La Creacion Poetica de Pedro Salinas PDF

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La creación poética de Pedro Salinas

La obra de Salinas, incluyendo sus ensayos, sus estudios, su teatro, sus novelas po­
drían ser abarcados por ese epígrafe, pero me voy a referir sólo a su verso.
1.1 Toda su poesía ha sido presentada en tres grupos; quizás haya sido Jorge Gui-
llén el primero en hacerlo, si no fue él, por lo menos él fue quien lo ofreció de manera
más exacta, así: Etapa inicial (1923-1931), comprende Presagios, Seguro Azar, Fábulay Sig­
no. La segunda etapa (1933 a 1938), que desarrolló el gran tema amoroso, La voz a ti
debida, Razón de amor, Largo lamento. Esenciales son también, dice Jorge Guillén, los tres
libros de los años 40, E l contemplado, Todo más claro y el póstumo, Confianza.
1.2 Es evidente que la agrupación de estos nueve volúmenes es perfecta, lo cual
no es óbice para que desde un punto de vista personal no se intente otra. La parte cen­
tral es la cumbre del estro poético de Salinas, encuadrada entre un presentimiento, un
azar seguro, el mito y su significado y la creación ultima, como si hubiera logrado salir
de la tormenta de la pasión.
1.3 Creo que Seguro azar es título que hay que relacionar con los versos muy co­
nocidos de Mallarmé: «un coup de dés jamais n’abolira le hasard». En los años 20, los
que éramos jóvenes sentíamos un gran respeto por el profesor Salinas, que partiendo
siempre de una documentación al día, se presentaba sin gesto pedantesco de ninguna
índole, y admirábamos en el poeta su capacidad de elegir entre cientos de versos uno
precioso·. Que en seguida manipulaba, cambiándole el sentido. «La voz a ti debida» es
el verso de Garcilaso, que quiere decir la voz que a ti se debe, pero Salinas, intencio­
nadamente, le da un nuevo sentido, la voz que a ti te debo. Ya veremos que el poeta
le debe a la amada constantemente múltiples tesoros. «Razón de amor» tiene el mismo
significado que en el siglo xn: narración, relato, historia de un amor y nuestro poeta
está completamente seguro de que nadie entenderá amor razonable, razón opuesta a
pasión. «Largo lamento» pentasílabo becqueriano al que se acoge no para oír el «ronco
viento», sino para ver convertido su placer, su dicha en horrorosa tormenta del cora­
zón. Ese terror del queya dijo Shelley: Thou Wonder, and thou Beauty, and thou Terror. She­
lley daba una esencia, Salinas una trayectoria, placer, gozo y tras el punto culminante,
un descenso que nos conduce a una pausa, a la serenidad de E l Contemplado, de Todo
más claro y Confianza.
103
1.4 Estas relaciones, estos juegos, ese mundo de reflejos y sombra, de ausencia y
presencia es el de nuestro poeta. Para penetrar en su poesía en conjunto, como un
todo, yo prefiero ver una víspera, un presente, un ocaso. Una vida cumplida, alejada
de la desesperación romántica. Vida que es dicha y dolor, y no nos deja en el abismo
sino que nos eleva a la clara serenidad. Yo diría que son los cuatro movimientos de
la Sonata.
2.1 Muchos han encontrado en los tres primeros volúmenes el anuncio de su crea­
ción. Lo que creo cierto, pero me parece necesario incluir la prosa de Víspera del gozo.
La versificación saliniana ya ha sido estudiada, así como su imaginismo; superrea­
lismo y los contactos con el futurismo, dadaísmo. Yo no olvidaría la greguería que a
veces en Salinas es una metáfora o comparación.
Desgraciadamente, Marcel Bataillon relacionó esta poesía con el conceptismo y
Leo Spitzer, por su cuenta, sin conocer quizás lo escrito por M. Bataillon, incidió en
lo mismo; Guillén, con razón, protestó inmediatamente; en mi opinión todavía suce­
dió algo peor, se habló del misticismo de Salinas.
Juan Ramón Jiménez ve así a Salinas: «todo frondoso, frondoso y frutado de hoja,
fruto y flor en fervorosa concentración, con tierra aún en los píes; árbol bueno y ca­
riñoso que se ha arrancado él mismo de su huerto solitario, por acercarse sonriendo,
aunque sin hacer nada más para que le veamos». (Españoles de tres mundos). Los estudios
de Eisa Dehennin, Bertrand Sesé, Pierre Darmangeat, J. A. Maravall, González Muela
y otros, son siempre interesantes. Quisiera recomendar que al editar La voz a tí debida
se siguiera la primera edición dirigida por el propio autor, quien marca claramente las
70 poesías que forman el poema y también los blancos que estructuran cada poesía; lo
mismo debe indicarse respecto a Razón de amor.
2.2 Yo no buscaría influencias, ni la de Meléndez Valdés, ni las de Bécquer, en
cambio me acercaría a los sonetos de Shakespeare, sonetos de amor. Sólita ha editado
excelentemente la poesía de su padre y el magnífico prólogo de Jorge Guillén.
3.1 Tanto en prosa como en verso Pedro Salinas ha tratado del amor, de la aven­
tura amorosa ¿real, inventada? de todo hay un poco, quizás.
En general se podría afirmar que la trayectoria del amor es la de la vida, comien­
zo, plenitud, final. González Muela ha indicado en su edición de La voz a ti debida ese
cauce: «El clímax de la pasión, de la posesión de la amada, va, aproximadamente, des­
de el V. 702 al 855. La separación de los amantes ya se percibe claramente a partir del
V. 986 (Pág. 16). Citaré siempre por esta edición.
3.2 El poeta y la amada. El amante es creación de la amada. Es algo nuevo. Su
voz a ella la debe, ella es la fuente final de su amor, «el amor mi amor a ti debido».
Y al final «Lo que más / pena me ha dado, al callártela, / es tu voz». Voz densa, cá­
lida, más palpable que tu cuerpo. «Pero ya iba a traicionarnos» (poesía 56) y en la poe­
sía 62 «posesión tú me dabas a mí» y en la 63 «no te vayas dolor, última forma de
amor». Pero el verso final dirá, «corporeidad mortal y rosa / donde el amor inventa
su infinito» (poesía 70).
3.3. ¿Y quién es ella? Los que más han disparatado son los que niegan su exis­
tencia. Es claro que el amante no quiere decir su nombre, hubiera podido llamarla Ele­
na o Elvira o Leonor o Adelaida, prefiere el pronombre Tú, Yo, no como signo de
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intimidad y aún menos para despistar y salvarla de la sociedad. Es el enlace del amor,
lo que hace de dos uno, la pareja. Tampoco la describe y hubiera podido acudir a la
tradición, ¿rubia, morena?, ¿ojos azules, verdes, negros y ardientes? Los brazos, las pier­
nas, la cintura, algún gesto y la risa. En lo que insiste es en su firmeza y energía. Ella
es toda vida y como tal decisión, sin titubeos ni dudas. Quizás por eso nos la presenta
de veinte años, aunque por su decisión, parece más bien persona de experiencia.
3.4 Tampoco nos dice cómo tuvo lugar el encuentro, no fue fortuito, pero lució
como un rayo. Tampoco en Vísperas delgozo o en los tres volúmenes primeros, los datos
abundan. Las escenas del comienzo tienen lugar sólo en la isla del amor, en sus límites
exclusivos; al final con un cómulo de detalles aparece New York. Esto nos indica que
el Eros europeo ha cedido la plaza al norteamericano.
3.5 Las dos culturas diferentes serían un atractivo más, sin contar la madurez del
amante, guía, compañero, tímido a primera vista, sensual y goloso. A ella todo le de­
bía parecer gracioso, la bondad, la cortesía, la no agresividad. Es muy posible que la
amabilidad acogedora, sedujese a la norteamericana, si es que lo era. Para correspon­
der a sus favores, pensaría que no podía hacer otra cosa que entregarse, dulce y amo­
rosa correspondencia.
3.6 Al empezar le pareció al poeta que todo era un juego, un capricho de la niña.

