TEMA 5 Sociología
TEMA 5 Sociología
TEMA 5 Sociología
La Asociación Internacional WLRA (World Leisure & Recreation Association) (1994) publicó en ese año lo que
denominó La Carta sobre Educación del Ocio.
Esta Carta y la declaración de Sao Paulo de1998, los viajes, el tiempo libre y el entretenimiento en el mundo
globalizado consolidan el ocio como un Derecho del ser humano.
Influencia en el ocio de las transformaciones económicas y sociales→ cambio en la demanda y oferta de bienes y
servicios.
Cuenca (1999). Ocio y Formación. Hacia la equiparación de oportunidades mediante la educación del Ocio
La educación del ocio, argumenta Cuenca, “es una de las herramientas más valiosas para favorecer el desarrollo
integral de la persona y la adquisición de conductas positivas. Constituye un proceso continuo de aprendizaje que
conlleva el desarrollo de actitudes, valores, conocimientos, habilidades y recursos. La educación de ocio ayuda a
reducir las diferencias entre los grupos sociales, porque facilita la igualdad de acceso y de recursos para todas las
personas… No es tanto la liberación del aburrimiento o la prevención de las lacras sociales que proliferan en las
sociedades de consumo como la reivindicación de la persona, de su libertad responsable y su generosidad”.
La formación para Cuenca cae completamente en la vertiente positiva y benefactora, es lo que se califica como ocio
terapéutico, ya que el negativo y nocivo se manifiesta en las experiencias perjudiciales tanto para el individuo como
para las sociedades, tales son los ejemplos de la drogadicción como vivencia del ocio, las prácticas de la prostitución
en el turismo sexual y la esclavitud humana que conlleva, las apuestas en los juegos –ludopatías-, la gula, la
velocidad, la lucha, la percepción de un tiempo de vacío lleno de aburrimiento –ocio ausente-, todo ello comporta
abandono de la risa, la alegría y la ilusión.
Para Cuenca, “Hacer turismo es actualmente la actividad de ocio por excelencia. No es sólo cuestión de estadísticas,
que señalan que es motivo del viaje del 95% de los ciudadanos que nos visitan, es algo más. Cualquiera que sea la
razón del viaje, resulta decisiva su relación con el ocio.
Hacer turismo es una actividad de ocio de primera categoría y, como tal, resulta difícil de entender sin tener en
cuenta el marco referencial en el que se sitúa, que es la vivencia del ocio.
El turismo, en cuanto actividad de ocio, es una experiencia esencialmente humana y humanizadora, es un gesto de
interés y un signo de apertura. Es una ocasión para encontrarse, comunicarse y tener una vivencia común en la que
tiene una especial trascendencia tanto la conciencia del encuentro en sí misma como su rasgo dominante de
intercambio de comunicaciones.
El turismo, igual que otras prácticas de ocio, ha generado un nuevo estilo de vida y está produciendo el milagro de
abrir comunidades y mentes”.
Setién Santamaría y López Marugán (2000): El ocio de la sociedad apresurada: el caso vasco
Estilos de vida urbano de las sociedades actuales→ patologías İsicas y psicológicas (estrés)
Reparto desigual del tiempo y el uso del mismo según los grupos sociales, limitación para el disfrute del
tiempo libre → clase apresurada.
Estos autores abordan el fenómeno del ocio en unas sociedades donde el tiempo es escaso.
En efecto, la falta de tiempo es una de las características de los estilos de vida urbana de las sociedades actuales,
debido a la ingente cantidad de tareas y obligaciones de las personas tanto en su vida laboral, como familiar y social,
lo que lleva en muchos casos a patologías físicas y psicológicas relacionadas con el estrés.
El ocio que se entiende como tiempo libre en el que se pueden elegir actividades y ocupaciones de tiempo, se espera
obtener un disfrute a cambio, ahora bien, se indica que lo esencial del ocio consiste en lo que la persona siente en
relación a la actividad y no la propia actividad, es, por tanto, un estado subjetivo –experiencia psicológica- que
acaece en el desempeño de la actividad.
Ocio terapéutico:
Optimización de la salud
Bienestar
Programas terapéuticos de salud integral
Terapias para tratar enfermedades
Calidad de vida
Analiza el disfrute de las personas del arte aun sin tener conocimientos previos.
