Marco Tulio Badaracco-Fuego de Blanca Luz

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MARCO -TULIO BADARACCO

FUEGO DE BLANCA LUZ


antología poética de Cumaná

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FAMA VOLAT
Grata al visitante por sus bellezas naturales, heroica por
sus cruentas luchas por la libertad, leyendaria por ser la
ciudad Primogénita del Continente americano en la tie-
rra firme, gloriosa por haber dado a la Independencia al
ínclito varón Antonio José de Sucre, “el redentor de los
hijos del sol”, Gran Mariscal de Ayacucho; ostenta, ade-
más, Cumaná, el apelativo sui géneris, de tierra de poe-
tas, por su tradicional cultura, su amor a las letras, la in-
clinación de muchos de sus hijos al cultivo de la poesía.
Nacido yo en este pueblo, y de acendrado amor a mi
tierra, volviendo sobre sus merecimientos, para confirmar
el aserto, me di al afán de recoger algunas composiciones
de personajes cumaneses, rebuscando en viejos periódi-
cos, en revistas aquí editadas, en hojas volantes de antigua
data, hasta lograr el apreciable número de autores que se
contiene en este folleto, por el que podrá juzgar el lector.
Para ejemplo, mencionemos algunos de esos conte-
rráneos; Don Jerónimo Ramos, historiógrafo, de recio
carácter, de raro sonreír, casi adusto ¿quién que lo cono-
ció pudo suponer en él la vena poética? Ramón Nonato
Badía, llamado Nonato por haber nacido mediante una
operación cesárea, creyéndose que fue la primera practi-
cada en esta población; tipo misántropo, atildado, ni estu-
dioso ni letrado ¿de dónde le salió pulsar la lira? Valentín
García, el célebre General Valentín Valiente, quien ganó
ese cognomentó de labios del propio Libertador a quien
defiende con su arrojo, su valor temerario y su denuedo,
en la Batalla de Semen ¿quién creyera que también hilva-
nó rimas? Ramón B. Mayobre, farmacéutico, metido entre
frascos, preparando febrífugos, roba, sin embargo, unos
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momentos a su tarea diuturna para la poesía. Pedro Aris-
teguieta Sucre, galeno de acertados diagnósticos, quien
nunca ejerció su profesión, maniático de mente atormen-
tada, es lúcido para sus versos. Cándido Ramírez, maes-
tro de primeras letras, hombre de color, en aquella etapa
incalificable de vida republicana, pero con resabios toda-
vía de esclavitud de nuestros semejantes, logra educarse,
llenar su mente de melodías para traducirlas en estrofas.
El Dr. Luis Felipe Blanco, padre del eximio poeta Andrés
Eloy Blanco, atareado en la asistencia de sus pacientes,
quita minutos a sus enfermos para alzar su loa a Bolívar.
Pero es que vivir bajo este cielo azul, de tenues y fre-
cuentes cirros, en el que al decir de Humboldt parece
que se viera a Dios; percibiendo la inconsciente suges-
tión de una perenne fantasmagoría de colores por las
cambiantes tonalidades de la luz, ora a los efluvios del
amanecer a sus contactos sobre las aguas del Golfo que
se rizan blandamente, ora al peso de los rayos meridia-
nos que lo tornan terso y acerado con visos esmeraldi-
nos; ora proceloso al soplo de la brisa vespertina, cuan-
do el sol agoniza entre fulguraciones de oro; ora ante la
visión trágica de las colinas circundantes, ríspidas, calci-
nadas, donde apenas ondea un ágave en flor o apunta al
espacio irradiante su índice espinoso un cardo solitario;
o ya divisar con el alba las eminencias lejanas que las des-
poja de su manto de nieblas, para teñir de iris sus bos-
cajes florecidos: todas éstas son parte para la inspiración
“y que las musas más estériles se mues¬tren fecundas”.
MARCO TULIO-BADARACCO B.

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LA POESÍA

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JUAN MIGUEL ALARCÓN

CRUZ
En su lánguida calle se dan cita
un sol, una canción, un florilegio,
cuando por la mañana, vestidita
de negro se dirige hacia el Colegio.

Ego sum vía, veritas et vita,


podría decirnos con su voz de arpegio,
como Jesús, pues todo resucita
ante su poderoso sortilegio.

Verla es soñar con todo lo exhala:


perfuma y esplendor, cántico, ala,
jardín, ternura, adoración, consuelo. . .

Y nadie olvida ante su faz de santa


que el lunar de su angélica garganta
es un celaje que atraviesa un cielo!

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JUAN MIGUEL ALARCÓN

UNA CARTA A MARGARITA


(En Caracas)

Tu fino pliego azul, con tus sinceros


testimonios de amor, pone en mi vida
lo que sobre la noche ennegrecida
riega el vivo temblor de los luceros.

Iba yo por los trágicos senderos


de la desolación, sin una egida
que me salvara de la acometida
cobarde de los áspides arteros.

Pero esa carta tuya, como un ramo


del jardín del amor, con su “te amo”
electriza esta vida que flaquea. . .

Ante ella miro con desdén las lidias


y todas las ridiculas perfidias
de la rústica gente de la aldea.

Porque mira, Margot, no te imaginas


lo que es vivir así. . . Verse en el duro
trance de andarse por un trecho obscuro. . .
¡Y tan lejos de tí, sin tus divinas

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miradas! Transitar por entre espinas
y sentir que a su lúgubre conjuro
la suerte siempre nos opone un muro
que nunca vemos convertido en ruinas.

La gloria del amor. . . es para tantos!


En mi esa gloria se reduce a cantos
donde todos los ímpetus son vanos. . .

No saben que prefiere mi amargura.


A las hojas del mirto, la blancura
de su flor, que es un símbolo en tus manos.

Tu mar ? tu cielo? Los verás un día...


¿Para qué esa nostalgia que me enflora
el alma, como mustia trepadora
sobre la solitaria celosía... ?

Tiene la sugestiva fantasía


todas las vaguedades de la hora
de la tarde en tu tierra encantadora. . .
¡Aquella tierra, como tú, tan mía!

Aquí hallábame a solas con mi hastío;


nada pudo el despecho en torno mío
lanzó su tras contra mis quimeras.

Sé muy bendita, porque tú mitigas


mis duelos, y transformas las ortigas
en la airosa altivez de las palmeras.

No es sentimentalismo de leyenda
éste que por mi espíritu revuela
como un caer de pétalos y vela
rondando como un águila tu tienda.

Mi amor es de mi trópico y anhela


por tanto darte de su fuerza en prenda
toda mi vida como justa ofrenda,
a la vez que forjase una novela.
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Muy real, en que mires estampado
que todo tiene por igual su lado
de sombra y de fulgor: rosa y cielo;

novela en que verás que si el olivo


es en Gethsemaní duelo aflictivo,
en el araca es también triunfo y consuelo!

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ROSA ALARCÓN BLANCO

IL POVERELLO
Se fue por el camino pedregoso y sombrío
Dejó atrás la llanura abierta a pleno sol:
Que transiten por ella los de vida mundana
El va por la otra senda, señalada por Dios. . .
¿Quién es El ? Lo delata su sonrisa divina
Que se inicia en el raso de sus labios en flor
Abrazó el sacrificio su alma dolorida
Y se fundió en su carne, temblorosa de amor. ¿

Quién es El? Las alondras le salieron al paso


Y en sus manos piadosas apagaron la sed,
Y las rubias abejas, creyéndolas dos lirios,
En su cáliz de nieve libaron vino y miel.

Es hermano del agua, del viento y la montaña,


Del lobo y de la oruga, de la brisa y la flor,
Hermano es de todo cuanto Dios ha creado
En su alma sensible cabe sólo el amor.

Su cabello es dorado cuando la luz lo irisa


Y se enreda en sus hebras un destello del sol,
Sonríe si a sus plantas las punzan las espinas
Porque son criaturas del milagro de Dios.

Y la gente lo sigue tras el surco de estrellas


Que su noble silueta va dejando al pasar,
Y le siguen las fieras, las aves y las nubes
Que le brindan su sombra y protegen su andar.

Nacido bajo el tibio, claro cielo de Italia


Transitó desde niño la vía de la Cruz,
Para glorificarlo grabó Dios en sus manos
Y us pies los estigmas sagrados de Jesús.

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LUIS ALVARES MARCANO

LA IMPRESION LUMINOSA
Los ojos de Lola Blanco

Ah! el encuentro mío con los ojos tuyos,


mezcla de carbón y de sol!
Ahora estoy pensando que no haberlos visto
quizás fuera mejor.
Después que pasaron en su andar incierto
viéndolos seguí:
como si se hubieran quedado muy cerca,
muy cerca de mí.
Fue como un brochazo de luz y colores
el momento aquel.
Tus dos ojos negros con sus brujerías
me impidieron ver.
Ah! el encuentro mío con los ojos tuyos,
mezcla de carbón y de sol!
Hacen muchas tardes que pasó este encuentro,
pero muy adentro
quedó la impresión. . . !
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DOMINGO ANTON

CONJUNCION
Al poeta José Agustín Fernández

Como una esperanza


que siempre se ama, c
omo una ilusión
que siempre se vive,
vivía dichosa
entre los arbustos
y los matorrales,
y cuando en las noches
llenas de luceros
y por las tardes
rociadas de lluvia,
su vida escondida
entre la maleza
soñaba y soñaba,
su almita inocente
como la violeta
suspiraba ansiosa
por el novio ausente
que todas las noches
de invierno y verano,
venía de lejos,
de lejos, tan lejos,
que solos los novios
que se aman de veras
podrían hacerlo.
* 17
La noche era nivea
poblada de luna,
la noche era hermosa
pintada de estrellas,
y desde lo alto
de un pino gigante
la milagrería
de un canto celeste
vibró en la hondonada
como una caricia
de amor y de ensueño,
que dice a las claras
del dulce embeleso
de lo» que se quieren
por siempre en la vida,
y tanto en el bajo
como en lo más alto
del llano y la cumbre,
no tiene distancias
de raza y de rangos,
ni color ni clases
ni nada que pueda
para unir sus vidas
que no sea amor puro,
que no sea amor firme,
amor en el alma
de los que se aman.
Y sucedió esa noche
de luna y estrellas,
que el novio y la novia,
ruiseñor y alondra,
muy juntos los picos,
soñando y soñando,
unieron por siempre
sus vidas en una.. .
muy juntas las almas,
conjunción de sangre,
de raza y de ancestro,
sin pensar la alondra
* 18
en sus alas débiles
en su canto bello,
ni de haber nacido
en el bajo fondo d
e América libre;
ni tampoco el otro
ruiseñor exótico
en sus alas fuertes,
en su canto grande
ni de haber nacido
de la Madre España.

* 19
FRANCISCO ARCAS SALCEDO

AL CLUB. SURGE ET AMBULA


Gloria a la juventud inteligente
Que viene con fervor y valentía,
Por el progreso de la Patria mía
A luchar con tesón, gallardamente.

Mensajera de luz! Alzad la frente,


Vuestra marcha seguid con energía:
¿Quién en su vuelo detener podría
Al cóndor de los Andes, prepotente ?

Juventud, Juventud, yo os saludo,


Y aplaudiendo vuestra santa idea
Sentiréis con vigor arder la tea

Del patriotismo, vuestro noble escudo


Al seguir vuestra marcha gigantea;
¿Quién poner trabas al progreso, pudo?
* 20
JUAN E. ARCIA

AMANECER
Amanece en la pampa. Ya el lucero,
arcángel de la luz, anuncia el día;
ya sobre los rastrojos del estero
resurge el lomo de la res bravia.

Por el médano blanco, isla de acero


es el agua llanera, agua sombría,
donde erguida en la rama del uvero
un temblor de cristal la garza espía.

Resucita el fulgor los chaparrales,


trémulo el cundiamor revienta en ascuas,
vibra la anunciación en los turpiales,

y rojizos y tersos colibríes


rondando besan las azules pascuas:
ósculo de turquesas y rubíes.

* 21
JUAN E. ARCIA

GENEZARETH
Señor, Señor, el labio es impotente
para pintar lo que en mi pecho existe;
es algo muy recóndito y muy triste,
yerto despojo de la mar rugiente.

Tú cruzaste ese mar, recio, inclemente,


donde la fosca oscuridad persiste;
tu has mirado sus víctimas, tú viste
náufrago a Pedro en la fatal corriente.

Señor, si aún eres Dios, si todavía


vences la muerte, borras el pecado
y predicando la verdad te inmolas;

surge en la tempestad del alma mía,


resucita mi fe, haz que a tu lado
camine sobre el dorso de las olas.
* 22
PEDRO ARISTEGUIETA SUCRE

NUEVA CADIZ
Pisa el conquistador lleno de gozo
la codiciable isla de Cubagua:
que una inmensa riqueza cubre el agua
en los ostiales de su mar glorioso.

Con buen criterio, de un caudal ansioso,


para explotar la industria planes fragua,
viendo pescar la perla en su piragua
al indio guayquerí, buzo famoso.

Y funda a Nueva Cádiz, la primera


ciudad que Dios bendijo en Venezuela;
pero al Caribe, de una atroz manera,

En fatídico día lo embravece


la furia de un ciclón y todo vuela
y la urbe industrial en flor perece.. .
* 23
PEDRO ELIAS ARISTEGUIETA

TROMBA
Mi vida

La perpetua inquietud del Océano,


En sus trombas de amor tiene mi vida!
La lobreguez impura del pantano,
El blanco virgen de las altas cimas.

La carcajada hiriente, el adorable


Llanto del niño que a vivir empieza:
Yo tengo para el malo mis maldades
Y tengo para el bueno mi nobleza.

Y quiero si me quieren y odio si me odian


Yo tengo un alma buena y otra pervertida
Y he sido nauta experto sobre agua procelosa
Y he guiado mis bajeles por aguas bendecidas.

Mi vida sabe a mieles y sabe a hiel y tiene


Ternezas y suspiros, vértigos y arrullos,
Y es frágil y sensible y rabia y se retuerce
Al peso de veinte años que pesan veinte mundos.
* 24
DOMINGO BADARACCO BERMUDEZ

VOTO
En un álbum

Aquí a la nivea entrada del álbum tuyo,


álbum que guarda versos, como un capullo
guarda en su casto seno fragancias mil,
aquí a la nivea entrada del álbum tuyo
van a formar mis versos como un murmullo
de hojas secas, que ruedan hacia un pensil.

Y cual suele al principio de una leyenda,


el autor presentarla como una ofrenda
a la musa que inspira tal producción,
quiero yo así al comienzo de esta leyenda
que es de bardos errantes la amable tienda
ofrendar a tus gracias mi admiración.

Ah! la adorable niña de blondos rizos


que reflejan los tonos y los hechizos
de una apacible tarde primaveral,
las violetas azules de tus pupilas
en mudo arrobamiento, vagan tranquilas
por el remoto espacio de lo ideal.

Rico tesoro encierras en tu alma blanca:


la pureza intocada que de ella arranca,
irradia en tu ser todo con suave luz,
de tu voz a las gratas modulaciones
se inclinan en silencio los corazones,
cual devotos creyentes ante la Cruz.

* 25
Todo en tí es vaporoso, todo en tí es bello:
azules las pupilas, rubio el cabello,
la voz dulce, tan dulce como híblea miel,
inmaculada el alma, nido de flores. . .
¡Ah, que no tronchen nunca cierzos traidores
las rosas ni los nardos de tu vergel!

* 26
MARCO TULIO BADARACCO B.

EL ARBOL. . .
En la planicie ardiente
El árbol milenario se estremece,
Lo sacuden las auras de la tarde
Y el sol le da sus pósteros reflejos.

Humboldt lo visitó y le hizo historia.


Acampó allí Bolívar con sus huestes,
A su sombra quizá meditó el Genio,
En la emancipación del Continente. . .

Recio, de duras vértebras, cual símbolo


De la obra de Dios, de vida eterna:
Parece airada ostentación de fuerza
O vigoroso signo de protesta. . .

Es la nocturna tienda, la guarida


De alados seres y furtivas fieras,
Erguido y fuerte se alza en la llanura
Que el verano quemó como un incendio. . .

