Estudio de Oseas 4 (1-3) Revisado

Descargar como doc, pdf o txt
Descargar como doc, pdf o txt
Está en la página 1de 8

“Estudio de Oseas”

Pastor Alex Donnelly

EL JUSTO JUICIO DE DIOS

TEXTO Oseas 4:1-3

Introducción

Habiendo narrado la triste historia de su matrimonio (Oseas 1-3), el profeta ahora


se disponía a describir la infidelidad espiritual de Israel. Tenía la ilustración
perfecta (su propio matrimonio), que iba acorde con una realidad (el pecado de su
pueblo). En forma solemne, Oseas llama al pueblo de Israel a escuchar la “palabra
de Jehová” (v.1); la razón es, “porque Jehová contiende con los moradores de la
tierra”. La palabra, “contiende” (hebreo, ‘rib’), es un término legal; significa,
‘litigio’1. Indica que Dios estaba en contienda con Su pueblo 2. Por medio del
profeta, Dios llama a Israel a acudir a una audiencia ante la corte celestial.

NOTA: A todos nos gusta escuchar a Dios, cuando Él tiene palabras de aliento o de
consolación para nosotros. Pero, ¿estamos dispuestos a escuchar con la
misma atención cuando Él nos habla palabras de juicio y de contienda? No
debe importar lo que Dios tenga que decirnos, nuestra actitud siempre debe
llevarnos a decir, “Habla, Señor, porque tu siervo escucha”.

Al llamar al pueblo a un proceso legal, Dios tenía un propósito; no era el de


condenar a Su pueblo, sino reprender a Israel, deseando producir en Su pueblo un
verdadero arrepentimiento. Por eso Oseas se dirige, no al Juez que está juzgando
el caso, sino al mismo pueblo de Israel, para provocar un cambio en ellos. Dios no
solo expone la variedad de pecados que estaban cometiendo, sino también el
castigo que sus pecados provocarían. Pero antes de comenzar el juicio, Dios hace
referencia a los tremendos privilegios que ellos gozaban por ser el pueblo de Dios.

1. TREMENDOS PRIVILEGIOS (v.1a)

Al iniciar el juicio contra Israel, Oseas usa tres frases que merecen nuestra
atención, porque de una manera u otra señalan TRES grandes privilegios que
gozaba el pueblo de Israel.

a. Era el Pueblo Escogido de Dios

Al dirigirse al pueblo, Oseas describe a sus oyentes como, “hijos de Israel” (v.1a).
El término, “Israel”, significa ‘el que tiene poder con Dios’, es decir, ‘un príncipe de,
o con, Dios’ (ver nota exegética, y comparar Oseas 12:3-4). Este nombre fue
dado, en primera instancia, al patriarca Jacob (Gén 32:28; 35:10). Ese nuevo

1
Esta palabra se usa frecuentemente en el Antiguo Testamento, para comunicar una queja que Dios tenía
contra Su pueblo, por el pecado que cometían (ver Is 3:13-14; Os 12:2; Miq 6:2).
2
Un comentarista observa acertadamente que Dios no es litigioso; por el contrario, es lento para la ira y
grande en misericordia. Por lo tanto, este litigio tiene que entenderse como algo que vino luego de
MUCHOS años de paciencia, durante los cuales Dios esperaba que el pueblo de Israel se arrepintiera y
volviera a Él.

64
nombre marcó un cambio de vida y estatus, fruto de la obra de Dios en él.
Posteriormente, fue el nombre dado a la nación entera. Dios escogió a la nación de
Israel, para ser Su “especial tesoro”; los hijos de Israel iban a ser “un reino de
sacerdotes, y gente santa” (Éx 19:5-6). ¡Qué tremendos privilegios!

Nota Exegética: “Israel”

Es una palabra compuesta – ‘Yisra’el’. La partícula, ‘el’ significa, ‘Dios’;


mientras que ‘Yisra’ viene de ‘sarah’, que significa ‘poder’ (esta palabra solo se
usa en Gén 32:28 y Os 12:3). La idea en Gen 32:28 es que Jacob había
luchado con poder (con Dios), y había prevalecido. Por ende, Jacob es
considerado como un ‘príncipe’ con Dios.

