5 Bis. INDH Reapertura de La Investigación

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C.A. de Copiapó.

Copiapó, treinta de septiembre de dos mil veinte.

VISTOS:

En audiencia de 8 de septiembre del año en curso la Jueza Subrogante de


Garantía de Copiapó, doña Daniela Pérez Vivallo, no hizo lugar a la petición
realizada por el querellante Instituto Nacional de Derechos Humanos de ordenar la
reapertura de la investigación y, por contrapartida, tuvo presente la decisión del
Ministerio Público de no perseverar en el procedimiento.

El querellante Instituto Nacional de Derechos Humanos dedujo recurso de


apelación en contra de la resolución antes referida, solicitando concretamente que
ésta sea revocada, resolviéndose en su lugar que no se tenga presente la
comunicación hecha por el Ministerio Público de su decisión de no perseverar y
que se ordene la reapertura de la investigación, por existir diligencias pendientes
que fueron recientemente decretadas por el ente persecutor.

Con fecha 24 de septiembre pasado tuvo lugar la vista del recurso,


oyéndose alegatos del abogado don Jorge Puelles Godoy en representación del
querellante Instituto Nacional de Derechos Humanos, quien instó por la revocación
de la sentencia en alzada; y del abogado asesor del Ministerio Público, don Javier
Castro Jofré, que solicitó su confirmación. Terminado el debate, la causa quedó en
estado de acuerdo, citándose en definitiva a la audiencia del día de hoy para dar a
conocer la decisión.

Y TENIENDO PRESENTE:
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1°) La causa tiene su origen en querella deducida con fecha 26 de marzo de


2020 por el Instituto Nacional de Derechos Humanos, en uso de la prerrogativa
legal prevista en el artículo 3 N° 5 de la Ley 20.405 y en consonancia con su
mandato general contenido en el inciso primero del artículo 2 de la citada ley
consistente en la promoción y protección de los derechos humanos de las
personas que habiten en el territorio de Chile, lo cual es concordante además con
lo establecido en el inciso final del artículo 111 del Código Procesal Penal que
establece que los órganos y servicios públicos sólo podrán interponer querella
cuando sus respectivas leyes orgánicas les otorguen expresamente las potestades
correspondientes.

En cuanto a esta querella, es útil traer a colación que ésta se funda en un


supuesto delito de violencia innecesaria con resultado de lesiones graves del
artículo 330 N° 2 del Código de Justicia Militar, por hechos ocurridos el día 11 de
marzo de 2020, aproximadamente a las 00:10 horas, consistentes, en síntesis, en
el impacto sufrido por un adolescente de 15 años de edad, de una munición de
gas lacrimógeno lanzada por un funcionario de Carabineros en servicio, mediante
la respectiva arma percutora. Al efecto, indica que el adolescente se encontraba
en compañía de su familia observando un enfrentamiento entre manifestantes y
Fuerzas Especiales de Carabineros en el sector de La Puntilla, Población La
Colina, de esta comuna y ciudad de Copiapó, cuando de pronto se ve situado en
medio de los desórdenes, instante en que un funcionario policial percuta el
proyectil de forma horizontal, frontal y a corta distancia, siendo impactado el
adolescente en la parte posterior de su cráneo, lo que le provocó que perdiera el
conocimiento y se golpeara el rostro al caer. Agrega que la víctima no fue
socorrida por Carabineros -ni tampoco detenida-, siendo auxiliada por un vecino
del lugar que le prestó refugio y luego fue trasladada por familiares hasta el
Hospital Regional, donde fue asistida y cuyo dato de atención de urgencia da
cuenta de lo siguiente: “SE REVISA ESTUDIO DE TAC DE CRÁNEO
EVIDENCIÁNDOSE FRACTURA LINEAL OCCIPITAL IZQUIERDA. OTRA
FRACTURA ÓRBITA DER. EDEMA HEMISFERIO IZQUIERDO, Y HEMATOMA
LAMINAR SUBDURAL FRONTO PARIETAL IZQUIERDO” (sic). Por último,
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menciona que a raíz de todo ello, el adolescente quedó internado en la UTI del
Hospital, con diagnóstico grave, estable y fuera de riesgo vital, para vigilancia
monitorizada y evaluación del progreso de las heridas.

