AUTOEVALUACION No ACTO JURIDICO-2009-FINAL F.

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AUTOEVALUACION No.

01

1. ¿Qué es el acto jurídico?

Es el medio por el cual las personas crean un sinnúmero de relaciones


jurídicas.

Según RIPERT BOULANGER, se denominan actos jurídicos, a


aquellas que se llevan a cabo para realizar uno o varios efectos del
derecho, llamándose jurídicos por la causa de la naturaleza de los
efectos.

Para Francisco MESSINEO, “ es aquél acto del cual nacen efectos


jurídicos, porque el sujeto al realizarlo quiere determinar un resultado y
tal resultado es tomado en consideración por el derecho”.

Según el Código Civil en su Art. 140, define al acto jurídico como la


manifestación de voluntad destinada a crear, regular, modificar o
extinguir relaciones jurídicas.

2. ¿Cuáles son los requisitos de validez del acto jurídico?

La doctrina distingue hoy entre los requisitos de existencia y de validez


de los actos jurídicos.

Según esta doctrina la ausencia de ciertos requisitos determinaría la


inexistencia del acto jurídico. Este no nacería a la vida del derecho.
Tales requisitos serían las condiciones de existencia del acto jurídico.
La falta de otros requisitos no produciría la inexistencia del acto; éste
nacería ante el derecho, pero adolecería de un vicio de nulidad. Tales
requisitos serían las condiciones de validez del acto jurídico.

La Teoría de la inexistencia nació de los actos de familia,


especialmente con relación al matrimonio, y de ellos se extendió a los
actos patrimoniales.

No todos los autores la aceptan. Muchos opinan que en nuestro


derecho no puede hablarse de inexistencia en los actos patrimoniales,
y que nuestro Código reconoce sólo la nulidad de los mismos.

Los requisitos de existencia de los actos jurídicos son:

1. La voluntad
2. El Objeto
3. La causa
4. Las solemnidades, en los casos en que la ley las exija.
Algunos no consideran a las solemnidades como requisito de
existencia del acto jurídico, aduciendo que no se trata de un segundo
término, porque constituyen la manera de manifestación de voluntad en
los actos solemnes, y por lo tanto, forman parte de ella.

Un acto sería inexistente cuando no existiera voluntad, cuando


careciera de objeto, de causa, o cuando no se cumplieran la
solemnidades, tratándose de un acto solemne.

Puede un acto jurídico realizarse materialmente y que, sin embargo la


voluntad de su autor no exista. Esta ausencia total de voluntad puede
tener dos causas: la demencia o privación total de razón y el error
esencial.

Los requisitos de validez del acto jurídico según el art. 140 del C. C.
son:

1. Agente capaz.
2. Objeto físico y jurídicamente posible
3. Fin licito
4. Observancia de la forma prescrita, bajo sanción de nulidad.

REQUISITOS EXTERNOS E INTERNOS

Desde otro punto de vista los requisitos de los actos jurídicos pueden
dividirse en internos o de fondo y externos. Los requisitos internos son
la voluntad y la capacidad de las partes y el objeto y el fin de los actos
jurídicos. Los requisitos externos son las solemnidades o formalidades
del acto prescritas por la ley.

La voluntad.

Es el fundamento principal de los actos jurídicos y esta implícita en sus


demás requisitos. Así no solo la voluntad debe de estar exenta de
vicios, sino que ella la que debe emanar de una persona capaz, recaer
en un objeto licito y tener una causa lícita.

Es necesario hacer la distinción entre la ausencia o falta de la voluntad


errónea. Puede concebirse que haya existido la apariencia de un acto
jurídico, pero que el autor o las partes no hayan tenido en momento
algunos deseos de realizar este u otro acto real. Precisamente en esta
situación posible se fundamenta la simulación absoluta.

Distinto es el caso en que las partes desean realizar un acto, pero su


voluntad es esencialmente errónea ya, sea porque efectúan un acto
sustancialmente distinto de la cosa específica objeto del contrato. En
este supuesto existe voluntad, como la potencia del alma que mueve a
hacer no hacer alguna cosa.
La expresión voluntad se reserva para los actos unilaterales; el
concurso de voluntades necesario en los actos jurídicos bilaterales o
convencionales recibe el nombre de consentimiento.

Se señalan como requisitos de la voluntad; el que sea sería y el que se


exteriorice.

El requisito de que la voluntad se exteriorice resulta evidente si


pensamos que va a crear una relación jurídica y que, por lo tanto, debe
ser conocida. Si se mantiene en el fuero interno de la persona no
puede constituir un factor de relación.

FIN INMEDIATO

Para una declaración de voluntad produzca efectos jurídicos, no basta


que tenga un objeto lícito. También es necesario que su finalidad no
sea abstracta ni estrecha mente egoísta, sino animada por un espíritu
de solidaridad social, es decir, que tenga un valor social conforme al
derecho objetivo del país de que se trate.

CONVERSION DEL ACTO JURIDICO

La conversión del acto jurídico requiere que el acto nulo contenga los
elementos del fondo y forma exigidos para el acto en el cual se
convierte y no se evidencie en las partes una voluntad contraria a la
conversión, salvándose así el fin practico perseguido con su
celebración.

DECLARACION DE VOLUNTAD

La voluntad que puede tener efectos jurídicos en la declarada, la que


se integra no solo con la palabra hablada o escrita, sino con toda
conducta o proceder que según las circunstancias y apreciada de
buena fe, permite inferir la existencia de esa voluntad. Las reservas
mentales, que no se exteriorizan carecen de efectos.

_ El objeto de los actos jurídicos

La imposibilidad del objeto de un acto jurídico pueden fundarse


sobre la naturaleza del objeto mismo, o sobre la posición personal y
especial del deudor de una obligación. La primera especie de
imposibilidad es la que es considerada como tal. La segunda especie
respecto del sujeto, no puede jamás ser invocada por el deudor y no lo
sustrae de las consecuencias que puedan resultar de la inejecución de
una obligación
OBJETO FUERA DEL COMERCIO

Las partes del cuerpo humano que se reponen naturalmente pueden


ser objeto de los actos jurídicos, por lo que nada obsta a que se cobre
un precio por la sangre dada para realizar una transfusión.

OBJETO PROHIBIDO

Por hallarse prohibida es nula la sociedad constituida entre un


farmacéutico y quién no lo es, cuando tiene por objeto explotar una
farmacia, o entre un martillero y quién no reviste esa calidad cuando su
finalidad es la de practicar subastas.

OBJETO IMPOSIBLE

Para que el acto jurídico sea nulo por imposibilidad de su objeto, es


necesario que él sea de carácter objetivo, es decir, que no pueda ser
ejecutado por nadie, y que exista al tiempo de su celebración, no
influyendo sobre su validez la imposibilidad sobreviviente.

RESTRICCIONES A LA LIBERTAD

La obligación por constituir una restricción a la libertad del deudor debe


de ser considerada como algo excepcional, que no puede estar
destinada a la perpetuse. Indefinidamente, pues la libertad de contratar
no puede admitirse hasta limites que conduzca a la negación de la
libertad del sujeto.

ESTADO DE NECESIDAD

El estado de necesidad es un vicio de violencia objetiva, que resulta


que la coacción de los acontecimientos exteriores; en su aceptación
estricta no funciona es nuestro régimen legal como vicio de los actos
jurídicos, excepto cuando esas circunstancias son tan duras y
apremiantes que importa la privación de la libertad del agente, o se
acredite la ilicitud de su causa.

LESION

La sola diferencia entre el precio pactado y el justo precio no vicia el


contrato, pues las partes aprecian subjetivamente la equivalencia de la
prestaciones, por lo que ella es distinta en cada caso y para cada
contratante, a menos que aquellos desproporción sea la consecuencia
del aprovechamiento de la debilidad, ligereza, inexperiencia o
necesidades de la otra parte, sin embargo cuando esta es grosera,
basta revelar tal extremos, sin necesidad de aportar una prueba
concreta del abuso, siempre que no se demuestre que se trata de una
liberalidad.
Los valores que deben tomarse en cuenta a los efectos indicados, son
los corrientes en el momento en que se celebró el contrato impugnado.
DESCONOCIMIENTO DE LA VIOLENCIA DEL TERCERO

Si la violencia fue ignorada por la parte que se perjudica con la nulidad


del acto, el tercero responderá por los daños y perjuicios.

La falta de libertad en el agente vicia la voluntad y produce la nulidad


del acto, aun en caso de violencia ejercida por tercero cuando las dos
partes son inocentes. La parte que se perjudica con esa nulidad puede
perseguir del tercero la indemnización correspondiente.

UBICACIÓN DE LA MATERIA. REMISION

El acto jurídico que define en art. 140 es una especie que pertenece al
genero hecho jurídico. Del mero hecho que abarca todos los
acontecimientos jurídicos o no, hay que pasar al hecho jurídico, y éste
comprende el hecho humano voluntario (acto), a su vez dividido en
simple acto voluntario lícito y acto jurídico. También el pago o la
conformidad de un acto nulo.

LA AUTONOMIA DE LA VOLUNTAD ES ESENCIAL DEL ACTO


JURIDICO. SUS LÍMITES.

Planteado el problema general y filosófico de si la voluntad individual es


la que debe ser respetada cuando se trata de la regulación de los
intereses particulares, o si, por el contrato, éstos deben quedar
subordinados a la reglamentación impuesta por los poderes públicos,
nuestra civilización, dentro de ciertos límites, se vuelca a la primera
solución. Los derechos privados actualmente vigentes dependen del
orden que los individuos se establecen, en armonía con el modo de
concebir sus necesidades, con sus peculiares aspiraciones y maneras
de pensar. Es la autonomía de la voluntad la que en acto jurídico en
cuenta la manifestación más saliente.

3. ¿Enumere la clasificación de la forma, según el Código Civil


Peruano?

