Estética de La Recepción
Estética de La Recepción
Estética de La Recepción
RECEPCIÓN
-Los formalistas incluyeron la percepció n estética al definir la obra de arte como la suma
de sus artificios y al atender al proceso de interpretació n.
-El estructuralismo del CLP concebía el arte como un significante dinámico , y teó ricos
como Mukarovsky incorporaron la sociología al sistema semioló gico, y . También Felix
Vodicka influye en la teoría de la recepció n.
-La fenomenología de Roman Ingarden considera toda obra de arte como un objeto
intencional que es completado, estructuralmente, por el lector.
-La Sociología de la Literatura ya refleja la importancia del lector con la sociología del
gusto de Levin Schü cking
Con la Estética de Jauss, la literatura se considera como un fenó meno pensado para el
lector, pese a que la recepció n ha estado presente en casi toda la teoría literaria del siglo
XX. No se trata de un cambio de paradigma, sino má s bien de una traslació n del énfasis
hacia un aspecto concreto, un rescate de la presencia del lector, del cual depende la
existencia misma de la obra literaria.
En 1967 Jauss pronuncia “La historia literaria como desafío a la ciencia literaria”, discurso
que, publicado en 1970, constituye el manifiesto de su escuela. Parte de la crisis que
padece la enseñ anza de la historia literaria en su momento en la Universidad alemana
porque carece de un método riguroso (si se compara con otras ciencias), analiza las
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escuelas marxistas y el formalismo ruso, que falla al intentar conectar la historia literaria y
la historia general.
“En el triángulo formado por autor, obra y público, este último no constituye solo la parte
pasiva, un mero conjunto de reacciones, sino una fuerza histórica, creadora a su vez. La vida
histórica de la obra literaria es inconcebible sin el papel activo que desempeña su
destinatario”.
2. La experiencia del lector no pertenece a los estudios de tipo psicoló gico sino que puede
ser analizada objetivamente a partir de un sistema de expectativas histó ricas, lo que
permite evitar el psicologismo. El “horizonte de expectativas” (teoría, en parte, deudora de
la del diá logo propuesta por Gadamer) es el marco de lecturas dado por el lector y que está
constituído por sus conocimientos literarios de manera que varía con el tiempo. Este
sistema de expectativas cambia segú n el momento de publicació n, y se determina por las
características de su género, la forma y la temá tica de las obras anteriores má s conocidas y
por la oposició n entre los lenguajes poético y práctico.
5. La estética de la recepció n llega al valor virtual (el del pasado) y al valor actual del texto
cuando se ubica la obra en la historia de la recepció n. La variedad histó rica de las
interpretaciones conforma un proceso diacró nico que facilita la comprensió n del sentido
de la obra y que ha de ser conocido por el historiador. Habría que recoger el horizonte de
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expectativas de cada uno de los periodos y las diferentes lecturas de los clá sicos en cada
época para poder conciliar las distintas interpretaciones, lo que supone, sin duda,
muchísimas dificultades.
6. La historia literaria no ha de ser exclusivamente diacró nica, sino que debe acompañ arse
de análisis sincró nicos que posibiliten la clasificació n de la obra en un sistema.
7. La séptima tesis supone que la descripció n diacró nica y sincró nica debe relacionarse
con la historia general, de la que la historia de la literatura es una historia especial. Esto
pone de relieve la funció n social de la literatura, y difumina la distancia entre
conocimiento estético e histó rico.
En 1975 (“Des Leser als Instanz einer neuen Geschichte der Literatur”), Robert Jauss
comenta su trabajo anterior y propone una tesis sobre la continuació n del debate sobre el
lector.
“La literatura y el arte sólo se convierten en proceso histórico concreto cuando interviene la
experiencia de los que reciben, disfrutan y juzgan las obras. Ellos, de esta manera, las
aceptan o rechazan, las eligen y las olvidan, llegando a formar tradiciones que pueden
incluso, en no pequeña medida, asumir la función activa de contestar a una tradición, ya que
ellos mismos producen nuevas obras” [citado por Ascensió n Rivas, De la poética a la teoría
de la literatura: (una introducción)]
-el horizonte de expectativas, o conjunto de criterios utilizados por los lectores para juzgar
textos literarios en cualquier momento histó rico, y que ha sido identificado con
el horizonte de preguntas de Gadamer.
-la diferencia entre el lector como categoría intratextual, es decir, el lector implícito, y el
lector como categoría extratextual, o el lector explícito.
-la experiencia estética, con sus tres aspectos productivo, receptivo y comunicativo.
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Iser se centra en el texto individual y en la relació n que el lector establece con él. En El
acto de leer (1976) convergen ideas que desarrolló antes en artículos como “La estructura
apelativa de los textos” (1968), El lector implícito (1972) y “El proceso de lectura: enfoque
fenomenoló gico “(1972). En efecto, el proceso de lectura tiene una funció n fundamental en
la creació n de significado:
La obra literaria se sitú a entre un polo artístico (que alude al texto creado por el autor) y
otro estético (relacionado con la realizació n concreta que hace el lector): la obra existe
desde el instante en que ambos polos entran en relació n.
El texto só lo existe en la medida en que es leído, de manera que lector y autor participan
en un mismo juego imaginario. El lector se mueve por el texto, se ve lanzado a la acció n
con los diá logos no escritos y otros aspectos que no son detallados por el autor: estos
elementos inciden en la imaginació n del lector, que crea sus propios bocetos como
resultado de la interacció n entre él mismo y el texto.
Iser intenta evitar el riesgo de caer en una psicología de la lectura, en una subjetivizació n
excesiva de la actitud que toma el lector, y considera fundamental el hecho de que es en el
texto donde se encuentran los rasgos o procedimientos que hacen posible la actualizació n
del texto por parte del lector. Recurre a la idea de los correlatos oracionales
intencionales de Ingarden (La obra de arte literaria), a partir de los cuales se construyen
los textos de ficció n; cada frase es siempre una indicació n de lo que sigue, e Iser determina
que cada oració n crea una expectativa que se ve confirmada o modificada por las
oraciones siguientes. Conforme se avanza en la lectura, lo ya leído se instala en el recuerdo
y configura un nuevo marco para la expectativa del lector. La lectura supone una dialéctica
entre los horizontes de protenció n y retenció n, en términos fenomenoló gicos, de pasado y
de futuro.
“ninguna lectura puede nunca agotar todo el potencial, pues cada lector concreto llenará los
huecos a su modo”. (1972, citado por Manuel Asensi, Historia de la teoría de la literatura II,
pá g.680).
El lector tiene en cuenta su propia situació n para rellenar los huecos textuales a su modo y
proyectar determinada realidad. Esta representació n de la realidad descrita tiende a
buscar la coherencia.
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con la estructura que limita las posibles interpretaciones del texto; no es un lector real
sino “la totalidad de la preorientación que un texto de ficción ofrece a sus posibles
lectores”. (1976, citado por Manuel Asensi, Historia de la teoría de la literatura II,
pá g.681).