Perona - Igualdad

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118 / Marta Luisa Cavaría

son exclusivamente didácticos. Prohibida su reproducción parcial o total sin permiso escrito de la editorial correspondiente.

Chodorow, N., El ejercicio de la maternidad, Gedisa,


Barcelona 1984.
Diotima, Il pensiero della differenza sessuale, Milán
1987.
Fietze, K., Spiegel der Vernunft. Theorien zum
Igualdad
Este material es para uso de los estudiantes de la Universidad Nacional de Quilmes, sus fines

Menschsein der Eran in der Anthropologie des


15.]k, Paderborn 1991. Angeles Jiménez Perona
Gilligan, C, In a Different Voice, Cambridge 1982.
Traducción castellana de J. j. Utrilla; La moral y la
teoría. Psicología del desarrollo femenino, FCE,
México 1985.
Guillaumin, O, Sexe, race et pratique du pouvoir. 1. Concepto normativo
L'idée de nature, París 1992. versus concepto descriptivo
Irigaray, L., Speculum. Espéculo de la otra mujer, Trad. Aunque intuitivamente creemos saber a
B. Alberdi Alonso, Saltes, Madrid 1978. qué nos referimos cuando utilizamos el térmi-
Irigaray, L., Ese sexo que no es uno, Trad. Sylvia
no igualdad, una reflexión pormenorizada nos
Tubert, Saltes, Madrid 1981. muestra la dificultad que entraña el intento de
ofrecer una definición clara del término. Lejos
Líbreria delle donne di Milano, No creas tener dere- de: tener un sólo significado, se trata de una
chos, Horas y Horas, Madrid, 1991. voz polisémica que ha sido utilizada en distin-
Lonzi, C, Escupamos sobre Hegel. La mujer clitórica y tos contextos y tradiciones de pensamiento,
la mujer vaginal, Madrid 1981. cada de una de las cuales la ha cargado con
Merchant, C, The Death of Nature, Women, Ecology nuevos y diferentes matices, en ocasiones
and the Scientific Revolution, 1980. incluso contradictorios.
Meyer, U. I., Einfürung in die feministische
El origen lejano del concepto está en la
Philosophie, Aquisgrán 1992. Grecia clásica y su origen más cercano en la Re-
volución francesa. En ambos contextos, el tér-
Pinl, C, Vom kleinen zum grossen (Jnterschied, mino es polémico y controvertido, y aparece en
Hamburgo 1993. debates relacionados con los campos de la polí-
Rossanda, R., Las otras, Trad. Aura Arrióla, Barcelona tica, la economía, la sociedad, campos estos
1982. que tienen como el otro polo del debate la
naturaleza, que en último extremo actúa como
Vegetti Finzi, S., El niño de la noche, Cátedra, Madrid
eje conceptual de la discusión, pues del postu-
1993.
lado de una desigualdad natural (signifique
Violi, P., El infinito singular, Cátedra, Madrid 1991. esto lo que se quiera significar con ello en cada
momento) se sigue directa y necesariamente la
justificación de la desigualdad política, econó-
mica y social; y en el caso de la igualdad por
naturaleza, se sigue la igualdad en los otros
campos y, en consecuencia, dada una serie de
desigualdades fácticas incontrovertibles e irme-
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concepto referido a una pura situación de


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gables, la igualdad natural se convierte en nor-


ma moral y guía de acciones, esto es, serán hecho, pues descubrimos que también confi-
morales las acciones que conducen a la igual- gura una determinada ética. La desigualdad,
dad e inmorales las que perseveran en las por tanto, no es sólo un hecho, es también una
situaciones de desigualdad. teoría con la cual se enfocan determinados
hechos.
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En cualquier caso, el debate parte de una


Hasta ahora hemos intentado romper el
desigualdad o de una igualdad fáctica para lue-
encantamiento que produce el concepto de
go elevarla a norma o criticarla, y este es un
igualdad como concepto en apariencia claro y
primer problema del concepto de igualdad, a
distinto, presentándolo más bien como abs-
saber: mostrar esa efectiva igualdad o desigual-
tracto y oscuro. Sin embargo, vamos a intentar
dad. Esta primera dificultad hace del concepto
clarificarlo viendo sus rasgos distintivos y su
de igualdad algo sumamente abstracto. La
relación con otros conceptos que están empa-
situación es paradójica, pues se parte de la
rentandos con él.
igualdad o de la desigualdad como un hecho,
pero es un hecho que resulta sumamente com- La red categorial a la que se liga el concep-
plicado de ver y hacer ver, con lo cual, por así to de igualdad tiene como puntos clave, entre
decirlo, la teoría se adueña del supuesto hecho, otros, el de libertad, el de naturaleza y el de
o bien la teoría intenta compensar la falta de ciudadanía. Esta red data fundamentalmente
evidencia del hecho postulado. De forma que. de la producción filosófica de los siglos XVII
todos los conceptos anexos al de igualdad, y XVIII. En este contexto histórico hay dos
empezando por el de naturaleza, acaban sien- teorías, fundamentales que combinan el men-
do construcciones teóricas, y lo único que se cionado haz de conceptos. Una primera teoría
ve con claridad es que, lejos de la primera situaría como concepto matriz la libertad, y de
impresión, la igualdad es un concepto históri- él hace depender la igualdad; la otra gran teo-
camente construido y normativo, que hay que ría daría prioridad a la igualdad, y supeditaría
situar en el plano del deber ser y dentro de a ella la libertad. La primera de estas teorías se
una ética. encuentra en la tradición denominada «libe-
ral», la segunda alude a la tradición democráti-
Nótese la asimetría aparente que hay entre ca o radical. Representantes de ambos son,
igualdad y desigualdad. Mientras que la igual- respectivamente, Kant y Rousseau.
dad fáctica es difícilmente detectable, la desi-
gualdad se nos «impone» incluso aunque no
tengamos un concepto claro de igualdad que 2. Una definición material
actúe como referente. Pero quizá nos hayamos de igualdad
precipitado al plantear el problema en unos
Se suele pensar que el gran teórico de la
términos tan simplistas. Ciertamente, durante
igualdad en esa etapa de la historia fue Rous-
siglos se vienen dando desigualdades que sólo
seau. Desde luego, algo hay de cierto en ello.
se imponen como evidencias cuando una con-
Ante la quiebra del Estado y de la organiza-
ciencia crítica las desvela como tales. Y para
ción social anterior al período revolucionario,
ello siempre ha sido necesario, al menos, un
Rousseau reaccionó proponiendo un modelo
concepto mínimo de igualdad, por oscuro que
alternativo, cuyo punto de partida era precisa-
éste sea. Y de esta forma venimos a parar al
mente la igualdad económica y política. Junto
hecho de que tampoco la desigualdad es un
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con este concepto material de igualdad anuda propiedades, lo cual no significa la desapari-
un concepto de libertad entendida como auto- ción de la propiedad privada, sino sólo de las
nomía total, cuyo único límite es la imposibili- grandes propiedades y las grandes fortunas.
dad del sujeto libre de imponerse su propia En segundo lugar, la otra vía de recuperación
esclavitud, esto es, su propia consideración de la igualdad pasa por el establecimiento de
como propiedad enajenable. El concebir la un pacto social legítimo, esto es, un pacto
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libertad como autonomía total implica la no social producto de la «voluntad general». El


