El Estado
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¿QUE ES EL ESTADO?
Platón lo concibió como un ente ideal; Aristóteles como una sociedad perfecta; Hegel, Savigny y
los románticos como un ser espiritual; Rousseau, como la asociación política libremente fundada
por los partícipes del contrato social; Kant, como “reunión de hombres que viven bajo leyes
jurídicas”; Kelsen lo identifica como una “ordenación de la conducta humana”; Carré de Malberg
como un conjunto de elementos heterogéneos; Duguit lo define como “una agrupación humana
fijada sobre un territorio determinado, donde los más fuertes imponen su voluntad a los más
débiles”; Burdeau, como “titular abstracto y permanente del poder, cuyos gobernantes no son
sino agentes de ejercicio esencialmente pasajeros”; Esmein como “la personificación jurídica de la
Nación”; Fischbach como “una situación de convivencia humana en la forma más elevada”. Para
Harold J. Laski, el Estado constituye una sociedad de hombres unidos por el deseo de enriquecer la
vida colectiva. Del Vecchio lo define como “la unidad de un sistema jurídico que tiene en sí mismo
el propio centro autónomo y que está, en consecuencia, provisto de la suprema cualidad de
persona en sentido jurídico”. Biscaretti di Ruffia, por su parte, lo define como “ente social que se
forma cuando en un territorio determinado se organiza jurídicamente en un pueblo que se somete
a la voluntad de un gobierno”. Para Marx es un instrumento de dominación de clases; para los
anarquistas, en fin, es un obstáculo para la vida y la libertad del hombre. Bakunin decía que “el
Estado es un inmenso cementerio donde vienen a enterrarse todas las manifestaciones de la vida
individual”. Lenin, por su parte, sostuvo que “ahí donde comienza el Estado termina la libertad”.
Mussolini, por el contrario, en el otro extremo, afirmaba que “el Estado es el absoluto delante del
cual los individuos y los grupos no son sino lo relativo”.
La existencia de un Estado supone necesariamente, como elemento previo, una población. Este
elemento está en la base misma de la organización estatal; constituye su sustrato. La población
está compuesta por un conjunto de personas, de seres racionales que cumplen un ciclo vital
determinado, durante el cual persiguen a la vez fines individuales y colectivos. Así, la población
puede ser considerada a la vez, como elemento humano y como elemento sociológico; este
resulta de la voluntad de ese conglomerado de convivir en busca de la realización de sus fines
colectivos y aun individuales. Esta solidaridad del grupo se manifiesta desde las primeras
organizaciones sociales, la familia, la horda, el clan, la tribu; luego se traspasa al marco de la
ciudad y, en un estado más evolucionado, al de la provincia o país bajo la autoridad de un príncipe
o señor. Ya en la época moderna, ese sentimiento se cristaliza alrededor de la idea de Nación,
suscitándose en torno a ella un sentimiento nacional, en el cual se resumen hoy las afinidades que
aproximan a los miembros de toda comunidad política. La población, como elemento del Estado
moderno, se concibe entonces en la forma de una Nación. El proceso de formación de este
concepto ha sido en extremo complejo como se verá más adelante.
2. Territorio o elemento físico del Estado
Decimos en nuestra definición de Estado en sentido amplio, que el conglomerado social, política y
jurídicamente constituido, que es la población, está “asentado sobre un determinado territorio'".
Aparece así el segundo elemento del Estado, que muchos autores, con un criterio que
compartimos, califican de elemento previo. El estudio del territorio, como espacio físico o
material, incumbe a ciencias como la geografía, la geología o la geopolítica; a nosotros
corresponde estudiarlo en cuanto sirve de asiento a la población del Estado y en cuanto ámbito
espacial dentro del cual se ejerce el poder del Estado; también cabe considerarlo como campo de
aplicación de la política. El territorio es así, como dice Duguit, “el límite material de la acción
efectiva de los gobernantes”. Para él es eso, todo eso y nada más que eso. La importancia del
territorio como elemento del Estado proviene, pues, sin duda, de que él sirve actualmente de
medida y límite a la autoridad del gobierno. Pero también se debe, probablemente, como afirma
A. Hauriou, a que “en la historia de la humanidad la fijación de los pueblos sobre los territorios ha
sido un acontecimiento inmenso, que ha permitido indirectamente la formación de las naciones y
consiguientemente de los Estados”.
