981 se halló un entierro correspondiente al Clásico terminal (900-1100), localizado
en el cerro El Tesoro, dentro de la Zona Arqueológica de Tula, Hidalgo. Asociada al cuerpo se registró una ofrenda con diversos materiales. Entre
las piezas líticas encontradas se recuperó un ejemplar de mineral compuesto por un agregado de cristales de color gris. El análisis mediante el
microscopio de polarización y por difracción de rayos X reveló que se trataba de corundo, mineral con dureza de 9 en la escala de Mohs. Éste es el
primer hallazgo de un ejemplar de ese mineral en un contexto arqueológico funerario prehispánico y el segundo encontrado en un sitio arqueológico
mesoamericano, lo cual confirma que los antiguos habitantes de Mesoamérica conocían y utilizaban los minerales con alto grado de dureza en las
labores lapidarías.
Palabras clave: corundo, ofrenda funeraria, cerro El Tesoro, Tula, Hidalgo.

Abstract: The Project Tula 1980–81 uncovered a Terminal Classic (900–1100) burial on El Tesoro Hill within the Archaeological Zone of Tula in the
state of Hidalgo, Mexico. An offering containing diverse materials found associated with the body included a mineral fragment composed of several
gray crystals. Polarizing microscope analysis and X-ray diffraction revealed the gray sample was corundum, a mineral with hardness 9 on the Mohs
scale. This is the first discovery of a specimen of this mineral in a pre-Hispanic funerary context and the second example found at a Mesoamerican ar-
chaeological site, which confirms that the ancient people of Mesoamerica were aware of and used hard minerals to produce prestige lapidary items.
Keywords: corundum, funerary offering, Cerro El Tesoro, Tula, Hidalgo.

E
n la actualidad, las piedras preciosas más pre- aprovechadas para elaborar piezas con características
ciadas son el diamante (dureza 10 en la escala especiales utilizadas en actividades religiosas o como
de Mohs); el corundo, en sus variedades rubí y bienes suntuarios para legitimar el prestigio de los gru-
zafiro (dureza 9) el topacio (dureza 8) y el berilo, en sus pos dominantes. El uso de los minerales de alta dureza
variedades esmeralda y aguamarina (dureza 7.5-8). En como materiales abrasivos en las labores lapidarias de
la antigüedad, el valor de las piedras podía variar de corte o desbaste de rocas y minerales durante la etapa
una cultura a otra y su importancia no dependía sol- prehispánica en Mesoamérica, es un tema que ha sido
amente de su rareza y su aplicación práctica, sino del tratado por varios autores.
simbolismo establecido respecto de sus características Los toltecas aprovecharon materiales como el tra-
físicas, principalmente el color y la dureza. A lo largo vertino (Castillo Tejero, 1970), la turquesa, la pirita,
de la historia, en todas las culturas se les ha atribuido la jadeíta, entre otros, para la elaboración de piezas
significados religiosos, mágicos o propiedades cura- lapidarias, de los cuales se han encontrado nume-
tivas a las piedras con características especiales. Las rosos ejemplares en las excavaciones practicadas en
fuentes escritas ayudan a tener una mejor idea de los la Zona Arqueológica de Tula. Sin embargo, poco se
significados atribuidos por los diferentes pueblos a sabe del hallazgo en contextos arqueológicos funera-
las piedras, ya que una pieza de determinado color rios de minerales de alta dureza que pudieran haber
pudo haber tenido un simbolismo diferente según el sido utilizados en el trabajo lapidario como abrasi-
grupo cultural que la utilizaba (Rapp, 2002; Reiche vos para corte y desbaste. En el caso del ejemplar de
y Chalmin, 2014). Las culturas mesoamericanas pre- corundo encontrado en el cerro El Tesoro y asociado
colombinas preferían las rocas y minerales de color al entierro 29, se considera que es posible deducir su
verde y azul, como el jade, la serpentinita, la cloritita, uso a partir de los datos y elementos materiales del
la turquesa y la amazonita, entre otras; tales fueron contexto arqueológico.
Un corundo del cerro El Tesoro en la Zona Arqueológica de Tula, Hidalgo...

Antecedentes pran los lapidarios y las muelen, y la arena que de ella


sale es el esmeril con que labran y pulen las piedras
Por la obra de fray Bernardino de Sahagún, Historia preciosas” (2006: 675). Sobre el corundo, variedad
general de las cosas de Nueva España, se sabe que los rubí, menciona que “hay otro género de piedras que se
toltecas eran reconocidos como gente de gran cono- llaman tlapalteoxíhuitl, que quiere decir turquesa fina
cimiento, habilidad y perfección en todos los oficios colorada, y creo que son rubíes de esta tierra; son raras
mecánicos, como la lapidaria, así como buenos pros- y preciosas” (2006: 671); la presencia de este mineral
pectores y mineros de piedras preciosas y metales. Re- en un contexto arqueológico se confirmó en 2009, con
firiéndose específicamente a los trabajos de lapidaria el hallazgo de un ejemplar pequeño de rubí recupera-
de los toltecas, Sahagún dice: do en depósitos correspondientes a la fase Tzacualli
(50-150 d. n. e.) en el Conjunto 1 de la Ciudadela, en
Primeramente los toltecas, que en romance se pueden Teotihuacán (Gazzola et al., 2010).
llamar oficiales primos, según se dice [...] vivieron pri- Es importante recordar que con la Conquista es-
mero muchos años en el pueblo Tullantzinco [...] y de allí pañola se terminó la explotación, trabajo, comercio y
fueron a poblar a la ribera de un río junto al pueblo de uso de las piedras verdes y azules, que eran de capital
Xicotlán, el cual ahora tiene nombre de Tulla [...] Hállanse importancia para las culturas prehispánicas mesoa-
[...] hoy en día cosas suyas primamente hechas [...] por su mericanas y a partir de entonces se privilegió la bús-
gran conocimiento hallaron y descubrieron las piedras queda y explotación de metales preciosos, como el oro
preciosas y las usaron ellos primeros, como son las esme- (teocuitlatl) y la plata (iztacteocuitlatl). La información
raldas y turquesa fina y piedra azul fina y todo género de que lograron recopilar fray Bernardino de Sahagún
piedras preciosas. Y fue tan grande el conocimiento que (2006), Francisco Hernández (1959) y otros autores,
tuvieron de las piedras [...] con su ingenio descubrieron es todo lo que se conoce sobre la ubicación de los ya-
y alcanzaron a sacar y descubrir las dichas piedras pre- cimientos, las formas de explotación y la tecnología
ciosas, y sus calidades y virtudes, y lo mismo las minas del trabajo lapidario.
de plata, y oro, y de metales de cobre y plomo, y oropel A mediados del siglo xx, el geólogo norteamericano
natural, y estaño, y otros metales, que todo lo sacaron y William Foshag (1957) hizo el estudio mineralógico de
labraron, y dejaron señales y memoria de ello. Y lo mismo importantes colecciones de lapidaria arqueológica del
el ámbar y el cristal, y las piedras llamadas amatistas, y Instituto de Antropología e Historia de Guatemala, y
perlas, y todo género de ellas, y todas las demás que traían determinó que en la Colección Robles había tres peda-
por joyas, y de algunas de ellas su beneficio y uso está zos irregulares de aguamarina, que es la variedad azul,
olvidado y perdido (Sahagún, 2006: 578-580). verde-azul y verde claro del mineral berilo (dureza 7.5-
8), los cuales habían sido recuperados de una tumba
Las descripciones que Sahagún (2006) hizo de las cercana a Salcajá, Quetzaltenango; no obstante este
rocas y los minerales usados en tiempos anteriores a hallazgo, él consideró que materiales como el corundo
la Conquista española, se basaron en lo que sus infor- y el esmeril probablemente habían sido desconocidos
mantes indígenas del centro de México le transmi- para los lapidarios prehispánicos mesoamericanos.
tieron; en algunos casos, él les asignó el nombre del Aunque el trabajo de Foshag fue pionero en cuanto al
mineral o la roca más parecido a los conocidos enton- estudio científico de las piezas arqueológicas elabora-
ces en Europa. Así, por ejemplo, se sabe que lo que de- das en piedras verdes, su opinión sobre el conocimien-
nominó “esmeralda” corresponde en realidad al jade to y uso de los minerales de alta dureza por parte de
de color verde esmeralda; también es evidente que los lapidarios precolombinos no fue acertada, como lo
cuando no conocía el equivalente europeo de un ma- prueban los hallazgos de ejemplares de corundo en los
terial, simplemente registraba el nombre en náhuatl sitios arqueológicos de Tula y Teotihuacán.
como: quetzalchalchihuitl, quetzaliztli, tlilayótic, iz- El uso de minerales de alta dureza en la Mesoamé-
tacchalchíhuitl, mixtecatetl, toltecaitztli, matlaliztli, rica precolombina fue propuesto por Langenscheidt
etcétera. En ciertos casos, las características físicas (2006, 2007) con base en la calidad del trabajo lapi-
de los materiales líticos que menciona no permiten dario prehispánico tallado en materiales que él deno-
determinar con certeza de qué minerales o rocas se minó “chalchihuites duros”, y planteó que necesaria-
trataba, sobre todo en el caso de las piedras verdes. mente debían haberse usado minerales de alta dureza,
Sobre la existencia del esmeril, los rubíes y en gene- como esmeril (dureza 7-9), topacio (dureza 8), criso-
ral los materiales abrasivos usados por los lapidarios berilo (dureza 8.5), corundo (dureza 9) e inclusive dia-
mesoamericanos, Sahagún dice: “El esmeril hazese en mante (dureza 10), entre otros, aunque él nunca contó
las provincias de Anauac y Tototépec, son unas pe- con pruebas físicas que validaran su propuesta.
drezuelas pequeñuelas; unas son coloradas, otras azu- De igual manera, Sax et al. (2008) presentaron los
les, otras pardas y traídas acá a estas partes las com- resultados de un estudio tendiente a determinar la

51
Arqueología 58 • agosto, 2019

autenticidad de dos “cráneos de cristal”, supuestamen-


te precolombinos, que forman parte de las colecciones
del Museo Británico y del Instituto Smithsoniano. Para
este fin usaron como pieza arqueológica de referencia
la copa de cuarzo encontrada en la Tumba 7 de Monte
Albán (actualmente en el Museo de las Culturas, Cen-
tro inah-Oaxaca) a efecto de comparar las marcas de
los materiales abrasivos utilizados en las tres piezas, y
a partir de la comparación de las huellas encontradas
en la copa y las que ellos obtuvieron experimental-
mente en muestras de cristal de roca, concluyeron que
en la elaboración de dicha copa debieron haberse utili-
zado abrasivos más duros que el cuarzo, posiblemente
granate variedad almandina (dureza 7-7.5) o esmeril/
corundo (dureza 9).
Aunque en varias de las referencias aquí citadas se
asume que en tiempos prehispánicos los lapidarios
mesoamericanos conocieron y utilizaron minerales de
alta dureza, hasta muy recientemente no habían sido
encontradas las evidencias físicas de esos materiales
en un contexto arqueológico funerario, asociado a los
restos de quien probablemente fue un personaje de
alto rango o un importante artesano lapidario.
Fig. 1 Plano de la Zona Arqueológica de Tula, Hidalgo. Fuente:
La Tumba 1-1980, el entierro 29 tomado de Yadeun (1974) digitalizado por Ana Osante.
y los contextos asociados
de su estudio, ese investigador definió al subconjunto
De acuerdo con diferentes autores (Cobean et al., 1981; A10 (figura 1) como “una zona de agricultura, con nú-
Cobean, 1982, 1990; Gómez y Fernández, 1990: 19-22), cleos de habitación dispersos de los que no ha quedado
es posible afirmar que para Tula Xicocotitlán, durante mucha evidencia, quizá porque las viviendas fueron
las fases cronológicas Corral (750-900 d. n. e.) y Tollan construidas con materiales perecederos”1 (Yauden,
(900-1100 d. n. e.) sucedió el mayor auge sociopolítico 1974: 59).
y económico de la ciudad, y son tiempos coincidentes Las ofrendas e inhumaciones hechas en altares
con los datos con que se identificó al elemento fune- sólo se han reportado en algunos lugares en Tula.2
rario denominado entierro 29, inhumado en la Tumba Un ejemplo de ello son las localizadas en el interior
1, excavada en 1980 (en adelante T1-80). del adoratorio ubicado 14 m al oriente de la pirámide
La entidad funeraria en cuestión y motivo de este de El Corral; aquél es un altar de 64 cm de altura y con
trabajo se ubica en el acceso del Museo de Sitio Jorge una planta cuadrangular, de 64 m2 de superficie y con
R. Acosta, de la Zona Arqueológica de Tula; específi- accesos biescalonados al poniente, hacia el frente del
camente, se encuentra en la convergencia de los cua- edificio, rematados con alfardas, dados y finas capas
dros 8-9 E con el eje 3-A N, correspondiente al Mapa de estuco rojizo. Se le asocian ofrendas de cerámica de
arqueológico y topográfico de Tula, Hgo. (Yauden, los tipos plumbate, vasijas coyotlatelco, blanco mate,
1974). En su estudio, Juan Yadeun la denominó área 1 líneas ondulantes, mazapa, baño negro sobre café, sa-
(A1) y consideró que le corresponde ser “la de mayor humadores e incensarios, así como pipas y una lápida
densidad de construcciones y materiales arqueológicos con un bajorrelieve que representa parcialmente a la
registrados desde la perspectiva del análisis de super- diosa iztpapálotl (Acosta, 1974: 45-49).
ficie” (Yadeun, 1974: 54-59). Así, el lugar escogido para
la edificación del museo quedó ubicado en el subsector 1  Sin duda, el autor aquí se refiere a la acumulación de detritus y materiales
A10, en el límite donde termina la mayor densidad de que pueden formar un montículo o breve túmulo que, una vez afectados por
materiales arqueológicos y que “ocupa una extensión la práctica agrícola y la propia erosión, dejan en la superficie evidencias mí-
nimas sólo observables por un ojo entrenado.
de 5.26 km2 que equivalen al 49.81% del total del Con- 2  Por ejemplo, en el Altar Norte, junto a la escalinata de El Corral; en el
junto A y posee 89 montículos (todos ellos menores Adoratorio (o “patio abierto) de la pirámide de El Corral; en el Adoratorio del
de 2.5 m de altura) que conforman tan sólo el 8.89% cerro de la Malinche (Montículo 2); en los cuartos adjuntos al área vestibular
sur del patio hundido o Pozo 14; en el altar del área vestibular poniente del
del total del Conjunto A y donde uno solo sobrepasa patio hundido o Pozo 14, al sur de la tumba 1 (descrita aquí), todos ellos en la
esta altura” (Yauden, 1974: 58). Desde la perspectiva Zona Arqueológica de Tula.

52
Un corundo del cerro El Tesoro en la Zona Arqueológica de Tula, Hidalgo...

En ese adoratorio frente a la pirámide de El Corral, extremos, generando entre ellos espacios vacíos en las
Romero (1974: 50) reporta hasta 10 enterramientos esquinas de encuentro.
asociados: cuatro de ellos infantiles con deformación Al ascender desde el patio a cualquiera de los cuatro
tabular erecta, dos juveniles secundarios y otros dos rumbos, el espacio se resuelve en plataformas que, a
conjuntos secundarios. Allí mismo se halló un ejemplo manera de vestíbulos, dan acceso a conjuntos de fun-
similar de ofrendas propiciatorias: la del altar ane- ción mixta: habitación, enterramiento y producción.
xo a la pirámide de El Corral, donde se encontraron La peculiaridad de cada uno de esos vestíbulos es la
vasijas de importación e individuos sacrificados, des- superposición constructiva, que define dos fases de
membrados y asociados a la célebre vasija plumbate ocupación en contextos tanto de ofrendas como de in-
que porta un yelmo de coyote revestida de placas de humaciones humanas, las cuales, dado el tratamiento
concha nácar.3 otorgado, es de orden ritual, propiciatorio. Más allá
En el área del Museo, tomando como centro de aten- de su calidad constructiva, diseño, uso o función, ese
ción el breve patio hundido que las investigaciones espacio se ha considerado como la confluencia y punto
precedentes identifican como el suburbio perimetral de integración común de al menos tres de los cuatro
al noreste de la Plaza Principal, ubicada en el límite de barrios ahí presentes, ya que en todas sus orientacio-
la plataforma general de la zona del cerro El Tesoro, nes se hallan áreas vestibulares con ofrendas y ente-
lugar coincidente con uno de los accesos a la antigua rramientos (figura 2).
Tollan Xicocotitlán (hoy día es el punto de entrada a Desde allí, el sector oriente, someramente explora-
la zona arqueológica),4 convergen varios espacios que do por Arturo Fernández Vieyra (1983), se desarrolla
actúan en asociación con el elemento funerario que se en una ladera suave de 70 m de longitud hasta el pie de
describirá más adelante. A esa zona se asocian tanto la loma del Sector A; a partir de las exploraciones prac-
áreas de culto como habitacionales, que a manera de ticadas en ese sitio se definió un conjunto habitacio-
barrios cumplían con actividades de orden productivo nal, que cuenta con la misma distribución de cuartos,
y de especialización artesanal, además de participar en con altares familiares intercalados del barrio de las
las tareas de distribución de productos. A esos espacios fases Corral y Tollan; destaca el hallazgo de una lápida
se les puede relacionar con la producción de textiles con un bajorrelieve en el de que se representa al dios
—por ejemplo, los conjuntos habitacionales conoci- Yacatecuhtli, identificado por los atributos que presen-
dos como Pozo 32 y sus extensiones, en su momento ta en su talla y de acuerdo con Seler (1980: 134-135),
explorados por Sansores (1982)—, con la producción con Díaz y Rodgers (1993: 23) y con Sahagún (2006).
de artefactos de obsidiana (Fernández Dávila, 1986 y Las mayores concentraciones de talleres en Tula se
1994) y también vinculados con el comercio (Fernán- ubican fuera y en el límite oriente de la plataforma
dez Vieyra, 1983); además, fungían como un área de general del gran túmulo constructivo que es el cerro El
inhumación ritual, dada la asociación de enterramien- Tesoro,5 desde el sector conocido como El Salitre has-
tos ahí depositados durante las dos fases mencionadas ta el sector denominado Vivero. Es posible que desde
(Gómez et al., 1994). ese punto accediesen quienes transportaban bienes de
Una característica distintiva del espacio explorado consumo desde la sierra de las Navajas, en Pachuqui-
por la arqueóloga Alicia de Urquijo (1982) e identifica- lla, Hidalgo, y los procedentes del valle del Mezquital,
do como Pozo 14, es el patio rectangular hundido en la Huasteca y Pánuco, así como los mismos mercade-
el que se localizan dos pequeños momoxtles o altares res agrícolas del valle de Teotlalpan, hacia donde está
asimétricos sobre el mismo piso de estuco; tales es- orientado este recinto, es decir, aquél constituyó un
tán decorados con tepalcatería diversa en sus costa- punto de ingreso de productos foráneos a la ciudad.
dos. Ese patio, orientado 17° al norponiente, origina En el sector sur, explorado por Patricia Castillo
accesos a los cuatro rumbos por medio de dos esca- (1982), se hallaron bajo sus pisos los entierros 28, 40,
lonamientos rematados por alfardas y dados en sus 50 c-f, y 53 de la fase Tollan, y los número 27, 27’ y 51
de la fase Corral.6 Al centro del vestíbulo sur se localizó
3  Acosta (1956: 57-102) reporta que no ha sido localizado el panteón de la un área de inhumación ceremonial contenida en cuatro
ciudad, “pero hemos localizado algunos en El Corral, tres diferentes tipos; grandes lajas hincadas verticalmente que la limitaban a
primarios en posición fetal, los secundarios y los incinerados”.
4  Identificamos este lugar como una de las áreas de acceso a la antigua ciu- manera de una caja de reliquias y que contenía un con-
dad precolombina y nuestro punto de partida es el llamado Pozo 14, cuyo patio junto de ofrendas, entre las que destaca un vaso de ma-
hundido es visible hoy en la entrada del museo. Los estudios precedentes nufactura maya de fino barro naranja, el cual presenta
aquí citados ya advertían el carácter habitacional, de producción y ceremo-
nial; es decir, su condición de contextos mixtos de acuerdo con su función
habitacional y productiva, y a partir de esos presupuestos se estableció la 5  Homónimo con el que se denomina a otro gran emplazamiento arqueo-
jerarquía de los barrios que rodean dicho patio, dada la presencia de los ma- lógico cercano en la población de Tepeji del Río, de acuerdo con Mastache y
teriales arqueológicos de superficie y la alta densidad de tales. Al paso de los Crespo (1974: 71-104).
años, esto abre nuevamente la discusión acerca de utilizar esos espacios para 6  Para mayor referencia y datos específicos de los enterramientos asociados,
la construcción de infraestructura de cualquier tipo. consúltese a Gómez et al. (1994).

53
Arqueología 58 • agosto, 2019

metros, se hallaron los entierros 66, 67, 68, 69 y 70,


también de la fase Corral.
En este grupo se consideran dos temporalidades,
las fases Corral y Tollan, dados los enterramientos
de las unidades 27, 27’ y 28 y sus ofrendas asociadas
(Gómez y Fernández 1990: 54-63). Más al sur de ese
conjunto se desarrolló un amplio y complejo conjunto
habitacional en el que, a la vez, se hacían artefactos de
obsidiana especializados, es decir, tenía una función
mixta. Su nivel de producción se estimó cercano a los
40 000 artefactos manufacturados durante la fase tar-
día, los fechamientos por carbono 14 fijan en 1211+/-32
para Tollan tardío y 929+/-49 para Tollan temprano,
dentro de los límites del conjunto explorado (Fernán-
dez Dávila, 1986 y 1994: 54).
Desde el sector norte, el patio hundido o Pozo 14
Fig. 2 Croquis de la distribución de estructuras en el área del da acceso también a otra área vestibular con cuartos
museo de Tula, Hidalgo. Fuente: Proyecto Tula, digitalizado por asociados en dos superposiciones de pisos estucados
Ana Osante. que cubrieron bajo ellos los entierros 8, 11, 12, 13 a-b,
14, 16, 17 y 18, todos de la fase Corral y concentrados
en un área explorada de apenas 120 m2. Todo el depó-
sito mortuorio se encontró cubierto con dos capas de
rellenos de escombros finos sellados por dos sucesivos
pisos estucados y los restos de algunos muros corres-
pondientes al edificio funerario.
En el sector poniente, el patio nos dirige hacia una
plataforma rectangular estucada que contiene ofren-
das de cráneos de infantes decapitados frente a un
altar, por encima de la tumba del entierro 29. La inhu-
mación de esos elementos fue cubierta por medio de
dos rellenos inducidos recubiertos por dos sólidos pi-
sos estucados, uno de los cuales fue parte del techo de
la tumba en cuestión. Es notorio que el entierro 29 de
la Tumba 1-80 fue depositado entre cuatro paredes de
sillarejos de mampostería labrados en una cara y enlu-
cidos con una delgada capa de estuco, es decir, dentro
de una tumba de mampostería hecha ex professo. El
doble piso de estuco y su firme son el sello y el techo
o cubierta de la tumba, situación constructiva notoria
dada la ausencia de elementos de inhumación simila-
res reportados en la literatura arqueológica precedente
en Tula, tanto como el hecho de que, a la fecha, no se
Fig. 3 Vaso maya, caja de ofrendas del sector sur, área del mu- ha encontrado en Tula un elemento funerario similar
seo de Tula, Hidalgo. Fotografía: Enrique Fernández. a la Tumba 1-80.
Sobre el piso superior se colocó un altar rectangu-
un doble recuadro con alusión al rito de la agricultura lar hecho con arcilla y piedras, con un tablero y talud
y el maíz (figura 3), es decir la fertilidad ritual. perimetral sobre el que se modeló un pequeño tablero
Uno de los recintos debió estar columnado y ro- con artesonado remetido, todo ello enlucido a la cal
deado de aposentos secundarios en una superficie de y pintado en rojo y blanco para acentuar el contraste.
aproximadamente 200 m2, al que se asocian los en- La ofrenda de este adoratorio es notable, contenía una
terramientos números 2, 3, 4 (a-b-c y 7 de la fase To- vasija plumbate zoomorfa rota (figura 4) y debajo del
llan, así como los 1 a-b-c, 3, 5, de la fase Corral. A su piso de sustento, ocho vasijas con tapa que en su in-
lado debió estar edificado un templo de un metro de terior guardaban los cráneos decapitados de un joven
altura con escalinata de cuatro peldaños y rematado y tres infantes dentro de platos del tipo Jara Naranja
con alfardas en dado y talud. Detrás de éste, a escasos con tapa (figura 5).

54
Un corundo del cerro El Tesoro en la Zona Arqueológica de Tula, Hidalgo...

Tohil, que al igual que la depositada rota o matada


sobre el altar de cráneos, coincide con el tipo cerá-
mico Tohil Plumbate, de acuerdo con Shepard (1948),
Coe (1962: 188-192), Cobean (2007: 68), Cobean et al.
(1981), y Neff (2004), entre otros.7
Los platos (figura 6) se acompañaron con un bivalvo
de Pinctada mazatlanica, fragmentos de concha nácar
y de la armadura de un miembro de la familia Chito-
nidea, todo ello al lado de su pierna y pie izquierdo. So-
bre el pecho del señor ahí enterrado se localizaron 86
piezas individuales de carapacho de armadillo (Dasy-
pus novemcinctus), que podrían haber formado parte de
un pectoral; además se hallaron cuentas circulares de
concha; un botón de concha nácar; tres piezas dentales
del tiburón conocido como lemon shark,8 dos puntas de
proyectil de obsidiana negra (bifaciales cuya materia
prima al parecer procede de Zacualtipán, Hidalgo);
cuentas cilíndricas de jadeíta, travertino y fragmentos
Fig. 4 Vasija Plumbate, altar Tumba 1-80. Fotografía: Enrique varios de láminas pétreas (teselas) de colores rojo, ver-
Fernández. de y azul; dos núcleos cilíndricos agotados de navajas
prismáticas cuya materia prima probablemente haya
procedido del yacimiento de la Cruz del Milagro, Hi-
dalgo; tres canicas de barro y la cabeza de una figurilla
antropomorfa con tocado y pigmentos rojo y amarillo
en tocado y cara. Bajo el torso del personaje fue encon-
trado el ejemplar mineral identificado como corundo
(figura 7), el cual estaba asociado a otros materiales
que se describirán más adelante.
Por otra parte, en el Pozo 32, excavado en una de las
unidades domésticas del sector poniente (figura 2), se
localizó, como ofrenda correspondiente al momento
constructivo, una pequeña máscara de cristal de roca,
cuya dureza de 7 en la escala de Mohs es un ejemplo del
tipo de objetos que pudieron requerir del corundo en
su manufacturación, ya que por la alta dureza (9 Mohs)
Fig. 5 Altar de cráneos y entierro 29, Tumba 1-80, Tula. habría facilitado el trabajo lapidario de ese mineral.
Reconstrucción interpretativa de Enrique Fernández y Ana
Osante (2015).
Materiales líticos asociados al corundo
Construido con sillares aparejados con toba (cantera La ofrenda mortuoria del entierro 29 de la T1-80 esta-
blanca), el rectángulo que forma la tumba mide 1.90 m ba constituida por diferentes tipos de materiales que
con una altura de 0.70 m, y las cuatro paredes fueron denotan la jerarquía o la especialidad a la que estuvo
ligeramente enlucidas con un aplanado a la cal con dedicado el personaje inhumado. Además de las ya
ligeros tonos rojizos. El piso de la tumba presentaba un mencionadas, otras piezas de lapidaria y lítica utili-
sólido apisonado de tierra fina con arena, mismo que taria que formaban parte de la ofrenda estaban direc-
nivelaba esa superficie por encima de la roca madre. tamente asociadas con el ejemplar de corundo (figura
El esqueleto del individuo ahí depositado en decúbito 7); tales son: 1) dos fragmentos de objetos elaborados
dorsal extendido era el de un adulto medio de entre 30 en jadeitita (figura 8), a saber, una cuenta semitubu-
y 35 años de edad, de sexo masculino, medianamente lar de color verde esmeralda y parte del borde de una
conservado; su posición (in situ) junto con su tumba pieza cilíndrica de color gris verdoso; 2) fragmentos de
se orientan en el eje cráneo-pies con 270º acimutales,
hacia el oriente franco. 7  Esta cerámica es un marcador de la fase Tollan y se ha propuesto que pudo
Los objetos ofrendados fueron tres vasijas del tipo ser incluso fabricada por los toltecas para comercio en el Soconusco chiapane-
co. Algunas de las piezas son fitomorfas, como es el caso, o zoomorfas, como
Jara Naranja (dos platos) y un vaso con tapa Jara Ana- la del altar de tierra asociado a esta tumba (Gómez y Fernández, 1994: 88).
ranjado pulido, así como una ollita fitomorfa Plumbate 8  Negaprion brevirostris sp. de la familia Carcharhinidae.

