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CON LA COLABORACIÓN DE
SPTF Sociedad Portuguesa
de Terapia Familiar
En portugués
Famílias sinalizadas à Comissão de Proteção de Crianças e Jovens de Oeiras.
Perceções sobre o seu Funcionamento Familiar.
Tomás Lopes, Patrícia Cruz, Luísa Carrilho
Y más...
Cómo enseñar terapias minoritarias en Psicología.
Joan Albert Riera Adrover, Carlos Alexis Chimpén López
Uso problemático de las TIC: Análisis de las experiencias de profesionales
en terapia familiar.
M. Martínez-Zuccardi, C. Günther Bel
Técnicas circulares redefinidoras en terapia individual, de pareja y familia.
Alejandra González Monzón
4 Editorial
6 Desde la presidencia
8 La intensidad emocional de las intervenciones psicoterapéuticas (1).
Carlos Lamas Peris
En portugués.
115 Famílias sinalizadas à Comissão de Proteção de Crianças e Jovens de Oeiras.
Perceções sobre o seu Funcionamento Familiar.
Tomás Lopes, Patrícia Cruz, Luísa Carrilho
Y más...
128 Cómo enseñar terapias minoritarias en Psicología.
Joan Albert Riera Adrover, Carlos Alexis Chimpén López
141 Uso problemático de las TIC: Análisis de las experiencias de profesionales
en terapia familiar.
M. Martínez-Zuccardi, C. Günther Bel
153 Técnicas circulares redefinidoras en terapia individual, de pareja y familia.
Alejandra González Monzón
2
DIRECTOR
Francisco Javier Ortega Allué
EDICIÓN
Federación Española de Asociaciones de Terapia Familiar (FEATF)
EQUIPO DE REDACCIÓN
Carlos Merino
Garazi Rivas
Sergio Siurana
Emmanuela Tomás
Maria Filomena Gaspar (coor. Portugal)
REDACCIÓN
C/ Córcega 699 1º 2ª – 08026 Barcelona
e-mail: mosaico@featf.org
CONSEJO EDITORIAL
Norberto Barbagelata (Madrid) Annette Kreuz (Valencia)
Mark Beyeback (Pamplona) Juan Luis Linares (Barcelona)
Javier Bou (Valencia) Raúl Medina (México)
Philippe Caille (Niza) Luigi Onnis (Roma).†
Luigi Cancrini (Roma) Roberto Pereira (Bilbao)
Alberto Carreras (Zaragoza) Manuel Peixoto (Portugal)
Marcelo R. Ceberio (Buenos Aires) Ricardo Ramos (Barcelona)
Jorge Colapinto (USA) Ana Paula Relvas (Coimbra)
Jose Manuel Costa (Lisboa) Elida Romano (París)
Claudio Des Champs (Buenos Aires) Daniel Sampaio (Lisboa)
Valentin Escudero (La Coruña) Matteo Selvini (Milán)
Celia Falicov (USA) Joakko Seikkula (Finlandia)
Regina Giraldo (Bogotá) Carlos Sluzki (USA)
Edith Golbeter (Bruselas) Jorge de Vega (Las Palmas)
Ana Gomes (Lisboa) Arlene Vetere (Surrey)
Jaime Inclán (USA)
DIRECTORES ANTERIORES
Roberto Pereira Tercero
Norberto Barbagelata Churruarín
Alfonsa Rodríguez Rodríguez
Javier Ortega Allué
Olga Díez Puig
3
Editorial
Este era un número casi redondo de esos que una revista acostumbra a
celebrar, pero hemos preferido celebrarlo con nuestros lectores como
sabemos aquí hacer las cosas: trabajando.
4
La muerte de un ser querido, como señalaba Bowen, produce en los supervi-
vientes una onda emocional de choque que, como esos círculos que provoca
una piedra cuando se arroja a un lago de aguas tranquilas, tiende a provocar
unos efectos que solo se pueden valorar en períodos de tiempo más amplios.
La mal llamada vuelta a la normalidad o a la nueva normalidad (que si es nueva
no es normal, y si es normal no es nueva) será un proceso adaptativo y, como
tal, exigirá el paso del tiempo. Un tiempo diferente, subjetivo y personal. Pero
en la vida no tenemos todo el tiempo del mundo, sino solo el tiempo que vamos
viviendo. De pronto nos ha golpeado con fuerza el puñetazo de nuestra finitud,
de su valor y de su incertidumbre. Nuestro gran tesoro, el tiempo, del que de-
cía Séneca que no sabemos cuánto nos queda aún en la bolsa… De pronto se
ha quebrado también la idea misma de la normalidad, porque ahora sabemos
que ya no volveremos a algún espacio llamado normal, que era el que habitá-
bamos hasta que todo esto sucedió. Iremos a alguna parte, pero nunca atrás.
Aquel mundo que dejamos a nuestras espaldas ya no será el que empezaremos
a construir a partir de mañana.
En el caso de esta pandemia, la onda emocional de choque va a tener serias
repercusiones sociales, entre las cuales no será la menor la necesidad de reor-
ganizar muchas actividades de nuestra vida cotidiana, los desplazamientos, la
asistencia a eventos masivos, la compra de las vituallas, el turismo, la simple vi-
sita al médico y a los hospitales. Ya hemos perdido la confianza en nuestra invul-
nerabilidad y se ha hecho trizas la leyenda de que estas cosas no podían ocurrir
en países con alto nivel de vida. El enemigo invisible, una pequeña partícula, es
capaz de vencer al forzudo Goliat y matarnos impunemente, o dejar malparada
la economía y tronchar las oportunidades profesionales de toda una generación.
Como sucede en otros casos de pérdidas, necesitamos integrar cuanto venimos
padeciendo en un relato que otorgue sentido, que dé razón y coherencia a la
lucha y a la continuidad de los sobrevivientes. Siempre que hay pérdidas, suele
haber inesperadas ganancias y aprendizajes, pero veremos cuáles son. Desde
los más píos deseos, esperamos que el mundo se conciencie, que los valores
ligados a la solidaridad se impongan sobre el egoísmo más zaíno. En cierta me-
dida, esperamos que todo esto no esté siendo en vano, siquiera nos sirva para
aprender a valorar aquellas pequeñas cosas con las que contábamos como da-
das, como seguras y a la mano. De la pérdida surge, pues, la confianza en una
realidad mejor: el porvenir, lugar de esperanza.
Hacia él caminamos, estableciendo nudos y alianzas que desvelen con mayor
claridad nuestra naturaleza relacional. También nosotros, desde aquí, quere-
mos poner nuestro granito de arena, porque no hay esfuerzo que sea pequeño
ni compañía que no nos acompañe.
Javier Ortega Allué.
Director de Mosaico.
5
Desde la
presidencia
6
siones de formación en intervención en crisis y en duelo. Por eso, creamos un
servicio de consulta y ayuda para profesionales aprovechando la ayuda y gene-
rosidad de supervisores y supervisoras. Por eso, hemos estado en contacto con
diferentes organismos e instituciones, y con otras asociaciones y federaciones; y
por eso, seguimos trabajando para ofrecer el mayor apoyo posible en los próxi-
mos tiempos.
Yo también echo de menos los abrazos, la cercanía física con muchas perso-
nas, amigos, familiares, clientes y compañeros de este mundo terapéutico. Yo
también me emociono, y sufro, y lloro, y río y disfruto, y eso hace que esté más
motivada que nuca para seguir trabajando y consiguiendo, desde la FEATF, un
futuro mejor. Os animo a que lo hagáis también, y os doy mi apoyo y mi colabo-
ración. Somos algo grande y fuerte, una gran herramienta con la que seguir tra-
bajando. Y os recuerdo que, si algo funciona, hazlo más, y si algo no funciona,
haz algo diferente. Adelante.
Un saludo afectuoso.
Ana Caparrós.
Presidenta de la FEATF.
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La intensidad emocional
de las intervenciones
psicoterapéuticas (1)1.
Resumen.
Carlos Lamas Peris.
Este artículo versa sobre un aspecto técnico de la conducción Co-director del Centro
de la entrevista terapéutica: la intensidad emocional de las de Terapia Relacional y
Familiar de Tarragona.
intervenciones que pone en marcha el psicoterapeuta. La Dedicado al equipo
descripción de cinco niveles de intensidad pretende ser una guía de trabajo que formo
con María, Mar, Joan,
para que el profesional se permita elegir el grado emocional de
Marian, Sergi e Inés.
sus intervenciones: desde el mínimo nivel, el transgeneracional,
hasta el máximo nivel, lo que está sucediendo en la sala de 1
D ebido a su longitud, y de
terapia. Asimismo, el artículo propone relacionar este esquema conformidad con el autor,
el artículo se ha dividido
con diversas variables para aumentar la utilidad de la propuesta. en dos partes (N.E.)
Palabras clave.
Intensidad emocional, transgeneracional, conversación, alianza terapéutica.
8
La intensidad emocional de las intervenciones psicoterapéuticas (1).
Introducción.
Una pregunta frecuente que nos hacen a los psicoterapeutas, y nada fácil de
contestar, es la razón por la cual unas personas que sufren, encuentran alivio y
soluciones a su situación personal en una conversación con un psicoterapeuta.
Existen múltiples intentos de respuesta, para mí la más significativa es que los
humanos pensamos mejor en una buena compañía. ¿Qué hace el profesional
para que los clientes se sientan en buena compañía? Favorece una estructura
relacional que ordena el flujo de la conversación hacia la consecución de obje-
tivos comunes al ayudar a consensuar los temas a tratar y otros requisitos que
iremos viendo a lo largo de este artículo. Pero siempre esa conversación es res-
petuosa, al resaltar la competencia de todos los participantes en ámbitos diver-
sos: los clientes en sus propias vidas, los psicoterapeutas en su profesionalidad
y ambos en el proceso terapéutico. Pero la pregunta la podríamos reformular:
¿por qué pensamos mejor bien acompañados que solos? Porque la mente se en-
carna en el cerebro, pero el funcionamiento de la mente humana es individual
y, a la vez, supraindividual, ya que hay una parte de ella que se engarza con las
otras mentes compartiendo afectos, emociones y pensamientos. Pensamos me-
jor bien acompañados, nos “iluminamos”, llegamos a conclusiones y a acuerdos
que no imaginábamos antes de la conversación terapéutica. Esa es la magia de
la psicoterapia y la respuesta escueta a la pregunta del efecto de una conver-
sación sobre nuestras vidas. Pero también es cierto que el psicoterapeuta no
puede prever totalmente el efecto de la conversación sobre el cliente e incluso
sobre sí mismo. No es baladí que los grandes maestros afirmen que aprenden
en cada psicoterapia, ya que se generan elementos sorprendentes e imprevisi-
bles para ellos mismos.
Por otra parte, hay otros elementos que debemos tener en cuenta para com-
prender el efecto positivo de una conversación terapéutica:
• Ayuda que el profesional tenga una visión optimista de los seres humanos
para que convierta la conversación en una búsqueda esperanzada de re-
cursos, aceptando como desafíos y oportunidades las crisis habituales de
cualquier proceso de crecimiento y de aprendizaje (conocido como conno-
tación positiva, redefinición, coaching…).
• También es necesario conseguir un acuerdo consensuado entre los diver-
sos participantes para llegar a definir unos objetivos comunes (negociación,
mediación).
• Siempre favorece que los participantes en la conversación tengan un inte-
rés genuino en entender la posición del otro y en explicar la suya propia, pa-
ra que el otro la comprenda sin forzarse a llegar a un acuerdo ni a encontrar
una solución rápidamente (mentalización).
• Es fundamental que todos los participantes adopten las reglas del fair play,
un jugar limpio en el proceso terapéutico que se traduzca en un compromi-
so honesto y ético para aumentar la sensación de seguridad del contexto.
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• E s bueno que todos deseen recibir y emitir consejos para compartir la sa-
biduría de la familia, que conoce bien a sus miembros, y los conocimientos
del profesional, que estudió en profundidad las razones de la conducta hu-
mana (psicoeducación).
• Sin duda, a los pacientes les ayuda sentir que el problema que les pertur-
ba fue sufrido por otros, que tiene un nombre, que pueden compartir las
consecuencias que tiene sobre ellos mismos, que pueden dejarse ayudar
e, incluso, pensar en que podrán ayudar a otros que están en la misma si-
tuación (universalidad, diagnóstico médico, psicológico y social, terapia de
grupo…).
• E s útil pensar que una relación terapéutica tiene algo que ver con una re-
lación de apego en la que las personas sufrientes pueden buscar consuelo
y desde la cual pueden volver a explorar el mundo y a sí mismos (una ba-
se segura).
• E s importante saber gestionar los recursos de la comunidad para que los
clientes no se sientan solos y constaten que hay otros individuos, profesio-
nales, organizaciones gubernamentales y no gubernamentales que están
ahí para ayudar (gestión de recursos).
10
La intensidad emocional de las intervenciones psicoterapéuticas (1).
al escoger un tema para hablar, debe elegir con cuidado el momento en que de-
be ser tratado (al inicio de la sesión, en el transcurso de la misma, como final, a
partir de un ejemplo del cliente, de una intuición del terapeuta…) y debe elegir
la intensidad emocional que le da a esa intervención. Muchos de mis maestros y
yo mismo, ejerciendo de profesor, insistimos en que las meteduras de pata que
acaban con un tratamiento son raras (raras, pero posibles y fácilmente enseña-
bles, que no evitables), pero los errores más frecuentes que cometemos los tera-
peutas son los problemas en la elección del “tempo”. Equivocarse en el “tempo”
significa una mala modulación emocional de la intervención y una inapropiada
elección del momento para hablar de un tema. En este artículo nos referiremos
extensamente al primer apartado del tempo: la intensidad emocional de las in-
tervenciones psicoterapéuticas.
Para ayudarle a contextualizar este texto que usted está leyendo debe saber
que complementa a un artículo previo2: “De la esquizofrenia paranoide a unicor-
nio asustado disfrazado con piel de lobo. La supervisión de un caso”, en donde
el autor, junto a otros profesionales, exponía los diferentes tipos de redefinición
que se pueden realizar, desde el modelo relacional-individual, en función de la
disponibilidad y de la sensibilidad de los familiares y del paciente. Para relacio-
nar ambos textos, tomo prestado de “Psicoterapia de la personalidad borderli-
ne” de Clarkin et alia (1999), la definición de la técnica como la elección que
hace el terapeuta, momento a momento, durante la sesión, la táctica, como la
planificación de cada sesión, y la estrategia como la globalidad del tratamien-
to. En este sentido “De la esquizofrenia paranoide a…” es un artículo que versa
sobre la estrategia e “Intensidad emocional de las intervenciones psicoterapéu-
ticas” se encuentra en el nivel técnico. El próximo, “Sobre la organización de las
sesiones” (en preparación), será sobre la planificación de las sesiones, el nivel
táctico, que completará la trilogía.
Recomendaciones de lectura.
2
REDES. Revista de Psicoterapia Relacional e Intervenciones Sociales, nº 30, abril 2014, pp. 57-90. Barcelona.
11
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3
En español hay una versión titulada Una historia natural del pensamiento humano. Ediciones Uniandes-Universidad
de los Andes.
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La intensidad emocional de las intervenciones psicoterapéuticas (1).
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podemos conversar una hora sobre intimidades profundas, sino que vamos in-
tercalando momentos de humor, de nimiedades o de breves interrupciones co-
mo ir a buscar un vaso de agua. La idea de este artículo es: ¿cómo conseguir
que la conversación terapéutica evite “agotar” a los participantes por ser dema-
siado intensa emocionalmente, a la vez que prevenir que el diálogo no caiga en
una relación banal, como si estuviéramos tomando el té de las cinco?
Los cinco niveles de intensidad emocional de las intervenciones listados de
mayor a menor intensidad emocional se encuentran representados en la figu-
ra 1 y son:
Nivel A.- L o que sucede en la sesión, desde lo que ocurre entre los miembros
de la familia hasta la interpretación de la transferencia y la utiliza-
ción de la contratransferencia del terapeuta.
Nivel B.- Del proceso terapéutico.
Nivel C.- De las relaciones actuales del/de los paciente/s en su mundo actual.
Nivel D.- De la narración histórica de los clientes.
Nivel E.- Del nivel transgeneracional.
Figura 1. Los diferentes tamaños reflejan la frecuencia del uso de las intervenciones
(siendo Carlos Lamas, en 2019, el terapeuta).
14
La intensidad emocional de las intervenciones psicoterapéuticas (1).
Veamos un ejemplo: en una sesión conjunta a la que asisten padres e hijo, el te-
rapeuta se encuentra en la situación en que un padre recrimina ásperamente a
su hijo. El profesional puede modular su intervención a cualquiera de los cinco
niveles emocionales, que a continuación son presentados en orden de crecien-
te intensidad emocional:
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nes, pero en pequeñas dosis; más útil en sesiones individuales que familiares,
y más hacia la fase intermedia y final que al inicio de la psicoterapia, impres-
cindible en el manejo de las rupturas de la alianza terapéutica…, por tanto,
utilizaremos prudentemente las intervenciones del nivel A; si no, más que una
experiencia psicoterapéutica será como montar en una montaña rusa. Mucho
rato, marea.
En contraste con lo anterior, si realizamos una psicoterapia basada en inter-
venciones a nivel transgeneracional (nivel E), nuestra intervención se asemejará
a una investigación arqueológica dónde las emociones se diluirán en beneficio
de una comprensión racional. Por ejemplo, construir árboles genealógicos tiene
un tinte de orden y pulcritud por los detalles (nombres, fechas…), que nos re-
cuerda a dibujos inmaculados que, una vez enmarcados, languidecen en el pa-
sillo enmoquetado de alguna casa. El nivel transgeneracional favorece la aproxi-
mación cognitiva y el ritmo pausado. Puede ser la mejor forma de intervenir en
el transcurso de un proceso psicoterapéutico o un síntoma de pereza o de exce-
so de prudencia del profesional. Navegar durante mucho tiempo, a nivel trans-
generacional, produce somnolencia. Completando este punto: yo siempre reco-
miendo a los alumnos que hagan los genogramas a mano y no con el GenoPro,
así se les puede ir añadiendo símbolos o informaciones de forma más sencilla
a medida que la intervención va avanzando. El genograma, como la historia de
los clientes, no se realiza una vez, sino que se va rehaciendo durante toda al
proceso terapéutico.
Para acabar esta introducción, permitan que traiga a colación mi faceta do-
cente. Mis alumnos leen mis artículos cuando se encuentran en proceso de es-
critura y me proporcionan muchas ideas con sus comentarios. Respecto a és-
te, tienen dificultades en entender que es más intenso emocionalmente hablar
de la pelea conyugal que ocurrió ayer (nivel C), que conversar sobre la historia
del sujeto esperando encontrar una explicación a su comportamiento autoritario
cuando ejerce de padre (nivel D). En el respaldo de mi teoría cito las lágrimas
derramadas en la sala de terapia, al recordar la discusión de pareja, pero tam-
bién es cierto, como bien argumentan mis alumnos, que la comprensión de las
razones históricas del estilo autoritario del padre, del ejemplo anterior, puede te-
ner el efecto de un terremoto emocional y cognitivo que se traducirá en cambios
conductuales a corto y medio plazo. Para incorporar esas ideas de los alumnos,
la solución que propongo es diferenciar la profundidad de la intensidad. En es-
te artículo se habla más de intensidad emocional de las intervenciones que no
de la profundidad de la respuesta, por parte de los clientes, a las intervenciones
del profesional. Por tanto, mi argumento está construido desde el punto de vista
del profesional y de sus posibles elecciones. La profundidad de la respuesta del
paciente a la intervención del profesional es debida a la conexión que establezca
entre su vivencia en el contexto terapéutico con experiencias actuales, pasadas
y futuras de su vida, pero es más previsible para el técnico si éste modula emo-
cionalmente su intervención.
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La intensidad emocional de las intervenciones psicoterapéuticas (1).
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La intensidad emocional de las intervenciones psicoterapéuticas (1).
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La intensidad emocional de las intervenciones psicoterapéuticas (1).
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Ejemplo: “Cada vez que te pregunto, miras a tu madre. Me parece que estás
muy atento para no molestarla con tus declaraciones, pero no sé si es una ac-
titud genuina tuya o si estás copiando la postura de tu padre. Recuerdo que
tu padre nos explicó que, desde el inicio de la relación con su esposa, acu-
dió al rescate de una dama frágil a la que cuidó y sigue cuidando”. Con esta
afirmación suele ser suficiente, pero si quieren aumentar la intensidad emo-
cional de la intervención añadan la transferencia hacia el terapeuta: “Incluso
yo me siento tratado por ti con mucho cuidado, creo que siempre mides tus
palabras para no ofenderme o lastimarme, para así hacerme sentir bien co-
mo terapeuta”. Si quieren aumentar más la intensidad añadan la contratrans-
ferencia: “Curiosamente tu actuación protectora produce en mí una apatía,
una desgana y me inactiva como profesional, al hacerme sentir lejos de ti. Me
siento como una caricatura de mí mismo, como si fuera una marioneta. ¿Es
algo nuevo lo que estoy contando o también te ha pasado a ti? ¿O quizás le
ha pasado a usted, señora madre?” Acaben cualquiera de las intervenciones
anteriores bajando la intensidad emocional: “No sé si es útil lo que les digo.
Quizás decidamos entre todos que mejor olvidamos estas palabras mías, pe-
ro ¿podríamos hablarlo un momento? Me gustaría conocer sus opiniones”. Mi
opinión es que añadir la transferencia hacia el terapeuta puede ser útil, pero
el comentario sobre la contratransferencia suele confundir más que ayudar.
22
La intensidad emocional de las intervenciones psicoterapéuticas (1).
Recomendaciones de lectura.
Para acabar, una aclaración sobre “el aquí y el ahora” ya que tiene significados
diferentes, según el modelo epistemológico de referencia. La terapia psicodiná-
mica basa su intervención en la transferencia y la contratransferencia, en la re-
lación paciente y analista (en este artículo, el nivel A). Un buen libro es Psicote-
rapia basada en la trasferencia de Yeomans el al. (2016). En cambio, “el aquí y
el ahora” de la tradición sistémica se refiere a las relaciones actuales del pacien-
te (el nivel C). En los inicios del modelo sistémico, este diferente significado era
una crítica al psicoanálisis, al que se acusaba de historicista y de escarbar en
el pasado, contraponiéndolo al, entonces, moderno concepto de equifinalidad,
23
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que afirma la importancia del proceso en sí mismo más allá de sus orígenes. Di-
cho en otras palabras, diferentes inicios pueden llevar al mismo resultado, por lo
que las relaciones familiares actuales resumen en sí mismas la historia familiar.