Ocio como elemento fundamental para la creación de la identidad personal (identidades transitorias).
Distribución del tiempo a través de cuatro ciclos temporales: ciclo diario, ciclo semanal, ciclo anual y ciclo vital.
Diferentes resultados en actividades elegidas, participación social y división del tiempo según edad y autonomía de
los sujetos.
OCIO Y CALIDAD DE VIDA. “El futuro de la humanidad descansa en nuestra habilidad para usar el ocio
correctamente” (B. Rusell).
1. APROXIMACIÓN AL CONCEPTO DE CALIDAD DE VIDA
La mayoría de las personas estarían de acuerdo en admitir que para conseguir la felicidad es necesario satisfacer las
necesidades básicas, pero también coincidirían a la hora de considerar que dichas necesidades, por sí mismas, no les
hacen felices; prueba de esta es el hecho de que sólo se las recuerda en ocasiones en las que se carece de ellas.
Junto a éstas, existen todo un conjunto de necesidades de niveles más altos (autoestima, autorrealización, etc.) que
sí podrían generar un mayor acuerdo a la hora de reconocer que proporcionan felicidad, aunque no la garanticen.
Uno de los conceptos más relacionados con la forma en la que las personas intentan alcanzar la felicidad es la calidad
de vida. Pero, ¿en qué consiste tener calidad de vida? Lo primero que es necesario tener presente para contestar
esta pregunta es que se trata de un concepto subjetivo. De forma que no importa lo que una persona haga o posea,
lo importante es que estará satisfecha con la vida si así lo cree.
Levy y Andersson (1980) definen la calidad de vida como una medida compuesta de bienestar físico, mental y social,
tal y como la percibe cada individuo y cada grupo, y de felicidad, satisfacción y recompensa. Incluyen en la misma,
aspectos tan variados como la salud, el matrimonio, la familia, el trabajo, la vivienda, situación financiera,
oportunidades educativas, autoestima, creatividad, competencia, etc.
Son muchos los autores (v.g. Rodríguez Marín, Pastor y López, 1993) que resaltan la dificultad que entraña definir la
calidad de vida. Para Rodríguez Marín (1995) uno de los aspectos que dificulta la definición de este concepto es que
la calidad de vida se ha definido como un juicio subjetivo del grado en que se ha alcanzado la felicidad, la
satisfacción, el bienestar; pero también, que este juicio se ha considerado estrechamente relacionado, e incluso
causado, por determinantes objetivos.
De hecho, en las medidas tradicionales de calidad de vida se suelen utilizar como indicativo de la misma los bienes
materiales. Para Levy y Anderson (1980) los considerados con mayor frecuencia son: 1. Salud. 2. Consumo de
alimentación. 3. Educación 4. Ocupación, condiciones de trabajo. 5. Condiciones de vivienda. 6. Seguridad social. 7.
Ropa. 8. Recreación y tiempo libre. 9. Derechos humanos.
De todas formas, si nos ajustamos al componente subjetivo de la calidad de vida, los aspectos anteriores no tienen
por qué ser indicadores de la misma, ni por lo tanto de nuestra felicidad. En este sentido, Rodríguez Marín diferencia
entre felicidad, que recogería el aspecto subjetivo de la calidad de vida, y estado de bienestar, que se referiría a los
aspectos objetivos.
Por tanto, la clave para que una persona considere que posee calidad de vida, no tiene por qué encontrarse en la
posesión de objetos y experiencias, sino en el significado que les da. Esto provoca que cada persona pueda definir la
calidad de vida de forma muy diferente. Donde sí se encuentran coincidencias es en el modo en el que se definen a sí
mismas las personas que consideran tener calidad de vida. En general, éstas se consideran felices, satisfechas con la
vida y con un alto bienestar psicológico (Iso- Ahola, 1980).
Aunque un capítulo anterior fue dedicado al análisis de la motivación y satisfacción en nuestro contexto de estudio,
se ha retrasado a éste lo referente a la satisfacción con el ocio, ya que existe un acuerdo general a la hora de admitir
que la satisfacción en el ocio es una de las principales fuentes para la obtención de calidad de vida; para algunas
personas incluso la más importante. En este sentido, Neulinger (1981) considera que:
“el ocio no es sólo un componente de la calidad de vida, sino la esencia de ella. El ocio no es un estado neutral de la
mente, es un estado positivo, muy deseable y un importante valor. El ocio en mi opinión es la línea guía necesaria
para cualquier decisión relacionada con la calidad de vida” (Neulinger, 1981).