dependencia ni sujeción por razones políticas concepto de voluntad general no es la volun-
ni económicas, o lo que es lo mismo, este con- tad de la mayoría, ni el producto de la suma
cepto de libertad tiene como condición previa mecánica de las voluntades individuales. La
de posibilidad la igualdad, pues si no hay «voluntad de todos» puede ser simplemente la
redistribución de bienes y propiedades y suma física de los deseos particulares de los
ausencia de sujeción a instituciones de poder individuos que circunstancialmente se han
político, entonces no hay autonomía alguna: aunado, pero esta unión no implica necesaria-
«Si se indaga en qué consiste precisamente el mente atender a los verdaderos intereses de la
bien mayor de todos, que debe ser el fin de colectividad o del Estado. En cambio, la
todo sistema de legislación, se encontrará que «voluntad general» presupone una actitud
se reduce a dos objetos principales, la libertad deliberada de la razón y una firme determina-
y la igualdad. La libertad, porque toda depen- ción de conseguir el bien común; es, pues, una
dencia particular es otro tanto de fuerza que se única voluntad que recoge el compromiso
le quita al cuerpo del Estado; la igualdad, por- colectivo de todos los individuos para lograr
que la libertad no puede subsistir sin ella» 1. un bien social igualmente colectivo. Fruto de
Además, es inconcebible para Rousseau que la voluntad general es el pacto social y la con-
un individuo pueda ser libre, al tiempo que
siguiente instauración de un nuevo modelo
otro esté sometido por carecer de los bienes
político regido por unas leyes que obligan a
necesarios para su subsistencia viéndose obli-
todos en la medida- en que todos son sus crea-
gado a esclavizarse. La libertad, antes que un
dores. De esta manera, los sujetos del pacto
fenómeno individual, es colectivo: sólo se es
renacen como ciudadanos «iguales» en el espa-
libre si todos son libres y, para ello, debe haber
cio político que ellos generan mediante el con-
igualdad. De modo que tenemos aquí un con-
trato social. Desde un punto de vista
cepto ilustrado de igualdad que es material y
simbólico, esta generación del espacio político
que se vincula con el campo político y el eco-
nómico desde una óptica universalista. igualitario ha sido estudiada como una manio-
bra iniciática explicable desde categorías
En las críticas que vierte contra su contex- antropológicas 2. En efecto, el nuevo espacio
to social y político sitúa como origen del mal político es generado por una fratría, esto es,
(social, político, moral y racional) la desigual- por un grupo de sujetos que se tratan mutua-
dad. Las soluciones que propone para instau- mente como hermanos, y que, reconociéndose
rar la igualdad son fundamentalmente de dos unos a otros como seres autónomos e iguales,
tipos: en primer lugar, un reparto de bienes y sellan un pacto de respeto mutuo. La igualdad

1 2
J. J. Rousseau, Del contrato social. Discursos, Cf. C. Amorós, «El nuevo aspecto de la polis», La
Alianza Editorial, Madrid 1980, 57. balsa, de la medusa 19-20 (1991) 119-135.
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aquí se tiñe de fraternidad, pero de fraternidad que se funda el Estado (es decir, una condición
entre varones, pues el contrato nace del apar- de posibilidad del Estado y no un producto de
tamiento de las mujeres y adquiere unidad él); se trata, a su juicio, de un derecho univer-
gracias al autorreconocimiento de los varones sal de todo ser humano en tanto que tal, y del
soberanos frente a las mujeres, que sirven de principio matriz de las otras dos condiciones
de posibilidad o principios a priori del Estado,
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elemento de contraste y afirmación de la igual-


dad de los iguales. a saber: la igualdad y la autonomía. De modo
que, como vemos, Kant invierte la relación
que había establecido Rousseau entre libertad
3. Una definición formal e igualdad, puesto que para Kant la libertad es
de igualdad el principio prioritario.

Kant, por su parte, en sus escritos de filo- Por otro lado, la igualdad va a ser definida
sofía política y de la historia, maneja dos con- por Kant como la coacción que el derecho
ceptos de libertad. El primero es similar al ejerce sobre todos los individuos de manera
rousseauniano: se trata del concepto democrá- uniforme a fin de respetar su libertad. Se trata,
tico de libertad según el cual un individuo no pues, del concepto de igualdad ante la ley, un
se somete más que a aquel marco legal de cuya concepto meramente formal y por eso compa-
creación ha sido partícipe. Kant define esta tible con la desigualdad material; un concepto
libertad como «la facultad de no obedecer nin- que impugna la herencia de la posición social
guna ley exterior sino en tanto en cuanto he (no de los bienes materiales) alegando que no
podido darle mi consentimiento» 3. Pero hay, caben privilegios innatos a este respecto y que
sin embargo, una diferencia profunda entre coloca en su lugar la defensa del ascenso en la
Kant y Rousseau, pues el primero maneja tam- escala social gracias al talento, la aplicación o
bién otro concepto de libertad y otro concep- la suerte de cada individuo 5. Esta definición
to distinto de igualdad. En efecto, junto al jurídica y formal de la igualdad es también
concepto democrático de libertad convive en universalista, aunque como veremos sólo en
la obra de Kant un concepto liberal de liber- principio.
tad, un concepto individualista de libertad
según el cual la libertad se entiende negativa-
mente como la capacidad de acción que tiene 4. Igualdad, universalidad
un individuo siempre y cuando no interfiera y exclusión
en la capacidad de acción de otro 4. Este últi- La diferencia de planteamiento entre Kant
mo concepto de libertad, también llamada y Rousseau (el formalismo que uno defiende y
libertad negativa o libertad sin constreñimien- el otro no) no les impide a ambos quebrar el
to, es la que invoca continuamente cuando se universalismo del que hacen gala, pues ya se
refiere al derecho como fuente de la vida polí- trate de una igualdad puramente formal o ya
tica. Por otro lado, considera Kant que la se trate de la igualdad más radical rousseaunia-
libertad es uno de los principios a priori en los na, en ambos casos va a ser restringida. El pa-
radigma igualitarista que defiende el pensa-
3
I. Kant, La paz perpetua, Tecnos, Madrid 1985,16. miento del siglo XVIII es al mismo tiempo
4
Cf. I. Kant, «En torno al tópico»: Tal vez eso sea
correcto en teoría, pero no sirve para la práctica, en 5
Cf. I. Kant, «En torno al tópico...», 29-30.
Teoría y práctica, Tecnos, Madrid 1986, 27.
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universalista y excluyente. Esta paradoja se su ámbito de referencia a las mujeres y, por


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explica porque el universalismo es preciso otro, también deja fuera a los varones no pro-
para quebrar los privilegios articuladores del pietarios. Recordemos, en efecto, que Kant
Antiguo Régimen, pero no hay un interés de opera con un concepto puramente formal de
crear un nuevo espacio político en el que, efec- igualdad que no requiere el reparto equitativo
tivamente, todos los miembros de la sociedad de bienes y propiedades ni siquiera entre los
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sean tratados por igual. Así, pues, desaparecen varones7.


