Escrito Desde El Banquillo El Diario de Rene Tomo 2
Escrito Desde El Banquillo El Diario de Rene Tomo 2
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—Si ellos dicen algo que los comprometa, nosotros los encausare-
mos —vuelve a repetir esta bruja que después de treinta años ha
decidido repentinamente montarse en su escoba para patrullar
el estrecho de Florida y hacer cumplir las leyes con todo vigor.
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—Por otro lado, hay muchos casos en que estos señores han sido
detenidos con armas camino hacia Cuba y no han sido procesa-
dos, y eso es parte de nuestra defensa —remata Joaquín—. Cuba
lo ve de esa manera, así también lo ve medio mundo.
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—¿Usted reconoce las armas como las que estaban en junio del 94
a bordo del barco?
—Supongo que sí.
—¿Las armas estaban ordenadas de la misma manera que en la
fotografía?
—¿¡Está seguro?!
—Sí.
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—No.
—¿Y no dijo que su causa había salido fortalecida?
—No. Nosotros lo que hacíamos era entrenarnos.
—¿Y no dijo usted que continuarían la lucha?
—No. Solo que nos mantendríamos entrenando, pero no que iría-
mos a Cuba.
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—Sí.
—¿Las armas eran legales?
—Sí.
—¿Porque eran semiautomáticas?
—Sí.
—¿El barco fue incautado?
—Sí.
Y la segunda puya:
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—Básicamente una ley que prohíbe atacar a otro país desde los
Estados Unidos en tiempos de paz.
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Y ahora saca otro papel con olor de tinta fresca que blande ante
el abogado.
—Esta planilla exige a todo el que se una a F-4 que cumpla con las
leyes de Estados Unidos.
—¿Y desde cuándo usted exige esa condición para el ingreso a F-4?
—Desde que tuve un problema en el año 1994 y fui arrestado.
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—¡Objeción!
—Sostenida.
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Y Frómeta no responde.
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—Yo no sabía que eso era ilegal. Si tenemos en cuenta que Esta-
dos Unidos había ayudado a los contras en Nicaragua...
—¿O sea, que después de haber sido detenido tantas veces sin
consecuencias, usted pensó que podía comprar un lanzacohetes
antiaéreo sin problemas?
—En el ejército de Cuba me decían que...
—No.
—¿Usted quería el lanzacohetes para defender a los Estados Unidos?
—No. Para matar a Castro.
—¿No se habló de derribar un helicóptero sobre un hotel?
—No. Nosotros no queríamos herir civiles.
—¿Y el C-4 no era para volar puentes?
—No. Para matar a Castro.
—¿Cómo iban a matarlo con el C-4? ¿Pensaban amarrárselo al to-
billo y hacerlo estallar?
—Objeción.
—Sostenida.
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Y llega la hora del receso, a las 12:45, sin que Frómeta hubiera
alcanzado a explicarnos cómo usaría el Stinger, el C-4 y los fusiles
antitanques.
De vuelta a la 1:05 continúa el tema de la adquisición de ar-
mamento por Frómeta. El precio de la compra había sido fijado
en 15 000 dólares, de los cuales él llevó 5000 al lugar de la tran-
sacción. El instituto genético F-4 recibe dinero de sus miembros,
estos trabajan para sostener sus actividades. La cantidad de miem-
bros del grupo es un secreto de guerra que el testigo no revelará
en el juicio:
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—¿Por eso usted dijo al agente que sería bueno derribar un avión
con turistas?
—Yo no dije eso. Si usted quiere traiga al agente aquí para que
lo diga.
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¿Y usted qué hizo cuando ellos dijeron que Bueno, nosotros realmente nos preocupamos,
estaban “pescando langostas” con rifles porque en esa época del año es ilegal pescar
semiautomáticos y granadas? langostas…
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—¡Objeción. Irrelevante!
—Desestimada. —Y el testigo sigue explicando que el área está
muy poblada y siempre hay turistas de visita. La fotografía de
los daños es expuesta al jurado. Estos son serios y hay cuatro
turistas mexicanos heridos.
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Para resumir esta parte, el testigo repite que su rol fue el de in-
vestigador principal: recogió evidencias y analizó los resultados de
su equipo para llegar a conclusiones. El abogado quiere establecer
si el investigador participó en el juicio, pero una secuencia de obje-
ciones de Kastrenakes se lo impide.
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—Objeción. Rumores.
—Desestimada.
—Objeción. Rumores.
—Por favor señor Méndez, sea más específico.
—¿Usted participó en las investigaciones?
—Objeción. Rumores.
—Desestimada.
—Objeción.
—Desestimada
—Objeción.
—Desestimada.
—Objeción.
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—Objeción.
—Desestimada
—Objeción.
—Sostenida.
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—El mostró tres fotografías. El señor Méndez pidió recitar los nú-
meros de las fotos y lo hizo. Usted objetó porque quería que
el testigo lo hiciera. Yo dije: está bien, hagamos eso. Y Joaquín
devolvió las fotos al testigo para que recitara los números. El
testigo confundió los números y pasó a explicar el contenido de
las fotos. Todo eso fue causado por usted, porque ya Joaquín las
había identificado para el récord.
La Fiscalía sigue objetando, objetando, y objetando, y entonces
no les gusta lo que pasa si yo sostengo la objeción.
Instruí al señor Méndez a guiar al testigo para que no entrara
en las áreas que ustedes no quieren, tal como mencionar a la
Fundación Nacional Cubano-Americana, entonces ustedes obje-
tan la pregunta, y cuando Joaquín hace una pregunta abierta, va
directo hacia donde ustedes no quieren.
No sé qué podemos hacer aquí, señor Kastrenakes.
Yo específicamente instruí a Méndez a guiar en esta área para
no entrar en áreas que el gobierno no quiere sacar a relucir. Voy
a sostener la objeción. Hagan sus preguntas abiertas y acepten
las respuestas.
—Trataré de agilizar.
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das para un país en particular. Para terminar, dice que él puso los
documentos en la Corte hace dos meses.
La jueza pregunta a Joaquín si puede reservarse hasta que las
traductoras de la Corte traduzcan los sellos, el abogado dice que no
hay problemas. Así que Lenard entrega los sellos para ser traducidos.
Pero el intrigante este de Kastrenakes no puede quedarse así,
tiene que dar la patada a la lata y dice que no se puede olvidar que
se está hablando de Cuba, que estos señores juraron en la Corte
que eran otras personas y «esas señoras están en Cuba».
Joaquín llama las cosas por su nombre y dice que es insultante
sugerir ahora que la madre de Fernando mintió acerca de esto. Le-
nard decide que estudiará los sellos de todos los documentos para
decidir sobre si admite los papeles de identidad cubanos de Gerar-
do Hernández, Ramón Labañino y Fernando González.
De vuelta a las 11:16 a. m., el testigo identifica una fotografía
del monumento a Ernesto Guevara en Santa Clara, para terminar
su examen.
A las 11:19 a. m. Kastrenakes tiene al teniente coronel Roberto
Hernández Caballero a su disposición para comenzar por lo obvio:
la pertenencia del testigo a los tenebrosos Órganos de la Seguridad
del Estado, esos mismos que durante décadas se han dedicado a la
infernal tarea de mantener a Cuba a salvo del amor de gente de
la calaña de Kastrenakes.
A las preguntas capciosas del fiscal, el oficial responde sin pro-
blemas que es miembro del MININT, de los Organos de la Seguri-
dad del Estado, de la Contrainteligencia e instructor policial. Admite
que la Inteligencia es también parte del MININT aunque no ha tra-
bajado con ellos ni se reunió con ellos previamente a su testimo-
nio. Tanto su deposición en octubre de 2000 como su actual viaje
tuvieron que ser aprobados por el gobierno cubano, y se reunió con
Joaquín en el 2000 a propósito de su deposición.
Ahora hay que demostrar cómo el testigo, él en persona, Rober-
to Hernández Caballero, el teniente coronel en sí mismo, por sus
propios méritos y en virtud de su propia individualidad, es fuen-
te de terror y coerción cuando sale a las calles sediento de sangre
para averiguar quién fue el infeliz que dejó olvidada una bomba
inadvertidamente en el lobby de un hotel.
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6 Operación Paraíso. Operación orientada a los agentes de la Red Avispa que con-
sistía en la localización de posibles enterramientos de armas en las Bahamas,
tanto por el PUND como por el aparato paramilitar de la Fundación Nacional
Cubano-Americana.
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—Usted sabe que está bajo juramento aquí hoy para decir la ver-
dad. ¿Correcto?
—Completamente.
—Pero también entiende que si usted miente ahora, ninguna corte
norteamericana lo puede castigar mientras se mantenga en Cuba.
¿Correcto? –pregunta este tipo que no ha tenido reparos en prepa-
rar para mentir a cuanto testigo ha presentado en este juicio.
Tras algo más de pugilateo para que Alvarado le diga que fue
instruido a no viajar a los Estados Unidos, el fiscal se retira del tema
sin haber obtenido resultados. Y se dedica a otro asunto infructuo-
so, no sin antes cometer un error fatal: poner la declaración jurada
en la evidencia.
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—Usted dijo que durante ese tiempo estaba siguiendo las instruc-
ciones de personas de la oficina de Contrainteligencia. ¿Correcto?