Siguiendo el desarrollo de nuestra definición del Estado, decimos que ese conglomerado social —
la población—, política y jurídicamente constituido, asentado sobre un determinado territorio,
“está sometido a una autoridad que se ejerce a través de sus propios órganos. Aparece así el
tercer elemento del Estado, el que puede considerarse como elemento formal: el poder público o
autoridad. La sociedad organizada no podría constituirse política y jurídicamente para convertirse
en Estado, sin la existencia de un poder público, de una autoridad soberana, acatada y respetada
por el conglomerado.
El poder público conforma, pues, dos elementos esenciales: el de la dominación y el de Ia
competencia.
El poder del Estado tiene, entre otras características, el de ser soberano. Y esta soberanía, se
manifiesta de dos maneras: una interna, en cuanto se ejerce dentro del ámbito del Estado; y otra
externa, en cuanto que el Estado está colocado en pie de igualdad jurídica frente a los demás
Estados que conforman la comunidad internacional. Igual vale, por ejemplo, en el seno de las
Naciones Unidas o en cualquier organismo internacional, el voto de un Estado de la categoría y
dimensión de los Estados Unidos o de Rusia, que el del Estado más pequeño.
El reconocimiento de un Estado es el acto por el cual los demás Estados declaran que tratarán a un
conglomerado determinado como a un Estado y que le reconocerán la calidad de tal. Este acto
supone dos consecuencias principales: a) que el nuevo Estado adquiere derechos frente a la
comunidad internacional, como son los de concluir tratados, hacerse representar
diplomáticamente ante los otros Estados y ante los organismos internacionales, etc.; y b) el
eventual principio de su responsabilidad internacional. El reconocimiento equivale, pues, a la
admisión del nuevo Estado en la sociedad internacional.
CLASES DE ESTADO:
ESTADO UNITARIO:
Estado simple o unitario es aquel que posee un solo centro de impulsión política y administrativa,
es decir, aquel en el cual la soberanía se ejerce directamente sobre todo el conglomerado social
asentado sobre un mismo territorio. De esta suerte, la totalidad de los atributos y funciones del
poder político emanan de un titular único, que es la persona jurídica llamada Estado. Todos los
individuos colocados bajo la soberanía de este obedecen a una misma y sola autoridad, viven bajo
un mismo régimen constitucional y son regidos por unas mismas leyes". O, como explica
Pizzorusso, hay Estado simple o unitario “cuando un país se rige por un único sistema de órganos
de gobierno, por lo general con sede en una misma ciudad —la capital— y que actúan sus poderes
sobre todo el territorio del Estado”.
ESTADO COMPUESTO:
Se llaman Estados compuestos aquellos en los cuales la soberanía no se ejerce de manera
uniforme y constante sobre todo el territorio nacional, sino que su ejercicio está fraccionado en
entes diversos, colocados en situación jurídica y política similar dentro del Estado, y que gozan de
una autonomía casi absoluta para el manejo de sus propios asuntos y para el ejercicio de ciertas
funciones.
CONFEDERACION DE ESTADOS:
Esta forma de Estado compuesto surge, generalmente, por el acuerdo entre diferentes Estados
que convienen en su unión, pero conservando cada uno de ellos su propia autonomía y su propia
soberanía interna. Quedan así unidos solamente por las disposiciones del acta de confederación;
en todo lo demás conservan su libre competencia. Están únicamente sujetos a las decisiones del
poder confederal en los asuntos expresamente previstos en el pacto; entre estos generalmente se
incluye lo relativo a las relaciones internacionales, en lo cual delegan parte de su soberanía con
objeto de que la confederación lleve, ante los demás Estados, la representación de sus miembros.
La confederación no forma un Estado central distinto de los Estados que la integran.