Es del caso mencionar además que dicha querella fue declarada admisible
por el Juzgado de Garantía de Copiapó mediante resolución de 27 de marzo de
2020. En dicho momento, el tribunal a quo ordenó remitir los antecedentes a la
Fiscalía Local de Copiapó, junto con las diligencias investigativas propuestas por
el Instituto, desarrollándose desde entonces una indagatoria desformalizada por
parte del órgano persecutor y sin imputados conocidos.

2°) En dicho contexto, el Ministerio Público con fecha 3 de julio de 2020


presentó un escrito ante el Juzgado de Garantía de Copiapó comunicando su
decisión de no perseverar en el procedimiento, lo que motivó que el tribunal citara
a los intervinientes a la audiencia de rigor que se celebró el pasado 8 de
septiembre.

En ésta, en primer término, el ente persecutor comunicó formalmente la


decisión antes señalada, indicando que habiéndose desarrollado la
correspondiente indagatoria, no fue posible reunir antecedentes que permitan
fundar la imputación de algún hecho ilícito. Al efecto, expresa en lo fundamental
que en la carpeta investigativa consta un informe elaborado por la Policía de
Investigaciones de Chile que establece que la munición fue percutada a una
distancia aproximada de 45 metros, cuestión que desacreditaría la eventual
comisión del delito invocado por el querellante.

Por su parte, el Instituto Nacional de Derechos Humanos se opuso a la


decisión del Ministerio Público de no perseverar en el procedimiento, solicitando
concretamente que, conforme a lo dispuesto en el artículo 257 del Código
Procesal Penal, se ordene la reapertura de la investigación para el desarrollo de
diversas diligencias investigativas que fueron recientemente ordenadas por el
propio ente persecutor.

En este sentido, señaló un cúmulo de diligencias que han sido requeridas


por el Instituto, tanto en la querella que dio origen a la causa, como también de
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manera directa ante la Fiscalía. Luego detalla que con fecha 27 de agosto del año
en curso solicitó al Ministerio Público que despache una orden para esclarecer
específicamente los siguientes puntos: (1) el ángulo de disparo y la distancia; (2)
la identidad de los “tiradores” o funcionarios autorizados para el uso de las
carabinas lanza gases; (3) el listado de funcionarios que contando con
autorización para portar este tipo de armamento, se encontraban prestando
funciones el día en que ocurrieron los hechos descritos en la querella; y (4) el
profesional de Carabineros de Chile a cargo del procedimiento el día en que
ocurrieron los hechos.

Asimismo, luego refiere que tal solicitud fue reiterada por el Instituto con
fecha 1 de septiembre de 2020, lo cual llevó a que el ente persecutor finalmente
accediera a lo peticionado, dirigiendo una orden de investigar en dicho sentido a la
DIPOLCAR, mediante oficio de 7 de septiembre de 2020.

A partir de lo anterior, aduce que la actitud del Ministerio Público de


mantener su decisión en la audiencia de no perseverar en el procedimiento es
contradictoria con lo resuelto por el mismo órgano, tan solo un día antes. Así,
sostiene que el ente persecutor cerró la investigación sin haber practicado las
diligencias necesarias para la averiguación del hecho punible y sus autores,
infringiendo así tanto el artículo 248 del Código Procesal Penal, como los
derechos que la legislación confiere al Instituto en su calidad de querellante, pues
al no existir formalización de la investigación respecto de un imputado conocido, la
actuación del Ministerio Público lo priva de ejercer la atribución del artículo 258 del
citado código, sobre el denominado forzamiento de la acusación.

3°) La resolución recurrida, al rechazar lo peticionado por el Instituto y tener


presente la decisión del Ministerio Público de no perseverar en el procedimiento,
hizo suyo los argumentos vertidos por este último, que pueden descomponerse en
tres ideas principales: (1) que la decisión de no perseverar en el procedimiento es
una atribución autónoma del Ministerio Público en cuanto órgano
constitucionalmente encargado de forma exclusiva de la investigación de los
delitos y del ejercicio de la acción penal pública; (2) que no es posible ordenar en
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la especie la reapertura de la investigación, toda vez que para ello sería necesario
estar ante un caso donde exista un imputado conocido, que haya sido formalizado
y respecto de quien haya existido un plazo de investigación; y (3) que en razón de
los dos puntos anteriores, toda disconformidad o petición del querellante respecto
del desarrollo de diligencias investigativas, debe ser planteado directamente ante
el órgano persecutor y a través de las vías administrativas previstas al efecto.
4°) Para la adecuada resolución del presente asunto, resulta útil analizar los
márgenes de control y actuación de los que dispone la Judicatura de Garantía
respecto de las actuaciones del Ministerio Público.

