Responsabilidad Accidentes Automotores CCC (Errepar)
Responsabilidad Accidentes Automotores CCC (Errepar)
Responsabilidad Accidentes Automotores CCC (Errepar)
Civil y Comercial1
“El sufrimiento humano causado por las colisiones en las vías de tránsito es
enorme...Yendo al contexto de nuestra realidad, todo esto parece ser ignorado, solo basta
observar como permanecemos impávidos viendo como las estadísticas modifican sus
valores...vivimos justificándonos o buscando formas de evadir la responsabilidad o lo que
es peor, haciéndonos insensibles y costumbristas al problema...”
O.M.S., Ginebra, Abril de 2004.
1
Por el Dr. Martín Diego Pirota. Abogado Especialista en Derecho de Daños (Universidad de
Belgrano – Argentina y Universidad de Salamanca – España). Web site del autor:
www.martindiegopirota.com.ar - Texto de la disertación brindada en la Mesa Redonda (Derecho Civil) en el
marco de las XIV Jornadas Bonaerenses de Derecho Civil, Comercial y Procesal en homenaje al Dr. Augusto
M. Morello, organizadas por el Colegio de Abogados del Departamento Judicial de Junín (Buenos Aires, 27
al 29/10/16). Artículo publicado en la Revista Temas de Derecho Civil, Persona y Patrimonio, Febrero 2017,
Año III, Ed. Errepar, Buenos Aires, 2017, págs. 65/76.
1
la dinámica del tránsito versus el estatismo de la legislación viaria. Y este es uno de los
quiebres o fallas del sistema de tránsito terrestre que queremos destacar.
Primeramente debo decirles que con la entrada en vigencia del Código Civil y
Comercial no se producen modificaciones sustanciales en la materia, receptándose los
aportes y recomendaciones de la doctrina y la jurisprudencia. Así se especifica que “los
artículos referidos a la responsabilidad derivada de la intervención de cosas se aplican a
los daños causados por la circulación de vehículos” (conf. art. 1769 C.Civ. y Com.),
siendo el dueño y el guardián responsables concurrentes del daño causado por el riesgo o
vicio de las cosas, o de las actividades riesgosas o peligrosas por su naturaleza, por los
medios empleados o por las circunstancias de su realización (conf. arts. 1757 y 1758),
manteniéndose las eximentes de causa ajena o el casus (caso fortuito o fuerza mayor, culpa
o hecho de la víctima o de un tercero, siempre que reúna los requisitos de imprevisibilidad
e inevitabilidad propios del caso fortuito, conf. arts. 1729, 1730 y 1731 C.Civ. y Com.), y
el uso de la cosa en contra de la voluntad expresa o presunta del dueño y guardián (conf.
art. 1758 C.Civ. y Com.).
En cuanto al cambio de la conjunción “o” por “y” utilizada por el nuevo
ordenamiento legal, nos parece que no tiene importancia práctica, toda vez que siempre se
consideró que existe responsabilidad concurrente o in solidum entre el dueño y el guardián
de la cosa que ocasiona el daño (conf. arts. 850, 851 y 852 C.Civ. y Com.), debido a que
existe identidad de objeto (la indemnización) y de acreedor (la víctima o sus deudos en
caso de muerte); y diferentes deudores (propietario y guardador) y causas del responder (el
titular registral responde objetivamente por el riesgo o vicio de la cosa y el guardián lo
haría por culpa o dolo o bien por el riesgo o vicio de la cosa usada). Además dichos roles
pueden coincidir en una misma persona o ser desempeñado por personas distintas. Y por
supuesto que puede haber acciones de repetición entre el dueño y el guardián.
2
y asimismo las soluciones que los eviten o reduzcan sus consecuencias2. Prefiriéndose la
utilización de los términos siniestro, infortunio o percance vial.
2
“Debemos terminar con la equivocada idea que los accidentes de tránsito son inevitables o producto
de la casualidad, fatalidad o del destino, y comenzar a llamar a las cosas por su nombre: “si se puede evitar,
no es un accidente”. Es sabido que una persona frente a lo inevitable se relaja, se resigna, baja la guardia y se
encomienda a Dios. Reflexiona con practicidad y acierto el ex Juez en lo Civil Bernardo Nespral al decir que:
“Y si así fuera (se refiere a si consideramos a los accidentes de tránsito como sucesos eventuales o
involuntarios), las víctimas de tales "accidentes" no podrían reclamar la reparación del daño ni ningún otro
tipo de indemnización. Porque el caso fortuito y la fuerza mayor son aquellos hechos que no se pueden
prever, o que previstos no se pueden evitar. Sin embargo, sabemos que no es así. Los llamados accidentes de
tránsito quizás no sean "accidentes", como genéricamente se los conoce, porque no siempre son consecuencia
de un caso fortuito o de fuerza mayor pues muchas veces se pueden prever y evitar”. (Bernardo Nespral,
Accidentes de tránsito, Revista Seguridad Vial N° 110, Edición online,
http://es.calameo.com/accounts/4809?accid=4809, Buenos Aires, Enero/Febrero/Marzo de 2011, pág. 12).
