Don Álvaro

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Don Álvaro o la fuerza del sino

LEONARDO ALENZA: Sátira del suicida, Museo Romántico, Madrid

El protagonista de Don Álvaro o la fuerza del sino, del duque de Rivas,


es uno de los héroes románticos por excelencia. Se trata de un joven
caballero de origen misterioso y carácter profundamente apasionado,
que acaba siendo víctima de un destino trágico y absurdo: mata
accidentalmente al marqués de Calatrava, padre de su amada Leonor.
Marcha a Italia y a su vuelta se retira a un convento cerca del cual vive
Leonor sin que él lo sepa. Esta muere a manos de su hermano
Alfonso, y el protagonista acaba suicidándose.

Unidad 4 Vamos progresando Lengua castellana y Literatura 4.º ESO


Don Álvaro o la fuerza del sino

JORNADA PRIMERA, ESCENA VII


DON ÁLVARO: ¡Señora! Hechicera engañosa,
¿la perspectiva hermosa
DOÑA LEONOR: ¡Ay! me partís el alma... que falaz me ofreciste así deshaces?
DON ÁLVARO: Destrozado ¡Pérfida! ¿Te complaces
tengo yo el corazón... ¿Dónde está, dónde, en levantarme al trono del Eterno
vuestro amor, vuestro firme juramento? para después hundirme en el infierno?...
Mal con vuestra palabra corresponde ¡Solo me resta ya...!
tanta irresolución en tal momento. DOÑA LEONOR: (Echándose en sus brazos.)
Tan súbita mudanza... No, no; te adoro.
No os conozco, Leonor. ¿Llevóse el viento ¡Don Álvaro!... ¡Mi bien!... Vamos, sí, vamos,
de mi delirio toda la esperanza?
Sí, he cegado en el punto DON ÁLVARO: ¡Oh, mi Leonor!...
en que alboraba el más risueño día.
Me sacarán difunto
de aquí, cuando inmortal salir creía.

JORNADA PRIMERA, ESCENA VIII


DON ÁLVARO: ¡Señor marqués de Calatrava!... Mas, ¡ah!, no; tenéis derecho para todo...
Vuestra hija es inocente... Tan pura como el aliento de los ángeles que rodean el trono
del Altísimo. La sospecha a que puede dar origen mi presencia aquí a tales horas
concluya con mi muerte, salga envolviendo mi cadáver como si fuera mortaja... Sí, debo
morir..., pero a vuestras manos. (Pone una rodilla en tierra.) Espero resignado el golpe;
no lo resistiré; ya me tenéis desarmado. (Tira la pistola, que al dar en tierra se dispara y
hiere al marqués, que cae moribundo en los brazos de su hija y de los criados, dando un
alarido.)

MARQUÉS: Muerto soy... ¡Ay de mí!...

DON ÁLVARO: ¡Dios mío! ¡Arma funesta! ¡Noche terrible!

DOÑA LEONOR: ¡Padre, padre!

MARQUÉS: Aparta; sacadme de aquí…, donde muera sin que esta vil me contamine con tal
nombre…

DOÑA LEONOR: ¡Padre!...

MARQUÉS: ¡Yo te maldigo!

(Cae LEONOR en brazos de DON ÁLVARO, que la arrastra hacia el balcón.)

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Don Álvaro o la fuerza del sino

JORNADA TERCERA, ESCENA III


DON ÁLVARO: Para engalanar mi frente, que un trono soñando vieron
allá en la abrasada zona y un cadalso al despertar.
con la espléndida corona Entonces, risueño un día,
del imperio de Occidente, uno solo, nada más,
amor y ambición ardiente me dio el destino, quizás
me engendraron de concierto, con la intención más impía.
pero con tal desacierto, Así en la cárcel sombría
con tan contraria fortuna, mete una luz el sayón,
que una cárcel fue mi cuna con la tirana intención
y fue mi escuela el desierto. de que un punto el preso vea
Entre bárbaros crecí, el horror que lo rodea
y en la edad de la razón, en su espantosa mansión.
a cumplir la obligación ¡¡Sevilla!! ¡¡Guadalquivir!!
que un hijo tiene, acudí; ¡Cuán atormentáis mi mente!...
mi nombre ocultando, fui ¡Noche en que vi de repente
(que es un crimen) a salvar mis breves dichas huir!
la vida, y así pagar ¡Oh, qué carga es el vivir!
a los que a mí me la dieron,