En efecto, la primera norma fundamental que cabe tener presente es el


artículo 76 de la Constitución Política de la República, cuyo inciso primero dispone
que “La facultad de conocer de las causas civiles y criminales, de resolverlas y de
hacer ejecutar lo juzgado, pertenece exclusivamente a los tribunales establecidos
por la ley” a lo que cabe agregar como piedra angular de nuestro sistema de
justicia el denominado principio de inexcusabilidad, consagrado en el texto
constitucional en el inciso tercero del mismo precepto, al establecer que
“Reclamada su intervención en forma legal y en negocios de su competencia, no
podrán excusarse de ejercer su autoridad, ni aun por falta de ley que resuelva la
contienda o asunto sometidos a su decisión”.

En este orden de ideas, resulta prístino para esta Corte que en autos existe
un conflicto de relevancia jurídica entre el Ministerio Público y el querellante
Instituto Nacional de Derechos Humanos que nace de la decisión del primero de
no perseverar en el procedimiento y que afecta la pretensión del segundo de
obtener un esclarecimiento de los hechos y una eventual sanción para el o los
responsables del delito que afirma se ha cometido en la presente causa.

Dicho lo anterior, tal conflicto necesariamente debe ser resuelto con estricto
apego de la normativa prevista en el ordenamiento jurídico. No obstante, previo a
revisar la regulación específica de la decisión de no perseverar, conviene advertir
que es una cuestión central que ha inspirado el proceso penal que rige en nuestro
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país la denominada separación de funciones en la que se ha atribuido al Ministerio


Público en forma exclusiva la dirección de la investigación y el ejercicio de la
acción penal pública.

Sin perjuicio de ello, tal exclusividad no puede llegar a ser entendida como
una ausencia total de control por parte del Juzgado de Garantía, pues ello
importaría una transgresión a su propio deber jurisdiccional orientado a resolver
los conflictos suscitados durante las etapas anteriores al juicio oral y que pudieren
afectar los derechos de los intervinientes. Así, el artículo 14 letra a) del Código
Orgánico de Tribunales es claro en disponer que corresponderá al juez de
garantía “Asegurar los derechos del imputado y demás intervinientes en el
proceso penal, de acuerdo a la ley procesal penal”.

En el punto, es útil advertir que el referido enunciado normativo no habla


simplemente de resolver las peticiones que se presenten ante él, sino que enfatiza
que su función es ante todo asegurar que los distintos intervinientes estén en
condiciones de ejercer adecuadamente sus derechos, conforme a la normativa
procesal aplicable.

En este sentido, la labor del juez de garantía, no es sólo velar por el respeto
irrestricto de los derechos del imputado, en términos que la persecución
desarrollada en su contra cumpla con sus garantías judiciales, ni se agota en un
análisis meramente formal de la ley aplicable a un caso; sino que constituye una
cuestión central en su labor la de velar por que todos los intervinientes del proceso
puedan ejercer sus derechos en un marco de razonabilidad y de un juicio justo.
Así, se ha dicho en este ámbito que el rol del juez de garantía radica en ser “…un
articulador de intereses legítimos, a los que debe estar permanentemente
balanceando, a efectos de evitar que sus decisiones se inclinen sólo en pos de
alguno de ellos, dejando en desprotección o sin consideración al otro” (DUCE,
Mauricio; y RIEGO, Cristián. Proceso Penal. Santiago: Editorial Jurídica de Chile,
2007, página 218).