55
Arqueología 58 • agosto, 2019

A B

1cm

Fig. 8 Piezas de jade: A) fragmento de cuenta en jade verde


esmeralda; B) fragmento de objeto en jade gris verdoso.
Fig. 6 Detalle de la ofrenda del entierro 29, T1-80. Fotografía: Fuente: Ricardo Sánchez Hernández y Jasinto Robles Camacho.
Enrique Fernández.

1cm

Fig. 9 Fragmentos de rocas volcánicas cloritizadas, con


evidencias de trabajo. Fuente: Ricardo Sánchez Hernández y
Jasinto Robles Camacho.

Fig. 7 Vista amplificada del ejemplar de corundo. Fuente:


Ricardo Sánchez Hernández y Jasinto Robles Camacho.

toba y andesita cloritizadas (figura 9) de color verde


en diferentes tonalidades y con huellas de trabajo; 3)
fragmentos de listwanita (figura 10) con y sin huellas
de trabajo; 4) fragmentos de prehnita (figura 11) con
y sin huellas de trabajo; 5) teselas de pirita (figura 12)
con capas superficiales de oxidación; 6) lascas de ro-
cas silíceas (figura 13) como probables herramientas y
fuentes de abrasivo; 7) un objeto elaborado en argilita
(figura 14-A) de color rosado; 8) un fragmento de cuarzo
con malaquita y azurita (figura 14-B), como posible
fuente de cobre; 9) un canto rodado y un fragmento
irregular de roca volcánica (figura 14-C), y 10) un frag-
mento de probable escoria de fundición (figura 14-D), Fig. 10 Piezas de listwanita, A) trabajadas y B) sin trabajar
que podría ser una evidencia de la práctica de trabajos (preformas y material en bruto). Fuente: Ricardo Sánchez
de orfebrería en Tula. Hernández y Jasinto Robles Camacho.

56
Un corundo del cerro El Tesoro en la Zona Arqueológica de Tula, Hidalgo...

B
D

1cm

Fig. 11 Ejemplares de prehnita, trabajados y sin trabajar.


Fuente: Ricardo Sánchez Hernández y Jasinto Robles Camacho.
Fig. 14 A) Pieza de argilita; B) cuarzo con malaquita y azurita;
C) grava y fragmento de roca volcánica; D) posible escoria.
Fuente: Ricardo Sánchez Hernández y Jasinto Robles Camacho.

Identificación del ejemplar mineral


El ejemplar de corundo encontrado en la T1-80 duran-
te las excavaciones del Proyecto Tula 1980-81, mide
aproximadamente 1.3 cm de largo, 1.1 cm de ancho y
0.4 cm de alto (figura 7). Consiste en un agregado de
cristales de color gris, euhedrales prismáticos, trans-
parentes a translúcidos, con lustre vítreo, tenaces, con
partición muy marcada y dureza de 9 en la escala de
Mohs. Asociado al corundo hay un mineral de color
blanco, grano fino, opaco y de baja dureza.

Análisis al microscopio petrográfico


El estudio del ejemplar de corundo se practicó, al prin-
cipio, mediante el microscopio de polarización, para
Fig. 12 Teselas de pirita con pátina de alteración. lo cual se preparó una sección delgada de 30 micras
Fuente: Ricardo Sánchez Hernández y Jasinto Robles Camacho. de espesor requerida para el análisis. Con base en sus
propiedades ópticas mineralógicas más destacadas y
distintivas, como son relieve muy alto, baja birrefrin-
gencia (0.008-0.009), figura uniaxial negativa, par-
tición romboedral y maclado laminar (figura 15), se
determinó que se trataba de corundo, sin embargo,
dada la importancia del hallazgo se consideró conve-
niente recurrir a otra técnica analítica para confirmar
la identidad del material. El mineral de alta birrefrin-
gencia que está directamente asociado a los cristales de
corundo es mica del tipo muscovita, como se observa
en la imagen de la sección delgada (figura 15).

Análisis por difracción de rayos X


Como análisis complementario aplicado para certificar
la naturaleza mineralógica del ejemplar de estudio se
1cm
recurrió a la técnica de difracción de rayos X, mediante
la cual se confirmó plenamente la identidad del corundo
Fig. 13 Fragmentos de rocas silíceas y rocas silicificadas. (figura 16) y de los otros componentes minerales pre-
Posibles herramientas y materia prima para producir abrasivo. sentes en pequeña proporción: muscovita, del grupo
Fuente: Ricardo Sánchez Hernández y Jasinto Robles Camacho. de la mica, y clinocloro, del grupo de las cloritas.

57
Arqueología 58 • agosto, 2019

Fig. 17 Hábito cristalino típico del corundo. Fuente: tomado de


Vanders y Kerr (1967).

color gris oscuro, gris azuloso o café. El abrasivo de


color negro llamado esmeril es una mezcla de grano
fino de corundo y magnetita o hematita. La variedad
de color azul es llamada zafiro y debe su color a la pre-
Fig. 15 Vista al microscopio petrográfico de los cristales de sencia de impurezas de hierro (Fe2+, Fe3+) y titanio (Ti3+,
corundo y la mica muscovita asociada. Fuente: Ricardo Sánchez Ti4+), que pueden ser transferidos dentro de la molécula
Hernández y Jasinto Robles Camacho. por la acción de electrones (e–); el intercambio de Fe
por Ti en la estructura cristalina, y viceversa, involucra
la absorción de energía con la generación de una banda
amplia de absorción en el dominio del rojo dentro del
espectro electromagnético, que produce como conse-
cuencia el color azul profundo del cristal. Este fenóme-
no corresponde a un proceso de transferencia de carga
metal-metal, explicado dentro del formalismo de or-
bital molecular (Nassau, 1978). Otra de las variedades
importantes del corundo es la de color rojo, conocida
como rubí, que debe ese aspecto físico al intercambio
de cromo (Cr3+) que ocurre como impureza y sustituye
Fig. 16 Patrón de difracción de rayos X correspondiente al al aluminio (Al3+) en los octaedros distorsionados de
corundo y al clinocloro y la muscovita asociados. Fuente: Al2 O3, provocando estabilidad en el enlace y, por lo
Ricardo Sánchez Hernández y Jasinto Robles Camacho. tanto, en la estructura. En este caso, el fenómeno de
campo cristalino explica las causas de color e involucra
El análisis se efectuó en el Laboratorio de Rayos a cristales con iones que contienen electrones (e–) no
X del Instituto de Investigaciones Metalúrgicas de la apareados, de tal forma que e– de niveles energéticos
Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. El más externos pueden interactuar con la luz visible,
equipo utilizado fue un difractómetro marca Siemens, provocando la absorción, y la transmisión remanente
modelo D-5000. El rango 2 θ considerado fue de 2° a genera el color (Nassau, 1978). Existen otras varie-
70°, con corriente controlada de 20 Kv y 20 mA, y la dades menos comunes de corundo gema: la de color
velocidad de barrido fue de 2° por minuto. amarillo es llamado topacio oriental, la de color verde
es llamado esmeralda oriental, y la de color violeta es
Características mineralógicas llamado amatista oriental. Las variedades amarilla y
generales del corundo verde contienen cantidades variables de fierro férrico
y ferroso (Fe3+ y Fe2+). Otras características del corun-
El corundo, también llamado corindón, es un óxido de do son que carece de clivaje, pero presenta partición
aluminio (Al2 O3), que cristaliza en el sistema hexago- romboedral buena y basal; su lustre va de adamantino
nal. Comúnmente se presenta en cristales alargados de a vítreo pero también puede ser mate o graso; varía de
seis lados que se ensanchan en su parte media, adqui- translucido a opaco; es el segundo material natural
riendo forma de barril con terminaciones planas; tam- más duro (grado 9 en la escala de Mohs) después del
bién puede encontrarse como bipirámides hexagonales diamante (grado 10); es quebradizo aunque a veces es
y ocasionalmente en cristales tabulares hexagonales muy tenaz y su peso específico es de 4 en promedio
delgados (figura 17); a menudo también se presenta en (Vanders y Kerr, 1967; Dietrich y Skinner, 1979). Las
masas de grano grueso o de grano fino. características que hacen del corundo un buen mate-
Se presenta en una gama amplia de colores, en cris- rial abrasivo son su alta dureza, su gran cohesión y du-
tales que frecuentemente muestran una distribución rabilidad, por lo cual los depósitos de esmeril con alto
del color en zonas, cuyo origen es explicado por dife- contenido de corundo son excepcionalmente buenos
rentes causas físicas. El corundo por lo general es de abrasivos (Rapp, 2002).

58
Un corundo del cerro El Tesoro en la Zona Arqueológica de Tula, Hidalgo...

Características generales de los


yacimientos de corundo
El corundo es un mineral que se puede encontrar en
gran escala en pegmatitas y en rocas que son pobres en
sílice como sienitas, sienitas nefelínicas, calizas meta-
morfizadas y micaesquistos. En rocas metamórficas el
corundo se encuentra en corneanas pobres en sílice
y también se presenta en depósitos bauxíticos meta-
morfizados termal o regionalmente. La mayoría del
corundo con calidad de gema se obtiene de depósitos
de placer (Deer et al., 1966; Vanders y Kerr, 1967).

Yacimientos de corundo en Mesoamérica


Las referencias históricas más antiguas sobre la exis- Fig. 18 Yacimientos de corundo en México y Guatemala.
tencia de “rubíes”, esmeril y en general abrasivos en Fuente: Ricardo Sánchez Hernández y Jasinto Robles Camacho.
Mesoamérica, se encuentran en Sahagún, quien en su
obra sobre las cosas de la Nueva España dice que: “El ro (figura 18). En ese sitio el corundo se presenta en
esmeril se hace en las provincias de Anáhuac y Toto- cristales con un rango de longitud de entre 0.5 y 3.0
tépec” (Sahagún, 2006, 675). Al respecto, Barlow (1992), cm, con una coloración no uniforme que varía de azul
en su obra sobre la extensión territorial del imperio pálido, casi blanco, hasta un azul más intenso; éstos,
mexica, menciona que en la provincia de Tlapan, uno junto con el mineral cordierita, se encuentran inclui-
de los pueblos sujetos tenía el nombre de Tototepec, dos en mosaicos de biotita dentro de una secuencia
por lo que es posible que la “provincia de Tototépec” de gneises cuarzo-feldespáticos. Se refiere que en ese
haya estado ubicada dentro del territorio que abarcaba yacimiento es posible encontrar cristales con calidad
el Señorío Mixteco de Tototepec, el cual se extendía en de gema.
la parte sur del actual estado de Oaxaca; otra posibili- Langenscheidt (2007) hizo una recopilación de re-
dad es que se haya referido a una población o localidad portes de yacimientos de corundo, pero en algunos
llamada Tototepec, que se ubicaba en la parte sur del casos sólo hace referencia a la entidad federativa don-
estado de Guerrero, aproximadamente a 80 km al este de se localizan, como Durango, Tamaulipas, Guana-
de Acapulco. juato y Estado de México. En otros casos es un poco
En 1917, Carlos Castro reportó los resultados del más preciso en la ubicación de los yacimientos, como
análisis de unos cantos rodados pequeños provenientes son: 1) los Placeres de Seam, en Baja California; 2) el
del rancho La Relación, ubicado en la Hacienda de San lecho del río Piaxtla y otros arroyos en Sinaloa, y 3) la
Francisco, municipio de Fresnillo, aproximadamente a hacienda Sarabia, en el municipio de Guichicovi, en
64 km al noroeste de Fresnillo, Zacatecas (figura 18), Oaxaca (figura 18).
y concluyó que se trataba de la variedad de corundo
conocida como esmeril. Además, Castro mencionó que Yacimientos de corundo variedad
otra localidad con presencia de este mineral se encuen- rubí en Mesoamérica
tra en el Distrito de Tehuantepec, municipalidad de
Tehuantepec [sic], pero sin dar más información. Hasta el momento no se conocen reportes de yacimien-
Por otra parte, Schmitter y Martín del Campo (1980) tos de rubí en territorio mexicano y la única referencia
señalan la existencia de yacimientos de corundo en va- concreta sobre la presencia de esa variedad de corundo
rios estados del territorio mexicano (figura 18), como en Mesoamérica es la que hace Leoncio Garza-Valdés
Guerrero, Sinaloa, Durango, Baja California, Oaxaca, (1993), quien dice haber examinado varios cristales de
San Luis Potosí, etc. [sic]”, pero en ningún caso infor- zafiro gris y algunos cristales de rubí opaco, encon-
man sobre las características del mineral, su forma de trados tanto en el río Bobos, cerca de la población de
yacimiento y ubicación precisa. Panczner (1987) hace Morales, como en el río San Diego, ambos localizados
referencia a un yacimiento de corundo en el municipio en Guatemala (figura 18).
de Guadalcazar, San Luis Potosí (figura 18), pero no
dice más. Probable uso del corundo en Tula
Victoria et al. (2006) describen las características
del yacimiento de corundo de la mina El Milagro, que En la antigüedad, el valor de una piedra se asigna-
se localiza en el poblado de Piedra Imán, en Guerre- ba en función de las características del material,

59
Arqueología 58 • agosto, 2019

principalmente su color y su dureza, así como del tra- Por la semejanza con el presente caso, y como ejem-
bajo invertido para su explotación y de la distancia plo de la relación que hay entre el tipo de objetos y
que hubiese entre su yacimiento y el destino final para de materiales contenidos en las ofrendas funerarias
ser comerciada o intercambiada como materia prima y la actividad que en vida desempeñó el personaje a
u objeto manufacturado. De acuerdo con el contexto quien estuvo dedicada, es necesario recordar el caso
al que estaba asociado el ejemplar de corundo en Tula, del hallazgo del sepulcro de un artesano especializado
es muy probable que haya formado parte de los mate- en orfebrería, ocurrido en Azcapotzalco a principios
riales utilizados en el trabajo lapidario, ya que su alta de la década de 1980, como parte de las labores de la
dureza (9 en la escala de Mohs) lo hacía ideal para ese entonces Subdirección de Salvamento Arqueológico;
tipo de labores: desbastar o cortar con mayor facili- los materiales arqueológicos recuperados en aquel
dad piedras duras, como la jadeitita (dureza 6-6.5) o caso fueron retomados y estudiados recientemente por
el cuarzo (dureza 7), como lo han sugerido Sax et al. López Luján et al. (2015), quienes señalan que la ofren-
(2008), quienes con base en su investigación conside- da estaba compuesta por diversos objetos metálicos
ran que muy probablemente el corundo haya sido uno como: bezotes de plomo, barras de cobre, cinceles de
de los materiales abrasivos que se usaron para elabo- cobre y bronce, una aguja, un cascabel y en especial un
rar la copa de cuarzo encontrada en la Tumba 7 de buril de bronce con empuñadura de asta de venado con
Monte Albán. una representación del dios Xochipilli-Macuilxóchitl
Por todo lo expuesto se considera que el corundo con alas, yelmo, tocado y parado sobre una flor; ade-
encontrado en Tula debió haber sido utilizado para más, había malaquita como materia prima fuente de
la confección de piezas como es el caso de la pequeña cobre y también instrumentos de cuarzo y calcedonia,
máscara de cristal de roca (cuarzo) encontrada en el y materiales orgánicos como hueso de tapir, pata de ve-
Pozo 32 del sector poniente, así como para el trabajo nado, conchas, caracoles, ámbar y placas de caparazón
de otros materiales duros. de armadillo. Todo ello, como ya se mencionó, llevó a
la conclusión de que el individuo inhumado habría sido
Conclusión un artesano lapidario especializado en la orfebrería y
en vida habría gozado de una gran jerarquía.
Como producto de las excavaciones del Proyecto Tula La escasez del corundo y otros minerales de alta
1980-81 se encontró un ejemplar de corundo, cuyo alto dureza en contextos arqueológicos puede deberse en
grado de dureza (9 en la escala de Mohs) ha dado lu- parte a su rareza geológica, pero también a la falta
gar a considerar que muy probablemente fue utilizado de análisis específicos para lograr la identificación de
como material abrasivo en las labores lapidarias de todos los materiales presentes en las ofrendas, ya que
corte y desbaste, como también lo sugieren los demás ejemplares como el analizado en el presente estudio
objetos y materiales a los que estaba asociado, y que no tienen una coloración especial, como por ejemplo
en conjunto constituyen un muestrario tanto de dife- el color rojo del rubí, o bien formas u otras caracterís-
rentes tipos de rocas y minerales de color verde, como ticas que llamen la atención, por lo que pueden pasar
de diferentes etapas del trabajo de lapidaria, ya que inadvertidos e incluso ser desechados al considerar
hay piezas completas (teselas de pirita), fragmentos de que se trata de fragmentos de roca sin importancia.
piezas terminadas (cuenta y objeto de jadeita), y piezas En la medida en que se analicen e identifiquen con
en proceso de elaboración y como materia prima (list- precisión los materiales líticos que forman parte de las
wanita, prehnita, rocas volcánicas cloritizadas, cuarzo ofrendas o que provengan de contextos arqueológicos
con malaquita y azurita) y probables herramientas y específicos —como las áreas de talleres con evidencias
fuente de otros materiales abrasivos (objetos en rocas de actividad lapidaria—, y conforme se pueda com-
silíceas, argilita y rocas volcánicas). parar tales con materiales geológicos provenientes
Dadas las posibilidades de aplicación práctica, los de yacimientos conocidos, se podrán determinar las
materiales especiales como el corundo seguramente fuentes de la materia prima y se ampliará el conoci-
eran adquiridos y controlados por individuos de la éli- miento sobre el uso de los minerales de alta dureza en
te, como lo indican las características de la tumba y la antigua Mesoamérica.
todos los materiales de la ofrenda funeraria del perso-
naje del entierro 29 de la T1-80, quien debió tener una Agradecimientos y créditos
relación importante con esas labores, ya fuera como
administrador o controlador de las mismas e incluso A la Mtra. Victoria Luque Valdivia, operadora del di-
como supervisor o ejecutante (maestro lapidario), cu- fractómetro de rayos X en el Instituto de Investiga-
yas funciones comprenderían desde la adquisición de ciones Metalúrgicas de la Universidad Michoacana de
las materias primas, el proceso de elaboración de las San Nicolás de Hidalgo, por llevar a cabo el barrido
piezas así como su comercialización. de la muestra. Las fotografías que corresponden a las

60
Un corundo del cerro El Tesoro en la Zona Arqueológica de Tula, Hidalgo...

figuras 3, 4 y 6 son de Enrique G. Fernández Dávila; Coe, Michael D.


las digitalizaciones de las figuras 1, 2 y 5 son de Ana 1962 The Post-Classic. En The Maya (pp. 188-192).
Osante Altamirano y Jesús Heliodoro Antonio Domín- Nueva York, Thames and Hudson.
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62
El “Cópil” del cerro
del Elefante, Hidalgo:
dilucidaciones sobre
el personaje
Stephen Castillo Bernal
Museo Nacional de Antropología, inah

Resumen: Se presenta un análisis estilístico y contextual de una escultura fragmentada localizada en la cima del cerro del Elefante, Hidalgo. Para
algunos investigadores, el sitio de donde se extrajo la deidad es mexica, mientras que ésta podría aludir al personaje histórico Cópil; lamentable-
mente, los datos de las excavaciones del sitio son nimios. En este trabajo se postula que la escultura no podría ser mexica, sino que se asocia con
la tradición tolteca tardía. Además, el sitio no podría ser el asiento de Cópil, por lo que la escultura tampoco podría ser alusiva a él. Los postulados
se basan en la revisión de las fuentes históricas y arqueológicas previas. Además, se incluyen las descripciones de algunos sitios adyacentes al
asentamiento, hechas durante las temporadas de campo del autor de estas líneas.
Palabras clave: cerro del Elefante, Cópil, mexicas, toltecas, estilo escultórico, geopolítica, valle del Mezquital.

Abstract: The article presents a contextual and stylistic analysis of a fragmented stone sculpture on the summit of Cerro del Elefante, an archaeo-
logical site in the state of Hidalgo, Mexico. Some researchers have identified this as a Mexica settlement and suggested that the sculpture might be
an early depiction of Copil, an important figure in Aztec mythology, claims difficult to assess given the scant excavation data on Cerro del Elefante.
In this article I postulate the sculpture is not Mexica, but instead associated with the late Toltec tradition. Furthermore, the archaeological site
cannot be the home of Copil, making the sculpture’s identification as such unlikely. The interpretations are based on a review of historical sources
and archaeological reports. The work includes descriptions of some nearby archaeological sites recorded in different field seasons of my project. .
Keywords: Cerro del Elefante, Copil, Mexicas, Toltecs, sculpture style, geopolitics, Mezquital Valley.

A
finales de la década de 1980, Ricardo Martínez, tepec hidalguense (Dahlgren et al., 2009). Otra pro-
arqueólogo del Centro inah-Hidalgo, atendió blemática radica en inferir la identidad y la cronología
una denuncia levantada por los pobladores de del personaje representado en la lápida, a partir de la
la localidad de Tunititlán. La población local recupe- evidencia arqueológica e histórica disponible para la
ró, en la cima del cerro del Elefante, una lápida que región de estudio (Martínez, 1994; López y Fournier,
representa a un personaje antropomorfo, así como una 2009; Acuña, 1985). Este ejercicio permitirá, además,
serie de clavos arquitectónicos en forma de cráneos reconstruir un poco más la geopolítica de esta zona
humanos. del Valle del Mezquital durante el Posclásico mesoa-
El investigador hizo una prospección y excavacio- mericano.
nes en la cima del cerro (Martínez, 1994), encontrando
las evidencias de un recinto amurallado de presumible El área de estudio
temporalidad mexica. En una de las estructuras, el ar-
queólogo halló una escultura antropomorfa mutilada. La localidad de Tunititlán se encuentra en la parte cen-
De acuerdo con él, el cerro del Elefante debió haber tro-este del estado de Hidalgo y pertenece al municipio
fungido como un área donde se llevaba a cabo una se- de Chilcuautla. Colinda al norte con Ixmiquilpan, al este
rie de actividades rituales por parte de los antiguos po- con Progreso de Obregón, al sur con Mixquiahuala de
bladores de la localidad. En un trabajo posterior, López Juárez y al oeste con Alfajayucan y Chapantongo (inegi,
y Fournier (2009) enuncian que la escultura descrita 2009). La localidad se encuentra asentada prácticamen-
por Martínez podría ser la representación del personaje te en las faldas y en las laderas del cerro del Elefante,
histórico Cópil, quien se asentó en la atalaya del cerro elevación que le otorga identidad al poblado (figura 1).
del Elefante para guerrear contra Huitzilopochtli. Los trabajos arqueológicos en la región únicamente
El objetivo de este artículo es dilucidar si el cerro se remontan al rescate de Martínez (1994) en la cima
Texcaltepec, mencionado en la Crónica mexicana de del cerro del Elefante. Los esfuerzos regionales de Gua-
Fernando Alvarado (1944), corresponde con el Texca- dalupe Mastache, Robert Cobean y Ana María Crespo
Arqueología 58 • agosto, 2019

La región de estudio se encuentra enmarcada en


el área cultural del Valle del Mezquital, la cual debe
su nombre a las especies vegetales de la zona: mez-
quites, así como cactáceas y garambullos; el calor en
la zona es intenso y en algunas zonas se carece de
agua (inegi, 1992; Fournier, 2007). De acuerdo con
esa última autora, lo que le otorga identidad al Valle
del Mezquital es el complejo económico del pulque,
vinculado directamente con la alfarería; tal activi-
dad permitía a muchos actores sobrellevar la falta de
agua. No obstante, es factible que este “modo de vida
otomí” no sea generalizado a toda la macroárea cul-
tural. En efecto, existen zonas del valle que no acu-
san una profusa desertificación, pues el río Tula, que,
aunque se declaró contaminado desde 1970 (Conagua
y bgs, 1998), en la época prehispánica debió ser una
fuente inagotable de agua, al menos para las colecti-
vidades asentadas en sus inmediaciones. De hecho, la
región de Tunititlán se encuentra próxima a ese río,
y por la cara oeste del cerro del Elefante aún existen
algunos manantiales (figura 2).

El cerro del Elefante, radiografía


de un hallazgo fortuito
Fig. 1 Municipio de Chilcuautla, Hidalgo. La localidad de
Tunititlán se halla en el extremo sur del municipio. Fuente: Como advirtió Martínez (1989, 1994), la cima del cerro
tomado de inegi, 2009. del Elefante debió haber sido un espacio ritual prepon-
derante en la región. Los trabajos desplegados por el
por el Proyecto Tula (Mastache y Crespo 1974; Mas- investigador consistieron de un recorrido de superficie,
tache et al. 2002) únicamente llegaron a los límites dividiendo el área en cuatro sectores que a continua-
sureños del municipio de Mixquiahuala de Juárez, en ción se describen (figura 3).
tanto que los trabajos arqueológicos de Fournier y Bo- El primer sector se encuentra al noreste y se trata
laños (2000) tuvieron como límites las localidades de de “una plataforma que sustenta tres unidades habi-
Tepeitic y de Tezontepec de Aldama. tacionales, cuya disposición forma un patio central,
Fue hasta 2014 cuando se comenzó a trabajar la
región en el marco del Proyecto “Arqueología de las
comunidades de la Región de Tula, Hidalgo” (mna-inah),
específicamente la zona de Tunititlán y las regiones
vecinas. En 2014 se practicó un recorrido de superficie
en la cara sur y oeste de cerro del Elefante, así como
al oeste de la localidad de Tunititlán (Castillo et al.
2014). Durante los dos años siguientes se recorrieron
las áreas de Santa María Bathá, Tepeitic y Huitexcalco
de Morelos, poblados ubicados al oeste de Tunititlán y
pertenecientes a los municipios de Tezontepec de Al-
dama, Mixquiahuala de Juárez y Chilcuautla (Castillo
et al., 2015). Lo anterior se efectuó para dilucidar la
geopolítica rural de esas zonas periféricas de la región
de Tula (Castillo et al., 2015; Castillo et al., 2017) y para
inferir el papel de estas comunidades agroartesanales
con la hegemonía regional de la ciudad de Tula. Du-
rante esas últimas temporadas se excavaron dos sitios Fig. 2 Sitios arqueológicos detectados durante las tres primeras
rurales, una unidad doméstica epiclásica y un proba- temporadas del Proyecto Arqueología de las Comunidades de
ble conjunto tolteca de casas-habitación (Castillo et al. la Región de Tula (pacrt). Se aprecia el adoratorio del cerro del
2015; Castillo et al. 2017). Elefante. Fuente: pacrt, digitalizado por Josué Rodríguez.

64
El “Copil” del cerro del Elefante, Hidalgo: dilucidaciones sobre el personaje

269° acimutales” (Martínez, 1994: 144). Esta última


construcción es conocida por los pobladores como
“Iglesia Vieja”. De hecho, cada 12 de febrero la gente
local, así como personas de otras poblaciones aleda-
ñas, ascienden a la cima del cerro con la finalidad de
escuchar una misa. La noche previa al acto religioso,
la gente que sube al cerro a celebrar una fiesta que
incluye baile, comida y bebida. Evidentemente, estas
acciones han ido abonando en la paulatina destrucción
del sitio.
En el interior de la última estructura referida fue
donde se recuperó la escultura que tentativamente
representa a Cópil. Retomamos nuevamente a Martí-
nez (1994), quien señala que la escultura, pese a haber
sido registrada en el centro de la construcción, “no
se encontraba en el lugar original cuando la encon-
tramos; la gente del pueblo la había movido ‘para ver
qué era’, encontrándose vuelta hacia abajo” (Martínez,
1994: 145). Finalmente, en el derrumbe del tecorral
se encontraron algunos cráneos humanos de tezontle
que fungieron como clavos arquitectónicos, “algunos
de ellos cubiertos con estuco” (Martínez, 1994: 145).
Otros elementos recuperados por Martínez (1994) fue-
ron unas esculturas de piedra que, según sus plantea-
mientos, recuerdan los caracoles cortados del Coate-
pantli de Tula. No obstante, la superficie sobre la que
Fig. 3 Croquis del recinto del cerro del Elefante. se encontró la escultura era completamente plana y el
Fuente: Martínez (1994). contexto presentaba “[...] grandes bloques de muros
de cal y de tezontle que sugieren la existencia de una
abriéndose hacia el sur una gran nivelación, que es la construcción colonial. Esto último apoyaría la hipó-
plaza central del sitio” (Martínez, 1994: 143). Al oes- tesis de una construcción prehispánica importante
te de esta construcción se encuentra otra edificación que fue destruida para utilizar los materiales en una
que, siguiendo a Martínez, corresponde al conjunto posterior construcción” (Martínez, 1994: 145).
número dos: En total se excavaron cuatro pozos de sondeo en el
interior del recinto, partiendo del piso de ocupación
[...] formado por tres construcciones: una plataforma histórico. Pocos fueron los materiales recuperados,
que sustenta tres unidades, posiblemente habitaciona- pero se llegó a un piso de estuco muy bien definido,
les, al extremo oeste. La plataforma, cuya forma es alar- “delimitado por un muro muy grueso (de 50 cm de
gada, tiene treinta metros de largo por cinco de ancho. ancho) hecho de cal y tezontle” (Martínez, 1994: 146).
Un montículo mayor se localiza al este, y al sur de este Los materiales recuperados en los sondeos fueron es-
montículo y al este de la plataforma hay otro montículo casos y erosionados y, aunque Martínez no mencio-
prehispánico con restos de una construcción posterior, na los tipos concretos, es probable que se trataran de
es decir, presenta evidencias de destrucción no moderna tiestos Coyotlatelco, Mazapa-tollan y Azteca II, pues
(Martínez, 1994: 144). tales fueron los que el autor indica que se recuperaron
en la superficie de la estructura. De hecho, quizá la
El tercer conjunto se encuentra en la parte sureste temporalidad prehispánica del asentamiento fluctúe
del croquis, y consta de un montículo aislado. La últi- entre el Posclásico temprano y el tardío, ya que Martí-
ma construcción del emplazamiento está ubicada en nez hizo otras calas de aproximación en el montículo
la parte suroeste, y se trata de un recinto de tecorral mayor del conjunto dos. Mediante ellas, el arqueólogo
“formado por cuatro muros muy anchos de dos a tres comisionado por el Centro inah Hidalgo halló, en el
metros de espesor y dos metros de altura; sus dimen- exterior del talud este:
siones son de treinta por treinta metros, y hacia la
esquina sureste se encuentra un acceso no mayor de [...] material de relevancia, tratándose de fragmentos
ciento cincuenta metros de abertura, que es el único de figurillas Mazapa y de vasos Tláloc muy burdos, así
en todo el recinto. La orientación del conjunto es de como restos de cerámica Azteca II. En el resto del edificio

65
Arqueología 58 • agosto, 2019

los saqueadores no dejaron nada, excepto los materiales


monocromos muy erosionados y fragmentados y los restos
de un entierro muy destruido que no proporciona mayor
información (Martínez, 1994: 147).1

Hasta el momento se desconoce el paradero de los


materiales recuperados por Martínez. No obstante,
gran parte de los cráneos estucados, así como la es-
cultura de la Iglesia Vieja se encuentran en la escuela
secundaria de Tunititlán. Sin embargo, los cráneos
fueron empotrados con cemento en un muro que deli-
mita la cancha de basquetbol. Afortunadamente la es-
cultura no ha sido intervenida. En la bodega del plantel
se pueden apreciar otros elementos arquitectónicos, Fig. 4 Conjunto sureste del cerro del Elefante. La construcción
como remates con glifos que, con mucha seguridad, no fue explorada por Martínez y aún en superficie se aprecian
formaron parte de la decoración de los edificios. grandes bloques de estuco. Fotografía: Stephen Castillo Bernal.
El recinto amurallado del cerro del Elefante, pese a
que se encuentra alterado por las congregaciones que
se celebran en él, aún permite perfilar algunas explo-
raciones arqueológicas, al menos en los sectores su-
reste y noreste. En la actualidad se evalúa la puesta
en marcha de un proyecto de exploración para las dos
estructuras, cuya información podrá abonar en un
mejor entendimiento de la secuencia ocupacional del
cerro del Elefante (figuras 4, 5 y 6).

