Normas T (1) .Anticoagulante
Normas T (1) .Anticoagulante
Normas T (1) .Anticoagulante
PATOLOGIA CARDIOVASCULAR
2004
Este documento fue elaborado por una Comisión ad-hoc conformada por los Drs:
Correspondencia:
Dr. Eduardo Guarda S.
Marcoleta 367, Santiago
FAX 6333171
eguarda@med.puc.cl
ANTECEDENTES
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suele depender principalmente de la activación de la coagulación, aunque los
antiplaquetarios pueden aumentar la eficacia de los anticoagulantes en la prevención de
tromboembolismo.
TERAPIA ANTIPLAQUETARIA
Indicaciones de AAS:
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• Sindromes coronarios agudos y crónicos
• Patología arterial ateroesclerótica (periférica y carotídea)
• Diabetes Mellitus
• Pacientes en diálisis crónica
• Potenciador del tratamiento anticoagulante oral cuando éste fracasa en prevención de
fenómenos tromboembólicos
Indicaciones de la ticlopidina:
• prevención de oclusión subaguda post-angioplastía con stents (usado en combinación con
AAS), y existen evidencias que también tendría un efecto favorable cuando la angioplastía
se realiza sin stents.
• prevención de accidentes vasculares encefálicos y accidentes isquémicos transitorios,
cuando hay intolerancia o contraindicación al uso de AAS
3.- Clopidogrel
Potente antiagregante antiplaquetario que actúa por inhibición de la adenosina difosfato.
Puede haber cefalea, vértigo, diarrea, dolor abdominal, náuseas, dispepsia, púrpura,
exantemas. Produce menos efectos adversos sobre los leucocitos que la ticlopidina. Se
utiliza en dosis de carga oarl entre 300 y 600 mg, para luego seguir con 75 mg/d. Su efecto
máximo se observa entre 3 y 7 dias una vez iniciado el tratamiento.
Indicaciones:
• Está indicado en el sindrome coronario agudo, asociado a la aspirina, con o sin
angioplastía. Se ha comprobado su eficacia hasta 9 meses después de angioplastía
coronaria.
• prevención de accidentes vasculares encefálicos y accidentes isquémicos transitorios,
cuando hay intolerancia o contraindicación al uso de AAS
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Una vez que las plaquetas se adhieren a algún componente de la matriz subendotelial,
pueden ser activadas a través de diferentes vías, principalmente TXA2, trombina,
epinefrina, ADP y colágeno. Al activarse, la plaqueta modifica su estructura, lo que hace
que sus receptores IIb/IIIa se puedan unir a otras moléculas de adhesión, principalmente
fibrinógeno, lo que inicia el proceso de agregación plaquetaria, y la formación de trombos
plaquetarios. Los antagonistas de estos receptores bloquean la unión del fibrinógeno con las
plaquetas, y detienen el proceso de agregación, cualquiera haya sido la causa de la
activación plaquetaria (actúan como una vía final común, a diferencia de los
antiplaquetarios más débiles, como AAS o tienopiridinas, que sólo bloquean la vía del TXA2 o
del ADP, respectivamente). Por este motivo, los medicamentos antagonistas de los
receptores IIb/IIIa se han estudiado extensamente en los últimos años y han demostrado
disminuir la incidencia de infarto del miocardio y de angina refractaria en pacientes con
SCA, especialmente cuando los pacientes son sometidos inmediatamente a angioplastía
coronaria. Los efectos son mucho más modestos cuando los pacientes con SCA son
manejados médicamente. Los más usados y disponibles en el país son antagonistas
peptídicos (abciximab, ReoPro®) y no peptídicos (tirofiban, Agrastat®, eptifibatide,
Integrilina®) por vía intravenosa. Un grupo de pacientes que podría beneficiarse
especialmente de estos medicamentos son los diabéticos que cursan un SCA. Su principal
inconveniente es su muy alto costo.
HEPARINAS
La heparina es un compuesto heterogéneo de glicosaaminoglicanos consistente en cadenas
de disacáridos alternados con ácido urónico. El largo de estas cadenas es muy variable y el
peso molecular varía entre 3.000 y 30.000 (promedio 15.000). La heparina actúa a través de
su unión con la antitrombina III (AT III), en la que produce un cambio estructural que
acelera notoriamente su habilidad para inactivar las enzimas de coagulación activadas.