Duermen en él los pájaros, se puebla


Su arropadora copa de gorjeos,
Acuden por bandadas: De la selva
Lejana, desde el Sur y del Naciente.

Del mar también, trayéndole


Yodo en sus alas y en la garra fuerte,
Horizonte infinito en la mirada
Y en los ojos visiones de misterio. . .
* 27
Y del llano remoto, el de las gestas
Del Centauro triunfal de
Las Queseras Traen olor de leyenda en el plumaje
Y en la actitud de nómades, el reto. . .

De la montaña nebulosa, enhiesta,


En la que Humboldt estampó su huella,
Alta “Silla de Dios” en donde nacen
Caudalosos y eternos los torrentes. . .

Traen fragancia de vírgenes florestas


De secular quietud y honda opulencia,
En la que el agua fecundante brota
Para vitalizar la inmensa selva. . .

De la heroica ciudad, de la que fuera


Invencible bastión de luchas épicas,
Crisol de paladines, fragua ardiente,
Del valor y el amor al patrio suelo.

Y del sitio historiado donde el sino


Libró de un monstruo la sangrienta guerra,
Donde cayó ese azote de la Patria
Titán tremendo de feroz denuedo. . .

De la isla espartana, do el hispano


Quedó vencido del inerme pueblo,
Donde la estoica, indoblegable Mártir
Sublimó su calvario, en duro encierro.

De la noble ciudad, donde naciera


El ínclito Varón, el Hombre Pueblo,
El que jamás temió, heroico siempre,
El del sitio inmortal de Cartagena.

De esa feraz región, antes rebelde,


Asilo de Patricios eminentes,
La que a la Patria diera ilustres hijos
La de Congreso del Levita egregio.
* 28
Y de aquella del áureo Vellocino,
Esa del hierro y diamantinas piedras,
La del soberbio Padre de las Aguas
La del Salto empinado contra el cielo. .

Tribuna excelsa del Excelso Genio


Que el nombre del Epónimo ostenta,
Calvario aciago del heroico Héroe
Aquel de la victoria de San Félix.

No es el árbol sagrado de Güernica,


Ni el Baobab de la africana selva
Tampoco el Cedro secular del Líbano:
Es el Samán de Güere. . . !

* 29
MARCO TULIO BADARACCO B.

SIMBOLO
Eres hecha con ampos de nieve
con pétalos niveos de un raro jazmín,
que una dulce Maga, con su mano breve
delicadamente reunió en su jardín.

Eres hecha de rosa y del leve


pistilo purpúreo de un lirio sutil,
que un dios milagroso perverso y aleve
los fue modelando con mano febril.

Tu cuerpo fue hecho de mármol y llama


Tu alma es conjunto de risa y dolor,
De luz y de gracia, de angustia y placer:

Junto a tí está el cielo, tu mirada inflama. . .


Oh! casta Afrodita, Diana toda amor,
Eres flor y virgen y diosa y mujer. ..!
* 30
RAMON BADARACCO

POEMA 5
Puedo rescatar
de las palabras
tu ausencia
y tu nombre,
recorrer con ellos
las cosas donde yo existo.

Puedo recordar
en la noche
tus ojos inmensos
mirándome desorbitados.

Puedo recordar
mi propia angustia
al sentirte lejana,
dolorosamente lejana.

Partir, sin pensar


en el regreso.
Caminar bajo la bruma,
bajo los copos blancos
al lado de los esqueletos.

Partir, de lo mío
y de lo tuyo,
del eterno presente
al pasado que vive.

* 31
Adiós, recostada al espacio,
pegada a mis ojos,
anudada en mi garganta
y en cada onda.

Adiós, besada
en mis sollozos,
buscada en mis lágrimas
y en el eterno
regresar de las olas.

* 32
RAMON N. BADIA

A BOLIVAR
En hondo duelo América gemía
Bajo el poder de la Nación hispana
Mientras doquier la espada castellana
En sangriento luchar sentir se hacía.

Tras el lidiar y la feroz porfía


Cantó victoria la conquista insana. . .
Pasan tres siglos. . . Luce una mañana
De libertad que el cielo disponía.

Cual espléndido faro se levanta


Para un mundo la enseña redentora,
Con que Bolívar al tirano espanta,

Y lánzalo al Piere triunfadora


Brilla el arma del Héroe que quebranta
Cadenas a su Patria que lo adora. . .!
* 33
FELIX A. BABERII

SUCRE
De la futura edad a las naciones
Gloria irradiando llegará su nombre
Su virtud y sus ínclitas acciones
Serán eterna admiración del hombre.

Héroe sublime en campos inmortales


En que de España doma la fiereza,
Deslumbran los fulgores celestiales
Que de su alma proclaman la grandeza.

Pichincha y Ayacucho. . . Qué jornadas!


¡Tan sólo dignas del clarín de Homero!
La independencia y libertad sagradas
Ayacucho selló de un mundo entero.

Y allá en Tarqui, la espada vengadora


De la augusta Colombia fulminando,
Escarmienta a la hueste que a deshora
Va el suelo de la Patria profanando.

Mas los lauros marciales de su frente


Aun menos bellos son que la diadema
Que supo conquistar como clemente
Cuando el odio funesto era sistema.

Vedle en Santa Ana, a la piedad triunfante


Hacer lucir de entre la Guerra a Muerte
¡Cómo entusiasma que Bolívar cante
Del gran convenio la propicia suerte!

* 34
“Es ese un monumento que en la historia I
gual no tiene, pronunciar le escucho;
Y será perdurable su memoria
Cual la del vencedor en Ayacucho.”

Tras la terrible lidia de leones


En que un mundo arrebata a los tiranos,
Las adversas innúmeras legiones
Favor alcanzan de sus nobles manos.

También sublime fue en desprendimiento


Y bellísimos rasgos de su vida,
Muestran que tuvo celestial aliento
Dejando al alma de ternura henchida.

Sí: a los futuros siglos y naciones


Cual sol de gloria llegará su nombre;
Su virtud y sus ínclitas acciones,
Serán eterna admiración del hombre.

Y la ilustre ciudad que fue su cuna,


La heroica y fuerte en el dolor profundo,
¡Por más que la oprimiere la fortuna
Tendrá el respeto y el amor del mundo!. . .

* 35
SANTOS BARRIOS

JUANITA MAYO
Viene por la calle larga
la loca Juanita Mayo,
dicen que su enfermedad
fue por fumarse un tabaco.
Viene agitando las manos
como espantando animales
y con la voz de ultratumba
de esta forma los espanta:
—Vuelen, vuelen, vuelen
bicho, bicho, bicho
coje el trapo colorao.

Ella vive en Altagracia


y va para Santa Inés,
lleva descalzos los pies
y la cabeza bien alta.
Sus brazos color carbón
siguen en su agitación:
-—Bicho, bicho, bicho
vuelen, vuelen, vuelen. . .

La vieron por el Salado


unos viejos marineros,
la vieron como rezando
con la vista fija al cielo
la pobre Juanita
que de verla causa miedo.

* 36
Su carcajada es siniestra
y sus ojos botan fuego
dicen que habla con el diablo
y baila metida en fuego:
—Baja, baja, baja,
vuelen, vuelen, vuelen
bicho, bicho, bicho. . .
ja, ja, ja, ja, ja ja, ja, ja, ja, ja.

Pero todo eso es mentira


la loca Juanita Mayo
ni baila metida en fuego
ni conversa con el diablo
cuestión de las malas lenguas
que acaban con los cristianos.
Ella mira en sus delirios
que los luceros la queman
y cuando un ángel la besa
se cree que la tira piedra
y por eso que ella dice:
—Vuelen, vuelen, vuelen
bicho, bicho, bicho.

Las gentes para reírse


de sus muchas ocurrencias
siempre la dicen así:
—Qué caló el bote hoy, Juanita?
y ella responde muy seria:
—Tajalí.
Y Ella sigue hablando sola
y asustando a los muchachos
—vuelen, vuelen, vuelen
bicho, bicho, bicho
osi, osi, osi. . .
ja, ja, ja, ja, ja
ja ja, ja, ja, ja
ja, ja ja, ja, ja. . .
La loca Juanita Mayo.

* 37
PEDRO ANTONIO BERRIZBEITIA

LOS ALCATRACES
Sobre los mangles inclinados
tristes, rígidos, estáticos,
en poses hieráticas
se recogen los pelícanos.

Como faquires encapuchados


de sus ombligos hipnóticos
se adormecen catalépticos
sus largos picos sobre el pecho.

Nada les emociona ni turba.


Ni el rubio sol que se oculta
en su maravilloso lecho de oro.

Ni la frialdad de la bruma.
Ni el astro de la noche que se enciende
sobre el azul del firmamento.

* 38
ANDRÉS ELOY BLANCO

LA CASA DE ABEL

Estos poemas fueron escritos


con motivo del terremoto de Cumaná, en 1929-
A los presos, en especial a los cumaneses presos,
se nos dio la noticia de modo que agregara una tortura
más a las que nos dedicaban a diario.
El Alcaide de la Rotunda, Coronel García,
se dirigió a mí en esta forma textual:
—Amigo, tengo una noticia para usted. Esta mañana
un terremoto acabó totalmente con Cumaná.
El mar está cubriendo lo que fue la ciudad.
Días después, el mismo García rectificó lo del mar,
pero nos dejó en la creencia de que la destrucción
había sido total.* De esa impresión
fueron saliendo los poemas que van a continuación.
a. e. b.

* 39
SOLEDAD
Soledad y obediencia.
Veo caer lo mío en torno mío
y doblo la cabeza.

Vamos camino arriba, oh gozo doloroso,


lejos de todo y cerca
lejos vistos de cerca, cerca, vistos de lejos
como las estrellas.

¿Quién nos dirá si es cierto


que la ciudad, la cuna, ya es mar y ya no es tierra ?
Adelante! Probemos a mirar hacia arriba,
algo puede que traiga el sorbo de horizonte
que bebe el centinela.

Náufrago en el sudor de la noticia;


náufrago el corazón en el golfo del pecho.
Soy aprendiz de grande: soledad y obediencia.
Pero tiemblo en la misma sacudida
que mi clara ciudad echó por tierra. ..

* 40
EL ANUNCIO
Soledad. Hace dos años
empecé a caminar hacia ella.
Y ahora es cuando quedan curvas;
ahora es cuando hay camino para el pedregal de estrellas.

Una noche murió mi Padre,


sin enfermedad de repente;
otra noche se fue mi Hermano,
con un reir saludable, como quien dice que vuelve.

Pega duro el camino.


Hace dos años me voy despoblando
como un país sin ríos.

Ayer no vino la paloma al techo


ayer no vino la paloma;
vino el cuervo, el hombre malo, el cuervo.

Habló y me dijo algo


que yo comprendí a medias;
pero me lo dijo todo
el polvo blanco entre sus plumas negras.

Y traía en el pico asqueroso


un trozo de carne,
un trozo de pecho,
un trozo de pecho de madre,
con el olor de nosotros,
con ese lunar de aire que entre mil reconocemos,
como si al aspirarlo dijéramos de pronto:
—No hay dos mujeres que tengan ese lunar en el pecho

Del olor salía


un sabor de leche con síntesis de palabra original.
Así lo supe todo:
la ciudad con el vientre deshecho.

* 41
Las ruinas, bajo una vela medio apagada;
la noble ciudad agonizando;
mis pañales mojados en sus entrañas.
Sólo quedan en pie los techos de las tumbas
—unos techos de mármol
con la veleta de una cruz
y el ave de paso de una fecha—.

La casa caída
sobre la tumba del Hermano muerto.
La casa donde se nace!
La casa donde se nace
aplastada contra el pecho:
treinta años de golondrinas
entre el tejado y el suelo!

LA CASA DE SUCRE
La casa del Cordero era un pesebre,
con el techo de palmas
y en las palmas el nido de la estrella.

Los pastores hicieron sobre el pesebre un templo.


Cayó el templo; retoñó el pesebre;
retoñó la casa del Cordero.

Volverá a alzarse el templo


y volverá a caer. La vieja palma
retoñará; los templos van y vienen.
Queda un nido, una palma y una estrella:
la Casa del Cordero es un pesebre.

CAJA DE ESTAMPAS
ESTAMPAS DE LA CONQUISTA

Bravo tipo debió ser aquel Don Diego


Fernández de Serpa, Capitán de Locos!

* 42
Manga acuchillada, banda sobre el peto,
bajo fina malla, muslo tembloroso.
Cetrina de soles la cara,
manos espinosas, labio desdeñoso,
rasa a lo Felipe la cabeza terca;
bajo el ala negra, la tinta del ojo.

O en el desembarque, o en plena guazábara t


odo rutilante de acero, en el potro.
El guantelete soldado a la espada
era la rama que suelta el retoño.

Algo de su sangre me viene de lejos


y algo de este anhelo de cambiarlo todo.
El vadeó mi río, tomó entre sus manos
la ciudad herida por el terremoto
y como se cambia de tiesto unas flores
a una tierra buena la llevó en sus hombros.

Algo de su sangre me viene de lejos


y algo de este anhelo de cambiarlo todo.

AGUA FUERTE DE LA GUERRA EN CUMANA

El alba. Por la sabana todavía en sombras


va la tropa de Fernández de Serpa.
Adelante va, atado al arzón de una silla,
un indio guaiquerí, triste, como su pueblo.
Le canta entre los labios aquel hablar sonoro
que no sé dónde halló tanta armonía,
aquella música del guaiquerí y el cumanagoto
que hizo sus poblaciones con nombres tan certeros
Tataracual, Güirintar, nombres agudos,
flechas indias de música que atraviesan el verbo.

Es el alba. Es la noche del indio,


que cruza la sabana con la cruz de su pueblo.
* 43
El día. Por las calles de la ciudad
galopa un grupo de mancebos.
Tan niños son que el bozo no revienta en sus labios,
y en el cansancio de la esclavitud, viejos, tan viejos!

Adelante van los Bermúdez,


uno para el martirio y otro para el portento.
Y después, silencioso, va un infante que lleva
todavía sin plumas al pichón de Berruecos.

La tarde. Es la tarde del trece de noviembre.


Revolución Libertadora:
Una bandera blanca en lo alto del cerro.
Las mujeres prendieron flores en los fusiles
y están de cirios blancos los oratorios llenos.
En el corral mataron nuestro burrito gordo
y el caballo del coche lo contempla con miedo.

La noche
avanza de El Salado con los margariteños.

Una bala ha cortado las lechozas del patio


y ha caído sin fuerzas la bandera del cerro.

LAS PIÑAS

La piña es el trasunto
de la tierra:
el corazón hecho de mieles
y armada la cabeza.

LAS UVAS

Hacia arriba vemos el parral del cielo:


nubes de racimos anuncian la lluvia
y en los claros de hojas cantan los luceros.
* 44
Las parras edénicas cubren el desnudo
de un azul caliente remendado a trechos
por el zumo claro de un sol de acuarela
cuando el sol exprime su uva de fuego.

LAS CHARAS

De un lado, la miel del río,


la miel del mango en el otro,
la miel de la caña abajo
y arriba la miel del coco.

Es el panal de la chara
por donde fuimos nosotros
con la miel entre los labios
y la dicha entre los ojos!

Abejas de nuestra infancia,


Dios mío, cómo han quedado
con esta sombra en los ojos
y esta retama en los labios!

EL GOLFO

Cuando el golfo está manso


vienen los ciudadanos hacia la playa, entonces
se ven parejas blancas por la costa
como barcas que izaran sus velas en la noche.
Cuando el golfo está manso
se prolonga en el mar la costa baja
y nos parece navegar por tierra
que es algo igual a caminar por agua.

LA IGLESIA

La Iglesia es limpia y alegre sobre la alta escalinata


y en un azul de domingo tiende sus torres al cielo,
es una iglesia que han hecho para campanas sin dobles

* 45
y para torres sin cuervos.
Tiene al lado una gruta y un castillo
y tiene un canto que la gente canta:
“Ay Cumaná quién te viera
y por tus calles paseara
y a San Francisco fuera
a misa de madrugada”.. .