los privilegios de sangre, pero se reconstruyen
nuevos privilegios. En todo caso, conviene hacer notar que el
procedimiento por el que se excluye a las;
En el caso de Rousseau, la igualdad en- mujeres de un paradigma pretendidamente
cuentra su límite en el privilegio sexual. En el universalista de igualdad no pasa por funda-
Emilio muestra Rousseau su ideal de ciudada- mentar dicha exclusión en una animalización
no, esto es, su modelo de poblador del nuevo del colectivo excluido. Como dirá Kant, las
espacio político producto del contrato social, mujeres forman parte del género humano,
y en el capítulo V de este libro presenta a pero son «otra clase de hombres»; poseen
Sofía, el modelo de compañera del ciudadano. razón, pero no deben usarla igual que los
El juicio sobre Sofía no puede ser más claro: varones, ni desarrollarla en la misma direc-
ella no es ciudadana, a causa de una «manifies- ción. Esto significa que no quedan reducidas a
ta» inferioridad natural que le impide instruir- la mera animalidad, pero tampoco adquieren
se para desarrollar las tareas características de el reconocimiento del estatuto pleno de suje-
lo que a partir de este momento será el nuevo tos. Su función social se desarrolla en el espa-
espacio público y político. Las mujeres, cio privado doméstico como reproductoras
advierte Rousseau, no están capacitadas para físicas y simbólicas de los ciudadanos. Son las
reproductoras de aquellos que son iguales, sin
"la búsqueda de verdades abstractas y especulati- serlo ellas mismas.
vas (...). Todas las reflexiones de las mujeres deben
tender, en lo que no atañe de modo inmediato a Aunque este fue el pensamiento predomi-
sus deberes, al estudio de los hombres o a los nante desde el siglo XVIII, en esta misma épo-
conocimientos agradables que sólo tienen el gusto ca encontramos también otro concepto de
-por el objeto; porque, en lo tocante a las obras de igualdad, asimismo ilustrado, más coherente
genio, éstas superan su capacidad (...). La mujer, con el principio de universalidad. Las obras de
que es débil y que no ve nada fuera de sí misma, Condorcet y Olympe de Gouges constituyen
aprecia y juzga los móviles que puede poner en un buen ejemplo de reflexión sobre un con-
práctica para suplir su debilidad, y esos móviles cepto de igualdad no excluyente. Se trata de
son las pasiones del hombre» 6. una idea de igualdad que hunde sus raíces en
Kant es fiel seguidor de Rousseau a este el cartesianismo, y cuyo antecedente histórico
respecto, aunque a decir verdad su concepto de para el feminismo se encuentra en las obras de
igualdad es más restringido que el rousseau- Poulain de la Barre. Estamos ante tina igual-
niano, puesto que, por un lado, deja fuera de dad ontológica que toma pie en el dualismo
cartesiano mente-cuerpo, y en la tesis igual-
mente cartesiana de que el espíritu o la mente

6 7
J. T. Rousseau, Emilio, o De la educación, Alianza Cf. I. Kant, «En torno al tópico...», 34.
Editorial, Madrid 1990, 525.
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no tiene sexo. Si a ello unimos la idea de que el templa la necesidad de que el nuevo orden
rasgo distintivo de la especie es la razón, político desarrolle medidas de intervención
entonces las diferencias corporales no son más para paliar las desigualdades sociales debidas
que diferencias recíprocas (tan diferente es una al desequilibrado reparto de la riqueza, así
mujer de un varón como un varón de una como las desigualdades de instrucción 9. Y
mujer) irrelevantes para cuestiones políticas de estas medidas de intervención, por supuesto,
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derechos. En este contexto de pensamiento se afectarían también a las mujeres. Condorcet,


refuerza la idea de la igualdad como idea pues, opera con un concepto de igualdad uni-
construida y de carácter político que toma pie versalista y material cuyo campo de aplicación
en un iusnaturalismo. Un ejemplo de igualdad es fundamentalmente el espacio público. Ese
iusnaturalista lo encontramos en el siguiente mismo concepto de igualdad extendido al
texto de Condorcet: «Queremos una constitu- ámbito privado-doméstico es desarrollado por
ción cuyos principios estén únicamente funda- O. de Gouges en el apéndice que sobre el
dos en los derechos naturales del hombre, matrimonio incluye en su Declaración de los-
anteriores a las instituciones sociales. A estos derechos de la mujer y de la ciudadana 10.
derechos los llamamos "naturales" porque
El modelo de igualdad que se instauro en
derivan de la naturaleza del hombre; o sea que,
a partir del momento en que existe un ser sen- occidente siguió, en lo esencial, las pautas
sible capaz de razonar y de tener ideas mora- marcadas por la reflexión kantiana. Sin embar-
les, resulta, por una consecuencia evidente, go, en el siglo XIX hubo dos grandes intentos
necesaria, que debe gozar de éstos derechos», de romper los filtros de exclusión. El marxis-
y como las mujeres tienen estas cualidades, en mo vino a impugnar el filtro económico de
consecuencia «deben, pues, tener absoluta- exclusión de la igualdad, recuperando de este
mente los mismos (derechos) y, sin embargo, modo algo del espíritu rousseauniano. Sin
jamás en ninguna constitución llamada libre embargo, quedaba pendiente el filtro de exclu-
ejercieron las mujeres el derecho de ciudada- sión en razón de género. El movimiento sufra-
nos» 8. Nos encontramos, por tanto, ante la gista, que se desarrolló en el mismo período
idea de una igualdad natural que arranca de un histórico que el marxismo, tomando la cues-
rasgo ontológico común a todos los miembros tión del voto de las mujeres como bandera y
de la especie, idea esta que sirve de fundamen- utilizando argumentos similares a los del femi-
to para un concepto político de igualdad que nismo ilustrado, impulsó una reivindicación
no conoce exclusión en lo que atañe al disfruté política de igualdad de mayor calado. A pesar
de derechos. Un concepto de igualdad que no de las acusaciones que ciertas corrientes del
es puramente formal, dado que, además de marxismo les hicieron de feminismo burgués y
reclamar para las mujeres el derecho a la ciu- liberal, el concepto de igualdad con el que
dadanía política, esto es, a la posibilidad de operaban no era estrictamente formal. Prueba
elegir o ser elegidas para cargos políticos, con- de ello es la importancia que otorgaban a la

