Pinto Sheraldine. Responsabilidad Por Ruptura de Tratativas
Pinto Sheraldine. Responsabilidad Por Ruptura de Tratativas
Pinto Sheraldine. Responsabilidad Por Ruptura de Tratativas
Sumario
Introducción
* Universidad Católica Andrés Bello, Abogado Cum Laude. Università degli Studi di
Roma I «La Sapienza», Especialista en Derecho del Consumidor y en Responsabi-
lidad Civil. Università degli Studi di Roma II «Tor Vergata», Magíster en Derecho
Privado. Scuola Superiore di Studi Universitari e di Perfezionamento Sant’Anna,
Doctora en Derecho Privado, Summa Cum Laude. Universidad Central de Venezuela,
Profesora de Derecho Civil III (Obligaciones) y de Contratos y Garantías. Universi-
dad Metropolitana, Profesora de Contratos Petroleros en el Diplomado de Estudios
Avanzados en Derecho de Hidrocarburos.
1
Para DOMÍNGUEZ GUILLÉN, María Candelaria: Curso de Derecho Civil III Obligacio-
nes. Editorial RVLJ. Caracas, 2017, p. 544, la responsabilidad precontractual es aque-
lla que «se genera durante el período de formación del contrato por la violación de un
deber de conducta impuesto por la buena fe en sentido objetivo».
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Sin duda, estas no son las únicas hipótesis de responsabilidad precontractual. De allí
que, agudamente, LUPINI BIANCHI, Luciano: La responsabilidad precontractual en el
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En este sentido, se ha pronunciado también la doctrina italiana, cfr. BRECCIA, Umberto
et alter: Diritto privato. Parte I. UTET. Torino, 2005, p. 238, al señalar que «En la res-
ponsabilidad precontractual la razón del ilícito no se encuentra ni en el incumplimiento
de una prestación debida, ya que ésta aún no ha surgido pues se fundamenta únicamente
en el contrato, ni en la violación de un compromiso contractual, que aún no se ha cele-
brado. Dicha responsabilidad, en cambio, resulta al mismo tiempo de una conducta
antijurídica consistente en la contrariedad a la rectitud en el ejercicio de la libertad con-
tractual, en la violación de un deber de aviso o de uno de los deberes de información
que limitan dicha libertad, y de la lesión de un interés jurídicamente relevante consti-
tuido por la confianza legítima en la celebración del contrato, o de la confianza legítima
en el perfeccionamiento de un contrato válido o no viciado» (trad. libre).
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En opinión de DOMÍNGUEZ GUILLÉN: ob. cit., p. 542, el período preparatorio de todo
contrato «abarca desde que las partes experimentan el deseo de contratar hasta que se
perfecciona la integración de voluntades». Para un análisis de las distintas fases
de formación del contrato, véase, LUPINI BIANCHI: ob. cit., pp. 144 y ss.
8
La doctrina venezolana reconoce la libertad de contratar o no contratar como conse-
cuencia o corolario del principio rector del derecho contractual, es decir, el principio
de autonomía de la voluntad. Sobre el tema, véase, entre otros, KUMMEROW, Gert:
Algunos problemas fundamentales del contrato por adhesión en el Derecho privado.
UCV. Caracas, 1956, p. 45; PINTO OLIVEROS, Sheraldine: «El contrato hoy en día:
entre complejidad de la operación y justicia contractual». En: Nuevas tendencias en
el Derecho privado. Memorias de las I Jornadas franco-venezolanas de Derecho
Civil. J. ANNICCHIARICO, S. PINTO OLIVEROS y P. SAGHY, coords. EJV. Caracas, 2015,
p. 264, nota 28.
9
En este sentido, TERRÉ, François; SIMLER, Philippe y LEQUETTE, Yves: Droit Civil. Les
obligations. 9ª, Dalloz. París, 2005, p. 185, recuerdan que «el período precontractual
se coloca bajo el doble signo de la libertad y de la buena fe» (trad. libre).
Breves consideraciones sobre la responsabilidad por ruptura… 319
10
En el ordenamiento jurídico, la buena fe también posee una acepción subjetiva referi-
da a un estado psicológico o de espíritu del sujeto; o, más específicamente, a la
creencia de estar conforme a Derecho. Esta acepción es especialmente aplicable a los
derechos reales y, en particular, a la prescripción adquisitiva, pero, no al derecho con-
tractual. Para un exhaustivo análisis de la buena fe, véase, LUPINI BIANCHI: ob. cit.,
pp. 76 y ss., y 192 y ss.
11
Al entender la buena fe objetiva como patrón de conducta (MÉLICH-ORSINI: ob. cit.,
p. 423), regla de conducta (LUPINI BIANCHI: ob. cit., p. 198), comportamiento ético
(MADURO LUYANDO, Eloy y PITTIER SUCRE, Emilio: Curso de Obligaciones. Tomo II.
UCAB. 2001, p. 805), etc., la doctrina venezolana sigue fundamentalmente las ense-
ñanzas de BETTI, quien señala que, con relación al perfeccionamiento del contrato, la
mención a la buena fe no es otra cosa que una aplicación del criterio de rectitud
–correttezza– que se deben recíprocamente deudor y acreedor. Asimismo, el insigne
jurista italiano atribuyó a la buena fe el significado de «empeño de cooperación»,
«espíritu de lealtad», «actividad de cooperación», «respeto recíproco de los contratan-
tes»; y, además, la vinculó con el principio de solidaridad. Cfr. BETTI, Emilio: Teoria
generale delle obbligazioni. Tomo I. Giuffrè editore. Milano, 1953, pp. 80 y ss.
12
A pesar de que el artículo 1160 del Código Civil regule la buena fe respecto a la etapa
de ejecución del contrato, y el artículo 12 del Código de Procedimiento Civil con rela-
ción a la interpretación del contrato, la doctrina y la jurisprudencia venezolana unáni-
memente aceptan que la buena fe debe presidir todas las fases del contrato. Sobre este
aspecto, véase, MÉLICH-ORSINI: ob. cit., p. 423; MADURO LUYANDO y PITTIER SUCRE:
ob. cit., p. 805; RODRÍGUEZ MATOS, Gonzalo: «La buena fe en la ejecución del contrato».
En: Temas de Derecho Civil. Homenaje a Ándres Aguilar Mawdsley. Vol. II. TSJ. F. PARRA
ARANGUREN, editor. Caracas, 2004, p. 446; DOMÍNGUEZ GUILLÉN: ob. cit., pp. 5-16.
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LUPINI BIANCHI: ob. cit., p. 201, señala: «no parece posible dudar actualmente que en
Venezuela se configura al deber de comportarse conforme a cánones de lealtad,
honestidad y corrección, en la fase precontractual, como una aplicación concreta de
la buena fe en su acepción objetiva»; a pesar de ello, el autor añade valiosas precisiones
y aplicaciones en razón del relativo desarrollo doctrinal del tema.
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Entre otras sentencias, la jurisprudencia venezolana ha reconocido la buena fe como
principio de derecho contractual en: TSJ/SPA, sent. Nº 01423, del 06-11-08; y, como
principio general del derecho en TSJ/SPA, sents. Nº 03668, del 02-06-05 y Nº 00087,
del 11-02-04.
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Cfr. BRECCIA et al.: ob. cit., p. 211.
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De allí que la buena fe en sentido objetivo sea al mismo tiempo un principio del dere-
cho contractual y una cláusula general, que debe ser concretada, por el juez, atendien-
do a las circunstancias del caso concreto. En este orden de ideas, KUMMEROW: ob. cit.,
p. 163, señala: «debemos entender que, al referirse a la ‘buena fe’, lo que ha querido
recoger el Derecho positivo es un concepto que permita al juez desplazarse más libre-
mente en su apreciación de las relaciones concretas en las cuales debe constatar si se
realiza el tipo abstractamente previsto por la norma jurídica».
Breves consideraciones sobre la responsabilidad por ruptura… 321
17
En tal sentido, AMATO, Cristina: Affidamento e responsabilità. Giuffrè editore. Milano,
2012, p. 122, ha sostenido que «la protección de los intereses reconocidos como
merecedores –de tutela– por parte del ordenamiento jurídico no es, a su vez, absoluta,
sino que requiere un equilibrio entre intereses contrapuestos, sometido a la experien-
cia del juez y de la doctrina. De forma específica, los intereses apenas citados deben
medirse con el principio de libertad contractual, entendido también en sentido nega-
tivo, es decir, –libertad– de no celebrar el contrato. Por tal razón, la jurisprudencia
–no solo italiana– no considera incorrecto la ruptura de tratativas, sino la ruptura
injustificada; ni siquiera el estado avanzado de las tratativas representa, por si solo, un
motivo injustificado de ruptura, más bien es relevante la conciencia –no necesaria-
mente dolosa– de no querer/poder celebrar el contrato, quizás manteniendo tratativas
paralelas, o el inicio de ejecución de la prestación por parte de quien confió, o la pre-
sencia de cartas de intención; así como es incorrecto no respetar los compromisos
precontractuales: típicamente, la cláusula de confidencialidad» (trad. libre). Para
evitar una impropia aplicación del abuso del derecho a la libertad de contratar o no
contratar en el supuesto de la ruptura injustificada de las negociaciones, véase, LUPINI
BIANCHI: ob. cit., pp. 238 y ss.
18
De allí que DOMÍNGUEZ GUILLÉN: ob. cit., p. 545, sostenga: «si los precontratantes, por
el hecho de la realización de las tratativas, no contraen obligación alguna de permanecer
en ella, resulta evidente que el acto unilateral consistente en ponerle fin en cualquier
momento no puede por si solo generar responsabilidad, aunque pudiera generar daños
para el interlocutor. Es necesario más que una ruptura meramente intempestiva para que
nazca la obligación de resarcir. Será menester que ese retiro o acto sea culposo».