Actúa principalmente sobre trombina (factor IIa) y factor Xa y más débilmente sobre otras.
El compuesto heparina-AT III produce su efecto sobre el factor de coagulación y luego la
heparina se separa quedando libre para unirse nuevamente a otra molécula de AT III.
Hay un sitio único en la molécula de heparina para la unión con AT III y este sitio está
ubicado en una secuencia pentasacárida que está presente en sólo un tercio de las
moléculas de heparina; los 2/3 restantes son prácticamente inactivos.
Es importante destacar que para inactivar la trombina, la heparina debe unirse
simultáneamente a AT III y a trombina. Se une a AT III por el pentasacárido y para unirse a
la trombina se requiere otros 13 sacáridos más. En cambio, para inactivar al factor Xa basta
que la heparina esté unida a AT III. Así, sólo las moléculas con 18 sacáridos o más pueden
inactivar la trombina; las más cortas no tienen esta capacidad, pero sí pueden inactivar al
factor Xa. Esta es la diferencia fundamental entre la heparina habitual, no fraccionada y la
heparina de bajo peso molecular o fraccionada.
La heparina no se absorbe por vía oral, por lo que debe emplearse por vía endovenosa o
subcutánea. Por vía endovenosa su acción es inmediata. Por vía subcutánea ésta se retarda
por 1 o 2 horas. La heparina no fraccionada en el torrente sanguíneo tiene gran afinidad por
las proteínas plasmáticas y también por macrófagos y células endoteliales, lo que contribuye
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a complicar su metabolización, disminuye su biodisponibilidad, determina la variabilidad de
respuesta a dosis fijas y sería responsable de las dificultad de la monitorización de su
efecto.
El clearance de heparina se hace en dos fases: 1) una primera rápida, saturable, que se
realiza en las células endoteliales y macrófagos a los cuales se ha unido, y 2) una fase renal
más lenta e insaturable. En dosis bajas la heparina se metaboliza rápidamente por el primer
mecanismo, pero en dosis mayores éste se satura y la metabolización se hace lenta, por lo
cual la vida media de la heparina se prolonga, lo que es muy importante en el manejo
clínico. Esto resulta en la práctica, que en dosis bajas se requieren aumentos considerables
de ésta para aumentar los efectos. Pero en dosis altas, pequeños incrementos de heparina
producen grandes cambios de efecto.
Otro aspecto interesante es que la heparina tiene otros efectos independientes de la AT III,
entre los que destacan un aumento de la permeabilidad vascular y una inhibición de la
función plaquetaria, en ambos casos por unión a endotelio y plaquetas respectivamente.
Todos estos efectos favorecen una tendencia hemorragípara.
Actualmente la heparina se usa por vía endovenosa en infusión contínua o por vía
subcutánea cada 12 horas. Cuando se usa vía endovenosa en bolos cada 4 horas, puede
aumentar el riesgo de hemorragia; de allí que en personas susceptibles o con mayor riesgo
de hemorragias se prefiera la infusión contínua.
Para profilaxis de trombosis venosas se usan dosis subcutáneas fijas de 5000 a 7500 UI c/12
hrs, sin monitorización de TTPA.
Para un efecto terapéutico con dosis mayores hay una importante variabiliad de respuesta,
por lo tanto debe monitorizarse con el tiempo de tromboplastina parcial activada (TTPA)
que mide la secuencia de coagulación iniciada por vía intrínseca (desde el factor XII). Esta
monitorización tiene limitaciones. El TTPA normal es variable de una persona a otra y
además depende de los reactivos usados en el laboratorio. El rango normal es muy amplio,
entre 20 y 40 segundos. Esto puede solucionarse tomando un TTPA basal al iniciar el
tratamiento, pero, hay que tener presente que las mismas condiciones que motivan el
tratamiento pueden alterar el TTPA basal. El objetivo del tratamiento es prolongar el
TTPA en 1.5 a 2 veces el tiempo basal. En general, el tratamiento tanto endovenoso como
subcutáneo conviene iniciarlo con un bolo endovenoso para saturar la unión a proteínas y
endotelio y así obtener un efecto rápido. La dosis recomendada por laboratorios
norteamericanos es mayor de 30.000 UI /día por vía ev y debe aumentarse en 10% por vía sc
ya que hay una menor biodisponibilidad. Influye en forma importante el peso del paciente
por lo que se ha recomendado un bolo inicial de 80 UI/kg de peso y una infusión inicial de 18
UI /kg/peso/hora.
