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Crónica 1

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CRÓNICA

Andrea y William. Autopsia de un amor tóxico

William Kushner ha sido sentenciado a 30 años de prisión acusado de feminicidio contra Andrea
Aramayo, su exnovia, luego de un juicio que duró cinco años. Él, miembro de una familia muy
conocida en el país. Ella, hija de una periodista respetada. Dos bandos y una sociedad entera
enfrentados. Dos madres destrozadas por el dolor.

RASCACIELOS

domingo, 27 de septiembre de 2020 · 01:06

Liliana Carrillo Valenzuela

Andrea Aramayo Alvarez tenía 27 años y una hija de ocho. Tenía también una carrera finalizada,
sueños, un trabajo y un jefe que era su novio. Andrea Aramayo falleció la madrugada del 19 de
agosto de 2015. Su familia denuncia que fue atropellada por el auto que conducía William Kushner
Dávalos, el jefe que dejaba de ser su novio. El acusado asegura que fue la caída de ella -al correr
detrás del carro- la causa.  Tras la muerte de Andrea siguió la cárcel de Kushner, el juicio por
feminicidio en su contra y la lucha de dos bandos.

En medio de la borrasca se han sucedido: la inédita acusación formal de una niña, testigos “clave”
que cambian sus versiones, denuncias de hostigamiento y una ministra en el estrado. Ha habido
también una guerra en las redes sociales. Dos bandos –uno que acusa a Kushner de feminicida,
otro que apoya su inocencia- con los mismos odios y tribuna libre para quien quiera dar su opinión
en Facebook.
La expareja, William Kushner y Andrea Aramayo / Fotografía de archivo Página Siete.

La despedida

Periodista, activista del colectivo Mujeres Creando, “laburadora”, Helen Alvarez es una mujer
fuerte, fuerte y guerrera, pero nada la previno para esa noche fría de ocaso de invierno. La
despertaron gritos y pedradas que lanzaban a su ventana: “¡Andrea ha tenido un accidente!”.

– “¡Ay Dios!”, alcanzó a decir mientras una tempestad la sacudía. Lo había dicho muy fuerte.

– “¿Qué pasa, por qué has dicho ‘ay, dios’?, le preguntó su nieta, en pijamas y con miedo.

– “Nada, una amiga está enferma. Dormite, mamita”.

Cuando llegó a la Clínica del Sur encontró a su hija inconsciente, intensamente pálida y conectada
a máquinas ruidosas mediante tubos. Se habían despedido después de la cena. Helen tejía un
abrigo. La niña se alistaba para dormir. Andrea repartió abrazos. Se fue.

Los (des)encuentros

En 2014, Andrea Aramayo Alvarez había concluido la carrera de Derecho y buscaba trabajo. Lo
halló en septiembre –no el que había soñado- como recepcionista en la cadena de consultorios
odontológicos Dentaria, propiedad de William Kushner Dávalos: 39 años, abogado, divorciado, dos
hijos.

Comenzaron su relación en enero de 2015. La familia de ella no lo sabía. “Él le había pedido
guardar lo suyo en secreto ‘para evitar rumores en el trabajo’. Además, Andrea estaba consciente
de que no estaríamos de acuerdo, menos después de que yo le había dicho que un jefe nunca
puede ser amigo”, cuenta Helen. En estos tres años [este texto se publicó en 2018] su pelo rubio
se ha vuelto transparente pero sus ojos no han perdido el verde intenso.
“Le había ofrecido ascenderla a asesora comercial; pero luego consiguió a otra persona para el
puesto. A los dos días, Andrea llegó feliz y me contó que el ‘Will’ –así le decía- se había disculpado
y le había dado el cargo”, cuenta la madre y apunta que ésta fue la primera de muchas
manipulaciones y abusos: “le mandaba a hacer diligencias, a trabajar de recepcionista, hasta a
limpiar la oficina”.

Pero, previsiblemente, la defensa de Kushner sostiene lo contrario: “Se estableció de manera


fehaciente e indubitable que en la relación no hubo acoso laboral, toda vez que el modelo
organizacional no permitía que William, en su calidad de gerente general, tenga una relación
directa con Andrea. Ella jamás estuvo en situación de vulnerabilidad ni de desventaja, ya que se
había separado el ámbito laboral del ámbito sentimental”.
Ilustración de Ana Belén Sanabria Tovar / estudiante DGR UCB.