Según el Código Civil Peruano en su artículo 143 estipula

Libertad de forma

Cuando la ley no designa una forma especifica para un acto jurídico,


los interesados pueden usar la que juzguen conveniente

Jurisprudencia.- Según el principio de libertad de forma, regulado en el


art. 143 del Código Civil, cuando la ley no designe una forma especifica
para un acto jurídico, los interesados pueden usar la que crean
conveniente, La forma ad probationem implica que el documento no es
más que un medio de prueba de la existencia y del contenido del acto
jurídico. En este sentido, el concepto de forma hace referencia a un
medio concreto y determinado que las partes se han interpuesto para
exteriorizar su voluntad contractual.

Según el art. 144 Forma “ad probationem y ad solemnitatem”

Cuando la ley impone una forma y no sanciona con nulidad su


inobservancia, constituye sólo un medio de prueba de la existencia del
acto.

Jurisprudencia.- Por documentación ad probationem se entiende un


documento establecido y pactado con la única y exclusiva finalidad de
facilitar la prueba de la existencia o del contenido de un contrato que se
presupone ya con anterioridad celebrado o pactado. De esta
caracterización del documento como puso documento ad probationem
se desprende unas consecuencias que son de una extraordinaria
importancia la primera consiste en que al ser el contrato la realidad
primaria y de ser además algo preexistente respecto del documento,
todo el centro de gravedad y atención debe de recaer más que en el
contrato que en el documento, aún después de haber sido este ultimo
confeccionado, La segunda consecuencia consiste en que, al ser el
documento un simple medio de prueba de las declaraciones
negociables emitidas por las partes, debe de concurrir en su función de
prueba de la existencia y del contenido de tales declaraciones con los
demás posibles medios de prueba.

La formalidad establecida para el contrato leasing constituye una forma


ad probationem, por cuanto su inobservancia no se encuentra
sancionada con nulidad.

4. ¿Qué es la representación?

Declarar en nombre ajeno quiere decir llevar a conocimiento de los


terceros que el que negocia (el representante) no es aquel que con el
negocio adquiere los derechos o contrae obligaciones que pueden
seguirse del negocio; es parte en el negocio, pero no en la relación.
Parte en la relación será el representado. El representante concluye el
negocio, pero permanece ajeno a la relación.

EVOLUCION

En las sociedades de economía familiar y de rudimentaria cultural


jurídica la representación no solamente es superflua, debido al escaso
número de las transacciones comerciales, sino que también es mirada
como ficción inaceptable, por cuanto implica esencialmente la
desviación de la imputabilidad de la actuación individual. Una
mentalidad primitiva no puede comprender que los actos materialmente
ejecutados por una persona se reputan cumplidos por otra distinta, de
ordinario ausente del lugar.
EL DERECHO ROMANO

El derecho romano consagró el principio nihil per extraneam personan


nobis adquiriur, o sea el principio radical de la no representación, que
perdure a través de toda la historia romana, sufriendo importantes
atenuaciones en el decurso de los siglos, pero sin perder nunca su
vigencia. Así, es cierto que, antes las exigencias de la práctica, el
derecho honorario llegó a adquirir primeramente que los actos de la
persona in postestate (hijos, esclavos, etc) beneficiaban al dominus y,
más tarde, que también podían perjudicarlo; y es cierto igualmente que
el mismo derecho fue consagrando otros casos de la representación
per extraneam personam (persona libre).

Pero, a pesar de estas excepciones introducidas paulatinamente bajo la


presión de la necesidad, todavía en la época de Justiniano regía en
forma absoluta el principio arcaico respecto de los actos solemnes. En
cuanto a los actos solemnes, la representación sí llego a tener cabida
general, aunque la idea romana de ella era bien distinta de la
concepción moderna. En efecto, cuando el derecho honorario se vio
precisado a admitir la representación per extraneam personam, lo hizo
con base en una organización compleja y defectuosa: el intermediario,
v.gr. el tutor o el procurador, quedaba ligado por el contrato, o sea que
adquiría los derechos y las obligaciones resultantes, al paso que el
representado (pupilo o mandans) no quedaba directamente vinculado al
tercero contratante, sino apenas provisto de una acción contra su
intermediario para reclamarle el beneficio logrado.

EL DERECHO MEDIEVAL

A los canonistas medievales se le debe el concepto moderno de la


representación caracterizada:

a) Por la sustitución del representante al representado é cuando a la


celebración del acto respectivo, y
b) Por la desviación de los efectos de este acto hacia el patrimonio
del representado, quedando indiferente la órgabita propia del
representante.

EL DERECHO MODERNO

Sin embargo, los juristas de los siglos XVII y XVIII, principalmente los
pandectista, estructuraron la teoría de la representación a expensas de
las reglas particulares del contrato de mandato, tomadas en parte de
las fuentes romanas, dando así lugar a confusiones ente dicho contrato
la representación, que son instituciones jurídicas conexas, pero
distintas entre sí, A ello se debió que las legislaciones del siglo
pasado, a excepción, probablemente la única, del Código de Sajonia,
hubieran omitido el tratamiento independiente de la representación
cuyos principios quedaron involucrados en la reglamentación del
mandato de la sociedad, etc.

Contra esta concepción errónea reaccionaron eminentes juristas, como


RUDOLF VON LHERING, lo primero porque el mandatario puede obrar
en su propio nombre mandato sin representación), caso en el cual no
se representa al mandante ni lo obliga respecto a terceros, pues
entonces todos los derechos y las obligaciones producidos por el acto
recaen directamente sobre el mandatario. Lo segundo, porque, además
de la representación emanada de un contrato, como el mandato o la
sociedad, también existe la representación legal, impuesta
independientemente y aun en contra de la voluntad del representado,
como la que corresponde al tutor y, en el sentir de IHERRING y otros,
al negotiorum gestot.

REQUISITOS

Para que la representación produzca sus efectos, es indispensable:

a) La intervención del representante

La persona realmente interesada en el acto y llamada a recibir


sus efectos no concurre directamente a la celebración de éste,
bien sea por imposibilidad física o jurídica, bien por simple
conveniencia o comodidad, sino que dicha persona es
remplazada por otra parte que ejecute materialmente las
funciones del caso.

b) La intervención del representante debe ser de índole jurídica

La representación puede tener cabida respecto de cualquier


actividad, cuando, en verdad, solamente actúa e interesa en
punto de los actos jurídicos y produce respecto del representado
iguales efectos que si hubiese contratado el mismo.

Los efectos materiales de una persona pueden alcanzar eficacia


jurídica respecto de otra, como cuando el dependiente de un joyero
engasta en oro de su patrón un diamante ajeno, acto que produce la
adquisición de la joya por el dueño, y como cuando una persona repara
la pared ajena que amenaza ruina. Pero estos casos están fuera de la
idea de la representación, puesto que no se trata de actos jurídicos. En
el primer caso, la adquisición de la propiedad de la joya y la obligación
correlativa de pagar el valor de la parte accesoria, se realizan por el
solo ministerio de las normas legales sobre la adjudicación aunque el
operario no haya abrigado el propósito de producir tales efectos
jurídicos y aunque los ignore. Con otras palabras; tales efectos no
obedecen a la ejecución de un acto por cuenta propia o ajena del
artífice, sino al fenómeno mismo de la adjunción de las especie. En el
segundo caso, es claro que la reparación de la pared beneficia al
dueño y crea obligaciones a su cargo y a favor del operario; pero tales
efectos se dan fuera de la representación, ora por las relaciones
contractuales entre dichas personas, como cuando han celebrado
contrato de prestación de servicios, ora por disposición de la ley que
prohíbe el enriquecimiento sin causa, etc.

Por las mismas razones no cabe la representación en materia de


hechos ilícitos, cuyos autores materiales e intelectuales responden
personalmente y no pueden descargarse en otras personas.

Aun en el caso de responsabilidad civil por el hecho ajeno, la obligación


indemnizadota recae sobre el responsable en virtud de su propia
conducta, v.gr. de su culpa invigilando o in eligendo, pero no en virtud
de una pretendida representación por el agente directo de hecho ilícito.

El campo propio de la representación es el de los actos jurídicos. La


finalidad de la institución, cual es, la de facilitar la expresión jurídica a
las personas, dotándolas de órganos que actué por ellas en el
comercio, no está indicando la órbita precisa de la referida institución.

La intervención del representante con sus efectos propios, no basta el


mero propósito de parte del otorgante de un acto jurídico de obrar por
cuenta y riesgo ajenos, Además es indispensable, que el intermediario
obre a nombre del representado. Si obra en su propio nombre, aunque
por cuenta y riesgo ajenos (préten-nom del derecho francés, lo que es
lícito intermediario no es del representante, sino el de reemplazante de
la persona por cuya cuenta y riesgo ha obrado prestándole su propio
nombre. Y entonces , los efectos de acto recaen directamente sobre el
expresar la circunstancia de que obra en representación de su pupilo,
so pena de que el acto se repute celebrado en representación de este
únicamente si le fue útil, vale decir, si fuere el caso de evitar un
enriquecimiento sin causa de dicho pupilo; los contratos celebrados por
el socio a su propio nombre no obligan a la sociedad respecto de
terceros, ni aun en razón del beneficio que ella reporta del contrato,
desarrollo del establecimiento legal del mandato con o sin
representación, autoriza al mandatario para contratar a su propio
nombre o al del mandante: si contrata a su propio nombre, no obliga al
mandante respecto de terceros.

La representación requiere que el representante obre a nombre del


representado y no al suyo propio.

Mas para que un acto jurídico se entienda celebrado a nombre de otro,


¿ será indispensable la expresión formal de dicho nombre?. Nosotros
no lo creemos así, salvo el caso excepcional del tutor o curador, quién
debe de expresar cuándo obra en representación del pupilo. En la
generalidad de los casos no es necesario que el representante
mencione expresamente el nombre de su representado, sino que basta
que la circunstancias demuestren inequívocamente que el acto ha sido
otorgado a nombre de este último.
5. ¿Qué es el poder? Clases de poder de acuerdo al Código Civil
Peruano.

