Comunión Con Dios
Comunión Con Dios
Comunión Con Dios
Introducción
Todo cristiano nacido de nuevo debe permanecer en comunicación con Dios
para llegar a conocerle de forma íntima. Al conocerlo, poco a poco, el cristiano
va adquiriendo esa sensibilidad a las cosas de Dios. Con la oración y la lectura
de su palabra aprendemos de su voluntad, de su corazón y el propósito que
tiene con la humanidad. Llegamos a tener la mente de Cristo, cuando somos
renovados en nuestros pensamientos a través de su conocimiento (Efesios
4:23)
Esa comunión con Dios permite a cada uno llegar a ver los milagros que Él
obra en beneficio de su pueblo. Así encontramos muchos relatos en la biblia de
personas que estuvieron cerca del Señor y alcanzaron grandes cosas.
Tenemos una comunión muy especial con la pareja y lo hijos, les conocemos
mejor que la mayoría de los que están alrededor. Y esas relaciones son muy
importantes para cultivarlas. Se dice que una persona es afortunada si tiene al
menos un amigo íntimo.
Es muy difícil contar con verdaderos amigos pues todos somos diferentes y
para ser amigos necesitamos tener gustos y aficiones similares. Sin embargo,
nos esforzamos para cultivar amistades y compartir con ellas.
La comunión con Dios es mucho más importante que estas relaciones. Por
supuesto eso no significa que debemos desatender a nuestra familia ni amigos,
sino más bien ahora relacionarnos con cada uno de ellos en el amor de Dios.
La comunión con Dios implica conocerle y hacer su voluntad. Esa comunión es
integral que abarca cada aspecto de Dios.
Al tener esa comunión íntima con Dios padre nos revela sus secretos.
Conocemos sus planes para con nosotros. Nos revela proyectos, nos muestra
su poder con Dios creador y formador. Nos muestra su gloria como Rey de
Reyes y Señor de Señores. Nuestro buen Dios quiere manifestarse a nosotros
personalmente. No por medio de intermediarios sino directamente el Padre en
comunión con nosotros. Es algo maravilloso.
Tenemos esa comunión con el Hijo y somos más empáticos pues como
hombre sufrió y murió. Pero también resucitó al tercer día para que nosotros
también muramos a nuestros pecados y resucitemos a una nueva vida. Hemos
recibido ese perdón que el Hijo nos dio con su muerte.
De Jesús tenemos el ejemplo perfecto de lo que una persona debe ser y cómo
conducirse en este mundo. Él se fue, pero prometió regresar por nosotros. Su
mensaje se quedó en esta tierra y se sigue predicando hoy en día, por todo el
mundo.
Jesús también indicó que al conocerle a Él se conoce también al padre que le
envió. Esto porque Jesús es Dios. Aceptamos al Hijo y su perdón de pecados.
Aceptamos su sacrificio inmerecido para salvarnos. Aceptamos que es Dios
hecho hombre. Aceptamos su amor.
Con esta comunidad de gente común y corriente que ha sido lavada con la
sangre de cristo compartimos muchas cosas. De hecho, dice la biblia que los
primeros cristianos tenían en común todas las cosas. También podemos
experimentar ese poder de Dios cuando le buscamos en comunidad, pues Él
dice que se manifiesta donde están dos o tres congregados en su nombre.
Nuestra fe crece cuando nos reunimos con personas que tienen los mismos
ideales, y es lo que Dios quiere. Que todos juntos le adoremos y compartamos
con los demás su palabra. Debemos estar todos juntos en armonía como dice
la biblia.
Cuando el amor de Dios está en nosotros esto es muy fácil. Tenemos la paz de
Dios en medio de nosotros, lo que nos permite esa comunión con la familia de
Dios, con quienes confiadamente podemos llamar hermanos en la fe.
Moisés llegó a hablar con Dios cara a cara. Él mismo aclaró que con los demás
profetas Dios se comunicaría por sueños y visiones, no así con Moisés con
quien se comunicaría cara a cara.
Unas pocas palabras habla la biblia acerca de Enoc, pero nos dice suficiente.
Enoc tenía una comunión tan grande con Dios que la biblia dice que caminó
con Dios. Él no permitió que Enoc viera muerte, sino que se lo llevó a su
presencia directamente. Dios se agradaba de esa comunión con su siervo y
quería tenerlo siempre a su lado.
Noé, dice la biblia, que halló gracia ante los ojos de Dios. Aunque la maldad era
grande en la tierra Noé pudo ser esa luz de justicia que alumbró a la
humanidad y Dios lo utilizó para comenzar todo de nuevo, hacer perecer a toda
la humanidad pecadora y hace un gran pacto con él.
Y así podríamos hablar de David, de los jueces, de Abraham, etc. Pero el punto
es que la comunión con Dios nos lleva lejos. Nos lleva a rescatar naciones, a
hablar con Dios cara a cara, a caminar con Él y ver su gloria.
Jesús dijo que por nuestros frutos seremos conocidos y al estar en esa
comunión no necesitamos esforzarnos en hacer el bien, sino que Dios mismo
en nosotros nos lleva a vencer la tentación y permanecer en la luz de Cristo. 1
Juan dice que si estamos en tinieblas estamos mintiendo y no tenemos esa
comunión con Dios, porque quien está cerca de Dios no permanece en pecado
y la luz de Cristo se refleja en él.
Conclusión
Si ya hemos tenido un acercamiento con Dios, ahora es nuestro deber
mantener una comunión íntima con Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo.
Esa comunión con Dios nos llenará de Él y se mostrará en amor los unos por
los otros y amor por los que no han conocido de Cristo.
Con esa comunión podemos alcanzar grandes cosas por el poder de Dios en
nosotros. Permanezcamos en esa luz para iluminar a los demás. Dios se
agrada cuando le buscamos en oración y procuramos conocerle mejor.
Busquemos como Noé hallar gracia ante los ojos de Dios, como Enoc caminar
íntimamente con Él y como Moisés hablar con Dios cara a cara. Busquemos a
Dios con todo nuestro corazón y seguramente lo encontraremos. Su presencia
vendrá a nuestra vida y después de eso no seremos los mismos nunca más.