Hoy se prefiere la expresión: “hecho o siniestro de tránsito”, por ser la que nos permite tener una visión
esperanzadora de la problemática, a través de la búsqueda de soluciones integrales que terminen con la
irresponsabilidad (a mí no me va a pasar…), impunidad y resignación colectiva (era su destino…). Agrega
Nespral que “deberíamos darles otra denominación: imprudencias del tránsito, imprudencia vial, mala praxis
vial o responsabilidad derivada de daños en la vía pública”. (Conf. PIROTA, Martín D., Iberoamérica unida
por la seguridad vial, LL Actualidad 23/11/10)
3
A propósito de la pugna existente entre la culpa y los factores objetivos, tuvimos oportunidad de
manifestarnos en nuestro trabajo La culpa en los accidentes de tránsito, Revista de Derecho de daños, La
culpa – II, Ed. Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2009, págs. 203/243.
4
Conf. GALDOS, Jorge M., El riesgo creado, la culpa y cuestiones conexas, LL 2006-F, Secc.
Doctrina, pág. 1.363. Así también lo interpreta el Tribunal Supremo de España al resolver que: “…de manera
constante la doctrina jurisprudencial enseña que si bien el citado precepto del Código Civil (se refiere al art.
1902 que prevé la responsabilidad por culpa) descansa en un básico principio culpabilista, no cabe
desconocer que la diligencia requerida comprende no sólo las prevenciones y cuidados reglamentarios sino
además todos los que la prudencia imponga para prevenir el evento dañoso, a lo que debe añadirse como
criterio complementario, dentro de pautas adecuadas, el de la responsabilidad basada en el riesgo, aunque
3
La culpa incide no solo como factor de atribución de responsabilidad del dueño y
guardián demandado (hay duplicidad de factores de atribución: riesgo creado por el
automotor y culpa de su conductor) sino también como eximente de responsabilidad
(hecho de la víctima o de un tercero por el que no se debe responder).
sin erigirla en fundamento único de la obligación de resarcir…”. (TS, 17/12/86 –RJ 1986, 7675-, se trataba
de un atropello de un ciclista que circulaba sin control por un camión cuyo conductor gira a la derecha
entrando en la zona por la que aquél marchaba, imputándose responsabilidad compartida a ambos)
5
B.O. 10/02/95. Sancionada el 23/12/94. Promulgada parcialmente el 06/02/95.
4
didáctica, técnica y funcional –o descentralización conceptual- del Derecho de
Tránsito dentro del ordenamiento por cuanto, al reconocérsele explícitamente la
titularidad de un sector delimitado de conductas humanas para su juzgamiento
prioritario, se le separa y distingue ontológicamente de las restantes ramas del
Derecho.
• A partir del art. 70 de la Ley de Tránsito, el Derecho y su práctica en Argentina
–ciertamente también en los demás países de la región por flujo radial- deberán
dejar de considerar los actos y hechos de circulación bajo una óptica
administrativista, civilística o penalística para entenderlos como lo que son
antes que nada: hechos o actos de tránsito, sin que por ello dejen de ser, en su
caso, inescindiblemente, manifestaciones de la culpa como conducta o actitud
torpe, descuidada, desviada o antisocial del hombre. Esta perspectiva, que ahora
se impone como obligación judicial propiamente dicha,...inaugura otra era en
que la labor de establecimiento de los fundamentos de la imputación subjetiva
deberá efectuarse autónomamente, en primer lugar, dentro del reducto del
Derecho de Circulación, pues es jurídicamente perentorio para el juez ceñirse a
la “prioridad sobre cualquier otra norma que pretenda regular la misma
materia”, pudiendo recién después trasladar la valoración obtenida hacia otras
áreas. No hacerlo, o invertir el orden secuencial de los pasos metodológicos,
significaría incurrir en el vicio de ilegalidad de fondo por errónea aplicación del
Derecho y por ende, caer en el pozo de la nulidad absoluta”6.
Ha dicho reiteradamente la doctrina y la jurisprudencia que el automóvil en
movimiento es una cosa riesgosa o peligrosa y crea un consumo de seguridad social que
debe ser soportado por el dueño y el guardián7, es decir, que la ley presume iuris et de iure
que el automotor es cosa riesgosa, generadora de, al menos, un indiscutible “riesgo
potencial”8, y más aún en la realidad del tránsito diario actual en las calles y carreteras de
nuestro país conformado por un cóctel de circunstancias coadyuvantes (verbigracia:
6
TABASSO, Carlos, Derecho del Tránsito – Los Principios, Ed. B de F, Buenos Aires, 1997, págs.
46/49.
7
Ver CNEsp. CC I, 18/09/87, LL 1988-C-27; SCBA, 02/09/86, LL 1988-B-611; SCBA, 17/04/90, LL
1990-D-25; CNCiv., sala C, 17/10/89, LL 1990-A-442.
8
Conf. GALDOS, Jorge M., El riesgo creado, la culpa y cuestiones conexas, LL 2006-F, Secc.
Doctrina, pág. 1.363; TRIGO REPRESAS, Félix A., La prueba de la culpa en los accidentes de tránsito, La
Prueba en el Derecho de Daños, Carlos A. Ghersi (Director), Ed. Nova Tesis, Rosario, 2009, pág. 427;
5
conductores o peatones irresponsables que carecen de la necesaria conciencia del riesgo
vial, convivencia simultánea de parque automotor nuevo y envejecido, infraestructura vial
con importantes defectos de construcción, mantenimiento o conservación, señalización
incompleta, imprecisa o incorrectamente ubicada9).
