Alan Garcia Discurso Politico
Alan Garcia Discurso Politico
Alan Garcia Discurso Politico
Por eso en esta obra dramática y aciaga, que recuerda el dramatismo de la guerra con Chile, y
esta hora dramática en qué hay incertidumbre, desilusión, cólera y pena; yo vengo a traer al
Perú en nombre de todos ustedes una propuesta de esperanza, una propuesta de trabajo, una
propuesta de descentralización y de democracia; pero quiero ante todo hacer una confidencia a
ustedes por 9 años he caminado solo el mundo y a cada paso me decía podrán dejarme, podrán
insultarme, podrán alejarme; pero no romperán mi fe, no quebrarán mis ideas, no quebraran
mis compromisos, no podrán impedir que esté nuevamente junto al pueblo y por lejana que sea
la distancia o profundo fuera el sueño de la muerte, yo sabía que algún día vendría a estar con
ustedes y para que con ustedes y con los demás peruanos comenzar otra vez el camino.
Por eso, porque sabía eso, vengo sin rencor, sin ningún encono, todo quedó atrás, vengo sin
vanidad ni soberbia ni triunfalismo. Aquí está mi mano extendida a todos los peruanos aún a los
adversarios, el dolor y la desgracia del pueblo es muy grande para que nos dividamos; Aquí está
mi mano extendida por el Perú y mi saludó a todos los candidatos, mi saludo a todos los
peruanos; para con ellos labrar un gobierno de unidad nacional qué es lo que el pueblo quiere,
un gobierno de unidad democrática para reconstruir nuestra tierra.
Yo quiero dirigirme a los jóvenes, con los que voy a entablar un diálogo porque ellos jamás me
escucharon, le dijeron no escuches a Alan García porque te puede convencer, esa fue la mayor
objeción que se me hizo, apaga la televisión que te puede convencer, déjese convencer
peruano, déjeme explicar que en democracia son las razones, explicaciones, es la libertad, son
las cifras y los datos con los que se discuten, no las pasiones, no las invectivas, no los montajes,
no las patrañas, no los muñecos en los que fue experto el régimen fujimorista. Le pido a esa
juventud que me escuche porque tiene el corazón abierto sin encono y maldad; y le digo que
me escuche porque yo soy aprista, porque soy y seré aprista, Pero soy algo más que aprista,
no soy sólo aprista, yo acompaño a cada peruano en su vida, yo quiero acompañar a cada
peruano en su preocupación, angustia; Yo estoy con mis compañeros y con otros ciudadanos y
jóvenes que han venido, a todos ellos, a los jóvenes les digo estoy aquí como aprista pero con
ustedes también y con todos los peruanos.
De manera que todos estos conceptos, yo vengo ante ustedes, pero vengo sin rencor, que
importa lo que hayan podido decir de Alan García, que importa lo que me hayan hecho
sufrir a mí y a mi familia, que importa. Si lo que a mí me importa es lo que ha sufrido
el millón de desempleados, lo que han sufrido los que trabajan 10, 14 y 15 horas, lo
que han sufrido los que ganan la mitad del salario, lo que han sufrido los campesinos
que no tienen crédito.
Yo me acuerdo, yo me acuerdo de ese hermoso verso de Calderón de la Barca que todos
aprendimos y repetimos porque caminando por las calles y muchas veces sólo, yo decía cuando
pasará esto, cuándo volveré a ver al Perú y me comprometí a estar después de muerto junto a
ustedes en espíritu, a tener la fuerza de traer mi espíritu para acompañarlos y yo repetía ese
hermoso verso de Calderón de la Barca que dice que: “Yo sueño que estoy aquí de estas
prisiones cargado, y soñé que en otro estado más lisonjero me vi. ¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción, y el mayor bien es pequeño: que toda la
vida es sueño, y los sueños, sueños son.” y a mí me parece un sueño súbitamente estar frente a
ustedes, y a mí me parece súbitamente añoranza cumplida estar frente a ustedes, y a mí me
parece súbitamente que quizá he muerto y estoy frente a ustedes.
¡Arriba los corazones!, ¡Arriba las esperanzas!, ¡Arriba la juventud!, ¡Viva el Perú!, ¡Viva Haya de
la Torre!, ¡Viva el APRA!
Autor: Alan García Pérez
DISCURSO RELIGIOSO
¿A QUIÉN ADORA USTED Y A QUIÉN SIRVE?
I. INTRODUCCIÓN
Jesucristo es la única persona que merece adoración. Él no comparte su adoración con nadie.
