Informe Coro
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Colomba Costa
Concierto I: Contexto
Asistí al concierto “Homenaje a Francis Poulenc” realizado el día Martes 1 de Octubre a las 19:30
horas en la parroquia “La Anunciación” ubicada en Providencia.
Esta obra fue dirigida por Juan Pablo Villarroel, licenciado de la Universidad de Chile y actual
director del coro sinfónico y de la camerata vocal de la Universidad antes mencionada, quien tuvo
una gran trayectoria en el extranjero, como lo son sus estudios de musicología en la Universidad de
Colonia el año 1991 o sus estudios de dirección coral en Berlín, junto con su participación como
director y cantante en varios coros.
Al llegar a Chile, luego de asumir distintos empleos en el área, asumió el cargo de director del coro
sinfónico y de la camerata vocal de la Universidad de Chile en el año 2011.
“El Coro Sinfónico es impresionante. Son todos cantantes amateur, nadie recibe un peso por
participar, aparte de los funcionarios que son los jefes de cuerda, más los instructores vocales que
son los cantantes que integran la Camerata Vocal.” (Villarroel, 2015) menciona el director en una
entrevista, en donde se evidencia la pasión que siente por el coro y el orgullo y satisfacción de
vivenciar como el esfuerzo y la perseverancia los han llevado tan lejos.
Está agrupacion vocal, fundada el año 2000, está integrada por diez y seis cantantes y se dedican al
área de la música coral a capella.
Francis Poulenc fue un compositor y pianista francés nacido el año 1899 en París y fallecido el año
1963 en la misma ciudad. Su repertorio musical es variado ya que se se desarrolló como artista en
múltiples géneros musicales. Fue también partícipe del grupo de música francés Les six en donde
experimentó con distintas técnicas y estilos que rompían con lo que era la música en ese entonces.
Su madre era pianista, por lo que tuvo una gran influencia en su hijo, fue ella quien le enseñó a tocar
piano, hasta los diez y seis años, en donde recibió clases de reconocidos artistas como Ricardo
Viñes y Charles Koechlin.
En relación a su trayectoria como artista, su primera obra en salir a la luz fue “Rapsodie negrè”
publicada el año 1917, mientras integraba el ejército francés en la Primera Guerra Mundial.
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Más adelante, en el año 1920, sus composiciones junto al grupo Les six, se caracterizaban por ir en
contra de compositores como Vincent D’Indy y del reconocido impresionismo de la epoca que
realizaban variados artistas franceses.
Sin embargo, cerca del año 1936 su música dio un vuelco hacia la fe católica luego de la muerte de
un amigo cercano. Su nueva música coral religiosa fue reconocida por ser más lúgubre y
melancólica.
El concierto al cual asistí tuvo un repertorio variado, al igual que la vida del artista. Se mostraron
creaciones de distintas corrientes musicales, un recorrido por los giros y los cambios en la vida
musical del compositor.
La obra comenzó, en el primer acto, con ocho obras religiosas, en primer lugar cuatro “motets pour
le temp de Noel” en donde se presentaron: “O magnunmisterium”, “Quemvidistis pastores dicite”
“Videntes stellam” y “Hodie Christusnatusest”.
Luego se cantaron 4 “motets pour un temp de penitence”, entre ellas: “Timor et tremor”, “Vinea
mea electa”, “Tenebraefactaesnut” y “Tristises anima mea”.
El segundo acto consistió en diez canciones, denominado “Salve Regina” (Dios te salve, Reina)
siete de ellas pertenecientes a obras profanas y tres de ellas a canciones francesas.
Por un lado se encuentran las siete primeras: “La blanche”, “A peine défigurée”, “Par une
nuitnouvelle”, “Tous les droits”, “Belle et ressemblante”, “Marie” y “Luire”
Finalmente, las tres últimas piezas del concierto fueron: “Margoton va t’al’iau”, “La Belle se
siedaupied delatour” y finalmente “Pilons l’orge”
El concierto fue interpretado por diez y seis cantantes, de izquierda a derecha se posicionan las
cuatro sopranos primero, en donde cantaron: Hanny Briceño, Claudia Pereira, Denise Torre y María
Soledad Mayorga. Luego se encontraban los cuatro contraltos Carolina Acuña, Ana Navarro,
Moisés Mendoza y Fernanda Carter. En tercer lugar los cuatro tenores, Felipe Catalán, Leonardo
Pohl, Isaack Verdugo y Felipe Gutiérrez. Por último, estaban los cuatro bajos, David Gáez, Esteban
Sepúlveda, Arturo Jiménez y Ramiro Maturana, quien se encontraba reemplazando a Felipe Caro.