8 9
Condorcet, «Cartas de un burgués de Newhaven a Cf. Condorcet, Bosquejo de un cuadro histórico de los
un ciudadano de Virginia»: Condorcet, de Gouges, de progresos del espíritu humano, Editora Nacional, Madrid
Lambert y otros, en A. H. Puleo (ed.), La Ilustración 1980, 230. Sobre una instrucción igualitaria, cf. Condorcet,
olvidada, Anthropos, Barcelona 1.993, 94-95. También Escritos pedagógicos, Espasa Calpe, Madrid 1922.
«Sobre la admisión de las mujeres al derecho de ciudada- 10
En A. H. Puleo (ed.), La Ilustración olvidada, 153
nía, Ibíd..
y ss.
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necesidad de una misma educación para com- mediatamente a través de la lucha de clases, lo
pensar las lagunas que deja la pura igualdad cual, como es obvio, no excluye para el femi-
formal y jurídica de oportunidades. nismo contemporáneo la necesidad de realizar
análisis interactivos en los que se tengan en
Sin embargo, la gran diferencia en el con- cuenta las discriminaciones que también por
cepto de igualdad con respecto a las mujeres clase sufren las mujeres, así como las que
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manejado por las sufragistas y por el marxis- sufren por raza, religión u opción sexual. Así,
mo del XIX radica en la causa de la desigual- pues, el feminismo contemporáneo que persi-
dad para cada una de las dos líneas de gue una igualdad sin filtros de exclusión no es
pensamiento. Mientras que para las sufragistas, necesariamente liberal y formalista (aunque
la causa de la desigualdad estaba en lo que haya grupos que sí lo sean), sino que, al igual
actualmente denominamos estructura de que el feminismo del período ilustrado (aun-
dominación patriarcal, la cual se había sobre- que con un talante más crítico), reivindica una
puesto a la diferencia sexual biológica, en el' igualdad tanto formal como material, y ello en
marxismo (Engels sería un buen ejemplo) la todos los aspectos que conforman las relacio-
causa de la desigualdad alude a la estructura- nes humanas.
ción social y económica del modo de produc-
ción capitalista 11 (ver artículo Feminismos).
Esta diferencia de origen entre el movi- 5. Igualdad y semejanza
miento sufragista y el marxismo se ha mante- En todos los casos vistos se trata de un
nido a lo largo de las difíciles y tormentosas concepto de igualdad obviamente relacional,
relaciones entre feminismo y marxismo 12, comparativo, rasgo que ya poseía el concepto
pues mientras el segundo, por regla general, ha en sus orígenes, como por ejemplo se ve en el
demandado el apoyo de las mujeres para la siguiente texto de Aristóteles: «Los unos se
consecución de la igualdad de clase, argumen- sublevan por aspirar a la igualdad si creen que,
tando que la igualdad sexual acontecería auto- siendo iguales, tienen menos que otros que
máticamente tras el logro de la igualdad de tienen más que ellos; los otros, por aspirar a la
clase, el primero ha acabado dando la razón en desigualdad y a la supremacía, si creen que,
cierto modo al movimiento sufragista en su siendo desiguales, no tienen más, sino igual o
idea, no explícita, sobre la necesidad de luchar menos (estas aspiraciones pueden ser justas o
por una igualdad específica para las mujeres. injustas). Los inferiores se sublevan para ser
Para alcanzar la igualdad entre los sexos iguales, y los iguales para ser superiores» 13. El
hay que luchar por ella inmediatamente, y no texto de Aristóteles nos interesa en la medida
en que ejemplifica perfectamente el problema
11
Cf. los trabajos de Ana de Miguel, en C. Amorós que aquí nos ocupa. En el texto es evidente
(coord.), Actas del seminario Historia de la teoría femi- que se refiere a la igualdad económica como
nista, Instituto de Investigaciones Feministas, Univer- aspiración de los que se consideran iguales en
sidad Complutense, Madrid 1994.
12
Cf. H. I. Hartmann, «Un matrimonio mal avenido:
algún sentido a serlo en todos los sentidos:
hacia una unión más progresiva entre marxismo y femi- porque todos son iguales en lo que hace a su
nismo», Zona Abierta 24 (1980) 85-113; B. Weinbaum, El
curioso noviazgo entre feminismo y socialismo, Siclo XXI,
Madrid 1984; C. Amorós, Hacia una crítica de la razón 13
patriarcal, Anthropos, Barcelona 1985, especialmente la Aristóteles, Política, Centro de Estudios Constitu-
parte III. cionales, Madrid 1983, 1302 a, 24-30.
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situación de ciudadanos, quieren serlo también epistemológico lo semejante conoce a lo seme-


en lo que hace, por ejemplo, al patrimonio. jante. En efecto, el plano intelectual supremo,
Dicho de otra manera, si alguien es griego, que es no-sensible, sólo puede ser captado por
varón y libre, entonces es ciudadano igual a unas facultades cognoscitivas de naturaleza
los demás griegos, varones y libres. Y esta igualmente no sensible, mientras que los estra-
igualdad que relaciona a unos ciudadanos con tos más bajos de la realidad, la realidad sensi-
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otros se refiere a algo concreto, precisamente ble, están también al alcance de aquellas partes
al hecho de que todos son ciudadanos y, en del alma que están asimismo contaminadas por
consecuencia, todos pueden participar en la lo sensible. Por esto los animales pueden ver y
vida judicial y deliberativa de la polis. Y este es oler la realidad, pero no examinarla intelec-
el punto de partida para reivindicar la igual- tualmente. El animal, pues, es lo absolutamen-
dad también en lo que hace al patrimonio. Los te desemejante frente al ser humano. El ani-
que se consideran iguales comparan sus situa- mal, en efecto, se caracteriza por carecer de
ciones con aquellos a los que consideran igua- logos (en el doble sentido de razón y de pala-
les, más exactamente, con aquellos con los que bra). Pero dentro de los seres humanos o, al
se quieren considerar iguales. La igualdad, menos, dentro de aquellos seres con figura
pues, aparece aquí como «igualdad a», en la antropomórfica, hay un conjunto que está
medida en que los que quieren acceder al para- también privado de logos, no en el sentido de
digma de la igualdad quieren ser semejantes en ser animales, pero sí que son como los anima-
todos los aspectos (por serlo ya en alguno) al les en cuanto que están privados de aquella
grupo que actúa como elemento de referencia. característica que hace a los seres humanos
Hay, pues, un proceso de identificación con seres humanos. Como es evidente, nos esta-
ese grupo que actúa como punto de referencia. mos refiriendo a los esclavos, seres ontológica-
Este aspecto del concepto de igualdad que mente desemejantes y, en consecuencia, políti-
hace de ella una «igualdad a» es característico camente desiguales. Como explica H. Arendt 15,
del mundo antiguo; también lo es entenderla en el mundo griego hay dos esferas radical-
como isonomía (igualdad en lo que hace a las mente separadas: de un lado, el ámbito de la
leyes) o como isegoría (reciprocidad en la necesidad; de otro lado, el ámbito de la liber-
capacidad de ser interlocutores en el ágora o tad. El primero de ellos es el espacio domésti-
ámbito del logos). Por otro lado, casi con una- co donde tiene lugar la reproducción biológica
nimidad, se tendía a pensar la igualdad como y material de la vida, el segundo es el ámbito
una relación de concordia (homónoia), de de la polis y de sus instituciones. De acuerdo
amistad (philía), por la que lo semejante busca con la ideología profunda del mundo griego,
lo semejante y se aleja de lo no-semejante l4. sólo se posee el estatuto de ser humano en
Con este planteamiento, lo no-semejante que- sentido estricto en el ámbito de la polis. Este es
da totalmente preterido en las relaciones de el territorio del logos, mientras que el domésti-
igualdad, pues lo igual sólo es pensable entre co es el ámbito de la bia o, lo que es lo mismo,
lo semejante, del mismo modo que en el plano el ámbito de la fuerza o coerción que la necesi-
dad de reproducción de la vida ejerce sobre los