Esta última posición es defendida en el texto clásico de S. Minuchin Familias y
terapia familiar (1977).
24
La intensidad emocional de las intervenciones psicoterapéuticas (1).
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“Siempre entendí que las ausencias del padre eran un intento de protección
hacia la familia, con el objetivo de que el conflicto conyugal no deteriorara la
parentalidad. Estaba equivocado, ahora comprendo que sus ausencias sig-
nifican una lealtad a una idea de su familia de origen y de su cultura: acu-
dir a un extraño para solucionar los problemas de la familia es un atentado
al honor familiar”.
Otro ejemplo:
“Siempre pensé que sus gritos al ejercer como madre se debían a la impo-
tencia que sentía usted en conseguir ayudar al hijo. Ahora entiendo que su
irritación también se debe a que su propia madre la acusa de mala madre y
que acudir a un profesional confirma la imagen de madre ineficaz”.
La revisión del proceso terapéutico se puede realizar en positivo, siguiendo
la tradición sistémica de optimismo terapéutico:
“En la primera entrevista, cuando usted acudió acompañada de su familia,
me causó usted una impresión de una mujer de pocas luces e instalada en
el victimismo. Ahora sé que es usted una mujer inteligente, curiosa y auto-
crítica que me pide libros técnicos y revisa las grabaciones de las sesiones
psicoterapéuticas. Hay pocos clientes que realicen el trabajo que usted ha-
ce. Me pregunto de dónde viene esa “vergüenza” que le dificulta mostrar
sus cualidades. Por ejemplo, hoy empezó la sesión con su habitual tarjeta de
presentación: el victimismo, acompañado de la solicitud de intervenciones
milagrosas. Se acuerda de lo que me ha dicho hace un momento: “Si usted
me hiciera un agujerito en la cabeza y me sacara esas ideas y me implantara
otras, mi sufrimiento desaparecería”. Si le parece bien, podemos averiguar
de dónde proviene esa curiosidad intelectual, esas ganas de crecer indivi-
dualmente, para después dedicarnos a comprender las razones que le obli-
gan a camuflar esas cualidades”.
26
La intensidad emocional de las intervenciones psicoterapéuticas (1).
tuaciones en el aquí y ahora de la sesión. Todas ellas nos revelan las relaciones
entre los miembros de la familia. Por ejemplo:
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La intensidad emocional de las intervenciones psicoterapéuticas (1).
29
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Recomendaciones de lectura.
“… Por esta razón existen las normas sociales relativas a la argumentación coo-
perativa, como la que establece que las razones basadas en la observación di-
recta deben ser tomadas más en cuenta que las basadas en la evidencia indi-
recta o en lo que me contaron…” de “Unicamente umano. Storia naturale del
pensiero” (2014: 151) M. Tomasello. Un libro interesantísimo que desarrolla la
teoría de que la cooperación entre los individuos fue el motor de la evolución
de la mente humana. Esta idea sostiene la lógica del apartado A y B, en la que
el testimonio del terapeuta en una experiencia compartida con la familia en la
sesión actual o en las sesiones pasadas tiene más validez que una experiencia
narrada.
30
La intensidad emocional de las intervenciones psicoterapéuticas (1).
Bibliografía
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31
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32
MONOGRÁFICO
suicidio:
miradas
sistémicas.
MOSAICO 75
INTRODUCCIÓN AL MONOGRÁFICO.
El tema del presente monográfico surgió a propuesta de Juan García Haro. So-
mos compañeros de trabajo en la sanidad pública y juntos lo coordinamos. Nos
pareció muy pertinente debido a los datos y cifras epidemiológicas alarmantes
de la OMS (2018) sobre el suicidio y la creciente preocupación de los gestores
públicos para hacer “prevención” y asistencia del mismo (como viene siendo
habitual sin aumentar recursos), y quisimos de este modo aportar desde la re-
vista algunas visiones del fenómeno y su abordaje terapéutico desde la pers-
pectiva sistémica.
El primer artículo recibido fue el de Linares quien, a través de una ópera famo-
sa, nos apunta a los posibles factores culturales, psicopatológicos y relacionales,
calificando el suicidio como “el acto supremo de una dinámica psico-relacional
depresiva”.
34
Introducción al monográfico.
Laso incide en el marco teórico, con la intención de que esto nos ayude a identi-
ficar mejor las características del fenómeno, y también nos ofrece algunas orien-
taciones para el abordaje, desde la tradición sistémica y narrativa e incidiendo
en los aspectos emocionales y vinculares implicados en las experiencias prima-
rias con las figuras de apego.
M. Dolores González.
Juan García-Haro.
Asociación de T. F. de Asturias.
35
MOSAICO 75
Resumen.
A propósito de la historia de Cio Cio San, heroína de una conocida ópera
de Giacomo Puccini, se extraen conclusiones sobre el substrato relacional de
la depresión y del suicidio como acto emblemático de la dinámica depresiva.
Destacan la hiperexigencia y la descalificación en la familia de origen, así
como ciertas dinámicas disfuncionales en la pareja, incluyendo el posible
encuentro con un depredador. El suicidio tiene el sentido de castigarse a sí
misma por no dar respuesta adecuada a las exigencias, castigar a “los otros”
con un legado de culpa, y satisfacer un cierto narcisismo.
Palabras clave.
Suicidio, depresión, hiperexigencia, descalificación, depredador, castigo, culpa, narcisismo.
36
Más allá de la autodestrucción. El drama relacional del suicidio.
Abstract.
Concerning the story of Cio Cio San, heroine of a well-known opera by Giacomo
Puccini, conclusions are drawn about the relational substratum of depression and
suicide as an emblematic act of depressive dynamics. Highlights include hyperexi-
gence and disqualification in the family of origin, as well as certain dysfunctional
dynamics in the couple, including the possible encounter with a predator. Suicide
has a sense of self-punishment for not responding adequately to demands, punis-
hing others with a legacy of guilt, and satisfying a certain narcissism.
Key words.
Suicide, depression, hyperexigence, disqualification, predator, punishment, guilt,
narcissism.
Pero la historia que nos interesa empezó unos años antes de su muerte, cuando
nuestra heroína fue elegida por un marino norteamericano, de nombre Pinker-
ton, como esposa de conveniencia, siguiendo una costumbre que permitía cele-
brar falsos matrimonios, de vigencia limitada. En el caso que nos ocupa, el tiem-
po de permanencia del “novio” en Japón, es decir, unos pocos meses.
Mas Cio Cio San estaba verdaderamente enamorada de Pinkerton y, para de-
mostrarlo, se convirtió al cristianismo, lo cual llevó a su familia, capitaneada por
un tío bonzo, a renegar de ella, expulsándola de su comunidad. Desde ese mo-
mento quedó sola, apenas asistida por una vieja sirvienta, junto a su adorado
depredador, quien desapareció al cabo de poco tiempo dejándola embarazada.
Cio Cio San tuvo a su hijo y esperó. Esperó un regreso de Pinkerton de cuya in-
minencia nunca dudó, contra la evidencia de que el tiempo pasaba y ni siquiera
tenía noticias de él. Mientras tanto, un rico noble local, de nombre Yamadori, le
ofreció matrimonio, sin que su voluntad de esperar flaqueara por un momento.
Finalmente, llegaron noticias. Pinkerton, sabedor de la existencia del niño, venía
para llevárselo, acompañado de su “verdadera” esposa americana. Y el mundo
de Cio Cio San se derrumbó. Incapaz de seguir viviendo, organizó su suicidio (la
versión femenina del seppuku, un corte en el cuello afectando a la arteria caró-
tida) de forma que el marino la viera en el instante mismo de morir.
37
MOSAICO 75
Todo empieza, claro está, en la familia de origen, representada por un tío bon-
zo que arrastra al resto de parientes a su postura expulsiva. Abandonan la fiesta
de la boda imprecando a la joven: “¡Has renegado de nosotros y nosotros rene-
gamos de ti!” Se confirma así la indefensión de la víctima, que queda a merced
del depredador de turno. Un bello ejemplar de depredador, puesto que se trata
del tenor protagonista, no menos bello, por cierto, que el leopardo que devora
a la gacela.
En “la vida real”, la familia de origen del futuro depresivo (o mejor de la futu-
ra depresiva, si hemos de honrar la estadística de género) se distingue por una
combinación de hiperexigencia y falta de valoración. La imposibilidad de cum-
plir adecuadamente con el alto nivel de exigencia, y la no valoración de los es-
fuerzos realizados para conseguirlo, conducen a la descalificación (Linares y
Campo, 2000). Y la persona descalificada en esa cruel dinámica, que transcu-
rre paradójicamente bajo una apariencia plácida y hasta amable, trata de huir
refugiándose en un nuevo contexto relacional que, por imperativo del ciclo vital,
suele ser el de pareja.
38
Más allá de la autodestrucción. El drama relacional del suicidio.
Pero a nosotros, aquí, nos interesa más la mucho más compleja personalidad de
Cio Cio San. El derrumbe de su mundo al saber las circunstancias del regreso
de Pinkerton le revela la inmensidad de sus pérdidas y carencias. Es una carga
excesiva para sus menguadas fuerzas e, inmediatamente, el suicidio se impone
como única solución posible. Y aquí interviene también su buena dosis de nar-
cisismo. Habría, teóricamente, otra solución, puesto que el noble Yamadori le ha
propuesto matrimonio, lo cual cubriría sobradamente sus necesidades materia-
les y las de su hijo. Pero su orgullo herido (una de las muchas denominaciones
del narcisismo) no le permite casarse sin amor.
Sacrifica, pues, la relación con el niño, del que se despide en una escena me-
morable, tan llena de ternura como de autoengaño, diciéndole que muere por
él. Se supone que el niño es aún pequeño para entender, lo cual resta carga pa-
tógena al discurso. Pero nosotros sabemos que no es cierto. Cio Cio San muere
por un complejo conjunto de razones, entre las que destacan tres:
1.- Castigarse a sí misma, de acuerdo con los rigurosos códigos samuráis (que
se adaptan a la perfección a los no menos rigurosos códigos depresivos),
por no haber sido capaz de retener a su hombre.
2.- Castigar con un legado de culpa a quienes han sido responsables de su
desdicha: la familia de origen, pero, sobre todo, Pinkerton. Y basta con ver,
en cualquier montaje de la obra de cierta calidad, la cara de éste al con-
templar la autoinmolación de la inocente Butterfly.
3.- Satisfacer su narcisismo, autodestruyéndose antes que ceder a propues-
tas negociadoras de una mediocre simplicidad: aceptar un matrimonio de
conveniencia o contemplar cómo su hijo marcha con el padre a América.
En este ajuste de cuentas a varias bandas, incluida ella misma, puede haber da-
ños colaterales, y tal es el probable futuro de ese hijo, marcado por la vivencia
de que su madre no pudo, no quiso o no supo mantenerse viva para cuidarlo.
Bibliografía
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perspectiva relacional. Barcelona: Paidós.
Linares, J. L. y Semboloni, P. G. (2014). La familia en la ópera. Metáforas líricas para problemas re-
lacionales. Barcelona: Gedisa.
39
MOSAICO 75
Palabras clave.
Suicidio, terapia narrativa,
reautoría, prevención.
Resumen.
En el presente artículo se presenta un acercamiento al tema del suicidio
desde la terapia narrativa de White y Epston. La doble escucha, como
forma de rescatar el deseo de vivir de otra manera de las personas que
han tenido algún intento de suicidio, se presenta como el eje vertebrador
del tratamiento. Las conversaciones de reautoría, el diario de la historia
alternativa y la línea fotográfica de los buenos momentos, se ofrecen como
una forma de acompañamiento de las personas que están enfrentando
una larga y dura lucha por permanecer vivas.
40
La larga y dura lucha por permanecer vivas: acompañando a personas que no quieren seguir viviendo.
Abstract.
This article presents an approach to the subject of suicide from the Narrative Therapy of White and
Epston. Double listening, as a way of rescuing the desire to live differently from people who have
had a suicide attempt, is presented as the backbone of the treatment. The re-authoring conversa-
tions, the diary of the alternative story and the Photograph-line of the good moments, are offered as
a way of accompaniment for people who are facing a long and hard struggle to stay alive.
Key words.
Suicide, Narrative Therapy, Re-authoring, Prevention.
Introducción.
Hace algún tiempo leí en Facebook este epitafio ante la muerte por suicidio de
Keith Flint, cantante de The Prodigy: “matarse a sí mismo es un nombre inade-
cuado. No nos matamos, simplemente somos derrotados por la larga y dura lu-
cha por permanecer vivos. Cuando alguien muere después de una larga enfer-
medad, la gente suele decir con una nota de aprobación: “luchó muy duro”, y
se inclinan a pensar de alguien que se ha suicidado, que no tuvo lucha, sino
que simplemente se rindió. Esto no es cierto”.
Posteriormente, supe que esta cita era de Sally Brampton (2011), una pe-
riodista británica que sufrió las consecuencias de la depresión y que escribió,
desde su experiencia, un libro que sirviera de conexión con otras personas que
pasaran por algo similar. Un libro que ofreciera un recurso para alimentar la es-
peranza.
A veces, la recuperación de un intento de suicidio es lenta y no exenta de difi-
cultades, obstáculos e interrupciones en el proceso. Sin embargo, nuestra com-
pañía como terapeutas es altamente apreciada cuando aparecen dudas, tropie-
zos y desmotivación. Incluso, podemos convertirnos en un ancla de esperanza.
Un gran honor, si lo pensamos reflexivamente.
Como diría Brampton, en este artículo no hay promesas, sólo sugerencias que
puedes tomar o rechazar. V., una mujer de 47 años, junto con su pareja J., varón
de 46, me asistirán a lo largo del escrito aportando su visión y su experiencia de
primera mano. Espero que sea un aporte más a la aproximación al acompaña-
miento de las personas que no quieren seguir viviendo.
41
MOSAICO 75
Por otro lado, uno de los autores que más ha investigado acerca del suicidio y
los efectos de este en los familiares y personas significativas del fallecido es Ro-
bert Neimeyer. Los tratamientos que propone se basan en los significados que
se dan al suicidio y cómo estos afectan a los allegados (Leenaars, Maltsberger,
y Neimeyer, 1994; Neimeyer, y Sands, 2017; Milman, Neimeyer y cols., 2018).
Al mismo tiempo, Neimeyer y Cerel (2015) ofrecen recomendaciones prácticas
para investigar acerca del tratamiento de los sobrevivientes al suicidio, entre las
que destaca el trabajo con comunidades y grupos, algo que se debe tener en
cuenta también para desarrollar programas de prevención.
Vromans y Schweitzer (2011) mostraron la eficacia de la aplicación de un
programa estructurado de terapia narrativa en 47 personas diagnosticadas de
depresión mayor, en cuanto a la mejora de la sintomatología y de la clínica en
general. Aunque en este estudio el objetivo no era la eficacia del tratamiento so-
bre la ideación suicida de forma específica, los resultados obtenidos en el BDI-
II (Inventario de Depresión de Beck-II) antes y después de ocho sesiones pro-
tocolizadas de terapia narrativa, fueron significativos, manteniéndose la mejoría
después de tres meses de seguimiento.
También se ha mostrado la eficacia de la perspectiva narrativa en el trabajo
con jóvenes que han enfrentado la muerte por suicidio de alguno de sus pro-
genitores a través de un chat-blog que ofrecía apoyo entre sus miembros (Sil-
ven, 2017). En este sentido, la terapia narrativa ha desarrollado tanto programas
de tratamiento para contrarrestar los efectos del estigma y la marginalización
que se han relacionado con el suicidio (Sather, 2015; Sather y Newman, 2015,
42
La larga y dura lucha por permanecer vivas: acompañando a personas que no quieren seguir viviendo.
43
MOSAICO 75
Los pueblos tienen múltiples historias que les aportan identidad y dignidad.
Las personas también.
44
La larga y dura lucha por permanecer vivas: acompañando a personas que no quieren seguir viviendo.
Hay que hacer preguntas adecuadas a la persona para que pueda ir saliendo
de la falta de valoración de sus logros, rescatando la historia alternativa que está
presente en sus palabras. Los logros extraordinarios no son los que el terapeuta
ve, sino los que la persona considera relevantes. Por este motivo, se tiene que
ir preguntando acerca de aquellos momentos en los que la influencia del pro-
blema no fue tanta o ni siquiera apareció. Estos momentos significativos para la
persona forman parte de su historia alternativa o su historia preferida. Se con-
vierten en formas de defender su vida de la influencia de la depresión.
Por supuesto, debemos tener en mente factores biológicos, pero también
aquellos discursos sociales que alimentan el sentido de fallo personal o baja va-
lía, discursos acerca de la discapacidad, la no productividad, el perfeccionismo
o la competitividad, que aíslan a la persona y hacen que los logros extraordina-
rios sean más difíciles de contemplar.
Los intentos de suicidio rompen la continuidad de la identidad preferida de
una persona y hacen que aparezca un sentido de falta de control sobre el sí mis-
mo que limita el sentido de manejar la propia vida. Por lo tanto, las preguntas
deben ir encaminadas al restablecimiento de la continuidad de la identidad pre-
ferida y a recobrar ese sentido de control sobre la propia vida.
45
MOSAICO 75
46
La larga y dura lucha por permanecer vivas: acompañando a personas que no quieren seguir viviendo.
C.: ¿Esto tiene que ver con lo que me decías del amor y de la amistad, que son
dos cosas muy importantes para tu vida?
V.: Sí, con dar y recibir.
C.: ¿El dar y recibir tiene que ver con esa conexión que quieres con las per-
sonas?
V.: Sí.
C.: ¿ Esto es lo que te permitió salir de la cama, ir a buscar a J. y estar hasta las
tres de la mañana en los bares hablando con él y los amigos?
V.: Creo que sí.
C.: ¿Y está conectado con lo que te da ganas de vivir?
V.: Sí.
C.: ¿ Cómo te hace ver el hecho de que has salido de la UCI hace dos semanas
y estás planificando este tipo de cosas que te dan ganas de vivir?
El planificar, junto con el dar y recibir, se enlazan con la importancia que tiene
para V. el amor y la amistad. Una de las maneras de recuperar la vida de manos
de la depresión es crear y recrear situaciones que inviten a la persona a recla-
mar conexión y ganas de vivir, rompiendo las reglas engañosas de la depresión
que obligan a la persona a quedarse en la cama o, en el peor de los casos, a
querer dejar de vivir. El amor y la amistad forman parte de la identidad alterna-
tiva de la persona y se convierten en un testimonio de su lucha por permanecer
viva, siendo una manera de reclamar su vida de manos de la depresión.
47
MOSAICO 75
Si a esto añadimos los diferentes logros extraordinarios que han ido surgiendo
durante la conversación: ir al cine, levantarse de la cama, salir por la noche con
los amigos hasta que cerraron el bar, planificar a corto plazo, disfrutar de salir y
viajar con su pareja, etc.; podríamos ver que se produce una renegociación de la
identidad. Se pasa de alguien que no quiere vivir a alguien que puede encontrar
ganas de vivir a través de ciertas conclusiones distintas de identidad: ser esfor-
zada, tener capacidad de tomar iniciativas y de estar contenta, importancia en
su vida del amor y la amistad, etc.
Las personas, de este modo, cuestionan la idea de no querer vivir y se abren a
la posibilidad de darse cuenta de que tienen ganas de vivir, pero de una manera
diferente. Lo que se exploraría es esa otra manera de vivir.
Cuando alguien ha estado sometido por la depresión y por los intentos de sui-
cidio tiene dificultades en traer a la memoria los momentos de disfrute o de co-
nexión con otras personas que les hacían alejarse de las ideas de desaparecer.
No quiere decir que tergiverse la realidad pasada, sino que no las trae a la me-
moria.
También, una de las cosas que más ayudan para alejarse de las ideas de
muerte es motivarse con planes de futuro, muchas veces anclados en recuerdos
del pasado en los que la historia dominante quedó al margen.
Puede empezarse con pequeños planes a muy corto plazo (esta misma tarde
o mañana) y, contar con el apoyo de alguien del entorno que ayude a recordar
que esos planes están ahí.
C.: Los viajes con J. ¿los ves como algo agradable de hacer?
V.: Sí.
C.: ¿Y esto te motiva un poquito?
V.: Sí.
C.: ¿Qué te motiva más las cosas que vas a hacer en el futuro o las que pudis-
te hacer en el pasado?
V.: Las que voy a hacer en el futuro.
C.: ¿Para conseguir cierta motivación en tu vida necesitarías tener ciertos pla-
nes de futuro?
V.: Sí.
C.: ¿Qué planes podrían motivarte?
V.: El concierto que tenemos el sábado, por ir juntos y de viaje.
C.: ¿Qué cosas te motivan para mañana?
V.: Nada.
C.: ¿Para esta tarde?
48
La larga y dura lucha por permanecer vivas: acompañando a personas que no quieren seguir viviendo.
V.: Nada.
J.: Pasa un poco lo mismo de antes, no se acuerda, porque teníamos previsto
ir al cine mañana, pero cuando llega el momento (dirigiéndose a V.) no te
acuerdas de que está ahí.
C.: Si tuvieras más presentes estos planes ¿aparecería algo la motivación?
V.: Sí.
J.: Y hay que valorar mucho que tuvo la iniciativa de irme a buscar al traba-
jo para ir al cine. Tenemos que hacer una pequeña planificación para que
tenga previstas algunas cosas a las que se puede poner horario.
C-.: ¿Cómo podrías hacer esto que propone J.?
V.: Tener como una libreta donde ponga lo que planificamos.
C.: ¿Pondrías también las veces que te levantas de la cama para recordarlas?,
¿eso te ayudaría? Poner también las iniciativas que tienes para hacer cosas
¿Tendrían que estar en ese diario también?