Para simplificar y con dosis algo menores para nuestro medio proponemos:
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> 75 kg 6.000 30.000 15.000 c/12 h
La monitorización con TTPA debe hacerse a las 6 h de iniciada la terapia (bolo + infusión) y
posteriormente a las 4 h después de haberse hecho modificaciones a la infusión. Si el TTPA
es subóptimo (< 1.5 veces el TTPA basal), debe usarse nuevamente un bolo de 2.000 - 4.000
UI y subir 100 UI/h. Si el TTPA es mayor de 90 – 100 s se aconseja disminuir la dosis en 100
UI/h o suspender la infusión por 30 a 60 m si hay mayor riesgo hemorragíparo, para luego
reiniciar con una dosis 100 UI/h menor.
Para la heparina subcutánea se aconseja el primer control 4-6 h después de la segunda
dosis, cuando ya hay mayor estabilidad, y hacer los cambios en forma similar a la iv.
En un 30% de los pacientes los requerimientos de heparina son superiores a 30.000 UI /d, lo
que se ha descrito como resistencia a la heparina y dependería de múltiples factores,
principalmente diferencias de peso, aumento de proteínas plasmáticas y probablemente de
factores procoagulantes (factor VIII). En estos casos los incrementos exagerados de dosis
pueden ser peligrosos.
1.- La que se presenta en los primeros días del tratamiento (2-4 días) entre el 1-3% de los
casos, y debida al parecer a la acción directa de la heparina o sus contaminantes sobre las
plaquetas. Habitualmente la trombocitopenia es leve a moderada (< 100.000 plaq/mm3 ,
prácticamente sin manifestaciones clínicas y de curso autolimitado.
2.- El segundo tipo de trombocitopenia aparece entre los 8-14 días de comenzada la
heparina, con una frecuencia más baja (< 1%); el mecanismo es inmunológico (anticuerpos
de tipo IgG contra el complejo heparina – factor plaquetario 4). En estos casos la
trombocitopenia puede ser severa (< 50000 plaq/mm 3 ) y puede ocurrir trombosis arterial,
tromboembolismo pulmonar y coagulación intravascular diseminada. Por ello, al iniciar un
tratamiento con heparina es conveniente efectuar un recuento plaquetario y repetirlo una
vez a la semana.
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• Sindromes coronarios agudos, en particular angina inestable, infartos anteriores extensos
y en procedimentos de revascularización. Específicamente, su uso es indispensable en
angioplastía coronaria, y post trombolisis sistémica con tPA; en cambio su uso no está
indicado cuando la trombolisis se realiza con estreptoquinasa. Ver “Normas de manejo
del IAM”.
• Manejo perioperatorio y periparto de pacientes con tratamiento anticoagulante oral
crónico
• El uso profiláctico de heparina subcutánea (estandar o fraccionada) ha demostrado
reducir significativamente eventos de trombosis venosa, tanto en pacientes con
patología quirúrgica como médica
.