b. Residía en la Tierra Prometida

En segundo lugar, Oseas describe a sus oyentes como “los moradores de la tierra”
(v.1a). Cuando los hijos de Israel salieron de Egipto, se dirigieron a la Tierra
Prometida. Dios les ayudó a conquistar la tierra de Canaán – una tierra que ‘fluía
lecha y miel’. Siendo una tierra fértil, con abundantes aguas, los habitantes
gozaban de una buena vida, con todas sus necesidades satisfechas; y al derrotar a
los habitantes antiguos, Israel llegó a posesionarse totalmente de la tierra. El
término que Oseas usa aquí, en hebreo (“moradores”), viene de una raíz que
significa ‘sentarse’; de allí deriva la idea de ‘habitar tranquilamente’ o ‘residir’. El
verbo describe el privilegio de habitar tranquilamente en Canaán. Gracias al poder
de Dios, Israel logró residir en paz en la Tierra Prometida. ¡Otro gran privilegio!

c. Escuchó la Palabra de Dios

El tercer privilegio que Oseas señala fue la bendición de recibir la palabra de Dios.
El profeta comienza, diciendo, “Oíd palabra de Jehová” (v.1a). Esta no fue la
primera vez que Dios había hablado a Su pueblo; lo había hecho con frecuencia –
por medio de Moisés, por medio de los sacerdotes y escribas, y por medio de los
profetas que Dios había levantado. Lo lamentable era que a pesar de haber
recibido tanta ‘palabra de Dios’, la gente no prestaba atención al Señor;
menospreciaban el gran privilegio que tenían.

REFLEXIÓN

¿Cuáles son nuestros grandes privilegios? Ver Efe 1:3-14. ¡Qué lamentable es
cuando no valoramos los privilegios que Dios nos da! Es una señal de pobreza
espiritual. Un hijo malagradecido es causa de gran tristeza para un padre, y
normalmente la vida de estos hijos es una de perdición (por ejemplo, el Hijo
Pródigo).

2. TERRIBLES PECADOS (v.1b-2)

Dios, siendo santo, esperaba que Su pueblo también lo fuera. Él quería que ellos
fueran un fiel reflejo de Su carácter. Lamentablemente, lejos de ser eso, el pueblo
de Israel estaba cometiendo una serie de pecados, que reflejaban la forma de vida
de las naciones paganas que lo rodeaba. El pueblo de Dios se olvidó que la
posesión de la Tierra Prometida venia con la demanda de honrar a Dios, viviendo
una vida de justicia y rectitud.

65
Oseas presenta los pecados de Israel en dos grandes categorías. Uno, las virtudes
que Dios esperaba ver en Su pueblo, pero que brillaban por su ausencia; y dos, la
presencia de infracciones de la ley, que abundaban en Israel. Veamos estas cosas
en mayor detalle:

a. La Ausencia de las Virtudes que Dios Exigía (v.1b)

Oseas señala tres virtudes que brillaban por su ausencia: “no hay verdad, ni
misericordia, ni conocimiento de Dios en la tierra”. Israel estaba faltando a las
demandas más importantes que Dios le había dado (ver Miq 6:8 y Mat 23:23).
Analicemos esas TRES virtudes que Dios resalta aquí:

[1] La Ausencia de la VERDAD (Hebreo, 'emeth')

Cuando Oseas habla de ‘verdad’, no estaba pensando tan sólo en las palabras que
el pueblo decía, sino también en sus actitudes (= ‘sinceridad’) y comportamiento (=
‘integridad y ‘fidelidad’). ‘Verdad’ es una de las cualidades fundamentales en Dios
(Ex 34:6; Sal 31:5; 57:10; 86:15). Dios siempre habla la verdad, y todo lo que
dice, lo cumple; por eso decimos que Sus palabras son 'fieles' ('emeth', 2 Sam
7:28). Y dado a que Dios es verdad, sus intenciones son santas; y en todas Sus
acciones, Él es íntegro y fiel. Por eso, la humanidad puede confiar plenamente en
Él.

Esto era lo que Dios esperaba ver en Su pueblo. Pero lamentablemente, Oseas
tuvo que abrir el juicio contra Israel declarando (de parte de Dios, el Juez): “no
hay verdad” (v.1b).

Nota Exegética - 'emeth' (“verdad”)

En ciertos contextos, la palabra 'emeth' parece ser usada en el sentido común de


'verdad'; es decir, de algo que es ‘cierto’ (Gén 42:16; Deut 13:14; 17:4; 2 Crón
9:5; etc.).