Infelizmente, Lucifer, en los cielos, ambicionó la adoración para él. Hizo guerra contra Jesús y
fue derrotado y expulsado. Entonces se trasladó a la tierra y sedujo a nuestros primeros
padres con la idea de que no necesitaban adorar a Dios. Ellos cedieron a la tentación y el
pecado creó un abismo entre Dios y nosotros. Como resultado de la rebeldía humana, hoy
somos egoístas, orgullosos y soberbios; y esta es la raíz de nuestros males. Pero hay solución
en Cristo.
1. Los apóstoles Juan y Pedro declaran que Cristo es la única persona digna de nuestra
adoración:
El apóstol JUAN declara de manera contundente: “El Cordero que fue inmolado es digno
de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la
alabanza”. Apocalipsis 5:12.
El apóstol PEDRO afrma que todo lo que el cristiano hiciera con los dones que Dios le
dio, debe hacerlo para la gloria del Señor Jesucristo: “Si alguno habla, hable conforme a
las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para
que en todo sea Dios glorifcado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio
por los siglos de los siglos. Amén”. 1 Pedro 4:11.
El mal tuvo su comienzo en un lugar donde nunca podríamos imaginar: en los cielos. Un ángel
llamado Lucifer intentó apoderarse de la gloria que pertenecía a Dios. De este modo comenzó la
triste historia del pecado.
2. LUCIFER EN LA TIERRA – Después de ser lanzado a la tierra, Satanás presentó una idea
“fascinante” a Adán y Eva: “Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que
sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios,
sabiendo el bien y el mal. Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era
agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar sabiduría; y tomó de su fruto, y
comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella”. Génesis 3:4-6.
Nuestros primeros padres quedaron fascinados con la posibilidad de ser iguales a Dios y aquel
fue el principio de su ruina. “El hombre estaba dotado originalmente de facultades nobles y de
un entendimiento bien equilibrado. Era perfecto y estaba en armonía con Dios. Sus
pensamientos eran puros, sus designios santos. Pero por la desobediencia, sus facultades se
pervirtieron y el egoísmo reemplazó el amor”. CC, p. 17.
El egoísmo hace que el hombre se apodere de la vida que Dios le prestó e intente
vivir como él cree que es mejor. Dios deja de ser el centro de su adoración y la pobre
criatura humana comienza a adorarse a sí misma y a vivir según sus gustos y
preferencias.
Cuando el hombre se aparta de Dios y elige su propio camino, viviendo egoístamente, vive una
vida improductiva. Nada sale bien. La persona egoísta siente la sequedad del desierto en todo lo
que hace y el vacío del corazón lo atormenta a cada instante. Judas describe a este tipo de
gente como “nubes sin agua, llevadas de acá para allá por los vientos; árboles otoñales, sin
fruto, dos veces muertos y desarraigados; fieras ondas del mar, que espuman su propia
vergüenza; estrellas errantes, para las cuales está reservada eternamente la oscuridad de las
tinieblas”. Judas 12 y 13. Pero Dios tiene la solución.
IV. LA ÚNICA SOLUCIÓN PARA EL PROBLEMA DEL EGOÍSMO
3. JESÚS ES LA ÚNICA PERSONA QUE PUEDE RESOLVER EL PECADO DEL EGOÍSMO – “Es
imposible que escapemos por nosotros mismos del hoyo de pecado en el que estamos
sumidos. Nuestro corazón es malo, y no lo podemos cambiar. […] La educación, la
cultura, el ejercicio de la voluntad, el esfuerzo humano, todos tienen su propia esfera,
pero no tienen poder para salvarnos. Pueden producir una corrección externa de la
conducta, pero no pueden cambiar el corazón; no pueden purificar las fuentes de la vida.
Debe haber un poder que obre desde el interior, una vida nueva de lo alto, antes que el
hombre pueda convertirse del pecado a la santidad. Ese poder es Cristo. Únicamente su
gracia puede vivificar las facultades muertas del alma y atraer ésta a Dios, a la
santidad”. CC, p. 18.
LLAMAMIENTO
Reconozco que mi mayor problema es el egoísmo y entiendo que solamente Jesús me puede
curar, deseo entregarme a él por completo; y emplear todos mis medios para buscarlo todos los
días de mi vida. ¿Cuántos tienen este deseo en el corazón? Levanten la mano. ¡Amén! Vamos
orar.
Autor: Alejandro Bullón