Astrologia y Cuadros Psicopatologicos PDF
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¿Qué es la psicosis?
Nuestro trabajo trata acerca de la estructura más grave dentro de la psicopatología: la psicosis.
Esta estructura es radicalmente diferente de la neurosis y de la perversión. Se trata de los cuadros que
tienen menor grado de estructuración psíquica. Es decir, refieren a las estructuras más frágiles y con sus
complejos psicológicos (sus puntos de fijación) localizados en un período más temprano que en otros
cuadros psicopatológicos.
En efecto, los puntos de fijación en la psicosis son pre-edípicos. Por eso, el grado de estructuración es
menor, porque en la psicosis el principio de realidad va a estar desintegrado y va a haber cierta pérdida
de unidad del Yo, de las funciones del Yo. En términos clásicos, en la psicosis el Superyó nunca llegó a
conformarse como una estructura fuerte y hay un esbozo de Yo fragmentado. Aquí la predominancia la
tiene el Ello.
Vamos a ubicar, en primer lugar, dónde está el conflicto en la psicosis. Si en la neurosis, el Yo está ava-
sallado por el Ello, la realidad y el Superyó, aquí el conflicto se da directamente con la realidad. Así, ante
una frustración del mundo exterior, el Ello cobra predominancia, avasalla al Yo y éste se desconecta de
la realidad.
Precisamente, la psicosis representa un cuadro gravísimo porque se pierde el contacto con lo real. Los
psicóticos producen una realidad nueva, que tiene que ver con los síntomas principales de la psicosis:
los delirios, que es una construcción de una realidad nueva, y las alucinaciones, que es la percepción de
una realidad nueva.
Ahora bien, ¿qué cuadros psicopatológicos están incluidos en la psicosis? La paranoia, la psicosis aluci-
natoria y la esquizofrenia. Además, vamos a incluir (por su gravedad y la desestructuración que repre-
senta, aunque no es una psicosis clásica) la psicosis maníaco-depresiva o, trastorno bipolar.
Paranoia
Técnicamente, en la paranoia el punto de fijación está localizado en la etapa narcisista de la libido. Po-
dríamos decir que hay una problemática con el Yo, pero no es una patología narcisista que tenga que ver
con “la imagen que doy a los demás”, sino que hay un Yo que se empieza a postular como centro.
Como dijimos, en la psicosis hay un conflicto con la realidad por el cual el sujeto empieza a delirar. Sin
embargo, la paranoia representa un cuadro de menor desconexión con la realidad, ya que se trata de un
tipo de delirio que lo une a los demás. Si bien en las otras psicosis hay delirio, aquí es el síntoma princi-
pal y el delirio resulta más sistematizado, más organizado.
La paranoia es una de las psicosis menos desestructuradas porque todavía hay un Yo que opera en el
mundo y que guarda alguna conexión con la realidad.
En la paranoia hay una manía de interpretación, es decir, que el paranoico descifra todo: un ademán,
una puerta entreabierta, una sonrisa, un sueño. Lo que caracteriza este cuadro son estos dos indicado-
res: la certeza y la autorreferencia.
• Respecto a la certeza. El paranoico no duda de lo que interpreta. Por ejemplo, llega a la casa y
piensa que la mujer “lo está engañando con otro”, y aunque encuentra a la mujer sola, o no la
encuentra, está seguro de lo que cree. Una persona neurótica dudaría. En la neurosis siempre
existe un margen de duda, mientras que el psicótico tiene certeza, y esta certeza es inconmovi-
ble.
• Respecto a la autorreferencia. El paranoico interpreta que todo lo que ocurre refiere a él. Por
ejemplo, siente que “el comentario de un periodista por televisión” refiere a él, que ese periodista
“le está hablando a él”. Esto puede convertirlo en alguien muy peligroso, porque nunca se sabe
qué puede interpretar. Como no está conectado con la realidad, tiene un pensamiento muy per-
sonal y original que resulta imposible de deducir.
El delirio más común es la «celotipia». Se trata de “una situación amorosa de dos” que se convierte en
“una situación amorosa de tres”, en donde uno de los miembros de la pareja tiene la certeza de que el
otro le es infiel sin tener ningún indicio cierto o cuando esto no ocurre en la realidad.
Otro caso es el «delirio erotómano». Se trata de la persona se siente amada por un personaje famoso. El
erotómano pasa por distintas fases: fase de esperanza de que eso suceda, fase de despecho y luego
fase de rencor.
También existe el «delirio reivindicativo». Se relaciona con el “discurso jurídico” y aquí el sujeto está es-
perando “que se le repare un daño que le han hecho”. Son personas capaces de sostener causas judi-
ciales años y años, y lo logran justamente por estas características de certeza y autorreferencia.
El «delirio místico». Tiene que ver con aquellos que creen ser convocados para una tarea sagrada, que
son llamados a ser profetas, y que deben aguardar el momento de ocupar ese lugar que les está reser-
vado. El delirio místico se suele dar en fases posteriores del desarrollo de la vida, donde el sujeto puede
compensar y por eso puede no resultar tan conflictivo y disolverse.
Psicosis alucinatoria
Es una psicosis más grave, porque aparece más temprano. La paranoia en general es una estructura
que se desencadena después de los 30 o 35 años. La psicosis alucinatoria es de más temprana apari-
ción y, además, el sujeto está más a merced de lo que le pasa. El Yo es más débil y desestructurado.