V.: Sí, también.
C.: ¿Podríais poner una valoración a esas cosas que haces y que J. también lo
valore para compaginar las dos valoraciones?
V.: Creo que sí.
49
MOSAICO 75
pero se les da la pauta de que tiene que ser momentos en los que se sientan vi-
vos. Pueden ser poemas, prosa poética, relatos cortos, canciones, etc.
La segunda práctica antidepresión es lo que he denominado Línea fotográfi-
ca de buenos recuerdos. Esta práctica consiste en poner en algún lugar visible
fotos de momentos en los que la persona consideraba que tenía ganas de vivir.
Muchas veces, la depresión se encarga de quitar las fuerzas incluso para leer el
Diario. Las fotos permiten traer a la memoria de un modo rápido y con menos
esfuerzo, momentos en los que la persona pudo dejar de lado las ideas de muer-
te e, incluso, disfrutar de la vida. Fotos de viajes, de amigos, de celebraciones…
Conviene que estas fotos vayan actualizándose, teniendo momentos del pasa-
do más remoto combinados con otros del pasado más reciente.
Tanto la Línea fotográfica de buenos recuerdos como el Diario o libreta de la
historia alternativa, constituyen una manera de contrarrestar los efectos de la
depresión y los intentos de suicidio sobre la memoria de las personas que se
han visto sometidos por ellos.
50
La larga y dura lucha por permanecer vivas: acompañando a personas que no quieren seguir viviendo.
Hola V.:
No sé cuándo leerás esto, pero espero que estés mucho mejor y que veas
las cosas de otro modo.
Sé que muchas veces el cansancio y la fatiga se apoderan de ti y que qui-
sieras seguir viva por y para ti y no por los demás. Sin embargo, creo que
las personas que te rodean, en especial J., te han demostrado que están
ahí incondicionalmente y que son los que pueden poner algo de ilusión
en tu vida, como tantas otras veces han hecho.
Sé que la depresión te quita la esperanza, y como tú me dijiste: “a más
años más desesperanza”. También sé que la depresión pone en ti un
sentimiento de culpa por estar enferma. Sin embargo, no puedes olvidar
que las personas que te rodean, en especial J., jamás te echarían en ca-
ra el estar enferma y que el fallar a la gente no es por vivir ni por luchar
por continuar viviendo, sino todo lo contrario. Recuerda que una de las
cosas que te hace sentir viva es el sentir y recibir amor. ¿Lo has sentido
estos días?
Por supuesto, el dar amor también te hace sentir viva. ¿Has podido ha-
cerlo en este tiempo?
Hablamos de los actos de resistencia y que la suma de ellos, aunque
sean pequeños algunas veces (otras son actos de resistencia más gran-
des) hablaban de tus ganas de vivir. El llevar 26 años de relación con la
depresión puede quitar las fuerzas, pero también es un testimonio gran-
de de tus ganas de vivir de otra manera y de la sabiduría que has ido ad-
quiriendo para sobrevivir. Esa otra manera de vivir tiene que ver con el
sentir y dar amor, con tener momentos de conexión con J. o con los ami-
gos o con ayudar, cuando has podido.
Tienes fotos que demuestran que puedes vivir de otra manera, no dejes
de mirarlas.
Espero poder seguir ayudándote a ver los pequeños (o grandes) actos de
resistencia y a ir sumando cada día más de estos actos que puedan dar-
te ganas de vivir, de otra manera, como lo has conseguido en muchas
ocasiones.
Un abrazo.
Carlos
Aunque sea de forma breve, no podía terminar el presente artículo sin mencio-
nar la importancia de la prevención.
Desde mi punto de vista, lo más oportuno sería trabajar con la prevención des-
de edades tempranas. El lugar más adecuado para hacerlo sería el colegio y,
posteriormente, la educación secundaria obligatoria.
51
MOSAICO 75
52
La larga y dura lucha por permanecer vivas: acompañando a personas que no quieren seguir viviendo.
verlo rápidamente y con menos esfuerzo, al igual que con la Línea fotográfica
de buenos recuerdos).
El árbol de la vida enseña también a detectar capacidades, fortalezas y valores
que brindan esperanza y seguridad. Además, incluye una perspectiva interge-
neracional y contextual que brinda a los adolescentes un sentido de pertenen-
cia, al recordarles las personas significativas que podrían ayudarlos en situacio-
nes conflictivas.
Queda mucho por explorar en esta línea, pero los resultados significativos que
obtuvimos con Desuque (2014) abren una esperanza para crear este tipo de
programas de prevención.
A modo de conclusión.
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54
Los sueños en el proceso
de duelo familiar por
suicidio de un hijo. José Miguel Antón San Martín.
Psicólogo especialista en
Psicología Clínica.
Psicoterapeuta de familia
Resumen. y supervisor-docente.
jmasanmartin@telefonica.net
Se incorporan los sueños desde una perspectiva Servicio Andaluz de Salud.
sistémico constructivista y narrativista en el abordaje Escuela de Terapia Familiar
del proceso de duelo familiar por suicidio. Los C.E.T.Re.S. Málaga. España.
55
MOSAICO 75
Abstract.
Dreams are incorporated from a systemic constructivist and narrativist perspective
in the approach of the family grief process for suicide. The objectives are focus,
on the one hand, the use of the content of dreams as an instrument to unders-
tand the suicidal act and, on the other hand, the use of these to evaluate the the-
rapeutic moment of mourning and its evolution at the individual and family level.
Its application is made explicit through several cases of families that have lost a
teenage son and / or young adult.
Key words.
Dreams, suicide, family, grief.
1. INTRODUCCIÓN.
La epistemología sistémica en sus inicios, y como contraposición a los modelos
imperantes, planteaba que la única forma de comprender a las personas era
en su contexto, en su sistema de base. El análisis de las relaciones que esta-
blecían, las pautas comunicacionales que desarrollaban y la distinción de los
patrones recurrentes mantenedores de los síntomas estaban en el origen de la
mayoría de las escuelas y de sus pautas de intervención. Considerar el con-
texto familiar como única forma de comprender al individuo dejó de lado todos
los posibles factores internos individuales, descuidando su introducción tanto
en los desarrollos teóricos como en los procesos terapéuticos (Boscolo y Ber-
trando, 1996).
Los sueños, como producción individual, son un ejemplo de este abandono.
Androutsopoulou (2011) señala que no se ha producido una sistematización
en la terapia con respecto a cómo trabajar con lo que aportan los sueños. Aña-
de que la producción de publicaciones es muy escasa y las que existen toman
prestado ideas, conceptos y enfoques de otros modelos. A esta misma conclu-
sión llega Moreno (2012) en su análisis de la producción de artículos del uso de
los sueños por parte del modelo sistémico. Lo hallado es escaso, puntual y ha-
ce referencia a la exposición de casos en los cuales los sueños se han tenido en
cuenta en el trabajo terapéutico.
La introducción de la metáfora narrativa, entre otros factores, en el campo de
la terapia familiar ha facilitado, como dicen Zinmerman y Dickerson (1994), el
cambio de objetivo en la terapia: de las relaciones entre las personas a las his-
torias sobre las relaciones entre las personas, a la par que la recuperación de
la persona y su mundo interno (Boscolo y Bertrando, 1996). Los sueños, según
Hill (2004), presentan dos particularidades: la inclinación al uso de metáforas
y la tendencia a contar historias. Considerados como otra producción humana
más, se pueden percibir como historias dentro de las autonarraciones que dan
sentido y organizan las experiencias personales (Androutsopoulou, 2011) o co-
mo un texto (Moreno, 2014) y, por lo tanto, susceptibles de análisis y usos den-
56
Los sueños en el proceso de duelo familiar por suicidio de un hijo.
57
MOSAICO 75
vez, el relato dominante de lo ocurrido. Los discursos creados suelen ser rígidos
e incompletos, consecuencia, en parte, de un funcionamiento familiar basado
en el “no compartir” (Antón, 2010, 2013).
Existen procesos terapéuticos en el abordaje de este tipo de duelos donde
la intervención individual, con el denominado “miembro doliente” o “miembro
diana”, definido como aquel componente familiar donde se ubica o se coloca el
mayor nivel de sufrimiento y psicopatología (Antón, 2010); es el único posible
sobre todo por la negativa del resto de componentes a participar en la terapia.
Esta negativa puede venir definida, por una parte, por la disfuncionalidad pre-
sente en estas familias en cuanto a la interconexión entre los procesos de duelos
individuales y familiares y por otra, debido a la tendencia a no compartir presen-
te en estas familias (Antón, 2010).
58
Los sueños en el proceso de duelo familiar por suicidio de un hijo.
59
MOSAICO 75
nera de tener presente de forma continua a su hijo perdido. Es una familia cen-
trada en ellos, cohesiva, con escasas o nulas relaciones sociales, donde todo
gira en torno a la familia, con dificultades para compartir a nivel comunicativo
y con estilos sacrificiales de funcionamiento como valor familiar. Para la madre,
el acto de su hijo es algo incomprensible, no percibe ningún elemento provoca-
dor o que justifique lo ocurrido; de forma recurrente analiza sus relaciones, sus
ocupaciones, sus estudios, sus amigos, su forma de ser, su vida…, buscando
algún elemento que le dé comprensión de lo ocurrido. Su necesidad de dar sig-
nificado a lo ocurrido se manifiesta en los sueños recurrentes que presenta des-
de hace un tiempo: “Siempre tengo un sueño similar desde hace meses. Estoy
con mi hijo sentado en alrededor de una mesa, sentados uno enfrente del otro y
le pregunto ¿por qué? No me contesta, solo sonríe. Me da un beso y se va”. En
un momento diferente del proceso terapéutico, donde el objetivo gira en torno a
la creación de relatos alternativos, de historias no oficiales, comienza a tener un
sueño que relata de la siguiente manera: “Estamos sentados a la mesa, como en
los anteriores, y le volví a preguntar por qué lo había hecho. Esta vez me contes-
tó y me dijo “por miedo”. ¿A qué?, le
pregunté. A la vida, miedo a vivir. Se
Este sueño refleja la introducción levantó y se fue”. A continuación, co-
de contenidos no presentes hasta ese menta: “ya no volverá..., hasta ahora
momento en su relato, en cuanto era como un mal sueño, una pesadi-
a las características, condiciones y lla, un estar fuera y volverá de viaje,
formas de relacionarse de su hijo que de estar en la universidad. No va a
pudieron favorecer la comprensión del volver”. b
acto, darle un sentido, un significado La familia Castro, a diferencia del
y por otra, supone salir del momento caso anterior, sí pudo realizar un pro-
de negación de lo ocurrido, que había ceso de dar sentido a la muerte del
durado más de un año, y empezar hijo a nivel familiar. Depositaron el
a llorar lo que había perdido. motivo en factores externos, en una
pareja que, si bien no explicaba to-
do, si permitió a la familia en bloque
colocar toda la culpa y la agresividad subsiguiente en alguien alejado externo a
la misma. Carmen, la madre, plantea: “mi pesar es que no se despidió”. Refie-
re un sueño repetido que reproducía un acto que se daba todas las mañanas
cuando se iba a trabajar Francisco; “Le sentía que se acercaba, me besaba y me
decía que se iba”. En otro momento posterior del proceso terapéutico, aparecen
dos sueños que marcan un antes y un después en el mismo. El primero coincide
con su cumpleaños y el hecho de que sus hijos le traen unos dulces. Esa noche
sueña con su hijo trayéndole también los suyos a la par que la dice “vienen has-
ta duros…, he tardado mucho en venir”. Y el segundo, más importante a nivel
constructivo para ella, en donde le ve bajar por una cuesta, con la misma ropa
que el día que se suicidó cogiendo de la mano a un niño pequeño. Al poco tiem-
po, su hija le comunica que está embarazada. La llegada de este niño a la fami-
60
Los sueños en el proceso de duelo familiar por suicidio de un hijo.
lia “trajo la alegría” en la pena. “Uno se me ha ido y otro viene”. Esta compren-
sión del sueño facilitó dejar de estar de forma rumiativa su hijo en su cabeza.
Si bien la historia inicial dominante explicativa de lo ocurrido adquiere carac-
terísticas propias de cada sistema familiar, la presencia de los sueños en los dis-
tintos componentes familiares refleja e indica no solo el tipo de duelo que están
realizando (centrado en la pérdida o en la restauración), sino la tarea en el pro-
ceso de duelo donde están ubicados. Son reflejo de características individuales
y familiares en cuanto a qué tipo de duelo y la tarea que en ese momento se
está realizando.
Paco y Carmen han perdido a su hijo. éste se ahorcó hace más de un año. A
pesar del tiempo transcurrido, ya en la primera entrevista familiar se observa
el bloqueo en el proceso de duelo. “La gente nos dice que estamos como el
primer día”, comenta Francisco.
61
MOSAICO 75
2. S
ueños de la vida cotidiana. Muestran al fallecido compartiendo activida-
des, situaciones o/y pasajes del día a día. Se presentan, dentro del proceso
de duelo, después de los primeros momentos y cuando se ha producido
una mínima elaboración. Son una forma de reencontrarse, de recuperar
lo perdido; esta es su principal función. Los sueños recrean situaciones,
sobre todo, ya vividas, aunque siempre con matices, con diferencias que
sorprenden y que añaden al reencuentro el componente de despedida.
3. D
espedida. Estos sueños hacen referencia y están muy vinculados con el
trabajo terapéutico. Indican, sobre todo, el paso a nuevas etapas, fases o
momentos del proceso. Su contenido siempre hace referencia a un en-
cuentro y una despedida.
3. CONCLUSIÓN.
62
Los sueños en el proceso de duelo familiar por suicidio de un hijo.
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63
MOSAICO 75
Palabras clave.
Suicidio,
intentos de suicidio,
psicoterapia,
servicios públicos,
terapia familiar breve.
64
Aplicaciones de la terapia familiar breve en la ayuda a personas con riesgo suicida.
Abstract.
The suicidal problem is undoubtedly one of the hardest faced by the mental health professional. In
helping people with ideas of suicide, they often walk around groping, lacking a map and a support
system to help them find their way in the work of alleviating suffering and preventing new suicidal
crises. This article we present ideas and techniques of Brief Family Therapy applied to people with
suicidal ideas. It is concluded that Brief Family Therapy can be very useful in public services in the
care and prevention of suicidal behaviors.
Key words.
Suicide, attempted suicide, psychotherapy, public services, brief family therapy.
Introducción.
65
MOSAICO 75
2005); se trataría, por tanto, de una ayuda más individualizada y específica, más
allá del igualador diagnóstico formal.
Cada día muchas personas con ideas y deseos de muerte son atendidas en el
sistema sanitario. La mayoría reciben, o al menos se les ha ofrecido, tratamien-
to farmacológico para los síntomas o supuesto trastorno subyacente. Pocas son
las que reciben, además, una ayuda psicológica o psicoterapéutica específica
para esta problemática o drama existencial. Esto contrasta con la existencia de
intervenciones psicológicas útiles (basadas en la evidencia o en la práctica) para
la prevención y abordaje del problema. Dentro de la terapia familiar no faltarían
estudios sobre la utilidad de este enfoque en la atención a jóvenes y adultos con
conductas suicidas y autolesivas (Pineda y Dadds, 2013; Richman, 1979; Spiri-
to, 1997; Wijana, Enebrink, Liljedahl y Ghaderi, 2018; Omer y Dolberger, 2015;
Krauthamer Ewing, 2016).
El objetivo de este artículo es presentar algunas aplicaciones de la Terapia
Familiar Breve (TFB) para la ayuda a personas en situación de riesgo. La TFB
cuenta con apoyo empírico para numerosas condiciones clínicas. Sin embargo,
respecto a la problemática del suicidio la investigación disponible es aún esca-
sa. La utilidad de la TFB aplicada a dicha problemática se muestra en este tra-
bajo. Se trataría más en una evidencia-basada-en-la-práctica que una práctica-
basada-en-la-evidencia.
66
Aplicaciones de la terapia familiar breve en la ayuda a personas con riesgo suicida.
67
MOSAICO 75
1. Excepciones.
De acuerdo con la TCS, una excepción se da cuando el problema que se está
tratando aparece con menos intensidad, duración o frecuencia. Se refiere tam-
bién a las situaciones en las que se espera que ocurra pero no se da el proble-
ma. La idea clave no es sólo detectar diferencias contextuales, sino identificar
modos de actuación diferentes llevados a cabo por la persona, de modo que
puedan ser repetidas las excepciones (Beyebach, 2014). Aunque en la evalua-
ción del riesgo suicida se pregunta muchas veces por los motivos para no que-
rer vivir, rara vez se pregunta por las ocasiones en que la persona es capaz de
resistir o inhibir tales impulsos, esto es, por las razones para mantenerse en la
vida a pesar de todo. Esto es importante, pues desde el punto de vista terapéuti-
co engancharse a las cosas de la vida que aún importan puede ser un buen an-
tídoto contra el suicidio. En efecto, las razones para vivir son los motivos que se
da una persona a sí misma para no acabar con su vida. No en vano, la variable
“razones para vivir” (Linehan et al, 1983) es un importante factor protector fren-
te al suicidio. Son los argumentos narrativos o puntos de anclaje para no saltar
al vacío, caso de plantearse esa posibilidad. Según la investigación esta variable
correlaciona negativamente con “desesperanza” y con “riesgo suicida” en per-
sonas con depresión (Malone et al, 2000).
68
Aplicaciones de la terapia familiar breve en la ayuda a personas con riesgo suicida.
3. Reeencuadre.
Dice el psicólogo Ramón Bayés en su libro Un largo viaje por la vida que las pa-
labras adecuadas en el momento oportuno pueden movilizar cambios e influir
de modo decisivo en el curso de una vida (Bayés, 2020). Dicho efecto puede
verse en el siguiente ejemplo: un joven se tira al río con intención de suicidarse.
Un policía apuntándole con el revólver le grita: “Si no sales del agua, disparo”.
Tras esta orden, el joven, sorprendido, nada sin oponer resistencia y consigue
llegar a la orilla. Esto es lo que pretende conseguir el reencuadre. Se trata de
una técnica con base en la tradición del MRI y que conecta con el constructivis-
mo de los años 80-90 (Segal, 1994). También se podría conectar con el enfoque
perspectivista de Ortega, con la cautela de que sería la realidad misma la que
se manifiesta en múltiples perspectivas. Aquí, la terapeuta proporciona un nue-
vo contexto de sentido desde el que la persona interpreta o enhebra con nuevo
hilo narrativo los fenómenos o experiencias problemáticas que motivan la que-
ja o que la presentan al clínico como “síntoma”, esto es, sin agencia personal.
Mediante este cambio de sentido, la valoración “sintomática” de los “hechos”
desaparece o al menos se atenúa. Complementariamente emerge un nuevo sig-
69
MOSAICO 75
Josefa (el nombre es ficticio) es una mujer de 60 años, hija única, soltera,
vive en una zona rural del interior de Asturias. Acude a consulta psicológica
derivada por su médico de atención primaria por ideas recurrentes de suici-
dio tras el fallecimiento de su madre. En el análisis de su historia personal,
comenta que tuvo una infancia difícil, con un padre agresivo y alcohólico.
Relata que siempre vivió en casa de sus padres protegiendo a su madre. Re-
cuerda un episodio dramático de niña donde su padre amenazaba con un
hacha a su madre. Josefa se interpuso salvando la vida de su madre. Tras
muchos conflictos y malestar, su madre se separó y Josefa la acompañó has-
ta su muerte a los 90 años. Durante su largo proceso de enfermedad siem-
pre estuvo ahí con todo tipo de cuidados serviciales y sacrificios. Mientras
tanto su vida social se limitaba a ir a trabajar y estar con su madre a modo
de compañía. Tras la muerte de su madre inicia su proceso de duelo compli-
cado con ideas recurrentes de suicidio a modo de reencuentro con ella. Di-
ce que siente que su vida ha quedado vacía y sin sentido. Una intervención
terapéutica valió para ayudarla a cambiar la perspectiva sobre lo que había
sido su vida pasada y lo que podía esperar de su futuro. “Gracias a ti, tu ma-
dre pudo morir de vejez y no a los 40 a manos de tu padre. Ahora que ella no
está, puedes seguir cuidando de su memoria para que no desaparezca”. Es-
ta sencilla devolución, apenas meditada, tuvo un efecto sorprendente hasta
el punto de que Josefa, desde entonces, no la olvida. Se siente reconfortada,
el duelo desencalla y las ideas de suicidio, hasta entonces recurrentes, ape-
nas aparecen. Es asombroso comprobar cómo en cada sesión Josefa señala
al terapeuta con ojos risueños y una sonrisa cómplice lo mucho que le valió
aquel comentario y que ya siempre le acompaña.
70
Aplicaciones de la terapia familiar breve en la ayuda a personas con riesgo suicida.
4. Kit de la esperanza.
Se trata de una técnica que procede de la terapia cognitiva (Beck, Rush, Shaw
y Emery, 2006; Freeman y Reinecke, 1995), pero que tiene una gran afinidad
con la filosofía de la TCS y, en concreto, con el factor protector “razones para
vivir” (Linehan et al., 1983). La técnica del kit de la esperanza (véase Brown et
al., 2005; Heriques et al., 2003) trataría de bloquear la ideación o impulso sui-
cida una vez se manifiesta. Se le pide a la persona que seleccione objetos que
simbolicen razones para vivir y que los guarde en una caja a modo de kit de su-
pervivencia.
En nuestra formulación sistémica de esta técnica, proponemos a la consul-
tante que piense, recuerde y visualice durante un momento de relajación qué
cosas le dan (presente), le daban (pasado) o le podrían dar (futuro) ganas de
vivir o sentido a la vida; o bien, cuáles eran, son o podrían ser metas valiosas a
conseguir en la vida. Se trataría de identificar valores, argumentos, experiencias,
conductas o pensamientos concretos que pueden ayudarle a engancharse a la
vida. Sería como buscar las perlas que pueden componer una suerte de “collar
de sentido y esperanza”. Para ello proponemos pensar en:
1. Alguna persona determinada que haya sido significativa, bien sea porque
haya aportado cosas valiosas o porque nosotros le hayamos aportado co-
sas valiosas: anotar el nombre y número de teléfono de esa persona, cómo
nos hace sentir, objetos vinculares de esa persona (fotos, regalos, símbo-
los, etc.).
