El Hipnotizador - Pablo de Santis. Juan Saenz Val

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A menudo a los escritores nos preguntan:

“Si usted no hubiera sido escritor, ¿qué otra cosa le habría gustado ser?”.

Quienes hacen esa pregunta suponen que la verdadera identidad no está

en la elección definitiva, sino en la segunda, en la que quedó en el cuarto de

los trastos inútiles, en la oportunidad perdida.

A mí me hubiera gustado saber dibujar. Durante el colegio secundario,

llenaba el margen del cuaderno de cocodrilos, pulpos, edificios, dragones y

letras adornadas de púas u hojas de árbol. El trazo era infantil: todo lo que

fuera sombra, volumen o perspectiva me resultaba un lenguaje

incomprensible. Los dibujos eran planos, como si fueran jeroglíficos.

A partir de mediados de los ochenta, cuando empecé a trabajar con Max

Cachimba en la revista Fierro, sentí que hacer guiones era participar

indirectamente del mundo del dibujo, sin necesidad de saber dibujar. En ese

entonces enviaba los guiones a máquina por correo, a Rosario, y veía

después el resultado en las páginas de Fierro. Hacer un guión sigue siendo

así: es como mandar una carta, escrita un poco a los apurones, y recibir por

respuesta las propias palabras transformadas en algo distinto, mejor, más

profundo. Un guión no existe del todo, es apenas una promesa; una

historieta, en cambio, ya es una parte del mundo.

Yo no he sido más que un guionista ocasional, pero he sabido de grandes

guionistas que se acercaron a la historieta por esta condición de dibujantes

frustrados. Me acuerdo que Ricardo Barreiro (que además dibujaba muy

bien) entregaba a sus dibujantes diseños de naves, de trajes espaciales, de

arquitecturas del futuro. Leí hace poco una entrevista a Robin Wood, el

legendario creador de Nippur de Lagash, en la que contaba que de muy

joven había empezado a estudiar para dibujante de historietas.


Pero en la academia le pidieron: “Hágale un favor al arte. Abandone el

dibujo”. Y así empezó a escribir.

Después del cierre de la revista (donde trabajé también con O’Kif y Pez)

no volví a la historieta hasta que Juan Sasturain me invitó a participar de la

nueva versión de Fierro. Así me reunió con Juan Sáenz Valiente, a quien no

conocía. Ya en las primeras historietas que hicimos –un par de historias

fantásticas, antes de El hipnotizador– se veía su extraordinario talento, su don

para convertir cada elemento en expresión. En sus páginas todo nos dice

algo: las caras, los cuerpos, las manos, las inquietantes escenografías, las

sombras. Un guión es algo parecido al manual de instrucciones de un juego

que otro, no uno, debe jugar. Pero cada dibujo es a la vez, para el

guionista, un manual de sugerencias, que invita a continuar por tal camino

y a evitar aquel otro. Toda historia, mientras uno la piensa, inaugura un

laberinto mental que abre a cada paso nuevas ramificaciones y dudas. En un

cuento o novela no hay guía, pero en la historieta las características del

dibujo pueden servir de mapa del laberinto. Entre tal escena y tal otra, ¿cuál

parece más real?, ¿cuál podemos imaginar ya dibujada?

Antes de la página definitiva, Sáenz Valiente traza un boceto donde están

la división en cuadros, la silueta de los personajes y los globos. Taquigrafía

gráfica que luego va ganando precisión y volumen. Pero ya en ese primer

boceto está presente la expresión, como si esta no fuera el matiz final del

trabajo, sino el punto de partida. En ese trazo decidido Sáenz Valiente entra

de lleno en la gran tradición de la historieta argentina, tan alejada de otras

estéticas más limpias y menos vivas.


En cuanto a la historia… Todo relato cuenta el momento en que el presente se

enfrenta al pasado. Si gana el pasado, la historia tendrá un matiz trágico o melancólico.