14 15
Cf. W. K. C. Guthrie, Historia de la filosofía grie- H. Arendt, La condición humana, Paidós, Barce-
ga, Gredos, Madrid 1988, III, 152 y ss. lona 1993, 43.
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habitantes de ese espacio y de la que necesita construcción de un modelo alternativo de


liberarse el ser humano, para serlo plenamente, semejanza donde sus propias desemejanzas
esto es, para entrar en el reino de la libertad, quedaran recogidas como diferencias, del mis-
que no es otro que la polis. Esta es la razón mo tipo que las diferencias individuales que
profunda de la existencia de la esclavitud en pudieran existir entre, por ejemplo, Cármides
Grecia y de su defensa por parte de la mayoría y Sócrates, el primero de los cuales destacaba
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de pensadores e intelectuales, y no tanto el por su belleza, mientras que el segundo por su


hecho, de que la explotación sistemática de fealdad y su sabiduría.
esclavos podía permitir la obtención de ingen-
tes beneficios económicos l6. En resumen, la
igualdad como relación de semejanza sola- 6. Igualdad y exclusión
mente tiene cabida en el ámbito de la libertad,
Esta breve mención al mundo antiguo nos
mientras que el ámbito de la necesidad es lo
ha servido para mostrar cómo la igualdad es
absolutamente desemejante. Como se puede
desde sus orígenes un concepto relacional,
apreciar, en Aristóteles la igualdad es la cara comparativo; y, al hilo de ello, hemos visto
de una moneda cuya cruz es el privilegio, dado que esa relación de comparación generaba una
que es una élite la que disfruta de la igualdad. definición de la igualdad como «igualdad a»,
Y junto con los esclavos, configurando el esto es, como concepto que hace referencia a
ámbito de la necesidad, estaban las mujeres. un proceso de asimilación a un modelo previa-
No es de extrañar que algunos representantes mente existente que no es puesto en cuestión
de la Ilustración sofística, en su intento de unl- en lo que tiene de excluyente. Pero también
versalizar el concepto de igualdad, lo desliga- hemos visto despuntar la posibilidad de inte-
ran del concepto de semejanza, al menos en el lección de la igualdad como concepto relacio-
sentido antes aludido de ese concepto. Y así, nal de equivalencia, entendiendo por ello
por ejemplo, en uno de los textos de Antifonte «tener el mismo valor, no ser considerado ni
el sofista 17, donde iguala «por naturaleza» a por debajo ni por encima de otro» 18. A este
bárbaros y helenos, se emplea un concepto de respecto, hemos apuntado cómo ciertos secto-
igualdad entendido como una relación de res de la sofística intentaron romper con el
semejanza distinta a la vista hasta ahora. No se modelo excluyente de igualdad por lo que tie-
trata de una identificación con un modelo pre- ne de excluyente, de salvaguarda de privile-
viamente existente, sino de una semejanza gios, esto es, en lo que tiene de igualdad para
recíproca que se establece por encima de y sin y dentro de un grupo determinado.
olvidar las desemejanzas. La igualdad así En realidad, la historia del concepto de
entendida permitiría incluir a esclavos y muje- igualdad es la historia de la lucha por separar-
res, en tanto que son lo desemejante, en el lo del privilegio y doblarlo de universalidad.
ámbito de la igualdad, y gracias no a una iden- El caso de algunos y algunas pensadores y
tificación con el modelo dominante, sino a la pensadoras de la Revolución es, como ya
hemos visto, evidente a este respecto.
16
H. Arendt, o. c, 100.
17
A. Battegazzore y M. Untersteiner, Sofisti Testi- 18
I. Santa Cruz, «Sobre el concepto de igualdad:
monianze e frammenti, La Nuova Italia, Florencia 1967, algunas observaciones», Isegoría 6 (1992) 147.
vol IV, B, col. II.
136 / Angeles Jiménez Perona Igualdad / 137

nas Iglesias protestantes (por no hablar del


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Este intento de ensanchar los márgenes de


la igualdad no sólo se ha dado en el campo del catolicismo romano) el que las mujeres puedan
pensamiento o de la lucha política, sino tam- ser pastoras, algo que casa perfectamente con
bién en otros órdenes simbólicos tan decisivos la idea del sacerdocio de todos y todas los ver-
como pueda serlo la religión. A este respecto, daderos y verdaderas creyentes, pero que den-
tro de la teología protestante también fue
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parece obligado hacer alguna mención a la


Reforma protestante, pues en sus reflexiones limitado mediante la doctrina de la predestina-
teológicas sobre las relaciones entre el ser ción aplicada al papel social que los sujetos
humano y la divinidad se abre paso un concep- deben desarrollar dentro de sus respectivas
to de igualdad más amplio que el defendido comunidades. Y así la igualdad de principio,
hasta entonces por las jerarquías eclesiásticas. pues también las mujeres son verdaderas cre-
Lo decisivo a este respecto es la idea de que la yentes, se quiebra al introducir este género de
comunicación entre Dios y sus criaturas huma- reflexiones, pues resulta que las mujeres están
nas no necesita mediación alguna, lo cual lleva sujetas a una Beruf (oficio vocacional) que
a la conocida tesis reformista del sacerdocio de define esencialistamente a las mujeres como
todos los verdaderos creyentes. Esta idea, a su esposas idóneas. En el luteranismo, la Beruf
vez, tiene en su trasfondo la tesis luterana de la guarda conexión con una idea de conservación
de la organización social, y así contribuyó,
desigualdad como un mal radical. Ahora bien,
tanto a la formación de un proletariado humil-
la teología reformista no está exenta de ambi-
de y paciente, sin poder de resistencia ante el
güedades a este respecto, pues todo el protes-
capitalismo que comenzaba a imponerse,
tantismo no milenarista sostenía que esa tesis
cuanto a la pervivencia del sometimiento de
sólo era válida con respecto al reino de Dios, y
las mujeres (un grupo también humilde y
no en el mundo terrenal. Es cierto que esto
paciente) a los dictados del espacio privado
puede recordar el tópico de que todos somos
doméstico que asimismo surge en estos
iguales porque todos somos hijos de Dios. Sin
momentos en su configuración moderna (ver
embargo, en manos de los reformistas protes-
artículo Ilustración).
tantes esta idea vaga y general adquiere una
interesante concreción, la de la inadmisibilidad Quizá resulte interesante señalar la desau-
de una casta sacerdotal privilegiada. De este torización y represión de la que fueron objeto
modo la Iglesia deja de ser una jerarquía de las sectas protestantes que, frente a las corrien-
administradores de sacramentos de la salvación tes luteranas y calvinistas, consideraron que el
y se convierte en una simple comunidad de camino de salvación no pasaba tanto por el
creyentes, en principio sin desigualdades esen- ascetismo reforzador de desigualdades en este
ciales entre sus miembros. Tal rechazo del cle- mundo, cuanto por la instauración del reino
ricalismo y de la teocracia es reconocido como de Dios (el milenio de Cristo) en la tierra, ins-
una de las raíces de la moderna emancipación tauración esta que implicaría la más radical
del ser humano racional como sujeto autóno- igualdad al menos en el plano económico l9.
mo y autoconstituido. La idea de privilegio, Por lo que respecta a la igualdad entre los
pues, pierde terreno ante la idea de igualdad.
Pero también en esta perspectiva la igual-
dad aparece limitada por consideraciones de 19
E. Bloch, Thomas Münzer, teólogo de la revolu-
género. Todavía hoy causa problemas en algu- ción Madrid 1968.
Igualdad / 139
138 / Angeles Jiménez Perona

