Perona - Igualdad
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con este concepto material de igualdad anuda propiedades, lo cual no significa la desapari-
un concepto de libertad entendida como auto- ción de la propiedad privada, sino sólo de las
nomía total, cuyo único límite es la imposibili- grandes propiedades y las grandes fortunas.
dad del sujeto libre de imponerse su propia En segundo lugar, la otra vía de recuperación
esclavitud, esto es, su propia consideración de la igualdad pasa por el establecimiento de
como propiedad enajenable. El concebir la un pacto social legítimo, esto es, un pacto
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1 2
J. J. Rousseau, Del contrato social. Discursos, Cf. C. Amorós, «El nuevo aspecto de la polis», La
Alianza Editorial, Madrid 1980, 57. balsa, de la medusa 19-20 (1991) 119-135.
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aquí se tiñe de fraternidad, pero de fraternidad que se funda el Estado (es decir, una condición
entre varones, pues el contrato nace del apar- de posibilidad del Estado y no un producto de
tamiento de las mujeres y adquiere unidad él); se trata, a su juicio, de un derecho univer-
gracias al autorreconocimiento de los varones sal de todo ser humano en tanto que tal, y del
soberanos frente a las mujeres, que sirven de principio matriz de las otras dos condiciones
de posibilidad o principios a priori del Estado,
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Kant, por su parte, en sus escritos de filo- Por otro lado, la igualdad va a ser definida
sofía política y de la historia, maneja dos con- por Kant como la coacción que el derecho
ceptos de libertad. El primero es similar al ejerce sobre todos los individuos de manera
rousseauniano: se trata del concepto democrá- uniforme a fin de respetar su libertad. Se trata,
tico de libertad según el cual un individuo no pues, del concepto de igualdad ante la ley, un
se somete más que a aquel marco legal de cuya concepto meramente formal y por eso compa-
creación ha sido partícipe. Kant define esta tible con la desigualdad material; un concepto
libertad como «la facultad de no obedecer nin- que impugna la herencia de la posición social
guna ley exterior sino en tanto en cuanto he (no de los bienes materiales) alegando que no
podido darle mi consentimiento» 3. Pero hay, caben privilegios innatos a este respecto y que
sin embargo, una diferencia profunda entre coloca en su lugar la defensa del ascenso en la
Kant y Rousseau, pues el primero maneja tam- escala social gracias al talento, la aplicación o
bién otro concepto de libertad y otro concep- la suerte de cada individuo 5. Esta definición
to distinto de igualdad. En efecto, junto al jurídica y formal de la igualdad es también
concepto democrático de libertad convive en universalista, aunque como veremos sólo en
la obra de Kant un concepto liberal de liber- principio.
tad, un concepto individualista de libertad
según el cual la libertad se entiende negativa-
mente como la capacidad de acción que tiene 4. Igualdad, universalidad
un individuo siempre y cuando no interfiera y exclusión
en la capacidad de acción de otro 4. Este últi- La diferencia de planteamiento entre Kant
mo concepto de libertad, también llamada y Rousseau (el formalismo que uno defiende y
libertad negativa o libertad sin constreñimien- el otro no) no les impide a ambos quebrar el
to, es la que invoca continuamente cuando se universalismo del que hacen gala, pues ya se
refiere al derecho como fuente de la vida polí- trate de una igualdad puramente formal o ya
tica. Por otro lado, considera Kant que la se trate de la igualdad más radical rousseaunia-
libertad es uno de los principios a priori en los na, en ambos casos va a ser restringida. El pa-
radigma igualitarista que defiende el pensa-
3
I. Kant, La paz perpetua, Tecnos, Madrid 1985,16. miento del siglo XVIII es al mismo tiempo
4
Cf. I. Kant, «En torno al tópico»: Tal vez eso sea
correcto en teoría, pero no sirve para la práctica, en 5
Cf. I. Kant, «En torno al tópico...», 29-30.