Para que hablemos de siniestro vial debe haber ocurrido en algún camino sea
público o privado de uso público (autopistas, semiautopistas o autovías, avenidas, calles,
pasajes), abierto o expedito al tránsito en general de vehículos, y en el que se debe observar
siempre las pautas y reglas de conducta fijadas por la legislación vial. Por lo que en
sucesos que provoquen perjuicios materiales o extrapatrimoniales a las cosas o a las
personas, acaecidos en el contexto de lugares, ambientes o terrenos públicos o privados, no
habilitados al uso público como espacio vial para la circulación masiva de móviles a
motor, biciclos y transeúntes, como ocurre en garajes o estacionamientos, no se aplica la
norma de tránsito y se deberán tener en cuenta los principios y presupuestos generales de la
responsabilidad civil y en consecuencia echar manos del régimen legal que la regula10.
PIZARRO, Ramón D., Responsabilidad civil por riesgo creado y de empresa, La Ley, Buenos Aires, 2006,
T. II, pág. 204.
9
“En Latinoamérica existe una peligrosa y perversa tendencia de las autoridades competentes en
materia vial de pretender solucionar o corregir defectos estructurales o de diseño geométrico y de falta de
reparación, mantenimiento o conservación de las vías de circulación a través de la señalización vial
transitoria (preventiva o de emergencia) que de esa forma pasa a ser permanente”. (Conf. PIROTA, Martín
D., La señalización vial y su impacto actual sobre el principio de confianza en la normalidad o seguridad del
tráfico, Revista Carreteras, España, 4ª época, Nº 151, Enero/Febrero de 2007, págs. 100/102). Además para
ver jurisprudencia recopilada, seleccionada y comentada al respecto aconsejamos la lectura de la voz
Señalización vial, en PIROTA, Martín D., Compendio jurisprudencial sobre accidentes de tránsito en
carreteras y autopistas, Ed. Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2003, págs. 623/693.
10
En el Código Civil y Comercial la responsabilidad civil está contemplada en los arts. 1708 a 1780.
Ver: Función preventiva de la responsabilidad civil (arts. 1710 a 1712); antijuridicidad (art. 1717, similar
arts. 1066 y 1074 C.Civ.); legítima defensa, estado de necesidad y ejercicio regular de un derecho como
causales de justificación de la conducta (art. 1718, contenidas en art. 34 C.Penal); asunción de riesgos (art.
1719); valoración o apreciación de las conductas (art. 1725, similar arts. 902 y 909 C.Civ.); relación causal –
causalidad adecuada- (art. 1726, similar art. 906 C.Civ.); culpa o dolo (arts. 1721 y 1724, similar arts. 512,
1072 y 1109 C.Civ.); hecho de un tercero y hecho de la víctima (arts. 1729 y 1731); caso fortuito o fuerza
mayor (art. 1730, similar arts. 513 y 514 C.Civ.); prueba de los factores de atribución y de las eximentes (art.
1734); facultades judiciales (art. 1735); prueba de la relación de causalidad (art. 1736); daño (art. 1737,
similar art. 1068 C.Civ.); pérdida de chance (art. 1739); reparación plena (art. 1740, similar art. 1083 C.Civ.);
indemnización de las consecuencias no patrimoniales (art. 1741, modifica art. 1078 C.Civ.); responsabilidad
del principal por el hecho del dependiente (art. 1753, similar art. 1113 párr. 1° C.Civ.); hecho de las cosas y
actividades riesgosas (art. 1757, similar art. 1113 C.Civ.); daño causado por animales (art. 1759, remite al art.
1757; deroga arts. 1124 a 1131 C.Civ.); responsabilidad colectiva y anónima (arts. 1761 y 1762, similar art.
1119 C.Civ.); profesionales liberales (art. 1768); accidentes de tránsito (art. 1769, remite al art. 1757).
6
Vamos a analizar ahora las novedades que introduce el Código Civil y Comercial y
que resultan aplicables a los daños causados por la circulación de vehículos:
* El plazo de prescripción de la acción de daños derivados de la responsabilidad
civil es de tres años (conf. art. 2561 C.Civ. y Com.) en sintonía con el plazo que establece
el art. 50 de la Ley de Defensa del Consumidor y del Usuario 24.240/93 y modificatoria
introducida por ley 26.361/0811.
* Se introduce el llamado “deber de prevención del daño” (conf. arts. 1708, 1710 a
1713 C.Civ. y Com.), como una de las funciones de la responsabilidad civil, por lo que el
incumplimiento de la obligación de prevención (evitar el daño, no disminuir sus
consecuencias o no agravarlo), da lugar a la acción preventiva por parte de quien acredita
un interés razonable en la prevención del daño. Ello reviste una importancia vital en la
cuestión analizada teniendo en cuenta los valores supremos en juego como son la vida y la
integridad psicofísica de las personas. Recordamos que ya Lorenzetti desde la doctrina
autoral propiciaba que la función preventiva de la responsabilidad civil debía ser
desarrollada y diversificada12. Así con más frecuencia en los últimos tiempos, la
jurisprudencia preocupada por la reiteración de accidentes en determinados lugares (puntos
negros), viene utilizando la llamada tutela anticipada, preventiva o inhibitoria contra daños
(conf. arts. 2242 C.Civ. y Com. –ex 2499 párr. final C.Civ.-, 623 bis C.P.C.C.N. y 52 ley
24.240), decretando de oficio poner en conocimiento de la autoridad vial con competencia
sobre la vía la situación de peligro generada, de manera de adoptar las medidas pertinentes
para así evitar la repetición de siniestros. Algo así como una suerte de auditoria de
seguridad vial judicial13.
