Kantus Teoría
Kantus Teoría
Kantus Teoría
mente y ejecutar, al ritmo de las piezas de kantu, una danza el~gante en la cual
el hombre a menudo hace dar vueltas a la mujer. Una parte del 'público prefiere
escuchar la música y, cuando varios conjuntos se hacen presentes, verlos com-
petir. En un verdadero alarde de sus habilidades, los músicos dejan sus pulmones
en las flautas (algunas de las cuales miden alrededor de 70 centímetros) para no
"perder la melodía" y defender la reputación de su pueblo. Coordinado musical
y socialmente por sus dos miembros más ilustres (los guías), el "kantu de
Quiabaya" ensaya antes de cada fiesta para renovar su repertorio y mantener la
calidad de ejecución; en esta ocasión, el grupo de. músicos, por medio de una
ofrenda, se asegura también la protección de la Madre Tierra (Pachamama).
La comunidad de Quiabaya es un pequeño pueblo de treinta casas situado
en las laderas del cerro Akhamani, a 3,100 m. de altura(2). Antes de la con-
quista, su territorio formaba parte del ayllu K'aata, cuya disposición sobre las
laderas de la montaña estaba representada metafóricamente por la configuración
de un cuerpo humano (Quiabaya ocupaba el lugar de la pierna derecha) (Bastien
1979: 102). Todos los habitantes del pueblo son agricultores y poseen algunos
o muchos animales. Los cultivos principales son el trigo y el garbanzo. Las
primeras labores empiezan a fines del mes de agosto y las cosechas se prolongan
a veces hasta fines de julio. Ocasionalmente, algunos pobladores parten por
varias semanas o meses hacia las regiones auríferas del Río Beni y sus afluen-
tes, para regresar en julio, cuando comienzan las principales fiestas de la región.
La tercera parte de los nativos de Quiabaya viven en la capital boliviana o en
alguna otra ciudad, pero cada año, a comienzos de agosto, muchos asisten a la
fiesta de la santa patrona del pueblo, la Virgen de las Nieves. Los que viven en
el pueblo forman una sociedad más bien endógama, donde la diferencia social
no es muy marcada. La autoridad formal está representada por el secretario
general, elegido anualmente por los miembros de la comunidad, pero esta fun-
ción es más un rito de pasaje, como el encargarse de una parte de la organización
de la fiesta principal del pueblo. La institución política principal es más bien la
asamblea comunal (habitualmente semanal, pero en ocasiones ad hoc), que permite
a todos los miembros adultos, hombres y mujeres, expresarse y ponerse de acuerdo
sobre las opciones que se les ofrecen.
La producción de la música kantu es una actividad bastante importante
para los miembros de Quiabaya: no solamente más de la mitad de los días de
fiesta del pueblo son acompañados con este tipo de música, sino que además de
mayo a noviembre la orquesta participa en la fiesta principal de varios pueblos
de los alrededores. Asimismo, es contratada regularmente para tocar en Rosas-
pata (prov. de Huancané, Perú) y alguna vez tocó hasta en Vilque Chico y Cajata
(en la misma provincia peruana); ocasionalmente ha actuado en La Paz, durante
kermesses o en grabaciones sonoras (tres sesiones de grabación entre 1952 y
1967).
Mi investigación etnográfica ha sido realizada principalmente en español,
durante varias temporadas de una duración total de doce semanas (entre setiembre
y noviembre de 1983 y entre junio y agosto de 1984). Una parte de mis notas
Abro un paréntesis para señalar que, según los datos ~e Girault, hace
veinticinco años la orquestación del conjunto y la nomenclatufa de los instru-
mentos eran diferentes: el 17 de julio de 1960, en el conjunto kantu de "Killa-
baya", las tallas (o registros) de las flautas, en número de cuatro, se llamaban
altu mamay, mamay, iskay y chilu o tutu, midiendo el tubo más largo de cada
una 80, 40, 20, y 10 centímetros respectivamente (Girault 1973: 1071). Una
octava separaba pues estos registros de instrumentos tomados de dos en dos y en
orden. Menciono igualmente que, según el guía Joaquín M.(4 ), el kantu apareció
en la época de su padre (años 10 ó 20)(5), y que las siringas que se tocaban
entonces eran llamadas chiriguanas y no tenían los registros wajo malta, wajo
y toyo. Ellas sólo tenían tres registros de octavas. Por su parte, el guía BQ no
da ninguna indicación cronológica: "antes no habían sino dos registros: la sanga
y el alto malta; hoy tenemos además el tojo, el wajo, el wajo malta y el suli".