2. Alguna música, cuadro, poema, foto, dibujo, película, aroma, perfume o sa-
bor, etc., que sirvan como símbolo de anclaje a la vida. Se recordará aquí,
como se decía antes al hablar del impacto de “las palabras adecuadas en el
momento oportuno” (Bayés, 2020), que ciertos elementos sensoriales en el
espacio y momento adecuados, y según ciertas rutas de memoria y de sen-
tido, pueden movilizar cambios decisivos en el curso de una vida. Esta rea-
lidad no es ajena a las personas con ideas de suicidio. La película El sabor
de las cerezas (Kiarostami, 1997) epitomiza este giro inesperado de última
hora. Un hombre había decidido suicidarse. Sale al amanecer de su casa
y sube a un monte. Lanza la cuerda a un cerezo y al no quedar satisfecho
con el resultado sube al árbol, coloca bien la cuerda y se topa con unas her-
mosas cerezas. Coge una y la prueba, el sabor le resulta delicioso. Continúa
con unas pocas más. Pasa el tiempo. El sol sale de su sueño. El paisaje del
amanecer visto desde la colina le despierta un sentido estético de belleza.
En ese instante escucha a los niños saliendo hacia la escuela. Llegan hasta
donde se encuentra nuestro protagonista, se paran bajo el árbol y le piden
que agite el cerezo. Las cerezas caen y los niños las comen con gran satis-
facción. Se siente feliz. Entonces cambia su perspectiva de la vida, reco-
ge algunas cerezas y decide llevarlas a casa para compartir con su mujer.
71
MOSAICO 75
Una vez que la persona ha imaginado este listado de objetos, proponemos co-
mo tarea alguna de estas dos opciones: 1) que lo escriba en un papel, lo plas-
tifique y lo lleve siempre con ella, 2) que meta los objetos en una caja especial.
Ambas opciones se pueden utilizar a modo de prevención de recaídas para los
momentos de crisis. Aquí la idea sería la siguiente: si en algún momento la per-
sona piensa en el suicidio o percibe estar en riesgo, puede leer la hoja de papel
o abrir la caja y utilizar alguno de esos recursos para conectarse a las cosas va-
liosas de su vida. También se puede sugerir que coloque los objetos en lugares
visibles de la casa a modo de recordatorio de lo que hace que la vida, para esa
persona, merezca la pena ser vivida.
Conclusión.
72
Aplicaciones de la terapia familiar breve en la ayuda a personas con riesgo suicida.
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Suicidio: un hecho con significado.
Implicaciones relacionales.
Andrés Cabero Álvarez.
Dr. en Psicología
Universidad Salamanca.
Psicólogo Clínico Centro Salud
Mental Ería (Servicio de Salud
Principado Asturias, SESPA).
Terapeuta de Familia (Asociación
Terapia Familiar Asturias).
acaberoa@telecable.es
Resumen.
Abstract.
Se reflexiona sobre el mensaje y el significado A reflection about the message and
del suicidio para la sociedad. Se relata una the meaning of suicide in society.
It tells a lifelong story illustrating the
historia vital que ilustra las consecuencias para consequences on life and mental
la vida y para la salud mental en el contexto health within the relational context
relacional del suicida. Los factores culturales, of the person who commits suicide.
Cultural matters, relational dyna-
las dinámicas relacionales y la perspectiva de mics and gender perspective are
género son claves para extraer lecciones útiles key points to draw useful lessons
for clinical practice.
para la práctica clínica.
Key words.
Suicide, family psichotherapy,
Palabras clave. cultural values, gender.
Suicidio, psicoterapia familiar, valores culturales, género.
75
MOSAICO 75
Introducción.
El suicido es un acto que reta el entendimiento y el supuesto deseo innato en
el ser humano de sobrevivir y, para entenderlo, es necesario huir de reduccio-
nismos. Las preguntas para arrancar esta reflexión son ¿qué significa?, ¿cuál es
el sentido, el mensaje, del suicido para el contexto social? ¿Y en el contexto fa-
miliar? ¿Por qué y para qué elige una persona una conducta suicida? Pero an-
tes de centrarse en las dinámicas familiares, es preciso contemplar el suicidio
desde una perspectiva más amplia y ser consciente de los condicionantes de
todo tipo (cultural, económico, etc.) que confluyen en la visión comprensiva del
acto suicida.
Como señala la OMS2 el contexto socioeconómico es relevante para compren-
der el fenómeno del suicido, ya que el 79% de todos los suicidios se produ-
ce en países de ingresos bajos y medianos. También es significativo el contex-
to laboral; por ejemplo, recientemente directivos de France Télécom han sido
condenados por acoso moral presente en el suicido de 19 de sus trabajadores
en 2007 y 20083. El mensaje de esos suicidios a la sociedad podría ser: No se
puede atentar contra la dignidad, los derechos y la salud de un trabajador para
salvar una empresa. ¡Monten una organización socioeconómica para las perso-
nas, no para la acumulación de riquezas! Esta “epidemia suicida” apunta a la
necesidad de proteger a las personas estableciendo límites a la lógica económi-
ca actual. En defensa de los acusados habló el exdirector del Fondo Monetario
Internacional, elogiando los resultados de esa estrategia empresarial, lo que nos
ayuda a situar el escenario con más claridad. El grito de los trabajadores suici-
das franceses pone el dedo en la llaga, y alerta, acerca de una cuestión nuclear
de nuestro tiempo: hacer compatible el actual modelo de desarrollo con la vida.
Otras variables son también cruciales, como las expectativas sociales liga-
das al género. Por ejemplo, los matrimonios forzados e infantiles, la maternidad
precoz o la violencia doméstica, entre otras causas, provocaron que cerca de
95.000 indias se quitasen la vida en 20164. Además, el principal motivo de sui-
cidios en mujeres jóvenes de la India es el matrimonio forzoso5; y cerca de cua-
tro de cada diez mujeres que se quitan la vida en el mundo son indias6.
2
(OMS, 2019. https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/suicide).
3
EL PAIS 21/12/2019.
4
https://www.lavanguardia.com/internacional/20180914/451791990142/mujeres-suicidio-india-mundo.html
https://sermujerenindia.wordpress.com/2013/04/07/el-principal-motivo-de-suicidios-por-mujeres-jovenes-en-la-
5
india-es-el-matrimonio-forzoso/
6
https://osalde.org/casi-40-de-todas-las-mujeres-que-se-suicidan-en-el-mundo-son-de-india/
76
Suicidio: un hecho con significado. Implicaciones relacionales.
¿Qué significado, qué mensaje nos quieren hacer llegar estas jóvenes suici-
das? Algo así como Prefiero morir que vivir sin dignidad humana. ¡Organicen
una sociedad que garantice los derechos humanos de las niñas y de las muje-
res!
Otra casuística la plantearían los suicidios de los presos en cárceles, sobre
todo de aquellos que están en aislamiento; que podrían trasladarnos el mensa-
je de ¿Ustedes creen que el encarcelamiento es una manera de reeducación y
reinserción social?
Sin perder de vista este marco más amplio, socioeconómico, cultural, es el
momento de reflexionar sobre otros suicidios que suceden en nuestro medio oc-
cidental y del primer mundo, y para ello gravitaremos sobre observaciones clíni-
cas en torno a la historia vital de Benita.
Se busca el sentido del acto suicida en la historia relacional de la pareja y de
la familia. Para construir el significado, se contextualiza el acto suicida en la di-
námica relacional del contexto socio familiar. ¿Qué consecuencias tiene, qué
hace hacer a los receptores de su mensaje, sus padres, hermanos, cónyuge,
descendencia?
La historia, la narración (Payne, 2002) que se va a describir, desde el punto de
vista de un observador que obviamente introduce su propia perspectiva, preten-
de plantear una conversación y una reflexión sobre las relevantes consecuen-
cias del suicidio en el entorno próximo, aspectos a menudo oscurecidos por el
impacto trágico del suceso. El relato ha sido co-construído entre la protagonista
y quien escribe, a través de una larga relación terapéutica, y en este sentido no
se propone describir hechos objetivos (Elkaïm, 1989).
Narración.
Benita pasó una infancia marcada por la relación con su padre, persona
de talento, líder en la familia, en el trabajo y en la comunidad, pero con
una minusvalía física, que devolvía los cuidados de su hija con apoyo y
dedicación. Cuando llegó la adolescencia, a los 16 años, quiso estudiar
y su padre se opuso porque era “libertina” la idea de que una mujer es-
tudiara. Pero ella se pagó los estudios con becas y trabajos temporales,
logrando la diplomatura. Luego se presentó, con 18 años, a un examen
para una bolsa de trabajo en la administración, y debido a su excelente
resultado fue contratada de inmediato como secretaria de alta dirección.
Por esa época sacó también el carné de conducir y se compró un coche,
también con escándalo y en contra de la opinión de la familia.
77
MOSAICO 75
78
Suicidio: un hecho con significado. Implicaciones relacionales.
79
MOSAICO 75
pitar desde un puente sobre una carretera (en la ruta habitual que hacía
Luis), cuando un transeúnte, por casualidad, la agarró en el último mo-
mento. El marido fantasma continuó acosándola mucho tiempo, cuando
ella hablaba con algún hombre siempre pasaba algo, se le caía encima
el café, por ejemplo. Los años siguientes vivió con miedo, que se fue am-
pliando con temores a hombres que le querían hacer daño, la vigilaban.
Se convenció de que le hackeaban el móvil, pues recibía llamadas que
le pedían sexo, voces a través del teléfono que le decían “eres mía”. Los
vecinos querían agredirla, hacerle daño, la insultaban, temía ser atrope-
llada, se enreda en varios juicios con la vecindad, y tuvo que cambiar de
domicilio varias veces.
El mensaje del suicido de Luis sería similar al del suicida que, tras atar un
extremo de la cuerda al radiador, se ahorcó por fuera de la ventana de un
primer piso con un cartel al cuello que decía: “la culpa la tiene mi mujer”
(historia real).
Nota al margen: Benita fue el primer nombre que vino a la cabeza del autor,
cuando se planteó cambiar el nombre real para preservar la intimidad de esta
mujer. Las consecuencias y el desenlace de esta historia contradicen o ironizan
sobre el significado del nombre, ya que Benita, en su forma original, es Bene-
dicta, cuya etimología latina significa “bien dicho”, o “aquel de quien se habla
bien”. Es decir, la mente del autor asocia por su propia cuenta, y sabe cosas
que ni él sabía que sabía.
Corolario.
Desde una perspectiva sistémica, según el modelo del Mental Research Institu-
te (MRI) (Watzlawick et al. 1981), la dinámica de este relato puede entenderse
como una manera de finalizar un “juego sin fin”, una maniobra relacional para
perpetuar su poder en la relación. En la lucha por el control de la definición de
80
Suicidio: un hecho con significado. Implicaciones relacionales.
la relación, el último movimiento del suicida deja al otro sin posibilidad de res-
puesta. La otra persona está abocada a igualarlo mediante otro suicido (en este
caso, solo la casualidad lo impidió) o autodescalificarse con un comportamiento
no normativo (experiencias alucinatorias, vida marginal), navegando vitalmente
entre la impotencia y la desesperación. La consecuencia del suicidio de Luis pa-
ra la vida de Benita es el mantenimiento de la relación de dominio y sumisión, la
extensión opresiva de una narrativa en la que la imagen de mujer mala se con-
solida en la red sociofamiliar. Resuenan las expectativas coercitivas ligadas al rol
femenino (Walters et al., 1991), y la imagen estereotipada popular de la mujer
como “lagartona”. Las consecuencias para su descendencia es que viven sin
ninguno de sus progenitores.
¿Qué enseña esta historia a los psicoterapeutas? Indica que se deben valorar
las implicaciones de las intervenciones clínicas en el entorno relacional, para el
contexto más cercano, pero también en el contexto social, más lejano; alerta de
la obligación de evitar la ceguera ante las consecuencias relacionales de accio-
nes supuestamente terapéuticas; anima a revisar los supuestos y los estereoti-
pos que modelan los comportamientos de los profesionales asistenciales.
¿Qué implicación se desprende para la planificación asistencial? Implica que,
en la clínica asistencial, y para los planes de intervención sobre el suicidio, es
necesario incluir a los supervivientes, y a los destinatarios de las notas de suici-
do, como población de riesgo.
¿Cuáles son las prioridades para los formadores de terapeutas? Los formado-
res deben privilegiar, como valores que sirvan de guía y marco para la formación
en psicoterapia, la reconstrucción de las relaciones, la disminución de conflic-
tos, la promoción de cuidados, el respeto a los derechos de las personas, y el
reto a los estereotipos ligados al género.
Bibliografía
Elkaïm, M. (1989). Si me amas no me ames. Barcelona: Gedisa.
Minuchin, S. (1991). La locura y las instituciones. Barcelona: Gedisa.
Payne, M. (2002). Terapia narrativa. Barcelona: Paidós
Walters, M., Carter, B., Papp, P., Silverstein, O. (1991). La red invisible. Pautas vinculadas al género
en las relaciones familiares. Buenos Aires: Paidós.
Watzlawick, P., Beavin, J., Jackson, D. (1981). Teoría de la Comunicación Humana. Barcelona:
Herder.
81
MOSAICO 75
El suicidio: la perspectiva
de la Clave Emocional.
Resumen. Esteban Laso Ortiz.
Universidad de Guadalajara,
El suicidio es un problema de salud pública grave Centro Universitario de
y de cada vez mayor incidencia, que desafía a los la Ciénega / Instituto Tzapopan,
Jalisco, México.
terapeutas tanto personal como profesionalmente. estebanlaso@gmail.com
La investigación reciente sugiere que está
precedido de un estado específico presuicida,
no necesariamente asociado con un trastorno
preexistente: un agudo, devastador e inexorable
dolor psíquico que embarga a la persona,
conduciéndola a la trágica resolución de quitarse
la vida. En este texto se propone una comprensión
de este dolor psíquico en Clave Emocional como
un sentimiento de vergüenza ontológica derivado
de la desconfirmación de la experiencia íntima de
la persona a manos de sus figuras de apego; se
expone cómo dicha desconfirmación consiste en
una deshonra de las dos necesidades relacionales
fundamentales humanas, cómo instala núcleos
vulnerables que conducen a la persona al suicidio,
cómo se trasforma mediante la reparación y
de qué manera diseñar un tratamiento para
abordarlas alternando sesiones individuales
y familiares para honrar las necesidades
deshonradas y restaurar la participación
integral de la persona en el universo
al que pertenece.
Palabras clave.
Suicidio, síndrome presuicida,
clave emocional, vergüenza,
terapia familiar.
82
El suicidio: la perspectiva de la Clave Emocional.
Abstract.
Suicide is a serious and growing public health problem that challenges therapists
both personally and professionally. Recent research suggests that it is preceded
by a specific presumed state, not necessarily associated with a pre-existing di-
sorder: a sharp, devastating, and inexorable psychic pain that engulfs the person
leading to the tragic resolution to take his or her own life. This text proposes an
understanding of this psychic pain in an Emotional Key as a feeling of ontological
shame derived from the lack of confirmation of the person’s intimate experience
at the hands of his or her attachment figures; it explains how this lack of confir-
mation consists of dishonoring the two fundamental human relational needs, how
it installs vulnerable nuclei that lead the person to suicide, how it is transformed
through reparation and how to design a treatment to address them by alternating
individual and family sessions to honor the dishonored needs and restore the
person’s integral participation in the universe to which he or she belongs.
Key words.
Suicide, presuicidal syndrome, emotional key, shame, family therapy.
83
MOSAICO 75
Como efecto de estos supuestos, la evaluación del riesgo suicida se enfoca ante
todo en los pacientes con trastornos graves y emplea preguntas directas y espe-
cíficas (Love, Frey y Durtschi, 2020).
Sin embargo, la investigación ha empezado a arrojar dudas sobre estos su-
puestos. En primer término, un metanálisis de 71 estudios en todo el mundo in-
dica que el 60% de quienes consumaron el suicidio negaron tener pensamien-
tos o planes suicidas ante las preguntas de un psiquiatra o médico (McHugh et
al, 2019); en segundo, las personas que intentan suicidarse se dividen en dos
grupos: los que presentan algún desorden como ansiedad o depresión y lo ha-
cen tras un largo período de planeación y los que, sin que exista trastorno aso-
ciado, escalan al intento suicida en cuestión de días u horas de forma repentina
e impredecible (Yaseen et al, 2014).
En otras palabras, aunque las personas con otros trastornos (en especial la
depresión) están más predispuestas a intentarlo, el suicidio no parece una me-
ra consecuencia de un trastorno, sino un estado en sí mismo, desencadenado
por eventos no reducibles al trastorno (Rogers, Hom y Joiner, 2019) y que pue-
den acaecer a personas sin antecedentes de problemas psicológicos, dejando
a familiares y amigos con una incómoda mezcla de incredulidad, culpa, confu-
sión y tristeza (Rogers et al, 2017). Además, este estado puede suscitarse sin
ideación suicida previa y ensimismar a la persona de forma que no sea del todo
consciente del contenido suicida de su pensamiento, que prefiera ignorarlo se-
lectivamente (sin darse la oportunidad de corregirlo), que se rehúse a compar-
tirlo o que, para cuando pueda y quiera hacerlo, ya sea tarde, dando al traste
con el propósito de los operadores de salud de detectar e impedir su tentativa
(Joiner et al, 2018).
Todo esto ha conducido a varios investigadores a proponer un “síndrome de
suicidalidad” como entidad nosológica (Ehrenfeld, 2019), cuyo núcleo, según
el fundador de la suicidología, sería un incontenible “dolor psíquico” (psycha-
che; Shneidman, 1993); por lo que se han desarrollado escalas predictivas del
riesgo suicida que no evalúan la ideación ni la planeación, sino componentes
emocionales del “dolor psíquico” como desesperanza e inexorabilidad (Yaseen
et al, 2010).
84
El suicidio: la perspectiva de la Clave Emocional.
Así, la investigación sugiere que “la transición del pensamiento suicida a la con-
ducta está precedida de un estado específico pre-suicida” (Rogers et al, 2017,
p. 417) caracterizado por “un aumento de la ansiedad, el pánico, la agitación
y el dolor psíquico… un estado agudo, intenso, de afectividad negativa” (ídem,
ibidem). Se han propuesto dos conceptualizaciones de dicho estado: la “Pertur-
bación Afectiva Suicida Aguda” (PASA; Tucker et al, 2016) y el “Síndrome de
Crisis Suicida” (SCS; Yaseen et al, 2010). La primera se compone de cuatro ele-
mentos: un incremento geométrico de la intencionalidad suicida en pocos días
u horas; marcada alienación social (sensación de ser una carga para los otros)
y auto-alienación (autodesprecio); la percepción de que la intencionalidad y la
alienación son imposibles de resolver; y dos o más manifestaciones de excesiva
activación (agitación, insomnio, pesadillas o irritabilidad; Rogers et al, 2017, p.
417). La segunda comprende una persistente, recurrente y profunda sensación
de estar atrapado en una situación vital inescapable e inaguantable que condu-
ce a perturbaciones afectivas (dolor emocional, ansiedad, anhedonia o cambios
repentinos de estado anímico), pérdida de control cognitivo (rumiación negativa,
“visión de túnel”, rigidez e incapacidad de frenar o cuestionar los pensamien-
tos perturbadores o dolorosos), sobreactivación y aislamiento social (mediante
la evasión o la comunicación ambigua; Rogers et al, p. 418).
Como puede verse, ambas propuestas se superponen en lo esencial y se dife-
rencian en cómo integran o acentúan facetas del fenómeno: los que en la PASA
son componentes separados, la alienación social/autodesprecio y la sensación
de inexorabilidad, se unen en el SCS configurando su primer factor, la sensa-
ción de estar “atrapado sin salida” en la propia existencia; y los que en PASA
son dos criterios al mismo nivel de los ya mencionados, la vertiginosa escalada
de intencionalidad suicida y la activación exacerbada, son rebajados en SCS a
efectos de (o “mecanismos de adaptación a”) el dolor emocional primario. En
el fondo son concepciones complementarias, no opuestas, porque la de Joiner
(PASA) expone los desencadenantes “externos” o relacionales mientras que la
de Galynker (SCS) describe el estado emocional “interno” resultante y sus con-
secuencias cognitivas y conductuales. Por ende, coinciden en que es el dolor
85
MOSAICO 75
emocional el núcleo del estado suicida, el motor que impulsa a la persona a qui-
tarse la vida, de lo que se sigue que la intervención debe orientarse a detectar y
tramitar no sólo la ideación suicida o los intentos previos sino, ante todo, la expe-
riencia afectiva inmediata del paciente; tarea en la que los terapeutas sistémicos
están, por desgracia, poco capacitados (Laso, 2019).
Ahora bien: ¿cuál es la naturaleza de este “dolor psíquico” o “afectivo”? ¿Có-
mo se vivencia y de qué está compuesto? Joiner (2005) y Galynker (Joiner et
al, 2018) concuerdan en que es devastador, incontenible, con frecuencia sú-
bito y fluctuante, y que invade toda la experiencia de la persona, por lo que le
cuesta separarse de él para contemplarlo con perspectiva; el único modo de es-
capar de su influencia es quitarse la vida. En cuanto a su “tonalidad afectiva”,
Galynker lo describe como “pánico… que combina una frenética desesperanza
con un diluvio de rumiación y una somatización casi psicótica” (Yaseen et al,
2014), con lo que su afecto primario serían el miedo o la ansiedad; Joiner identi-
fica que sus mediadores son las sensaciones de “pertenencia truncada” (thwar-
ted belongingness) y “ser una carga para otros” (perceived burdensomeness;
Chu et al, 2017), con lo que se abstiene de desentrañar su fenomenología pero
insinúa que involucra una valoración global de la persona de sí misma, posible-
mente ante la mirada (que proyecta por parte) de los demás.
