20 Montserrat Gali Boadella
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Una de las facetas más atractivas de Juan de Palafox la constituye su relación con
el arte. La complejidad y profundidad de su personalidad se revela aquí también,
ya que Palafox no se limitó a ser un comitente de obras, como correspondía a un
personaje de su rango, sino que fue un conocer profundo y refinado, al tanto de las
novedades de su época. Por otra parte desde el principio de su carrera política y
religiosa entendió que el arte no sólo es un mediador entre el hombre y la Divi-
nidad sino que simultáneamente confirma el rango de quien lo promueve y
cumple una función simbólica en el marco de la cosa pública.
A lo largo de las distintas etapas de su vida, a través de sus escritos y en su re-
lación con los artistas que para él trabajaron, podemos reconocer los distintos
niveles y matices de su interés por el arte. En primer lugar están aquellas obras
encargadas en España destinadas a marcar el rango social de la familia y a ensalzar
el linaje, en las que Juan de Palafox se nos muestra como un cortesano. En segundo
lugar, gracias a sus lecturas y a sus viajes, Juan de Palafox se nos aparece como un
dilettante, es decir como un conocedor atento y actualizado del arte y de la estética,
poseedor de grabados, escultura y pintura. Esta faceta, por cierto, será domeñada
por nuestro personaje en la medida en que avance en su ascetismo.
Finalmente, como mecenas episcopal y representante de la monarquía, sus
encargos —regidos siempre por el espíritu de la magnificencia—, son símbolo de
toda una época: por un lado se trataba de utilizar las imágenes y las obras de arte
con fines didácticos, doctrinales y rituales tal y como señalaba el Concilio de Tren-
to y la propia tradición de la Iglesia romana; por el otro dignificar la figura del
obispo, representante de Dios y del Rey; en última instancia, tal y como se expresa
en el Retablo de los Reyes de la catedral de Puebla, sellar la alianza de los dos
poderes mediante una obra que al tiempo que exalta la devoción y la fe, legitima la
autoridad de la monarquía. En el contexto de la Contrarreforma no debemos ol-
vidar la toma de posición de la Iglesia frente a los ataques iconoclastas de los
368 MONTSERRAT GALÍ BOADELLA
Desde que Juan de Palafox fuera nombrado tutor de sus hermanos (1625), se
preocupó por mantener el rango de los Ariza y ello significaba, en un mundo en el
que las señales externas tenían connotaciones muy precisas, dotar a los Ariza de
casa conveniente, con los espacios necesarios a sus ritos sociales y las enseñas
distintivas de su genealogía y rango. Documentación aragonesa de aquellos años
señala que en 1622 y en 1626 Juan de Palafox había contratado obras de arquitectura
y pintura en la región de Calatayud; lamentablemente no hemos podido iden-
tificarlas, en caso de que existan todavía1. Instalado ya en la Corte, en 1638 solicitaba
a su hermano que le remitiera la planta de la casa de los Ariza, pues deseaba
enviarle "un muy platico architecto". Dicha preocupación de Palafox es comentada
por su descendiente Sor Cristina de la Cruz con estas palabras: "comprende don
Juan la autoridad que da una morada señorial a su poseedor"2.
Sor Cristina reporta todavía muchas otras obras encargadas por Juan de Palafox
tanto profanas como para el servicio divino en la capilla de la casa de los Ariza.
Para ello se basa en cartas del propio Palafox enviadas a sus hermanos. Hagamos un
resumen. En primer lugar recomienda que se hermoseen las fachadas, que se
pongan en la torre del homenaje tres balcones y se añada a la casa una galería alta y
baja, "donde estén los señores y señoras de la casa (...) y toda esta perspectiva desde
la torre del alcaide hasta la del homenaje. Estos balcones se pueden mandar hacer
en Calatayud, cada cuatro o seis, hasta que esté del todo adornada esa fachada".
Además piensa hacer "capilla, librería o salón (...) y en la plaza cuadros de jardín y
naranjos alrededor"3.