Parece, entonces, que en las últimas décadas la orquestación del conjunto kantu
se ha complicado, pasando de dos o tres registros de siringas "a la octava", a
cuatro registros, siempre "a la octava", después a seis o aun, como veremos, a
siete registros diferentes, pero separados por quintas o cuartas. Si me fío de tres
transcripciones musicales efectuadas por los d'Harcourt (1959: 112-113) a partir
de tres grabaciones de Girault (y que contradicen el texto de este último (1973)),
el pueblo de Niño Korin, en 1956, ya había introducido el uso de las quintas y
cuartas paralelas. Estos cambios en la orquestación habrían sido acompañados,
por consiguiente, de una modificación radical en la nomenclatura de los instru-
mentos. Notemos que los dos guías han explicado las características de la orques-
tación de antaño con la ayuda de la nomenclatura de hoy.
Para regresar a la organización de la orquesta de hoy, cada músico es el
titular de un puesto, y los veinticinco puestos tienen el nombre de los veinticinco
instrumentos de la tropa. Así, un músico cuyo instrumento es un wajo arka dirá:
"yo toco ... , yo hago ... o yo soy .. . (el) wajo arka". No todos los puestos tienen
las mismas dificultades. Las flautas más largas son las más difíciles de hacer
sonar y se dice que hay que ser especialmente hábil para tocarlas bien. Aquí hay
que diferenciar la capacidad de soplar bien el tubo, es decir sin que se produzcan
armónicos más fuertes que el sonido fundamental, de la capacidad de soplar de
modo tal que surja el sonido del instrumento dentro de la masa sonora ambiental.
Del músico que toca con fuerza excepcional se dice que "hace escuchar a los
demás". No provocar armónicos más fuertes que el sonido fundamental es más
un prerrequisito que una cualidad: e aquel que no lo logra, le falta; mientras que
el músico que "hace escuchar" por la fuerza de los sonidos que emite, destaca(6).
Desde el punto de vista acústico, estas dos acciones están correlacionadas: mientras
más poderoso sea el sonido por la fuerza y densidad del soplar y mientras más
largo sea el tubo, más difícil será no producir armónicos. En la práctica, sólo los
que tocan el toyo y, en menor medida, los que tocan la sanga se ven considera-
blemente afectados por esta dificultad. Ahora, si las siringas son cada vez más
fáciles de tocar a medida que su volumen decrece, se considera que los instru-
mentos más pequeños (el sult) son difíciles de manejar con la precisión requerida
Figura 1
to a to i
ch
to i to a
sa a sa i
sa i sa a
wa a wai
wa i wa a
ama ami
ami ama
wm a wm i
wm i wm a
su a su i
~u i su a
Figura 2
to a to i
to i to a
sa a sa i
sa i ch sa a
wa a wai
wa i wa a
ama ami
ami ama
wm a wm i
wm i wm a
su a su i
su i su a
Cuando el grupo está en la primera posición (fig. 1), cada flautista tiene,
delante o detrás suyo, e igualmente a su derecha o a su izquierda, un flautista
complementario. Por ejemplo, uno de los músicos que toca una sanka arka, ( sa
a), tiene a un metro detrás suyo a un primer flautista complementario que toca
una sanga ira (sa í), y hay un segundo a dos metros de su derecha: (sa i). Pero
cuando la orquesta toma la segunda posición (fig. 2), sa a (para tomar el mismo
ejemplo), no tiene como pareja sino a sa i. Esto explica que sa a y sa i (y no
sa a y sa i) sean considerados como una pareja de flautistas (un par(7)); y lo
mismo sucede para to a y to i, to i y to a, sa i y sa a, wa a y wa i, wa i y wa
a, am a y am i, am i y am a, wm a y wm i, wm i y wm a, su a y su i, su i y
su a. Pero también es el caso de to a y to i e igualmente el de su i y su a: los
dos ejecutantes de toyo de la primera fila y los dos de suli de la última fila están
en efecto doblemente emparejados, porque cuando la orquesta forma un círculo,
ninguno de estos músicos, contrariamente a todos los otros, pierde a su vecino
lateral. A la pregunta "¿quién es tu par?", Francisco Q (que ocupaba el lugar su
i) me respondió, lógicamente: "Germán P (su a) y Pedro Q (su a)", estando
ubicado el primero a su izquierda y el segundo delante de él cuando el conjunto
está en marcha y pasando Pedro Q. a su derecha (para estar más cerca de él que
Germán P) cuando el grupo fonna un círculo. Estos dos toyo, que son también
los dos guías del grupo, y esos dos suli son con mayor motivo parejas, ya que
a menudo son ellos quienes comienzan las piezas musicales, lo cual puede hacer
sólo una pareja. Además, como los otros dos ejecutantes de toyo (to i y to a)
son los dos tras-guías, y con ese título ellos pueden reemplazar a los dos guías,
se considera igualmente que ellos fonnan un par. Por otra parte, aun cuando ellos
no reemplazan a los guías, les toca igualmente estrenar una pieza juntos. Note-
mos que nonnalmente se emparejan dos músicos que soplan con la misma fuerza.