Ahora bien, existe una emoción que combina intensidad extrema con pánico
incontenible, sensación de insuficiencia y miedo a ser rechazado: es la vergüen-
za (shame), posiblemente la más dolorosa de las emociones humanas (Gilbert y
Andrews, 1998); y aunque ni Galynker ni Joiner la especifiquen, está estrecha-
mente relacionada con la ideación y la conducta suicidas (Hastings, Northman y
Tangney, 2002). Por consiguiente, cabe suponer que el estado pre-suicida con-
siste esencialmente en una vivencia de vergüenza intensa y devastadora, una
sensación de ser indigno, oprobioso, abyecto, que absorbe todo el campo expe-
riencial de la persona impidiéndole sustraerse y canalizando sus pensamientos
y conductas hacia el único escape posible, la muerte; pues si el origen del mal
es el yo ¿qué queda sino destruirlo?
86
El suicidio: la perspectiva de la Clave Emocional.
87
MOSAICO 75
(Laso, 2015a, p. 149). Según esta metáfora musical (que articula toda la Cla-
ve Emocional) la “nota fundamental” de la vergüenza es el autodesprecio, esto
es, el desprecio volcado hacia el yo tal y como lo imagina el individuo desde la
perspectiva que proyecta de parte de su grupo de referencia (la cual fue cons-
truyendo desde la infancia a medida que se aculturaba, convirtiéndose en una
persona en un mundo de otras personas). El desprecio, a su vez, es una sofis-
ticación del asco en el terreno interpersonal (Schnall et al, 2008): una emoción
destinada a purgar al organismo o al yo de una “noxa”, un agente físico o rela-
cional tóxico que amenaza con contaminar el cuerpo o la psique.
Lo que puede ser tóxico para el organismo no presenta mayor misterio; mas
¿qué es “tóxico” para el yo? La respuesta es: algo o alguien que puede “conta-
minar” el orden moral (del grupo de referencia) de la persona, condenándola al
ostracismo porque representa o personifica valores antagónicos a los que verte-
bran aquel, y que debe ser “neutralizado” y expulsado con celeridad. En efecto,
el desprecio neutraliza al agente “patógeno”, degradándolo: aquello que es ab-
yecto e inferior no merece ser atendido o tomado en serio y puede desecharse
sin remordimientos (de ahí que sea, por ejemplo, parada obligada en el duelo
por un amor desairado; Laso 2018). De ahí también que recibir desprecio sea
de las experiencias más dolorosas, iatrogénicas e insoportables que existen; es
el mensaje desconfirmatorio por antonomasia porque no sólo invisibiliza, sino
que deshumaniza. Hace ya siglos, Adam Smith, fundador de la economía y des-
cubridor del fenómeno de la empatía, zanjó la duda “¿qué es peor, no ser visto
o ser visto como menos-que-humano?” declarando: “Comparados con el des-
precio de la humanidad, todos los demás males son fáciles de soportar” (Smi-
th, 1941).
Así, emociones como el desprecio, la vergüenza, el orgullo, etc., son la salva-
guarda internalizada del orden moral de una comunidad y se activan cuando
éste se ve amenazado; y ya que la familia es la comunidad primera y primaria
de casi todas las personas, estas emociones defienden el status quo y el mito
familiar deviniendo el principal impedimento al cambio terapéutico, primando la
pertenencia al grupo familiar y la adhesión a sus creencias por encima incluso
de la salud. Son la piedra de toque de las “lealtades invisibles” (Boszormeny-
Nagy y Sparks, 2013) y el objetivo implícito de las intervenciones deconstructi-
vas y decolonizadoras de la terapia narrativa (White y Epston, 1990).
Pues, a diferencia del resto de mamíferos, el ser humano no sólo siente bo-
chorno cuando es pillado con las manos en la masa por sus congéneres sino
que se avergüenza cuando imagina que podría serlo porque lleva consigo una
“audiencia internalizada” que lo acompaña incluso en soledad; o lo que es lo
mismo, porque evalúa continuamente su propia conducta y vida mental desde
el punto de vista del “espectador imparcial” (Mead, 1934; Smith, 1941) que
fue tejiendo en su diálogo interno desde la primera infancia, incorporando las
perspectivas de sus otros significativos como otras tantas “posturas retóricas”
entre las que narratiza (sic) su autobiografía. Pese a que nadie lo vea, pese a
88
El suicidio: la perspectiva de la Clave Emocional.
que ocurra sólo en su fuero interno, todo el comportamiento del adulto está ca-
nalizado por el intento de “presentarse dignamente” (Goffmann, 1997) ante el
juicio de sus congéneres tal y como se han plasmado en ese “espectador im-
parcial”, amalgama de las “voces” de las personas con las que ha entablado
vínculos profundos y las cualidades emocionales de dichos vínculos, en especial
los de su primera infancia. Así, si uno de sus cuidadores primarios la trató con
desprecio consuetudinario, la persona sostendrá ese autodesprecio al relacio-
narse diariamente con la respectiva posición retórica interiorizada, configurando
una vivencia crónica de insuficiencia, indignidad o repugnancia que en la Clave
Emocional se llama sensación de sí (Laso, 2019); y si, como en el clásico doble
vínculo (Bateson et al, 1956), dicho desprecio fue además ocultado tras una fa-
chada de abnegación, la sensación de sí de la persona le será invisible porque
estará envuelta en culpa y autorreproche (“mi madre no me quería pero no pue-
do culparla, ella también sufrió...”), que le impedirán hacerse cargo de sus ne-
cesidades deshonradas por aquel cuidador. Es para detectar y transmutar este
tipo de embrollos que el terapeuta experto debe distinguir no sólo las emociones
predominantes en una interacción familiar, sino sus matices sutiles, destreza en
la que bascula buena parte de la “inteligencia terapéutica” (Linares, 2012); y es
sobre la sensación de sí que obra la reina de las técnicas emocionales, la repa-
ración, mágica cuando se da auténtica y fluidamente.
Sobre esta “nota fundamental” de autodesprecio se erige la vergüenza, que
no es más que el terror a ser despreciado por los demás como uno se despre-
cia a sí mismo (Cf. Gilbert y Andrews, 1998, p. 6 y ss), a ser desenmascarado
como indigno y abyecto del modo que uno se siente o se ha sentido siempre y
en secreto. Así se resuelve el enigma de que las tendencias de acción de la ver-
güenza, primero contraatacar inculpando al otro, luego ocultarse o huir y, si esto
fracasa o es inviable, someterse para inhibir el desprecio y la ira del “Otro” indu-
89
MOSAICO 75
ciendo lástima, sean muy semejantes a las del miedo (las clásicas tres F:”fight”
o pelear, “flight” o huir y “freeze” o paralizarse): porque la vergüenza es una ca-
pa de miedo que recubre un núcleo de autodesprecio.
Por ende, cuando fallan las tres estrategias, el suicida apela a la última y de-
finitiva: evitar esta “muerte social”, este desgarro de su “audiencia interna” re-
frendado por el escarnio de la externa, matándose, porque es preferible morir
físicamente a morir qua persona. Es cuando la persona anticipa que su desen-
mascaramiento es incipiente e irredimible que pasa al “estado presuicida”, dis-
poniéndose a acabar consigo para evitar la última afrenta a su yo; atrapada por
el terror al desprecio y el ostracismo, se quita de en medio para no serlo por la
fuerza y ante el oprobio. Y de ahí que el estado presuicida sea tan complejo de
abordar en terapia: el mismo mecanismo que lo suscita, la vergüenza, veda a la
persona lo único que podría sanarla, abrir su corazón pidiendo afecto o recono-
cimiento: si, como teme, su corazón es “tóxico”, si se llega a evidenciar su mal-
sana esencia, perderá la última e ínfima esperanza a que se aferra.
Sin embargo, y como notara Freud a propósito del melancólico (Freud, 1917),
desde un punto de vista “objetivo” (es decir, externo), la abyección que el suici-
da se atribuye es por lo general imaginaria o al menos groseramente exagerada;
contrario a lo que fantasea, lejos de ser un alivio para sus allegados, su muerte
dejaría una herida difícil de restañar. Pero esta discrepancia con la realidad no
parece hacer mella en su sentimiento de vergüenza, que resiste a la “evidencia
contraria” (como notasen hace décadas los terapeutas cognitivos; Beck, 1975).
¿De dónde sale esta fatal convicción y por qué es tan difícil de modificar?
Es aquí donde el terapeuta sistémico (y, quizá en menor medida, el psicodi-
námico) corren con ventaja porque comprenden que, en último análisis, ambas
preguntas tienen la misma respuesta: las relaciones vinculares primarias y se-
cundarias. Una de las implicaciones menos comprendidas de la teoría sistémi-
ca es que aunque las creencias se refieran a la realidad (tal y como se refleja
en la evidencia) están “ancladas” en la red social de la persona, en el “orden
moral” compartido por sus vínculos primarios (cuidadores y familia de origen)
y secundarios (relaciones amorosas, filiales y afectivas adultas); o lo que es lo
mismo, que el obstáculo último y soterrado para el cambio de creencias es su
papel en la identidad de la persona (Dallos, 1996), a su vez sujeta a las relacio-
nes vinculares que valora y defiende en su “audiencia interiorizada”. Por consi-
guiente, en vez de debatir las creencias en el afán de modificar las relaciones,
el terapeuta familiar procede a modificar las relaciones soltando así las amarras
de las creencias para que puedan abrirse a la desmentida y la reconstrucción;
no otra cosa pretenden las preguntas circulares (Boscolo et al, 1987) y estúpi-
das (Medina, 2011).
90
El suicidio: la perspectiva de la Clave Emocional.
91
MOSAICO 75
Arthur era un niño muy dulce, pero a los dos años tenía terribles berrin-
ches… yo siempre le decía “mi niñita” porque de pequeño era muy silen-
cioso, muy curioso pero callado, y mi otro hijo es muy activo… Casi no habló
sino hasta los tres años… pero siempre competía con su hermano que era
muy articulado desde los doce meses y era casi el que mandaba en casa…
Más tarde descubrimos que tenía un desorden del aprendizaje. Una veci-
na terapeuta del lenguaje me lo había dicho varias veces, pero yo no le hice
caso… Arthur era pequeño y flaco y su hermano fuerte y grande… (Shneid-
man, 2004, p. 24 y ss.)
A juzgar por las entrevistas con el terapeuta, el padre y el hermano, Arthur con-
siguió identificar los motivos del resentimiento que les guardaba y redefinir los
respectivos vínculos de manera más saludable, lo cual le dio unos cuantos años
92
El suicidio: la perspectiva de la Clave Emocional.
de aparente felicidad; pero sus graves dificultades con sus parejas habrían su-
gerido al observador atento que debajo de dicha felicidad subsistía una bomba
de tiempo, un núcleo desconfirmado de afecto y respeto en el contexto de las
relaciones con las mujeres que, desgraciadamente, no logró individualizar, ver-
balizar y tramitar antes de que su vergüenza se impusiera porque, al nacer del
doble vínculo, era invisible. En efecto, ¿cómo enfadarse con una madre tan ab-
negada ante un hijo tan “patológicamente sensitivo”?3
93
MOSAICO 75
rándola o desalojándola con tanta más violencia cuanto más palpable es. De ahí
que sea incapaz de integrar el afecto o el respeto de sus allegados por más que
insistan: como no puede creer que los merece, los neutraliza y no llegan a nu-
trirlo. La vergüenza opera como un filtro, impidiéndole tanto revelar los aspectos
desconfirmados de su identidad de forma que puedan ser redimidos, cuanto
fiarse del afecto o respeto de los demás, encerrándolo en una prisión autorre-
ferencial inextricable (Ugazio, 2001); es esta prisión lo que un terapeuta puede
confundir con “narcisismo”.
Por ende, la terapia no se orienta a compensar una carencia, sino a transpa-
rentar una mistificación; no únicamente recalificar, sino reconfirmar la faceta
deslegitimada de la experiencia, devolviéndola a la realidad. Sólo entonces, ha-
biéndose quitado el velo impuesto por su familia (Laso, 2006), puede el pacien-
te incorporar el afecto o el respeto que ahora siente merecer. Hacer evidente el
sutil mensaje de desprecio y sus consecuencias legitima la experiencia del pa-
ciente, borrando su íntima sensación de inadecuación; la parte que hasta ahora
ha intentado exorcizar por tóxica se le revela como fundamental y aceptable en
la medida en que las figuras que lo despreciaron doblevincularmente admitan
haberlo hecho y prometan con honestidad reparar el daño. La reparación es la
manera más directa y potente de cambiar la sensación de sí: la posición retóri-
ca internalizada del padre (por poner el caso) no puede sino ablandarse cuando
escucha al padre en persona reconociendo sus errores y prometiendo enmen-
darlos en lo sucesivo, así como no puede sino ser reemplazada por una más
afectuosa si el padre, en efecto, los enmienda. A este respecto, una técnica es-
pecialmente útil es la “mochila” de Canevaro (2012).
Este proceso de legitimar la mutua experiencia se denomina en la Clave Emo-
cional “honrar la necesidad en el contexto de la relación” y es la base de todo
cambio terapéutico. El terapeuta propicia el cambio de la sensación de sí del
paciente honrando la necesidad que le subyace momento a momento; esto es,
siguiendo el principio de que toda emoción responde a una necesidad todavía
no honrada en la relación y de que cuando ésta es legitimada la emoción se
transforma permitiendo entonces la mutua satisfacción. Incluso la vergüenza,
por atroz y desgarradora que sea, responde a una necesidad: mantener un vín-
culo con las figuras de referencia para la identidad de la persona; y es sólo re-
conociendo la legitimidad de esta necesidad que la vergüenza cede el paso a
la redefinición saludable de la relación. En otras palabras, el terapeuta en Cla-
ve Emocional no trabaja conectando a los miembros de la familia entre sí, sino
conectando a cada uno consigo mismo, con las facetas deshonradas de su ex-
periencia, en el contexto de la relación con los otros4, para que puedan por fin
conectarse auténtica e íntegramente entre todos. O, en los términos de la teoría,
“sólo participando de mí mismo puedo participar de y con otros”.
4
Técnicamente, esto la acerca más al trabajo pionero de Virginia Satir (1983) que a las “terapias enfocadas en la
emoción” (Johnson, 2004).
94
El suicidio: la perspectiva de la Clave Emocional.
Y esto nos conduce al siguiente y último punto. La duda del suicida, si su vida
vale o no la pena, si tiene o no sentido, es existencial: por ende, sólo puede satis-
facerse con una respuesta igualmente existencial. El terapeuta no puede evadir
su responsabilidad de encontrarse con el paciente en este terreno; las técnicas
o protocolos deben ser mapas que desbrocen el camino y no subterfugios para
evitar explorarlo; las teorías deben abordar la pregunta por el sentido en vez de
ignorarla o dejarla pendiente; deben señalar con claridad cómo y por qué vale la
pena vivir, de un modo que insufle esperanza en el paciente y compasión al te-
rapeuta (Kelly, 1962). Así, es preciso aceptar que el trabajo con el paciente sui-
cida tiene un inescapable componente espiritual (o trascendente, si se prefiere
un término sin connotaciones metafísicas o denominacionales); hecho evidente
al reparar en que estamos, literalmente, ante una decisión de vida o muerte. Y
esta decisión no nos puede ser ajena, ni como terapeutas ni como seres huma-
nos; al contrario, la tomamos día tras día, hora tras hora, en la medida en que
hacemos cosas que nos vivifican o nos esclerotizan.
Desde la Clave Emocional, la misma naturaleza humana, su esencia de perso-
na, apunta a la trascendencia; o lo que es lo mismo, para mantenerse como una
persona, para avivar su vitalidad, el ser humano debe participar activamente de
algo que vaya más allá de su yo y su limitada esfera de intereses (máxime en las
culturas afectadas por el neoliberalismo). La Clave Emocional sostiene que estar
vivo es participar y dejar de participar es (empezar a) morir, principio del cual la
dinámica suicida es una evidencia tan atroz como perentoria. Y si cualquier ser
vivo, por el mero hecho de serlo, ha de participar del universo mediante el cons-
tante intercambio de insumos, energía y deshechos, el ser humano, por el me-
ro hecho de ser persona, ha de participar además de una comunidad, de una
cultura, de una tradición que enmarca las relaciones y diálogos que entabla, de
unas normas morales con las que los demás y él mismo juzgarán su proceder,
de los flujos de afecto y respeto que sustentan la historia de la especie.
En el fondo, esta respuesta no es otra cosa que la teoría de sistemas llevada
a su lógica conclusión: si el universo está compuesto de sistemas imbricados,
superpuestos e interdependientes configurando el orden que Bateson llamara
“lo Sagrado” (Bateson y Bateson, 1989), vivir es participar armoniosamente de
dichos sistemas; y cuanto menos se participe más cerca se está de la muerte
(Skolimowski, 2016). Las que Joiner reconoce como “necesidades”, el ser com-
petente (y no una carga) y el ser aceptado (y no desterrado), son mucho más
que eso y atañen a la médula misma de lo que es la condición humana: son las
dos dimensiones sobre las que se despliega la participación humana en la exis-
tencia, denominadas en Clave Emocional “agencia” y “comunión” respectiva-
mente (Laso, 2017, 2018, en prensa).
La agencia atañe al “esfuerzo por dominar el entorno, por reafirmar al sí-mis-
mo, por experimentar la sensación de competencia, logro y poder” y la comu-
95
MOSAICO 75
96
El suicidio: la perspectiva de la Clave Emocional.
2. C
uya base es la vergüenza, consistente a su vez en una capa de miedo a
que se confirme la autoimagen sesgada que justifica un núcleo de auto-
desprecio;
3. D
icha imagen o sensación de sí fue instalada por mensajes despreciativos
y doblevinculares de una o más figuras de apego (casi siempre primaria) y
es corroborada a diario por el diálogo interno con el “coro griego” que re-
presenta la voz internalizada de dicha figura;
4. E
l desprecio de los allegados y el autodesprecio de sus posiciones retóricas
internalizadas, junto con la estructura mistificadora (doblevincular) de los
mensajes originales, no sólo frustraron, sino que deshonraron las necesi-
dades de afecto y respeto de la persona (haciéndola creer no únicamente
que no puede recibirlos, sino que no los merece, no existen o no debería
necesitarlos); esto es, desconfirmaron su experiencia emocional –así como
la persona se desconfirma día a día en su fuero interno;
6. A
l no poder honrar su necesidad tampoco puede satisfacerla: por mucho
que se esfuercen sus seres queridos, la persona no da crédito a sus pro-
testas de amor y respeto;
7. P
or lo que el terapeuta debe en definitiva desmistificar, explorando la histo-
ria vincular para reconfirmar sus facetas negadas, facilitando que la perso-
na pueda plantear abierta y asertivamente sus necesidades a sus allegados
y legitimarlas en sí misma, honrándolas en el contexto de cada relación,
97
MOSAICO 75
8. D
isolviendo, por fin, la sensación de sí de vergüenza en el seno del afecto
y el respeto y abriéndose a participar plenamente del universo al que per-
tenece.
La intervención ha de seguir este mismo orden paso a paso, empezando por re-
ducir el dolor psíquico quitándole su ubicuidad y fomentando que la persona se
distancie de él. Se trata de un paso necesario porque en él estriba la posibilidad
de que el paciente abrigue cierta esperanza que lo disuada de una nueva ten-
tativa mientras prosigue la terapia; pero no suficiente, porque la tentación sui-
cida sólo desaparecerá cuando la vergüenza ontológica sea reemplazada por el
afecto y el respeto. Una de las técnicas más simples es la propuesta por Joiner
(2005): rastrear minuto a minuto la intensidad del dolor psíquico en una esca-
la de 1 a 10 en un plano cartesiano donde las abscisas corresponden al tiempo
y las ordenadas a la intensidad. Con hacerlo por cinco minutos, la persona se
da cuenta de que el dolor no es inexorable ni constante, sino que viene y va en
oleadas por sí solo, lo que le permite imaginar un futuro libre de sufrimiento, le
brinda un atisbo de esperanza y, lo que es más importante, comienza a separar
la vergüenza del self, abriendo la puerta a su eventual cuestionamiento y trans-
formación. En este paso y a lo largo de todo el proceso, el terapeuta debe man-
tenerse alerta a cualquier señal de retroceso, distanciamiento o evasión del pa-
ciente, recordando que la misma naturaleza de su dolor psíquico, la vergüenza,
le priva de transparentarlo en su totalidad; debe, asimismo, estar preparado pa-
ra sucesivas “revelaciones” de las capas de la vergüenza a medida que supera
las defensas del paciente y se gana su confianza.
Esto es el principio de un proceso tanto más prolongado y tortuoso cuanto
más acendrada y soterrada sea la vergüenza. De aquí en adelante, el terapeuta
debe ante todo no caer en la trampa de la mistificación: debe aferrarse con te-
nacidad a la convicción de que el autodesprecio, corazón de la vergüenza del
paciente, se ha originado en sus relaciones vinculares primarias y secundarias
y no en el supuesto defecto genético, congénito o de carácter que éste se atri-
buye. Sin importar por dónde empiece (los eventos desencadenantes del último
intento, por ejemplo, o la ideación presente, o sus relaciones afectivas, etc.), el
terapeuta ha de hacer aflorar la vergüenza para,
acogiéndola no sólo empática sino comunalmente,
A continuación, se propone un articular sus contenidos, los motivos por los que el
itinerario que el terapeuta debe paciente se autodesprecia, con el fin no tanto de
adaptar a las características de evaluarlos racionalmente, sino de identificar las re-
cada paciente; las técnicas son laciones en las que fueron instalados y las necesi-
intercambiables siempre y cuando dades que se deshonraron para ello. b
satisfagan los objetivos, en especial En principio, cualquier técnica que ayude a
el de honrar la necesidad en el identificar el “coro griego” interno y diferenciarlo
contexto de la relación. de la doblegada voz del paciente puede ser de uti-
lidad; por ejemplo, la silla vacía guestáltica (Green-
98
El suicidio: la perspectiva de la Clave Emocional.
99
MOSAICO 75
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102
El suicidio: la perspectiva de la Clave Emocional.
103
MOSAICO 75
Resumen.