Para la marquesa quiere un cuarto "cómodo y lucido (...) todo a un maridar y en
un suelo, sin subir y bajar escaleras, de manera que las piezas no sean congojosas y
haya camarines o galerías donde tenga los escritorios (...) no como están ahora, unos
sobre otros, que parece casa de ropavejero"4. Además, siguiendo las modas y
costumbres de la Corte, Juan de Palafox hace a sus hermanos las siguientes reco-
mendaciones:
Una de las cosas que ahí no se usan y serán muy convenientes para el invierno, son el
esterar y alfombrar las piezas. Porque con eso y encerados de alabastro o vidrieras y
sus antepuertas de cordellate, con su galón al canto y sus pinturas, con sus marcos
dorados y el estrado de mi hermana, con los mejores tapices o terciopelos y enta-
pizado el aposento donde ha de dormir el niño y la alcoba donde V. Srías han de
dormir puede reconocer ese cuarto y parecer bien a los ojos del más platico5.
Pero todas estas preocupaciones por la arquitectura exterior e interior de la casa
así como por los detalles decorativos resultan menos importantes que sus encargos
pictóricos, destinados a recrear el linaje de los Ariza. Según sus propias cartas "son
1 Rubio Semper, A., Estudio documental de las artes en la Comunidad de Calatayud durante
el siglo XVII, Calatayud, 1980.
2 De la Cruz de Arteaga, Sor C v Una Mitra sobre dos Mundos, p. 85.
3 Ibidem.
4 Ibidem, p. 86.
5 Ibidem, pp. 86 y 87.
JUAN DE PALAFOX Y EL ARTE 369
quince cuadros grandes, más anchos que largos, con las hazañas de su casa, a los
que pondrán cañas doradas, lo mismo que a los retratos individuales de los señores
de la casa. Procuraremos que los señores que pintan éstos se parezcan a los que
están pintados en los otros". Esta observación indica que intervinieron dos o más
artistas en dichas pinturas. Manifiesta don Juan la duda de si poner la explicación
de estos en latín o romance y, finalmente, da recomendaciones muy pertinentes
acerca del tratamiento que se les debe dar para que se conserven en buenas con-
diciones: "Que los trate muy bien y estén siempre en parte fija, porque en
mudándolos se destruyen, que estén en la sala grande y si quieren poner tapicería
sobre ellos en invierno pongan a éstas unos listones con los que la caída de la
tapicería no embarace a las pinturas que están debajo"6.
Sin embargo, como dice Sor Cristina, los mejores regalos que quiere hacerles son
los relativos al culto y para ello mandará desde Madrid "buenas alhajas" que tiene.
"Para cuaindo comulguen juntos los hermanos tiene un hermosísimo aderezo de
comunión, un pomo grande y una salva dorada y un medio cáliz con su cubierta,
para dar a V. Sa la ablución en comulgando, con dicha caja que se pueda bajar a San
Francisco o a Santa María (...) de manera que no haya señor en España que tenga
más lindas piezas"7.
Aquí se percibe ya al sacerdote más que al noble señor, aun cuando al final
manifieste el orgullo de su casa y desee que sean las más bellas de España. Nuestras
pesquisas en España no han terminado, y esperamos que esta celebración sea el
motivo para tener acceso a la documentación que guardan los descendientes de los
Ariza. Decimos esto porque, por las fechas en que se encargan los mencionados
cuadros, uno de los pintores pudiera ser muy bien Pedro García Ferrer. Quede ahí
la sugerencia.
II.
Con el nombramiento de Juan de Palafox a la mitra de la Puebla de los Angeles
se abre una nueva etapa en la vida de nuestro personaje. Sus relaciones de pa-
trocinio y mecenazgo tendrán otro carácter ya que no se trata de ensalzar su linaje
sino de emprender obras que trascienden lo personal y representan a la Iglesia y a
la Monarquía.
