6 Dias
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Este lunes se cumple medio siglo desde que Israel lanzó una serie de concisos ataques contra
Egipto, Jordania y Siria, que desencadenaron la Guerra de los Seis Días y la ocupación de
Jerusalén Este, Cisjordania, Gaza, los Altos del Golán y el Sinaí egipcio, un escenario que ha
marcado hasta día de hoy la región.
La aplastante victoria de Israel contra sus vecinos árabes, o la "emboscada" israelí a Egipto, como
la califica el experto del Centro Al Abram de Estudios Políticos y Estratégicos, Mohamed
Gomaa, mostró "los cálculos erróneos de los dirigentes egipcios y de Abdel Nasser".
En una creciente tensión, Nasser apostó a miles de sus soldados en la zona limítrofe, lo
que despertó la alarma de Israel, que el 5 de junio lanzó un rápido ataque que tomó por sorpresa al
Ejército egipcio, incapaz de reaccionar y que perdió en cuestión de horas parte del Sinaí y Gaza,
bajo su control.
Tras el revés militar, Nasser involucró a Siria y Jordania asegurando que vencerían al Estado judío,
algo que no ocurrió y dio lugar a una derrota a la que siguió la ocupación de territorio sirio,
palestino -entonces controlado por Egipto y Jordania- y parte del Sinaí, devuelto con un acuerdo de
1979 que convirtió a Egipto en el primer país árabe en firmar la paz con Israel.
Esta nueva identidad, señala, "era antagonista no sólo a los árabes sino al resto del mundo, porque
cuando Occidente hablaba sobre los derechos humanos, no podías formar parte de eso siendo un
ocupante".
Desde entonces, Israel ha mantenido esta política de expansión sobre los territorios ocupados, en
los que desplegó sus fuerzas militares e incentivó la construcción de asentamientos para desplazar
a sus civiles a estas nuevas colonias, contrarias al derecho internacional.
En el Golán sirio residen 23.000 israelíes, a los que se suman otros 385.000 en 228 colonias
en Cisjordania y los 200.000 colonos de Jerusalén Este, territorio que los palestinos reclaman
como la capital de su estado, según datos de la ONG israelí Shalom Ajshav (Paz Ahora).
Un nuevo orden mundial
La arrolladora conquista de territorio por Israel en apenas seis días sentó las bases de la difícil
tarea de mediación a la que se sentirían llamados casi todos los presidentes estadounidenses
desde entonces, en base a un concepto de "tierra a cambio de paz" que apenas ha dado frutos
hasta ahora.
La CIA se lo puso fácil al garantizarle que el músculo militar israelí le permitiría superar una nueva
guerra rápidamente y sin ayuda, y varios asesores de Johnson concluyeron que "lo mejor para los
intereses estadounidenses era que Israel actuara solo", según la oficina del historiador del
Departamento de Estado.
Pero hubo un suceso que desequilibró la alianza entre EEUU e Israel: el 8 de junio, aviones
israelíes atacaron el buque espía estadounidense Liberty, matando a 34 tripulantes e hiriendo a
171.
Días después del alto el fuego, Johnson opinó en un discurso que la ONU u "otras partes" debían
mediar entre Israel, Egipto y Siria. Su Gobierno no llegó a asumir esa labor, pero sí lo hizo su
sucesor, Richard Nixon (1969-1974), y poco a poco, Estados Unidos se fue convirtiendo en
intermediario entre israelíes y palestinos.
"Estados Unidos hará su parte por la paz en cada foro, en cada nivel, a cada hora", afirmó Johnson
en su discurso. El Gobierno estadounidense comenzó a ver al israelí como una potencia regional y
eso reforzó su relación, que llegó a su punto álgido en la guerra de 1973, cuando Nixon se
involucró militarmente con el envío aéreo a Israel de armas y munición.
"La Guerra de los Seis Días comenzó a forjar la relación especial entre Estados Unidos e Israel,
pero el avance fundamental no llegó hasta 1973", asegura Aaron David Miller, un experto en
Oriente Próximo que asesoró al Gobierno de Bill Clinton (1993-2001) en sus intentos de mediación
entre israelíes y palestinos.
La idea de "tierra a cambio de paz" ha sido una constante en las negociaciones desde entonces,
"pero solo se ha implementado con éxito en una ocasión": en los acuerdos de Camp David en
1978, cuando Israel devolvió a Egipto la península del Sinaí, recordó el experto.