“Le había ofrecido ascenderla a asesora comercial; pero luego consiguió a otra persona para el
puesto. A los dos días, Andrea llegó feliz y me contó que el ‘Will’ –así le decía–  se había disculpado
y le había dado el cargo”, cuenta la madre y apunta que ésta fue la primera de muchas
manipulaciones y abusos: “le mandaba a hacer diligencias, a trabajar de recepcionista,  hasta a
limpiar la oficina”.

El detonante

“Desde el mes de enero de 2015, William y Andrea iniciaron una relación sentimental que primero
fue reservada -ya que Andrea mantenía relaciones con otra pareja y debía resolver dicha situación
previamente- y luego pública, en la que ambos dejaron sentado que se trataba de una pareja que
se profesaba mucho amor, respeto, consideración, y principalmente compartían inquietudes y
aspiraciones comunes, demostrando que habían logrado compatibilizar la relación laboral con la
relación sentimental.  De esta manera no se reservaban en hacer publicaciones a través de la
redes sociales de fotos, eventos, comidas y otros en los que se los veía derrochando alegría y
contento de tenerse mutuamente”, expone una de las abogada de William Kushner, Audalia
Zurita, por escrito, en respuesta a un cuestionario.

Desde enero hasta agosto; es decir, siete meses de romance. Parece poco; pero entretanto la
relación, laboral y sentimental a la vez, había envenenado las cosas hasta un punto que hizo
eclosión el sábado previo a la muerte de Andrea, el mediodía del 15 de agosto:

 “A partir de algunas diferencias que Andrea hizo surgir en el ámbito laboral, pidiéndole que
despida gente, supresión de bonos a otro personal que no fuera de su nivel, y el pago de
comisiones que no le correspondía, entre otros, se generó una situación incómoda en la plaza José
María de Balaguer (frente a Flanigan’s) de Calacoto tres días antes del hecho (el deceso de
Aramayo), que puso en evidencia la decisión de ella de imponerse sobre las decisiones de William
respecto a la empresa”, añade la socia del bufete Estrategias y Alternativas.

Así lo aseguraron dos testigos: habían visto a Kushner discutiendo con Andrea en las afueras del
restaurante Flanigan’s. Ella le impedía que cierre la puerta de su vehículo, por lo que William trató
de irse en un radiotaxi, pero ella, abriendo los brazos en media calle, también lo evitó. Finalmente,
él pidió ayuda en el restaurante y terminó saliendo por la puerta trasera para evadir a su novia.

“Testigos relataron el nivel de agresión de Andrea y su poca predisposición de diálogo, llegando al


extremo de que los mismos tuvieron que intervenir e invitar a ambos al restaurante donde
brindaron a Andrea un vaso con agua para que se tranquilice y Kushner se aleje del lugar sin que
ella lo advierta”, refuerza la abogada defensora.

“Estoy segura de que mi hija le reclamaba a ese hombre por su poco valor para enfrentar un
problema que le había causado en el trabajo -dice Helen- Ella nunca dejó que la sometan”. La
había criado así: guerrera y libre.

“Testigos relataron el nivel de agresión de Andrea y su poca predisposición de diálogo, llegando al


extremo de que los mismos tuvieron que intervenir e invitar a ambos al restaurante donde
brindaron a Andrea un vaso con agua para que se tranquilice y Kushner se aleje del lugar sin que
ella lo advierta”, refuerza la abogada defensora.

“Tu hermano va ir a la cárcel”


A las 5:00 de la madrugada del miércoles 19 de agosto, Helen Álvarez y su hijo Guillermo llegaron a
la Clínica del Sur, en Obrajes. Allí había sido llevada Andrea, después de recibir primeros auxilios
en la clínica Santa María de la 6 de Agosto.

“Mi hija estaba en terapia intensiva, pero no me daban más información. Me pidieron firmar
documentos de consentimiento y en ellos leí lesiones en la cabeza. Me asusté”. Entonces vio al
neurocirujano Juan Valle y al ginecólogo Luis Kushner, hermano de William. “¿Qué hacía él allí?”.

– ¿Qué tiene mi hija?, preguntó Alvarez al neurocirujano.

 – Una fractura en la base del cráneo.

– ¿Por qué?

– La llanta del auto le ha pasado por la cabeza.

Todavía le dio esperanzas. Así lo recuerda ella y que en ese momento un dolor infinito la invadió
toda. Entonces apuntó a Luis Kushner:  

– Tu hermano va a ir a la cárcel por lo que ha hecho.