La escultura
La escultura recuperada en la Iglesia Vieja fue labra-
da sobre roca basáltica (Hernández, 2010b). Consta
de “una figura masculina decapitada y de pie. En una
parte del cuello se observan los restos del collar; en el
centro del plexo solar tiene una oquedad rectangular Fig. 5 Cara norte del conjunto noreste del cerro del Elefante.
muy bien realizada” (Martínez 1994: 145). El personaje La construcción no fue explorada por Martínez. Fotografía:
presenta, además, sus brazos extendidos y las piernas Stephen Castillo Bernal.
separadas, “con las pantorrillas semidobladas hacia
adentro, sugiriendo movimiento” (Martínez, 1994:
145). La entidad presenta un máxtlatl y unas sanda-
lias. Otro atributo digno de resaltar es que el personaje
no presenta indumentaria sobre el torso, dejando ver
sus pechos; tampoco se talló ningún elemento en la
parte posterior.2 El torso descubierto puede abrir la

1  Desafortunadamente el informe técnico de las labores de Martínez no


ha podido ser hallado por el autor de estas líneas, ni en el Archivo Técnico
de la Coordinación Nacional de Arqueología (atcna), ni en el Archivo Técnico
del Centro inah Hidalgo. Es importante encontrarlo para corroborar la infor-
mación tocante a los materiales cerámicos. Sin embargo, la loza que repor-
ta Martínez en las calas del conjunto dos son completamente mexicas; por
ejemplo, el tipo Abra Café Burdo se caracteriza por dar forma a braseros tol-
tecas y, aunque presentan una variedad tipo Tláloc, son sumamente grandes
como para confundirlos con un vaso. En todo caso, los vasos Tláloc identifica-
dos por Martínez bien pudieran ser las vasijas uema, versión local de las vasi-
jas Tláloc, y que presentan un acabado de superficie alisado y burdo, aunque
incorporan parte de la imaginería morfológica de la deidad.
2  No se ofrece una imagen posterior de la estructura debido a que no se Fig. 6 Iglesia Vieja o conjunto suroeste del cerro del Elefante.
contaba con el permiso de maniobra por parte de las autoridades de la se- En su interior se halló la escultura motivo del artículo.
cundaria de Tunititlán. Fotografía: Stephen Castillo Bernal.

66
El “Copil” del cerro del Elefante, Hidalgo: dilucidaciones sobre el personaje

posibilidad de que la escultura no aluda a un varón,


sino a una mujer. La representación mide 1.5 metros
de altura por 75 centímetros de ancho y 20 centímetros
de espesor (figura 7).
De acuerdo con la descripción de Martínez, “la es-
cultura es de gran fuerza a pesar de lo toscamente
trabajada; se diría incuso que se encuentra en proceso
de trabajo” (Martínez, 1994: 145). Puede que Martínez
tenga razón, esto es, que la figura no haya sido culmi-
nada. No obstante, también es necesario tomar en con-
sideración otra idea. La imaginería mexica o tolteca de
las áreas periféricas demuestra estilos que se alejan de
los llamados “citadinos”, frecuentes en las capitales;
esto quiere decir que el hecho de que la imaginería de
“frontera” no se homologue estilísticamente con las
creaciones urbanas, no significa que no sean parte del
mismo bloque cultural (Bertina Olmedo, 2017, comuni-
cación personal). Son estilos distintos, uno más citadi-
no o, si se quiere, más imperial, contra uno más tosco,
periférico, rural (Olmedo, 2001-2002). Carlos Hernán-
dez (2010b) hizo otra somera descripción de la escul-
tura del Elefante, argumentando que su estilo no es
enteramente mexica, y que pudo ser obra de los oto-
míes de la región.3 Esto reafirmaría la hipótesis de que
la estela acusa un estilo de “frontera”.
Si nos atenemos a la imaginería tolteca plasmada
en diferentes rocas, veremos que una de sus caracte- Fig. 7 Escultura del cerro del Elefante. Fotografía:
rísticas es el estilo tosco y rígido, sobre todo cuando Josué Rodríguez.
son representadas frontalmente (De la Fuente et al.,
1988; Jiménez, 1998), pues en otras creaciones tolte- reside en su monumentalidad, que se refuerza por la
cas, como las lápidas de dignatarios del Palacio Que- altura del sitio en que estuvieron colocadas”. Así, la
mado, los personajes principales acusan un movi- mayoría de la imaginería escultórica tolteca presentó
miento manifiesto (Acosta, 1956, 1957). De hecho, al esta característica: rigidez y monumentalidad.
contrario que Martínez, postulo que la escultura no se Otras esculturas toltecas acusan similares posi-
encuentra en movimiento, sino más bien que se halla ciones. En su estudio estilístico, Elizabeth Jiménez
estática. Recordemos a los colosales atlantes de Tula, identifica tres estelas toltecas que superan el metro
que, a pesar de que representan al guerrero ideal de la y medio de altura. Las estelas presentan relieves an-
toltequidad, acusan una rigidez casi hierática (Acos- tropomorfos erguidos, con elaboradas vestimentas y
ta, 1943). De acuerdo con De la Fuente (1990: 48), los armamentos. “Debido a estas características, se las ha
atlantes toltecas “son rígidos al extremo y carentes considerado estelas, pues posiblemente hayan tenido
de individualidad, al punto que sugieren haber sido esa función arquitectónica” (Jiménez, 1998: 135). Así,
fabricados en serie; los elementos propios de su atuen- es factible que la escultura del cerro del Elefante haya
do [...] revelan siempre corte recto para el relevado y sido una estela, pues recordemos que la cabeza del
no se aprecian modulaciones. Su mayor efecto visual personaje fue intencionalmente mutilada; aunque sus
atributos estilísticos son mucho más modestos que los
3  Sin embargo, Hernández (2010b) asume que la estela sí fue de temporali- de las estelas toltecas descritas por la investigadora.
dad mexica: “El recinto ceremonial del cerro del Elefante fue construido para Por ejemplo, la llamada estela rosa, resguardada en
rendir culto a los dioses aztecas, después de la conquista de Mixquiahuala por
Moctezuma I en 1440. Esta conquista aparece representada en la lámina VIII
la Sala Tolteca del Museo Nacional de Antropología,
del Códice Mendocino. La estela pudo haber sido tallada de 1400 a 1521 d. C., representa a un guerrero ricamente ataviado; la dispo-
cuando esta región estaba sujeta a México-Tenochtitlan”. Hernández (2010a) sición de las piernas de esa representación recuerda,
fotografió una pequeña escultura femenina que representa, según el investi-
gador, a una cihuateteo o mujer nahua muerta en parto. La escultura fue recu-
vagamente, al personaje desconocido del Cerro del
perada por un residente de Tunititlán, en “una ceja del cerro, a unos 50 metros Elefante. Otro guerrero tolteca, ataviado también con
del centro ceremonial”. La representación escultórica de esta entidad fantás- un elaborado traje y un tocado con la representación
tica mexica ha fortalecido la hipótesis de Hernández de que la ocupación del
cerro del Elefante se haya dado en el Posclásico tardío. Aun así, la escultura
del numen Tláloc, acusa la rigidez característica de
muestra nuevamente el estilo de frontera que presenta la estela del Elefante. esta colectividad del Posclásico (figuras 8 y 9).

67
Arqueología 58 • agosto, 2019

0 20 cm

Figs. 8 (izq.) y 9 (derecha) Estelas toltecas con representación de guerreros estilizados. Nótese la rigidez de su postura. Fuente: Archi-
vo de Digitalización de las Colecciones Arqueológicas del Museo Nacional de Antropología. Secretaría de Cultura / inah / canon.

68
El “Copil” del cerro del Elefante, Hidalgo: dilucidaciones sobre el personaje

La tercera estela descrita por la arqueóloga se en-


cuentra resguardada en el Museo Acosta de la Zona
Arqueológica de Tula, Hidalgo. Muestra a un guerrero
barbado profusamente ataviado, con un moño de tres
cintas y un tocado con la representación del dios Tlá-
loc.4 Al igual que con las dos creaciones anteriores,
la disposición de las piernas recuerda vagamente al
ignoto personaje del cerro del Elefante (figura 10).
En su catálogo escultórico, De la Fuente et al. (1988:
149-153) mencionan, además de las estelas referidas,
tres creaciones más. La primera representa a un ju-
gador de pelota, recuperado en el Juego de Pelota I de
Tula, profusamente ataviado, y la segunda a un per-
sonaje representado de frente, aunque de éste no se
aprecia la parte inferior; la tercera se comentará des-
pués. El personaje de la primera pieza se encuentra
representado de costado, además la imagen acusa un
movimiento manifiesto al ser un jugador de pelota;
por otra parte, la segunda estela muestra a un dig-
natario tolteca en actitud estática. Lamentablemente,
sus piernas no pueden percibirse, por lo que ninguna
de las dos figuras sirve de marco comparativo con la
estela recuperada por Ricardo Martínez en Tunititlán
(figuras 11 y 12).
La tercera pieza que menciona De la Fuente et al.
(1988: 152-153) se vincula más con la estela del cerro
del Elefante. Se trata de una estela albergada en la
Zona Arqueológica de Tula en la que se representa a
una mujer, muy probablemente de la élite. Se labró a la
mujer de frente y cuenta con un tocado curvo de cuya
parte superior emergen tres franjas; “lleva falda has-
ta los tobillos, y un cinturón del cual descienden dos
tiras seccionadas a lo ancho y terminadas en flecos”
(De la Fuente et al., 1988: 152). Un detalle que resalta
es que la mujer porta una especie de collar y se aprecia
sobre él lo que De la Fuente et al. (1988: 153) conciben
como discos: “Sobre el pecho tiene dos grandes discos
que podrían ser parte de un pectoral”. Finalmente, “es
posible que con la mano izquierda tome dos lanzas
que se ven juntas y dispuestas verticalmente, en la
parte inferior del mismo lado” (De la Fuente et al.,
1988: 153) (figura 13).
Esta última escultura guarda ligeras semejanzas
con la lápida del cerro del Elefante. Una de ellas es, in-
dudablemente, su rigidez. No obstante, podría caber la
posibilidad de que los dos discos que porta la mujer de
la estela de Tula sean, más bien, la representación de
sus pechos. Si ello es así, la estela guarda importantes
semejanzas con la del cerro del Elefante, reforzando

4  De acuerdo con Cobean et al. (2012), las esculturas descritas por Jiménez
(1998) corresponden al periodo 2B de Tula Grande, aproximadamente entre Fig. 10 Lápida de guerrero de Tula. Fuente: tomada de Jiménez
el 900 y el 1150 d. n . e. Además, durante ese periodo, los “atlantes, los pilares (1998: 136, figura 52).
con figuras humanas en bajorrelieve, los chacmooles, los aros de juego de
pelota, varias lápidas y la mayoría de portaestandartes y atlantes pequeños
fueron labrados en basalto” (Cobean et al., 2012: 156).

69
Arqueología 58 • agosto, 2019

la hipótesis de que el personaje plasmado en la roca


haya sido femenino.
Los mexicas, más tarde en el tiempo, emularon
parte de la imaginería escultórica tolteca, para así le-
gitimar su poderío (De la Fuente, 1990). Uno de los
ejemplos más conocidos que aluden a esta toltequidad
son los atlantes mexicas o la Casa de las Águilas de
Mexico-Tenochtitlan, construcción que recrea el estilo
y las banquetas del Palacio Quemado de Tula (López
Luján, 2006). Si bien estas esculturas emulan las re-
presentaciones toltecas, su estilo es más depurado y
realista que el de las creaciones de esta antigua civili-
zación. Por ejemplo, los atlantes mexicas únicamente
emulan al guerrero tolteca, pero su funcionalidad es
completamente diferente al de los atlantes de Tula (De
la Fuente, 1990: 48). Aunado a ello, las imitaciones
Figs. 11 (izq.) y 12 (derecha) Lápidas de jugador de pelota y
mexicas presentan una marcada movilidad (figura 14).
de dignatario tolteca. Fuente: tomadas de De la Fuente et al.
(1988: figuras 101 y 102).
Para el autor de estas líneas, es probable que la es-
cultura de Tunititlán se haya tallado en la época final
tolteca, aproximadamente entre los años 1100 o 1200
d. n. e. Ése es un periodo difícil de detectar arqueoló-
gicamente en la región (Fernando López, 2015, comu-
nicación personal), pues la mayoría de las evidencias
posclásicas se remiten al apogeo tolteca o mexica. Sin
embargo, probablemente durante el colapso de Tula,
algunos grupos mexicas hayan coexistido con los tol-
tecas (Robert Cobean, 2013, comunicación personal);
ello no es descabellado, pues algunas unidades domés-
ticas excavadas en la región de Tula han expuesto esas
dos secuencias ocupacionales (Fournier y Martínez,
2010: 212).5 Precisamente estos problemas cronológi-
cos son los que tornan relevante excavar algunos de
los montículos del cerro del Elefante que no fueron
explorados por Ricardo Martínez.
Lo anterior se postula tomando como base las pro-
puestas de estilos escultóricos detectados por diver-
sos estudiosos de la escultura mexica. De acuerdo con

5  Algunas unidades domésticas excavadas en el área de Tepetitlán han corro-


borado la coexistencia de materiales cerámicos mexicas y toltecas (Fournier y
Martínez, 2010). Además, en la unidad doméstica excavada en Tepeitic por el
autor de estas líneas se evidenció un conjunto habitacional con fuerte presen-
cia artefactual tolteca, pero en estratos más profundos se notó la presencia de
tiestos mexicas acompañando a los primeros, por lo que cabe la posibilidad de
que el asentamiento primeramente haya sido del Posclásico temprano y poste-
riormente tuviera ocupación mexica o, por el contrario, que ambos grupos so-
ciales hayan compartido el espacio (Castillo et al., 2017). Otra hipótesis es que
el aposento fue completamente mexica y que los materiales toltecas fueron
empleados para la construcción del aposento, lo cual sería cuestionable, pues
esta loza debería ser hallada mayoritariamente en estratos profundos o como
parte de los rellenos del mogote habitacional. La aparición de tiestos mexicas
en estratos profundos se debe, probablemente, a una reutilización del espacio,
aunado a que es factible que la unidad doméstica haya sido saqueada desde
épocas precolombinas, ya que se notó una pequeña fosa, aún no excavada,
por la cual se infirió que en ese lugar se inhumó o exhumó algún bien, ya que
se detectaron golpes en las rocas careadas que delimitaban un altar central.
Ahora bien, si se saquearon ciertos elementos de estratos profundos, cabría la
posibilidad de que la remoción haya sido mexica y que en su acción trasladaran
Fig. 13 Lápida de dignataria tolteca. Fuente: tomada de De la hacia estratos más recientes los materiales toltecas, lo cual permitiría inferir
Fuente et al. (1988: figura 103). que la fundación relativa del conjunto de casas excavado fue tolteca.

70
El “Copil” del cerro del Elefante, Hidalgo: dilucidaciones sobre el personaje

Por su parte, López Austin y López Luján (2001)


aluden al Chac Mool mexica que se exhibe en la Sala
Mexica del Museo Nacional de Antropología como uno
de sus ejemplos imperiales. Sus formas redondeadas,
su estilo naturalista, así como el detalle decorativo del
numen lo sitúan dentro de esta clasificación (figura
15). Los mismos autores identifican un estilo temprano
de chac mool. Este ejemplar, perteneciente a la Etapa
II del Templo Mayor y recuperado frente a la capilla
dedicada Tláloc, “se caracteriza por el esquematismo,
la angulosidad, la aspereza de las superficies y la des-
proporción corporal, propiedades éstas que contrastan
con la delicada talla y el realismo del chacmool tolteca
y, sobre todo, del mexica imperial” (López Austin y
López Luján 2001: 68) (figura 16).
De acuerdo con Umberger (2007), es difícil conocer
los procesos productivos para la escultura mexica la-
bradas fuera del recinto imperial, esto es, las escultu-
ras talladas para los dignatarios locales o para la gente
común de las provincias rurales. Sin embargo, lo que
puede apreciarse, desde la mirada de la investigado-
ra, es un eclecticismo estilístico que muestra algunos
patrones de la plástica imperial mexica, aunque con
variaciones que se potenciaban desde las periferias
rurales, y están relacionadas con la calidad de las ma-
terias primas o las técnicas de acabado de superficie.
Fig. 14 Atlante mexica. Fuente: Archivo de Digitalización De la misma forma, es necesario tomar en considera-
de las Colecciones Arqueológicas del Museo Nacional de ción que los artesanos especializados eran mayorita-
Antropología. Secretaría de Cultura / inah / canon. riamente contratados por las élites del recinto imperial
y que difícilmente ellos podrían tallar también las es-
varios investigadores (López Austin y López Luján, culturas de las áreas periféricas. Según la autora, los
2001; Umberger, 2007), existe un estilo imperial mexi- estilos escultóricos comprendidos entre 1431 y 1450
ca. Umberger lo define de la siguiente manera: representarían un estilo imperial temprano, no tan
depurado como el imperial.
Una combinación de monumentos encontrados arqueoló-
gicamente en el Templo Mayor y esculturas asociadas con
nombres y fechas jeroglíficas, proporcionan evidencias
del desarrollo final de estilos refinados distintos después
de 1450, que como grupo comprenden lo que llamo el es-
tilo azteca imperial tardío. Los rasgos distintivos incluyen
partes del cuerpo redondeadas hasta parecer hinchadas;
áreas escogidas con detalles anatómicos (rodillas, tobillos
y huesos de la muñeca); un énfasis exagerado en manos,
pies y cabezas mediante el aumento y la presencia de
detalles de la anatomía y el vestido en tres dimensiones;
un tipo facial distintivo con una línea de pelo baja, nariz
carnosa, y labios ligeramente partidos; superficies perfec-
tamente pulidas y formadas; el esculpido de detalles de
los vestidos antes del pintado; abstracciones conscientes
de planos y líneas; contrastes deliberados y sofisticados
y paralelismos entre ellos; y contrastes entre superficies
planas y detalladas. Estos son los aspectos que hacen los Fig. 15 Chac Mool mexica de la etapa imperial. El personaje
estilos imperiales tan fácilmente reconocibles (Umberger, representa al dios Tláloc. Fuente: Archivo de Digitalización
2007: 169). de las Colecciones Arqueológicas del Museo Nacional de
Antropología. Secretaría de Cultura / inah / canon.

71
Arqueología 58 • agosto, 2019

tutelar de los mexicas, Huitzilopochtli, y su hermana,


Malinalxóchitl. Ambos personajes protagonizan una
crucial historia mítica para la colectividad mexica,
pues el hijo de Malinalxóchitl, llamado Cópil, enfren-
tó a Huitzilopochtli, pero fue derrotado. Su corazón
fue utilizado para marcar la tierra prometida, pues
de ese órgano creció un nopal en cuya cima se ha-
llaría un águila devorando a una serpiente, señal del
recinto imperial de Mexico-Tenochtitlan (Dahlgren
et al., 2009).
De acuerdo con la Crónica mexicana, de Fernando
Alvarado Tezozómoc, cuando las tribus mexicanas
peregrinaban en busca de un hogar comandadas por
el espíritu de Huitzilopochtli, llegaron a

Mechoacan, y hacer asiento en él, dejando y sembrando


siempre de su descendencia y generación [...] La hermana
mayor que allí quedó con ellos llamada Malinalxoch, que se
Fig. 16 Chac Mool mexica de la Etapa II. Nótese la desproporción intitulaba de ser hermana del dios Huitzilopochtli, venía
corporal del personaje. Fuente: tomado de De la Fuente (1990). con ellos, después de haber consolado a los que queda-
ron en la parte de Mechoacán, los padres antiguos de
ellos, los más ancianos la traían en guarda, y habiéndose
Volvamos al cerro del Elefante. La rigidez de la es- quedado dormida en un monte, la dejaron por ser de mala
cultura, su tallado poco profundo, los nulos atavíos desistion [condición] con muchos resabios usando con
detectados en la figura, así como la carencia del rostro ellos de sus artes, con que mataba a muchos de ellos,
del personaje tornan más difícil dilucidar su tempo- pues mirando a una persona, a otro día moría, y le comía
ralidad y su identidad. No obstante, es claro que la vivo el corazón [...] causaba muchas muertes y usaba el
lápida es demasiado tosca como para ser catalogada arte de la bruja [...] y por esta causa el dios Huitzilopochtli
dentro del corpus escultórico imperial mexica; inclu- permitió no traerla en compañía de los mexicanos, que la
so tampoco rivaliza con los estilos tempranos de la dejaron dormida en un camino (Dahlgren et al., 2009:
misma colectividad. Tampoco le hace justicia a las 67-68; cursivas añadidas).
creaciones toltecas de su época de esplendor, sobre
todo por la simpleza de su atavío. Al respecto es nece- Esa misma fuente indica posteriormente que
sario retomar a Umberger (2007: 177), pues indica que
“había diferencias de talento incluso entre artistas Recordada la Malinalxoch, comenzó a llorar y plañir re-
que trabajaban [...] para el mismo Tenochtitlan [...] ciamente, y dijo a sus padres que allí quedaron con ella:
O los artistas que eran enviados por los gobernantes Padres míos ¿adónde iremos, pues que con engaño mani-
de Tenochtitlan a estos lugares no eran del mismo fiesto me dejó mi hermano Huitzilopochtli? ¿Por dónde se
talento o la población local entrenada por ellos no era fue, que no veo rastro de su ida, y aquellos malvados con
tan sofisticada como sus maestros”. Así, es plausible él? Sepamos a qué tierra fueron a parar, adónde hicieron
que, como argumentaba Martínez (1994), la creación asiento, porque no sé a qué tierra, que toda está ocupada
quedara inconclusa. Aun así, la rigidez de la figura la y embarazada y poblada de gentes extrañas, y así vieron,
acerca más a la esfera tolteca, aunque su cronología el cerro de la gran peña llamada Texcaltepec, y allí fueron
sigue siendo un misterio, pero como ya se comentó, a hacer asiento y lugar; llegáronse a los naturales y ve-
esta propuesta es hipotética y, por ende, susceptible cinos de aquel lugar llamados texcaltepecas, rogáronles
de modificarse a partir de la evidencia empírica. les diesen asiento y lugar en aquel peñasco, y los vecinos
de allí fueron contentos de ello, y la Malinalxoch estaba
Las fuentes escritas y el Texcaltepetl ya preñada y en días de parir, y donde algunos días parió
un hijo que le llamaron Cohuil (Cópil) estando de asiento en
La peregrinación de las tribus mexicas ha sido do- términos de Tezcaltepec (Dahlgren et al., 2009; cursivas
cumentada en diferentes fuentes históricas, como la añadidas).
Crónica mexicana (Alvarado, 1944) o la Historia de las
Indias de Nueva España e islas de la tierra firme (Du- Por su parte, los hombres y los sacerdotes que apo-
rán, 1967). Para efectos de esta discusión interesan yaban a Huitzilopochtli llegaron a otra elevación,
los datos concernientes a la separación entre el dios el mítico cerro Coatepec, ubicado cerca de la otra

72
El “Copil” del cerro del Elefante, Hidalgo: dilucidaciones sobre el personaje

arquetípicaciudad: Tula.6 En la Crónica Mexicayotl de asiento temporal de Huitzilopochtli, corresponde al


Alvarado Tezozómoc se vuelve a asentar cómo Huitzi- cerro Hualtepec (Yamil, 2014). La cuestión es precisar
lopochtli abandona a Malinalxóchitl por ser maléfica si el mito se derivó de un suceso histórico, en este
y “vinieron [...] a salir allá por Coatepec, hacia Tullan” caso, la ubicación del lugar en donde Malinalxóchitl
(Dahlgren et al., 2009: 74). Tal como se ha asentado, la se asentó. De acuerdo con algunas fuentes, ese lugar
hermana de Huitzilopochtli encuentra morada en Tex- fue en el cerro de Texcaltepec.
caltepec y posteriormente da a luz a su hijo “varón y de La elevación de Texcaltepec,7 en el Estado de Méxi-
nombre Cópil, cuyo padre era llamado Chimalcuauhtli, co, es conocida por los locales como el cerro de los Ído-
rey de Malinalco. Los demás se asentaron en Coatepec, los y es donde se ubica la zona arqueológica de Malin-
que desde entonces se aparecieron allí los mexicanos alco. Por asociación metonímica, es más probable que
chichimecas, de que se azoraban los aborígenes oto- el asiento de Malinalxóchitl, así como el nacimiento
míes” (Dahlgren et al., 2009: 75). de su hijo Cópil se haya dado en este sitio. Recordemos
Los mexicanos que apoyaban a Hutzilopochtli con- que el padre de Cópil era un rey de Malinalco.
tinuaron con su peregrinación hasta llegar a Chapul- Regresemos a tierras hidalguenses. Si nos atenemos
tepec. Estaban próximos a llegar a la tierra prometida a lo propuesto por López y Fournier (2009) respecto
por el dios. de que la escultura mutilada del cerro del Elefante pu-
diera aludir a Cópil, valdría preguntarse si acaso esta
A la llamada Malinalxoch, la hermana de Hutzilopochtli, elevación podría dar cuenta del Texcaltepec mítico.
le dijo su hijo, el llamado Cópil: ¡Oh madre mía, sé bien Una referencia concerniente a esta última idea la ofre-
que existe un hermano mayor tuyo”; y díjole ella “¡Pues ce otro registro, ahora de la Relación de Atengo: “En
sí!, existe un tu tío, de nombre Huitzilopochtli, que cuan- los cerros más altos del área de Atengo y Mixquiahuala
do me abandonó secretamente en el camino me dejó dor- (cerca de Tula, en el actual estado de Hidalgo), los in-
mida precisamente, y por ello nos asentamos después aquí dígenas tenían sus templos y los visitaban cada veinte
en Texcaltepec; y de inmediato dijo Cópil: “Está bien, oh días, por la noche, con ofrendas de copal para los dio-
madre mía; puesto que ya lo sé iré a buscarle adonde se ses que allí residían; luego bajaban y se integraban a la
fue a acomodar, a asentarse, e iré a destruirle (Dahlgren fiesta y bailes que los principales y macehuales hacían
et al., 2009: 76-77). en la comunidad” (Acuña, 1985: 34).8
Es importante mencionar que los nombres de Tex-
La batalla crucial entre Cópil y Huitzilopochtli se caltepec y de Texcatepec no pueden homologarse. En
gestó en Tepetzinco, donde el primero fue capturado. primera instancia, Texcaltepec da cuenta de un cerro
“En cuanto murió le degolló [Huizilopochtli] al punto, pedregoso, agrietado, que recuerda la topografía acci-
le abrió el pecho y le tomó el corazón; y la cabeza la dentada sobre la que se asentó Malinalco. Por su parte,
puso sobre el cerrito que es ahora el lugar llamado Texcatepec pudo derivarse de la palabra “tezcatepec”,
Acopilco, y allí murió la cabeza de Cópil” (Dahlgren pero su significado sería muy distinto: “cerro del es-
et al., 2009: 77). pejo”. Estas nociones lingüísticas son importantes,
Fray Diego Durán (1967: 29-43) narra hechos simi- porque podríamos estar frente a dos cerros distintos.
lares, aunque en su versión la hermana maléfica de No obstante, y como veremos después, las evidencias
Huitzilopochtli se fue a asentar a Malinalco. El relato arqueológicas detectadas en las inmediaciones del ce-
coincide en que su hijo Cópil enfrenta al dios patro- rro del Elefante aluden a algunos mitos de origen de la
no mexica, es vencido y sacrificado. Su corazón sirvió colectividad mexica, por lo que independientemente
de mojonera para la fundación del recinto imperial de que el cerro del Elefante u otros asentamientos cer-
mexica. canos correspondan o no con el aposento de Cópil, sí
Las fuentes escritas dan fe de un hecho mítico que, reflejan parte de los acontecimientos que se derivaron
al parecer, se materializó arqueológicamente. Como en esas épocas primigenias.
veremos más adelante, algunos investigadores han
propuesto que el Coatepec, lugar de nacimiento y La evidencia arqueológica
6  Es precisamente en el cerro Coatepec donde se da el mito de origen de Huit- De acuerdo con la sugerente propuesta de Yamil (2014),
zilopochtli. Su madre, Coatlicue, vivía en la cima de la elevación. Era madre el mítico Coatepec podría ser el actual cerro Hualtepec,
de los llamados centzonhuitznahua, quienes tenían a una hermana llamada
Coyolxauhqui. Un día, mientras Coatlicue barría, una pequeña pluma flotante
llegó a su vientre, embarazándola. Los hijos, celosos de esta deshonra, deci- 7  En náhuatl, “cerro pedregoso con grietas” (Bertina Olmedo, 2017, comu-
dieron matar a su madre, azuzados por Coyolxauhqui. Antes de que mataran nicación personal).
a Coatlicue, nació Huitzilopochtli, encendió una culebra con fuego, llamada 8  Muchas poblaciones adyacentes al cerro del Elefante adjudican la eleva-
xiuhcóatl, y despedazó con ella a Coyolxauhqui. Similar destino corrieron los ción al municipio de Mixquiahuala de Juárez, cuando en realidad ésta le per-
centzonhuitznahua. Según las crónicas, algunos de los sobrevivientes fueron tenece a las localidades de Tunititlán y Texcatepec, integradas al municipio
a parar a un lugar llamado Huitztlampa (Sahagún, 1977). de Chilcuautla.