El sentido de su actividad constructiva y fundacional ha sido magistralmente
estudiado por la Dra. Nancy H. Fee en un trabajo titulado "Proyecto de mag-
nificencia trentina: Palafox y el patrocinio de la catedral de la Puebla de los
Angeles"8. En dicho ensayo Nancy H. Fee analiza y explica la actividad de Juan de
Palafox en Puebla, y en especial sus trabajos de conclusión en la catedral, como una
expresión del concepto de magnificencia, fundamento filosófico e ideológico de la
mayoría de los patrocinios señoriales y eclesiásticos durante el Antiguo Régimen.
Palafox, conocedor de las teorías de Aristóteles, quien establece el concepto occi-
la nave mayor sobre las colaterales, y cada una recibe luz de sí misma, con que queda
alta y clara, hermosa y proporcionada13.
En cuanto al Altar mayor, Juan de Palafox escogió una solución a la moderna,
que además respondía al espíritu trentino y a la fórmula propuesta por Carlos
Borromeo:
Háse formado donde había de estar el altar mayor, a la manera que en Granada y
Málaga y otros edificios modernos, un tabernáculo compuesto de doce columnas del
mismo jaspe en el segundo cuerpo ocho y sobre cada pilastra y pilar, en el primero,
doce Vírgenes; en el segundo doce Angeles con las insignias de la Concepción y en el
remate el Arcángel San Gabriel con el Ave María, que todas estas figuras, dándome
Dios vida y desempeñándome han de ser de plata, aunque ahora se harán de madera
por escultor muy acreditado de estas provincias (...)".
Resulta pertinente aclarar que cuando habla de Granada y Málaga se refiere al
emplazamiento y gradas, pero no al estilo mismo del Tabernáculo.
Por lo que atañe al Retablo, el programa iconográfico planeado por Juan de
Palafox, tal y como analizamos en nuestro trabajo ya citado, responde a la voluntad
de convertir a dicha obra en un discurso visual en el que se exaltara la indisoluble
alianza entre la Iglesia y la Monarquía, es decir, la fórmula del Patronato Real. Para
ello, a nuestro entender, la columna salomónica era clave ya que, partiendo de la
tradición de las columnas del templo de Salomón, había pasado a simbolizar el
carácter sagrado de la monarquía. Por otro lado cabe señalar el carácter mo-
dernísimo de dicho tipo de columnas, siendo el sexto ejemplo conocido en el
mundo hispánico.15.
La trascendencia artística del Retablo de los Reyes de la catedral de Puebla es
enorme. Nos interesa resaltar por lo menos dos aspectos: el primero es que con la
construcción de esta obra no sólo se introduce en las Américas la columna salo-
mónica (señal inequívoca de la llegada del barroco) sino que inicia una tradición,
especialmente relacionada con la región de Puebla, de retablos y fachadas de orden
salomónico16. Por otro lado dicha obra se ejecuta en materiales duros —mármoles y
jaspes de Tecali— con lo que se pone de moda en la Nueva España este tipo de
retablo. No cabe duda que el prestigio que alcanzó la Puebla del señor Palafox
contribuyó a la implantación de estas modalidades de retablo.
No podemos analizar aquí en detalle las aportaciones de Pedro García Ferrer al
arte novohispano, aunque ya queda señalada la hipótesis de su participación en la
traza del Retablo de los Reyes. Para resumir brevemente su papel en la pintura
poblana y aun novohispana tenemos que decir que García Ferrer, por su formación
y conocimiento de las distintas escuelas y tendencias del arte peninsular, era el
artista idóneo para llevar a cabo el proyecto artístico de Palafox. Las pinturas del
13 Juan de Palafox y Mendoza, '"Carta el Rey", cit. por Cuevas, op. cit., p. 70.
14 Ibidem, pp. 72 y 73.
15 Respecto de la columna salomónica en el mundo hispánico véase Raya Raya, M. Á.,
El retablo barroco cordobés, Córdoba, Publicaciones del Monte de Piedad y Caja de
Ahorros de Córdoba, 1987. Entre los cinco primeros retablos peninsulares señala dos
que podían conocer muy bien Juan de Palafox y García Ferrer: el del Retablo Mayor
de la iglesia del Buen Suceso de Madrid (1635) y el retablo de Santa Elena de la Seo de
Zaragoza (1637). Además, Galí, M., op. cit., pp. 142-143.