—Sí.
—Y fueron esas personas quienes le dieron instrucciones de reunirse
con miembros de la comunidad exiliada de Miami. ¿Correcto?
—Correcto.
—¿Cuál era el nombre de la persona o personas que, como miembros
de la oficina de Contrainteligencia, le dieron esas orientaciones?
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—No ayudaría que le diera los nombres porque todos son seudó-
nimos.
—¿Y cuáles eran sus nombres? ¿Cuáles eran esos seudónimos?
—Pedro y Manolo – responde Percy.
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—Es un secreto. Es una etapa que no tiene nada que ver con este
juicio.
—O sea, que de hecho, además del número telefónico que usted
no nos puede decir, hay otros secretos que usted no puede tam-
poco decirnos. ¿Correcto?
—Para abreviar el asunto, todas las preguntas vinculadas a mi par-
ticipación con el gobierno cubano, que no tengan nada que ver
con los hechos o asuntos de este caso que estamos tratando, es
un secreto que no debo divulgar.
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8 Organización del Tratado del Atlántico Norte, fundada el 4 de abril de 1949, que
aglutina a las fuerzas militares de los países capitalistas.
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—Si usted quiere utilizar ese argumento delante del jurado, há-
galo. Eso es algo que puede hacer en el contraexamen.
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—Nada nuclear o de ese tipo. Ellos no creen que nosotros los va-
yamos a atacar con armas atómicas.
El general piensa que los únicos EEI que Cuba persigue son los
referidos a la posibilidad de que sea atacada.
9 Alianza militar defensiva que integraban los países del extinto campo socialista
europeo, creada el 14 de mayo de 1955 como respuesta a la OTAN.
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mutua es esencial, por lo que este país utiliza entre otras cosas sa-
télites. Los objetivos de este concepto todavía no han sido alcanzados
y existe la necesidad de mejorar la capacidad de verificación mutua.
El general no ha dicho que este país practica la transparencia ha-
cia Cuba. El testigo no está seguro de si Estados Unidos publica la
localización de sus tropas, aunque sabe que los planes de contin-
gencia no son publicados, así como otras informaciones son res-
guardadas para evitar daño al país.
En Cuba, en 1996, el general vio no solo los túneles en que se
guarda el equipo militar cubano sino también algunas bases milita-
res en la superficie. Cuba no necesita saber sobre la eventualidad de
un ataque para poner su equipo bajo tierra, pues el que quieren
mantener en esa situación ya lo está. Más que infligir el mayor núme-
ro de bajas a un posible atacante, el objetivo de «la guerra de todo
el pueblo» es el de desestimular la guerra mostrando ser un ene-
migo difícil de vencer. El fiscal quiere saber si una gran cantidad de
información es no pública o clasificada –y sigue insistiendo en mez-
clar estos dos conceptos–; ante la admisión del general, le pregunta
sobre los aviones RC-12 de la base de Boca �ica, a lo que el testigo
dice no recordar tanta insistencia en el tema. Ahora Buckner blande
agresivo el documento donde se habla de los RC-12, en el que se
dice de apagar los radares cubanos cuando estos aviones salen al
aire, y pregunta al experto si no es verdad que Cuba quiere evitar que
Estados Unidos consiga información sobre sus radares, lo que este
admite. Buckner aprovecha el impulso para blandir ahora el docu-
mento con las instrucciones sobre el Comando Sur.
Son las 12:35 y la jueza da un receso.
Al regreso volvemos al documento sobre el trabajo en el Co-
mando Sur: conseguir empleo en el lugar, reclutamiento de per-
sonal, relaciones, observaciones, información pública, etc. El fiscal
quiere presionar al experto en busca de sus comentarios y este lo
detiene:
Y pregunta Buckner:
largo plazo de Lorient en Boca �ica era consistente con los EEI
de la Dirección de Inteligencia de Cuba; y en los indicadores discu-
tidos en la evidencia no aparece ninguna mención para conseguir
un plan de batalla o de contingencia, que dicho sea de paso no
podrían ser conseguidos en la base de Boca Chica. El nivel de cla-
sificación requerido para estos documentos sería, por encima del
de ultrasecreto, el de Top Secret Code Word (ultrasecreto codificado),
que requiere un código individual para acceder a solo porciones de
esos planes, según la necesidad de la persona autorizada. Joseph
Santos, el ahora testigo cooperante, no tenía absolutamente nin-
gún chance de obtener ese nivel de habilitación. En la evidencia no
aparece ningún indicativo para obtener información clasificada de
los famosos aviones de reconocimiento electrónico RC-12. Las per-
sonas con clearence son instruidas a reportar cualquier aproximación
fuera de lo común de otras personas. El Comando Sur no tiene rela-
ción con �ina o Rusia. Para obtener un clearence se requiere que la
persona tenga necesidad de manejar la información de que se tra-
te y eso es determinado por la Inteligencia.
A las 2:00 termina el reexamen de Jack, y Paul McKenna nos lle-
va de la mano bien entrada la tarde. A Gerardo nunca se le orien-
tó obtener información clasificada o resguardada de algún modo.
En la evidencia no aparece una sola instrucción para que alguien
acceda a un clearence. Cuba nunca hizo ver al general Atkeson que
tendría en su poder información restringida o secreta de Estados
Unidos.
Paul quiere establecer la preocupación de Cuba respecto a la
influencia de los grupos radicales de Miami en el Comando Sur y
hace público el documento con las instrucciones referidas a esto. El
testigo admite que la preocupación es genuina y ofrece su propia
interpretación con la que yo humildemente discrepo, pero la cual
respeto.
Orlando Bosch, que comienza con sus actividades para la CIA vin-
culadas con el alzamiento de bandidos en 1960, actividades con el
MIRR o Movimiento Insurreccional Revolucionario Renovación, su
prisión en los Estados Unidos en 1968 por actividades terroristas
relacionadas con un grupo llamado Poder Cubano, su liberación
bajo palabra en 1972 y su huida del país para aparecer mezclado
con el asesinato del exgeneral chileno Carlos Prats,11 su arresto pos-
terior en Costa Rica por asesinato, la fundación del CORU o Co-
mando de Organizaciones Revolucionarias Unidas en 1976, siete
atentados con bombas alrededor del mundo, asesinato de funcio-
narios cubanos en el extranjero, la voladura del avión de Cubana en
Barbados en 1976 y su prisión en Venezuela hasta 1987 debido
a esta masacre, su regreso a Miami para ser arrestado por haber
violado su libertad bajo palabra cuando salió del país en 1972, su
liberación en 1991 para formar el PPP o Partido Protagonista del
Pueblo, sus vínculos con la Fundación Nacional Cubano-America-
na y Comandos L, las advertencias del FBI para que se abstuviera
de realizar actividades terroristas durante la visita de Fidel a Nue-
va York en 1995 con motivo de la celebración del aniversario 50 de
la ONU, actividades paramilitares en el año 1997, planes de colocar
explosivos en los hoteles Riviera y Cohíba, además de en otras ins-
talaciones turísticas; más una lista de las amistades del señor, como
confirmando que dime con quién andas y...: Luis Posada Carriles,
los hermanos Novo Sampoll, Jorge Mas Canosa, Nazario Sargén,
Ramón Saúl Sánchez y Rubén Darío López Castro, quien está vin-
culado al PUND y a Alpha 66, entre otros amigazos de Bosch. Pero
esta filmación no se llevó a cabo.
La Operación Morena consistía en otra actividad de vigilancia al
mismo individuo y la Operación Neblina para mantener el ojo en
Roberto Martín Pérez, yerno de Paco y Paca Pérez –la de las coces
veloces– y esposo de Ninoska Pérez, la vocera de la Fundación,
donde él se encarga de actividades terroristas. Un informe respecto
a esta operación detalla un seguimiento a la hija de Paco y Paca,
Nino para sus guatacas al armar sus alharacas, sus bretes y sus ma-
tracas cuando en la radio ataca.
11 Carlos Prats González. General chileno, leal al gobierno del presidente socialista
Salvador Allende. Exiliado tras el golpe de Estado que derrocó al gobierno de
Allende, Prats fue asesinado en Argentina el 30 de septiembre de 1974, median-
te un auto bomba, como parte de la Operación Cóndor.
Con cuidado, Caroline, que este es nuestro último recurso… General Wilhelm
Tranquilo John, tranquilo…
del ataque coincide con una escalada de estas actividades tanto por
parte de Comandos L como del PUND y de Alpha 66, lo que han evi-
denciado los testimonios de los agentes del gobierno que lidiaron en
ese período con los botes armados pertenecientes a dichos grupos.
La fiscal alega:
No hay dudas de que el tiempo vuela, pues ese luego llegó a las
10:55 a. m. de este viernes 13 de abril, día aciago según la supers-
tición norteamericana.
Joaquín explica que la declaración fue introducida en Cuba por
Buckner, cuando quiso impugnar la credibilidad del testigo leyendo
un par de párrafos de su declaración jurada donde explicaba sus
motivos para no venir a los Estados Unidos; luego el fiscal se quiso
retractar y la discusión se dejó para que fuera resuelta por la Corte
junto al otro cúmulo de objeciones que se tuvieron que ventilar en
los meses posteriores a las deposiciones.
