Las Carreras Del Suri

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Las carreras del suri

Un día de junio, en pleno otoño, el suri Tulio bajó del cerro


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hecho una bala. Atolondrado como era, metió las patas entre la
hojarasca y pisó sin querer al sapo Zoilo, que estaba descansan-
do lo más tranquilo al lado de una piedra.
—¡Epa, amigo! ¿Qué le pasa? ¿No me ha visto? —se quejó
el sapo.
El suri miró hacia los costados, después hacia el suelo, y
cuando descubrió que esa vocecita provenía de Zoilo, le respon-
dió aguantándose la risa:
—¡Como si fuera gran cosa!
—Gran cosa o no, usted tiene que respetarme —refunfuñó
el sapo—, porque yo tengo aquí mi casa.
—¡Como si fuera gran cosa! —volvió a decir Tulio, mientras
pispeaba con sus ojos redondos como dos platos a ver si encon-
traba un buen sitio para comer yuyos.
Zoilo estaba indignado. Por ser chiquito y barrigón, los de-
más animales del monte no lo tenían en cuenta. Para colmo, el
suri ni siquiera vivía cerca, sino que venía por ahí cuando se le
terminaban los pastos de su querencia.2

1 Suri: también llamado choique o ñandú, es un ave corredora americana, muy


veloz, que habita las grandes llanuras. Se alimenta de plantas e insectos.
2 Querencia: sitio en que se han criado o al que tienen costumbre de acudir el
hombre y algunos animales.

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Versiones de Cecilia Romana

“Es un flor de interesado”, pensó el sapo, mientras veía


cómo Tulio, muy confianzudo, rumbeaba para el lado de la la-
guna para tomar agua.
—¡Vaya! ¡Hasta el agua de mi laguna ha decidido usar! —gri-
tó Zoilo lo suficientemente fuerte como para que el otro lo oyera.
Y Tulio, sin molestarse en enderezar el cuello, le respondió:
—¿Su laguna? ¡Como si fuera gran cosa!
Esa fue la gota que rebasó el vaso. El sapo sintió que se
hinchaba de indignación. ¡Encima se burlaba de él, este suri
vivaracho!
—Vea —dijo Zoilo—, hagamos una apuesta, a ver si así
aprende a respetar a los demás… Le juego una carrera en el are-
nal.3 Si gana usted, puede venir por estos pagos cuando quiera,
y yo no le digo ni mu… Pero si gano yo, ah, amigo, usted me tie-
ne que pedir permiso cada vez que se le ocurra acercarse a esta
laguna o estos pastos. ¿Qué le parece?
A Tulio se le marcaron dos hoyuelos cerca del pico porque
se contuvo la risa. ¡Cómo era posible que un sapo quisiera ga-
narle una carrera a un pájaro! El suri tenía patas largas y, aunque
sus plumas no le sirvieran para volar, daba unas zancadas tan
extensas, que no le envidiaba el vuelo ni siquiera al cóndor.
—Está bien —aceptó Tulio—. Ponga usted las reglas y decida
en qué lugar se hará la carrera. Allí estaré yo, listo para ganarle.
El sapo movió la cabeza en señal de conformidad y, en
cuanto el suri volvió al cerro, puso manos a la obra. Tenía que
actuar con cautela y ser pícaro para ganar esa contienda.

3 Arenal: extensión grande de terreno arenoso.

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Cuentos folclóricos de la Argentina

Se fue derechito al arenal y marcó cuatro líneas para


delimitar la pista. Este sapo tenía una parentela enorme, así
que llamó uno por uno a sus primos —que eran igualitos a
él, todos con el mismo color de piel y las mismas manchas—
y les pidió que lo ayudaran. Para eso, tenían que esconderse
en pozos debajo de la arena, y saltar cada vez que el suri die-
ra un paso. Bien sabía Zoilo que su contrincante no era muy
avispado. 4

Llegó el día de la carrera. Zoilo estaba desde temprano es-


tirando las patas para precalentar los músculos. Tulio, en cam-
bio, llegó tarde y le dijo al sapo con cara de sobrador:5
—¡Cuando usted diga, compañero!
Los primos de Zoilo ya estaban escondidos cuando la viz-
cacha anunció:
—En sus marcas, preparados, listos… ¡Ya!
Los dos corredores salieron hechos un torbellino.6 El sapo
a los saltos limpios, y el suri zanqueando.7
Tulio iba tranquilo, porque estaba seguro de que el otro
nunca podría ganarle. Pero, cada vez que miraba al costado,
ahí estaba Zoilo dando un salto. Siempre a la par de él, ni más
atrás ni más adelante. Claro, el sapo que veía el pobre Tulio no
era Zoilo, sino alguno de sus primos, que estaba escondido en
la arena y que, apenas el suri pisaba, salía dando un saltito.