LA NOVIA

Es la novia que en la Iglesia nunca se atreve a mirarnos


y en su casa está de prisa porque cierran a las die,
tiene los ojos exóticos de las uvas de su patio
y un modo de tener celos que en llorar pierde el querer y
una manera de negarse
y una manera de otorgar,
que nos vamos contentos si su boca nos niega
por las cosas mejores que sus ojos nos dan.

PAN DE AZUCAR

Se va desmoronando... a cada nuevo viaje


lo encuentro más pequeño,
blancura de mi tierra, colina de mi infancia,
terrón de azúcar de mi pueblo.

Quizá su azúcar sirve


para endulzar las uvas de mi huerto,
por eso a cada brote de vendimia
las uvas son más dulces y mengua más el cerro.

EL RIO

Es un río pequeño, pero no tan pequeño


que no le quepa de una vez
todo el llanto de todos los que llegan un día
con una pena junto a él.
* 46
Y allí hay un privilegio para el agua del Río,
es un río que lleva diluido el amor,
porque allí a todas horas hay mujeres bañándose
y niños que combinan el agua con el sol.

Es el río, es el orgullo y es el amor provinciano


y es el licor de buenmozo, porque el beberlo le embriaga,
que se le van las ideas al mozo que tiene novia
cuando bebe el agua misma con que la novia se baña.

ESTAMPA DE LA LUNA EN LA SABANA

No hay cielo que tenga luna como aquella.

No hay noche de luna como aquella noche


del siglo pasado.
Noche empavonada
de luna que untaba los cerros,
esmaltaba el río,
bruñía las copas de los cocoteros;
en la sabana de Caigüire
pintaba el salitre de una luz de espectro.

Junto al río charlan mozos y doncellas;


pasean la luna, cerca de año nuevo;
cantan villancicos; hay juegos de prendas;
alguien cuenta un cuento
de guerra o de amores: que Acosta ha triunfado,
que a Manuel Morales lo llamó el Gobierno,
que el caraqueñito ya tiene dos novias;
—Diablo que son diablos esos caraqueños!—

Alguien propone ir a Caigüire


y salen en tropel; algunos viejos
salen a las ventanas para saber qué pasa
y al ver el grupo, vuelven a sus cuevas, gruñendo.
* 47
Por la sabana van cantando;
de un lado, el Pan de Azúcar, del otro, el Manzanares,
después, el mar y el cielo
con el agua de la luna
y los peces de los luceros.

Una pareja adolescente


se queda atrás en breve cuchicheo;
él insinúa y ella niega;
el mozo insiste, audaz; baja del cielo
esa luz de la luna
que dice: “Ven!” al corazón propenso;
ellos están más juntos,
el grupo está más lejos
y sus manos se encuentran
y tánto tiempo unidas estuvieron,
que allí, en mi casa, ahora, las separó la muerte
y está la novia con sus paños negros
y aquel amor de plata que les untó la luna
se le fue a los cabellos. . .

ESTAMPA DE UNA CASA DE CUMANA

Tengo una vieja fotografía


del entierro de mi abuelo:
un coche fúnebre,
levitas y sombreros de copa
y al fondo, la casa de El Rincón.

La acera hace una escuadra


que limita un rincón de árboles bajos.
Allí, por las noches,
cortaban el velo azul
las tijeras de la tertulia;
se contaban cuentos de guerra,

* 48
una guitarra con cintas punteaba su tinajero,
mientras la voz repetía: —”Pregúntale a las estrellas.

La rueda se rompía
y rodaba de nuevo con nuevos tertulianos,
engrasada con nuevos chismes
y canciones y adivinanzas.
Se jugaba “el anillo vaya y venga”;
así se hablaban al oído las manos.
Los muchachos, en la calle, girábamos en la arena,
los ojos de las muchachas giraban hacia la luna y la luna
de los cielos giraba sobre la rueda.

Pasaron años.
Una tarde entré a la casa, tras doce años de ausencia;
ahora
había cien mujeres en la escalera;
mi nombre
estaba escrito con flores en la mesa;
con flores de las charas,
con palmas del Manzanares
escribieron en las paredes
los nombres de mis poemas.

Esta noche, desde aquí,


estoy mirando la casa de El Rincón:
todo cae,
todo se agrupa,
todo hace rueda;
las flores con que escribieron mi nombre
y los nombres de mis poemas
hacen tertulia de perfumes
bajo la luna de esta noche,
sobre los huesos de las piedras.

CROMO DE MI PRIMERA COMUNION

Una mañana
para mi primera Comunión:
* 49
chaqueta negra y pantalones blancos;
brazal de seda y cirio de tres colores;
ajetreo de madres; sayas nuevas;
ir y venir de blancuras por la ciudad en pie.
Yo entré vestido de susto
a la iglesia de Santa Inés.

Los estandartes azules,


los trajes con cinta azul,
el Padre Martiarena
con la mano pesada y la voz de regaño;
luz morada, luz verde, luz de iglesia;
sol de rodillas en las cuatro puertas,
incienso oloroso de temor de Dios;
cantos en el coro, vuelo de abanicos,
la mesa de mármol blanco, el altar de mármol blanco
y miedo, mucho miedo en el alma azul:
yo comulgaba
y por el alma azul bajó la hostia
como luna en la madrugada.

Esta noche,
qué grande se ha puesto la luna!
Se le ve el mapa de una ciudad muerta —
de mi Pompeya sin descanso—.
Está tan cerca que se le puede hablar:
—Vienes de Oriente?
Debes saberlo todo,
debes oler a playa enardecida.
Agarrado a mi reja, luna de la ciudad,
te digo: ¿Cómo fue?
¿Quién murió?
Y de ella, de mi tierra,
de mi hermosa ciudad ¿qué me ha quedado?
Y tú, ¿Cómo escapaste?
Y me doy a pensar, con la luna tan cerca,
en las hostias sin nido
que a la hora del terremoto,
* 50
cuando la ciudad empezó a caer,
volaron, asustadas, como palomas,
de su Cáliz de Santa Inés.

ESTAMPA DE UNA TARDE EN CUMANA

Una tarde,
—fue por el centenario de Ayacuho—
yo volvía a mi tierra con una brizna de gloria
—tan pequeña la gloria de los días!—.
Todo mi pueblo estaba junto al agua;
el muelle era una larga cosa viva.

Cuando bajé del barco,


mil manos me arrebataron al mar.
La Calle Larga de Altagracia
se movía como un raudal hacia mí.
Eran cinco mil ciudadanos
que me mandaba la ciudad.
El desfile fue un hondo abrazo
y un largo grito horizontal.

Por las ventanas


salían bienvenidas de flores.
Estallaron los cohetes
y el cielo se llenó de estrellas de la tierra.

En el puente estaban las mujeres,


las mujeres de la ciudad;
pero no me dejaban llegar a ellas
los trescientos marineros del Golfo
que formaban adelante.
Eran hombres olas, hombres escollos,
con reflejos de algas en las cabezas frondosas;
hombres que me rebautizaban con su caliente sudor ma-
rino, hombres que me llevaban como en un ancho buque
y me guardaban como cosa suya,
pescada por ellos en el muelle de Puerto Sucre.

* 51
Llegamos a la plaza de Ayacucho;
ante la estatua del Mariscal,
cinco mil ciudadanos se descubrieron
y una voz gritó:
—Benditos sean los pueblos que no se olvidan de sus hijos
Benditos sean los hijos que no se olvidan de sus pueblos!
¿Quién lanzó ese grito?
¿fuiste tú, marinero de Araya ?
¿o fui yo mismo?
No sé; pero cinco mil ciudadanos
lo repitieron.

Me llevaron a casa y en mi patio


mi pueblo cantó cantos marineros.

Esta noche
estoy viendo de aquí la misma multitud;
aquellos cinco mil ciudadanos
alzan los brazos marinos
para detener los techos que caen;
en todas las manos abiertas
está aquél grito mío y tuyo, marinero!

Ciudad mía,
descuartizada junto al mar,
doblegas la cabeza de tu torre,
elegida para tu cuarta prueba,
tus marinos de Araya quieren izarte en vano,
pero te arrías, como una vela!

Ya no te quedan muros
donde prenda el parral su manteleta;
ya no te queda boca para la voz del río
y esta noche, ciudad,
en el cantil donde se ahoga el grito
un barco anclado iza cuatro velas de piedra
y está a su bordo, encadenado al mástil,
oh ciudad, tu Poeta!

* 52
ILUSTRACIÓN DE UNA NOCHE EN CUMANA

Una noche: el teatro.


Teatrillo de la Calle del Medio,
frente a la casa en que nací,
donde nacieron todos mis hermanos,
al lado del Museo Nuevo,
que ayer fue la casa de Vicente Ruiz.

La casa de Vicente Ruiz:


allí aprendimos a leer;
con sus peñascos superpuestos de casa troglodita,
parece que estuviera allí;
se caía los sábados y se alzaba los lunes,
la casa bruja de Vicente Ruiz.

Echábamos abajo las paredes de piedras


y quedaba en la calle todo, familia y alma;
así, cuando el Maestro Vicente
había echado abajo
todas sus palabras de piedra
se le podía ver el alma
y se podía pasar, como por una puerta.

Teatrillo de verano;
lo llenaron de flores.
La ciudad austera se sintió zagala
—damita camandulera que siente el corpiño lleno
y no sabe contenerse lo verbenero del alma.

Iban a oir mi poema.


Cuando salí al proscenio
quedé como una isla en el agua de un grito.

Al través de las voces


se definía el áspero terno del marinero.

No me dejaban hablar;
Quise decir el Poema,

* 53
pero no me dejaban hablar.

Yo estaba en la voz de todos.


¿Qué importa la voz del Hijo,
si allí estaba el Hijo, salvo de la mar ?
¿qué importa el canto,
si allí estaba el gaviero?
¿qué importa el Poema,
si allí estaba él nuevo lobo,
que supo soltar la vela contra el gran golpe de mar
si había cabalgado en las crucetas,
echando adelante del bauprés su voz,
si había cazado escotas,
si se había envuelto en lonas retorcidas de borrasca
y cumplió su rumbo verde, amargo de temporal,
y volvía, como saliera,
marinero de la ciudad,
¿qué importaba mi Poema,
si yo era todo de ellos, que me pescaron del mar ?

Nunca sufrí tanto gozo en una noche:


me llegaba el olor del parral de mi casa;
de la casa de Vicente Ruiz
lloviznó bien deletreada la cartilla de la infancia,
pompas de jabón de olor fueron bajando del río,
tunas sin dolor rodaban por el cerro de Aguasanta;
la calle, que venía andando, traía de San Francisco totu-
mas llenas >de voces con aromas de Ripalda
y por la boca de niño que me sonrió del pasado
un soplo de catecismos me adormeció la palabra.

Oía el comentario. Yo era una cosa de ellos.


Mi corazón era el ejido de aquella voz municipal.

—Está muy flaco.


—Hay que llevarlo al Golfo.
—Hay que darle pescado fresco
y que coma lamparosa
y que coma tierra con sal.

* 54
- Que Dios le guarde su hijo a Dolores Meaño.

Y si me hubieran dejado, yo no sé qué hubiera dicho,


con la boca como estaba, llena de tierra con sal.

ABEL Y SU CASA
IDENTIFICACION DE LA CASA Y EL HOMBRE

La casa de Abel era la casa


para que Abel naciera;
no fue casualidad
que Abel naciera en ella.

Tampoco fue capricho


que Jesús naciera en un establo,
en el hueco de los vagidos
que dejó el parto de las vacas
pegadas a la tierra.

Tampoco fue capricho


que Abel hiciera prosperar los pastos
y sus ganados estuvieran gordos
y su canto saciara el hambre de los pájaros.

Tampoco fue capricho


que Abel saliera aquella tarde al campo
y lo mataran en su hora:
una hora que hicieron no más para matarlo.

La ciudad está en Sucre y Sucre en ella;


casa y hombre tienen un solo camino
parado en la puerta.

Abel va caminando con su casa en los hombros


y es el viaje del caracol.

La órbita común los desovilla


en un solo destino de pista

* 55
en torno al mismo centro sideral del dolor.

Pero, hay la yema de un dedo que empuja


y una mirada que entiende su obligación de empujar.
Por eso hay precipicios en la marcha del Héroe y hondo-
nadas en la marcha de la ciudad.
En el designio que los elige,
héroe y ciudad caminan;
en el destino paralelo,
ella tiene fidelidad de esposa bíblica.

Cosmogónica fidelidad:
ambos en riesgo de derribamiento
y en los dos, algo nocturno para la aurora final.

LA CASA DE ABEL LLEGA HASTA EL MAR

Pegada al golfo
la dejó Gonzalo de Ocampo.
El golfo se la llevaba;
Jácome Castellón la alzó en sus manos.

El terremoto y el mar
se la llevan!
la salva sobre sus manos
Diego Fernández de Serpa*.

La salvó en un salto al cerro


y se la puso al costado:
niña de tres cunas,
niña en tres regazos;
mar y terremoto, todo fue mecerla,
tuvo mil amores y vivió temblando.

ABEL LLEGA AL MAR

De noche en el Golfo Triste,


donde Colón pescó la sirena de América.
* 56
Se fue a pique un velero.
Tiene la quilla hacia el cielo
y hacia el fondo los masteleros.
Un náufrago
bracea en mitad del golfo.
Rema con manos suaves, como vientre de pez;
la luna pone en su frente
ese livor que estampa en la sabana a los huesos.

En las olas caen, sus ojos,


tributarios de sombra.

Allí va Venezuela, sin puerto,


allí van, medioahogados,
Ayacucho y lo otro y la mitad de esto.

Pero el hombre llega a la playa


y al pisarla,
sintió en su propio pecho el corazón de la ciudad,
la voz del gran destino paralelo
que le decía: “Tierra adentro! No moriremos en el mar

18 14

Boves en Cumaná.
Furia asturiana, furia llanera.
Santa Inés con los pechos como frutas picadas:
en la sabana vencida,
una hermana de Sucre, recental de la casa.

La derrota
emproa a las Antillas su balandra sin foques;
por occidente asoma
la nueva esclavitud su mar de leva;
en Urica naufraga el último “trespuños”;
Maturín, Barcelona, Cumaná, van abordo. . .

Pero de las Antillas regresa la balandra


* 57
con Bolívar patrón y con las velas nuevas
y con los clientes de los sables
ávidos de carne de sabana carabobeña.
Avanza oriente,
cosechando el tablón de bayonetas.

Solo, en medio del mar,


un hombre se ahoga.
Es un Sucre, hermano de Sucre.

Al campamento llevan la mala nueva.


El Coronel calla. Tiene en los oídos
la palabra de la ciudad,
el gran latido paralelo
que le decía: ”Tierra adentro! No moriremos en el mar!”

TIERRA ADENTRO

Noches interminables,
camino de las victorias,
ímpetu y desaliento de’ la marcha en el trópico,
cuesta arriba del acecho, cuesta abajo de la envidia;
la Virtud de punta en blanco, desgarrada en el breñal; la
mano asqueada de sangre
y la angustia de la espada sedienta de claridad.

Y el hombre que da un paso adelante


y queda entre el porvenir
y la rabia de los que vienen detrás.

Y el Hombre Proyecto,
aislado entre su esperanza y su error.

Y es el Jefe en agraz,
en la hora que precede al perfecto minuto
en que el Genio le diga: —Vaya usted, General.

* 58
Solo,
el Hombre solo,
entre su virtud y su responsabilidad,
cuando Bolívar dijo: —Este es el Hombre—
y le dio la llave del Sur
y el indio en el tapete jugó todo a su carta
y El fue la carta de espadas en que se jugó el Perú.

El fue allí
toda la agonía y la esperanza
del mundo criollo,
y como en su noche del Golfo Triste,
estaba solo.

Y entonces,
de la ciudad inmensamente lejana,
de la ciudad islote le llegó al hombre islote
la palabra de la ciudad,
la voz del gran naufragio paralelo
que le decía: -”Tierra adentro! No moriremos en el mar!”

LA CASA EN FIESTA

La victoria,
la victoria de Abel
y la victoria de su casa;
Cumaná, resucitada de Boves
y Sucre, Mariscal.

Tapias nuevas ,
bajo el mantón de las parras,
Nueva Andalucía,
ferial después de Semana Santa.

