Ensayo DSI

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Doctrina social de la iglesia sobre la familia

Anamaria Ortega Álvarez

Pontificia Universidad Javeriana Cali

Maestría en Asesoría Familiar

Cali, Valle del Cauca

2020
La familia, de acuerdo a la Doctrina Social de la Iglesia, en adelante DSI, tiene la misión

“de ser comunidad de vida, llamada a custodiar, revelar y comunicar el amor” Juan Pablo

II, (1981) es en ella donde “el hombre recibe las primeras nociones sobre la verdad y el

bien; aprende que quiere decir amar y ser amado y, por consiguiente, que quiere decir en

concreto ser una persona.” Pontificio Consejo de Justicia y Paz, (2005).

A partir de estos dos planteamientos comparto la experiencia de vida de mi familia, en la

que logro identificar muchos de los valores propuestos por la DSI, que en primer lugar nos

inculca el principio del amor, como reflejo vivo de Dios en nuestras vidas y nos invita a

“construir, día a día, la comunión de las personas, haciendo de la familia una escuela de

humanidad más completa y más rica” Juan Pablo II, (1981).

Mi familia de origen, que actualmente está en la etapa del ciclo vital familiar nido vacío,

está conformada por mis padres, ambos adultos mayores, residentes en un municipio del

Centro del Cauca, ellos, conformaron hace 44 años una estructura familiar unida a través

del sacramento del matrimonio, para ellos, “una experiencia viva del amor” pero también

una exigencia familiar y social inculcada por sus padres y la sociedad de la época, que

desconocía otro tipo uniones o tipologías familiares.

De esta unión, y cumpliendo con una de las misiones de la familia, “la fecundidad como

signo y fruto del amor conyugal” Juan Pablo II, (1981), nacen sus dos primogénitos

(mellizos) que no solamente amplían su estructura familiar, sino también las

responsabilidades que como esposos están llamados a cumplir, a través del amor, el respeto,

la promoción de la dignidad de sus miembros, la atención a los hijos, especialmente

cuando son pequeños, la educación, entre otras responsabilidades que se le atribuyen a la

familia como parte de una iglesia y de un Estado.


Como parte de la familia de referencia, puedo identificar un sistema de valores arraigado

a las creencias religiosas; mi madre, una mujer que llego Virgen al matrimonio, que

experimento junto a mi padre una etapa de noviazgo en la que sólo era permitido tomar la

mano de la novia en presencia del padre, y donde las manifestaciones de afecto o lujuria era

condenadas como pecado e irrespeto a la dignidad de la mujer; así mismo, después de haber

unido sus vidas por el “vinculo sagrado” del matrimonio, mis padres se acogieron a “los

ritmos naturales” al momento de decidir sobre los hijos, ellos nunca concibieron, como

sucede en la actualidad, la idea de usar anticonceptivos y mucho menos la de no tener

hijos, pues para ellos, al igual que para sus padres, la esencia de la familia es procrear, dar

continuidad a la descendencia familiar, creen fielmente en que son los hijos los que le dan

sentido a la vida y a la familia, por eso el esmero de brindar a ellos una educación rica en

valores como el amor, el respeto, la obediencia, y en este aspecto me identifico con la frase

de Juan Pablo II quien afirma que “mediante valores como el amor, el respecto, la

obediencia a los padres, los hijos aportan su específica e insustituible contribución a la

edificación de una familia auténticamente humana y cristiana” [61] pues veo en ella el

reflejo de mis hermanos y el mío propio, porque aún, al ser los tres adultos, con nuestras

propias familias conformadas, continuamos profesando hacia nuestros padres la obediencia,

el respeto y el amor, como valores que se trasmiten a nuestros hijos, afianzando así ese

lugar especial que se le da a los ancianos en la familia, reconociéndolos como “inspiradores

de sabiduría y testigos del pasado” Juan Pablo II, (1981).

Finalmente, considero que reconocer la doctrina de la iglesia, y más aún, experimentarla

en mi familia, me permite reflexionar acerca de la importancia que tiene comprender que

no todas las familias asumen sus funciones a partir de un sistema de valores congruentes

con la DSI, y no por ello, podemos lanzar juicios de valor o categorizarlas como familias
problema o familias disfuncionales, al contrario, comprender esto nos acerca al diseño de

procesos de Asesoría Familiar incluyentes, que respeten y reconozcan a la familia, en sus

nuevas formas y tipologías, como sistema dinámico de la sociedad, que con sus diversas

creencias, en la mayoría de los casos se esfuerza por formar hombres y mujeres capaces de

vivir en comunidad; y para aquellas familias, en las que no prima la idea de ser protectoras

y trasmisoras de valores, poder encaminar acciones que fortalezcan los vínculos afectivos

entre los miembros, pues, en concordancia con la DSI, “sin el amor la familia no puede

vivir, crecer y perfeccionarse como comunidad de personas”. Juan Pablo II, (1981).

Referencias Bibliográficas

Juan Pablo II, (1981). Exhortación Apostólica Familiaris Consortio, Librería Editrice

vaticana, Vaticano. Tercera Parte “MISIÓN DE LA FAMILIA CRISTIANA”.

Pontificio Consejo De Justicia y Paz (2005), Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia.

Librería Editrice vaticana, Vaticano. Segunda Parte, Capítulo Quinto: La familia

célula vital de la sociedad.

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