Y nunca te equivocaste,
más que una vez, una noche
que te encaprichó una sombra
—la única que te ha gustado—.
Una sombra parecía.
Y la quisiste abrazar.
Y erajo . (Primera poesía.)

La primera inseguridad. El no es él, es el paciente ante lo que es actante. Sin darse


cuenta comete un error a medias: creer que su actitud era un capricho y el primero y
que su presencia -vendaval de amor- sorteara todos los obstáculos. Hay que saber es­
perar a que el fruto madure. Pero en la segunda poesía insiste: «Aunque sé que es inú­
til. / Que es juego mío, todo, / el esperarla así / como a soplo o a brisa». Quizás pensó
que esas americanas son verdaderamente sorprendentes, por su frenesí, su energía,
«cuando ella venga / desatada, implacable / para llegar a mí». Todo cederla, no habría
obstáculos gracias a su amor, su presencia.
3.7 Se ha captado por todos ese frenesí del inicio, que al fin y al cabo, es lo que
tienen de común frecuentemente las relaciones amorosas. Antes de hablar de ella, de­
bemos pensar en él. La poesía 19 «Sí, todo con exceso». Muy característico del poeta,
siente tan profundamente la realización del deseo, que crea un mundo no egoistamen­
te para él, es la exigencia de todo su ser. Véase la poesía 20, que empieza
«Extraviadamente»...
Pero para querer
boy que embarcarse en todos
los proyectos que pasan,
sin preguntarles nada.
105
Isleños, llenos de fe
en la equivocación
de ayer, de hoy, de mañana
que no pueden faltar.
De alegría purísima
de no atinar, de hallamos
en umbrales [visper], en bordes
trémulos de victoria
sin ganas de ganar.
Con eljúbilo único
de ir viviendo una vida
inocente entre errorres.