Qué es el Poder

No se distinguió, en un comienzo, el poder de la representación. En el


Derecho romano, faltando el concepto de representación, falto también
el de poder. No llegaron los jurisconsultos romanos a hacer
abstracciones de este instituto.

Con la codificación tampoco se avanzó en este sentido. El Código


Napoleón confunde los términos mandato y poder, a tal punto que al
definir aquél dice “el mandato o procura….”Tampoco establecieron
distinciones el Código general de Prusia ni el Código Civil austriaco, en
los que se confundieron también ambos conceptos, si bien el primero
de ellos dejó entrever, por lo menos, que el mandato no constituye la
única forma de gestión capaz de dar lugar a un poder de
representación.

Es recién a partir de los estudios de Laband _ expuestos en su artículo:


“La representación en la conclusión de negocios jurídicos según el
Código General de Comercio Alemán” _ que la doctrina comenzó a
caracterizar el “poder” como la relación jurídica absolutamente
autónoma, siendo HUPKA quién, en su trabajo: “La representación
voluntaria en los negocios jurídicos”, desarrolló el concepto dándole
características conceptuales.

La necesidad de desarrollar los conceptos provino de la aparición del


Código general de comercio alemán, que proclamaba una amplia
independencia del poder respecto a las formas de gestión que le sirven
de base.

Con los estudios de los doctrinarios dedújose que mandato y poder no


son el lado interno y el externo de una misma relación jurídica, como se
venía sosteniendo, sino dos relaciones jurídicas diversas, aunque de
hecho coincidan en muchos casos, por ser el mandato una de las
formas, la más común, de dar origen al poder.

El Código civil alemán, inspirado en la doctrina y también en las


soluciones jurisprudenciales, formuló la separación sistemática entre el
poder y las distintas relaciones de gestión, especialmente el mandato,
ubicado el poder en el desarrollo de la representación, que es el lugar
donde debe tratarse. Codificaciones posteriores siguieron su ejemplo.

HUPKA señala que es necesario deslindar la relación jurídica de


apoderamiento de las relaciones causales que le sirven de base, por
una parte, y de los actos representativos, realizados en su virtud, por la
otra. El poder, dice, no es ni una accesión ni un accesorio de su
relación básica, sino una relación jurídica absolutamente autónoma, no
subordinada en modo alguno a la existencia de su causa objetiva.

Y agrega que mandato y apoderamiento no son términos sinónimos ni


opuestos, sino que constituyen en realidad las denominaciones de “dos
relaciones diferentes entre sí “. Mientras el mandato expresa una
obligación del mandatario y constituye para éste una necesidad de
obrar, el apoderamiento como tal no es otra cosa que consentimiento
de la representación, y sus efectos un poder jurídico: el poder de
representación. En este sentido, aunque no siempre formulada con
igual precisión, destaca, la distinción entre mandato y apoderamiento
ha sido concebido y aceptado por la casi totalidad de los autores a
partir de Labarid.

En general, puede definirse el poder como “la facultad de


representación o de celebrar negocios jurídicos para otro”.

El poder puede ser atribuido por la ley o por la voluntad del


representado, pero, en sentido estricto, el término se usa para designar
la facultad de representación concebida por voluntad del interesado.
También se utiliza el término para indicar el negocio jurídico por el cual
se concede, esto es el apoderamiento, o bien para referirse al
documento en que se otorga.

Independientemente de que la relación de fondo obligue no a obrar por


representación “el poder es siempre y sólo para obrar por
representación”.

La justificación plena de la representación se obtiene exhibiendo libre


de objeciones el poder de representación que se tiene, en cuyo caso
las consecuencia de la representación ejercida se producen
inmediatamente para y contra el representado, quedando apartado de
ellas el representante, sosteniéndose en doctrina alemana, que ello
tipifica la representación directa. El poder es el consentimiento para
obrar representación de los negocios jurídicos.

Teniendo en cuenta la forma de otorgar el poder este puede ser


otorgado:
a) Por escritura pública; o
b) Por acta ante el juez del proceso

REVOCACION DEL PODER

La revocación puede ser ad nutum, es decir, por simple acto de


voluntad, y por ello, es un acto jurídico unilateral. En la representación
legal la revocación puede producirse por voluntad del menor al alcanzar
la mayoría de edad o por el incapaz al cesar en su estado de
interdicción; puede además, ser revocado por las personas que,
llamadas por la ley, deben también velar por los intereses del incapaz.
En la representación convencional, es el propio interesado el llamado a
revocar el poder. Como escribe Diez –Picazo el fundamento de
revocabilidad parece ser claro siendo la confianza la base de la
relación representativa y es justo que el representado puede destruir
aquella relación cuando esta confianza haya desaparecido, pues existe
un evidente intuitus personae. Para Coviello la confianza es también
la razón de la revocabilidad del poder.

El Código en su Art. 149, consagra el principio general de que “el poder


puede ser revocado en cualquier momento”. Además establece
normas adicionales para los casos de revocación de un poder plural y
por designación de nuevo representante, así como las formalidades
que deben observarse.

En el mandato con representación la revocación implica la extinción del


mandato.

La regla general es, pues la revocabilidad de la representación, aún


cuando haya sido otorgada con cláusula irrevocabilidad pues, como
indica Stolfi, nada puede constreñir al dominus a tolerar, si no quiere,
que otro contrate por él.

Cuestión aparte es la irrevocabilidad del poder

La representación puede ser irrevocable, como señala MESSINEO, en


los casos en, que haya sido conferida, o en interés predominante del
mismo representante, o en interés común del representante y del
representado, o en intereses de un tercero, distinto del representado, o,
finalmente, en interés del representado y del tercero.

Clases de poder según el Código Civil Peruano.- Art. 155.

El poder general sólo comprende los actos de administración.

El poder especial comprende los actos para los cuales ha sido


contenido.

Poder especial para actos de disposición según el art. 156

Para disponer de la propiedad del representado o gravar sus bienes,


se requiere que el encargo conste en forma indubitable y por escritura
pública, bajo sanción de nulidad.

Art. 157.- Representación y sustitución

El representante debe desempeñar personalmente el encargo, a no ser


que se le haya facultado expresamente la sustitución.

Según el Art. 153. Poder irrevocable


El poder es irrevocable siempre que se estipule para un acto especial o
por tiempo limitado o cuando es otorgado en interés común del
representado y del representante o de un tercero.
El plazo del poder irrevocable no puede ser mayor de un año.

6. ¿Cuáles son las modalidades del acto jurídico?

Modalidades se le define como “elemento accidental o estipulaciones


accesorias de un acto jurídico, que alteran sus efectos normales”.

Según RIPERT-BOULANGER, la modalidad es “la designación de un


acontecimiento futuro especificado por las partes y de cuya realización
depende los efectos del acto”. Las modalidades del acto pueden tener
fines opuestos, unas retardan, otras extinguen sus efectos.

a) Actos simple. Noción y caracteres

Se denominan acto puros y simple aquellos que tiene por fin


inmediato producir consecuencias jurídicas no sujetas a
modalidades (condición, plazo y cargo) y actos modales aquellos
en los que interviene una de estas modalidades. Así planteada,
esta distinción carece de interés práctico. Si lo tiene, en cambio,
la que distingue solamente como acto modal el acto condicional
por una parte, y por la otra como acto puro y simple, el acto no
condicional, aunque contenga plazo o cargo.

Ello es así, porque, la existencia misma del acto condicional, se


supedita al cumplimiento de la condición. La obligación es pura
cuando su cumplimiento no depende de condición alguna.

b) Actos modales sujetos a condición

Condición tiene diferentes acepciones en el campo del derecho.

a) significa los requisitos que debe reunir todo acto y/o escrito.
b) Se suele entender por condición, las diferentes cláusulas que
componen su contenido, tal sería el caso de las condiciones
de venta en un contrato de compraventa.
c) Se emplea el vocablo condición, como “condición jurídica de
las palabras” determinando así su situación ante el derecho.

Pero desde un punto de vista técnico, se denomina condición, a la


cláusula por la cual se subordina la adquisición o la extinción de un
derecho a la realización de un hecho incierto y futuro.

De acuerdo con lo expuesto, dos caracteres surgen de esta definición:


a) Debe ser incierto, ya que se trata de un hecho que puede llegar o
no a ocurrir, (por ej. Un terremoto, un granizo). En cambio si es un
acontecimiento que faltamente ocurrira, se está en presencia del
plazo;
b) debe ser futuro, ya que es de la esencia de la condición, su
incertidumbre objetiva de la condición.

Se estudiará, a continuación, la clasificación precedente:

a) Condiciones suspensivas y resolutorias

Tienen en cuenta que el hecho previsto dé lugar al nacimiento o la


extinción de un derecho.

- Es suspensiva cuando la adquisición del derecho se subordina a que


ocurra un hecho previsto. Por ej. Te regalare un Código si te recibes
de abogado.

- Es resolutoria cuando la ocurrencia del hecho extingue un derecho


(Así, el nacimiento sin vida extingue como si nuca hubiera existido
los derechos que habían adquirido la persona por nacer).

b) Condiciones imposibles, ilícitas o contrarias a las buenas


costumbres

La condición de una cosa imposible, contrataría a las buenas


costumbres o prohibida por las leyes, deja sin efecto la obligación:
sería imposible concebir que la ley convalidara condiciones ilícitas o
contrarías a las buenas costumbres.

Las condiciones imposibles, tienen su fundamento en la imposibilidad


física o jurídica.

Tal es el caso, tocar la cima de una montaña con la mano y/o prendar
un bien inmueble. La imposibilidad debe ser contemporánea a la
realización del acto y debe tener un carácter objetivo.

Para que la condición imposible de lugar a la anulación de la


obligación, debe tratarse:

a) de una condición positiva (ya que no hacer una cosa imposible no


afecta la validez del acto); y
b) debe de tratarse de una condición suspensiva, pues se presupone
que quién se ha obligado lo ha hecho con carácter irrevocable.