Teoría y práctica, Tecnos, Madrid 1986, 27.
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explica porque el universalismo es preciso otro, también deja fuera a los varones no pro-
para quebrar los privilegios articuladores del pietarios. Recordemos, en efecto, que Kant
Antiguo Régimen, pero no hay un interés de opera con un concepto puramente formal de
crear un nuevo espacio político en el que, efec- igualdad que no requiere el reparto equitativo
tivamente, todos los miembros de la sociedad de bienes y propiedades ni siquiera entre los
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6 7
J. T. Rousseau, Emilio, o De la educación, Alianza Cf. I. Kant, «En torno al tópico...», 34.
Editorial, Madrid 1990, 525.
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no tiene sexo. Si a ello unimos la idea de que el templa la necesidad de que el nuevo orden
rasgo distintivo de la especie es la razón, político desarrolle medidas de intervención
entonces las diferencias corporales no son más para paliar las desigualdades sociales debidas
que diferencias recíprocas (tan diferente es una al desequilibrado reparto de la riqueza, así
mujer de un varón como un varón de una como las desigualdades de instrucción 9. Y
mujer) irrelevantes para cuestiones políticas de estas medidas de intervención, por supuesto,
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8 9
Condorcet, «Cartas de un burgués de Newhaven a Cf. Condorcet, Bosquejo de un cuadro histórico de los
un ciudadano de Virginia»: Condorcet, de Gouges, de progresos del espíritu humano, Editora Nacional, Madrid
Lambert y otros, en A. H. Puleo (ed.), La Ilustración 1980, 230. Sobre una instrucción igualitaria, cf. Condorcet,
olvidada, Anthropos, Barcelona 1.993, 94-95. También Escritos pedagógicos, Espasa Calpe, Madrid 1922.
«Sobre la admisión de las mujeres al derecho de ciudada- 10
En A. H. Puleo (ed.), La Ilustración olvidada, 153
nía, Ibíd..
y ss.
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necesidad de una misma educación para com- mediatamente a través de la lucha de clases, lo
pensar las lagunas que deja la pura igualdad cual, como es obvio, no excluye para el femi-
formal y jurídica de oportunidades. nismo contemporáneo la necesidad de realizar
análisis interactivos en los que se tengan en
Sin embargo, la gran diferencia en el con- cuenta las discriminaciones que también por
cepto de igualdad con respecto a las mujeres clase sufren las mujeres, así como las que
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manejado por las sufragistas y por el marxis- sufren por raza, religión u opción sexual. Así,
mo del XIX radica en la causa de la desigual- pues, el feminismo contemporáneo que persi-
dad para cada una de las dos líneas de gue una igualdad sin filtros de exclusión no es
pensamiento. Mientras que para las sufragistas, necesariamente liberal y formalista (aunque
la causa de la desigualdad estaba en lo que haya grupos que sí lo sean), sino que, al igual
actualmente denominamos estructura de que el feminismo del período ilustrado (aun-
dominación patriarcal, la cual se había sobre- que con un talante más crítico), reivindica una
puesto a la diferencia sexual biológica, en el' igualdad tanto formal como material, y ello en
marxismo (Engels sería un buen ejemplo) la todos los aspectos que conforman las relacio-
causa de la desigualdad alude a la estructura- nes humanas.
ción social y económica del modo de produc-
ción capitalista 11 (ver artículo Feminismos).