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Enoxiparine (Clexane®) Bolo 30 mg iv ; 1 mg kg c/12 h sc 20 – 40 mg /d
Nadroparine (Fraxiparine®) 225 UIC Anti Xa/ kg c/12 sc 100 UIC AntiXa/kg/d
Dalteparine (Fragmin®) 120 UI Anti Xa kg c/ 12 sc 2500-5000 UI Anti Xa /d
ANTICOAGULANTES ORALES
Son drogas que actúan como tales al interferir a nivel hepático en la carboxilación de los
factores de la coagulación que necesitan de la vitamina K para su activación. Estos son los
factores II, VII, IX y X. También dependen de vitamina K para su activación los
anticoagulantes naturales proteína C y proteína S. Normalmente, estos factores están
presentes en forma de zimógeno o proenzima, y a través una carboxilación (mediada por
una carboxilasa), se transforman en enzimas. La carboxilasa requiere de vitamina K
reducida (KH2) para actuar. Esta reacción oxida a la vitamina K, transformándola en
vitamina K epóxido. Este compuesto se reduce a KH2 mediante 2 reacciones de reducción,
catalizadas por 2 enzimas, la vitamina K epóxido reductasa y la vitamina K reductasa. Los
cumarínicos ejercen su acción principalmente a través de la inhibición de la vitamina K
epóxido reductasa, aunque también pueden inhibir a la vitamina K reductasa. Esta
inhibición lleva a la depleción de los niveles de KH2, lo que impide la carboxilación de las
proteínas dependientes de vitamina K, que quedan por lo tanto, como proenzimas (Figura
1). Estos factores tienen vida media diferentes y el efecto anticoagulante se manifiesta a
medida que los factores activos circulantes se catabolizan y son reemplazados por las
nuevas proteínas decarboxiladas.
El efecto anticoagulante se controla con el tiempo de protrombina, que mide el tiempo que
demora la formación de un trombo de fibrina, al poner el plasma en estudio en contacto con
tromboplastina (reactivo obtenido de extractos de tejidos con factor tisular y fosfolípidos),
iniciando así la cascada de la coagulación por vía extrínseca. El resultado del examen varía
según la sensibilidad de la tromboplastina que se emplea. Por este motivo las
tromboplastinas comerciales tienen especificada su sensibilidad en un índice (ISI), que se
compara con una tromboplastina patrón con índice de sensiblidad 1. Esto permite al
laboratorio expresar el resultado de acuerdo a la tromboplastina patrón, de manera que los
resultados son comparables en todos los laboratorios, independiente de la tromboplastina
utilizada. Este resultado normalizado se entrega como INR (International Normalized Ratio)
y representa cuánto tiempo más que lo normal se demora la formación del trombo. El INR
normal es 1. Un INR de 2 significa que el tiempo de formación del coágulo se ha duplicado.
Habitualmente los tratamientos anticoagulantes requieren de un INR entre 2 y 4, variando
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de acuerdo a la indicación del tratamiento.
Las drogas anticoagulantes orales disponibles en nuestro medio son cumarínicos:
acenocumarol (Neosintrom® 4 mg) y warfarina (Coumadin®, 2.5 y 5 mg). El acenocumarol
tiene una vida media corta de 9 hrs y la warfarina más larga, de 42 hrs.
La dosis de anticoagulante necesaria para lograr un determinado INR es muy variable de un
paciente a otro, por sensibilidades individuales y también varía en una misma persona en
distintos momentos debido a la multiplicidad de factores que influyen en su farmacocinética
y farmacodinámica y a las interrelaciones con el metabolismo de la vitamina K. Por ejemplo
tienen importancia: la cantidad de vitamina K ingerida, su absorción en que participa la
flora intestinal, la absorción del cumarínico, su alta afinidad por las proteínas plasmáticas,
su metabolización en el hígado donde interviene la variable actividad de los microsomas,
etc. Por estos motivos influyen la dieta, la velocidad del tránsito intestinal, los antibióticos
que puedan afectar a la flora, los medicamentos que se unen a las proteínas plasmáticas y
desplazan a los cumarínicos, el estado del hígado, las drogas que actúan en los microsomas,
etc (ver anexo sobre interacciones de drogas). Pero sin duda lo que más influye y dificulta
un buen tratamiento es el mal cumplimiento del tratamiento indicado por baja motivación o
falta de comprensión por parte del paciente.
La influencia de tantos factores obliga a efectuar controles periódicos del tiempo de
protrombina y hace muy difícil mantener un INR constante, debiendo manejarse siempre
dentro de un rango. La terapia anticoagulante oral (TACO) es considerada adecuada cuando
los niveles están dentro de los rangos de INR deseados más del 70% de las veces. Sin
embargo, es necesario hacer las correcciones de dosis en forma oportuna ya que con niveles
bajos no hay buena protección (aumenta el riesgo tromboembólico) y con niveles altos hay
riesgo de complicaciones hemorrágicas potencialmente graves.