11
En los daños derivados del transporte de cosas o personas se prevé un plazo de prescripción de dos
años (conf. art. 2562 C.Civ. y Com.), mientras que el término para interponer la acción resarcitoria derivada
del contrato de seguro es de un año (conf. art. 58 Ley de Seguros 17.418/68). Aunque en estos dos supuestos
hay doctrina y jurisprudencia que sostiene que existe una relación de consumo entre el transportador y el
pasajero y entre el asegurador y el asegurado, respectivamente, y por lo tanto el plazo de prescripción sería de
tres años.
12
Conf. LORENZETTI, Ricardo L., Las nuevas fronteras de la responsabilidad por daños, LL
09/05/96.
13
La Cámara Civil y Comercial de Azul dictó de oficio -además de imputar las responsabilidades
consecuentes en una colisión frontal en ruta- un mandato preventivo atípico para poner en conocimiento de la
ANSV (Agencia Nacional de Seguridad Vial) la situación de peligro generada en una curva que contiene un
error de diseño ya que es muy cerrada y no cuenta con señalización o demarcación de la doble línea amarilla,
lo que hace que los rodados corten la curva invadiendo el carril contrario (CApel. CC sala II, Azul, Buenos
Aires, 27/03/13, “P., N. y otros c. Z., S. s. daños y perjuicios”, www.martindiegopirota.com.ar –
Jurisprudencia). La Cámara Civil y Comercial de La Matanza imputó responsabilidad concurrente a la
Dirección Provincial de Vialidad, a raíz de la muerte de un conductor (a quien impuso el 70% de
7
* La exposición voluntaria de la víctima a una situación de peligro genérico y
abstracto (como por ejemplo guiar un vehículo dentro de las circunstancias normales o
propias del tránsito vehicular), no justifica el hecho dañoso ni exime de responsabilidad a
menos que, por las circunstancias del caso, ella pueda calificarse como un hecho del
damnificado que interrumpe total o parcialmente el nexo causal (conf. art. 1719 C.Civ. y
Com.). Acá la exoneración no se produce a nivel de la antijuridicidad, sino de la relación
causal, siendo aplicable lo normado por el art. 1729 del C.Civ. y Com.14.
* Se incluye al dolo eventual dentro de los factores subjetivos de atribución (conf.
art. 1724 C.Civ. y Com.). Ello se puede ver con mayor nitidez en los siniestros viales en
los que intervienen conductores alcoholizados, corriendo “picadas” o guiando el rodado a
velocidades excesivas en el ámbito urbano.
* Se utiliza la expresión hecho de la víctima o de un tercero como eximentes de
responsabilidad –más abarcativa que la culpa de la víctima o de un tercero- (conf. arts.
1729 y 1731 C.Civ. y Com.). Así basta el simple hecho del damnificado, culpable o no,
para eximir la responsabilidad.
* Los rubros indemnizables son: el daño emergente, lucro cesante y la pérdida de
chances. Ello incluye la violación de los derechos personalísimos, la integridad personal, la
salud psicofísicas, las afecciones espirituales legítimas (daño moral o consecuencias no
patrimoniales) y el daño al proyecto de vida (conf. art. 1738 C.Civ. y Com.).
* Hay una ampliación de los legitimados para reclamar el daño moral
(consecuencias no patrimoniales según la nueva denominación, conf. art. 1741 C.Civ. y
Com.), ya que además de los ascendientes, descendientes y el cónyuge (concurren todos
los herederos potenciales sin exclusión y sin llamamiento actual), pueden reclamar quienes
8
convivan con la víctima recibiendo trato familiar ostensible (por ej. concubino/a,
hermano), sea en caso de muerte o gran discapacidad de la víctima. O sea que el
damnificado directo sigue siendo la víctima, pero en cuanto a los damnificados indirectos
hay una ampliación y además se admite la legitimación no solamente en caso de muerte
sino también en aquellos casos en que el damnificado directo quede por ejemplo en estado
vegetativo.
* La indemnización por fallecimiento comprende: a) gastos necesarios para
asistencia y funeral de la víctima; b) alimentos del cónyuge, del conviviente, de los hijos
menores de 21 años; c) pérdida de chance de ayuda futura para los padres en caso de
muerte del hijo (conf. art. 1745 C.Civ. y Com., ex arts. 1084 y 1085 C.Civ.).
* Para el cálculo de la indemnización por lesiones o incapacidad permanente física
o psíquica se recurre al método de la renta como fórmula de cuantificación. Se presumen
los gastos médicos, farmacéuticos y por transporte que resulten razonables en función de
las lesiones y de la incapacidad (conf. art. 1746 C.Civ. y Com., ex art. 1086 C.Civ.)15. La
incapacidad transitoria se indemniza a título de lucro cesante (conf. arts. 1738 y 1739
C.Civ. y Com.).
* La responsabilidad de los padres por daños causados por sus hijos menores y la
del principal por sus dependientes es objetiva con factor de atribución en la garantía legal
(conf. arts. 1753 y 1755 C.Civ. y Com.).
* Los daños causados por los animales de cualquier especie (responsabilidad
objetiva por el riesgo creado por el animal), se vuelve un supuesto de daños causados por
el hecho de las cosas (conf. arts. 1757 y 1759 C.Civ. y Com.).