dades, bienes, etc., suelen depender de un cri-


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sexos en la sectas milenaristas, hay constancia


de la participación masiva de mujeres 20. Incluso terio de sangre y de estirpe. Sin embargo,
había movimientos de este tipo integrados casi cuando entra en juego un paradigma de igual-
exclusivamente por mujeres que anunciaban el dad, si no se quiere universalizar (que sería lo
milenio de Eva, esto es, la segunda venida de obligado y lo coherente con el mismo concep-
Jesucristo al mundo, pero en forma de mujer, to de igualdad), hay que crear criterios de
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dado que su primera venida para redimir a la exclusión de los no-iguales. Y la generación de
especie humana no había tenido el resultado tales criterios pasa por una esencialización.
buscado, por no haber alcanzado todavía a las Así, en el Mundo Antiguo veíamos que
mujeres. En estas sectas, tanto esclavos como mujeres constituyen la
«las mujeres defendieron la universalización radi- esfera de lo ontológicamente desemejante, en la
cal de la subjetividad religiosa, que el protestantis- medida en que tanto unos como otras poseen
mo oficial había restringido al padre pastor, la un alma deficiente con respecto al modelo
extensión de la autonomía y responsabilidad ple- humano por excelencia representado por el
nas del sujeto individual y de la hermenéutica varón griego y libre. La razón de esa deficien-
bíblicas, esto es, del sacerdocio a la mujer» 21. cia en el caso de los esclavos tomaba pie, a jui-
cio de Aristóteles, en su carencia de facultad
deliberativa; en el caso de las mujeres, la cues-
7. Igualdad, naturaleza, tión es que, aun teniendo esa facultad, en ellas
esencialismo está desprovista de autoridad para sancionar.
Nótese que, en todos las casos vistos hasta Esto hace que mujeres libres y esclavos y
el momento, aun en los más favorables a la esclavas integren el grupo de los que son man-
igualdad, ésta acaba rompiéndose (salvo en los dados «por naturaleza», según dice Aristó-
planteamientos similares a lo que luego se teles, por su propio interés, frente a aquellos
denominará «feminismo») mediante una ma- que son capaces de prever con su mente y, en
niobra de esencialización del ser de las muje- esta medida, son «por naturaleza» jefes y
res. En los contextos sociales donde el señores de la polis 22.
paradigma de la igualdad no es el predomi- En la modernidad, la asociación entre
nante, las normas de reparto de poder, digni- igualdad y naturaleza es fundamental. En el
caso de Condorcet, O. de Gouges y el iguali-
tarismo feminista de la época, la igualdad tiene
20
Las causas de ello eran de cariz económico: el nue- relación con la naturaleza a través del derecho
vo orden capitalista que se estaba fraguando en aquel natural, y aquí la naturaleza es un concepto
entonces había desplazado a muchas mujeres de los traba- positivo que se entiende como fuente de dere-
jos extradomésticos que venían desempeñando tradicio-
nalmente, y esto las había dejado en una situación social y chos carente de prejuicios, incluido el sexista.
económica insostenible. Sobre esta cuestión, cf. S. En estos pensadores y pensadoras, la naturale-
Rowbotham, La mujer ignorada por la historia, Debate,
Madrid 1980. También H. R. Trevor-Roper, Religión,
Reforma y cambio social, Argos Vergara, Barcelona 1985. 22
21
T. J. Padilla, «La Reforma protestante como inicio Aristóteles, Política, 1252 a/b. Sobre estas cuestio-
del replanteamiento de la situación de la mujer», en C. nes, cf. S. Mas y A. J., Perona, «Observaciones sobre la
Amorós (coord.), Actas del seminario permanente relación entre ciudadanía y patriarcado en Aristóteles»,
Feminismo e Ilustración, 1988-1992, Instituto de Investi- en V.V.A.A, Conceptualización de lo femenino en la filo-
gaciones Feministas, Universidad Complutense, Madrid. sofía antigua, Siglo XXI, Madrid 1994, 81-89.
140 / Angeles Jiménez Perona Igualdad / 141
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za es el origen y fundamento de la plena igual-


dad que debe regir en el espacio político,
social y doméstico. Este mismo concepto
positivo de naturaleza también es utilizado
por Kant y por Rousseau para impugnar los
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privilegios aristocráticos e instaurar sus res-


pectivos conceptos de igualdad. Sin embargo,
también hay otros dos sentidos fundamentales
del concepto de naturaleza, un concepto pura-
mente negativo que la asocia a lo animal, a lo
incivilizado, a lo no político, y, por último, un
tercer concepto de naturaleza que va cargado
de tintes ideológicos y que afecta exclusiva-
mente a las mujeres haciendo de ellas seres
intermedios entre lo meramente animal (el
concepto negativo de naturaleza) y lo plena-
mente humano (el concepto de lo político vin-
culado al derecho natural). Este concepto lo
utilizan, por ejemplo, Rousseau y Kant para
asignar a las mujeres el papel social, ya visto
antes, de reproductoras de la ciudadanía, un
papel que no se dobla de visibilidad pública.
De este modo, por seguir con el ejemplo de
Kant, no se afirma de las mujeres que carezcan
de razón por naturaleza, no son asimiladas a
los animales; para Kant, las mujeres forman
parte del género humano con todas sus facul-
tades. En esto hay igualdad ontológica natu-
ral. Sin embargo, esa igualdad queda
disminuida cuando se atiende a la función que
cada sexo cumple y debe cumplir, según Kant,
teniendo en cuenta la teleología natural, que
afecta fundamentalmente a la ética y a la polí-
tica. Así, la exclusión de la igualdad aparece
cuando se atiende a la función que por natura-
leza cumple cada sexo. Para no dejar lugar a la
duda, en su Antropología en sentido pragmáti-
co expone Kant cuál fue el fin de la naturaleza
al instituir la feminidad: en primer lugar, la
conservación de la especie, lo cual conlleva
que las mujeres sean dependientes por natura-
leza de la protección masculina, incluso en lo
intelectual y en lo político; en segundo lugar,
142 / Angeles Jiménez Perona Igualdad / 143

naturales, motivos que tienen algo de realidad


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para preservar la cultura social y el refina-


miento de las costumbres, así como para pre- sólo porque no gozan de esos derechos?» 25.
parar y exhortar a la moralidad, si bien esta
tarea no coincide con la moralidad misma, esto
es, las mujeres no pueden acceder al conoci- 8. Igualdad, universalidad,
miento de los principios morales 23. O mejor ciudadanía
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expresado, aunque la naturaleza las ha dotado