De las múltiples prácticas sociales/culturales que convocan a la red social
personal más cercana, todos los ritos colectivos en torno a la muerte de un
miembro de la red individuo tienen lugar post-mortem. Una oportunidad
excepcional (en el sentido etimológico del término) la ofrece el proyecto de
suicidio racional (así como otras situaciones terminales) en personas lúcidas, que
proveen la opción insólita de organizar una reunión en la cual todos, quien va a
morir inminentemente, su familia y sus amigos cercanos puedan intercambiar
abrazos y cariños. En condiciones adecuadas, el impacto emocional tanto en el
sujeto como en su red es extremadamente enriquecedor, así como desmitificador
de los tabúes de silencio y distancia ante la muerte.
Palabras clave.
Suicidio racional, red social, despedidas, celebración.
104
Fiesta de despedida y celebración de la vida. Gran oportunidad que ofrece la decisión de suicidio racional.
Abstract.
Of the multiple social/cultural practices that mobilize and triggers a gathering of the personal social
network, the collective rites around death take place only post-mortem. Terminal lucid patients who
are planning a rational suicide have an unusual opportunity, namely, to organize –with the help of
close others– a social gathering that would allow everybody, the individual and his/her family and
friends, to jointly exchange expression of love and reciprocal appreciation in a context of celebration
of life. Under the right conditions, the emotional impact of that celebration on both the subject and
their network is extremely enriching, as well as demystifying of the social and personal taboos of
silence and distance vis-à-vis death.
Key words.
Rational suicide, social network, farewells, celebration.
105
MOSAICO 75
Muchas de esas actividades tribales han sido incorporadas como actividad nor-
mativa de la cultura regional o nacional y capturadas desde hace siglos por el
establishment religioso, transformándolas en actos híbridos de sumisión a la
deidad, o al menos de devoción a la cultura, a la vez que tribales, hasta el punto
de que es difícil desglosar cuánto de los actos rituales están al servicio de cuál
de las fuerzas que los disputan: los derechos individuales (del sujeto en cues-
tión, de sus futuros deudos2), los intereses religiosos y políticos asociados, las
normas jurídicas3.
Además, por cierto, las normas y los rituales que las recuerdan evolucionan con
el tiempo. Así, por ejemplo, la incineración/cremación de cadáveres, ha pasado
en pocos siglos de ser reservadas a brujas y heréticos a ser aceptadas por ra-
zones prácticas y económicas: los cementerios están ya atiborrados y además
cuesta más (a la familia) enterrar que cremar a un difunto.
Otro ejemplo, más pertinente al eje temático de este volumen, es el caso de las
prácticas de ayudar a morir a pedido de personas I. cuya muerte es inminente,
II. cuyo juicio se mantiene intacto, y III. cuya calidad de vida les es o les será
inminentemente intolerable, sea por dolor permanente e intenso o restricciones
físicas irreversibles. Esas prácticas han existido sub-rosa probablemente desde
tiempos inmemoriales. Si bien la resistencia y oposición del establishment ha
sido firme a través del último milenio, en este último medio siglo han surgido
ciertas señales de una relajación de la prohibición y un pasaje progresivo a la
tolerancia vigilada. Tal es el caso de la prescripción de mantener a la gente viva
2
Deudos es una palabra interesante cuyo origen latino, debita, alude a las obligaciones que los circundantes han
contraído con el finado, otra palabra interesante también derivada del latín en referencia a quien llegó a la finis de
su vida, si bien de uso más basto (del latín vastus, tosco, grosero) que, por ejemplo, difunto (del latín defunctum,
terminado, muerto.) Merece preguntarse, ¿cuál es la deuda de los vivos para con el muerto? Tal vez el estar vivos (como
si la vida fuera una esencia finita que usamos a costa de otros que dejan de usarla), tal vez el aplacar a las ánimas
del difunto (potencialmente peligrosas en tantas religiones y tantos cuentos terroríficos para niños), tal vez alguna
cuenta no saldada en los debes y haberes de la relación entre nosotros y el muerto (por ejemplo, hay solo contadas
ocasiones sociales en las que nos permitimos abrir nuestro corazón para expresar en vida nuestro cariño por el otro y
agradecer su parte en enriquecer nuestras vidas), o para enmendar deudas y limpiar resentimientos y ambivalencias.
3
Listar ejemplos de rituales nos fuerza a una selección incompleta, sesgada por nuestras culturas y acotada por nuestra
ignorancia: los bautismos en la fe cristiana, el Brit Mila
106
Fiesta de despedida y celebración de la vida. Gran oportunidad que ofrece la decisión de suicidio racional.
[circuncisión ritual en familias judías religiosas], al Aqiqah [sacrificio de animales y distribución de las partes entre
los necesitados de la fe islámica]; festividades hibridas religiosas/laicas tal como la primera comunión católica, el Bar
y Bat Mitzwa de la fe judía, la mutilación genital femenina frecuente en el noreste de África, la fiesta quinceañera de
América Central y parte del Sur, el Rumspring de los Amish, los rigurosos rituales Masai para varones, el intercambio
de anillos, la fiesta de compromiso [vehículo para que las dos familias se conozca, interactúen y, a veces, negocien los
acuerdos de matrimonio, siguiendo estructuras más o menos formales según cultura, clase social, e influencia religio-
sa], la ceremonia hindú de Vagdanam, Sagai, Ashribaad, así como the Mangni islámico, según la región y las deidades
involucradas, en las que ambas familias se comprometen a la boda [hasta no hace mucho, primer encuentro cara a
cara de los prometidos]; los esponsales [muchos de ellos incluyendo un componente religioso que re-afilia a la pareja
a la sumisión a los dictámenes de las estructuras corporativas de sus respectivas deidades, y cuya fastuosidad mide,
o excede, el poder pecuniario de los progenitores]; “el velorio del Angelito” dedicado a bebés y niños pequeños de la
campiña hispano-americana; la práctica hindú, actualmente infrecuente, del Sati, a saber, la incineración de la viuda,
por voluntad propia o no, en la pira funeraria del marido muerto (el movimiento feminista hindú ha reclamado con toda
razón, pero sin mucho éxito, igualdad de acceso de género a esa práctica) y genéricamente, los velorios, es decir, vigilia
junto al muerto reciente y luego de su entierro, de duración y expresividad variada según distintas prácticas culturales/
religiosas y acceso económico, a veces silenciosos y a veces con plañideras estruendosas, a veces acompañados de
bebidas y comidas, y en ocasiones con desmanes inesperados, como el caso de algunos velorios Irlandeses en los que el
alcohol hace de las suyas y todos acaban cantando alabanzas y bailando alrededor del finado… y a veces aun cargando
con él en la danza.
4 A l respecto, ver una polémica entre Lockhandwala y Westefeld, 1998 y Maltsberger, 1998, ambos críticos de la opción,
y Mayo, 1998, en un respuesta sólida a los críticos.
107
MOSAICO 75
El tema de la muerte (así como el tema del sexo y del dinero) está rodeado de
tabúes sociales. A la manera de los chistes racistas, que solo pueden ser social-
mente aceptables si son contados por gente de esa raza, el tema de la muerte
suele ser traído a colación solo por aquellos cuya muerte les es previsible y cer-
cana, como los ancianos y los enfermos terminales. Y con frecuencia el tema es
bloqueado por quienes no pertenecen a esas categorías, como si el no hablar-
lo redujera la posibilidad de que ocurra. Un espacio de excepción es la sesión
terapéutica, la consulta médica (con profesionales iluminados) y, a veces, las
conversaciones íntimas entre amigos/cónyuges cercanos. En esos contextos, un
tema asociado al de la muerte es el del suicidio racional, tema con presencia en
la literatura profesional (entre muchos, Balasubramanian 2018; Dzeng y Panti-
lat 2018; Kleespies, Hughes y Gallacher, 2000; Pierre, 2015; Steinhauser et al.,
2001) y muy ocasionalmente en filmes (e.g., la producción canadiense Les In-
vasiones Barbares, 2003).
Las estadísticas acerca del suicidio asistido o voluntario son inexistentes o ses-
gadas en la mayor parte del mundo5. Pero si tomamos seriamente las estadís-
ticas de países con una legislación avanzada y tradición tolerante para con la
eutanasia y el suicidio asistido, las cifras no son deleznables6. Estas cifras acu-
mulan, con todo, la muerte por inacción (órdenes de “No resucitar”), muerte
facilitada de gente en coma permanente, y/o mantenidos vivos por medios arti-
ficiales, y otras categorías, así como el suicidio voluntario (asistido o no) de gen-
te dentro de los parámetros definidos tres párrafos mas arriba. Lo que sigue se
refiere a este último grupo.
5 L a tasa general de suicidios (cifras de 2019) en los Estados Unidos es de 14 por 100.000 individuos, y en España,
según la O.M.S. es 6 por 100.000, con gran variabilidad según las regiones.
6 C omo ejemplo: En Holanda, donde la eutanasia y el suicidio asistido esta permitido (¡y las estadísticas son confia-
bles!), 6.585 personas lo hicieron en 2017, un 4.4% del total de muertes para ese año (http://derechoamorir.org/
wp-content/uploads/2019/04/2018-Informe-anual-NL-2017-eng.pdf).
7
Tal como se describe fue el suicido de Sócrates quien, habiendo sido declarado culpable de corrupción de jóvenes y
otros cargos por un jurado de pares, rehusó otros castigos menos letales -por ejemplo, el destierro-, y eligió beber la
tisana mortal embebida en cicuta, lo que le dio la oportunidad de dictar su última lección ante sus discípulos.
108
Fiesta de despedida y celebración de la vida. Gran oportunidad que ofrece la decisión de suicidio racional.
suele generar un impacto poderoso en los más cercanos, y tal vez en todos, que
va desde imaginarse la anomia de ese momento (¿Qué o en quién habrá esta-
do pensando en ese momento? ¿Que habríamos querido decirle si hubiéramos
estado presentes para detenerlo?) hasta la frustración de los terceros, que que-
dan sin poder expresar sus sentimientos, sus afectos, sus recuerdos, tal vez su
agradecimiento previo para con el suicida, cuando no los argumentos en contra
de llevar a cabo ese acto tan drástico, tan final. En ciertos casos, con todo, ese
aislamiento social, esa anomia8, puede ser neutralizada sin violar la decisión ni
cambiar el acto suicida en sí mismo.
#1
8
El sociólogo Émil Durkheim (1897), referente original sobre el tema, en su estudio pionero sobre el suicidio (definido
como todas las causas de muerte que resultan, directa o indirectamente, de actos positivos o negativos de una víc-
tima que sabe que esa será la consecuencia), lo asoció a la anomia, es decir, la desafiliación social. Durkheim, cuyo
análisis se basó en estadísticas de la Alemania Imperial durante un periodo de gran industrialización, no solo legitimó
el tema como estudio científico, sino que generó enormes controversias al afirmar, estudiando las estadísticas de un
país protestante, belicoso y en rápido proceso de industrialización, que la proporción de suicidios era mayor entre los
protestantes que entre los católicos y los judíos, mayor en tiempos de paz que en tiempos de guerra, y asociado a la
alienación social de la naciente sociedad industrial. Ver también Thompson (1982).
9
Ciertos rasgos identificatorios han sido distorsionados con el objeto de preservar el anonimato de los sujetos.
109
MOSAICO 75
10
Merece que aclare que, en nuestras sesiones, nunca noté malignidad alguna en sus planes de suicidio, sino una trans-
parencia no exhibicionista: no había “destinatarios del mensaje,” o mención de gente que se pudiera sentir culpable
de su muerte voluntaria, ni tampoco auto-lamentaciones. El proyecto de suicidio había sido ya conversado con sus
hijos y con un par de amigos y había recibido el apoyo o al menos la comprensión de todos. Su testamento y arreglos
post mortem eran claros y no sobrecargaban a nadie. No detecté impulsividad ni rasgos psicopatológicos alarmantes.
Si bien su filosofía de vida contenía un matiz melancólico, Úrsula no presentaba signos clínicos de depresión clínica:
no estaba abrumada, ni pensaba que el mundo funcionaría mejor sin ella, ni que ella era culpable de algo que mere-
cería castigo, temas frecuentemente asociados con un diagnóstico clínico preocupante.
110
Fiesta de despedida y celebración de la vida. Gran oportunidad que ofrece la decisión de suicidio racional.
111
MOSAICO 75
#2
112
Fiesta de despedida y celebración de la vida. Gran oportunidad que ofrece la decisión de suicidio racional.
113
MOSAICO 75
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Thompson, K. (1982). Emile Durkheim. London: Tavistock Publications.
114
Famílias sinalizadas à Comissão
de Proteção de Crianças e Jovens
de Oeiras. Perceções sobre o seu
Funcionamento Familiar. Tomás Lopes.
Mestre em Psicologia.
CPCJ de Oeiras
Patrícia Cruz.
Mestre em Psicologia.
CPCJ de Oeiras.
Luísa Carrilho.
Doutorada em Psicologia.
Psicoterapeuta Psicanalista.
Terapeuta Familiar.
CPCJ de Oeiras.
lcarrilho@gmail.com
Resumo.
O presente estudo tem como objetivo analisar as perceções que os Palavras chave.
Perceções,
diferentes elementos das famílias sinalizadas à Comissão de Proteção Coesão,
de Crianças e Jovens (CPCJ) de Oeiras têm sobre o seu funcionamento Flexibilidade,
familiar. O protocolo de investigação aplicado contemplou um questionário Comunicação
Familiar,
sociodemográfico e as escalas da FACES-IV de Olson (2010). Satisfação
Os resultados obtidos sugerem que a maioria dos participantes Familiar,
CPCJ.
apresentam uma perceção das suas famílias como ligada, flexível e
com uma comunicação moderada. No referente à satisfação familiar
os jovens apresentam uma satisfação familiar baixa, tal como os
seus pais; contrariamente ao que acontece com as mães.
Estes resultados corroboram estudos efetuados no mesmo contexto
(CPCJ de Oeiras, 2016), em que os jovens já haviam identificado a
insatisfação face ao contexto familiar.
115
MOSAICO 75
Abstract.
This study aims to analyze the perceptions that different family members signaled
to the Oeiras Children and Youth Protection Commission have about their family
functioning. The research protocol applied included a sociodemographic ques-
tionnaire and the FACES-IV scales from Olson (2010).
The results suggest that most participants have a perception of their families as
connected, flexible and with moderate communication. Regarding family satisfac-
tion, these families’adolescents have low family satisfaction, as do their fathers;
contrary to what happens with their mothers.
These results corroborate studies conducted in the same context(CPCJ de Oeiras,
2016), in which adolescents had already identified dissatisfaction with their family
context.
Key words.
Perceptions, Cohesion, Flexibility, Family Communication, Family Satisfaction,
Children and Youth Protection Commission.
Introdução.
A família enquanto sistema, conjunto de elementos em interação, tem sempre
de ter em conta as necessidades individuais de cada elemento do agregado fa-
miliar (Sampaio, 2014), ainda que as formas de ser família tenham vindo a so-
frer alterações, nomeadamente ao nível da sua estrutura e no modo como são
vivenciadas pelos sujeitos (Carrilho, 2000).
Ao considerarmos a família como um sistema em que os indivíduos são os
elementos, e as relações, as interações que nele ocorrem, as estruturas inter-
pessoais e as dinâmicas emocionais constituem-se como contributo para este
sistema, sem desprezar a importância fundamental de integrar a informação re-
cebida do exterior.
Nas famílias com adolescentes, a rigidificação, que pode conduzir a uma es-
tabilidade excessiva, requer ajustamentos, dado que se verificam imensas mu-
danças nos elementos adolescentes, requerendo por isso mudanças no próprio
sistema (Carrilho, 2000). “Os papéis na família resultam da necessidade de atri-
buir aos elementos que a constituem, tarefas de desenvolvimento familiar, rela-
cionadas com a proteção, crescimento e autonomização dos elementos da fa-
mília. Estes papéis deverão, tanto quanto possível, adaptar-se ao momento que
a família vive, de acordo com o seu ciclo vital e com os seus antecedentes his-
tóricos. Esta adaptação permitirá um equilíbrio, que auxilia a evolução e a con-
servação da família” (Carrilho, 2000, p. 249).
Quando o padrão parental não acompanha a evolução do sistema, surgem os
conflitos.Se em determinadas famílias os limites são claros, noutras são excessi-
vamente rígidos o que dificulta a comunicação; noutras o excesso de permeabi-
lidade torna difusa a diferenciação. Minuchin (1982), tendo em conta os limi-
tes da família, considerou uma tipologia familiar que vai de emaranhada - com
116
Famílias sinalizadas à Comissão de Proteção de Crianças e Jovens de Oeiras. Perceções sobre o seu Funcionamento...
Olson (1979, 1982, 1985, 1986) considera no seu modelo as seguintes dimen-
sões: Coesão, Flexibilidade, Comunicação e Satisfação Familiar.
Entende-se por coesão familiar a ligação emocional que os membros da famí-
lia têm entre eles (Olson, 2000; Olson et al., 1983).
Nos artigos iniciais de Olson era utilizado o termo adaptabilidade para definir
a flexibilidade do sistema familiar e a sua capacidade de mudança em relação
à liderança, aos papéis familiares e às regras de relação, em resposta ao stress
situacional e desenvolvimental (Olson, 2000; Olson et al., 1983). O autor (1994)
substituiu o termo adaptabilidade por flexibilidade, pois este era confundido
com adaptação, que é descrita geralmente como uma dimensão linear.
A comunicação familiar entre os vários membros da família é considerada co-
mo facilitadora ou não, interferindo na coesão e flexibilidade (Olson, 2000; Ol-
son e Gorall, 2003; Olson et al., 1983).
Por último, Olson (2004) define a satisfação familiar como o grau em que os
membros da família se sentem felizes e satisfeitos uns com os outros. A defi-
nição operacional inclui as três dimensões associadas com o Modelo Circum-
plexo, ou seja, a coesão, a flexibilidade e a comunicação familiar.
Face à complexidade dos sistemas familiares e no sentido de melhorar a efi-
cácia das CPCJ’s, bem como do próprio sistema de proteção de crianças e jo-
117
MOSAICO 75
Objetivo.
O estudo que aqui se apresenta tem como principal objetivo avaliar a perceção
que os jovens que foram sinalizados à CPCJ de Oeiras, com as seguintes tipolo-
gias de perigo: comportamentos graves antissociais ou indisciplina, abandono/
absentismo escolar negligência e bullying (agressor), e os respetivos progenito-
res têm sobre o seu funcionamento familiar.
Método.
Amostra.
118
Famílias sinalizadas à Comissão de Proteção de Crianças e Jovens de Oeiras. Perceções sobre o seu Funcionamento...
No referente ao agregado familiar destes jovens, verifica-se que 25% dos jovens
habitavam com a mãe e os irmãos e 25% residiam com a mãe, pai e irmãos,
respetivamente. Os restantes jovens (50%) viviam com a mãe, padrasto e ir-
mãos, ou avós e tios.
Os participantes jovens frequentavam diferentes níveis de escolaridade, do 5º
ao 10º ano. Assim, dois jovens frequentavam o 5º ano, quatro o 6º ano, sete o
7º ano, três o 8º ano, um o 9º ano e três o 10º ano. A maioria (55%) dos jovens
da nossa amostra reprovou pelo menos um ano escolar, sendo o 7º ano o que
apresenta maior número de reprovações.
Relativamente ao estado civil dos progenitores dos jovens, observou-se que
três mães eram casadas, seis solteiras e sete divorciadas; dois pais eram casa-
dos e divorciados, respetivamente, e um solteiro. Duas mães e dois pais, não
responderam à questão.
As mães tinham idades compreendidas entre os 27 anos e os 58 anos, com
uma média de 42.28 e com um desvio-padrão de 8.379. A média da idade dos
pais, entre os 33 anos e os 62 anos, era 46.86, com um desvio-padrão de 8.896
(cfr. Tabela 2).
119
MOSAICO 75
te, uma mãe trabalhava como assistente operacional, auxiliar de ação médica,
empregada de refeitório, médica, professora, respetivamente; dois pais trabal-
havam como motoristas e um pai era empregado de balcão, engenheiro e ge-
rente de um café, respetivamente. Sendo que duas mães estavam desemprega-
das e uma era reformada.
Instrumentos.
Coesão.
Existem cinco níveis de coesão: desagregada (P0 a P15), algo ligada (P16 a P35),
ligada (P36 a P65), muito ligada (P66 a P85) e aglutinada (P86 a P100). Os níveis
centrais de coesão, algo ligada, ligada e muito ligada são os mais equilibrados,
sendo que contribuem para um bom funcionamento familiar. Pelo contrário, os
níveis extremos, desagregada e aglutinada, são geralmente problemáticos para
os relacionamentos a longo prazo (Olson, 2000; Olson et al., 1983). Quando os
níveis de coesão são muito altos, ou seja, família aglutinada, há muito consenso
e pouca independência; no sistema oposto, na família desagregada, os mem-
bros fazem as suas próprias coisas, com apego limitado ou compromisso com a
sua família (Olson, 2000).
120
Famílias sinalizadas à Comissão de Proteção de Crianças e Jovens de Oeiras. Perceções sobre o seu Funcionamento...
Flexibilidade.
Olson (2004) considerou cinco níveis na flexibilidade: rígida (P0 a P15), algo flexí-
vel (P16 a P35), flexível (P36 a P65), muito flexível (P66 a P85) e caótica (P86 a P100).
Tal como na coesão, os níveis centrais de flexibilidade (algo flexível, flexível e
muito flexível) são mais propícios ao adequado funcionamento familiar e os ní-
veis extremos (rígida e caótica) são os mais problemáticos para as famílias (Ol-
son, 2000; Olson et al., 1983).
Comunicação.
Satisfação familiar.
Procedimento.
121
MOSAICO 75
Utilizou-se o programa Statistical Package for the Social Sciences (IBM SPSS
–StatisticsVersion 25) para se efetuar a análise de dados.
Resultados.
122
Famílias sinalizadas à Comissão de Proteção de Crianças e Jovens de Oeiras. Perceções sobre o seu Funcionamento...
123
MOSAICO 75
Discussão.
Bibliografía
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124
Famílias sinalizadas à Comissão de Proteção de Crianças e Jovens de Oeiras. Perceções sobre o seu Funcionamento...
125
MOSAICO 75
126
y más...
Cómo enseñar terapias minoritarias
en Psicología.
Uso problemático de las TIC:
Análisis de las experiencias de
profesionales en terapia familiar.