Según Girault, veinticinco afios atrás, los grupos eran menos ordenados:
"Los músicos se colocan como quieren, esto cuando la orquesta está formando
un círculo, y también cuando está colocada en dos filas, como ocurre a menudo
durante la formación en marcha (... ). Sólo se observó la siguiente disciplina:
desde el instante en que los instrumentos se constituyen en pares, el ejecutante
de una siringa ira está en compañía de aquel que toca la siringa arka, siendo de
alguna manera su alter ego" (1973: 54).
de "buena" una pieza de kantu es que el grupo que la produce presente veinti-
cuatro flautistas. Paralelamente, cuando un conjunto es contratado-, se pide usual-
mente que esa misma cantidad de músicos vaya al evento. El número de vein-
ticuatro se ajusta bien a la estructura del conjunto kantu, que lleva doce instru-
mentos diferentes, y aquí la costumbre contractual parece ratificar un principio
estético. Pero en Amarete, cabeza del cantón vecino, el carácter limitante de este
número depende más de consideraciones económicas que de una elección estética,
pues en este pueblo, mientras que los conjuntos de montoneros y las comparsas
pueden incluir treinta o cuarenta flautistas (manipulando, en una proporción
aproximada, flautas dulces de dos registros diferentes), cuando se trata de honrar
un contrato fuera del pueblo, "solamente veinticuatro flautistas seleccionados"
harán el viaje (Delfín 1.). Por último, es posible además que este número sea una
especie de fetiche a partir del cual se habrían creado normas.
Si hay más de treinta músicos, además de aumentar (por pares) el número
de flautas de los registros sanga, wajo, alto malta y wajo malta, se introduce un
par de un nuevo instrumento llamado campanilla, que, a la octava del wajo
malta, se convierte en el instrumento más pequefío de la orquesta. "Un solo par
de campanillas ponemos: es cantante, mas silba. Un instrumento tan pequefío es
difícil de tocar" (Luis T.). Sin embargo, el conjunto no puede sobrepasar los
treinticinco músicos, repartidos como sigue: dos pares de toyo, tres pares de
sangas, tres pares de wajo, tres pares de alto malta, tres pares de wajo malta,
dos pares de suli, un par de campanillas, y un triángulo. No se incluye sino un
par de campanillas y no se aumenta el número de los suli porque estas flautas
tienen "más voz" y "se hacen escuchar más" que las otras. Tampoco se aumenta
el número de los toyos ya que "esto cambia el tono del kantu" y (como veremos
luego) los músicos que ocupan estos puestos tienen funciones musicales y socia-
les particulares que serían probablemente difíciles de reformular para acomodar
dos toyos más.
En la práctica, cuando el grupo es contratado y se presenta en un pueblo,
el número de flautistas es a menudo veinticuatro; si no media un contrato y toca
"voluntariamente", puede tener un número de flautistas un poco diferente, ge-
neralmente en pares. Si no se llega a reunir el número standard de instrumentis-
tas (y para hacerlo pueden aprovechar un poco la disponibilidad de uno o algunos
músicos amigos que no son del pueblo), se "sacrifica" primeramente un par de
sulis, instrumentos más fáciles de percibir y más difíciles de tocar.