JORNADA CUARTA, ESCENA I


DON ÁLVARO: ¡Mi Leonor! ¡Ah! No sin honra: ¡Misericordia!... Y vos, hombre
un religioso os lo jura. o ilusión, ¿sois, por ventura,
(En delirio) un tentador que renueva
Leonor... ¡ay!, ¡la que absorbía mis criminales angustias
toda mi existencia junta! para perderme?... ¡Dios mío!
La que en mi pecho por siempre...
Por siempre, sí, sí... que aún dura DON ALFONSO: (Resuelto.)
una pasión... Y qué, ¿vive? De estas dos espadas, una
¿Sabéis vos noticias suyas?... tomad, don Álvaro, luego;
Decid que me ama, y matadme. tomad, que en vano procura
Decidme... ¡Oh Dios! ¿Me rehúsa vuestra infame cobardía
(Aterrado.) darle treguas a mi furia.
vuestra gracia sus auxilios? Tomad...
¿De nuevo el triunfo asegura
el infierno, y se desploma
mi alma en su sima profunda?

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Don Álvaro o la fuerza del sino

JORNADA QUINTA, ESCENA X


DOÑA LEONOR: Huid, temerario; temed la ira del cielo.

DON ÁLVARO: (Retrocediendo horrorizado por la montaña abajo.) ¡Una mujer!...


¡Cielos!... ¡Qué acento! ¡Es un espectro!... ¡Imagen adorada!... ¡Leonor! ¡Leonor!

DON ALFONSO: (Como queriéndose incorporar.) ¡Leonor! ¿Qué escucho? ¡Mi


hermana!...

DOÑA LEONOR: (Corriendo detrás de DON ÁLVARO.) ¡Dios mío! ¿Es don Álvaro?...
Conozco su voz... Él es... ¡Don Álvaro!

DON ALFONSO: ¡Oh furia!... Ella es... ¡Estaba aquí con su seductor!... ¡Hipócritas!...
¡¡Leonor!!

DOÑA LEONOR: ¡Cielos! ¡Otra voz conocida!... Mas ¿qué veo? (Se precipita hacia donde
ve a DON ALFONSO.)

DON ALFONSO: ¡Ves al último de tu infeliz familia!

DOÑA LEONOR: (Precipitándose en los brazos de su hermano.) ¡Hermano mío!...


¡Alfonso!

DON ALFONSO: (Hace un esfuerzo, saca un puñal y hiere de muerte a LEONOR.) Toma,
causa de tantos desastres, recibe el premio de tu deshonra... Muero vengado. (Muere.)

DON ÁLVARO: ¡Desdichado!... ¿Qué hiciste?... ¡Leonor! ¿Eras tú?... ¿Tan cerca de mí
estabas?... ¡Ay! (Se inclina hacia el cadáver de ella.) Aún respira… aún palpita aquel
corazón todo mío… Ángel de mi vida…, vive, vive; yo te adoro… ¡Te hallé, por
fin… sí, te hallé… muerta! (Queda inmóvil.)

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Don Álvaro o la fuerza del sino

JORNADA QUINTA, ESCENA ÚLTIMA


Hay un rato de silencio; los truenos resuenan más fuertes que nunca, crecen los
relámpagos y se oye cantar a lo lejos el Miserere a la comunidad, que se acerca
lentamente.

(Voz dentro.) Aquí, aquí. ¡Qué horror!

(DON ÁLVARO vuelve en sí y luego huye hacia la montaña. Sale el PADRE GUARDIÁN
con la comunidad, que queda asombrada.)

PADRE GUARDIÁN: ¡Dios mío!... ¡Sangre derramada!... ¡Cadáveres!... ¡La mujer


penitente!

TODOS LOS FRAILES: ¡Una mujer!... ¡Cielos!

PADRE GUARDIÁN: ¡Padre Rafael!

DON ÁLVARO: (Desde un risco, con sonrisa diabólica, todo convulso, dice) Busca,
imbécil, al Padre Rafael... Yo soy un enviado del infierno, soy el demonio
exterminador... Huid, miserables.

TODOS: ¡Jesús, Jesús!

DON ÁLVARO: ¡Infierno, abre tu boca y trágame! ¡Húndase el cielo, perezca la raza
humana; exterminio, destrucción...! (Sube a lo más alto del monte y se precipita.)

EL PADRE GUARDIÁN Y LOS OTROS FRAILES: (Aterrados y en actitudes diversas.)


¡Misericordia, Señor! ¡Misericordia!

DUQUE DE RIVAS: Don Álvaro o la fuerza del sino, Cátedra

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