La Dinámica de La Inspiración y La Revelación
La Dinámica de La Inspiración y La Revelación
La Dinámica de La Inspiración y La Revelación
INSPIRACIÓN
Y LA REVELACIÓN
en la Biblia y en los escritos
de
Elena G. de White
Por Roger Coon
Traducido y editado por el CENTRO DE
INVESTIGACION WHITE , Libertador San Martín, Entre
Ríos, Argentina, 1989. Edición 1997. Traducción: Silvia
Scholtus de Roscher.
Prefacio ........................................................................... 4
Clave de abreviaturas de los libros de Elena de White
5
El funcionamiento del don profético .............................. 2
Definiciones ................................................................ 4
Inspiración .............................................................. 4
Revelación .............................................................. 5
Iluminación ............................................................. 6
Un don operante .......................................................... 7
La iniciativa divina ................................................. 7
La cadena de mandos de Dios ................................ 8
Siete modalidades de la comunicación de Dios ...... 9
Los fenómenos físicos .......................................... 12
Los vehículos básicos de los mensajes proféticos 16
La tarea de escribir: diferentes alternativas del
profeta ............................................................................ 17
La acusación de “copiar” ....................................... 19
Los sueños divinos solos, no hacen a un profeta .. 22
Tres teorías de la inspiración-revelación .................. 24
La teoría de la inspiración verbal .......................... 24
Teoría de la inspiración plenaria ........................... 27
El propósito de la inspiración-revelación ................. 42
Dos metáforas bíblicas .......................................... 42
Conclusión ................................................................ 45
Infalibilidad: ¿Puede equivocarse un verdadero profeta?
................................................................................................ 46
Confirmando la verdad ......................................... 49
La inerrancia y la vida personal del profeta.............. 51
La inerrancia y las palabras proféticas del profeta ... 53
Profecías no cumplidas ......................................... 53
Errores sin trascendencia en detalle menores ....... 57
Asuntos de importancia menor ............................. 61
Conclusión ................................................................ 66
La relación entre los escritos de Elena G. de White y la
Biblia ...................................................................................... 67
La obra de Dios mediante los profetas ..................... 68
Profetas literarios pero no canónicas .................... 69
¿Grados de inspiración? ........................................ 69
Grados de autoridad: una posición insostenible ... 70
La analogía de la “luz mayor” y la “luz menor” ....... 73
Metáforas para interpretar la analogía .................. 74
La analogía del telescopio .................................... 76
El modelo de relación de Jemison ............................ 78
Las dos resurrecciones “especiales” ..................... 78
Elena de White y el desarrollo de la doctrina
adventista del séptimo día .................................................. 80
Los congresos sabáticos ........................................ 80
El papel de las visiones en la formación doctrinal 82
Cómo consideró Elena de White su autoridad ...... 83
“¡La Biblia y sólo la Biblia!” .................................... 88
La parábola de Urías Smith .................................. 89
Conclusión ................................................................ 90
Hermenéutica: Cómo interpretar a un profeta del siglo
diecinueve en la era espacial .................................................. 92
La necesidad de una hermenéutica ........................... 93
Tres reglas de la Hermenéutica ................................. 96
Regla hermenéutica Nº 1 ...................................... 97
Regla hermenéutica Nº 2 .................................... 103
Regla hermenéutica Nº 3 .................................... 108
Un modelo integrado para la aplicación hermenéutica
.......................................................................................... 110
Conclusión .............................................................. 115
Prefacio
Los capítulos de este libro aparecieron originalmente
como una serie de cuatro artículos de la pluma del Dr. Roger
Coon, publicados en Journal of Adventist Education (Vol. 44,
No. 1, October-November, 1981; Vol. 44, No. 2, December,
1981-January, 1982; Vol. 44, No. 3, February-March, 1982;
Summer 1988). El propósito básico de dichos artículos era que
sirvieran como material de estudio para el curso de Educación
Continua. Su contenido es sólido y sumamente relevante para
la teología adventista contemporánea, pues analizan, bajo la
temática general de inspiración-revelación, asuntos talse como
la operación del don profético, el profeta y la infalibilidad, la
relación entre los escritos de Elena G. de White y la Biblia, y
reglas hermenéuticas para una correcta interpretación de los
escritos inspirados.
Considerando la utilidad que estos materiales han de
tener en nuestro ambiente, y en consulta con su autor, hemos
efectuado la presente traducción y edición en forma de libro
que esperamos pueda contribuir a una comprensión más
adecuada de los temas indicados en el párrafo anterior.
Víctor Casali
Centro de Investigación White
Universidad Adventista del Plata
Entre Ríos, Argentina
Abril de 1989
Clave de abreviaturas de los
libros de Elena de White
Inspiración
La inspiración bíblica profética puede decirse que es un
proceso por medio del cual Dios capacita a un hombre o una
mujer de su especial elección para recibir y comunicar en
forma precisa, competente, y fidedigna los mensajes de Dios
para su pueblo.8[8]
A veces solemos decir acerca de un pintor, autor,
compositor de música, o artista entendido en particular:
“¡Estuvo inspirado!” Verdaderamente puede haberlo estado.
Pero éste ha sido un tipo diferente de inspiración del que
poseyeron los profetas de Dios. Cuando Pablo le escribió al
joven discípulo, Timoteo: “Toda la Escritura es inspirada por
Dios” (2 tim. 3:16), eligió emplear la palabra griega zeop-
neusis, la cual es una contracción de otras dos palabras
griegos, zeos (Dios) y pneuma (soplo de aire). Lo que él
estaba literalmente diciendo era: “toda la Escritura es
insuflada por Dios”.9[9]
Mientras que algunos toman esto simplemente como una
metáfora literaria encantadora, sin embargo es también
verdadero y significativo que mientras el profeta experimen-
taba el fenómeno físico a manera de enajenamiento en estado
de visión, Dios insuflaba aire literalmente; el profeta no
respiraba mientras estaba en esta condición.10[10]
La inspiración del profeta es diferente en género, más
que diferente en grado, de cualquier otra forma de inspiración.
El apóstol Pedro se suma a nuestro limitado cúmulo de
información sobre la inspiración bíblica declarando que los
profetas, estos “santos hombres de Dios”, hablaron “siendo
inspirados por el Espíritu Santo” (2 ped. 1:21). El término
griego que Pedro emplea es feromeni, de fero: “transportar una
carga, mover”. Lucas empleó la expresión dos veces 11[11] al
describir la acción de un viento tempestuoso que “arrebataba”
la nave en la cual estaban viajando él y Pablo. La inferencia es
clara: Los profetas fueron “movidos por la iniciativa divina y
llevados por el irresistible poder del Espíritu de Dios por los
caminos de su elección hacia los fines de sus designios”.12[12]
Revelación
La revelación especial, podríamos decir además, es el
contenido del mensaje comunicado por Dios a su profeta en el
proceso de la inspiración. Los adventistas sostienen que este
contenido, el mensaje profético, es infalible (inerrante),
fidedigno (totalmente suficiente, confiable), y autoritativo
(tiene autoridad sobre el cristiano).
Este concepto se proyecta sobre tres corolarios: (a) El
hombre es incapaz de percibir ciertos tipos de información
mediante sus propios recursos o por su propia observación; (b)
Dios se complace en hablar; y (c) este acto tiene lugar y se
desenvuelve dentro de la historia humana.13[13]
Dios se ha revelado a sí mismo, en una forma limitada,
en la naturaleza, la que nos da vislumbres de su poder,
sabiduría, y gloria. Pero la naturaleza es insuficiente para
revelar claramente la persona de Dios, su santidad, su amor
redentor, y sus propósitos eternos para la raza humana. Así la
revelación sobrenatural trasciende a la revelación “natural” de
Dios en la naturaleza, y consiste principalmente en la
manifestación de Dios acerca de sí mismo y de su voluntad
mediante el trato directo con la humanidad.14[14]
¡Dios habla! En el Antiguo Testamento, Jeremías habla
por todos los profetas cuando testifica que “Jehová... tocó mi
boca, y me dijo: He aquí he puesto mis palabras en tu boca”
(Jer. 1:9). En el Nuevo Testamento, Pablo nos asegura que el
Espíritu Santo “dice claramente” (1 Tim. 4:1). En otro lugar
pablo sigue asegurándonos que Dios revela sus misterios a los
profetas mediante revelación, la cual es una obra progre-
siva;15[15] Pablo contrasta el conocimiento natural con la infor-
mación que es revelada por el Espíritu Santo. Este conoci-
miento no puede obtenerse de ninguna otra manera y de
ninguna otra fuente.16[16]
Iluminación
Puesto que la respuesta implicada en la pregunta retórica
de Pablo: “¿Son todos profetas?”17[17] es negativa, queda aún
una tarea más del Espíritu Santo, si es que aquellos que no
poseen el don profético han de comprender la voluntad de Dios
para ellos.
La iluminación puede ser definida como la obra del
mismo Espíritu Santo que indicó el mensaje de Dios al profeta,
por la cual El ahora capacita al oyente o lector de las palabras
del profeta para comprender las verdades espirituales y
discernir el mensaje de Dios para él.
Esta obra del Espíritu Santo está contenido en las
palabras de Jesús a sus discípulos, concernientes a la venida
del Consolador: El os enseñará todas las cosas,18[18] él os
recordará las palabras de Jesús (¡La única fuente común de la
cual proceden los escritos de los profetas!),19[19] y haciendo
esta obra él os guiará a toda la verdad que la mente humana sea
capaz de comprender.20[20]
En cuanto a esta obra de iluminación, Elena de White
cierta vez habló de tres maneras por medio de las cuales “el
Señor nos revela su voluntad para guiarnos, y para habilitarnos
para guiar a otros”: (a) mediante una comprensión de lo que
los escritores inspirados escribieron a lo largo de las épocas
para nuestra amonestación, (b) mediante circunstancias
sobrenaturales (señales); y (c) mediante la impresión directa
del Espíritu Santo sobre la mente y corazón del cristiano en
forma individual.21[21]
Un don operante
La iniciativa divina
Todo comenzó con Dios. El hizo el primer movimiento.
Las mismas palabras iniciales de nuestra Biblia castellana son
éstas: “En el principio... Dios...” (Gén. 1:1). En el último libro
de la Biblia Jesús se identifica a sí mismo tres veces como “el
Alfa y la Omega”.22[22] Estas son las letras primera y última del
alfabeto griego, el idioma en el que Juan escribió el libro de
Apocalipsis. ¿Qué significa esta misteriosa expresión? Entre
otras cosas, Jesús quizás estaba diciendo: “Yo estaba aquí
cuando todo comenzó, y estaré aquí cuando todo se haya
cumplido”.
Pablo destaca la singularidad de la religión cristiana
mostrando que en tanto nosotros estábamos aún en la
condición y las obras del pecado, Cristo murió por nosotros
(Rom. 5:8). La totalidad de las grandes religiones no cristianas
del mundo son semejantes en un aspecto: todas ellas presentan
al hombre en la búsqueda de Dios. Solamente en el
cristianismo encontramos a Dios en búsqueda del hombre. El
mensaje central del cristianismo está personificado en las tres
parábolas de los “perdidos” de Lucas 15: la oveja perdida, la
moneda perdida, y el hijo perdido. En cada una de estas
parábolas se nos muestra a un Dios que se preocupó
intensamente, y que actuó sobre la base de esta preocupación.
La preocupación de Dios por el hombre lo motivó a traer
a la existencia el oficio del profeta. Mientras que el sacerdocio
litúrgico hablaba a Dios en nombre del hombre, el profeta
hablaba al hombre en nombre de Dios. Dios tenía un mensaje
que comunicar, y escogió mensajeros humanos especiales
como sus agentes.
En tanto que todo cristiano recibe al menos uno de los
dones del Espíritu Santo (“dones espirituales”),23[23] es sin
embargo Dios Espíritu Santo quien decide qué hombre o mujer
recibe qué don.24[24] Y el don de profecía fue dado a
“algunos”,25[25] pero no a “todos”.26[26] La profecía es el don
preeminente,27[27] y lo más que puede hacer un ser humano de
acuerdo a la Escritura es procurar los mejores dones.28[28]
Solamente Dios decide quienes serán sus profetas.
Y una vez hecha esa elección, Dios habla. En las majes-
tuosas y rítmicas cadencias de Hebreos 1:1, 2, se nos dice dos
veces que Dios ya había hablado, primero mediante los
profetas y luego más recientemente mediante su Hijo.
Apocalipsis 1:1 sugiere lo que bien podría llamarse “la cadena
de mandos de Dios” (frase tomada de Bill Gothard).
La acusación de “copiar”
Tal como estudiaremos con más detalle en el segundo
capítulo, no se ha hecho ninguna acusación contra Elena de
White en cuanto a su capacidad profesional como profeta del
Señor que no haya sido ya hecha contra los profetas de la
Biblia (ya sea la acusación de copia, o la de haber dado
profecías que no se cumplieron, o de haber cometido algunos
errores en lo que fue escrito o dicho, o de volverse atrás y
cambiar algo que fue dicho por el profeta, aún en cuestiones de
temas esenciales que tuvieron que corregirse).
Aquí nos ocuparemos solamente de la acusación de copiar
de otros escritores, sean inspirados o no inspirados. La
originalidad no es ahora, y nunca lo ha sido, una prueba de la
inspiración profética de un individuo, tal como Robert W.
Olson lo señaló perceptiblemente al director de religión de la
revista Newsweek; por lo tanto, “el préstamo literario no
falsifica su afirmación de inspiración (de la Sra. White)”.59[59]
Los escritores bíblicos copiaron uno del otro sin dar
crédito a las fuentes, y aparentemente no tuvieron ningún
remordimiento en cuanto a esta práctica:
El propósito de la inspiración-
revelación
Leslie Hardinge, un profesor veterano de Biblia en
colegios y seminarios adventistas del séptimo día, cierta vez
hizo una declaración muy profunda: “Sin analogía no hay
enseñanza real”.
En la Biblia o en cualquier otra parte, la enseñanza más
efectiva se da mediante la metáfora y el símil. Notemos
primeramente dos metáforas interesantes y útiles, que emplean
los escritores bíblicos en el Nuevo Testamento, para ampliar
nuestra comprensión acerca del propósito de la inspiración-
revelación.
Aquí se presentan tres postulados: (a) el verdadero profeta tiene un CPP (cociente
de precisión profética) del ciento por ciento, mientras que los médiums (y los falsos
profetas) tienen normalmente sólo un 75-80 por ciento de CPP; (b) si un profeta de Dios
no está en lo cierto el ciento por ciento de las veces, él o ella no está en lo cierto
ninguna de las veces; y (c) un verdadero profeta nunca tiene que volverse atrás y
cambiar algo de lo que escribió o dijo en su capacidad profesional como profeta.
Esta posición toma prestado mucho de la filosofía básica de la inspiración,
sostenida por el autor de una popular biografía de Elena de White publicada hace
algunos años:
Se le podría haber perdonado a Pablo si hubiera dicho a las bereanos: “No sólo
soy un profeta inspirado del Señor, sino que tengo el don espiritual más elevado, el del
apostolado. Ustedes no necesitan comprobar lo que les he dicho; la mayor autoridad
proveniente de Dios sobre esta Tierra”.
Pero él no les dijo eso. Los alabó, un cambio, por no tomar simplemente su
palabra como verdadera, sino dirigirse a los escritos previamente inspirados para
verificar lo que él había dicho.
Confirmando la verdad
¿Cómo debiéramos confirmar la verdad? ¿Contando cabezas y aceptando la
posición que atrae al mayor número de adherentes? Difícilmente.
¿Cuál es la mejor manera de determinar la hora exacta del día? Si Ud. le pregunta
a alguien “¿qué hora es?” y le dicen “son las 3:10 h.”, “Cómo sabe que está en lo
cierto? Y a propósito, si Ud. le pregunta la hora a varios individuos, puede tener tantas
respuestas diferentes como personas con relojes. Además, cada persona probablemente
supondrá que la suya es la única hora correcta si otros no concuerdan.
Muchas comunidades tienen un número telefónico que uno puede discar para
saber la hora exacta del día. Algunas redes de radio y televisión tiene una señal que
puede oírse a la hora exacta, superpuesta a la voz del locutor que están dando las letras
identificatoria de la estación.
Para la mayoría de nosotros confirmar la hora del día puede ser crucial. Si
estamos fuera de la hora uno o dos minutos puede no ser demasiado importante. Pero
confirmar la verdad espiritual puede ser de importancia eterna.
¿Y cómo confirma Ud. la verdad? La respuesta de Jacques Bénigne Bossuet,
obispo francés y predicador de la corte de Luis XVI en el siglo decimoséptimo, es
oportuna. Luis era amante del teatro, y a menudo habían ordenado representaciones en
su corte. Bossuet, por el contrario, era ampliamente conocido como opositor del teatro
por ser perjudicial para el desarrollo del carácter cristiano y por ser un instrumento del
mal.
Cierto día, cuenta la historia, durante un intervalo en los actos de la corte, Luis
miró a su alrededor y, viendo a Bossuet afuera, lo llamó en alta voz: “mi obispo, ¿qué
piensa de mi teatro?”