73
Arqueología 58 • agosto, 2019

ubicado en el municipio de Huichapan, Hidalgo. En Texcatepec, pues las fuentes únicamente mencionan
efecto, las fuentes históricas que dan cuenta de la pere- a la primera elevación. En segunda instancia, Ricardo
grinación mexica mencionan este cerro “como cercano Martínez no se aventura a decir que la escultura mu-
a Tula”; de la misma forma se mencionan diferentes tilada pudiera ser la representación de Cópil, sino que
locaciones en las que los seguidores de Huitzilopochtli la conjetura se propuso después. Finalmente, Cópil no
fueron parando antes de llegar al “cerro de la serpien- es primo de Huitzilopochtli, sino su sobrino, en tanto
te”. En efecto, antes de llegar al Coatepec, en diferentes que el conflicto definitivo entre esos dos personajes
fuentes se cita el nombre de Ocozacapan. De acuerdo se suscita en Tepetzinco, después del estado de sitio
con Yamil (2014: 250), “a menos de 13 km al sureste del que enfrentaron los mexicas en Chapultepec, todo ello
Hualtepec existe una población llamada San Bartolo de acuerdo con lo asentado en las fuentes históricas.
Ozocalpan que pudo haber derivado del Ocozacapan Ahora bien, si el Coatepec mítico es el Hualtepec,
que menciona Kirchoff”. Otra población mencionada ¿qué papel tuvo en la geopolítica local el emplaza-
en las fuentes es Acahualtzinco, que puede relacionarse miento de Texcatepec? La cuestión es dilucidar si el
con las poblaciones actuales de Tecozautla, Huichapan asentamiento de la cima del cerro del Elefante corres-
y San José Atlán (Yamil, 2014: 251). ponde al mítico Texcaltepec de las fuentes o si este
Sin embargo, la evidencia arqueológica detectada emplazamiento se halla en otro lugar, como Malinalco.
en el cerro Hualtepec fortalece aún más la hipótesis De hecho, el cerro del Elefante se encuentra localizado
manejada, ya que en la cima de la elevación se hallan dentro de la localidad de Tunititlán, en tanto que la
construcciones interesantes, con “dos conjuntos de comunidad que sigue con rumbo norte es la de Texca-
estructuras conectados en los extremos de una calza- tepec. No obstante, este último sitio presenta varias
da de 400 m en orientación norte-sur” (Yamil, 2014: elevaciones, tanto al este como al oeste. Texcatepec
261). En el montículo sur se halló una escultura po- colinda al suroeste con la localidad de Huitexcalco
licroma: “El detalle más relevante de esta escultura de Morelos, región en la que se hallan algunas eleva-
es un cuerno en la parte superior y frontal de su ca- ciones parcialmente recorridas por el autor de estas
beza, el cual coincide con la imagen de la Xiuhcoatl, líneas; a decir de la gente local de Huitexcalco, en el
la serpiente que enciende Huitzilopochtli en el cerro pasado el territorio de Texcatepec abarcaba hasta esas
Coatepec” (Yamil, 2014: 263). latitudes (Kugel y Martínez, 2015: 178-181). Por otro
Las metonimias arqueológicas con los mitos loca- lado, en el margen noreste de Texcatepec se encuentra
cionales de la morada de Huitzilopochtli son dignas de una mesa ya casi agotada por la extracción de arena.
resaltar, por lo que la propuesta hasta el momento se- Sin embargo, al norte de la misma se halla uno de los
guida puede considerarse como plausible, hasta que se sitios arqueológicos más importantes de la región:
demuestre, empíricamente, lo contrario. Yamil (2014: Mesa Tandhé, también construido sobre una mesa,
253) también menciona que al noroeste del Hualtepec pero perteneciente a la localidad de El Tandhe. Así las
existe una presa “cuyo origen se desconoce, pero los cosas, ¿dónde pudo haberse construido el refugio de
pobladores afirman que data de hace mucho y que an- Malinalxóchitl y de su hijo Cópil?
taño llegaban aves migratorias”. En las fuentes se ha
asentado que Huitzilopoctli ordenó la construcción Los sitios de la región oeste
de una presa abajo del Coatepec. Precisamente esas de Texcatepec
investigaciones fueron las que orillaron a López Agui-
lar y a Fournier (2009: 136) a postular al respecto lo Durante 2015 y 2016 se practicaron recorridos de su-
siguiente: perficie de cobertura total a partir de las laderas del
cerro Motandhó, en la localidad de Santa María Bathá,
Otro cerro, conocido como Tuni o del Elefante, llevaba por con rumbo norte. Se recorrieron también otras ele-
nombre Tezcatepec, como la comunidad que se encuentra vaciones adyacentes al Motandhó, cruzando la loca-
en la ladera noroeste. De acuerdo con las tradiciones lo- lidad de Tepeitic para llegar a Huitexcalco de More-
cales ahí tuvo su asiento la fortaleza que construyó Cópil los. Como resultado de esas labores se identificaron
para guerrear con su primo Huitzilopochtli, atrincherado diferentes sitios arqueológicos. Para efectos de este
en el Coatépec [...] En su cima existe un recinto encerrado trabajo, únicamente se mencionarán los emplaza-
con varias estructuras arquitectónicas y se encontró una mientos detectados en las cimas de las elevaciones,
escultura de un personaje masculino con un hueco en pues otros sitios fueron descubiertos en las laderas
el pecho donde debería ir alguna incrustación, que bien bajas del Motandhó y de la elevación adyacente; estas
pudiera ser la representación del propio Cópil. últimas consistieron de caseríos de temporalidad tol-
teca. Además, cerca de estas elevaciones se halló una
Es necesario hacer algunas precisiones. La prime- representación gráfico rupestre, pero su temporalidad
ra tiene que ver con la diferencia entre Texcaltepec y debe ser mucho más temprana.

74
El “Copil” del cerro del Elefante, Hidalgo: dilucidaciones sobre el personaje

Motandhó, La Kiva Azteca y Oshca fueron los sitios Rojo 1.22 %; Texcoco Negro sobre Rojo 1.22 %; Texco-
más importantes. Los tres constan de un conjunto de co Blanco Fugitivo 0.6 %; Soltura Rojo Alisado 3.68 %;
alineamientos desperdigados en sus laderas medias. Se Jara Anaranjado Pulido 0.6 %; Ira Anaranjado Sellado
tratan de conjuntos de terrazas agrícola-residenciales; 0.6 %; Café liso sin nombre formal 0.6 %; Grupo Café
sin embargo, en las cimas se detectaron los restos de Quemado 11.04 %, y Grupo Café Monocromo 1.84 %.
algunos adoratorios. A partir de la cerámica recupera- Así, los materiales mexicas representaron un 81.54 %
da puede inferirse que se trata de construcciones pos- de los hallazgos, en tanto que los toltecas, un 18.36 %
clásicas, pues los escasos tipos hallados consisten de (figura 18).
materiales mexicas: Azteca Anaranjado, Monocromo, La Kiva Azteca, ubicada en las coordenadas
Azteca III Tardío Negro sobre Anaranjado y Texcoco 470512 E y 2238578 N, a una altitud de 2 187 metros,
Negro sobre Rojo, mientras que los materiales toltecas presentó el mismo patrón que el Motandhó: terrazas
fueron casi nulos. Por ejemplo, en el adoratorio de la agrícolas-residenciales en las laderas y construcciones
cima del Motandhó —ubicado entre las coordenadas más complejas en su cima. Nuevamente se detectaron
470771 E y 2237727 N, a una altitud de 2 213 metros— tiestos cerámicos correspondientes al apogeo mexica
se recolectaron algunos fragmentos erosionados de (loza anaranjada monocroma y negro sobre anaran-
vasijas uema, versión local de las vasijas tipo Tláloc jado, así como la roja bruñida Texcoco) y muy pocos
depositadas como ofrendas propiciatorias en diferen- fragmentos toltecas, en tanto que las construcciones
tes elevaciones del México central (Fournier, 2012) constaron de cuartos, presumiblemente habitaciona-
(figura 17). les, algunos de planta rectangular y otros circulares,
El Xicote, otro sector del sitio de Motandhó, carac- de ahí el nombre del emplazamiento (figuras 19 y 20).
terizado por la existencia de una profusa cantidad de El fechamiento relativo del sitio se sitúa mayorita-
terrazas agrícola-habitacionales, presentó un total de riamente para el Posclásico tardío. Se analizaron 474
163 fragmentos cerámicos, muchos de los cuales de- tiestos cerámicos: Cardonal Rojo Moldeado 2.74 %; Az-
bieron haber sido arrastrados desde las partes altas de teca Anaranjado Monocromo 59.70 %; Azteca I 1.26 %;
la elevación. Sus porcentajes fueron Azteca Anaran- Azteca III Tardío Negro sobre Anaranjado 0.84 %; Tex-
jado Monocromo 59.5 %; Azteca II 14.72 %; Azteca III coco Rojo Monocromo 4 %; Texcoco Negro sobre Rojo
Tardío Negro sobre Anaranjado 1.22 %; Texcoco Rojo 3.58 %; Meztitlán Negro sobre Crema 2.10 %; Grupo
Monocromo 3.06 %; Texcoco Negro y Blanco sobre Sillón 0.42 %; Sillón Inciso 0.21 %; Rebato Rojo Pulido
1.26 %; Jara Anaranjado Pulido 1.89 %; Proa Crema Pu-
lido 4.85 %; Soltura Rojo Alisado 3.37 %; Tollan Inciso
0.21 %; Ira Anaranjado Sellado 0.21 %; Manuelito Café
Liso 0.63 %; Abra Café Burdo 1.47 %; Grupo Pastura
0.21 %; Anaranjado Delgado 0.21 %; No Identificado
6.96 %, y Erosionados con un 2.95 % (figura 21).
Por último, Oshca cumplió con el patrón previo: te-
rrazas en sus laderas, en tanto que en su cima algunas
construcciones en precario estado de conservación.
Sin embargo, la cima de Oshca no presentó alinea-
mientos muy claros que pudieran identificarse como
adoratorios. En su caso, la cima presentó borrosos

Fig. 17 Adoratorio mexica detectado en la cima del cerro Fig. 18 Frecuencia de tipos cerámicos, sector Xicote, sitio Mo-
Motandhó. Fuente: pacrt, digitalizado por Carlo del Razo. tandhó. Fuente: elaboración propia.

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Arqueología 58 • agosto, 2019

Fig. 21 Frecuencia de tipos cerámicos, sector Central la Kiva


Azteca. Fuente: elaboración propia.

alineamientos y unas peñas naturales que, viéndolas


desde abajo, daban la impresión de formar un recinto
amurallado. Los materiales cerámicos fueron casi nu-
los, con tres fragmentos del tipo Azteca Anaranjado
Monocromo, en tanto que otros cuatro se hallaban
completamente erosionados. Sin embargo, cerca de
la cima se detectó un sector importante, denominado
serpiente, y ubicado entre las coordenadas 469928 E y
2240296 N, a una altitud de 2 275 metros. Ahí, se iden-
tificó una escultura monumental que seguramente fue
la representación de una xiuhcóatl. Lamentablemente,
sólo se conservaron los crótalos inferiores del ofidio,
ya que la roca de andesita sobre la que se manufacturó
la entidad fantástica sufrió paulatinos desgajes y exfo-
liaciones. A pesar de ello se obtuvo el registro gráfico
de la misma, por lo que se pudo inferir el arranque de
la mitológica trompa de la serpiente de fuego (Castillo
y Olmedo, 2016) (figuras 22 y 23).
La escultura se encontraba adosada a una pequeña
plataforma, bastante destruida por los procesos ero-
sivos; sin embargo, lo que llama la atención es que el
bloque de roca únicamente fue trabajado en su parte
externa, misma que se encuentra orientada exacta-
mente a 90°, esto es, al este (figuras 24 y 25). Preci-
samente en esa misma dirección, aproximadamente
a siete kilómetros, se encuentra el mítico cerro del
Elefante, en la localidad de Tunititlán (véase figura 2,
con la ubicación de los sitios).
El común denominador de los tres sitios radica en
Figs. 19 (arriba) y 20 (abajo) Terrazas y estructuras que las evidencias detectadas en la cima de las eleva-
habitacionales detectadas en la Kiva Azteca. ciones se encuentran en precario estado de conser-
Fuente: pacrt, digitalizado por Carlo del Razo. vación, pues la erosión ha mermado la profundidad

76
El “Copil” del cerro del Elefante, Hidalgo: dilucidaciones sobre el personaje

Fig. 25 Parte posterior de la escultura. Nótese que al fondo


se aprecia el cerro del Elefante. Fotografía: Stephen Castillo
Bernal; levantamiento de Ricardo Cruz.

de los depósitos, lo cual torna difícil plantear una ex-


cavación estratigráfica. Sin embargo, los materiales
cerámicos recuperados en superficie permiten postular
que la cronología tentativa de las ocupaciones data del
Posclásico tardío (1200-1521 d. n. e.). No se detectaron
muchas construcciones habitacionales en las partes
altas de los cerros, sino que en las cimas únicamente
se hallaron adoratorios. En las laderas se observaron
terrazas que quizá albergaron algunas construcciones
habitacionales. Ello quiere decir que las cimas única-
mente estaban dedicadas para la celebración de acti-
vidades rituales o para el depósito de ofrendas.
Figs. 22 (arriba) y 23 (abajo) Escultura de xiuhcóatl detectada
en la cima de Oshca. Fotografía: Stephen Castillo Bernal; Mesa Tandhé
levantamiento de Ricardo Cruz.
Al noreste de la comunidad de Texcatepec, aproxima-
damente a tres kilómetros y medio, se encuentra la
localidad de El Tandhé. Ahí se ubica una pequeña mesa
en cuya cima se haya el emplazamiento arqueológico
más importante de la región: Mesa Tandhé, entre las
coordenadas 475645 E y 2245340 N, a una altitud de
1 974 metros. Este sitio, registrado en 2015 por el autor,
contiene una arquitectura monumental con diferen-
tes estructuras cívico-ceremoniales y habitacionales
(figuras 26 y 27).
La recolección de materiales de superficie, sobre
todo los cerámicos, ha permitido establecer la tem-
poralidad del sitio dentro del Epiclásico y el Posclá-
sico temprano, pues existen tiestos correspondientes
a la esfera cultural Coyotlatelco, además de que se
encuentra presente gran parte de la loza de la fase
Tollan (Cobean, 1990, 2007). Si bien existen algunos
fragmentos cerámicos correspondientes al Posclásico
tardío, resultan poco significativos en las muestras
de superficie. La complejidad arquitectónica del lu-
gar contrasta con los sitios arqueológicos de la re-
Fig. 24 Croquis de la plataforma adosada a la escultura. gión, incluyendo las evidencias de la cima del cerro
Fuente: pacrt, digitalizado por Carlo del Razo. del Elefante. Esta conjetura se refuerza con la profusa

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Arqueología 58 • agosto, 2019

Fig. 26 Modelo digital de elevación del sitio Mesa Tandhé. Nótese las estructuras monumentales en la parte central de la mesa.
Fuente: pacrt.

Fig. 27 Levantamiento topográfico parcial del área de monumentos de Mesa Tandhé. Fuente: pacrt.

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El “Copil” del cerro del Elefante, Hidalgo: dilucidaciones sobre el personaje

cantidad de materiales arqueológicos en superficie; la Como el lector habrá notado, existen dos posibles
complejidad arquitectónica de sus construcciones; las sitios en los que pudo haber radicado Cópil, el hijo de
redes de intercambio, evidenciadas con la detección Malinalxóchitl —si es que el Texcaltepec de las fuentes
de lozas provenientes del Soconusco chiapaneco y de corresponde al Texcatepec hidalguense—: el cerro del
la península de Nicoya en Costa Rica, con fragmentos Elefante o Mesa Tandhé. Entonces llegamos de nue-
de vasijas tipo Plumbate o Nicoya Policromo (Shepard, va cuenta al inicio del ensayo, ¿a quién representaba
1948; Diehl et al., 1974; Fahmel, 1988), así como con la escultura hallada en la Iglesia Vieja del cerro del
la vista estratégica que permitía a sus pobladores Elefante?
vislumbrar la región circundante. Por tanto, es casi
un hecho que ese sitio se fundó durante el Epiclásico ¿Es o no es? Comentarios finales
(650-900 d. n. e.) y su uso continuó durante el auge tol-
teca (900-1100 d. n. e.). Por ello considero que el sitio Los dos emplazamientos con arquitectura monumental
fue uno de los centros secundarios más importantes en la región de Texcatepec propician que se piense en
del antiguo Estado tolteca, y que allí se recabaron los la existencia del bastión en el que creció Cópil. A su
tributos de las comunidades rurales adyacentes para vez, los sitios mexicas detectados en la parte oeste
canalizarlos a la sede de los atlantes (figuras 28 y 29). del cerro del Elefante, destacando Oshca y su proba-
Todas estas dudas cronológicas, así como la comple- ble xiuhcóatl, que mira hacia el Elefante, reafirman la
jidad social que alcanzaron los antiguos pobladores idea de López y Fournier (2009) de que en la cima de
de Mesa Tandhé, comenzarán a ser abordadas con las los cerros de la región de Tula, durante el Posclásico
excavaciones que comenzaron en 2017. tardío, las evidencias arquitectónicas y artefactuales se
relacionan con mitos primigenios de tradición nahua.
Así, la serpiente que mira hacia el “probable asiento
de Cópil” puede relacionarse con el suceso mítico del
nacimiento de Huitzilopochtli o con el enfrentamiento
que posteriormente tendría con los centzonhuitznahua;
o también con el enfrentamiento que celebró con Cópil
en Chapultepec.
Desde mi punto de vista, la escultura no puede ser
concebida como una representación de Cópil por varias
razones. En primera instancia, el personaje carece de
su cabeza. Muchos pobladores de Tunititlán han conta-
do que la cabeza original la tiene “un doctor de Progre-
so de Obregón”. Otros sujetos han dicho que parientes
suyos, hace mucho tiempo, encontraron esculturas de
piedra verde y de basalto, pero que misteriosamente
Fig. 28 Cara oeste de la Estructura I de Mesa Tandhé. “se han perdido”. La ausencia del rostro del personaje
Fotografía: Stephen Castillo Bernal.
es crucial, pues sin ella es difícil reconocer la identidad
del personaje, ya que podría incluso ser una mujer y no
un varón, pues algunas diosas mexicas guerreras por-
tan máxtlatl, al igual que la vestimenta del personaje
de la Iglesia Vieja. Además, es necesario considerar que
la escultura fue desacralizada, “matándola”. Si ello es
así, ¿la cabeza la tendría alguna persona de las locali-
dades o fue retirada desde épocas arcanas?
Así las cosas, el personaje podría tener varias iden-
tidades. Podría ser Cópil, una mujer o incluso un cent-
zonhuitznahua (Bertina Olmedo, 2017, comunicación
personal). Ahora bien, todas estas hipótesis se sus-
tentan en el hecho de que la morada de Malinalxó-
chitl y de su hijo se haya edificado en el Texcatepec
hidalguense. Recordemos que la Relación de Atengo y
Fig. 29 Restos de muro “toltec small stone technique”, Mizquiahuala da cuenta de diferentes celebraciones y
detectado en la estructura contigua a la I. Estos muros son peregrinaciones hacia la cima del cerro del Elefante,
característicos del periodo tolteca, entre el 900 y 1100 d.C. lo cual le otorga una importancia manifiesta e históri-
Fotografía: Stephen Castillo Bernal. ca. Empero, ¿qué pasaría si la morada no se encuentra

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Arqueología 58 • agosto, 2019

en el cerro en cuestión? Si ello fuera así, la otra posi- presentada por los tiestos cerámicos correspondientes
bilidad recaería en el sitio de Mesa Tandhé. Este úl- a su apogeo. Además, los materiales de superficie tam-
timo lugar, como se mencionó, presenta una fuerte bién podrían indicar que en algún momento coexis-
ocupación tolteca. Sin embargo, el emplazamiento tieron los usuarios de estas lozas en Mesa Tandhé. Lo
aún no ha sido excavado, por lo que sus materiales que sí es un hecho es que, a pesar de que la recolección
de superficie no son nada concluyentes. Empero, exis- de superficie es arbitraria, las frecuencias cerámicas
te un curioso patrón. Sabemos que la recolección de se repiten, lo cual debe obedecer a algún patrón cul-
superficie es meramente subjetiva, aunado a que los tural, que únicamente podrá dilucidarse a partir de
materiales están siendo paulatinamente afectados por las exploraciones estratigráficas del emplazamiento.
diferentes procesos de transformación del registro ar- Precisamente esos porcentajes superficiales de ma-
queológico (Schiffer, 1996). Sin embargo, tras llevar teriales cerámicos mexicas hacen pensar en la existen-
acabo los análisis tipológicos pertinentes se detectó cia de un tabú que les impedía a los actores mexicas
un patrón: la loza menos frecuente es la de tradición repoblar el sitio. Si se piensa en los beneficios del si-
mexica, incluyendo las estructuras monumentales. tio, como una privilegiada posición geomorfológica,
Esto es importante, al menos en la región, pues los la existencia del río Tula a las faldas de la mesa, así
grupos mexicas prácticamente repoblaron toda el área
cultural. Recordemos, por ejemplo, cómo repoblaron
el Palacio Quemado de Tula, construyendo sobre él
una serie de unidades domésticas. Pero eso, al menos
superficialmente, no fue detectado en Mesa Tandhé.
En 2015 se recolectaron 36 tiestos cerámicos en las
inmediaciones de la Estructura I de ese sitio. Los ma-
teriales aztecas tuvieron 5.55 %, mientras que los epi-
clásicos alcanzaron 16.66 %, y finalmente, los toltecas
tuvieron 75 %. Los restantes materiales no pudieron
ser identificados (Castillo et al., 2017). Por su parte,
en otro sector del sitio, denominado tentativamente
como central, que comprende gran parte de la mesa,
se recolectaron 168 fragmentos cerámicos, con las
siguientes frecuencias: 16.66 % para las colecciones
aztecas, 20.83 % para las toltecas y 51.19 % para los Fig. 30 Frecuencia de tipos cerámicos recuperados en superficie.
tiestos epiclásicos (Castillo et al., 2017). Similares fre- Estructura I de Mesa Tandhé. Fuente: elaboración propia.
cuencias de aparición se registran en otras estructuras
del sitio.
No obstante, hay que tomar en consideración que
fueron pocos los materiales recolectados y que aún
falta explorar estratigráficamente los monumentos.
A pesar de ello se puede plantear que el sitio tuvo dos
importantes momentos de ocupación: uno epiclásico y
otro tolteca. No está de más mencionar que los tiestos
cerámicos, por lógica, no pueden asemejarse a una en-
tidad viva; en este caso, un artefacto no tiene la cua-
lidad de dar cuenta de un grupo social. La identidad
es dinámica, por lo que la cultura material empleada
por cada agente social tiene la misma cualidad (Jones,
1997). Empero, las tradiciones cerámicas detectadas
en superficie han sido documentadas en gran parte de
la literatura arqueológica, correspondiendo a tres pe-
riodos bien definidos: Epiclásico (650-900), Posclásico
temprano (900-1200) y Posclásico tardío (1200-1521).
Es probable que los materiales de superficie correspon-
dan a diferentes momentos cronológicos, esto es, que
la fundación del sitio haya sido durante el Epiclásico y
que, una vez abandonado, éste haya sido repoblado por Fig. 31 Frecuencia de materiales cerámicos, sector central de
grupos toltecas o mexicas, cuya evidencia estaría re- Mesa Tandhé. Fuente: elaboración propia.