Veremos más adelante que inocente se relaciona con culpable, ahora me parece que
quiere decir sincera, auténtica y limpia.
3.8 De la amada lo que sabemos es a través del amante. Cuerpo espléndido, mu­
jer enérgica y decidida, incapaz de duda. Sin embargo el poeta más de una vez va en
busca del alma de ella, librándola de todo lo superficial, lo externo, lo social, subli­
mando el Tú, queriendo labrar un nuevo ser. Alegre sí, haciendo de la vida, del amor
una melodía de felicidad y de dicha, pero intentando suprimir la ancha risa, muy ame­
ricana. Salinas quiere aliviar el amor de toda carga mundanal, de todo materialismo,
obligaciones. «Sí, por detrás de las gentes / te busco». Aún más, «Por detrás de ti te
busco» (poesía 3). El está dispuesto a dejarlo todo (poesía 4).

Y al verte en el amor
queyo te tiendo siempre
como un espejo ardiendo,
tú reconocerás
un rostro serio, grave,
una desconocida
alta, pálida y triste
que es mi amada. Y que quiere
por detrás de la risa. (Poesía 21.)

Sí ella fuera así, es decir, otra de lo que es, pero la verdadera, exclama el amante «iQué
gran víspera el mundo!» (poesía 13). Afirmando en la poesía 14, «Para vivir no quie­
ro / islas, palacios, torres, / ¡Qué alegría más alta: / vivir en los pronombres!» y el ver­
so final dice, «Yo te quiero, soy yo». Qué lejos de la sombra de la poesía 1, esa sombra
de la cual creía que se había encaprichado ella.
3.9 El tiempo, un presente delicioso entre un pasado (veneno) y temblando de
futuro (poesías 13 y 8). Pero ha llegado a la cumbre «Y veré/que ahora sí es mía, ya»,
también en la poesía 8. Y puede afirmar en la poesía 22 que empieza «Afán» «haber
llegado yo / al centro puro, inmóvil de ti misma».
4.1 Estamos en la cresta de la ola amorosa y su impulso cede. Y la poesía 23 em­
pieza con un verso desconcertante: «Yo no puedo darte más. / No soy más que lo que
soy». Y su ritmo se mueve con la repetición tan característica del poeta. Es un verso
que vuelve tres veces con una intensidad sorprendente, «¡Ay, cómo quisiera ser!». En
106
la penúltima variación insiste «1Y, ay, cómo quisiera ser!» terminando la poesía, de una
manera sobrecogedora: «Pero / no soy más de lo que soy».
4.2 Algo ha sucedido que tenemos que explicárnoslo. Es indudable que la amada
pide más de lo que el amante puede dar. Exige quizás el divorcio o, lo que es peor,
que esos años de amor debe acabar, pues ella cree llegada la hora de que termine esa
vida de sueño, de ilusión y ha decidido, toda ella energía, que debe aceptar el
matrimonio.
4.3 «Despierta. El día te llama / a tu vida: tu deber» «Y nada más que a vivir»
«Tu tarea/es llevar tu vida en alto» «Ese es tu sino: vivirte./N o hagas nada. /T u
obra eres tú, nada más» (poesía 24), sin nada becqueriano. Es el motivo de Salinas,
otras veces en la forma de abrir y cerrar los ojos, esto es, la acción, el enfrentamiento
con la realidad y el soñar. Sin embargo al llegar a este punto, se debe enlazar el tema
de la vida con el acorde en fortísimo de la primera poesía del poema:
Tú vives siempre en tus actos,
... es tu música.
La vida es lo que tú tocas.

Tú nunca puedes dudar.