4 Avispado: vivo, despierto.


5 Sobrador: que acostumbra tratar con suficiencia a los demás.
6 Torbellino: remolino de viento.
7 Zanquear: andar a grandes pasos o con prisa.

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Versiones de Cecilia Romana

De nada sirvió que Tulio apurara el tranco, porque Zoilo


llegó a la meta antes que él. Bueno… eso de llegar es una mane-
ra de decir; en realidad, Zoilo estaba escondido justito al lado de
la raya de llegada y, en cuanto el suri iba a pisar, ¡paf!, saltó y la
atravesó primero.
—¿Ha visto, pajarraco? —dijo Zoilo—. ¡Gané yo! Así que,
de ahora en más, me trata respetuosamente y pide permiso para
pasar por mi pantano. ¿Me escuchó?
—Sí, sí —respondió el pobre suri.
Y se quedó pensando cómo era posible que un sapo petisito
y barrigón le hubiese ganado la carrera...

Justo iba caminando por ahí una garrapata, que escuchó de


casualidad lo que decía el sapo, y le dio tanta risa que se quedó
boca arriba agarrándose la panza.
El suri miró a los costados, después hacia el suelo y vio al
bichito que no paraba con las carcajadas.
—¿Usted se ríe de mí? —preguntó indignado.
—¿Y de quién más? —repuso la garrapata, muerta de risa—.
¡Si le ha ganado la carrera este sapo, seguro que hasta yo podría
ganarle, don Tulio!
—¡Eso sí que no! —vociferó el suri, lleno de rabia.
Zoilo, que se había quedado ahí mirando, metió púa, de
entremetido,8 nomás:
—Juéguele una carrera a la garrapata, amigo suri, así se saca
las ganas de llevar un triunfo al cerro.

8 Entremetido: que tiene la costumbre de meterse donde no lo llaman.

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Versiones de Cecilia Romana

—¡Eso haré! —respondió el suri, muy seguro de sí mismo.


Otra vez se juntaron los animales al borde del arenal. Y como
las líneas ya estaban marcadas de la carrera anterior, al suri y a la
garrapata no les quedó más que esperar la orden de la vizcacha:
—En sus marcas, preparados, listos… ¡Ya!
Y Tulio salió como una tromba,9 dando zancadas largas y
levantando polvareda a diestra y siniestra. Tan tupida era la nube
de tierra que desparramaba el suri al correr, que no le pareció
raro no ver a la garrapata persiguiéndolo. Al contrario, pensó
que era imposible verla de tan relegada que venía.
Pero otra vez a Tulio lo habían timado:10 la garrapata se le
había prendido de una pluma de atrás y allí viajaba, lo más pan-
cha, sin hacer el menor esfuerzo.
Justo cuando estaba a punto de cruzar la línea de llegada, el
suri miró atrás por última vez, y como no vio al adversario por
ahí cerca, se le ocurrió hacerse el vivo y dijo en voz alta:
—Ahora voy a sentarme aquí en la meta, a esperar que
llegue ese bicho tan lento que quiso desafiarme. ¡Habrase visto
tamaña desvergüenza!
En ese momento, la garrapata se desprendió de la pluma y
cayó precisamente en la línea de llegada. Ahí mismo gritó:
—¡Epa, amigo! ¡Cómo se ha demorado! ¡No se le ocurra
sentarse acá, que va a aplastarme! Me parece que ha perdido
otra vez.

9 Tromba: columna de agua que se eleva desde el mar por acción del viento
huracanado.
10 Timar: engañar.

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Cuentos folclóricos de la Argentina

El suri volvió a girar sobre sus patas largas y vio que la ga-
rrapata estaba ya en la meta, más fresquita que una lechuga.
¡Había llegado antes que él!
Entonces se acercó el sapo Zoilo para decirle:
—¿Vio que no hay que burlarse de los que son más chicos
que uno?
Y conversando con la garrapata, se perdieron en el monte.
A partir de ese día, el suri Tulio se fijó muy bien donde
pisaba cuando bajaba del cerro. Y no vayan a creer que le era
esquivo al saludo. Al contrario: cada vez que podía, se acercaba
a la piedra donde dormía Zoilo y preguntaba:
—¿Tuvo una buena noche, amigo? ¿Necesita que le traiga
algo del cerro? Pida, nomás, que será un gusto complacerlo…

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