80
El “Copil” del cerro del Elefante, Hidalgo: dilucidaciones sobre el personaje

como un yacimiento de arena para la construcción de encontrar. La labor, por supuesto, es excavar regis-
monumentos, es difícil explicar por qué otros grupos trando puntualmente todo y entregando los informes
no lo repoblaron, sobre todo después del colapso tol- pertinentes. Sólo así podríamos postular cuál de estos
teca. Quizá ése fue el verdadero sitio en el que creció dos sitios fue el cerro de Cópil (si es que éste existió
Cópil. Quizá tal sitio fue considerado como un em- en la zona de estudio, pues sigo inclinándome por las
plazamiento tabú y respetado por los mexicas, pues evidencias de Malinalco), y si en verdad esta escultu-
ahí creció el hijo de Malinalxóchitl; aquel que osó en- ra da cuenta de un personaje mítico o histórico, pues
frentarse al gran Huitzilopochtli y cuyo corazón sirvió hasta el momento no hemos pensado en la posibilidad
para marcar la tierra prometida: la gran Tenochtitlan. de que el sujeto de la lápida dé cuenta del dignatario
Pero ello nos llevaría a otras interrogantes: ¿el sitio de principal del cerro del Elefante.
Mesa Tandhé se terminó de edificar antes de la caída Unas últimas observaciones. El hecho de que el
de Tula? ¿O acaso las tribus que seguían a Malinalxó- asiento verdadero de Cópil y de su madre sea el sitio
chitl coexistieron con los pobladores toltecas origina- de Malinalco, en el Estado de México, no le resta im-
les de esta mesa? portancia al estudio. Lo anterior se sustenta en que,
Hasta el momento sigue siendo sugerente la pro- como advirtieron López Aguilar y Fournier (2009), en
puesta de Yamil (2014) respecto de la existencia del las cimas de los cerros de la región del Valle del Mez-
Coatepec en el cerro Hualtepec. Lo que ahora sigue es quital, para el Posclásico Tardío, existen evidencias
dilucidar si el Texcaltepec de las fuentes corresponde arqueológicas que demuestran la celebración de ri-
al Texcatepec hidalguense. Ya vimos que hay dos si- tuales de rememoración de mitos nahuas origina-
tios que podrían haber fungido como la sede de Cópil. rios. Bajo ese razonamiento es también factible que
Ambos requieren de exploraciones, sobre todo para los sitios arqueológicos mencionados no hayan sido
esclarecer la secuencia cronológica. Mesa Tandhé, por la morada objetiva de las huestes de Malinalxóchitl o
ejemplo, comenzará a develar sus secretos a partir de de Cópil. Sin embargo, quizás esos sitios y su cultura
los hallazgos que surjan desde 2017, mientras que la material rememoraban los mitos primigenios mexi-
cima del cerro del Elefante tendrá que esperar al me- cas: el triunfo de Huitzilopochtli contra su hermana
nos un par de años. Un puntual registro estratigráfico Coyolxauhqui, el surgimiento de la xiuhcóatl, la osadía
permitiría dilucidar la temporalidad de la escultura. y la derrota definitiva de Cópil. Como ya se indicó, la
Por mi parte, sigo sosteniendo que la manufactura de única forma de resolver estos enigmas es comparar ob-
la escultura se gestó durante el Posclásico temprano, jetivamente lo que las fuentes escritas dicen y lo que
durante los últimos años del apogeo tolteca. Su esti- uno reconstruye de los contextos arqueológicos. Sin
lo es tolteca, pero le otorga un halo a las creaciones lugar a dudas estos mitos primigenios nahuas, plas-
mexicas. Entonces, es un estilo de contacto, un estilo mados en la arquitectura o en la escultura, pueden
generado cuando dos colectividades coexisten duran- abonar en un mejor entendimiento de la región, desde
te un tiempo y un espacio. La cuestión es empatar la el desarrollo y colapso tolteca, hasta el surgimiento
historia mítica con las evidencias arqueológicas. Esto del imperio mexica.
es difícil, pues la historia tiende a maximizar ciertos
eventos y ocultar otros. Además, la historia mítica no Bibliografía
necesariamente debe corresponder con la realidad.
Por ello mismo, la historia debe ser leída con cautela
y como investigadores no debemos acusar un verifi- Acosta, Jorge
cacionismo, donde se desee forzar las evidencias ar- 1943 Los colosos de Tula. Cuadernos Americanos, XII
queológicas para que corroboren los sucesos escritos. (6), pp. 138-146.
Así, para dilucidar si las historias plasmadas en los 1956 Resumen de los informes de las exploraciones
documentos son fidedignas, es menester emprender arqueológicas en Tula, Hgo., durante las VI, VII
un ejercicio arqueológico crítico que hable a partir de y VIII temporadas, 1946-1950. Anales del inah
la evidencia material. De lo contrario se operará de (37): 37-115.
una manera deshonesta, intelectualmente hablando. 1957 Resumen de los informes de las
Quizá algún día, el mítico poblador que custodia exploraciones arqueológicas en Tula, Hgo.
la cabeza del monolito la devuelva a la gente de Tu- durante las IX y X temporadas, 1953-1954.
nititlán. Ésa sería una forma sencilla para esclarecer Anales del inah (38): 119-169.
la identidad del personaje. La otra opción, más labo-
riosa aún, consiste en el despliegue de los trabajos de Acuña, René (ed.)
excavación en los sitios de Mesa Tandhé y del cerro 1985 Relación de Atengo y Mizquiahuala. En
del Elefante. A final de cuentas, excavar es como abrir Relaciones geográficas del siglo xvi: México (t. 1,
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83
Dos tumbas en el barrio
zapoteca de Teotihuacan

Andrés Casanova Avendaño


Zona de Monumentos Arqueológicos de
Teotihuacan, inah

Resumen: Teotihuacan interactuó profusamente con el resto de Mesoamérica. En la década de 1960 se detectó un área denominada “Tlailotlacan”
o “Barrio Oaxaqueño”, a 3 km de la Calzada de los Muertos, ya en el poblado de San Juan Teotihuacan; allí se encontraron indicios de presencia
zapoteca. En 2008 y 2009, las investigaciones del Proyecto Barrio Zapoteca de la Zona de Monumentos Arqueológicos de Teotihuacan-inah derivaron
en el hallazgo, entre otros, del sitio TL 11 (N1-W6). Se detectaron dos tumbas, una en el relleno de la plataforma poniente del conjunto, que contenía
los restos de una niña y una ofrenda con vasijas zapotecas de la fase Xolalpan (450-550 d. C.); la segunda se halló debajo del piso del patio central,
aunque fue vaciada durante una de las etapas constructivas posteriores. Las investigaciones indican que el área es la posible cabecera del barrio,
pues se encontró la plataforma de su templo. El objetivo del artículo es reafirmar la importancia de la presencia zapoteca en esa área de Teotihuacan,
sustentada en una raigambre cultural o religiosa común.
Palabras clave: Zapoteca, tumbas, Tlailotlacan, Teotihuacan, barrio.

Abstract: Teotihuacan interacted extensively with the rest of Mesoamerica. In the 1960s an area called Tlailotlacan or the Oaxaca Barrio was de-
tected, 3 km from the Avenue of the Dead, now part of the town of San Juan Teotihuacan, where there were signs of Zapotec presence. In 2008 and
2009 the work of the Zapotec Barrio Project of the Archaeological Monuments Zone of Teotihuacan-inah resulted in the discovery of the site dubbed
TL 11 (N1-W6), along with others. Two tombs were detected, one in the fill of the west platform of the complex. One contained the remains of a girl
and an offering with Zapotec vessels from the Xolalpan phase (AD 450-550); the second was found under the floor of the central patio, although it
was emptied during one of the later building stages. Research indicates that the area might have been the head place of the neighborhood, because
the platform of its temple was found there. The objective of this article is to reaffirm the importance of Zapotec presence in that area of ​​Teotihuacan,
based on a shared cultural or religious background.
Keywords: Zapotec, tombs, Tlailotlacan, Teotihuacan, barrio, neighborhood.

H
ablar de la presencia zapoteca en Teotihuacan años de 2008 y 2009, con el Proyecto Barrio Zapoteca
quizás ya no nos sorprenda tanto debido a la de la Zona de Monumentos Arqueológicos de Teotihua-
gran dinámica que caracterizó y vinculó a esa can (zmat), resguardada por el inah, cuando se propuso
gran urbe con el resto de Mesoamérica. La cantidad de investigar sistemáticamente varios de esos sitios, con lo
objetos hallados en las múltiples excavaciones proce- que se desencadenó una serie de hallazgos, como el del
dentes de distintos lugares se relacionan con culturas sitio TL: 11 (N1-W6), donde se encontraron dos tumbas
del Golfo de México, de Occidente, del norte, del área zapotecas: la primera se detectó durante la temporada
maya, por mencionar algunas. Así, se ha reconocido la 2008, en el relleno de la plataforma poniente de ese
presencia de un barrio llamado “De los Comerciantes”. conjunto residencial. Contenía los restos óseos de una
A partir de los trabajos arqueológicos de finales de la niña y una ofrenda mortuoria, consistente en los restos
década de 1960 realizados tanto por René Millon, di- de un cánido y en varias vasijas teotihuacanas, así como
rector del Theotihuacan Mapping Project (1966-1969), otras del más puro estilo zapoteca, las cuales se han
como por Evelyn Rattray, se plantearon la existencia ubicado como correspondientes a la fase Xolalpan (450-
de un área que llamaron “Tlailotlacan” o “Barrio Oa- 550 d. n. e.). La segunda tumba se encontró, ya vacía,
xaqueño”, ubicado a 3 km al poniente de la Calzada de en la temporada 2009, debajo del piso del patio central
los Muertos, en el barrio de San Juan Evangelista del del mismo conjunto; se propone que se vació debido a
poblado de San Juan Teotihuacan. los cambios hechos entre la segunda y la tercera etapa
En las décadas siguientes, fueron varios los indicado- del conjunto. La información aquí expuesta pretende
res hallados en distintas excavaciones que reafirmaron compartir y contribuir a reafirmar la presencia y per-
la presencia zapoteca en esa área. Pero fue hasta los manencia zapoteca en esa área.
Dos tumbas en el barrio zapoteca de Teotihuacan

El Barrio Oaxaqueño (Tlailotlacan) Albán IIIA (Millon, 1967: 42), varios entierros en posi-
ción extendida y los restos de una tumba con antesala,
Esta zona, descubierta por René Millon y su equipo característica también de Monte Albán, llamada “de
de trabajo durante el Teotihuacan Mapping Project fosa o de cajón” (Gallegos, 1978), junto a una estela de
(Millon, 1964), se encuentra ubicada en las laderas del piedra que sirvió de jamba de la tumba y que tenía la-
cerro Colorado Chico, en el límite poniente del área brados un glifo zapoteca y un numeral (Rattray, 1993:
urbana de la ciudad antigua de Teotihuacan, y dentro 81-82); el primero es de forma circular, con un símbolo
del actual barrio de San Juan Evangelista, del poblado de fuerzas opuestas, y debajo figura el numeral 9.
de San Juan Teotihuacán de Arista, a 3 km al poniente En 1982, como parte del Proyecto Especial Teoti-
de la Calzada de los Muertos, aproximadamente a la huacan 1980-1982 dirigido por Rubén Cabrera, Patricia
altura del complejo Ciudadela; comprende los sectores Quintanilla excava parcialmente el sitio 69, identifi-
N1 W6 y N2 W6 del plano de Millon (figura 1).
El barrio, según Spence (1999), se compone de diez
a quince conjuntos locales distribuidos en un área de
350 a 400 m2 de este-oeste y norte-sur, respectiva-
mente; además, se propuso la nomenclatura TL (de
Tlailotlacan)1 más el número de sitio para la identifi-
cación de cada conjunto (figura 2).
En el área se evidenció, durante los recorridos de
superficie que llevó a cabo R. Millon en su trabajo
topográfico, la presencia de restos de materiales en-
tre los que destacaba un complejo cerámico similar
a la cerámica gris zapoteca; además se observó que
existían unidades habitacionales distantes entre sí,
construidas con piedras de río de buen tamaño y blo-
ques de tepetate recortados, pegados con lodo, a di-
ferencia de los materiales empleados en los conjuntos
habitacionales cercanos al área monumental, donde
generalmente se recurrió a bloques de piedra basalto Fig. 1 Ubicación de los barrios foráneos. Plano arqueológico y
y argamasa de cal. Esto conlleva algunas connota- topográfico de la antigua ciudad de Teotihuacan. Fuente:
ciones, pues la particularidad del conjunto pudo no tomado de Millon et al. (1973); señalizaciones añadidas.
sólo haberlos distinguido de otros grupos, sino que
justifica que se asentaran en esas laderas y en las ba-
rrancas o en el cerro mismo para el aprovechamiento
de los recursos propios de ese medio, como el agua
y los cantos rodados por las corrientes, así como de
los afloramientos de tepetate y demás materiales para
la construcción de las viviendas y el desempeño de
sus actividades, incluso de aquellos otros de índole
atávico que les recordaran su arraigo respecto de las
tierras de donde venían, es decir, de asentamientos
en las laderas o terrazas en los cerros.
A partir de 1966 inició una serie de investigacio-
nes en Tlailotlacan por parte de la Universidad de las
Américas, a cargo de John Paddock y Evelyn Rattray
(figura 3).
Para el siguiente año, René Millon, a cargo del Teo-
tihuacan Maping Project, llevó a cabo excavaciones en
el sitio 7; allí, el arqueólogo Juan Vidarte recuperó ma-
teriales de filiación zapoteca, entre los que destacan
dos urnas funerarias relacionadas con la fase Monte

Fig. 2 Plano en donde se muestran los conjuntos o sitios que


1  Llamado así por Millon (1967), Rattray (1993), Paddock (1976), debido al
vocablo en náhuatl Tlailotlacan, con que se designaban a “los de afuera”, o
conforman al Barrio Oaxaqueño. Fuente: tomado de Spence
gentes de tierras lejanas. (1999).

85
Arqueología 58• agosto, 2019

Verónica Ortega Cabrera, cuando se planteó investigar


sistemáticamente más acerca de esta área. Así, se ex-
cavó en los sitios TL1, TL9, TL69 y TL11. Ello ocurrió,
además, como parte de un programa que se llamó:
Comité para la Prevención y Control del Crecimiento
Urbano del Municipio de Teotihuacán, el cual tenía
como objetivo gestionar ante los vecinos la autoriza-
ción para llevar a cabo excavaciones en sus predios en
el marco de un trabajo de investigación arqueológica
y no de un salvamento. Ése es el contexto en el que se
concretó la serie de hallazgos a la que corresponden
las dos tumbas descubiertas por el que suscribe este
artículo.
Millon se preguntó cuándo llegó por primera vez
esa gente a Teotihuacan; en el momento en que llevó
a cabo sus investigaciones todavía le era difícil dar res-
puesta a esa cuestión, pero sugería, por las evidencias
encontradas durante las primeras excavaciones, que
los oaxaqueños llegaron por primera vez a Teotihua-
can en una fecha temprana, relacionada con Monte
Albán II a III-A, durante el siglo iv d. n. e., y que proba-
blemente vivieron dentro de la sociedad teotihuacana
en un estrato social modesto. En esa relación entre
teotihuacanos y zapotecas, Teotihuacan tuvo el papel
de mentor cultural en esos intercambios, aunque tam-
bién adoptó algunas ideas y prácticas de los zapotecas
(en la escritura y el calendario) desde los años 350-450
Fig. 3 Barrios oaxaqueños. Fuente: tomado de Retrray (1993). d. n. e., para la fase Tlamimilolpan, haciendo que la
relación plena entre los dos centros haya fomentado
cando otro conjunto habitacional conformado por di- el crecimiento del enclave oaxaqueño en Teotihuacan
ferentes cuartos, etc., y varios entierros en la misma (Millon, 1967: 44)
posición extendida. Con base en los datos de la cerámica obtenida en
Casi 20 años después de las investigaciones inicia- aquellas primeras excavaciones y de los contextos (en-
les, Michael Spence llevó a cabo excavaciones duran- tierros, urnas, etcétera), Rattray apoyaba la idea de
te 1986, 1987 y 1989, en el sitio 6; allí se identificó, una ocupación constante desde Tlamimilolpan tardío
parcialmente, un conjunto residencial con plataforma y Xolalpan temprano y tardío, es decir, fue un área
y un patio con altar central, varios entierros en po- ocupada por entre 300 y 400 años, manteniendo sus
sición dorsal extendida, algunas ofrendas, así como costumbres extranjeras y su identidad étnica, decli-
dos restos de tumbas también de planta rectangular nando en forma abrupta para la fase Metepec (Ra-
con antesala; al respecto, se propuso que la ocupación ttray,1993: 80-82). Además, el investigador conside-
más temprana en el barrio correspondería a la fase raba que durante la fase del Clásico se dieron cambios
Tlamimilolpan temprano (200-300 d. n. e.). en el afán monumental de construir más pirámides
Para 1995, 2002 y 2003, volvieron a emprenderse y templos; así, se prestó mayor atención a la edifi-
distintas exploraciones en el barrio, en el sitio 1; las cación de viviendas de la élite y santuarios familia-
obras estuvieron a cargo del Departamento de Salva- res, aunque sin abandonar las actividades religiosas
mento Arqueológico de la zmat, y surgieron a raíz de y públicas en los monumentos principales, como la
las obras de drenaje y de pavimentación que el mu- Pirámide del Sol, la de la Luna y el Templo de Quetzal-
nicipio del pueblo solicitó para el barrio Evangelista; cóatl. En aquellos tiempos existió una gran compleji-
en las intervenciones se identificaron otro conjunto dad en el régimen teotihuacano; fue el periodo de
habitacional con patios, pisos enlajados, altares, áreas mayor contacto y expansión por toda Mesoamérica,
de actividad, diversos entierros en posición extendida, constituyéndose tres o más barrios étnicos : el Barrio
tres urnas del más puro estilo zapoteca y los restos de de los Comerciantes (de filiación mayense y del Gol-
otra tumba con características similares. fo), el Barrio Oaxaqueño (de filiación zapoteca) y los
Fue hasta 2008 y 2009, con el Proyecto Barrio Za- de la Ventilla A y B de filiación de la costa del Golfo de
poteca de la zmat-inah, coordinado por la arqueóloga México.

86
Dos tumbas en el barrio zapoteca de Teotihuacan

Excavaciones en el sitio 11 (TL11-N1W6)


(primera temporada 2008)
Los terrenos en el área de estudio, en la actualidad, son
de uso habitacional; el crecimiento poblacional es tan
notorio que ha rebasado la superficie de siembra, por
lo que algunos predios que aún permanecen baldíos
pertenecen a propiedades particulares en latente espera
de ser edificados, como fue el caso de TL11. Este predio
se localiza en el límite suroeste del Barrio Oaxaqueño,
según el plano de Rattray (1993), aproximadamente
50 m al norte de la Avenida Oeste, que sale desde la
Ciudadela, proyectándose en línea recta hasta esa área.
El sitio TL11 no había sido excavado antes, pero
sí lo fueron algunos conjuntos cercanos, como ya se
ha mencionado, como es el caso de TL7 por Juan Vi- Fig. 4 Vista desde la parte alta de la excavación; orientación
darte en 1967, y TL6 por Spence (1989a y 1989b) en sur a norte, con la cala y el arranque del muro oeste de la
1986-1987. plataforma. Fuente: Proyecto Barrio Oaxaqueño, inah.
La parte explorada durante la primera temporada
(Proyecto Barrio Zapoteca 2008) comenzó con una observar en el relleno algunos fragmentos de adobe y
pequeña área de 10 m de este-oeste, por 20 m de sur a de tepetate recortados, que eran parte del tapiado que
norte, superficie de 200 m2, ocupada con material para sellaba su entrada, conservando sólo una línea de pie-
la construcción como ladrillos, grava y arena, además dras que estaban encajadas 20 cm más abajo del nivel
de una acumulación importante de basura; se observó del piso a manera de sardinel (figura 5 y 6).
además una gran oquedad en el terreno que exponía Al continuar vaciando el interior aparecieron los
parte de los pisos prehispánicos, con huellas de cortes primeros restos óseos, indicador de lo que iba a ser un
lineales producidos por el arado debido al constante entierro, volviéndose aún más complicada la explo-
uso de labores de cultivo antes de su urbanización. ración por lo reducido del espacio —de aproximada-
Dimos inicio a las exploraciones directamente en mente 40 cm de ancho—, por lo cual se decidió llevar
esta área de pisos delimitados por remanentes de mu- a cabo la exploración desde la parte superior; así, se
ros que correspondían a cuartos levantados sobre una retiraron las únicas piedras del techo que aún estaban
plataforma a escasos 20 cm de la superficie; al ser ex- colocadas en su lugar: una en cada extremo, una ter-
plorados, esos muros presentaron intrusiones de basu- cera, que se había colapsado dentro, sobre un cúmulo
ra moderna enterrada hasta una profundidad de 60 cm, de tierra que se fue filtrando al paso del tiempo, por lo
indicador de graves alteraciones del subsuelo por el que el entierro no se vio afectado, y la cuarta piedra,
saqueo de piedras que luego se usarían en la construc-
ción de viviendas actuales, además de los posibles sa-
queos de piezas arqueológicas. Por consiguiente, esto
nos llevó a excavar hasta el desplante de los muros,
conformando una cala hasta 1.10 m de profundidad
para alcanzar los contextos no alterados, encontrando
en el perfil de la cala, hacia el relleno de la plataforma,
lo que parecía ser otro muro en sentido transversal, sin
embargo, al explorarlo pudimos darnos cuenta de que
no se trataba de un muro sólido, sino de dos hiladas
de piedras intercalada por un grueso relleno de tierra,
ya que el perfil oeste de la cala había coincidido justo
con la entrada de este hallazgo (figura 4).
Se emprendió la exploración desde la superficie,
es decir, desde arriba, y pronto nos encontramos con
otras grandes piedras que estaban colocadas transver-
salmente sobre estas dos hiladas de piedras a manera
de techo, por lo que preliminarmente se pensó que Fig. 5 La tumba ya excavada con el entierro cubierto aún por
estábamos frente a un canal de desagüe; pero, al co- la tierra que se colapsó al interior. Fuente: Proyecto Barrio
menzar a retirar la tierra que cubría el frente se pudo Oaxaqueño, inah.

87
Arqueología 58• agosto, 2019

que se encontraba un tanto deslizada y a punto de caer. faltantes de manos y pies y otras partes del esqueleto;
Además, se observó que estuvieron selladas en su mo- estaba en mal estado de conservación debido al alto
mento con una argamasa de lodo. Desde el techo, a grado de humedad en esa parte del terreno, y se hallaba
80 cm, logramos liberar el interior, corroborando la colocado sobre una capa de tierra de aproximadamen-
presencia de un entierro con sus vasijas ofrendadas, te 10 cm de espesor por encima del tepetate natural
por lo que se confirmaba hasta ese momento la pre- (figura 8 y 9).
sencia de una tumba (figura 7). Lo sobresaliente en este caso es la ofrenda funeraria
que acompañaba al individuo, además de los restos de
Descripción del entierro un cánido colocado casi a la entrada de la tumba, en
muy mal estado de conservación, y del que sólo pudie-
El tipo de entierro era primario, indirecto, en posición ron identificarse partes del cráneo, algunos dientes y
decúbito dorsal extendido con los brazos a los lados colmillos, además de 10 objetos cerámicos:
y las piernas ligeramente flexionadas, con el cráneo
orientado hacia el oeste; presentaba deformación bi-
lobular, se identificó como un individuo del sexo fe-
menino, de la segunda edad (entre 12 a 15 años), con

Fig. 6 Vista desde la parte superior, de norte a sur, de la tumba.


Fuente: Proyecto Barrio Oaxaqueño, inah.

Fig. 7 Vista de la tumba con el entierro desde la parte superior


del lado poniente. En el fondo yace parte de los restos del Fig. 8. Tl 11 N1W6.17.68 cuadros E3N3 y E3N4. Dibujo en planta
entierro y la ofrenda mortuoria. Fuente: Proyecto Barrio desde la parte superior de la tumba 1. Fuente: Proyecto Barrio
Oaxaqueño, inah. Oaxaqueño, inah; dibujo de Andrés Casanova Avedaño.

88
Dos tumbas en el barrio zapoteca de Teotihuacan

Objeto 1. Plato de pasta gris de paredes rectas, fon-


do y base rectos, borde redondeado con cuatro asas
planas de forma trapezoidal equidistantes en el cuer-
po, con decoración incisa que asemeja las aletas de
una tortuga; fue encontrado en posición invertida, a la
altura de donde estuvieron los pies, que se orientaban
también a la entrada de la tumba.
Objeto 2. Olla de cuerpo globular color café bayo,
de cuello curvo-divergente, con acanaladuras verti-
cales en forma de gajos en el cuerpo, colocada entre
a las piernas ligeramente flexionadas.
Objeto 3. Vaso de paredes recto-divergente, color
café bayo, con base y fondo rectos, con tres soportes
almenados. Los objetos 2 y 3 aparecieron entre las
piernas flexionadas.
Objeto 4. Cajete de paredes curvo-divergente, con
borde ligeramente evertido, de color café bayo-ana-
ranjado mate, fondo y base rectos, que se encontró en
posición invertida, hacia el lado izquierdo del cráneo,
posiblemente colocado sobre la cabeza y después cayó;
el cajete contenía las seis piezas (que completan los 10
b objetos hallados) miniatura en su interior, de manera
que los cuatro platitos estaban encimados y los dos
floreritos fueron colocados en la parte superior:
a) Florero miniatura, color anaranjado, de cuerpo
globular, cuello alargado y borde evertido.
b) Plato miniatura, con líneas rojas de cuerpo recto-
c divergente.
c) Tapaplatos miniatura, color anaranjado.
d) Florero miniatura, color gris.
d e) Plato miniatura, de cuerpo recto-divergente, co-
lor anaranjado.
f) Cajete miniatura color gris (figuras 10, 11, 12 y 13).

a) Grupo de seis objetos cerámicos sobrepuestos


b) Vaso de estilo teotihuacano
c) Restos óseos de cánido
d) Plato extendido estilo zapoteca

Fig. 9 TL11 N1W6.17.68 cuadros E3N3 y E3N4. Entierro 1, se ob-


servan los restos óseos y los objetos que componen la ofrenda Fig. 10 Objeto 1. Plato de pasta gris con cuatro asas que
funeraria. Fuente: Proyecto Barrio Oaxaqueño, inah; dibujo de asemejan aletas de tortuga, estilo zapoteca. Fuente: Proyecto
Andrés Casanova Avedaño. Barrio Oaxaqueño, inah.

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Arqueología 58• agosto, 2019

colocados los restos. La tumba tenía una altura de


85 cm por 1.53 m de largo y apenas 43 cm de ancho;
el techo era plano, cubierto por cuatro grandes rocas
basálticas sin trabajar, con un promedio de 30 cm de
ancho por 70 cm de largo, y un espesor entre los 20
a 30 cm (figura 14).
Este hallazgo corrobora las costumbres zapotecas,
no sólo la de enterrar a sus muertos debajo de sus
aposentos, sino también aquélla relativa a la parte
noble de su pensamiento religioso, de colocarlos en
la posición dorsal extendido, acompañados de una
ofrenda mortuoria —para guiar el alma del muerto
Fig. 11 (izquierda) Objeto 2. Olla café bayo, de cuerpo en su ruta de descenso— y de aquellos utensilios que
globular con acanaladuras de cuello divergente. Fuente: posiblemente usó en vida y que le servirán simbóli-
Proyecto Barrio Oaxaqueño, inah. camente en su viaje, dándole un rango de identidad
Fig. 12 (derecha) Objeto 3. Vaso de paredes recto respecto de cómo vivió en esta tierra. Además, el he-
divergentes. Fuente: Proyecto Barrio Oaxaqueño, inah. cho de edificar esta cripta para alguien de tan corta
edad hace que supongamos que es un caso especial;
se puede pensar que el personaje formó parte del nú-
cleo social y familiar de alto rango dentro del conjun-
to residencial TL 11, el cual, por sus características
exclusivas, fue muy probablemente la cabecera del
barrio de Tlailotlacan.

Fig. 13 Objeto 4. Cajete que apareció cerca de la cabeza en


posición invertida, conteniendo seis miniaturas (entre platitos
y floreros estilo Teotihuacano). Fuente: Proyecto Barrio
Oaxaqueño, inah.

Descripción de la tumba 1
Para construir esta tumba en el momento que fue
requerida para los funerales de la adolecente, se tuvo
que excavar desde la parte superior de la plataforma,
casi al centro de la fachada este, a una profundidad
aproximada de dos metros; la tumba corresponde al
estilo llamado de “fosa o cajón”, que se conforma por
muros verticales de piedras irregulares medianas de
basalto y andesita, amalgamadas únicamente con
lodo, desplantando desde el suelo de tepetate natu-
ral, de planta rectangular, sin antecámara, con en-
trada viendo al este, con una orientación de 95º, con
umbral tipo sardinel, y piso hecho con una cama de Fig. 14 Vista frontal de oriente-poniente. Acceso de la tumba
tierra de escasos 5 cm de espesor, sobre el cual fueron 1. Fuente: Proyecto Barrio Oaxaqueño, inah.

90
Dos tumbas en el barrio zapoteca de Teotihuacan

Temporada 2009 en TL11


El conocimiento del contexto en TL11 facilitó, de al-
guna forma, los avances de las excavaciones para la
segunda temporada; en este caso, se intervino un área
de 25 m de este-oeste, por 20 m en orientación nor-
te-sur. Tal fue el contexto del hallazgo de la tumba 2,
localizada cuando se excavaba un pozo de sondeo en el
patio norte de este conjunto, sobre una huella de altar
de forma cuadrangular, que debió corresponder a la
segunda fase y que fue arrasado para crear un nuevo
patio más grande, en la tercera (la última); pero antes,
debajo de ese piso fue enterrado alguien en la tumba
(figuras 15 y 16).
Su construcción ocurrió antes de colocar el primer
piso de ese patio, es decir, durante la primera fase del Fig. 15 Patio Norte, con la huella del altar desmantelado al
conjunto, igual que la tumba 1; pero durante la mo- agrandar este patio en la última fase. Fuente: Proyecto Barrio
dificación de ampliación que se llevó a cabo en la se- Oaxaqueño, inah.
gunda fase el entierro, fue perturbado y retiraron los
restos óseos que yacían ahí, los cuales, con su ofrenda,
fueron llevados a otra parte. La tumba se volvió a re-
llenar con tierra y sobre ella se colocó el nuevo piso
con un altar.
Al igual que la tumba 1, la 2 era de planta rectan-
gular, del tipo llamado de “cajón”; tenía techo plano,
con cuatro muros verticales erigidos con piedras irre-
gulares pegadas únicamente con barro y, en general,
la construcción es de buena hechura; el individuo fue
introducido desde arriba, a diferencia de la tumba 1,
que sí contaba con entrada frontal desde el lado este
(figura 17).
Medía 1.90 m de largo, 45 m de ancho y 40 m de
profundidad, y también desplantaba sobre la capa
natural de tepetate, de techado plano, con grandes Fig. 16 Inicio del sondeo sobre la huella del altar, vista desde
lajas de piedra trabajadas de las cuales se encontraron el lado sur. Fuente: Proyecto Barrio Oaxaqueño, inah.
únicamente dos (figura 18). Una de éstas era una laja
de basalto de forma rectangular aplanada de 80 cm de
largo por 38 cm de ancho y 16 cm de espesor, la cual
tenía rebordes en ángulo recto en las aristas para po-
der embonar con los bordes del muro a manera de
tapa; por las características que presentaba parecía
un dintel rehusado, pues mostraba huellas de las-
queado en la cara posterior que daban la impresión
de que habían borrado alguna inscripción para reuti-
lizar la pieza como cabezal de la tumba (suponiendo
que aquí estuviera la cabeza del fallecido). La otra
piedra era una laja plana y delgada, casi de las mis-
mas dimensiones, pero sin ninguna particularidad, la
cual estaba colocada en el otro extremo de la tumba,
donde debieron estar los pies, dejando vacía la parte
media. Su orientación era de 105° al este. Como se
indicó, los restos óseos fueron exhumados y llevados
a otra parte. Fig. 17 Hallazgo de la tumba con dos de sus lozas que la
cubrían, vista desde el lado oeste. Fuente: Proyecto Barrio
Oaxaqueño, inah.