4.4 Es una separación resignada, sin recriminaciones, sin quejas. Penetramos en
la soledad, teme que le roben «el amor a ti debido». «El sueño es una larga / despedida
de ti» «Pero sí, despedida: / voy a dejarte» «Te abrazo por vez última». Y luego el cru­
ce del tiempo del reló y el del corazón. En la poesía 29 «cuando abres, cuando
cierras / los párpados, los ojos». En la poesía 30 lloran los dos, en la 60, llora sólo él.
A partir de la 31 empieza la busca de la amada perdida y en la 32, la nueva realidad
«Ya no puedo quererte». Las imágenes continúan en toda su belleza: tus mejillas islas
de coral. Y en la 33 nos dice con claridad: «No, no te quieren, no / T ú sí que estás
queriendo». Se puede pensar que ha encontrado a otro hombre, pero creo que es más
pertinente, lo dicho antes, que la amante ha decidido un nuevo cauce social a su vida,
el matrimonio.
4.5 El poema comenzaba viendo el amante en ella un ser incapaz de duda, pero
en la poesía 40 es «criatura dudosa» y que a él, a su querer hace surgir la «desnuda Ve­
nus cierta». De repente al lado del tú aparece un nombre, nada menos que de una Dio­
sa, la de la belleza, la del amor, mas lay! también voluble y cambiante. El Poeta siente
que está insistiendo demasiado y pide perdón, «Perdóname por ir así buscándote» (poe­
sía 41). Salinas es siempre el Escultor, el Guía, el Maestro (poesías 37, 38, 39) nuevo
Pigmalión, nuevo Virgilio.
Perdóname por ir asi buscándote
tan torpemente, dentro
de ti.
Perdóname el dolor, alguna vez.
Es que quiero sacar
de ti tu mejor tú.
Ese que no te vistej quejo veo,
nadador por tu fondo, preciosísimo.
10 7
Todavía, «ascendiendo de ti a ti misma». Es como si dijéramos una Vita nova, en
constante renovación.
4.6 El ritmo de frenesí, siempre ascendente terminaba en la poesía 23 «Yo no pue­
do darte más» y hasta la 43 hay una suave constante introducida por la cronología, que
es un querer recordar, «¿Hablamos desde cuándo?» y vuelve el ritmo acelerado y as­
cendente, preguntas sin respuestas, la terrible angustia de la soledad y el deseo acu­
ciante de la sensualidad, de la ausencia que enardece la presencia pasada. «Cuántas ve­
ces he estado -espía del silencio- esperando unas letras» «Imposible llamarla». Es un
náufrago en la terrible desolación de la soledad, de la noche, sólo el día y la voz po­
drían confirmarle que él la ha querido y la quiere. Mundo de sombras y reflejos. La
nostalgia de la sensualidad de ella que nos lleva a las lágrimas sólo de él, a su sabor
amargo, «del que está sólo ya con su pena», y oímos el grito desgarrador, desolador,
que únicamente por la forma poética se puede ensordecer:
No quiero que te vayas,
dolor, última forma
de amar (poesía 63).
Si tú no me quedaras,
dolor, irrefutable,
yo me lo creería,
pero me quedas tú.
Tu verdad me asegura
que nadafue mentira.
Y mientrasyo le sienta,
tú me serás, dolor,
la prueba de otra vida
en que no me dolías.
La gran prueba, a lo lejos,
de que existió, que existe,
de que me quiso, sí,
de que aun la estoy queriendo.
«Pero a ti, a ti, memoria / de un ayer que fue carne / tierna, materia viva, / y que aho­
ra ya no es nada/m ás que peso infinito»... «¿quién te sostiene / si no es la esperan­
zada / soledad de la noche?» «recuerdos en las almas». Y en la poesía 65 acude al co­
mienzo (poesía 14) «no en palacios de mármol... en leves mundos frágiles / hemos vi­
vido juntos».
Un minuto era un siglo,
una vida, un amor.
Atravesando mares,
hechos de veinte lágrimas,
diez tuyasy diez mías.
No te mires, al alma,
a la sombra, a los labios.
Mírate bien la palma
de la mano, vacia.
10»
Y en la poesía 67 «¿Quién, quién me puebla el mundo / esta noche de agobio?» ...«Som­
bras y yo. Y el aire / meciendo blandamente / el cabello a las sombras / con un rumor
de alma.» En la poesía 68, «IY qué sombras tan morenas!» «si es alma de carne o som­
bra / de cuerpo». Poesía 69 «¿Y si no fueran las sombras / sombras? ¿Si las sombras fue­
ran... cuerpos finos y delgados, / todos miedosos de carne?»
¿Y si hubiese
otra luz en el mundo
para sacarles a ellas,
cuerposja de sombra, otras
sombras más últimas, sueltas
de color, de forma, libres
de sospecha de materia;
cuerpos disfrazados
de sombras, sobre la Tierra?
4.7 El tema de la sombra inicia La poza tí debida y con él termina el poema (poe­
sía 70).

¿Las oyes cómo piden realidades,


ellas, desmelenadas, fieras
ellas, las sombras que ¡os dosformamos.
Los dos ¡as buscaremos,
un color, una fecha, un pecho, un sol.
Que en ti, sé tú su carne.
Se calmará su enorme ansia errante,
mientras las estrechamos
ávidamente entre los cuerpos nuestros
donde encuentren su pasto j su reposo.
Se dormirán alfin en nuestro sueño.
Este gran poema de amor termina con la nota Triunfante de la carne y la Tierra, afán,
avidez:
Donde el amor inventa su infinito.I

II

5.1 El poema anónimo del siglo X lii, tiene dos partes, la primera «Razón feita d’a-
mor», es decir, dictado, narración, historia y la segunda «Denuestos del agua y el vino».
Si La voz a tí debida tiene el subtítulo Poema, Razón de amor lleva el de Poesías. Salinas
se acoge al título medieval porque él va a contar su historia de amor, que también
tiene dos partes, una de 43 poesías y la segunda de ocho, marcando la diferencia, pues
las últimas llevan título.
5.2 El poeta empieza insistiendo en que ha sido ella la que ha querido la sepa­
ración. A partir de ese momento es la narración de una nostalgia sensual conmove­
dora. El adiós es siempre una forma de muerte. Busca la salvación, en el hecho de que-
109
rer salvarse, pero lo cree imposible. La amante es una «Pastora de milagros». Estos mi­
lagros son sus ojos, su voz, y ahora su risa, ve el pasado como un mundo sin pecado.
Lo natural de ella a veces se le olvida. Y en el recuerdo vive de milagro el amor
fabuloso,

Que el hecho más sencillo,


el primeroj el último
del mundo, fue queremos.

