Las Palabras Ocultas de Bahá'u'lláh
Las Palabras Ocultas de Bahá'u'lláh
Las Palabras Ocultas de Bahá'u'lláh
Autor: Bahá’u’lláh
© De la presente edición:
Editorial Bahá’í de España, 2009
Marconi, 250
08224 Terrassa (Barcelona)
www.bahi.es/editoiral
editorialbahai@bahai.es
ISBN: 84-85238-83-4
Depósito Legal:
— 7 —
‘Alí, para consolar a la dolorida hija de
Muḥammad, después del fallecimiento del
Profeta; hasta ahora, el libro permaneció
oculto al conocimiento humano. Lo descri-
be como la «dinámica levadura espiritual,
lanzada a la vida del mundo para la reo-
rientación de las mentes de los hombres, la
edificación de sus almas y la rectificación
de su conducta», y lo clasifica como pree-
minente entre las obras éticas del Autor.
Presenta en su forma sentenciosa la
suma y esencia de todas las revelaciones
del pasado. Según la profecía, todos los
Mensajeros y Profetas, incluso el Qá’im,
están reunidos bajo la sombra del sagrado
estandarte que el Prometido ha izado; bajo
ese mismo estandarte se halla la Esencia de
Sus Enseñanzas. Las Palabras Ocultas no es
una recopilación, tampoco es una declara-
ción ordenada. Es una nueva creación. Es
una destilación de todas las Sagradas Escri-
turas. Es el punto focal donde convergen
las Grandes Luminarias del pasado, unién-
dose en una sola Luz, y todos los Ayeres de
Dios se convierten en Hoy.
— 8 —
Nos es dada como una fuerza espiritual,
imbuida con la presencia de todos los Mo-
narcas Espirituales del pasado, activa, ur-
gente, expansiva, sólidamente establecida
en el corazón de la vida humana para reali-
zar la destinada regeneración de la raza.
El libro tiene dos secciones: la primera,
originalmente escrita en árabe, y la segun-
da, en persa. El lector fácilmente percibe
que el tema de las dos secciones y la for-
ma en que están dispuestas son similares,
aunque hay otras diferencias además del
idioma. La parte árabe es más corta que la
persa, (veinticinco páginas en comparación
con cuarenta y una), es más sencilla, direc-
ta, definida, ética; y la otra, más personal,
atractiva, mística, poética. Todos los versos
árabes están dirigidos al «Hijo», los persas
son muy variados: «Oh Sombra Fugaz»,
«Oh Moradores del Supremo Paraíso»,
«Oh Esencia del Deseo», «Oh Compañero
de mi Trono», «Oh Ricos de la Tierra», «Oh
Vosotros Pueblos del Mundo», «Oh Opre-
sores de la Tierra», «Oh Emigrantes», «Oh
Maleza que Brotas del Polvo» y muchas
— 9 —
otras frases contrastadas. Los versos ára-
bes van dirigidos a individuos, con la exce-
pción de los números 66, 68 y 69; la sección
persa tiene treinta y tres dirigidos a gru-
pos. El tono del Autor es distinto en las dos
partes: el escritor en árabe es un maestro
amoroso; en persa, un amante que enseña.
La sección persa se refiere más a la Mani-
festación en Sí, por ejemplo en los versos,
15, 16, 17, 23, 24, 29, 34, 35, 45, 46 y 52; y a
eventos históricos, como en los versos 19,
63 y 71. No obstante, el prólogo a la parte
arábiga que describe la naturaleza del tra-
bajo, es también aplicable a la parte persa:
«Esto es lo que ha descendido del reino de
gloria, proferido por la lengua de la fuerza
y del poder y revelado a los Profetas del
pasado...» Y el epílogo al término de la sec-
ción persa se aplica igualmente a la sección
arábiga. Además, los versos que componen
el libro, ciento cincuenta y tres, están tan
entrelazados y dependientes que forman
un todo integrado.
Obviamente, Palabras Ocultas es una de
esas obras que sólo puede ser interpretada
— 10 —
por la experiencia personal e incluso comu-
nal. Nosotros, los del crepúsculo espiritual,
quienes todavía nos hallamos mas bien en
el lado oscuro; que heredamos la tradición
general de duda y adoración al becerro de
oro, no podemos penetrar el significado
profundo de estas Palabras Ocultas, ni lo-
grar la perspectiva de la vida y del univer-
so que ellas inculcan. Han de pasar años y
generaciones hasta que el hombre pueda
liberarse de las cadenas con que ha ligado
su alma y recuperar la perspicacia perdida
por la prolongada falta de uso.
En su primer verso, Las Palabras Ocul-
tas define la verdadera meta suprema de la
vida terrenal del hombre, e indica la mane-
ra de cumplirla, esto es, mediante la apro-
piada disciplina de la voluntad y la emo-
ción. Cristo Se refirió al mismo propósito
en la Parábola de los Talentos cuando el
Señor dijo a su siervo fiel: «Sobre poco has
sido fiel, sobre mucho te pondré»3. En otra
parte de Las Palabras Ocultas4 dice que la
— 11 —
meta y esperanza del hombre es «alcanzar
el dominio sempiterno de Dios y llegar a
merecer sus dádivas invisibles»; «revestir
el alma con la unidad y eternidad divinas
que Dios ha creado para los hombres, y así
ser para toda la eternidad la revelación de
su ser eterno»; «reconocer que el hombre se
hizo para Dios; o sea, su lengua para la men-
ción de Dios, su corazón para el descenso de
Dios, su espíritu, el lugar de la revelación de
Dios»; «amar a Dios para que el amor de
Dios le pueda alcanzar5; que Dios pueda
nombrarle y llenar su alma con el espíritu
de vida»; y «entrar sin demora en el Pa-
raíso del amor de Dios, el hogar celestial
de la reunión con Él». Todas estas metas
son internas, espirituales, se refieren a
una relación particular con Dios; y una vez
alcanzadas, son seguras, ciertas, inaliena-
bles, eternas. El lugar que el hombre gana
así, es «antiguo»; es una parte del sistema
universal y fue implícito en la creación del
hombre; mediante su esfuerzo llega por fin
a lo suyo. De ninguna manera es material y
— 12 —
por lo tanto no puede disolverse. Es real a
la vista del Profeta, y por eso, permanente;
según las enseñanzas de las Palabras Ocul-
tas, nada que no sea permanente merece el
esfuerzo del hombre inteligente.