Respecto de la condición contraría a la moral y buenas costumbres, no


es admisible supeditar la adquisición de un derecho a ejecución de un
hecho inmoral.
Según BORDA el único supuesto en que la comisión de un hecho
inmoral puede dar lugar a una condición legitima, es cuando se trata
de una condición resolutoria, pues no habría sido deshonesta en
establecer a favor de alguien un derecho, supeditado a su vida
honesta.

CLASES DE MODALIDADES

Las tres principales modalidades son: la condición, el plazo y el


modo.

No son estas todas las modalidades pues la teoría considera


actualmente la existencia de otras. La doctrina más aceptada hoy día
es que la representación constituye una modalidad de los actos
jurídicos, pues altera sus efectos morales.

Se considera que constituyen modalidades las obligaciones


alternativas, facultativas y la solidaridad.

LA CONDICION.- Es obligación condicional la que depende de una


condición, esto es, de un acontecimiento futuro que puede suceder o
no.

Se define generalmente la condición como el hecho futuro e incierto del


cual depende el nacimiento o la extinción de un derecho.

EL PLAZO.- Existirá plazo cuando se supedita la exigibilidad o


extinción de un derecho al acaecer de un acontecimiento futuro y cierto.

Esta definición son compartidas por la generalidad de la doctrina


cuando se trata de precisar y caracterizar esta modalidad de los actos
jurídicos.

TERMINOLOGIA

Se consideran generalmente sinónimos las voces “plazo” y “término”


desde un punto de vista técnico-jurídico; no obstante, en nuestro país,
el uso corriente destina la expresión “plazo” para referirse
exclusivamente al convencional y, “término” para el legal y judicial.

Por extensión se denomina también “plazo” al tiempo que media entre


concertación del negocio y en el momento de su exigibilidad o
extinción”.

SALVAT establece una diferencia, sosteniendo que debiera llamarse


“plazo” al lapso que va desde la conclusión del acto hasta la llegada
del “termino”, reservando esta palabra para denominar “el día cierto o
incierto, pero necesario en el cual los efectos de la relación jurídica
comienza o concluyen.
DISTINTAS CLASES DE PLAZOS

El plazo admite una cuádruple clasificación

1.- Suspensivo y resolutorio

En el primero se difieren los efectos del acto del acto hasta el


cumplimiento del termino fijado. (Por ej. “ pagaré a los noventa
días).

En el resolutorio se limitan hasta cierto momento los efectos del acto


(así, la renta vitalicia subsiste hasta muerte del beneficiario).

2.- Cierto e incierto

El plazo es cierto cuando la de su cumplimiento está determinada: o


cuando se fija un número de días a partir de la fecha del acto, o
bien para la determinación de un acontecimiento.

El plazo es incierto cuando se conoce la fecha en que ha de


cumplirse, pero el mismo se cumplirá.

3.- Expreso y tácito

Es expreso está estipulado en el acto y tácito cuando el plazo


surge de la naturaleza del acto; quién vende su cosecha, cereal se
entregará en la época de la floración.

4.- Legal, Judicial y voluntario

El primero surge de la ley; el segundo lo establece el juez (por ej. Se


condena a pagar en el plazo de diez días hábiles) y el tercero lo
estipula las partes.

CLASES

a) Suspensivo y resolutorio

Plazo suspensivo. Existe cuando se difiere la exigibilidad de un


derecho por un lapso, determinado o indeterminado. Lo que se
veda, pendiente de plazo, es la posibilidad de accionar por el
acreedor para reclamar el cumplimiento de la prestación; y
generalmente, la pareja imposibilidad del deudor de cumplirla
anticipadamente; lo que no resulta subordinada al transcurso del
tiempo, es la existencia misma del derecho, que nunca está en
discusión cuando se trata de “plazo” suspensivo o inicial.

- Plazo resolutorio o extintivo


Denominado también plazo final o de caducidad, porque su
vencimiento o cumplimiento pone fin a la existencia del derecho; lo
encontramos generalmente en los contratos de trato sucesivo. La
denominación “resolutoria” ha provocado las críticas de quienes
sostienen que el concepto “resolución” lleva ajeno al de
retroactividad, y que el plazo nunca y en ningún caso opera
retroactivamente.

- Plazo para escriturar

No obstante las dudas que originara, la mayoría de la doctrina y


jurisprudencia han concluido por asignarle carácter suspensivo; no
coinciden, sin embargo, en la exigencia de requerir cláusula
expresa de caducidad o pacto resolutorio para sancionar el
incumplimiento de escriturar , o resolver igualmente la promesa
cuando el plazo establecido resulte fundamental, interpretando la
clara y expresa voluntad de las partes.

b) Cierto e incierto. Plazo cierto

El plazo es aquel “que fuese fijado para terminar en designación


año, mes o día, o cuando fuere comenzando desde la fecha de la
obligación o de otra fecha cierta”. Esta definición ha merecido la
crítica, no totalmente coincidente de COLMO Y BUSSO; sostiene
“el sentido es más claro que la expresión”, por cuanto debe
conocerse precisamente el momento inicial y Terminal; BUSSO por
su parte, parece requerir disyuntivamente la determinación del
momento inicial o del Terminal cuando en realidad es precio que
sea cierto el día del vencimiento.

- Plazo incierto

Habrá plazo incierto “cuando fuese fijado con relación a un hecho


futuro necesario para terminar el día en que ese hecho se realice”.

c) Plazo legal, judicial y voluntario

Esta clasificación está vinculada a las fuentes del plazo.


Consecuentemente, será legal cuando se hubiere fijado en una
norma de Derecho positivo, a la que las parte deban acatamiento
por razones de orden público; será judicial cuando la otorga o
determina el juez. Será voluntario cuando constituya la modalidad a
la que las parte supeditan la eficacia de un acto jurídico.

d) Plazo expreso y tácito

Se lo ha denominado también “explicito o implícito”, y no fue


específicamente contemplado por el codificador argentino. Sin
embargo, hay una necesidad práctica de diferenciar aquellos actos
en los que la modalidad aparece clara e indudablemente
determinado, de aquellos otros en que debe deducírsela de la
intensión de las partes, la naturaleza del acto o las circunstancia del
caso.

e) Plazo potestativo

Existe cuando se difiere a la sola voluntad del deudor la elección del


momento en que habrá de adquirir eficacia un acto jurídico,
verbigracia la cláusula de “pagar cuando quiera”, si no existiera una
condición encubierta (“pagar si quiero”) el plazo es válido y será
objeto en su caso, de determinación judicial-

f) Plazo imposible

Así lo denomina BUSSO “cuando se haya establecido un plazo cuya


determinación ofrezca grave dificultad o sea totalmente imposible”
Vertbigracia, el día 380 del año. Entendemos que mientras no se
oculte una condición, la existencia del acto no podrá discutirse; y la
imposibilidad de precisar los alcances de la modalidad o de
interpretarla, habrá de traducirse en dejarla sin efecto, convirtiendo
el acto en puro y simple.

ACTOS MODALES SUJETOS A CARGO

Es una obligación accesoria y excepcional que se impone al que


adquiere un derecho. El cargo es una obligación que grava a una de las
partes interesadas y puede ser exigido su cumplimiento en forma
coercitiva. Así, el caso del legatario que se compromete a dar misas
por el alma del causante. Ahora bien, la doctrina ha entendido que el
cargo no sólo se puede imponer en los actos que importen una
liberalidad, sino que pueden imponerse también en un contrato
oneroso.

Por otra parte, el cargo es obligación accesoria ya que se adquiere el


derecho con la obligación de asumir el caro.

Finalmente, es una obligación excepcional ya que es independiente del


derecho, y sólo por la voluntad de la parte se puede conjugar una
relación entre el derecho principal y el cargo impuesto.

CUMPLIMIENTO E INCUMPLIMIENTO DEL CARGO. EFECTOS

Los efectos del cargo se derivan de su doble carácter. Ya que es una


obligación y al mismo tiempo un accesorio del derecho principal. Si el
término para cumplir dicho cargo no hubiere sido expresado, el Juez
deberá fijarlo.

En el supuesto de que el cargo no se cumpliere, en principio no


afectaría el derecho, salvo las siguientes excepciones:
a) en una donación, ante la inejecución del cargo por parte del
donatario, el donate puede pedir su revocación salvo que su
ejecución se hubiere tornado imposible sin haber existido culpa del
donatario y antes de encontrarse en mora.

b) en el caso de que se tratare de un cargo que importe una obligación


inherente a la persona del beneficiario y éte falleciere sin haber
llegado a cumplirlo, el derecho queda revocado y se devuelven los
bienes a la persona que realizó dicha liberalidad y/o a sus
sucesores universales;

c) en un legado, el cumplimiento del cargo trae aparejada su


revocación.

El beneficiario del cargo solo responderá por el monto de los bienes


recibidos, pudiendo sustraerse de la ejecución, abandonando la cosa
donada, y en el caso de que la cosa pereciere por caso fortuito, el
donatario queda libre de toda obligación.

EXIGIBILIDAD DEL CARGO

El cargo, se vincula el autor de la liberalidad, que es el imponente del


cargo, el beneficiado con la liberalidad, que es el obligado al cargo, y,
quien debe beneficiarse con el cargo, que puede ser el propio autor de
la liberalidad o un tercero. La exigibilidad del cargo pueden plantearla,
como lo señala ALBALADEJO, el sujeto a cuyo favor se estableció la
obligación modal, pro también otros interesados: aquellos que puedan
pedir el cumplimiento de lo dispuesto en el negocio del que nace la
obligación modal; así el donante o sus herederos, si se trata de
donación modal, o lo herederos o albaceas se trata de modo impuesto
en testamento.

“El cumplimiento del cargo puede ser exigido por el imponente o por el
imponenten o por el beneficiario, cuando el cumplimiento del cargo sea
de interés social, su ejecución puede ser exigida por la entidad o la que
concierna”.