Esta diferencia de origen entre el movi- 5. Igualdad y semejanza
miento sufragista y el marxismo se ha mante- En todos los casos vistos se trata de un
nido a lo largo de las difíciles y tormentosas concepto de igualdad obviamente relacional,
relaciones entre feminismo y marxismo 12, comparativo, rasgo que ya poseía el concepto
pues mientras el segundo, por regla general, ha en sus orígenes, como por ejemplo se ve en el
demandado el apoyo de las mujeres para la siguiente texto de Aristóteles: «Los unos se
consecución de la igualdad de clase, argumen- sublevan por aspirar a la igualdad si creen que,
tando que la igualdad sexual acontecería auto- siendo iguales, tienen menos que otros que
máticamente tras el logro de la igualdad de tienen más que ellos; los otros, por aspirar a la
clase, el primero ha acabado dando la razón en desigualdad y a la supremacía, si creen que,
cierto modo al movimiento sufragista en su siendo desiguales, no tienen más, sino igual o
idea, no explícita, sobre la necesidad de luchar menos (estas aspiraciones pueden ser justas o
por una igualdad específica para las mujeres. injustas). Los inferiores se sublevan para ser
Para alcanzar la igualdad entre los sexos iguales, y los iguales para ser superiores» 13. El
hay que luchar por ella inmediatamente, y no texto de Aristóteles nos interesa en la medida
en que ejemplifica perfectamente el problema
11
Cf. los trabajos de Ana de Miguel, en C. Amorós que aquí nos ocupa. En el texto es evidente
(coord.), Actas del seminario Historia de la teoría femi- que se refiere a la igualdad económica como
nista, Instituto de Investigaciones Feministas, Univer- aspiración de los que se consideran iguales en
sidad Complutense, Madrid 1994.
12
Cf. H. I. Hartmann, «Un matrimonio mal avenido:
algún sentido a serlo en todos los sentidos:
hacia una unión más progresiva entre marxismo y femi- porque todos son iguales en lo que hace a su
nismo», Zona Abierta 24 (1980) 85-113; B. Weinbaum, El
curioso noviazgo entre feminismo y socialismo, Siclo XXI,
Madrid 1984; C. Amorós, Hacia una crítica de la razón 13
patriarcal, Anthropos, Barcelona 1985, especialmente la Aristóteles, Política, Centro de Estudios Constitu-
parte III. cionales, Madrid 1983, 1302 a, 24-30.
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otros se refiere a algo concreto, precisamente ble, están también al alcance de aquellas partes
al hecho de que todos son ciudadanos y, en del alma que están asimismo contaminadas por
consecuencia, todos pueden participar en la lo sensible. Por esto los animales pueden ver y
vida judicial y deliberativa de la polis. Y este es oler la realidad, pero no examinarla intelec-
el punto de partida para reivindicar la igual- tualmente. El animal, pues, es lo absolutamen-
dad también en lo que hace al patrimonio. Los te desemejante frente al ser humano. El ani-
que se consideran iguales comparan sus situa- mal, en efecto, se caracteriza por carecer de
ciones con aquellos a los que consideran igua- logos (en el doble sentido de razón y de pala-
les, más exactamente, con aquellos con los que bra). Pero dentro de los seres humanos o, al
se quieren considerar iguales. La igualdad, menos, dentro de aquellos seres con figura
pues, aparece aquí como «igualdad a», en la antropomórfica, hay un conjunto que está
medida en que los que quieren acceder al para- también privado de logos, no en el sentido de
digma de la igualdad quieren ser semejantes en ser animales, pero sí que son como los anima-
todos los aspectos (por serlo ya en alguno) al les en cuanto que están privados de aquella
grupo que actúa como elemento de referencia. característica que hace a los seres humanos
Hay, pues, un proceso de identificación con seres humanos. Como es evidente, nos esta-
ese grupo que actúa como punto de referencia. mos refiriendo a los esclavos, seres ontológica-
Este aspecto del concepto de igualdad que mente desemejantes y, en consecuencia, políti-