Aunque el objetivo es expresado en
lenguaje figurativo, no es menos defini-
do. Cuando se le preguntó a ‘Abdu’l-Bahá
por qué los mensajeros hablan así, se dice
que Él respondió: «Las revelaciones de
los Profetas nunca pueden ser traducidas
adecuadamente, debido a la pobreza e im-
perfección de nuestro lenguaje. Sus pensa-
mientos son tan elevados que las mentes
humanas no los comprenden. Ello explica
el uso del lenguaje alegórico: las parábolas
hacen meditar a los hombres y les hacen
orar pidiendo iluminación, para que pue-
dan entender el significado oculto. Buscar
la verdad profundiza la capacidad del
hombre y clarifica su visión, sin engendrar
el orgullo intelectual».
Con gran poder y en cien imágenes de
suma belleza, Las Palabras Ocultas muestra
que la Soberanía, Dominio, Reunión, Uni-
— 13 —
dad y Vida fueron partes del original Di-
seño Creativo de Dios; como en los versos
arábigos 3, 4, 9, 10, 11, 12, 13, 19, 32, 64, 65
y en los versos persas 23, 27, 28, 29, 30, 34.
Explica qué es el hombre y cómo fue
creado; revela que Dios, siendo aún un te-
soro oculto, velado en su ser inmemorial y
en la antigua eternidad de su esencia, co-
noció su amor por el hombre y por tanto lo
creó. Entonces no fue su amor, sino el cono-
cimiento de este amor lo que motivó a Dios
en su tarea creativa. Esta verdad profunda
y mística encuentra su paralelo en el man-
dato (del árabe 10): «Mi amor está en ti;
conócelo». Y más remotamente se refleja en
la tradicional clasificación de los «Ángeles»
en nueve órdenes, siendo los más elevados
los serafines, los ángeles del conocimiento
y la sabiduría, y en segundo lugar los que-
rubines, los ángeles del amor.
Este amor es la fortaleza del hombre;
cuando la reconoce y entra en ella, está pro-
tegido del error y la muerte, y está seguro
para siempre. El hombre es la lámpara de
Dios, hecha para derramar la luz de Dios
— 14 —
mismo. Fue creado de la arcilla del amor
y le es dada la existencia por la esencia del
conocimiento. Es el dominio de Dios y no
perece; es la luz inextinguible de Dios. Dios
le hizo aparecer del desierto de la nada y
ha decretado para su educación todo áto-
mo existente y la esencia de todo lo crea-
do. No hay paz ni descanso para él salvo
en la sumisión a Dios; no hay razón para
la tristeza, salvo en el alejamiento de Dios,
ni alegría, salvo en la cercanía a Él. Hasta
que el hombre no ame a Dios, permanecerá
separado de Él, lejos del Paraíso, insatisfe-
cho, sin descanso, más allá del alcance del
amor de Dios. Pues el hogar de Dios es el
corazón del verdadero creyente, y el hogar
del hombre es la Reunión con Dios.
Bahá’u’lláh habla de las dádivas y
oportunidades del hombre y lo convoca a
la acción. Dios le ha hecho rico y noble;
para él colocó los frutos más exquisitos
sobre el árbol de la gloria. Dios le saluda
con nuevas de luz y reunión; le fortalece
con el espíritu del poder; le guía con la luz
de su faz; le llama hacia lo eterno, le pide
— 15 —
magnificar la causa de Dios para que Él le
revele su grandeza y para que el hombre
de la tierra pueda alcanzar la victoria; le
dice que el corazón del hombre es como
un jardín donde ha de plantar únicamente
el rosal del amor, en el cual el ruiseñor del
anhelo gorjea su canción de éxtasis. Revela
que la muerte es una mensajera de alegría;
le desafía por amor a la justicia para que
sacrifique mil vidas en nombre de su Gran
Bienamado.
El sendero del alma hacia la Reunión
yace en el amor, tan desprendido, tan com-
pleto que significa el rechazo de todo sal-
vo Dios; significa separación, desinterés,
pureza. Cristo enseñó que los puros de co-
razón tendrán la bendición de ver a Dios.
El primer consejo de Las Palabras Ocultas
es el de poseer un corazón puro. Para que
el hombre ame a Dios, tiene que apartarse
de sí mismo; para buscar el beneplácito de
Dios, no puede considerar el suyo. No debe
gloriarse en su propio nombre sino en el de
Dios; no debe confiar en sí mismo sino en
Dios. No hallará paz salvo en la renuncia a
— 16 —
sí mismo, volviéndose a Dios. Abandonan-
do todo salvo a Dios, debe tornar su rostro
hacia el de Dios y, olvidándose de todo sal-
vo de Dios, debe comulgar con Él. No ha
de buscar auxiliador fuera de Dios; ningún
otro jamás le satisfará. En toda la exten-
sión del espacio y del cielo, no encontrará
descanso salvo en la humildad y sumisión
a Dios. La prueba del verdadero amor es
la fortaleza y la paciencia, y el amante sin-
cero anhela la tribulación, así como el re-
belde anhela el perdón, y el pecador, la mi-
sericordia. En verdad, el hombre debería
estar tan contento con el placer de Dios,
tan agradecido por todo lo que Él le orde-
na, que debería abandonar todo y buscar la
muerte del mártir6.
Pues, el hombre por naturaleza tiene
un yo, un ser íntimo inferior; tiene un Sa-
tanás así como también tiene un ángel. En
otra parte Bahá’u’lláh Se refiere a él como
la Esencia del Error. Aquí en Las Palabras
Ocultas, por un lado llama al hombre: «Oh
Esencia de la Negligencia», «Oh Esclavo
— 17 —
Cautivo del Mundo», «Oh Quintaesencia
de la Pasión», «Oh Maleza que Brotas del
Polvo», y por otro lado, «Oh mi Hermano»,
«Oh Compañero de mi Trono». Este yo es
incompatible con el ser superior, como lo
es el agua con el fuego; se alía con el ene-
migo de Dios; por el yo, el hombre puede
extraviarse y perderse; permanecer lejos
de Dios; pues embriaga al hombre con el
sueño de la negligencia o le lleva a una
estéril búsqueda al rivalizar con Dios7.