Los cortesanos quedaros expectantes, pues conocían las opiniones de ambos. Y
también conocían el peligro de dar un veredicto contrario a la opinión real. El ofensor,
cómo mínimo, podía ser expulsado de la corte (que para estos aduladores era una suerte
casi peor que la muerte); o lo que es peor, podían ser enviados a la guillotina.
Todos aguardaban sin aliento la respuesta de Bossuet, preguntándose si él
encontraría la salida conveniente al dilema (basada en la teoría de que es mejor un
cobarde vivo que un héroe muerto), o si arriesgaría todo al manifestar la convicción de
su corazón.
Adustamente, Bossuet se fue acercando a la presencia inmediata del Rey Sol, se
postró y dijo con gran dignidad: “Señor, Ud. me ha preguntado qué pienso del teatro.
Le diré, Señor, lo que pienso. Hay algunas grandes personas a favor de él... y hay
algunas grandes razones en contra de él”.
Lo mismo podría decirse de la teoría de “la camisa de fuerza” de una “mayor
seguridad”. “Hay grandes personas a favor de ella, pero hay algunas grandes razones en
su contra”. ¿Cómo lo determina Ud.? La corroboración es potencialmente un proceso
doloroso, pues los hechos a veces nos obligan a cambiar opiniones tradicionales
altamente apreciadas. Pero es una necesidad intelectual para cualquiera que sostenga
que la verdad debe ser tan importante como la vida misma.
Es importante que cada uno de nosotros sepamos qué creernos, también por qué lo
creemos.
En el capítulo 1 señalamos la declaración de Pablo de que “tenemos este tesoro en
vasos de barro” (2 Cor. 4:7) y la observación de Elena de White de que “en la obra de
Dios por la redención de hombre se combinan la divinidad y la humanidad”cxxiii[123].
Jesús era tanto hijo de Dios como Hijo del hombre, y esta misma unión de lo divino y lo
humano existe también en la Biblia. El “tesoro” consta de verdades reveladas e
inspirada por Dios; los “vasos de barro” (el envoltorio humano) son las palabras de los
hombres, escogidas por ellos para comunicar la verdad divina.cxxiv[124]
El “tesoro” (la verdad o el mensaje dado por Dios) no solamente es “revelación
infalible de su voluntad”, sino que tiene también “autoridad absoluta”cxxv[125] (normativa
y obligatoria para el cristiano). Comentando sobre la cuestión de la infalibilidad, Elena
G. de White escribió: Sólo Dios es infalible”.cxxvi[126] “El hombre es falible, pero la
palabra de Dios es infalible”.cxxvii[127]
Respecto de los “vasos de barro”, el lado humano de la ecuación, la Sra. White
añadió: “todo lo que es humano es imperfecto”;cxxviii[128] y “ningún hombre es
infalible”:cxxix[129]
Algunos han tropezado con el hecho de que existen imperfecciones en los escritos
de Elena de White. Los ejemplos citados por los críticos influyen su cifra incorrecta de
los aliados de Abraham; su declaración inicial de que Dios les ordenó a Adán y Eva que
no tocara el fruto prohibido, y que más tarde cambió para afirmar que éstas eran las
palabras de Eva; su declaración de que solamente ocho almas recibieron el mensaje de
Noé, contradicha en otro lugar por su afirmación de que hubo otros que creyeron y que
ayudaros a construir el arca; y su referencia la servicio diario del viejo
tabernáculocxxx[130], la cual no cuadra enteramente con la referencia dada en el
Pentateuco.
Algunos críticos han ido más allá al preguntar si estas imperfecciones, estas
imprecisiones, este motivo de desconfianza, no son una razón suficiente para no
fundamentar ninguna doctrina sobre sus escritos.cxxxi[131]
No hay acusación que pueda ser dirigida a Elena G. de White en su rol profesional
como profeta, que no pueda y no haya sido dirigida primeramente contra los escritores
de la Biblia por los denominados “altos críticos”, sea que estas acusaciones señalen
declaraciones equivocadas de hecho, el copiar de escritores no inspirados (acusación
que se examina en detalle en el capítulo 1), profecías no cumplidas, o el tener que
retractarse de declaraciones hechas en alguna ocasión anterior.
No pretendemos más de la Sra. White de lo que pretenderíamos de los escritores
bíblicos; pero tampoco pretendamos menos (por razones que serán discutidas con
detalle en el capítulo 3).
Volvamos ahora a la afirmación directa de Pedro: “Tenemos también la palabra
profética más segura”. Examinemos, para ver si somos capaces de determinar cómo
opera esta “mayor seguridad” (o cómo no opera).
La inerrancia y la vida personal del profeta
Las evidencias históricas y de la Escritura testifican que el control del Espíritu
Santo sobre la vida de los profetas no les impide ejercer su libertad para pecar. Si
“todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Rom. 3:23), esto
supuestamente incluye también los profetas. Para verificarlo, necesitamos examinar
individualmente sus vidas tal como están registradas en un escrito sagrado, a fin de
descubrir la naturaleza y el alcance de sus pecados de omisión y comisión.
Uno de los profetas más tempranos que se menciona en las Escrituras es Abraham
(Gén. 20:7). Los escritores canónicos del Antiguo y del Nuevo Testamento
reiteradamente lo llaman el padre de la fe, y en verdad, tanto los judíos (mediante Isaac)
como los árabes (mediante Ismael) lo consideran también su ancestro directo.
Abraham fue constituido no solamente progenitor de gente demasiado numerosas
de contar, y no solamente le fue dada la relación especial con Dios representada por el
papel y el oficio de un profeta, sino también le otorgado (por Jehová mismo) el título de
“Abraham mi amigo”.cxxxii[132] (En el Corán, escrito por Mahoma en Arabia, este título
se expresa como El Khalil. Los filólogos islámicos afirman que esta palabra árabe, un
idioma señalado por sus matices y sus delicadas distinciones de significados, no debiera
traducirse simplemente como “amigo” sino más bien como “amigo muy especial”.)
¿Qué clase de hombre era el “amigo muy especial” de Dios? En Génesis 12
encontramos a Abraham y a su esposa Sara en Egipto. Puesto que Sara es una mujer
muy hermosa, Abraham teme que faraón desee añadirla al harén real, y mate a
Abraham a fin de preparar el terreno para esta conquista. Así es que Abraham persuade
a Sara para que declare que es su hermana, en lugar de su esposa.
Ahora bien, Sara en verdad era media hermana de Abraham, de modo que lo que
ella dijo era una media mentira; pero ella era también su esposa completa. Y lo que es
verdad a medias es mentira completa, pues la intención es engañar. Dios intervino en
esta situación de un modo destacable para proteger la vida de su amigo; y se les
permitió a Abraham y a Sara abandonar Egipto sin ser molestados, con todas sus
posesiones intactas.
Pero ocho capítulos más adelantes, En Génesis 20, encontramos que se repite la
misma historia, y con los mismos resultados. Dios tuvo paciencia con su amigo muy
especial, así como tiene paciencia con nosotros. ¡Pero uno de algún modo tiende a
esperar un comportamiento un poco más elevado de parte de los profetas! Seguramente
Abraham debiera haber aprendido una lección la primera vez. Pero no lo hizo, como a
menudo nosotros no lo hacemos.
Abraham no solamente fue un “real mentiroso” en dos ocasiones, sino que
también pecó en consentir a la propuesta de Sara de tomar a Agar como una esposa
secundaria con el propósito de “ayudar” al plan de Dios de hacer de Abraham una prole
tan numerosa como la arena del mar y las estrellas del cielo.
Sara estaba fuera de la edad de las mujeres fecundas (Gén. 18:11); y no creyendo
que Dios realizaría un milagro, procuró un solución naturalista. Pero al tomar a Agar,
una de las siervas de Sara, como su esposa, Abraham demostró una seria falta de fe.
Dios se había propuesto que Isaac sea un niño “milagro”, porque de varias formas iba a
ser un tipo de Cristo. Y aún cuando la conducta de Abraham y Sara era aceptada por las
normas culturales de aquel entonces, era contraria al plan de Dios. Pablo emplea esta
ilustración en Gálatas 4 para alegorizar mediante Agar la salvación por las obras, y con
Sara la salvación por la fe.
A propósito, la gravedad de la falta de fe de Abraham en esta cuestión es
subrayada por un profeta más reciente. Debido a que no confió en que Dios produciría
un niño milagro, sino que en vez de eso, tomó a Agar como su esposa, algunos años
más tarde Abraham fue llamado a ofrecer a Isaac como sacrificio humano sobre el
monte Moriah. Elena de White escribió: “si él hubiera soportado la primera prueba y
hubiera esperado pacientemente el cumplimiento de la promesa en Sara, ... no habría
estado sujeto a la prueba más difícil que se haya requerido jamás de hombre
alguno”.cxxxiii[133]
Bastante hasta aquí para El Khalil, el amigo de Dios.
El nieto de Abraham, Jacob, un profeta, también fue un pecador. De hecho, su
propio nombre tuvo que ser cambiado a Israel después de su conversión porque su
antiguo nombre significaba engañador o suplantador; y Dios no podía tener un profeta
andando de un sitio para otro con esa clase de nombre en una época cuando el poner un
nombre tenía una importancia mucho mayor que en los tiempos modernos.
Luego vino David. Dos veces en la escritura, uno en el Antiguo Testamento y
otra en el Nuevo, David recibió el título de “un varón conforme a su corazón” [de Dios]
(1 Samuel 13:14). (Véase además Hechos 13:22), ¿Y qué clase de hombre fue? Bien,
entre otras cosas, primeramente cometió adulterio con Betsabé, y luego asesinó a su
esposo Urías, en un esfuerzo por encubrir el hecho (2 Samuel 1). ¿Es esa la forma de
comportarse de un profeta, y en especial la de uno tan cercano al corazón de Dios?
De paso, las experiencias de Abraham y David han sido utilizadas en tiempos
recientes por cristianos equivocados para excusar la poligamia, entre otros pecados. No
obstante permanece la pregunta, ¿fue Abraham amigo de Dios y fue David un hombre
conforme al corazón de Dios debido a sus pecados, o más bien a pesar de ellos?
Aunque los profetas fueron todos pecadores (y algunos de ellos sensacionales en
eso), ¡sus pecados no invalidaron su don profético!
Jeremías se quejó, acusando equivocadamente a Dios (cap. 12:1; 15:15-18). Jonás
(cap. 1:3) como Elías (1 Reyes 19) huyeron del deber. Y luego hubo un Pedro.
Pedro negó a su Señor tres veces con sucios juramentos de pescadores que no
habían manchado sus labios por tres años. Jesús lo perdonó y lo restauró al ministerio
evangélico, y además le concedió el don de la inspiración profética. ¿Y vivió luego
Pedro una vida moralmente impecable y resta de allí en más? No.
Con posterioridad Pedro fue culpable de una enorme hipocresía. Con los
cristianos gentiles él era el epítome de la amistad; pero en ciertas ocasiones en que los
judíos estaban presentes, Pedro atendió a sus estrechos prejuicios chauvinistas no
otorgándoles a los gentiles el mismo calor de compañerismo cristiano que les hubiera
brindado en privado. Este, en verdad, fue un problema moral tan serio, que el apóstol
Pablo se vio obligado a reprender a Pedro de un modo bastante directo y en público
(Gálatas 2:11-14). Y Pedro era un profeta.
Bien, ¿Qué con respecto a Elena de White? Ella escribió cierta vez: “Sólo Dios y
el cielo son infalibles... Acerca de la infabilidad, nunca pretendí tenerla. Sólo Dios es
infalible”.cxxxiv[134]
Un critico reciente encontró culpable a Elena de White de tres pecados (si no
crímenes) en su informe: (1) era ladrona literaria, pues la acusó de robar de los escritos
de otros; (2) era mentirosa, pues supuestamente pretendía que esos escritos eran de su
propia pluma cuando no lo eran; y (3) ¡ella y su esposo Jaime fueron considerados como
explotadores descarados y oportunistas que escribían para un mercado seguro, cautivo,
con el propósito de enriquecer las fortunas de sus propias familias!cxxxv[135]
Ahora bien, supongamos por un momento que las peores acusaciones de los
críticos acerca de Elena de White absolutamente ciertas. Aunque estas acusaciones han
sido contestadas con abundante detalles,cxxxvi[136] supongamos momentáneamente lo
peor por motivo del argumento. Si Elena de White fuera culpable como se la acusa,
¿invalidaría esto su don profético?
Y la respuesta llega rápidamente: no (no a menos que Ud. desee invalidar el don
profético de Pedro, el don profético de Jonás, el don profético de Elías, el don profético
de Jeremías, el don profético de David y el don profético de Abraham, entre otros).
Debemos ser consecuentes y tratar a Elena de White exactamente como lo
haríamos con cualquier otro profeta de los tiempos bíblicos. Si no arrancamos de
nuestra Biblia los Salmos escritos por David, las profecías de Jeremías y Jonás, y las
dos epístolas de Pedro, entonces no tenemos derecho de desechar los escritos de Elena
de White.
La historia y las Escrituras testifican que el control del Espíritu Santo sobre la
vida de los profetas no les impidió ejercer su libertad de pecar, ¡y sin embargo sus
hechos pecaminosos no invalidaron su don profético!
En cuanto a este punto, probablemente alguien afirme que Pedro no dijo que
tenemos la vida profética más segura, sino más bien, que tenemos la palabra profética
más segura. ¿Qué decir acerca de las palabras del profeta?
Profecías no cumplidas
Hace uno meses atrás estuve dando una serie de clases y reuniones públicas en
una de nuestras instituciones educativas de la costa del Atlántico. Finalizada la
presentación del jueves de tarde, un obrero denominacional de este colegio me preguntó
si podía hablar conmigo en privado Lo invité a mi pieza de huéspedes, en donde
conversamos por más de una hora.
Tan pronto como se sentó, comenzó: “Realmente deseo creer en Elena de White
como profeta del Señor legítima y auténtica”. Podría decir que por el tono de su voz, él
no solamente era profundamente sincero, sino que además estaba seriamente
preocupado.
“Bueno”, respondí. “¿Hay algún impedimento para que su deseo se cumpla?”
Sin responder directamente mi pregunta, continuó: “¿No es el cumplimiento de lo
predicho una de las pruebas bíblicas de un verdadero profeta?”
“Oh, si”, sonreí. “cuando solía dar clases de orientación profética en California y
Nigeria, examinábamos las cuatro pruebas: (1) las palabras del ‘profeta’ bajo escrutinio
deben concordar con las revelaciones inspiradas previas y conocidas, provenientes del
Señor (Isaías 8:20); (2) la prueba de los frutos debe aplicarse tanto a la propia vida del
profeta como a la de aquellos que siguen al profeta (Mateo 7:16, 20), (3) el profeta debe
dar testimonio de que Jesús era el hijo de Dios divino – humano, encarnado (1 Juan 4:1-
3); y (4) las predicciones del profeta deben cumplirse.
“Esta última prueba”, le dije a mi interrogador, “se menciona dos veces en el
Antiguo Testamento. Jeremías (Cap. 28:9) la presenta desde la perspectiva positiva:
‘Cuando se cumpla la palabra del profeta, será conocido como el profeta que Jehová en
verdad envió’. Y Moisés la presenta desde la perspectiva negativa: ‘Si el profeta
hablare en nombre de Jehová, y no se cumpliere lo que dijo, ni aconteciere, es palabra
que Jehová no ha hablado; con presunción la habló el tal profeta; no tengas temor de él’
(Deuteronomio 18:22)”. “También yo pensaba así”, dijo quedamente mi amigo. Luego
prosiguió: “Bien, ¿Qué hacemos entonces con las predicciones de Elena de White que
nunca se cumplieron? Por ejemplo, entiendo que en 1856 ella dijo que en alguna parte
se le mostró un grupo de nuestros miembros de iglesia en una reunión. Dijo que
algunos de ellos serían ‘comidas de gusanos’, otros estarían expuestos a las siete últimas
plagas, y algunos estarían vivos y serían trasladados en la segunda venida de Cristo.
¿Está viva todavía algunas de las personas que asistió a esa reunión?”
“Que yo sepa, no”, contesté. “El último sobreviviente conocido murió en 1937, a
los 83 años de edad. Su nombre era Guillermo White, y era un bebé en brazos en ese
tiempo. Su madre, Elena de White hizo la predicción.”
“Eso es lo que oído. Bien, ¿Cómo maneja Ud. el hecho, a la luz de esta prueba
bíblica de un profeta, de que su predicción debe cumplirse, y si no resultara así es
evidencia de que el Señor no ha hablado mediante él?”
“Lo manejo de la misma manera que con otras profecías no cumplidas de profetas
verdaderos que aparecen en la Biblia”, repliqué. “De paso, trataré esto con más detalle
en un momento. Pero mi política, cuando la gente me hace preguntas acerca del rol
profético de Elena de White, es ir primero a la Biblia para ver cómo se resuelve la
situación allí, antes de examinar a Elena de White. Como ve, deseo verla a la luz de la
Biblia, no a la inversa.”
Y así comenzamos un estudio de lo más interesante sobre profecías no cumplidas
de profetas auténticos y reconocidos en la Biblia. Probablemente el mejor ejemplo
conocido es el de Jonás.