“Agresión y sorpresa” es lo que rememora Luis Kushner de ese episodio. “Andrea estaba todavía
con vida, tratábamos de salvarla y la señora sólo quería encarcelar a William. Era más su odio”,
dice el médico en una charla en el bufete de los abogados de su hermano.

Andrea Aramayo Álvarez murió a las 14:10 del miércoles 19 de agosto de 2015 en la Clínica del
Sur. Según la autopsia, la causa del deceso fue “traumatismo cráneo encefálico abierto grave
complicado con fractura de bóveda y base de cráneo, asociado a hemorragia intracerebral”. El
informe del Instituto de Investigaciones Forenses (IDIF) refiere también “traumatismo cerrado de
abdomen y pelvis grave asociado a contusión muscular de cadera izquierda y alteración de
columna dorso lumbar”.

Amor tóxico

La relación duró siete meses, con abruptas rupturas e intermitentes reconciliaciones. Tras alguna
pelea, él daba todo por terminado. A los días, retrocedía y se disculpaba con espléndidos regalos.
Ella aceptaba y retomaban las salidas, las tardes de películas, los viajes (solos o con sus hijos) y los
planes para un futuro juntos que no llegaría.

Algo muy fuerte afianzaba a la pareja.  “Al principio él la había deslumbrado con atenciones y
Andrea se fue enamorando”, se explica ahora Helen. “William estaba camote, enamorado; la llevó
a casa, la presentó a la familia”, cuenta el hermano del acusado.

¿Era amor? Ella –dicen sus detractores– era celosa y estaba obsesionada con William. Él –según
sus acusadores– era manipulador y violento con Andrea. Había vericuetos en esta historia de dos
que afilaban las oscuridades de sus protagonistas.
Ilustración de Regina Gómez / estudiante DGR UCB.

¿Era amor? Ella –dicen sus detractores–  era celosa y estaba obsesionada con William. Él –según
sus acusadores–  era manipulador y violento con Andrea. Había vericuetos en esta historia de dos
que afilaban las oscuridades de sus protagonistas.
Tras la muerte de Aramayo, una de sus amigas más cercanas– Andrea Bohorquez – reveló una
confidencia: “Me contó que él la obligaba a bañarlo con el argumento de que a los reyes los bañan
sus esposas”. Otra allegada dijo que la joven le comentó que William la había “zarandeado y
empujado”.

El detonante de la última pelea de Andrea y William fue una comisión por un cliente de Dentaria,
que ella había conseguido y que él se rehusaba a reconocer, aduciendo razones administrativas.
Helen recuerda lo que después le contó su hija: “Cuando ella le reclamó, él sacó 200 bolivianos de
su billetera y se los lanzó, ella los rechazó”. El jefe, una vez más, había dejado de ser novio.

La defensa legal de Kushner tiene otra visión: “Respecto a la supuesta violencia, se ha acreditado
por numerosos medios probatorios que la relación se caracterizó por mantener canales de
comunicación diversos y permanentemente abiertos, en los que se establecía de manera evidente
la felicidad de ambos en la relación, hecho que era celebrado por su entorno social, ya que
compartían fotos, noticias y otros con sus amigos, sin que en ningún momento se hubiera
evidenciado desigualdad en la relación, falta de afecto y mucho menos una conducta violenta de
parte de Kushner. En virtud a lo señalado, Andrea buscaba permanentemente la compañía de
William, razón por la que realizaban viajes, planificando incluso uno de vacaciones al exterior,
demostrando ambos la felicidad de compartir juntos sin que existan diferencias de ninguna
naturaleza”, expone la abogada Zurita.

William Kushner durante el juicio / Fotografía de archivo


Página Siete.

La jurista asegura que después de la pelea de la pareja frente al restaurante de la zona sur, Andrea
trató de volver con William. “Existen mensajes de Whatsapp del mismo día, en los cuales ella se
disculpa por haber provocado ese altercado  y recalca que la relación que tuvo con él la recordaría
para siempre porque fue su príncipe azul. Después de ese día no existieron mensajes de ninguna
naturaleza hasta el lunes 17 de agosto, momento en el que Andrea pide recoger películas en DVD
del departamento de William”.

 “Los amores tóxicos generan una dinámica de autodestrucción en cada miembro de la pareja. No
es sólo una parte la que busca el conflicto, es un motor de dos caballos de fuerza, que se repelen
pero se necesitan para funcionar”, define la Society of American Phsicology. El novelista británico
Julian Barnes lo dice de otra manera: Juntas a dos personas que nunca antes habían estado juntas.
Y el mundo cambia. A veces funciona y se crea algo nuevo. A  veces no funciona y sólo se genera
destrucción.