Considerando el panorama del pasado
Ciclo Profético, se observa que el elemen-
to malévolo del hombre ha triunfado hasta
ahora sobre el bueno. Bahá’u’lláh contem-
pla al hombre, empobrecido y abatido por
su propia voluntad y acción, ocupado con
sus propias ociosas fantasías y vanas ima-
ginaciones, desconfiado y rebelde en con-
tra de Dios, y, por lo tanto, destruyendo su
esperanza, escogiendo la vergüenza ilimi-
tada, encadenándose a este mundo y en la
7. Árabe 5,23. Persa 16, 29, 30, 31, 33, 44, 50.
— 18 —
prisión del yo, trocando el Paraíso por el
montón de polvo que es el mundo mortal8.
En todo el libro, el sutil poder destruc-
tivo del ser inferior queda al descubierto y
se advierte al hombre sobre la necesidad de
luchar en su contra constantemente y sin
compromisos. Se le ordena: «Aléjate de ti
mismo» «No habrá paz para ti, mientras no
renuncies a ti mismo; te incumbe poner tu
confianza en Mí y no en ti mismo». «Vuel-
ve tu rostro hacia el mío y renuncia a todo
salvo a Mí». «Olvídate de todo menos de
Mí»9.
Aquel que desea a Dios, se le asegura,
no ha de buscar a nadie más; aquel que
quiere contemplar Su belleza debe cerrar
sus ojos ante el mundo y a todo lo que hay
en él. La voluntad de Dios y la voluntad
de otro no pueden morar juntas en un co-
razón10. Mientras el corazón esté mancha-
do con el deseo y la pasión, no puede co-
mulgar con Dios. Si el hombre busca beber
8. Árabe 13, 14, 15, 22. Persa 21, 74.
9. Árabe 7, 8, 15, 16.
10. Persa 31.
— 19 —
del vino de la vida inmortal, debe purifi-
carse de la contaminación de la riqueza en
la fuente del desprendimiento11. Para que
la semilla de la sabiduría divina brote y se
desarrolle en el hombre, la tierra del co-
razón en que está plantada debe ser pura
y la semilla debe ser regada con las aguas
de la seguridad y la certeza12. Se advierte
al hombre que en esta Edad de Justicia, los
verdaderos fieles pueden lograr recompen-
sas nunca vistas; las normas por las cuales
se mide la fe igualmente son elevadas, y al
creyente se le pide esforzarse para que sus
acciones sean purificadas del polvo del yo
y de la hipocresía y disfrute del favor de la
corte de gloria, pues los que prueban a la
humanidad, en la santa presencia del Ado-
rado, ya sólo aceptarán la virtud absoluta y
los hechos de pureza inmaculada.
La dominación de este yo, el desprendi-
miento de deseos egoístas, es en sí la tarea
esencial que confronta el alma aspirante.
Bahá’u’lláh termina esta obra ética con un
— 20 —
desafío final para los fieles: «Ahora, que se
vea lo que revelarán vuestros esfuerzos en
el sendero del desprendimiento». El Crea-
dor ha dejado esta imperfección en la na-
turaleza del hombre y le ha dado el libre
albedrío para luchar contra ella, para que el
hombre pueda, por sus propios esfuerzos,
«merecer conocerme (a Dios) y reflejar Mi
Belleza».
Si no existiese el yo, el hombre no po-
dría ganar la alabanza y recompensa; quizá
no sería puesto a prueba ni sufriría tribula-
ción, pues no sería más que un autómata.
Esta exigencia de esfuerzo, este privilegio
del libre albedrío puede convertir al plane-
ta en un lugar de tormento, pero también
lo hace el campo de una posible victoria,
una arena donde el logro moral es verda-
deramente un hecho del hombre, alcanza-
do bajo la ley munificente de la justicia, por
su propio conocimiento, determinación y
acción. En el «mundo venidero», no existe
esta oportunidad de lograr el mérito. Allí,
para su progreso, el hombre no depende
de su esfuerzo y justicia, sino de la mise-
— 21 —
ricordia de Dios. Por lo tanto, Bahá’u’lláh
aconseja al hombre aprovechar esta opor-
tunidad aquí y ahora, pues no se repetirá.
Los fuegos del infierno, como se explica en
otra parte, es estar consciente de las inapre-
ciables oportunidades desechadas y ahora
perdidas para siempre.
Las Palabras Ocultas es un signo de
la victoria de Dios y el cumplimiento de
su antiguo propósito para la humani-
dad. Jamás ha sido revelado ningún libro
resplandeciente con tanta intensidad de
luz, ni pudo haber sido otorgado anterior-
mente a la humanidad. Contiene la suma
de todas las Revelaciones, colmadas en su
integridad, renovadas en poder, y llevadas
a la perfección de la unidad, mediante las
coronadoras palabras de Bahá’u’lláh. Es la
Insignia de la unicidad de todos los Profe-
tas de Oriente y Occidente, desde el princi-
pio hasta el presente; la Insignia de esa Fe
Universal sobre la cual se edificará la Más
Grande Paz.
George Townshend
— 22 —
LAS PALABRAS OCULTAS
— 27 —
de ser. En verdad, la justicia es Mi ofrenda
a ti y el signo de Mi amorosa bondad. Tenla
pues ante tus ojos. 2
— 28 —
¡OH HIJO DEL SER!
u Paraíso es Mi amor; tu morada ce-
T lestial, la reunión conmigo. Entra en
ella y no tardes. Esto es lo que ha sido desti-
nado para ti en nuestro reino de lo alto y en
nuestro exaltado dominio. 6
— 29 —
¡OH HIJO DEL SER!
i amor es Mi fortaleza; quien entra en
M ella está salvo y seguro, y aquel que se
aparta, sin duda se extraviará y perecerá. 9
— 30 —
¡OH HIJO DEL SER!
on las manos del poder te hice y con
C los dedos de la fuerza te creé; y dentro
de ti deposité la esencia de Mi luz. Contén-
tate con ella y no busques nada más, pues
Mi obra es perfecta y Mi mandato es ine-
ludible. No lo cuestiones ni lo pongas en
duda. 12
— 31 —
¡OH HIJO DEL HOMBRE!
ú eres Mi dominio y Mi dominio no pe-
T rece, ¿por qué temes perecer? Tú eres
Mi luz y Mi luz jamás será extinguida, ¿por
qué temes la extinción? Tú eres Mi gloria y
Mi gloria no se desvanece; tú eres Mi man-
to y Mi manto no se desgastará nunca. Per-
manece, pues, en tu amor hacia Mí, para
que puedas encontrarme en el reino de la
gloria. 14
— 32 —
esencia de Mi mandato; vuélvete, pues, ha-
cia ello. 16
— 33 —
¡OH HIJO DEL ESPÍRITU!
i derecho sobre ti es grande; no pue-
M de ser olvidado. Mi gracia para conti-
go es abundante; no puede ser velada. Mi
amor ha fijado en ti su hogar; no puede ser
ocultado. Mi luz te es manifiesta; no puede
ser oscurecida. 20
— 34 —
¡OH HIJO DEL SUPREMO!
e llamo a lo eterno; mas tú buscas lo
T que perece. ¿Qué te ha hecho apartarte
de Nuestro deseo y buscar el tuyo? 23
— 35 —
demás? Quien así obra es maldecido por
Mí. 26
— 36 —
aquello que no haces. Este es Mi mandato
para ti; obsérvalo. 29
— 37 —
¡OH HIJO DEL ESPÍRITU!
on las gozosas nuevas de la luz Yo te
C saludo: ¡regocíjate! A la corte de santi-
dad te llamo; permanece en ella para que
puedas vivir en paz eternamente. 33
— 38 —
¡OH HIJO DEL HOMBRE!
egocíjate en la alegría de tu corazón,
R para que seas digno de encontrarme y
de reflejar Mi belleza. 36
— 39 —
¡OH HIJO DEL HOMBRE!
unque atravesaras veloz la inmensidad
A del espacio y recorrieras la extensión
del cielo, aún no encontrarías paz salvo en
la sumisión a nuestro mandato y en la hu-
mildad ante nuestro semblante. 40
— 40 —
¡OH HIJO DEL SER!
az mención de Mí en Mi tierra, para
H que Yo te recuerde en Mi cielo; así en-
contrarán solaz Mis ojos y los tuyos. 43
— 41 —
¡OH HIJO DEL HOMBRE!
ondera y reflexiona. ¿Es tu deseo mo-
P rir en tu lecho o derramar tu sangre en
el polvo, un mártir en Mi sendero, y así lle-
gar a ser la manifestación de Mi mandato y
el revelador de Mi luz en el más alto paraí-
so? Juzga como es debido, ¡oh siervo! 46
— 42 —
¡OH HIJO DEL HOMBRE!
l verdadero amante ansía la tribulación
E como el rebelde anhela el perdón y el
pecador la misericordia. 49
— 43 —
¡OH HIJO DEL HOMBRE!
i te llegase la prosperidad, no te regoci-
S jes y, si te sobreviniese la humillación,
no te aflijas, pues ambas pasarán y dejarán
de ser. 52
— 44 —
¡OH HIJO DEL SER!
o te ocupes con este mundo, pues con
N fuego probamos el oro y con oro pro-
bamos a nuestros siervos. 55
— 45 —
glorioso, si tan sólo pudieras ver con Mi
ojo. 57
— 46 —
¡OH HIJO DEL HOMBRE!
sciende a Mi cielo para que logres el
A gozo de la reunión y bebas el vino in-
comparable del cáliz de gloria imperece-
dera. 61
— 47 —
ociosas fantasías y entra en Mi corte para
que seas digno de la vida eterna y merezcas
encontrarme. Así, tal vez no te sobrevenga
la muerte, ni la fatiga, ni la aflicción. 63
— 48 —
mandato, como una señal de Mi amorosa
bondad hacia Mis siervos y de misericordia
hacia Mi pueblo. 65
— 49 —
¡OH HIJOS DE LOS HOMBRES!
o sabéis por qué os hemos creado a to-
N
¿ dos del mismo polvo? Para que nadie
se exalte a sí mismo por encima de otro.
Ponderad en todo momento en vuestros
corazones cómo fuisteis creados. Puesto
que os hemos creado a todos de la misma
substancia, os incumbe, del mismo modo,
ser como una sola alma, caminar con los
mismos pies, comer con la misma boca y
habitar en la misma tierra, para que desde
lo más íntimo de vuestro ser, mediante
vuestros hechos y acciones, se manifiesten
los signos de la unicidad y la esencia del
desprendimiento. Tal es Mi consejo para
vosotros, ¡oh concurso de la luz! Prestad
atención a este consejo para que obtengáis
el fruto de la santidad del árbol de mara-
villosa gloria. 68
— 50 —
¡OH VOSOTROS HIJOS DEL ESPÍRITU!
ois Mi tesoro, ya que en vosotros he ate-
S sorado las perlas de Mis misterios y las
joyas de Mi conocimiento. Protegedlas de
los extraños entre Mis siervos y de los im-
píos entre Mi pueblo. 69
— 51 —
velado. Si esto no estuviera en tu poder,
haz entonces tu tinta de la esencia de tu
corazón. Si no pudieras hacerlo, entonces
escribe con aquella tinta carmesí que ha
sido derramada en Mi sendero. Esto es,
en verdad, más dulce para Mí que todo lo
demás, para que su luz perdure para siem-
pre. 71
— 52 —
LAS PALABRAS OCULTAS
— 55 —
¡OH HIJO DEL ESPÍRITU!
l pájaro busca su nido; el ruiseñor, el
E encanto de la rosa; mientras que esos
pájaros, los corazones de los hombres, con-
tentos con el polvo transitorio, se han ex-
traviado lejos de su nido eterno y con los
ojos puestos en la negligencia más profun-
da están desprovistos de la gloria de la pre-
sencia divina. ¡Ay! Qué extraño y lamenta-
ble; por un mero sorbo, se han apartado
de los ondeantes mares del Altísimo y han
permanecido lejos del horizonte más glo-
rioso. 2
¡OH AMIGO!
n el jardín de tu corazón no plantes
E sino la rosa del amor, y no te desligues
del ruiseñor del afecto y del deseo. Atesora
la compañía de los justos y elude toda aso-
ciación con los impíos. 3
— 56 —
¡OH HIJO DE LA JUSTICIA!
dónde puede ir un amante sino a la
A
¿ tierra de su amada? ¿Y qué buscador
encuentra descanso lejos del deseo de su
corazón? Para el verdadero amante la reu-
nión es vida y la separación es muerte. Su
pecho está desprovisto de paciencia y su
corazón no tiene paz. A una miríada de
vidas renunciaría él para apresurarse a la
morada de su amada. 4
— 57 —
¡OH HIJO DE LA TIERRA!
abe, ciertamente, que el corazón en el
S que aún perdure el menor remanente de
envidia, nunca alcanzará Mi dominio eter-
no, ni aspirará los dulces aromas de santi-
dad que emanan de Mi sagrado reino. 6
— 58 —
espíritu y apresúrate hacia la corte del Altí-
simo. 8
— 59 —
¡OH HIJO DEL POLVO!
iega tus ojos, para que veas Mi belleza;
C tápate los oídos para que oigas la dulce
melodía de Mi voz; vacíate de todo saber,
para que compartas Mi conocimiento; y
santifícate de las riquezas, para que ob-
tengas una parte perdurable del océano de
Mi eterna riqueza. Ciega tus ojos, esto es, a
todo salvo a Mi belleza; tápate los oídos a
todo excepto a Mi palabra; vacíate de todo
saber salvo del conocimiento de Mí, para
que con una visión clara, un corazón puro
y un oído atento, entres en la corte de Mi
santidad. 11
— 60 —
¡OH MIS HIJOS!
emo que, privados de la melodía de
T la paloma celestial, os hundáis nueva-
mente en las sombras de la perdición ab-
soluta y, sin haber contemplado nunca la
belleza de la rosa, retornéis al agua y a la
arcilla. 13
¡OH AMIGOS!
o abandonéis la belleza eterna por una
N belleza que ha de morir, ni pongáis
vuestro afecto en este mundo mortal de
polvo. 14
— 61 —
¡OH ESENCIA DE LA NEGLIGENCIA!
iríadas de lenguas místicas se expresan
M en un lenguaje y miríadas de misterios
ocultos son revelados en una sola melodía;
pero, ¡ay!, no existe oído que escuche ni co-
razón que comprenda. 16
¡OH COMPAÑEROS!
as puertas orientadas hacia el Irres-
L tringido están abiertas de par en par
y la habitación del amado está adornada
con la sangre de los amantes; sin embar-
go, todos salvo unos pocos siguen priva-
dos de esta ciudad celestial, y aún entre
estos pocos no se ha encontrado más que
un puñado insignificante con el corazón
puro y el espíritu santificado. 17
— 62 —
¡OH VOSOTROS MORADORES DEL MÁS
ALTO PARAÍSO!
roclamad a los hijos de la certeza que
P en los reinos de santidad, cerca del
paraíso celestial, ha aparecido un nuevo
jardín, alrededor del cual circulan los ha-
bitantes del reino de lo alto y los morado-
res inmortales del exaltado paraíso. Esfor-
zaos, pues, por alcanzar esa posición, para
que de sus anémonas desenmarañéis los
misterios del amor, y de sus frutos eternos
aprendáis el secreto de la divina y consu-
mada sabiduría. ¡Solazados son los ojos de
quienes entran y moran en él! 18
— 63 —
paraíso todo glorioso? Sobrecogidos escu-
chasteis cuando pronuncié estas tres san-
tísimas palabras: ¡Oh amigos! No prefiráis
vuestra voluntad a la Mía; nunca deseéis
aquello que Yo no he deseado para voso-
tros, y no os acerquéis a Mí con corazones
sin vida, manchados de deseos y anhelos
mundanos. Si tan sólo santificarais vuestras
almas, en este mismo instante recordaríais
aquel lugar y aquellas cercanías, y la ver-
dad de Mis palabras se haría evidente para
todos vosotros. 19
— 64 —
go, ni un sólo hálito de pureza ha llegado
de vosotros hasta Nuestra corte de santi-
dad. Aunque sumergidos en el océano de
la incredulidad, sin embargo con vuestros
labios profesáis la única y verdadera fe de
Dios. Aquel a quien Yo detesto, vosotros le
habéis amado, y de Mi enemigo habéis he-
cho un amigo. No obstante, camináis sobre
Mi tierra complacidos y satisfechos de vo-
sotros mismos, sin reparar en que Mi tierra
está cansada de vosotros y que todo cuan-
to hay en ella os rehuye. Si sólo abrierais
vuestros ojos, en verdad preferiríais una
miríada de aflicciones a esta alegría y con-
sideraríais la muerte misma mejor que esta
vida. 20
— 65 —
Estoy cerca de ti en todo momento, pero tú
estás siempre lejos de Mí. He escogido glo-
ria imperecedera para ti, pero tú has ele-
gido vergüenza sin límite para ti mismo.
Mientras aún haya tiempo, vuelve y no
pierdas tu oportunidad. 21
— 66 —
¡OH HABITANTES DE LA CIUDAD DEL
AMOR!
áfagas mortales han acosado al cirio
R eterno y la belleza del Joven celestial
está velada en la oscuridad del polvo. El
príncipe de los monarcas del amor está
agraviado por el pueblo de la tiranía y la
paloma de santidad está presa en las garras
de las lechuzas. Los habitantes del pabe-
llón de gloria y el concurso celestial lloran
y se lamentan, mientras que vosotros repo-
sáis en el reino de la negligencia y os consi-
deráis entre los verdaderos amigos. ¡Cuán
vanas son vuestras imaginaciones! 23
— 67 —
que parece brillante y luminosa, descarría
a los viajeros de Mi ciudad hacia los sende-
ros de la perdición. 24
— 68 —
extraño, para que el Amigo entre en Su mo-
rada. 26
— 69 —
didad ocupado con otros fuera de Mí. Por
eso, como el rayo del espíritu, volví a los
reinos de gloria celestial y no lo mencioné
a las huestes de santidad en Mis retiros de
lo alto. 28
— 70 —
satento y, cuando hubiste crecido, olvidaste
todas Mis munificencias y te ocupaste con
tus ociosas imaginaciones, de tal modo que
te volviste completamente olvidadizo y,
apartándote de los portales del Amigo, mo-
raste en las cortes de Mi enemigo. 29
— 71 —
el fuego y el agua, no pueden morar juntas
en un mismo corazón. 31
¡OH MI HERMANO!
scucha las deleitosas palabras de Mi
E melosa lengua y bebe el torrente de
santidad mística de Mis labios azucarados.
Siembra las semillas de Mi sabiduría divi-
na en la tierra pura de tu corazón y riégalas
con el agua de la certeza, para que los jacin-
tos de Mi conocimiento y sabiduría broten
— 72 —
frescos y verdes en la sagrada ciudad de tu
corazón. 33
— 73 —
do nada salvo la más pura virtud y las ac-
ciones de santidad inmaculada. 35
— 74 —
Está registrado y escrito en la primera línea
de la Tabla, y oculto en el santuario del taber-
náculo de Dios:
¡OH MI SIERVO!
o abandones un dominio eterno por
N aquello que perece y no deseches la
soberanía celestial por un deseo mundano.
Este es el río de vida eterna que ha fluido
del manantial de la pluma del misericor-
dioso; ¡dichosos aquellos que beben! 37
— 75 —
¡OH VÁSTAGO DEL POLVO!
o te contentes con la comodidad de un
N día pasajero y no te prives del descan-
so eterno. No trueques el jardín de deli-
cia eterna por el cúmulo de polvo de un
mundo mortal. Asciende desde tu prisión
a los gloriosos prados de lo alto y desde tu
jaula mortal alza tu vuelo hacia el paraíso
del Irrestringido. 39
¡OH MI SIERVO!
ibérate de las cadenas de este mundo
L y suelta tu alma de la prisión del yo.
Aprovecha tu oportunidad, pues no vol-
verá a ti nunca más. 40
— 76 —
otro es un misterio que nadie sino el puro
de corazón puede comprender. 41
¡OH MI SIERVO!
urifica tu corazón de la malevolencia
P y, libre de envidia, entra en la divina
corte de santidad. 42
— 77 —
¡OH COMPAÑERO DE MI TRONO!
o escuches lo malo ni lo mires, no te
N degrades a ti mismo, ni suspires ni
llores. No hables lo malo, para que no lo
oigas decir a ti, y no agrandes las faltas de
los demás para que tus propias faltas no
parezcan grandes; y no desees la degrada-
ción de nadie, para que no se exponga tu
propia degradación. Vive pues los días de
tu vida, que son menos que un momento
efímero, con tu mente limpia, tu corazón
inmaculado, tus pensamientos puros y
tu naturaleza santificada, para que libre
y contento te desprendas de este cuerpo
mortal, te dirijas al paraíso místico y habi-
tes en el reino eterno para siempre. 44
— 78 —
vuestros corazones en fantasías satánicas.
Os hincáis de rodillas ante vuestra vana
imaginación y la llamáis verdad. Volvéis
vuestros ojos hacia la espina y la deno-
mináis flor. No habéis exhalado un sólo
hálito de pureza, ni ha soplado la brisa
del desprendimiento desde los prados de
vuestros corazones. Habéis arrojado a los
vientos los amorosos consejos del Biena-
mado y los habéis borrado completamen-
te de las tablas de vuestros corazones, y
como las bestias del campo vivís y os mo-
véis en los pastos del deseo y la pasión. 45
— 79 —
Los dulces aromas de santidad están so-
plando y el hálito de munificencia flota en
el aire, sin embargo, todos estáis gravemen-
te afligidos y privados de ello. ¡Ay de voso-
tros y de quienes andan en vuestras sendas
y siguen vuestros pasos! 46
¡OH HERMANOS!
ed indulgentes unos con otros y no pon-
S gáis vuestro afecto en las cosas munda-
nas. No os enorgullezcáis de vuestra gloria,
ni os avergoncéis de la degradación. ¡Por
— 80 —
Mi belleza! He creado todas las cosas del
polvo y al polvo las haré regresar de nue-
vo. 48
— 81 —
¡OH HIJO DE MI SIERVA!
o te inquietes en la pobreza ni te con-
N fíes en la riqueza, pues la pobreza es
seguida por la riqueza y la riqueza es se-
guida por la pobreza. Sin embargo, ser po-
bre en todo salvo en Dios es una dádiva
maravillosa; no desestimes su valor, pues
al final esto te hará rico en Dios, y así co-
nocerás el significado de la expresión: «En
verdad vosotros sois los pobres», y las
santas palabras: «Dios es el poseedor de
todo», alborearán gloriosamente resplande-
cientes como la verdadera mañana desde el
corazón del amante, y morarás seguro en el
trono de la riqueza. 51
— 82 —
gado el amor de otro fuera de Mí. Prestad
oído a los dichos del Amigo y volveos hacia
Su paraíso. Los amigos mundanos, buscan-
do su propio bien, aparentan amarse el uno
al otro, en tanto que el verdadero Amigo os
ha amado y os ama por vosotros mismos;
de hecho, Él ha sufrido innumerables aflic-
ciones por guiaros. No seáis desleales a se-
mejante Amigo, más bien apresuraos hacia
Él. Tal es el sol de la palabra de verdad y fi-
delidad, que ha alboreado sobre el horizon-
te de la pluma del Señor de todos los nom-
bres. Abrid vuestros oídos para que podáis
escuchar la palabra de Dios, el que ayuda en
el peligro, el que subsiste por Sí mismo. 52
— 83 —
salvo unos pocos, de ningún modo alcan-
zarán la corte de Su presencia ni entrarán
en la ciudad del contento y la resignación.