ESTADO FEDERAL:
El Estado federal, por su parte, es una asociación de Estados en el cual los miembros están
sometidos en ciertos aspectos a un poder central único, pero conservan su propia autonomía para
el ejercicio de determinadas funciones internas de carácter administrativo o político. Como
características de esta forma de Estado pueden señalarse las siguientes: a) el territorio está
constituido por la suma de los territorios miembros, constituyendo una unidad; b) la soberanía es
única; el poder supremo lo ejerce el Estado federal. Los Estados miembros participan en él pero
solo dentro del ámbito de su circunscripción geográfica y en las materias que les atribuya la
Constitución, expresa o tácitamente; c) la personalidad del Estado federal es única. Este
representa al conjunto de los Estados en el plano internacional; d) los Estados miembros se
reservan el derecho de manejar los asuntos cuya competencia escape al Estado federal.
SISTEMAS DE GOBIERNO:
PARLAMENTARIO:
El sistema de gobierno parlamentario —o de gabinete, como también se le denomina— es aquel
en el cual el ejecutivo está dividido en dos elementos: un jefe de Estado y un jefe de gobierno,
siendo este último, junto con su gabinete, responsable políticamente ante el Parlamento, el cual
tiene facultades para revocar su mandato o puede, a la inversa, ser disuelto por el gobierno.
Puede agregarse además, que en este sistema el Parlamento ejerce una influencia directa sobre la
composición del gobierno, y no se limita a ejercer prerrogativas en la legislación, aprobación del
presupuesto y control de la administración. Para que se dé un sistema parlamentario debe haber,
un poder ejecutivo dualista, responsabilidad política del gobierno ante el parlamento y el derecho
de disolución del parlamento.
PRESIDENCIAL:
Este sistema, como el parlamentario, funciona de ordinario dentro del contexto del Estado
democrático liberal, lo cual no excluye que exista en países regidos bajo formas de gobierno
autocráticas. Se fundamenta, al igual que el sistema parlamentario, en la participación de los
ciudadanos en la elección de sus gobernantes, mediante el sufragio universal, en la separación
entre los diferentes órganos del poder público. Sin embargo, existe en el sistema presidencial una
cierta supremacía del órgano ejecutivo sobre los demás, en razón de la extensión de las facultades
que se otorgan al presidente. Debe tener las siguientes características: Un poder ejecutivo
unipersonal, elección popular del presidente, responsabilidad política del gobierno limitada, no
existir derecho de disolución del parlamento y que en la práctica no exista un equilibrio real de los
tres poderes.
ASAMBLEA:
Al contrario del sistema presidencial, el sistema convencional o de asamblea se fundamenta en la
preeminencia del cuerpo legislativo sobre el gobierno, o bien en la absorción total de las funciones
ejecutivas por una asamblea. Los gobernantes serán entonces delegatarios o agentes de esa
asamblea, la cual, por ser generalmente numerosa, no puede atender directamente las tareas del
gobierno. De esta manera el gobernante o gobernantes estarán a merced de la asamblea tanto en
su nombramiento como en su remoción. La independencia de los gobernantes resulta, pues,
limitada al grado de ascendiente que ellos tengan sobre el cuerpo colegiado. A su turno, los
miembros de esa asamblea son elegidos por el órgano colegiado que cumple las funciones de
Parlamento y que, por su parte, es elegido por votación popular.
TIPO DE ESTADO Y FORMA DE GOBIERNO DE COLOMBIA:
Colombia, por su parte, adoptó definitivamente la forma unitaria, en la Constitución de 1886, cuyo
artículo 1. dice: “La Nación colombiana se reconstituye en forma de república unitaria”. En esa
misma Constitución se consagró el principio esbozado por Rafael Núñez, de “centralización política
y descentralización administrativa”, habiendo sido esta última implementa- da en sucesivas
reformas constitucionales, particularmente en la de 1985. La Constitución de 1991, por su parte,
mantuvo la forma de Estado unitaria, pero adoptando una fórmula de acentuada
descentralización: “Colombia es un Estado social de derecho, organizado en forma de república
unitaria, descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales..." (Art. 1). El término
“autonomía”, aplicado a las entidades territoriales resulta un tanto ambiguo, puesto que no se
especifica a qué clase de autonomía se refiere; si se trata de autonomía política o legislativa —que
no es el caso— no se estaría hablando de un Estado unitario sino federal, como se explicará más
adelante. Por otra parte la misma Constitución prevé formas de semifederalización, al autorizar la
creación de “regiones”.