Acontece también que poco después de la aparición del kantu en la plaza
de un pueblo, el número de músicos aumenta ligeramente debido a la llegada de
retrasados. Sin embargo, tales irregularidades son menos comunes si el grupo
toca en la capital de la provincia, especialmente porque en el momento en que
hacen su entrada a la plaza principal hay numeroso público que los observa y
esto es de gran importancia para los músicos.
La organización espacial de los instrumentistas reviste una relevancia no
solamente estética y musical, sino además "estratégica". Cuando diferentes grupos
de kantu se presentan en un mismo pueblo, un "encuentro" (choque) es siempre
"Los [ejecutantes de flauta de Pan] que participan, hombres de'}odas las edades,
se reparten en dos grupos de doscientos cincuenta músicos que· tocan la misma
melodía, pero con desfase importante. Bajo la dirección de sus jefes provistos de
banderas blancas, cada grupo trata de rodear corriendo al grupo adversario para
obligarlo a tocar al mismo tiempo que ellos" (Bellenger 1981: 9).
Durante las fiestas, los conjuntos kantu son juzgados infonnalmente por
los espectadores según la calidad de sus interpretaciones (se preocupan sobre
todo por la fuerza sonora y la coordinación de la orquesta), pero además según
la calidad de su repertorio. Por lo tanto, para atraer el favor del público, las
orquestas deben presentar piezas que inviten a bailar y ampliar regularmente su
repertorio(9).
Por consiguiente, en Quiabaya las fiestas son precedidas de una o varias
"prácticas" que sirven para escoger nuevas composiciones, para ensayarlas y
para hacer un pago (chuljatakuy, en quechua) a la Pachamama para que el
acontecimiento esperado se desarrolle sin tropiezos.
Es sorprendente leer en Cachau (1980): " ...los grupos de música tradi-
cional no ensayan jamás antes de una fiesta" (p. 16) o "la música se toca
únicamente en las fiestas ...; los músicos jamás ensayan una pieza entre las fies-
tas: la música vive en ellos" (p. 63). Esto no ocurre en la provincia de Bautista
Saavedra, pero quizás sea así en la vecina provincia de Camacho, que también
forma parte de la muestra de la etnomusicóloga. Si así fuera, estos músicos no
renovarían su repertorio o lo harían, pero sin practicar las piezas en grupo antes
de ejecutarlas en público, lo cual nos parece difícil, por no decir imposible.
En Quiabaya, antes de la mayoría de las fiestas, se organizan por lo
menos dos ensayos. Estos tienen lugar sobre todo en la noche, en el patio de la
casa del contratista, el miembro de la orquesta que ha firmado el contrato del
grupo, quien recibe de la otra parte, el preste, alimentos, bebidas alcohólicas,
coca y cigarrillos que los músicos consumirán durante el ensayo. En los ensayos
no se repiten piezas del repertorio antiguo. La primera reunión permite a los
músicos escoger una o dos piezas nuevas. Para hacer esto, con la ayuda de una
flauta de Pan completa (resultado de la yuxtaposición de las hileras arka e ira),
cada compositor que desea presentar una pieza nueva, la toca delante de los
músicos presentes. Estos, a su tumo, reproducen la melodía en conjunto, soplando
apenas sus flautas, y después se pronuncian sobre sus méritos, calificándola, por
ejemplo, de agradable o, por el contrario, de inapropiada para ser bailada, lo que
acarrea su aceptación o su rechazo(lO). En este último caso, la diplomacia se
pone de manifiesto: Joaquín M. , cuando era joven, presentó una pieza que fue
aceptada y que es ejecutada todavía, pero después se desanimó de presentar otras
ya que siempre le decían que debía cambiar tal o cual parte. La pieza que es
aceptada es repetida varias veces, adquiriendo los músicos gradualmente más
seguridad en la ejecución. Según sea necesario, se efectúan una o dos reuniones
más de este tipo. La última tiene lugar algunos días antes de la fiesta, y después
de la recapitulación de las nuevas piezas del año en curso, se termina siempre
con un ritual: del interior de la casa del anfitrión, el oficiante (yatin) invita a
cada músico, comenzando por los más viejos, a depositar, entre dos tragos de
alcohol, un poco de algunos ingredientes (coca, azúcar, sal, alcohol, flores secas,
confetti, incienso, grasa de llama) sobre una pieza de algodón. La ofrenda así
constituida es colocada y después quemada dentro de la cavidad de un muro de
contención del patio (el cabildo), "para que no nos emborrachemos, para que no
nos peleemos, para que no hayan accidentes (durante la próxima fiesta)" (Luis
T.).
