Woyzeck
Woyzeck
Woyzeck
Woyzeck
REPARTO
FRANCISCO WOYZECK
MARÍA
CHRISTIAN, el hijo de ambos
CAPITÁN
DOCTOR
TAMBOR MAYOR
ANDRÉS
MARGARITA, una vecina de María
EL POSADERO de una taberna.
CARLOS, un idiota
KATI
1. CUARTEL
El CAPITÁN y WOYZECK
El CAPITÁN en una silla. WOYZECK lo afeita.
CAPITÁN: Ya lo noto, hay algo muy ligero ahí afuera; un viento así me asusta
como un ratón. Creo que va a soplar de norte a sur.
CAPITÁN: ¡Ja, ja, ja!, ¡de norte a sur! ¡Ja, ja, ja! Oh, qué tonto eres,
horriblemente tonto. Woyzeck, eres una buena persona, una
buena persona... pero, Woyzeck, no tienes moralidad. Moralidad
es cuando uno es moral, ¿comprendes? Es una palabra buena.
Tienes un hijo sin la bendición de la iglesia, y como dice nuestro
muy reverendo capellán, sin la bendición de la iglesia no es hijo
mío.
WOYZECK: Mi capitán, dios no va a amar menos a la pobre criatura porque no
le hayan echado la bendición antes de hacerla. El señor ha dicho:
dejad que los niños vengan a mí.
WOYZECK: Así somos los pobres. Mire usted, mi capitán: plata, todo depende
de la plata. El que no tiene plata ¿cómo hace para traer al mundo
de manera moral a una criatura? Uno es también es de carne y
hueso. Los pobres somos desgraciados, en este mundo y en el
otro. Yo creo que si fuéramos al cielo, tendríamos que ayudar a
tronar.
CAPITÁN: Está bien Woyzeck. Eres una buena persona, una buena persona.
Pero piensas demasiado, eso desgasta, siempre tienes ese aspecto
tenso, nervioso… Esta conversación contigo me dejó agotado. Vete
ya y no corras tanto; despacio calle abajo.
2. VENTANA
MARÍA: ¿Y qué? Lleve los suyos al judío para que se los limpie, a lo mejor
le brillan también y puede venderlos por dos reales.
MARGARITA: ¡Miren quien habla! ¡La pureza en pasta! Yo soy una persona
decente, pero usted… todos saben que es capaz de mirar a través
de siete pares de calzones de cuero.
Llaman a la ventana.
WOYZECK: Volvió a pasar, María. Pasaron muchas cosas. ¿No está escrito: “Y
he aquí que subía una humareda de la tierra, semejante a la
humareda de una hoguera”?
MARIA: ¡Francisco!
WOYZECK: Tengo que irme. Nos vemos por la noche… vamos a la feria…
Ahorré unos pesos. (Sale).
VIEJO.-
Niño
Nada dura en esta vida.
Al fin todos moriremos,
Eso es cosa bien sabida.
WOYZECK.-
Sí ¡Así se baila! ¡Pobre hombre, que viejo! ¡Pobre niño, que joven! Venga,
María, ¿quieres que te lleve? Un hombre tiene que... para poder comer.
¡Mundo! ¡Hermoso es el mundo!
PREGONERO.- ¡Señoras! ¡Caballeros! Vean ustedes la criatura tal y como dios la
formó nada, nada de nada. Vean ahora el arte anda derecho, lleva
levita y pantalón, lleva un sable. ¡Así! ¡Haz reverencia! Así se hace.
¡Hecha un beso! (Toca la trompeta) Michel entiende de música.
Señoras y señores, vean aquí presentes al caballo astronómico y
estos bonitos canarios cantores: son los favoritos de todos los
potentados de Europa y miembros de todas las sociedades
científicas. Le leen el provenir a todo el mundo, cuántos años tiene
uno, cuántos hijos, qué enfermedades; sabe disparar con pistola y
andar cojeando. Educación, sólo educación; tienen un raciocinio
animal o más bien una animalidad dotada de raciocinio. No es una
bestia irracional, como tantas personas, a excepción del
distinguido público. ¡Pasen, señores! ¡Empieza la función, el
comienzo del comienzo va a dar inmediatamente!
Vean los adelantos de la civilización. Todo progresa, el caballo, el mono, el canario.
El mono ya es un soldado, todavía no es mucho, el escalón más
bajo del género humano. Principia la representación. ¡El inicio, el
inicio! ¡El comienzo va a dar comienzo inmediatamente!
WOYZECK.- ¿Tú quieres?
MARÍA.- ¿Por qué no? Bien lindo que será. Que borlas le cuelgan al hombre y la
mujer
lleva pantalones.