Cuando la ejecución del cargo resulte de interés social, y en tal caso, la


exigibilidad puede plantearla la autoridad competente, o, como dice el
Código, “la entidad a la que concierna”.

Pero puede ocurrir que el cargo exceda el valor de la liberalidad. En tal


caso, no hay uniformidad de opiniones. Manuel de la Puente y Susana
Zusman, señalan que existe tres sistemas destinados a solucionar el
problema:

a) El que reputa la validez del cargo, aunque éste supere la liberalidad:


b) El que considera inexigibilidad del cargo, aunque éste supere la
liberalidad;
c) El que estima que el acto adquiere por esta circunstancia la
naturaleza de un acto jurídico oneroso.

LEON BARANDIAARAN se adhiere por el sistema b), que es la


solución que acoge el Código en su Art. 187, al establecer que “El
gravado con el cargo no está obligado a cumplirlo en la medida en que
exceda el valor de la liberalidad”. Se integra, así, una situación con
la que se salva también la cuestión relativa a la disminución del valor
de la cosa materia de la liberalidad, cualquiera que sea su causa,
excepto, en nuestra opinión, por hecho del propio obligado al cargo.
AUTOEVALUACIÓN No. 2

1. ¿Qué es la simulación del acto jurídico?

SIMULACION DEL ACTO JURIDICO

1. SIMULACION

Más que una definición de la simulación en sí, es conveniente intentar


la caracterización del acto simulado, ostensible, y de acuerdo
simulatorio, oculto, que contiene la auténtica intención de las partes.

Cuando se alude a la simulación como vicio de los actos jurídicos


coexisten la apariencia negocial –aspecto externo del proceso
simulatorio y la oculta intensión real de las partes que han concluido el
negocio simulado –la apariencia negocial- con una intención práctica
diferente de aquella que el negocio simulado tiende a realizar. Es una
discordancia entre la voluntad interna y su manifestación.

A) La simulación requiere el acuerdo de quienes intervienen en el acto


de que se trate.

De allí la siguientes conclusiones:

a) el acto no es simulado aunque uno de los otorgantes haya participado


como prestanombre de un tercero, si el otro otorgante no conocía tal
circunstancia;
b) cunado uno solo de los otorgantes han entendido realizar un acto
carente de seriedad, no hay simulación sino reserva mental, la que no
influye sobre la eficacia del acto:
c) si en este supuesto, el otro otorgante lo indujo a creer que el acto que
celebrada era sólo aparente, la acción para impugnarlos no es la de
simulación si el otorgante extendió realizar un acto serio, cuando
aunque después descubre que fue víctima de un engaño,
correspondiente igualmente aquí la acción de dolo.

B) Si se trata de un acto unilateral con reserva mental conocida


únicamente por su autor, debe prevalecer la voluntad declarada;
pero si el destinatario la conocía, no debe mantenerse el acto
ficticio.

2. EL ACUERDO SIMULATORIO

En todo acto simulado subyace un acuerdo, un común designio de las


partes, de no atribuir a aquél los efectos por naturaleza, debe producir.
Las parte “de común acuerdo, producen solamente la apariencia
externa de la conclusión del negocio jurídico y, en cambio, no quieren
dar lugar al efecto jurídico conectado al respectivo negocio.

A esto se llama acuerdo simulatorio.

En doctrina se han sostenido diversas tesis acerca de la naturaleza de


este acuerdo. En la doctrina francesa clásica, y aun moderno, ha
prevalecido el criterio de que ese acuerdo y el negocio simulado son
dos actos jurídicos diferentes, que se vinculan en el sentido de que
aquel – el acuerdo simulado modifica, altera o suprime los efectos del
negocio simulado.

En cambio, la doctrina germánica ha considerado que el acuerdo


simulatorio y el negocio simulado integran, en realidad, un acto único,
cuyo contenido se neutraliza, como los sostuvieron, por ejemplo.

ROVER, SCHOLSSMANN y KOHLER. En nuestra doctrina, MOSSET


ITURRASPE considera que el acuerdo simulatorio es un “momento
prenegocial” del negocio simulado en sí algo así como un contrato
preliminar o preparatorio que obliga a las partes a a concluirlo y,
simultáneamente, vinculada a las partes al negocio oculto, cuando lo
hay.

Si se tiene en cuenta que la celebración de un acto simulado responde


a un acuerdo previo entre las partes tendiente a consumar su interés,
es obvio que el acto ostensible, simulado, no será más que la
ejecución del acuerdo simulatorio. El acto simulatorio, como tal,
reconoce uno para qué, una causa, que debe hallarse en el acuerdo
simulatorio.

3. SIMULACION Y ACTO JURIDICO INDIRECTO

El acto simulado es un negocio aparente, ficticio, no querido como tal


por las partes y, cuando existe un negocio oculto, disimulado, real, la
simulación pretende presentarlo en forma distinta de la que
corresponde. Por ejemplo la compraventa que oculta una donación.

La doctrina suele distinguir el acto o negocio simulado del indirecto


haciendo notar que, en este segundo, el negocio es querido por las
partes aunque ellas lo realizan para alcanzar un resultado ulterior que
excede que es ajeno a su función económica típica. Por ejemplo, el
deudor otorga a su acreedor mandato irrevocable para que perciba un
pago que le es debido a aquél.

El mandato es querido, es un negocio real, pero que satisface un


resultado ulterior que excede su causa típica: extinguir una obligación
por compensación. En suma, en el acto jurídico indirecto, los
otorgantes logran satisfacer un interés que no es propio de su función
típica. En el acto simulado, en cambio, las partes no quieren, en
realidad, sus efectos. Si la simulación es relativa, se valen de su
apariencia para realizar el negocio oculto disimulado.

Es cierto que es la simulación el negocio ostensible, simulado, tiende


a provocar una creencia, un engaño frente a terceros, en tanto que el
negocio indirecto no pretende provocar una creencia engañosa, sino
ser el medio de un fin ulterior.

En la simulación se utiliza la vía del negocio aparente, falso, no querido


como tal; en el propiamente denominado negocio indirecto se acude a
un negocio real que, por su medio, permite satisfacer un resultado
ulterior. Es decir, en ambos casos, el negocio es un medio para
conseguir un resultado diferentes de aquel que por naturaleza está
destinado a producir.

Por eso, quizá fuera más propio contraponer los negocios indirectos
simulados a los negocios indirectos reales.

4. GRADOS DE SIMULACION

En el concepto de la simulación quedan insinuados los diversos


grados que pueden revestir:

a) la simulación absoluta,
b) la simulación relativa

5. LA SIMULACION ABSOLUTA

El concierto simulatorio entre los participes se endereza a crear la


apariencia engañosa de un negocio vació, sin contenido real, ya que
en al intensión de los participes está llamado a no producir entre ellos
ninguno de los efectos jurídicos simulados. Ejemplos típicos de esta
modalidad son: el de las ventas de confianza, como lo que el deudor le
hace a otro para disminuir sus activos patrimoniales, sustrayendo de
la persecución de sus acreedores el bien o bienes materia del negocio
ficticio, y el de la suposición de deudas que aumenten el pasivo y así
desmejoren la posición que en el concurso de acreedores tendrían
quienes lo son en verdad.

6. LA SIMULACION EN CUANTO A LAS CONDICIONES DEL NEGOCIO

La declaración que los participes hacen para el público no es ficticia,


corresponde a un negocio realmente convenido, pero las condiciones
de este se adulteran en aquella con fines diversos, v. gr. Cuando el
precio de la compraventa se disminuye para eludir el pago de
impuestos que serían más gravosos de declaración el precio
verdadero.
7. LA SIMULACION EN CUANTO A LA NATURALEZA DEL NEGOCIO

Los participes acuerdan celebrar cierta convención, pero, por


cualquier razón deciden disfrazarla con el ropaje propio de otro
negocio distinto.

Así, a la donación se le da la forma aparente de una compraventa, o el


mutuo prendario se camufla con el disfraz de una compraventa con
pacto de retroventa.

8. LA SIMULACION EN CUANTO A LA IDENTIDAD DE LAS PARTES

En fin, la declaración pública acerca de la naturaleza del negocio y de


sus condiciones corresponde a una intensión real:

Pero, de ordinario, para eludir prohibiciones legales tocantes con la


capacidad de las partes, se recurre a una operación triangular,
mediante la interposición de un testaferro u hombre de paja, quién sin
tener interés en el negocio, se presta a desviar los efectos de este,
primeramente hacia sí, para luego trasladárselos, mediante otro acto, a
quién verdaderamente está llamado a recibirlos.

Si existe connivencia entre las partes verdaderas y el testaferro para


ocultar la identidad de una de aquellas hay simulación; pero si la
operación obedece a un acuerdo oculto entre el contratante secreto y
su interposición, sin que el otro contratante haya participado en el
ocultamiento que no hay simulación. Cuando el interpósito compra en
su propio nombre, pero por cuenta y riesgo de otro que no desea
figurar, mientras el vendedor no se haya prestado el ocultamiento de
su verdadero comprador , no se configura la simulación: existe dos
actos reales cada uno de los cuales produce sus efectos propios.

Hay una compraventa real y efectiva entre el vendedor y el interposito,


y un mandato entre este y quién le ha encomendado la gestión de
comprar, mandato que le impone el primero las obligaciones del
mandatario, tales como las de traspasarle al mandante los beneficios
del contrato celebrado por su cuenta, la de rendirle cuentas de la
gestión, etc y a la inversa, el mandante debe rembolsar al
mandatario las expensas hechas por este en cumplimiento de su
encargo, pagarle la remuneración convenida o a la usual, etc.