Teóricamente, todos los músicos deben participar en los ensayos, pero se
tolera que algunos no vengan nunca. En el ensayo del 4 de agosto de 1984 (que
se desarrolló desde las 21.30 horas hasta las 2.30 horas), estuvieron presentes
poco más de una docena de músicos. (Ese año muchos músicos estaban todavía
terminando de cosechar el trigo) . Me impresionó el contraste entre el desarrollo
del ensayo musical propiamente dicho, algo descuidado y rutinario, y el de la
ceremonia subsiguiente, caracterizada por su seriedad. El ensayo parecía desti-
nado sobre todo a asegurar la precisión de las dos tropas de siringas nuevas que
luego debían ser ofrecidas a los músicos por dos de los tres mayordomos de la
fiesta del pueblo (los dos mayores)(l 1). La falta de ánimo de los músicos proba-
blemente dependía mucho de la fatiga después de un duro día de cosecha, pero
tal vez también de su sobriedad y de la ausencia de público. Después de la
comida de costumbre y después de varias copas de alcohol, se desarrolló la
ceremonia de pago con calma y atención.
esto ya no es así hoy en día: "Desde hace unos años, cualquier músico del grupo
se ocupa del contrato" (Benedicto Q.). (Sin embargo, hay que conferirle un
sentido restringido a eso de "cualquiera": es difícil imaginar que un joven soltero
pueda ser elegido para cumplir esta tarea.) Uno comprende mejor ahora que un
guía debe no solamente tocar mejor que los otros músicos, sino también tener
un comportamiento y una personalidad adecuados (Benedicto Q.). Por ejemplo,
se dice de Benancio C. (fallecido hace algunos años) que soplaba especialmente
bien y que continuaba tocando aun cuando estaba borracho, pero que él "jamás
llegó a ser un guía porque no tenía la personalidad requerida, no le gustaba
asumir responsabilidades" (Sixto Q.). En Quiabaya no existe jerarquía entre los
dos guías; se pone énfasis aquí en la igualdad de las dos funciones, mientras que
en otra parte la etnografía constata una diferenciación (por ejemplo, Turino 1987:
135, Valencia 1983: 75).
Para cada fiesta, el ciclo de responsabilidades de los guías empieza con
la recepción de una proposición de contrato. Aquel que desea contratar el grupo
pide hablar con un guía(l2) y le ruega aceptar el hacer tocar una tropa (raras
veces una media tropa) de músicos en su pueblo, con ocasión de una fiesta
determinada. De aquí en adelante, otro músico puede tomar el lugar del guía y
llegar a ser contratante. En el contrato se especificará la fecha y la duración de
la participación del conjunto, el número de músicos requerido y el monto de su
remuneración. La mitad del salario (adelanto) es entonces pagada al contratista
de Quiabaya, quien la repartirá entre los miembros de la orquesta durante una
reunión semanal de la comunidad, durante un ensayo o visitando las casas de
quienes hayan estado ausentes. La segunda mitad del salario será entregada al
contratista normalmente el último día de la fiesta. En 1984, este salario era un
poco más alto que el de un jornalero agrícola (alrededor de medio dólar ameri-
cano). En tanto el músico trabaja día y noche, esto puede parecer relativamente
poco, pero también hay que considerar que durante todas las fiestas en las cuales
participa se le ofrece albergue, alimentación, alcohol y coca. Todo campesino
necesita un poco de dinero para procurarse ciertos bienes y este salario es
probablemente de una gran importancia para la mayor parte de ellos, especialmente
para aquellos que no tienen regularmente un excedente de trigo para vender o
intercambiar, pero no tengo datos precisos para poder evaluar mejor la importan-
cia relativa de este aporte económico.