91
Arqueología 58• agosto, 2019

temente debajo de las plataformas de estos conjuntos


residenciales, pero también debajo de pisos de patios
centrales o aposentos, como también lo corroboramos
en las fosas excavadas, siguiendo un patrón en posi-
ción dorsal extendido con una orientación al este.
Las dos tumbas descubiertas en Tlailotlacan fueron
construidas con planta rectangular del tipo “fosa o ca-
jón” con entrada de sardinel o sin tal, con orientación
hacia el este, con muros verticales con piedras de forma
irregular, cubiertas de techos planos con grandes pie-
dras o por grandes lajas trabajadas, con piso de tierra
apisonada, directamente encima de la capa de tepetate
natural, estilo que se siguió desde el 200-300 d. n. e. en
la fase Monte Albán II, hasta Monte Albán III-B, del
500-600 d. n. e., y también en las épocas subsecuentes,
correspondientes a Tlamimilolpan temprana, Xolalpan
temprano y probablemente Metepec. Hasta la fecha no
se han reportado hallazgos de otras tumbas completas
en el Barrio Oaxaqueño.
Los entierros humanos hallados en todo el conjun-
to fueron más de veinte, y se localizaron dentro de
cuartos, debajo de los pisos, a excepción de la mitad
de ellos, que correspondían a infantes, cuyos restos
se localizaron al lado sur del templo de TL11; muchos
Fig. 18 Al final de excavación de la tumba, vista desde lado estaban incompletos, porque algunas de sus partes
este. Fuente: Proyecto Barrio Oaxaqueño, inah. fueron extraídas después de un tiempo de haberlos in-
humado para ser trasladados, muy posiblemente hasta
Conclusiones preliminares otras habitaciones de algún familiar cercano, o para
acompañar a otro recién fallecido, como una especie
El conjunto TL11 es el primero en Tlailotlacan en ser de reliquia o amuleto que le transfiriera el poder pro-
excavado casi en su totalidad, donde se ha explorado tector omnipotente del muerto, acto simbólico que
una superficie de 35 × 30 m, más de 1 000 m2. El grupo podría explicar la ausencia del entierro de la tumba 2.
arquitectónico se ha definido como un conjunto re- Otro elemento importante observado en las ofren-
sidencial de buen estatus social, habilitado para fun- das fue la presencia recurrente de cánidos, ya fuese
cionar con todas las áreas de servicio y un sistema acompañando al difunto o vinculados con los altares.
hidráulico que brindó el confort necesario a sus ha- Posiblemente porque esos animales estaban conside-
bitantes, que interfamiliarmente resolvieron su vida rados dentro de un rango estrechamente inmediato
manteniendo su cohesión de grupo migrante durante al del ser humano, siendo algunos enterrados debajo
un largo periodo, mayor a 500 años, con sus respectivos de los cuartos de sus dueños, como lo pudimos ve-
cambios y adecuaciones ante el régimen teotihuacano. rificar en las excavaciones de este conjunto, pues se
Respecto del sistema constructivo en TL11, puede localizaron restos de cuando menos doce cánidos, la
señalarse que los acabados arquitectónicos teotihuaca- mayoría en fosas excavadas ex professo. Aquí se ten-
nos y la distribución espacial son más definidos: se em- dría que interpretar el acto simbólico del sacrificio del
plearon piedras irregulares de tezontle, basalto, canto animal acompañante como parte de la ofrenda, pero
rodado y adobes para el levantamiento de muros, y se más como el acompañante psicopómpico del perso-
pegó con lodo, con aplanado de argamasa. La distri- naje, atavismo de un fósil, tradición en pueblos alta-
bución espacial sigue totalmente el estilo teotihuaca- mente espirituales.
no: un patio hundido con su altar central rodeado de Decíamos líneas atrás que TL11 pudiera estar de-
cuatro plataformas con escalinatas y pórticos. El uso mostrando que ese grupo de zapotecas estuvo coexis-
de piedra laja para la colocación de pisos y canales hi- tiendo en tierras teotihuacanas dentro de un barrio
dráulicos en forma de mosaicos es del estilo zapoteca. tolerado, donde la buena relación, protegida y armó-
Los enterramientos de personajes importantes per- nica entre estos dos pueblos, podrían dar respuesta a
tenecientes a cierto linaje en TL11 debieron hacerse en la pregunta de Millon respecto de la llegada de esos
tumbas, con sus respectivas ofrendas mortuorias co- tlailotecanos a Teotihuacan. Que tal vez desde tiempos
rrespondientes, que podrían aparecer ahora recurren- remotos ellos mantuvieron una raigambre común, que

92
Dos tumbas en el barrio zapoteca de Teotihuacan

les permitió seguir manteniendo ese vínculo de inte- Bibliografía


gridad familiar, étnica y cultural a lo largo del tiempo
y la distancia, dedicándose a funciones específicas,
posiblemente de carácter ideológico cultural y no ne- Casanova Avendaño, Andrés
cesariamente a trabajos de subsistencia, como común- 2008 Informe técnico de las excavaciones en el
mente se les ha tratado de relacionar. sitio (TL11. N1-W6) en el barrio de San Juan
Los hallazgos de TL11 revelan que estamos en pre- Evangelista, Teotihuacán de Arista. Proyecto
sencia de un grupo especializado que probablemente Barrio Zapoteca, primera temporada, 2008.
compartió el mismo nivel socioeconómico sustan- zmat-inah, México.
cialmente, reservándose únicamente la distinción 2009 Informe técnico de las excavaciones en el sitio
de sus prácticas religiosas y las marcadas variantes 11, lado sur (TL N1-W6) en el barrio de San Juan
en lo arquitectónico, que nos colocan ante un recin- Evangelista, Teotihuacán de Arista. Proyecto
to solemne, como lo constatamos hacia el final de la Barrio Zapoteca, segunda temporada, 2009.
zona de exploraciones, al descubrir el basamento de zmat-inah, México.
su templo y el amplio patio enlajado rodeado de una
gran banqueta perimetral con un altar central y un Gallegos Ruiz, Roberto
patio secundario en el lado sur consagrado a entierros 1978 El Señor 9 Flor en Zaachila. México, unam.
infantiles. En suma, el conjunto residencial es impor-
tante, cuenta con un recinto ceremonial que nos indica Manzanilla, Linda
su alto grado de religiosidad y la raigambre común 2007 Las casas nobles de los barrios de Teotihuacán;
con la sociedad teotihuacana. Con ello se reafirma que estructuras exclusionistas en un entorno
TL11 fue el centro o cabecera del Barrio Zapoteca o corporativo. Ponencia para la XXVIII
Tlailotlacan (figuras 19 y 20). Mesa Redonda de Sociedad Mexicana de
Antropología. Ciudad de México.

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escalinata con alfarda. Fuente: Proyecto Barrio Oaxaqueño, inah. Américas.

93
Arqueología 58• agosto, 2019

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University of Western Ontario London, Canadá. unam.

94
El culto al cocodrilo:
cognición y arte del Formativo
Terry Stocker temprano en Mesoamérica
Verónica Ortega Cabrera
Zona Arqueológica de Teotihuacán, inah.

Resumen: La tesis central de este artículo propone que, en algún lugar de Mesoamérica donde los cocodrilos abundaban, debió comenzar el culto
a ese animal, cuya imagen devino en uno de los símbolos más utilizados por las élites y se extendió ampliamente en el entorno cultural. Por otro
lado, algunos arqueólogos plantean que la ausencia de esculturas fuera del área nuclear olmeca significa que esa sociedad no tenía dominio sobre
territorios lejanos. Aquí se sostiene que la hegemonía se refleja en que la élite olmeca concentró el culto al cocodrilo en su área nuclear, por ello la
constante presencia de esta expresión en San Lorenzo, Veracruz, sitio que se convirtió en un centro de peregrinación. Por último, en aras de evitar las
confusiones derivadas de una visión “cristiana” del arte mesoamericano, promovemos interpretaciones animistas; específicamente, reinterpretamos
la llamada “Cruz de San Andrés” como un signo/símbolo que debe leerse como sacrificio humano: La Cruz de Sacrificio Humano (lcsh).
Palabras clave: olmecas, culto, cocodrilo, cognición, periodo Formativo, Mesoamérica.

Abstract: The central thesis of this article is that the veneration of crocodiles must have begun somewhere in Mesoamerica where they were an
abundant species. Their image became one of the symbols most widely used by elites and that extensively spread throughout the cultural landscape.
Some archaeologists argue that the absence of stone sculpture outside the Olmec heartland means this society had no hegemony over distant areas
such as the Mexican highlands. In this respect it is suggested that the hegemony of the Olmec elite is reflected in the veneration of the crocodile
in its heartland, which explains the constant presence of this expression in San Lorenzo, Veracruz, turning it into a pilgrimage center. Finally, in an
effort to avoid confusion stemming from a “Christian” viewpoint of Mesoamerican art, we advocate animistic interpretations, specifically reinterpre-
ting “St. Andrew’s Cross” as a sign/symbol to be read as human sacrifice: the Cross of Human Sacrifice (chs).
Keywords: Olmecs, veneration, crocodile, cognition, Formative period, Preclassic period, Mesoamerica.

La primera metáfora fue animal


John Berger, About Looking

D
urante varios años, el artículo de Flannery y vasijas del Formativo temprano de la costa del Golfo
Marcus (2000) “Formative Mexican chiefdoms se encuentran en el área mixteca y zapoteca, y no a la
and the myth of the ‘Mother Culture’” fue consi- inversa, lo que confirmaría su propuesta acerca de que
derado, por algunos, como una de las teorías más influ- la cerámica de San Lorenzo fue “exportada”.1
yentes de la arqueología mesoamericana; sin embargo, En segundo lugar, Flannery y Marcus argumentaron
ahora podemos afirmar que las bases que sostienen que el área nuclear olmeca no era la cuna de una “cul-
sus hipótesis deben ser reconsideradas. Comenzaremos tura madre”. Delineaban dos escuelas de pensamiento:
evaluando brevemente algunas de sus ideas. una, la errónea escuela olmeca-céntrica (de individuos)
Flannery y Marcus presentan dos puntos básicos: en que promovía una “cultura madre” en la que los olme-
primer lugar, el corpus de materiales conocidos como cas se veían diferenciados de sus contemporáneos
“olmecas” de la costa del Golfo de México, no era con- mesoamericanos, bajo un enfoque de élites, creando
sistente con el área de origen, pues se incluían rasgos así el sistema simbólico del Formativo temprano de
que no pertenecían a esa región; de la misma forma, 1150-500 a. n. e. En el lado opuesto se encontraban los
diversos elementos que se suponía que habían teni- seguidores de Flannery y Marcus, quienes sostenían
do su origen en las tierras húmedas del golfo habían que la olmeca no era una sociedad más avanzada que
sido hallados en otros contextos más tempranos en el resto de sus contemporáneas y que contribuyeron
diversas regiones de Mesoamérica. Al respecto Bloms- poco o nada a la posterior civilización mesoamericana;
ter (2010), con base en datos de análisis detallados de hoy sabemos que esto no es correcto (Cyphers y Di Cas-
contextos y activación neutrónica en fragmentos ce- tro, 2009; Symonds et al., 2002). San Lorenzo era un
rámicos, ha demostrado que las afirmaciones de Flan-
nery y Marcus sobre las distribuciones, frecuencias y 1  Con el término exportación nos referimos a que fue producida en un área y,
orígenes de la cerámica no pueden sostenerse, pues las a través de las redes de intercambio, fue consumida en otras.
Arqueología 58 • agosto, 2019

estado prístino, mientras que los sitios del Formativo San Lorenzo. Carrasco (1999) analiza esta idea como
temprano en Oaxaca eran cacicazgos (Clark, 2007). De la ciudad sagrada y la periferia. Para citarlo:
hecho, Flannery y Marcus centraron su discusión en
la complejidad social, a partir de un modelo biológico, Los asentamientos aztecas en particular se organiza-
en lugar de analizar la difusión de las ideas (sobre todo ban alrededor de complejos ceremoniales, que servían
del arte). A propósito, su artículo comenzó como una de teatros para muchas clases de actuaciones, incluyendo
respuesta antagónica a la idea de que la cultura olmeca la matanza ritual de seres humanos y animales. Nuestra
era la “madre” de las civilizaciones mesoamericanas. comprensión de la historia de las religiones mesoameri-
canas se vuelve extraordinariamente rica y problemática
Cultura madre cuando nos enfrentamos a actos prodigiosos de violen-
cia, la mayoría de los cuales se llevaron a cabo en las
Una “cultura madre”, como se define históricamente, monumentales ciudades ceremoniales y en relación con
no existe en ninguna parte. Sin embargo, Flannery y un ordenamiento de la vida social, particularmente com-
Marcus utilizaron el concepto de Mother Culture como plejo y jerárquico que ha sido identificado como urbano
punto de partida para desarrollar sus argumentos. La (Carrasco, 1999: 1; cursivas añadidas).
pregunta inicial fue: ¿existe un centro desde el cual
una ideología religiosa, y su representación en el arte, Proponemos que la suma del centro y la perife-
comenzaron y se extendieron a lo largo del Formativo ria de Carrasco se remonta al Formativo temprano, y
temprano en Mesoamérica? ése es uno de los objetivos del presente artículo. Sin
Como Blomster (2010: 135) señaló: “La cerámica embargo, hay que hacer hincapié en que las comu-
olmeca [...] exhibe símbolos que pueden representar nidades periféricas pueden alterar, modificar o ela-
elementos icónicos de creencias religiosas y de una borar/transformar todas y cada una de las ideas (Ca-
cosmología en desarrollo”. En las páginas siguientes rrasco, 1999: 66). Para clarificar, la religión no es
pretendemos definir la intención de algunas creencias sino un elemento de la cultura; así que no tenemos
religiosas de esa cosmología. Sin embargo, es nece- la intención de crear un hombre de paja, es decir, una
sario precisar que nuestros conocimientos, basados cultura madre. Antes bien, planteamos que una de las
en documentos históricos, acerca de la difusión del bases del posterior complejo religioso mesoamerica-
pensamiento religioso budista, cristiano e islámico, no fue el culto al cocodrilo, y que tal comenzó en un
apuntan a que siempre hubo un lugar de origen, tanto área para ser retomado posteriormente, enriquecido
de la ideología como de su representación artística, y asimilado por otras. Ciertamente, las áreas perifé-
desde donde se extendió hacia diversas regiones, con ricas hicieron variaciones o adiciones a las ideas del
las variantes históricas de cada caso; y ese punto o núcleo central y éstas pudieran haberse manifestado
lugar de origen se transformó en un centro de pere- en expresiones de artefactos. Con los datos disponi-
grinación. En este contexto, argumentaremos a favor bles, consideramos que “una” línea base de la reli-
de la identificación de Olman, “la tierra de los olme- gión mesoamericana se estableció alrededor de 1300
cas” (Veracruz oriental y Tabasco occidental), como a. n. e. en Mesoamérica y continuó, con alteraciones y
un lugar de origen y centro de peregrinación para el variaciones, hasta 1521 d. n. e., cuando dos sistemas
sistema simbólico mesoamericano. religiosos muy diferentes chocaron.
La difusión de las ideas religiosas no se vincula di- Una última precisión: por culto al cocodrilo enten-
rectamente con el nivel de complejidad social, sino demos una manifestación en la que este animal ocupó
que tiene una relación más estrecha con la concien- un lugar central entre muchos otros organismos, for-
cia histórica de los individuos: ¿qué piensan ellos de mando parte del simbolismo ligado a las élites y como
su existencia y su relación con el medio ambiente?, y uno de los símbolos cosmogónicos más importantes de
¿cómo se traducen esas creencias en comportamientos la ideología mesoamericana (Garduño, 2010; Leasure,
cotidianos?; más importante aún: ¿de dónde proviene 2000). Presumiblemente, la cosmología del Formativo
cualquier ideología y por qué? También debemos pre- temprano seguiría evolucionando hasta convertirse
guntarnos: ¿qué significa, entendido en su totalidad, en lo que Durán (1971) describió acerca de la religión
un artefacto que encarna un sistema de creencias, azteca y Thompson (1970) lo hiciera para el caso de los
para los miembros del colectivo en cuestión? mayas. Además, retomando el señalamiento de John
Las ideas comienzan, en efecto, en un lugar y se Berger (1980), el cual establece que los animales entra-
extienden a la periferia, y basándonos en las obras de ron por primera vez en la imaginación humana como
muchos arqueólogos que serán citados más adelan- mensajeros y promesas, consideramos que es necesa-
te, especialmente Blomster, podemos suponer que el rio enfatizar el papel del cocodrilo en la construcción
origen de la ideología mesoamericana del Formativo cosmogónica mesoamericana, pues hasta el momento
comenzó en los alrededores de —si no en el propio— la arqueología de la región ha relegado el tema.

96
El culto al cocodrilo: cognición y arte del Formativo temprano en Mesoámerica

El Formativo temprano munidades. Por ejemplo, tanto en Mesoamérica como


en el sudoeste de Estados Unidos se incluyó al pavo
Flannery y Marcus (2000: 15) hacen referencia cons- (guajolote) en el inventario de animales con un peso
tante de Atlihuayan, un sitio del Altiplano central, en simbólico, por ello se han hallado entierros rituales
el territorio del actual estado de Morelos, de donde con especímenes de pavo (Lapham et al., 2016; Lipe et
retoman una ilustración a la que identifican como “la al., 2016: fig. 2). Ortega (2014: 242) ilustra un enterra-
piel de un cocodrilo, como se representa en una figura miento ritual de dos perros lado a lado en Teotihuacán
humana”, aunque, no muestran la parte humana (figura (Cisneros, 2009).
1). Ellos dicen: “El pie del cocodrilo (a menudo llama- Más allá de la representación real de un cocodri-
do de manera errónea “pata de ala”) fue ampliamente lo, muchos de los motivos artísticos que Flannery y
plasmado como un símbolo para la Tierra”. Marcus muestran se basan en los atributos físicos del
El motivo iconográfico en cuestión nos lleva a plan- animal. Una vez más, esto nos sugiere que la base del
tear algunas interrogantes. Primero: ¿por qué una sistema de creencias religiosas del Formativo pudo ori-
sociedad del Altiplano representaría a un cocodrilo ginarse en algún lugar donde existían esos reptiles,
como símbolo de la tierra si no hay cocodrilos cerca como también lo han propuesto Vargas y Ortiz (2004)
de Atlihuayan?; en segundo lugar, ¿qué función tuvo para el mundo maya (Mayer, 2016; Davoli, 2012; Maya
una pieza como ésa?, ¿era un elemento de comercio o Ethnozoology, 2018 [2012]).
se hizo en Atlihuayan?; si fuese foránea: ¿de dónde Así, podemos ver al fenómeno cognitivo a partir de
provenía?; si fuese local: ¿fue manufacturada por ar- dos extremos: por un lado, la base para la mayoría
tesanos locales?; y en dado caso: ¿copiaron el motivo de los diseños artísticos presentados en el artículo de
de otro similar o fueron guiados por alguien con ese Flannery y Marcus se originó en un lugar y se difun-
conocimiento? Finalmente, pero por demás importan- dió como parte de un complejo simbólico religioso (al
te: ¿alguna élite religiosa necesitaba explicar el motivo igual que el cristianismo, el islam y el budismo); en el
a los espectadores de Atlihuayan? otro extremo está la propuesta que señala que en un
No tenemos ningún problema con la idea de que el momento dado, diversas personas en distintos sitios de
pie del cocodrilo era un símbolo de la tierra y de la fer- Mesoamérica despertaron y comenzaron a crear expre-
tilidad; de hecho, uno de los autores del presente artí- siones artísticas similares, presumiblemente basadas
culo ayudó a promover esa idea en “Crocodilians and en ideas análogas (sobre los cocodrilos), pero indepen-
Olmecs...” (Stocker et al., 1980), un texto con sugeren- dientes entre sí. Esta segunda opción es poco probable.
tes ilustraciones que no fue considerado por Flannery
y Marcus; en resumen, en ese documento se empleó Posclásico y Clásico
una explicación ecológica de la religión, promovida
por Hultkrantz (1966), en la que los organismos del Antes de continuar, consideramos indispensable esta-
ecosistema se incorporan a la cosmovisión de las co- blecer un marco conceptual que nos permita pasar de
lo conocido a lo desconocido. Los mexicas colocaron a
Cipactli (el cocodrilo) como símbolo del primer día del
calendario de 260 días. Los tlatoanis mexicas debían
arribar al poder en el día 1 Cipactli. Sabiendo que el
cocodrilo estaba asociado con la élite, esperaríamos
que las representaciones de este animal se limitaran a
espacios relacionados con el poder. Éste es el caso de la
Tula del Posclásico temprano; allí la imagen del coco-
drilo aparece en las partes superior, media e inferior (en
los cuatro lados) de las columnas que representan a los
soberanos toltecas, esculpidos de pie sobre el Templo B
(figura 2a; Stocker et al., 1980; Stocker, 2001), convir-
tiéndose así en el animal más representado en el arte
público de Tula (48 veces). En el periodo Clásico en
Teotihucan, López Austin et al. (1991) señalan que las
serpientes emplumadas que decoran el basamento que
se encuentra en La Ciudadela, llevan en sus cuerpos el
complejo tocado de Cipactli, símbolo del tiempo; en otro
contexto, el mural 3 del cuarto 2 de Tepantitla muestra
Fig. 1 Piel de cocodrilo, relieve de Atlihuayan. Fuente: tomado una procesión de personajes ricamente ataviados, que
de Flannery y Marcus (2000: fig. 10B). portan enormes tocados con rasgos de cocodrilo.

97
Arqueología 58 • agosto, 2019

De hecho, las imágenes de estos animales son muy


abundantes en el paisaje iconográfico mesoamerica-
no; por ejemplo, tan sólo en el sitio de Palenque hay
una gran cantidad de representaciones, sin embargo,
en este trabajo limitaremos las ilustraciones para
concentrarnos en el proceso cognitivo del Formativo
temprano. Finalmente, imaginemos por un momento
el poder que asumía el individuo que se ponía un to-
cado de cocodrilo, de su propio diseño, dirigiéndose a
una multitud de peregrinos; tenemos evidencia visual
temprana de esto en Teotihuacán (figura 2b).

Cielo/relámpago y tierra/terremoto
En su texto, Flannery y Marcus muestran motivos de-
corativos a los que denominaron Sky/Lightning (figura
3a-c) y Earth/Earthquake (figura 3d-g). Contrario a su
interpretación, consideramos que estas combinacio-
nes se refieren a lo cocodriliano/la tierra/la fertilidad,

Fig. 2a El motivo de cocodrilo arriba, en medio y debajo de


una columna del Templo B en Tula, Hidalgo. Fuente: tomado
de Acosta por Stocker et al. (1980).

Fig. 2b Sacerdote en procesión portando tocado de cocodrilo.


Mural de Tepantitla. Fotografía: Aldo Díaz Avelar.

98
El culto al cocodrilo: cognición y arte del Formativo temprano en Mesoámerica

expresados como un todo que fue dividido en dos, tema que se colocará una bandera, para simbolizar la có-
que abordaremos en otro espacio. Marcus ha interpreta- pula/fertilidad. Los detalles son abundantes y aquí se
do la hendidura en la cabeza de Earth/Earthquake como mencionan sólo algunos, pero el punto es que se trata
una fisura, similar a las que en ocasiones resultan de de una ceremonia con rasgos prehispánicos y católi-
los terremotos, idea que nos resulta poco probable pues cos en la que las dos mitades adoran el mismo mundo
no hay mayores datos que la respalden. Sin embargo, y animista, pues en una parte del pueblo se bendicen las
buscando apoyar esa propuesta, hemos recuperado el flores en honor de San Antonio, y en la otra, en honor
vocablo en lengua mixe terremoto: üs, y cocodrilo, üs de San Nicolás.
pin, los cuales resultan sumamente parecidos o relacio- Lo anterior nos permite reflexionar en torno a las
nados (Reilly, 1994: 98). La relación entre el cocodrilo evidencias materiales que los arqueólogos tratamos de
y el terremoto se establece —probablemente— porque, explicar, pues bien podríamos hallar imágenes dife-
para la mayoría de las poblaciones mesoamericanas, el rentes que representasen, en esencia, la misma adora-
mundo descansaba en la parte posterior del cocodrilo; ción. La ceremonia de “Pone Bandera” es un ritual de
abundaremos al respecto más adelante. Si el cocodrilo fertilidad pagano, para el mismo “dios sincretizado”,
se movía, la Tierra temblaba. De nuevo, la probabi- pero con dos imágenes diferentes que representan los
lidad de una conexión entre terremotos y fisuras es dos lados de Mixquiahuala.
improbable.
Hace varias décadas Stocker et al. (1980) se refirie- Cognición
ron a lo que Flannery y Marcus llaman “fisura” como
la “hendidura” entre las órbitas oculares del cocodri- Antes de explorar otros elementos artísticos del For-
lo (o caimán); para complementar, proponemos que mativo temprano, necesitamos tener un mejor marco
los motivos de la figura 3 tienen el mismo referente: de referencia para comprenderlo. Hay excelentes es-
el cocodrilo, y que las figuras 3a-c son virtualmente tudios sobre la cognición que se enfocan en el lado
idénticas a la cabeza del cocodrilo en la figura 1, ex- fenomenológico (Renfrew y Scarre, 1998). Lambros
cepto que las crestas sobre los ojos son más fluidas Malafouris (2007: 7) resume mejor este acercamiento
en la figura 3a que en la figura 1. Sin embargo, puede cognitivo cuando establece que “los conceptos y las
observarse que la “fisura” existe en la fig. 3a. La fi- ideas religiosas emergen dentro de la mente y pos-
gura 3 d-f parece haber incorporado una cara de tipo teriormente se anclan a través de varias ‘estrategias
humano en el motivo. Consideramos entonces que los intuitivas’ internas para lograr el valor de superviven-
motivos tienen el mismo referente, pero no el mismo cia”. Cualquier interés de parte del ser humano en el
significado, pues una mitad pudo verse como el cielo/ mundo de los animales es motivado, claramente, por
la luz, y la otra como tierra/terremoto, diferentes as- la supervivencia, y el animal ubicado en la cumbre
pectos del cocodrilo. de la cadena alimenticia en Mesoamérica, después del
Por otra parte, Blomster (2010: 138) desarrolla una hombre, es el cocodrilo.
explicación similar y argumenta que la “olla de dra-
gón” que Flannery y Marcus identifican desde Tlapaco-
ya para mostrar el “cielo/ relámpago” versus “tierra”, es
en realidad el frente y perfil de la misma entidad (co-
municación personal de Blomster con Stocker, 2016).
Un concepto similar sobrevive en una ceremonia de
raíces prehispánicas de 20 días en la ciudad de Mix-
quiahuala, Hidalgo,2 conocida como “Pone Bandera”.
En dicha ocasión la ciudad se divide por la mitad y en
cada parte se siguen los mismos rituales durante 20
días, iniciando con la salida de dos grupos de hombres,
quienes emprenden una peregrinación de dos días a
las montañas para recoger un tipo orquídea. Al regre-
sar, las flores son entregadas a las mujeres, quienes las
tejen en las cuerdas y rosarios que portarán los hom-
bres durante una danza de fertilidad. Un grupo de
hombres, uno para cada lado de la ciudad, construirá
una ermita donde se llevará a cabo la danza, mientras
que otros más construyen la plataforma alta sobre la Fig. 3 Cielo/relámpago (a-c), tierra-terremoto (d-f); nuestra
propuesta es que se trata de dos representaciones diferentes del
2  Stocker estuvo presente en dicha ceremonia en 2015. cocodrilo. Fuente: tomado de Flannery y Marcus (2000: fig. 8).