Más tarde los fiscales se abstuvieron de discutir el tema y ahora
resulta que cuando ya Joaquín piensa que esto ha dejado de ser un
punto de discordia, la Fiscalía vuelve sobre sus pasos después que
incluso la parte del video en que Buckner examina a Percy, con la
declaración jurada como arma, ha sido mostrada al jurado.
Así termina la primera parte del día. Los fiscales se retiran con
las manos vacías. Joaquín pide a la jueza que interceda con los
alguaciles para ir durante el receso a buscar con Gerardo un do-
cumento relativo a los barcos del río Miami, que se les pasó y no
fue incorporado a la evidencia que está leyendo la investigadora
Debbie McMullen.
El documento en cuestión es importante, pues se trata de las
primeras instrucciones recibidas desde Cuba en relación con el
asunto que se está tratando, en las que se excluye el uso de explo-
sivos como una variante para inutilizar el barco. Esto demostraría la
manipulación que la Fiscalía hizo del documento presentado por
la señora McMullen y que venía a ser una respuesta, la cual Many
quiere localizar. En dicha respuesta se dice que a falta de explosi-
vos se puede incendiar el barco, y esa es la oración aprovechada
por la Fiscalía para hacer creer que el uso de explosivos fue con-
siderado.
De manera que, una vez retirados de la Corte, Gerardo salió con
Joaquín a localizar el documento entre el montón de evidencia. A
las tres de la tarde las instrucciones de Cuba aparecieron. Ahora
falta ver cómo se introducen en la evidencia, porque ya la investi-
gadora se dejó inducir por Heck Miller a aceptar que el uso de ex-
plosivos fue considerado como opción para librarnos de los barcos
del río Miami.
A las 3:12 p. m. está todo listo, con la jueza en el trono, al teléfo-
no el general Wilhelm y un abogado de la Marina de apellido Ritter
y grado de capitán. Junto a los fiscales un chinito que nos pregun-
tamos si será el instructor de Ninja Jitsu de Heck y Kastrenakes,
pero se trata de otro fiscal de nombre Dexter Lee.
Se hacen las presentaciones de rigor y el chinito no será ninja pe-
ro es bastante rápido. Explica que el capitán Wayne Ritter es la per-
sona con autoridad designada por la Marina, recita la regulación
que apoya dicha designación y presenta una carta que el señor
Ritter le hizo llegar antes para aprobar el testimonio del general
Wilhelm. La jueza apenas logra digerirlo todo en un momento, pero
se pone de buen grado en sintonía con la velocidad del eficiente
asiático, y todo parece resuelto cuando resume satisfecha:
—Tal parece que no queda nada que yo deba resolver. ¿No es así?
—¡¿Ha ocurrido eso con los testigos del gobierno?! ¡¿Ha estado
presente la defensa...?!
—Yo creo...
—¡¿La defensa ha estado presente durante la preparación de sus
testigos?!
—No, Su Señoría. Yo creo que esa solicitud nunca ha sido hecha.
Yo estoy haciendo la solicitud.
—¿Alguien desea tomar alguna posición? –inquiere Lenard.
—Si esas fueran las reglas nosotros nos guiaríamos por ellas –in-
terviene Norris–. Pero la señora Heck Miller no las puede es-
tablecer mientras transcurre el juicio. Nosotros nos oponemos.
—Su Señoría —y como bien dijera tan diplomáticamente Norris
la señora es un insecto fieramente adhesivo—, esto se basa en
nuestra breve conversación con el general Wilhelm; él expresó
preocupación porque haya balance y ambas partes tengan de-
recho a un trato igualitario. Esa es la base de mi solicitud.
—Yo estoy segura de que el general Wilhelm es un perfecto caba-
llero y de que lo que puede haberles expresado a ambas partes
lo hizo con su mejor espíritu de cooperación. Pero las reglas de
la Corte requieren e indican; y yo nunca he requerido que el
gobierno prepare a sus testigos con los defensores presentes o
viceversa. Usted tiene derecho a hablar con sus testigos si estos
A las 9:21 Joaquín lee al jurado las notas diplomáticas que fue-
ran aprobadas el viernes anterior por la jueza:
Primera nota. Relativa al tiroteo del tanquero Miconos en las
proximidades de Punta Hicacos por lanchas rápidas que se diri-
gieron hacia el norte a... Groenlandia según la Fiscalía, el 2 de abril
de 1993.
Segunda nota. Protesta por la actitud del gobierno norteameri-
cano ante una nota anterior relativa al tiroteo del Meliá Varadero,
en octubre del 1992. El jefe de Comandos L, Tony Cuesta, se adju-
dicó la acción, calificando el hotel como un objetivo militar, y está
en Miami sin ser molestado por las autoridades.
Tercera nota. Adjunta información relativa al ataque al Meliá
Varadero, el 7 de octubre de 1992. Se incluyen pruebas periciales
y otros elementos.
Cuarta nota. Sobre actividades de Alpha 66. Declaraciones de
Nazario Sargén que amenaza con secuestrar turistas y atacar ins-
talaciones del sector turístico en la Isla. Cuba pide al gobierno de
Estados Unidos que responda ante estas actividades.
Y como Jack sigue ausente, continuamos con la semana de cine
suizo, preparados para presenciar en los monitores la próxima de-
posición realizada en la casa del embajador de ese país en La Ha-
bana. A las 9:35 a. m. tenemos en nuestras pantallas al coronel de
las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), Amel Escalante Colás.
Nacido en La Habana, sesenta y cinco años de edad. Estudiante de
Medicina en la década de los 50 cuando se definía el futuro de Cuba
en la lucha contra Batista. Se alzó en las montañas como parte del Mo-
vimiento 26 de Julio, se incorporó al Segundo Frente Frank País bajo
las órdenes de Raúl Castro. Cuando triunfó la Revolución se necesita-
ban cuadros militares preparados y dio el paso al frente para dedicar
su vida a la carrera militar. Pasó la primera escuela de oficiales del
Ejército Rebelde en 1961 y luego fue destinado a las unidades. Pasó
un curso especial en la Academia Frunze de la Unión Soviética donde
se impartían clases de táctica, arte operativo y nociones de estrategia
a los primeros oficiales de carrera cubanos. Regresó a las tropas como
jefe de Operaciones en el Ejército Oriental y transitó por los niveles
de división y cuerpo de ejército, para luego ocupar el cargo a nivel del
—No me gustaría pensar que el jefe del Comando Sur fuera tan
irresponsable como para que cualquiera pudiera entrar en su
oficina y robar ese mapa. No quiero ni siquiera pensarlo.
—Yo tampoco.
—Entonces estamos de acuerdo.
—Así que, hasta donde usted conoce, esas cosas son solo ficción
televisiva. ¿Correcto?
—Hasta donde yo conozco, a mí me gustó la forma en que él lo
hizo, cómo se infiltró y cómo lo hizo. Me hubiera gustado haber
sido designado para una misión, me hubiera gustado que me
pidieran que hiciera algo así.
Y con esas palabras que nos honran, sobre todo por venir de
él, termina su contraexamen el coronel de las FAR Amel Escalan-
te Colás.
A la 1:16 volvemos a escuchar la voz de Norris en su reexamen
directo. El abogado establece que, independientemente del conoci-
miento del testigo sobre el trabajo del MININT, este organismo no
es el que define la política militar del país ni los planes de defensa.
Heck Miller repite que ellos tienen que viajar en un avión del FBI
que no está disponible hasta el sábado. Además, ellos tienen que
llevar consigo a un experto del RADES que viene de Utah a unirse
a su comitiva, y si la jueza se ha acomodado a la defensa muchas
veces, no hay motivo para no hacer lo mismo con la Fiscalía. La fis-
cal sigue ofreciendo toda suerte de excusas sobre la documentación
para el viaje que Paul ofrece agilizar, asegurando su cooperación y
la de Cuba en ese sentido, mientras la jueza no entiende por qué el
avión del FBI tiene que salir el sábado a las 10:00 a. m.
—¿Qué usted quiere decir con que el avión debe salir a una hora
determinada? ¿Es que acaso el FBI tiene un vuelo regular ha-
cia Cuba?
—Yo solo estoy diciendo que en una escala del uno al diez, es el
uno para ellos, en términos de facilidades, y el diez para noso-
tros... –alcanza a decir Kastrenakes antes de ser interrumpido
por la jueza.
—Yo no entiendo de dónde viene ese diez. Usted me habló de un
seminario, de alguien que viene de Utah, de un avión que sale
el sábado a las 10:00 a. m.
buró para facilitar sus funciones, y los planos de la obra estaban dis-
ponibles y exhibidos en las paredes. Jack introduce como evidencia
un plano del edificio, que fuera solicitado por su investigador; tie-
ne actualización del año anterior y fue entregado sin problemas al
abogado por la Marina. Lo extiende ante el jurado para que el testi-
go vaya describiendo las distintas áreas que aparecen en el mismo.
pero al menos logra fijar que este estaba familiarizado con las tareas
de Gerardo. De vuelta a la Operación Arcoíris y el estudio del terroris-
ta Orlando Bosch para asentar que en sus estudios Cuba quiere sa-
ber dónde están las estaciones de policía, lo que demuestra nuestro
interés en que las autoridades no conozcan nuestra actividad.