Por ello, a continuación se analizará la normativa aplicable a la decisión de


no perseverar, así como también los diferentes intereses en juego.
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5°) La decisión de no perseverar en el procedimiento se encuentra


contemplada en el artículo 248 del Código Procesal Penal, como una facultad
autónoma del Ministerio Público, en los siguientes términos:

“Practicadas las diligencias necesarias para la averiguación del hecho


punible y sus autores, cómplices o encubridores, el fiscal declarará cerrada la
investigación y podrá, dentro de los diez días siguientes:

a) Solicitar el sobreseimiento definitivo o temporal de la causa;


b) Formular acusación, cuando estimare que la investigación proporciona
fundamento serio para el enjuiciamiento del imputado contra quien se hubiere
formalizado la misma, o

c) Comunicar la decisión del ministerio público de no perseverar en el


procedimiento, por no haberse reunido durante la investigación los antecedentes
suficientes para fundar una acusación.

La comunicación de la decisión contemplada en la letra c) precedente


dejará sin efecto la formalización de la investigación, dará lugar a que el juez
revoque las medidas cautelares que se hubieren decretado, y la prescripción de la
acción penal continuará corriendo como si nunca se hubiere interrumpido.”

En este sentido, se ha sostenido que su fundamento legal “…radica en no


haberse reunido durante la investigación antecedentes suficientes para fundar la
acusación…” y que “Por tratarse de una prerrogativa exclusiva del MP, no cabe
que el juez se pronuncie acerca de su procedencia, debiendo limitarse a constatar
su ejercicio” (CERDA, Rodrigo. Manual del Sistema de Justicia Penal. Tomo I.
Santiago: Librotecnia, 2013, página 422).

Esta última concepción relativa a la imposibilidad de que la Judicatura de


Garantía ejerza algún control sobre la procedencia de dicha decisión, deriva
esencialmente del ejercicio privativo de la acción penal pública por parte de la
Fiscalía, de forma tal que si ésta estima que no reunió antecedentes suficientes
para fundar una acusación durante la investigación, nadie la podría obligar a llevar
el caso a juicio oral.

Sin perjuicio de lo anterior, resulta necesario advertir que esta facultad es


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concedida por el legislador al Ministerio Público en un escenario procesal


específico, esto es, (1) cuando existe un imputado conocido que ha sido
formalizado; (2) donde, por lo mismo, la investigación ha debido ceñirse a un
conjunto de límites y restricciones, en especial, a un plazo, sea el legal de dos
años del artículo 247 del Código Procesal Penal o uno inferior determinado por el
tribunal según lo previsto en el artículo 234 del mismo código; y (3) en el que
además el ente persecutor comunicó previamente el cierre de la investigación.
En dicho escenario, resulta del todo justificado que el tribunal de garantía se
encuentre limitado a sólo tener por comunicada la decisión del Ministerio Público
de no perseverar en el procedimiento. En efecto, por un lado, la investigación ya
se encuentra cerrada, por lo que a la Fiscalía ya no le resulta posible instruir
nuevas diligencias; y por otro, el propio código establece una serie de otras reglas
a fin de balancear los intereses de los demás intervinientes del proceso y que
pudieren verse afectados por la decisión fiscal; en especial, aquellas contenidas
en los artículos 257 y 258 del Código Procesal Penal.

El artículo 257 regula la reapertura de la investigación, caso en el cual, el


juez de garantía, bajo ciertos supuestos definidos en la norma, se encuentra
legitimado para ordenar al Ministerio Público que reabra la investigación para
llevar a cabo diligencias específicas, siempre a petición de cualquiera de los
intervinientes, cuestión que en la práctica debiera discutirse en la audiencia citada
para efectos que el ente persecutor comunique la decisión de no perseverar, pero
de forma previa a esto último. Por esto, si el tribunal accede a una petición de
reapertura, ello llevará lógicamente a que la decisión de no perseverar en el
procedimiento se vea enervada por dicha decisión jurisdiccional previa.