Las características de la simulación son:

a) la divergencia entre la voluntad real y su manifestación o


declaración pública
b) el concierto simulatorio entre los participes, y
c) el propósito cumplido por estos de engañar a terceros.
9. LOS EFECTOS DE LA SIMULACION

Precisión
Habida cuenta de la naturaleza lógica jurídica de la simulación y de las
consecuencias que derivan de la determinación de los grados que ella
puede revestir, según sea absoluta o relativa, impónese precisar sus
efectos entre las partes y respecto de los terceros, sobre todo en
consideración sobre todo en consideración a que estos dos términos
jurídicamente no son tan simples como pudiera pensarse: la expresión
parte no denota únicamente a quienes han intervenido materialmente
en un acto o negocio, ni la expresión terceros se refiere
exclusivamente a quienes no lo han hecho.

Clases de simulación

Puede clasificarse, desde distintos puntos de vista

1. Por su naturaleza.- Absoluta, relativa


2. Por su fin inmediato.- Absoluta, relativa
3. Por su extensión.- Completa, parcial

1. Absoluta y relativa.- “La simulación es absoluta cuando se


celebra un acto que nada tiene de real”.

Los fines que se proponen las partes al efectuar un acto con


simulación absoluta son innumerables, aunque en la mayoría de
los casos , fraudulentos

Así, se busca la disminución ficticia del patrimonio o el aumento


aparente de las deudas para frustrar la garantía común de los
acreedores v. gr venta simulada a terceros para escapar a la
ejecución; otorgamiento de títulos a la orden para inflar el pasivo
de un comerciante en estado de falencia.

También, para defraudar el Fisco, v. gr: en momento en que el


Estado está por expropiar algunos bienes, el dueño los
transfiere simuladamente a otro por un precio abultadísimo, con
el fin de elevar el monto de la indemnización.

No entran en esta categoría, los supuestos en que se pierde


algún derecho o se adquiere alguna obligación por inacción
dolosa o colusión del deudor, como sería cuando inercia o
abandono se dejan prescribir créditos o extinguir cualquier
derecho, o su pierde un pleito.

Relativa.- La simulación “es relativa cuando se emplea para dar


a un acto jurídico una apariencia que oculta su verdadero
carácter”.
También pueden ser innumerables los supuestos de simulación
relativa, a la vez que obedece a muy variados motivos.

Lícita e ilícita

La simulación es ilícita cuando perjudica a terceros o cuando


reconoce otro fin adicto.

Bien se advierte que el carácter licito o ilícito de la simulación


depende del fin buscado.

Por ello, se ha dicho que la simulación en si misma no es ni


buena ni mala, es neutra, incolora.

Cuando es lícita no es una causa de nulidad.

Dentro de los casos de simulación lícita en esta acepción amplia,


ya que muestra algunas diferencias se encuentran los
negocios fiduciarios.

Ilícita

En la mayoría de los casos, la simulación es ilícita; perjuicio a


terceros, violación a la mey o a la regla moral . En este supuesto,
es una causa de nulidad. Generalmente, el negocio ficto se
encamina a burlar derechos de extraños; pero hay casos en que
la única perjudicada es una de las partes, como ocurre en los
préstamos con intereses usuarios cuando el prestamista hace
suscribir un documento por una cantidad mayor que la facilitada,
incluyendo los intereses usuarios dentro del capital.

Completa y parcial

Esta clasificación es de menor interés que las anteriores. Será


completo o total, cuando afecte íntegramente el acto, viciándola
en su esencia. Demostrado el vicio, cae el negocio por entero;
v gr compraventa simulada con simulación absoluta. Es
parcial, cuando recae sobre una cláusula accesoria o elemento
incidental, como sería la fecha, el plazo, mayor o menor precio,
etc.

Pero, si se advierte, esta clasificación se superpone con la


primera (simulación absoluta y relativa) refiriéndose más bien a
los efectos de su declaración, por lo cual no ha tenido mayor
acogida en la doctrina.
2. ¿Qué es el fraude en el acto jurídico?

FRAUDE DEL ACTO JURIDICO

1 FRAUDE A LA LEY.

Bajo la denominación de teoría del fraude a la ley, se ha procurado


forjar un remedio técnico para aniquilar las conexiones fraudulentas, es
decir, aquellas conexiones que se crean premeditadamente para
subsumir a un derecho material extranjero determinada relación
jurídica, con el fin de eludir la aplicación de una ley imperativa o
prohibitiva normalmente competente.

2. DISTINCION CON LA ACCION PAULINA

Debe distinguirse la teoría del fraude a la ley de la teoría de la acción


paulina. En efecto, ésta presupone un particular damnificado: aquélla
no. Bástale comprobar la existencia de a voluntad de burlar la ley.

3. FRAUDE A LA LEY EN DERECHO INTERNO Y EN DERECHO


INTERNANCIONAL

A pesar de que la teoría del fraude a la ley tenga en derecho interno y


en derecho internacional rasgos propios, percíbanse sus recíprocas
influencias-

- Tendencias doctrinarias negativas

Prescindiendo de detalles encontramos en la doctrina tres posiciones.


Una primera posición, que llamaremos negativa, juzga inadmisible toda
investigación de los móviles en la creación concreta de conexiones
fraudulentas.

- Tendencia positiva restringida

Esta posición acepta el examen de los móviles subjetivos a la luz de la


teoría de fraude a la ley, para poner coto a las conexiones fraudulentas
en materia de contratos y en punto a la forma de los actos jurídicos.

- Tendencia positiva amplia

La tercera posición propugna el empleo de la teoría del fraude a la ley,


aunque no se encuentre incorporada al derecho positivo, como un
remedio contra las conexiones fraudulentas, cualesquiera sea la
relación jurídica que la hubiese motivado.

4. ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DE LA NOCION DE FRAUDE A LA


LEY: ELEMENTO OBJETIVO
La doctrina más difundida exige el concurso de tres elementos para
configurar el fraude a la ley: El primero de ellos, objetivo, consiste en
la violación de una ley imperativa o prohibitiva mediante el subterfugio
de la adquisición de una situación legal.

- Elemento subjetivo

Se exige generalmente como elemento subjetivo que haya una violación


conciente e interesada de tal ley, pues si faltara dicha intención no
podría decirse estrictamente que hay un caso de fraude.

- Crítica

Aunque algunos autores prescinden del elemento subjetivo, a punto tal


que hay quién ve en esta teoría del fraude a la ley una regla moral que
se infiltra en el ámbito jurídico.

- Carácter subsidiario

Se señala asimismo la existencia de un tercero elemento constitutivo;


es menester que no haya ningún otro medio para obtener la
observancia directa o indirecta de una ley imperativa o prohibitiva.

- Naturaleza y efectos

Disiente los autores cuando se trata de dar caracterización jurídica de


la doctrina del fraude a la ley. Para algunos, estaría comprendida en la
noción de orden público. Para otro, sería un abuso de derecho y
finalmente no falta quienes afirman que es un caso de ingerencia de las
normas morales en el derecho.

Empero lo indiscutible es que la teoría del fraude a la ley, tiene por


objeto crear una sanción para mantener la vigencia de las leyes
imperativas, en el campo internacional.

La sanción del fraude a la ley consiste en prescindir de las maniobras


efectuadas desconociendo valides a la conexión fraudulenta y aplicar
aquella ley que las partes quisieron eludir.

- El fraude a la ley y la regla locus

Consecuencia, para una corriente una excepción a la regla locus regít


Si las partes se trasladan de un Estado a otro para escoger el lugar de
formación de un acto jurídico, con intención de someterlo a los
requisitos formales de ese derecho local, y escapar a la vigencia de la
leyes del lugar en que normalmente hubiera debido nacer, créase una
conexión fraudulenta.

Desde antiguo se preconizó en estos casos el empleo del adagio


Graus omnia corrumpit, mediante el cual se llegaba a someter las
formas del acto jurídico a la ley material cuya aplicación habíase
eludido. El fraude a la ley constituye, en actum.

- Fundamento

Se dice a favor de las tesis enunciada en el número precedente, que si


se deja librada la aplicación de la regla locus a la valoración que los
jueces hagan de la intención fraudulenta de las partes, se crearían
circunstancias de vaguedad y de incertidumbre en el régimen de la
forma de los actos.

Además, se añade que si la noción del fraude a la ley se refiere a


aquellos casos en que se busca eludir la aplicación de la ley
imperativa, este principio no es aceptable respecto a la regla locus,
pues la misma reviste carácter facultativo.

5. CONDICIONES DE LA ACCION PAULIANA

En el concepto general que hemos ofrecido de la acción pauliana


sobresalen dos elemento axiológicos para que ella tenga efecto:

a) El daño al acreedor o acreedores;


b) El designio fraudulento

a) El perjuicio a los acreedores

Mientras el deudor sea solvente, y lo es en tanto que sus bienes


embargables sean bastantes para responder de sus deudas, los
acreedores no están legitimados para interferir la libre
administración que aquel tiene sobre su patrimonio ni para
impugnar los actos realizados en ejercicio de esta, aunque tales
actos efectivamente impliquen una disminución patrimonial, pero
sin rebasar los límites de la solvencia. En tales circunstancias,
los acreedores carecen de interés y es sabido que sin interés no
hay acción.

La propia se proclama de los actos del deudor relativos a sus


bienes inembargables, porque estos no forman parte de la
garantía de los acreedores y escapan a su persecución. Por
tanto, no tienen ellos interés, en que el deudor los conserve ni
resultan afectados por su distracción.

Corresponde, pues, al acreedor o acreedores que pretendan la


revocación de un acto realizado por su deudor, la prueba de que
dicho acto le es perjudicial, en cuanto lesiona sus créditos por
colocar al deudor en estado de insolvencia o por agravar tal
estado, si ya se encontraba en él. Y, de la propia manera , el
deudor y los terceros demandados en acción pauliana pueden
enervarla proponiendo la excepción de discusión de bienes,
enderezada a establecer que los activos patrimoniales que aún
conserva el deudor después de la realización del acto
impugnado por el acreedor o acreedores, son suficientes para
cubrir las deudas de aquel. Plantéase así una cuestión de
hecho que el juez debe resolver discrecionalmente, habida
cuenta de las pruebas aportadas por las partes contrincantes,
bien sea para establecer el perjuicio a los acreedores, o bien
para negarlo.

b) El fraude pauliano

La definición clásica del dolo: “El dolo consiste en la intención


positiva de inferir injuria a la persona o propiedad de otro”.

