La Visión de Juan de Las Siete Trompetas de Juicio

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La visión de Juan de las siete trompetas de juicio

Las trompetas eran una parte importante en la comunidad de los israelitas. Las usaban para enviar al
ejército a la batalla, para sonar la alarma de aviso que peligro que se acercaba, para llamar al pueblo
de Dios a la adoración, para celebrar los días santos. El shofar era una trompeta hecha del cuerno de
un animal. Las trompetas usadas en el tabernáculo y la adoración del templo estaban hechas de plata
labrada (Números 10:2). El sonido de la trompeta era fuerte y se podía oír a gran distancia. La
trompeta más famosa de las Escrituras es la que será oída en el arrebatamiento. “Se tocará la
trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados”
(1 Corintios 15:52). ¡Esta trompeta levantará a los muertos!

El juicio de las siete trompetas tal vez no se vea tan dramático como algunos de los juicios de los
sellos y las copas. Algunos eruditos los han interpretado en forma simbólica. Pero a esta altura no
hay razón para cambiar de un significado literal a una interpretación simbólica.

El juicio de las siete trompetas

Cuando se rompe el séptimo sello, se desenrolla el papiro (rollo) y el contenido se revela. Silencio
se apodera del cielo por media hora. Los juicios que están a punto de ocurrir en la tierra provocan
un asombroso silencio. Cuando la actividad se reanuda, Juan ve que a siete ángeles se les entregan
siete trompetas. Antes que el primer ángel tocara su trompeta, Juan ve “otro ángel,” o un octavo
ángel, de pie ante el altar, con un incensario de oro (un utensilio para quemar incienso). El humo del
incienso se mezcla entre las oraciones de los santos. Estas oraciones probablemente se relacionan
con el propósito de los juicios.

Cristo enseñó a sus discípulos a orar: “Venga tu reino” (Mateo 6:10). Las oraciones que se mezclan
con el incienso en el cielo deben estar en espera del día cuando el pecado y la maldad son revocados
y la justicia de Dios reine en forma suprema. La maldad debe ser juzgada y castigada antes que el
reino de Cristo puede venir a la tierra como es en el cielo.

El octavo ángel llena el incensario con fuego del altar y lo arroja a la tierra. Fuertes truenos,
relámpagos y un terremoto anuncian a los habitantes de la tierra que más juicio se acerca.

Trompeta 1: Juicio por granizo, fuego y sangre (Apocalipsis 8:7)

Al sonar de la primera trompeta, el juicio cae sobre la tierra. No se registra ninguna muerte o daño
físico de humanos en este juicio. Pero el fuego y el granizo queman una tercera parte de los árboles
e incluso el pasto verde. El abastecimiento de comida para humanos y animales será dañado. Se les
recuerda a los habitantes que el juicio aun no se completa. No se explica el significado de la sangre,
pero podemos recordar que en un juicio anterior de Dios, registrado en Éxodo, se menciona también
la sangre en una de las plagas que Dios mandó a Egipto a través de Moisés (7:14–24). En verdad la
sangre resalta la naturaleza sobrenatural del juicio.

Trompeta 2: Una montaña en el mar (Apocalipsis 8:8–9)

Mientras el juicio de la primera trompeta cae sobre la tierra, algo como una enorme montaña en
fuego cae sobre los mares de la tierra, convirtiendo a una tercera parte del mar en sangre, matando a
una tercera parte de las criaturas marinas y destruyendo a una tercera parte de los barcos. Algunos
han sugerido que la muerte violenta de criaturas marinas volverá el agua en sangre.
Horton (1991) presenta una explicación posible de la montaña en fuego.