16 Véase Díaz, M., "Retablos salomónicos", Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas,
1972, vol. XII, n° 50-51, UNAM, México.
JUAN DE PALAFOX Y EL ARTE 373
20 Al respecto véase Galí, M., "La Catedral de Puebla, punto de encuentro de la es-
JUAN DE PALAFOX Y EL ARTE 375
Por lo que se refiere a los pintores, hasta que no terminemos con las pesquisas
documentales sobre las fundaciones palafoxianas será difícil cerrar la nómina; no
obstante, podemos afirmar que la ejecución de los colaterales de la capilla de los
Reyes congregó a los más notables pintores activos en Puebla y ello permite tener
una idea del nivel pictórico en la región. Los dos retablos colaterales, ejecutados en
1648, pasaron más tarde a las cabeceras de las naves del Evangelio y Epístola, de
donde fueron desmantelados a raíz de la renovación neoclásica de mediados del
siglo XIX. Nos queda sin embargo un valioso testimonio en los contratos que se
conservan en el Archivo General de Notarías del Estado de Puebla. En ellos se
especifica los pintores que intervienen y los temas que han de pintar. Como dato
interesante señalaremos que en este contrato aparece por primera vez el nombre de
Diego de Borgraf como maestro pintor. Borgraf contaría entonces unos 26 años de
edad y es probable que ésta sea su primera obra importante.
Es sabido que Diego de Borgraf o Burclab, como aparece en varios documentos,
era natural de la diócesis de Amberes y pasó a las Indias como criado de Juan de
Palafox. El "despacho y memoria del paso a las Indias de Juan de Palafox y Mendo-
za", lo registra de esta manera: "como número 37. Diego Burclab, flamenco, natural
de Brabante, diócesis de Amberes, de edad de dieciocho años, la barba hendida,
blanco y abultado de rostro. Concédesele licencia en la Cédula de su Magestad".
(El num. 36 corresponde a Pedro García Ferré r)2.
El carácter de esta ponencia no nos permite analizar con detalle dichos contra-
tos, sin embargo es necesario señalar quiénes fueron los artistas y cuáles los lienzos
encargados, con lo que tendremos una idea del programa iconográfico de dichos
retablos, ideado por Juan de Palafox y desarrollado por García Ferrer.
Los pintores contratantes fueron Pedro de Vergara, Diego Borgraf, Gaspar Con-
rado, Pedro Chacón y Pedro de Venavides (sic), a los que se llama "maestros del
arte de pintar, vecinos de esta ciudad" los cuales
se obligan a hacer los lienzos de pintura para los retablos colaterales, que se han de
poner en la Santa Iglesia Catedral de esta ciudad, que se está acabando, los cuales han
de ser de la medida y tamaño que comprende los dos trazos de dichos colaterales,
cuya obra han dividido para su más breve conclusión entre sí.
El compromiso consta de dos contratos, uno más general y otro en el que se
vuelve a repetir los lienzos que hará cada uno. Por razones de tiempo nos limi-
taremos al segundo porque los títulos de los lienzos están más claros.
El retablo de San José tiene diez lienzos en esta forma: el de arriba La Trinidad de la
Tierra, que éste y la Huida a Egipto, y otros de los pequeños de abajo y otros del Sueño
de San José, los ha de hacer Pedro de Vergara.
El Desposorio de San José, otro en que ha de estar el santo con la vara floreciendo y el
Espíritu Santo encima; otro donde ha de estar San José sentado con el Niño en brazos,
y otro de los pequeños, ha de hacer Diego de Borgraf.
El Tránsito de San José y otro en que ha de estar trabajando el Santo y el Niño con la
Cruz en la mano, ha de pintar Pedro de Benavides. Y si se hubiere de mudar cualquier
lienzo de éstos, o repartirlos a los dichos, sea de elección del Maestrescuela Obrero
Mayor.
cultura. Siglos XVII-XIX", ponencia presentada en el /// Coloquio sobre Historia del Arte
en Puebla, 1999 (en prensa).