Técnicas circulares redefinidoras
en terapia individual,
de pareja y familia.
127
MOSAICO 75
Palabras clave.
Relación de ayuda;
terapia narrativa;
entrenamiento.
Abstract.
This article aims to contribute to the training
of new therapists by describing the different
categories of narrative therapy questioning. The
transcription of a narrative therapy consultation
illustrates the type of questions that are asked
in the different maps and leads to a proposal of
practical exercises that facilitate the assimilation
of skills of university teaching students.
Key words.
Help relationship; narrative therapy; training.
128
Cómo enseñar terapias minoritarias en Psicología.
Introducción.
La terapia narrativa de Michael White y David Epston ha bebido de la fuente de
autores como Barbara Myerhoff (1982), en relación con las ceremonias de defi-
nición; Clifford Geertz (1988), sobre las descripciones ricas de las historias; Er-
ving Goffman (2001), en relación con los desenlaces inesperados que contrapo-
nen la historia dominante; Gilles Deleuze (2002), sobre la práctica de lo ausente
pero implícito; Gregory Bateson (1972), en relación con la teoría de sistemas y
cibernética; Jacques Derrida (1998), sobre el concepto de la deconstrucción;
Jerome Bruner (1986), en relación con el panorama de la acción y el panora-
ma de conciencia que tiene lugar en el discurso; Kenneth Burke (1945), sobre
la estructura del relato; Lev Vygotsky (1986), sobre la zona de desarrollo proxi-
mal; Michael Foucault (1966), sobre el conocimiento como poder; Paul Ricoeur
(1999), en relación con la re-interpretación como herramienta para elaborar
nuevos relatos; Victor Turner (1969), sobre los ritos de pasaje y; William James
(1989), sobre el flujo de conciencia.
La influencia de la antropología interpretativa; la filosofía francesa post estruc-
turalista; la psicología cultural o la psicología no estructuralista, entre otras apor-
taciones que enriquecieron la mirada de la terapia narrativa, confluyeron en la
primera aproximación que Michael White efectuó en el contexto médico y psi-
quiátrico para el tratamiento de la encopresis (White, 1984). Sin embargo, ade-
más de la manifiesta utilidad de la terapia narrativa en el ámbito sanitario, en la
actualidad ha demostrado ser de interés en diferentes contextos profesionales
que abogan por la relación de ayuda.
Entre las últimas contribuciones de Michael White, se encuentra el libro de
Mapas de la práctica narrativa (White, 2016) que, de modo transversal, el pre-
sente artículo ha utilizado para guiar la adquisición de aprendizajes de cómo ha-
cer terapia narrativa en la enseñanza universitaria.
Método.
129
MOSAICO 75
Resultados.
Conversaciones de externalización.
130
Cómo enseñar terapias minoritarias en Psicología.
131
MOSAICO 75
Conversaciones de re-autoría.
132
Cómo enseñar terapias minoritarias en Psicología.
V- Sí, sí. Además, estos son amigos nuestros desde que íbamos al co-
legio.
Comentario: Panorama de la identidad.
C- O sea, ¿es una amistad profunda?
V- Sí, sí, sí. Desde hace mucho tiempo.
C- ¿Y para ti esto es valorable, que te vayan a ver, que te cuiden, que
estén contigo…?
V- Sí, sí, sí.
Comentario: Panorama de la identidad.
133
MOSAICO 75
Conversaciones de re-asociación.
Según White (2016), “estas conversaciones pueden servir de antídoto para los
entendimientos de identidad que permean la cultura occidental contemporánea
y que tanto aíslan a las personas” (p. 192). Dicho mapa, nació de la metáfora
de re-asociación de Myerhoff (1982).
134
Cómo enseñar terapias minoritarias en Psicología.
tu vida para que este valor sea tan importante para ti en general y, en par-
ticular, en tu trabajo.
1. Observamos lo que esta persona contribuye a tu vida: Cuéntame
una historia de vuestra relación. ¿Qué vio esta persona en ti que
otros quizás no vieron?
2. Observamos lo que contribuye a tu identidad: ¿En qué te ayudó a
clarificar ideas? ¿Cómo te hizo pensar y sentir en relación a ti mismo?
3. Observamos lo que tú contribuyes a su vida (desarrollo, manteni-
miento): ¿qué crees que significó para esta persona estar relacio-
nada contigo? ¿En qué forma (honraste) mostraste respeto hacia lo
que aportó a tu desarrollo personal o profesional?
4. Observamos lo que tu contribuyes a su identidad: Por valorar aque-
llo que te ofrece la figura o el concepto, ¿en qué forma imaginas que
le influenciaría a tener un mayor compromiso en la vida? ¿En qué
forma diferente (especial) se ve a sí misma esta persona por haber
estado relacionada contigo?
Efectos de la contribución (en las dos direcciones) en la realidad diaria:
¿en qué forma crees que se perpetúa esta influencia mutua?
De acuerdo con White (2016), “estas conversaciones permiten que las personas
redefinan sus relaciones con otras en modos en que se reconocen las voces de
cada cual en el desarrollo de un sentido de identidad propio” (p. 196).
135
MOSAICO 75
136
Cómo enseñar terapias minoritarias en Psicología.
Conversaciones de andamiaje.
137
MOSAICO 75
138
Cómo enseñar terapias minoritarias en Psicología.
Discusión.
139
MOSAICO 75
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140
Uso problemático de las TIC:
Análisis de las experiencias de
profesionales en terapia familiar.
M. Martínez-Zuccardi.
Psicóloga Sanitaria y Máster en
Terapia Familiar Sistémica
(Universitat Ramon Llull).
Contacto: mmzuccardi@gmail.com
C. Günther Bel.
Facultat de Psicologia, Ciències de
l’Educació i de l’Esport Blanquerna,
Universitat Ramon Llull.
Palabras clave.
Tecnologías,
terapia familiar
sistémica,
paciente
identificado.
Resumen.
La incorporación de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC)
ha marcado un salto cualitativo a nivel social. La literatura científica acerca del
uso problemático de las TIC aumenta considerablemente, así como la demanda
asistencial, ambas centradas en variables individuales del Paciente Identificado
(PI). El objetivo del presente estudio fue explorar y analizar la experiencia clínica de
terapeutas familiares acerca del uso problemático de las TIC. Para ello, se entrevistó
a seis terapeutas familiares con experiencia clínica en la temática. Siguiendo
un diseño cualitativo, se realizó un Análisis Temático de las transcripciones
de las entrevistas. Los resultados permiten identificar tres grandes temas: (1)
Demanda, con tendencia inespecífica y enfocada en el hijo o la hija como PI; (2)
Características Relacionales, con dificultades a nivel de Parentalidad en la puesta
de límites y la comunicación familiar; (3) Intervención, incluyendo el trabajo a nivel
familiar. Los resultados son coherentes con la literatura consultada, además aportan
información para ampliar la conceptualización desde una mirada relacional.
141
MOSAICO 75
Abstract.
The incorporation of Information and Communication Technologies (ICT) has marked a qualitative
social leap. The scientific literature about the problematic use of ICTs increases considerably as well
as the demand for care, both focused on individual variables of the Identified Patient (PI). The aim
of the present study was to explore and analyze the clinical experience of family therapists about
the problematic use of ICT. For this purpose, six family therapists - chosen intentionally for the
research - were interviewed, of whom 3 were men and 3 women, all with clinical experience in the
subject. Following a qualitative design, a Thematic Analysis of the transcripts of the interviews was
carried out. The results allow the identification of three major themes: (1) Demand, with non-specific
tendency and focused on the son or daughter as PI; (2) Relational characteristics, with difficulties at
the Parenting level, in setting limits and family communication; (3) Intervention, including the family.
The results are consistent with the literature consulted and also provide information to broaden the
conceptualization from a relational perspective.
Key words.
Technologies, systemic family therapy, identified patient.
Introducción.
La rápida incorporación de las Tecnologías de la Información y la Comunicación
(TIC) ha ido acompañada de una creciente preocupación por parte de padres
acerca del uso que sus hijos hacen de internet y dispositivos electrónicos (Ma-
talí-Costa, Serrano-Troncoso, Pardo, Villar, & San, 2014). Prensky (2001) llamó
nativos digitales a los jóvenes que forman parte de la primera generación que
nació en el marco de una sociedad digital, utilizando el lenguaje de los ordena-
dores, videojuegos e internet. Sus padres, inmigrantes digitales, tienen el desa-
fío de adaptarse a una realidad cambiante, aprender el lenguaje digital y educar
a sus hijos en un contexto novedoso y estimulante (Prensky, 2001), por lo cual,
la convivencia entre nativos digitales e inmigrantes digitales puede no ser fácil.
Para Mastropaolo (2013) las relaciones interpersonales de los jóvenes son dis-
tintas a las que fueron usadas por los adultos en su juventud: “Los adultos no
pueden reconocer en los jóvenes los comportamientos de los que no guardan
memoria en su propio pasado: el adulto se siente turbado porque no controla el
fenómeno” (2013:17).
La Organización Mundial de la Salud (WHO, 2018) ha presentado la undéci-
ma edición de la Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y Pro-
blemas Relacionados con la Salud (ICD-11, 2018) donde se incluye la categoría
diagnóstica Gaming Disorder, traducido al español como trastorno por videojue-
gos, refiriéndose al uso de videojuegos con o sin conexión a internet. Siguien-
do la línea del uso excesivo de videojuegos, Matalí et al. (2014) llevaron a cabo
un estudio en el Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona, donde diferenciaron
dos grandes grupos que propician un uso patológico de internet, siendo los vi-
deojuegos en línea los principales de la muestra. Por un lado, aquellos adoles-
centes que utilizan el juego a modo de refugio y por el otro, los que no lo uti-
lizan para refugiarse. Éstos últimos se caracterizan por un comportamiento de
142
Uso problemático de las TIC: Análisis de las experiencias de profesionales en terapia familiar.
143
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Metodología.
Diseño.
Para alcanzar los objetivos propuestos, se llevó a cabo un estudio cualitativo de
carácter exploratorio e inductivo. La estrategia inductiva nos permitió atender a
la emergencia de dimensiones y patrones a través del análisis de entrevistas, sin
presuponer con antelación cuáles serían las dimensiones importantes (Patton,
2002).
Participantes.
Siguiendo un muestreo de tipo intencional, se seleccionaron seis participantes
(n=6) de acuerdo con los siguientes criterios de inclusión: (1) tener formación
y experiencia clínica en Terapia Familiar Sistémica, (2) tener experiencia clínica
en relación a la problemática y haber visitado al menos un caso acerca del uso
problemático de las TIC. Finalmente, la muestra fue compuesta por tres hom-
bres y tres mujeres, con una media de edad de 50.17 años. Cinco tenían forma-
ción base en psicología y uno en psiquiatría. En el momento de las entrevistas,
todas las personas participantes estaban trabajando en el sector clínico público
y/o privado, con una media de 19.8 años de experiencia.
Recogida de datos.
Se realizaron entrevistas semi estructuradas de forma individual, con preguntas
abiertas que invitaron a los profesionales a expresar su experiencia clínica. Se
elaboró un guion de entrevista con preguntas agrupadas en tres grandes blo-
ques: (1) demanda; (2) características familiares (incluyendo diagnóstico rela-
cional, comunicación y problemáticas); (3) intervención terapéutica.
Procedimiento.
En una etapa preliminar, se llevó a cabo un primer contacto con terapeutas fa-
miliares para conocer su experiencia en el área clínica en relación al uso proble-
mático de las TIC, valorando el cumplimiento de los criterios de inclusión antes
detallados. En una segunda etapa, se realizó una entrevista individual que cons-
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Uso problemático de las TIC: Análisis de las experiencias de profesionales en terapia familiar.
tó de las siguientes fases: (1) explicación de los objetivos del estudio; (2) solici-
tud del consentimiento informado y (3) entrevista propiamente dicha. Las entre-
vistas tuvieron una duración media de 30 minutos aproximadamente y fueron
grabadas para su posterior transcripción y análisis.
Análisis de datos.
Las transcripciones literales de las entrevistas fueron analizadas siguiendo el
procedimiento de Análisis Temático descrito por Braun & Clarke, (2006).El aná-
lisis fue llevado a cabo por dos analistas que partieron de una perspectiva teó-
rico-metodológica acorde con la corriente sistémica. Para procurar el rigor en el
análisis, las dos analistas trabajaron en un proceso de revisión constante hasta
consensuar la categorización final de los datos. Asimismo, se siguieron el res-
to de criterios de calidad propuestos en la guía para la publicación de estudios
cualitativos en el ámbito de la psicología elaborada por Elliott, Fischer & Ren-
nie, (1999).
Resultados.
El análisis temático de las entrevistas realizadas a los terapeutas familiares per-
mitió identificar tres grandes temas relacionados con su experiencia cuando se
consulta por un uso problemático de las TIC: (1) Demanda, (2) Características
Relacionales, (3) Intervención. A continuación, se detallan los resultados y se
ofrecen ejemplos representativos para cada uno de los temas y subtemas. En
las figuras 1, 2 y 3 puede consultarse una representación gráfica de los resulta-
dos.
145
MOSAICO 75
el que estamos la demanda tiene que ver con la mala relación, pero a lo mejor
entonces aparece toda esta parte porque el niño está todo el día con las panta-
llitas, con el móvil, juegos, series básicamente adolescentes, con juegos o Face-
book. En niños más pequeños el tema del juego”.
Figura 1. Demanda.
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Uso problemático de las TIC: Análisis de las experiencias de profesionales en terapia familiar.
nicación (a nivel familiar, de pareja y con los hijos), entre las que se destacan
familias en las que existen pocos recursos para hablar y resolver los conflictos
de una manera sana; (2) Comunicación No-Emocional, caracterizada por una
escasa demostración afectiva a nivel familiar; (3) Comunicación Estereotipada,
centrada en aspectos negativos de los hijos/as, descalificaciones, escalada si-
métrica y dobles mensajes. La Participante Nº 5 ejemplifica las dificultades a
nivel de Comunicación Emocional diciendo: “Creo que no hay una comunica-
ción…Bueno creo que son familias que no se comunican demasiado. Que están
todos con sus aparatos y no hay muchos espacios donde contarse las cosas. Y
por tanto, tampoco hay comunicación a nivel emocional porque la tensión está
puesta en otro lugar”.
Por último, en cuanto al subtema de Límites, se identificaron tres tipos: Limi-
tes Escasos, Inconsistentes y Excesivos. El primero hace referencia a una cierta
negligencia parental, permitiendo un fácil acceso a la tecnología y la poca su-
pervisión de su uso. El segundo, tiene que ver con una falta de claridad en la
puesta de límites, caracterizada por una torpeza y falta de asertividad para limi-
tar el comportamiento de los hijos/as. Por último, un cierto Exceso en la pues-
ta de Límites a partir de castigos radicales difíciles de sostener y que generan
gran conflictividad familiar. Los participantes coinciden en la presencia de difi-
cultades parentales para sostener estos límites e incluso en la autorregulación
del propio adulto, siendo él mismo un ejemplo de utilización sana de las tecno-
147
MOSAICO 75
El último tema que emergió en el análisis está relacionado con las características
de la Intervención (Figura 3).
Los participantes coinciden en abrir el foco, teniendo en cuenta la situación
familiar y con ello, ampliando la conceptualización del caso más allá de la pro-
blemática presentada por el PI (sobre el cual se centra la demanda). Para ello,
destacan la importancia de observar e intervenir en el sistema familiar donde
existe elevado conflicto a nivel relacional. Los entrevistados coinciden en inter-
venir a nivel de parentalidad, reforzando una puesta de límites y comunicación
sana, para llegar a pactos claros con sus hijos (sobre todo en adolescentes, que
están en una etapa del ciclo vital con necesidades diferentes a las de la infan-
cia). Se subraya la utilidad de incluir estrategias recalificadoras, vinculadoras y
de aceptación. Asimismo, la importancia de observar e intervenir en el uso de
la tecnología por parte de todos los integrantes de la familia. Para ello, coinci-
den en la necesidad de crear una buena alianza terapéutica con cada uno y en
particular con el PI.
Figura 3. Intervención.
Discusión.
148
Uso problemático de las TIC: Análisis de las experiencias de profesionales en terapia familiar.
plia. Los resultados son coherentes con la literatura científica consultada y, ade-
más, generan un conocimiento útil que contribuye a la conceptualización de la
problemática desde una mirada relacional.
El discurso de los profesionales entrevistados muestra que los terapeutas fa-
miliares reciben pocas demandas específicas sobre el tema, posiblemente aso-
ciado a un contexto en el que la especialización psicopatológica del sistema sa-
nitario lleva a las familias a solicitar ayuda en centros específicos para atender
al portador del síntoma. Además, la mayor parte de las demandas específicas
tienen que ver con un abuso del tiempo de conexión, generando preocupación
en los padres acerca de las consecuencias nocivas que dicho abuso temporal
puede traer. Asimismo, se destacan la preocupación por un “uso de riesgo”,
donde la exposición de la intimidad y la manera de relacionarse con otras per-
sonas es considerada como peligrosa. Sin embargo, es importante destacar que
la mayor parte de las consultas que reciben los terapeutas familiares entrevista-
dos no son de tipo específico, sino que la problemática en relación con las TIC
aparece cuando explican dinámicas familiares de alta conflictividad (discusio-
nes, descalificaciones, escaladas y dificultades en la comunicación alrededor de
los aparatos electrónicos).
Pareciera que, siguiendo a Prensky (2001), existe una brecha generacional
entre nativos digitales e inmigrantes digitales, es decir, entre los jóvenes que han
crecido con las TIC como parte de su cotidianidad y los adultos que las han in-
cluido en una etapa posterior de sus vidas. Las TIC han llegado para quedarse y
los terapeutas familiares señalan un pronóstico de aumento de las consultas por
los conflictos relacionales alrededor del tema. Siguiendo a Mastropaolo (2013),
se trata de nuevas emergencias sociales a las que debemos enfrentarnos en es-
te siglo XXI, nuevas maneras relacionales y de comunicación, que impactan en
todas las áreas vitales de las personas.
Las familias que consultan por este tipo de problemáticas poseen caracterís-
ticas relacionales que pueden explicarse a través de tres grandes áreas. En pri-
mer lugar, siguiendo a Linares (2012), los terapeutas coinciden en el diagnós-
tico relacional sobre cierta dificultad en el área de la parentalidad, expresada a
través de conflictos para hacer equipo de ambos padres y trabajar en una mis-
ma dirección en la puesta de límites, regulando de manera coherente la utiliza-
ción de aparatos electrónicos en el hogar. La conyugalidad puede estar deterio-
rada o secundariamente deteriorada, posiblemente como consecuencia de las
dificultades en el área de la parentalidad, ya que los entrevistados coinciden en
que no es un área especialmente afectada en los casos que han atendido. La
nutrición relacional en estos casos estaría comprometida, observándose caren-
cias en el área cognitiva y emocional.
En esta línea, y en coherencia con autores como Wang et al., (2011) y Li et
al., (2014), la comunicación es otra área donde se observan dificultades en es-
te tipo de familias, siendo escasa la demostración de las emociones y de comu-
nicación profunda. Se observa una comunicación estereotipada, caracterizada
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Uso problemático de las TIC: Análisis de las experiencias de profesionales en terapia familiar.
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Técnicas circulares
redefinidoras en terapia individual,
de pareja y familia.
Resumen. Alejandra González Monzón.
En este artículo se pretende mostrar técnicas circulares Psicóloga clínica.
Terapeuta acreditada por la FEATF.
verbales y activas, más allá de las históricas preguntas Colaboradora docente de la Escuela
relacionales de Mara Selvini, para conectar el síntoma Vasco Navarra de Terapia Familiar.
Directora de la Escuela
al sistema, logrando la redefinición del problema. Sistémica Paraguaya.
Las técnicas se basan en la circularidad, uno de los gonzalezmonzonalejandra@gmail.com
pilares teóricos del modelo sistémico. Algunas han
sido creadas por la autora de este artículo y otras, Palabras clave.
reajustadas a partir de técnicas ya existentes desde Circularidad,
redefinición,
su propio estilo, para cumplir el propósito de pasar técnicas,
de una definición lineal a una redefinición relacional estilo profesional,
del problema, aceptada por la familia. pauta.
Una vez instalado el cambio cognitivo que trae,
a su vez, cambios conductuales y emocionales,
se desencadenan nuevas pautas para relacionarse
de forma espontánea en la familia.
153
MOSAICO 75
Abstract.
This article intent to show verbal and active circular techniques, beyond the historical relational
questions introduced by Mara Selvini, to connect the symptom to the system, achieving the problem
redefinition.
The techniques are based on the circularity, one of the theorical pillars of the systemic approach.
Some are created by the author of this article and others, readjusted from the pre-existed techni-
ques, in her own style, to achieve the purpose of moving from a lineal definition to a relational redefi-
nition of the problem, abide by the family.
Once installed the cognitive change, which brings with itself conductual and emotional changes, it
triggers new spontaneous relational patterns within the family.
Key words.
Circularity, redefinition, techniques, professional style, relationship pattern.
Introducción.
La retroalimentación es una de las propiedades de los sistemas abiertos y cons-
tituye la base de la circularidad. Significa que, a partir de una información emi-
tida, la información retorna del receptor al emisor, posibilitando el cambio o la
estabilidad, permitiendo con esto el intercambio y la comunicación (Watzlawick,
Beavin Bavelas y Jackson, 1995a).
El pensamiento sistémico es un pensamiento circular. Uno de los principa-
les retos del terapeuta sistémico es poder dejar a un lado de manera reactiva el
pensamiento lineal, buscando causas y efectos, para explorar la interconexión
que existe entre las acciones de los miembros de un sistema entre sí.
Los pacientes tampoco, sin ayuda del terapeuta, pueden dejar a un lado el
pensamiento lineal, sobre todo a la hora de definir el problema e intentar solu-
ciones desde dicha epistemología (“Estoy nerviosa e irritable porque mi marido
es desconsiderado”. “Mi hijo es desobediente, por favor cúrenlo”). Una persona
generalmente sostiene que solo reacciona frente a la conducta de otro miembro,
sin tener en cuenta que, con su conducta, también influye en la reacción de la
otra persona que se supone que provocó su reacción. La familia no puede ver
que, con sus conductas, generaría o desencadenaría el problema; mostrar eso
es tarea del terapeuta. Para mostrarlo, se proponen técnicas circulares que de-
safíen el sistema de creencias que define el problema inicial.