La segunda pieza, es referida a “La teja que tiene Dios”, aquí comencé a notar como el tercer
hombre, de derecha a izquierda, presenta una gran apertura bucal, lo cual produce una mayor
proyección y volumen de la voz y en consecuencia, una mejoría a nivel estético, le da más
personalidad al corista y hace que éste llame más la atención.
Al igual que el, la cuarta mujer de izquierda a derecha realiza lo mismo, pero de manera más
enfática, aumenta considerablemente su expresión facial, la cual destaca dentro de sus compañeras.
Ella genera una óptima proyección de la voz lo que permite una mejor modulación y finalmente un
mensaje claro.
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Por el contrario, hay un hombre que hace un movimiento de mandíbula bastante leve, lo que causa
en mí una noción de falta de ánimo, pasión y fuerza, que crea un gran contraste en relación a la
energía que presenta el resto del coro.
Mi foco de distracción se encuentra en dos hombres que están situados uno al lado del otro en el
extremo derecho. En primer lugar, el que está más a la izquierda, demuestra poco profesionalismo
debido a su mala postura corporal: no está con su espalda derecha ni sus brazos a los lados, pues
sostiene la partitura con sus manos. Técnicamente, la mala postura corporal bloquea el paso del aire
al cantar y puede tensionar ciertos focos de la caja torácica y la tráquea, y, junto con la partitura en
mano, distrae bastante al espectador. En segundo lugar, el último hombre de la fila, también tiene
una mala postura corporal, ya que su cuello se encuentra en diagonal, pues revisa muchísimo la
partitura y su mentón pasa la mayor parte del tiempo tocando su cuello: esto no deja ver la
expresión facial, pues uno se concentra (desconcentra) en su movimiento continuo de cabeza,
transmitiendo a su vez una desconexión con el público por la falta de contacto visual.
La tercera pieza, llamada “Que Dios escuche mis plegarias” entró en escena en primer lugar los
contraltos junto con los tenores y los bajos. Al comienzo se produce un cambio en la melodía de la
canción, ya que la altura cambia, parten en notas graves y luego, al entrar las sopranos las notas
comienzan a ser cada vez más agudas. Comienza a haber cada vez mayor complejidad armónica y el
empaste de las distintas cuerdas funciona de manera óptima.
Luego, se produce un cambio repentino en la canción, en donde las voces comienzan a hacer un
intercambio seguido entre las cuerdas: las soprano y luego los contraltos junto a los tenores y bajos,
diálogo que se repitió varias veces. La intensidad sonora cambiaba junto con el cambio de cuerdas,
lo que causaba en mí un estado de alerta mayor, ya que le prestaba detenida atención a los cambios
que podrían suceder, fue una pieza con una intención más explosiva.
En la cuarta pieza, se hace referencia al momento previo en que Jesús es apresado. Está pieza me
llamó la atencion debido a la agógica que se es utilizada. Comenzaron de manera pausada, con un
ataque vocal blando y luego se modificó la velocidad, acelerándose por un periodo corto de tiempo
para luego volver a una pulsación rítmica más lenta. Esto generó grandes matices dinámicos a lo
largo de la pieza y al finalizar se terminó de manera más pausada y continua, a diferencia de los
cambios agógicos anteriores. En mi parecer, el final de la canción fue una especie de liberación,
debido a que se le dio un final tranquilo a una pieza que fue todo lo contrario.
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En la pieza número cinco del primer acto, se hace referencia al gran misterio del nacimiento de
Jesús, en esta pieza comienzan los tenores y los bajos, luego entran en escena los contraltos y
finalmente las sopranos. Me llamó mucho la atención la manera en la que comenzó, ya que fue un
ataque vocal de tipo soplando, inició de manera repentina pero a la vez melodiosa y al momento en
que atacaron suavemente los contraltos, originaron un empaste grato.
En la pieza número seis, se actuó de manera similar a la anterior, a diferencia que en esta
comenzaron los contraltos y luego comenzaron a aparecer el resto de las cuerdas.