Tragedia en la Calle de Felicidad

La noche de la tragedia Andrea salió de casa para verse con una pareja de amigos. Necesitaba
charlar. Se citaron en el pub Mongos de la Hermanos Manchego, que poco antes había sido
rebautizada por la Alcaldía como la Calle de la Felicidad. Simultáneamente, en la zona Sur, William
cenaba en compañía de dos amigas y un amigo. Celebraban el cumpleaños de una de ellas y más
tarde decidieron ir a Mongos.

En el pub del barrio de Sopocachi, Andrea y William se encontraron. Tres días antes había sido su
ruptura y los ánimos se caldearon con el alcohol. Ella se acercó a él, lo retuvo, se activó otra
discusión. Kushner salió del local evadiendo a su exnovia. De lo que sucedió después hay dos
versiones:

La defensa de Kushner: “Después de haber permanecido en el pub Mongos, la señorita Andrea


Aramayo salió del local corriendo tras William Kushner, quien minutos antes había dejado el lugar,
prolongadamente hostigado por Aramayo, quien insistía en volver a la relación y que Kushner
dejara a sus amigas para irse con ella. Pese a las negativas de continuar con un diálogo
infructuoso, y luego de haber sido retenido a la fuerza por Aramayo, con la ayuda de un encargado
de seguridad, se logró que Kushner recuperara la movilidad, y fue así que se adelantó en salir del
lugar, permaneciendo ella retenida al interior, para minutos más tarde zafarse del encargado de
seguridad y correr. Kushner ya estaba en su vehículo saliendo del carril de la izquierda para circular
por el de la derecha entre las calles Hermanos Manchego y Pedro Salazar, y Andrea emprendió
carrera queriendo alcanzar el vehículo, circunstancia en la que pierde el equilibrio debido al estado
de ebriedad y a la inexistencia de tapillas en sus botines.  La caída que fue contundente, determinó
un golpe seco en el parietal izquierdo provocándole un severo trauma encéfalo craneal, motivo de
su deceso”.

La madre de Aramayo: “Andrea cayó y fue arrollada deliberadamente por el vehículo que conducía
William Kushner. Si él hubiera parado el momento en que mi hija cayó, no le tocaba la cara
dejándole la marca de la llanta y no le provocaba la fractura de base de cráneo que provocó su
muerte. Mi hija tenía cualquier cantidad de lesiones que no corresponden con haber resbalado,
caído y que luego haya sido contactada por la llanta en la pierna. Nos quieren hacer creer que es  
culpa de ella (...). Andrea estaba ahí gritándole al oído, él no frenó, él la asesinó. William Kushner
ejerció una escala de violencia psicológica, laboral y hasta física que terminó con el feminicidio de
mi hija”.

Oscar Fortún, uno de los amigos con los que estaba Andrea, salió del pub y vio a la joven en el
suelo, ensangrentada e inconsciente. “El señor Kushner se encontraba en la vagoneta y cuando
salió trató de darse a la fuga, en ese momento lo agarré para que no se escape hasta que llegue la
policía”, declaró. Andrea fue llevada a la clínica Santa María. William fue remitido a Tránsito y de
allí, al Hospital Arco Iris a raíz de un ataque de asma.

Ilustración de Andrea Linares / estudiante DGR UCB.


  La defensa:  (...) Andrea emprendió carrera queriendo alcanzar el vehículo, circunstancia en la que
pierde el equilibrio debido al estado de ebriedad y a la inexistencia de tapillas en sus botines.  La
caída que fue contundente, determinó un golpe seco en el parietal izquierdo provocándole un
severo trauma encéfalo craneal, motivo de su deceso”.

La madre de Andrea: “Mi hija tenía cualquier cantidad de lesiones que no corresponden con haber
resbalado, caído y que luego haya sido contactada por la llanta en la pierna. Nos quieren hacer
creer que es  culpa de ella (...).  Andrea estaba ahí gritándole al oído, él no frenó, él la asesinó”.

Dos bandos

A mediodía del sábado 22 de agosto, Andrea Aramayo fue enterrada con una ceremonia íntima,
para proteger a su pequeña. Antes una marcha, encabezada por Mujeres Creando, recorrió el
Centro paceño exigiendo la pena máxima por feminicidio.