Sin embargo, la palabra también puede tener el sentido de 'fidelidad',


particularmente cuando se usa en relación con 'jesed' (“misericordia”). Un ejemplo
claro de esto se encuentra en Sal 42:10, donde los términos “misericordia” y
“verdad” (v.10c) deben ser entendidos como sinónimos de “fidelidad” (v.10b). Ver
también Gén 32:10; 2 Sam 2:6; 15:20; Sal 25:10 etc. En Neh 7:2 la Biblia de las
Américas traduce 'emeth' por “hombre fiel”.

La palabra, 'emeth', también es usada en relación con 'sinceridad' (ver Josu 24:14;
Juec 9:16, 19). En estos casos, 'emeth' es lo opuesto a 'hipocresía'.

Dios espera que nosotros seamos lo que Él es. Que hablemos con verdad (Sal
15:2; 51:6), y que seamos sinceros y confiables (Josu 24:14; 1 Sam 12:24).
Estas son cualidades esenciales en todo creyente, especialmente en los
líderes cristianos. Por eso Jetro recomendó esto en aquellos que servirían como
jueces en Israel (Ex 18:21).

66
[2] La Ausencia de MISERICORDIA ('jesed')

En segundo lugar, Oseas declara que tampoco había “misericordia” en Israel. La


palabra en hebreo ('jesed')3 tiene dos sentidos. En primer lugar, describe el amor
de una persona por alguien inferior (por ejemplo, el amor de Dios para con Su
pueblo); por ende, esta palabra muchas veces es traducida 'misericordia'. En
segundo lugar, la palabra puede denotar una actitud de benevolencia, que persiste
en mostrar amor hacia la otra parte. En este caso, la palabra tiene el sentido de
'lealtad'4.

Ambas cosas (‘misericordia’ y ‘lealtad’) son características de Dios, y toda persona


que ha conocido a Dios, y desea agradarlo, manifestará estas cualidades en toda su
vida. Dios esperaba ver estas dos características en Su pueblo (Prov 3:3). Son
cualidades que señalan un verdadero conocimiento de Dios (ver Jer 22:16), y se
manifiestan en el ser humano como resultado de tener una intima y constante
comunión Dios.

Esto nos lleva a notar la tercera acusación de Oseas:

[3] La Ausencia del CONOCIMIENTO DE DIOS ('da'ath')

Strong afirma que el sustantivo (“conocimiento”) deriva de un verbo hebreo, cuyo


significado es 'conocer', en el sentido de 'saber algo por medio de la vista'. El uso
de este verbo indica que nuestro conocimiento de Dios crece cuando pasamos
tiempo en Su presencia, llegando a conocerlo más y más por medio de lo que
'vemos' de Él, a través de una comunión íntima.

El conocimiento de Dios es la fuente de la nueva vida ‘espiritual’ y moralidad


cristiana. Sin un conocimiento profundo y personal de Dios, no es posible vivir
agradándolo. Fue la ausencia del conocimiento de Dios que produjo la falta de
sinceridad y de misericordia, en el pueblo de Israel. Cuando conocemos a Dios,
sintonizamos nuestro comportamiento a Su carácter. Si conocemos al Dios de la
verdad, hablaremos y actuaremos conforme a la verdad; si conocemos al Dios de
la misericordia, seremos misericordiosos con otros.

Que triste es ver, que entre el pueblo de Dios (un pueblo que gozó tantos
privilegios), hubo una ausencia total de estas virtudes fundamentales. Oseas
enfatiza la ausencia de estas virtudes cuando escribe, “no hay verdad, ni
misericordia, ni conocimiento de Dios en la tierra”; es decir, en todo el país, a lo
largo y ancho del territorio de Israel, estas cosas eran inexistentes 5.

Cuando hay una ausencia de estos tres principios fundamentales, la vida


rápidamente se degenera espiritual y moralmente, y se manifiesta toda clase de
3
La palabra se usa mas de 200 veces en el AT (ver Gen 19:19; 20:13; 21:23; etc.). En Oseas, se usa en
Os 2:19; 6:4,6; 10:12; 12:6.
4
Es interesante notar que muchas veces las palabras 'jesed' y 'emeth' se juntan en el AT (ver Gen 24:27,
49; 32:10; 47:29; Ex 34:6), lo que indica que, al menos en estos contextos, los dos términos constituyen
sinónimos.
5
Kimchi, un comentarista judío del siglo 12, comentando sobre este pasaje, escribió las siguientes
palabras: “Tengo una controversia con los habitantes de la tierra de Israel, porque les di la tierra bajo la
condición que ejerzan justicia y juicio, y bajo esa condición me comprometí con ellos, para velar por ellos
desde el comienzo hasta el final del año. Sin embargo, dado a que practican lo opuesto – es decir,
maldicen, mienten, etc., yo también cambiaré mi comportamiento con ellos, y esconderé de ellos mi
rostro”.