* El propietario, tenedor o poseedor de buena fe del vehículo están legitimados para
reclamar los daños materiales, la privación de uso y la pérdida del valor de venta (conf. art.
1772 C.Civ. y Com.). Se amplía la legitimación, ya que los arts. 1095 y 1110 del C.Civ.
autorizaban al tenedor o poseedor pero solo en ausencia del dueño. En cuanto a la
legitimación pasiva, la denuncia de venta ante el Registro de la Propiedad del Automotor
efectuada por el titular registral que vendió el vehículo que a la postre intervino en el
siniestro vial, no es el único medio de prueba para liberarse de responsabilidad16.
15
Se aplica el porcentaje de incapacidad al ingreso que se obtenía antes del evento dañoso. Luego se
calcula un capital que puesto a plazo fijo, de una renta igual a ese monto de disminución por incapacidad. La
renta consumirá una porción del capital, de moto tal que al finalizar el período de tiempo tomado hasta los 75
años, el capital se extinga.
16
CS, 21/05/02, “Camargo, Martina y otros c. Prov. de San Luis”, JA 2003-II-275.
9
V. Régimen de prejudicialidad: distintos supuestos
La reforma flexibiliza el régimen de prejudicialidad o influencia del proceso penal
sobre la acción civil.
Así el art. 1775 del C.Civ. y Com. (ex art. 1101 C.Civ.), establece como principio
general que el dictado de la sentencia civil debe suspenderse hasta la conclusión definitiva
del proceso penal –sentencia firme- (para evitar el escándalo jurídico que supone la
existencia de pronunciamientos contradictorios), con excepción de los siguientes casos:
a) si la acción penal se extingue (por prescripción, por muerte del imputado,
suspensión del juicio a prueba –probation-, etc.);
b) si la dilación del proceso penal provoca una frustración efectiva del derecho de la
víctima a ser indemnizada (conf. plazo razonable, arts. 18 C.N., 8 Convención
Americana de Derechos Humanos y 1 C.Civ. y Com.)17;
c) si la acción civil está fundada en un factor objetivo de responsabilidad18.
Por su parte el art. 1776 del C.Civ. y Com. (ex art. 1102 C.Civ.), prescribe que la
sentencia penal condenatoria produce efectos de cosa juzgada en el proceso civil respecto
de la existencia del hecho principal (causa adecuada del daño) y de la culpa del condenado.
A su vez el art. 1777 del C.Civ. y Com. (ex art. 1103 C.Civ.), contempla dos
cuestiones:
a) Si la sentencia penal decide que el hecho no existió (in dubio pro reo) o que el
imputado no participó en el mismo, éstas circunstancias no pueden ser
discutidas en el proceso civil;
b) si la sentencia penal decide que el hecho no constituye delito penal o que no
compromete la responsabilidad penal del imputado (ej. sobreseimiento por
prescripción de la acción penal), en el proceso civil puede discutirse libremente
ese mismo hecho, ya que el mismo puede configurar un ilícito civil (delito o
cuasidelito).
17
CS, 20/11/73, “Ataka Co. Ltda. C. González, Ricardo y otros”, RCyS 2004-1397.
18
Fundado en la independencia de la acción civil y la acción penal y teniendo en cuenta que en el
proceso penal rige el principio de subjetividad de la pena y no se condena por factores objetivos de
imputación de responsabilidad, sino por violación del deber de cuidado en los delitos culposos con ocurre en
la casi totalidad de los percances viales.
10
Recordemos que la antijuridicidad o ilicitud penal es típica o formal, es decir, que
tiene que haber una conducta violatoria de la norma penal, mientras que la antijuridicidad
civil es atípica o material, ya que basta una conducta violatoria de la ley o del
ordenamiento jurídico visto en su integralidad (principios generales del derecho, deber de
no dañar, etc.).
Si se absuelve al imputado por alguna de las causales de justificación de la
conducta (conf. art. 34 C.P.), por ejemplo legítima defensa, estado de necesidad, ejercicio
regular de un derecho, etc., dicha sentencia hará cosa juzgada en la sede civil, es decir, que
será vinculante para el Juez civil que tendrá que desestimar la demanda, o bien otorgar al
damnificado una indemnización de equidad que es acotada o limitada (conf. arts. 1718 y
1719 C.Civ. y Com.).
El art. 1779 del C.Civ. y Com. impide reclamar la reparación al damnificado
indirecto del daño que haya intervenido en carácter de coautor o cómplice del delito penal
contra la vida de la víctima, o que pudiendo evitar el daño no haya intervenido.
Por último el art. 1780 del C.Civ. y Com. (ex art. 1106 C.Civ.), regula las
consecuencias del dictado de veredicto penal con posterioridad a la sentencia civil, fijando
como principio general la inmutabilidad del decisorio civil anterior (conf. las garantías
procesales de la cosa juzgada y la seguridad jurídica), salvo en el caso de recurso de
revisión de la sentencia civil que procede únicamente a petición de parte interesada en tres
supuestos (a través del recurso de revisión o acción de nulidad por cosa juzgado írrita):
a) Revisión de la sentencia penal: el Juez civil le haya asignado valor de cosa
juzgada a cuestiones resueltas por la sentencia penal y luego ésta sentencia
penal es revisada respecto de esas cuestiones. No procede en los casos en que la
revisión de la sentencia penal se funde en un cambio de legislación (existencia
de una norma penal más benigna para el imputado, conf. art. 2 C.P.);
b) Supuestos de responsabilidad objetiva (art. 1775 inc. c) C.Civ. y Com.): si en el
juicio penal se arriba a la conclusión de que el hecho principal no existió o que
el imputado no intervino en la producción del daño, podrá ser revisada la
sentencia civil19;
19
Por ejemplo, cuando se pretendiera responsabilizar penalmente por homicidio culposo al conductor
de un automóvil que atropelló a un peatón, procederá la revisión de la sentencia civil cuando la sentencia
penal posterior arriba a la conclusión que la víctima no fue atropellada, sino que falleció por otra
circunstancia, o si se acredita que el automotor que intervino en el hecho no pertenecía al imputado, ni que él
lo conducía.