Luego de terminado su recorrido “submarino” en el vientre del gran pez, Jonás fue
a Nínive a cumplir con el mandato del Señor. Nínive era una gran ciudad; a Jonás le
tomaría tres días para abarcarla completamente. Su mensaje fue tanto simple como
terminante: “De aquí a cuarenta días Nínive será destruida” (Jonás 3:4). No se ofreció
ninguna esperanza, ningún compromiso, ningún elemento condicional.
Después de dar su mensaje, Jonás salió de la ciudad y encontró un lugar ventajoso
desde donde podría presenciar (y saborear) la masacre de los enemigos más odiados de
su nación. Jonás despreciaba enojosamente a estas personas, pues lo asirios eran los
enemigos paganos más guerreros y temibles. Cuando ellos capturaban prisioneros de
guerra judíos los despellejaban (les quitaban la piel vivos), a fin de arrancar cada onza
de trauma que pudieran en la tortura, antes de matar a la victima. En tales ocasiones, la
muerte, cuando llegaba, era una liberación bienvenida y misericordiosa. Es
perfectamente comprensible el hecho de que los judíos no sintieran amor por los
ninivitas.
Aunque no había ninguna esperanza explícita en el mensaje de Jonás, los ninivitas
(que podrían haber tenido algún conocimiento previo acerca de Jehová al oír de otros
profetas judíos, o al leer escritos proféticos judíos), decidieron enmendar sus caminos.
Expresaron su arrepentimiento en la manifestación cultural apropiada para esa época: se
cubrieron de cilicio y se sentaron sobre las cenizas. Dios contempló todo esto, y con
amor, y misericordia, les otorgó una postergación de la sentencia.
Mientras tanto, el profeta malhumorado se estaba poniendo cada vez más enojado
en esa situación. Uno sospechaba que la causa real de esta creciente irritación no era
simplemente su estrecha lealtad judía chauvinista, sino más bien el temor de que la
noticia de este nuevo suceso pudiera llegar a Jerusalén antes que él.
Jonás puede haber estado más preocupado acerca de su reputación profesional,
como profeta, que acerca de sus 120.000 “conversos”. ¡En lugar de desear que fueran
bautizados por agua, deseaban que fuesen incinerados por el fuego! Quizás tenía miedo
de que al regresar a Jerusalén, los niños que juegan en la calles le cantaran por detrás:
“Jonás es un falso profeta, Jonás es un falso profeta”. ¿Por qué? Porque su predicción
no se cumplió.
Resulta de interés que, al hacer una nota de pie de la página de la historia,
aprendemos que algunos siglos después de este suceso, los ninivitas se “arrepintieron”
de su arrepentimiento inicial (véase 2 Corintios 7:10), y retornaron a sus caminos
anteriores. Dios, entonces, se “arrepintió” de su perdón, y envió la destrucción
advertida originalmente por Jonás.
Pero, ¿fue Jonás confirmado como “verdadero” profeta 200 años ex post facto?
No, de ninguna manera. Si los ninivitas nunca hubieran sido destruidos posteriormente,
Jonás igualmente sería considerado como verdadero profeta, aun cuando su predicción
no se haya cumplido.
¿Cómo? Por el elemento condicional que existe en algunas profecías, sea en
forma explícita o implícita. Un indicio de esto se encuentra tan temprano como en el
950 A.C., cuando el profeta Azarías le indicó al rey Asa: “Jehová estará con vosotros,
si vosotros estuviereis con él; y se le buscareis, será hallado de vosotros , más si le
dejareis, el también os dejará” (2 Corintios 15:2).
Más al punto todavía llega el interesante y significativo hecho de que en ambos
libros de la Biblia donde se requiere la prueba del cumplimiento, este elemento
condicional está declarado también en forma explícita.
Diez capítulos antes de proporcionar la prueba del cumplimiento:
Al escribir este relato biográfico, la Sra. White contó en gran parte con las fechas
de cartas recuperadas de la familia Stockbridge Howland de Topsham, Maine. Ellos
habían cuidado a su hijo Henry durante cinco años mientras Elena viajaba con su esposo
Jaime. Elena les había escrito frecuentemente a los Howland mientras ella y su esposo
iban de un lugar a otro.
Una posible evidencia de que la extraña solicitud haya dado frutos es el hecho de
que se alteraron dos fechas que aparecían en el tomo 2 de Spiritual Gifts de relatos
históricos paralelos de la pluma de la Sra. White en publicaciones posteriores:
En el primer relato de la serie inicial de conferencias proféticas de Guillermo
Miller en Pórtland, Maine, la fecha dada es simplemente 1839, y la fecha de la segunda
serie fue dada simplemente como 1841.clii[152]
Un relato paralelo, sin embargo, corrige las fechas de la primera serie a marzo de
cliii[153]
1840, y la segunda serie para junio de 1842.cliv[154] En estos relatos posteriores se
preserva el espacio de dos años, pero las fechas se ajustan en un año en cada caso.
¡Elena de White ciertamente no estaba solicitando a ningún lector que corrija
algún mensaje que ella haya recibido por parte del Señor! Por lo tanto es incorrecto dar
esa impresión, tal como lo han hecho algunos críticos.
Quizás baste un ejemplo más en cuanto a las imperfecciones de los “vasos de
barro” como “envoltorio” del mensaje profético, para mostrar que Elena de White (al
igual que los escritores bíblicos que le precedieron) era totalmente humana y estaba
sujeta a simples errores que el Espíritu Santo nunca se tomó la molestia de corregir
(aunque fácilmente podría haberlo hecho).
Elena de White mantuvo correspondencia con un colportor llamado Walter
Harper, por más de veinte años. En una carta ella le pedía prestado mil dólares,
ofreciéndole del cuatro al cinco por ciento de interés por el período del préstamo clv[155]
(al par que los bancos de aquella época estaba ofreciendo solamente del tres al cuatro por
ciento; esto es una evidencia más contra la acusación de “explotación”).
El 9 de noviembre de 1906, la Sra. White le escribió una carta al Hno. Harper en
un estado de gran agitación. Su preocupación y desconcierto son del todo evidentes, se
escurren en casi cada línea de página.
Harper había escrito solicitando la copia de un testimonio que Elena de White
originalmente había enviado al Presidente de la Asociación General, George I. Butler
que aparentemente ya era bien conocido en el campo. No era raro que estos tipos de
cartas cuasi-públicas circularan libremente entre los miembros de la iglesia en general,
durante esa época.
Después que la carta había sido despachada, la Sra White ¡descubrió para su
consternación que había enviado la carta equivocada! Al escribirle al colportor Harper,
ella le recuerda en primer lugar que lo que le enviaba era “mi especial propiedad
personal”, solicitándole luego su devolución inmediata, e indicándole que no haga de
conocimiento público el asunto y que si lo había visto otras personas, se les debiera
comunicar la importancia de la confidencialidad.
Ella concluye indicándole al Hno. Harper que tampoco haga una copia de la carta
antes de devolvérsela, porque ahora tenía la carta que originalmente había intentado
enviarle.
Aunque obviamente estaba perturbada por la equivocación, ella no vaciló en
hablar de “lo hecho equivocadamente”, admitiendo (como lo hizo siempre que se le
preguntó en forma directa) que era humana, y que estaba sujeta a las flaquezas de la
naturaleza humana.clvi[156]
La “mayor seguridad” de la inspiración no alcanza a excluir (como sugiere
equivocadamente la teoría de la “camisa de fuerza”) la posibilidad de que el profeta
cometa errores secundarios. Unicamente cuando dichos errores afecten (a) la dirección
de la iglesia de Dios, (b) el destino eterno de un alma, o (c) la pureza de una doctrina, el
Espíritu santo intervendría para remediar la situación en forma inmediata mediante el
profeta, de modo tal que no se produzca ningún daño permanente.
La Sra. White finalmente habló. Ella estaba de acuerdo con que la casa
publicadora debía consolidarse sobre una base financiera sólida. “Si no se puede, sería
mejor que se la cierre.” Presionada por una solución que no tenía, La Sra. White admitió
finalmente que la casa publicadora debía transformarse en un depósito.
Fortalecido por Crisler, con una copia en su bolsillo de las palabras pronunciadas
por la Sra. White, Daniells, con gran alivio, abordó en tren para Battle Creek. A su
regreso convocó inmediatamente la junta de la Asociación General a una asamblea, y
rápidamente votaron la cesación de la existencia de la casa publicadora como tal. Luego
volvieron su atención hacia otras preocupaciones más apremiantes.
Algunos días después explotó una bomba: una carta de la Sra. White. Ahora ella
aconsejaba no cerrar las operaciones de la imprenta de Nashville, sino más bien
recomendaba que los hermanos laicos trazaran planes para evitar mayor endeudamiento,
y que avanzaran por fe. Si se seguía el consejo del Señor, El daría el éxito. Algo
perturbada, indudablemente, ella dijo que la indicación que había dado a la junta de
hermanos que la visitaron, estaba equivocada. Esa misma noche, después del encuentro,
el Señor le había dado una visión mostrándole que estaba equivocada, y diciéndole cuál
era el curso que realmente debía seguirse.
El 20 de octubre, el día siguiente a la reunión de la junta realizada bajo la sombra
dl gran cedro de Elmshaven, Elena de White le escribió a A. G. Daniells:
Anoche me pareció estar en la sala de operaciones de un gran
hospital, al cual se llevaba personas, y se preparaban instrumentos para
cortar sus miembros con gran premura. Vino uno que parecía tener
autoridad, y dijo a los médicos: “¿Es necesario traer a estas personas a
esta sala?” Mirando compasivamente a los dolientes, dijo: “No amputéis
nunca un miembro hasta que se haya hecho todo lo posible por salvarlo”.
Examinando los miembros que los médicos estaban preparando para
cortar, dijo: “Esto puede salvarse. El primer trabajo consiste en emplear
todos los medios posibles para sanar estos miembros. ¡Que terrible sería
amputar un miembro que puede salvarse con paciente cuidado! Vuestras
conclusiones han sido sacadas con demasiada premura. Poned a estos
pacientes en las mejores piezas del hospital, y dadles el mejor cuidado y
tratamiento. Emplead todos los medios que estén a vuestro alcance para
salvarlos de tener que seguir inválidos e inútiles por el resto de la vida.”
Los dolientes fueron llevados a una pieza cómoda, y asistentes
fieles los cuidaron bajo la dirección del que había hablado; y no hubo que
sacrificar un solo miembro.clxi[161]
En una carta escrita algunas semanas después, dirigida a “Mis hermanos que
están en puestos de responsabilidad”, la Sra. White señaló:
“Durante la noche que siguió a nuestra entrevista en mi casa, y afuera en el
césped, bajo los árboles, el 19 de octubre de 1902, acerca de la obra en el campo del sur,
el Señor me ha indicado que yo había asumido una actitud equivocada”clxii[162]
La profeta había errado, y el error fue lo suficientemente grave como para
justificar la intervención y la corrección inmediata del Espíritu Santo a fin de que no
haya daño permanente.
Otro ejemplo de cambio de posición de Elena de White viene a la mente en
relación con la difusión prematura de su Testimonio Nº 11. Los hermanos estaban
tratando de levantar fondos para establecer el Sanatorio de Battle Creek, y sabían que
Elena de White había tenido una visión sobre el asunto. Ellos pensaron. Lógicamente,
que si podían usar sus consejos para organizar sus argumentos a favor del sanatorio,
podrían levantar más rápidamente los fondos que tan desesperadamente necesitaban.
Así ejercieron presión sobre la Sra. White para sacar a luz el Testimonio Nº 11
antes de que ella esté preparada para entregarlo a la imprenta. Ella accedió de mala gana
ante la insistencia, pero más tarde se arrepintió de esto; y en el testimonio Nº 12, que
apareció poco después, admitió públicamente que “bajo estas circunstancias sometí mi
juicio al de otros y escribí lo que apareció en el Nº 11 sobre el Instituto de salud, no
estando en condiciones de presentar todo lo que había visto. En esto actué
equivocadamente”.clxiii[163]
Explicándose con más detalle, ella dijo: “Lo que apareció en el Testimonio Nº
11... no debiera haber sido dado hasta que estuviera en condiciones de escribir todo lo
que había visto en cuanto a esto”.
Comparando el Nº 11 con el Nº 12 se aprecia que hay un pequeño (pero quizás
significativo) cambio en su posición teológica con respecto a la relación entre la reforma
de salud y el mensaje del tercer ángel.
En el Nº 11 escribió: “Me fue mostrado que la reforma pro salud es una parte del
mensaje del tercer ángel, y está tan estrechamente relacionada con él como el brazo y la
mano lo están con el cuerpo humano”clxiv[164] En el Nº 12 escribió: “La reforma pro salud
está estrechamente relacionada con la obra del tercer ángel; y sin embargo no es el
mensaje”.clxv[165]
Con respecto a esta presión indebida ejercida por parte de los líderes de la iglesia,
Elena de White prometió que nunca más sería forzada a adoptar la posición insostenible
de escribir sobre algún asunto antes que se sintiera lista para hacerlo:
Conclusión
¿Qué dicen los Adventistas del séptimo día acerca de la infalibilidad e inerrancia
de los profetas? “El fin de todo discurso oído es este”:
Los escritores bíblicos no eran hombres infalibles en sí mismo. Sin embargo, el
Espíritu Santo que los inspiró era infalible. Sus revelaciones (“este tesoro”) procedían
directamente de un Dios infalible. Estos hombres inspirados comunicaron el mensaje
como hombres falibles, utilizando el imperfecto lenguaje humano (“vasos de barro”)
como el instrumento para esa comunicación.
Mientras Elena de White aún vivía, se planteó la siguiente pregunta respecto a
ella: “¿Consideran los adventistas del séptimo día a la hermana White como infalible?”
La pregunta fue respondida en las páginas de la Review and Herald en 1863 por
W. H. Littlejohn en una declaración breve y directa:
La organización religiosa Adventista del Séptimo Día aún hoy sostiene que Elena
de White era confiable, digna de crédito, y autoritativa como un profeta del Señor.
La iglesia mantiene que ella fue inspirada del mismo modo y en el mismo grado
que los profetas de la Biblia, ni los consideramos como un agregado al canon sagrado de
la Escritura.
En el capítulo III se expondrá más plenamente esta posición al presentar “la
relación correcta entre los escritos de Elena de White y las Escrituras”.
Nosotros también, como Pedro, podemos declarar con valor y confianza:
“Tenemos también la palabra profética más segura, a la cuál hacéis bien en estar atentos
como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero
de la mañana salga en vuestros corazones.” (2 Pedro 1:19)
La relación entre los escritos de Elena G.
de White y la Biblia
Quizás no haya entre las creencias adventistas del séptimo día un tema más mal
interpretado que el de la correcta relación entre los escritos de Elena G. de White y los
de las Escrituras. Esto es una realidad dentro de la iglesia, como también fuera del
adventismo.
Si se compran los escritos no adventistas como Walter R. Martín,clxviii[168]
Norman F. Doughty,clxix[169] y otros que han escritos en forma crítica acerca de las
creencias doctrinales de los adventistas, con algunas declaraciones frecuentemente
citadas por los propios escritores del adventismo que parecen presentar posiciones
divergentes (si no contradictorias), ¡uno se pregunta si no somos nosotros mismos, los
de la iglesia, los responsables de causar en parte la confusión que existe afuera!
Tomemos, por ejemplo, la definición de dos palabras que hemos empleados a
menudo en este libro: inspiración y revelación. El crítico Walter Rea, siguiendo a
Webster, considera que la inspiración es “la influencia divina ejercida directa o
indirectamente sobre la mente o alma de los hombres”. A esto Rea lo clasifica de
“subjetivo”. La revelación es considerada como “la manifestación de Dios mismo y de
su voluntad a sus criaturas”; a esto Rea lo clasifica de “objetivo”.clxx[170]
Luego, aparte de definir objetivo y subjetivo, Rea afirma que esta revelación
objetiva tiene autoridad, en tanto que la inspiración subjetiva no. La revelación
objetiva, a los ojos de Rea, tiene que ver con la realidad y los patrones variables de
conducta, mientras que la revelación subjetiva se considera como asociada a los valores
y opiniones personales.