hace de ella una «igualdad a» es característico camente desiguales. Como explica H. Arendt 15,
del mundo antiguo; también lo es entenderla en el mundo griego hay dos esferas radical-
como isonomía (igualdad en lo que hace a las mente separadas: de un lado, el ámbito de la
leyes) o como isegoría (reciprocidad en la necesidad; de otro lado, el ámbito de la liber-
capacidad de ser interlocutores en el ágora o tad. El primero de ellos es el espacio domésti-
ámbito del logos). Por otro lado, casi con una- co donde tiene lugar la reproducción biológica
nimidad, se tendía a pensar la igualdad como y material de la vida, el segundo es el ámbito
una relación de concordia (homónoia), de de la polis y de sus instituciones. De acuerdo
amistad (philía), por la que lo semejante busca con la ideología profunda del mundo griego,
lo semejante y se aleja de lo no-semejante l4. sólo se posee el estatuto de ser humano en
Con este planteamiento, lo no-semejante que- sentido estricto en el ámbito de la polis. Este es
da totalmente preterido en las relaciones de el territorio del logos, mientras que el domésti-
igualdad, pues lo igual sólo es pensable entre co es el ámbito de la bia o, lo que es lo mismo,
lo semejante, del mismo modo que en el plano el ámbito de la fuerza o coerción que la necesi-
dad de reproducción de la vida ejerce sobre los
14 15
Cf. W. K. C. Guthrie, Historia de la filosofía grie- H. Arendt, La condición humana, Paidós, Barce-
ga, Gredos, Madrid 1988, III, 152 y ss. lona 1993, 43.
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dado que su primera venida para redimir a la exclusión de los no-iguales. Y la generación de
especie humana no había tenido el resultado tales criterios pasa por una esencialización.
buscado, por no haber alcanzado todavía a las Así, en el Mundo Antiguo veíamos que
mujeres. En estas sectas, tanto esclavos como mujeres constituyen la
«las mujeres defendieron la universalización radi- esfera de lo ontológicamente desemejante, en la
cal de la subjetividad religiosa, que el protestantis- medida en que tanto unos como otras poseen
mo oficial había restringido al padre pastor, la un alma deficiente con respecto al modelo
extensión de la autonomía y responsabilidad ple- humano por excelencia representado por el
nas del sujeto individual y de la hermenéutica varón griego y libre. La razón de esa deficien-
bíblicas, esto es, del sacerdocio a la mujer» 21. cia en el caso de los esclavos tomaba pie, a jui-
cio de Aristóteles, en su carencia de facultad
deliberativa; en el caso de las mujeres, la cues-
7. Igualdad, naturaleza, tión es que, aun teniendo esa facultad, en ellas
esencialismo está desprovista de autoridad para sancionar.
Nótese que, en todos las casos vistos hasta Esto hace que mujeres libres y esclavos y
el momento, aun en los más favorables a la esclavas integren el grupo de los que son man-
igualdad, ésta acaba rompiéndose (salvo en los dados «por naturaleza», según dice Aristó-
planteamientos similares a lo que luego se teles, por su propio interés, frente a aquellos
denominará «feminismo») mediante una ma- que son capaces de prever con su mente y, en
niobra de esencialización del ser de las muje- esta medida, son «por naturaleza» jefes y
res. En los contextos sociales donde el señores de la polis 22.
paradigma de la igualdad no es el predomi- En la modernidad, la asociación entre
nante, las normas de reparto de poder, digni- igualdad y naturaleza es fundamental. En el
caso de Condorcet, O. de Gouges y el iguali-
tarismo feminista de la época, la igualdad tiene
20
Las causas de ello eran de cariz económico: el nue- relación con la naturaleza a través del derecho
vo orden capitalista que se estaba fraguando en aquel natural, y aquí la naturaleza es un concepto
entonces había desplazado a muchas mujeres de los traba- positivo que se entiende como fuente de dere-
jos extradomésticos que venían desempeñando tradicio-
nalmente, y esto las había dejado en una situación social y chos carente de prejuicios, incluido el sexista.
