El Viejo y El Mar
El Viejo y El Mar
El Viejo y El Mar
https://www.youtube.com/watch?v=RbpWzHPjoVo&list=RDCMUCesRDTdTSff_3H4Yt5j7L_g
El viejo y mar es una novela que nos presenta la filosofía de “El viejo” (Santiago) como pescador y
su relación con el mar o “la mar”, como lo llama él, “porque así es como le dicen en español
cuando la quieren”. Santiago, un viejo pescador cubano, después de ochenta y cuatro días de no
capturar un pez, decide hacerse al mar. Siendo él extremadamente pobre, recibe la ayuda de
Manolín, “el muchacho” quien es su amigo y quien fuera antes su aprendiz. Años atrás, el viejo
enseñó al muchacho a pescar, pero la mala suerte hizo que el padre de Manolín lo obligara a dejar
a Santiago para salir con un bote que tuviera buena suerte. El muchacho, quien aún le tiene cariño
al viejo, le consigue sardinas para usar como carnada, y cena, para recuperar fuerzas para salir a
pescar. Antes del amanecer, sale Santiago al mar. Mientras rema, piensa el protagonista en sus
días de mala suerte, pero se consuela pensando que cada día es un nuevo día. Que es bueno tener
suerte, pero que se necesita estar preparado. “Luego, cuando venga la suerte, estaré dispuesto”.
Después del amanecer, cuando el sol está a dos horas de altura, ve el viejo un grupo de aves
marinas de largas alas negras girando en el cielo sobre él. Las aves le indican la presencia de unos
grandes dorados. Santiago persigue a las aves y a los peces, pero van demasiado rápido y se le
escapan. El viejo sigue remando, sabe que su “pescado grande” tiene que estar en alguna parte.
A lo largo del día, confusos pensamientos atraviesan su mente, desde el béisbol y su venerado Di
Maggio, cuyo padre fue también pescador, hasta la posibilidad de que la gente lo considere loco
por hablar consigo mismo. Es en medio de esos pensamientos, que siente un vivo tirón en uno de
los sedales. En este punto de la historia comienza el verdadero duelo entre Santiago, el viejo, y su
mar, representado por un pez, enorme e increíblemente duro.
Santiago permite al pez que lo arrastre con él, es un pescador paciente y experto y sabe que el pez
va a cansarse, a necesitar alimento y él va a poder acercarse lo suficiente para clavarle su arpón en
el corazón. Después de cuatro horas, el viejo se pregunta cómo será este pez al que todavía no ha
visto. Después de la puesta del sol y para distraerse del dolor causado por la postura forzada para
sostener el sedal, vuelven sus pensamientos al béisbol, desearía tener una radio, como la gente
rica, para escuchar los partidos y enterarse de los resultados. Después de una noche entera
sosteniendo el sedal para evitar que el pez se escape, Santiago siente los efectos del cansancio y el
dolor de la vejez. Extraña al muchacho. “Nadie debiera estar solo en su vejez. Pero es inevitable”,
piensa Santiago. Se alimenta de pescado crudo para recobrar la energía suficiente para la pelea
que se avecina. Siente pena por este pez, tan grande y maravilloso, pero sabe que tiene que
matarlo. Recuerda, con tristeza, la ocasión en la que él y el muchacho pescaron una de dos agujas
que iban en pareja. El macho de esta especie siempre deja comer a la hembra primero. La hembra
luchó desesperadamente por su vida. Y el macho nunca la abandonó. Tanto Santiago como
Manolín sintieron tristeza, le pidieron perdón a la hembra y le abrieron el vientre con rapidez para
que no sufriera.
Empieza a ponerse el sol por segunda vez. El viejo, para darse fuerzas, recuerda un momento de su
vida cuando, siendo más joven, había pulseado con “el gran negro Cienfuegos” durante todo un
día y toda una noche, en Casablanca. Y había ganado. Entonces no era viejo sino “Santiago El
Campeón”.
Al caer la noche, el viejo, cansado, se recuesta contra la madera gastada de la proa, decide usar los
remos para sujetar el sedal y poder descansar. Vuelve a sentir pena por el gran pez que no tiene
nada que comer. Santiago siente que el castigo del anzuelo es malo para el pez. Pero el castigo del
hambre y el encontrarse frente a una situación que no comprende es lo peor.
En sus sueños aparece primero una vasta mancha de marsopas en época de apareamiento,
brincando en el aire. Sueña luego que está en su pueblo, en su cama. Y luego surgen en sus sueños
la larga playa amarilla y sus leones en Africa “jugando como gatitos en la playa”. Es feliz.