Helen Alvarez publicó en redes sociales: “Clausita (así llama a su hija), hoy no quiero un cortejo
fúnebre para vos, quiero una despedida alegre como eres tú, quiero una despedida de colores,
quiero que sea una fiesta con sorpresas como las que solías esperar de niña en cada cumpleaños.
Tu decisión de tener una vida soberana sin renunciar al amor te ha costado tu vida, mi decisión de
criar una mujer que no se someta me está costando la vida”.

Tres días antes, William Kushner había sido detenido preventivamente en la cárcel de San Pedro.
Entonces aseguró que era inocente. "Esta es la fuerza del activismo feminista. No me arrepiento
de nada porque no tengo nada de qué arrepentirme”, dijo.

William Kushner durante el juicio  / Fotografía de archivo


Página Siete.

En medio de una inusitada cobertura mediática comenzó la investigación. El acusado es miembro


de una familia muy conocida en el país, hijo del ginecólogo Luis Kushner y de la actriz de teatro
Ninón Dávalos. La víctima, hija de una periodista respetada, miembro de Mujeres Creando,
colectivo feminista que, a la cabeza de María Galindo, es inclemente en su lucha por los derechos
de las mujeres. Inevitablemente se formaron dos bandos.

“La arremetida contra Kushner por parte de esa entidad feminista ha sido despiadada y, por tanto,
desmedida e injusta. La base de la ideología de Mujeres Creando es correcta, es decir que el
machismo de la sociedad afecta a la mujer y la pone en una posición subalterna, susceptible a la
violencia y al abuso. Pero es en la mirada generalista donde falla: no todos los hombres son
abusivos, no todos cometen delitos contra sus parejas y un varón no es una mala persona per se.
María Galindo, la líder de esa organización, ha usado el micrófono, y su columna, para presionar a
todos quienes están involucrados en el caso, incluidos los abogados de la parte acusada, para
intentar demostrar su falaz argumento” escribió el periodista Raúl Peñaranda en su columna de
opinión del periódico Página Siete en férrea defensa de Kushner.

En 2018, a propósito de la declaración de la entonces ministra de Planificación, Mariana Prado, en


calidad de testigo de la defensa, María Galindo levantó el polvo que se amontonaba en el caso
después de tres años: “La presencia de Prado en el juzgado nos refresca la memoria de cómo
Kushner intentó huir del país, internándose en el hospital Arco Iris. Nos refresca la memoria del
poder de Kushner, el poder del dinero; del poder de quien busca la impunidad absoluta. La
presencia de Prado en el juzgado nos refresca la memoria de la importancia de este juicio por
feminicidio para que Kushner no se convierta en un emblema de impunidad de los feminicidas”,
sostuvo en su columna de Página Siete.

En la búsqueda de pruebas, se evidenció la desaparición de las imágenes grabadas por las cámaras
de la Alcaldía instaladas en la esquina de los hechos. Las autoridades ediles descargaron
responsabilidad en la Policía; y ésta, en el municipio. Hasta hoy no hay pistas de esas imágenes.
Ese fue el primer escollo en un proceso que pone en jaque a todo el sistema judicial.

El acusado es miembro de una familia muy conocida en el país, hijo del ginecólogo Luis Kushner y
de la actriz de teatro Ninón Dávalos. La víctima, hija de una periodista respetada, miembro de
Mujeres Creando, colectivo feminista que, a la cabeza de María Galindo, es inclemente en su lucha
por los derechos de las mujeres. Inevitablemente se formaron dos bandos.

Una niña querellante

En julio de 2016, once meses después de la muerte de Andrea Aramayo, comenzó el juicio contra
William Kushner Dávalos. El Ministerio Público lo procesa por el delito de Homicidio en Accidente
de Tránsito; y la acusación particular, por Feminicidio –con pena de 30 años de cárcel–   a partir de
una demanda interpuesta por la madre, el hermano y la hija de la víctima.

Nunca antes una niña había figurado como sujeto activo en una acción judicial y ello provocó una
ola de críticas por "uso de una menor" que apuntaron a su abuela. Alvarez estaba preparada para
contrarrestarlas: "Ella es directa víctima", argumenta y aclara que no se vulnera norma alguna, que
la pequeña está legalmente representada por su padre y que no fue al estrado.

“Quiero protegerla de las mentiras que intentan mellar la imagen Andrea –explica la abuela que se
ha convertido en madre de la niña–. Cuando Camila crezca podría toparse con   esas versiones
negativas que quieren hacer ver que Andrea era una loca y la lleven a pensar en que su mamá fue
la culpable de que la hayan matado”.