Algunos especulan que este puede ser un asteroide o una enorme roca y gases combustibles del
espacio exterior que se encienden al tocar la atmósfera de la tierra. Sin embargo, aun si es un
fenómeno natural, no es un accidente: Dios la guía y cae al mar en su tiempo, después que suena la
segunda trompeta. Su fuerte impacto puede que sacuda la tierra, y ciertamente todos sabrán de esto.
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Trompeta 3: La caída de una estrella en llamas (Apocalipsis 8:10–11)

El juicio de la tercera trompeta puede sonar similar a la segunda. Pero hay diferencias importantes.
Una estrella ardiente como una antorcha, en vez de una montaña de roca, cae en los ríos y fuentes
de agua fresca, en lugar del mar. Este puede ser un meteoro que se convierte en un gas y líquido
ardiendo al entrar en la atmósfera de la tierra. De nuevo Dios usa los elementos que ha creado para
derramar juicio necesario.

La estrella se llama “Amargura”, por una planta con un fuerte sabor amargo. Una tercera parte del
agua potable, por sobre y debajo de la tierra, se volverá amarga y mortal. Las personas que beban de
esta agua envenenada morirán. ¿Cuántas formas puede tomar el juicio de Dios? El final aun no
llega.

Trompeta 4: La oscuridad de una tercera parte del sol, la luna y las estrellas (Apocalipsis
8:12)

Los primeros cuatro juicios de trompeta vienen del cielo para afligir a la tierra y sus habitantes. Una
oscuridad anormal en los cuerpos celestiales que normalmente brillan luminosamente es motivo de
alarma. La historia registra el miedo que algunos han sentido cuando sus vidas son cubiertas
brevemente por la oscuridad de un eclipse de sol. Tal oscuridad del sol y la luna son de menos
preocupación cuando las personas saben lo que está pasando. Pero estos juicios son mucho más que
unos eclipses de rutina.

La oscuridad que dura más que los minutos de un eclipse haría descender en forma significativa la
temperatura de la tierra y afectaría bastante a los patrones normales del clima. Jesús advirtió de la
oscuridad absoluta que los malvados sufrirán angustiándose y rechinando los dientes (Mateo 8:12).
El juicio de la cuarta trompeta es solo un anticipo de una oscuridad eterna más grande preparada
para los malvados.

Trompeta 5: Ay, la apertura del pozo del abismo (Apocalipsis 9:1–11)

Las primeras cuatro trompetas tienen algo en común, cada una tiene señales que surgen de los
cielos. Las últimas tres también forman una unidad, a veces se les conoce como los tres “ayes”.

Otra estrella aparece, pero no desde el cuerpo celestial visto en los primeros cuatro juicios de las
trompetas. Esta estrella es un ángel, un mensajero de Dios. “Caído del cielo a la tierra” significa un
descender rápido, no un ángel caído (Horton 1991, 131). Dios está a punto de usar destructores del
abismo, o infierno, para castigar a los habitantes de la tierra. El ángel abre el abismo soltando humo
como de un horno gigante (9:2). Del humo sale una multitud de langostas devoradoras. Pero estas
langostas son enormes y demoníacas. Comúnmente las langostas devoran los campos de toda la
vegetación, pero se les dice a estas que dejen la vegetación tranquila. Ellas deben devorar a los
humanos, con excepción de aquellos que tengan el sello de Dios en sus frentes (9:4).
Las langostas no se parecen a nada que el mundo haya visto. Son del tamaño de caballos con rostro
de seres humanos. El agitar de sus alas suena como el ruido de caballos corriendo a la batalla. Usan
armadura de hierro y tienen aguijones como los escorpiones. Las personas que son picadas por las
langostas escorpiones están en tal dolor que desean morir, pero no pueden hacerlo. Este juicio dura
más que los anteriores. “Tenían poder para dañar a los hombres durante cinco meses” (9:10). ¡Qué
imagen tan asquerosa son estas criaturas demoníacas mezcla de insecto, animal y de humano! Su
líder era el caído “ángel de abismo”, Abadón o Apolión (9:11).