Entonces Rea saca la conclusión de que las declaraciones de Elena de White
comunican mayormente una inspiración subjetiva. Esto significa que consiste
principalmente en valoraciones u opiniones personales (ya sea de ella, de las personas
que influyeron en ella, o de autores de quienes ella copió). Sus escritos, como tales,
virtualmente no tienen autoridad de Dios a menos que puedan ser probados por otras
fuentes, preferentemente las Escrituras.clxxi[171]
John J. Robertson, en su libro The White Truth [La verdad White],clxxii[172]
disiente de esta dicotomía subjetiva-objetiva. Para él, “la revelación representa la
actividad de Dios como remitente de un mensaje a su profeta escogido. La inspiración
representa la acción de Dios sobre o dentro del profeta, quien llega a ser entonces el
transmisor de esa revelación de su pueblo”.clxxiii[173]
Quien escribe también discrepa de la dicotomía objetiva-subjetiva expuesta por
Walter Rea, pero preferiría definir los términos (como se hizo en el capítulo1) de un
modo un tanto diferente al de Robertson. Tomando en parte prestado de Raúl Dederen,
hemos sugeridos que la inspiración puede concebirse como un proceso por medio del
cual Dios capacita al profeta para recibir y comunicar su mensaje, en tanto que la
revelación se considera como el contenido del mensaje así comunicado.clxxiv[174]
Si una persona ajena al adventismo lee estas tres clases de definiciones, quizás
podría ser perdonada por preguntarse si la iglesia mantiene realmente unido su quehacer
teológico. Prácticamente lo mismo ha sucedido con nuestras declaraciones sobre la
relación de los escritos de Elena de White, como también abuso y mal uso de los
mismos. Algunos miembros los han transformado verdaderamente en una segunda
Biblia (y a menudo han hecho de la Sra. White lo más importante de los dos). Algunos
pastores y profesores han citado a la Sra. White diez veces (o más) por cada vez que
citaban la Escritura. Otros inclusive, han predicado sermones “tren de carga” (la
locomotora es la introducción del sermón, seguida por una caravana de vagones-citas
del espíritu de profecía; y cerrando la marcha está el furgón cola, la conclusión del
sermón). La frustración e irritación que experimenta un conductor que se ve demorado
por un tren largo y lento, es casi idéntica a los sentimientos de exasperación e ira por
parte de una persona que se ve forzada ha escuchar este tipo de monstruosidad
homilética.
Los escritos de Elena de White han sido mal empleados por parte de padres,
profesores y predicadores que han utilizado declaraciones en forma de garrote teológico
con el cual apalear a un ofensor hasta su sumisión.
No obstante, este mal uso, ya sea por parte de los partidarios de la idea de la
“segunda Biblia” (o también la idea del “agregado a la Biblia”), o por otras malas
aplicaciones, no es la posición de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, aun cuando
estas posiciones sean adoptadas por algunos de sus miembros bien intencionados (pero
mal informados). Y como John Quincy Adams solía decir, “Los argumentos derivados
del abuso de cualquier cosa, no son admisibles para su uso”.clxxv[175] En otras palabras,
“¡No hay que arrojar al niño con el agua de la bañera!”
¿Cuál es, entonces, la posición de la iglesia con respecto a la relación verdadera
entre los escritos de la Sra. White y la Sagradas Escrituras? Tal como lo entiendo,
sostenemos que Elena de White fue inspirada de la misma manera y en el mismo grado
de los profetas de la Biblia; pero –y esto será paradójico para algunos—no hacemos de
sus escritos una segunda Biblia, ni un agregado al canon sagrado de la Palabra de Dios.
Permítanme explicarlo.
¿Grados de inspiración?
Ahora ofrecemos tres argumentos contra el concepto de los grados de
inspiración (o grados de revelación):
1. De la observancia empírica. El registro bíblico no hace distinción entre los
profetas canónicos y los no canónicos, en lo referente a las fuentes de sus mensajes, o la
“cadena de comando” empleada para comunicar los mensajes de la Divinidad al profeta.
No hay diferencia en cuanto al método de comunicación, ni en cuanto a los fenómenos
físicos asociados con un profeta en visión, ni en cuanto a los tipos de mensajes
comunicados (ánimo, consejo, amonestación, represión, corrección), ni diferencia en los
tipos de “imperfecciones” de los “vasos de barro”, ni diferencia en las respuestas a los
mensajes dados: algunos oyentes hacían caso y eran bendecidos, y otros eran
indiferentes y pagaban las consecuencias. Es verdad que esto es argumentar a partir del
silencio, pero ¿no es razonable sostener que debe descansar de lleno el peso de la prueba
sobre quién procura establecer diferentes grados de inspiración?
2. De la lógica. El planteamiento de la cuestión de los grados de inspiración (o
de revelación) inmediatamente crea la necesidad de determinar quién hará la
clasificación. Un árbitro tal no solamente debe ser elevado hasta el nivel del profeta,
sino que debe ser puesto sobre el nivel del profeta, ya que se sienta a juzgar y decreta
qué parte de los escritos del profeta es más inspirada que otra.
Este problema se complica más porque ningún hombre puede colocarse a sí
mismo en el nivel de un profeta, y mucho menos en una posición superior a la de un
profeta. Pablo claramente declara que el Espíritu Santo reparte los dones espirituales
“en particular” a cada hombre, “como él quiere” (1 Corintios 12:11; Hebreos 2:4). “Y
nadie toma para sí esta honra”; lo máximo que cualquier ser humano puede hacer por sí
mismo es procurar “los mejores dones” (1 corintios 12:31). Seguramente ningún simple
ser humano se colocaría por encima de los profetas para determinar una cuestión como
esta.
3. De la fe. Personalmente acepto a Elena de White como profeta inspirada del
Señor, y ella cierta vez declaró que no había cosa tal como grados de inspiración. Y
esto, si no hubiera ningún otro argumento, para mí sería suficiente para resolver la
cuestión.
Nada menos que una persona como el presidente de la Asociación General,
George I. Butler, cierta vez disertó sobre el tema de la inspiración y la revelación. En
sus diez artículos, que fueron publicados desde el 8 de enero hasta el 3 de junio de 1884
en la Review and Herald, Butler postuló la idea de que había “diferencias en los grados”
de la inspiración.clxxxiv[184]
Elena de White permaneció en silencio por cinco años. ¿Estaba ella esperando
compasivamente que él descubra ese error garrafal y lo corrija ahorrándose él de este
modo (y ella también) el trastorno de una reprimenda pública?
No lo sabemos. Sin embargo, en 1889 ella respondió por escrito en forma muy
incisiva:
Luego, ampliando la idea de que “luz ha de brillar” desde sus escritos, y para
demostrar la relación entre aquellos libros y los escritos de las Escrituras, ella utilizó una
metáfora frecuentemente citada:
La Sra. White aquí hace una referencia incidental a Génesis 1:16 “E hizo Dios las
dos grandes lumbreras, la lumbrera mayor para que enseñorease en el día, y la lumbrera
menor para que enseñorease en la noche”. Ella está diciendo por analogía que la Biblia
es la “luz mayor”, y sus escritos son la “luz menor”.
Antes de examinar esta analogía en detalle para determinar qué estaba intentando
enseñar mediante ella la Sra. White (e igualmente importante, qué no estaba tratando de
comunicar), examinemos primero la cuestión de cómo la Sra. White concebía a esta “luz
mayor” de la Sagrada Escritura.
Sintetizando una lista útil proporcionada por Denton E. Rebokcxciii[193] y algunas
observaciones de tres párrafos de introducción a El conflicto de los siglos,cxciv[194]
advertimos la posición de la Sra. White sobre la Escritura, y luego cómo vio ella sus
escritos comparados con la Biblia:
a. a. La naturaleza de la Biblia:
1. 1. Toda la Biblia es la palabra inspirada de Dios.
(a) (a) La “verdad de Dios se encuentra en su palabra”. Nadie
necesita “buscar en otra parte la verdad presente”.
b. El propósito de la Biblia:
1. 1. La Biblia establece el patrón para la vida cristiana.
2. 2. Ella contiene “consuelo, orientación, consejo, y el plan de salvación
tan claro como un rayo de sol”.
3. 3. Está sujeta a las necesidades de todos: ricos y pobres, doctos y
iletrados, “de todas las edades y clases”.
4. 4. Ella contiene todo el conocimiento que es “necesario para la
salvación”. Por lo tanto, los hombres debieran “aferrarse” a sus Biblias,
creerles y obedecerles; y entonces “nadie” de ellos se perderá.
c. La primacía de la Biblia
1. 1. Ella debe ser aceptada “como una revelación autoritativa e infalible”
de la voluntad de Dios.
2. 2. Como tal, ella es “norma de carácter, reveladora de doctrinas, y
pruebas de experiencias”.
d. El rol de dones espirituales (de profecías):
1. 1. La existencia de la Biblia “no ha hecho innecesaria la presencia y la
conducción permanente del Espíritu Santo”:
2. 2. Jesús, en cambio, prometió a sus discípulos el don del Espíritu Santo
para “abrir la palabra de sus siervos” e “iluminar y aplicar sus
enseñanzas”.
3. 3. Puesto que fehacientemente es un atributo de la Deidad, y puesto que
fue el Espíritu Santo quien originalmente inspiró la Biblia, es imposible
que la enseñanza del Espíritu Santo mediante los dones del Espíritu sea
contraria a lo que dice la Biblia.
4. 4. El Espíritu Santo no es, y nunca será dado para suplantar a la Biblia
porque “la palabra de Dios es la norma por la cual debe probarse toda
enseñanza y experiencia”.
5. 5. Los testimonios fueron dados sólo porque el hombre ha descuidado
su Biblia; y han sido dados para hacerlos retornar a la Biblia.
(a) (a) No fueron dados como un agregado a la palabra de Dios.
(b) (b) No debe ocupar el lugar de la palabra de Dios.
Denton Rebok afirma que “la misma Hna. White dijo que la Sra. S. M. I. de
Henry había captado la relación entre los escritos del Espíritu de Profecía y la Biblia tan
clara y precisamente como nadie pudo haberlo expresado antes en palabras”.cci[201]
Un telescopio no coloca más estrellas en el cielo, simplemente revela con mayor
claridad a las estrellas que están ya allí. Y los escritos de Elena de White, para cambiar
la figura, pueden también ser considerados como un microscopio que ayuda a “aumentar
y aclarar los detalles de las verdades de la Palabra” de Dios.ccii[202] De igual manera, los
escritos del espíritu de profecía añaden detalles y aclaran las enseñanzas de las
Escrituras.
El modelo de relación de Jemison
En una obra que a pesar de que sus derechos de autor datan de 1955 y no obstante
no ha sido superada como libro de texto modelo para orientación profética en los
colegios adventistas del séptimo día, el fallecido T. H. Jemison dedica un capítulo entero
a “Los escritos de Elena G. de White y la Biblia” en A Prophet Among You [Un profeta
entre vosotros].
Citando ampliamente de las propias palabras de Elena de White, principalmente
en el capítulo “Naturaleza e influencia de los Testimonio”cciii[203], Jemison muestra que la
Sra. White vio que sus escritos cumplen ocho funciones, las que podría clasificarse
fácilmente bajo tres categorías:
La Sra. White declaró con la mayor seriedad: “Si perdéis la confianza en los
testimonios, os apartaréis de la verdad bíblica”.cclx[260] Además presenta los pasos
sucesivos de la escalera descendiente hacia la “perdición”. Nótelos:
a. Satanás hace que los miembros de iglesia se ocupen del espíritu de crítica del
liderazgo denominacional en todos los niveles. El estimula “los celos y la
disconformidad para con aquellos que están a la cabeza de la obra”.
b. “Luego se ponen en duda” los dones espirituales en general (en particular el
don de profecía tal como fue manifestado en la Sra. White), con el resultado final de que
llegan a ser de “poco peso y las instrucciones dadas por medio de las visiones son
despreciadas”.
c. Las doctrinas básicas o fundamentales de la iglesia, “los puntos vitales de
nuestra fe”, crean escepticismo, e inmediatamente después, esto:
d. “A continuación la duda en cuanto a las Santas Escrituras” mismas. Y
después, “la marcha descenderte hacia la perdición”.
Con más detalle, la Sra. White explica:
En una visión nocturna, el Señor le habló a la Sra. White acerca de aquellos que
se habían desviado de la luz que se les envió. “Al despreciar y rechazar el testimonio que
te he dado para que se lo comuniques, no es a ti, sino a mí, tu Señor, a quien han
despreciado.”cclxviii[268]
Y por último, la Sra. White dijo: “Si ustedes procuran apartarse del consejo de
Dios para hacer lo que quieren, si disminuyen la confianza del pueblo de Dios en los
testimonios que les he enviado, se están rebelando contra Dios tan ciertamente como
Coré, Datán y Abiram. Ustedes conocen su historias.”cclxix[269]
Por otra parte, “todos los que crean que el Señor ha hablado por medio de la Hna.
White y le ha dado un mensaje, estarán seguros frente a muchos engaños que vendrán en
los últimos días”.cclxx[270]
Para resumir esta consideración del papel de Elena de White en el desarrollo de la
doctrina adventista del séptimo día, concluimos con que ella jugó un rol importante en la
formación de la creencia doctrinal adventista, en especial durante los congresos sabáticos
de 1848-1850; pero su rol estuvo limitado básicamente a comunicar mensajes de Dios
dados en visión, más bien que entrar en diálogo con quienes estaban desarrollando el
marco de nuestro sistema doctrinal.
El Espíritu de Dios no venía sobre ella hasta que aquellos que estaban empeñados
en un estudio serio y en la oración hubieran ido tan lejos como podían; entonces los
mensajes entregados por medio de la Sra. White tendían ya sea a corregir (si los
participantes estaban encaminados en la dirección correcta); pero no hay evidencias de
que la visiones fueron dadas para iniciar la formulación doctrinal.
En tanto que mantenía la primacía de las Escrituras, la Sra. White, sin embargo,
se consideró como el equivalente de los profetas de la Biblia al recibir mensajes de Dios
y comunicarlos a su pueblo. Puesto que fue el mismo Espíritu Santo quien habló en los
tiempos bíblicos y habló de nuevo en tiempos modernos, estos mensajes tienen el mismo
peso. Tanto sus críticos que intentan disecarlos, como quienes por conveniencia los
menosprecian o ignoran, no podrían pasarlos por alta impunemente.
“¡La Biblia y sólo la Biblia!”
En los días de la reforma protestante el clamor de la manifestación de los
“protestantes” contra la primacía de la tradición humana por sobre las Escrituras
inspirada fue “¡La Biblia y sólo la Biblia!”.
Este mismo slogan se escuchó a menudo en los primeros días del movimiento
adventista, pero en ese entonces fue empleado principalmente para camuflar los sutiles
vilipendios hacia el ministerio y los mensajes de Elena de White. También hay se lo oye
en relación con lo mismo.
Un pastor adventista de uno de nuestros colegios de Norteamérica contó esta
experiencia en una reunión campestre durante la primavera pasada: cierto sábado, en una
clase de Escuela Sabática en que enseñaba un profesor del campus y asistían estudiantes
del colegio, el maestro comenzó preguntando individualmente a los miembros de la clase
qué ideas habían encontrado en los materiales contemporáneos extra bíblicos que
pudieran aportar al estudio de la lección del día. Las respuestas se dieron mediante citas
de escritores de gran utilidad como Lutero y Calvino, Keith Miller, Paul Tournier, C. S.
Lewis, y así sucesivamente. Luego el maestro preguntó cuál era la impresión de los
estudiantes acerca de la lección, y hubo una serie de testimonios personales. En ese
momento, un miembro de la clase, una estudiante del colegio bien versada en el espíritu
de profecía, dijo que había encontrado algo útil en los escritos de Elena de White que
había resuelto su necesidad. Pero antes de que pudiera explicarlo, el maestro lo detuvo
con la observación: ¡En esta clase quedémonos con ‘la Biblia y sólo la Biblia’!”
Paradójicamente, ¡hasta ese momento el testimonio directo de la Biblia había estado
totalmente ausente de la clase!
Dirigiendo una clase de maestros de Escuela Sabática en el año 1900, Elena de
White los instruyó que “[dejen] en la mente la impresión de que la Biblia y solamente la
Biblia es nuestra regla de fe”.cclxxi[271] Y en el último libro que escribió antes de morir en
1915, advirtió a los ministros de iglesias que “las palabras de la Biblia, y de la Biblia
sola, deben oírse desde el púlpito”.cclxxii[272] ¿Significa esto que, como algunos lo afirman
hoy, sus escritos nunca debieran ser incorporados en un sermón? De ningún modo.
Arturo L. White, por varios años secretario del Ellen G. White Estate [Patrimonio
de Elena de White] en la Asociación General (y nieto de la profeta), analiza en una útil
monografía de treinta y siete páginascclxxiii[273] la posición de los pioneros de nuestra
denominación, y cita declaraciones no publicadas, no fáciles de conseguir para el que
investiga actualmente. También examina las trece declaraciones mayores de la pluma de
la Sra. White en las cuales ella usó el slogan de la reforma, “la Biblia y sólo la Biblia”, y
llega a cuatro conclusiones que resumen la evidencia de los documentos:
De paso, Arturo White también señala que aunque las trece declaraciones
mayores de la pluma de Elena G. de White se extienden a más de medio siglo (desde
1851 hasta aproximadamente 1914), no se aprecia un tenor muy diferente de sus
declaraciones hacia el final de su vida, del de las primeras declaraciones escritas sobre le
tema.cclxxv[275] La Sra. White nunca cambió su posición sobre este tema.
En nuestro medio hoy, muchos de los que hacen sonar el clamor protestante, “la
Biblia y sólo la Biblia”, parecen deducir una falsa dicotomía o situación alternativa: si
tienes la Biblia no puedes tener a Elena de White, si tienes a Elena de White no puedes
tener la Biblia. Esta dicotomía evidentemente no es válida.