Páginas arriba se ha dicho que la igualdad
con la facultad necesaria (la razón) para adqui-
se entiende como una relación de equivalencia,
rir cualquier tipo de conocimiento, ellas río
en el sentido de que los sujetos tienen el mis-
deben desarrollar ese uso de la razón, pues de
mo valor, y precisamente por ello son «igua-
hacerlo irían contra el plan de la naturaleza,
les». Ahora es preciso resaltar que equiva-
cuyo fin último es nada menos que instaurar
lencia no quiere decir identidad, sino más bien
una paz eterna cosmopolita. De modo qué las
homologación, juzgar con el mismo baremo o
que él llama «mujeres doctas» (las que desa-
medir con el mismo rasero a sujetos diferen-
rrollan la razón) son en realidad monstruos
tes. En efecto, no es lo mismo desigualdad que
que se han salido de su papel y que ponen en
diferencia. La igualdad admite diferencias, pero
peligro la consecución de la paz eterna 24.
no, como es obvio, desigualdades. Mientras
Este ideológico argumento que apela a la que la desigualdad supone discriminación y
naturaleza para fijar una desigualdad dentro privilegio, la diferencia implica desemejanza
de un paradigma igualitarista es reforzado, en recíproca o diversidad entre cosas de una mis-
todas las teorías modernas que excluyen a las ma especie, lo cual permite distinguirlas unas
mujeres, con la idea de la necesidad de una de otras, sin que ello implique necesariamente
educación diferencial para ellas, una educación discriminaciones ni privilegios de ningún tipo,
adecuada a las funciones que estos pensadores ni ontológicos, ni políticos. Es decir, la dife-
consideran propias del sexo femenino. El rencia puede ser y de hecho ha sido utilizada
ejemplo paradigmático a este respecto es el ya como punto de apoyo para la desigualdad,
citado capítulo V del Emilio de Rousseau. pero esto es algo que carece de fundamento.
Del hecho diferencial de tener uno u otro
Precisamente los y las igualitaristas más sexo, de ser de una u otra raza, de tener más o
radicales impugnan ese esencialismo por falaz, menos fuerza física, etc., no se sigue lógica-
esto es, por colocar como causa natural justifi- mente la necesidad de un trato desigual de los
cadora de la exclusión lo que es efecto de una sujetos así diferenciados.
exclusión histórica. Así lo expresa, por ejem-
plo, Condorcet: Sustentar la desigualdad sobre la diferencia
hace que ésta deje de ser un término recíproco
«¿Es justo, entonces, alegar, para continuar para pasar a ser unívoco. Y así, en vez de reco-
negando a las mujeres el goce de sus derechos nocer que varones y mujeres son diferentes
entre sí (de forma similar acornó los varones
23 se diferencian unos de otros y las mujeres unas
Cf. Antropología en sentido pragmático, Revista de
Occidente, Madrid 1985,204-205. de otras), se pasa a pensar que las mujeres son
24
Cf. sobre las «mujeres doctas» su juicio sobre
Mme. de Chatelet como un monstruo al que sólo le falta- 25
Condorcet, «Sobre la admisión de las mujeres al
ba una buena barba, en Lo bello y lo sublime, Espasa derecho de ciudadanía», en A. H. Puleo (ed.), La Ilustra-
Calpe, Madrid 1984, 45. ción olvidada, 103.
144 / Angeles Jiménez Perona Igualdad / 145

lo enteramente diferente frente al prototipo de


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Desde el «feminismo de la igualdad», la


humanidad que está representado por los maniobra patriarcal se puede desmontar, o bien
varones. Esta es la maniobra clásica de todo, renunciando a los valores «femeninos» hetero-
patriarcado: convertir lo masculino y los valo- designados el intentando sumarse a los valores
res asociados a ello en paradigma de lo neutro dominantes haciendo que éstos amplíen mecá-
y lo humano en general (en el lugar de la nicamente su campo referencial, o bien reivin-
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igualdad), siendo lo femenino y los valores dicando un concepto de igualdad que recoja
que se asocien a ello lo enteramente otro y cualquier valor concebible como propio de
particular. cualquier individuo de la especie al margen del
El hecho de que desde la modernidad las sexo (y de otras diferencias). Esta segunda
mujeres hayan reivindicado para sí los mismos posibilidad permite, por un lado, no dejar al
derechos que iban consiguiendo los varones ha genérico femenino carente de identidad, sino
creado la confusión teórica entre «igualdad a» que se toma la identidad heterodesignada
e «igualdad entre», de modo que en la toma de como punto de partida irrenunciable para las
conciencia de este problema desde dentro del demandas igualitaristas, como lugar de arran-
propio feminismo se ha constatado el peligro que para efectuar tantas resignificaciones (tan-
de que las mujeres acabemos fagocitadas por el to en el modelo de «feminidad», como en el de
modelo de ser humano representado por los «masculinidad» y en el de humanidad) como
varones, con la consiguiente pérdida de identi- se consideren necesarias con vistas al logro de
dad para nosotras. La complejidad del proble- la igualdad recíproca; por otro lado, esta
ma se acentúa si tenemos en cuenta que esa segunda posibilidad permite que la igualdad
identidad es fruto de una heterodesignación reivindicada sea «una igualdad entre», esto es,
patriarcal 26, pero, por otro lado, esta es la ahuyentar el peligro de asimilación mecánica
situación real de las mujeres como colectivo. al modelo dominante, pues se trata de ir cons-
Si, como se acaba de mencionar, la estrategia truyendo un modelo alternativo no sesgado
del patriarcado ha sido siempre reducir los desde el sistema de dominación género-sexo.
valores humanos a los propios de los varones Lo cual permitiría, tanto que valores definidos
y, en consecuencia, presentar los valores mas- típicamente como masculinos fueran adopta-
culinos como neutros y modélicos (válidos dos por mujeres, cuanto viceversa. Pero para
universalmente), la estrategia clásica de las llevar adelante este modelo teórico desiderati-
mujeres feministas ha sido desmontar tal vo no es suficiente con la buena intención de
maniobra apelando a la igualdad o, en nuestro la teoría, sino que también es preciso articular
siglo, reivindicando su diferencia como mode- estrategias de poder coherentes. Es decir, la
lo normativo alternativo. La primera opción es igualdad es en gran medida lucha por la igual-
la del «feminismo de la igualdad», la segunda dad, y para luchar hacen falta medios de lucha;
(en la que no entraremos por ser tema de otro dicho directamente: es necesario el ejercicio
artículo: véase Diferencia) es la del «feminis- del poder por parte de los desiguales y que se
mo de la diferencia». les reconozca tal ejercicio del poder.
El problema es que las mujeres carecen de
26 poder por carecer de reconocimiento como
Para el concepto de heterodesignación, cf. A.
Valcárcel, Sexo y filosofía. Sobre «mujer» y «poder», iguales, y viceversa, es decir, hay un círculo
Athropos, Barcelona 1991. vicioso que sólo se rompe teniendo en cuenta
146 / Angeles Jiménez Perona Igualdad / 147

que el poder se dice de muchas maneras y que establece una relación recíproca de equivalencia
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la resistencia o la propia toma de conciencia entre individuos que son diferentes.


como desiguales es ya un acto de poder 27. Esta El problema, entonces, sería cómo organi-
vinculación de la «igualdad entre» con el zar de forma estructurada una sociedad de
poder añade otro rasgo característico al con- individuos al mismo tiempo iguales y diferen-
cepto que ahora nos ocupa, la equipotencia. tes, de forma que tal estructuración no sea de
Este material es para uso de los estudiantes de la Universidad Nacional de Quilmes, sus fines