En otro orden de ideas, el artículo 258 establece el denominado forzamiento


de la acusación que constituye una prerrogativa propia del querellante particular,
conforme a la cual, en ciertas hipótesis que describe el precepto, entre las que
cabe los casos en que la Fiscalía haya decidido no perseverar en el
procedimiento, el tribunal de garantía puede habilitar a dicho interviniente para
sostener la acusación en los mismos términos que el código lo establece para el
Ministerio Público, en una especie de subrogación personal.
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Como se puede apreciar, si bien en la regulación legal el Juzgado de


Garantía no puede pronunciarse sobre la procedencia de la decisión del Ministerio
Público de no perseverar en el procedimiento, es la misma ley la que establece
una serie de otras regulaciones que en su conjunto buscan balancear los distintos
intereses en juego, especialmente los del querellante particular en el artículo 258
del Código Procesal Penal.
No obstante, no ocurre lo mismo cuando la decisión de no perseverar en el
procedimiento es ejercida por el Ministerio Público fuera de dicho marco legal,
como ocurre en la especie, donde la investigación ha sido desarrollada de un
modo desformalizado, sin un imputado conocido y sin que se haya fijado un plazo
para investigar, todo lo cual requiere una mayor reflexión según se indicará en lo
que sigue.

6°) Conforme se viene analizando, es posible concluir que en el presente


caso el Ministerio Público ejerció la facultad de no perseverar en el procedimiento
por fuera del marco legal expreso que establece su procedencia en el artículo 248
del Código Procesal Penal; cuestión que podría llevar incluso a pensar que se
trata de una circunstancia vedada al ente persecutor y que por ende debiera ser
dejada sin efecto por la judicatura, en tanto transgrede el denominado principio de
legalidad procesal consagrado en el inciso segundo del artículo 166 del mismo
código, conforme al cual “Cuando el ministerio público tomare conocimiento de la
existencia de un hecho que revistiere caracteres de delito, con el auxilio de la
policía, promoverá la persecución penal, sin que pueda suspender, interrumpir o
hacer cesar su curso, salvo en los casos previstos en la ley.”.

Sin perjuicio de lo anterior, conviene hacerse cargo de la extendida y


uniforme práctica judicial en orden a permitir al Ministerio Público que no
persevere en el procedimiento, a pesar de no existir una formalización de la
investigación, en la medida que sea ejercida de una manera consistente con los
principios que inspiran el proceso penal y con las necesidades concretas de un
caso particular. XHFKHXGGFG

Mientras la decisión de no perseverar en el procedimiento en la forma


regulada en el artículo 248 del Código Procesal Penal tiene como fundamento
último el ejercicio privativo de la acción penal pública por parte del Ministerio
Público, pues nadie puede obligarlo a deducir acusación si estima que los
antecedentes reunidos en la investigación son insuficientes para ello; cuando se
está ante un caso no formalizado, ésta pareciera no tener que ver tanto con ello,
sino más bien con la exclusividad del órgano persecutor en la dirección de la
investigación. De esta manera, si en una investigación desformalizada la Fiscalía
ya ha desplegado todas las diligencias que razonablemente ha estimado como
suficientes para esclarecer los hechos y a pesar de ello no ha podido reunir
antecedentes para fundar una imputación, parece lógico permitirle dejar de
investigar el caso y focalizar los recursos con que cuenta la persecución hacia
aquellos otros que sí lo justifican. En principio, tal interés encuentra cobijo en la
institución del archivo provisional del artículo 167 del Código Procesal Penal; sin
embargo, el Ministerio Público se ve impedido de ejercer tal prerrogativa cuando
se ha deducido una querella, según lo previsto en el artículo 169 del mismo
código.

Es por estos motivos que esta Corte estima que corresponde permitir que el
Ministerio Público decida no perseverar en el procedimiento a pesar de estar ante
casos de una investigación desformalizada; pero, al mismo tiempo, ello no se
puede traducir en desatender del todo los intereses de los demás intervinientes;
en este caso, los del querellante, debiendo el tribunal buscar un adecuado balance
que sea consistente con los principios y valores que inspiran el proceso penal,
como manera de conciliar las normas procedimentales con su deber de asegurar
los derechos de todos los intervinientes, según lo dispuesto en el citado artículo 14
letra a) del Código Orgánico de Tribunales.

En otras palabras, si el Ministerio Público ejerce la decisión de no


perseverar en el procedimiento, por fuera del marco legal expreso contemplado en
el Código Procesal Penal, no es posible que esa misma circunstancia lleve a
desestimar del todo el interés del querellante en orden a obtener la reapertura de
la investigación para la práctica de determinadas diligencias.
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De esta manera, surge un conflicto que debe ser analizado y resuelto por la
Judicatura de Garantía, debiendo analizarse ahora cuál es el parámetro o
estándar normativo desde el cual éste debe ser tratado.