Algunos adventistas del séptimo día, incluyendo pastores y eruditos, dicen por
ejemplo: “Yo no puedo encontrar la doctrina adventista del séptimo día sobre el juicio
investigador en la Biblia”. Sin embargo, estas personas afirman que todavía aceptan esa
doctrina debido a la legítima regla hermenéutica que permite que un profeta posterior
amplíe la comprensión de la verdad dada por un profeta anterior.
Lo que estas personas están realmente diciendo, en la opinión del que escribe, es:
“Con mis a prioris teológicos actuales y mis herramientas hermenéuticas actuales –mis
presuposiciones y predilecciones— no encuentro esa doctrina en la Escritura”. No
obstante, otros eruditos adventistas del séptimo día de una casta académica igualmente
impecable, afirman que ellos encuentran esa doctrina en la Escritura – en las profecías de
Daniel y Apocalipsis, y en las parábolas de Jesús del vestido de bodas y la red.
Conclusión
¿Qué es lo que sostiene la Iglesia Adventista del Séptimo Día en cuanto a la
relación entre los escritos de la Sra. White y la Biblia?
Habiendo dicho esto, necesitamos decir algo más. Puesto que creemos que la
inspiración es indivisible, y puesto que la única tarea del profeta es contarnos lo que
Jesús le dijo (“el testimonio de Jesús es el espíritu de profecía”), no existe base, por lo
tanto, para creer en los grados ya sea de inspiración o de autoridad. Elena de White fue
inspirada del mismo modo y en el mismo grado que los profetas de la Biblia. Y bien
podría parafrasearse el consejo de María a los siervos de las bodas de Caná con respecto
a su Hijo: “Haced todo lo que os dijere [también mediante cualquiera de sus profetas]”
(Juan 2:5).
Si, como algunos eruditos creen, la primera epístola de Pablo a los
Tesalonicenses fue el primer libro en escribirse del Nuevo Testamento, entonces su
preocupación manifestada en los versículos finales puede ser de una importancia
interesante para los cristianos hoy:
“No apaguéis al Espíritu” (1 Tesalonicenses 5:19). “No la descarten”, podríamos
decirlo en el lenguaje corriente de hoy. La existencia de la posibilidad de hacer esto
refuerza la necesidad de la amonestación.
“No menospreciéis las profecías” (versículo 20). En primer lugar, ¿estaba Pablo
diciéndo a los cristianos aquí que la palabra de Dios no terminó con el cierre del canon
de las Escrituras del Antiguo Testamento? ¿Les estaba diciendo que el don espiritual de
la profecía aún estaba operando – y continúa operando - hasta el fin del tiempo? ¿Estaba
amonestando a no despreciar profetas de los últimos días, quienes serian de igual manera
inspirados y autoritativos, profetas cuyos mensajes también vienen en forma directa del
Espíritu Santo? Quizás.
“Examinadlo todo” (versículo 21). El cristiano tiene la obligación de probar los
espíritus (1 Juan 4:1), porque en tanto que o todos ellos son de Dios, es igualmente
válida esta observación: ¡tampoco todos ellos son del demonio! Por esto al cristiano se
le manda (por el Espíritu Santo, mediante Pablo) que examine seriamente el contenido de
los presuntos escritos proféticos. También debe examinar el fruto de estos escritos, tanto
en la vida del supuesto profeta, como en las vidas de los que lo siguen. Esta tarea debe
emprenderse con una mente abierta y dispuesta a recibir más verdad, una mente que
procura comprobar toda nueva luz a través de lo que sea probado antes (Hechos 17:11).
Y una vez hecha la prueba, y observando los resultados:
“Retened lo bueno” (1 Tesalonicenses 5:21).
En un momento de crisis aguda hacia el fin del siglo pasado, cuando en la Iglesia
Adventista había dirigentes que estaban introduciendo sutiles herejías, la profeta de Dios
pronunció un mensaje que es de asombrosa importancia para nosotros hoy, que vivimos
en otro momento de crisis:
Los defensores de la teoría de que Dios no mata a los pecadores algunas veces
citan otro texto de Elena de White para apoyar su posición. “El mismo poder destructor
ejercido por los santos ángeles cuando Dios se lo ordena, lo ejercerán loa ángeles
malvados cuando él lo permita”.ccxcviii[298]
Hay peligros, no obstante, en pasar por alto una verdad mientras se enfatiza (o
sobre enfatiza) otra. Es verdad que después del fin del tiempo de gracia la mayor
devastación será causada en el mundo por Satanás u sus ángeles malignos. También es
igualmente cierto que un “poder destructor” es a veces usado por ángeles santos “cuando
Dios se lo ordena”.
El párrafo que precede a la cita en cuestión nos recuerda que antes del Éxodo uno
de los ángeles de Dios destruyó a todos los primogénitos de entre los egipcios en la
décima y aplastante plaga (Éxo. 12). Un ángel del cielo también destruyó 70.000
hombres en Israel como consecuencia del pecado de David cuando censó al pueblo de
Israel (1 Crón. 21). Los dos actos de destrucción se llevaron a cabo la orden expresa de
Jehová.
Las citas que denoten que Dios no mata a los pecadores deben ser vistas a la luz
de otras declaraciones del mismo autor. En el Deseado de todas las gentes, Elena de
White habla de la lucha contra la ley de Dios; ésta comenzó en el cielo con Lucifer, y
concluirá al fin del tiempo. Para entonces cada ángel y ser humano habrá elegido estar
de un lado o de otro.
Y por eso ella escribe, “Este no es un acto de fuerza arbitraria de parte de
Dios”.ccxcix[299] Pero el tema es el carácter de Dios, no la actividad de Dios. Ella
hace la declaración de que Dios no actúa arbitrariamente. El no será condenado por
asesinato cuando extermine finalmente al impío. El no es culpable –aquellos cosechan
finalmente el resultado inevitable del curso de acción elegido.
En este extenso mensaje, Elena de White cita de Ezequiel 28:16 (“te hago
desaparecer, querubín protector”), versión de Armando Levoratti, El libro del pueblo de
Dios), incluso como en otras partes ella cita de 2º Tes. 2:8 (“Y entonces se manifestará
aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el
resplandor de su venida”).
Al hablar de la destrucción de Jericó, la Sra. White señala que:
En Patriarcas y profetas al hablar del Diluvio, la Sra. White hace por lo menos
dos veces referencia a “los juicios de Dios”.ccci[301] En un manuscrito no publicado de
18/6 titulado “Los días de Noé”, ella afirma categóricamente:
Cuando Elena de White dice “que los impíos se destruyen a sí mismo”, ella no
hace referencia a la actividad de Dios. En vez de esto, ella está describiendo el carácter
de Dios, especialmente su justicia. Ella aplica en forma práctica la doctrina bíblica de
que cosechamos lo que sembramos.
¿Es un pecado comer huevos? Una carta a “Hermanos y Hermana E”, publicada
por primera vez en un folleto de la iglesia de Battle Creek en el año 1869, y
posteriormente incluido en Testimonies for the Church [Testimonios para la Iglesia] bajo
el subtítulo “Sensualidad en la juventud” contiene este simple y directo consejo: “Los
huevos no deben colocarse en su mesa”.ccciii[303]
El examinar otras citas de la misma autora nos ayuda a modificar lo que a simple
vista aparenta ser un prohibición:
1. 1. Unos 33 años más tarde (1902) Elena de White escribió que “en
algunos casos el uso de los huevos es beneficioso. No ha llegado el
tiempo en que debemos decir que se debe descartar completamente el
consumo de leche y huevos”.ccciv[304]
2. 2. En 1905 agregó:
No hay tiempo o lugar en que sea impropio orar a Dios. No hay nada que
pueda impedirnos elevar nuestro corazón en ferviente oración. En medio de las
multitudes y del afán de nuestros propios negocios, podemos enviar a Dios una
petición e implorar la divina dirección.cccviii[308]
Regla hermenéutica Nº 2
Si una cita parece no concordar con el tenor general de las otras citas con las
que se relaciona, estudie el contexto –interno y externo- en un esfuerzo para
resolver la aparente discrepancia.
El contexto interno trata con lo que el escritor inspirado escribió inmediatamente
antes, o inmediatamente después, de la cita difícil. El contexto externo trata con temas
tales como: ¿a quién fue escrita la cita? ¿Cuándo fue escrita? ¿A qué circunstancia hace
referencia?
El problema del contexto puede agudizarse particularmente en conexión con
compilaciones de materiales temáticos. Algunas veces hay escaso material de referencia
para determinar el contexto. Y otras veces las citas están enhebradas juntas, de tal
forma, que producen una conclusión del todo diferente a la deseada por el autor.
Algunos, reconociendo la posibilidad de mal interpretación o distorsión en la
preparación de una compilación, rehúsan leer cualquier compilación de los escritos de
Elena de White –incluso aquellos preparados por el mismo White Estate (Patrimonio
White). Se sorprenden al darse cuenta que la preparación de compilaciones temáticas de
sus escritos fue una de las tres responsabilidades que la Sra. White dio a los
fideicomisarios de su patrimonio en su constitución.
El Deseado de todas las gentes, por ejemplo, no fue escrito como acostumbra
generalmente un autor escribir un libro –capítulo 1, luego el capítulo 2, y lo que sigue.
Esta incomparable biografía de nuestro Señor fue una compilación. Cuando la Sra.
White y su asistente literaria en jefe, Marian Davis, iniciaron el “proyecto de la vida de
Cristo”, como fue conocido inicialmente, ellas reunieron todo lo que la Sra. White había
escrito acerca de Jesús –transcripción de sermones, temas, capítulos de libros, materiales
de manuscritos no publicados, incluso fragmentos de correspondencia.
Estos items fueron arreglados en estricto orden cronológico. Luego la Sra. White
procedió a (1) escribir materiales para llenar los “espacios”, (2) re-escribir algunos
materiales si las visiones suplementarias habían ampliado su primera comprensión. Así
el Deseado de todas las gentes es en realidad una compilación.cccxvii[317]
La Sra. White protestó enérgicamente contra el abuso y el mal uso de sus escritos
por algunos de los que hacían compilaciones en sus días. En 1901 escribió:
Examinemos ahora ejemplos de temas sobre los cuales es vital la aplicación del
segundo principio hermenéutico de Jemison para lograr una correcta comprensión de lo
que quiso decir con lo que dijo.
¿Es pecado reírse? Hace algunos meses atrás un escritor se contactó con el White
Estate (Patrimonio White) y nos solicitó que verificáramos una cita que pertenecía
presumiblemente a la pluma de Elena de White. Al leerla, moví mi cabeza en gorma
negativa. Todavía me falta terminar de leer todas las palabras publicadas de la Sra.
White –sin tomar en cuanta la cantidad de vocablos todavía no publicados (su total
producción literaria se estima en 25 millones de palabras en un período de 70años). No
obstante, he obtenido una “percepción” para ls citas que suenan como las de ella. Y ésta
ciertamente no sonaba como la de Elena de White que había llegado a amar y respetar.
“Cristo lloraba a menudo pero nunca se lo conoció riendo... imiten el Modelo divino e
inerrante”.cccxxii[322]
Inmediatamente noté los puntos suspensivos, indicando que el original las
oraciones no aparecían consecutivamente. (Por lo menos el “compilador” fue lo
suficientemente honesto como para dejar que se note el hueco -¡muchos no lo hacen!).
Fui a nuestra bóveda para examinar el contexto en el cual ella escribió. Noté
inmediatamente que este testimonio se relacionaba con una “Hermana X” que tenía un
serio problema espiritual. La Sra. White advirtió que “una obra debe ser realizada por
ella antes de que pueda estar sin falta ante el trono de Dios”.
¿Cuál era el problema? En suma, la hermana X no había aprendido a controlar su
lengua. Ella se sentía con la completa libertad da hablar de cualquier cosa que viniera a
su mente, justificando esto sobre la base de que si ella no contaba todo, era una hipócrita.
“Ella no ha visto la necesidad de controlar completamente su lengua, el miembro
ingobernable”.
Seguidamente la Sra. White cita el consejo que se encuentra en Santiago 3: 2-18,
y luego se dirige a la hermana X directamente:
Es claro que el consejo fue dirigido a alguien que tenía un agudo problema para
controlar su lengua –alguien dado a la excesiva “ligereza, júbilo, descuido, palabras
imprudentes, hablar al azar, risas, jarana y bromas”.cccxxiv[324]
Mientras advertía contra esta tendencia excesiva a “divertirse y bromear y entra
en la hilaridad y el júbilo”, la Sra. White señaló que “Cristo es nuestro ejemplo... Cristo
a menudo lloraba pero nunca se lo conoció riendo”.
Pero agrega inmediatamente, “Yo no digo que no hay que reírse en una ocasión”
(¡Estas palabras no fueron registradas por el compilador original, por razones obvias!).
La Sra. White agrega unas pocas líneas más adelante, “el gozo cristiano no es condenado
por las Escrituras, pero sí se censura el hablar imprudentemente”.cccxxv[325]
Por tanto Elena de White no estaba diciendo que dado que Cristo es el ejemplo
del cristiano, y que Él nunca rió, el cristiano nunca debiera reír. El contexto –crítica por
“hablar imprudentemente”- y las citas calificativas adicionales sobre que no es nunca un
pecado reír o estar gozoso, ayuda a clarificar lo que fue originalmente una presentación
desequilibrada del consejo de la mensajera especial de Dios a su pueblo.
¿Es un pecado comer huevos? Ya hemos notado que la Sra. White escribió al
“Hermano y Hermana E” acerca de que “los huevos no debieran colocarse en su mesa”,
no obstante otras declaraciones subsiguientes modifican esta prohibición para que se use
en una forma general y para ganar adeptos.
Una de esas declaraciones incluye una calificación preventiva (“Especialmente en
las familias cuyos hijos son dados a hábitos sensuales”) que ahora ampliaremos. Yendo
al contexto interno del consejo original dado al “Hermano y Hermana E” nos
encontramos con que éste era precisamente el problema que originó su consejo de evitar
huevos en el hogar de la familia “E”. Porque ella les advirtió en esta extensa carta que
“sus hijos ha practicado el abuso propio [masturbación]”,cccxxvi[326] “su hijo mayor ha
enervado su sistema completo... Su segundo hijo está continuando rápidamente en sus
pasos, y ninguno de sus hijos se encuentra a salvo de este mal”.cccxxvii[327]
¿Es pecado usar anillo de casamiento? Elena de White hizo solamente una
declaración publicada concerniente al anillo de casamiento,cccxxviii[328] así que no necesita
demasiado para seguir la primera regla de Jemison: reunir todas las citas sobre el tema.
Al aplicar la segunda regla de Jemison (examinar el contexto interno y externo),
encontramos que esta declaración fue escrita en Australia en 1892. Fue dirigida
juntamente a (1) miembros de iglesia y obreros de Australia, (2) misioneros americanos
que servían en Australia, y también (3) americanos que vivían en su país.
Hablando primeramente a los misioneros americanos en Australia, la Sra, White
dijo que no era necesario para ellos usar el anillo de casamiento “como en Australia”.
No obstante ser una costumbre obligatoria para ciudadanos del Imperio Británico, todos
sabían que no era una costumbre “imperativa” en América. Es más, “los
norteamericanos pueden hacer comprender su situación declarando sencillamente que en
su país la costumbre no se considera obligatoria [en la década de 1890]”.
Incluso dirigiéndose a sus amigos norteamericanos, la Sra. White consideró el
uso de un anillo de casamiento por los adventistas de Estados Unidos como un “proceso
semejante al de la levadura que parece sentirse entre nosotros”. Ella hace énfasis en que
“no debiera gastarse un centavo en un anillo de oro para testificar que somos [los
adventistas norteamericanos] casados”.
Pero Elena de White estaba también dirigiéndose a los miembros de iglesia
australianos. Ella no dijo que ellos no debieran gastar “un centavo” por un anillo de
casamiento. Por en contrario, Elena de White (quien ha sido misionera en varias parte
del mundo) reconoció que en algunos lugares de aquel entonces “la costumbre impera”.
Ella mencionó dos condiciones para aquellos que viven en tales lugares: (1) la
costumbre debe verse culturalmente como “imperativa”, y (2) la persona que es
adventista debe sentirse en condiciones de llevar el anillo de casamiento “a conciencia”.
Si se reunían esas condiciones, Elena de White afirmó, “no nos sentimos obligados a
condenar a aquellos que usan su anillo de compromiso”. (por supuesto, ella estaba aquí,
del simple anillo de bodas sin joyas, el cual nunca colocó en la categoría de joya
ornamental).cccxxix[329]
¿Es erróneo decir “estoy salvo”? Una de las realidades espirituales más trágicas
en la Iglesia Adventista del Séptimo Día hoy es que muchos de nuestros miembros –
incluyendo los estudiantes de nuestras escuelas- no sólo tienen una baja imagen de sí
mismo, sino que tampoco sienten la seguridad de la salvación.
Esta situación no es remediada cuando uno lee de la pluma de Elena de White –
fuera de contexto- citas tales como la siguiente:
“Nunca deben enseñarse a los que aceptan a Salvador aunque sean sinceros en su
conversión, a decir o sentir que están salvaos. Eso es engañoso.”cccxxx[330] Y, nuevamente
un cristiano “nunca debería atreverse a decir: ‘soy salvo’”.cccxxxi[331]
En contexto interno de ambas declaraciones deja en claro que Elena de White
está hablando dentro del marco de la popular (pero no bíblica) doctrina de “Una vez
salvo, siempre salvo”. (En los círculos teológicos se la conoce como la “doctrina de la
seguridad eterna”.)