Para que el ocio genere beneficios, debe generar satisfacción en el sujeto. Esta satisfacción con el ocio será mayor a
medida que: aumente la percepción de libertad con respecto a la decisión de llevar a cabo la actividad, a motivación
sea intrínseca y se acompañe de sentimientos de competencia (Iso- Ahola, 1980).
Junto a estas condiciones básicas, existen otros factores, que favorecen el grado de satisfacción obtenido a través
del ocio.
Uno de los factores que aumenta la satisfacción con el ocio es el grado de actividad que conlleva el mismo. Aunque
cualquier actividad de ocio puede ser importante y beneficiosa para la persona, parece comprobarse que los
comportamientos que poseen una naturaleza pasiva no lo son tanto; de hecho, algunos autores han encontrado
correlaciones entre ocio activo y aspectos como salud mental o calidad de vida (Kornhauser, 1965), y entre ocio
activo durante la infancia y un buen ajuste a la edad de treinta años (Brooks y Elliott, 1971).
Todo lo anterior, lleva a la conclusión de que el ocio activo contribuye a la calidad de vida y al bienestar psicológico,
pero no significa que se niegue todo valor a actividades observacionales o pasivas de ocio. Lo que sí puede afirmarse,
al menos en lo que al ocio respecta, es que de una persona cuyo ocio es predominantemente pasivo, se espera que
tendrá una satisfacción menor con su vida que una persona cuyo ocio esté caracterizado por la participación activa.
Es necesario relativizar esta conclusión, ya que cuando hemos de definir qué es ocio activo y ocio pasivo, nos
encontramos con el problema de su percepción subjetiva, ya que lo que para una persona es activo para otra puede
no serlo en absoluto; dependiendo esto de las necesidades de activación que presenten cada uno de ellos. Pese a
esta dificultad, en líneas generales, se consideran actividades de ocio activo participar en deportes, viajar, practicar
juegos, etc.; mientras que se entiende por ocio pasivo ver la televisión, ver competiciones deportivas o diferentes
espectáculos y entretenimientos. De todas formas, es necesario tener en cuenta que es el sujeto quien define el
grado de actividad de cada expresión de ocio concreta.
A la hora de comprender por qué el ocio activo genera más satisfacción que el pasivo es necesario recurrir a las
necesidades de activación. Una activación tanto escasa, como excesiva, es perjudicial para el funcionamiento de las
personas; lo que hace que los individuos intenten buscar un nivel óptimo de la misma. La participación activa en el
ocio, al generar un rango más amplio de activación, provoca que se dé un aumento en las posibilidades de que la
activación deseada se encuentre dentro de dicho rango. Por su parte, la pasiva, al ofrecer los niveles mínimos,
provoca que un número mucho menor de personas pueda ver cumplidas sus necesidades a través de ella. De todas
formas, la relación entre calidad de vida, satisfacción con el ocio y nivel de activación en la participación en el mismo
adopta una forma de U invertida. La satisfacción con el ocio es máxima cuando éste se encuentra en unos niveles
óptimos de activación, y mínima cuando implica unos niveles muy bajos o excesivamente altos de activación.
Otro aspecto que influye en la satisfacción con el ocio es el factor tiempo. Normalmente las personas están
satisfechas con su vida y con su ocio cuando sienten que tienen una cantidad adecuada de tiempo disponible para
sus actividades. Por el contrario, cuando se produce un sentimiento de escasez o de exceso de tiempo libre, la
satisfacción disminuye. En cualquier caso, a la cantidad de tiempo libre que poseen los sujetos es necesario añadirle
el contenido del mismo, es decir, las actividades de las que dispone el sujeto para ocupar su tiempo libre. Actividades
importantes para el sujeto, y por tanto intrínsecamente motivadas, generarán mayores niveles de satisfacción.