67
pecados. Esto es lo que Oseas resaltará ahora, en la lista de pecados que presenta
en el v.2.

b. La Presencia de Infracciones de la Ley (v.2)

Oseas ahora menciona SEIS pecados que abundaban en el pueblo de Israel.

[1] “perjurar”

La palabra en hebreo (‘alah’) significa ‘jurar’, ‘conjurar’ o ‘maldecir’ 6. A veces se


usa en un buen sentido, cuando alguien hace un juramento, dando su palabra de
promesa. Por ejemplo, Gén 24:41, donde se refiere al juramento que hizo el siervo
de Abraham cuando fue a buscar una esposa para Isaac; o Lev 5:1, donde se usa
para una persona tomando un juramento para testificar ante un juez. Sin
embargo, esta palabra también se usa para expresar la idea de ‘conjurar’ o
‘maldecir’. Por ejemplo, Jueces 17:2, donde se usa para una maldición proferida
por haber sufrido un robo.

En Oseas 4:2, el contexto indica que el término se está usando en el sentido


negativo. El pecado podría ser el de ‘jurar vanamente’ (jurar algo, pero mintiendo
al respecto – comparar Oseas 10:4), o ‘imprecar’; es decir, proferir palabras
expresando el vivo deseo de que alguien sufra mal o daño (‘maldecir’; ver Job
31:30; Sal 10:7)7.

[2] “mentir”

El término en hebreo es ‘kachash’, y significa ‘actuar o hablar falsamente’; es


decir, ‘engañar’ o ‘mentir’. Es la palabra que se usa para la mentira de Sarah, en la
presencia de Dios (Gén 18:15; “negó”); se usa también para el pecado de Acán
(Josué 7:11). Dios toma este pecado muy en serio, porque quebranta las
relaciones humanas, y conlleva un desorden social (ver Lev 6:2,3; “negare”).

El noveno mandamiento decía claramente, “No hablarás contra tu prójimo falso


testimonio” (Éx 20:16). Sin embargo, en el tiempo de Oseas la mentira abundaba
(ver Os 7:3; 10:13; 11:12), lo que nos indica que era una sociedad desordenada.
Sabiendo que la mentira es el lenguaje de Satanás (Juan 8:44b), se podría decir
que el pueblo de Israel estaba reflejando más el carácter de Satanás que el
carácter de Dios.

NOTA: Estas dos palabras (‘alah’ y ‘kachash’) se usan juntas en Sal 59:12
(“maldición y mentira”)

[3] “matar”

6
En la LXX la palabra es ‘ara’ (ver Rom 3:14, que cita Sal 10:7).
7
Debemos saber que el Antiguo Testamento también usa esta palabra cuando Dios anunciaba traer
maldición sobre aquellos que andaban en desobediencia (por ejemplo: Núm 5:21ss; Deut 29:19-21; etc.).
Obviamente en este caso, dicha acción no constituye un pecado, porque viene de Dios y solamente
indica la firmeza con la cual Él juzga.

68
La vida humana es sagrada (Gén 9:6). El sexto mandamiento prohibía el
derramamiento de sangre (Éx 20:13). Lamentablemente, en los días de Oseas, la
gente hacía caso omiso de este mandamiento. Israel era una sociedad dominada
por la violencia. Evidencia de ello fue el asesinato del rey Zacarías, cometido
delante del pueblo (2 Rey 15:10), y el asesinato del mismo asesino, un mes
después (2 Rey 15:13-14). En Israel se vivía ‘la ley de la jungla’; la supervivencia
de los más fuertes y violentos. Aun los sacerdotes asesinaban a sangre fría (Os
6:9). Sant 4:1-2 describe el espíritu que dominaba la vida en Israel en ese tiempo.
Este fue el fruto de la falta de conocimiento de Dios; y dio como resultado final, una
vida dominada por el deseo de las cosas de este mundo.