Note, sin embargo, el contexto de la primera declaración: Elena de White estaba
hablando de Simón Pedro. Ella describió cómo su “confianza propia” y “aseveración
jactanciosa” hecha a Cristo en el Getsemaní preparó el camino para su vergonzosa
negación de Cristo en la corte de Caifás temprano en la mañana siguiente. Después de la
resurrección Cristo restauró a Pedro y experimentó una conversión genuina. “El
discípulo que una vez fue inquieto, jactancioso, lleno de confianza propia, se había
vuelto sumiso y contrito”.cccxxxii[332] Fíjese ahora en las tres oraciones que preceden
inmediatamente a la declaración, “Nunca debe enseñarse a los que aceptan al Salvador
aunque sean sinceros en su conversión, a decir o sentir que están salvados”.:
Mientras que Elena de White vio un riesgo en esta falsa doctrina y no bíblica de
seguridad eterna, ella también sabía que los cristianos podían tener incluso seguridad de
vida eterna con Cristo en su vida diaria sobre esta tierra:
Regla hermenéutica Nº 3
Ante el riesgo de simplificación excesiva, podemos decir que todos los profetas,
cuando daban consejos o instrucciones, estaban haciendo una de dos cosas: estaban ellos
también (1) declarando un principio (una regla inmutable de la conducta humana que se
aplica a todos en cualquier edad y lugar), o (2) aplicando un principio a una situación
inmediata. Esta aplicación podría llamarse patrón variable de conducta.
Los principios nunca cambian; pero los patrones variables de conducta pueden
hacerlo (e, incluso lo hacen), como cambian también las circunstancias. Esto nos lleva a
la tercer regla hermenéutica:
Intentar determinar si el consejo del profeta es para establecer un principio o un
patrón variable de conducta.
Una vez que ha separado los dos, Ud. tiene una responsabilidad mayor. Si el
consejo es u patrón variable de conducta, Ud. debe procurar identificar el principio sobre
el cual se basa. Este principio tendrá una aplicación contemporánea, aunque ésta bien
pueda ser completamente diferente a la aplicación inicial hecha por el profeta.
Estudiaremos algunos casos específicos para ver cómo opera esta regla:
¿Debe enseñársele a toda niña a ensillar y conducir un caballo? El libro La
educación de Elena de White se publicó en 1903. Leer este libro es un requisito para las
clases de Principios de Educación Cristiana en los colegios y universidades adventistas
del séptimo día en todo el mundo. Contiene muchos principios y conceptos valiosos.
Por esto es muy apreciado aún por educadores no adventistas como fuente de
recursos y consultas. La Dra. Florence Stratemeyer, profesora de educación por muchos
años en el Colegio de Maestros en la Universidad de Columbia, explicaba hace algunas
décadas atrás por qué conservaba esta obra en su biblioteca personal:
... escrita hacia fines de siglo, esta obra estaba más de cincuenta
años adelantada a su época... Me sorprendí al descubrir lo que escribió
una mujer con apenas tres años de enseñanza [formal].
La amplitud y profundidad de su filosofía me han asombrado. Su
concepto de una educación equilibrada, de un desarrollo armonioso y de
un pesar y actuar sobre principios, son conceptos educativos avanzados
[en 1859, cuando la Dra. Stratemeyer hizo esta declaración].
El propósito de restaurar la imagen de Dios en el hombre, de la
responsabilidad de los padres y el énfasis sobre el dominio propio en el
niño, son ideales que el mundo necesita desesperadamente.cccxli[341]
a. Regla hermenéutica Nº 1
No se requerirá mucho tiempo para localizar todo lo que el profeta tenía que decir
sobre este tema, pues habló acerca de él solamente dos veces, a las iglesias cristianas de
Corinto y Efeso (donde Timoteo era un joven ministro):
“Porque no permito a las mujeres enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre,
sino estar en silencio” (1º Timoteo 2:12). Y:
“Vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les he permitido
hablar...” (1ª Corintios 14:34).
No llevó demasiado tiempo, ¿verdad? Eso es todo lo que Pablo dijo sobre el
asunto. Pero, ¿qué quiso decir Pablo con esto? ¿Qué principio estaba exponiendo en su
carta a los creyentes del primer siglo? Y ¿qué mensaje tiene para aquellos que asisten a
las iglesias cristianas casi dos mil años después?
b. Regle hermenéutica Nº 2
Comencemos analizando el contexto interno, y observemos lo que Pablo dijo
inmediatamente antes y después de las sentencias en cuestión:
c. Regla hermenéutica Nº 3
Cuando Pablo emite su sentencia de silencio forzado sobre las mujeres de las
iglesias cristianas o estaba él estableciendo un principio (que nunca cambia), o estaba
haciendo aplicación de un patrón variable de conducta. ¿Cuál de los dos?
Si estuviera enunciando un principio, entonces debiera, al presentarse la
necesidad, aplicarse con igual fuerza hoy. Y así la Iglesia de Cristo evangélica podría
lógicamente acusar a la Iglesia Adventista del Séptimo Día por ser una falsa iglesia
porque no sigue una ley de la Biblia.
Pero si nosotros estamos en problemas, otros también: en los días de Jesús una
mujer –Ana- profetizó en el templo de Jerusalén respecto al rol futuro del bebé Jesús.
No hay evidencia de que ella fuera reprendida o condenada por un comportamiento
inapropiado de parte del hombre sacerdote que lo presenciaba todo (Ver Luc. 1:25-38).
Se mencionan cuatro profetizas por nombre en el Antiguo Testamento; es más,
¡una de ellas (Miriam) guió el coro frente a la congregación (Ex. 15:20, 21)! No, la
lógica y la consistencia me compelen a creer que el consejo de Pablo en contra de que las
mujeres hablen en la iglesia era un patrón variable de conducta, más bien que un
principio.
¿Pero en qué principio(s) se estaban basando? Yo veo por lo menos cinco
principios diferentes en los escritos de Pablo sobre los cuales él basó su patrón variable
de conducta. Estos principios son obligatorios para nosotros hoy –aunque bien pueden
tener una aplicación del todo diferente que en los días de Pablo.
1. 1 Corintios 14: 40: “Pero hágase todo decentemente [Pablo estaba preocupado
por la moralidad] y con orden [él estaba igualmente preocupado sobre la reverencia en la
casa de Dios]”
2. 1 Tesalonicenses 5:22: “Absteneos de toda especie [y también de las
sustancias (esencial) de mal.”
3. 1 Corintios 8:9 y Romanos 14: 13, 21: No colocar una piedra de tropiezo
frente a un hermano (o hermana) débil.
4. 1 Corintios 6:12: Pablo nunca enseñó, hablando estrictamente, que todas las
cosas son lícitas, pues el pecado, por definición, es transgresión de la ley. Quiso decir,
en cambio, que aunque algunas cosas en sí misma son lícitas, no son convenientes. El se
abstenía de ellas por razones relacionadas con las circunstancias.
5. 1 Timoteo 2:9: Todas las mujeres deben cultivar la modestia (¡y todos los
hombres, también!).
Estoy totalmente convencido de que el consejo de Pablo a Corinto y Efeso de que
las mujeres no hablen en la iglesia es un patrón variable de conducta para hacer frente a
una situación particular. Esta era su llamada de atención a los miembros de ese lugar.
Igualmente esto debiera aplicase hoy en cualquier lugar en donde las circunstancia son
idénticas a las que Pablo tuvo que enfrentar en Corinto y Efeso.
No, Pablo no era anti-femenino, como a veces las feministas lo han acusado
equivocadamente. Y Dios no tenía mala voluntad para con las mujeres, tampoco.
Hemos dado el patrón variable de conducta de Pablo. Pero su principio
permanente concerniente a las mujeres, así lo creo, se encuentra en Gálatas 3:27, 28:
“Porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. Ya
no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos
vosotros sois uno en Cristo Jesús!” (El énfasis no está en el original).
Pablo y otros escritores del Nuevo Testamento presentan a mujeres en
importantes roles de liderazgo. Barclay señala algunas:
María, una muchacha campesina de Galilea, fue elegida para dar a luz y preparar
a Aquel que llegaría a ser nuestro salvador (sin la ayuda de ningún varón
humano).
Cuatro mujeres, todas ellas discípulas, permanecieron junto a la cruz en
un momento que era peligroso identificarse con Jesús, y afiliarse a El. Las
primeras en ver y proclamar al Señor resucitado también fueron mujeres.
Priscila (junto a su esposo Aquila) sirvió como una valiosa muestra en la
iglesia cristiana primitiva, y llevó al poderoso Apolos hacia un conocimiento
de las verdades de la salvación.
Las cuatro hijas de Felipe sirvieron como profetas.
En el capítulo 16 de Romanos se registran los nombres de muchas otras
mujeres a quienes Pablo apareció.ccclii[352]
Conclusión
Hermenéutica es la ciencia y arte de derivar el significado. Su meta es “fijar el
verdadero sentido” de la palabra. El propósito central de la hermenéutica es la doble
tarea de alcanzar equilibrio y evitar tergiversación.
Tres principios hermenéuticos, apoyados por T. Housel Jemison, son
particularmente útiles para determinar lo que el profeta quiso decir con lo que él o ella
dijo.
Mientras estudie, pida en oración la guía del Espíritu Santo, para que pueda
conducirlo a toda la verdad que Ud. es capaz de comprender.
1[1]
Mateo 13:57. Para un examen especialmente útil del fenómeno del rechazo en
el contexto actual de la controversia en cuanto al papel y función de Elena G. de White,
véase el editorial de J. R. Spangler, “Persecuting the Prophets”, en Ministry (Febrero de
1981), pp. 21, 25.
2[2]
Joel 2:28-32; Apoc. 10; 12:17; 19:10; Efe. 4:11-15; 1 Cor. 12:12, 28. Véase
además el capítulo 8 de T. Housel Jemison, A Prophet among You (Mountain View,
California, Pacific Press Publishing Association, 1955), pp. 135-147, titulado “Prophecy
after New Testament times”.
3[3]
Elena de White, Mensajes selectos, (Mountain View, California, Pacific Press
Pub. Assn., 1966), tomo 1, p. 55. (En adelante aparecerá abreviado como MS).
4[4]
Ibíd.
5[5]
Elena de White, Testimonies for the Church (Mountain View, California,
Pacific Press Pub. Assn., 1978), p. 278. (En adelante se abreviará como T.)
6[6]
1MS, p. 54.
7[7]
Elena de White, Hijos e hijas de Dios (Mountian View, Calif., Pacific Press
Pub. Assn., 1978), p. 278. (En adelante se abreviará como HHD.)
8[8]
Se reconoce la deuda por el uso de definiciones operacionales al Dr. Raoul
Dederen, en “Toward a Seventh-day Theology of Revelation-Inspiration”, North
American Division Bible Conference Notebook, 1974, pp. 1-20.
9[9]
2 Timoteo 3:16. Traducido del inglés al castellano de la Holy Bible: New
International Version. Copyright 8 1978 por la New York International Bible society.
Usada con la autorización de Zondervan Bible Publishers. Subrayado añadido. Véase
además The Amplified Bible.
10[10]
Véase Daniel 10:17, y también una presentación de los fenómenos físicos
que aparece más adelante.
11[11]
Hechos 27:17, 27.
12[12]
International Standard Bible Encyclopedia (Chicago, Ill., The Howard
Severance Co., 1915) III:1479, 1480.
13[13]
Dederen, Op. Cit.
14[14]
Ibid.
15[15]
Efesios 3:3-5.
16[16]
1 Corintios 2:6-14.
17[17]
1 Corintios 12:29.
18[18]
Juan 14:26.
19[19]
Ibid.
20[20]
Juan 16:13.
21[21]
5T, p. 512.
22[22]
Apocalipsis 1:11; 21:6; 22:13.
23[23]
1 Corintios 12:7.
24[24]
1 Corintios 12:11, 18; cf. además Juan 15:16.
25[25]
Efesios 4:11.
26[26]
1 Corintios 12:29, 30.
27[27]
1 Corintios 1:5-7; 12:28; 14:1.
28[28]
1 Corintios 12:31.
29[29]
Génesis 1:2, 26. El “Elohim” del versículo 26 es un nombre en plural.
30[30]
Apocalipsis 1:1; Juan 8:28; 5:19, 30.
31[31]
Juan 16:7, 13, 14.
32[32]
2 Pedro 1:21.
33[33]
Apocalipsis 1:1; 22:6. Cf. Daniel 8:16; 9:21; Lucas 1:19, 26.
34[34]
Por ejemplo, 1 Reyes 22:19. Esta expresión aparece tal cual unas treinta y
seis veces solamente en el Antiguo Testamento. A través de toda la Biblia aparecen
algunas variaciones aún con más frecuencia.
35[35]
Apocalipsis 5:11.
36[36]
Juan 13:16; 15:20.
37[37]
Exodo 20; cf. Elena G. de White, El evangelismo (Buenos Aires, Asoc.
Casa Editora Sudamericana, 1975), p. 447 (en adelante se abreviará como Ev.); y el
Comentario Bíblico Adventista del Séptimo Día (Mountain View, Calif., Pacific Press
Publishing Assn., 1978), tomo 1, pp. 1117, 1118 (en adelante se abreviará como CBA).
38[38]
Elena G. de White, The Spirit of Prophecy (Battle Creek, Mich., Steam
Press of the SDA Pub. Assn., 1970), tomo 1, p. 399 (en adelante abreviado como SP);
Primeros escritos (Mountain View, Calif., Pacific Press Pub. Assn., 1962), p. 32 (en
adelante abreviado como PE).
39[39]
Mateo 3:17; 17:5; Juan 12:28.
40[40]
Números 27:21; 1 Samuel 28:6; 1SP, pp. 398, 399; Patriarcas y profetas
(Mountain View, Calif., Pacific Press Pub. Assn., 1955), p. 364 (en adelante abreviado
como PP).
41[41]
1SP, p. 399; PP, pp. 360, 361.
42[42]
Levítico 16:8; Josué 7.
43[43]
Hechos 1:26.
44[44]
Carta 37, 4 de marzo de 1900, referida en 2MS, p. 378.
45[45]
1 Samuel 13:1; Números 12:6; Joel 2:28-32; Hechos 16:9.
46[46]
Referido por Arturo L. White en una cita de su padre Guillermo C. White,
en Elena G. de White: mensajera de la iglesia remanente (Washington, D.C., Junta de
Fideicomisarios de las publicaciones de Elena G. de White, 1956), p. 10.
47[47]
Véase Hechos 2.
48[48]
De una copia taquigráfica de la conferencia de Walter Rea en el Foro
Adventista, “White Lies” [Mentiras White], San Diego, California, 14 de febrero de
1981. En una carta fechada el 17 de julio de 1981, solicité a Walter Rea que me
autorizara a citarlo en forma directa de la copia de su conferencia. En su contestación
fechada el 21 de julio, Rea como resultado rechazó la solicitud, admitiendo
expresamente que podría haber cometido algunos pequeños errores en su presentación
al foro. Más aún, me pidió que no entrara en la crítica de detalles menores, sino que me
ocupara de los temas generales. Los fenómenos físicos constituyen uno de esos temas
generales, y Walter Rea se ha inclinado a subrayarlo, afirmando que los informes que se
publicaron de que Elena de White sostuvo una pesada Biblia estando en visión, son sólo
mitos que carecen de fundamento.
49[49]
Publicado en Spectrum X:1 (mayo de 1979), pp. 23-57.
50[50]
Ibid., p. 28.
51[51]
Véase, por ejemplo, “The Witness of the ‘Big Bible’” por Arturo L. White,
13 de septiembre de 1979, y “Ellen G. White and the Big Bible” por Ron Graybill,
1981. Ambos son manuscritos no publicados que circularon como documentos internos
de trabajo entre el personal del Patrimonio Elena G. de White.
52[52]
Véase General Conference Bulletin del 29 de enero de 1893, pp. 19,20;
SDA Encyclopedia (Washington, D.C., Review and Herald Pub. Assn., 1976), p. 374; y
la monografía de Paul Gordon, “Revelation-Inspiration: Ellen G. White’s Witness and
Experience”, julio 1978, p. 1.
53[53]
Informe de ocho páginas de Otis Nichols (sin fecha), p. 7. Partiendo de la
evidencia interna, pareciera que Nichols no podría haber escrito este relato de testigo
ocular en primera persona antes de 1847. Es obvio que éste no podría haber sido escrito
después de 1860, ya que Elena de White cita tres párrafos del mismo en Spiritual Gifts
(Battle Creek, Mich., James White, 1860), tomo 2, pp. 77-79 (en adelante abreviado
como SG).
54[54]
Ibid.
55[55]
Véase “Cómo se dieron las visiones” en Mensajera de la Iglesia
Remanente, pp. 5-11.
56[56]
Véase “El Alfa y la Omega” y “El fundamento de nuestra fe” en 1MS, pp.
226-243.