11
c) Otros casos previstos por la ley: deja abierta la posibilidad de que se prevean
por una ley especial otros supuestos en que sea procedente la revisión de la
sentencia civil.
20
SCBA, Ac. L. 40.968, 18/04/89, “Castro, Ángel W. c. Mascheroni, Roberto s. indemnización”, A. y
S. 1989-I-687; CFed. La Plata, Sala 4ª, 10/09/91, “Moreno, Néstor c. Ferrocarriles Argentinos”, JA
15/04/92.
21
La causalidad puede ser física o material y jurídica o formal; la primera estudia la relación de los
hechos con otros hechos antecedentes o consecuentes, estableciendo cuando un daño fue empíricamente
ocasionado por un hecho (mediante la investigación y reconstrucción accidentológica del hecho se determina
la o las causas que lo produjeron); y la segunda, se interesa por la relación de los hechos con los sujetos, y así
determina cuando un daño fue jurídicamente producido por un hecho humano (conf. arts. 901 a 906, Cód.
Civ.). Así han decidido los tribunales que: “si bien se presume la culpa del conductor del vehículo
embistente, tal presunción –que parte del razonamiento del juez en defecto o ausencia de pruebas directas–,
se apoya en cómo acaecen normalmente los hechos. Pero se trata de presunciones “hominis” o “judiciales” y,
como tales, ceden ante prueba en contrario o frente a circunstancias que las tornan inaplicables y que
demuestran que, pese a que uno de los conductores sea el embistente, bien puede atribuírsele la culpa al otro
total o parcialmente y también que, más allá de quién ha resultado en la emergencia el embestidor, es
indudable la imprudencia del proceder de quien provocó el accidente al virar bruscamente hacia la izquierda
e interponerse en la línea de marcha del vehículo menor creando de tal modo un obstáculo sorpresivo que
pudo obligar a otros a efectuar maniobras y frenadas bruscas”. (CNCiv., sala E, 06-06-08, “Pavetti, Pánfila
Ramona c. Baudracco, Raúl”, ED 02-03-09)
12
ley 24.449) = sujeto responsable (la velocidad tiene que ser causa o concausa del
accidente y generar la pérdida del dominio del rodado)22.
• Prioridad de paso legal = principio absoluto (indemnidad del conductor del
vehículo preferente) (arts. 64 ley 24.449, 9 y 10 C.Civ. y Com., ex art. 1071
C.Civ.)23.
22
Sabido es que “la circulación a velocidad excesiva hace que al conductor se le acorten los tiempos
de oportuna percepción y reacción ante situaciones riesgosas (maniobras evasivas), produciendo además una
disminución en la necesaria amplitud de la visión periférica que debe tener el conductor”. (Conf. PIROTA,
Martín D., El Plan Nacional de Seguridad Vial 2006/2009: ¿más de lo mismo?, LL 20/05/08). Sin embargo
con respecto al tema de la velocidad excesiva, debe tenerse en cuenta que -como lo tiene dicho
reiteradamente la jurisprudencia- para que sea considerada causa adecuada (conf. art. 1726 C.Civ. y Com.,
similar arts. 901 a 906, C.Civ.) de un accidente debe haber sido determinante o contribuido en la producción
del mismo generando la pérdida del dominio del automotor por parte del conductor (conf. art. 50 ley 24.449),
ya que si no se verifica esto último, el sólo exceso de velocidad por sobre los límites legales impuestos para
la vía de comunicación en cuestión –amén de constituir una falta administrativa-, no es suficiente para
imputar responsabilidad al conductor en el accidente ocurrido. Dicho razonamiento es igualmente aplicable
para la velocidad reducida o inadecuada en determinada vía o banda de circulación que puede convertirse
también en causa del accidente. (CNEsp. Civ. y Com., sala VI, 19/06/80, “Oneto, Amalio L. c. Chelli,
Mauricio A.”; CNEsp. Civ. y Com., sala IV, 13/10/83, “Rosito, Víctor S. c. Avakian Pannos, Esteban y
otros”; CNEsp. Civ. y Com., sala IV, 07/08/84, “Villafañe Tapia, Tomás c. Areco, Mario”; CNEsp. Civ. y
Com., sala IV, 19/11/84, “Plus Ultra Cía. Arg. de Seg. C. Comando en Jefe del Ejército”; CNCiv., sala D,
30/11/05, "Franco, Agustín y otros c. Robles, María C. y otros", LL 02/06/06, pág. 7. Además ver la
abundante cita de jurisprudencia en STIGLITZ, Rubén S., Derecho de Seguros, T. I, 4ª ed. actualizada y
ampliada, Ed. La Ley, Buenos Aires, 2005, págs. 290/293 y 301/305)
23
La prioridad de paso del vehículo que aparece circulando por la derecha frente al que lo hace por la
izquierda no es absoluta y se aplica cuando los rodados llegan en forma simultánea o casi simultánea a la
intersección y a velocidad reglamentaria, perdiéndose la misma en las circunstancias que expresamente
establece el art. 41 de la ley 24.449. (Tratamos la temática de las intersecciones y las reglas de preferencia y
