Las disfunciones sexuales se producen cuando hay problemas en el deseo, la excitación, el orgasmo o la resolución durante el acto sexual. Pueden deberse a factores predisponentes, precipitantes o mantenedores como una educación restrictiva, problemas de pareja, ansiedad o depresión. Los principales síntomas incluyen falta de deseo, dificultad para excitarse o alcanzar el orgasmo. Existen cuatro categorías de disfunciones: trastornos del deseo, de la excitación, del orgasmo y por dolor.
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Las disfunciones sexuales se producen cuando hay problemas en el deseo, la excitación, el orgasmo o la resolución durante el acto sexual. Pueden deberse a factores predisponentes, precipitantes o mantenedores como una educación restrictiva, problemas de pareja, ansiedad o depresión. Los principales síntomas incluyen falta de deseo, dificultad para excitarse o alcanzar el orgasmo. Existen cuatro categorías de disfunciones: trastornos del deseo, de la excitación, del orgasmo y por dolor.
Las disfunciones sexuales se producen cuando hay problemas en el deseo, la excitación, el orgasmo o la resolución durante el acto sexual. Pueden deberse a factores predisponentes, precipitantes o mantenedores como una educación restrictiva, problemas de pareja, ansiedad o depresión. Los principales síntomas incluyen falta de deseo, dificultad para excitarse o alcanzar el orgasmo. Existen cuatro categorías de disfunciones: trastornos del deseo, de la excitación, del orgasmo y por dolor.
Las disfunciones sexuales se producen cuando hay problemas en el deseo, la excitación, el orgasmo o la resolución durante el acto sexual. Pueden deberse a factores predisponentes, precipitantes o mantenedores como una educación restrictiva, problemas de pareja, ansiedad o depresión. Los principales síntomas incluyen falta de deseo, dificultad para excitarse o alcanzar el orgasmo. Existen cuatro categorías de disfunciones: trastornos del deseo, de la excitación, del orgasmo y por dolor.
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¿Qué son las Disfunciones Sexuales?
Se puede hablar de disfunciones sexuales cuando se experimenten
dificultades en cuanto al deseo, la excitación, el orgasmo o la resolución durante cualquier etapa del acto sexual. La aparición del dolor en cualquier momento del acto también se considera una disfunción. Cuando hacemos referencia a la respuesta sexual de las personas, debemos saber que esta sigue normalmente una progresión común en todos los individuos, y que se divide en deseo, excitación o meseta, orgasmo y resolución. Cuando en una o varias etapas de esta progresión se producen problemas o desórdenes, nos estaríamos enfrentando a una disfunción sexual. La aparición de disfunciones sexuales puede llegar a tener efectos perniciosos en las personas que las padecen, ya que suelen experimentar dificultades en sus relaciones de pareja y ven mermada su autoestima. Cualquier persona puede presentar de manera ocasional pequeñas anomalías en su respuesta sexual, aunque estaríamos hablando de disfunción cuando el problema se prolonga durante un determinado tiempo, como mínimo de tres meses, y que además se produce de manera persistente. ¿A qué se deben las Disfunciones Sexuales? Si nos preguntamos el motivo o el posible origen de las disfunciones sexuales, podemos diferenciar tres tipos de factores principales: Factores predisponentes, que aumentan las posibilidades de la aparición de una disfunción: • Una educación religiosa o moral restrictiva • Vivir una experiencia traumática en la infancia • Presencia de padres con problemas en su relación • Los mitos sexuales • Sentirse inseguro con el propio género Factores precipitantes, que pueden provocar una disfunción: • Problemas con la pareja • Disfunción sexual en la pareja • Situaciones adversas en el ambiente social, laboral o familiar • Una interacción inadecuada con la pareja en el ámbito sexual • Experiencias sexuales inadecuadas • Embarazo o parto • Focalización en un fallo esporádico anterior Factores mantenedores, que llevan a que la disfunción no desaparezca y por lo tanto se repita en otras ocasiones: • Falta de información sobre la disfunción • Anticipación del fallo o fracaso sexual • Ansiedad y/o miedo al acto sexual • Problemas de