Dice que fueron las “tergiversaciones que hizo la defensa de Kushner” sobre la autopsia
psicológica de su hija, las que la convencieron de dar el paso. El informe de esa pericia fue
presentado en febrero de 2016 por el IDIF y establece que Aramayo tenía “rasgos de personalidad
límite”.

La abogada defensora de Kushner, Audalia Zurita, declaró entonces ante la prensa: “La autopsia
psicológica que elaboró el IDIF de Aramayo en sus conclusiones dice que ella padecía una
patología llamada ‘personalidad límite’, propia de quienes pierden la noción de la normalidad de
su conducta”.

Indignada, Alvarez muestra una fotocopia del documento. Allí se lee: “Aramayo presentaba rasgos
de personalidad límite caracterizados por ser personas sensibles, extrovertidas, en busca de
sensaciones que les permitan experimentar diversas situaciones, sin rasgos de agresividad
manifiesta, y con reactividad emocional que la predisponía a relaciones afectivas intensas”.
La periodista Helen Álvarez, mamá de Andrea Aramayo / Fotografía de archivo Página Siete.
La madre de Andrea: “No, mi hija no tenía ninguna patología como quieren hacer creer, tampoco
estaba ebria esa noche. Es parte de las manipulaciones, de las mentiras que usan, basados en su
poder económico, para justificar a Kushner”, reafirma.

“El mundo se ha desmoronado”

Para Ninón Dávalos, connotada actriz de teatro y madre de William Kushner, todo ha cambiado
después de la tragedia. “El mundo que he construido se ha desmoronado, he perdido a mi marido,
he perdido a mi hermano, he perdido a mi madre. Hoy enfrento la pérdida de uno de los seres que
más amo, que no necesito desencarnar para morir en vida, todo gracias a una sed de venganza
que no entiendo la razón, ya que mi hijo no la mató, fueron las circunstancias, fue una caída
producto de un resbalón y la influencia del alcohol”, escribe.

Hace cinco años su hijo está preso en la cárcel de San Pedro. Aún no lo puede creer. En la charla,
doña Ninón hace gala de su voz educada en las tablas y comenta que visita a William todos los
días, que conoció a Andrea y la intuyó posesiva. El resto, muy poco, lo pone por escrito:

“Este drama es el más atroz que me ha tocado vivir, ni la literatura ni las mentes más privilegiadas
ni las plumas más ágiles menos los pensamientos más eruditos pudieron describir un drama tan
doloroso.  Estoy devastada, muerta en vida viendo pasar los días con mi hijo pagando por un
crimen que no cometió. El infortunio está acabando con mi vida y la vida de mi hijo y el único
clamor es que se esclarezca la verdad y se haga justicia”.
La actriz de teatro Ninón Dávalos, mamá de William Kushner / Fotografía del blog de N. Dávalos.

La madre de William: “Estoy devastada, muerta en vida viendo pasar los días con mi hijo pagando
por un crimen que no cometió.  El infortunio está acabando con mi vida y la vida de mi hijo y el
único clamor es que se esclarezca la verdad y se haga justicia”.

La mesera cambia su versión

En junio de 2018, la mesera del local, la brasileña Laureana Torrez, principal testigo de la defensa,
cambió su versión en el estrado. Negó haber visto que Aramayo se agarrara del coche de Kushner
pese a que antes declaró todo lo contrario. 

“Ella fue presentada como testigo de la defensa y en su declaración inicial, durante la


reconstrucción, afirmó reiteradas veces que mi hija corrió hacia el carro, que se agarró del carro,
que caminó y corrió al lado del carro. En su declaración en juicio dijo que nunca mi hija se había
acercado al carro, que no se había agarrado”, cuenta Helen.
Primero sorpresa, después alegría se sucedieron para Helen con esa declaración. “Como la mesera
mintió en su primera declaración, se desvirtúa que el hecho haya sido un accidente de tránsito y
confirma la acusación particular por feminicidio”, explica su abogada, Paola Barriga. Durante años
no se supo nada del paradero de Laureana –cuenta– pero apareció para declarar y se derrumbó
ante el jurado. “Parecía asustada”.

Tras esa sesión, el Tribunal Séptimo remitió los antecedentes de la mesera a la Fiscalía para que se
la procese penalmente por falso testimonio. La acción no se ha iniciado a la fecha.