99
Arqueología 58 • agosto, 2019

Todo artefacto fue concebido en la mente y, como


Boster apunta (2011: 131), “la antropología cognitiva
es el estudio del contenido del pensamiento, o del co-
nocimiento, su repercusión en las comunidades huma-
nas y los entornos naturales”. Por supuesto, para los
arqueólogos que desean conocer el origen de las ideas,
a menudo es más que difícil “equilibrar una aprecia-
ción de la humanidad común de los individuos con una
conciencia de su singularidad histórica y de los entor-
nos culturales en los que se desarrollan”; sin embargo,
tal como planteamos en el ejercicio actual, debemos
ver “los corazones y las mentes de los individuos como
los lugares donde se genera la cultura [...] tratando
de explicar cómo las representaciones colectivas del
mundo surgen de los esfuerzos individuales para en-
tender cualquier situación dada”.
Hay que enfatizar el asunto de la singularidad histó-
rica, y por ello vale la pena reflexionar sobre la presen-
cia de representaciones de cocodrilos tanto en las áreas
en que esos animales existen como en las que no; en el
caso de estas últimas, particularmente, debemos pre-
guntarnos: ¿por qué están presentes? Retomando lo que
propuso Boster (2011), el arte incorporado en cualquier
Figs. 4 y 5 Arriba: mascarón de la tierra en una vasija de
objeto representa una creencia cognitiva que es mutua- Tlapacoya; consideramos las bandas cruzadas en la boca
mente inteligible para aquellos que lo ven (voluntaria como la Cruz del Sacrificio Humano (lcsh). Fuente: tomado de
o involuntariamente); pero, lo que es más importante: Flannery y Marcus (2000: fig. 9a). / Abajo: detalle de El Lienzo
¿qué significado tiene para ellos el arte desplegado en de Zacatepec, se aprecia lcsh en el templo, acompañada de una
esos objetos? En la actualidad, muchos cristianos ad- cabeza humana. Fuente: recuperado de: <www.famsi.org/
quieren representaciones de Jesucristo, principalmente spanish/research/pohl/jpcodices/bodley/index/html>,
porque les recuerda quiénes y qué son a través de una consultada el 9 de mayo de 2017.
comunicación simbólica con lo divino (y porque les pro-
porciona, con suerte, alguna protección terrenal). Goldman, 1975; en esta obra, la boca es planteada
Sabemos, además, que el arte prehistórico está ínti- como el orificio humano que recibe sustento). Bas-
mamente ligado al contexto ritual, como lo demostró sie-Sweet (1996: 16) discute el hecho de que el sacri-
Sheila Coulson con su descubrimiento del ritual del ficio humano mesoamericano es ofrecer un corazón
pitón en una cueva de Botsuana, el cual tiene 70 000 aún palpitante a una deidad que debe comérselo (de
años de antigüedad (Vogt, 2012). La idea de que los nuevo sustento). Una deidad “llena” recompensará,
seres humanos pueden controlar los eventos terrenales entonces, a los seres humanos con sustento. Por tan-
a través de los rituales, en los que se apela a un reino to, el sacrificio humano pudo ser parte del culto al
espiritual, comenzó en el Paleolítico, y todavía está cocodrilo, lo cual no significa que la élite religiosa de
con nosotros en la actualidad, lo que Stocker (2009) Olman inventara el sacrificio humano, porque la evi-
llamó el “Paradigma Paleolítico”. En este sentido, con- dencia arqueológica muestra que la práctica es mucho
sideramos pertinente ligar el culto al cocodrilo con más antigua (MacNeish et al., 1972: 266-270).3
el sacrificio humano, elementos con los que la élite Hasta este punto tenemos ciertos motivos artísticos
religiosa de Olman pudo crear un símbolo al que los que se centran en el culto al cocodrilo, que, presu-
arqueólogos llamaron “Cruz de San Andrés” (figuras 4 miblemente, fueron creados por la élite religiosa de
y 5). Proponemos que las bandas cruzadas simbolizan Olman. Ahora abordaremos los complejos temas de la
el sacrificio humano, representando a un ser humano memoria visual y el replicado. Es este proceso cogniti-
con piernas y brazos separados por los asistentes al vo el que en su momento explicará cómo se desarrolló
sacrificio del corazón, tan a menudo descrito en los la ideología religiosa, y su expresión en una serie de
códices (Matos, 2016). El Lienzo de Zacatepec muestra artefactos, extendiéndose por el paisaje.
“La Cruz de Sacrificio Humano” en el templo, comple-
tada con una cabeza humana. 3  Stocker propone que lcsh es un elemento precursor de otras manifesta-
ciones en el discurso del arte mesoamericano tardío y que se transformó en el
El hecho de que la cruz se encuentre dentro de una único símbolo con movimiento del calendario azteca de 260 días: movimiento
boca (figura 4) podría ser leído como sustento (véase de Ollin, un corazón latiendo.

100
El culto al cocodrilo: cognición y arte del Formativo temprano en Mesoámerica

Los procesos cognitivos de la memoria visual y el Tenemos entonces, hasta este punto, el hecho de
replicado, asumidos bajo la memoria autobiográfica, que el cocodrilo aparece en el arte público a lo largo del
son prácticamente iguales para los individuos del pre- espacio y del tiempo en Mesoamérica. Ahora, necesita-
sente que para los sujetos del Formativo mesoameri- mos reafirmar que la élite se identificó con el cocodrilo
cano (Conway y Pleydell-Pearce, 2000). Como niños y determinar la forma en que la sociedad asumió el
pequeños aprendemos acerca de nuestro entorno in- estatus superior de la élite y del cocodrilo. Flannery y
mediato debido a dictados biológicos, mediante las Marcus señalan que este animal representa la tierra,
neuronas espejo, copiando a nuestros padres (Stocker, pero es mucho más que eso. La tierra representa la
2017). Por lo tanto, suponemos que muchos pequeños vida, la fertilidad, y el cocodrilo encarna la vegetación,
olmecas varones aprendieron a ser agricultores, pero incluyendo el maíz (figura 6). Sin embargo, la tierra no
también guerreros, y cazaron cocodrilos como parte puede hacer nada a menos que los humanos la ayu-
de su entrenamiento. Por su parte, las niñas olme- den a través de rituales para crear fertilidad y dar vida
cas aprendieron de sus madres a ir al río en busca de (Stocker, 2015).
agua, con cautela por la probable presencia de cocodri- El hecho de que el cocodrilo represente a la tierra
los hambrientos. Su memoria autobiográfica tomaba lo coloca en el centro (o el comienzo) de la experiencia
distintas referencias de la religión animista, en una cognitiva del Formativo mesoamericano. Es evidente
convivencia cotidiana con cocodrilos, jaguares y ser- que otros animales son importantes, ya que hay 10
pientes. Una realidad de la que todos estaban entera- en el calendario de 260 días; sin embargo, como se
dos es que a veces, los seres humanos, especialmente ha establecido, el cocodrilo representa a la élite, la
los niños, eran comidos por cocodrilos o mordidos por cual controlaba el arte público. Por supuesto, debemos
serpientes (Stocker et al., 1980). considerar que había dos élites: las que creaban/con-
La élite religiosa que practicaba el sacrificio humano trolaban el gobierno, y las que hacían lo mismo con
enseñó esa habilidad cognitiva a los jóvenes que serían la religión, por lo que fueron los sacerdotes quienes
sus sucesores 4 y heredarían también sus privilegios
(Stocker, 1993, 2002b), pero resulta interesante pen-
sar en el reto cognitivo que enfrentaron las primeras
personas en Mesoamérica que practicaron un ritual
de extracción de corazón: aprender y hacer (Keller y
Keller, 1996).
¿Qué sabían los habitantes de Olman acerca del
comportamiento del cocodrilo que provocaría cam-
bios en su forma de diferenciarse socialmente? Este
animal se encuentra a la cabeza de la cadena alimenti-
cia y, entre otras características, puede llegar a co-
merse a sus descendientes (canibaliza), propiedad
única entre los animales que están representados en
el calendario de 260 días.
Como John Berger (1980) señala, los animales en-
traron por primera vez en la imaginación humana
como mensajeros y promesas. A lo largo de las Améri-
cas (y del mundo), la gente adoraba a los animales y
creaba mitos acerca de ellos (Urton, 1985); también
sabemos que ciertos animales estaban asociados con
determinados estatus sociales (Leasure, 2000), por
lo que es posible asumir que las primeras religiones
debieron basarse en los elementos del entorno inme- b
diato. Sabemos que los cocodrilos son animales for-
midables que atacan y comen humanos; tenían que
ser adorados. La primera metáfora era animal, el co-
codrilo era élite.
a

4  Stocker (1989, 2002a) ha sostenido que un pequeño templo que excavó en


Tula era un lugar donde los sacerdotes enseñaban a los principiantes jóvenes Fig. 6 Cocodrilos asociados con la vegetación: (a) Estela 25 de
el arte del sacrificio humano, sacrificando niños. Izapa. Fuente: tomado de Stocker et al. (1980); (b) Códice Borgia.

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Arqueología 58 • agosto, 2019

informaron, tanto a los gobernantes como a la gente dos. La autora también discute (Bernal-García, 2007:
común, de los poderes del cocodrilo (Serafino, 2016).5 78) el papel de las plumas de la espátula rosada (Ro-
A partir de un marco cognitivo, debemos tomar en seate spoonbills), especie migratoria que fue cazada
cuenta la consideración de Shore (1996: 190), la cual hasta la extinción en la zona, pero que vivía y se cria-
propone que los pueblos del Formativo temprano pro- ba en aguas costeras o pantanosas, de los cuales uno
bablemente visualizaron las relaciones de subsistencia de sus principales hábitats o parada migratoria debió
con los animales como una forma de intercambio más ser Olman, donde llamó la atención de comerciantes
que como un simple acto de depredación. La literatu- y peregrinos.7
ra etnográfica tiene muchos casos documentados de Por otro lado, Carolyn Tate (2008) ofrece un intere-
seres humanos consumidos por cocodrilos en Meso- sante análisis semiótico de los monumentos del For-
américa (Stocker et al., 1980).6 mativo medio de La Venta, y los vincula con los mitos
Entonces, si uno de los componentes más utilizados de creación mexicas y mayas. Sin embargo, más allá de
en la religión mesoamericana era el sacrificio humano, la manipulación humana del paisaje, su apreciación de
conducido por la élite, será importante analizar con la ecología y la antropología son escasas. Nos informa
qué frecuencia se ejecutó y en qué lugares. Los datos que La Venta era única en el mundo mesoamericano,
más abundantes con los que contamos se refieren a los por las piedras traídas de regiones tan lejanas como
sacrificios practicados por los mexicas, la mayoría de la costa del Pacífico. Al cuestionar los productos que
los cuales se llevaron a cabo en Tenochtitlan, su ciudad podrían haber sido comercializados, propone el cacao,
capital. Los sacrificios a gran escala fueron motivo de los productos del mar, el alquitrán y los jaguares. No
asistencia, en calidad de espectadores, para personas menciona plumas rosadas ni cocodrilos, sin embargo,
de otras áreas, particularmente de los sectores privile- elabora un mítico cocodrilo de una manera tangencial.
giados, quienes replicaban estas prácticas o las comu-
nicaban a sus coterráneos que no podían asistir a los El Trono 1 [...] ha sido interpretado como representando
actos; para tal efecto se valían de su memoria visual. a un monstruo de la tierra como el de un cocodrilo o un
dragón. Varios relatos aztecas indican que un cocodri-
El paisaje lo o caimán primordial era la sustancia misma de una
creación inicial de la tierra. En la Histoyre de méchique,
La arqueología del paisaje nos permite visualizar los los hermanos Tezcatlipoca y Quetzalcóatl, en forma de
sitios desde una perspectiva integral, como un todo serpientes, se enroscaron alrededor de una diosa de la
constituido por el medio ambiente y la creación huma- tierra (Cipactli), una diosa de cocodrilos (o de otra criatu-
na, postura que tiene en consideración las diferentes ra acuática), mientras flotaba en las aguas primitivas. La
conexiones entre ambos. Claramente, si no miramos desgarraron en dos partes. Su parte superior del cuerpo
más allá de las fronteras de un sitio, limitamos nuestra se convirtió en el cielo y su parte inferior en la tierra. En
comprensión del mismo y, para el caso que nos ocupa, otra versión de la historia, cuatro seres menores viajaron
no podemos pensar en San Lorenzo simplemente como por los cuatro caminos hacia el centro de la tierra, o el
el asentamiento actualmente definido. centro del cuerpo de Cipactli, y después de haber elevado
Para este tema hemos revisado dos estudios de su parte superior, lo apoyaron con dos árboles. Entonces
paisaje, con la idea de transitar de la etnohistoria a la los cuatro seres fueron a las cuatro esquinas de la tierra
prehistoria. En el detallado estudio de Bernal-García y del cielo para actuar como partidarios o separadores
(2007: 83) sobre la fiesta mexica de tres meses que [...] El cuerpo de Cipactli se convirtió en la superficie de
daba comienzo en el mes de Quecholli, se nos informa la tierra —su pelo sus árboles y hierbas, su boca, cuevas
que las actividades rituales se practicaban más allá del y ríos, etc—. Estas historias tienen una notable similitud
recinto sagrado de Tenochtitlán y de los límites de la con los tronos del Complejo B en términos de sujetos y
ciudad misma. Entre esas actividades se incluían la ca- distribución. El cocodrilo está en el centro y es desmemb-
za ritual (para la alimentación), de la cual algunos par- rado. La cabeza está en la parte delantera del trono y dos
ticipantes tomaban las cabezas de los animales como de los cuatro dedos de los pies están en los lados (Tate,
trofeos; además, los esclavos también eran sacrifica- 2008: 47-48, fig. 2.10).

5  Un caso del último siglo nos recuerda el fuerte vínculo entre gobierno y Por lo tanto, es posible que los orígenes de la mi-
religión: los estadounidenses tienen presente el adulterio del expresidente tología maya y mexica se remonten cognitivamente al
William Clinton (la élite del gobierno) quien, después de consultar con su
pastor (élite religiosa), declaró a sus conciudadanos y al mundo: “He pecado”. Formativo, específicamente a la adoración que la élite
6  Podríamos asumir incluso que no sólo los seres humanos fueron sacrifica-
dos ritualmente, sino también los cocodrilos, y la carne de ambos debió ser 7  Terry Stocker ha visto espátulas rosadas en los everglades de Florida, de
consumida en ocasiones especiales. Si los cautivos humanos eran alimento pie, en las mismas aguas con caimanes. Ésa es un ave muy impresionante y
de cocodrilos y luego éstos eran sacrificados y comidos, estaríamos ante una nos preguntamos si los cocodrilos no las atacan debido a su color. Si eso fuera
especie de “canibalismo retrasado”. así, habría añadido mística para los habitantes mesoamericanos.

102
El culto al cocodrilo: cognición y arte del Formativo temprano en Mesoámerica

de Olman fomentó en torno al cocodrilo. Una vez más, giosos, políticos y económicos (Carrasco, 1999: 7). Esto
no menciona ni cocodrilos ni plumas rosadas, aunque tanto para San Lorenzo como para Chalcatzingo, pues
es muy probable que la élite olmana los usara como es poco probable que el arte público que exhiben estos
una muestra de estatus. lugares fuera elaborado para uso exclusivo de los ha-
Tate también considera que las personas que arri- bitantes locales, y que no se relacionara directamente
baban en peregrinación a La Venta pudieron llevar con los peregrinos, tema que trataremos más adelante.
también una buena parte de las piedras con las que Por lo tanto ¿qué representan las cabezas colosales?
fueron erigidos y tallados los monumentos y los ob- Opción A. Héroes jugadores de pelota, decapitados
jetos de prestigio. Con el objetivo de comprender (sugerido por Tate, 2008: 55). No consideramos posible
mejor este fenómeno, hemos retomado el ejemplo de que representen ello,8 y aunque así fuera, no cambiará
un centro de peregrinación inca en las dos pequeñas el punto final de este artículo.
islas del lago Titicaca: “Según las antiguas tradiciones Opción B. Los líderes de las comunidades periféricas
andinas, los cuerpos celestes se elevaron por primera que fueron conquistadas, por lo que se elaboraron las
vez al cielo desde estas dos islas [...] dedicadas al Sol y cabezas para ser ofrendadas a manera de trofeos. Será
la Luna. Como el punto de origen de las deidades del muy difícil probar esta propuesta, aún con el apoyo
cielo, las islas estaban entre los lugares más sagrados tangencial de los tzompatlis del Posclásico, además de
del Imperio inca y fueron visitados por peregrinos de que en diversos momentos y lugares era la élite del
todo el reino” (Stanish y Bauer, 2008: 45). poder la que buscaba ser retratada.
En otras palabras, debemos considerar la idea de Opción C. Retratos de los caciques de las comuni-
que los peregrinos llevaban piedra a La Venta, ya que dades circundantes, incluso zonas periféricas, que hi-
la mayoría de los centros precolombinos no pueden cieron alianzas con San Lorenzo. Esta opción podría
entenderse sin alguna referencia a la peregrinación tener mayor fundamento si recordamos ejemplos tar-
(Stocker, 1983). Tate ha argumentado que el diseño díos como el caso de la triple alianza en el Posclásico.
urbano de La Venta es una materialización de los mi- Si no hubiese registros escritos, no sabríamos de esta
tos de creación, y compartimos la idea de que ése debió heterarquía tan importante, que parece ser la regla y
ser un factor de atracción regional, convirtiéndolo en no la excepción en la evolución política (Small, 1995).
el principal centro de peregrinaje del Formativo me- Hoy en día, gracias a las inscripciones sabemos de las
dio en Mesoamérica. Imaginemos por un momento alianzas entre los mayas, y algunos de los últimos
a los cocodrilos y las espátulas rosadas, así como a hallazgos son intrigantes (Vance, 2016). De hecho, a
los jaguares y los cotingas azules, grabándose en la medida que retrocedemos en el tiempo, con demasiada
mente de los peregrinos, no sólo por el espectáculo frecuencia nos quedamos sin evidencias de alianzas,
de observarlos vivos, sino por toda la parafernalia y conquistas, tributo o peregrinación, que sabemos
los atuendos en que se utilizaban las pieles, plumas, eran vitales para cualquier estado o jefatura (Stocker,
huesos y colmillos. 1987). En la actualidad contamos con componentes
del Formativo temprano en la mayoría de los sitios a
Cabezas colosales lo largo de Olman, los cuales han sido excelentemente
reportados por Pool (2007, 2010), por lo que es posible
En cuanto a las esculturas de piedra olmeca y las cabe- que en el futuro podamos dilucidar sobre la existencia
zas colosales, Flannery y Marcus (2000: 16) nos dicen: de algunas alianzas. Por otro lado, la idea de que San
“La verdadera pregunta es: ¿con qué frecuencia esa Lorenzo pudiera haber sido la cabeza de una poderosa
escultura aparece como un ‘elemento intrusivo’ en las alianza expansionista explicaría por qué las colosales
tierras altas mexicanas?”, lo que significa para ellos cabezas fueron golpeadas y desfiguradas al final, pues
que los olmecas no tenían hegemonía sobre las tierras estaríamos en condiciones de establecer dos salidas:
altas porque las esculturas de piedra, especialmente revueltas internas o competencia con otras alianzas.
las cabezas colosales, no eran “exportadas”. Una vez más, incluso si la opción C es verdadera, no
Sin embargo, hay otra manera de interpretar los cambiará el punto final de este artículo.
datos si partimos de una pregunta distinta: ¿Por qué Opción D. Antiguos gobernantes o ancestros. Ésta
se debe ‘exportar’ la escultura de piedra? Sabemos es la opción más probable, y se apoya en las represen-
que San Lorenzo era un estado prístino, que presu- taciones de la élite en diferentes partes de Mesoamé-
miblemente controlaba las exhibiciones públicas de rica (Guiteras, 1961: 78, Eerkens et al., 2016).
arte (Stocker, 1987), por lo que seguramente también La idea de Carrasco sobre la suma del centro y la
era un centro de la peregrinación (para el culto del periferia podría remontarse al Formativo temprano;
cocodrilo). Así, al ser escasas las representaciones mo-
nolíticas y colosales se incentivaba el interés regional, 8  Stocker prepara un texto en donde discutirá esta propuesta en el contexto
haciéndolo más atractivo y poderoso en términos reli- más amplio del juego de pelota en Mesoamérica.

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Arqueología 58 • agosto, 2019

que de estos animales a los humanos. Las estadísticas


muestran que a 50 km al norte de La Soledad Maciel,
en el poblado de Lázaro Cárdenas, es donde mayor
incidencia de muertes por ataque de cocodrilos se re-
gistra actualmente en México.
Posiblemente La Soledad formaba parte de un sis-
tema político relacionado con Olman, ya que tanto los
símbolos como los elementos de las esculturas de Chal-
catzingo, Teopantecuanitlán y, de hecho, los de La
Soledad de Maciel, pudieron ser ejecutados por exper-
tos procedentes de otro lugar, como La Venta o San
Lorenzo. Si comenzamos a ver al Formativo tempra-
no como una etapa importante en la conformación
de un sistema político-económico-religioso fuerte y
expansionista, como lo concebimos para el Clásico
y el Posclásico, entonces San Lorenzo —con toda su
escultura de piedra— habría fungido como centro de
peregrinación y poder político, desde donde partirían
los artesanos expertos a otras regiones para tallar las
esculturas de piedra. Esto explicaría la escasez de di-
chas manifestaciones, ya que la élite de San Lorenzo
Fig. 7 Estela olmeca (ca. 900 a. n. e.) de La Soledad Maciel, habría ordenado su creación exclusivamente en cali-
Guerrero, México. Fuente: tomado de Stocker (1986). dad de recompensa o acuerdo político.11
Está más allá de los límites de este artículo, pero es
ello se respalda, particularmente, en la evidencia de importante mencionar que la escultura de piedra con
escultura de piedra con que contamos en la actualidad, estilo olmeca no se limitaba a los lugares antes men-
además, por esto se considera San Lorenzo como el cionados, sino que incluso se han hallado evidencias
centro del sistema, en relación con los sitios perifé- de éstas más al sur, a lo largo de Chiapas y Guatemala
ricos. Ciertamente, la capital mexica, Tenochtitlan, (Navarrete, 1971; Zeitlin y Zeitlin, 1993; Clark y Pye,
contaba con más esculturas de piedra que cualquiera 2006; Cruz y Juárez, 2006).12 Sin embargo, sí hemos
de los sitios periféricos, muchos de los cuales incluso tomado en cuenta las tallas con motivos de cocodrilo
carecían de ella, por lo que podemos establecer un sí- encontrados en varios sitios del periodo Clásico en
mil con el Formativo temprano, tal como Broda (2015) el valle de Oaxaca; Feinman y Nicholas (2016) re-
ha delineado para los incas y los mexicas (véase tam- cientemente hallaron una en contexto prehispánico.
bién Rodríguez y Ortiz, 1997).9 Para finalizar, no importa cuál de las cuatro opciones
Futuras excavaciones requerirán que los arqueó- referidas seleccionemos, indudablemente, las cabezas
logos se concentren en sitios donde ahora sabemos colosales forman parte de una narrativa histórica que
que hay evidencias artísticas del Formativo medio, en aún no podemos leer por completo, como sucedió con
lugares “estratégicos” y alrededor de ellos, los cuales la epigrafía maya, que alguna vez fue considerada
tengan piedra esculpida, como Chalcatizingo, Morelos, como un registro religioso vago y en la actualidad es
y Teopantecuanitlán, Guerrero (Martínez, 1985, 1994; claro su contenido histórico.
Aviles, 2000). Tenemos la certidumbre de que es posible ligar el
Por otro lado, existe una escultura de piedra, de culto al cocodrilo con las peregrinaciones; ya ante-
estilo olmeca,10 en el sitio costero de La Chole, Gue- riormente Stocker (1983) había definido la estrecha re-
rrero —ahora llamada La Soledad Maciel (figura 7)—. lación entre el peregrinaje y el tributo, para explicar
En esa región de la costa del Pacífico hay cocodrilos, el desarrollo social y las interacciones en Mesoaméri-
por tanto, la zona se caracteriza por el constante ata- ca; también propuso que Teotihuacan era una ciudad

9  Este paisaje se encuentra detallado en Wake (2016, especialmente en la 11  Un procedimiento similar pudo ser el del sacrificio de corazón: habría
p. 57). especialistas viajando para ejecutarlo por razones específicas.
10  La escultura (de cuatro pies de alto y dos de ancho) muestra un rostro 12  Indudablemente, nuestra capacidad de analizar y entender el pasado será
humano que mira desde una máscara dividida (a cada lado), similar a lo que mucho más fácil una vez que los bancos de datos electrónicos estén en su
Flannery y Marcus entienden por tierra/terremoto (Earth-Earthquake) en vis- lugar, y esperemos que esto pueda ocurrir antes de 2025. Stocker (Stocker y
ta frontal (Stocker, 1986). Desafortunadamente, nada de “mérito científico” ha Lamb, 1991) ha argumentado a favor de la creación de bases de datos centra-
sido publicado acerca de La Chole, y la escasa información electrónica proce- lizadas y accesibles. Para ello, necesitamos tener en cuenta la declaración de
de de un artículo de prensa de La Jornada de Guerrero, en el que no se mencio- Clark y Coleman (2014) relativa a que una historia detallada de las orejeras
nan los jades olmecas que se encontraban en el pequeño museo hacia 1990. mesoamericanas tendrá varios libros.

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El culto al cocodrilo: cognición y arte del Formativo temprano en Mesoámerica

dedicada a la peregrinación (Stocker, 2012), por lo que De vuelta al contexto del Formativo, intentamos
habría tenido una población menos numerosa a la es- comprender cómo y porqué comenzaron las peregri-
timada.13 Por su parte, McCafferty (2007: 215) define a naciones, entendiendo que éstas dieron un estatus
Cholula como un “centro de peregrinación [en donde] especial a ciertos lugares, por lo que la creación del
los nobles de muchas partes de México central man- “primer centro de peregrinación” debió requerir de
tuvieron ‘casas de vacaciones’ para sus visitas durante una aguda manipulación de la cognición, en la que
los festivales”, lo que pudo ocurrir también en Teoti- los incentivos para legitimarse y obtener la devoción a
huacan en un momento dado. nivel regional pudieron incluir la ingesta colectiva de
Incluso en la actualidad, las peregrinaciones a la carne de cocodrilo en ocasiones especiales, así como
Basílica de Guadalupe dan muestra del asombro reve- el arreglo entre las élites. Por otro lado, Stocker et al.
rencial de los asistentes ante la imagen sagrada que (1980) propusieron que las cuencas de tierra artificia-
resguarda el recinto; así, podemos imaginar, durante les de San Lorenzo pudieron fungir como criaderos de
el Formativo temprano, a los peregrinos que se aven- cocodrilos, cuyas crías tienen muchos enemigos, prin-
turaban desde lugares en los que el arte público era cipalmente las aves; pero si permanecen protegidas
mínimo y llegaban a San Lorenzo (y más tarde a La por tan sólo seis semanas, la proporción de enemigos
Venta), donde observaban la abundancia de imágenes cae significativamente. Y a su regreso, algunos pere-
de gran formato y calidad artística.14 En esa misma re- grinos pudieron llevar consigo jóvenes cocodrilos, con
gión, en Otatitlán, Veracruz, una localidad del río Pa- los hocicos atados, hasta las tierras altas, junto con
paloapan que es centro de peregrinación tradicional, objetos de cerámica y piedra; esto se sustenta en que
Stocker tuvo la oportunidad de dialogar, en 1984, con algunos huesos de cocodrilo han sido hallados en el
el sacerdote local, el padre Martínez (Stocker, 2002: sitio de Consentida, Oaxaca, correspondiente al For-
148-158); la conversación versó particularmente acer- mativo temprano (Hepp, 2015), y en sitios posteriores
ca de las ofrendas de maíz que los peregrinos llevan al en esa misma entidad (Fernandez, 2004), aunque es
Cristo Negro, cuyas cantidades resultaron impresio- probable que esos ejemplares provinieran del lado Pa-
nantes, sobre todo porque ahora se pueden trasladar cífico mesoamericano.
en auto y camión. Lo esencial aquí es la propuesta de De los 10 animales representados en el calendario
un simple cálculo: si San Lorenzo era un centro de mesoamericano de 260 días, sólo el cocodrilo gobierna
peregrinación al que llegaban aproximadamente 5 000 el agua, y es un animal muy fértil, pues en promedio
peregrinos (un cálculo muy prudente) y cada uno traía pone 42 huevos a la vez. Si los jóvenes de 10 nidos pu-
5 espigas (no muchas), nos da un total de 25 000 es- dieran ser protegidos, en poco tiempo nacerían unos
pigas (una cantidad considerable).15 La conversación 400 cocodrilos, mientras que otro tanto podría haber-
con el padre Martínez permitió saber que en la década se ofrecido como alimento a los peregrinos.
de 1970 ya se recibían ofrendas de carne de venado Respecto de las peregrinaciones como actos de le-
ahumada y hacia la década de 1980 comenzaba a dis- gitimación, García (2012) nos ofrece una rica compi-
minuir la ofrenda de maíz para sustituirla por dinero lación de ejemplos que, debido a la supresión católica,
en efectivo.16 han desaparecido:

Los mexicas también afirmaron su hegemonía territorial


13  De manera similar a lo que ocurre en sitios como La Meca. Resulta
además interesante que, de acuerdo con la ley islámica, no se puede cons- a través de peregrinaciones anuales adicionales a otras
truir una mezquita más grande (o más alta) que la de ese lugar sagrado, a montañas sagradas —en las fiestas de Tecuilhuitontli,
donde hay que ir de manera obligatoria cada año, el Hajj (para aquellos que Huey Tecuilhuitl y Tepeihuitl—, pero aquí me concentro
pueden pagarlo).
14  Para muchos mesoamericanistas estadounidenses no es sencillo com- en el simbolismo real del festival Huey Tozoztli, ya que
prender el fenómeno de la peregrinación, porque no es una experiencia co- el ritual implicaba la peregrinación de todos los gober-
mún en Estados Unidos (Wake, 2016: 60-61; Palka, 2014; Kubler, 1984). De allí nantes de la zona a la cumbre del monte Tlaloc [...] Los
la importancia de conocer de cerca el fenómeno, tal como Stocker ha hecho
en los últimos años, incluyendo la peregrinación de tres días desde Tula a la protocolos rituales de Huey Tozoztli establecieron los ci-
Basílica de Guadalupe, el centro de peregrinación más visitado del mundo mientos de la hegemonía política sobre la tierra y situaron
católico y el tercer sitio sagrado más visitado del mundo; Stocker, además la posición jerárquica de aquellas ciudades-Estado que
conoce las peregrinaciones a Jerusalén.
15  Se recomienda revisar el detallado mapa elaborado por Pool (2007: fig. reclamaban la tutela ancestral de la montaña. Esta red
1.3) para apreciar los ríos y sitios de la región. internacional incluyó a algunos enemigos importantes de
16  Para mayores referencias sobre el significado de las peregrinaciones se la Triple Alianza Azteca, como Tlaxcala y Huexotzinco,
sugiere ver la parte III de A Walk through an Aztec Dream (Stocker, 2002). En el
caso del Cristo Negro de Otatitlán y su santuario, Carlos Navarrete (2015) ha cuyos gobernantes participaron en la peregrinación anual
llevado a cabo interesantes estudios acerca de la sincretización de esa ima- a la montaña (García, 2012: 200-201).
gen con las deidades prehispánicas del comercio, las aguas subterráneas y el […] Gobernantes del sur de Oaxaca viajaron a Cholula
culto en cuevas, las cuales tenían templos en los principales puntos comercia-
les en los que paraban los Pochteca, por lo que se puede asumir que Otatitlán para obtener la sanción ceremonial de la soberanía uni-
fue punto comercial antes de la llegada de los europeos. versal (García, 2012: 204).