Otro documento sobre la Operación Morena y la filmación del
encuentro entre Bosch, otro terrorista y la colaboradora Sol. Se re-
pite que Cuba no quiere que Sol sepa que la filmación se realizará,
aunque en esta ocasión la fiscal omite que se trata de proteger a
la señora.
Otro documento: Operación Paraíso para estudiar el uso de las
Bahamas contra Cuba, con Iselín a cargo de la parte aérea. Se ha-
bla de un viaje mío a Cuba para ver a mi madre, en ocasión de su
cumpleaños, y en el documento se discuten las maneras de hacer-
lo, dado que yo abandoné el país por vía de... objeción sostenida y
de vuelta a Paraíso.
Otro documento dirigido a Fernando conducente a lo que la
fiscal denomina «medidas activas». Se trata de investigar activida-
des contra Fidel y Raúl, así como acciones paramilitares y ataques
a Cuba. Investigaciones respecto a la Fundación, Hermanos al Res-
cate, Ileana Ross y Lincoln Díaz-Balart y otras por el estilo. Heck
Miller sigue flotando a la deriva alrededor de la campaña política
de Díaz-Balart y ciertas discusiones para desacreditarlo.
Otra objeción y esta señora, que debe ganar más de cien mil dó-
lares al año para darse el gusto de descargar su odio sobre el resto
de la humanidad, se mueve de documento.
Un par de oraciones por ahí dedicadas a un presupuesto de Fer-
nando, para repetir que se está trabajando sobre objetivos militares.
Y otro documento en el que se habla otra vez de Roberto Martín
y Nino Pérez. La fiscal termina preguntando si Cuba está detrás de
la parejita y con un sí al fin termina esto.
Es la 1:45 p. m. Hemos tenido que soportarlo todo durante dos
horas y veintiún minutos en total. Ya se ha hecho costumbre que
nuestros abogados dispongan de solo quince o veinte minutos,
cronómetro en mano, para terminar sus reexámenes tras estos ma-
ratónicos cuestionarios que la Fiscalía hace. Por eso no nos extraña
cuando Joaquín tiene que tomar el podio a la carrera.
Breve y al grano Joaquín emplea veinte minutos. Establece que
la Operación Girón consiste en un trabajo de vigilancia sobre la
Fundación Nacional Cubano-Americana. Las medidas activas son
sobre su persona durante estos más de dos años, los testigos le di-
jeron al panel que Tony, ese que ellos conocieron por determinado
número de años, ese que esta ahí..., no..., olvídelo..., no nos vengan
con cuentos..., a ese yo lo conozco y sé que es incapaz de hacer
daño a nadie.
Y es que nuestro hermano se puede haber empeñado en ma-
tarse de hambre con sus dietas, se podrá ir de vez en cuando a otra
dimensión a darse un paseíto y provocará los debates más encendi-
dos entre nosotros cuando vamos a la Corte y no tenemos nada
mejor que discutir, pero lo que nadie puede negar es que, por don-
de pasa, deja una huella imborrable con sus valores humanos, su
bondad, su preocupación por los demás y sus principios. Cuando
tres testigos se paran en estas circunstancias y no se sonrojan al
hacer ver que se honran de haber conocido a Tony, acusado ni más
ni menos que de querer hacer daño a este país, eso es mucho decir.
Luego nos llegaría un comentario del señor Ed Donahue, posi-
blemente el menos allegado a nuestro hermano, quien en el mejor
estilo del norteamericano trabajador, campechano y sano que mos-
tró ser en el estrado, se congratulaba con el investigador de Jack:
—¿Viste lo rápido que respondí las preguntas para que esos fisca-
les no tuvieran tiempo de objetar?
por Cuba a verte. Según un side bar del día anterior, en el que los
fiscales se opusieron fieramente a la introducción de la carta, todo
indica que el propósito de Philip es mostrar la legitimidad de mis
gestiones para que ustedes vinieran, lo cual parece implícito por el
tono de mi carta.
Para terminar, otro documento al que también la Fiscalía se
opuso fieramente en el side bar, se trata del acta de acusación y
la sentencia de Héctor Viamontes como narcotraficante, los cuales
Philip quiere utilizar en conjunción con mis reportes para demos-
trar la veracidad de mis informaciones al FBI. Se adjunta un artículo
que yo traduje literalmente de un periódico sobre el arresto de este
individuo, para enviarlo a Cuba: parte también de los documentos
incautados por el FBI al hurgar en nuestras computadoras.
Por lo que leí de ese side bar referido a estas evidencias, la Fisca-
lía objetaba la carta porque según ellos tenía más valor emocional
que evidencial, y proponían una versión redactada por ellos que la
jueza rechazó por considerar que anulaba el espíritu y el contexto
de la carta original. En cuanto a los documentos del arresto y pro-
cesamiento de Viamontes, las objeciones se debieron a que, según
ellos, no fueron mis informaciones las que los causaron. No obs-
tante, Philip argumentó que él no pensaba plantear esto al jurado
sino sencillamente mostrar que se trataba de un verdadero narco-
traficante, y que mis acercamientos al FBI en este sentido fueron
legítimos y no perseguían un segundo propósito.
Así finaliza mi defensa.
A las 11:06 estamos de vuelta. Ocupa el estrado de los testigos
Julio Melo, el investigador que ha utilizado Philip y a quien tú cono-
ces. En seis minutos Melo identifica unas fotografías tomadas a otro
avión que utilizaron los Hermanos al Rescate, de matrícula N2432S,
que resultara ser también la versión militar O-2. Se revisan nue-
vamente las insignias que, tal como en el N58BB, aparecen en el
fuselaje. Y a las 11:12 a. m. viene Kastrenakes para establecer que
las letras en la nariz del avión son pequeñas y que las fotografías
fueron tomadas en el año 2001.
A las 11:14 a. m. regresa Philip por unos minutos y lee algunas
estipulaciones. Básicamente se trata de que en nuestro apartamen-
to se incautó, entre otras cosas, la impresora del computador que
fue llevada a los laboratorios del FBI para ver si algunas de las car-
tas adjudicadas a la Red Avispa salieron desde nuestra casa. El re-
gresó a puerto una vez entregado el objeto, que no vio nada más,
que marcó la posición del hallazgo y que las órdenes de regresar
no cambiaron. La tripulación del barco es de once personas, todos
de Guardafronteras.
El marino marcó la distancia del Morro en la carta, la dirección
hacia la fortaleza que vigila la bahía era de 174°. El GPS no estaba
conectado a una computadora para archivar las posiciones y, aun-
que obviamente el oficial conoce el radar de a bordo, no sabe la
fecha más cercana en que había sido alineado. La última vez que
él consultó la bitácora de la lancha para recordar los datos del ha-
llazgo fue en el propio año 96, a propósito de la investigación de
la OACI.
Los objetos fueron empacados por el oficial en una bolsa plásti-
ca antes de ser entregados a la lancha rápida, habiéndolos él exa-
minado durante los diez o quince minutos en que permanecieron
en cubierta una vez recobrados del agua. El zíper del bolso estaba
abierto y, tras examinar el maletín, el testigo lo puso en la bolsa
plástica para preservarlo.
A excepción de la bitácora del barco, ningún otro documento
fue preparado por el marino en relación con ese hecho, y la única
declaración jurada que firmara al respecto fue la preparada para
este testimonio. El único documento que el oficial revisó con Paul
McKenna para la comparecencia fue el reporte de la OACI, que re-
cogía su testimonio, del cual el testigo no tiene una copia consigo y
cuyo original por supuesto debe de estar en Montreal.
El teniente Hernández Herrera no tiene consigo una fotografía
del barco que comandó durante la búsqueda. Las cartas de nave-
gación aérea recobradas en el maletín incluyen partes de California
y México. No había ninguna identificación personal dentro del bol-
so, y el oficial no puede decir de dónde provenía exactamente ni
dónde pudo haber estado antes. La primera vez que el oficial vio a
Paul fue el 14 de abril mientras se preparaba la deposición, antes
de eso él no había visto a nadie más acerca de esto. El militar fue
autorizado por su jefe inmediato superior para realizar este testi-
monio, pero no lo discutió ni revisó con él. El fiscal quiere saber si el
marino observó, después de recobrar el objeto, la corrosión salina
que se ve en sus partes metálicas. Pero el oficial no muerde el cebo
y le responde que el objeto estaba mojado y él no buscó signos de
corrosión. A las 12:31 p. m. termina el contraexamen del testigo por
el fiscal Kastrenakes, y Paul regresa al podio.
Paul comienza por las preguntas del fiscal acerca del origen del
objeto, estableciendo que el oficial no ha dicho haberlo visto caer
de un avión. Juntos vuelven a revisar las cartas de navegación ha-
lladas en el interior de la bolsa para confirmar que se trata de cartas
aéreas, las únicas de este tipo que ha encontrado el oficial en su
carrera. Aunque el mapa incluye efectivamente partes de California
y México, también muestra el aérea del Caribe, el estrecho de Flori-
da y los corredores aéreos sobre Cuba. El abogado lee en el mapa
una advertencia a todos los pilotos de que los vuelos internacio-
nales sobre la Isla tienen que ser por instrumentos, deben cumplir
con las leyes cubanas y: «cualquier aeronave que no se adhiera a
las reglas, corre el riesgo de ser obligado a aterrizar o derribado».