57[57]
Review and Herald (8 de octubre de 1867) (en adelante se abreviará como
RH), citado en Mensajera de la Iglesia Remanente, pp. 21, 90, 91 y 126.
58[58]
Ibid.
59[59]
“A False Prophetess?” Newsweek (19 de enero de 1981), p. 72.
60[60]
Robert W. Olson, 101 Preguntas acerca del santuario y Elena G. de White
(Buenos Aires, Asociación Casa Editora Sudamericana, 1982), p. 117.
61[61]
Véase el SDA Bible Commentary, tomo 6, p. 354.
62[62]
Véase Ibid., pp. 346, 356.
63[63]
101 preguntas acerca del santuario, p. 117.
64[64]
Véase además la New American Standard Bible.
65[65]
101 preguntas acerca del santuario, pp. 117, 118.
66[66]
Véase Ibid., pp. 70-93; 116-119.
67[67]
1T, pp. 600-604.
68[68]
Virgil Robinson, Reach Out (Washington, D.C., Review and Herald Pub.
Assn., 1970), p. 300.
69[69]
A. W. Spalding, Pioneer Stories (Nashville, Tenn., Southern Pub. Assn.,
1942), pp. 206, 207, citada en The Spirit of Prophecy Treasure Chest (Los Angeles,
Calif., Voice of Prophecy, 1960), pp. 28, 29.
70[70]
J. N. Loughborough, Rise and progress of Seventh-day Adventists (Battle
Creek, Michigan, General Conference Assn. of SDA, 1982), pp. 231-233.
71[71]
El autor reconoce su deuda al Dr. Earle Hilgert, quien enseñó una materia
de “Introducción al Nuevo Testamento” en el Seminario Teológico Adventista del
Séptimo Día en enero de 1959, en la cual se presentó una gran parte del material de esta
sección del artículo.
72[72]
1MS, pp. 17-26.
73[73]
Ibid., pp. 17, 18.
74[74]
Ibid., p. 18.
75[75]
Ibid., p. 21.
76[76]
Ibid., p. 18.
77[77]
Ibid., p. 23.
78[78]
1T, p. 562.
79[79]
1MS, pp. 21, 22.
80[80]
Ibíd, p. 26.
81[81]
Ibid., pp. 25, 26.
82[82]
Ibid., p. 18.
83[83]
Ibid.
84[84]
Elena de White, El conflicto de los siglos (Mountain View, Calif., Pacific
Press Pub. Assn., 1954) p. 8 (en adelante se abreviará como CS); El camino a Cristo
(Buenos Aires, Asoc. Casa Editora Sudamericana, 1985), pp. 72, 73 (en adelante
figurará abreviado como CC).
85[85]
Elena de White, Joyas de los testimonios (Mountain View, Calif., Pacific
Press Pub. Assn., 1953), tomo 2, p. 345. En adelante, esta obra se abreviará como JT.
86[86]
Elena de White, El Deseado de todas las gentes (Buenos Aires, Asoc. Casa
Editora Sudamericana, 1979), p. 215. (En adelante abreviado como DTG.)
87[87]
Elena de White, The Sanctified Life (Washington, D.C., Review and Herald
Pub. Assn., 1937), pp. 68, 81. (Se abreviará como SL.)
88[88]
Ibid., p. 62.
89[89]
Hilgert, Loc. Cit.
90[90]
A Prophet Among You.
91[91]
1MS, p. 24.
92[92]
Ibid., p. 21.
93[93]
Ibid., p. 25.
94[94]
Ibid., p. 24.
95[95]
Ibid.
96[96]
Ibid.
97[97]
CS, p. 7.
98[98]
2JT, p. 315.
99[99]
1MS, p. 19.
100[100]
Ibid., p. 20.
101[101]
4T, p. 449.
102[102]
1MS, p. 37.
103[103]
Ibid., p. 23.
104[104]
T. Housel Jemison, Christian Belief (Mountain View, Calif., Pacific Press
Pub. Assn., 1959), p. 22.
105[105]
1MS, p. 23.
106[106]
Christian Beliefs, p. 17.
107[107]
1MS, p. 26.
108[108]
Se reconoce la deuda por muchas de las ideas de esta sección al Dr. John
L. Robertson, en “The Challenge to God’s Word”, y al Dr. Raoul Dederen en Loc. Cit.
Desafortunadamente no es posible identificar las contribuciones particulares de los
apuntes existentes.
109[109]
Dederen, Loc. cit.
110[110]
5T, p. 512.
111[111]
Carta No. 22 de 1889, publicada en 1MS, p. 26.
112[112]
Véase Apoc. 1:1, 2; 22:6; Juan 16:13; 13:19; 14:29; Daniel 2:28 y Amós
3:7.
113[113]
Isaías 41:21-23; 42:9; 43:9; 44:7, 8; 45:3, 21, 22; 46:9, 10.
114[114]
Para una discusión reciente, equilibrada y sumamente útil sobre varias
posicioens y partidarios, véase el editorial “Rhetoric about Inerrancy: The Truth of the
Matter”, Christianity Today, vol. XXV, No. 15 (4 de septiembre de 1981), pp. 16-19.
115[115]
Webster’s New Collegiate Dictionary (Springfield, Mass., G. & C.
Merriam Company, 1976), p. 590.
116[116]
Ibid., p. 589.
117[117]
Dios habla hoy: la Biblia versión popular. Copyright (c) 1979 por las
Sociedades Bíblicas Unidas.
118[118]
La Santa Biblia: versión Dr. Evaristo Martín Nieto. Copyright (c) 1566
por Ediciones Paulinas.
119[119]
El Libro del Pueblo de Dios: La Biblia, versión Pbros. Armando J.
Levoratti y Alfredo B. Trusso. Copyright (c) 1951 por Ediciones Paulinas.
120[120]
Sagrada Biblia: versión Nácar Colunga. Copyright (c) 1951 por la
Editorial Católica S.A., Madrid.
121[121]
La Biblia de Jerusalén. Copyright (c) 1978 por Desclée de Brower,
Bilbao.
cxxii[122]
René Noorbergen, Elena G. de White: profeta del destino (New Canaan,
Connecticut, Keats Publishing Inc., 1974), pp. 35, 36. (El subrayado no aparece en el
original a menos que se informe lo contrario.)
cxxiii[123]
2JT, p. 345.
cxxiv[124]
CS, pp. 8,9.
cxxv[125]
Ibid., p. 9.
cxxvi[126]
1MS, p. 42.
cxxvii[127]
Ibid., p. 487.
cxxviii[128]
1MS, p. 23.
cxxix[129]
Elena de White, Testimonios para los ministros (Buenos Aires, Asoc.
Casa Editora Sudamericana, 1977), p. 376), p. 376. (En adelante se abreviará como
TM.)
cxxx[130]
PP, p. 367.
cxxxi[131]
Robert W. Olson, 101 Preguntas sobre el santuario y Elena G. de White
(Buenos Aires, Asoc. Casa Editora Sudamericana, 1982), p. 58.
cxxxii[132]
Isaías 41:8. Véase además santiago 2:23.
cxxxiii[133]
1SP, p. 98.
cxxxiv[134]
1MS, p. 42.
cxxxv[135]
“Plagiarism Found in Prophet Book”, por John Dart, Los Angeles Times,
23 de octubre de 1980, pp. 1, 3, 21.
cxxxvi[136]
Véase Olson, Op. Cit.
cxxxvii[137]
Deuteronomio 4:9; 8:19; 28:1, 2, 13-15; cf. Además Zacarías 6:15.
cxxxviii[138]
Walter Rea es uno de ellos, e incorpora la predicción “fallida” de 1856
como “mentira White” número 8 de un total de 18 presuntas “mentiras White”, en una
disertación dirigida a la Asociación de Foros Adventistas, San Diego, Clif., el 14 de
febrero de 1981; véase la copia taquigráfica, pp. 14, 15.
cxxxix[139]
Para un tratamiento excelente y sumamente útil del tema, véase “El
papel de Israel en la profecía del Antiguo Testamento”, 4CBA, pp. 27-40.
cxl[140]
Para ejemplos adicionales del elemento condicional en las profecías
bíblicas, véase Leroy E. Froom, Movement of Destiny (Washington, D.C., Review and
Herald Pub. Assn., 1971), pp. 573, 574.
cxli[141]
Carta de J. N. Loughborough desde el Sanatorio, Calif., 26 de agosto de
1918.
cxlii[142]
Para una perspectiva del conjunto de algunas de estas declaraciones de
Elena de White, véase Froom, op.cit., pp. 538-588; y Robert Olson, The Crisis Ahead
(Angwin, Calif., Pacific Union College Bookstore, 1976), pp. 75-78.
cxliii[143]
Manuscrito 4, 1883, publicado en Ev., p. 504, y 1MS, p. 77.
cxliv[144]
Elena de White, Manuscrito 107, 1909: citado en T. Housel Jemison, A
Prophet Among You (Mountain View, Calif., Pacific Press Pub. Assn., 1995), pp. 394,
395.
cxlv[145]
Esta carta fue escrita desde el Sanatorio, Calif., el 14 de junio de 1906, y
luego publicada posteriormente en RH el 30 de agosto de 1906, la p. 8. Referida en
1MS, pp. 27-31. Para una consideración provechosa de “¿Cuánto fue inspirada?”, véase
Jemison, Op. Cit., pp. 394-406.
cxlvi[146]
CS, p. 315. Para una discusión más completa de esta cuestión, véase
Arthur L. White, The Ellen G. White Writings (Washington, D. C., Review and Herald
Pub. Assn., 1973), pp. 31-34.
cxlvii[147]
RH, 30 de octubre de 1913, p. 3. Arthur L. White discute extensamente
esta cuestión en Inspiration and the Ellen G. White Writtings, una reimpresión de 11
artículos de Adventist Review de 1978 y 1979.
cxlviii[148]
Elena G. de White, Notas biográficas de Elena G. de White (Mountain
View, Calif., Pacific Press Pub. Assn., 1981), p. 260 (en adelante NB); y 4T, p. 297.
cxlix[149]
2SG, p. 295.
cl[150]
Ibid., p. iv.
cli[151]
Ibid., p. iii.
clii[152]
Ibid., pp. 12, 14.
cliii[153]
1T, p. 14; y NB, p. 22.
cliv[154]
Carta 339 de 1904, p. 2.
clv[155]
Carta 339 de 1904, p. 2.
clvi[156]
Carta 353 de 1906. p. 1.
clvii[157]
A propósito, estos dos capítulos, que fueron escritos por autores bíblicos
diferentes, son descripciones casi palabra por palabra del mismo hecho; sin embargo,
ninguno indica cuál fue la fuente de sus datos – una situación interesante a la luz de la
actual controversia con respecto a la “copia” de otras fuentes por parte de un profeta
moderno.
clviii[158]
Se describen los sucesos cronológicos de esta experiencia en el libro de
Arturo L. White, Elena G. de White, Mensajera de la iglesia remanente (Washington,
D.C., Junta de Fideicomisarios de las Publicaciones de Elena G. de White, 1956), pp.
54-58.
clix[159]
Arturo G. Daniells, El permanente don de profecía (Buenos Aires, Asoc.
Casa Editora Sudamericana, 1980), pp. 366-374.
clx[160]
2JT, p. 476.
clxi[161]
Carta 162 de 1902, citada en Daniells, Op. Cit., pp. 371, 372.
clxii[162]
Carta 208 de 1902, citada en Ibid., p. 372.
clxiii[163]
1T. P. 563.
clxiv[164]
Elena de White, Consejos sobre el régimen alimenticio (Buenos Aires,
Asoc. Casa Editora Sudamericana, 1976), p. 36. )En adelante CRA.)
clxv[165]
Ibid., p. 88.
clxvi[166]
Ibid., pp. 36, 37.
clxvii[167]
RH, 11 de diciembre de 1883, p. 778.
clxviii[168]
Walter R. Martín, The Truth about Seventh-day Adventism (Grand
Rapids, Mich., Zondervan Pub. House, 1960).
clxix[169]
Norma F. Doughty, Another Look at Seventh-day Adventism (Grand
Rapids, Mich., Baker Book House, 1962).
clxx[170]
Copia taquigráfica de la disertación de Walter Rea sobre “White Lies”,
San Diego, Calif., Asociación de Foros Adventistas (14 de febrero de 1980), p. 9.
clxxi[171]
Ibid. Walter Rea denegó la concesión del permiso de transcripción de
declaraciones textuales de la copia taquigráfica. Por lo tanto se parafrasean sus
observaciones.
clxxii[172]
John J. Robertson, The White Truth (Mountain View, Calif. , Pacific
Press Pub. Assn., 1981).
clxxiii[173]
Ibid., p.79.
clxxiv[174]
The Journal of Adventist Education, vol, 44, Nº 1 (octubre-noviembre de
1981), p. 18.
clxxv[175]
John Quincy Adams, sexto presidente de los Estados Unidos y profesor
de tiempo parcial de Retórica y Oratoria Boylston (1806-1809) en el Colegio de
Harvard. De una serie de treinta y siete disertaciones recientemente publicadas sobre
teoría y práctica retórica, Lectures on Rhetoric and Oratory (Nueva York, Rusell &
Rusell, 1962), pp. 62-67.
clxxvi[176]
Los adventistas responden a preguntas sobre doctrina (Villa Libertador
San Martín, Entre Ríos, Argentina, Publicaciones CAP, 1986), pp. 41, 42. (En adelante
se abrevia como Preguntas sobre doctrina).
clxxvii[177]
1 Crónicas 21:9; 29:29; 2 Crónica 9:29; 29:25.
clxxviii[178]
2 Crónicas 9:29; 1Reyes 11:29; 14:7.
clxxix[179]
2 Crónicas 12:15.
clxxx[180]
2 Crónicas 9:2; 12:15; 13:22.
clxxxi[181]
1 Reyes 16: 1, 7; 2 Crónicas 19:2; 20:34.
clxxxii[182]
2 Crónicas 21:12.
clxxxiii[183]
Los esfuerzos de los polemistas contemporáneos por disociar la nueva
posición de los “grados de inspiración”, instintivamente trae a la mente la observación
de Shakespeare: “¿Qué hay en un nombre? Lo que llamamos rosa, por ningún otro
nombre, olería tan dulce” (Romeo y Julieta, acto II, Escena 2, Línea 43).
clxxxiv[184]
Véase especialmente el artículo publicado el 15 de enero de 1884.
clxxxv[185]
Carta 22, 1889; citada en Elena de White, 1MS, p. 26.
clxxxvi[186]
Hay una tradición judía que atribuye la autoría de 1 Samuel 25-31 y 2
Samuel, a Natán y Gad. (Véase el 2CBA, p. 44.) Sin embargo, la única fuente es la
tradición talmúdica, cuya exactitud y autenticidad es “problemática” en el mejor de los
casos, de acuerdo con el decano Gerhard Hasel, del Seminario de Teología Adventista
del Séptimo Día de la Universidad de Andrews, Berrien Springs, Michigan (entrevista
del 6 de noviembre de 1981). Si la última parte de 1 Samuel y todo el libro de 2 Samuel
incorporan partes de los libros “perdidos” de Natán y Gad, es sólo conjetura. Ni
siquiera se sabe si estos libros –y los que escribieron otros profetas literarios no
canónicos—sobrevivieron hasta la época (quizás el 400 a.C.) en que se formó el canon
del Antiguo Testamento. De modo que no sabemos si su exclusión fue una decisión
deliberada por parte del compilador o los compiladores, o si no había alternativa porque
estos libros ya estaban perdidos en la historia.
clxxxvii[187]
Neufeld editó el Seventh-day Adventista Bible Student´s Source Book, y
la Seventh-day Adventist Encyclopedia (tomos 9 y 10 de la serie del Comentario Bíblico
Adventista del Séptimo Día), habiendo servido además como uno de los editores
generales del Comentario Bíblico Adventista del Séptimo Día. En el momento de su
muerte era uno de los editores asociados de la Adventist Review.
clxxxviii[188]
Carta no fechada de Maxine M. Neufeld, Loma Linda, California (en
respuesta a la carta indagatoria del autor, el 19 de agosto de 1981).
clxxxix[189]
Manuscrito del sermón: “Cuando Jesús habla”, p. 10; predicado en la
iglesia ASD de Takoma Park, 2 de febrero de 1980. (El énfasis es añadido.)
cxc[190]
“An Open Letter from Mrs. E. G. White to All Who Love the Blessed
Hope”, RH, 20 de enero de 1903, p. 15.
cxci[191]
Elena de White, Manual de colportores (Mountain View, Calif., Pacific
Press Pub. Assn.), p. 31.
cxcii[192]
Ibid., p. 32. El énfasis no aparece en el original.
cxciii[193]
Denton Edward Rebok, Believe His Prophets (Washington, D.C., Review
and Herald Pub. Ass., 1956), pp. 165, 166.
cxciv[194]
CS, p. 7.
cxcv[195]
Carlyle B. Haynes fue quizás el expositor más sobresaliente de esta
analogía en sus cruzadas evangelísticas en Norteamérica durante la primera mitad del
siglo XX.
cxcvi[196]
Entrevista con Walt Weinstein, especialista en Información Histórica y
Director de Museo, Agencia Nacional de Pesos y Medidas, Oficina de Comercio de los
Estados Unidos, Gaithersburg, Maryland (29 de octubre de 1981).
