Guia # 4 Español Grado Séptimo

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INSTITUCIÓN EDUCATIVA LA NIÑA MARÍA

GRADO: SÉPTIMO
ÁREA: ESPAÑOL Y LITERATURA

GUIA N° 4

Fecha de entrega: abril 22

TEMA: El verbo-Tiempos verbales

OBJETIVOS DE APRENDIZAJE
 Identificar la función del verbo dentro de una oración.
 reconocer los verbos en un texto corto o cuento.
 Conocer el tiempo presente, pasado y futuro de algunos verbos.

INTRODUCCIÓN
En la presente guía estudiaremos qué es un verbo, su utilidad, a identificar los verbos en
textos cortos o cuentos, a reconocer el tiempo presente, pasado y futuro de algunos
verbos.

LO QUE VOY A APRENDER

 Qué es el verbo
 para qué sirve,
 cómo se conjuga un verbo en tiempo presente, pasado y futuro

LO ESTOY APRENDIENDO
EL VERBO
En el siguiente video encontrarás un resumen sobre el tema.
El verbo es la palabra que designa una acción.

Por ejemplo:
1. Nadar
2. Escribir
3. Leer
4. Bailar
5. Reír
6. Comer

Los verbos se identifican por su infinitivo. Es decir, cuando el verbo no está


conjugado con un pronombre personal o sujeto. Los infinitivos de los verbos tienen
las terminaciones ar, er, ir.
COMPRAR
COMER
ESCRIBIR

Los verbos según su terminación se clasifican en verbos de primera conjugación,


verbos de segunda conjugación y verbos de tercera conjugación.

Los verbos terminados en ar como cantar, bailar, caminar se clasifican como verbos
de la primera conjugación.

Los verbos terminados en er como comer, beber, comprender se clasifican como


verbos de la segunda conjugación.

Los verbos terminados en ir como reir, convertir, conseguir se clasifican como verbos
de la tercera conjugación.

ACTIVIDAD 1

Lee el siguiente texto y clasifica los verbos en infinitivo que encuentres en


verbos de la primera conjugación, de la segunda conjugación o de la tercera
conjugación en la tabla de abajo.

LA ZORRA Y EL CABALLO

Había una vez un campesino que tenía un fiel caballo. El caballo estaba ya viejo, así que
no podía prestarle ningún servicio en el campo. Por eso su amo se decidió a no darle
más de comer y le dijo:

- Ya no me sirves de nada, viejo caballo; pero para que veas que te tengo cariño, te
guardaré si me demuestras que tienes aún la fuerza suficiente para traerme un león.
Y ahora, fuera de la cuadra.

Y con esas duras palabras el campesino echó al viejo caballo de su casa. El animal
se encaminó tristemente al bosque, en busca de un lugar donde cobijarse. Y en ello
estaba cuando se encontró allí con la zorra, la cual le preguntó:

¿Qué haces por aquí, viejo caballo tan cabizbajo y solitario?

- ¡Ay! - respondió el caballo-. La avaricia y la lealtad raramente moran en una misma


casa, amiga zorra. Mi amo ya no se acuerda de los servicios que le he venido
prestando durante tantos años, y porque ya no puedo arar como antes, se niega a
darme posada y me ha echado a la calle.

- ¿Así, sin más? ¿No puedes hacer nada para evitarlo? - preguntó la zorra.

- El remedio es difícil -dijo el caballo-. Me dijo que, si era lo bastante fuerte para llevarle
un león, me guardaría de nuevo. Pero sabe muy bien que no puedo hacerlo.

- Yo te ayudaré-dijo la zorra-. Túmbate bien y no te muevas, como si estuvieses muerto.

El caballo hizo exactamente lo que le indicó la zorra, y ésta fue al encuentro del león,
cuya guarida se hallaba a escasa distancia. Cuando lo encontró y le dijo:

- Ahí fuera hay un caballo muerto; si sales, podrás darte un buen

banquete. Salió el león con ella y, cuando ya estuvieron junto al caballo,

dijo la zorra:

- Aquí no podrás zampártelo cómodamente. ¿Sabes qué? Te ataré a su cola. Así te será
fácil arrastrarlo hasta tu guarida, y allí te lo comes tranquilamente.

Al león le pareció bien la idea de la zorra y, siguiendo su consejo, se colocó de manera


que la zorra, con la cola del caballo, ató fuertemente las patas del león, y le dio tantas
vueltas y nudos que no había modo de soltarse.

Cuando hubo terminado, golpeó el anca del caballo, y dijo:

- ¡Vamos, jamelgo, andando! Se incorporó el animal de un salto y salió al trote,


arrastrando al león. Se puso éste a rugir con tanta fiereza que todas las aves del bosque
echaron a volar asustadas; pero el caballo lo dejó rugir y, atravesando el campo, lo llevó
arrastrando hasta la puerta de su amo. Al verlo éste, cambió de propósito y dijo al animal:

- Te quedarás a mi lado, y lo pasarás bien.

Y en adelante no le faltaron al caballo sus buenos pastos hasta que murió de viejo.
Verbos de la primera Verbos de la segunda Verbos de la tercera
conjugación conjugación conjugación

COMER

TIEMPOS VERBALES

Los verbos tienen numerosas formas verbales o conjugaciones.


La conjugación de un verbo depende de la persona (primera, segunda y
tercera) y del número (singular o plural) en el que se encuentre el sujeto.
También dependen del tiempo que pueden ser presente, pasado o futuro.