Esta palabra hay que entenderla referida a una dominación. A este respecto, J. Freeman 31 ya
«situación ideal en la cual hubiera un tipo de señaló hace unos años la necesidad de articular
interacción en la cual ambos sujetos, bien sean la igualdad con ciertas formas de estructura-
individuos o colectivos, fueran afectados sólo ción social, para evitar el peligro de ineficacia
en la misma medida en que pudieran, a su vez, y de impotencia política, un peligro que siem-
afectar; esta sería una situación ideal de equili- pre ha acechado a los grupos del movimiento
brio donde, por tanto, nadie prevalecería feminista en su afán de no reproducir el mode-
sobre nadie, ni nadie podría oprimir a nadie, lo de estructuración dominante. Así, pues,
puesto que tendría tanta capacidad de afectar habría que articular la «igualdad entre», o
al otro como de verse afectado» 2S. En este sen- igualdad como reciprocidad con cierta estruc-
tido sólo pueden llamarse iguales quienes tie- turación jerárquica de la sociedad, sin que ello
nen la misma capacidad de poder. La igualdad signifique reproducir el modelo de estructura-
así entendida implica también reconocimiento ción jerárquica dominante. En su texto,
de la capacidad de poder del otro, pues como Freeman apuntaba a una radicalización de los
ya apuntó Hegel en su dialéctica del amo y el métodos democráticos: estricto control de la
esclavo, ser algo implica ser reconocido como autoridad, distribución de la misma entre el
tal por el otro. De este modo, la igualdad es mayor número posible de personas, rotación
un relación recíproca que los individuos se en el ejercicio del poder atendiendo sólo a la
conceden mutuamente. En este punto, la capacidad, el interés y la responsabilidad de
igualdad como equipotencia es también igual- cada individuo, difusión universal de la infor-
dad como equipolencia, esto es, la igualdad mación y acceso igualitario a los recursos y a
«frente a ése, éste y aquél» 29. Por otra parte, la las condiciones para su obtención. A todo lo
igualdad «así entendida deja espacio a la indi- cual habría que añadir que condición de posi-
vidualidad, pues «el espacio de los iguales es el bilidad de la mencionada radicalización sería
espacio de las diferencias de individuos: tú que la «igualdad entre» los diferentes indivi-
eres tú y yo soy yo porque somos iguales, y duos se entendiera también como equifonía, es
porque somos iguales somos diferentes, es decir, decir, como
cada cual acota su terreno» 30. La igualdad, pues,
«la posibilidad de emitir una voz que sea escucha-
da y considerada como portadora de significado y
27
de verdad, y goce, en consecuencia, de credibili-
Cf. A, Valcárcel, o. c., 93 y ss. dad» 32.
28
C. Amorós, Mujeres, feminismo y poder, Forum de
Política Feminista, Madrid 1989, 7-8.
29
A. Valcárcel, Del miedo a la igualdad, Crítica, 31
Barcelona 1993,12. J. Freeman, La tiranía de la falta de estructuras,
30
C. Amorós, Mujeres, feminismo y poder, 13. Forum de Política Feminista, Madrid 1989,31-49.
32
También de la misma autora, «Espacio de los iguales, I. Santa Cruz, «Sobre el concepto de igualdad:
espacio de las idénticas. Notas sobre poder y principio de algunas observaciones», Isegoría 6 (1992) 147.
individuación», Árbor 503-504 (nov/dic, 1987) 113-127.
Igualdad / 149
148 / Angeles Jiménez Perona

necesidades, intereses y deseos de los indivi-


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Esta propuesta sigue a la tradición ilustra-


da feminista en la concepción de la igualdad; duos iguales. En todo caso, este es un tema
la igualdad, aquí, va asociada a la ciudadanía, abierto sobre el que hay que seguir investigan-
entendiendo este término en el sentido más do, pero que quizá tenga como clave el pensar
amplio posible. Habitualmente se suele asociar la igualdad como un modelo general de rela-
ción recíproca entre individuos que se recono-
Este material es para uso de los estudiantes de la Universidad Nacional de Quilmes, sus fines

ciudadanía con los derechos políticos y, efecti-


vamente, hay un concepto político-formal de cen mutuamente sus diferencias.
ciudadanía, a saber; el derecho a ejercer el
poder político, bien directamente, o bien indi-
Bibliografía
rectamente mediante el voto. Pero hay otras
dos acepciones de la ciudadanía que han de ser Amorós, C. (coord.), Actas del seminario permanente.
tenidas en cuenta en el presente contexto: por Feminismo e Ilustración, 1988-1992, Instituto de
un lado, la ciudadanía civil, que evoca las Investigaciones Feministas, Universidad Com-
libertades individuales, tales como el derecho a plutense, Madrid 1992.
la propiedad, el derecho a disponer de sí mis- Amorós, C. (coord.), Actas del seminario Historia de
mo, la libertad de expresión, etc.; por otro la teoría feminista, Instituto de Investigaciones
lado, no hay que olvidar la dimensión social Feministas, Universidad Complutense, Madrid
de la ciudadanía, referida a derechos sociales 1994,
relacionados con los ideales de participación Amorós, C, «Espacio de los iguales, espacio de las
igualitaria en la vida pública a través del uso de idénticas. Notas sobre poder y principio de indivi-
duación», Arbor 503-504 (nov/dic, 1987) 113-
los bienes y servicios públicos, como hospita-
127.
les, parques y, por supuesto, centros de educa-
Condorcet, de Gouges, de Lambert y otros, en A. H.
ción 33.
Puleo (ed.), La Ilustración olvidada, Anthropos,
El logro de la igualdad entendida como Barcelona 1993.
reciprocidad exige el disfrute pleno y universal Guthrie, W. K. C, Historia de la filosofía griega,
de la ciudadanía en las tres acepciones que aca- Gredos, Madrid 1988, vol. III.
bamos de señalar. Esta sería su salvaguarda
Kant, I., «En tomo al tópico: "Tal vez eso sea correcto
frente al peligro de reproducir estructuras
en teoría, pero no sirve para la práctica", en Teoría
jerárquicas de dominación. Por otro lado, y práctica, Tecnos, Madrid 1986.
pensar en una organización social y unos
Rousseau, J.J., Del contrato social. Discursos, Alianza
modos de vida complejos que articularan las
Editorial, Madrid 1980.
relaciones entre ciudadanos y ciudadanas en el
Santa Cruz, I., «Sabré el concepto de igualdad: algunas
pleno sentido de la palabra nos obliga a defen-
observaciones», Isegoría 6 (1992) 145-152.
der que la igualdad (doblada de salvaguardas
democráticas y en su convivencia con la inevi- Valcárcel, A., Del miedo a la igualdad, Crítica, Barce-
table estructuración jerárquica) 34 es algo que lona 1993.
se construye continuamente al hilo de las

33
Cf. N. Fraser y L. Gordon, «Contrato versus cari-
dad: una reconsideración de la relación entre ciudadanía
civil y ciudadanía social», Isegoría 6 (1992) 65-82.
34
Cf. A. Valcárcel, Del miedo a la igualdad, 11-12.

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