Texto 1 - Magia de Las Apariencias
Texto 1 - Magia de Las Apariencias
Texto 1 - Magia de Las Apariencias
1. La moda no se produce en todas las épocas ni en todas las civilizaciones, esta es la idea base de los
análisis que siguen. En contra de una pretendida universalidad transhistórica de la moda, esta se plantea
aquí con un inicio histórico localizable. En contra de la idea de que la moda es un fenómeno consustancial
a la vida humano-social, se la afirma como un proceso excepcional, inseparable del nacimiento y desarrollo
del mundo moderno occidental. Durante decenas de milenios la vida colectiva se desarrolló sin culto a
las fantasías y las novedades, sin la inestabilidad y la temporalidad efímera de la moda, lo que no quiere
decir sin curiosidad o gusto por las realidades de lo externo. Hasta finales de la Edad Media no es
posible reconocer el orden mismo de la moda, la moda como sistema, con sus incesantes metamorfosis,
sus sacudidas, sus extravagancias. La renovación de las formas se convierte en un valor mundano, la
fantasía despliega sus artificios y sus exageraciones en la alta sociedad, la inconstancia en materia de
formas y ornamentaciones ya no es la excepción sino regla permanente: ha nacido la moda.
2. Reflexionar sobre la moda requiere que se renuncie a asimilarla a un principio necesaria y universalmente
inscrito en el curso del desarrollo de todas las civilizaciones, pero también a hacer de ella una constante
histórica basada en raíces antropológicas universales. El misterio de la moda está ahí, en la unicidad
del fenómeno, en la emergencia e instauración de su reino en el Occidente moderno y en ninguna otra
parte. Ni fuerza elemental de la vida colectiva ni principio permanente de transformación de las sociedades
enraizado en las características generales de la especie humana; la moda es una formación esencialmente
sociohistórica, circunscrita a un tipo de sociedad. No es invocando una llamada universalidad de la moda
como se revelarán los efectos fascinantes y el poder de la misma en la vida social, sino precisamente
delimitando de forma estricta su extensión histórica.
3. La historia del vestido es, sin duda, la referencia privilegiada de esa problemática. Es, sobre todo, a la luz
de las metamorfosis de los estilos y los ritmos precipitados de la transformación de la indumentaria como
se impone nuestra concepción histórica de la moda. En la esfera de la apariencia es donde la moda se ha
manifestado con mayor brillo y radicalidad, la que durante siglos ha representado la más pura manifestación de
la organización de lo efímero. Vínculo privilegiado el de la moda y el vestir que no tiene nada de fortuito sino
que, como se tendrá ocasión de demostrar más adelante, se basa en profundas razones. Aun así, la moda no
se ha mantenido, ni mucho menos, limitada al terreno del vestir. Paralelamente, con distinto grado y rapidez,
otros sectores —el mobiliario y los objetos decorativos, el lenguaje y las formas, los gustos y las ideas, los
artistas y las obras culturales— han sido ganados por el proceso de la moda, con sus caprichos y sus rápidas
oscilaciones. En ese sentido resulta cierto que desde que se ha instaurado en Occidente, la moda no tiene
contenido propio.
4. Forma específica del cambio social, no se halla unida a un objeto determinado sino que es ante todo un
dispositivo social caracterizado por una temporalidad particularmente breve, por virajes más o menos
antojadizos, pudiendo afectar a muy diversos ámbitos de la vida colectiva. Pero, hasta los siglos XIX
y XX, no cabe duda de que la indumentaria fue lo que encarnó más ostensiblemente el proceso de
la moda, el escenario de las innovaciones formales más aceleradas, las más caprichosas, las más
espectaculares. Durante todo ese inmenso período, la apariencia ocupó un lugar preponderante en la
historia de la moda, y si bien no traduce de forma ostensible todo lo extraño del mundo de las futilidades
y la superficialidad, al menos constituye su mejor vía de acceso, puesto que es la que mejor se conoce,
la más descrita, la más representada, la más comentada. No hay teoría e historia de la moda que no
tome la indumentaria como punto de partida y objeto central de la investigación. Al exhibir los rasgos más
significativos del problema, el vestido es por excelencia la esfera apropiada para deshacer la madeja
del sistema de la moda, la única que nos muestra con una cierta unidad toda la heterogeneidad de su
orden. La inteligibilidad de la moda pasa, en primer lugar, por la magia de las apariencias: ese es el polo
arquetípico de la moda en la era aristocrática.