comunicación y/o atracción con la pareja • Sentimiento de responsabilidad o culpa con la pareja • Depresión • Consumo de sustancias (alcoholismo) • Anorexia • Ansiedad ¿Cuáles son los principales síntomas de las Disfunciones Sexuales? Aunque las causas de las disfunciones sexuales pueden ser muy variadas, sus síntomas son comunes. Por lo general encontramos elementos como una falta de interés en el sexo, poca receptividad a la actividad sexual, o inexistencia de fantasías o de pensamientos sexuales. Podemos analizar más en detalle los síntomas en función si quien padece la disfunción es hombre o mujer, lo que nos permitiría hacer la siguiente clasificación: Síntomas en hombres • Imposibilidad de lograr una erección • Eyaculación precoz • Problemas para eyacular, eyaculación tardía o incapacidad para eyacular • Dificultad para mantener la erección adecuada y mantener relaciones sexuales satisfactorias Síntomas en mujeres • Vaginismo, o dificultad para lograr una penetración no dolorosa o incómoda, debido a una contracción muscular involuntaria de la vagina • Falta o insuficiencia en la lubricación vaginal • Dolor, escozor o sensación de quemazón en la vulva o la vagina al mantener relaciones sexuales • Anorgasmia o incapacidad para alcanzar el orgasmo Síntomas comunes a hombres y mujeres • Incapacidad para excitarse • Falta de deseo o de interés sexual • Dolor en las relaciones sexuales (más frecuente en mujeres que en hombres) ¿Qué tipos de Disfunciones Sexuales hay? Existen cuatro categorías de disfunciones sexuales, en función del factor que se vea relacionado en cada caso: Trastornos del deseo sexual Este desorden es el más frecuente, y se caracteriza por la deficiencia o ausencia de apetito sexual, fantasías o de pensamientos eróticos, así como falta de receptividad para mantener relaciones sexuales. Es más frecuente en las mujeres que en los hombres, ya que puede llegar a afectar a cerca de un tercio de las mujeres entre los 18 y los 59 años, e incluso a cerca de la mitad de las mujeres una vez iniciada la menopausia. Este tipo de desórdenes del deseo tienen diversas causas, tanto cognitivas como biológicas o afectivas, por lo que su diagnóstico y tratamiento puede ser complejo. Trastorno del deseo sexual hipoactivo: se produce cuando disminuye el deseo sexual de manera persistente y continuada, con al menos una duración de seis meses, experimentando una falta de fantasías sexuales así como un escaso o nulo interés en mantener relaciones eróticas. En este tipo de casos, el origen puede estar asociado a factores tales como angustia, ansiedad o problemas a la hora de mantener relaciones interpersonales. Trastorno de aversión al sexo: también se denomina como rechazo sexual, y se caracteriza por un miedo extremo o irracional a las relaciones sexuales. Se trata de un desorden relativamente infrecuente, y se produce tanto en hombres como en mujeres. Se parece a las fobias en tanto que quien padece este desorden experimenta reacciones fisiológicas tales como sudoración, incremento de la frecuencia cardiaca, nauseas, etc., al presenciar algún tipo de conducta sexual o, en ocasiones, incluso ante su solo pensamiento. Trastornos de la excitación sexual Hablamos de desórdenes de la excitación en aquellos casos en los que las personas que los padecen experimentan dificultades en la segunda etapa de la respuesta sexual, la de excitación o meseta. Tradicionalmente se conocía este tipo de desórdenes con nombres peyorativos, como por ejemplo “impotencia” o “frigidez”, aunque en la actualidad se conoce mucho más sus motivos y causas y se encuentran más desestigmatizados. Este tipo de trastornos suelen estar relacionados con causas médicas o fisiológicas, además de las psicológicas, como pudiera ser por ejemplo la falta de riego sanguíneo en el hombre o problemas de lubricación vaginal en las mujeres. Los trastornos de la excitación sexual son más frecuentes en hombres que en mujeres, aunque estas últimas también los experimentan. Trastorno de la erección del hombre: también se conoce como disfunción eréctil, y consiste en la incapacidad para obtener o mantener una erección satisfactoria. Esto conlleva, por lo tanto, la incapacidad para desarrollar relaciones sexuales, especialmente aquellas que implican la penetración. Para que