El soldado era el barco viajero de su tierra


y llevaba el bauprés de su espada,
que hizo amainar a las montañas
su alto oleaje ecuatorial;
y el augurio cantaba de la ciudad convaleciente:
-Tierra adentro! Tierra adentro! No moriremos en el mar!
* 59
ABEL

Era un laurel verde.


No se vio estrella limpia
en el cielo matutino de América.

Llevaba sus charreteras


como dos niñas rubias sentadas en los hombros.

Su terrible espada
de pronto se le hacía de agua
y se veía el sol al través de ella.
Si un día hubiera llorado, fuera un llanto de agua dulce.
Tenía el talón de Aquiles, pero con carne de oveja.

Le cabía en un brazo una batalla entera.

Riobamba fue el azahar,


Pichincha el lirio de fuego,
Ayacucho el laurel verde
y Tarquí la rosa blanca.

El azahar cayó a sus pies,


el lirio en su pecho,
el laurel en su frente
y la rosa en el tahalí de su espada de caballero.

Era el Abel terrible y puro de la guerra.


Tenía dos corazones:
uno a la izquierda del pecho y otro en la mano derecha.

BERRUECOS

Casi solo
y solo,

* 60
en la soledad del pensamiento,
consciente del camino y de la noche,
como si la idea
hiciera sitio en él cerebro para alojar la bala,
blanco que va a la flecha más que la flecha al blanco,
así salió el ginete de la Venta Quemada.

Así llegó la muerte,


en dación de sí mismo, en ofrenda tranquila,
grata a las cóleras de América y al Dios de la América
intacta.

Así le mataron.
El azahar cayó a sus pies,
el lirio en su pecho,
el laurel en su frente
y la rosa en el tahalí de su espada de caballero.

Era la hora de esposa bíblica,


la hora de caer con lealtad,
por eso, la noticia se retorció en América,
destrizó las alturas y llegó a la ciudad.

Y estuvo fiel la cuna, estuvo fiel la casa.


La torre fue el pico del pelícano
que hirió su pecho;
el río se llevó el desagüe de sangre
y reflejando la caída con destino leal,
en su Berruecos del 53,
como un racimo de sus parras cayó por tierra la ciudad.

LA ESTATUA

Todo volvió a elevarse,


las casas volvieron a poblarse
de canciones de cuna;
el Héroe resucitó en la Gloria.

La ciudad volvió a ser en la piedra;

* 61
el Héroe volvió a ser en la estatua. \
La piedra volvió a pregonar voces nuevas,
la estatua volvió a pregonar nubes blancas.

Y ahora el terremoto volvió a ser.


Sobre las ruinas humeantes de tierra,
es una isla de bronce, contra el azul, la estatua.

Sobre la ola del caballo,


el náufrago de Berruecos busca su costa de Paria.

En la hora del crimen hasta para la muerte,


ciudad y héroe guardan histórica lealtad;
caída y ascensión, brazo con brazo: .
Abel murió, murió su casa. Y no murieron en el mar.

ALERTA

Y todo fue por algo.


Todo viene o se va cuando es preciso;
nada se muere inútilmente;
un gran dolor es la diana del mundo.
Por eso muere la ciudad.

Aquí estoy esta noche, casa de Abel en ruinas,


viendo cómo florece la casa de Caín.
Pero esto era preciso.
Hay mucho por salvar en todas partes,
un mundo entero hay que salvar;
todo se hace por algo;
por eso muere la ciudad.

Traidor, tirano, alerta!


Alerta, asesino, carcelero, ladrón!
La tierra, la honda tierra de Venezuela ha hablado.
Eso quiere decir que está cerca su hora.

Murieron los marineros con cabelleras de algas


* 62
están sin vida las novias con ojos color de golfo;
pero unos hombres nuevos han de venir, la tierra
los ha de dar como los golfos dan náufragos y olas.
Ladrón, verdugo, alerta! Tu hora va a sonar!
Es de noche, hay tormenta en el golfo de Paria
y hacia tierra viene un hombre que no se ahoga en el mar.

LA CORDERA

Antonio José de Sucre,


Mariscal de Ayacucho
bajo el signo del Imperio del Sol,
Antonio José de Sucre,
Abel de Colombia en Berruecos,
bajo el signo de la Desintegración,
es el Cordero del Sacrificio
en el oficio americano del Libertador.

Santa Inés de Cumaná,


Primogénita del Continente,
bajo el signo de Cristóbal Colón;
Santa Inés de Cumaná,
Casa de Abel en la tierra de América,
bajo el signo de la Incorporación,
es la Cordera del Sacrificio
en el oficio venezolano de Dios.

GUARIDA

Ciudad del Mariscal:


seis mil soldados de Ayacucho
presentan armas al pasar tu entierro;
cien millones de corazones
hacen “firmes” en un sístole unánime.

Ciudad del Mariscal de Bolívar,


más grande que los Mariscales de Napoleón,

* 63
sembrado con más carne de justicia,
alzado con más leche de República.

En tu guerrero, oh ciudad mía,


fuiste a paso de carga sobre el Sur encendido
y golpeaste dos veces;
al segundo mandoble se incorporó el Derecho
y después,
la espada se inclinó,
y bajó por su cauce, gozosa de su rumbo,
la barquilla de la capitulación.

El guerrero marchó, Mariscal de Ayacucho,


espantado de su gloria de Mariscal;
las estrellas de sus espuelas
volaron luminosas hasta el cielo de América.
La espada partió en signo de flecha rumbeadora
y el soldado sin tumba fue Precursor del Signo,
cuando, perdido el cuerpo, el alma de Pichincha
inauguró la llama de los soldados desconocidos.

ANUNCIO DE LA NUEVA CIUDAD

Volveremos a tí, ciudad, y estarás nueva,


con hombres nuevos y con tapias nuevas;
cimiento de justicia,
horconadura de libertad,
zaguán abierto al gozo de los riesgos civiles;
marcha de azul reanudará la estatua;
alzaremos la casa de Abel
y algo más: a Caín le ofreceremos casa.

No se ha perdido todo
sí se salvó un marinero con cabellera de algas
y sí se salvó una novia con ojos color de golfo.

Lo que cayó, volverá a alzarse


y quedará por siempre lo que no cae jamás,

* 64
lo que siempre has tenido de ciudad de poetas,
lo que siempre has tenido de ciudad de Quijotes,
tus castillos en el aire que no hay temblor que derrumbe,
ciudad del Mariscal de Ayacucho,
ciudad de José Francisco Bermúdez,
Mayorazgo de Abel, ciudad del alma,
siempre en el suelo y siempre entre las nubes.

Volveremos a tí,
desde tus parras nuevas nos tenderás las manos
y nos dirás: —Bienvenidos!
Soy la misma! Muerte es camino
para las tierras designadas!
Tengo una casa para Abel
y para Caín tengo otra;
tengo el perdón junto a la herida
y el saludo en la mano rota;
soy la lengua de mi soldado
diciendo la palabra de Colombia:
Soy la casa de Abel, y soy la misma
“antes como después de la victoria”.

* 65
LUIS FELIPE BLANCO

BOLIVAR
Suelta la brida del corcel guerrero
Intrépido se lanza a la pelea,
Y al fragor de la lucha centellea,
Con luz divina su potente acero.

Del amor providente mensajero,


La fama en torno de su hueste ondea,
Y al golpe de su carga gigantea
Humilla la altivez del león ibero.

Postrados a sus pies tronos, coronas,


sol de gloria espléndido clarea
De América la vasta inmensidad;

Y del Paria al magnífico Amazonas


Pueblos altivos y felices crea,
Y les da por ambiente Libertad!
* 66
RAFAEL BRUZUAL LOPEZ

PSALMO
¿Sabes? En las revueltas de mi vida
la tristeza, esa blanca prometida,
allá en el alma edificó su estancia,
cuando de mi laúd triste brotaron
eróticos arpegios, que amargaron
los más floridos años de mi infancia.

La musa de las íntimas congojas,


cual ave que modula entre las hojas,
dentro del pecho el corazón gemía,
mientras la inspiración rompiendo el vuelo
en su afán de infinito subía al cielo
cuan mística plegaria, amada mía!

Y tú lo ves, el sino se ha trocado:


En mitad del camino te he encontrado,
oh, vestal, oh mi cándida viajera!
Ven, no tardes, te aguardo de rodillas.
Haré un canto a tus pálidas mejillas,
haré un himno a tu oscura cabellera!
* 67
DANIEL A. CABELLO

OBLACION
Por qué miro tu ser acongojado
pudorosa beldad, virgen sencilla?
Di, por qué el llanto en tus pupilas brilla
Y está tu corazón acongojado?

Lloras tal vez, mujer, de tu adorado


La ruda ausencia, o su desdén te humilla ?
¿Lloras porque tu fe burla y mancilla,
O lloras tu destino infortunado ?

Alzate y di, si al hombre que te inquieta,


Compensando tu amor con tiranía,
Estás aún por el amor sujeta,

De cualquier modo en mi cariño fía


Que si ese cruel tu vida hace incompleta,
Yo te daré un pedazo de la mía. . . !
* 68
AQUILES CERTAD

IMPOSIBLE RENUNCIACION
Como si renunciara a escuchar la palabra del mar,
como si de pronto dejase de sentir
el frío de las estrellas en primavera,
entre recién nacidos sueños me pides
que sea el caminante con eterna sed
y plantas destruidas.

Como si dejase al afilado grito


de los hombres que detienen sus vidas entre aceros
y noches sin ternuras;
como si dejase de saber que existen tiernos ángeles
sobre los astros
y manos que otras manos oprimen
avivando los lirios de la sangre,
me ruegas que destruya tu imagen
y quede solitario entre eternos naufragios.

Tal como si tu voz me dijera:


Lo bello del mundo ha terminado!
no más cantos de pájaros
ni campos con sol sobre sus hierbas,
me dices que sea entre tus sueños
un despertar sin besos, sin horas con tus ojos
ni adioses con ternuras.
* 69
Entonces,
¿no podré junto a tí mirar jamás l
a luz azul.del mundo?

¿Ni en olas de tranquilos mares


ver flotar entre mis manos tus cabellos ?

Pero tu voz no sabe que más allá del ruego,


del grito cruel del mundo,
te ha de esperar la mía junto a mustios volcanes
y lobos macilentos bajo mis pies vencidos.

* 70
AQUILES CERTAD

ORACION DE NOCHE BUENA


Noche buena de Año-Nuevo!
Noche tierna,
como las palabras triviales
de los niños.

Noche toda recuerdos:


las pupilas caídas de la madre,
la abuelita de nieve
con su máquina de coser
en el tinglado familiar del patio;
la vieja casona de la escuela
y el maestro paciente,
destilando en nosotros
su gótica de ciencia;
los ojos inquietos de la primera novia,
ante la carta azul
y su timidez en la cita del parque.

Recuerdos de ayer
en nuestras almas
—todo un film de añoranzas.—

Noche Buena de Año-Nuevo:


antesala donde nos preparamos
para volvernos a llenar l
os ojos de mundo.

Noche Buena de Año-Nuevo:


tu llegada de doce pasos sonoros
trae siempre a mi alma
una lucecita
de ternura y de infancia.
* 71
DIEGO CORDOVA

VIDA DE PROVINCIA
Triste vivir este vivir que evoco,
obscuro ayer en la provincia mía
cuando mi limpio corazón rompía
como alegre turpial en trino loco.

Comer mal, dormir mal y ser un poco


dado al amor y la chismografía;
respetar lo que se hace cada día
y no soñar porque te llaman loco.

Tener cuidado con la Dictadura.


El Domingo asistir más de una hora,
devoto, a misa con el flux de dril. . .

Estar atento a lo que diga el Cura,


y ser lo más cortés con la señora
de la Primera Autoridad Civil.
* 72
DIEGO CORDOVA

YO Y MI CORAZON
Guardo un santo silencio junto al río,
agua pensativa está conmigo,
y triste, lleno de emoción, le digo
¿Qué te impulsa a soñar, corazón mío?

Ausente el viento, pensativo el río


sufre una honda turbación conmigo,
y triste, lleno de inquietud, le digo
¿Qué te impulsa a temblar, corazón mío?

Lucho porque el dolor que está conmigo


/conmigo
esté sin el dolor del río;
mas llora el agua como un fiel amigo
por mi dolor romántico y sombrío,
y oyendo al agua sollozar le digo:
¿Qué te impulsa a llorar, corazón mío?
* 73
VICENTE CORONADO

EL LAUREL DE LA DISCORDIA
Sonó la hora: formidable avanza
Legión contra legión: el bronce truena,
Un mar de fuego los espacios llena:
A vencer o morir! a la venganza!

De bando en bando intrepidez, pujanza;


Luchan, se embisten con furor de hiena;
Muerden mil bravos la tremante arena;
Lo que el plomo perdona, el filo alcanza.

No hay ceder, no hay respiro: estrago, muerte,


Sangre doquier. . . horrísono fulmina
El campo todo; incierta la victoria.

Injusto lauro al fin ciñe el más fuerte


Y aplaude el odio y la ambición domina;
Y esta barbarie cruel se llama gloria!
* 74
PACO DAMAS BLANCO

BERMUDEZ
Cíclope o desertor de extraño mundo
nos refiere la épica leyenda,
que bajo el fuego de infernal contienda
su acero es rayo de esplendor fecundo.

Caracas contemplóle furibundo


cuando al huir de la guerrera tienda,
recibe en la derrota rara ofrenda
de extraña dama el aguijón inmundo.

Tan rara ofrenda al paladín irrita


y del palacio do la dama habita,
con su espada inmortal cifra la puerta,

y al volver grupa a la contraria gente


arrogante y sublime aquel valiente,
exclama con honor: “Para la vuelta. . .
* 75
ANDRES ELOY DE LA ROSA

CANCIONES NATURALES
Que cese la amarga ausencia
Y tome el ensueño ido,
Ya no sé que estoy sintiendo
Viéndome solo en el nido.
Necesito como el ave
que busca la primavera
Tener por todo una rama
Y una dulce compañera.
Tener la esperanza viva
Que es vida de la cabaña,
Y bajo el cielo un idilio
Y el idilio en la montaña.
Y sentirme menos triste
En la fuente de la vida,
Donde el agua no se presta
Para lavar ni una herida.
Vuelve de tu viaje amada,
Con las manos todas flores
Y el corazón como siempre
Florido por mis amores.
Porque las horas fatales
Que transcurren sin yo verte,
Me separan de la vida
Y me acercan a la muerte.
¡Tan apartado de ti!
La promesa que me hiciste
Me tiene el alma más buena
Y el corazón menos triste.
Si quebrantan tus acciones
De mañana, la promesa,
Moriré como un mendigo
Abrazado a mi tristeza.
Yo no tengo porvenir
* 76
Porque la suerte no quiere,
El dolor me llama hermano,
La vida me dice: muere.
Mas, como fuerte he nacido
A la usanza de un guerrero,
Venceré, porque la vida
Se rompe contra mi acero.
La conciencia de los otros
No dañará mis acciones
La voluntad es más recia
Que los mismos corazones.
El destino de dos almas
No los tuerce otro destino
Son dos vías a la gloria
Tu camino y mi camino.
Y si muriese mañana
Sin la dicha de mi anhelo
Te esperaré reclinado
Contra una nube del cielo.
Allí bajará mi estrella
Por un mandato de Dios,
De esa estrella todo el oro
Caerá sobre los dos.

* 77
JOSE MARIA DIAZ

BRUMAS
I

Ay! cuántas veces del impío labio


surgen hacia el poeta infames burlas,
cuando para escribir versos del alma
sangre del corazón moja la pluma.

II

Sólo es mi única ansia


en atonismo estarme hora t
ras hora, olvidando que soy, viven los cielos!
Satanás trasnochado en una boda!

Ohé los compañeros


que en el puerto dejé con viento a prora
si conmigo cruzárais estas ondas!

III

Del Ganges a la orilla


crece una flor sagrada
y loto la designan los hijos del dios Brahma.
* 78
Cuando la virgen india
por vez primera ama,
troncha la flor sencilla
y lánzala a las aguas. . .

Si la onda cristalina
piadosa la arrebata
y lejos sin hundirla
la lleva hacia otra playa,

entonces la brahmina
himnos de amores canta,
pues su pasión bendita
del cielo es aceptada.