Frecuentemente se discute un futuro contrato al final de una fiesta, una
vez que el próximo preste de la fiesta ha sido escogido (lo cual ocurre general-
mente el penúltimo día de las festividades), pues le es práctico y prudente reser-
var los servicios de una orquesta que le interese. El preste de otro pueblo puede
también aprovechar su visita para proponer al grupo las fechas de la fiesta que
él organiza en su propio pueblo. Por ejemplo, el preste de Rosaspata (Perú)
asistió a la fiesta del 16 de julio en Charazani con la finalidad de contratar, para
una fiesta que se debía desarrollar a fines del mes de agosto, "el grupo que le
pareciera el mejor". Acontece, asimismo, que un preste o su comisionado van a
Quiabaya para negociar y/o firmar un contrato, normalmente con dos o tres
Korin comenzaron una pieza dos veces seguidas. Además, en el disco LP grabado
por este conjunto (1976), que la musicóloga cita en otra parte d~·su discografía,
de las ocho piezas de kantu que contiene, dos comienzan al unísono, una por un
par de las flautas más bajas y cinco por los instrumentos más pequeños. La
misma situación prevalece en Charazani: "Los guías son los que deben comenzar
y terminar las piezas. Las suli también pueden comenzar: si las flautas más
grandes no se acuerdan nada del comienzo, las más pequeñas comienzan" (Isaac
C.). Sin embargo, en Quiabaya, las flautas medianas tienen la posibilidad de
comenzar una pieza: "Los guías saben decir que un par de músicos comience
una pieza que recuerda. El par que recuerda bien una pieza antigua, empieza sin
pedir al guía. Otro par puede igualmente empezar sin preguntarles a los guías".
(Marcelo Q.).
Cuando empiezan una serie de piezas, los músicos frecuentemente for-
man un círculo en el patio de un preste o en la plaza del pueblo. Mirando hacia
el centro del círculo, completan una vez la melodía, sin moverse. Cuando comienza
la primera repetición, todos los músicos, a la orden de un guía, giran sobre ellos
mismos en sentido contrario a las agujas de un reloj, hasta volver a formar un
cfrculo(l4). El círculo de músicos efectúa entonces una marcha giratoria, siempre
en el mismo sentido, hasta que el guía regrese a su punto de partida(15). Siempre
guiados por éste, los músicos repiten los mismos movimientos, pero en sentido
contrario. Después de girar una tercera vez sobre ellos mismos (de nuevo en
sentido contrario a las agujas de un reloj), los músicos del grupo, precedidos por
los guías, a paso lento y regular(l6) se colocan en dos filas paralelas y se
trasladan, por ejemplo, del patio de un preste a la plaza central del pueblo o al
patio de otro preste. Cuando llegan a su destino, las dos filas paralelas se ensan-
chan a partir del centro hasta formar las dos mitades de un círculo, y la serie de
vueltas y movimientos giratorios se efectúa de nuevo en el mismo orden, salvo
que, en el momento de la última vuelta, los músicos, nuevamente frente al
centro, paren de moverse y completen la melodía, por lo menos una vez.
La decisión de terminar una pieza la toma siempre uno de los dos guías.
Algunos segundos antes de la última repetición de la melodía, el guía retira la
flauta de sus labios y levanta la punta inferior hacia afuera: esto significa que la
última nota es atacada. Una vez que las últimas vibraciones sonoras han desa-
parecido, vuelve a colocar el instrumento paralelo a su cuerpo.
A menudo sucede que uno o varios músicos no perciben esta sefial y
soplan algunas notas suplementarias que rápidamente ahogan. Sucede más
raramente que la mayor parte de la orquesta no se da cuenta de la orden de
detenerse, al haber sido el gesto del guía muy discreto. Entonces, los músicos
que han parado de tocar se unen a la mayoría y completan con ellos otra repeti-
ción, que, siendo la última, producirá siempre un final sin equivocaciones.
Una situación intermedia, y más bien graciosa, se presentó en 1984
durante la fiesta de San Juan. Después del gesto del guía, varios músicos
continuaron tocando, y mientras algunos recomenzaban a tocar, los otros, vien-
do que los guías no habían recomenzado, cesaron de hacerlo, pero continuaron
"Los jóvenes debJJtan con una malta, luego tocan wajo y después sanga. Algunos
mueren antes de llegar al puesto siguiente. Sucede que algunos jóvenes entran
con una suli, pero solamente si son hábiles. Cuando otro grupo llega último,
como es la suli la que toca 'e l registro más alto, él debe continuar tocando. Pedro
Q., Fr~isco Q. y Germán P. tocan las flautas suli; ellos son tres capos, todos
son veteranos."
importantes y que hacían perder más el aliento, que "ellos mismo$ se han bajado".