cxcvii[197]
Se piensa que M. L. Venden padre es el originador de esta ilustración, y
que la popularizó durante sus cruzadas evangelísticas en la primera mitad del siglo XX.
cxcviii[198]
Para una discusión interesante, y quizás un tanto polémica, de esta
cuestión, véase Ron Graybill, “Ellen White’s Role in Doctrinal Formation”, Ministry,
octubre de 1981, pp. 7-11. Para quien escribe son especialmente valiosas dos
compilaciones de Graybill de declaraciones de Elena de White, una enfatiza la
subordinación de sus escritos a las Escrituras y la otra ilustra su aseveración de tener el
derecho de definir e interpretar las Escrituras (p. 9).
cxcix[199]
“Sarepta Myrenda (Irlandesa) de Henry”. SDA Enciclopedia, p. 581. A
la Sra. Henry se le atribuye haber concebido un plan para lo que ella denominó
“ministerio de la mujer”; y se le atribuye ser la primera persona en la Iglesia Adventista
del Séptimo Día en presentar un plan organizado para entrenar a los padres y a las
madres en el arte de la ciencia de ser padres (Ibid.)
cc[200]
Publicado originalmente en The Golpel of Health [El evangelio de la
salud], en enero de 1898, pp. 25-28, citado en Rebok, op. Cit., pp. 180, 181.
cci[201]
Ibid., p. 181.
ccii[202]
Ibid., p. 182
cciii[203]
2JT, pp. 270-295.
cciv[204]
T. Housel Jemison, A Prophet Among You [Un profeta entre ustedes]
(Mountain View, California: Pacific Press Pub. Assn., 1955), pp. 367-371.
ccv[205]
2JT, p. 281.
ccvi[206]
Ibid., p. 280.
ccvii[207]
Jemison, Op. Cit., p. 372. El énfasis no aparece en el original.
ccviii[208]
DTG, p. 730.
ccix[209]
Ibid.
ccx[210]
1MS, p. 385.
ccxi[211]
PE, p. 183.
ccxii[212]
Ibid., p. 184.
ccxiii[213]
3SG, pp. 34, 26.
ccxiv[214]
1Ms, pp. 358.
ccxv[215]
DTG, p. 730.
ccxvi[216]
1Ms, p. 358; DTG, p. 729.
ccxvii[217]
DTG, p. 728.
ccxviii[218]
1MS, p. 359.
ccxix[219]
PE, p. 184.
ccxx[220]
Ibid., DTG, p. 730.
ccxxi[221]
1MS, p. 359.
ccxxii[222]
MS, p. 360.
ccxxiii[223]
Daniel 12:1, 2; Mateo 26:64: Apocalipsis 1:7; 14:13.
ccxxiv[224]
PE, p. 285; CS, p. 695.
ccxxv[225]
Leroy Edwin Froom, The Prophetic Faith of Our Fathers (Washington,
D.C., Review and Herald Pub. Assn., 1954), tomo 4, pp. 1021-1048.
ccxxvi[226]
“Sabbath Conferences”, SDA Enciclopedia, p. 1255.
ccxxvii[227]
NB, p. 121.
ccxxviii[228]
1MS, p. 241.
ccxxix[229]
NB, p. 121.
ccxxx[230]
Comprehensive Index to the Writings of Ellen G. White [Indice
exhaustivo de los escritos de Elena de White] (Mountain View, Calif., Pacific Press
Pub. Assn., 1963), tomo 3, p. 3214
ccxxxi[231]
1MS, p. 241.
ccxxxii[232]
NB, p. 121.
ccxxxiii[233]
1MS, p. 241.
ccxxxiv[234]
Ibid., p. 242. El énfasis no aparece en el original.
ccxxxv[235]
Ibid., pp. 241, 242.
ccxxxvi[236]
NB, pp. 1221, 122.
ccxxxvii[237]
Froom, Op. Cit., pp. 1046, 1047.
ccxxxviii[238]
Para un análisis detallados paso a paso de la formulación de nuestras
doctrinas, véase Froom, Op. Cit., pp. 1021-1048; y Arturo L. White, Ellen g. de White,
Menssenger to the Remmant [Elena de White, Mensajera al remanente] (Washington,
D.C., Review and Herald Pub. Assn., 1969), pp. 34-37.
ccxxxix[239]
2JT, pp. 301, 302.
ccxl[240]
Ibid., p. 26. El énfasis no aparece en el original. El uso de la palabra
“simplemente” debiera alertar al lector en cuanto al hecho de que Elena de White no
estaba diciendo que nunca había usado ideas o materiales de los escritos de otros, sino
más bien que lo que escribió siempre estaba en armonía con los mensajes que Dios le
dio en visión.
ccxli[241]
2JT, pp. 282, 283.
ccxlii[242]
5T, p. 677.
ccxliii[243]
Ibid., p. 678.
ccxliv[244]
Elena de White, Cristo en el santuario (Buenos Aires, Asoc. Casa
Editora Sudamericana, 1980), p. 15.
ccxlv[245]
5T, p. 83
ccxlvi[246]
2JT, p. 286.
ccxlvii[247]
5T, p.64.
ccxlviii[248]
“JT, p. 298.
ccxlix[249]
Elena de White, Obreros evangélicos (Buenos Aires, Asoc. Casa Editora
Sudamericana, 1971), p. 317. El énfasis no aparece en el original. (En adelante se
abreviará como OE)
ccl[250]
3JT, p. 57.
ccli[251]
Ibid., p. 41.
cclii[252]
Ibid., p. 34.
ccliii[253]
Carta 50, 1906; citada en Graybill, Ministry, Op. Cit., p. 9.
ccliv[254]
1MS, p. 188.
cclv[255]
Ibid., pp. 188, 189, 190.
cclvi[256]
2JT, p. 302.
cclvii[257]
5T, p. 79.
cclviii[258]
2T, p. 290.
cclix[259]
Ibid.
cclx[260]
Ibid., p. 288.
cclxi[261]
Ibid.
cclxii[262]
Ibid., p. 302.
cclxiii[263]
5T, p. 66.
cclxiv[264]
2JT, p. 289.
cclxv[265]
Ibid., p. 280.
cclxvi[266]
5T, p. 678.
cclxvii[267]
Ibid., p. 680
cclxviii[268]
2JT, p. 299.
cclxix[269]
5T, p. 66.
cclxx[270]
3MS, p. 92.
cclxxi[271]
Elena de White, Consejos sobre la obra de la Escuela Sabática (Buenos
Aires, Casa Editora Sudamericana, 1976), p. 93. En adelante se abreviará como COES.)
cclxxii[272]
Elena de White, Profetas y reyes (Mountain View, Calif., Pacific Press
Publishing Assn., 1957), p. 461. (En adelante abreviado como PR.)
cclxxiii[273]
Arturo L. White, “The Position of ‘The Bible, and the Bible only’ and
the Relationship of This to the Writings of Ellen G. White”, documento no publicado en
inglés, Patrimonio Elena de White, Asociación General de los ASD, Washington, enero
de 1971, 37 páginas. Este documento ha sido traducido con el título “La posición de ‘la
Biblia y sólo la Biblia’ y su relación con los escritos de Elena G. de White”, por el
Centro de Investigaciones White, Universidad Adventista del Plata, Entre Ríos,
Argentina, 1991.
cclxxiv[274]
Arturo L. White, La posición de “la Biblia y sólo la Biblia” y su
relación con los escritos de Elena G. de White, p. 30.
cclxxv[275]
Ibid., pp. 19-20. es especialmente útil en esta monografía el material
apéndice, que consiste en parte de reimpresiones de artículos de periódicos, escritos por
J. N. Andrews, Urías Smith y Elena de White.
cclxxvi[276]
RH, 13 de enero de 1863; citando en Robert W. Olson, 101 preguntas
acerca del santuario y Elena de White (Buenos Aires, Asoc. Casa Editora
Sudamericana, 1982), p. 45. El editorial aparece entero como Apéndice D en la
monografía de Arturo White.
cclxxvii[277]
RH, 9 de junio de 1874; citada en la monografía de Arturo White, p. 12.
cclxxviii[278]
Preguntas sobre doctrina, p. 41.
cclxxix[279]
1MS, p. 235.
cclxxx[280]
Véase Otto L. Bettman, The Good Old Days –They were Terrible!
Nueva York, Random House, 1974), capítulo 8, “Health”, pp. 135-154.
Hoy, las objeciones al queso pueden plantearse debido al elevado índice de
leucemia entre las vacas, a la alta saturación de grasa y contenido de sodio del queso, y
al potencial hacia las reacciones alérgicas. –Carta de Milton G. Crane, M.D., a Roger
W. Coon, 30 de noviembre de 1987. El Dr. Crane es profesor emérito de investigación
de la Universidad de Loma Linda, y actualmente director de investigación médica del
Instituto Weimar, en Weimar, California. Ha escrito dos útiles monografías en cuanto
al uso del queso: “The Role of Colesterol and Excess Fat in Disease” (c. 1984), “Does
‘Every Body’ Nedd Milk?” (C. 1985).
cclxxxi[281]
1 Corintios 14:34.
cclxxxii[282]
Véase Roger W. Coon, “Ellen G. White’s counsels Concerning the
Eating of Chesse”, manuscrito no publicado, Patrimonio elena de white, 1988.
cclxxxiii[283]
Nehemías 8:8.
cclxxxiv[284]
1T, pp. 290-302.
cclxxxv[285]
RH, (12 de noviembre de 1895), reimpreso en My Life Today
(Washington, Review and Herald Pub. Assn., 1952), p. 176.
cclxxxvi[286]
(Nueva York, Thomas Nelson e Hijos, 1955).
cclxxxvii[287]
DTG, p. 726.
cclxxxviii[288]
Ibid., p. 745.
cclxxxix[289]
(Mountain View, California, Pacific Press Pub. Assn., 1955), capítulo
23.
ccxc[290]
1T, pp. 549-551. Para una perspectiva contemporánea de dirigentes de la
Iglesia Adventista del Séptimo Día, véase “Seventh day Adventist and Life Insureance”,
un manuscrito no publicado, preparado por la Asociación General (c. 1985), que resume
un informe previo (abril de 1957) de cincuenta páginas preparado por una comisión
conjunta de la Asociación General y el personal del Patrimonio Elena de White,
“provisión for the Day of Nedd”.
ccxci[291]
TM, pp. 180, 181.
ccxcii[292]
PE, p. 285; CS, p. 695; 2MS, pp. 300, 301.
ccxciii[293]
(Mountain View, California, Pacific Press Pub. Assn., 1962).
ccxciv[294]
Ejemplar de junio de 1985.
ccxcv[295]
(Buenos Aires, Asoc. Casa Editora Sudamericana, 1980), pp. 348-350.
ccxcvi[296]
Robert W. Olson, secretario del Patrimonio Elena de White,
recientemente ha escrito acerca de este problema molesto y espinoso. Véase “La
humanidad de Cristo” (Centro de Investigaciones White, Argentina, 1989) y “Christ
Human Nature”, manuscrito no publicado, Patrimonio Elena de White, 2 de julio de
1986.
ccxcvii[297]
CS, p. 41. El énfasis no aparece en el original.
ccxcviii[298]
Ibid., p. 672.
ccxcix[299]
DTG, p. 712.
ccc[300]
3T, p. 264. El énfasis no se encuentra en el original.
ccci[301]
PP, pp. 88, 89.
cccii[302]
Manuscrito 5, 1876. Este documento completo está disponible como
Manuscrito liberado 816, 843 y 963 en el Patrimonio Elena de White.
ccciii[303]
2T, pp. 390-411.
ccciv[304]
2T, p. 400.
cccv[305]
Capítulo titulado “Los extremos de la alimentación”, en Elena de White,
El ministerio de curación (Buenos Aires, Asoc. Casa Editora Sudamericana, 1976), pp.
246, 247. (En adelante referido como MC.)
cccvi[306]
3JT, p. 362.
cccvii[307]
2MS, p. 359.
cccviii[308]
CC, p. 99.
cccix[309]
MC, p. 408.
cccx[310]
Arturo L. White, “Standing for Prayer”, manuscrito no publicado,
Patrimonio Elena de White, 17 de febrero de 1960.
cccxi[311]
Manuscrito no publicado en los archivos del Patrimonio White, sin fecha,
p. 3 W. E. Read (1883-1976), un erudito que tuvo varios cargos administrativos de la
iglesia en la División Nordeuropa, era secretario de campo de la Asociación General
(1945-1958) cuando preparó este documento.
cccxii[312]
RH, 6 de abril de 1889, p. 1.
cccxiii[313]
DTG, p. 622.
cccxiv[314]
Elena de White, carta 324, 3 de octubre de 1907, a un administrador de
la iglesia, reimpresa en Alza tus ojos (Buenos Aires, Asoc. Casa Editora Sudamericana,
1982), p. 288.
cccxv[315]
OE, p. 192.
cccxvi[316]
DTG, p. 264.
cccxvii[317]
Véase Robert W. Olson, “How the Desire of Ages was Written”
(Washington, D.C., Patrimonio Elena de White, 1979), 47 páginas.
cccxviii[318]
1MS, p. 50 (del manuscrito 21 de 1901).
cccxix[319]
1MS, p. 65 (del manuscrito 23 de 1911).
cccxx[320]
2T, p. 470.
cccxxi[321]
RH, 31:14 (17 de marzo de 1868), p. 220.
cccxxii[322]
1MS, 11 de 1868, p. 2.
cccxxiii[323]
Ibid., pp. 1, 2.
cccxxiv[324]
Ibid., p. 2.
cccxxv[325]
Ibid., pp. 2, 3.
cccxxvi[326]
2T, p. 392.
cccxxvii[327]
2T, p. 400.
cccxxviii[328]
TM, pp. 180, 181.
cccxxix[329]
Véase Roger W. Coon, “Ellen G. White, the Wedding Band, and the
Seventh-day Adventist Church”, manuscrito no publicado, Patrimonio Elena de White.
(Bosquejo de una clase presentada en la materia GSEM 534 del Seminario teológico
ASD, titulada “The Ellen G. White Writings”, Berrien Springs, Michigan 2 de
diciembre de 1987.)
cccxxx[330]
Elena de White, Lecciones Prácticas del Gran Maestro (Buenos Aires,
Asoc. Casa Editora Sudamericana, 1944, p. 143). (En adelante referido como LPGM.)
cccxxxi[331]
1MS, p. 369.
cccxxxii[332]
LPGM, p. 143.
cccxxxiii[333]
Ibid.
cccxxxiv[334]
Ibid., pp. 143, 144.
cccxxxv[335]
1MS, p. 369.
cccxxxvi[336]
Elena de White, Carta 299, 22 de octubre de 1905, a los asistentes del
Paradise Valley Sanitarium, reimpresa en Cada Día con Dios (Buenos Aires, Asoc.
Casa Editora Sudamericana, 1979), p. 302.
cccxxxvii[337]
Elena de White, Ms. 120, 3 de octubre de 1905, reimpreso en Alza tus
ojos, p. 293.
cccxxxviii[338]
Elena de White, Ms. 36 de 1891, reimpreso en En los lugares
celestiales (Buenos Aires, Asoc. Casa Editora Sudamericana, 1967), p. 229.
cccxxxix[339]
Carta 2, 1914. Aparece en TM 516-520.
cccxl[340]
TM, p. 516.
cccxli[341]
RH (6 de agosto de 1959), p. 13; citado en Francis Nichol, Why I Believe
in Mrs. E.G. White [Porqué creo en la Sra. E. G. de White] (Washington: Review and
Herald Pub. Assn., 1964), p. 62.
cccxlii[342]
La educación, p. 217.
cccxliii[343]
Para una amplia discusión de los mitos de los “planos” educativos,
véase George R. Knight, Myths in Adventism [Mitos en el Adventismo] (Hagestown,
Md.: Review and Herald Pub. Assn., 1985), especialmente los capítulos 4 y 5.
cccxliv[344]
Véase en especial la obra de Mikhail I. Rostovtzeff.
cccxlv[345]
Henry H. Halley, Halley’s Biblie Handbook [Manual Bíblico Halley],
edición Nº 24 (Grand Rapids, Mich.: Zondervan Publishing House, 1965), p. 593.
cccxlvi[346]
Ibid., p. 595. Véase además William Barclay, The Letters to the
Corinthians [Las cartas a los Corintios] edición revisada (Filadelfia: The Westminster
Press, 1075), pp. 2, 3. (En adelante referido como Corinthians.) Es útil además de
Barclay, The Letters to Timothy, Titus, and Philemon, [Las cartas a Timoteo, Tito y
Filemón], edición revisada (Filadelfia: The Westminster, 175), p. 67. (En adelante
referido como Timothy.)
cccxlvii[347]
Barclay, Timothy, p. 67.
cccxlviii[348]
Véase Números 25:1-15 y Salmos 106:28.
cccxlix[349]
Timothy, pp. 66, 67.
cccl[350]
Barclay, Corinthians, p. 136.
cccli[351]
Barclay, Timothy, p. 67.
ccclii[352]
Ibid., p. 68.