[4] “hurtar”

Uno pensaría que Oseas colocaría esta transgresión de la ley antes de la de matar,
por ser (a nuestro modo de pensar) de menor importancia. Sin embargo, en los
diez mandamientos “No hurtarás” (Éx 20:15) viene después de “no matarás” (Éx
20:13), y Oseas lo coloca aquí probablemente para dar a entender que la gente
mataba para robar. En ese tiempo, ¡los bienes materiales valían más que la vida
humana! El robo se había multiplicado de tal manera que produjo una sociedad
insegura, en la cual toda la gente vivía con temor de ser violentada, ya sea en las
calles de las ciudades, o en caminos aislados de zonas rurales (Os 6:9).

[5] “adulterar”

¿Qué habría sentido Oseas al escribir esta palabra? Él había sufrido tanto por la
infidelidad de Gomer, y escribía como un hombre cuyo corazón había sido
destrozado por la mujer a quien él amaba. Sin embargo, el comportamiento de
Gomer reflejaba a la sociedad en la que Oseas vivía. El adulterio era generalizado;
todos lo hacían.

Cuando el adulterio abunda, es porque se ha perdido el concepto del amor


verdadero, y la sociedad cae en la superficialidad – una superficialidad en la que
escasea la fidelidad y el compromiso entre las personas.

NOTA: Oseas afirma que todas estas cosas, “prevalecen”. El verbo en hebreo
(‘parats’) significa ‘presionar’ (2 Sam 13:25, 27; “porfió…importunaba”), y
por ende (cuando la presión es suficientemente fuerte) ‘rompe’ (2 Rey
14:13) o ‘hace una brecha’ (Éx 19:22,24). El cuadro que Oseas presenta
es el de personas que están presionando, empujando una pared, para
derribarla (o hacer un hueco en ella), y así robar o hacer estragos en lo
que estaba al otro lado del muro. En este caso, el ‘muro’ era la ley de
Dios, y el ‘estrago’ eran los pecados que cometía el pueblo. Cambiando la
metáfora, podemos pensar en una gran masa de agua que presiona a la
tierra (como en una represa). Cuando hay suficiente presión, la tierra
cede, y el agua se esparce por todos lados, en forma incontrolable8. Al
usar esta figura literaria, lo que Oseas quiere decir es que los pecados que
acaba de mencionar, eran abundantes. La ‘presión’ de la inmoralidad había
destruido la ‘represa’ de la ley de Dios, y el resultado fue una sociedad en
caos, por la ‘avalancha’ de pecados que se cometían. ¡Qué triste ver esto
en el pueblo de Israel! El pueblo que Dios escogió para ser Su especial
tesoro, se había degenerado completamente. Lejos de ser ‘sal’ y ‘luz’,
llegó a ser parte de la contaminación espiritual de la tierra de Canaán.
8
En Gén 28:14, Dios promete que la descendencia de Jacob se “extenderá” (‘parats’) al norte, sur, este y
oeste.

69
[6] “homicidio tras homicidio”

El texto original dice, ‘sangres tocan sangres’. ‘Uno a otro se suceden hechos de
sangre’ (RVA). El significado de esta frase podría ser que la violencia y los
homicidios eran tan frecuentes, que las victimas se convertían en agresores y
viceversa ¡Es un cuadro horrendo de una sociedad en caos! Cuando una sociedad
vive de esta manera, lo que le espera es el juicio divino.

Cien años después, Dios acusó al reino de Judá de vivir de la misma manera (ver
Jer 7:9). Ese verso relaciona estos pecados sociales, con la idolatría (infidelidad
espiritual); cosa que era cierta también en los días de Oseas.

3. TRÁGICAS CONSECUENCIAS (v.3)

En los días de Noé, cuando Dios vio “que la maldad de los hombres era mucha en
la tierra” (Gén 6:5), decidió castigar la raza humana. Dios tenía que ser lo mismo
en los días de Oseas. ¡Se trataba del pueblo de Dios!

¿Qué nos enseña este verso acerca de las consecuencias del pecado? DOS cosas
principales:

a. El Pecado Afecta al Mundo Natural

Cuando el pecado abunda, “se enlutará la tierra, y se extenuará…las bestias del


campo y las aves del cielo; y aun los peces del mar morirán” (v.3).