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pacientes con insuficiencia hepática o insuficiencia cardíaca descompensada o al inicio de la
TACO en los post operados de cirugía cardíaca). En nuestra experiencia esta práctica tiende
a desorientar. Es importante recordar que la vida media de algunos factores de la
coagulación es prolongada, por lo que el efecto anticoagulante completo no se obtiene
antes de cuatro días. Si fuera necesaria una anticoagulación urgente ésta debe iniciarse con
heparina simultáneamente, la que se puede suspender en 3 o 4 días cuando se ha alcanzado
un INR útil.
• Una vez conocida la sensibilidad del paciente al medicamento y si el nivel de INR es
aceptable, se indican las dosis para los próximos 5 a 7 días, para luego continuar con
controles mensuales. Sin embargo, ocasionalmente si los niveles son muy variables es
necesario efectuar controles más frecuentes incluso en el curso de tratamientos crónicos.
• Si el INR está entre 5 y 7 se recomienda suspender la TACO por un día y reanudar el
tratamiento con una dosis reducida en aproximadamente un 25%, con control de
protrombina en una semana. Con INR más prolongados o si no coagula, recomendamos
suspender 2 o más días y reiniciar con el 50% de la dosis, realizando controles diarios.
• En caso de complicaciones hemorrágicas leves (epistaxis, gingivorragia, hematuria
menor, rectorragia leve, hematomas, etc) se recomienda suspender la dosis siguiente y
controlar la protrombina a la brevedad para readecuar la dosis.
• Si la complicación hemorrágica es más importante el paciente debe ser hospitalizado. Si
se necesita reversión urgente se debe administrar plasma freso congelado y en su defecto
sangre total. Se puede administrar vitamina K1, 2 - 5 mg iv lento u oral, teniendo presente
que su efecto no se hace manifiesto antes de 8 hrs y que al reiniciar el TACO, el efecto del
cumarínico estará bloqueado por una semana. Por este motivo en casos en que el efecto
anticoagulante deba reponerse en forma urgente debe usarse heparina transitoriamente.
Esta misma conducta es aplicable en casos de cirugía de urgencia.
• En casos de cirugía electiva se recomienda suspender el TACO 48 a 72 hrs antes del
procedimiento, controlar protrombina en el preoperatorio inmediato, y reanudar el
tratamiento cuando el cirujano lo estime prudente, con secuencia habitual. En pacientes
en que la indicación de anticoagulación es muy perentoria, como por ejemplo las prótesis
valvulares mitrales, es conveniente reemplazar el cumarínico por heparina en el
preoperatorio para mantenerla hasta pocas horas antes de la operación. Debe mantenerse
la heparina IV hasta que se pueda reiniciar el TACO.
Para tratamiento dental cruento y cirugía menor basta suspender el TACO por 48 hrs antes
del procedimiento y reanudar el mismo día o al día siguiente con secuencia habitual, pero
sumando y repartiendo las dosis no tomadas, en los 2 primeros días del reinicio de la terapia
anticoagulante.
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Aunque esta diferencia entre ambas drogas no parece demasiada, fue estadísticamente
significativa (p < 0.001). Esta experiencia fue confirmada en un estudio nacional por
Stockins y cols (resumen presentado en Congreso de Cardiología 1997).
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conocida. Por otro lado, la gran mayoría de los casos graves reportados corresponden al
período en que no se había uniformado el uso de las tromboplastinas, época en la cual se
usaban altos niveles de anticoagulación.
La heparina tiene la ventaja de que no atraviesa la barrera placentaria; sin embargo, su uso
también presenta problemas: es difícil de monitorizar, los requerimientos son mayores
durante el embarazo y sus efectos secundarios como la trombocitopenia pueden ser
riesgosos para la madre. El uso prolongado de heparina aumenta los riesgos de
tromboembolismo y hemorragia materna, así como el aborto, prematurez y mortinato por
hemorragia retroplacentaria. Debido a que las heparinas de bajo peso molecular no cruzan
la barrera hematoplacentaria, constituyen una alternativa posible; sin embargo no se
dispone de suficientes ensayos clínicos como para recomendar su uso en prevención o
tratamiento de tromboembolismo arterial.