La bitácora del barco fue conservada durante el año 96 y de ella
se tomaron los datos que fueran entregados a la OACI. Pero este
tipo de libro, del que cada buque usa unos tres o cuatro anualmen-
te, son solo conservados durante un año y, por supuesto, el oficial
no tenía motivos para conservarlo, pues nadie podía anticipar este
testimonio, cinco años después de los hechos.
Se menciona el detalle del color negro de la bolsa a que la Fis-
calía hiciera referencia. Por supuesto que el mar no es negro, las
condiciones eran buenas, con mar en calma y buena visibilidad, y
el relleno que permitió la flotabilidad del maletín era de color blan-
co en contraste con el negro de su piel. Todos los objetos dentro
de la bolsa estaban adheridos, ya fuera por la banda de velcro que
sujetaba al cargador como por los bolsillos laterales que contenían
los mapas.
El día del derribo la unidad de superficie a cargo del teniente
Hernández estaba en una misión de rutina, el salvamento y rescate
fue asignado a la unidad 546 junto a varias lanchas rápidas. Tras
pensarlo un poco, el testigo indica que su unidad posee entre siete
y nueve lanchas como la que él opera.
Y a las 12:58 p. m. nos vamos a un receso.
De regreso a la 1:30, tenemos a la investigadora Lisa McDermont
solo cinco minutos. Nuestra amiga se refiere al hotel Tritón y lo ubi-
ca en el mapa de La Habana, para luego fijar la posición en la que
se hallaba el día del derribo la lancha del teniente Hernández, 5 mi-
llas al norte de la instalación turística. Supongo que lo hizo con el
propósito de establecer la distancia entre la posición del testigo y
el lugar del derribo de los aviones de Hermanos al Rescate, a fin de
mostrar por qué no pudo observar los hechos.
Sin presentar aún las pruebas que decía poseer contra los acusados
Tras cuatro meses de juicio, la Fiscalía no ha presentado aún las
pruebas contundentes que dijo poseer para sostener las acusaciones
contra cinco hombres sospechosos de espiar para Cuba, coinciden
abogados y observadores.
Y como bien dice el señor Betancourt, así están las cosas. Por
eso no quería que este artículo quedara fuera de este diario y te lo
reproduzco para que lo disfrutes.
Mientras, me despido para ir mañana a la Corte. Este fin de semana
será más descansado. Solo tendré un día de actividades que relatarte.
dada, mientras las variables sean típicas, y cada medición sirve solo
para incrementar la precisión del modelo.
El día del derribo el Ulises andaba por el norte de Matanzas y
a unos 90 kilómetros al este del lugar de los hechos. El estudio al
norte de la capital no había concluido todavía porque el laborato-
rio flotante venía trabajando de este a oeste, y la fase habanera se
completó el 27 de febrero. Esto no afecta las conclusiones en rela-
ción con el día 24, porque mientras el resto de las variables meteo-
rológicas se mantiene inmutable, las corrientes en esa época del
año mantienen sus parámetros.
Y se enreda el contraexamen cuando el fiscal blande un reporte
que presenta al científico para saber si este está familiarizado con
el mismo. El testigo dice conocer el documento.
Kastrenakes pregunta si la velocidad de la corriente a menos
de 3 millas es de 0.2 nudos, a lo que el testigo responde que de-
pende del lugar. Respecto a la influencia que pueda tener el viento
en la deriva de un objeto, Viamontes le explica que esto depende
de qué proporción del mismo está expuesta a este elemento, no
siendo un factor para considerar si el objeto está completamente
hundido.
—Yo espero que ambas partes tengan éxito en hacer que el señor
se presente voluntariamente a testificar. De lo contrario haré
que el Servicio de Guardacostas vaya a buscarlo a su barco.
…Hoy nos acompañan por el FBI de Miami su director el ¿Y el señor de alante quién será…?
Sr. Hector Pesquera, los agentes De Almeida, Montoto, D’ Amico, Debe ser el que fuera fiscal de «Bonnie
Alonso, Fernández, Orejuela… la recepcionista y el gato… and Clyde»...
Ya ves,
en nada somos diferentes.
Entonces ahora,
júzgame;
defiéndeme o condéname.
—Yo no puedo decir qué es eso –se defiende–, pudieran ser puntas
de espuma.
Y se dirige al testigo:
esto último sigue siendo una incógnita, porque no olvides que aquí
millones de personas que se respetan se pueden gastar 99.99 dó-
lares en un pomito que, por la televisión y mostrando una sonrisa
Colgate con blanqueador y anticaries como la del piloto, una artista,
que nunca ha rebasado las noventa y cinco libras, les vende como
la poción milagrosa que la ayudó a perder doscientas en un mes.
Y al filo del mediodía tenemos en la sala al segundo testigo del
gobierno en su caso de refutación. El fiscal David Buckner nos pre-
senta al señor David Park, quien con sus primeras respuestas nos
hace saber que ha sido fotógrafo del FBI durante quince años, que
fue llevado a Opa-locka para tomar unas fotografías del ala de-
recha en el Skymaster N2506 y lo hizo desde el interior del avión.
Paul quiere hacer unas preguntas antes de que continúe el
cuestionario.
Bajo la guía de Paul dice que las fotografías fueron tomadas
desde el asiento delantero derecho de la cabina, que el capitán
�arles Leonard y el agente Al Alonzo estuvieron durante la sesión
fotográfica, siendo el último quien le dijera qué imágenes tomar, que
Basulto no estaba presente y la entrada al avión se la facilitó un em-
pleado del lugar donde el equipo tiene su base. A las 12:09 p. m. el
fiscal David Buckner tiene de vuelta a su tocayo.
El fiscal y el testigo recorren juntos la experiencia del último en
el campo de la fotografía, dejando bien establecido que se trata
del mejor fotógrafo del planeta antes de ofrecerlo como experto
en comparación fotográfica, sin que la defensa levante objeción.
—¿Nos puede describir los pasos que se deben seguir para iden-
tificar un objeto desconocido en una fotografía? —pregunta
Buckner. McKenna objeta la disertación que se nos viene en-
cima. El fiscal riposta diciendo que quiere establecer la técnica
de que se valió el experto para su trabajo, y por ahora la jueza
le da el visto bueno.
—Ejemmmm... –toma impulso el señor Park—. Se trata del prin-
cipio de individualización según Todd Hill. Si usted mira hacia
una planta de �evys desde una loma, verá que algunos son
rojos, otros blancos, otros azules y así sucesivamente. Los rojos
son una clase y tal vez hay cien de un total de quinientos ese
día, pero cuando usted se baja de la loma verá que los hay de
El papa es comunista - Yo me como a Castro sin mascar - Yo amo a Cuba - Yo soy pacifista
Yanquis, suéltenme que me fajo - Lo compré rojo porque no había de otros colores
—¿Sabe algo, señora Heck Miller? —Y parece que sí, que es la que
manda—. A mí me está permitido interrumpirla a usted.
—Pero...
—No se supone que usted se exaspere conmigo.
—Entiendo, Su Señoría.
—A mí me está permitido interrumpir a cualquiera que yo quiera
interrumpir –sigue Lenard–. Ahora, si usted quiere, me pregunta si
puede continuar; pero, por favor, no me hable de esa manera.
—Lo siento.
—Vamos a tomar un receso ahora —decide Su Señoría.
—Es un buen momento para tomar un receso –apunta conciliador
Kastrenakes.
Y Paul tercia:
estuviera friendo una tortilla, y lee una y otra vez lo que dicen: «El
cambio soy yo», «Tu problema es el mío», «Tu vecino piensa igual»,
«Compañeros no. Hermanos»... El fiscal saborea la lectura de algunos
artículos de la Declaración de Derechos Humanos y algunas fra-
ses hipócritas más sobre derechos de familia, detenciones arbitra-
rias y conceptos por el estilo, que estos truhanes manipulan tan bien.
No te voy a negar que me revolvió el estómago oír a Kastrenakes
leer sobre valores familiares y pensar en el trato que se les diera
a ustedes. Todas las octavillas tienen una frase común: «Cubano,
lucha por tus derechos». Exactamente lo que hemos estado hacien-
do por más de cuarenta años para que gente como Basulto y Kas-
trenakes no vengan a arrebatarnos nuestros derechos.
Tras los mensajes emancipadores de Basulto se introduce la
transcripción del audio grabado a bordo del N2506 el día del derribo,
y le sigue otra de las advertencias que el tráfico aéreo de La Habana
hiciera a los flotilleros durante la incursión del 13 de julio del 95.
Mientras Kastrenakes sigue presentando documentos nos llega la
próxima obra de Gerardo sobre la visita de los armenios:
Los armenios vinieron para devolverle la visita a Heck Miller, porque ella estuvo en Armenia
el año pasado…
él, quiere leer las notas al jurado porque Paul lo hizo como parte de
un grupo que incluía también varias notas de Cuba, pero sin pro-
porcionar alguna explicación o lectura al panel, lo cual tiende a dar
la impresión de que el gobierno no hizo nada contra Hermanos al
Rescate. Algo así como la verdad.
—Esto no refuta nada —dice Paul—. Son las mismas notas que yo pre-
senté. Hay una regla de procedimiento que permite introducir los
sumarios que tanto Philip como Jack presentaron en la evidencia.