A diferencia del acto cinco, el final me gustó más ya que los tenores terminaron de golpe con una
nota aguda, lo que rompió con el esquema de la canción y provocó en mí una especie de
incertidumbre e intriga, ya que no sabía si la pieza había finalizado o iban a seguir, lo note también
con los aplausos del público, los cuales fueron un poco más retrasados que en las últimas piezas.
La pieza número siete es llamada “la estrella que viene de los magos”. En esta inician las sopranos,
con una altura bastante aguda y luego los tenores y los bajos, con un ataque vocal blando en donde
prima la suavidad. La dinámica se generaba más con la aparición de los tenores, en donde se altera
la intensidad del sonido ya que las voces más graves contrastaban con las voces más agudas, en
donde se destacaba su gran empaste y la mixtura de los tenores, que les permite subir, mezclando su
voz de pecho con un falsete masculino sin desafinar.
La pieza número ocho, se llama “Hoy a nacido cristo”, presenta un carácter activo desde el primer
momento, ya que comenzaron todos de manera inmediata haciendo un ataque vocal brusco, con un
cambio agógico bastante acelerado, luego, cantan el coro que dice: “Aleluya, aleluya” y luego el
“Aleluya” final lo cantan todos, este fue mi final favorito, debido a que las cuatro cuerdas en
conjunto tenían un empaste óptimo y armónico, a mi parecer, fue uno de los finales más agudos que
los tenores y bajos tuvieron que realizar, sin embargo su mixtura benefició la totalidad de la pieza de
manera considerable.
La última pieza, se llama “padre misericordioso”, esta pieza es más pausada y posee un pulso más
débil, la velocidad comenzó a desacelerarse hasta un punto y seguidamente se introdujeron a la
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pieza las sopranos. Para finalmente terminar la pieza de manera calmada, con una pulsación
desacelerada. Se retiraron en orden los intérpretes y el director dio inicio al entretiempo.
Luego de 15 minutos aproximadamente, volvieron los y las cantantes a ubicarse en las mismas
posiciones para dar inicio al segundo acto.
Desde que el director habló nuevamente, lo comencé a escuchar mejor, aumentó su tono de voz a lo
largo de toda la segunda función, lo que me ayudó a escuchar de manera más fácil y tener una mejor
comprensión de la totalidad de la pieza y del acto en su completitud.
La primera pieza de este acto se llama “la blanca nieve”, previo al inicio el director habló sobre lo
que trataba la canción “Si uno se imagina a los ángeles en el cielo se preguntaran porque cae
nieve?”
En esta canción iniciaron todos juntos y luego cantó una de las contraltos de manera solitaria, esta
instancia me llamó mucho la atención ya que en todo el concierto no había tenido la oportunidad de
escuchar una voz femenina de manera tan detenida. Le preste atención a su postura, la cual cumplia
con todo lo que nos han enseñado en clases, el mentón en diagonal, los brazos a los lados y los
hombros levemente inclinados hacia atrás, esto, sumado a la apertura de su boca, la cual produce
una menor saturación en la voz y en consecuencia un sonido más parejo y armónico, a la vez que,
proyectando su voz hacia arriba, su frente hacía de parlante, generando que el sonido no pierda una
energía de disipación importante.
La segunda pieza hace alusión a un hombre que en su cama se acuerda del tiempo con su
enamorada, le da tristeza y se resigna.
La canción, en el primer instante muestra su carácter melancólico, inician las cuatro cuerdas al
mismo tiempo, con un ritmo más lento, presente en un ataque vocal más blando, el cual se mantiene
durante toda la pieza, lo que, en adición a la altura grave de sus notas, crea una melodía bastante
pareja, lo que en mí provocó nostalgia y una cierta pena al entender el mensaje que el artista quería
evocar en su audiencia.
La tercera pieza trata sobre la renovación del amor de la mujer que siempre ha estado a su lado, en
esta canción inician los tenores y bajos que rápidamente cambian de pulso rítmico a uno muy
acelerado, parecen gritos muy apresurados, los cuales se cortan tajantemente, con pausas agógicas
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de corta duración para seguir con la próxima nota, como una articulación de tipo staccato, lo que
genera intriga en el espectador. Momentos previos antes de escuchar esta pieza había comenzado a
sentir algo de cansancio, sin embargo esta canción me sorprendió y me puso en estado de alerta, lo
que evoco en mi un nuevo y mayor interés por la obra.