Bienaventurado es, pues, aquel que siendo
rico no es inhibido por su riqueza del reino
eterno, ni es privado por ella del dominio
imperecedero. ¡Por el Más Gran Nombre!
¡El esplendor de semejante rico iluminará
a los moradores del cielo, del mismo modo
que el sol alumbra a la gente de la tierra! 53
— 84 —
de la pobreza; para que puedas beber de
la fuente del desprendimiento el vino de la
vida inmortal. 55
— 85 —
¡OH HIJO DE MI SIERVA!
i buscas la gracia del Espíritu Santo,
S asóciate con el justo, pues él ha bebido
la copa de la vida eterna de las manos del
Copero inmortal y, al igual que la verdade-
ra mañana, aviva e ilumina los corazones
de los muertos. 58
¡OH NEGLIGENTES!
o penséis que los secretos de los cora-
N zones están ocultos; es más, sabed con
certeza que están grabados con caracteres
claros y abiertamente manifiestos en la sa-
grada Presencia. 59
¡OH AMIGOS!
n verdad os digo: todo lo que habéis
E ocultado en vuestros corazones Nos es
claro y manifiesto como el día; pero que
esté oculto se debe a Nuestra gracia y favor
y no a vuestro merecimiento. 60
— 86 —
¡OH HIJO DEL HOMBRE!
e derramado una gota de rocío del
H insondable océano de Mi misericor-
dia sobre los pueblos del mundo; sin em-
bargo, no he encontrado a nadie que se
vuelva hacia ella, puesto que todos se han
vuelto del vino celestial de la unidad ha-
cia las detestables heces de la impureza,
y contentos con la copa mortal han recha-
zado el cáliz de la inmortal belleza. Vil es
aquello con lo que se contentan. 61
— 87 —
os habéis apartado de Mi vino sagrado e
inmortal y os habéis vuelto hacia el agua
evanescente? 62
— 88 —
¡OH REBELDES!
i indulgencia os ha envalentonado y
M Mi paciencia os ha vuelto negligentes,
de tal modo que habéis espoleado el fogoso
corcel de la pasión por caminos peligrosos
que conducen a la destrucción. ¿Habéis
creído que soy negligente o que no estaba
informado? 65
¡OH EMIGRANTES!
e destinado la lengua para la mención
H de Mí, no la manchéis con la difama-
ción. Si el fuego del yo os venciera, recor-
dad vuestras propias faltas y no las faltas
de Mis criaturas, puesto que cada uno de
vosotros se conoce a sí mismo mejor que a
los demás. 66
— 89 —
¡OH HIJOS DE LA FANTASÍA!
abed ciertamente que, cuando la radian-
S te mañana amanezca sobre el horizonte
de santidad eterna, los secretos y hechos
satánicos cometidos en la oscuridad de la
noche serán puestos al descubierto y mani-
fiestos ante los pueblos del mundo. 67
— 90 —
ciones se purifiquen del polvo del yo y la
hipocresía, y encuentren favor en la corte
de gloria; pues dentro de poco, los ensaya-
dores de la humanidad no aceptarán, en la
sagrada presencia del Adorado, nada sino
absoluta virtud y acciones de inmaculada
pureza. Este es el sol de la sabiduría y del
misterio divino que ha resplandecido sobre
el horizonte de la voluntad divina. Bendi-
tos aquellos que se vuelven hacia él. 69
— 91 —
¡OH MIS AMIGOS!
ecordad aquel convenio que hicisteis
R conmigo en el Monte Párán, situado
en los sagrados recintos de Zamán. Tomé
como testigos al concurso de lo alto y a los
moradores de la ciudad de la eternidad, sin
embargo, ahora no encuentro a nadie fiel al
convenio. Sin duda el orgullo y la rebeldía
lo han borrado de los corazones, de modo
tal que no queda de él ningún rastro. Aun
sabiendo esto, he esperado y no lo he reve-
lado. 71
¡OH MI SIERVO!
res como una espada de excelente tem-
E ple, oculta en la oscuridad de su vaina
y cuyo valor está velado al conocimiento
del artífice. Sal por tanto de la vaina del yo
y del deseo para que tu valor se manifieste y
resplandezca ante todo el mundo. 72
— 92 —
¡OH MI AMIGO!
ú eres el sol de los cielos de Mi santi-
T dad, no dejes que la corrupción del
mundo eclipse tu esplendor. Rasga el velo
de la negligencia para que emerjas resplan-
deciente de detrás de las nubes y adornes
todas las cosas con el atavío de la vida. 73
— 93 —
¡OH HIJOS DE LA NEGLIGENCIA!
o pongáis vuestro afecto en la sobe-
N ranía mortal, ni os regocijéis en ella.
Sois como el pájaro incauto que plenamente
confiado gorjea sobre la rama; hasta que de
repente la Muerte cazadora lo derriba sobre
el polvo, y la melodía, la forma y el color
desaparecen sin dejar rastro. Por tanto, te-
ned cuidado, ¡oh esclavos del deseo! 75
— 94 —
¡OH HIJO DE LA JUSTICIA!
urante la noche la belleza del Ser
D inmortal se trasladó desde la cima
esmeralda de la fidelidad hacia el Sadra-
tu’l-Muntahá, y lloró con tal llanto que el
concurso de lo alto y los moradores de los
reinos del cielo gimieron por Su lamento.