económica insostenible. Sobre esta cuestión, cf. S. En estos pensadores y pensadoras, la naturale-
Rowbotham, La mujer ignorada por la historia, Debate,
Madrid 1980. También H. R. Trevor-Roper, Religión,
Reforma y cambio social, Argos Vergara, Barcelona 1985. 22
21
T. J. Padilla, «La Reforma protestante como inicio Aristóteles, Política, 1252 a/b. Sobre estas cuestio-
del replanteamiento de la situación de la mujer», en C. nes, cf. S. Mas y A. J., Perona, «Observaciones sobre la
Amorós (coord.), Actas del seminario permanente relación entre ciudadanía y patriarcado en Aristóteles»,
Feminismo e Ilustración, 1988-1992, Instituto de Investi- en V.V.A.A, Conceptualización de lo femenino en la filo-
gaciones Feministas, Universidad Complutense, Madrid. sofía antigua, Siglo XXI, Madrid 1994, 81-89.
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igualdad), siendo lo femenino y los valores dicando un concepto de igualdad que recoja
que se asocien a ello lo enteramente otro y cualquier valor concebible como propio de
particular. cualquier individuo de la especie al margen del
El hecho de que desde la modernidad las sexo (y de otras diferencias). Esta segunda
mujeres hayan reivindicado para sí los mismos posibilidad permite, por un lado, no dejar al
derechos que iban consiguiendo los varones ha genérico femenino carente de identidad, sino
creado la confusión teórica entre «igualdad a» que se toma la identidad heterodesignada
e «igualdad entre», de modo que en la toma de como punto de partida irrenunciable para las
conciencia de este problema desde dentro del demandas igualitaristas, como lugar de arran-
propio feminismo se ha constatado el peligro que para efectuar tantas resignificaciones (tan-
de que las mujeres acabemos fagocitadas por el to en el modelo de «feminidad», como en el de
modelo de ser humano representado por los «masculinidad» y en el de humanidad) como
varones, con la consiguiente pérdida de identi- se consideren necesarias con vistas al logro de
dad para nosotras. La complejidad del proble- la igualdad recíproca; por otro lado, esta
ma se acentúa si tenemos en cuenta que esa segunda posibilidad permite que la igualdad
identidad es fruto de una heterodesignación reivindicada sea «una igualdad entre», esto es,
patriarcal 26, pero, por otro lado, esta es la ahuyentar el peligro de asimilación mecánica
situación real de las mujeres como colectivo. al modelo dominante, pues se trata de ir cons-
Si, como se acaba de mencionar, la estrategia truyendo un modelo alternativo no sesgado
del patriarcado ha sido siempre reducir los desde el sistema de dominación género-sexo.
valores humanos a los propios de los varones Lo cual permitiría, tanto que valores definidos
y, en consecuencia, presentar los valores mas- típicamente como masculinos fueran adopta-
culinos como neutros y modélicos (válidos dos por mujeres, cuanto viceversa. Pero para
universalmente), la estrategia clásica de las llevar adelante este modelo teórico desiderati-
mujeres feministas ha sido desmontar tal vo no es suficiente con la buena intención de
maniobra apelando a la igualdad o, en nuestro la teoría, sino que también es preciso articular
siglo, reivindicando su diferencia como mode- estrategias de poder coherentes. Es decir, la
lo normativo alternativo. La primera opción es igualdad es en gran medida lucha por la igual-
la del «feminismo de la igualdad», la segunda dad, y para luchar hacen falta medios de lucha;
(en la que no entraremos por ser tema de otro dicho directamente: es necesario el ejercicio
artículo: véase Diferencia) es la del «feminis- del poder por parte de los desiguales y que se
mo de la diferencia». les reconozca tal ejercicio del poder.
El problema es que las mujeres carecen de
26 poder por carecer de reconocimiento como
Para el concepto de heterodesignación, cf. A.