En un intento para evitar el uso de anticoagulantes durante el embarazo, años atrás se
recomendó el implante de prótesis biológicas en mujeres en edad fértil. Sin embargo, se
observó degeneración acelerada de la prótesis hasta en un tercio de los casos, lo que con
frecuencia obligó al reemplazo valvular de urgencia durante el embarazo, con riesgos mucho
mayores tanto para la madre como para el feto.
Por lo expuesto en los párrafos anteriores, la anticoagulación en pacientes embarazadas
presenta una doble amenaza, tanto para la madre como para el feto, sin que exista una
solución definitiva. En USA se recomienda pasar a heparina a estas pacientes especialmente
durante el período de la organogénesis, lo que en nuestro medio es generalmente
impracticable. De hecho el principal problema suele ser que la paciente consulta
tardíamente, con 2 o 3 meses de embarazo.
A pesar de los riesgos del uso de anticoagulantes durante el embarazo, existe un 70 a 80% de
posibilidad de un embarazo libre de complicaciones maternas y fetales en este grupo de
mujeres. En Chile, la experiencia clínica ha sido positiva al mantener la TACO con
acenocumarol; la incidencia de complicaciones fetales y maternas ha sido muy baja, pero sí
se ha observado una tasa alta (18 - 19%) de abortos.
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aórtica, se podría usar heparina estándar 10.000 U sbc cada 12 horas, ajustando esta dosis
para mantener un TTPA entre 2 y 3 veces su valor basal. Una vez alcanzadas las 13
semanas de gestación, comenzar TACO, y seguir como en la primera alternativa. Debemos
insistir, sin embargo que el uso de heparina subcutánea acarrea un serio riesgo de
aumento de trombosis de las prótesis mecánicas, por lo cual este panel recomienda
mantener el TAC oral durante todo el embarazo. En el caso de que una madre con
prótesis de alto riesgo y en posición mitral decida no usar TAC oral durante el primer
trimestre, se ha sugerido que la alternativa más adecuada sería la heparina iv hasta la
semana 13.
La lactancia materna no está contraindicada para estas pacientes, ya que se ha demostrado
que la concentración de los anticoagulantes (acenocumarol o warfarina) es bajísima en la
leche materna y no debería afectar la coagulación en el niño; sólo pasarían metabolitos
inactivos de los cumarínicos a la leche materna. No obstante lo anterior, si la madre está
recibiendo TAC, algunos recomiendan controlar el tiempo de protrombina del niño en forma
ocasional.
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prótesis de mayor a menor trombogenicidad tenemos: posición tricuspidea, doble prótesis,
posición mitral y posición aórtica.
En la práctica, las combinaciones más trombogénicas son las dobles prótesis, que incluyan a
la posición mitral (mitro-aórtica, mitro tricuspídea). En estas circunstancias la intensidad
del TACO debiera acercarse al nivel superior de lo recomendado y posiblemente agregar un
antiagregante plaquetario. En el otro extremo, mucho menos trombogénica es una prótesis
de doble disco en posición aórtica, en cuyo caso el nivel de anticoagulación pudiera
mantenerse en el mínimo de lo recomendado, disminuyendo así el número de
complicaciones hemorrágicas (ver tabla).
2.- Valvulopatías
La estenosis mitral en fibrilación auricular tiene un riesgo de embolía en ausencia de
anticoagulantes superior a 10% por año-paciente. En estos casos puede considerarse usar
niveles de INR entre 2.0 y 3.0 y si ya ha habido embolía un INR de 2.5 a 3.5 durante el
primer año y luego bajar a 2 – 3. Cuando la estenosis es moderada o cerrada, aunque
mantenga ritmo sinusal, sería conveniente iniciar TAC porque un porcentaje de estos
pacientes ya tienen trombos en la AI, o porque el inicio de la fibrilación auricular se puede
acompañar de embolías o porque pueden existir fibrilaciones paroxísticas no detectadas
clínicamente.
Se recomienda anticoagular por lo menos 2 meses a los pacientes que van a ser sometidos a
plastía mitral con balón aunque estén en ritmo sinusal. Existe experiencia nacional e
internacional que avala el uso de ecocardiografía transesofágica inmediatamente antes de
realizar la valvuloplastía mitral para pesquisar trombos auriculares; sin embargo, a pesar de
su alta sensibilidad, no descarta 100% la presencia de trombos auriculares.
Todas las otras valvulopatías requieren anticoagulación sólo cuando caen en fibrilación
auricular; en ellos se recomiendan niveles de INR entre 2 y 3.
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excepto FA idiopática en menores de 65 años, sin HTA y sin embolías previas, tienen riesgo
de tromboembolismo sistémico significativo que se reduce en alrededor de un 70% con
tratamiento anticoagulante oral. Son factores que aumentan el riesgo embólico la edad
mayor a 65 años, el antecedente de embolía previa, la hipertensión arterial, la diabetes
mellitus, la insuficiencia cardíaca clínica o la disfunción sistólica moderarda o severa del
ventrículo izquierdo ecocardiográfica y la aurícula izquierda dilatada (> de 45 mm). Es
importante tener presente estos factores en el momento de decidir una terapia
anticoagulante en pacientes con mayor riesgo hemorrágico. El nivel de INR recomendado en
estos casos es entre 2 y 3, pero en pacientes muy añosos puede ser más seguro fijarse
niveles de 1.8 a 2.5 (aunque la prevención pudiera ser menor). Si el riesgo de la
anticoagulación oral es muy alto, debe reemplazarse por aspirina 100 mg/ día; esto
otorgaría una protección cercana al 20%.
Cuando hay indicación de practicar cardioversión eléctrica en una FA, el paciente debiera
recibir anticoagulantes orales por lo menos 3 semanas con niveles adecuados para asegurar
que no existan trombos de reciente formación que se puedan desprender en el momento de
la cardioversión. Se estima en aproximadamente 2 semanas el tiempo que demoran los
trombos en organizarse y adherirse a la pared auricular. Además, es importante mantener
los anticoagulantes por lo menos 4 semanas después de la cardioversión, que
correspondería al tiempo que demora la aurícula en recuperar su contractilidad normal.
Si la FA es reciente, menos de 48 hrs, y no hay estenosis mitral, disfunción sistólica
importante del VI, la AI no es muy grande, no hay embolías previas y no hay hipertiroidismo,
se podría efectuar la cardioversión sin anticoagulación previa ni posterior, aunque se
reconoce que esta indicación es empírica y que no es posible asegurar que no se hayan
formado trombos en ese lapso. El ecocardiograma transesofágico permite detectar con
mucho mayor precisión que el ecocardiograma transtorácico la presencia de trombos
auriculares para proceder a la cardioversión de una FA reciente con seguridad. Esta práctica
ha permitido detectar trombos en un 14% de los pacientes con FA reciente y contraste
espontáneo de la aurícula, que es un factor de riesgo de tromboembolismo. Además,
excepcionalmente el ecocardiograma transesofágico no es capaz de detectar algunos
trombos que se desarrollan en zonas ciegas. Por este motivo, recomendamos en pacientes
con alto riesgo tromboembólico efectuar tratamiento anticoagulante oral en la forma
tradicional previo a la cardioversión. La única instancia en que nos parece indicado efectuar
una cardioversión de una FA sin anticoagulación previa sería en la FA idiopática de menos de
48 hrs de evolución.
Por mucho tiempo se ha considerado que para cardiovertir un flutter auricular no se
requiere anticoagulación previa. Sin embargo, se han descrito casos de tromboembolismo
en estos pacientes y no es inusual que el flutter auricular y la FA se alternen; por lo tanto, si
no hay certeza absoluta de que se trata de un flutter estable, es preferible proceder con las
mismas precauciones que con la FA.
No se ha demostrado que la cardioversión farmacológica tenga menos riesgo de desprender
trombos. Pero en una FA o flutter de alta frecuencia no se puede postergar el uso drogas
que eventualmente van a convertir la arritmia. En estos casos consideramos prudente
asociar tratamiento con heparina. Hay evidencias de que la contractilidad auricular se
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recuperaría en un plazo menor que post cardioversión eléctrica, en 1 a 2 semanas. Esto
debe tenerse en cuenta para la duración de la anticoagulación post cardioversión.
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contraindicación.