Por lo demás, es probable que algunos de ellos tengan el plater de ceder su
lugar; no he podido verificarlo, pero es esto lo que sugiere la historia de José
Carmen Q., uno de los dos únicos fabricantes de instrumentos y uno de los pocos
compositores activos, antiguamente sanga y hoy malta. José Carmen Q., per-
sonaje muy respetado, no quería agotarse para ganar un ligero prestigio suple-
mentario. Tratándolo de "relegado", Donatiano M. me ha parecido un poco
descontento: ¿cómo pueden ascender los jóvenes si, entre los de más edad,
algunos no aceptan descender? Si Donatiano M. y Pablo T. hoy son tras-guías,
es porque Max C. y Luis T., que ocupaban sus puestos, decidieron descender
a la sanga. Nos dice Pablo T.: "En la Fiesta de Dios, no habían flautas ira donde
los tras-guías; no llegaron puntualmente. Yo había llevado una flauta toyo ira,
pero no fue sino a último momento que tomé el lugar del músico ausente. Ahora
ya tengo puesto ganado". Luis T., el hermano mayor de Pablo T., era quien
ocupaba ese puesto y probablemente había decidido retirarse cediendo a las
presiones de sus compafieros, quienes, sin llegar a pedirle que dejase su lugar a
otro miembro -pedido que en Quiabaya sería socialmente inaceptable-, le repro-
chaban por beber demasiado durante las fiestas: "El bebe mucho, y cuando bebe,
ya no toca más. Se le dijo que bebía tanto que no servía para tocar. Hace un afio
se retiró por propia decisión" (ER). Su retraso no fue quizás más que una ele-
gante renuncia. Es en los siguientes términos que él me explicó por qué no toca
más la flauta toyo: "Hoy eso no me atrae más. Es mucho sufrimiento; te dicen:
tú bebes mucho, no te llevas bien con la gente". El caso de Donatiano M. es
parecido: él se convirtió en tras-guía después de que Max C. decidió obtener un
rol más fácil, pasando de la toyo a la sanga. "La flauta toyo cansa mucho" me
dijo MC y ER lo confirmó: "MC tocaba la "toyo", que exige más fuerza, más
aire que los otros instrumentos. El quería tocar un instrumento más pequeño y
hace un afio que cambió. DM lo reemplazó" (ER). Pero PT ofrece otra explica-
ción: "A menudo él se ausentaba para ir a La Paz pues es médico naturista".
Puede que se le haya hecho comprender la incompatibilidad de las dos funciones
antes de que se decidiera a cambiar de puesto.
Se debe notar que a través de todos estos cambios, el músico conserva
siempre el mismo tipo de instrumento: uno toca una flauta arka o una flauta ira
toda su vida. Sólo conozco una excepción: una vez en el puesto de toyo ira, DM
pasó al de toyo arka, formando así una pareja con su padre, de lo cual estaba
muy orgulloso.
En resumen, se observa que la organización musical de la orquesta kantu
responde a reglas claramente formuladas, pero que en los hechos la estructura del
poder no es tan rígida como lo sugiere la estructura de autoridad: no se respetan
siempre estas reglas. La autoridad de los guías incluso se ha debilitado for-
malmente desde hace unos años. Lo mismo pasa en Charazani: "Un viejo, fa-
llecido hace diez afios, me dijo que antes un solo miembro impartía las órdenes,
la ocasión poco importaba, y que hoy en día todo el mundo da órdenes, que no
hay más disciplina" (Isaac C.). Sin embargo, los dos guías de Quiabaya no
parecen preocuparse por lo que ellos llaman una democratización del conjunto.
En este pueblo, me parece, se insiste más en la capacidad musical de los miem-
bros de la orquesta y en el buen funcionamiento musical de ésta que en la rigidez
de la repartición de responsabilidades extra-musicales. El prestigio que adquieren
los músicos que tocan las flautas más largas es, por consiguiente, un prestigio
que se deriva más de su habilidad como músicos que de su habilidad social para
ejercer su autoridad.
André Langevln
Unlverslté Laval
Cité Unlversltalre
Québec, P.O.
GlK 7P4
Canadá
\
~-
NOTAS
(1) "En Sud América, estudios analíticos revelan que frecuentemente hay melodías conforma-
das de motivos cortos donde predomina la tendencia descendente, melodías que ·consisten en
la repetición, con ligeras variantes, de un motivo simple y corto ... " (Behague 1982:8). En la
música kantu, se escucha la repetición, sin variaciones, de una melodía en la que una de cada
tres frases, compuesta de dos o tres motivos, se repite siempre dos veces (ver las trans-
cripciones de Sato (1982) y el artículo de Baumann (1985).