SUBOFICIAL.- ¡Ahora! ¡mira! ¿La vez? ¡Qué mujer!
TAMBOR MAYOR. - ¡Demonios! ¡Qué buena para la reproducción de regimientos
de coraceros y para la cría de tambores mayores!
SUBOFICIAL.- Tal y como lleva la cabeza, se creería que la melena negra tira de
ella hacia abajo como una pesa, y esos ojos negros...
TAMBOR MAYOR. - Como quien mira en lo hondo de un pozo o al fondo de una
chimenea. ¡Venga a seguirla!
MARÍA.- ¡Cuántas luces!
WOYZECK.- Si... un gato grande y negro cono ojos de fuego. ¡Ay, qué noche!
En el interior de la barraca, el pregonero con un caballo amaestrado.
PREGONERO.- ¡Muestra tu talento! ¡Muestra tu raciocinio animal! ¡Avergüenza a la
sociedad humana! Caballeros, este animal que ven ustedes aquí,
con su cola y sus cuatro pezuñas, es miembro de todas las
sociedades científicas, es profesor de nuestra universidad, donde
los estudiantes aprenden con él a montar a caballo y a manejar el
látigo. Eso era raciocinio simple. Piensa ahora en el raciocinio
doble. ¿Qué haces tú cuando piensas con el raciocinio doble? ¿hay
algún burro entre los miembros del docto público aquí presente?
(el caballo sacude la cabeza ) ¡Vean ustedes ahora el raciocinio
doble! ¡Esto se llama equinosofía!
Sí, no es una bestia sin inteligencia, es una persona. Un ser humano, un ser
humano animal y sin embargo un bruto, una bestia. ( El caballo se
comporta indecorosamente) Y ahora estás avergonzando al docto
público. Vean ustedes, este bruto sigue siendo naturaleza en
estado puro. Aprendan de él. Pregunten al médico, es altamente
perjudicial. Se ha dicho: hombre, sé natural, estás hecho de polvo,
arena, barro. ¿Y tú quieres ser más que polvo, arena, barro? Vean
ustedes qué raciocinio, sabe hacer cuentas y sin embargo no sabe
contar con los dedos, ¿por qué? Simplemente, no sabe expresarse,
ni explicarse es un ser humano metamorfoseado. Di a estos
señores qué hora es. ¿Quién tiene un reloj, entre estos señores y
señoras, un reloj?
SUBOFICIAL.- ¡Un reloj! Helo aquí, caballero.
MARÍA.- Eso tengo que verlo.
Trepa por la primera fila. El tambor mayor la ayuda.
3. BUHARDILLA
MARÍA: Camina un poco, que te vea el pecho, como un toro; las barbas
como un león. No hay ninguno que te iguale. Soy la más orgullosa
entre todas las mujeres.
TAMBOR MAYOR: Cuando desfilo los domingos con el penacho de plumas y los
guantes blancos… ¡maldita sea, María!... el príncipe dice siempre:
“¡Eres todo un hombre!”
MARÍA: ¡Déjame!
ANDRÉS: Me asustas…
ANDRÉS: ¿Qué?
WOYZECK: ¡Di algo! ¡Andrés! ¡Qué claridad! ¡La ciudad está llena de luces! Un
fuego recorre el cielo y se oye un estruendo como de trombones.
¡Se nos viene encima! Vamos. No mires atrás.
ANDRÉS: ¿Oyes? Son los tambores del cuartel. Tenemos que irnos.
5. BUHARDILLA
MARIA: Nada.
El DOCTOR y WOYZECK.
DOCTOR: ¡Pero contra la pared sí puedes! Lo tengo por escrito, yo lo vi, con
estos ojos lo vi. Acababa de sacar la nariz por la ventana para que
entraran bien los rayos del sol y poder así analizar la fisiología del
estornudo. No, Woyzeck, no me irrito, irritarse no es sano, no es
científico. Estoy tranquilo, muy tranquilo, mi pulso tiene sus
habituales pulsaciones y te lo digo con la mayor sangre fría. Dios
me libre de excitarme a causa de un ser humano. ¡Si al menos
fuese una salamandra lo que se le muere a uno! Pero no debiste
haber orinado contra la pared.
WOYZECK: Mire doctor, a veces uno tiene como un carácter, como una
estructura. Pero la naturaleza es otra cosa, sabe usted, la
naturaleza (chasquea los dedos) es algo así como, no sé
expresarme, como digamos...
WOYZECK: Doctor, ¿ha visto alguna vez la naturaleza doble? Cuando el sol
está brillando en el mediodía como si el mundo fuera a estallar en
llamas… entonces, muchas veces, me habla una voz terrible.