El primer verbo significa, ‘estar en duelo’. La misma “tierra” (= la naturaleza) se


viste de luto y se entristece, cuando ve a la máxima expresión de la creación de
Dios (el ser humano) entregándose al pecado (ver Is 33:9). Se sobre entiende que
Oseas está escribiendo en forma poética el impacto que el pecado tiene sobre el
mundo natural. Al escribir en esta manera, lo que quiere dar a entender es que la
creación es algo integral. El comportamiento del ser humano afecta a toda la
creación. Vemos eso en Gén 3. Cuando Adán y Eva cayeron en el pecado, Dios
castigó a la tierra en general, no solo a los seres humanos. El pecado humano
‘enferma’ la tierra, pero su arrepentimiento trae ‘sanidad’ a la naturaleza (ver 2
Crón 7:14). Por lo tanto, la creación gime, anhelando la redención del pecado
(Rom 8:19-22).

Hoy en día, vemos ese impacto del pecado sobre el mundo natural. La
deforestación masiva, la contaminación del medio ambiente, el calentamiento
global, etc. El pecado hace estragos, no solo en la sociedad humana, sino también
en toda la creación.

El segundo verbo, “se extenuará”, es la traducción del término ‘amal’. Este verbo
significa ‘estar débil’ o ‘languidecer’. Señala el debilitamiento que el pecado
produce, no solo en los seres humanos, sino también en la naturaleza. Joel
describe esto, en Joel 1:10-12, cuando predice una invasión de langostas.

El tercer verbo (“morirán”) traduce la palabra ‘asaf’, que significa ‘juntar’ o ‘reunir’
(ver Gén 29:3,7), a veces con el fin de ‘remover’ o ‘quitar’ (Gén 30:23; Éx 23:10,
16). En Gén 49:33, este verbo está relacionado con la muerte de Jacob: “encogió

70
(‘asaf’) sus pies en la cama…y fue reunido (‘asaf’) con sus padres”. El contexto
de Os 4:3 indica que el profeta está describiendo el ‘recogimiento’ de todos los
peces del mar, y su eventual exterminación.

Hoy en día, se está presenciando en todo el mundo la exterminación de los peces


del mar, tanto por la explotación desmedida de la raza humana, como por la
contaminación de las aguas marinas.

Contemplando el impacto triste del ser humano sobre el mundo natural,


preguntamos con Jeremías, “¿Hasta cuándo estará desierta la tierra, y marchita la
hierba de todo el campo? Por la maldad de los que en ella moran, faltaron los
ganados y las aves…” (Jer 12:4). La respuesta es, hasta que Dios venga para
establecer Su justicia en la tierra, y regenerar al mundo devastado por el pecado
del hombre. ¡El mundo natural está aguardando ansiosamente ese día (Rom 8:19-
21)!

b. El Pecado Provoca la Ira de Dios

Cuando un pueblo se entrega completamente al pecado, la ira de Dios no tarda en


manifestarse. Esto es especialmente cierto cuando se trata del pecado del pueblo
de Dios. Isaías describe el juicio de Dios sobre la tierra (incluyendo el mundo
natural), en Is 24:1-12, 19-22. ¡Es un cuadro espantoso! En el caso de Os 4:3,
algunos comentaristas consideran que el profeta está describiendo el resultado de
una terrible sequía, que vendría sobre Israel como castigo por su pecado. De ser
así, sería algo parecido a lo que leemos de Egipto, en Is 19:4-8, donde el profeta
usa un lenguaje similar al de Oseas.

De todos modos, lo que queda claro es que el pecado no pasa desapercibido. Dios
es justo, y cuando el pecado abunda, provoca la ira de Dios.

Cuando Cristo estuvo sobre la tierra, Él vio el pecado que abundaba en el templo en
Jerusalén, y aplicó su juicio, castigando a los vendedores, botando sus mesas y
mercaderías (Marcos 11:15). Fue una clara manifestación de la ira de Dios contra
el pecado.

Como Iglesia (y creyentes), no debemos dejarnos contagiar por el pecado que


abunda en la sociedad, ya que así nos exponemos al juicio de Dios. Tal como Dios
castigó al pueblo de Israel (y posteriormente al pueblo de Judá) con el exilio, hoy
en día, si Sus hijos (o los que llevan Su nombre) no dejan el pecado, y se vuelven a
Dios en arrepentimiento, Dios es capaz de juzgar a la Iglesia (Apo 2:16; 3:3), y
hasta quitar el candelero de su lugar (Apo 2:5).

Conclusión

En estos versos vemos un pueblo corrompido por el pecado, y un Dios que


contiende con Su pueblo. ¡Qué Dios nos ayude a examinar bien nuestras vidas, y
ver si hay algo en ellas que provocaría el juicio de Dios!

71

También podría gustarte