El Santo Rosario
El Santo Rosario
El Santo Rosario
Introducción
T.- Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios nuestro.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
T.- Abre Señor mis labios, para alabar tu nombre y el de Tu Santa Madre.
T.- Señor mío, Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador y redentor mío, por ser tú
quién eres y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberte
ofendido. Quiero y propongo firmemente confesarme a su tiempo. Ofrezco mi vida,
obras y trabajos en satisfacción de mis pecados. Y confío en que, en tu bondad y
misericordia infinita, me los perdonarás y me darás la gracia para no volverte a
ofender. Amén.
Las oraciones del decenario: cada Misterio, incluye un Padre Nuestro, diez Avemarías,
un Gloria, una jaculatoria a María y la Oración de Fátima.
G.- Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu
reino, hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo.
R.- Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, así como nosotros
perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal.
G.- Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita eres tú entre
todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre: Jesús
R.- Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores; ahora y en la hora de
nuestra muerte.
T.- Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados y líbranos del fuego del infierno, lleva al
cielo a todas las almas y socorre especialmente a las más necesitadas de tu
misericordia. Amén.
Misterios y meditaciones
"Entonces María dijo: He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra" (Lc
1,38)
Dios escoge por Madre a María, una jovencita de Nazaret, pura, santa, humilde y
adornada de todas las virtudes. ¡Qué poco caso hace Dios de las grandezas humanas!
Procuraré ser limpio de corazón para agradar a Dios. Mantendré mi pureza y me
impondré una fecha fija para mi confesión sacramental.
Prometo llevar con resignación las penas, incomodidades y tribulaciones que deba
sufrir, por amor a Jesús que quiso sufrir por mi desde el momento de Su nacimiento.
¿Por qué nos excusamos con tanta facilidad cuando se trata de cumplir con nuestros
deberes?
Cumpliré con mis obligaciones sin rebeldía, considerándome criatura de Dios. Acataré
las leyes de la Iglesia de Jesucristo, a la que pertenezco.
Guardaré siempre el respeto al Templo, Casa de Dios. Procuraré ayudar a los demás a
tener devoción a la Iglesia.
Misterios y meditaciones
MISTERIOS LUMINOSOS
(JUEVES)
"Tenía Jesús al comenzar su vida pública, unos treinta años. Por aquellos días, como
todo el pueblo se bautizaba, vino Jesús desde Nazaret de Galilea al Jordán para ser
bautizado por Juan. Y he aquí, que estando Él en oración, se abrió el cielo, bajó el
Espíritu Santo en forma de paloma se posó sobre Él, y se oyó una voz del cielo que
decía: Este es mi hijo muy amado escúchenlo"(Lc. 3, 21-23; Mt. 3,13)
"Se celebraba una boda en Caná de Galilea, y estaba allí la madre de Jesús. Fueron
invitados también a la boda Jesús y sus discípulos. Y como faltaba vino, María le dijo a
Jesús: "No tienen vino". Respondió Jesús: "¿Qué nos va a ti y a mí? Además, no ha
llegado mi hora". Pero la madre dijo a los que servían: "Haced lo que Él os diga".
Había colocadas seis tinajas de piedra y Jesús les dijo: "Llenen de agua las tinajas" Y
les dice: "llévenlo al maestresala". Cuando éste gustó el vino dijo: "Todo hombre pone
primero el vino bueno y cuando ya han tomado el peor, pero tú has guardado el mejor
vino hasta ahora". (Jn 2, 2-11)
4° La Transfiguración
"Tomando Jesús a Pedro, Santiago y Juan, subió a un monte a orar. Mientras oraba su
rostro se transformó, su vestido se volvió blanco y resplandeciente, y Moisés y Elías
hablaban con Él. Pedro le dijo a Jesús: Maestro ¡qué bien se está aquí! Hagamos tres
tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías. Mientras decía esto, apareció
una nube que los cubrió y salió una luz que decía: "Este es mi hijo elegido, escuchadle".
(Lc. 9, 28-36)
5° La Institución de la Eucaristía
"Cuando llegó la hora, se puso a la mesa con sus discípulos y les dijo: "Ardientemente
he querido comer esta Pascua con ustedes antes de padecer, porque no la comeré
más hasta que sea cumplida en el reino de Dios. Tomando el cáliz, dio gracias y dijo:
tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi sangre que será derramada
por ustedes. Después tomó el pan, dando gracias lo partió y se los dio diciendo: Este
es mi cuerpo que será entregado por ustedes. Hagan esto en memoria mía." (Lc. 22,
14-23)
Jesús no tenía la necesidad de orar; pero quiso hacerlo para enseñarnos qué tanto
necesitamos hacerlo. Hemos de orar para no caer en la tentación, y si caemos,
levantarnos del pecado.
2º La flagelación de Jesús.
Sí, Jesús es el rey de las inteligencias y de los corazones; Rey que redime de la
esclavitud del pecado a los individuos, a las familias, a los pueblos y a las naciones.
Seguiré la doctrina de Jesús para reinar con El eternamente. Seré valiente para
profesar públicamente mi fe y para cumplir sin avergonzarme mis deberes de piedad.