Si antes todo era un futuro, ahora es un pretérito definitivo que empaña el sonido de
su verso. La luz la creaba la amada y en la poesía 7 se presenta el antes y el ahora y
ve su vida convertida en un futuro que depende del pasado. Y más terminantemente
aún en la poesía 8, no hay retorno, sólo vale vivir. Otro de los aciertos constantes, «el
recuerdo es / la pena de sí mismo, / el dolor del tamaño / del tiempo».
5.3 En la poesía 9 hay una nostalgia llena de reproche y en la poesía 10 el re­
proche es directo. El no hiriente de ella, poesías 11, 12, 13y 14.
5.4 Sigue hablando del dolor de la ausencia «¡Cuánto tiempo fuiste dos!». Es la
poesía 15 que tiene un segundo verso «Querías y no querías», el cual quizás nos lleva
al Don Juan de Mozart, vorrei e non vorrei, pero no hay una nota general sino muy per­
sonal. «Y en el borde de los besos, / ni tu corazón ni el mío / sabía quien se acerca­
ba; / si era la que tú querías / o la quería yo.» continúa la ingeniosidad. «Y por fin jun­
to está todo... Y ahora os beso a las dos/en ti sola.» Luego en la 16 «Tú dormida, yo
en vela» «...el ritmo / de tu vivir soñando.»
5.5 La poesía 17 nos eleva a un amor que alcanza un sentido cósmico:

¡Qué sosegadamente
se hacia ¡a concordia
entre las piedras, los luceros,
el agua muda, la arboleda trémula,
todo lo inanimado,
j el alma mía
dedicándolo a ti!

«Y casi / dejé de amarte por amarte más». Entonces sigue dirigiéndose a la ausente
«inmensamente confiado... salvado ya del miedo / al cadáver que queda si se olvida.»
En la poesía 18 sigue ofreciéndose, y su verso encuentra la profunda nota de dolor
«...los amores alegres, / las solitarias citas / de la carne y las alas.»
Ella fingía ser «la hija del mundo, de tus padres, de la tierra / en donde nació el
tallo de tu voz». Gracias al amor del poeta se llama por fin tú. Así ella no recibe la
vida, la crea, ser ella misma, y tener un alma que la da el amor. Poesía 19, y en la 20
canta

Por eso no se sabe


de quéprofundidad
viene el amor, lejana,
si de honduras de cielos
o entrañas de ¡a tierra.
110
5.6 «Tú nombre no se escribe / donde se escribe, con lo que se escribe». «Y el
pasado se ve / tan escrito en los ojos, / que mirar a alguien bien / es elegía o cántico...
Tú nombre no se lee/donde se lee, con lo que se lee» 21 y en la 22 «Si la voz se sin­
tiera con los ojos, / ¡ay, cómo te vería! / ...Tú palabra / tiene visos de albor, de aurora
joven, / cada día, al venir a mí de nuevo.». En la 23
¡Quéfácil unidad
de los que son igualesl
¡Qué entenderse tan liso,
de arena con la arena,
de agua con agua o luz
J luz!

El poeta piensa en la ausente tratando que le comprenda y le explica, poesía 24


«Cuando te digo «alta» / (ella quizás no era muy alta) no pienso en proporciones, en
medidas: / incomparablemente te lo digo. / Alta la luz, el aire, el ave; / alta, tú de otro
modo.»
En el nombre de «hermosa»
me descubro, al decírtelo
una palabra extraña entre ¡os labios.
Resplandeciente visión nueva
que estalla...
haciendo milpedazps
¡a palabra «hermosura» de los hombres.

Y lo mismo con la palabra «única». A pesar de la explicación, El Guía, El Maestro


teme no ser entendido, comprendido. No es que ella se entrega, es que le ayuda «Y
pensamos en ti, los dos, yo solo» 25. «No quiero separarme / de esa gran transparencia
de ti en mí» 26. Sale a la superficie el dolor de la carne sublimada, con la insistencia
del recuerdo «...de la misión del alma, / cuando hasta por las venas / la misma sangre
va vuelta en recuerdo» «¡Qué frenesí es, quererte! / ¡Qué entusiasmo de olas altas,/y
qué desmayos de espumas / van y vienen!». Y ahora en la 28 y 29 «Todo es labios, los
míos o los tuyos / hoy separados». Luego el agua clara, transparente: «Todo lo niega
la tierra, / pero todo se me da / en el agua». No debemos anticiparnos a E l Contemplado
ni a Todo más claro. Aún estamos muy lejos de esa visión, vivimos el recuerdo quemante
del pasado.
5.7 Es la noche, la oscuridad, una nueva distancia, el silencio oscuro. Al amane­
cer el error, se palpan soledades nuevas, cuando viene el ocaso, otra vez la orilla oscura.

Y Cuando en la honda noche se nos colman


conjúbilos, con besos o con muertes
los anhelos huecos,
que amory luz abrieron en las almas (poesía 30).

Se ha marchado o te. has muerto, la infinita distancia, la alta noche. «Todo sentido
en eco / tuyo me lo convierte / el alma que te espera» 31. Dame tu libertad. No quie­
ro tus fatigas / no ni tus hojas secas, tu sueño, ojos cerrados. Las dimensiones en azul.
111
«No tengo cárcel para ti en mi ser / Tu libertad te guarda para mí» 32. La bella poesía
33, con el precioso primer verso «Nadadora de noche/entre olas y tinieblas».
Y el rítmico ejercicio de tu cuerpo
soporta, empuja, salva
mucho más que tu carne.

