Comunicacion Social 2 Parte

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2ª parte: comunicación, oración y cuerpo

¿QUÉ ES LA ORACIÓN?

La oración es nuestra línea directa con el cielo. ¡La oración es un proceso de comunicación que
nos permite hablar con Dios! Él quiere que nosotros nos comuniquemos con Él, como una
llamada telefónica de persona a persona. Los teléfonos celulares y otros artefactos se han
convertido en una necesidad para algunas personas de nuestra sociedad. Estos son medios de
comunicación que les permiten a dos o más personas interactuar, discutir y responder el uno
al otro.
Para algunos, la oración parece ser demasiado complicada, pero es simplemente hablar con
Dios.

FORMAS Y AYUDAS PARA REZAR CON EL CUERPO

Necesitamos corporalizar, encarnar, la oración. Cada cual puede experimentar y decidir qué
gestos utilizará para conectarse (asociará al momento de oración). Obviamente, no es el gesto
el que nos conecta (eso sería magia), pero ayuda a convertir la oración en hábito.

- Orar con la respiración:

Es el principal medio para llegar a relajarse y al silencio. Además, en todas las tradiciones
religiosas.
En la Biblia, aliento y espíritu son la misma palabra: respirar y sentir el espíritu van de la mano.
Toda célula de nuestro cuerpo recibe el aliento, el oxígeno, así como cada ser es creatura
divina.
Nos hace caer en la cuenta de que estamos sumergidos en el misterio. Somos una gota en
medio del océano.
La respiración nos introduce en lo espiritual. Nos distancia de nuestras necesidades y
preocupaciones, crea un vacío. El cuerpo nos conecta con lo espiritual.
No vale cualquier manera de respirar: Practicar la respiración diafragmática, inspirar por la
nariz bajando el diafragma, expulsar el aire lentamente por la boca. Colocar las manos sobre el
abdomen, notar cómo el aire nos llena.

Dedicarle unos minutos a sentir la respiración dando gracias a Dios por el don de la vida.

- Orar con los sentidos:

1. Vista
Elige un icono o una fotografía. Funciona muy bien con un cuadro, p.e. “El Buen Samaritano de
Van Gogh, cualquiera de las obras de Sieger Koder, “Los discípulos de Emaús”, “El hijo pródigo”
de Rembrant… ¿Qué te suscita?

2. Oído

Si un entorno natural lo favorece, escucha los sonidos es ya toda una meditación. Por supuesto
la audición de una obra clásica o de una canción con mensaje nos zambullen en la oración.
¿Cuál es tu “lista de reproducción”? ¿Qué música o canción te llevarías a una isla desierta?
Esto da para compartir la oración en múltiples celebraciones.
3. Olfato

“Sea mi oración como incienso en tu presencia, y mis manos levantadas, como ofrenda de la
tarde.” (Sal 141,2) nos dice un texto bíblico. El incienso tiene esta función en la liturgia.

4. Gusto

El sabor a pan y vino. Dar tiempo en la comunión para saborear el pan, y después el vino, no
con prisas, sino como la mejor de las catas.
Gustar la eucaristía y la palabra de Dios.
Convierte la bendición de la mesa en la expresión de tu oración. Y aquí volvemos a la
eucaristía, Dios se hace pan y vino en el cuerpo de Jesús, para invitarnos a partirnos por los
demás.

5. Tacto:
Elige un objeto que es o ha sido importante para tu vida. Con los ojos cerrados, con la punta de
los dedos, recórrelo. Ora con todo lo que te evoca.
Biblia, cuaderno, bolígrafo, móvil, anillo, colgante, taza, gafas…
¿Y si hacemos de ello una oración en grupo, compartida?

Quiero sentirte aquí, en cada cosa que toco yo,


porque las cosas me hablan de ti, Señor, mi Dios.
Quiero sentirte aquí, en cada paso que he dado yo,
porque mis pasos me hablan de ti, Señor, mi Dios.

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