Y la doctrina tradicional identifica las expresiones dolo y fraude


al designar indistintamente con ellas ese elemento especifico
del delito: esa intención positiva de inferiri injuria o daño, que
sirve para distinguir el delito del hecho ilícito culposo, en el
cual la culpa, imprudencia o negligencia del agente sirve de
fundamento a la responsabilidad civil en que este incurre.
Ahora bien , con base en la precitada identificación de las
expresiones dolo y fraude pauliano con el dolo, y así ha llegado
a formular la tesis, según la cual, para que la acción pauliana
pudiese prosperar, se requeriría que el acreedor o acreedores
que la instaurasen aportaran la difícil prueba de que el acto
impugnado se habría celebrado con la intención positiva de
inferirles daño. Pero el pensamiento dominante ha rechazado
esta tesis que restringe y hasta hace ineficaz la acción
pauliana en la mayoría de los casos, y así , atendiendo a la
tradición romana, ha afirmado que el fraude pauliano es un
concepto sui generis que consiste únicamente en el
conocimiento que se tenga, y que el deudor debe tener del mal
estado de sus negocios, pese al cual celebra el acto que lo
sitúa en imposibilitado de pagar sus deudas. Con otras
palabras: la mala fe del deudor, que se sanciona con la acción
pauliana, es la que se configura cuando dicho deudor celebra
un acto que defrauda la confianza depositada en él por sus
acreedores, quienes al otorgársele contaban con él no habrían
de abusar de la libre administración de sus bienes hasta el
punto de realizar, a sabiendas, actos que lo condujeron a la
insolvencia, o la agravaran, si ya había llegado a ella. La acción
no procede cuando el deudor no el es imputable la mala fe,
aunque haya incurrido en imprevisión, temeridad, negligencia o
descuido en la libre administración de sus bienes. La garantía
que tales bienes representan para los acreedores no autoriza a
estos para interferir esa administración ni para pretender
trazarle el deudor ciertas pautas al respecto. Así, si este, en un
momento determinado, considera que cierto acto o negocio
habrá de serle provechoso y tal previsión falla, ocasionándole
una pérdida patrimonial, aunque esta pueda afectar la garantía
de los acreedores, ellos no están legitimados para ejercer la
acción pauliana, porque falta la mala fe del deudor que
condiciona dicha acción.

6. LOS EFECTOS DE LA ACCION PAULIANA

Es esta una acción de sui generis, inventada por el pretor Paulus sin
vinculación a otras acciones hasta entonces reconocidas en la
legislación romana, y dotada desde su establecimiento de efectos
propios.

El Edicto Pauliano confrontó una situación aún no regulada y en la que


estaba comprometidos los intereses de tres categorías de personas, a
saber: el deudor, cuya responsabilidad por el incumplimiento de sus
obligaciones se trataba de haber efectiva sobre su patrimonio, en vez
sobre su persona; los acreedores que ya estaban dotados por la Lex
Poetelia Papiria y por el Edicto Rutiliano de una garantía general sobre
ese patrimonio del deudor y los terceros que pudieran contratar con el
deudor o beneficiarse de sus actos, con perjuicio de los acreedores,
como quiera que la mencionada garantía a favor de estos no priva al
deudor de la administración de sus bienes.

Este conflicto de interés fue resuelto por el pretor Paulus creando la


acción revocatoria de los actos fraudulentos del deudor, mediante la
cual tales actos se reputaban no celebrados (ut perinde sint omnia
adque si nihil gestum sit) frente al acreedor o acreedores que
ejercieran la acción y hasta concurrencia de sus créditos, con las
incidencias sobre la descrita situación conflictiva que seguidamente se
puntualizan:

a) Quienes han participado en el acto fraudulento del deudor o se ha


beneficiado directamente con dicho acto deben restituir al
patrimonio de aquel los bienes recibidos, que quedan privados de
los derechos y beneficios que hayan reportado del acto. Así, si
este es un título traslaticio, como una compraventa, o una permuta,
o un aporte social, o una donación, o una dación en pago, las cosas
adquiridas por quienes han participado o se ha beneficiado por el
acto impugnado debe ser restituidas al patrimonio del deudor;
como una prenda, o una hipoteca, o una anticresis, tal derecho se
reputa inexistente; si el acto consiste en la remisión de una deuda,
esta se tiene por no extinguida; si el deudor ha renunciado a una
herencia, legado o donación, tal renuncia queda revocada y el
acreedor o los acreedores que la hayan impugnado pueden
aceptar en vez del deudor y hasta concurrencia de sus créditos.

La eficacia de la acción pauliana por el aspecto comentado ya


ofrece una característica propia de dicha acción- El fallo
estimatorio de ella no invalida totalmente el acto impugnado, no
hace tabla rasa de este, como sí ocurre con la declaración de
nulidad que aniquila retroactivamente todos los efectos del acto,
sino que dicho fallo solo hace ineficaz el acto impugnado hasta
concurrencia del interés del acreedor o acreedores demandantes,
dejando en pie todos los otros efectos producidos por el acto.

b) Todo lo dicho el literal anterior respecto de los terceros inmediatos o


sea, las personas que han contratado directamente con el deudor
fraudulento han reportado beneficios del acto, se predican en los
mismos términos y con el mismo alcance respecto de los
subadquirientes de los bienes sustraídos del patrimonio de dicho
deudor, llamados terceros mediatos, por cuanto su adquisición o
beneficio no se deriva del acto mismo del deudor, sino de actos
posteriores de los terceros inmediatos, v.gr., la venta o la
donación por estos de los bienes de que se trata.

c) La prosperidad de la acción pauliana ejercida por los acreedores, en


sí misma, ni mejora ni perjudica la mala situación económica del
deudor fraudulento, porque si es cierto que en virtud del fallo
estimatorio se restituyen al patrimonio de aquel los bienes
sustraídos mediante el acto revocado, tal restitución solo beneficia
a los acreedores que hayan ejercido la acción, permitiéndoles
obtener la aprehensión y la venta de los bienes recuperados hasta
concurrencia de sus créditos; y si el precio de esta venta excede
del valor de tales créditos, según quedo dicho, el remanente no
pertenece al deudor, sino a los terceros inmediatos o mediatos a la
restitución.

Igualmente, el fallo estimatorio de la acción tampoco empeora la


situación económica del deudor insolvente, porque los terceros
condenados a la restitución de los bienes no pueden ejercer la
acción de saneamiento contra dicho deudor.

Esta acción no procede en tratándose de actos gratuitos y si el acto


es oneroso, aunque se pudiera pensar que, en principio, el tercero
evicto tendría esa acción de saneamiento, en la practica esto no es
así, porque como el fallo que condena al tercero a la restitución
tiene que fundarse en su mala fe, en su complicidad en el fraude
del deudor, la presunta acción no sería de recibo, por aplicación
del principio según el cual nadie puede ser oído cuando alega su
propia inomoralidad (nemo audiens propriam turpitudinem
allegans).

d) En la revocación del acto fraudulento aprovecha a los acreedores


que han ejercido la acción pauliana, pero son hasta concurrencia
de sus créditos, con lo cual se cumple la finalidad especifica de la
acción pauliana: reconstituir la garantía que aquellos tienen sobre
el patrimonio del deudor.

7. LA NATURALEZA DE LA ACCION PAULIANA

La acción pauliana es una situación sui generis, introducida por el


derecho pretorio, a manera de complemento de los procedimientos
ejecutivos hasta entonces establecidos; la aprehensión de los bienes
del deudor (missio in possessionem) y la venta de ellos (bonorum
venditio) por medio de los cuales se venía cristalizando la idea de que
la responsabilidad del deudor por el incumplimiento de sus
obligaciones debería recaer sobre el patrimonio de este,
desplazándola de su propia persona. Con la acción pauliana se quiso
apenas proteger a los acreedores y solo a ellos, contra los actos del
deudor que fraudulentamente mermasen su patrimonio en detrimento
de la garantía que sobre él se trataba de otorgar a aquellos.

Pese a lo dicho la doctrina posterior ha pretendido desconocer la


naturaleza especifica de la acción pauliana y ha tratado de asimilar a
otros tipos de acciones y de atribuirse el régimen pertinente a estos.

Por ello, bien vale la pena criticar someramente las principales


variantes de estos intentos doctrinarios

8. DEL FRAUDE EN GENERAL

Contrariamente a lo que sostuvo la doctrina tradicional, el fraude es


una noción genérica, no circunscripta al fraude un perjuicio de los
acreedores. Este es el que legista los art. 961 a 972. La denominación
de fraude pauliano se debe a que el derecho romano clásico, el pretor
Paulo introdujo dentro del elenco de las acciones in personam
pretorianas el interdictum fraudatorum, por el cual, dentro del año
desde la bonorum venditio de los bienes del deudor insolvente, los
acreedores podían adquirir la posesión de las cosas enajenada por él
fraudations causa.

Así paso el Corpus Iuris Civile Justiniano y fue dominado acción


pauliana por la glosa posterior. Pero como se anticipó, y aunque se
está aquí ante un supuesto especifico de fraude , la noción no puede
no debe circunscribirse al fraude en perjuicio de los acreedores
quirografarios y que, a la postre introducen a éste en la teoría general
del acto jurídico.

9. EL FRAUDE EN SENTIDO GENERICO

La moderna doctrina considera que el fraude, en general consiste en


hacer que opere una norma jurídica con el fin o propósito de eludir,
evitar, la aplicación de otra. Se dice, pues, que un acto jurídico es
fraudulento cuando, si bien sus otorgantes obran legitimados
formalmente en una norma legal, en realidad eluden otra u otras, que
les impedirían obtener el resultado o fin práctico que se proponen.