Antes, poesía 24, el Guía y Maestro quería explicarle a ella, en la 34 pregunta


«¿Cómo me vas a explicar, / di, la dicha de esta tarde». Visiones en sus ojos y no mi­
radas, voces de su servir olvidadas, palabras sueltas, palabras
Y de estas nada se ha ido
fabricando, indestructible,
nuestra dicha, nuestro amor,
nuestra tarde.

Nuestra tarde de dos, que no es nada, nada, nada.


El «¡Pasmo de lo distinto!» sentido en el tiempo, presente, pasado, futuro. La luz
de hoy no es la de ayer ni será la de mañana. «Si el vasto tiempo entero / -río oscuro-
se escapa, / en las manos nos deja / prendas inmarcesibles / llamadas días, horas / en
que fuimos felices» 35. En la 36 ¿Qué eligirá el fugitivo capricho o el destino fiel? No
deja de atormentarse *Iuz, lluvia, cielo y en la 37 toca fondo

Y tengo que creer,


aunque palpitas en lo más cercano
—sólo porque tu cuerpo no se ve—,
en la vaga ficción de estarjo solo.

Si te quiero te lo digo a ti, pero nunca sabrás que ese «te quiero» «sólo signo es, final
y prenda mínima... del gran querer callado, mar total» 38. Ya sólo tienen pasado
«¿Cómo vamos a querer / vivir más en lo que éramos?». Ellas, es decir, la forma del
pasado reflejado en los espejos, son sólo pasado.

Y si el precio es una vida


que se parece a la nuestra,
tú no te equivocaste nunca:
ha nuestra es la de ellos, ja 39.

Este dolor desgarrante termina en lágrimas. Es el tema de las tres últimas poesías. ¡Qué
amante no ha llorado al ver muerto su amor!
5.8 No hay reconciliación posible. Poesía 40 «Una lágrima en mayo». Así empie­
za y termina «la lágrima de mayo» «El mundo se nos acerca / a pedirnos que le haga­
mos / felices con nuestra dicha».

...La dicha
nos escoge, nos declara
capaces de creación
alegre.
112
La pareja suficiente, dos vidas labrando el gran proyecto del alma 41. Nubes, fantas­
mas, horizontes... La vida que se cumplió. Las dichas cumplidas 42.
...¿No sientes
inmensas huestes de besos,
de resistencias...
El beso que se termina
otro se pide a si mismo?
...¿No sientes
la gran riqueza de dar? 43.

Ha

Salinas sigue la estructura de la poesía medieval, pero no el camino. Los denuestos del
agua y el vino es una disputa, en Salinas con un sentido muy suyo.
Son ocho poesías en metro muy largo y en largas poesías. Nos llevan de la Salvación
p or el cuerpo a La Felicidad inminente. En esa batalla silenciosa, atrevesamos la soledad. Des­
pertar, E l dolor, Destino alegre, Verdad de dos, Fin del mundo, Suicidio hacia arriba.
Se dirige a la ventana, sabiendo que hay luz, el dolor se impone, y la lucha, her­
mandad, Felicidad, Desgracia, El, ella; el otro mundo, que éste nos rehúsa, en el final
cierto de nuestra creación, que es nuestra muerte; en la primera poesía, el ansia de ser
cuerpo, todo quiere ser cuerpo y en la última: Miedo, temblor en mí, en mi cuerpo.
Y ser felices es el hacernos campo de sus paces. La paz de la batalla hubiera sido ser
felices. Salvación por el cuerpo, la primera es maravillosa: Nuestro primer hallazgo es el
nacer, se nace sin quererlo. «Un día la infatigable sed de ser corpóreo, busca el cuerpo
más cercano, ilusionados de que bastárá a nuestro afán de carne. Un cuerpo es el des­
tino de otro cuerpo, su cuerpo, el del amor, último y cierto. Ese que inútilmente es­
peran las tumbas».I

III

6.1 Largo lamento, otra vez el poeta se acoge a un verso ajeno, dándole un sig­
nificado nuevo. Si Bécquer trataba de profundizar en su yo, Salinas expresa el tormen­
to de una felicidad pasada que sabe no volverá. Reprocha a la amada su alejamiento
y abandono. El último libro de su amor está lleno de detalles, de descripciones, tiene
lugar en New York, la gran metrópoli. Es muy tentador confrontar la ciudad de Sali­
nas, sus escaparates, los anuncios, los salones de baile; el movimiento, peatones, co­
ches, toda clase de vehículos, la pareja de ahora convertida en espectros. Su alegría,
dinamismo, el placer de tanta energía, de la tentación magnífica del dinero y en cam­
bio la angustia de Federico, dos amores tan diferentes que quizás van a dar lugar a una
nostalgia muy diversa.
6.2 La versificación de Salinas es. la de siempre el heptasílabo, junto al endecasí­
labo o al alejandrino y la melodía llena de imágenes, de juegos que no son conceptis­
tas, pero que adentran y profundizan el significado. La primera poesía «La falsa com-
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pañera», no intenta desorientar al lector, que puede pensar fácilmente que se trata del
abandono de la amante, la amada como la tarde le deja en soledad.
6.3 Las 21 poesías tienen título «Pareja, espectro» la segunda, de verso de seis sí­
labas, que es una metro manejado como el octasílabo de romance, pero sin asonancia,
o el de cinco sílabas.