7°) Una primera norma a considerar es el propio artículo 248 Código


Procesal Penal, que en su inciso primero establece que la decisión de no
perseverar en el procedimiento, al igual que la de acusar o de solicitar el
sobreseimiento, puede ser ejercida sólo una vez cerrada la investigación. No
obstante que en casos de una investigación desformalizada no existe un plazo de
investigación en curso y por ende tal circunstancia podría ser estimada como del
todo inaplicable en la especie, es importante destacar que el tenor de dicho
precepto contiene una exigencia material cuyo enunciado normativo es
plenamente aplicable al caso en estudio, pues refiere que aquello procederá una
vez “Practicadas las diligencias necesarias para la averiguación del hecho punible
y sus autores, cómplices o encubridores…”.

Conforme a lo analizado, esta Corte concluye que el querellante puede


solicitar al juez de garantía, que previo a tener por comunicada la decisión de no
perseverar en el procedimiento, que efectivamente el Ministerio Público practique
las diligencias investigativas necesarias. Ahora bien, toca todavía por determinar
cuáles son esas diligencias necesarias y quién y cómo debe determinar dicha
necesidad, pues de ello dependerá el ámbito de control que podrá ejercer el
tribunal sobre la decisión fiscal.

8°) En materia de cuál es el ámbito de control al que los jueces de garantía


estarían habilitados a ejercer respecto de la decisión de no perseverar en el
procedimiento, conviene recordar que la dirección de la investigación recae
exclusivamente en el Ministerio Público y por ende es preciso evitar que el tribunal
termine sustituyendo por esta vía las decisiones fundamentales que en la materia
adopte el órgano persecutor; pero como ya fuera visto, desde que éste ejerce su
decisión por fuera del marco legal expreso y ello lleva a que los demás
intervinientes se vean privados de ejercer los derechos que ese mismo marco
legal les confiere, es indispensable que el tribunal busque ponderar los diversos
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intereses en juego.

Es por esto que el análisis que debe realizar el tribunal de garantía debe
partir de una clara deferencia hacia las atribuciones legales del órgano persecutor
en cuanto a la dirección de la investigación desarrollada en el caso concreto y al
modo en que éste ha racionalizado los recursos investigativos con que cuenta la
persecución.
Surge así un primer ámbito de control que podría provocar el querellante y
que el tribunal puede ejercer sin afectar el principio de separación de funciones
que inspira el proceso penal y que consiste en verificar si el Ministerio Público ha
desarrollado adecuadamente las diligencias investigativas que el propio órgano ya
ha determinado con anterioridad como necesarias para el esclarecimiento de los
hechos, en uso de sus atribuciones legales. De esta manera, si tales diligencias no
han sido llevadas a cabo o se vieron frustradas en sus objetivos por circunstancias
fácilmente subsanables, no es posible entender que en el caso concreto se
encuentren “Practicadas las diligencias necesarias para la averiguación del hecho
punible y sus autores, cómplices o encubridores”, en los términos que prevé el
artículo 248 del Código Procesal Penal. Desde luego, puede ocurrir que una
determinada diligencia pendiente, aparezca después como inconducente a partir
de los resultados de otra diligencia, cuestión que el tribunal también deberá
ponderar en su resolución.

Ahora bien, no parece razonable limitar el control que el querellante puede


provocar en estas hipótesis solamente a las diligencias ya ordenadas por el
Ministerio Público y que se encuentren pendientes, toda vez que el artículo 257 del
Código Procesal Penal, contempla expresamente la posibilidad que la reapertura
de la investigación tenga por objeto diligencias que habiendo sido oportunamente
solicitadas al ente persecutor, hayan sido rechazadas por éste o respecto de las
cuales dicho órgano no se hubiere pronunciado. Así, si el querellante está
habilitado para solicitar la reapertura de la investigación para la práctica de esas
diligencias cuando existe una persona formalizada por la comisión de un delito,
con mayor razón debe estarlo cuando se está ante una investigación
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desformalizada y por ende no hay una mayor afectación de un imputado conocido.