WOYZECK: (Llevándose el dedo a la nariz.) Los hongos, doctor. Ahí, ahí está el
intríngulis. ¿Usted ha visto las figuras que forman los hongos al
crecer en el suelo? ¡Quién pudiera leerlas!
7. EN LA CALLE
CAPITÁN: Doctor, los caballos me dan mucho miedo. Cuando pienso que las
pobres bestias tienen que ir a pie. No corra de esa manera. ¡No
menee el bastón en el aire de esa forma! Usted va corriendo
detrás de la muerte.
DOCTOR: ¡Voy de afán, capitán, voy de afán!
CAPITÁN: ¡Eh, Woyzeck! ¿A dónde vas, siempre con esas prisas? Descansa
un poco. Andas por el mundo como una navaja de afeitar abierta,
uno se corta si te roza; corres como si tuvieras que afeitar a un
regimiento de castrados y fueran a ahorcarte un cuarto de hora
después de acabar con el último pelo... Pero, por cierto, a
propósito de barbas largas... ¿qué te quería decir yo? Woyzeck, las
barbas largas.
DOCTOR: Una larga barba debajo del mentón, Plinio ya hablaba de ello; hay
que quitar esa costumbre a los soldados...
CAPITÁN: A ver... las barbas largas... Dime, Woyzeck, ¿no has encontrado
ningún pelo en tu plato? Entiendes lo que digo ¿no? ¿El pelo de un
hombre, de la barba de un soldado, de un suboficial, de un... de
un tambor mayor? ¡Ah, Woyzeck! Pero tú tienes una mujer
decente. No te pasa como a otros.
CAPITÁN: ¡Qué cara pone este hombre! Bueno, no tiene que ser
precisamente en el plato, pero si te apresuras y tuerces la esquina,
acaso lo encuentres en un par de labios... Sí, en un par de labios,
Woyzeck. Yo también he sentido lo que es el amor, Woyzeck. ¿Qué
te pasa?, estás blanco como un papel.
CAPITÁN: Eh, tú, ¿quieres que te fusilen?, ¿quieres que te metan un par de
balas en la cabeza? Me estás apuñalando con los ojos, yo soy
bueno contigo porque eres una buena persona, Woyzeck, una
buena persona.
WOYZECK: Me voy. Son posibles muchas cosas. ¡El hombre! Son posibles
muchas cosas. Hace buen tiempo hoy, mi capitán. Mire usted qué
hermoso y firme es ese cielo gris, le entran a uno ganas de clavar
un garfio en él y ahorcarse, tan sólo por la coma que separa al sí
del no. Mi capitán, ¿sí o no? ¿El no tiene la culpa del sí o el sí del
no? Voy a meditar sobre esto. (Se va a grandes zancadas, primero
despacio luego cada vez más de prisa. El DOCTOR sale corriendo
tras él).
CAPITÁN: Las personas me dan vértigo, qué afán; el alto va dando zancadas,
corre como la sombra de una pata de araña y el bajito patalea
detrás. El alto es el rayo y el bajito es el trueno... ¡Ja, ja, ja, el uno
a la zaga del otro! No me gusta eso. Las personas buenas son
agradecidas y aman la vida, las personas buenas no son valientes.
Los hijos de perra son valientes. Yo he ido a la guerra sólo para
confirmarme en mi convicción de que amo la vida... de eso a ser
valiente... ¡que ideas le vienen a uno! Grotesco, grotesco.
8. EN LA CALLE
WOYZECK y MARÍA.
WOYZECK: Un pecado tan gordo y tan ancho. Apesta tanto que se podría
ahumar a los ángeles y ahuyentarlos del cielo. Tienes roja la boca,
María. ¿No te han salido ampollas? Adiós, María, eres hermosa
como el pecado. ¿Puede ser tan hermoso el pecado mortal?
MARÍA: Mientras el día sea largo y el mundo viejo, puede haber muchas
personas en el mismo sitio, una después de otra.
WOYZECK: ¡Mujer! Tendría que ver algo en ti… Cada ser humano es un
abismo, uno siente vértigo cuando se asoma a ver… Se va como la
inocencia. Bien, inocencia, ¿tú dejas una señal? ¡Yo qué sé! ¡Quién
lo puede saber!
9. CAMPO ABIERTO: LA CIUDAD A LO LEJOS
ANDRÉS y WOYZECK.
ANDRÉS: (cantando)
La señora posadera tiene una buena criada,
Sentada está en el jardín día y noche
Sentada está en su jardín…
WOYZECK: ¡Andrés!
ANDRÉS: ¿Eh?
ANDRÉS: Y a mí qué.
(cantando) ...sentadita en el jardín
Hasta que al dar las doce,
Espera a los soldados.
ANDRÉS: ¡Loco!
WOYZECK solo.
