Representación - Sartori
Representación - Sartori
Representación - Sartori
Representar quiere decir partir de nuevo, y hacer presente algo o alguien que no está
presente. La teoría de la representación se desarrolla en 3 direcciones, según si se asocia:
El desarrollo histórico
El concepto de soberanía popular debe ser entendido como un medio para obstaculizar el
camino a la democracia. Burdeau: los publicistas revolucionarios veían en la representación no
sólo el acto que creaba la legitimidad de los gobernantes, sino también el instrumento de una
unificación de la voluntad nacional… Los hombres de la constituyente no eran los soñadores ni
utópicos que se dice, sabían bien de qué estaba hecha la irracional voluntad del pueblo. No
podían reconocer como voluntad soberana más que a una voluntad reflexiva, ponderada y
unificada: aquella misma de la que la asamblea de los representantes debía ser el órgano.
Burke: gobernar y hacer leyes son cuestiones de la razón y del juicio; y ¿qué clase de razón
sería aquella en la que la decisión precede a la discusión; en la que un grupo de personas
delibera y otro decide? Expresar una opinión constituye el derecho de todos los hombres; la de
los electores es una opinión que pesa y ha de ser respetada, a la que un representante debe
estar siempre dispuesto a escuchar; y éste deberá siempre sopesar con gran atención.
Pero las instrucciones imperativas son cosas totalmente desconocidas para las leyes de esta
tierra y que derivan de un error fundamental sobre la totalidad del orden y del modo de
proceder de nuestra constitución. El Parlamento no es un congreso de embajadores con
intereses opuestos y hostiles; el Parlamento es una asamblea deliberante de una nación, con
un único interés, el del conjunto; donde no deberían existir como guía objetivos y prejuicios
locales sino el bien general.
El caso de EEUU parece distinto, en el sentido que ninguna constitución estatal prohíbe
expresamente el mandato imperativo. Esta omisión significa únicamente en que en EEUU no
se planteaba un problema de ruptura con un pasado medieval.
Los parlamentos contemporáneos son llamados a operar sobre el filo de delicados equilibrios.
Si asume demasiado el punto de vista de gobernantes, corren el riesgo de atrofiarse y paralizar
el gobierno; y si, por el contrario, trata de absorberlos demasiado en el Estado, en tal caso
corre el riesgo de no cumplir ya su función representativa.
Representación sin elecciones: ¿las elecciones son una condición necesaria para la
representación política? Porque nadie mantiene que la elección sea una condición suficiente.
¿Puede haber representación sin elecciones? Con frecuencia se responde que sí.
Existen casos en los cuales un representante es nombrado en lugar de ser elegido, por ejemplo
un embajador. Por el contrario, un miembro del parlamento no puede ser revocado a
discreción, y el único control al cual no puede escapar es el electoral. Cuanto más se separa la
representación política de la privada, menos mantiene la primera las garantías que ofrece la
segunda, con excepción de la disuasión de la ausencia de reelección.
Representación electiva: las elecciones son una cosa, y la representación otra. Sin embargo, la
moderna representación política es “representación electiva”. Es esta asociación la que
convierte a la representación en política y moderna. La representación no electiva (virtual)
requiere el apoyo y las garantías de una representación hecha “actual” por el instrumento
electoral.
La representación virtual, en palabras de Burke, es aquella en la que se da una comunión de
intereses y una simpatía en los sentimientos y en los deseos, entre aquellos que actúan en
nombre de cualquier acepción del pueblo, y el pueblo en el nombre de quien actúan, a pesar
de que los fiduciarios no hayan sido elegidos de hecho por aquél. Este tipo de representación
virtual no puede tener una existencia larga y segura si no posee como sustrato la
representación efectiva. El diputado debe tener una cierta relación con el electorado. De este
modo, Burke no perdía de vista los límites que marcan la validez de una representación que se
presume. Para él la “presunción” de representatividad presupone, siempre una relación
“efectiva” entre el diputado y el electorado: la representación virtual no sustituye, pero integra
y completa a la representación electiva.
Responsabilidad y representatividad
Representatividad: nos sentimos representados por quien pertenece a nuestra misma matriz
de extracción porque presumimos que aquella persona nos personifica. Y el problema de la
representación se plantea así: encontrar una persona que nos sustituya personificándonos. Es
cierto que la representación ha nacido precisamente del seno de una pertenencia. Los
miembros de las corporaciones medievales se sentían representados no porque eligiesen a sus
mandatarios, sino porque mandatarios y mandados se pertenecían. Poseer las características
de alguien o de algo ha sido siempre, una connotación de la palabra representación. Cuando se
vuelve hoy a requerir una representación ordenada y expresada según criterios profesionales o
de intereses, el fundamento de esta instancia está ciertamente en el principio de la
pertenencia. Es totalmente verosímil que una persona se sienta mejor representada cuando el
representante es “alguien como él”. Se puede muy bien plantear la hipótesis de un parlamento
que sea un perfecto espejo de similitudes de extracción y que, no reciba de hecho las
demandas de la sociedad que refleja. Y esto se explica porque el responder responsablemente
tiene prioridad sobre la semejanza.
a) Que un gobierno sea receptivo o sensible, debiendo responde por lo que hace.
Gobierno receptivo.
b) Que un gobierno se comporte responsablemente actuando con eficiencia y
competencia. Gobierno eficiente.
En nuestros asuntos privados el representante tiene una sola tarea: perseguir el interés
exclusivo del dominus de la relación, es decir, del representado, sea cual fuere la suerte de los
demás intereses. Pero la representación política adquiere otra tarea: perseguir el interés del
todo, sea cual fuere la suerte de los intereses particulares. La distinción entre responsabilidad
dependiente y la independiente se convierte, en política, en una distinción crucial, en orden a
la cual cambia muchísimo que un sistema representativo se base en una o en la otra.
Los sistemas representativos pertenecen a dos tipos distintos, cuyos orígenes se sitúan en
Inglaterra y Francia.
- El tipo inglés está basado en un método electoral uninominal que atribuye un limitado
margen de elección al elector y favorece un sistema bipartidista. Sacrifica la
representatividad del parlamento a la exigencia de un gobierno eficiente. Debería
llamarse “sistema de gabinete”.
- El tipo francés está basado sobre un método electoral proporcional que permite al
elector un amplio margen de elección y facilita los sistemas multipartidistas. Sacrifica
la eficiencia del gobierno a la representatividad del parlamento. Correspondería el
término “sistema parlamentario”.
En los sistemas mayoritarios la representación es menos fiel, pero llega más arriba,
hasta el gobierno. Los escaños no corresponden a los votos, pero la imperfección en la
representatividad está compensada por todo lo que se gana en claridad e inmediatez
de responsabilidad: durante toda la legislatura la responsabilidad es del partido de
gobierno.
En los sistemas proporcionales la representación es más fiel, pero tiene una
proyección más corta, llega sólo hasta la asamblea. A tantos votos les corresponden,
otros tantos escaños en el parlamento, pero la división de la asamblea acaba por hacer
totalmente anónima la responsabilidad de los gobiernos. Los gobiernos cambian, las
coaliciones gubernativas son distintas; y la cortina de humo producida por la alquimia
parlamentaria hace difícil la identificación de la responsabilidad. La proporcionalidad
produce una “representatividad” más verdadera. Es el electorado el que se siente
traicionado por las combinaciones parlamentarias y siente la impotencia de su voto en
la designación del gobierno.
Problemas actuales
Mientras que la representación se siga considerando sobre todo como un dispositivo protector
que condiciona y delimita el poder arbitrario de los gobernantes, la respuesta sigue siendo sí:
la relación de representación mantiene su significado. Pero cuanto mayor resulta ser el ámbito
en que un representante toma decisiones que superan la propia comprensión de los
representantes, más difícil es huir de la sensación de que el representado, se ha convertido en
una cantidad infinitesimal.
¿Quién está representado? Cuanto más número se hace el electorado, más perdemos de vista
quién está representado.
Crítica a la representación individualista: el hecho sigue siendo que hasta ahora esta postura
no ha producido, nuevas instituciones o técnicas de representación no-individual.
Sin abandonar el punto de partido del individuo que vota, el problema puede volverse a
plantear a la luz de la intención representativa que su comportamiento electoral pretende
transmitir. Puede mantenerse que el acto de votar expresa:
Se representa las localidades, las áreas geográficas. ¿Qué es lo que se representa a través de
una canalización territorial? La representación territorial no satisface, e incluso obstaculiza, la
constitución de una representación funcional o técnica.
Representación partidista. Al ser tan elevadas las cifras electorales, los partidos son un modo
para reducirlas a un formato manejable. Los ciudadanos son representados, mediante los
partidos y por los partidos. Se puede llegar a un punto tal que la “función de representar el
interés nacional, que una vez fue atribuida al soberano y después pasó al parlamento, la realiza
ahora el partido. El partido es verdaderamente un rey”.
Una cosa es el partido como “filtro” de representación política y otra cosa es el partido como
“rey” como dominus efectivo de la representación.
Una visión realista de los procesos representativos se plantea, frente a un proceso con dos
fases: una relación entre los electores y su partido, y una relación entre el partido y sus
representantes. El nombramiento partidista, es decir, la cooptación del partido-aparato se
convierte en la elección efectiva; los electores escogen al partido, pero los electos son
elegidos, en realidad, por el partido.
El ámbito de la representación escapa en gran parte al alcance del hombre común, y los
partidos han sustituido en gran medida al electorado en la decisión de lo que debería ser
representado y de qué modo. Todos estos desarrollos parecen indicar que el problema sigue
siendo más de responsabilidad, de mejorar las prestaciones de “gobernar en grande” en
términos de responsabilidad funcional sin poner en peligro lo esencial de la responsabilidad
dependiente. Sin embargo, la literatura sigue atribuyendo un gran peso a la representación
sociológica; y la representación proporcional sigue siendo ampliamente considerada como el
sistema electoral que mejor favorece los fines de los sistemas representativos.
Temas de investigación
La representación como semejanza constituye el aspecto más explorado del problema. Esto
sucede también porque una investigación sobre la representatividad es más fácil que una
investigación sobre el tema de la responsabilidad y receptividad.