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5. Aun tratándose de un fenómeno social de gran poder de agitación, desde un amplio punto de vista
histórico la moda no escapa a la estabilidad y la regularidad de su funcionamiento básico. Por un lado,
el flujo y reflujo que alimentaron las crónicas de la elegancia, por el otro una asombrosa continuidad
plurisecular, que apela a una historia de la moda al más largo plazo, al análisis de las amplias oleadas y
de las fracturas que perturbaron su ordenamiento. Pensar la moda exige salir de la historia positivista y
de la periodización clásica en siglos y decenios tan estimada por los historiadores del vestido. No es que
esa historia no posea legitimidad, de hecho constituye el punto de partida obligado, la inevitable fuente
de información de cualquier reflexión sobre la moda, pero refuerza excesivamente la idea de que la moda
no es más que una cadena ininterrumpida y homogénea de variaciones, marcada a intervalos más o
menos regulares por innovaciones de mayor o menor alcance: buen conocimiento de los hechos, poca
comprensión de la originalidad del fenómeno y de su inscripción real en la gran duración histórica y el
conjunto colectivo.
6. Más allá de la transcripción puntillista de las novedades de la moda hay que intentar reconstruir los
grandes caminos de su historia, comprender su funcionamiento, liberar las lógicas que la organizan y los
vínculos que la unen al todo colectivo. La historia de las estructuras y de la lógica de la moda, punteada
de giros, de discontinuidades mayores que instituyen fases de larga y muy larga duración, esa es la
problemática que regula los capítulos que siguen. Con la importante precisión de que las rupturas de
régimen no implican de forma automática transformación total y novedad incomparable.
7. En efecto, más allá de las grandes discontinuidades, de las normas, de las actitudes, los procesos se repiten
y se prolongan. Desde el fin de la Edad Media hasta nuestros días, a despecho de inflexiones decisivas
del sistema, los comportamientos individuales y sociales, los valores y los invariantes constitutivos de la
moda no han cesado de reproducirse. Los giros cruciales que aquí se señalan con insistencia no deben
hacer perder de vista las largas corrientes de continuidad que se han perpetuado y han asegurado la
identidad de la moda. En este recorrido multisecular hay un primer momento que dura cinco siglos: de
mediados del siglo XIV a mediados del XIX. Se trata de la fase inaugural de la moda, aquella en la que
el ritmo precipitado de las frivolidades y el reino de las fantasías se manifiestan de manera sistemática y
duradera. La moda revela ya sus rasgos sociales y estéticos más característicos, pero para grupos muy
restringidos que monopolizan el poder de iniciativa y creación. Es el momento del estadio artesanal y
aristocrático de la moda.
12. El texto establece que “la moda ni es fuerza elemental de la vida colectiva ni es el principio permanente
de transformación de las sociedades enraizado en las características generales de la especie humana”;
otra forma de expresar lo anterior es
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13. La palabra la, subrayada en el primer párrafo, 17. La idea de delimitar de forma estricta la extensión
cumple la función de histórica de la moda se opone en el texto a la idea
de que
A. artículo
B. preposición A. la moda se produce en todas las épocas y en
C. pronombre todas las civilizaciones
D. adverbio B. en la esfera de la apariencia es donde la moda
se manifiesta mejor
14. El propósito del texto es C. la apariencia ocupó un lugar preponderante en
la historia de la moda
D. la moda y la apariencia ocuparon un lugar y un
A. desmentir la pretendida universalidad
espacio determinados
transhistórica de la moda
B. la moda tiene aparición en una época y
18. Lo que representa el polo arquetípico de la moda en
lugar determinados
la era aristocrática es
C. la moda como fuerza elemental de la
vida colectiva A. la inteligibilidad de la moda
D. considerar la moda como un fenómeno B. la magia de las apariencias
universal es absurdo C. la era aristocrática
D. las apariencias
I. Es necesario que se aborde la moda
desligándola de un tiempo y espacio 19. Las ideas que se contraponen con el conector pero,
particular. subrayado en el último párrafo, son
II. La historia del vestido es un ejemplo claro
del avance paralelo de la moda y las A. la moda y sus singularidades a través de la his-
civilizaciones. toria frente a las generalidades del buen vestir
III. La moda se extiende a diferentes ámbitos. B. el culmen de las características sociales y es-
téticas de la moda frente al aprovechamiento
15. De los anteriores enunciados se puede exclusivo de la industria por parte de algunos
afirmar que grupos
C. la revelación de los rasgos sociales y estéticos
A. I y II son verdaderos de la moda frente al monopolio económico de
B. I y III son verdaderos las clases dominantes en Europa
D. el alcance del estadio artesanal y aristocrático
C. II y III son verdaderos
de la moda frente a los rasgos sociales y esté-
D. solo III es verdadero
ticos que alcanzó entre el siglo XIV y el XIX
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