Inquisicion

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El término Inquisición o Santa Inquisición hace referencia a varias instituciones

dedicadas a la supresión de la herejía, mayoritariamente en la Iglesia católica. La


herejía en la era medieval europea muchas veces se castigaba con la pena de muerte
y de esta se derivan todas las demás.

La Inquisición medieval se fundó en 1184 en la zona de Languedoc (en el sur de


Francia) para combatir la herejía de los cátaros o albigenses. En 1249 se implantó
también en el reino de Aragón, siendo la primera Inquisición estatal; y en la Edad
Moderna, con la unión de Aragón con Castilla, se extendió a esta con el nombre de
Inquisición española (1478-1834), bajo auspicio de la monarquía hispánica, cuyo
ámbito de acción se extendió después a los territorios conquistados en lo que se
denominaría América: la Inquisición portuguesa (1536-1821) y la Inquisición romana
(1542-1965). Sus víctimas eran seres humanos, e incluso animales, acusados de
brujería o de homosexualidad; en 1600 se emitió la orden de no incoar más procesos
'por sodomía', por blasfemar, por practicar bestialismo, por herejía (cristianos
que niegan algunos de los dogmas instituidos por la Iglesia católica) y por
acusaciones de judaizar en secreto.

Aunque en los países de mayoría protestante también hubo persecuciones, en este


caso contra católicos,[cita requerida] contra reformadores radicales como los
anabaptistas y contra supuestos practicantes de brujería; los tribunales se
constituían en el marco del poder real o local, generalmente adecuado para cada
caso concreto y no constituyeron una institución específica.

Índice
1 Origen
2 Inquisición medieval
3 Inquisición española
3.1 Inquisición española en México
3.2 Procedimiento judicial
4 Inquisición romana
5 Inquisición portuguesa
6 Inquisición y brujería
6.1 La brujería en España
7 Cifras
8 Métodos de tortura empleados
9 La postura reciente de la Iglesia católica respecto del caso de Galileo
10 Juana de Arco
11 Juicios contra animales
12 En la cultura popular y las artes
13 Notas y referencias
14 Bibliografía
15 Véase también
16 Enlaces externos
Origen
En los comienzos de la Iglesia, la pena habitual por herejía era la excomunión.
Cuando los emperadores romanos convierten el cristianismo en religión tolerada en
el siglo IV, los herejes empiezan a considerarse enemigos del Estado. En su momento
San Agustín aprobó con reservas la acción del Estado contra los herejes.1

En respuesta al resurgimiento de la herejía de forma organizada, se produce en el


siglo XII en el sur de Francia un cambio de opinión dirigida contra la doctrina
albigense, la cual no coincidía con los puntos de vista de la Iglesia católica con
relación a la salvación, al matrimonio y otras instituciones de la sociedad. Como
reacción, el papa Inocencio III organizó una cruzada contra los albigenses
promulgando una legislación punitiva contra ellos. Sin embargo, los esfuerzos
iniciales destinados a someter la herejía no estuvieron bien coordinados y fueron
ineficaces.
Inquisición medieval
Artículo principal: Inquisición pontificia
Aunque el procedimiento inquisitorial como medio para combatir la herejía es una
práctica antigua de la Iglesia católica, la Inquisición episcopal, primera fórmula
de la Inquisición medieval, fue establecida en 1184 mediante la bula del papa Lucio
III Ad abolendam, como un instrumento para acabar con la herejía cátara. El castigo
físico a los herejes había sido dispuesto con anterioridad por Federico II
Hohenstaufen, la institución de la Inquisición se dio para detener los abusos que
estos procesos podrían sufrir por parte del poder civil. Mediante esta bula, se
exigía a los obispos que interviniesen activamente para extirpar la herejía y se
les otorgaba la potestad de juzgar y condenar a los herejes de su diócesis.2
A las anteriores disposiciones [...] agregamos el que cualquier arzobispo u obispo,
por sí o por su archidiácono o por otras personas honestas e idóneas, una o dos
veces al año, inspeccione las parroquias en las que se sospeche que habitan
herejes; y allí obligue a tres o más varones de buena fama, o si pareciese
necesario a toda la vecindad, a que bajo juramento indiquen al obispo o al
archidiácono si conocen allí herejes, o a algunos que celebren reuniones ocultas o
se aparten de la vida, las costumbres o el trato común de los fieles.
En las siguientes décadas, el proceso de la Inquisición resultó intermitente y
contradictorio en muchas ocasiones. Un ejemplo fue el caso del primer director de
la Inquisición de Hungría, Paulus Hungarus, quien defendió a los chamanes paganos
húngaros valiéndose de su influencia con el papa Inocencio III. Además, aseguró que
estos al adorar al sol adoraban al ente supremo que era el mismo Dios, así que no
hallaba razón para condenarlos. Paulus Hungarus fue uno de los primeros frailes
dominicos, quien escribió importantes documentos como la Suma de poenitentiae,
tendiendo las bases de la nueva orden a petición de Domingo de Guzmán. Sin embargo,
Paulus fue destituido y reemplazado por un religioso más estricto cerca de 1232,
después de haberse iniciado propiamente la Inquisición.3