Le que ahora te pido


es más, mucho más,
que beso o mirada;
es que estés más cerca
de mi mismo, dentro.
Como el viento está
invisible, dando
su vida a la vela.
Lo quejo te pido
Es que estés en mi
como el corazón
mió quejamás
veré, tocaré,
j cuyos latidos
no se cansan nunca
de darme mi vida
hasta que me muera.
Las comparaciones se enla2an una tras otra. Acepta aún en la tercera que sea pasajera
ausencia pero no olvido. En la cuarta poesía sale el recuerdo, puente que labra la me­
moria; sigue el mismo tema en la quinta, pero ahora no es un álbum. «Hoy son las
manos la memoria». De repente en la sexta aflora lo inesperado, es volverse sombra
«Estoy triste esta noche», porque el hombre hace daño «hace daño, hace daño». Es la
conciencia «que nos callamos tantos años / con la complicidad de muchos besos». El
daño que hace el hombre a los seres más tiernos, se llama amor. Exclama que no ha
hecho daño a nadie, «Pero a ti te he hecho daño, te he querido»
Tu hermosura empezó, jo hice lo otro;
el gran daño de amarte
que tú constantemente me perdonas.

No cabe duda que se refiere a la amante desaparecida, recuerda las mazurkas y los val­
ses. «Y eso no es culpa tuya, ni mía ni de nadie».
¿A quién podría echársele
la culpa de la sangre
por las venas oscuras o de esa
palabra que inventamos entre sueños?

No hay que precipitarse a analizar esa ética y aún menos a juzgarla, qué culpa tiene el
hombre «de encontrar otra rosa entre las rosas». El poeta no encuentra más salida que
amar el dolor que nos hicimos. Pero en la poesía siguiente (7) no sólo hay rosas -blan-
114
cas-rojas- hay una rosa pura la que le dirá: «Soy mis pétalos, / mi color, mi forma, soy
la rosa pura. Tómame». Y el poeta despierta la conciencia, la cogerá con el pensamien­
to, recordará haber pisado el paraíso «antes del bien y el mal, de la mujer y el hom­
bre». Y así podrá llegar a la realidad que crea el ofrecernos una rosa pura ¿La esposa?
6.4 La poesía 8 «Muere del sueño» Nunca se entiende un sueño / más que cuan­
do se quiere a un ser humano; y toda la poesía se estructura con la preposición y el
pronombre «Por ti he sabido». «Por ti supe» hasta llegar al «Por ti he sabido cómo an­
dan los sueños». Este pronombre se refiere claramente a la amante. Andan dejando la
huella en la playa como Venus al pisar la tierra. Así se sabe también cómo se muere
en sueño; éste es el de la voz a ti debida, donde, en la poesía 40 se refiere a la amada,
abandonando el Tú, como «desnuda Venus cierta» y ahora en su lamento la reprocha:
(«Has vuelto tu mirar hacia otro rostro»), pág. 484. Sueño, amor que finge vive.

Por ti sabré, quizá cómo viviendo


se resucita aún, entre los muertos.

El final irónico pero triste de la poesía ¿El otro se refiere al marido?

6.5 «Dueña de ti misma». Por primera vez nos habla del cuerpo de la amada. En
un juego de astros, hojas, vientos y con mucha metáfora, aparecen los celos, el céfiro
adolescente retrasado las coge por el talle en valses lentos. «Tu andar tan firme enor­
gullece al mundo». Los dioses la acechan, pero no son ellos los que disponen embele­
sados «con sus piernas tan esbeltas y claras»

Y que no hay fábula


más hermosa que un ser cuando camina
derecho a lo que quiere.
Y los ojos azul, pardo, gris, el color que le viste la mirada. «El color de tus ojos es de
sino».
6.6 La décima poesía con la que cerraba Salinas L.argo lamento, «Amor, Mundo en
peligro», tiene ya la temática que aparecen en sus narraciones en prosa y también la
ironía que dirige sus avisos.

Illa

7.1 Las once poesías con que los editores terminan el libro no tienen título y lo
que se ha hecho ha sido destacar el primer verso. La poesía once, la primera, «De en­
tre todas las cosas verticales», nos da una preciosa descripción de Manhattan:

De entre todas ¡as cosas verticales


en que el mundo revela
su parecido con la llama, anhelo
de vivir hacia arriba o no vivir,
¡o quejo ahora te ofrezío a la memoria
115
no son los delicados rascacielos
con túnicas a cuadros
de luzj sombra, por la noche, coro
de lánguidosj esbeltos Arlequines
en el aire ambicioso de Manhattan.