se trate realmente de un trastorno de la erección, este problema debe mantenerse un mínimo de seis meses, y además no debe estar ocasionado por otras causas, como por ejemplo el consumo de sustancias (medicamentos, drogas, etc.) Trastorno de la excitación sexual femenina: consiste en el fallo total o parcial en la lubricación vaginal, y que como consecuencia dificulta o imposibilita la realización del coito. Las causas de este tipo de desórdenes pueden ser tanto psicológicas (depresión, baja autoestima, ansiedad, estrés, etc.) como físicas (falta de estrógenos, infecciones, etc.) Trastornos del orgasmo También se conoce como anorgasmia, y consiste en la incapacidad para alcanzar el orgasmo incluso cuando existe un gran deseo sexual o se está recibiendo una estimulación apropiada. Podemos hablar de trastornos del orgasmo cuando encontramos ausencia o retraso persistente del orgasmo después de haber desarrollado exitosamente la fase de excitación o meseta. Aunque es más frecuente en las mujeres, este desorden se produce también en hombres; en cualquier caso, en ambos supuestos el componente psicológico es de gran importancia. Además, este trastorno puede afectar de manera severa la autoestima de las personas que lo padecen. Disfunción orgásmica masculina: Este desorden consiste en la ausencia o el retraso anormal del orgasmo en el varón. No obstante, es importante señalar que esta ausencia de orgasmo no implica la ausencia de excitación o de placer, sino tan solo la incapacidad para llegar a la culminación del acto sexual. Disfunción orgásmica femenina: Al igual que los hombres, las mujeres pueden experimentar también trastornos de disfunción orgásmica; ellas, para llegar al orgasmo, pueden experimentar diferentes tipos e intensidades de estimulación. A pesar de ello, muchas mujeres no han llegado a experimentar jamás un orgasmo. E incluso hay algunas otras que han dejado de experimentarlo tras haber mantenido durante un periodo relaciones sexuales con normalidad. Eyaculación precoz: Este es el desorden sexual más frecuente en hombres; no obstante, aún existe un cierto tabú al respecto. Consiste en la expulsión súbita y anticipada de semen, antes de lo deseado, y que no se puede controlar. Afecta casi a una tercera parte de los hombres; sin embargo, se estima que al menos un 70% de ellos lo han experimentado en algún momento de su vida. No implica ningún riesgo para la salud de quienes lo padecen, pero puede conllevar problemas relacionados con la autoestima. Trastornos por dolor Los trastornos sexuales por dolor consisten en el dolor genital que sufre la persona afectada durante el coito. Es mucho más frecuente en las mujeres que en los hombres, aunque estos últimos también lo pueden padecer. Así, mientras que la dispareunia afecta tanto a hombres como a mujeres, el vaginismo afecta únicamente a estas últimas. Dispareunia: Este es un desorden que afecta tanto a hombres como a mujeres, aunque es mucho más frecuente en estas. Este trastorno puede ir desde una simple irritación genital tras el coito, hasta experimentar un profundo dolor. La dispareunia suele definirse como una molestia o un dolor antes, durante o después de la relación sexual. Vaginismo: A diferencia de la dispareunia, el vaginismo afecta únicamente a las mujeres. Este desorden consiste en la dificultad para mantener relaciones sexuales, debido a una contracción muscular involuntaria de la vagina. Por ello, aunque el vaginismo hace muy difícil o imposible el coito, las mujeres que lo padecen pueden practicar otro tipo de juegos o prácticas sexuales, e incluso alcanzar el orgasmo a través de estos. ¿Cómo se tratan las Disfunciones Sexuales? Hoy en día el tratamiento más efectivo es la terapia sexual. Esta tiene el objetivo principal de crear o restablecer el bienestar y satisfacción sexual de ambos miembros de la pareja. El primer objetivo siempre será una evaluación para establecer un diagnóstico sobre la disfunción. Es importante después del diagnóstico que haya una información adecuada sobre la disfunción que se padece y sobre la sexualidad. Después se focalizará el tratamiento en los objetivos sexuales. Esta parte es la más importante, donde tienen cabida diferentes programas muy efectivos. Finalmente se trabajará la prevención y posibles recaídas.