En 1231, ante el fracaso de la Inquisición episcopal, denominada así porque no


dependía de una autoridad central, sino que era administrada por los obispos
locales, Gregorio IX creó mediante la bula Excommunicamus la Inquisición pontificia
o Inquisición papal, dirigida directamente por el papa y dominada por las órdenes
mendicantes, especialmente los dominicos. El hecho de que religiosos bajo el
control directo del Papa tuvieran a su cargo los tribunales, fue un freno a su
expansión, ya que algunos obispos no querían ver limitado su poder en una diócesis
por la presencia de estos organismos papales.4

En 1252, el papa Inocencio IV autorizó en la bula Ad extirpanda el uso de la


tortura para obtener la confesión de los reos. Se recomendaba a los torturadores no
se excedieran hasta el punto de mutilar al reo o finiquitarlos. Las penas eran
variables. Los que se negaban a abjurar, "herejes relapsos", eran entregados al
brazo secular para la ejecución de la pena de muerte.

La Inquisición pontificia funcionó sobre todo en el sur de Francia y en el norte de


Italia. En España, existió en la Corona de Aragón desde 1249, pero no en la de
Castilla.

Inquisición española
Artículo principal: Inquisición española

Texto de Erasmo de Róterdam tachado por la Inquisición


La Inquisición real se implantó en la Corona de Castilla en 1478 por la bula del
papa Sixto IV Exigit sincerae devotionis con la finalidad de combatir las prácticas
judaizantes de los judeoconversos de Sevilla, uno de cuyos condenados se llamaba:
'Yusif Franco', caso del que más tarde vieron irregularidades procesales. A
diferencia de la Inquisición medieval, la impulsó directamente la monarquía, es
decir, los Reyes Católicos. Tras una nueva bula emitida en 1483, la Inquisición se
extendió a los reinos de la Corona de Aragón, incluyendo Sicilia y Cerdeña, y a los
territorios de América (hubo tribunales de la Inquisición en México, Lima y
Cartagena de Indias), y se nombró Inquisidor General a Tomás de Torquemada, de
familia de conversos, el confesor de Isabel, Espina, había sido rabino. La
Inquisición se convirtió en la única institución común a todos los españoles, con
excepción de la propia Corona, a quien servía como instrumento del poder real: era
un organismo policial interestatal, capaz de actuar a ambos lados de las fronteras
entre las coronas de Castilla y Aragón, mientras que los agentes ordinarios de la
Corona no podían rebasar los límites jurisdiccionales de sus respectivos reinos.
Inquisición española en México
Artículos principales: Inquisición en Nueva España e Inquisición Mexicana.
La historia de la Santa Inquisición en México se inició desde los primeros momentos
en que los españoles pisaron el continente americano. Los primeros casos de que se
tiene noticia son las "ordenanzas" contra blasfemos promulgadas por Hernán Cortés
en 1520, es decir, antes de la caída de Tenochtitlán, y el proceso de idolatría
iniciado por Nuño Beltrán de Guzmán en contra del Caltzontzin, señor de los
purépechas (denominados tarascos por los españoles).[cita requerida]

Tras la conquista, se instauró el Tribunal del Santo Oficio, que dependía


directamente del Consejo de la Suprema Inquisición, encabezado por el inquisidor
general de la Monarquía Hispánica. La autoridad superior del tribunal en México era
el Inquisidor (o Inquisidores, ya que el puesto normalmente lo ocupaban varias
personas). Los empleados de más alto rango eran el fiscal, a cuyo cargo estaba el
promover los procesos, y el Secretario del secreto, que tenía fe pública y
autorizaba las actas, diligencias, despachos, edictos, etc. Los inquisidores
contaban con un cuerpo de personas doctas y de alta posición social y oficial
llamados "consultores del Santo Oficio", que integraban una especie de consejo.
Estos consultores intervenían con su voto en las decisiones graves, como cuando un
reo era condenado a muerte. El tribunal contaba, además, con el auxilio de un
cuerpo de peritos en asuntos teológicos y religiosos, llamados calificadores del
Santo Oficio, cuya misión era ilustrar la opinión de los inquisidores en casos
debatibles y de difícil resolución. También existía un cuerpo policiaco, que eran
quienes resguardaban las cárceles y el Tribunal del Santo Oficio.[cita requerida]

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