Al amanecer del tercer día empieza el pez a dar vueltas. Es el momento que Santiago ha estado
esperando. Comienza el duelo final. Durante horas el pez gira en torno a la barca. Santiago resiste,
pero está agotado. Siente vahídos y mareos. Justo cuando empieza a rogar a Dios para que le
ayude a resistir, siente una serie de tirones y sacudidas en el sedal que está sujetando con ambas
manos. El pez está golpeando el alambre con su pico. Santiago sabe que cada golpe puede
ensanchar la herida. El viejo trata de evitarle dolor al pez, a pesar de estar sufriendo él mismo
dolores inenarrables. En la vuelta siguiente ve al pez, bello y tranquilo. Con su arpón en la mano, lo
ve acercarse. Siente que la lucha va a vencerlo. “Me estás matando pez –pensó el viejo-. Pero
tienes derecho, hermano”. Jamás había visto él una cosa más grande, ni más hermosa, ni más
tranquila, ni más noble. Cogiendo todo su dolor y lo que queda de su fuerza clava el arpón en el
corazón del pez, que se levanta del agua, mostrando toda su longitud y anchura y todo su poder y
belleza en la muerte.
Amarra Santiago el enorme pez al costado del bote para volver al puerto. Todo su esfuerzo es
inútil si no puede acarrear el pez al mercado para su venta. Pero la distancia es grande y los
tiburones han percibido la sangre del pez en el agua. El primer tiburón que los ataca se lleva
cuarenta libras del pez antes de que el viejo lo mate. Y deja al pez sangrando. La sangre en el mar
atrae más tiburones. Santiago se cuestiona haber matado a su pez. “Quizás haya sido un pecado”,
piensa. Dos horas después dos galanos, tiburones extremadamente agresivos, han captado el
rastro de la sangre. Al final del día no queda nada del pez que pueda ser vendido, sólo quedan la
cabeza y el espinazo. Santiago se cuestiona el haberse alejado demasiado de la costa. Se siente
derrotado y cansado por dentro.
Protagonistas:
Santiago, “El viejo”: Un pobre pescador, flaco y desgarbado, con arrugas profundas en la parte
posterior del cuello. Con manchas del sol en la piel y cicatrices en las manos. Pero de ojos alegres e
invictos, y hombros todavía poderosos. Santiago es viudo y solitario.
Manolín, “El muchacho”: Fue el aprendiz del viejo hasta que sus padres lo obligaron a ir a pescar
en botes más exitosos. Es afectuoso y atento. Tiene mucho cariño al viejo, y se preocupa por él,
encargándose de que tenga café y comida.
El pez: Un tiburón de dieciocho pies de largo. Una criatura hermosa, poderosa y noble a la que el
viejo llama su hermano.
ACTIVIDAD EVALUATIVA
1. Hoja en blanco.
2. Portada:
3. Índice o Tabla de Contenido: Hacer una lista enumerando los temas tratados y teniendo en
cuenta los subtemas y agregar el número de la página donde se encuentran ubicados.
4. Introducción: Consiste realizar un pequeño resumen que dé cuenta de lo leído o lo que solicita el
profesor en el informe de lectura que se entregará.
5. Contenido: Esta es la parte principal donde se escriben y depositan los contenidos solicitados o
planteados por el docente.
6. Valoración personal o conclusiones: Todo buen trabajo debe finalizar con unas conclusiones,
evaluación o una valoración de lo que se realizó.
• Utilice Márgenes de 2.5 en letra Arial de 12 puntos y siempre en tinta negra (arriba, abajo y a la
derecha usar 2.5 cm y al lado izquierdo 3 cm.)
• Después de un punto aparte, deje una sangría en el margen izquierdo de la nueva línea ( Sangría:
cinco espacios, o un golpe de la tecla de tabulación, que se encuentra justo sobre la de bloquear
mayúsculas en su teclado). Así se distinguirá fácilmente el final de un párrafo. No lo haga si se trata
del primer párrafo de un trabajo o de un capítulo.
• Use interlineado a doble espacio o de 1.5 cm.
• Numere las páginas de forma consecutiva en la parte superior derecha de la página, comenzando
por la página 1.
• Procure que las tablas, las gráficas o las figuras queden en una sola página.
Cumpliendo la legislación sobre propiedad intelectual, cada vez que elaboremos un documento o un
trabajo, debemos citar todos los documentos consultados durante la realización de dicho trabajo,
para identificar las fuentes de las afirmaciones de otros autores.
Para libros:
APELLIDOS, Nombre del autor. (Año de edición). Título de la obra en "cursiva". Lugar de edición:
EDITORIAL.
Ejemplos de libros:
BLAZQUEZ SANCHEZ, D. (2006). El atletismo en los juegos olímpicos. Madrid: Ediciones
Aliance.
FELIX ANGULO, J. (1994). Teoría de la historia del arte. Málaga: Ediciones Aljibe.
Ejemplo de libro con dos autores:
BARBER, J.; GÓMEZ, T. (1989). Vida después de la muerte. 3ª Edición. Bilbao: Editorial Deusto.