Trompeta 6: Ay, los cuatro ángeles soltados; la muerte de una tercera parte de los humanos
(Apocalipsis 9:13–21)

Una voz (seguramente del ángel con el incensario, Apocalipsis 8:3–4) indica al sexto ángel que
suelte a los cuatro ángeles atados a la orilla del gran río Eufrates. Como no hay razón para que estén
sujetos ángeles santos, estos deben ser ángeles malvados. Nuevamente, como el ay de la quinta
trompeta, Dios usa a lo demoníaco para castigar a aquellos que han rechazado la justicia de Dios. A
diferencia de las langostas demoníacas de la quinta trompeta, quienes solo podían torturar pero no
matar, estos ángeles malvados son desatados para matar a un tercio de los habitantes que aun
permanecen en la tierra.

Los cuatro ángeles demoníacos que son soltados son líderes de un gran ejército de doscientos
millones. La caballería monta caballos con cabezas de león. De la boca de los caballos sale fuego,
humo y azufre; las personas eran asesinadas mientras “se quemaban por el fuego, se sofocaban con
el humo y se envenenaban por el azufre” (Horton 1991, 141). Estas tres plagas matan a un tercio de
la población. Los caballos tenían colas como serpientes, ellos destruían con el poder de sus bocas y
colas. Con tal matanza tan terrible, aun nadie de los que quedan vivos se arrepiente (9:20–21). El
desafío hacia Dios es descarado y desvergonzado.

Trompeta 7: Regocijo en el cielo; Ay, comienzan las copas de la ira (Apocalipsis 11:15– 19;
6:1)

Una vez más, es tiempo de alivio. Después de juicio sobre juicio, debemos ver a Jesús como es para
los creyentes. Aunque es el juez severo para los malvados, Jesús es el Señor, el Cristo, el Salvador,
el sacrificio, el Sumo Sacerdote amoroso, pero sólo para aquellos que están en el cielo. No es
extraño que las voces en el cielo canten en alabanza: “Los reinos del mundo han venido a ser de
nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 11:15). El
compositor George Frederick Handel agregó “Aleluya, Aleluya”. Los veinticuatro ancianos
elevaron su alabanza: “Ha venido... el tiempo... de dar el galardón a tus... siervos los profetas, a los
santos, y a los que temen tu nombre, a los pequeños, y a los grandes, y de destruir a los que
destruyen la tierra” (Apocalipsis 11:18). La hora de Satanás es en verdad corta. Las copas de ira
están a punto de comenzar.

Este mundo ha sufrido terremotos, pero nada como aquellos que estremecerán la tierra durante la
tribulación. Hemos sufrido plagas como la muerte negra, o la peste bubónica en Europa en el siglo
catorce, o el SIDA/VIH de los siglos veinte y veintiuno. Sin embargo, todos estos se verán pálidos
en comparación con la devastación de enfermedades y epidemias durante la tribulación. Los
tornados y huracanes destruyen casas y matan a personas cada año. Pero cuando Dios suelte las
fuerzas violentas de la naturaleza, los humanos temblarán de miedo.

¡Esta es la personificación de corazones endurecidos! Si Jesús reprendió a sus discípulos por su


falta de fe (Marcos 8:17), cuánto más serán juzgados aquellos que rechazan a Cristo. Ellos tienen
ojos que no ven y oídos que no oyen. Dios es paciente, y fiel para perdonar al corazón arrepentido.
Él da oportunidad tras oportunidad. Pero al final, el juicio debe caer sobre aquellos que rechazan
obstinadamente a Cristo.

¿Pueden ponerse peor las cosas en la tierra? Sí, sí pueden, y ¡sucederá! Jesús mismo lo dijo con
respecto a la tribulación y el futuro brillante que le sigue.

Entoces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes,
confundidas a cuasa del bramido del mar y de las olas; desfalleciendo los hombres por el temor y la
expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra; porque las potencias de los cielos serán
conmovidas. Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria.
Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestras cabezas, porque vuestra
redención está cerca. (Lucas 21:25–28)

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