Cuando los pacientes les presentan sus quejas a los terapeutas, hablan tanto de
los hechos como de los significados agregados. Si el terapeuta cuestiona (direc-
ta o indirectamente) los significados que los pacientes asocian con las situacio-
154
Técnicas circulares redefinidoras en terapia individual, de pareja y familia.
Los pasos sugeridos en las primeras dos sesiones para lograr la reformulación
circular son los siguientes:
155
MOSAICO 75
Las preguntas circulares, técnica elaborada por la Escuela de Milán, son formu-
ladas para que los miembros de la familia conecten entre sí sus propias con-
ductas.
156
Técnicas circulares redefinidoras en terapia individual, de pareja y familia.
b. Terribles preguntas.
Selvini-Palazolli (1988), al definir las terribles preguntas, sostiene que para fas-
cinar a la familia es necesario a veces jugar anticipadamente. El terapeuta debe
saltar por encima de la barrera de reticencia de la familia, formulando pregun-
tas acertadas y afirmativas arriesgándose en la intuición por la poca información
brindada por la familia, pareja o paciente individual. Se trata entonces de lanzar
preguntas, teniendo en cuenta una hipótesis en construcción, para lograr que la
familia responda cuando no remite mucha información.
“Esta es una de las paradojas más fascinantes de la utilización del enfoque sis-
témico en terapia, que el rol del terapeuta no es ya el de “com-prender, es decir
tomar (prender) en conjunto (para él), ni el de “in-formarse”, es decir poner en
forma su realidad, sino el de “informarlos” sobre lo que saben sin saber que lo sa-
ben, se trata de activar un proceso que modifica su realidad, de tal manera que
aquél que anunciaba como problemático no lo sea más”. (Ausloos, 2005, p.80).
A partir de las preguntas relacionales, se construye la pauta de interacción
que son las conductas que se repiten y encadenan sosteniéndose en el tiempo.
Se puede utilizar una pizarra o graficar en una hoja, mostrando al paciente el
“círculo vicioso” del problema. Tiene que quedar claro que todos los miembros
de la familia hacen algo para que el problema persista. Así mismo, los miembros
de la familia podrán ver que haciendo algo distinto, se podrá crear un corto cir-
cuito en el patrón, produciendo cambios.
Nadia acude a terapia afirmando estar “harta” de su novio Sergio, que la in-
siste para casarse. Ella no quiere hacerlo porque está segura que tiene heridas
y traumas que sanar, y que no cambiará, es decir, seguirá siendo celoso y des-
confiado. Para él, todo se resolverá con el casamiento. Para ella, todo debe re-
solverse “antes de casarse.” La pelea es interminable.
157
MOSAICO 75
En primer lugar, cada miembro de la familia o pareja realiza una escultura que
defina su percepción del problema: “Se le pide al grupo familiar que cada uno
construya una escultura de la familia tal cual él o ella se imaginan, según esta
consigna: Imagínense que son de arcilla o de un material maleable y entonces
158
Técnicas circulares redefinidoras en terapia individual, de pareja y familia.
cada uno por turno va a construir una escultura que refleje cómo ve a la fami-
lia”. (Waistein, 2006, p. 169).
Los miembros de la familia deben realizar individualmente esculturas que
muestren cómo se ven y de qué forma ven al otro en la relación. Se trata de re-
presentar, a través de esculturas, la definición del problema que trae el o la pa-
ciente.
Más adelante, la escultura de cada paciente en sesión será conectada a la es-
cultura del otro, para mostrar la circularidad de sus conductas, pensamientos y
sentimientos proponiendo con esto la escultura relacional en movimiento.
La técnica consiste entonces en encadenar las esculturas realizadas por ca-
da uno de los pacientes de la pareja o familia mostrándolas en movimiento, sin
pausas, una detrás de otra en el orden establecido por el terapeuta. El objetivo
es que vean la circularidad y cómo la conducta de un miembro resulta informa-
tiva para el otro.
Edgar dice que María es una “maleducada” porque no le da explicaciones de
todo lo que hace. María, por su parte, dice que Edgar es autoritario. Refieren ha-
berse conocido hace dos años, sin vivir un noviazgo “oficial” como lo mencionan
porque ella quedó embarazada al poco tiempo de salir juntos, y Edgar decidió
en ese momento construir una casa para la bebé que venía en camino y las dos
hijas de María de una relación anterior. En el momento que acuden a terapia,
María vive con sus tres hijas en casa de su madre porque, según comentan, pa-
san mucho tiempo discutiendo.
María (como se ve en la figura 1 del gráfico 2) se ve y describe a sí misma co-
mo quieta, sin preocupación, relajada, con la mirada hacia un costado. Ve a Ed-
gar lejos, con el cuerpo rígido y la mirada fija hacia ella. Edgar, por su parte, se
ve a sí mismo, huyendo a otro lugar, trepando, de espalda a María (como indica
la figura 2 del gráfico 2) y ve a ésta, también de espaldas a él, bien lejos, sin mi-
rarlo, dirigiéndose hacia otra dirección. Ambos insisten en la puntuación lineal
del problema: “Ella me desobedece”. “Él me controla” afirmando cada uno que,
por el motivo que sostiene, se encuentran distanciados.
Se pide a cada miembro de la pareja que vuelva a realizar la escultura que
realizó anteriormente y acto seguido, como en una película en movimiento, sin
pausas, se les pide nuevamente representar la escultura esculpida por el otro.
Se muestra así a la pareja que Edgar controla a María señalando en la escultura
esos ojos fijos que la miran (Edgar ha dicho antes que cree que el hogar debe
ser dirigido por un solo jefe de familia). María, que no está acostumbrada a reci-
bir órdenes, y proviene de una familia donde la madre era cabeza de familia, se
rebelaba ante la autoridad del novio, y eso se ve en la mirada a un costado que
muestra la escultura, cansada pero relajada.
Lo que no se ve, y es tarea del terapeuta mostrarlo (que se explica en la figu-
ra 3 del gráfico 2), es que cuanto más insiste Edgar en controlar a María, más
mira ella a un lado (no responde mensajes, no da explicaciones, no obedece).
Y cuanto más desobedece María, más insiste Edgar en controlarla y pedirle ex-
159
MOSAICO 75
“Los síntomas de los que se quejan los pacientes son representaciones simbó-
licas de un conflicto o un problema, son pues señales mediante las cuales el
individuo expresa un estado de malestar (…) Expresa en realidad mucho más
que un problema privado o individual perteneciente a quien lo manifiesta y que
constituye una representación simbólica que tanto en su origen como en su ma-
nifestación es el fruto de una interacción entre este individuo y los miembros
que lo rodea”. (Andolfi y Ackermans, 1990, p.105).
160
Técnicas circulares redefinidoras en terapia individual, de pareja y familia.
161
MOSAICO 75
Los accesorios en psicoterapia son útiles para que la imagen sea más clara.
e.2 A continuación se les pide que “Imaginen escenas futuras si se cambia-
sen movimientos y que nos indiquen qué haría cada uno para que las
cosas terminasen así”.
De esta forma, la familia a través de una primera hipótesis presentada como es-
cultura, podrá encontrar la conexión entre sus miembros, conexión que mantie-
ne el problema, y cómo comportarse en forma distinta podría conseguir cambios
en las relaciones y en el sistema mismo.
A Darío, en la misma escultura, se le entrega una mochila que trae la terapeu-
ta de la sala de observación.
Teniendo en cuenta la escena, se pregunta a la familia:
- ¿Cuánto pesa la mochila? (A cada uno).
- ¿Quién más carga con la mochila?
- ¿Quién se la entregó?
- ¿Quién y cómo podría sacársela?
- Cuando el hijo carga cansado con la mochila: ¿qué suele hacer o decir?
- ¿Cuánto debe pesar su mochila para funcionar y movilizarse mejor?
- ¿Cuánto pesa cada elemento de su mochila?. ¿Cómo o quién podría quitar-
le peso?.
- ¿Quién podría moverse primero para desenredarse?
- ¿Cómo se sentirían desenredados? ¿Cómo conseguirían desenredarse?
Se le pide al paciente “hacer algo más entretenido” para entender la película fa-
miliar, porque no nos queda claro cómo funcionan en torno al problema.
En ambas situaciones debe pensar y luego interpretar: Qué hace, qué siente,
qué piensa, cómo lo dice, cómo inicia la interacción con la otra persona. Debe
pensar en la postura corporal, en su tono de voz, en sus gestos, en sus palabras,
en sus emociones, en todo lo que antecede al primer contacto con la otra per-
sona cuando están bien y cuándo están mal.
En un segundo momento, debe cambiarse de lugar (idealmente en el sofá del
frente en el caso de un contexto terapéutico) y hacer lo mismo, interpretando a
la otra persona con quien se relaciona. En este sentido, debe imaginar lo que el/
la otro/otra piensa, siente, cree, y también responde con las palabras y conduc-
tas con las cuales reacciona habitualmente.
162
Técnicas circulares redefinidoras en terapia individual, de pareja y familia.
163
MOSAICO 75
h. Escala circular.
En la escala circular, se tiene en cuenta las variables del problema. José acude a
terapia refiriendo que tiene un secreto que no puede contar a su esposa, padre
y madre, con quienes vive en la casa. Refiere que volvió a la casa de sus padres
por problemas económicos debido a una mala inversión. Cuenta que debe po-
nerse un disfraz que le pesa mucho para que la familia no se entere de que al-
go malo ocurre en su vida, comentando además que tiene miedo de defraudar
a sus padres y esposa porque durante toda su infancia sintió que sus padres no
lo reconocían, comparándolo con su hermano exitoso en los deportes. Sostiene
estar muy cansado de los reclamos de su esposa, lo define como una “tortura”.
El paciente no ve la conexión que existe entre los problemas entre sí. En 2 se-
siones se habla del disfraz (cuánto pesa, cómo luce, cuánto molesta, etc.). En la
siguiente sesión comenta que pudo decir medias verdades y eso le hizo sentir-
se relajado y libre. La redefinición es la siguiente: “El problema es el disfraz, no
solo te pesa y molesta, sino que ya es bien conocido por todos”.
164
Técnicas circulares redefinidoras en terapia individual, de pareja y familia.
165
MOSAICO 75
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Técnicas circulares redefinidoras en terapia individual, de pareja y familia.
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MOSAICO 75
recordar que en la sesión anterior se trabajó con la espada para soltar su tarea
de predicador y evangelizador que no es bien recibida por su familia y amigos.
j. Cuentos circulares.
“Existe un recurso muy sencillo consistente en contar a las familias cosas si-
milares ocurridas en otros casos con problemáticas parecidas a las de ellos
(…). Las posibilidades se encadenan conformando historias inspiradas en la
vida real que son otros tantos estímulos intelectuales para quien la recibe”.
(Linares, 1996, p.153).
Los cuentos circulares son historias donde al final se vuelve a la situación ini-
cial, en las mismas se conecta el síntoma a los distintos miembros del sistema,
dejando en claro la circularidad, o quizás se plantea el cambio en un miembro
mostrando los cambios que se desencadenan en el sistema total.
Se trata de mostrar la pauta de interacción en forma de cuento, señalando
además otros aspectos vinculados como el sistema de creencias, los mitos, las
emociones, reglas, etc.
168
Técnicas circulares redefinidoras en terapia individual, de pareja y familia.
Conclusión:
La circularidad es el pilar del modelo sistémico, no puede ser pasado por alto
en la postmodernidad.
Con estas técnicas propuestas, el paciente incorpora la visión circular, cam-
biando por completo el significado inicial del problema. Al cambiar el significa-
do, cambia la conducta, y con ello, la estructura del sistema que se visualiza en
una modificación en la pauta de interacción habitual.
Se tratan de técnicas que el terapeuta puede ir construyendo de acuerdo a su
propio estilo, siempre que remarque la circularidad, conectando síntoma al siste-
ma para dar un nombre distinto (relacional) al problema inicial que trae la familia.
El terapeuta aplica con esto una reformulación que, de estar bien lograda,
propicia cambios pragmáticos en forma automática en el paciente, abreviando
la terapia.
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actividades científicas y de promoción de la Federación y e-mail.
Española de Asociaciones de Terapia Familiar (FEATF), En la siguiente línea se consignarán los datos de la ins-
así como de artículos e investigaciones relacionadas titución a la que pertenecen, dirección, ciudad y país.
con el ámbito de la Terapia Familiar, y el pensamiento Resumen (abstract): no debe poseer más de 70 palabras.
sistémico-relacional. El resumen debe concentrarse en enunciar en lenguaje
Los objetivos básicos de la revista MOSAICO son: simple y directo el objetivo y alcance del trabajo presen-
tado, como así también las conclusiones del artículo. Es
• Promover los fines y ser el órgano de expresión de la
obligatorio que esté en español o portugués e inglés.
FEATF.
Palabras claves: deben ser entre 3 y 7 palabras.
• Publicar trabajos de carácter científico que estén rea-
lizados con rigor metodológico y que supongan una Introducción: La introducción debe responder a la pre-
contribución al progreso en el ámbito de la Terapia gunta de por qué se realizó el trabajo. Debe reflejarse en
Familiar y en la aplicación del modelo sistémico-re- no más de 300 palabras y es conveniente que el último
lacional. párrafo de la Introducción se utilice para resumir el ob-
jetivo del estudio.
• Abrir líneas de debate respecto a la teoría y praxis, de
manera general, de la Terapia Familiar. Referencias bibliográficas: bajo las normas de la APA,
anexionada al final de este documento, la extensión de
• Difundir acontecimientos (congresos, jornadas, semi-
las referencias bibliográficas será como máximo de dos
narios, cursos, encuentros, etc.) relativos a esta espe-
páginas.
cialidad.
• S er un elemento de unión y comunicación de activida- Trabajos de Investigación.
des de las distintas Asociaciones que conforman FEATF, Su estructura formal debe contener, además de las men-
y de FEATF con otros organismos e Instituciones. cionadas en el apartado de los artículos, las siguientes
• F omentar y desarrollar la educación y formación en el secciones:
modelo sistémico-relacional y en sus diversos ámbitos • Introducción
de aplicación. • Método: muestra, instrumento y procedimiento
• Resultados
Normas para la publicación • Discusión
de artículos en MOSAICO • Tablas y Anexos (opcional)
• Referencias bibliográficas, con las mismas condicio-
Los trabajos presentados deberán ser originales e iné-
nes que para los artículos.
ditos en cualquier otro medio hasta el momento de su
publicación en MOSAICO. Uso de imágenes, figuras y tablas:
Se insertarán en el texto, con una identificación numé-
Extensión y estructura de los trabajos: rica que deberá ser correlativa, y una leyenda que expli-
Características Generales: Los trabajos deberán reali- que lo que representa, centrada en el texto.
zarse mediante procesador de texto Word y en documen- Referencias y bibliografía:
tos formato .doc, o similar, indicando título del trabajo. Todo trabajo deberá incorporar las referencias biblio-
La extensión depende del tipo de trabajo: de hasta 14 gráficas al final del documento. Según el formato uti-
páginas para trabajos de investigación y de 8 páginas lizado por la American Psychological Association (APA),
para trabajos de difusión científica, escritas en párrafo se usará el título Referencias y no Bibliografía. El orden
a espacio simple. Todo el texto debe estar en letra tipo de las referencias debe ser estrictamente alfabético, por
New Times Roman, tamaño 12 pto. y espacio entre ca- apellido de los autores. El formato para las referencias
racteres simple. bibliográficas es el siguiente:
Configuración de página: se utilizará hoja tamaño A4 A. Citas en el texto
(210x297mm). Los márgenes de todas las páginas deben
a.1 Obras con un autor
ser: márgenes izquierdo y derecho de 25 mm y superior
e inferior de 25 mm igualmente. Las páginas deberán ir a.1.1 Cuando el apellido del autor forma parte de la na-
numeradas todas ellas en el margen inferior derecho. rrativa, se incluye solamente el año de publicación del
artículo, entre paréntesis.
Cuerpo de los artículos (Estructura): Ejemplo: Calderón (1994) comparó los tiempos de re-
Titulo: Deberá expresar en forma sintética y completa el acción...
tema del trabajo. No debe poseer más de 15 palabras, a.1.2. Cuando el apellido y fecha de publicación no for-
incluyendo el subtítulo. man parte de la narrativa del texto, se incluyen entre
170 Datos de los autores: A continuación del título, se in- paréntesis ambos elementos, separados por una coma.
Ejemplo: En un estudio reciente sobre tiempos de reac- B.3 Ejemplar completo de una revista
ción... (Calderón, 1994) Elementos:
a.2. Citas textuales: 1. Editor(es): Apellido e inicial del nombre 2. Año de
El material que es citado directamente [palabra por pa- publicación (entre paréntesis) 3. Título del ejemplar 4.
labra] de otro autor requiere un trato diferente para in- Nombre de la sección 5. Título de la revista (cursiva) 6.
cluirse en el texto. Al citar textualmente, se representa la Volumen 7. Número (entre paréntesis)
cita palabra por palabra y se incluye el apellido del autor, Ejemplo: Barlow, D.H. (Ed.). (1991). Diagnoses, dimen-
año de publicación y la página en donde aparece la cita. sions, and DSM-IV: The science of classification [Ejem-
a.2.1. Cuando las citas directas son cortas [menos de plar especial]. Journal of Abnormal Psychology, 100 (3).
40 palabras], éstas se incorporan a la narrativa del tex- B.4 Artículo de revista
to entre comillas. Artículo de revista científica con un autor
Ejemplo: «En estudios psicométricos realizados por la Elementos:
Universidad de Connecticut, se ha encontrado que los 1. Autor del artículo: Apellido e inicial del nombre; 2.
niños tienen menos habilidades que las niñas» (Ferrer, Año de publicación (entre paréntesis); 3. Título del ar-
1986, p. 454). tículo; 4. Título de la revista (en letra cursiva, seguido
a.2.2. Cuando las citas directas constan de 40 o más de coma); 5. Volumen (seguido de coma); 6. Número; 7.
palabras, éstas se destacan en el texto en forma de blo- Paginación (separadas por un guión).
que sin el uso de comillas. Ejemplo: Prieto, A. (2001). Instrumento de evaluación de
Comienza este bloque en una línea nueva, desplazando campos clínicos para la enseñanza profesional de enfer-
con el tabulador, la misma y subsiguientes líneas, cinco mería (ECCE). Horizonte de Enfermería, 12 (1), 11 - 21.
espacios a la derecha. C. Documentos electrónicos
Ejemplo: Miele (1993) encontró lo siguiente: El «efecto C.1. Artículos de revistas electrónicas
placebo» que había sido verificado en estudio previo, des-
C.1.1.- Artículos de Internet basados en una fuente im-
apareció cuando las nuevas conductas fueron estudiadas
presa:
de esta forma. Las conductas nunca fueron exhibidas de
nuevo aún cuando se administran drogas verdaderas. Es- 1. Autor (es): apellido e inicial del nombre; 2. Año de edi-
tudios anteriores fueron claramente prematuros en atri- ción o publicación (entre paréntesis); 3. Título del artículo;
buir los resultados al efecto placebo. (p.276) 4. Coloque la expresión «versión electrónica» [entre cor-
chetes]; 5. Título de la revista (en letra cursiva); 6. Volu-
B. Referencias (no más de 15 referencias por trabajo men; 7. Número (anotar entre paréntesis y seguido de dos
presentado) puntos); 8. Páginas (separadas por un guión).
B.1 libro Ejemplo: Nazer, J. & Ramírez, R. (2000). Malformaciones
Libro con un autor congénitas en los hijos de madres diabéticas [versión
Elementos: electrónica]. Revista Médica de Chile, 128 (9):1045-1052.
1. Autor: Apellido e inicial del nombre 2. Año de publi- C.1.2.- Artículo de revista científica, sólo disponible en
cación (entre paréntesis) 3. Título del libro (cursiva) 4. Internet:
Edición (entre paréntesis) 5. Lugar de edición (seguido 1. Autor (es): apellido e inicial del nombre; 2. Fecha de
de dos puntos) 6. Editorial. Si no tiene editorial se escri- edición o de publicación: año, día y mes (entre parén-
be [s.n.] del latín sine nomine que significa sin nombre. tesis); 3. Título del artículo; 4. Título de la revista (en
Ejemplo: Flores de Fernández, R. (1965). Historia de la letra cursiva); 5. Volumen; 6. Coloque la expresión «Re-
enfermería en Chile: Síntesis de su evolución educacio- cuperado el»; 7. Fecha de consulta: día, mes y año; 8.
nal. Santiago, Chile: [s.n.] Coloque la expresión «de»; 9. Dirección electrónica
B.2. Parte o capítulo de libro Ejemplo: Fredrickson, B.L. (2000, 7 de marzo). Cultiva-
ting positive to optimize health and wellbeing. Preven-
Elementos:
tion & Treatment, 3, Artículo 0001a. Recuperado el 20 de
1. Autor(es): Apellido e inicial del nombre 2. Año de noviembre de 2003, de http://journals.apa.org/preven-
publicación (entre paréntesis) 3. Título del capítulo del tion/volume3/pre0030001a.html
libro 4. En (seguido del autor del libro) 5. Título del libro
(cursiva) 6. Edición y paginación (entre paréntesis sepa- PRESENTACIÓN: Aquellos interesados en presentar pro-
rados por una coma) 7. Lugar de edición (seguido de dos puestas para su evaluación y publicación deberán remitir
puntos) 8. Editorial. las mismas por medio de e-mail a: mosaico@featf.org
Ejemplo: O’Neil, J.M. & Egan, J. (1992). Men’s and wo- Los miembros del comité de redacción y otros expertos
men’s gender role journeys; Methaphor for healing, tran- de reconocido prestigio en este ámbito valorarán de for-
sition and transformation. En B.R. Wainrib (Ed.), Gender ma individual e independiente cada uno de los artículos,
issues across the life cycle (4a.ed., pp.107-123). Nueva para posteriormente acordar la idoneidad para su publi-
York, EE.UU.: Springer. cación en la revista.
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