—Paul sabía que yo iba a introducir las notas y realizó una jugada
táctica adelantándose a presentarlas para evitarlo –se queja el
fiscal.
—El jurado las leyó un día y al regresar a la mañana siguiente las
pidió de nuevo –argumenta McKenna.
—Señora Heck Miller, ¿hay algo que usted quiera? Me parece que
usted me está mirando fijamente.
—Yo solo estaba mirando a Su Señoría.
Y se dirige a la fiscal:
Paul objeta todo esto que no tiene nada que ver con el caso y la
jueza sostiene. Pero Buckner no va a soltar tan fácilmente el fantas-
ma de los prejuicios y se habla de qué daños se podría hacer desde
plazas de limpiapisos en la Agencia Nacional de Seguridad y de si
en el Comando Sur hay información no pública.
Un último toquecito de confusión, para terminar:
—Si quiere los puede usar como evidencia demostrativa en los ar-
gumentos de cierre –concede la señora Lenard, y Paul se cuela
por la hendija para presentar también, como evidencia demos-
trativa, una imagen congelada del video en que los flotilleros
de Ramón Saúl Sánchez aparecen practicando un desembarco
anfibio en las playas de Key Biscayne.
Su Señoría no coincide:
To Mr. Richard A. Kaufman, from a «network» of people who admire and hold in high regard your aptitude
and your capacity to perform such a skillful job, always with a smile ready to be offered. May, 2001.
[Al Sr. Richard Kaufman, de una «red» de personas que admiran y tienen en alta estima su aptitud
y su capacidad para desempeñar tan hábil trabajo, siempre con una sonrisa presta para ofrecer. Mayo, 2001].
Gerardo Hernández, Fernando González, Antonio Guerrero, René González, Ramón Labañino.
Damas y caballeros:
Cargo I: Si ustedes piensan que este caso es mierda o porquería
entonces deben hallar a los defendidos «No culpables».
«Porquería», según estas instrucciones, significa cualquier infor-
mación por la que nadie daría un ano de rata a no ser que fuera
miembro de la Fundación Nacional Cubano-Americana.
«Mierda», según estas instrucciones, significa cualquier cosa que
diga Heck Miller.
Cargo II: Si ustedes piensan que contar aviones es suficiente. ¿Por
qué la defensa no se los quitó de encima cuando tuvo la oportu-
nidad?
Cargo III: Si el piloto del Mig fue Gerardo Hernández ustedes de-
ben hallarlo culpable.
Si el operador de radar era Gerardo Hernández ustedes deben
hallarlo culpable.
Si Gerardo Hernández estaba volando el N2506 el 24 de febrero
ustedes deben hallarlo culpable.
En cualquier otra circunstancia deben hallarlo «No culpable».
—La simplicidad tiene sus virtudes aquí –dice como si nada tras
haber estado complicando el caso desde hace seis meses,
mientras alarga su modelo a la señora Lenard.
Y la jueza los mira con estupor mientras de nuevo son los super-
fiscales cuando les conviene, y son más celosos que nadie, y más
vigilantes que nadie. Valientes fiscales, tremendos fiscales, extraor-
dinarios fiscales, fiscales con letra mayúscula: FISCALES, FISCALES,
FISCALES. Y me pregunto cuándo encausarán estos hipócritas a los
funcionarios de este país que propiciaron el derribo de un avión en
el Perú y la muerte de una religiosa con su bebita de siete meses.
Aunque Paul no ha encontrado ningún caso, Su Señoría ha te-
nido mejor suerte:
—Yo hallé el caso Walker –anuncia cuando ya son las 4:30 p. m.–,
me retiraré a revisarlo para tomar la decisión final.
Ji, ji, ji. Su Señoría olvidó que Heck Miller está en la sala. Esta
se levanta y quiere ¡regresar al asunto del uso de fuerza mortal
y defensa propia! La jueza no le permite ni la arrancada, y Paul
aprovecha para hacer una precisión respecto al concepto de aguas
territoriales y abrir luego el camino de la retirada a la señora Lenard:
—En otras palabras –dirá Heck Miller con los dedos cruzados en la
espalda–, olviden el noventa por ciento de todo lo que nosotros
hemos dicho y hecho en estos seis meses.
y la señora, para sano beneficio del jurado, les dice que en ellas
se identifica a los Estados Unidos como el enemigo. Frases sueltas
aparecen ahora conectadas una tras otra: «Usted tiene el privilegio
de celebrar este día en el mismo corazón de nuestro principal ene-
migo», «me hace feliz la calidad humana, política y operacional de
los compañeros que como usted realizan estas misiones en terri-
torio enemigo para que nuestras familias y nuestro pueblo pue-
dan descansar en paz», «mis mejores deseos por este nuevo año
de batallas y victorias justo en el seno del enemigo», «felicidades
por su trabajo en las entrañas del enemigo». En fin, que tras bus-
car en veinte mil páginas de documentos, la fiscal halló unas diez
muestras fehacientes de nuestro espíritu mal agradecido hacia el
gobierno que ella representa, al cual deberíamos dar las gracias por
el bloqueo, las agresiones militares y económicas, su contubernio
de cuarenta años con quienes quieren llevar el terrorismo a Cuba y
todo el rosario de bondades que ha derramado sobre nuestro pue-
blo en cuatro décadas. Injustos, estos comunistas cubanos.
Todo parece indicar que la señora quiere dar conclusión al Car-
go 1 del acta de acusación... ¡Sí! ¡Todavía estamos en el Cargo 1! Y
la fiscal va poniendo en el proyector de la página siete a la once,
para leer al jurado los actos palpables que demuestran nuestro tra-
bajo para Cuba, treinta y uno en total. Heck Miller los lee uno a uno
y se recrea explicando el origen de la pieza evidencial en que se
apoyan, repitiendo la disertación sobre la recepción de los mensa-
jes de HF (alta frecuencia), su almacenamiento, su decodificación,
la decodificación de los disquetes de computadora, etc., etc.
Regresando a los actos palpables. El acto palpable número 13:
en o acerca del verano... ¡Ah!, nosotros hablamos acerca de ese –y
la fiscal ya hasta se confunde a sí misma–. DG 107 muestra el acto
palpable 14 en la forma de un reporte de Lorient a Giro relativo
a Boca �ica. Y la señora se extiende en un soliloquio acerca de
nuestra agresividad que toma otra página. El próximo acto está re-
lacionado con mis reuniones con Al Alonzo. DG 138 y DG 123 son
reportes del Faquir sobre el edificio A-1125. DG 138 es un reporte
de Iselín sobre Democracia. En marzo del 97 yo hice un vuelo cerca
del aeropuerto de Homestead y reporté no ver ningún movimiento
extraño. DC 101 provee una vista a las medidas activas sobre las
que Giro consultó a Iselín. DAV 129 provee un plan de comunica-
ciones para Campa. DG 135 y DG 105 se refieren a la entrada de
Otra mentira.
Claro que del hot pad se hablará más adelante, nos avisa Caroline
antes de hablar del hot pad, ahora mismo, por segunda –¿o terce-
ra?– vez y referirse a que los acusados estaban interesados en saber
cuál sería su uso futuro. Seguidamente se nos habla por segun-
da –¿o tercera?– vez, de los aviones R 12 que Lorient observaba en
las pistas y avisaba a Cuba para que desconectara sus radares, impi-
diendo así que este pobre país se preparara para ejercer su dere-
cho divino a desaparecer a Cuba del mapa, si algún día un cristiano
como Basulto provocaba un conflicto entre ambas naciones o un
santo como Mas Santos atinaba a dar la cantidad de dinero apropia-
da al político apropiado para que encontrara el pretexto apropiado
para lanzar a este país contra Cuba.
Ya estamos en Boca �ica y aunque del hot pad se hablará más
tarde, Heck Miller nos hace un cuento sobre por qué se creó un am-
biente de base abierta:
Y prosigue luego:
Al fin parece que se hablará del hot pad. La fiscal comienza al-
borotando la testosterona patriótica del jurado con una fotografía
de la instalación a la que sigue una acuciosa descripción física de
la misma, una vez que había sido certificada para almacenar do-
cumentos secretos. Nada que ver con algún reporte o actividad de
Lorient. Se nos informa que el edificio fue usado para este almace-
namiento en abril del 97 –esto es cierto– y que se realizaron discu-
siones de naturaleza clasificada en sus predios antes de esa fecha,
algo completamente ajeno a la evidencia y de lo que no aparece ni
una coma en los reportes de Lorient.
Nos embarcamos en sinuoso tour por los documentos relativos
al hot pad: DG 121 reporta ciertas remodelaciones en julio del 96.
DG 106 se refiere a que las remodelaciones están teniendo lugar
y hay información de que el edificio será utilizado para actividades
secretas. En DG 141 Cuba se dirige a Gerardo a finales del 96: «Si
es posible extiéndete respecto a por qué dicen que ese edificio será
utilizado para actividades secretas y cualquier otra cosa que oigas
sobre el uso del edificio», lee la fiscal, para distorsionar impúdica-
mente lo que acaba de recitar.