IV

Mendigo y trovador cruzo la tierra:


son mis bienes el plectro y el laúd;
lloro y canto pidiendo una limosna,
¿quieres dármela tú?

Silba el noto y las nieblas de la tarde


velan del cielo la cortina azul:
la noche llega y necesito albergue,
¿quieres dármelo tú?

No tengo madre, pues cuando era niño


la arrebató a mi amor un ataúd:
no hay en el mundo quien amarme pueda,
¿quieres amarme tú?

V
—Segador, cuándo acabas ?
que ya la noche a descender empieza.
—Ya sólo falta un haz, —Un haz tan sólo que de tu
hoz al golpe caiga en tierra ?
* 79
—Sí, y es el tuyo; ¿quieres
dejarlo hasta mañana ? —Qué pereza!
Aún hay luz, segador, en occidente.
Acaba la tarea!...

VI

Tuve hambre, tuve sed y tuve sueño,


y faltóme valor para morir,
y fui de puerta en puerta mendigando,
y nadie, nadie se apiadó de mí!

Los hombres todos en furiosa orgía


se hartaban de placer y de festín;
pero yo que mis lágrimas bebía
me llamaba dichoso, amada mía,
pensando en tí.

No, mendigo, jamás! no te detengas


una limosna, mísero, a pedirme,
porque yo tengo una levita y muero,
y porque tú, con tus harapos, vives.

VII

Era yo niño y un día


ausente mi madre estaba,
y entonces, yo gritaba:
ay! dónde estás madre mía ?

Más tarde vi que salía


un ataúd por la puerta,
y dije a mi madre muerta:
—ay! dónde vas madre mía ?

Ella siempre respondía


cuando yo le preguntaba
y alegre me contestaba:
no voy lejos, alma mía.
* 80
Pero aquel infausto día,
con tristeza, suspirando,.
en vano dije llorando:
ay! dónde vas madre mía ?

VIII

¿Qué necesita el hombre? casi nada!


una chispa de sol que le caliente,
un pedazo de techo que le abrigue,
y un mendrugo de pan que le alimente.

Necios! venid a mí: yo que entre harapos


cruzo del mundo la infernal balumba,
os mando me enseñéis vuestros vestidos
para emprender el viaje hacia la tumba.

* 81
JOSE MARIA DIAZ

DICHA ES AMAR
¿Ves ese valle donde las flores
Gratos olores dan con primor ?
En ese valle guaricha hermosa
Tiene su choza tu trovador.

¿Ves esa fuente limpia y serena


Que en muelle arena, corre al vergel ?
En esa fuente sueño adorado
Tu enamorado calma su sed.

¿Oyes el tierno, vago concento


Que lanza al viento, lindo turpial ?
Pues él te dice, sin par guaricha,
Que está la dicha, sólo en amar.

¿Ves en las nubes tenue celaje


Nítido encaje de oro y zafir?
¿Sientes la brisa que fugitiva
Vaga cautiva por el pensil?

Pues bien hermosa: todo asegura


Dulce ventura, como el turpial,
Yo también digo, sin par guaricha,
Que está la dicha sólo en amar. . .
* 82
CARLOS M. ESPIN

BOLIVAR
Altivo como el Ande ge levanta,
arde en su pecho un sol ecuatoriano;
es como el Amazonas, soberano,
y su verbo de luz al pueblo encanta.

Fuego de libertad terrible espanta


al poder que sostiene el yugo hispano;
incendia el patriotismo americano
y conmoviendo el cetro, lo quebranta.

Tras la derrota, en medio a la desgracia


su acero templa indignación potente,
y al conducir de brazo la Victoria

afianza la moderna democracia


que tiene por teatro un Continente
y el heroísmo por excelsa gloria.
* 83
JOSE MARIA ESPINDOLA

LA VUELTA A LA PATRIA
En las exequias a Pérez Bonalde

Has vuelto al fin para dormir tranquilo


del terruño querido, en el regazo. . .
Has vuelto ya a la Patria; te saludo
levantado tu exilio
vengo a darte mi abrazo.

Llegas entre ovaciones merecidas


en cortejo de triunfos y de honores,
de coronas ornado
bajo dosel de palmas y de flores
por las brisas del Avila mecidas
de tu “Avila empinado”.

Salve Maestro!. . . Vencedor sublime


del tiempo, del olvido y de la muerte. . .
Que así también como el amor redime,
el culto por el arte
ha redimido al cabo tu memoria.

Y recoge el legado de tu gloria


una insigne legión de luchadores!. . .
* 84
JOSE AGUSTIN FERNANDEZ

ENAIN, EL ESTUDIANTE
Para Alfredo Armas Alfonzo

Enaín,
el más dócil de los jóvenes del aula,
soñador y estudiante,
el ingenuo enamorado de lo bello,
de la aurora y de la tarde,
de los versos y las rosas
y los trinos tropicales
de los pájaros poetas
que idealizan el paisaje
y rebosan de armonía
el alcázar esmeralda de los valles.

Cuando el beso de la luz de la mañana


encendía sus fantásticos rosales
y volaban del amor de la floresta
el rumor de los arrullos y los cantos inefables,
Enaín, todo lleno de contento,
se veía por el parque,
extasiado, dibujando l
a hermosura de los olmos venerables,
el perfil de los jardines,
los poéticos cambiantes de la tarde
y expresando estrofas bellas
de poemas de los más insignes vates.
* 85
II
Corría el triste mes de octubre,
y una tarde,
cuando el frío del otoño
enredaba sus encajes
en las copas empinadas
de los árboles,
y las hojas amarillas
descendían sobre el parque,
de su lado, vio sin vida desplomarse
la columna de su entraña,
la verdad de sus verdades,
el amor de sus amores
—su adorable y dulce madre—!

III

Transcurrieron muchos días


sin que nadie
viera al joven Enaín
por el aula o en el parque,
como siempre se veía su presencia
antes de morir la madre:
extasiado, dibujando
la belleza de los olmos venerables,
el perfil de los jardines
y los líricos motivos de la tarde.

IV

Enaín,
el ingenuo soñador y estudiante,
está hoy solo y está en duelo,
y en silencio como el clave
del hogar, que en otros días
de solaz y sin afanes,
a la luz de la virtud y la ternura,
arrancábale con arte
sugestivas melodías
el secreto de las manos de la madre.
* 86
Enaín, hoy está solo!. . .
Acodado en los viejos ventanales
de la casa solariega,
a la hora del descenso de la tarde
la mirada fija, absorto,
ante el éxtasis vago del paisaje,
y al hacer interrogado
por la ausencia de su amor irreparable,
en muy baja voz responde:
—-madre mía!. . . dulce madre!. . .
y un reguero patético de lágrimas
resbala por su pálido semblante.

* 87
JUAN N. FREITES

CLAVEL ANDALUZ
Desde el pie bien formado que con orgullo pisa
hasta el rizo de oro que columpia la brisa
pura una chica, toda sal, gallardía,
en mi tierra la antigua Nueva Andalucía.. .

Ya le arranca al armonium una artística risa


ya en la diestra del pobre la limosna desliza,
con su mano de nácar que una reina ansiaría,
tienes alma de Cecilia, corazón de María...

Y es tanta la gracia que su belleza encierra


que cuando algún marino por su encantada tierra
pasa en busca de ensueños sobre el mar de la vida,

esa gracia es sirena que a escucharla convida


y escuchando su canto entre dulces dolores
¡va el incauto sufriendo un naufragio de amores!
* 88
VALENTIN GARCIA

1EL GUA
1Interjección venezolana

“Guá! la mujer de La Habana


qué envanecida que está
por apocarnos el ¡Guá!
expresión muy lisa y llana.
No es insulsa o chabacana
como se cree o se imagina
la ignorante Catalina
allá en su caramanchón,
pues que tenga por lección
este poco de doctrina:
El ¡Guá! es expresión civil
que en Caracas se dispuso
autorizada del uso
allá, por los años mil.
No es vocablo bajo o vil,
brutal de falto de juicio,
que se ha salido de quicio,
porque carezca de seso,
y para expresar, expreso,
y para expreso, propicio:
Guacara se dice acá,
Guaira, Guarenas, Guatire
y para que el ¡gua—! no tire
vaya a España y lo verá:
Guadaña. Guadalajara,
Guadalupe y si no para
otros que decir no quiero.
No es fundamento boquero
con que me quiero expresar
este “guá” trae que fundar
en el numen habanero.
* 89
Pues dile que venga acá
ya que a mi “guá” defendí
que me defienda ella a mí
aquel habanero “¡Ajá”!
¡ajá! cuando están queriendo,
¡ajá! cuando están odiando,
¡ajá! cuando están oyendo
que las están requiriendo. . .

* 90
MARIO G. GOMEZ

SUCRE
Palpitante de amor un mundo aclama
tu excelsitud marcial y nazarena,
mientras cautivo de floral cadena
tira el león del carro de tu fama.

Tu ademán señorial rinde a la dama


y a los caudillos tu visión serena;
ecuánime en la dicha y en la pena,
tu voz, siempre la misma, dice: ama!

Espada, rosa y cruz son tus blasones,


pues si la infamia tu existencia trunca,
da tu caída inextinguibles ecos

y hace dudar a las generaciones


qué glorifica más, si el Cunduncunca
o la letal montaña de Berruecos. . .
* 91
RAFAEL JOSE GOMEZ RODRIGUEZ

CUMANA

No es un canto ni un rezo.
Es sólo un grito
para el vacio que abisma
entre la historia
y el corazón de un pueblo.

En el mapa de América Latina,


en la porción continental, un punto,
entre el azul del mar y el multiverde
matiz de la enramada vegetal,
representa la mágica existencia
de un comienzo, para el trazo en la esfera
de un nuevo continente, sólo un punto
sin noción de su edad, pero tan viejo
como su sismo rutinario y tenaz.

Esa ignota porción de tierra firme


se dilató ante el ojo del cristiano
pasmosa en el vigor y en los contrastes:
Sandalia y pie descalzo, Cruz y arco,
la verdad de una fé y el holocausto;
destino, inspiración y sacrificio
que organizó el Señor, para que fuera,
esta tierra vibrante y milenaria
la primera en el rezo y en el llanto.
* 92
II

Y se dilató el verde y el azul


en el cielo, en la selva y en el mar,
por el advenimiento de infinitos
horizontes sin línea ecuatorial.
Y un cordón de sotana amarró el alma
del indio guaiquerí para el tatuaje
en blanco de una cruz, y una piedad
en negro de otra raza salvaje. . .

El tronco de los árboles, la arena,


el hábito del fraile y las pizarras
de. las rocas serranas, retuvieron
la huella primitiva, lacerante,
con que empezó a fraguarse la gigante
versión para la historia de estos pueblos.

Fue la historia primera del encuentro


de un cacique guerrero embelesado
de ver a otro hombre envuelto en algo raro,
arrodillado y con la cruz en alto.

Primera historia azul. Primera historia


de la ciudad primera, la que tuvo
una madre andariega y extranjera
que ideó la magnífica ocurrencia
de acostarse en las playas cumanesas
a parir una hija americana
que fuera Primogénita de América.

III

Músculo tenso, voluntad y fe;


ayunos, disciplinas y oraciones,
le dieron a Garceto o a Garcés
primogenitura de un convento
el año mil quinientos dieciseis.
* 93
Y la recién nacida ató el guayuco
al palo de la cruz, y se cruzaron
como signo de paz y entendimiento,
el antebrazo hercúleo del nativo
y el huesudo antebrazo franciscano.

Y enterró el capuchino jardinero


la primera semilla de una parra,
para el primer parral de un mundo nuevo.
Y hubo sal en las mieles castellanas,
y hubo miel en las sales de los chaimas.

IV

Pero el año de mil quinientos veinte


esa paz tan poética y sencilla
sufrió un golpe fatal, casi inconsciente,
cuando alguien exaltó la corajina
del nativo infeliz irreverente.
Quemaron el convento misionero,
y la campana que invitaba a misa
al rojo vivo laceraba el suelo.

Y el cordón enlazador de almas


se le quemó en la playa al padre lego,
cuando el amor huía mar afuera,.
y la rabia se hundía tierra adentro.

Y así fue el suceder de aquel desastre:


Miel derramada, sal en el parral,
y una recién nacida agonizante,
asida a su cordón umbilical. . .

Ciento veinte años ciegos transcurrieron.


Ciento veinte años sordos al progreso.
Pero volvió la fe con su bautismo
de agua bendita salpicando al indio
* 94
y agua salada salpicando al credo.
Regresaron pacíficas las almas,
se irguieron los cimientos del convento,
y volvieron las misas y los cantos,
y volvieron las mieles y los rezos.

Sonrió Nuestra Señora de Aguas Santas


en el nuevo convento: San Francisco.
El barrio de la paz le dio su nombre.
Ocampo y Castejón en el recuerdo.
Luego el gran señorío de Don Diego
para el bautismo de la nueva ciudad,
y la confirmación de un nombre viejo. .
.
Don Diego con sus nobles pobladores,
hombres fogueados en lejanas guerras
y caballeros de la madre España,
con veintitrés familias distinguidas
escuchaban las misas conventuales
en aquellas tranquilas madrugadas.

En los alrededores, las viviendas


eran cual diminutos cigarrales,
como aquellos que se alzan en Toledo
sobre colinas verdes frente al Tajo,
con cantos de cigarras estivales.

Aquí en nuestra ciudad, nuestras cigarras,


eternas chirriadoras del verano,
le cantaban también al Manzanares.

VI

Y Cumaná la del Ayuntamiento.


Y Cumaná la de las cuatro casas,
una plaza mayor y un convento,
con un puerto cerrado y un mar abierto,
fue pronto objeto del furor pirata.
* 95
Galeotas inglesas y francesas
cañonearon las chozas y los fuertes,
hasta que la ciudad en pie de guerra
al bucanero le mostró los dientes
en las almenas de las fortalezas.

Pedro Merchán perece en El Barbudo


y Evaristo de Lugo en El Salado;
y a pesar de las hachas y el cordel,
consumiéndose hogueras a su pie,
una cruz de madera abre los brazos
entre su pueblo y el invasor inglés.

VII

Cumaná, la de los terremotos!


Cuatro caídas. Cuatro levantadas
con el vigor anímico del hijo
que por la madre no le teme a nada!
Cuatro siglos una ciudad temblando !
Desde el de mil quinientos treinta. Dios sabe
cuantos antes, hasta el de veintinueve
en el presente siglo, Cumaná,
por una singular cosmogonía,
puede mostrar que tiene, hacia el poniente,
un incendio de sol todos los días,
y un sismo en las entrañas de su vientre.

VIII

Cumaná es una tierra mágica


de procedencia extraña, y buena madre
de varones ilustres, que parece
tuvieron caracteres iniciáticos.
Cumaná debe ser un buen aserto
para estudiar los Chakras de sus hijos,
en esos Libros del Secreto Hermético.

Primogénita en todo. Primogénita


* 96
para el enigma de una gran verdad,
por ser tal vez prolongación de un mundo
que se escondió en el fondo de un gran mar.

Un mundo que guardó las tradiciones


de los viejos patriarcas de la Tierra,
trasmitida por la escritura adámica
once mil años antes de esta era.

IX

Esta es una ciudad de agua y de sol.


Un sol que nace allí por donde siempre
ha de nacer el sol, pero que tiene
una espectacular irradiación.

El agua nace rebosando un cauce


desde el Turimiquire hasta El Salado,
y forma un río, el río Manzanares,
donde enjuagó los pies el misionero
y restañó su sangre el indio bravo.

Donde lavó su herida el pendenciero


que encontró quien le diera una cortada,
y apagó la sed el marinero,
y el soldado después de la batalla.

Un río para el muchacho tras la guama,


que en la creciente lo atraviesa a nado.
Un río para el toporo de la mano
donde hasta el mismo sol se bebe el agua.

Como un niño de escuela, dando saltos,


baja desde los cerros hasta el llano,
pero ya en la ciudad se siente adulto,
se eleva en savia en sauces y bucares,
y termina en “la boca” con un “canto”...