(2) En los mapas proporcionados por Bastien (1978: 44 y 59; 1979), Quiabaya está mal situada,
debiendo estar en el lugar de Chupuipo, Este último pueblo, al igual que Jatichulaya y Silij,
también deben ser cambiados, de acuerdo al mapa de Schoop (1984:50).
(3) Ciertos instrumentos tienen una segunda hilera de tubos, unida a la primera, pero que no se
soplan nunca directamente.
(4) Todos mis informantes son identificados por su nombre y la inicial de su apellido.
(5) Un vecino de Charazani, Gines P., dice que puede documentar que el kantu apareció a
comienzos de siglo. Otro vecino pretende que el kantu ha tomado su forma actual en 1925,
después de que un preste de Charazani reunió a las orquestas presentes para pedirles que
cambien el ritmo saltarín del /ocokantu por el ritmo de marcha que conocemos en la actua-
lidad. En 1987, pude oír en Charazani la música de un conjunto que venía de la puna del
cantón de Amarete, cuyos músicos pretendían ejecutar la forma más antigua de kantu, con
un ritmo que efectivamente daba la impresión de saltitos, impresión redoblada por el hecho
de que los músicos mismos caminaban dando una especie de salto.
(6) Como dos músicos que soplan con la misma fuerza están apareados, de hecho es una pareja
de músicos la que destaca.
(7) Y un músico llama a su compañero: "mi par".
(8) Ritmo tiene aquí el sentido de "composición" o "pieza".
(9) En Quiabaya se considera que se debe producir una o dos nuevas piezas de kantu cada vez
que se honre un nuevo contrato. También se acepta el revivir una pieza antigua.
(10) De la misma manera, en Amarete, los músicos no se pronuncian sobre una pieza antes de
haberla tocado por completo. Si es necesaria una selección, la pieza o las piezas considera-
das las mejores por la mayoría serán las aceptadas.
(11) Son el mayor de aquí (aquí se refiere a Quiabaya) y el mayor del pueblo (el pueblo se refiere
a Charazani). El mayor de aquí se ha autodesignado en Quiabaya, en tanto que el mayor del
pueblo ha sido designado públicamente por las autoridades de Charazani puesto que él es el
responsable de la llegada del grupo kantu a Charazani, el 6 de agosto. Los cinco días de
fiesta en honor de la patrona de Quiabaya (la Virgen de las Nieves) que siguen son tomados
a su cargo por el mayor de aquí (dos días), el preste (dos días) y el mayor del pueblo (un
día).
(12) Si el interesado se dirige a otro músico, éste lo enviará a ver a un guía, diciéndole: "Yo toco
no más" (Luis T.).
(13) Este primer día está siempre precedido de una víspera, que comienza hacia el fin del día.
(Desde el siglo XII al XVI, la víspera significaba: "el hecho de velar durante la noche que
precede a una fiesta religiosa" (Robert 1984: 2069))
(14) "Después de una señal dada por los guías, todos rotan 90 grados a la izquierda para quedar
unos detrás de otros. El círculo comienza un movimiento en contra de las agujas del reloj",
nos dice Baumann (1985:161). El autor, aquí, describe en función de su punto de vista, al
interior del círculo para grabar la música.
(15) Baumann subraya que los músicos cambian de dirección "mayormente después de la repeti-
ción de la frase C"; es decir, después de que la parte central (melódica) del kantu ha sido
completada. En Quiabaya, efectivamente, a veces sucede así, puede ser que por coincidencia,
pero el criterio para la decisión del guía es sobre todo de carácter espacial.
(16) Es importante moverse juntos y con calma. En Amarete, Delfín I. ve en el rompimiento de
esta regla una causa posible de errores: "cuando caminamos, hay que moverse por igual; uno
no puede moverse como quiere; eso nos puede hacer equivocar".
(17) Se emplea a veces guiador (pl. guiadores) en vez de gufa. En Niño Korin se emplea también
el término, pero pronunciado en quechua (que no conoce el sonido "g"): ü/ador (FP).
(18) Prácticamente todos mis informantes se acuerdan de la fiesta con ocasión de la cual pasaron
a formar parte de la orquesta.
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