La Defensa de Kushner tiene otra versión: “La testigo Laureana Torrez no fue convocada como
testigo de la parte acusada sino como testigo del Ministerio Público y de la acusación particular.
Durante la etapa investigativa, al momento de realizarse la inspección seguida de reconstrucción,
la testigo indicó que no pudo ver si Andrea alcanzó el vehículo, porque su línea de vista estaba
obstaculizada por una pared y un vehículo, además de la distancia, por lo que sólo llegó a
visualizar la espalda de Aramayo. Por tanto, Torrez señaló no haber visto llegar a Andrea a la
puerta del motorizado y haberse sujetado. Estos dos elementos fueron reiterados en el juicio así
como en la reconstrucción en la que participó. En tal sentido, la testigo jamás cambió la
contradicción en la que incurrió al momento de participar en la inspección seguida de
reconstrucción y en el juicio”, refiere la abogada Zurita y advierte: “con el juicio por falso
testimonio se pretende amedrentar a testigos”.

¿Cómo puede haber dos versiones tan distintas de un mismo hecho?

La jurista adelanta que tiene otro testigo, un conductor de radiotaxi que se presentó
voluntariamente a declarar porque, dijo, también fue víctima de una acusación falsa. En su
opinión, ese testimonio anulará cualquier posibilidad de contacto de la vagoneta Gran Cherokee,
que Kushner manejaba, con la humanidad de Aramayo.

“El chofer transitaba en su vehículo por la calle Pedro Salazar aproximadamente a las 03:30 de la
madrugada y vio el vehículo Jeep plateado perteneciente a Kushner en movimiento, saliendo del
carril de la izquierda entre las calles Hermanos Manchego y Pedro Salazar hacia la derecha, y por
detrás del motorizado una mujer pedía a gritos que pare. Este testigo declaró que se encontraba
con la ventana abierta por lo que al ver a Andrea Aramayo corriendo creyó que se dirigía hacia su
radio taxi, momento en que le hizo señas de negación con la mano ya que se encontraba con
pasajeros,  posteriormente rebasa a la vagoneta plateada y continúa su camino”.

La representación del demandado asegura que tiene pruebas científicas para demostrar que no
hubo feminicidio, entre ellas dos Informes de Accidentología Vial, uno realizado por el IDIF y otro,
por un perito contratado por la acusación particular, que concluye que no hubo contacto de la
víctima con el vehículo.

Helen expone las marcas de ruedas en el rostro de su hija y las múltiples lesiones que sufrió como
pruebas del atropellamiento. “¿Cómo, sino con la fuerza del auto, pudo doblarse su columna?”,
cuestiona.

La ministra defiende a su exnovio


El 14 de junio de 2018, la [ahora ex]ministra de Planificación, Mariana Prado, se presentó en el
juicio para declarar a favor de Kushner: “He sido convocada en calidad de testigo porque yo tengo
una relación personal con William Kushner, él ha sido mi pareja hace más de 15 años y yo he
venido a presentar mi testimonio de que él no es una persona violenta, que nunca me ha
maltratado y por eso hasta el día de hoy él es una persona amiga”, dijo ante el estrado Prado.
“Creo vehementemente en la inocencia del acusado”, remató.

La abogada de la parte acusadora cuestionó la declaración de la ministra de Estado. “Mariana


Prado no presenció la muerte de Andrea Aramayo, desconocía la relación de la víctima con
Kushner, no tenía ninguna vinculación con el caso, sólo fue novia del acusado hace 15 años”,
argumentó Barriga. Aseguró que la presencia de la autoridad evidenciaba que “el acusado tiene
respaldo del poder político”.

En contraparte, la defensa sostiene que Prado fue convocada a declarar en 2016, cuando no se
sospechaba siquiera que iba a ser ministra. Su presencia, afirma, era “absolutamente necesaria
como fuente primaria” para desvirtuar la supuesta personalidad violenta, agresiva, abusiva y
machista de William Kushner.

“El tribunal de forma directa recibió la información que desmintió a Helen Álvarez, quien declaró
en el juicio oral que Mariana Prado (su amiga íntima) le habría comentado que fue víctima de
violencia cuando era pareja de William Kushner, quien era adicto a las drogas y que incluso había
viajado a Ámsterdam para consumirlas en un tour; es más, que ella tenía que salir en las
madrugadas a buscarlo en las calles de Madrid y que por esos motivos Prado nunca pensó formar
una familia con William y decidió separarse. Lo desmintió todo”, sostiene la jurista Zurita.