Mannell (1980) considera que si existe un acuerdo con respecto a la naturaleza del ocio, es que éste es una
experiencia positiva que está acompañada de un humor, sentimientos y emociones agradables y satisfactorias. Son
muchas las actividades de ocio, como hobbies, salir con los amigos, ir a fiestas, etc., que ayudan a provocar el buen
humor y la aparición de sentimientos positivos (Argyle, 1987).
Otros autores (Hull, 1991) consideran que el humor es una parte integral de las teorías sobre el ocio y una
consecuencia frecuente de las experiencias recreativas. Numerosos estudios muestran la relación entre ocio y la
mejora del humor; en este sentido, son significativos los trabajos de Stone (1987), Hammitt (1980), More y Payne
(1978) o Mannell, Zuzaneck y Larson (1988). Con respecto al turismo, como forma de ocio, Rubenstein (1980)
encontró menores niveles de cansancio, irritabilidad, preocupaciones y dolores de cabeza entre personas que están
de vacaciones.
Numerosas investigaciones, que tienen como objeto de estudio la satisfacción vital, encuentran relaciones entre
satisfacción con el ocio y satisfacción global con la propia vida. Ejemplos de estos trabajos son el de Headley y
Wearing (1992), quienes encuentran correlaciones entre satisfacción con el ocio y satisfacción vital, sentimientos
positivos y ausencia de enfermedad y depresión; o el realizado por Winefield, Tiggermann y Winefield (1992), en el
que encontraron una fuerte relación entre bienestar subjetivo y ocio, de forma que los sujetos que pasaban mucho
tiempo no haciendo nada o viendo televisión, tenían menores niveles de autoestima y desesperanza, así como
niveles altos de anomia.
Uno de los aspectos del ocio que más parece influir en el bienestar es la interacción social (Argyle,1996). Schulz
(1976) intentó determinar la influencia del control y la predicción de la interacción social sobre el bienestar físico y
psicológico de un grupo de ancianos. Se trataba de sujetos residentes en un hogar para la tercera edad que fueron
asignados aleatoriamente a cuatro condiciones diferentes. En la primera, los sujetos tenían la ocasión de ejercer
control sobre la frecuencia y la duración de las visitas que recibían. A un segundo grupo se le informaba del
momento exacto en el que iban a recibir una visita, así como de su duración, pero sin permitírseles modificarlas o
regularlas. El tercer grupo de sujetos recibía visitas de forma imprevista, no teniendo, por tanto, ni control ni
información sobre las mismas. Por último, el cuarto grupo no recibió ningún tipo de visitas. Las predicciones del
autor eran que los sujetos que controlaban y predecían sus visitas aumentarían su bienestar físico y psíquico. Los
resultados apoyaron esta predicción, de forma que a medida que aumentaba el control y la predicción de la
interacción, también lo hacía el bienestar de los sujetos.
Existe una gran relación entre salud mental y satisfacción con el ocio, llegando a considerarse el ocio activo como
una parte de la definición de salud mental (Argyle, 1996). Coleman e Iso-Ahola (1993) argumentan que el ocio puede
amortiguar el efecto del estrés sobre la salud mental de dos formas diferentes. En primer lugar, el ocio, al fomentar
la compañía y las nuevas amistades, está generando apoyo social. En segundo lugar, por las propias características
del ocio, concretamente, que se trata de una situación que se experimenta como libre, sin presiones externas y que
invita a afrontar desafíos, lo que aumenta el sentimiento personal de control y maestría.
Para Levitt (1991) las propiedades terapéuticas de la recreación provienen de que ésta aporta un escape para la
hostilidad y otras emociones negativas, reduce el aislamiento social, los sentimientos de soledad y el aburrimiento,
dota al sujeto de una variedad de actividades, incrementa la socialización, fomenta la independencia, el crecimiento
y el desarrollo, mejora el estado físico, desarrolla nuevas habilidades e intereses y fomenta la toma de decisiones
grupal e individual.
Al coincidir muchos de estos beneficios con los propios síntomas de la enfermedad mental, la recreación presenta,
potencialmente, la capacidad para aliviar esos síntomas y, por tanto, mejorar la salud de los pacientes. Levitt hace
más precisa la afirmación anterior indicando que la recreación tiene efectos terapéuticas tan sólo en las ocasiones en
las que se trata de actividades estructuradas, ya que aquellas que no lo están suelen generar inactividad, apatía e
indiferencia. Vihjalmsson y Thorlindsson (1992) encuentran que la pertenencia a clubes deportivos se asociaba a
niveles bajos de ansiedad y depresión, cosa que no ocurría con los individuos que practicaban deportes de forma
individual.