¡Qué manera más dulce de endulzar


al mar, tiene este río Manzanares!
* 97
X

Y Cumaná tiene una luna propia.


Una luna llena y una luna flaca.
Una luna de plata por la noche.
De mañana, una luna de nácar.

Cumaná tiene una luna propia


y una sabana que le empolva el rostro.

Para lavarse el polvo tiene un golfo


para sacarse el agua, un viento norte. . .

La luna cumanesa es una luna


que no trajo Colón ni el misionero,
ni Fray Bartolomé, Ocampo o Castejón.
Ella es de aquí, para los devaneos
del cumanés que invoca por las noches
los genios de San Luis o de El Peñón.

Una luna coqueta y sabanera


que concibió de Salmerón Acosta,
de Andrés Eloy y de Sánchez Pesquera;
y que bañó en su Fuente de Castalia
Juan Miguel Alarcón, de la epopeya. . .

Una luna distinta a esa otra luna


que se mira con mira telescópica
para el alunizaje de la ciencia.
Aquí ya está la luna preparada
para el alunizaje de un poeta.

XI

En esta Cumaná terremotera


cada acontecimiento, cada etapa
de su brillante historia, cada nota
de sus compositores musicales
hace temblar la tierra. Y los artistas,
* 98
oradores, guerreros y poetas,
la ponen a vibrar como una cuerda.

¡Cómo puede aterrar al cumanés


la elocuencia del sismo de su tierra!

XII

¡Tiembla Cumaná, tiembla, vibra, vibra,


que tu temblor no es un temblor de espera,
sino el temblor que emocionó la mano
de Alfonzo Ruiz cuando hizo la primera
cesárea de la América Latina!

Para un temblor de libertad o muerte


Chacachacare te tembló en el alma.
Y temblaste de ver a Tomás Cires
ordenando el incendio de Chiclana.

Y enviaste tu temblor a la montaña


una bala al Mariscal hería.
Y tembló tu dolor en Santa Ana,
cuando se te acababa Pedro Elias.

XIII

Tiembla Cumaná, tiembla, tiembla,


tiembla! como tembló aquél trece de noviembre
la tablazón de tu difícil puente
cuando te lo “tomó” el margariteño.. .
Dos Generales y una sola guerra.
Dos Generales y un hermoso ejemplo.
Manuel Morales con Jesús a cuestas,
y catorce balazos en el cuerpo.

Tiembla por Badaracco el de los pobres,


con su temblor de pueblo en la receta
y la piedad de su bolsillo roto.
Tiembla por el recuerdo de Julieta,
la novia blanca de tu terremoto.
* 99
¡Tiembla con tu temblor de siglo viejo!
¡Tiembla con tu temblor de siglo veinte!
¡Tiembla Cumaná, tiembla, tiembla, tiembla,
con tu temblor de tierra Primogénita
para la admiración del Continente!

* 100
JUAN MANUEL GONZALEZ VARELA

A BERMUDEZ

Cuando se trasladaron al Panteón


Nacional sus restos mortales que
yacían en la capilla del antiguo conven-
to fran¬ciscano, en el barrio de San
Francisco de Cumaná

Vea reposar de hoy más en la morada


De los preclaros hijos de la Gloria,
Tú que bañaste en luz la patria historia
Con los vivos reflejos de tu espada.

Penetra en el Panteón, que allí elevada


Hay una tumba a tu inmortal memoria,
Tumba que guarda ufana la Victoria,
De inmarcesibles lauros coronada.

Las ínclitas hazañas de tu vida


Terror un tiempo de la raza hispana,
Las pregona la Fama enaltecida;

Y orgullosa la lira americana


Himnos entona con amor profundo
AL SALVADOR DEL REDENTOR DE UN MUN-
DO!!!
* 101
JUAN MANUEL GONZALEZ VARELA

AL CAER DE LA TARDE
Entre randas de nácar y de grana
Müere la luz del astro vespertino,
Bate sutil la brisa el ala ufana,
Y el ave exhala acongojado trino;

De gala está el pensil: enamoradas


Se columpian las tímidas palmeras,
Las encendidas rosas perfumadas
Sus corolas ostentan hechiceras;

Sobre menuda arena su corriente,


Que finge plexos de cristal y plata,
La fresca y pura, generosa fuente
Entre murmurios lánguidos dilata;

Ligeras como el aire y primorosas


Por el matiz de púrpura y de gualda
Saltan atolondradas mariposas S
obre el césped bordado en esmeralda;

Naturaleza toda a los fulgores


De la luz que rutila agonizante,
Arrebola su faz con esplendores
Que se truecan en sombras al instante.

Si, que la triste noche ya importuna


Viene en luto a bañar el patrio suelo,
Y busco en vano un rayo de la luna
En la profunda oscuridad del cielo. . .
* 102
Así yo siento en indecible angustia
Morir del corazón la llama ardiente.
Y presurosa deshojarse mustia
La flor de la ilusión sobre mi frente.

Después que intensa siempre, siempre pura,


La llama se agitó, de luz radiante,
Y rica de color y de hermosura
La flor en gala se ostentó brillante.

Ay! que al sentirse yerta el alma mía


No a describir su padecer alcanza,
Y busca en noche por demás sombría
Un rayo de tu luz, dulce ESPERANZA.

Que no en vano te invoque yo en mi anhelo,


Y que no en vano en tu poder aguarde;
Muestra a mis ojos tu sonriente cielo,
Aviva el fuego que en mi pecho arde.

Y te bendeciré, virtud sublime,


Y al caer de la tarde en tu alabanza,
Si el corazón por el pesar se oprime,
Valor! le gritaré, ten esperanza.

* 103
J.S GONZALEZ VARELA

PARA EL ALBUM DE UNA AMIGA


Vibró de Dios la voz omnipotente
Y del Edén en la mansión serena
La sosegada y cristalina fuente
Se deslizó por entre rica arena.

De las flores los cálices pintados


Al beso de la luz fragancia pura
Al aire difundieron, y los prados
Risueños ostentaron su verdura.

¡Todo era amor! Del mundo a la belleza


Faltaba la mujer, terrestre diosa,
Para ahuyentar del hombre la tristeza
Con la dulce sonrisa de una hermosa.

En la mansión de gloria y de ventura


Escucha Adán, radiante de alegría,
Un acento de amor y de ternura
Que en celestes deliquios le extasía.

Y vino la mujer, consuelo santo,


Al desgraciado corazón del hombre;
Deidad que nos hechiza con su encanto
Que de madre y esposa lleva el nombre.

La turba de las aves armoniosa,


Al viento dando los penachos de oro,
Alzó en obsequio a la terrestre diosa,
Concierto divinal de alado coro.
* 104
Eva la nombra Adán. A su presencia
Como si nueva vida recibiera,
Himnos de amor alzó a la Omnipotencia,
Agradecida la Creación entera.

Y repetidos cánticos de amores


En los cielos, alegres resonaron;
Y fuente, prado, pájaros y flores
De Eva y Adán la dicha celebraron. PARA EL AL-
BUM DE UNA AMIGA
Vibró de Dios la voz omnipotente Y del Edén en la
mansión serena La sosegada y cristalina fuente Se deslizó
por entre rica arena.
De las flores los cálices pintados Al beso de la luz
fragancia pura Al aire difundieron, y los prados Risueños
ostentaron su verdura.
¡Todo era amor! Del mundo a la belleza Faltaba la
mujer, terrestre diosa,
Para ahuyentar del hombre la tristeza Con la dulce
sonrisa de una hermosa.
En la mansión de gloria y de ventura Escucha Adán,
radiante de alegría,
Un acento de amor y de ternura Que en celestes deli-
quios le extasía.
Y vino la mujer, consuelo santo,
Al desgraciado corazón del hombre;
Deidad que nos hechiza con su encanto Que de madre
y esposa lleva el nombre.
La turba de las aves armoniosa,
Al viento dando los penachos de oro,
Alzó en obsequio a la terrestre diosa, Concierto divi-
nal de alado coro.
Eva la nombra Adán. A su presencia Como si nueva
vida recibiera,
Himnos de amor alzó a la Omnipotencia, Agradecida
la Creación entera.
Y repetidos cánticos de amores En los cielos, alegres
resonaron;
Y fuente, prado, pájaros y flores De Eva y Adán la
dicha celebraron.
* 105
HUMBERTO GUEVARA
(Héctor Galán)

LOS VOLADORES
Pendiente del cordón, los voladores
lucen gallardos, en el firmamento
sus planos de papel, multicolores,
y largas colas a favor del viento.

Los grupos de pequeños jugadores


en la tarde, se animan de contento;
mientras que los papás, expectadores
son niños otra vez, por un momento.

Y al esquivar los indefensos hilos


las puntillas de vidrio de dos filos
que arman las caudas de un temblor elástico

muestran la agilidad y el donaire


como si se tratara de un fantástico
desafío de sierpes en el aire.
* 106
FEDERICO GUEVARA NUÑEZ

MUCHAS LAGRIMAS
Muchas lágrimas, pueblo de Guayaría
Está en dolor una ciudad hermana. . .

La ciudad del sublime Mariscal,


alba como aquel hombre magistral.

Generosa y divina y más sincera


que una estrofa de su Sánchez Pesquera.

Emocional como un verso de hoy


que hilvana sabiamente Andrés Eloy.

Avaro cofre de la tradición


como rima de Juan Miguel Alarcón.

De un intranquilo corazón sencillo


como ese puro de Rondón Sotillo.

De mil austeridades lleno el seno


como González el maestro bueno.

Cual la virtud más alta y luminosa


y muy sagrada del Obispo Sosa.

Oh! pueblo mío en músicas profuso


como una frase del genial Saluzzo.

Pueblo que de sus hijos en la vida


retrata las virtudes de su entraña
y que encuentra en lo amargo de su herida
que sobre el pecho sin temor anida
un sol de gloria más para el mañana.

Muchas lágrimas pueblos de Guayana


por el dolor de la ciudad hermana.
* 107
JACINTO GUTIERREZ COLL

ALMA PARENS
Tierra donde nací, mi fe sencilla
De tí aguardaba en su ilusión contenta
La paz fecundaren que el deber alienta
La ley triunfante en que el derecho brilla.

Mas la verdad ante el error se humilla,


De tí, gimiendo, la virtud se ausenta,
Y yo rendido al golpe que te afrenta
Náufrago soy en tenebrosa orilla.

Ay! cuántas veces, como bien postrero,


En mi acerbo dolor, busqué el olvido
Para dormirme en su indolente abrazo.

Ya que es vano ese afán, y nada espero,


Tierra donde nací, sólo te pido,
que me dejes morir en tu regazo.
* 108
INES GUZMAN ARIAS

A UN JAZMINERO
Venturoso jazminero
que de un enero a otro enero
siempre te contemplo en flor. . .
jazminero venturoso,
siempre fresco y aromoso
y en tu prístino color.

Bendigo con alegría


la mañanita qne un día
en mi huerto te planté.
Desde entonces, jazminero
has sido tú el compañero
más galante- que encontré.

Finges un palio de flores


que al ofrecer sus olores
y tu hermosa floración,
cuando el sol marcha al ocaso
vas protegiendo mi paso
como blanca bendición.

Cuando me siento a tu sombra,


veo que forman una alfombra
mis jazmines al caer;
los tapices más hermosos
nunca serán tan valiosos
como el que miro a mis pies.
* 109
Cuando en las noches más bellas
la reina de las estrellas
va mi reja a iluminar,
tu perfume delicioso
es un amigo amoroso
que me viene a acompañar.

Y la plácida fragancia
que derramas en mi estancia
suele invitarme a soñar,
y me acompaña, y me inspira,
y hace que cante mi lira
cuando quisiera llorar.

* 110
PEDRO ANTONIO LARA

A LA LUNA
Soneto por catorce autores
Cándida luna que con faz serena (1)
Del espacio los ámbitos dominas, (2)
Y el horizonte lóbrego iluminas (3)
De pompa, majestad y gloria llena. (4)

¿Sientes acaso la amorosa pena? (5)


Y a la mansa piedad dulce te inclinas? (6)
Y en busca de un amado te encaminas (7)
Que a eterna desventura te condena?. . . (8)

Parece que me escuchas y parece (9)


Que en gloria y paz y amor y venturanza (10)
Tibia, modesta, fugitiva luna. (11)

Tu faz en dulce lumbre resplandece (12)


Y entre el vago temor y la esperanza (13)
Constante dura sin mudanza alguna. (14)

AUTORES:
(1 ) De Herrera. (2) De Quintana. (3) De Saturnino
Martinex. (4) De Cadalso. (5) De Ramón Palma. (6) De
Manuel Arjona. (7) De Lope de Vega. (8) De un anóni-
mo. (9) De Francisco de la Torre. (10) De Espronceda.
(11) De Zorrilla. (12) De José Roldán. (13) De Martínez
de la Rosa. (14) De Luzán.
* 111
RAMON DAVID LEON

A CU M A N A
Dos golfos te ciñen, tus playas doradas ofrecen
el pan generoso que a todos, amante, les das;
quien llega a tu suelo do eternos laureles florecen
que en tí, madre no encuentre, oh vieja ciudad colonial.

Al oeste tu costa saluda rugiente el Caribe,


opuesto en la cima se yergue tu hispano bastión,
al norte camina tu río en sonoro declive
al sur, tus montañas lejanas fulguran al sol. ..

Tus yermas llanuras reposan silentes, en donde


de tu prole fecunda se eleve mañana el hogar;
en tí de un futuro cercano se esconde
el campo vastísimo a donde los otros vendrán. . .

Tu escudo severo proclama tu antiguo denuedo,


corónalo arriba entre lauros tu invicto adalid;
del lema que portas glorioso, proscrito está el miedo
terno resuena tu grito: Vencer o morir!

Abuela americana ¿Cuál como tú blasona


un más puro timbre hispano, un más heroico cuartel,
en cuyo fuerte brazo nunca menguó la tizona,
tú, en cuyas tierras pródigas silvestre es el laurel ?
* 112
En tu horizonte inmenso una estrella se eleva
que de unmañana próxima nos anuncia el Belén,
y anuncian tus clarines la dulce buena nueva
mientras los magos llegan en fastuoso tropel.

Así, tú siempre grande y aún mucho más querida


renacerás gloriosa para no caer más. . .
Porque en tí misma hay savia de una perpetua vida,
y porque eres por siempre la eterna Canaán!...

* 113
RAMON DAVID LEON

TU NO COMPRENDES NADA.. .

Inútil que mis ojos te persigan


y que en sincera y cálida mirada
todo el ardor de mi secreto digan
tú no comprendes nada. . .

Inútil que mi vozllegue a tu oído


trémula de pasión, breve y cortada:
ajena a lo que quiero y lo que pido
tú no comprendes nada. . .

Inútil que en mi afán estreche el cerco


en torno a tí mi pensamiento terco,
si vago el triunfo el corazón augura.

Que tu desdén, hermético y callado


opones al amor que me tortura
¡y no comprendes nada. . . !
* 114
DIONISIO LOPEZ ORIHUELA

EL FIEL COLOR
Goza del fiel color que, a tu mirada,
desnuda el Universo y te lo entrega;
lance tu voz su grito de parábola,
del infinito lago en la ribera.

Tu mano arranque al viento de sus rocas,


y en virginal impulso, entre tus flores
sacrifique, cual fuerza milagrosa,
en rito humilde de apagados sones.

Goza del fiel color!, el claro enigma,


que ni tierra, ni cielo, ni vado,
conocen más de cerca que tus ojos.

Fuego de blanca luz en él se anida.


Sobre un raudal de astros, el Destino
navegue alegre con tu llanto, solo!
* 115
OCTAVIO MARCANO R.

EL POETA MARTIR
Nacido frente al mar y bajo un cielo
que resplandece en vividos fulgores,
fue la belleza el sol de sus amores
y cortejar la Gloria sus desvelos.

Vivió luchando con ardiente anhelo


por el Arte y el Bien, mas los dolores,
como galgos hambrientos, sus rigores
le prodigaron con maligno celo.