En suma, el TAC óptimo es aquel que logra los mejores niveles de protección antitrombótica
con un mínimo de complicaciones hemorrágicas. . En la actualidad las únicas indicaciones
de mantener un INR entre 3 y 4.0 son las prótesis mecánicas (algunas hasta 4.5), un INR
entre 2.5 y 3.5 en el síndrome antifosfolípido y para todas las otras patologías en la práctica
son adecuados niveles entre 2 y 3, aunque pueden hacerse ligeras variaciones en casos
particulares.
ANEXO
Potencian efecto:
• por inhibición del metabolismo de los cumarínicos en los microsomas hepáticos:
amiodarona, fenilbutazona, sulfinpirazona, metronidazol, omeprazol, cimetidina,
macrólidos, cotrimoxazol, fluconazol, ingesta aguda de alcohol.
• por interferencia con absorción de vit K al actuar sobre flora intestinal: antibióticos
(tetraciclina, neomicina, cloramfenicol)
• mecanismos no bien establecidos: isoniacida, propafenona, piroxicam, ciprofloxacino,
quinidina.
• Aumentan el riesgo de sangramiento sin cambiar nivel de anticoagulación:
antiplaquetarios, heparina, fibrinolíticos, antinflamatorios.
Disminuyen efecto:
• por inducción del metabolismo de los cumarínicos en los microsomas hepáticos:
rifampicina, barbitúricos, ingesta crónica de alcohol.
• por interferencia con absorción intestinal de los cumarínicos: colestiramina.
• mecanismos no bien conocidos: carbamazepina, griseofulvina, fenitoína.
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EFECTOS DE DROGAS DE USO FRECUENTE EN CARDIOPATAS SOBRE EL TAC
• no tienen efecto: inhibidores de enzima convertidora, digital, bloqueadores de canales
de calcio, benzodiazepinas, fluoxetina.
• betabloqueadores: se ha descrito efecto débil para el propranolol y ausencia de efecto
del atenolol y metoprolol. En la práctica deben considerarse sin efecto significativo.
• antiarrítmicos: la amiodarona tiene un efecto potenciador muy importante lo que hace
necesario reducir la dosis de anticoagulante a la mitad y controlar en 5 días tiempo de
protrombina. La propafenona y la quinidina tienen un efecto potenciador más débil. No
hay interacciones descritas con flecainide, adenosina, sotalol, ni lidocaína.
• diuréticos: la furosemida no tiene efecto; las tiazidas y la espironolactona disminuyen
débilmente el efecto
• hipolipemiantes: los fibratos potencian el efecto de los ACO, debiendo tenerse especial
cuidado con el bezafibrato para el que se ha descrito un efecto muy potente que
obligaría a una conducta similar a la recomendada para la amiodarona. Las estatinas
lovastatina y simvastatina, también potenciarían el efecto; no existe información con
respecto a pravastatina y atorvastatina. La colestiramina disminuye el efecto el impedir
la absorción lo que se puede evitar administrando el ACO en forma separada (6 horas).
• antinflamatorios: todos tienen un efecto antiplaquetario y algunos producen irritación
gástrica por lo que facilatarían los sangramientos. Los efectos más importantes están
descritos para la fenilbutazona y el piroxicam. Los con menos efecto, que se podrían usar
con relativa más tranquilidad son: ibuprofeno, flurbiprofeno, naproxeno, y ketorolaco.
• hipoglicemiantes orales: las sulfonamidas (glibenclamida, glipizide, glicazide) y la
clorpropamida aumentan el efecto anticoagulante. La acarbosa (Glucobay® ) y la
metformina (Glucophage®) no tiene efecto. No se encontraron referencias con respecto
a la tolbutamida.
• antiácidos: potencian el efecto anticoagulante la cimetidina y el omeprazol. La
ranitidina tiene un efecto más débil y la famotidina no tendría efecto significativo.
• antibióticos: potencian el efecto los macrólidos, la sulfas, las cefalosporinas en general,
el ciprofloxacino y todos los antibióticos de amplio espectro que inhiben la flora
intestinal (cloramfenicol, tetraciclina, neomicina, kanamicina, etc.). La rifampicina
disminuye en forma muy importante el efecto anticoagulante. El metronidazol
potencia el efecto anticoagulante en forma significativa. Tienen muy poco efecto las
penicilinas en general; no hay interacciones descritas con lincomicina, clindamicina y
vancomicina.
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BIBLIOGRAFIA
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