La madre de Andrea no tiene dudas: “Mariana Prado ha mentido”. “Lo que más me duele es
haberla querido”, confiesa. Cuenta que conoció a Prado por asuntos laborales y que se hicieron
amigas. Por eso, ella le contó de la relación que había tenido con Kushner y cómo él la maltrataba
bajo los efectos de las drogas. Corría apenas la década de 2010 y nadie podía imaginarse lo que iba
a pasar.

La defensa rechaza las críticas: “Todo el manejo posterior a esa declaración, las afirmaciones
descalificadoras de una persona que según su declaración estuvo relacionada con quienes ahora la
defenestran, así como las sugerencias de manejo político del caso, no son más que reacciones
desmedidas de odio y resentimiento al no poder sostener las mentiras que se han tejido para la
acusación”, apunta la abogada.

Justicia

“Ni odio ni resentimiento, justicia”. Helen acaba de apagar un cigarrillo y recuerda a Andrea. “Todo
esto, que impulsamos con nuestros propios medios porque el Ministerio Público hace poco, es por
ella, para que no quede impune su asesino, para que se cumpla la ley y no haya feminicidas que
acusen a las propias mujeres de su muerte. Es justicia para mi hija y futuro para mi nieta”.
Altar en memoria de Andrea Aramayo / Fotografía de archivo Página Siete.

Justicia también pide la madre de Kushner: “Estoy devastada, muerta en vida viendo pasar los días
con mi hijo pagando por un crimen que no cometió”, ha dicho.

El jueves 24 de septiembre, William Kushner fue sentenciado a 30 años de prisión por la muerte de
Andrea Aramayo. “No siento alegría, nunca más volveré a ver a mi hija”, dijo Helen después de oír
el veredicto. Han pasado cinco años, las cicatrices de dos familias duelen más. William sigue preso;
Andrea nunca más estará. Ellos, que un día se amaron.

Juntas a dos personas que no se habían juntado nunca antes. Y el mundo cambia. A veces funciona
y crean algo nuevo. A  veces no funciona y se destruyen.

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Epílogo personal

En julio de 2015 me quebré una muela. Fui al consultorio de Dentaria, ubicado en la avenida 6 de
Agosto. Allí volví a ver a Andrea Aramayo. No la reconocí, era imposible relacionar a esa joven de
bata blanca y cabello recogido con la adolescente que, una década antes, visitaba la redacción del
diario La Prensa, donde yo trabajaba con su madre, Helen Álvarez. Le sonó mi nombre, quizás, y se
identificó al entregarme el presupuesto del tratamiento dental. El 8 de marzo de 2018, ella estaba
muerta y yo, declarando sobre su desempeño laboral en el juicio por su presunto feminicidio.

  El Tribunal de Sentencia Séptimo es uno de los muchos que funcionan en el Palacio de Justicia de
La Paz, plagado de vericuetos, fotocopiadoras, abogados, querellantes y tramitadores. La sala del
Séptimo, pequeña y sofocante, tiene tres sectores, como tres piezas rectangulares que le faltan a
un rompecabezas.  A la derecha, la parte acusadora: Helen Álvarez y sus abogadas; al frente, la
defensa: William Kushner y sus representantes legales. Todos sentados en pupitres.
En medio están los jueces. Los tres llevan trajes oscuros y caras serias. El paño que cubre la mesa
es verde; la Biblia, gorda; el crucifijo, antiguo. “¿Jura decir la verdad?”.

17 de julio de 2018. En busca de una entrevista, estoy ahora compareciendo ante cuatro abogados
de la defensa de Kushner. En la oficina del bufete están también la madre y el hermano de William.
“¿Es usted de Mujeres Creando?, es la pregunta con la que me recibe una de las juristas. No, no lo
soy. Me identifico como periodista y aclaro que testifiqué en el juicio pero eso ellos ya lo sabían.
Por los antecedentes, tienen razones para desconfiar y desconfían.

Otro abogado me pregunta qué interés tiene Página Siete en hacer un reportaje sobre este caso “si
hay tantos otros”. Y por qué yo -habiendo conocido a Andrea de niña, siendo compañera de su
madre, yendo a declarar en el juicio- iba a escribirlo. Ante los retos seguramente se ordenan las
certezas. Entonces lo vi claro: “No quiero que ningún hijo vaya a la cárcel por ser hombre; no
quiero que ninguna hija muera por ser mujer”.

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