21 "Despacho y memoria del paso a las Indias de Juan de Palafox y Mendoza, obispo de
la Puebla de los Angeles, 1640", Archivo General de Indias, Sevilla.
376 MONTSERRAT GALÍ BOADELLA
El retablo de San Miguel, tiene otros diez lienzos, repartidos en esta forma: se ha de
pintar a Abraham, adorando a tres ángeles, que se aparezcan el uno al otro, con un
rótulo abajo: tres viditet unum adoravit; el otro de entrecalle que ha de hacer el Ángel
de la Guarda con su Niño, y el otro de entre calle que ha de ser el ángel de Tobías
con su pez; uno de los pequeños del banco de otro ángel ha de hacer Gaspar
Conrado.
San Miguel precediendo a todos los coros de los ángeles; haciendo diferencia de cada
coro; San Gabriel de la Embajada, un ángel que lleva a Abacuc de un cabello y otros
de los chicos del banco, ha de hacer Pedro Chacón.
La ciudad de Puebla amparándola un ángel, dos ángeles disputando y detrás de cada
uno un pueblo, el uno de hebreos y el otro de persas, ha de hacer Pedro de
Benavides.
Conviene anotar que tanto éste como el anterior contrato establecen que:
Han de entregar los dichos maestros estos lienzos acabados dentro de tres meses, a
contento y satisfacción del Ilustrísimo y Excelentísimo señor Obispo y de Pedro Ferrer
(....)
Por otro lado si hacemos un recuento de los lienzos que ha de realizar cada
maestro nos daremos cuenta de que Diego Borgraf tendría una participación más
discreta que los demás pintores, lo que confirmaría la hipótesis de que apenas
estaba realizando una de sus primeras obras importantes. Está en prensa un trabajo
monográfico sobre Diego de Borgraf cuyos autores son Fernando Rodríguez-Miaja
y Arturo Córdova por lo que resulta temerario volver a repetir datos que ya han
sido superados. Hasta el momento, aparte de las pinturas de los colaterales docu-
mentadas, todos los autores coinciden en que la primera obra fechada de Borgraf
sería "El Señor de la columna" (1652) en San Francisco de Tlaxcala. Sin embargo del
año 1649 es un documento por el cual formó contrato de aprendizaje con tres
menores, lo que confirma que ya era maestro examinado del arte de la pintura.
De los demás pintores poco a poco vamos teniendo obra identificada y algunos
datos biográficos. A Gaspar Conrado, Pérez de Salazar lo supone natural de Pue-
bla. Se 22tienen noticias de él desde 1646 y datos abundantes de principios de los
años 50 . Recientemente se ha encontrado su firma en un importante lienzo con el
tema de la "Adoración del Apóstol Santiago a la Virgen del Pilar" ubicado en la
Parroquia del Sagrario de la catedral de Puebla. Desgraciadamente la fecha está
ilegible, pero la firma, en la base de la columna de la Virgen es irrefutable. Ante-
riormente se había atribuido el cuadro a Diego de Borgraf pero la restauración
efectuada recientemente nos devolvió la firma original. Desde luego tratándose de
la Virgen del Pilar resulta inevitable pensar en un encargo de Juan de Palafox,
aunque no debemos olvidar que en la Parroquia del Sagrario existía una cofradía
de españoles bajo la advocación de la Virgen del Pilar de Zaragoza.
De Pedro Chacón sabemos que era natural de Antequera, de los reinos de
Castilla, ello por un documento relacionado con la dote de su mujer. En 1619
realiza un retablo en Acatzingo para la Cofradía de las Ánimas del purgatorio
22 Otras obras de Gaspar Conrado: Sta Catalina de Sena (entre 1646 y 1652); manufactura
del Sto. Sacramento, en 13 de septiembre de 1650 y 30 de diciembre de 1651 (125 pe-
sos); 23 de julio de 1651, colaterales Convento de Descalzos de Puebla; "Sta. Cruz de
Guatulco", para el convento de El Carmen; según Olivares Iriarte en San Agustín ha-
bía dos lienzos con La Degollación de San Juan Bautista y Martirios de Vírgenes;
finalmente en 23 de julio de 1651, tres retablos para el convento de Santa Bárbara, de
franciscanos descalzos.