Esta estampa de una grande sensibilidad con un apoyo picasiano capta muy poética­
mente Manhattan y así se lo recuerda a su amada ausente, sus cuerpos como llamas se
dicen lo que tienen que decirse.
7.2 «Qué olvidadas están ya las sortijas». Sortijas promesas, todo olvidado, «No te
puedo pedir / que te acuerdes de mí como yo era», y sabe decir con profunda tristeza
«sólo que me recuerdes como a algo / que uno recuerda que se le ha olvidado» e in­
siste «Mientras sepamos / exactamente lo que nos separa / no habrá separación». Su
tristeza es tanta que ha de acudir a la muerte y al espejo como tumba.
7.3 «De marfil o de cuerpo», pero esta vez el primer verso dice «Tú que tuviste
brazos / como vías celestes» y en la otra estrofa «Tú que tenías piernas / como dulces
riberas» de algún río para el descanso o sueño de la siesta. Después la metáfora del aba­
nico y en seguida el estuche, vida o ataúd.
7.4 Arranca de su infancia «Error sensible fue» va tanteándose, salió de su casa,
pero no sabe dónde está: coge goloso un melocotón «y llegó a la amargura de la al­
mendra». La esperanza, lupa poderosa. Es posible que en esta poesía se refiera a otros
amores, pero lo que busca es el descanso y librarse de la fatiga acumulada que sigue,
inquietándole, sin nada de «Beato sillón», al contrario lo que busca es alguien que le
dé razón de dónde está, razón de sí mismo.
7.5 No hay referencia al primer verso. Pero se trata de la ruptura, el poeta vive
anegado en el olvido y persiste en el «hombre que te busca». El último verso: «y me
marché a buscarte en el olvido».
7.6 Preciosa como todas y con el mismo juego, pero ahora el amor no está en
una isla, sino en un salón y la ironía salineana habla sin demasiada crueldad. Gente
de mundo refinada y frívola, pasando de la moda a las ideas, acompañados de cócteles.
Al encenderse un pitillo «Cómo olvidar que yo te he dado fuego». Una tarde quizás
en el campo le recuerda que «El aire nunca muere, no lo olvides». Y las tiendas de
flores, nos dice como un día en la Sexta Avenida, hacía tanto frío que tuvieron que
refugiarse en un Hotel donde como ellos estaban los Abelardos y Eloísas. El primer
verso (Como ya no me quieres desde ayer).
7.7 Entre el primer verso «Perdóname si tardo algunos años» y la última estrofa
«Por eso / perdóname si tardo / todavía en dejarte...». La naturaleza, la ciudad con los
almacenes de más pisos del mundo, los trenes, los barcos: «Y si te dejo / quiero dejarte
en algo / tan terso como un lago...» sin pecado, «Las sendas que probó te están estre­
chas: / acaban siempre en cuadros de familia».
7.8 «¡Cuántas veces te has vuelto!». Bellísima poesía del dolor de la ausencia. Vol­
verse de espaldas es como no hablar, es un olvido. Todavía tiene la esperanza de oír
su voz; una palabra puede salvarlo todo. «Por ti creo / en la resurrección, más que en
la muerte».
7.9 «El aire es ya apenas respirable» porque sus preguntas no reciben contesta­
116
ción. El acudirá en cuanto le llame, le propone ser su compañero. Como he dicho en
La voz a ti debida, la amada quiere casarse y no precisamente con él por eso no respon­
de a sus preguntas que son la estructura de la poesía. Según el poeta hay que buscar
la manera de realizar ló que se desea. Al lado del Tú aparecen las sílabas rotas de su
nombre. El poeta sueña y en la tercera pregunta acude nada menos que a San Juan de
la Cruz.
Las noches, sus praderas,
el rebaño de mansos rascacielos
pastando estrellas con el cuello erguido.

Y la poesía termina «nunca has pensado en responder a un sueño». Creo que el poeta
vivía en un sueño que las personas que le rodeaban no podían comprender y especial­
mente la antigua amante, que él había querido crear. Compartir su sueño.
7.10 Es la poesía que nos da al verdadero Salinas siempre tratando de buscar lo
más noble en todo personas y cosas. Y él que ha nacido para gozar de la vida y el mun­
do, lo que verdaderamente busca: «La conciencia de su ser».

Y entoncesjo , ¿cómojo
voy a saber lo que soy,
que tengo el alma tendida
delante del cielo míol
7.11 [21] «No me sueltes» «Para unas manos juntas que buscan, todo es víspera».
Y así el canto de amor, indudablemente real, se transforma en mito, este es para
mí el signo del amor, siempre Venus, Fábula y Signo,
He tratado de seguir fielmente la vida amorosa de la felicidad al dolor, apuntando
el perfil de la danza y el verdadero ser del poeta, que cuando habla de espectros quiere
decir reflejos y no quisiera terminar sin explicar el significado de las sombras. En la
Universidad de Johns Hopkins pronunció una serie de conferencias, el tema versó acer­
ca de «El poeta y la realidad en la literatura española» publicadas en inglés; Reality· and
the poet in Spanish poetry (primera edición, 1940; segunda, 1960). Destaco este párrafo.
«The poet places himself before reality like a human body before light, in order to
create something else, a shadow... The poet adds shadows to the world, bright and lu­
minous shadows, like new lights.»
Ojalá este trabajo mereciera las mismas palabras que dedicó al «Poeta y su crítico»
en Literatura española siglo XX.

J o aq u ín C asalduero

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