12. TABERNA
WOYZECK lo zarandea.
ANDRÉS: Tienes que tomar aguardiente con pólvora, eso corta la fiebre.
WOYZECK silba.
13. BUHARDILLA
MARÍA: (En la ventana) Francisco no vino, ni ayer, ni hoy; qué calor hace
aquí. (Lee) “...Y poniéndose a sus pies comenzó a llorar y le
mojaba los pies con sus lágrimas y con los cabellos de su cabeza
se los secaba; y besaba sus pies y los ungía con perfumes>”.
(Golpeándose el pecho) ¡Todo está muerto! Señor, redentor mío,
quisiera ungirte los pies.
14. CUARTEL
WOYZECK: (Rebuscando entre sus cosas) Esta camisa te puede servir a ti,
Andrés. La cruz es de mi hermana y el anillo. También tengo la
estampa de un santo con dos corazones de oro, estaban en la
Biblia de mi madre y dice: “Sea mi ganancia el sufrir, sea mi dolor
para Dios, herido como tu cuerpo, Señor, quede así mi corazón.”
Mi madre ya sólo siente el calor del sol sobre sus manos. Ya no
importa.
WOYZECK: Sí, Andrés, cuando el carpintero recoge la viruta del ataúd, nadie
sabe quién meterá allí su cabeza.
MARÍA: Érase una vez un pobre niño que no tenía padre ni madre, todos
se le habían muerto y ya no quedaba nadie en el mundo. Todo
estaba muerto y caminaba sin rumbo y lloraba día y noche. Como
ya no había nadie en la tierra quiso ir al cielo y la luna lo miraba
cariñosa, y cuando por fin llegó a la luna, era un pedazo de
madera podrida. Entonces se fue al sol y cuando llegó, era un
girasol marchito, y cuando llegó a las estrellas eran pequeños
mosquitos dorados que estaban prendidos como en una telaraña,
y cuando quiso volver a la tierra, la tierra era un caldero volcado, y
se sentó ahí y se puso a llorar y todavía está sentado ahí
completamente solo.
WOYZECK: ¡María!
MARÍA: ¿A dónde?
MARÍA: Bueno, por ahí se devuelve uno a la ciudad. Esto está muy oscuro.
WOYZECK: ¿Tienes frío, María? Y estás caliente. ¡Qué labios tan ardientes
tienes! Ardientes, ardiente aliento de puta y con todo y eso, daría
el cielo por besarlos otra vez, pero cuando uno está frío, ya no
pasa más frío. Mañana no vas a sentir el rocío.
MARÍA: ¿Qué vas a hacer, Francisco? ¡Estás pálido! ¡Francisco, no! ¡Por el
amor de Dios! ¡Ayuda!
WOYZECK: (La apuñala muchas veces) ¿No sabes morir? ¿Todavía no?
¿Todavía no? ¡Muerta, muerta!
1° PERSONA: ¡Alto!
2° PERSONA: Es el agua que llama, hace tiempo que nadie se ahoga. Vámonos,
no es bueno escucharla.
1° PERSONA: No, se oye demasiado claro, demasiado fuerte. Por allí, ven.
17. TABERNA
WOYZECK: Así, Kati. Siéntate que tengo calor. ¡Calor! ( Se quita la casaca
después de bailar.) Así es, el diablo se lleva a una y suelta a otra.
Kati, estás caliente. ¿Por qué Kati? Tú también te pondrás fría. ¿No
sabes cantar?
MESONERO: ¿Cómo? ¿El codo derecho con la mano derecha? Sí que eres hábil.
WOYZECK: ¡Mierda! ¿Qué quieren? ¿Qué les importa? ¡Déjenme salir! O...
¿Creen que maté a alguien? ¿Que soy un asesino? ¿Qué me
miran? Mírense a ustedes mismos. Déjenme salir. (Sale corriendo.)
18. CAMPO
WOYZECK solo.
WOYZECK: ¿El puñal? ¿Dónde quedó? Lo dejé aquí. ¡Me va a delatar! ¿Marie?
¡Ay, Marie! Silencio. Todo en silencio. El puñal, el puñal. ( Arroja el
cuchillo al agua.) Así, al fondo. Se hunde en el agua oscura, como
una piedra. ¡La luna está como un puñal ensangrentado! ¿Es que
el mundo entero quiere delatarme? No, está demasiado cerca y
cuando se bañen... (Se mete en el estanque y echa el puñal más
adentro.) Pero y cuando se metan buscando conchas... Bah… ya
estará oxidado. Nadie va a reconocerlo. ¿Todavía tengo sangre?
Aquí tengo una mancha y aquí otra.
19. EN LA CALLE
MÉDICO y CAPITÁN.
20. BUHARDILLA