Y así fue su vivir... Y cuando un día


cansado ya de tan tenaz porfía,
rindióse al peso de incurable mal,

cual símbolo de amor en su agonía


orló su frente inmaculada y fría
un resplandor de gloria celestial!
* 116
TRINA MARQUEZ MARQUEZ

NOCHE DE LUNA Y MUSICA


Con el poeta Cruz Salmerón Acosta en su
casa

Fue una noche divina, que la luna vertía


sus raudales de plata sobre el lecho del mar
preludiaban las olas su dulce melodía
y el poeta doliente me invitaba a cantar.

El sublime poeta recitaba y reía,


al oÍrla la brisa suspiraba al pasar. . .
¡y más bien un sollozo su reÍr parecía!
el sollozo dé un alma que domina el pensar.

Son, me dijo, los astros, el espacio y las flores


los divinos testigos de mis crueles dolores,
y me dan el encanto de mi eterno soñar. . .

Y evocando el recuerdo de su dicha perdida


se quedó pensativo con el alma tendida
en un vuelo de ensueños sobre el tapiz del mar!
* 117
DOMINGO MARTINEZ

ORTO
Aquellos ojos magos de Josefina, aquellos
dos luminares vistos por la única vez,
en medio de la sombra! Aún miro los destellos
de su pupila, alianza de unción y de altivez.

Hablamos: y sus ojos, negros cual sus cabellos


—arcanas sugestiones que fulgen en su tez—
dijeron mil promesas, mientras sus labios bellos
musitaban palabras de dolor y esquivez.

La luz rósea del alba iluminó la fronda


y la emoción del orto para ella fue tan honda
que puso en sus pupilas una muda canción.

Ojos alucinantes, que sólo miré un día,


en todas partes os veo, y escucho todavía
el canto aquel del orto junto a mi corazón!
* 118
RAMON B. MAYOBRE
(Rabme)

ALMA ENFERMA
Mi alma está triste, muy triste, muy triste
mi alma está enferma, no sé qué pesares
la agobian demás,
mi alma está triste, muy triste, muy triste l
a mata el pesar. . .

Sugiere a mi mente la idea sombría


de una decepción, de una decepción,
mi alma está enferma, está triste mi alma
la mata el dolor.

El sol ya sus rayos desvía, desvía


doquiera que voy,
me siento con frío, mi bien, mucho frío,
y esquivo él se muestra a darme calor.
* 119
J.M. MILA DE LA ROCA DIAZ

LA LUZ MAS BELLA


Conversaban de luces y colores
animada charla
En el estudio del pintor reunidos
Los cuatro camaradas.
Rafael, el pintor, mostrando un lienzo
Copia de una alborada,
¡Amigos! exclamó no hay luz tan bella
Como la luz del alba.
—Una hay más bella aún y es la del rayo
Que a los tiranos mata,
Afirmó Luis, severo demagogo
De alma catoniana.
—¡No! es la luz de las armas que fulguran
Tronando en la batalla—
Dijo Alejandro, juvenil guerrero,
Paladín de la Patria.
—¡Tontos! murmuró Félix, el poeta
De soñadora alma. . .
¿La más bella? Es la luz de las pupilas
la mujer amada. . .
* 120
J.M. MILA DE LA ROCA DIAZ

PERLA NEGRA
Y el poeta, el que fue predestinado
a buscar en el alma del suicida
la redención suprema de la vida,
frente al mundo exclamó desesperado!

¿Quién’ me comprende?, nadie! Al rostro mío


todos fijan la vista indiferente,
y como yo sonrío,
nadie alcanza a mirar bajo esa calma
lo que mi alma siente,
lo que me mata el alma. . .

Si en medio de la noche misteriosa


una lágrima brota temblorosa
quemando como un fuego mi pupila,
¿quién la ve?, nadie, nadie. . . La almohada
la recibe tranquila,
la absorbe lentamente. . . poco a poco. . .
ella, mi buena amiga, acostumbrada
a devorar mi llanto, ella tampoco,
tampoco dice nada.
* 121
Y en tanto voy mirando
el mundo, solitario el cielo,
entre miles de seres caminando. . .
el alma siento fría como un hielo,
y se me muere lenta, tiritando. . .

En esta sombra triste y funeraria


donde no hay luz que radie,
do se trueca en blasfemia la plegaria
que a las veces del pecho salir quiere,
no, nadie me comprende, nadie,
nadie mira que el alma se me muere!. . .

* 122
PEDRO MILA GONZALEZ

VIDA Y MUERTE
¿Será la vida un sueño?
¿Será tal vez un vivido destello
que rápido ilumina
y se pierde en la noche del misterio ?
¿Un sueño ? Y entonces la lucha fatigante
y los anhelos de gloria y de ventura
que en el alma se agitan
de qué sirven al hombre
si en la noche se pierden ?
Ah! impenetrable arcano!
torturador del alma que se lanza
en un supremo vuelo
cual águila soberbia
a investigar audaz lo que no alcanza. . .
¡Y la muerte,
en medio de su sombra pavorosa
también será un misterio ?
¿Se abismará del hombre en el sepulcro
la llama poderosa
que anima Su materia ?
¡O volará a las místicas regiones
donde el eterno SER tiene su imperio ?
Impenetrable arcano
torturador del alma que se lanza
cual águila soberbia
en un supremo vuelo
a investigar audaz lo que no alcanza!
* 123
FERNANDO MORALES MARCANO

LA CRUZ
Ignominioso leño, donde un día
Clavado estuvo el hombre sacrosanto.
—El sol de la verdad, de brillo tanto:
Que extinguió del error la noche impía.

Oprobio tú de la nación judía


Que en sangre entonces te bañaba y llanto,
Ojos que te miraban con espanto
¿Por qué te miran hoy con alegría?

Cómo es sublime tu sangrienta historia


Y con cuánta elocuencia habla en tu abono!
Después que el sacro espíritu del Justo,

—Cuyo cuerpo hubo en tí cama mortuoria,


Alzóse el éter a ocupar su trono,
Eres del orbe el trono más augusto!
* 124
ANTONIO R. MORENO COVA

ARROBAMIENTO
En la última noche que te hablé te declaré
mi amor y su constancia,
aspiré de tu ternura su fragancia
y tu imagen absorto contemplé.

Pero con aire acongojado y triste,


reflejabas el fulgor de tu mirada,
y en ella pude ver que consagrada,
estabas al amor que me ofreciste.
* 125
JODR FERNANDO NUÑEZ

CRUCIFIXION
A fuerza de pensar y de sentir
ya no pienso ni siento: estoy en cruz!
Traidora racha victimó en capuz
mi florida ilusión.

¿A qué vivir,
si ya gozar no puedo ni sufrir. . .
si no me alivia un átomo de luz. . .
si más escarnecido que Jesús,
estoy vuelto de espalda al porvenir ?

Visiones de siniestro anochecer


enlutecen mi vida; mi dolor,
no es ya dolor, ni mi placer, placer;

Insensible a la acción del bien y el mal,


nada alcanzo a inspirar: odio ni amor,
estoy en cruz! Ya todo me es igual. . .
* 126
LUIS TEÓFILO NUÑEZ

DESTINACION
¿Débil para la lucha habré nacido?
Siento dentro del pecho que se agita
Algo como un león, que encadenado
Al sentir que una mano le fustiga
Brama y destroza las cadenas duras
Y yérguese colérico, rugiente,
Y al beberse la sangre de la herida
Lanza una maldición y se retuerce.

No puede sucumbir como un pigmeo


Quien lleva en las entrañas, escondida,
Esa fibra que alienta y da coraje
En medio de la lucha cuando vibra.

Y yo debo luchar, no llevo cota


Que cubra el pecho en la tremenda brega
Ni escudo que me ampare de los botes
Terribles de tu ira, que me quema.

Pero no me acobardo! Me da fuerzas


Esta misma pasión por quien batallo
Y tú tendrás que amarme o moriremos
Los dos sobre la arena entrelazados.

Que te opriman mis brazos, que recoja


El último latido de tu seno
Y, después, sobre tí, pálida y yerta
El corazón me arrancaré del pecho.
* 127
MATIAS NUÑEZ

A DOÑA MILAGROS CRESPO


Célebre artista del Tablado

Te vi haciendo “Malvaloca”
y fue amor, dulce, tirano,
que dio perfume al pantano,
un rezo puso en tu boca
y una limosna en tu mano.

“Malvaloca”! “Malvaloca”!
es amor cosa muy bella,
cuando palpa, cuando toca,
se cristaliza la roca,
el fango se vuelve estrella.

“Malvaloca”! “Malvaloca”!
toda tu pasada vida
de lágrimas y dolor,
al fin se quedó fundida
en la llama del amor.
* 128
JOSE CARMEN OLIVEIRA

NOCHE DE ENERO
Aquí, sobre este muro dominando el paisaje
que se ofrece a mi vista en toda su extensión. . .
Es la noche, la luna, la brisa, el cortinaje
de nubes en el éter, los sauces, la canción

de alguna paraulata que vela en el boscaje,


el puente en la penumbra, las ceibas, el balcón,
los golpes del molino y abajo el oleaje
del río que se aleja con su murmuración.

Oh! las noches de enero que hacen brotar cantares,


en el alma del bardo. Oh, río Manzanares!
que en tus aguas escondes primores de cristal.

El genio del paisaje mirándome se queda,


se acerca y al oído me dice: “Canta Aeda”
y Selene suspira: “Yo quiero un madrigal. . .!
* 129
CANDIDO RAMIREZ

A BOLIVAR
Sol inmortal a cuyos divos rayos,
La Patria alzó la moribunda frente;
Fecundizada por tu luz ardiente,
En su seno brotó la Libertad.

La santa Libertad que de los pueblos,


Alentó el noble y abatido pecho;
Y los lanzó a las lides del derecho
Su sangre generosa a derramar.

¡Ese sol eres tú, sacro Bolívar!


Del Avila en la cumbre apareciste
Y por el Universo difundiste
Benéfico y sublime resplandor.

De América en el cielo, eterno brillas


Por mil generaciones admirado
Y todo un mundo con tu luz bañado
Himnos te eleva de ferviente amor.
* 130
GERONIMO RAMOS

TUS NEGROS OJOS


Como en noche apacible
Fulgura trémulo
Con luz esplendorosa
Albo lucero;
Así en tu rostro
Con brillantez rutilan
Tus negros ojos.

Si mi postrer suspiro,
¡Ay! lo exhalara J
unto a tí, dulce dueño,
Mujer amada
Muero gustoso,
Si percibo que lloran
Tus negros ojos.
* 131
JOSE ANTONIO RAMOS SUCRE

EL PARAMO
Los huérfanos se han formado en las praderas
libres. Ejecutan solamente las veleidades de su albe-
drío.
Han descubierto los secretos de la medicina rús-
tica, mirando las costumbres de los animales. Discu-
rren sobre los ejemplares de la selva, desde el cedro
hasta la hisopo a semejanza de Salomón, el monarca
feliz. Un oso les ha cedido su caverna, usando la con-
descendencia de un abuelo. Un pájaro estridente les
enseña el pronóstico de la lluvia.
Cantan en el retiro de la noche y el sapo verdine-
gro danza en dos pies delante de una luna mortal.
Disipan las visiones de la sombra y del miedo agi-
tado en el aire un ramo de verbena céltica.
Se abstienen de encender lumbre en los días su-
jetos a una constelación inicua. Una figura sangrien-
ta, vestida con la sotana de los supliciados, divide las
fauces de la tierra y se declara su progenitor.
Los huérfanos la ahuyentan dirigiéndole motes
indignos, reservados para el topo y demás criaturas
de vivienda sórdida.
* 132
F. DE P. RIVAS MAZA

CREPUSCULAR
Baja el sol hacia el ocaso,
rico el trigo amarillea,
por los campos de la aldea
la sombra va paso a paso.

Desde la ermita sombría


vuela el toque de oración,
y en la torre el esquilón
señala el final del día,
* 133
IGNACIO RODRIGUEZ MEJIA

EL MARINO
Surca la mar la nave a toda vela
que el marinero en la tormenta avanza,
y hacia lo ignoto, denodado vuela,
sin rumbo, sin ventura ni esperanza.

Corre y desaparece a toda prisa


bajo la bruma y la borrasca, al vuelo,
pero de nuevo su velamen iza,
cuando bonanza le devuelve el cielo.

Fijamente en la playa se detiene,


contemplando el final de su jornada,
mientras tanto la nave se sostiene
sobre la espuma de la mar, calmada. . .
* 134
J.M RONDON SOTILLO

PORTICO
Siempre tuvo dos alas mi espíritu galano
para esquivar el cieno, para volar mejor,
y yo seguí ese numen, desdeñando lo humano,
con el alma hecha música y el verbo hecho flor.

Jinete en mis quimeras, inquiriendo lo arcano


cargado de esperanzas, fui siempre soñador;
mi alma tuvo un brote de júbilo pagano
y amé fiestas y rosas, el vino y el amor.

Así voy por la vida de quimera en quimera.


Mi cerebro es un huerto que regó Primavera
con la linfa fecunda de una clara ilusión,

Y a la dulce armonía que mi pecho rebosa


más que un músculo rojo que palpita y solloza
paréceme una lira mi propio corazón.
* 135
CRUZ SALMERON ACOSTA

AZUL
Azul de aquella cumbre tan lejana
Hada la cual mi pensamiento vuela
Bajo la paz azul de la montaña,
Color que tántas cosas me revela!

Azul que del azul del cielo emana,


Y azul de este gran mar que me consuela,
Mientras diviso en él la ilusión vana
De la visión del ala de una vela.

Azul de los paisajes abrileños,


Triste azul de mis líricos ensueños,
Que me calma los íntimos hastíos.

Sólo me angustias cuando sufro antojos


De besar el azul de aquellos ojos
Que nunca más contemplarán los míos.
* 136
CRUZ SALMERON ACOSTA

CIELO Y MAR
En este panorama que diseño
tormento de mis horas malas,
el cielo dice de ilusión y galas
el mar discurre de esperanza y sueño.

La libélula errante de mi ensueño


abre la transparencia de sus alas,
con el beso de miel que me regalas
a la caricia de tu amor risueño.

Al extinguirse el último celaje


copio en mi alma el alma del paisaje
azul de ensueño y verde de añoranza.

Y pienso con oscuro pesimismo


que mi ilusión está sobre un abismo,
y al borde de otro abismo mi esperanza.
* 137
CRUZ SALMERON ACOSTA

PERSPECTIVA
Un pedazo de mar y otro de cielo
Y una montaña de un azul profundo,
Forman la vista que, en mi eterno duelo,
Contemplo yo desde un rincón del mundo.

Por el límpido azul de terciopelo


Pasa a veces un pájaro errabundo,
Como por mi perenne ensueño, el vuelo
De un tierno pensamiento vagabundo.

Esta mañana gris, espesa bruma


Que el cielo, el mar y la montaña ahuma,
Me vela mis poéticas visiones;

Más, se disipa sobre el mar en calma,


Igual que el humo de mis ilusiones
En la honda amargura de mi alma.

II

Se va volviendo todo claro el día


Con el sol que en la cumbre centellea,
Y en la paz de la inmensa serranía
El incensario de una rosa humea.
* 138
Ya está ebria de azul y poesía
Mi alma dolida, que volar desea
Cuando la enseña de la patria mía
En el bastión de Cumaná flamea.

Como en la lejanía la bandera


Se me presenta el alba toda entera,
Igual que leve garza blanquecina

Que va volando con cansado vuelo,


O el ala amorosa de un pañuelo
Que de decirme adiós nunca termina.

* 139
MARCO ANTONIO SALUZZO

A DON JOSE SILVERIO GONZALEZ


Muerto en Cumaná el 27 de setiembre de 1886

Arrostraste sereno infanda suerte


que avasallar no pudo tu constancia:
la pretensora bárbara ignorancia
a tus plantas cayó, muda e inerte.

Lidiaste recia lid con alma fuerte;


te infundió la virtud noble arrogancia;
de temor exento y de jactancia,
te reclinaste en brazos de la muerte.

Postrero luchador, raza de Alcides,


fuiste de la ciudad, testigo un día
de memorables, abnegadas lides.

Contigo va el loor de la armonía,


contigo el prez de heroicos adalides,
contigo el llanto de la Patria mía.
* 140
MARCO ANTONIO SALUZZO

A MARIA
Acción de Gracias
Ora Pro Nobis!

¡Dios te Salve María


Llena de gradas. De consuelos fuente
Manantial de alegría
Cuya blanca corriente
Fecunda el seno de la tierra impía!

desamparado
Alcé a tu solio mi ferviente ruego
Y tu escudo sagrado
Cubrióme desde luego,
Y hoy me contemplo de valor cercado.

Ya miro al lado mío


La amada esposa que me diera el cielo.
En la cual me extasío
Con la cual me consuelo
Y a quien mi dicha en este mundo fío.

miro bulliciosa
A mi lado triscar con faz riente
Mi tierna prole hermosa
Cuya risa inocente
Ameniza mi vida trabajosa.

Gracias, gracias, Señora


Que escuchaste mi súplica y quisiste
Trocar mi abrumadora
Vida, de amarga y triste,
Que fuera ayer, en resignada ahora!
* 141
Mas. . . ¡ay, Virgen piadosa!
Triste flaqueza de la escoria humana,
Que hoy anhela una cosa
Y otra anhela mañana!
¡Oh corazón!... oh sima misteriosa!

Si fijo la mirada
En la tierra do vi la luz primera,
El alma acongojada
Que en ella estar quisiera
Gime ¡oh dolor! al verse desterrada.

Pon término ¡oh María!


Al tiempo del destierro tenebroso
Pon término a la impía
Guerra y haz que en reposo
Libre viva y feliz la Patria mía!

En tanto nos ampara


De todo mal y de la insana muerte,
Sustento nos depara
Y danos alma fuerte
Y sufrida virtud ¡Oh Virgen Cara!

Acuérdate Señora Que tu linaje se miró proscrito


Por impiedad traidora
Y te viste en Egipto
También proscrita cual me encuentro ahora

* 142
MIGUEL SANCHEZ PESQUERA

A CUMANA
Puerto el mayor del mundo te brindara
Mar que te ciñe en rumoroso anhelo,
Desde que a Humboldt enamoró tu cielo
No es el más terso y limpio el de Backara.

Cuando a la ibera gente fuiste cara,


Dirán los que pregonan hoy tu duelo,
Ruinas que cubren tu plutonio suelo
Y el heredado ingenio en muestra rara.

En tí nació el varón de alta memoria


Que del mundo invenido entre dos mares
Es la más pura, inmaculada gloria.

Igual es tu infortunio a tu fortuna:


Sacras linfas del nuevo Manzanares,
Corred diciendo al mar cuál fue mi cuna.
* 143
MIGUEL SANCHEZ PESQUERA

LA TUMBA DEL MARINO


—¡Ha muerto!— dicen desde el ancha nave
Que rauda vuela a la remota España.
—Pues al agua con él— en brusco tono,
Indiferente el capitán exclama.

Presto envuelven el gélido cadáver


En el tosco sayal de su mortaja,
Y atándole a los pies enorme piedra
Tumba le dan entre la mar airada,

Y prosigue la nave su carrera,


Feliz, alegre, impávida y gallarda,
Besada por los vientos de la tarde,
Dorada por la luz de la mañana;

Y yo sentado inmóvil en la popa,


El alma triste en angustiosa calma,
Envidiaba la suerte de la nave
Que pudo en tanto aligerar su carga;

Y dije a mi pesar: si yo pudiera


Mi muerto corazón lanzar al agua,
¡Cuán alegre la nave de mi vida
Cruzara el bello mar de la esperanza!
* 144
JOSE MANUEL SERRANO

PAISAJE
Se acercan las tinieblas.. .
La rubia luz del moribundp sol
Tiñe la costa en vivido arrebol;

En la plomiza clámide del cielo,


Como ancho cortinaje,
Se divisan los pálidos celajes;

La brisa silenciosa juguetea


Rizando el ancho mar,
Que en desliz suave su cristal ondea;

Muy lejos se divisa, de la orilla


La blanca estela de un bajel, que brilla;

En la arenisca playa
Vese saltar la cristalina espuma;

Y como débil pluma


Que se mece en la niebla vaporosa,
Aletea una bella mariposa
Por entre los celajes de la bruma.
* 145
AGUSTIN SILVA DIAZ

LUZ VICTRIX
Nazareno: tu calle de amargura
hoy se viste de fiesta;
se trocaron en salmos las injurias,
y en flores las piedras.

Ya no es una Verónica que acude


a enjugar con sus tocas tu cabeza;
son millones de almas suspendidas
para besar tus pies cual Magdalena.

Tus pies! Las navecillas irreales


que trazaron caminos con estrellas
sobre la luna azul del Tiberiades.
Ya no es de Nazareth de donde vienes,
sino de todas partes:
de la tierra y del mar y de los cielos,
de la luz impalpable,
de todo el Universo.

La corona que llevas en las sienes


de espinas que era se ha trocado en rosas
y todas tus heridas sangran mieles. . .
¿Qué importa que una racha dolorosa
marchitara los místicos vergeles
de tu vida inocente,
si ibas a revivir para los fieles
por siempre y para siempre ?
Sobre tus hombros de marmórea albura,
el símbolo funesto del suplicio,
como Tú en el Tabor se transfigura,
y lo que ayer fue signo de pavura
hoy lo miran las almas como indicio
de la eterna ventura.
* 146
Con la luz que irradiaron tus palabras
se incendiaron las cuatro extremidades
de tu Cruz de dolores:
Faro de las eternas claridades
que hoy derrama tu amor en resplandores
hacia los cuatro puntos cardinales.

* 147
ELISO SILVA DIAZ

AMANECIENDO
Asomóse al balcón, desnudo el cuello,
Rubias las trenzas y la tez de espuma
Y lanzó su mirada al horizonte
Que en el lejano monte
Se confunde y apaga entre la bruma.

Majaderas las ondas murmuraban


En los cristales diáfanos del río.
Tiñó la luz el pálido paisaje
Y su gaza de encaje
Se adornó con las gotas del rocío,

¿Y cuál era la Vesta soñadora


Que al balcón de los cielos se asomara ?
La aurora, que en su regio arrobamiento
Invadió el firmamento
Y ruborosa se cubrió la cara. . .!
* 148
JOAQUIN SILVA DIAZ

INTERMEZZO DE AMOR
Para una viuda

¿Que te refiera un cuento? Derramaré en el pomo


De tus gratos recuerdos una historia muy honda
Que me embriagó el espíritu romántico en el tomo
De un autor modernista: Eran un ave blonda

Y otra azul caprichosa, se idolatraban, como


Desdémona y Otelo, cuando una aciaga ronda
De cazadores vino y disparando un plomo
Quedó un ave sin vida entre la verde fronda.

¡ Cuánto lloró la viuda!. . . Pasaron estaciones


Un pájaro poeta le rimó sus canciones
Y ella, la caprichosa se prendó de aquella ave!

¿ Y si mucho amó al otro, cómo brindó sus galas


Al fuego de otros ojos, al calor de otras alas ?
Eso, como tú, viuda, nadie mejor lo sabe. . .
* 149
RAMON SUAREZ

ALMA Y VOLUNTAD
Me obsesiona lo bello, lo artístico y pagano
los ricos terciopelos, el oro, los brillantes;
yo hubiera sido Conde o Príncipe africano
de haber nacido un siglo, o medio siglo antes.

Amo las pompas regias; amo el gesto galano


de dos lirios de carne, escondidos en guantes;
al torero que deja, con la capa en la mano,
la emoción en las almas, los senos palpitantes.

Mis anhelos de lujo los realiza cualquiera


que resista el mordisco, si lo muerde la espera,
que atesora en la mente un millón de ilusiones.

Yo tengo el alma siempre a la esperanza atenta,


y si este afán de galas no lo suple mi renta,
me hago en cualquier día Capitán de Ladrones.
* 150
RAFAEL A. VARELA

PEREGRINAS
La bandada de tímidas ideas
Presurosas ya surcan el espacio:
¿A do van de la ciencia esos querubes
Tendido el vuelo hacia el azul, despacio. .. ?

Van buscando el principio del misterio


Al sublime Escultor de lo creado!. . .
Otra vez floración dentro del alma
En el cerebro no germina calma.

Impolutas brotaron las quimeras


Y raudas penetraron las esferas.
¿Adonde van ufanas las canciones
Que brotan con amor de mi psalterio ?
Silencio! que las aves del cerebro
Se adornan con plumajes de misterio!

Vibró del soñador el pensamiento


Vislumbrando el principio soberano,
Y vio en estrellas de color bermejo
De Dios el nombre en el azul espacio. .. !
* 151
MANUEL NORBERTO VETANCOURT

TRENO
A Cumaná

Sacro despojo de la Patria un día


flor de heroísmo y flor de gentileza,
hoy un mito parece en tu pobreza
tu antiguo fausto y tu sin par valía.

Cual prez de tu pasada hegemonía


bien que en ruinas, en pie tu fortaleza,
queda como un ejemplo de firmeza
a través de los tiempos, todavía.

Al ritmo de tus altos cocoteros


el viento gime tu olvidada historia,
cabe tus muros solos y proceros

y cual trémulo llanto a tu memoria


tu río con murmullos lastimeros
baña los restos de tu hispana gloria.
* 152
FRANCISO VETANCOURT VIGAS
(Renato San Martín)

SOLEDAD
En un álbum

Entre las sombras de la tarde avanza


Hada su ocaso el sol.
A la luz del crepúsculo sucede
De la luna el fulgor.

No murmura los vientos de la noche


En esta soledad,
Ni al pasar acarician las espumas
Suspiros de la mar.

Sólo se oye el sollozar acorde


De la ola al morir...
Yo no quiero rumor más armonioso
Para pensar en tí.

Que aquí sobre la roca de los mares


En esta soledad, vida del hombre
Al beso de las olas que se chocan,
Al recuerdo de Dios, uno tu nombre.
* 153
ALEJANDRO VILLANUEVA

LOS ALMENDRONES
Adornan el dintel de mi casita
dos almendrones que el placer sembró,
el uno joven de frondosas ramas
el otro viejo como lo estoy yo.

Sentado junto a uno me estoy riendo


viendo del mundo el peregrino afán:
que el uno es grande, porque el pan le sobra,
y el otro es chico por faltarle pan.
* 154
ALEJANDRO VILLANUEVA

UNA ORACION
Llegué a tu casa con la alforja a cuestas
del peregrino que camina en pos
de una esperanza y mendigué a tus puertas
una limosna, por amor de Dios. . .

Y me diste la espalda en mi camino


sin dolerte, mujer, de mi aflicción,
¡Cuántos hay que desprecian al mendigo
y llevan en los labios la oración. . . !
* 155
JULIO ZERPA

A MI DIFUNTA MADRE
A la sombra de un árbol corpulento
pasaba yo mis horas de dolor,
buscando en el confín del firmamento
la imagen adorada de mi amor.

Después me retiraba tristemente


al hogar que enlutado me esperaba
y allí sumida en el pesar mi mente
Oh! madre en mi desdicha te invocaba.

Oh madre! es tu hijo que se afana


por mirar otra vez tu faz hermosa,
tan suave como el sol de la mañana
y leda cual un pétalo de rosa.

Jamás habré de verte, madre mía,


jamás habré de oir tu dulce voz,
mas no, que yo he de verte en aquel día
que llegue a la presencia de mi Dios.
* 156
CONTENIDO

Fama Volat / 7
Alarcón, Juan Miguel
Cruz / 11
Una carta a Margarita / 12
Alarcón Blanco, Rosa
II poverello / 15
Alvarez Marcano, Luis
La impresión luminosa / 16
Antón, Domingo
Conjunción / 17
Arcas Salcedo, Francisco
Al club. Surge et ambula / 20
Arcia, Juan E.
Amanecer / 21
Genezareth / 22
Aristeguieta Sucre, Pedro
Nueva Cádiz / 23
Aristeguieta, Pedro Elias
Tromba / 24
Badaracco Bermúdez, Domingo
Voto / 25
Badaracco B., Marco-Tulio
El árbol / 27
Símbolo / 30
Badaracco, Ramón
Poema 5/31
Badía, Ramón N.
A Bolívar / 33
Barberii, Félix A.
Sucre / 34
Barrios, Santos
Juanita Mayo / 36
Berrizbeitia, Pedro Antonio
Los alcatraces / 38
Blanco, Andrés Eloy
La casa de Abel / 39
Blanco, Luis Felipe
Bolívar / 66
Bruzual López, Rafael
Psalmo / 67

* 157
Cabello, Daniel A.
Oblación / 68
Certad, Aquiles
Imposible renunciación / 69
Oración de Noche Buena / 71
Córdoba, Diego
Vida de provincia / 72
Yo y mi corazón / 73
Coronado, Vicente
El laurel de la discordia / 74
Damas Blanco, Paco
Bermúdez / 75
De la Rosa, Andrés Eloy
Canciones naturales / 76
Díaz, José María
Brumas / 78
Dicha es amar / 82
Espín, Carlos M.
Bolívar / 83
Espíndola, José María
La vuelta a la patria / 84
Fernández, José Agustín
Enaín, el estudiante / 85
Freytes, Juan N.
Clavel andaluz / 88
García, Valentín (Valentín Valiente)
El guá / 89
Gómez, Mario G.
Sucre / 91
Gómez Rodríguez, Rafael José
Cumaná / 92
González Varela, Juan Manuel
A Bermúdez / 101
Al caer de la tarde / 102
González Varela, J. S.
Para el álbum de una amiga / 104
Guevara, Humberto (Héctor Galán)
Los voladores / 106
Guevara Núñez, Federico
Muchas lágrimas / 107
Gutiérrez Coll, Jacinto
Alma parens / 108

* 158
Guzmán Arias, Inés
A un jazminero / 109
Lara, Pedro Antonio
A la luna / 111
León, Ramón David
A Cumaná / 112
Tú no comprendes nada. .. / 114
López Orihuela, Dionisio
El fiel color / 115
Marcano B., Octavio
El poeta mártir / 116
Márquez Márquez, Trina
Noche de luna y música / 117
Martínez, Domingo
Orto / 118
Mayobre, Ramón B. (Rabme)
Alma enferma / 119
Milá de la Roca Díaz, J. M.
La luz más bella / 120
Perla negra / 121
Milá González, Pedro
Vida y muerte / 123
Morales Marcano, Fernando
La cruz / 124
Moreno Cova, Antonio R.
Arrobamiento / 125
Núñez, José Fernando
Crucifixión / 126
Núñez, Luis Teófilo
Destinación / 127
Núñez, Matías
A Doña Milagros Crespo / 128
Oliveira, José Carmen
Noche de enero / 129
Ramírez, Cándido
A Bolívar / 130
Ramos, Gerónimo
Tus negros ojos / 131
Ramos Sucre, José Antonio
El páramo / 132
Rivas Maza, F. de P.
Crepuscular / 133

* 159
Rodríguez Mejía, Ignacio
El marino / 134
Rondón Sotillo, J. M.
Pórtico / 135
Salmerón Acosta, Cruz
Azul / 136
Cielo y mar / 137
Perspectiva / 138
Saluzzo, Marco Antonio
A Don José Silverio González / 140
A María / 141
Sánchez Pesquera, Miguel
A Cumaná / 143
La tumba del marino / 144
Serrano, José Manuel
Paisaje / 145
Silva Díaz, Agustín
Luz victrix / 146
Silva Díaz, Eliso
Amaneciendo / 148
Silva Díaz, Joaquín
Intermezzo de amor / 149
Suárez, Ramón
Alma y voluntad / 150
Varela, Rafael A.
Peregrinas / 151
Vetancourt, Manuel Norberto
Treno / 152
Vetancourt Vigas, Francisco (Renato San Martín)
Soledad / 153
Villanueva, Alejandro
Los almendrones / 154
Una oración / 155
Zerpa, Julio César
A mi difunta madre / 156

* 160
SE TERMINÓ DE IMPRIMIR EN
LAS PRENSAS DE LOS TALLERES
DE LA EDITORIAL UNIVERSITARIA DE ORIENTE,
EL 15 DE NOVIEMBRE DE 1967,
EN CUMANÁ / ESTADO SUCRE / VENEZUELA.

*
PORTADA DE
ITAMAR MARTÍNEZ

* 161
* 162

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