El factor diferenciador podría ser la integración social, los beneficios recibidos de contactos frecuentes con otras
personas; lo que, a su vez, genera un sentimiento de propósito común, una guía conductual y quizás un sentimiento
global de apoyo (Thoits, 1985; Argyle, 1996). Para Argyle (1996) los efectos positivos de la compañía se deben a
varios factores:
1. Al hecho de que estar rodeado de amigos funciona a modo de distracción, de forma que se facilita que los sujetos
olviden sus problemas (Nolen-Hoeksema, 1987).
3. Ser elegido y aceptado por otros para realizar actividades recreativas libremente escogidas es una fuente de
estatus y satisfacción.
4. La interacción social con amigos suele acompañarse de un intercambio de señales no verbales positivas, así como
del disfrute de la situación.
3.4 Beneficios sobre la salud física
Probablemente existe una relación directa entre ocio y salud, que se hace aún más clara cuando se habla de salud
subjetiva, ya que el ocio fomenta la felicidad y, en general, las personas que se definen a sí mismas como felices
también piensan que poseen una mejor salud (Argyle, 1996). Quizás, los efectos más claros del ocio sobre la salud
física provienen de la práctica deportiva, ya que se trata de “una actividad útil para subsanar o reducir estados
psicológicos no deseados, como son la depresión, nerviosismo, aburrimiento o estrés, y de la misma manera sirve
para restablecer relaciones sociales, mejorar la vitalidad o condiciones estéticas del cuerpo y prevenir enfermedades
cardiovasculares, obesidad, etc.” (Codina, 1989, 20).
Wankel y Berger (1991) agrupan los efectos del deporte en torno a los siguientes indicadores:
1. Capacidad cardiorespiratoria. Se encuentran evidencias de que el ejercicio mejora la eficiencia de los músculos
respiratorios, aumenta la capacidad pulmonar, incrementa el flujo sanguíneo en este órgano, reduce la presión
sanguínea, disminuye las pulsaciones, decrece el riesgo de enfermedades coronarias, etc.
3. Flexibilidad.
4. Estructura ósea. El ejercicio previene, en varias décadas, el retraso de la descalcificación, que suele comenzar en
las mujeres entre los 30 y 35 años y en el hombre sobre los 50-55.
5. Obesidad.
Por su parte, Paffenbarger et al. (1991), a través de un estudio longitudinal, encontró una relación entre práctica
deportiva y reducción de la tasa de mortandad e incremento de la esperanza de vida. El ejercicio físico ejerce
también una acción indirecta en la mejora de la salud, ya que promueve el desarrollo de estilos de vida saludables
(Argyle, 1996). Por último, otro conjunto de actividades de ocio que presenta importantes efectos sobre la salud
física es la compañía y el apoyo social. Existen numerosos estudios que relacionan interacción social en actividades
de ocio y aumento de la esperanza de vida (v.g Berkman y Syme, 1979; House, Robbins y Metzner, 1982).
El ocio conduce al desarrollo y enriquecimiento del autoconcepto. Argyle (1996) plantea que su contribución puede
venir por diferentes vías:
1. A través de la identidad que se deriva de la pertenencia a determinados grupos, así como del estatus que se posea
dentro de los mismos. No puede olvidarse que la pertenencia grupal, así como la valoración de dicha pertenencia,
por parte del sujeto, está en la base de la propia autoestima (Turner, 1982).
2. Como consecuencia de las habilidades especiales que es necesario desarrollar para poder realizar muchas formas
de ocio.
3. A través del uso de elementos exteriores identificadores como ropas, insignias, banderines, etc.
4. Mediante la ejecución pública de determinadas formas de ocio como representaciones teatrales, práctica
deportiva, etc.
5. Algunas formas de ocio crean mundos de ocio, en el sentido de que llegan a convertirse en una forma de vida, con
sus propias reglas, creencias, costumbres y calendario de eventos, así como su propio mundo social. Ejemplos de lo
anterior son las actividades parroquiales, la práctica deportiva, juegos de roles, etc.