19
Las meras expectativas, que alguien haya podido crearse sin justo motivo –por
ejemplo, por excesivo optimismo o credulidad–, no merecen tutela por parte del
ordenamiento jurídico; en cuanto, la buena fe también impone la actuación diligente
de las partes. De allí que, respecto a la excesiva credulidad o, en general, la actuación
negligente rija la máxima: Nemo auditur propriam turpitudinem allegans.
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A tal fin, el juez puede tomar en cuenta diversos factores como: i. La exten-
sión del proceso de negociación, o el número de reuniones o contactos entre
las partes, y ii. las estipulaciones que las partes «ya» han acordado, o los
acuerdos parciales alcanzados; en particular, si estos se refieren a aspectos
principales o claves del futuro contrato.
En cambio, otros factores –como: i. Los aspectos o puntos en los aún no existe
acuerdo entre las partes, o que aún no han sido negociados; especialmente,
si estos están referidos a aspectos principales o claves del futuro contrato;
ii. los aspectos en los que las partes están en desacuerdo, o los problemas que
aún deberían resolver, y iii. los acuerdos o estipulaciones que deberían ser revi-
sados, en atención al desarrollo de las negociaciones– permitirían al juez cons-
tatar el nulo o limitado avance las negociaciones, respecto al perfeccionamiento
del contrato; y, en consecuencia, lo llevarían a descartar que las mismas fueron
capaces de generar confianza «legítima» en la celebración del futuro contrato.
Por otra parte, el juez debe valorar si la ruptura de las tratativas fue (in)justi-
ficada; ya que, durante la fase precontractual, las partes son libres de contra-
tar o no contratar. Por lo que pueden interrumpir las tratativas en cualquier
estado de las negociaciones, siempre que lo hagan conforme a la buena fe. En
consecuencia, la ruptura de las tratativas fundada en una justa causa no gene-
ra responsabilidad, incluso si tiene lugar en el último momento o cuando las
negociaciones presenten un estado considerable de avance, ya que la ruptura
de las tratativas fundadas en un justo motivo no viola la buena fe.
Para identificar los daños reparables debe atenderse al interés protegido por
el ordenamiento jurídico, según el tipo de responsabilidad.
20
En atención al artículo 38 del Código de Procedimiento Civil.
21
Cfr. artículo 506 del Código de Procedimiento Civil.
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Esta diferenciación fundamenta la distinción entre resarcimiento e indemnización.
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En este sentido, la doctrina italiana, BRECCIA et al.: ob. cit., p. 238, señala: «la identi-
ficación del interés protegido permite también identificar el daño resarcible, que es
distinto a aquel resarcible en la responsabilidad contractual. La pérdida sufrida –daño
emergente– y la ganancia privada –lucro cesante– (…) no se determinan como efecto
de la falta de obtención del interés en la prestación, sino como efecto de la lesión de
la expectativa respecto a la celebración del contrato o al perfeccionamiento de un con-
trato válido o no viciado. Entonces, el daño emergente estará representado por todos
los gastos realizados con miras a la celebración del contrato o por la ejecución de un
contrato que se consideraba formado. En cuanto al lucro cesante, éste no puede refe-
rirse a la prestación que la víctima quería obtener con el contrato, ya que éste no es el
interés protegido por la responsabilidad precontractual, sino que debe valorarse res-
pecto a las oportunidades que la parte ha perdido por haber legítimamente confiado
en la celebración, o en el perfeccionamiento válido del contrato» (trad. libre).
Breves consideraciones sobre la responsabilidad por ruptura… 325
24
Para DOMÍNGUEZ GUILLÉN: ob. cit., p. 546, «la regla general se sitúa en la reparación
del interés negativo, es decir, los gastos generados por tal comportamiento; no alcan-
zando los beneficios que hubiera generado el contrato no celebrado».
25
MÉLICH-ORSINI: ob. cit., p. 118.
26
DOMÍNGUEZ GUILLÉN: ob. cit., p. 543, precisa que «el contenido de la obligación de
indemnizar se ciñe en todo caso a los daños producidos por la ruptura de los tratos;
alcanza a los gastos que se hicieron en vistas a la celebración de un contrato determi-
nado, siempre que sean específicos; no se extienden así a los que se hubieran tenido
por el solo hecho de iniciar la negociación. No comprende, en general, de ganancia
dejada de obtener».
27
En tal sentido, MÉLICH-ORSINI: ob. cit., p. 118.
28
En la actualidad, el lucro cesante constituye el único daño futuro reparable en el orde-
namiento jurídico venezolano.
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Conclusión
33
En este sentido, DOMÍNGUEZ GUILLÉN: ob. cit., p. 546, señala: «por tratarse de una res-
ponsabilidad extracontractual cabe seguir la teoría de la causalidad adecuada».
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