—Yo estoy muy molesta de que el gobierno haya hecho tan grose-
ras tergiversaciones concernientes a mis fallos respecto al caso
Feola y al estado de las instrucciones al jurado ante el Onceno
Circuito, en su moción para detener el juicio archivada el viernes.
Tras dar una nalgadita a Basulto, quien según ella hizo «algunas
cosas estúpidamente increíbles», la fiscal repite la teoría cocinada
en la sagüesera respecto al impacto que habría producido Concilio
Cubano y el papel que, según ella, el incidente habría tenido como
elemento disuasor sobre personajes como Leonel Morejón Alma-
—Su Señoría, esto está como fuera de control con sus argumentos.
Ellos se tomarán todo el tiempo que deseen, y Kastrenakes se
tomará el tiempo que desee para luego recobrarse durante el
fin de semana y seguir argumentando todavía el lunes –conclu-
ye el abogado.
Y prosigue el abogado:
Y señala luego:
—Él sabe qué tiempo es. Está en una Corte y niega sus acciones,
pero sus hechos hablan mejor que sus palabras cuando está en
un bote con ametralladoras y un mapa de Cuba que ahora nos
dice es para no perderse y terminar allá. ¿Quién puede creerlo?...
—No fue Fidel quien murió ni Raúl Castro. Las personas que fue-
ron heridas no eran oficiales del gobierno sino personas comu-
nes. Eso es lo que quiero significar cuando digo que las bombas
no discriminan.
La presencia de este hombre en este país es una respuesta di-
recta a esta situación. Fernando González, Rubén Campa, Camilo,
Oscar o Vicky, está aquí porque no pudo soportar la visión de
lo que ha estado pasando en Cuba, la violencia contra su gente
que ha estado ocurriendo por demasiado tiempo. Si nosotros
pudiéramos siquiera imaginarnos lo que sería vivir y trabajar en
una situación como esa, pudiéramos comenzar a comprender la
ansiedad, el miedo y el deseo de hacer algo que personas como
Fernando González albergan en sus corazones.
—El porqué se decidió detenerlos ahora es algo que cada cual puede
imaginar –apunta Joaquín–. Ellos lo han sabido por años. ¿Por qué
no los detuvieron? Porque no los consideraban ninguna amenaza.
Y advierte:
—Como les aclaré antes, lo que se les dio a ustedes fue un borrador
extremadamente rudimentario que ni Lisa ni yo habíamos revi-
sado. Como yo les había explicado a los fiscales que tendrían
una copia rudimentaria a fin de prepararse para los argumentos
finales, vine el viernes y cumplí con esa responsabilidad porque
se los había prometido.
Y continúa:
deje llevar por esta proposición, nada más conveniente que omitir de
su volumen de evidencia el documento RG-7, en el cual se consig-
na el arresto de Viamontes por tráfico de drogas. La evidencia de
descargo RG-19 apoya el informe de René contenido en RG-7 y es
la orden de sentencia sobre Héctor Viamontes, de manera que el
inocente a quien el defendido supuestamente preparó una trampa
está cumpliendo una condena de ciento ocho meses por tráfico de
drogas.
En octubre de 1996 la participación de René en el caso Viamontes
cesa, y ahora el gobierno nos quiere hacer creer que el acusado
nuevamente defraudó al FBI en sus posteriores contactos con Al
Alonzo. La realidad es que fue idea del FBI, a través de Alonzo, el
cortejar a René, quien nunca trató de buscar ese acercamiento. Eso
está claramente definido en los documentos.
La próxima palabra es «inefectiva» y el abogado la vincula a mis
supuestos esfuerzos para traer a mi familia a través de la oficina de
Ileana Ross, aun cuando ya todos tenían la visa de entrada a este
país y todo estaba en manos del gobierno cubano. Phil remite al
jurado al documento RG-11, donde se cuenta esta historia, y sin
detenerse a leerlo resume su contenido: obviamente todo lo que la
oficina podía hacer era enviar una carta a la Sección de Intereses
de Estados Unidos en La Habana, de las que se mandan cientos to-
dos los años, sin que se espere algún resultado de estas gestiones.
—Yo los reto –se dirige al panel como McKenna lo hiciera al gene-
ral Clapper– a mostrar dónde hay algo en los documentos acer-
ca de esta información clasificada. En qué lugar aparece algo en
donde se oriente al señor Santos acerca de esto.
—Así que él conspiró para tener reservas mentales como para de-
fraudar a los Estados Unidos.
18 Heredero de una rica familia saudí, en 1979 se unió a los grupos que, bajo
los auspicios de la CIA, practicaban el terrorismo contra la intervención militar
soviética en apoyo al gobierno de Afganistán. Convertido luego en enemigo de
los Estados Unidos, en 1988 fundó Al Qaeda, grupo que se atribuyó varios actos
terroristas, incluyendo el ataque a las torres gemelas de Nueva York. Fue locali-
zado y asesinado por un comando élite estadounidense, en Pakistán, en 2011.
19 Oficial de las FAR que junto a su esposa, María Elena Reyes Ortiz, viajó ilegal-
mente a los Estados Unidos para infiltrar varias organizaciones contrarrevolucio-
narias. Regresó a Cuba en 1997, donde falleció en 2012.
—Me atrevería a decir que hay solo cinco personas en toda esta sala
que tienen algo bueno que decir acerca del gobierno de Cuba, y
son estos defendidos que trabajan para él. Son patriotas, no se
equivoquen acerca de esto. Tony estaba sacrificando a su hijo
adolescente, a su madre, su hermana, su cuñado. Los estaba sa-
crificando por su país. No importa lo que pensemos de ese país,
pero es bueno ver que despierta en alguien tanto sentimiento
patriótico.
—Miren lo que está transmitiendo hacia Cuba. Les dice a los cuba-
nos: Mírenme. Yo puedo volar sobre la casa de Fidel. Yo pue-
do lanzar volantes. Ustedes pueden irse a la insurrección. Yo
puedo volar sobre las lanchas patrulleras y hacer lo que quiera.
Mírenme, ellos no levantarán un dedo contra mí, los militares
me tienen miedo. Ni siquiera pueden poner un avión en el aire
contra mí. Mírenme y hagan lo que hago yo.
—Yo pensé que Basulto sería muerto en este plan de asesinato del
que se ha hablado. ¿Cómo pueden decirle a Iselín que sea caute-
loso con Basulto y Hermanos al Rescate? ¿De qué están hablan-
do? ¿Sea cauteloso con el fantasma de Basulto? Yo sé que ella
dijo –y Paul apunta a Heck Miller– que Basulto iría al cielo.
Este mensaje desmiente esa teoría y el caso no se sostiene
porque ha sido levantado con un propósito de venganza y la
venganza no funciona. Es absurdo que Cuba pida información
sobre la participación personal de Basulto en los vuelos y luego,
si el plan es asesinarlo, oriente respecto a la conducta que se
debe seguir con él. Todo lo que se habla en esos mensajes está
vinculado al regreso de Roque y su denuncia. El resto de los
mensajes lo demuestra; se refieren a la situación creada aquí por
los sucesos, además de incluir algunas expresiones de reconoci-
miento por las operaciones identificadas indistintamente como
Germán y Venecia. Claramente Venecia es una operación en sí
misma y distinta de Escorpión.
—Eso significa que ustedes tienen que saber justo aquí, en sus en-
trañas y en sus cabezas que, por Dios, este señor no es culpable,
y yo lo sé. Las pruebas no son suficientes en absoluto, ni siquiera
se acercan a la posibilidad de serlo. ¿Cómo ustedes podrían no
dudar con la clase de caso que les han presentado?
Dicho esto, McKenna propone un receso sin que yo, bastante can-
sado, me anime a tomar nota de la hora. La jueza ha dicho que tras
un descanso de diez minutos estaremos de vuelta a las 10:44 a. m. Y
como estoy utilizando la transcripción, te puedo decir ahora, más de
tres meses después, que todo esto está pasando a las 10:34 a. m.
De vuelta a la sala. McKenna quiere terminar con el área de los
mensajes. Señala que Roque no ha estado envuelto de modo alguno
con el derribo o algo parecido y refuta la fusión que ha querido esta-
blecer la Fiscalía entre la salida de Roque y el derribo de los aviones.
Antes de pasar al próximo asunto, Paul recuerda al jurado que
ellos son la barrera de contención entre Gerardo Hernández y el
poder del gobierno, que el sistema de justicia está por encima de
chivos expiatorios y está por encima de entregar cabezas para ha-
cer que una familia o que una comunidad se sienta mejor. Hacerlo
sería el principio del fin de este sistema, les recuerda Paul antes de
adentrarse en el testimonio del coronel Buchner, comenzando con
una breve panorámica de cómo veía Cuba a Hermanos al Rescate.
La otra cara de la moneda con Hermanos al Rescate es el por-
qué y el dónde ocurrieron los hechos. El porqué ha sido realmente
cubierto y tiene que ver con la percepción del grupo como un ente
hostil, una amenaza a la población de Cuba, al control de tráfico
aéreo, a la manera en que se conducen las cosas allá, y ellos inten-
taron todas las vías antes de ejecutar la opción final.