Seguidamente, aparece una voz femenina interpretada por una soprano, mientras los tenores y bajos
siguen con la misma melodía, se produce un contraste entre una voz acelerada y otra más pausada.
Al llegar a la pieza número cuatro, llamada “Bella y parecida” baja el estado de alerta, fue una de
las piezas que menos interés provocó en mí debido a su baja intensidad y dinamismo, por lo que
guarde especial atención en los movimientos de las sopranos y contraltos, quienes tuvieron una
especial participación, me percate de quienes eran las mujeres que abrían su boca de manera más
enérgica y quienes no y en cómo la forma de sus labios y paladar bloquean o facilitan el paso del
sonido.
El acto cinco relata la situación de cómo una niña se sienta al pie del balcón y el hombre está a
punto de ser ejecutado. Al momento en que el director explicó la cancion, me imaginé que podría
ser bastante intensa y llena de dinamismo debido a la tensión e impotencia que podría ser vivida en
un momento como ese. Sin embargo, cuando comenzaron las sopranos y luego los tenores, lo
hicieron de una manera bastante suave con un ataque vocal blando, con notas largas por ambas
partes, con una articulación de tipo legato, sin cambiar la intensidad. Esta calma caracterizó a la
canción en su completitud.
En este momento del coro, las piezas seis y siete presentan gran dinamismo, sin embargo destacó la
primera de ellas debido a la velocidad y los staccatos producidos en el canto. En ambas, los
contraltos y las sopranos se retiraron de la parte delantera del escenario y se posicionaron en las
gradas que estaban ubicadas al fondo, dos gradas a los lados, en donde se separaron los contraltos
por un lado y las sopranos por otro.
Quedaron los tenores y los bajos, en la pieza número seis, a pesar de que ambas cuerdas
comenzaron al mismo tiempo cantaban versos distintos. Sin embargo, tenían en común el cambio en
la velocidad a la hora de cantar, y un pulso rítmico más acelerado, con una articulación de tipo
staccato muy marcada a medida que aumentaban el rango en algunas notas, con una tesitura que se
oía de manera óptima.
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Como penúltima pieza, se encuentra la número ocho, en la cual el director destaca su estribillo: “a
moler la cebada por aquí, por allá, tirenme por aquí, por allá”
En este momento se incorporan las soprano y los contraltos, de manera ordenada y rápida, parte de
inmediato, luego de posicionarse, el director Villarroel nombrando la pieza y luego inician el canto,
con una velocidad acelerada y con notas de una altura aguda, en seguida cantan solas las sopranos,
quienes, a mi parecer, destacan más en esta pieza, ya que son las que marcan la diferencia entre
notas muy bajas y otras muy altas. Al finalizar, se genera un gran suspenso debido a que la nota
terminó en seco, con gran altura (aguda) y de golpe, sin embargo, al igual que en una pieza
interpretada en el primer acto, debido al dinamismo presente no se sabe si se termino la pieza o si
seguirán, inesperadamente, con más.
Como pieza número nueve y final del acto y de la muestra completa, el artista quiso contar una
historia. Comienza cantando Maria Soledad Mayorga, quien es soprano, con un ataque vocal
soplando. Esta canción es algo diferente en relación al resto, ya que funciona como un diálogo entre
las distintas cuerdas, lo que produce cierta tensión en el escenario y que provocó en mi un aumento
de atención.
Como mencioné anteriormente, comienzan las sopranos, seguidamente responden los contraltos,
luego las sopranos una vez más, y así consecutivamente.
Para finalizar, cabe mencionar que la camerata vocal, en mi parecer, se destaca debido a la manera
en la que han llegado, a través de su perseverancia, a donde están. Quedé impresionada debido al
dinamismo que se generaba en las piezas y la manera en que, al ver todo lo enseñado previamente
en clases ser aplicado en un concierto de intérpretes con una trayectoria musical amplia, se entiende
mejor el porqué de las cosas que pasan en un coro. Tuve la oportunidad de apreciar lo importante
que es la conexión del público con los intérpretes y de estos con el director y de lo esencial que es la
postura, la concentración y la energía que ellos le entregan al espectador.
A pesar de las fallas, o incomodidades que uno pueda sentir o percibir, logré disfrutar bastante el
concierto y valorar el trabajo de los intérpretes y del director de la camerata vocal.
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Bibliografía: