Caferata Nores
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ÁNGELA E. LEDESMA
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www. hammurabi. com. ar JOSE LUIS DEPALMA EDITOR
JOSÉ I.
CAFFERATA NORES
EL JUICIO PENAL DIGITAL
DE LOS «ESTRADOS TRIBUNALICIOS»
A LOS «ESTRADOS CIBERNÉTICOS »
Tratando solo de aportar algunas ideas para el debate ya establecido sobre la ce-
lebración de juicios orales en lo penal de modo no presencial, a distancia, median-
te el auxilio de la tecnología digital disponible a esos efectos, preparamos este bre-
ve documento elaborado como respuesta o propuestas a las diez cuestiones que
“saltan primero a la vista” sobre el tema, dejando así abierta la posibilidad de pro-
fundizarlo.
zar la tramitación total o preponderante de un juicio oral penal con todos sus actos
procesales y con el debido resguardo de garantías constitucionales, en el espacio
“virtual” o “Cyberespacio”, mediante herramientas tecnológicas digitales “inte-
ractivas de comunicación” directa “que trasmitan” y reciban “en forma simultánea
y en tiempo real, imagen, sonidos y datos a distancia, de una misma reunión entre
múltiples personas ubicadas entre uno o más sitios geográficamente distantes” (TSJ
Córdoba).
De más está decir que como condición básica para que el Cyberjuicio satisfaga la
garantía de juicio previo, es indispensable una ley en sentido formal, emanada del
Poder Legislativo que en cada jurisdicción política sea el competente para dictarla,
al menos para la regulación de debates penales no presenciales (o sea, Cyberdeba-
tes) mediante el uso de herramientas informáticas tecnológicamente aptas para su
desarrollo a distancia (Carolina Prado).
“El procedimiento previo exigido por la Constitución no es cualquier proceso
que puedan establecer a su arbitrio las autoridades públicas competentes para lle-
varlo a cabo. Al contrario, se debe tratar de un procedimiento jurídico, esto es, re-
glado por ley que defina los actos que lo componen, y el orden en que se deben lle-
var a cabo. Estos actos, “están disciplinados singular y colectivamente por el dere-
cho procesal: este prescribe las formas que se deben observar en la ejecución de ca-
da uno de ellos y el orden de proceder, o sea, una especie de programa o método de
actuación. En este sentido, sin duda, los actos procesales son jurídicos, puesto que
están previstos, definidos y coordinados por el derecho. Este régimen de legalidad,
según ya vimos, constituye una garantía de justicia en cuanto asegura la inalterabi-
lidad de la forma sustancial del proceso. La ley traza un camino procesal uniforme”
(Velez Mariconde).
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5. ¿Interpretación evolutiva?
Creemos por lo visto hasta ahora que entre muchas otras de menor intensidad,
se seguirá profundizando especialmente la polémica respecto a cómo impacta esta
nueva modalidad en el núcleo esencial del juicio penal, que es el “debate oral”, en
especial lo relativo a la influencia de la virtualidad sobre uno de sus más conocidos
caracteres esenciales: la “inmediación”, verdadera “nave insignia” de los juicios cri-
minales en Argentina, que proporciona un inmejorable espacio a otras igualmente
importantes como la “contradicción”, y la “publicidad popular” con las que se ter-
mina confundiendo (y por ende tornándolas pasibles de las mismas controversias
en orden a su posible virtualidad) en la realidad práctica de su ingreso al debate ,
pues es allí donde mejor se expresan: se tratará, como adelantamos, del “debate di-
gital” o “Cyberdebate”.
Es esa fase del juicio la que recibirá el mayor impacto en su tránsito desde la in-
mediación en sentido propio, o sea, presencial (y la contradiccion y la publicidad con
las que se confunde) hacia las nuevas formas de inmediación a distancia, que afron-
tarán inicialmente y como base, una fuerte demanda de fiabilidad en lo tecnológi-
co y procedimental para procurar mantener o emular, seriamente, las invocadas vir-
tudes de la “presencialidad”: la fiel percepción, sin interferencias, de los aspectos
verbales y no verbales de lo que en el debate se haga y se diga, a la que se atribuyó
permitir de modo exclusivo una correcta valoración de la fuerza conviccional de las
pruebas (o sea, “qué prueban las pruebas”) que en él se reciben —al menos hasta el
fallo “Casal” de la CSJN— y el útil ejercicio de la actividad propia del derecho de con-
frontación con los elementos de convicción que a él se incorporan (propio del con-
tradictorio), nota que, se argumenta, queda más satisfecha con la clásica “presen-
cialidad” personal. Y por este motivo serán el espacio más propicio para la discusión
(y probables surgencias de normas y reformas ), a las que se sumará, indudable-
mente, la necesaria publicidad popular.
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7. ¿Y nuestra opinión?
Personalmente creemos que el debate digital llegó para quedarse. Que a seme-
janza del “destino” Borgiano (ciego a las culpas pero implacable con las mínimas
distracciones), aprovechando nuestras “distractivas” discusiones jurídicas el Cyber-
debate se instale definitivamente, con la ayuda de las leyes, de las ganancias de
quienes producen los medios técnicos para su realización —Salt (de muchas de cu-
yas ideas nos hemos “apropiado” con su generosa condescendencia)—, de las evi-
dentes conveniencias presupuestarias de los poderes judiciales ( un significativo
ahorro de medios materiales y humanos) y de una cierta “comodidad” de muchos
de los protagonistas de las prácticas de los tribunales penales.
Desde luego que será más fácil darle la bienvenida final si logra brindar a todos
los ciudadanos un servicio de justicia mejor al que están recibiendo mientras dure la
pandemia o sus efectos. Y también mirando hacia el después.
Buscar este resultado es una responsabilidad de todos los operadores de la justi-
cia penal en estos momentos.
Por eso creemos que será responsabilidad de todos los operadores jurídicos —re-
pasando lo que suele ocurrir en cada intento de reformas procesales profundas—
estar atentos a las palabras que el escritor italiano Giusepe De Lampedusa, puso en
boca del príncipe Fabricio de Corvera, “il gatopardo” :“si queremos que todo siga
como está, es necesario que todo cambie”. Pues quizás, aun cuando parezca poco
probable, en el “Gran Confinamiento” (Juan Corvalán) en que nos sumergió la pan-
demia, pueda quedar todavía lugar para un “Cybergatopardismo” judicial.
Referencias bibliográficas
Andruet, Armando, La prestancia profesional de abogados y jueces en su realización virtual, Co-
mercio y Justicia, disponible en https://comercioyjusticia.info/blog/2020/04/29, 29 abril, 2020.
Borges, Jorge Luis, El Sur, diario "La Nación", Buenos Aires, 1953.
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