Sin perjuicio de ello, aquí nuevamente tiene aplicación el principio de la


deferencia hacia el órgano persecutor en la dirección de la investigación y en la
racionalización de sus recursos investigativos, de manera tal que el tribunal podría
acceder a la reapertura sólo en el caso que se trate de diligencias que aparezcan
como mínimas o básicas para el esclarecimiento del hecho, aunque teniendo
presente que concurre aquí alguna mayor laxitud en la medida que, como se dijo,
la decisión no afecta los derechos de un imputado conocido y debiendo siempre el
tribunal ponderar las circunstancias del caso concreto. De esta forma, si bien en
un caso promedio parecería improcedente requerir al Ministerio Público la
realización de múltiples diligencias que aun cuando pudieren ser idóneas podrían
resultar excesivamente dispendiosas, no ocurre lo mismo cuando se está ante un
caso de mayor complejidad o donde los bienes jurídicos envueltos son de mayor
trascendencia o se ven afectados con mayor intensidad.

9°) Analizado el presente caso a la luz de las reflexiones previas, esta Corte
estima que la resolución impugnada en estos antecedentes necesariamente debe
ser revocada. En primer término, pues dicha resolución niega lugar a lo
peticionado por el querellante, por no concurrir en la especie los supuestos
generales de procedencia de la reapertura de la investigación del artículo 257 del
Código Procesal Penal. Sin embargo, ello es consecuencia del hecho que el ente
persecutor comunicó su decisión de no perseverar por fuera del marco legal
establecido en el artículo 248 del citado código, por lo que no resulta razonable
privar al querellante de sus derechos por esa sola circunstancia que no le es
atribuible.

Por otra parte, las diligencias que fundan centralmente la oposición del
querellante, fueron en su momento solicitadas al Ministerio Público y éste accedió
a ellas, mediante el Oficio N° 153037222 dirigido a la DIPOLCAR de 7 de
septiembre de 2020 y que fuera suscrito por el Fiscal Adjunto don Luis Miranda
Flores, que en su texto expresamente refiere lo siguiente:

“Conforme a lo dispuesto en el artículo 79 del Código Procesal Penal, en


XHFKHXGGFG

relación al artículo 180 y siguientes del mismo código, en investigación Rol Único
de Causa N° 2010017167-9, delito OTRAS INFRACCIONES AL CODIGO
JUSTICIA MILITAR, solicito a Ud. practicar las siguientes diligencias:

- Que se indique específicamente el listado de funcionarios que contando


con autorización para portar este tipo de armamento, se encontraban prestando
funciones el día en que ocurrieron los hechos descritos en la querella.
- Que se indique el profesional de Carabineros de Chile a cargo del
procedimiento el día en que ocurrieron los hechos.

Que de los hechos relatados en la querella interpuesta por el Instituto de


Derechos Humanos y que ameritan este investigación se señala en lo medular lo
siguiente: “El día 11 de Marzo del 2020, en el contexto de las manifestaciones
realizadas en la ciudad de Copiapó, a eso de las 00:10 horas aproximadamente,
el adolescente Jorge Zúñiga Céspedes, fue alcanzado por munición de
lacrimógena, percutada por funcionario de Fuerzas Especiales de Carabineros de
Chile, hiriéndolo gravemente...”.

El informe requerido deberá remitirse dentro del plazo de 30 Días, contados


desde la recepción del presente oficio.”.

Como se puede apreciar, la diligencia en cuestión fue ordenada por el


propio ente persecutor en uso de sus prerrogativas legales, por lo que no hay
afectación alguna al principio de separación de funciones. Sin perjuicio de ello, es
preciso advertir que aparece como un actuar contradictorio que el ente persecutor
un día acceda a una diligencia investigativa y al inmediatamente siguiente en la
audiencia de rigor insista en no perseverar en el procedimiento. Esta fue una
cuestión que el querellante mencionó especialmente en la vista de la causa y
respecto de la cual el Ministerio Público no se hizo suficientemente cargo en su
alegato, por lo que no existe ninguna razón que esta Corte pueda advertir en dicho
comportamiento del ente persecutor y que por ende merezca alguna consideración
o protección particular.