Si gana el presente, el tono probablemente sea irónico. En una historia policial, por

ejemplo, es el pasado de los personajes, algo al principio invisible, lo que explica el

crimen. La resolución del crimen significa la superación del pasado, y por eso los lectores

llegamos a la última página de una novela policial con una sonrisa. En los relatos

fantásticos, el pasado (que aparece bajo la figura de un fantasma, alguna antigua

tradición, un objeto mágico) no termina de resolverse nunca. De allí que el tono sea

fatalista, quizás melancólico. Como se preguntaba en el comienzo de Mort Cinder el

anticuario Ezra Winston: “¿Está el pasado tan muerto como creemos?”. La ficción

proclama la vida del pasado y la necesidad de practicar un exorcismo.

El pasado es el oficio de este hipnotizador. El buen Arenas es como un prestidigitador

que hace aparecer la historia de los otros a través del sueño. El trance es un teatro donde

lo olvidado regresa bajo la forma de sombra, símbolo o enigma. Pero Arenas ha sido

marcado por una maldición: su propio pasado no le llega a través de los sueños, sino del

insomnio.

Espero que esta historia sea amable con el lector, como el hotel Las Violetas lo es con

Arenas.
A Juan Sasturain

Pablo De Santis

Para mi abuela, la Bobe Nelly

Juan Sáenz Valiente


Nació en Buenos Aires en 1963. En 1984 Nació en Buenos Aires el 1º de octubre de

ganó el premio al mejor guión de la recién nacida 1981. Es hijo único de una madre arquitecta que

revista Fierro, y a partir de entonces comenzó a luego se dedicaría a la escritura y de un padre

escribir para el dibujante Max Cachimba. El director de cine de animación. El abuelo materno

álbum Rompecabezas recogió parte de esas fue el creador de la marca de ropa interior Tres

historias. Escribió varios libros para jóvenes (La Ases, y en sus buenas épocas abrigó a media

sombra del dinosaurio, Páginas mezcladas, El Argentina. La abuela materna es pintora

inventor de juegos, El buscador de finales, entre abstracta. El abuelo paterno fue capitán de la

otros) por los que ganó el premio Konex de fragata Sarmiento. La abuela paterna era pintora

Platino. También es autor de las novelas El copista. Juan experimenta desde su más

palacio de la noche, Filosofía y Letras, La traducción, temprana edad en los terrenos de la ilustración, la

El calígrafo de Voltaire, La sexta lámpara y El historieta y los dibujos animados. Entre sus obras

enigma de París (Premio Planeta-Casamérica, más importantes cabe destacar el cortometraje

Premio de la Academia Argentina de Letras). animado Jubilados (2003), la historieta Sarna

Cuando Juan Sasturain relanzó la revista Fierro en (2004), con guión de Carlos Trillo, y los libros

2006 lo invitó a trabajar con el dibujante Juan recopilatorios de sus historietas Sigilo (2008) y

Sáenz Valiente. Juntos publicaron un par de Matufia (2010). Ha expuesto sus trabajos en

historias breves antes de comenzar con las varios lugares; con algunos ha ganado premios,

aventuras de Arenas. con otros ha estado cerca.


De Santis, Pablo
El Hipnotizador / Pablo De Santis ; ilustrado
por Juan Sáenz Valiente. - 1 - 1a ed. - Buenos
Aires : Sudamericana, 2013.
(Reservoir Books)
EBook PDF.

ISBN 978-987-3650-05-5

1. Narrativa Argentina. I. Sáenz Valiente, Juan,


ilus. II.Título
CDD A860

Edición en formato digital: enero de 2014


© 2014, Penguin Random House Grupo Editorial
Humberto I 555, Buenos Aires.

© 2010 Pablo De Santis & Juan Sáenz Valiente


c/o Guillermo Schavelzon & Asoc.,Agencia Literaria
www.schavelzon.com

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