prioridad de paso en nuestro trabajo titulado Derecho Vial, responsabilidad civil y penal de los sujetos y
seguro de responsabilidad civil, en PIROTA, Martín Diego, Vías Humanas. Un enfoque multidisciplinario y
humano de la seguridad vial, en coautoría con Juan Carlos Dextre (Coordinador), Carlos Tabasso, Jorge
Bermúdez y Aníbal O. García, Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, 2008,
págs. 49/51). Ha dicho con acierto la jurisprudencia cordobesa que: “el principio o regla es la prioridad de
paso de quienes circulan por la derecha, pero ello no es absoluto pues quien lo hace por la izquierda no queda
enervado su derecho a circular y si ha cruzado la encrucijada, si ha traspasado más de la mitad de la
bocacalle, quien lo hacía por la derecha debe acreditar con todo rigor que estaba notoriamente adelantado en
el cruce. No es razonable pensar que el lugar del impacto acredita la simultaneidad de acceso de los vehículos
a la encrucijada”. (Cám. 4ª Apel. Civ. y Com., Córdoba, “Zorrilla, Clariza H. c. Jorge Felipe Zaffi -
Ordinario”, 14/08/00). También el Tribunal Superior de Córdoba, en un erudito fallo ha precisado que: “la
prioridad de paso desde la derecha se mantiene inclusive cuando ambos vehículos llegan a la intersección de
modo más o menos simultáneo, pues esa regla fundamental del tránsito está destinada también a regular esta
hipótesis, imponiendo a quien tiene una ventaja mínima ceder la preferencia de avance al que llega desde la
derecha. Se estima que la prioridad de paso desde la derecha es una regla de oro, que debe entenderse y
respetarse a ultranza y sin condicionamientos, a fin de que no se intente ganar en base a velocidad y
desenfado al centro ideal de la calzada. Sin embargo, también se ha expresado que quien llega desde la
derecha está facultado a avanzar, ante la legítima expectativa de que será el otro rodado quien detendrá su
marcha y que por ello, en tanto no sea un actuar imprudente, no puede ser considerado responsable. Ello así
pues ningún derecho puede ser ejercido abusivamente (CC, 1071) y ese principio resulta aplicable también a
la prioridad de paso. Aún cuando la regla de la prioridad de paso otorgue a esta preferencia un carácter
absoluto, la misma no puede operar en beneficio de quien también haya incurrido en una violación de otros
deberes de cuidado que impone la normativa aludida y que importan un actuar imprudente, aún cuando pueda
ser considerado de menor entidad que el obrar comprobado del otro protagonista, pues esta circunstancia no
lo exime de su responsabilidad en el hecho endilgado”. (TSJ Córdoba, expte. "B", 22/99 “Bessone, Adrián
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• Presunción de responsabilidad del vehículo de mayor porte en colisión con otro
menor (pero admite prueba en contrario, ya que en determinadas circunstancias una
bicicleta o una moto pueden generar más riesgo que un camión)24.
• Presunción de responsabilidad del vehículo en movimiento en colisión con otro
detenido (pero admite prueba en contrario, ya que –reiteramos- que un automóvil
detenido o estacionado en forma antirreglamentaria o en lugar prohibido o
inadecuado de la vía pública puede ser más peligroso aún)25.
• Conducir con carnet vencido o sin él (presunción de impericia conductiva) = sujeto
responsable (ya que es una falta administrativa que no tiene relación causal con el
accidente)26.
• Falta de contacto material entre los vehículos = inexistencia de relación causal
(rechazo de la demanda)27.
Artemio p.s.a. de Homicidio Culposo, etc. - Recurso de Casación”, 04/09/00). Idem Cám. Especial Civ. y
Com., Capital, sala VI, 26/05/83, “De Piano, Mariano c. Romero, Miguel A. y otro”, ED 105-379 (37.083),
año 1984; CS, S. 502. XXXVII, “Sanes Morosoles, Carlos c. Stobaver, Alfredo y otro”, 25/02/03, T. 326, P.
297 (Disidencia de los Dres. Eduardo Moliné O'Connor, Augusto César Belluscio, Guillermo A. F. López y
Adolfo Roberto Vázquez); CNEspecial Civ. y Com., sala III, 09/06/81, “Gagliardi, Daniel A. c. Chamorro,
Félix A. y/u otros”; CNEspecial Civ. y Com., sala III, 27/06/80, “Borda, Patricio M. c. Pomilio, Gustavo y
otro”.
24
CCiv. Com. y Lab. Rafaela-Santa Fe, 27/05/94, “Reisenauer c. Orellado”, JA 1994-III, Índice V°
“Daños y perj.”, pág. 83, sum. 188; CNCiv., sala A, 13/09/01, “L., A. R. c. Transportes Villa Ballester S.A.”,
LL 2002-B-459; CNCiv., sala L, 25/04/96, “Artaza c. Trasente”, JA 1998-IV, Índice V° “Daños y perj.”,
pág. 127, sum. 105; CNCiv., sala K, 23/03/99, “Otorguez c. Pereira Blanco”, LL 2000-A-618, Jur. Agrup.