El tiempo presente se refiere a acciones que se están realizando


actualmente. Por ejemplo: yo como, tu comes, él come, nosotros
comemos, etc…

El tiempo pasado se refiere a acciones que ya se realizaron. Por ejemplo:


yo comí, tu comiste, él comió, nosotros comimos, etc.

El tiempo futuro se refiere a acciones que aún no se han realizado y que


están planeadas para realizarlas más adelante. Por ejemplo: yo comeré, tu
comerás, él comerá, nosotros comeremos, etc…
ACTIVIDAD 2

Lee el siguiente cuento y subraya con color rojo los verbos conjugados en tiempo presente,
con color azul los verbos conjugados en tiempo pasado y con color amarillo los verbos
conjugados en futuro.

LAS TRES LENGUAS

Autor: Hermanos Grimm


Valores: valentía, valorar lo que tenemos

Hubo una vez un viejo conde que tenía solo un hijo. Este era tonto de remate e incapaz
de aprender nada.

Un día, el conde le dijo:

Mira, hijo: por mucho que me esfuerzo, no logro meterte nada en la cabeza. Tendrás que
marcharte de casa. Te irás con un maestro, a ver si él consigue algo.

El muchacho fue enviado a una ciudad extranjera. Permaneció un año junto al maestro.
Transcurrido dichotiempo, el hijo regresó a casa. Su padre le preguntó:

¿Qué has aprendido, hijo mío?

- Padre, he aprendido el ladrar de los perros.

- ¡Dios se apiade de nosotros! -exclamó el padre-; ¿es eso todo lo que aprendiste? Teenviaré
a otra ciudad y a otro maestro.

El muchacho se fue y, cuando regresó a casa, su padre le preguntó:

- Hijo mío, ¿qué aprendiste?

- Padre, he aprendido lo que dicen los pájaros -dijo el muchacho.

- El conde, muy enfadado, le dijo:

- ¡Desgraciado! Has malgastado un tiempo precioso sin aprender nada. Te enviaré aun
tercer maestro; pero si tampoco esta vez aprendes nada, renegaré de ti.

El hijo estuvo otro año entero fuera. Cuando, al regresar a su casa, le preguntó su
padre qué había aprendido, el muchacho le dijo:

Padre, este año he aprendido el croar de las ranas.

Muy enfadado, el padre llamó a toda la servidumbre y les dijo:

- Este hombre ha dejado de ser mi hijo; lo echo de mi casa. ¡Llevadle al bosque y


dadle muerte!
Los criados se lo llevaron; pero cuando iban a cumplir la orden de matarle, sintieron
compasión y lo soltaron. Cazaron un ciervo, le arrancaron la lengua y los ojos, y los
presentaron al padre como prueba de obediencia. El mozo anduvo algún tiempo
errante, hasta que llegó a un castillo, en el que pidió asilo por una noche.

El hombre del castillo le dejó con la condición de pasar la noche en una vieja torre,
aunque le previno de que su vida corría peligro, pues estaba llena de perros salvajes,
motivo por el cual toda la comarca vivía sumida en desolación y tristeza, sin que
nadie pudiese remediarlo.

Pero el muchacho, que no conocía el miedo, le dijo:


- Iré a donde están los perros; dadme sólo algo para echarles. No me harán nada.

Como no quiso aceptar nada para sí, le dieron un poco de comida para las bestias y
lo acompañaron hasta la torre. Al entrar en ella, los perros, en vez de ladrarle, lo
recibieron agitando amistosamente la cola y agrupándose a su alrededor; comieron lo
que les echó y no le tocaron ni un pelo.

A la mañana siguiente, ante el asombro general, se presentó el joven sano y salvo al


señor del castillo, y le dijo:

- Los perros me han revelado en su lenguaje el por qué residen allí y causan tantos
daños al país. Están encantados, y han de guardar un gran tesoro oculto debajo de la
torre. No tendrán paz hasta que este tesoro haya sido retirado; y también me han
indicado el modo de hacerlo.

Todos se alegraron al oír aquellas palabras, y el señor de castillo le ofreció adoptarlo


por hijo si llevaba a feliz término la hazaña. Volvió a bajar el mozo sacó del sótano
un arca llena de oro. Desde aquel instante cesaron los ladridos de los perros, los
cuales desaparecieron para siempre.

Al cabo de algún tiempo le dio al joven por ir a Roma en peregrinación. En el camino


pasó junto a una charca pantanosa, donde las ranas están croa que te croa. Prestó
oídos, y, al comprender lo que decían, se entristeció y se quedó preocupado. Al
llegar a Roma, el Papa acababa de fallecer, y entre los cardenales, había grandes
dudas sobre quién habría de ser su sucesor. Al fin convinieron en elegir Papa a
aquel en quien se manifestase alguna prodigiosa señal divina.

Acababan de adoptar este acuerdo cuando entró el joven en la iglesia, y, de


repente, dos palomas blancas como la nieve emprendieron el vuelo y se posaron
sobre sus hombros. Los cardenales vieron en aquello un signo de Dios, y
preguntaron al muchacho si quería ser Papa. Él permanecía indeciso, no sabiendo si
era digno de ello; pero las palomas lo persuadieron, y, por fin, aceptó. De este
modo se cumplió loque escuchó a las ranas en el camino y que tanto le había
preocupado: que sería Papa. Celebró la misa, de la que no sabía ni media palabra;
pero las dos palomas, que no se apartaban de sus hombros, se la dijeron toda al
oído.

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