Valcárcel, Sexo y filosofía. Sobre «mujer» y «poder», iguales, y viceversa, es decir, hay un círculo
Athropos, Barcelona 1991. vicioso que sólo se rompe teniendo en cuenta
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que el poder se dice de muchas maneras y que establece una relación recíproca de equivalencia
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Esta palabra hay que entenderla referida a una dominación. A este respecto, J. Freeman 31 ya
«situación ideal en la cual hubiera un tipo de señaló hace unos años la necesidad de articular
interacción en la cual ambos sujetos, bien sean la igualdad con ciertas formas de estructura-
individuos o colectivos, fueran afectados sólo ción social, para evitar el peligro de ineficacia
en la misma medida en que pudieran, a su vez, y de impotencia política, un peligro que siem-
afectar; esta sería una situación ideal de equili- pre ha acechado a los grupos del movimiento
brio donde, por tanto, nadie prevalecería feminista en su afán de no reproducir el mode-
sobre nadie, ni nadie podría oprimir a nadie, lo de estructuración dominante. Así, pues,
puesto que tendría tanta capacidad de afectar habría que articular la «igualdad entre», o
al otro como de verse afectado» 2S. En este sen- igualdad como reciprocidad con cierta estruc-
tido sólo pueden llamarse iguales quienes tie- turación jerárquica de la sociedad, sin que ello
nen la misma capacidad de poder. La igualdad signifique reproducir el modelo de estructura-
así entendida implica también reconocimiento ción jerárquica dominante. En su texto,
de la capacidad de poder del otro, pues como Freeman apuntaba a una radicalización de los
ya apuntó Hegel en su dialéctica del amo y el métodos democráticos: estricto control de la
esclavo, ser algo implica ser reconocido como autoridad, distribución de la misma entre el
tal por el otro. De este modo, la igualdad es mayor número posible de personas, rotación
un relación recíproca que los individuos se en el ejercicio del poder atendiendo sólo a la
conceden mutuamente. En este punto, la capacidad, el interés y la responsabilidad de
igualdad como equipotencia es también igual- cada individuo, difusión universal de la infor-
dad como equipolencia, esto es, la igualdad mación y acceso igualitario a los recursos y a
«frente a ése, éste y aquél» 29. Por otra parte, la las condiciones para su obtención. A todo lo
igualdad «así entendida deja espacio a la indi- cual habría que añadir que condición de posi-
vidualidad, pues «el espacio de los iguales es el bilidad de la mencionada radicalización sería
espacio de las diferencias de individuos: tú que la «igualdad entre» los diferentes indivi-
eres tú y yo soy yo porque somos iguales, y duos se entendiera también como equifonía, es
porque somos iguales somos diferentes, es decir, decir, como
cada cual acota su terreno» 30. La igualdad, pues,
«la posibilidad de emitir una voz que sea escucha-
da y considerada como portadora de significado y
27
de verdad, y goce, en consecuencia, de credibili-
Cf. A, Valcárcel, o. c., 93 y ss. dad» 32.
28
C. Amorós, Mujeres, feminismo y poder, Forum de
Política Feminista, Madrid 1989, 7-8.
29
A. Valcárcel, Del miedo a la igualdad, Crítica, 31
Barcelona 1993,12. J. Freeman, La tiranía de la falta de estructuras,
30
C. Amorós, Mujeres, feminismo y poder, 13. Forum de Política Feminista, Madrid 1989,31-49.
32
También de la misma autora, «Espacio de los iguales, I. Santa Cruz, «Sobre el concepto de igualdad:
espacio de las idénticas. Notas sobre poder y principio de algunas observaciones», Isegoría 6 (1992) 147.
individuación», Árbor 503-504 (nov/dic, 1987) 113-127.
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33
Cf. N. Fraser y L. Gordon, «Contrato versus cari-
dad: una reconsideración de la relación entre ciudadanía
civil y ciudadanía social», Isegoría 6 (1992) 65-82.
34
Cf. A. Valcárcel, Del miedo a la igualdad, 11-12.