Entonces, se oyó la pregunta: ¿por qué
esos lamentos y esos llantos? Él respondió:
Como se me ordenara esperé expectante
en la montaña de la lealtad, mas no aspiré
la fragancia de fidelidad de quienes habi-
tan en la tierra. Luego, llamado a regresar
contemplé, y ¡he aquí! algunas palomas de
santidad eran atormentadas por las gar-
ras de los perros de la tierra. Entonces la
Doncella del cielo salió apresuradamente,
sin velos y resplandeciente, de Su místi-
ca mansión, y preguntó por sus nombres,
y todos fueron mencionados salvo uno. Y
cuando se instó, su primera letra fue pro-
nunciada; entonces los moradores de los
— 95 —
aposentos celestiales salieron precipitada-
mente de sus moradas de gloria. Y cuando
la segunda letra fue pronunciada, cayeron
sobre el polvo todos y cada uno de ellos. En
ese momento se oyó una voz desde el san-
tuario más íntimo: «Hasta aquí y no más».
En verdad, damos testimonio de lo que han
hecho y de lo que están haciendo ahora. 77
— 96 —
¡OH HIJO DEL DESEO!
asta cuándo te remontarás en los rei-
H nos del deseo? Te he otorgado alas
para que vueles hacia los reinos de mística
santidad y no hacia las regiones de fantasía
satánica. También te he dado un peine
para que peines Mis negros cabellos y no
para que laceres Mi garganta. 79
— 97 —
¡OH MI SIERVO!
os más viles de los hombres son
L aquellos que no dan ningún fruto en la
tierra. Tales hombres son en verdad consi-
derados entre los muertos; es más, ante la
vista de Dios, mejores son los muertos que
esas almas ociosas e inútiles. 81
¡OH MI SIERVO!
os mejores de los hombres son aquellos
L que se ganan el sustento con su profe-
sión y lo gastan en sí mismos y en sus fami-
lias por amor a Dios, el Señor de todos los
mundos. 82
— 98 —
GLOSARIO
— 99 —
Grande de Dios es Bahá, el cual significa glo-
ria, esplendor o luz. Bahá, o cualquiera de sus
derivados tales como Abhá, además de ciertas
frases como Alláh’u’-Abhá, Yá Bahá’u’lláh o
Yá Baha’u’l-Abhá, todos se refieren al Nombre
más Grande. Yá Bahá’u’l-Abhá es una invoca-
ción que también puede traducirse como: «Oh
Gloria de las Glorias» o «Oh Gloria del Todo
Glorioso».
5. Paraíso: Jardín Celestial; estado de bienaven-
turanza. La Manifestación es «El Ruiseñor del
Paraíso»; Su Revelación, «el susurro de las
hojas del Paraíso»; «El amor de Dios» es en sí
mismo el Paraíso.
6. Párán: Cadena de montañas situadas al norte
del Sinaí y al sur de Seir; todas ellas consagra-
das como lugares de revelación. Temán queda
al noroeste de Edom, no lejos de Párán. Véase
Hab. 3:3. Moisés usa «Párán» refiriéndose en
especial a Muḥammad y “Seir” refiriéndose a
Jesucristo. «Dijo: “El Señor vino de Sinaí y de
Seir salió a ellos; resplandeció desde la mon-
— 100 —
taña de Párán y vino con diez mil santos; con
ley de fuego en Su diestra para ellos”». (Deut.
33:2.) Aquí predice Moisés la venida de tres re-
velaciones y tres profetas después de Él, sien-
do el último de ellos Bahá’u’lláh. Ismael (Gén.
21:21) estableció los pueblos árabes en Párán.
7. Quintaesencia: Supuesta quinta esencia, la del
cielo, además de los cuatro elementos de la tie-
rra; por lo tanto, última o más alta esencia de
algo.
8. Sabá: Ciudad de la Arabia meridional; citada
en Génesis 10:28; I Reyes 10; II Crónicas 9. Sim-
bólicamente significa morada, hogar.
9. Sadratu’l-Muntahá: Nombre de un árbol que
los árabes plantaban antiguamente al final de
un camino, para que sirviera de guía. Como
símbolo denota a la Manifestación de Dios en
Su Día. En los Escritos Bahá’ís, un símbolo de
la Manifestación de Dios, el «Arbol más allá
del cual ni los hombres ni los ángeles pueden
pasar»; específicamente, Bahá’u’lláh. Algunas
veces es denominado el Divino o Sagrado Ár-
— 101 —
bol del Loto. «Árboles de Loto Gemelos»: el
Báb y Bahá’u’lláh.
10. Sagrados recintos de Zamán: Sagrados recintos
del tiempo.
11. Satánico: En los Escritos Bahá’ís, los términos
«satán» y «satánico» se usan metafóricamente
para referirse al lado más bajo, vil y egoísta de
los seres humanos en contraste con su aspecto
más alto, virtuoso y desinteresado. Los bahá’ís
no creen que el mal se origina en una criatu-
ra llamada Satán pero sí en que la capacidad
para acciones «satánicas», al igual que la capa-
cidad para el bien, existe en el hombre mismo.
Bahá’u’lláh explica: «Sabed en verdad que el
conocimiento es de dos clases: Divino y Satá-
nico. El uno mana de la fuente de divina inspi-
ración; el otro es sólo un reflejo de pensamien-
tos vanos y obscuros. El origen del primero es
Dios mismo; la fuerza motriz del segundo, los
susurros de deseos egoístas».
— 102 —
12. Tabla: Término que designa una epístola sa-
grada que contiene una revelación. Se men-
ciona en el Corán (7:142), que Dios dio la Ley
a Moisés en tablas: «Y le escribimos en tablas
[alwaḥ plural de lawḥ] advertencias sobre todo
asunto». En los Escritos Bahá’ís se usa este tér-
mino en el título de algunos Escritos revelados
por Bahá’u’lláh y ‘Abdu’l-Bahá. También se
usa para referirse de una forma genérica a sus
obras escritas.
13. Vino: Aunque el beber alcohol está prohibido
en el Kitáb-i-Aqdas, el vino se usa frecuen-
temente como una metáfora en los Escritos
Bahá’ís: «El sello del Vino escogido de Su
Revelación ha sido roto en este Día y en Su
Nombre, el Auto Suficiente. Su gracia se está
vertiendo sobre los hombres. Llena tu copa y
bébela en Su Nombre, el Más Santo, el Todo
Alabado».
— 103 —