A mayor abundamiento, corresponde además valorar las circunstancias del


XHFKHXGGFG

caso de autos. Como se dijo, la querella del Instituto Nacional de Derechos


Humanos, versa sobre supuestos hechos de violencia estatal, ejercidos de un
modo innecesario por agentes policiales, en el contexto de manifestaciones
sociales y que afectó además a un adolescente, quien atendida su calidad de
menor de edad y de víctima del hecho punible, tiene una doble protección estatal e
internacional por encontrarse en una situación de evidente “vulnerabilidad” al
amparo de diversos instrumentos internacionales sobre derechos humanos, entre
ellos, la Convención Sobre los Derechos del Niño y las Reglas de Brasilia, sobre
acceso a la justicia de las personas en condición de vulnerabilidad,
adoptadas en la XIV Cumbre Judicial Iberoamericana de 2008, que tiene
como finalidad asegurar el acceso a la justicia de éstas, y cuya violación
puede generar responsabilidad internacional al Estado de Chile . Por esto, se
está en presencia de un caso donde resulta razonable e imprescindible que el
Ministerio Público extreme los esfuerzos investigativos, en circunstancias que
además la diligencia contenida en el citado Oficio N° 153037222 de la Fiscalía
aparece como bastante básica para el esclarecimiento de los hechos. Se trata en
general de información que puede ser obtenida de un simple contraste de la
unidad policial con los registros que Carabineros de Chile debe mantener al efecto
y que aparece como primordial para identificar a los funcionarios que podrían
haber tenido algún grado de participación en los hechos o algún tipo de
conocimiento sobre los mismos y con ello acceder posteriormente a sus
declaraciones.

10°) Que, de acuerdo a lo ya reflexionado, no queda más que revocar la


resolución en alzada, accediendo a lo solicitado por el querellante Instituto
Nacional de Derechos Humanos, en cuanto ordenar al Ministerio Público la
reapertura de la investigación a fin que se practique adecuadamente la diligencia
referida en el señalado Oficio N° 153037222 y sin perjuicio de las nuevas
diligencias que dicho órgano pueda disponer y/o de reiterar hacia futuro su
decisión de no perseverar en el procedimiento.

Por estos motivos y visto además lo dispuesto en los artículos 358 y 370
XHFKHXGGFG

letra a) del Código Procesal Penal, SE REVOCA la resolución apelada dictada con
fecha 8 de septiembre pasado, por la Jueza Subrogante del Juzgado de Garantía
de Copiapó, doña Daniela Pérez Vivallo; y SE DECLARA en su lugar que se
accede a lo solicitado por el querellante Instituto Nacional de Derechos Humanos,
en cuanto se ordena al Ministerio Público la reapertura de la investigación para la
práctica de la diligencia referida en el Oficio N° 153037222 de 7 de septiembre de
2020, y sin perjuicio de las nuevas diligencias que dicho órgano pueda disponer
y/o de reiterar hacia futuro su decisión de no perseverar en el procedimiento,
conforme a sus atribuciones legales.

Regístrese y comuníquese.

Redactó el Ministro señor Antonio Mauricio Ulloa Márquez.

N° Penal-311-2020.

En Copiapó, a treinta de septiembre de dos mil veinte, se notificó por el estado


diario la resolución que antecede.

Pablo Bernardo Krumm de Almozara Antonio Mauricio Ulloa Márquez


Ministro(P) Ministro
Fecha: 30/09/2020 10:03:38 Fecha: 30/09/2020 10:03:38

XHFKHXGGFG
Pronunciado por la Primera Sala de la C.A. de Copiapó integrada por Ministra Presidenta Aida Osses H., Ministro
Pablo Bernardo Krumm D. y Ministro Antonio Mauricio Ulloa M. . No firma la señora Osses, no obstante haber
concurrido a su vista y acuerdo, por estar ausente con permiso 347 C.O.T. Copiapó, treinta de septiembre de dos mil
veinte.

En Copiapo, a treinta de septiembre de dos mil veinte, notifiqué en Secretaría por el Estado Diario la resolución
precedente.

XHFKHXGGFG

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puede ser validado en http://verificadoc.pjud.cl o en la
tramitación de la causa.
A contar del 06 de septiembre de 2020, la hora
visualizada corresponde al horario de verano establecido
en Chile Continental. Para Chile Insular Occidental, Isla
de Pascua e Isla Salas y Gómez restar 2 horas. Para
más información consulte http://www.horaoficial.cl

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