En este sentido, es clave destacar que el diagnóstico de una psicosis no se establece por el síntoma,
sino por el grado de estructuración del Yo. Toda persona puede presentar rasgos psicóticos, porque
están en la cultura y todos nos identificamos con rasgos psicóticos y neuróticos. La diferencia está en el
grado de estructuración del Yo. Por ejemplo, estructuras con un Yo que ha podido atravesar las etapas
de la libido y sepultado el complejo de Edipo, son estructuras más equilibradas, más organizadas, pue-
Esquizofrenia
Es el cuadro más grave de la psicosis, porque la aparición es aún más temprana. Este cuadro se carac-
teriza porque hay un proceso de desintegración de la personalidad, que también se llama «disociación
autista de la personalidad». Esquizo, significa “división”. En todas las estructuras hay disociación, pero
en la psicosis esquizofrénica llega a su máxima expresión.
El sujeto está emocionalmente fuera de la realidad. No existe contacto alguno, ni por medio del delirio, ni
por medio de la alucinación. Retira toda su libido y puede permanecer estático y sin hablar, durante mu-
cho tiempo. Si bien en el psiquismo humano siempre existe una disociación entre lo conciente y lo in-
consciente, aquí el grado de disociación es máximo. ¿Qué es lo que se disocia? Lo emocional, disocia
del cuerpo y de la mente. Aparece un cuerpo y una mente, sin emociones. El sujeto está indiferente,
sentado, sin hablar. Pierde total contacto con la realidad y lo que puede observarse es un vacío emocio-
nal, visible en su cuerpo: su cara tiene una expresión de mueca, de ausencia de todo sentimiento, está
rígido, robotizado, sus movimientos son bruscos, no responden a la situación que está viviendo.
En la esquizofrenia el sujeto está absolutamente desconectado. Es un paciente más robotizado. Su len-
guaje también es estereotipado, y puede haber mutismo. No responde a las consignas, puede invertir las
partes de las palabras, inventar palabras que no existen. Es el caso de los autistas. Se disocian de la
emoción. Incluso hay que alimentarlos porque no comen. Pueden golpearse la cabeza, son peligrosos
para sí y para otros. No tienen control sobre sus actos.
Este es el único cuadro en el que, aún existiendo recuperación, queda afectado el pensamiento, el len-
guaje y lo emocional. En los demás cuadros, el sujeto puede pasar la crisis y retornar a una “normali-
dad”. En cambio, en la esquizofrenia hay deterioro hasta la dementización. Antiguamente este cuadro se
llamaba «demencia precoz», porque se dementizaba el paciente y por la aparición temprana que tiene.
Puede aparecer hacia la adolescencia temprana. El cuadro con mejor pronóstico es la «esquizofrenia
paranoide», porque a través del delirio el psicótico se vincula. Freud decía que el delirio es un intento de
vinculación, un intento de restablecer un lazo y de curarse.
Algo importante que ocurre en la esquizofrenia es que se pierde totalmente la unidad del psiquismo.
Desde el punto de vista astrológico, parece como si cada planeta funcionara por su lado, y por eso se
habla de cuadro de «personalidades múltiples» o «esquizofrenia». Es una especie de disociación múlti-
ple de la personalidad.
Esa frontera, en realidad, es un límite que comunica dos dimensiones. No es un dique que debe defen-
derse de lo transpersonal, que debe evitar el contacto con lo transpersonal, sino que es un puente que
comunica con lo transpersonal.
Por lo tanto, ese límite debe tener una doble cualidad: ser protectivo de la estructura del Yo y, al mismo
tiempo, de alguna manera, permeable y habilitador de la experiencia transpersonal.
Podríamos decir que, en realidad, la función saturnina debe saber aliarse con la jupiteriana y viceversa, y
que cuando esto no ocurre el sistema se desequilibra. Esa frontera es una modulación saturnino-
jupiteriana, entre aquello que necesita ser conservado (un Yo estructurado) y lo que necesita ser recepti-
vo al misterio (el anhelo de trascendencia espiritual).
Entonces, para animarnos a acceder a lo que está más allá de lo personal tiene que haber sido desarro-
llada una estructura de personalidad madura. Esto explicaría por qué los desequilibrios que ocurren an-
tes de completarse el primer ciclo saturnino —esto es, antes de los 28 años— resultan más críticos y de
un pronóstico más reservado, respecto a los que se producen después.
Al mismo tiempo, ¿cómo podría distinguirse si se está en contacto con lo transpersonal o en delirio psi-
cótico, si se está en contacto con lo sublime o disociado de la realidad?
Aquí cabe una hipótesis. Si quien comunica la experiencia pretendida como transpersonal, actúa excesi-
vamente centrado en su Yo, podríamos levantar sospechas de patología. Es decir, es posible tener la
percepción de entidades sutiles, pero si yo traduzco este contacto con lo sublime y numínico como “un
mensaje que la Virgen María me dio respecto a una particular misión que tengo que comunicar a los
demás...”, es probable que el Yo se haya inconscientemente apropiado de un contacto transpersonal.
¿Por qué? Porque el protagonista de la experiencia transpersonal no es el Yo, sino la cualidad transper-
sonal en sí misma.
Como conclusión, podemos decir que teniendo una presencia importante y enfatizada de transpersona-
les en una carta natal resulta clave desarrollar tonicidad saturnino-jupiteriana, para poder elaborar aque-
lla desorganización que, por su propia función, los planetas transpersonales tienden a promover.
En cambio, recurriendo al mandala de planetas personales, podríamos decir que las neurosis y las per-
versiones más habituales resultan más accesibles a la conciencia y que, por lo tanto, representan las
patologías características de lo que podríamos denominar «dimensión personal».