Respecto a cómo ocurrieron las cosas, el testigo más competente
ha sido el coronel Buchner, el único que revisó la evidencia viva
estudiando las grabaciones de imágenes y de audio, sobre quien
los fiscales quieren desviar la atención diciendo que no investigó
el pasado de los fallecidos. Paul explica que él nunca enviaría a un
—¿Por qué no harían todas esas cosas que yo hice? ¿Yo pasé por
alto la evidencia? No me parece que esa sea una acusación justa
contra mí.
sabe lo que eso quiere decir. Página nueve, con toda la conversa-
ción acerca de los Mig, en contraposición al testimonio de Iglesias
que dice no haber visto un caza: «Lanzaron los Mig», «Dámela a
mí» –pide Basulto la cámara–, «Ahí lo tienes, vuélalo tú, Arnaldo».
–McKenna pregunta si también querrán vender estas imágenes y
continúa leyendo–: «Van a tirar..., nos van a tirar... ¡Tú verás!... ¡Bár-
baro!...». Y antes de referirse al primer derribo, que Basulto equivo-
cadamente interpreta como una bengala, el abogado recuerda al
jurado de lo que se trata para él:
—Ahí es donde dice ji, ji, ji. Adoraba ese momento. ¿Ustedes real-
mente piensan que estaba nervioso? Él no estaba nervioso, es-
taba en su elemento.
Y prosigue:
—En cada uno de los casos que Joaquín les mencionó, alguien
resultó arrestado y procesado. Parece que el FBI hace su trabajo.
—¡Objeción! –salta Méndez–, tergiversa la evidencia.
—Sostenida –y una vez que la jueza da un tirón de riendas para
devolver al fiscal a la verdad, este se deshace en alabanzas al
trabajo del FBI... contra nosotros.
Y agrega:
—Yo les digo que la carta viene de esa impresora y en este caso...,
¿a quién se le pidió que la hiciera? ¡Ding, ding! –suena como
una campanita mientras da unos saltitos hacia mí–. A René
González, el único con esa impresora en este grupo, este mismo
sujeto. ¿Quién creen ustedes que escribió la carta? No se nece-
sita ser un científico coheteril, amigos. El señor Horowitz no les
dio la versión correcta de la evidencia en este caso.
Luego Ding Ding recorre mis contactos con Al Alonzo y, sin recrear-
se en la insistencia infructuosa de este para reclutarme, al fin dice
una verdad. Obviamente yo no me identifiqué con el agente ni
le dije en lo que andaba ni le di saludos de parte de Roque y sí me
mostré todo lo gusano que pude. El fiscal aduce que lo que importa
es mi intento de confundir al FBI y no si él sabía quién era yo real-
mente. Y ahora una dosis de desvergüenza al ciento por ciento. Sin
mezclar. Las bombas en La Habana no justifican nuestra presencia
aquí. Si hubiera alguna evidencia directa y... ¡creíble!... –no olvides
que todo lo que viene de Cuba es mentira–, ellos procesarían a los
responsables de esas actividades terroristas. Él mismo lo investigaría
y llevaría el caso. El FBI quiere ir a Cuba para investigar los hechos, y
el fiscal comienza a especular diciendo que, como a nosotros se nos
detuvo, allá no quieren cooperar con el gobierno norteamericano,
con lo que levanta una serie de objeciones de Joaquín que lo obli-
gan a moverse de tópico, pues nada en la evidencia permite estas
especulaciones.
Toca el turno a la famosa excepción al requisito de registro que
se aplica a todo agente de un gobierno extranjero en visita tem-
poral relacionada con los asuntos internos de su país. Kastrenakes
apela –creo que por primera vez con razón– al sentido común del
jurado y le pide que tenga en cuenta que la excepción solo es para
oficiales reconocidos públicamente y no para espías. Si este país
admitiera espías legalmente por un minuto o por una hora –nos
dice el fiscal–, no habría necesidad de tener un escuadrón de con-
traespionaje en el FBI. Punto para Ding Ding.
Dicho todo esto, el fiscal somete al jurado la propuesta de que
todos los defendidos son culpables de los cargos de ser agentes
extranjeros sin registrar y de portar documentos falsos más allá de
toda duda razonable, antes de adentrarse en el cargo de conspi-
ración para cometer espionaje, que envuelve a Gerardo, Ramón y
Guerrero.
Continúa: claro que los defendidos no están siendo acusados
de haber cometido espionaje sino de conspirar para hacerlo. Esto
quiere decir que ellos acordaron entre sí recopilar y transmitir in-
formación resguardada relativa a la defensa nacional de los Esta-
dos Unidos.
El crimen es el acuerdo, independientemente de que se haya
tenido éxito o no. Si la conspiración tuviera que alcanzar sus objeti-
—¡Objeción!
—Sostenida –tercer strike y McKenna pide más.
—Solicito que el jurado sea instruido en cuanto a la confusión de
la ley.
—La jueza les instruirá que nosotros debemos probar que eso ocurrió
en espacio aéreo internacional... –miente Kastrenakes y se toma
el lugar de Su Señoría.
—¡Objeción! –McKenna, que se está molestando.
—Hasta el lunes en que les diré la ley. No hablen acerca del caso. No
lo discutan ni entre ustedes ni con nadie. No se vean con nadie
asociado a este juicio. No oigan ni lean nada sobre el caso. Des-
pachen a quien se les acerque a hablarles del asunto y repórten-
lo inmediatamente a mi personal. Nos vemos el lunes y que la
pasen bien.
Pancarta fo-
tográfica con
amenazas
contra Juan
Pablo Roque,
por parte de
los Coman-
dos F-4.
mufh_ctr 24º00’00’’ N
079º59’00’’ W
sector c
centro/center
habana C LA RA
22º28’51’’ N
124.55 mhz 079º59’36’’ W
fl unl
gnd
IBSEN
20º30’56’’ N LESO M
080º14’17’’ W 20º00’00’’ N
080º07’28’’ W
KA N EX K A TA L
Armando Pablo
Alejandre Morales
22 28
23 29
3
24 30
25 31
26 32
27 33
4 5 6 7 8 9 10 17 18 19
15 11 12 13 14 20 21
15
16 16 16 16 20 20 20
34
35
«En su revisión de estos documentos, ¿vio usted alguna información secreta de defensa nacional que hubiera
sido transmitida? ¿Vio alguna?». «No, que yo reconociera, no».
Sentencias Cargos
Gerardo Conspiración para cometer asesinato. Conspirar
Hernández y actuar como agente de un gobierno extranjero
Nordelo no registrado ante las autoridades. Conspiración
Condenado a dos para comunicar a Cuba información sobre la
cadenas perpetuas y defensa nacional de EE. UU. Documentación
216 meses de cárcel. falsa. Supervisar una red de agentes.
Sentencias Cargos
Ramón Labañino Conspiración para comunicar a Cuba
Salazar información sobre la defensa nacional de
Condenado a una EE. UU. Conspirar y actuar como agente de
cadena perpetua y un gobierno extranjero no registrado ante las
216 meses de cárcel. autoridades. Documentación falsa. Ejercer
funciones de supervisión.
Sentencias Cargos
Antonio Conspiración para comunicar a Cuba
Guerrero información sobre la defensa nacional de
Rodríguez EE. UU. Conspirar y actuar como agente de
Condenado a cadena un gobierno extranjero no registrado ante las
perpetua. autoridades. Ejercer funciones de supervisión.
Sentencias Cargos
Fernando Conspirar y actuar como agente de un gobierno
González Llort extranjero no registrado ante las autoridades.
Condenado a 22 Documentación falsa.
años.
Sentencias Cargos
René González Conspirar y actuar como agente de un
Sehwerert gobierno extranjero no registrado ante las
Condenado a 15 autoridades.
años, 3 años de
probatoria y 200
dólares de multa.
Sentencias Cargos
Linda Hernández Agente de un gobierno extranjero no
Condenada a registrado ante las autoridades.
7 años.
Sentencias Cargos
Nilo Hernández Agente de un gobierno extranjero no
Mederos registrado ante las autoridades.
Condenado a
7 años.
Sentencias Cargos
Alejandro Alonso Agente de un gobierno extranjero no
Condenado a registrado ante las autoridades.
7 años.
Sentencias Cargos
Joseph Santos Agente de un gobierno extranjero no
Cecilia registrado ante las autoridades.
Condenado a
4 años.
Sentencias Cargos
Amarilis Silverio Agente de un gobierno extranjero no
García registrado ante las autoridades.
Condenada a
3 años y medio.
7 TOMO DOS
9 X
Donde la defensa intenta probar el elemento de la necesidad
que tenía Cuba de protegerse, a través de los acusados, del
terrorismo proveniente del sur de Florida
93 XI
Donde la defensa intenta demostrar que los acusados no
acordaron obtener información clasificada, ni tenían
posibilidades de obtenerla, ni hicieron algo para acceder
a esas posibilidades
217 XII
Donde se discuten las instrucciones que servirían
al jurado para determinar si los hechos del caso
se adaptan a las leyes de cuya violación somos
acusados
231 XIII
Donde el gobierno hace su caso de refutación, en el cual
intenta impugnar algunos elementos presentados en el caso
de la defensa
279 XIV
Donde se redactan las instrucciones que deben servir al
jurado para determinar si los hechos probados se ajustan a la
ley que se esgrimió para acusar a los defendidos
297 X V
Donde fiscales y defensores se dirigen al jurado por
última vez para argumentar que los acusados son culpables o
no culpables