JUAN DE PALAFOX Y EL ARTE 377
junto con el dorador José de Cuéllar. En los años de 1620 y 1621 habría recibido a
varios aprendices ante el notario Alonso Corona; el más interesante de ellos
Rodrigo de la Piedra, quien destacará años más tarde como pintor con lienzos de
gran tamaño y muy buena factura. Así pues, todo parece indicar que Chacón sería
más viejo y de una generación anterior a Conrado y Borgraf.
Algo parecido ocurre con Pedro de Benavides, quien en los años 20 también
contrató aprendices (ante el mismo notario Alonso Corona). En los años 40 se regis-
tran nuevos contratos para recibir aprendices, pero no tenemos obra documentada.
El hecho de que en los años 20 Benavides recibiera aprendices indica que, al igual
que Chacón, ya era un maestro examinado. En 1655 Pedro de Benavides se
distinguió por su defensa de la nobleza de la pintura23. Aunque este episodio tuvo
lugar después de la estancia de Juan de Palafox en Puebla, el hecho indica que los
artistas que colaboraron con el obispo Palafox tenían un alto grado de conciencia
acerca del papel relevante de la pintura como arte liberal y no mecánica.
Como en el caso de las obras del Retablo y Tabernáculo, podemos decir que
Juan de Palafox reúne en las obras de la catedral a pintores de varias generaciones,
pero siempre los más destacados de la región. Pero a diferencia de los trabajos de
talla y ensamblaje, en donde la supervisión se deja a Pedro García Ferrer, es inte-
resante notar que el obispo Palafox revisa directamente los trabajos pictóricos,
ideando personalmente el programa iconográfico.
Una de las grandes incógnitas por desvelar en la historia de la pintura en Puebla
es la presencia de Sebastián López de Arteaga en la ciudad en los años 40. Hemos
encontrado dos pruebas documentales de que Juan de Palafox y Mendoza lo
mando llamar y le pagó por unos trabajos relacionados con la capilla y Retablo de
los Reyes21. Los textos, no obstante, no son suficientemente explícitos y todo queda
en una gran noticia sin consecuencias artísticas hasta el momento. En todo caso, si
tomamos en cuenta que Juan de Palafox acababa de regresar de la ciudad de
México, en donde tuvo que residir los dos primeros años, y que Sebastián López de
Arteaga era el pintor más importante del momento en la capital, resulta interesante
esta invitación para que trabajara en Puebla. En cuanto a efectos para la historia del
arte en México vale decir que la noticia de que Sebastián López de Arteaga estuvo
en Puebla por lo menos dos veces, llamado por Juan de Palafox, obliga a matizar
las opiniones que hasta el momento se habían dado respecto de las dos corrientes
del claroscuro en la Nueva España: una zurbaranesca, introducida por Arteaga en
al capital del Virreinato y otra ribaltana implantada por García Ferrer en Puebla.
III.
Retablo de los Reyes de la Catedral de Puebla. Grabado realizado por Juan de Noort,
1652. Destacan en él las columnas salomónicas, signo del carácter
sagrado de las monarquía española
Pedro García Ferrer. Lienzo de la Adoración de los Pastores en el Retablo de los Reyes (1648). Detalle con el retablo
de Juan de Palafox y Mendoza como pastor
Francisco de Gándara. San Luis, rey de Francia (1647-48),
escultura que forma parte del Retablo de los Reyes
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Juan de Palafox y Mendoza. Reglas y ordenandas del Coro desta Santa Yglesia
Cathedral de la Puebla de los Angeles, editada en Puebla, en 1649,
en la imprenta de Juan Blanco de Alcázar.