"Y Jesús cargando su cruz, salió hacia el lugar llamado Calvario" (Jn 19, 17)
Hemos de llevar nuestra cruz, hemos de padecer tristezas y dolores. Nos será difícil
caminar entre penas y trabajos. Tendremos nuestras caídas y no nos desanimaremos.
Dios lo permite para que pensemos más en la vida eterna que nos espera. Pidámosle
que no nos deje caídos. Al sufrir alguna pena, pensaré en lo que padeció Jesús por mí
y cuando sea demasiado el sufrimiento le pediré que Él sea mi Cireneo.
"Lo crucificaron, y con él a otros dos, uno a cada lado y Jesús en medio" (Jn 19, 18)
Jesús muere por ti, mírale bien. Tiene sus manos clavadas para no castigarte y
abiertas para abrazarte. Tiene sus ojos cerrados para no confundirte y abiertos para
mirarte amorosamente. Sus labios se cierran para no clamar venganza y se abren para
perdonarte.
Misterios y meditaciones
"¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? No está aquí: ha resucitado" (Lc
24, 5-6)
Jesús se apareció muy en particular a los pecadores arrepentidos como Pedro, Tomás
y la Magdalena. Se ve en esto su bondad y misericordia.
Viviré cristianamente para poder resucitar gloriosamente, recordando que una vida
cristiana culmina en una muerte cristiana.
"Mientras los bendecía se separó de ellos y fue llevado al cielo" (Lc 24, 51)
"Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre
cada uno de ellos; quedaron todos llenos del Espíritu Santo" (Hch 2, 3-4)
"¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del
Señor!" (Lc 1, 45)
¿Nos preparamos nosotros con una vida santa para tener una muerte santa?
Pediré siempre a la Virgen Santísima en el Rosario, que sea mi abogada ante Dios en la
hora de mi muerte.
"Una gran señal apareció en el cielo: una mujer vestida del sol con la luna bajo sus pies
y una corona de doce estrellas sobre su cabeza" (Ap 12, 1)
Jesús antes de morir, nos dio a María como nuestra Madre, es nuestra abogada y
medianera. Es el refugio de los pecadores. Pongamos en ella nuestra confianza,
acudamos a ella en nuestras penas y sufrimientos.
Trataré de rezar el rosario todos los días.
Al terminar el 5° Misterio
G. Por las intenciones del Santo Padre, rezaremos un Padre Nuestro, un Avemaría y un
Gloria.
G. Dios te salve María, Hija de Dios Padre, en tus manos encomendamos nuestra fe
para que la ilumines, llena eres de gracia..
G. Dios te salve María, Madre de Dios Hijo, en tus manos encomendamos nuestra
esperanza para que la alientes, llena eres de gracia...
G. Dios te salve María, Esposa de Dios Espíritu Santo, en tus manos encomendamos
nuestra caridad para que la inflames, llena eres de gracia...
T. Dios te salve Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios
te salve. A ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a ti suspiramos, gimiendo y
llorando en este valle de lágrimas. ¡Ea pues!, Señora y abogada nuestra: vuelve a
nosotros tus ojos misericordiosos, y después de este destierro, muéstranos a Jesús:
fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María! Ruega por
nosotros Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las divinas gracias
y promesas de nuestro Señor Jesucristo. Amén
Letanías
Espejo de justicia,
Trono de la sabiduría,
Causa de nuestra alegría,
Vaso espiritual,
Vaso digno de honor,
Vaso insigne de devoción,
Rosa mística,
Torre de David,
Torre de marfil,
Casa de oro,
Arca de la alianza,
Puerta del cielo,
Estrella de la mañana,
Salud de los enfermos,
Refugio de los pecadores,
Consuelo de los afligidos,
Auxilio de los cristianos,
Bajo tu amparo nos acogemos Santa Madre de Dios, no desprecies las súplicas que te
hacemos en nuestras necesidades. Antes bien, líbranos de todo peligro, ¡oh Virgen
Gloriosa y Bendita! Ruega por nosotros Santa Madre de Dios, para que seamos dignos
de alcanzar y gozar, las promesas y gracias de Nuestro Señor Jesucristo, amén.
Oremos:
Te rogamos, Señor, que nos concedas a nosotros tus siervos, gozar de perpetua salud
de alma y cuerpo y, por la gloriosa intercesión de la bienaventurada Virgen María,
seamos librados de la tristeza presente y disfrutemos de la eterna alegría. Por Cristo
nuestro Señor, amén.
Oración final:
Bendita sea tu pureza, y eternamente lo seas, pues todo un Dios se recrea en tan
graciosa belleza. A ti celestial princesa, ¡Virgen sagrada María!, yo te ofrezco en este
día alma, vida y corazón; Míranos con compasión, y no nos dejes madre mía, ¡Y danos
tu Santa Bendición! Que la recibimos en el nombre del Padre, del Hijo, Y del Espíritu
Santo, Amén.
Permíteme comulgar todas las Hostias que han sido robadas en todos los
tiempos pasados, presentes y futuros hasta la consumación de los tiempos.
Amén.