06-07-2020 - Reencendiendo Nuestra Pasion Por Dios
06-07-2020 - Reencendiendo Nuestra Pasion Por Dios
06-07-2020 - Reencendiendo Nuestra Pasion Por Dios
Objetivos
Conocer qué es el primer amor y cuáles son las evidencias de haberlo perdido.
Entender qué significa hambre y pasión por Dios y cómo recuperarlos.
En el libro de Apocalipsis Dios habla a las 7 iglesias.
En cada mensaje, primero las afirma en lo que han hecho bien, y después les
señala lo que deben corregir.
En el caso de Éfeso reconoce su arduo trabajo paciencia sana doctrina y
perseverancia, pero luego le dice: "Tengo contra ti, que has dejado tu primer
amor.
El primer amor es nuestra pasión y deseo por Dios. Cuando nacemos de nuevo
recibimos pasión por el Dios vivo, que arde como fuego por Él; nos sentimos
enamorados y queremos hablarles a todos de Él. Esa pasión nos mueve a sentir amor
y compasión por otros hacer las cosas que a Él le agradan/ a tener intimidad con Dios,
predicar Su Palabra y mostrar Su poder sobrenatural.
Arrepiéntase y regrese a las primeras obras: vuelva a servir con amor y a liderar
con compasión; reanude el compromiso y la responsabilidad. Algo dentro de
usted empezará a moverse y tendrá otra vez hambre y pasión por buscar a Dios.
Volvamos a enamorarnos de Dios, a tener pasión y hambre por Él, a meditar en
Su palabra, a buscarle y a servir a los demás con compasión y gozo. Dios quiere
restaurar y avivar la pasión por Él en todos sus hijos.
El hambriento nunca está satisfecho. Quiere más dones del espíritu, más fe y
más unción para cumplir la gran comisión. Desarrolle amor y hambre por la
Palabra, y esa hambre se hará contagiosa; otros la verán y querrán recibir más
de usted.
Para el hambriento, una revelación pequeña es como una veta en una mina de
esmeraldas, la cual sigue, hasta llegar al lugar donde está la mayor
concentración de esmeraldas, y las de mejor calidad. Asimismo, a quien busca,
el Espíritu lo guía para ir cada vez más profundo y recibir más de Dios.
Cuando el hambre se va, lo primero que se pierden son los sueños. Cuando
tenemos hambre por Dios, Él nos hace soñar, y cumple los deseos de nuestro
corazón. Estos son tiempos en los que Dios está abriendo misterios y desatando
sueños, ideas creativas, libros, planes para empresas, y revelándolos a los
sedientos y hambrientos.
Uno de los retos más grandes del cristiano es estar lleno, pero hambriento al mismo
tiempo; sobre todo en medio de un fluir constante del Espíritu, en medio de tanta
revelación, impartición, oración, unción, fe y milagros. Suena como una contradicción
estar llenos y querer comer más, pero ésa es una señal de salud espiritual. ¿Cómo lo
logramos?
Use las herramientas, recursos, fuentes, libros y prédicas que están a su disposición,
para mantenerse hambriento y sediento. David fue un hombre que se supo mantenerse
en un lugar de hambre. Su pasión más grande era la presencia de Dios (Salmo 42,
Salmo 23).
No debemos tener mayor pasi0n por las finanzas ni por los milagros, ni siquiera por las
almas, sino que nuestra mayor pasión debe ser Dios. A pesar de nuestras múltiples
tareas, obligaciones, responsabilidades y distracciones del mundo moderno, debemos
mantenernos hambrientos por Dios.
¿QUÉ ES PASIÓN?
La pasión es un fuego que arde, un fuerte deseo o emoción interna por algo o
alguien. El fuego del primer amor por Dios nos mueve a levantarnos a orar en la
mañana, a estudiar Su Palabra, a servir y adorar con pasión; nos impulsa a
hacer lo que Dios ama. Cuando ese deseo o pasión ya no están puestos en Dios
lo pondremos en algo o en alguien más, y eso es pecado. Por sobre todas las
cosas, nuestra mayor pasión debe ser por Dios.
El salmista tuvo la convicción del amor de Dios. Jesús le llamó el primer amor.
Nosotros le llamamos pasión por Dios. La pasión más grande de David, y de Moisés,
era permanecer en la presencia de Dios. ¿Cuál es la suya?
“Él les dijo: Yo tengo una comida que comer, que vosotros no
sabéis. 33 Entonces los discípulos decían unos a otros: ¿Le
habrá traído alguien de comer? 34 Jesús les dijo: Mi comida es
que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra.”
Juan 4:32-34
La comida, el fuego interior, la pasión y el deseo más grande de Jesús, era hacer la
voluntad del Padre y agradarle. Los milagros, señales y maravillas que El hacía
eran producto de su pasión por
Dios. ¡No podemos decir que queremos hacer la voluntad de Dios y no estar dando
fruto, sanando a los enfermos, caminan do en nuestro llamado y evangelizando! Si
no estamos haciendo lo que Él nos pide, es porque hemos perdido el primer amor.
¡Es tiempo de hacer Su voluntad y comprometernos! No podemos estar sentados,
estancados y conformes; ¡necesitamos pasión, avivamiento y mover de Dios!
“¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra.” Salmo
73:25
Dios nos reta a volver al primer amor. Tenemos muchas pasiones: trabajo, familia,
pero Dios no es nuestra pasión principal. No de dicamos tiempo a buscarle y
permitimos que nuestras expectativas no cumplidas causen desánimo y en ríen
nuestro primer amor. O quizá hemos estado sirviéndole, pero hemos perdido el temor
de Dios, la compasión por la gente, y nos quejamos y pensamos tirar la toalla, y
hemos descuidado lo que Dios nos entregó. Él nos da otra oportunidad. Nos pide total
compromiso. Nos pide que encendamos el fuego otra vez, para que caminemos en
reciprocidad: recibiendo y dando; dando y recibiendo.
Dios nos reta a volver al primer amor. Tenemos muchas pasiones: trabajo, familia, pero
Dios no es nuestra pasión principal. No dedicamos tiempo a buscarle y permitimos que
nuestras expectativas no cumplidas causen desánimo y enfríen nuestro primer amor.
O quizá hemos estado sirviéndole, pero hemos perdido el temor de Dios, la compasión
por la gente, y nos quejamos y pensamos tirar la toalla, y hemos descuidado lo que
Dios nos entregó. Él nos da otra oportunidad. Nos pide total compromiso. Nos pide que
encendamos el fuego otra vez, para que caminemos en reciprocidad: recibiendo y
dando; dando y recibiendo.