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Arqueología 58 • agosto, 2019

[…] Los chichimecas de Xólotl tomaron posesión ce- Un punto importante [...] a entender es que, de acuerdo
remonial de la tierra a través de un circuito de peregri- con las descripciones de estos sacrificios, mucho más es-
nación en el que cuatro jefes aliados treparon a los picos fuerzo se puso en el baile, el canto, el movimiento en pro-
más altos que rodeaban la laguna, prendieron fuego a cesión, a veces el caminar a larga distancia, y el cambio
haces de hierba malinalli, colocaron marcadores de lími- de trajes que en el acto real de matar a la gente [...] Un
tes y dispararon flechas a las cuatro esquinas del universo paisaje ceremonial está marcado [...] y está siendo llevado
(García, 2012: 204). a la vida al mismo tiempo que un imitador de la deidad
está siendo preparado para una transformación definitiva.
Una vez que hemos reconocido a los peregrinos
como elementos clave del discurso religioso, las ca- A medida que superemos la visión estática de las so-
bezas colosales de San Lorenzo cobran sentido,17 pues ciedades mesoamericanas y apreciemos el dinamismo
las características de un paisaje específico no son sólo de los vínculos y las interacciones en función de los
simbólicas de las criaturas y eventos ancestrales, sino cuales las personas pensaban, creían y participaban
que se entienden como transformaciones reales de los en una religión (Inomata y Coben, 2006), rompien-
seres y los acontecimientos. Algo similar considera- do así con la monotonía de las actividades de subsis-
mos para los bajorrelieves de Chalcatzingo, cuyos mo- tencia, podremos interpretar mejor el paisaje social
tivos encarnan una narración histórica sagrada, en la del Formativo temprano (Beekman, 2003), en el que
que probablemente se representa la ejecución de un seguramente las exhibiciones públicas del sacrificio
individuo que no pagó algún tributo (monumento II) humano no eran exclusivas de los grupos de élite, sino
(figura 8), pues coincide con escenas de ejecución en que funcionaban como discursos amplios en los que el
registros etnohistóricos mesoamericanos (Stocker y argumento central era “hambre por muerte”. Al res-
James, 1988); esta nueva visión es más coherente que pecto, Fahlander y Kjellström (2010: 4) declaran:
la idea de que se trata de una escena ritual sin sentido
claro. La arqueología de los sentidos no apunta necesariamente
En cuanto a la cognición, ya no es posible sostener a explorar y desarrollar un lado “más suave” de la prehis-
que el monumento II y el resto de los bajorrelieves de toria. Por el contrario, puede concernir tanto la ciencia
Chalcatzingo fuesen elaborados únicamente para la dura como cualquier área tradicional de investigación.
población local, pues su mensaje simbólico/histórico Sin embargo, es obvio que las experiencias sensoriales
debió llegar a una audiencia mucho mayor, incluyen- están a menudo muy estrechamente ligadas a un reper-
do a comerciantes y peregrinos, tal como ocurre con torio de sentimientos y es difícil omitirlo de la discusión.
las cabezas colosales de San Lorenzo. Así, el paisaje El problema obvio es que los sentimientos en general se
cultural del Formativo temprano no era estático; se consideran relativos en los niveles individual y cultural.
mantenía en constante dinamismo gracias al ir y ve-
nir de personas, y en este movimiento, lugares como Ahora sí, podemos imaginar a ciertos peregrinos de
Chalcatzingo y San Lorenzo funcionaron como sitios élite en San Lorenzo con capas de cocodrilo, posible-
teatrales, en los que se materializaban los principales mente regaladas por los líderes de este centro religioso
mitos cosmogónicos.18 a los visitantes, y esto explicaría la figura de Atlihua-
Una vez en el lugar, los peregrinos necesitaron in- yan (Stocker et al., 1980). Con todas las cabezas colo-
volucrarse en actividades rituales, como lo demuestra sales de San Lorenzo a la vista al mismo tiempo, los
la asistencia de grupos de élite a los grandes sacrificios líderes debieron experimentar una sensación de poder,
de extracción de corazón efectuados en Tenochtitlán, al tiempo que los visitantes se asombraban y compar-
por lo que cabe la posibilidad de que en San Lorenzo tían los símbolos (Taussig, 1993; Flannery, 1976: 338,
los sacrificios humanos incluyeran a hombres y niños quien describe un fragmento de mandíbula de coco-
que fueron arrojados a los cocodrilos hambrientos, drilo hallado en Fábrica San José, Oaxaca, como un
como parte de una representación ritual.19 Al respec- posible componente del traje de un personaje).
to, Carrasco (1999: 7) nos dice: Terminamos esta sección citando las palabras ini-
ciales del artículo de Lucero y Kinkella (2015) sobre
la peregrinación y la cognición. “Los mayas clásicos
17  Aquí podríamos pensar en la peregrinación de la misma manera que los (250-950 d. C.) vivían en un mundo multidimensional
aborígenes australianos vieron su paisaje y encarnaron la historia sagrada que comprendía tres capas: un cielo con trece niveles,
(Morphy, 1991; Lepper, 2006).
18  Los habitantes y visitantes de Chalcatzingo bien pudieron concebir que
la superficie de la tierra que flotaba sobre un mar pri-
las dos protuberancias montañosas del sitio representaban al cocodrilo, con- mordial representado como la espalda de un coco-
virtiéndolo así en un poderoso lugar de peregrinación. drilo o tortuga”.
19  Recomendamos ampliamente el texto de López Luján (2005: 189-191)
acerca del cráneo de cocodrilo y la ofrenda asociada localizada en el Templo
En este punto consideramos importante ampliar el
Mayor de Tenochtitlán. concepto de “exportación” de Blomster para la cerámica

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El culto al cocodrilo: cognición y arte del Formativo temprano en Mesoámerica

Fig. 8 Ilustración basada en el monumento II de Chalcatzingo, Morelos, México. Fuente: tomado de Stocker y James (1987).

de San Lorenzo localizada en Oaxaca, bajo el supuesto espíritus como con las prácticas existentes de repre-
que ésta debió ser un regalo para la élite local que em- sentación e interpretación. Y como en ese momento
prendió una peregrinación a San Lorenzo. Y éste no es la mayoría de las sociedades compartían un paisaje
un caso aislado, ya Joyce y Henderson (2010: 187) nos simbólico animista, el que la gente de Olman viajara
advierten un hecho similar en Honduras: con pequeños cocodrilos debió tener un efecto positivo
para la expansión de su ideología.
¿Qué significaba para los habitantes de los sitios del pe- De esa forma Olman se mantuvo como el centro geo-
riodo Formativo [en Honduras] hacer y usar objetos cuyas gráfico de un gran sistema en el que la periferia abaste-
características estilísticas hubieran hecho que sus usua- cía de bienes, ya fuese a manera de tributo o de ofren-
rios se destacaran localmente como diferentes mientras da a los templos y representantes religiosos; esta idea
que simultáneamente conectan a personas en diferentes apoyaría el punto en el que Joyce y Henderson (2010:
áreas? ¿Se consideraban tales objetos distintivos locales 197) argumentan que los sitios hondureños muestran
como evidencia de identidad “exótica” o extranjera o sim- el conocimiento de toda la gama de prácticas innovadas
ple diferencia dentro de la localidad? En otras palabras, en otros lugares. Las culturas de Honduras no pueden
¿durante el periodo Formativo los habitantes de la actual considerarse como periféricas en las redes del periodo
Honduras trataron de ser “olmecas”? ¿Y qué podría sig- Formativo mesoamericano en ningún sentido, excepto
nificar para ellos “ser olmeca”? el geográfico.
El tema cognitivo referente a la similitud de estilos
Tratar esos asuntos cognitivos es muy importan- y símbolos es sencillo si lo comparamos con el de la
te, pues nos mueve a cuestionarnos sobre la forma en innovación, particularmente porque aún es demasiado
que los motivos y diseños olmecas llegaron hasta tie- pronto para que la arqueología mesoamericana pueda
rras centroamericanas; podemos inferir que algunos abordarlo, sobre todo para comprender el Formativo
peregrinos llevaron objetos y símbolos desde Olman, temprano, pues carecemos de mucha información por
a la vez que grupos olmecas se trasladaron para in- falta de excavaciones y análisis detallados. A lo largo
formar de su cosmología y representaciones artísti- del tiempo y el espacio, una persona, o un grupo pe-
cas. Lo anterior coincide con la noción perceptiva de queño, debió concebir algo desconocido con anterio-
Joyce y Henderson (2010: 197), quienes establecen que, ridad y a partir de ese pensamiento creó un artefacto
para que la nueva imagen se asentara en un conjunto o una práctica; de esta forma alguien pensó en la pri-
local preexistente, debía ser compatible con las com- mera cabeza colosal olmeca y otros reprodujeron esa
prensiones en uso, tanto del papel de los individuos propuesta, con variaciones obvias. La cuestión de las
en el mundo y sus relaciones con los antepasados y los primeras ocurrencias reales afectará a los arqueólogos
107
Arqueología 58 • agosto, 2019

por siempre, sin embargo, determinarlas es la base de


la definición de los orígenes, lo que requerirá coope-
ración, y no de competencia, entre los arqueólogos.
En la Mesoamérica del Formativo temprano, como
en el presente, pocas personas tuvieron habilidades
creativas. Bassie-Sweet (1996: 162) nos da una expli-
cación émica:

Lo que distingue a los especialistas rituales de los indi-


viduos ordinarios es la fuerza espiritual de sus almas. En
muchas áreas esta fuerza está directamente relacionada
con el número de especies de sus contrapartes animales.
Por ejemplo, los especialistas del ritual Pinola llamados
me’iltatiles (los individuos espiritualmente más poderosos
en el pueblo) tienen trece homólogos animales y sólo ellos
pueden tener la forma de rayo, torbellino y meteorito
(pero sólo uno de los tres).

Bassie-Sweet retoma la idea de la importancia de


los animales, lo que nos lleva de nueva cuenta a la eco-
logía de la religión: de todas las evidencias que tene-
mos a la mano, el individuo creativo que participó en
el Formativo temprano en Olman percibió el poder es-
pecial que brindaba la relación con los cocodrilos —un
animal que canibaliza—, por lo que tanto el sacrificio
(humano) como el canibalismo (humano) entraron a
la fórmula, a pesar de que existe evidencia para ambos
en el registro arqueológico anterior a dicha etapa; así,
reiteramos la necesidad de avanzar en la terminología
mesoamericana y sustituir el concepto de la Cruz de
San Andrés por la Cruz de Sacrificio Humano (lcsh). Fig. 9 Un guerrero mixteco con tocado de cocodrilo es
Para concluir, imaginemos por un momento el po- capturado y enviado al sacrificio por un guerrero de nombre
der que asumía el individuo que se ponía un tocado 10 Cipactli. Fuente: Códice Selden.
de cocodrilo, de su propio diseño, dirigiéndose a una
multitud de peregrinos. La figura 9 muestra un gue- den representar elementos icónicos del desarrollo de
rrero mixteco capturado con un tocado de cocodrilo, creencias religiosas y cosmológicas”. En realidad, no
y su captor se llama 10 Cipactli. sólo la cerámica es ejemplo de ella, sino también la
piedra labrada, el diseño del sitio y otros artefactos.
Conclusiones Este artículo ha comenzado con una definición,
aunque elemental, de la base de la cosmología olmeca,
El culto al cocodrilo se originó en el área de la costa del el culto al cocodrilo; corresponderá a los futuros estu-
Golfo de México, pues allí existen todas las condicio- diosos continuar definiendo y ampliando los diversos
nes ecológicas y su vínculo con lo social; sin embargo, niveles y variaciones de la constelación de animales y
aún estamos operando con una muestra arqueológica plantas importantes en el paisaje cognitivo de la men-
infinitesimalmente pequeña. Indudablemente, el ori- te mesoamericana del Formativo temprano.
gen y difusión de este culto es uno de los temas más “La antropología ha necesitado durante mucho
importantes de la arqueología mesoamericana, pues tiempo una teoría no sólo de símbolos o sistemas de
su creación fue compartida por más de dos sitios, lo signos, sino de formación de símbolos” (Shore, 1996:
que nos ha permitido establecer lo siguiente: 316). Para aquellos que en la actualidad pasamos nues-
1) El culto del cocodrilo comenzó donde habitan tra vida en entornos urbanos, alejados de la naturale-
naturalmente esos reptiles (costa del Golfo de México). za, nos resulta difícil interpretar la interacción coti-
2) San Lorenzo es el sitio más formidable en el pai- diana entre hombre y animal, particularmente cuando
saje simbólico del Formativo temprano. muchas especies animales han sido depredadas hasta
Regresando a Blomster (2010: 135), él argumenta el punto de la extinción. En este contexto observamos
que “[la] ‘cerámica olmeca’ exhibe símbolos que pue- que el cocodrilo es un animal formidable y eso debió

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El culto al cocodrilo: cognición y arte del Formativo temprano en Mesoámerica

motivar a mayas y mexicas para considerarlo como un animal en el río Éufrates, pues se le cazó en exceso
ser primigenio, protagonista del inicio del tiempo en para obtener sus pieles (Graham y Beard, 1973: 213).
ambos calendarios. Y mientras que los fundamentos teóricos de la cog-
San Lorenzo, como estado prístino, fue capaz de nición son indispensables, los arqueólogos necesita-
existir debido a la abundancia de recursos acuáticos, mos centrarnos en asuntos prácticos de la disciplina,
elemento que no pasó inadvertido para cualquier pe- razón por la cual debe abandonarse el hábito recurren-
regrino, o los lugareños, que no lo consideraban como te de publicar datos aislados cada vez más copiosos y
una simple suerte ecológica, sino como un regalo de poco manejables, para construir un banco de datos
los dioses, de los cuales el cocodrilo, “amo de los pe- electrónicos con ilustraciones de los cocodrilos en el
ces”, era el líder de la élite (Lathrap, 1973). Incluso, la arte mesoamericano, así todos tendríamos la posi-
relación entre la presencia de cocodrilos y la abundan- bilidad de acceder rápidamente a hallazgos como el
cia de peces tiene que ver con que las heces del saurio cilindro completo de Cuyamel, que lleva una versión
impulsan la cadena alimenticia acuática; de hecho, del perfil de cocodrilo (Healy, 1974: fig. 4e).
Thompson (1970: 220) señaló la relación de peces y
cocodrilos en el arte maya y la ideología (figura 10). Reconocimientos
En los casos documentados en los que se cazan los
cocodrilos, la población de peces cae. Guy Hepp, John Gatewood, Cam Wesson, Alice Ke-
La sobreexplotación de los cocodrilos podría ex- hoe, Jeff Blomster y Jack Lamb, Victor Omar Rosario
plicar el desplazamiento de ciertos centros urbanos Jimenez y Gustavo Mera hicieron posible este artículo.
a otras áreas, como observamos con la adoración del Aunque ninguno estuvo de acuerdo con todo lo que
cocodrilo en Babilonia, que causó la extinción de este se pretendía.

Fig. 10 Diseño de cocodrilo con un pez en su aleta o pata superior izquierda. Roca grabada de Copán. Fuente: recuperado de:
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114
Excavación arqueológica
No ticia
en un sitio de Ixtlahuaca:
primeras aproximaciones
Paz Granados Reyes
Centro inah Estado de México

Julia Santa Cruz Vargas


Centro inah Estado de México

E
n el mes de septiembre del 2017, el Centro inah jerárquico del asentamiento de Ixtlahuaca; el sitio, se-
Estado de México atendió una solicitud motiva- gún lo observado, debió ser de mayores dimensiones.
da por la construcción de un estacionamiento en Consideramos que el conjunto arquitectónico tuvo
la calle Morelos esquina con Hidalgo s/n, en la cabe- dos fases constructivas: durante la primera se cons-
cera municipal de Ixtlahuaca; se realizó un rescate truyó el recinto, suponemos diseñado para tener
arqueológico ante la afectación que presentaba la su- como eje principal el patio, porque se localizó un ta-
perficie del predio, en la cual se halló material cerá- lud con tres hileras de piedras para acceder al cuarto
mico prehispánico. 4, en el extremo oeste; estas evidencias se encontra-
Al emprender las labores de excavación arqueoló- ban más abajo que el piso de tierra que cubrió el pa-
gica se halló, en un espacio de 300 m2, restos arqui- tio. En el segundo y último momento de ocupación
tectónicos de lo que —creemos— es parte de un sitio fue cuando se tapó dicho talud por el piso de tierra,
de tipo civìco-ceremonial. Tal habría estado com- con lo que se expandió la dimensión del patio para
puesto por un patio central de planta rectangular, en quedar nivelado y homogéneo con la altura del piso
cuyos costados norte, sur y oeste se localizan restos de piedra; también se modificaron algunos pasillos
de cuatro cuartos o recintos a los que se accedía por para acceder a los cuatro cuartos; posteriormente,
medio de angostos pasillos. en esta fase de construcción y de ocupación ocurrió
Los muros de todo el espacio arquitectónico se un evento trascendental y se abandonó el recinto. Se
construyeron cavando en el tepetate para desplantar destruyó el cuarto 3, colapsando sus muros y pare-
los arranques, hechos de piedra bola, sobre los cuales des de adobe, y además el área se expuso al fuego;
se colocaron pequeñas lajas careadas y ajustadas, a los pasillos se clausuraron; los cuartos y el patio se
fin de no dejar salientes, colocadas casi por gravedad; rellenaron de sedimento y se colocaron fragmentos
en algunas secciones se usó poca argamasa (compac- de vasijas en esquinas interiores, sellando cualquier
ta y hecha sólo de arcilla con arena) para su adhe- evidencia constructiva. En suma, el sitio experimen-
rencia. La altura de los muros oscila entre los 40 a tó un abandono planificado.
45 cm, esto se verificó con los muros que presentaron El acabado y el diseño del recinto nos hace infe-
desplante y coronamiento; el ancho de los muros va- rir que fue de tipo cívico-ceremonial. Tenemos como
ría entre 30 a 45 cm. El sitio tiene una orientación de indicadores de esto los materiales arqueológicos aso-
este a oeste, con acceso en ambas direcciones. ciados: un alto porcentaje de cerámica, que va desde
El asentamiento prehispánico se edificó en lo que aquélla destinada a un uso ritual, como sahumadores,
fue una loma de baja pendiente, cerca de la vertiente vasijas decoradas, hasta ornamentos como un bezote
del río Lerma. Los vestigios excavados reflejan, posi- y un cascabel, los cuales se relacionan también con
blemente, una fracción de lo que llegó a ser el estatus los depósitos rituales.
Arqueología 58 • agosto, 2019

Los alfareros del grupo cultural de la región de Ix-


tlahuaca imprimieron en la cerámica su propio esti-
lo a partir de las formas y los acabados de la cerámi-
ca traída por los grupos mexicas cuando llegaron al
valle de ixtlahuaquense. De hecho, se aprecia cómo
modificaron los diseños decorativos de la cerámi-
ca policroma de la región de Xaltocan y de la región
Puebla-Tlaxcala, sobre todo de Cholula. Lo anterior
da cuenta de los contactos que tuvieron con aque-
llas regiones, o incluso con grupos de Oaxaca, ya que
identificamos algunos fragmentos del tipo códice po-
licromo. Es claro que en Ixtlahuaca hubo un centro de
producción cerámica entre el Posclásico temprano y
el tardío; la cerámica roja y la decorada en rojo sobre
blanco con motivos del ehecacoxcatl, así como la po-
licroma sobre un fondo blanco cuyo principal motivo
decorativo son cabezas de águilas, pudieron ser ma-
nufacturadas para un grupo de élite. Esta loza con-
vivió con la cerámica roja y anaranjada de filiación
mexica, lo que nos hace suponer que se trata de la
cerámica que se asocia al grupo cultural de filiación
mazahua.
Con este hallazgo arqueológico cambia la percep-
ción que se tenía de los grupos de filiación mazahua,
los cuales han sido tratados como grupos marginales,
pues se cree que el mayor asentamiento mazahua se
localiza en Jocotitlán y no en Ixtlahuaca. Se piensa
que la época de mayor poblamiento coincide con el
momento en que Mazahuacan deja de pertenecer al
señorío de Xaltocan, para pasar al de Azcapotzalco y,
finalmente, al de Tlacopan, momento en que los ma-
zahuas están plenamente integrados y constituyen
un grupo étnico con características que lo distinguen
de los demás.

Fig. 2 Cerámica polícroma sobre fondo blanco de manufactura


local, posiblemente de élite.

Fig. 1. Vista general del asentamiento, en la que se observa la configuración del espacio arquitectónico de carácter cívico-cere-
monial.

116
The Maya Temple-Palace of
Reseña
Santa Rosa Xtampak, Mexico.
Documentation and Reconstruction
of Form, Construction, and Function
Hasso Hohmann
Graz, Verlag der Technischen Universität Graz, 2017

E
sta publicación es un excelente estudio arqui- las); Nicholas M. Hellmuth (arquitectura y dinteles);
tectónico del edificio emblemático de la impor- Hanns J. Prem (fotografías y propuesta de rescate);
tante y poco conocida Zona Arqueológica de Karl Herbert Mayer (pintura mural, escultura, graffi-
Santa Rosa Xtampak, ubicada en el sector noreste de ti), y Renée Zapata (consolidación). Después describe
Campeche. el proyecto austriaco para la documentación foto-
La obra se conforma por un libro y un anexo. El gramétrica, efectuado entre 1989 y 1992; en él parti-
texto inicia con un prefacio. El primer capítulo, “His- ciparon Erwin Heine y Andreas Reiter, acompañados
tory of research” (historia de las investigaciones), de varios estudiantes.
presenta el primer reporte, elaborado por Stephens
y Catherwood, de 1842, cuando las condiciones para
llegar al sitio y permanecer en él eran realmente difí-
ciles. Muestra después los avances en el registro de El
Palacio, logrados en 1891 por el explorador austriaco
Teobert Maler: se reconocieron plantas de los tres ni-
veles, un corte transversal, bocetos de las escalinatas
interiores y se describieron diversos temas pictóricos
y arquitectónicos. Para continuar, Hasso Hohmann
resume las labores de varios investigadores del Insti-
tuto Carnegie, ejecutadas en la primera mitad del si-
glo xx; sin embargo, el enfoque principal dedicado al
Palacio fue llevado a cabo por Richard Stamps, docu-
mento de 1970, aún inédito. Otro especialista que de-
dicó su tiempo a documentar El Palacio fue George F.
Andrews, entre 1969 y 1987. Este arquitecto colaboró
con William Folan y Abel Morales, de la Universidad
Autónoma de Campeche, con quienes complementó
el trabajo emprendido previamente por George Brai-
nerd (en 1958, pero publicado por Harry Pollock en
1970); así se logró trazar el plano más actualizado del
asentamiento prehispánico de Santa Rosa Xtampak,
el cual fue publicado por Morales y Folan en 2005.
Hohmann también pasa revista al quehacer de
otros especialistas que han contribuido con diversas
aportaciones al registro y al conocimiento de la an-
tigua ciudad, por ejemplo: Evan DeBloois (chultunes
y registro de edificios); Daniel Graña Behrens (este-
Arqueología 58 • agosto, 2019

Toda la información anterior sirvió de base para El tercer capítulo del libro, “Analysis” (análisis), da
desempeñar la labor de Hasso Hohmann. Sus activi- cuenta del contexto espacial del Palacio y su concep-
dades de campo ocurrieron entre 1998 y 2004, y des- tualización como un espacio monumental en el que
pués procesó, en su estudio, apuntes y aportaciones se practicaron varios tipos de actividades: religiosas,
previas de otros especialistas. Así nació la publica- de carácter administrativo-ceremonial y viviendas
ción que nos ocupa. de la élite.
Un dato relevante es que el eje longitudinal del Pa- Otros subapartados abordan la información exis-
lacio corre en sentido norte-sur, pero los planos has- tente acerca de banquetas, nichos y cortineros, así
ta ahora generados indican una orientación distinta, como la variedad de molduras, pilastras y columnas;
desde 9.7° hasta 17.5° al este del norte. Empero, las respecto de los cortineros, la publicación expone cin-
mediciones de Heine indican que el eje mencionado, co tipos, además de las hendiduras alguna vez usadas
en la fachada poniente del Palacio, corre sobre los sobre las jambas (arriba y abajo) para soportar varas
26° 08’. que permitían colgar telas, pieles o petates. También
En el segundo capítulo, denominado “Documen- se incluye el registro de los relieves (hoy incomple-
tation” (documentación), se expone la forma general tos) que alguna vez decoraron los paneles de las fa-
y todos los detalles del inmueble mediante plantas, chadas norte y sur del primer nivel de El Palacio. Des-
cortes, alzados y perspectivas minuciosamente ela- graciadamente, el saqueo ha mermado fuertemente a
borados por Hohmann. La presentación va acom- esos elementos. Por lo que toca a vestigios pictóricos,
pañada de fotografías en blanco y negro, y además el libro documenta algunas tapas de bóveda y partes
incluye dibujos detallados de pilastras, columnas, re- de murales en los aposentos 9 y 29 (primer y segundo
construcciones y perspectivas interiores. pisos, respectivamente).
Se documenta la existencia de 27 cuartos en el pri- El análisis de la información reunida lleva a enten-
mer nivel, 14 en el segundo piso y cinco más en el der que en El Palacio de Santa Rosa Xtampak hay una
tercer cuerpo; eso nos da un total de 46 habitaciones. fusión de elementos Río Bec, Chenes y Puuc, es decir,
Además, Hohmann señala que existen otros cuatro que fue construido durante el periodo Clásico tardío
aposentos (47 a 50) o espacios techados tras las en- (600-900 d. n. e.).
tradas a las escalinatas interiores en el segundo y en Entre los apartados complementarios, el libro in-
el tercer nivel de El Palacio. Evidentemente, esos es- cluye un resumen en tres lenguas (inglés, alemán y
pacios fueron usados para circulación y no para acti- español), así como agradecimientos, un breve glosa-
vidades cotidianas como el descanso o la pernocta. rio y una bibliografía, sin duda útil para los investiga-
Si bien Paul Gendrop, de la Universidad Nacional dores y los interesados en el tema.
Autónoma de México (unam), dibujó una reconstruc- Es importante señalar que, como anexo de la obra,
ción del Palacio indicando la presencia de cresterías se ofrece a los lectores 13 excelentes planos, cortes,
en las torres orientales y sobre el tercer nivel del edi- alzados y perspectivas presentados en gran formato
ficio, en opinión de Hohmann hasta ahora no existe (1 m × 70 cm).
evidencia concreta de que algún sector haya contado Aún existen interrogantes sobre este monumental
con tales remates, por ejemplo, como lo muestra Ale- edificio de Santa Rosa Xtampak, por ejemplo: ¿cómo
jandro Villalobos. es su núcleo? ¿existe acaso una subestructura? Son
Respecto de las escalinatas exteriores, es intere- preguntas imposibles de responder por ahora, pero
sante comentar que el primer nivel de El Palacio tuvo indudablemente las investigaciones continuarán en
13 de tales elementos, siendo el principal la escali- el futuro y, sin lugar a dudas, esta importante contri-
nata central del lado oriente, que conduce hasta el bución del arquitecto Hasso Hohmann nos ayudará.
tercer cuerpo.
Antonio Benavides C.
Centro inah Campeche

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