14.780; SCBA, Ac. 55.933, 15/11/94, “Reynoso, Eduardo R. c. Celotto, Ángel R. y Empresa General San
Martín s. daños y perjuicios”, A. y S. 1994-376.
25
Sobre el particular aconsejamos ver la jurisprudencia recopilada, seleccionada y comentada al
respecto en la voz Vehículo detenido, en PIROTA, Martín D., Compendio jurisprudencial sobre
accidentes…, op. cit., págs. 701/717.
26
Así viene resolviendo la magistratura que: “la falta de la licencia habilitante para conducir debe ser
apreciada, en función de las circunstancias del caso y considerando si tal infracción se configura respecto a
una persona que reunía las condiciones exigidas por la reglamentación o por quien carecía de ellas. También
debe distinguirse, en orden a la relevancia, que tal infracción tiene en la determinación de la responsabilidad,
entre la ausencia total de registro -o sea, el conductor que nunca gestionó su carnet- y la mera omisión de su
renovación, atribuyendo menor entidad a esta última circunstancia. La ausencia de registro habilitante para
conducir motos no pasa de ser una mera infracción de carácter administrativo, que da lugar a sanciones de
ese tipo de responsabilidad, no es menos cierto que dicha circunstancia no puede ser considerada como un
factor -ni subjetivo ni objetivo- de imputación respecto del accidente, ya que lo que se debe demostrar es la
impericia o desconocimiento total del conductor en el manejo de dicho vehículo”. (Cám. Apel. Civ. y Com.
Córdoba, 29/03/07, “G., J. A. y otro c. T. M. y otro s. ordinario - daños y perjuicios - accidentes de tránsito -
recurso de apelación”, www.microjuris.com – cita: MJ-JU-M-11410-AR | MJJ11410 | MJJ11410. Idem
CNCiv., sala C, 19/04/07, “Stratico, Alfredo c. Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires s. daños y perjuicios
(acc. trán. c/ les. o muerte)”, www.microjuris.com – Sección Jurisprudencia Nacional, cita: MJ-JU-M-
13926-AR | MJJ13926 | MJJ13926)
27
Si bien el contacto material o físico con la cosa presupone la configuración de la relación de
causalidad, y basta con que el afectado demuestre el daño causado y el contacto con aquélla, si ello no se
acredita, no significa que deba descalificarse la pretensión. Así la Suprema Corte de Justicia de Buenos Aires
descalificó sentencias que exigían, como presupuesto de la relación de causalidad, la prueba del contacto
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• Falta de comprobante o ticket de peaje = imposibilidad de reclamar28.
• Falta de boleto de transporte = imposibilidad de reclamar (puede probarse por otros
medios de prueba, por ejemplo: testigos).
• Obligación no prevista en el contrato de concesión celebrado entre el Estado
concedente y el concesionario vial que a la postre ocasiona un siniestro = eximente
de responsabilidad del concesionario29.
• Señalización vial = eximente de responsabilidad de la autoridad con competencia
sobre la vía (Estado, organismo vial descentralizado y/o ente concesionario vial)30.
Y para finalizar me gustaría compartir con Uds. una preocupación que ya tenía en
su tiempo el científico alemán Albert Einstein que decía así: “Lo malo no es sólo que haya
accidentes de tránsito, sino lo poco que sabemos de por qué se producen y lo poco que
hacemos para evitarlos”.
Muchas gracias…
material entre las cosas riesgosas. (Ac. 54.669, 19/12/95, “Barat, Ramón Eduardo c. Transportes Andrade
S.R.L. y otros s. daños y perjuicios”, DJJ 150-209 se trataba del choque de una moto con un colectivo, en el
que no se probó que la motocicleta impactó contra el ómnibus); Ac. 59.283, 15/10/96, “Buiatti de Lemos,
María L. c. Renzi, Norberto y otros s. daños y perjuicios” (en el caso de un choque múltiple); conf.
GALDOS, Jorge M., El riesgo creado…, op. cit., pág. 1365)
28
Todo automovilista por el solo hecho de circular por una carretera concesionada está legal y
procesalmente habilitado para reclamar al concesionario vial el daño sufrido a causa de alguna anomalía en el
corredor concesionado, independientemente de que el siniestro haya tenido lugar antes o después del pago del
peaje.
29
De ninguna manera, ya que es contraria a la expectativa legítima de seguridad reconocida por el art.
42 de la C.N., es decir, el concesionario debe cumplir su cometido teniendo en cuenta la seguridad vial de la
vía concesionada.
30
El deber de información al usuario no puede ser cumplido únicamente a través de un cartel fijo. No
se puede pretender advertir un peligro mediante la sola colocación de una señal de tránsito, sin tratar de
corregirlo –eliminándolo o mitigándolo- (Ej. defectos estructurales o de diseño geométrico y de falta de
reparación, mantenimiento o conservación de la vía, animales sueltos, etc.). No se puede pretender solucionar
o corregir defectos estructurales, de diseño, construcción o mantenimiento de la vía mediante la señalización
vial (claro que es más fácil y barato, pero a costa de la seguridad del usuario); o suplir la obligación de
mantenimiento mediante la señalización preventiva o de emergencia. Esto no es más que una cláusula
encubierta de eximición de responsabilidad que fueron declaradas nulas por la doctrina y la jurisprudencia y
ahora lo hace expresamente el art. 1743 del C.Civ. y Com.
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