Desde este punto de vista el fraude se obtiene por lo que se ha dado


en llamar la circunventio legis; la utilización de una norma “de
cobertura” para obtener, a la postre, el fin prohibido por otra norma: la
“ley defraudada”. La teoría del fraude aparece entonces como un
medio de mantener el control en la aplicación de las normas jurídicas,
considerando el orden jurídico en su totalidad. Se alude, así al fraude
a la ley.

10. ELEMENTOS DEL FRAUDE

Así entendido, el fraude se descompone básicamente en tres


elementos que deben aparecer reunidos; una norma jurídica
imperativa u obligatoria; la intención de aludir su aplicación y,
finalmente, la utilización de un medio legalmente eficaz para lograrlo.

a) Norma jurídica imperativa u obligatoria.- Es claro, de inicio,


que sólo cabe hablar de fraude a la ley cuando se está en
presencia de normas imperativas o de orden público y no cuando
se trata de normas de aplicación supletoria o que son de carácter
permisivo.

Con respecto a éstas, la autonomía de la voluntad negocial pierde


perfectamente aludirlas, e incluso, obtener mediante llamados
negocios indirectos, fines que, por aplicación estricta de las
normas negociales, no podrían las partes conseguir.

Así, en ejemplo del mandato otorgado por el deudor a su


acreedor para que cobre un crédito que el tiene, a su vez, contra
un tercero y que permite, por esa vía, la cancelación de la
obligación por compensación.

El fraude a la ley es tal, cuando la imperativa de la norma eludida


hiere o vulnera el orden público, cause o no perjuicio a terceros.

Es que el “motivo que determina a las parte en un negocio jurídico


a actuar en fraude a la ley no es otro que el designio de evitar los
alcances de una norma cuya preceptiva no puede ser dejada de
lado.

b) Intención o propósito de eludir la norma imperativa.

Tal es el elemento subjetivo que caracteriza el fraude a la ley.


Interviene aquí una modalidad del dolo consistente en crear, de
algún modo, las condiciones de aplicación de normas jurídicas
diversas para obtener el resultado contrario a derecho. He aquí el
fin fraudulento: el propósito deliberado de eludir el mandato legal
imperativo o prohibitivo que, por ende, se califica de ilícito.

c) La utilización de un medio legalmente efizac

Para consumar su fin fraudulento, los otorgantes recurren a las


normas legales que les permiten formalmente neutralizar según
feliz expresión de GHESTIN y GOBEAU los efectos de la regla
obligatoria contra la cual va dirigida a su maniobra. Y a diferencia
del negocio contra la ley (contra legem), en este caso el otorgante
o los otorgantes no contravienen o violan directamente la norma
imperativa, sino que crean las condiciones que les permiten
obtener, por otra vía, el resultado intentado u otro resultado
equivalente.

11. FRAUDE PAULIANO. CONCEPTO

En el catálogo de los negocios fraudulentos asume particular


trascendencia el que se ha denominado fraude pauliano o fraude en
perjuicio de los acreedores.

En tal supuesto, el deudor echa mano de un arbitrio o facultad que el


derecho le acuerda en ejercicio de su capacidad de obrar: el poder
de administrar o de disponer de sus bienes.

Cuando esa facultad es ejercida de modo que el patrimonio se torna


insolvente, se ve claro que tiende a sustraer aquellos bienes a la
ejecución de los acreedores. En otras palabras, el deudor,
sirviéndose de uno o más negocios de disposición válidos v.gr; y
como más típico pero no único, la enajenación de sus bienes, tiene
a perjudicar a los acreedores, haciendo insolvente su patrimonio, que
es, según viejo aforismo, la prenda común de aquéllos.

Como se advierte, el fraude paluliano participa de la estructura común


a todo negocio fraudulento: la utilización de una norma de
“cobertura” que le permite legítimamente disponer, para frustrar el fin
de otra norma; la que asegura a los acreedores el derecho a obtener
la satisfacción de sus créditos y que se convierte en “ley
defraudada”. En esa hipótesis de fraude, se confiere a los
acreedores damnificados (que son los quirografarios cuyo crédito
sea de fecha anterior al negocio dispositivo que provoca o agrava la
insolvencia del patrimonio del deudor, una acción que les permite
ejecutar los bienes o valores dispuestos hasta satisfacer el importe
de su crédito: es la acción revocatoria.

3. ¿Qué es la acción pauliana? ¿Cuándo procede la acción paulatina?

La acción pauliana, de ineficacia o revocatoria, es la que compete al


acreedor para pedir que judicialmente se declaren ineficaces respecto de
el los actos con los cuales su deudor renuncia a sus derechos (renuncia a
sus legados, constitución de patrimonio familiar, etc.) o con los que
disminuya su patrimonio conocido, disponiéndolo (donación, venta, etc.) o
gravándolo (prenda, hipoteca, etc.), de tal forma que le cause un perjuicio,
imposibilitándolo o dificultando el recupero de su crédito. Declarado el acto
ineficaz, el acreedor accionante podrá ejecutar su crédito sobre los bienes
objeto del acto fraudulento, no obstante que ya no pertenecen al deudor.
LEÓN BARANDIARAN señala que por medio de la Acción Pauliana el
acreedor obra en nombre propio y demanda que quede sin efecto el acto
realizado por su deudor, que comporta una disminución en el patrimonio
de éste, que así queda reducido a la insolvencia, o sea, que carece de
medios para pagar su insolvencia.
Con esta acción se tutela el derecho de los acreedores, protegiendo al
mismo tiempo el derecho de los terceros, adquirentes o subadquirentes a
título oneroso y de buena fe. Coloca a los bienes materia de la enajenación
fraudulenta en situación de que puedan ser embargados y rematados
judicialmente por el acreedor. Satisfecho el interés del acreedor, subsiste
el acto celebrado entre el deudor que enajeno y el tercero que adquirió.
Si el patrimonio del deudor constituye garantía patrimonial común de sus
obligaciones o expectativa de ellas (cuando se trata de obligaciones sub
conditione), esta obligado a actuar con responsabilidad, diligencia y
honestidad en los actos de renuncia a derechos, o de disposición o
gravamen de sus bienes, conservando lo necesario para cumplir con sus
obligaciones. Sobre este fundamento radica la acción pauliana, conferida
por la ley a los acreedores para impugnar los actos de los deudores que
perjudiquen su derecho, a fin de que puedan ejecutar los bienes
integrantes de la garantía general. La acción revocatoria tiene por finalidad
privar de eficacia a los actos de enajenación fraudulentos realizados por el
deudor. Al igual que la acción revocatoria tiene también carácter
subsidiario y el acreedor sólo podrá ejercitarla cuando no cuente con otro
medio de satisfacer su derecho de crédito, burlado por el acto dispositivo
fraudulento del deudor.
La acción pauliana asiste al acreedor para que se rescindan los contratos
onerosos, las hipotecas, prendas y anticresis que el deudor haya otorgado
en su perjuicio, actuando de mala fe tanto el otorgante como el adquirente.
Igualmente, procede en los casos en que los actos y contratos han sido a
título gratuito, si se prueba la mala fe del deudor y el perjuicio del acreedor.

4. ¿Qué son los vicios de la voluntad? Enumere cada uno de ellos.

1. LOS VICIOS DE LA VOLUNTAD.

La voluntad o el consentimiento de una o más personas, según el


caso, es requisito esencial para la existencia de los actos jurídicos.

El reconocimiento de la facultad que tienen los particulares para


arreglar en gran parte sus relaciones jurídicas mediante
manifestaciones privadas de su voluntad impone , a la vez, la
necesidad de protegerlos contra su propia ignorancia, y,
principalmente, contra el fraude y la violencia de que pueden ser
victimas al hacer uso de la referida facultad legal.
Por este motivo, para todo acto jurídico no solamente se requiere que
los agentes lo otorguen voluntariamente, sino que también se exigen
que lo hagan con cierto grado de conciencia y de libertad, fuera del
cual el acto existe, pero queda viciado de nulidad.

Para la existencia de un acto jurídico es necesaria la manifestación de


la voluntad del agente o agentes que intervienen que intervienen en
su celebración; pero además, es indispensable para la validez del
mismo acto que dicha voluntad sea sana, es decir, que no adolezca de
ciertos vicios, cuya presencia destruye la libertad y la conciencia para
crear, modificar o extinguir relaciones jurídicas.

Varios tratadistas, adoptan la denominación vicios de la voluntad en


vez de vicios del consentimiento, en la cual la voz consentimiento se
emplea en su acepción vulgar de adhesión unilateral y voluntad a algo,
es decir, sinónima de voluntad.

En efecto, el consentimiento, en su acepción técnica jurídica, denota el


encuentro y la unificación de la voluntades de dos o más personas en
un mismo querer, el que solamente deja de realizarse cuando las
declaraciones de esas voluntades son divergentes, lo que constituye
el disentimiento o disenso. El tema que aquí, se avoca es otro: se trata
de la discordancia entre la voluntad y su real declaración, cuando
esta obedece al error, al dolo o a la fuerza, fenómeno que también
puede darse en los actos unipersonales simples, en los cuales no
existe el consentimiento propiamente dicho, sino la sola voluntad del
agente único.

Los vicios de que puede adolecer el consentimiento son error, fuerza,


dolo. De suerte que la validez de un acto jurídico depende, en parte,
de que la manifestación de la voluntad de todos y cada uno de sus
agentes no se produzca bajo el imperio de la coacción física o moral,
ni a causa de un error fortuito o provocado por el dolo de otro de los
agentes.

2. EL ERROR. CONCEPTO JURIDICO DEL ERROR

En un sentido estricto, el error se puede definir diciendo que es la falsa


noción de la realidad. Con otros términos, el error consiste en la
discrepancia entre una idea y la realidad que esta pretende
representar; según DONAU, consiste “en crear verdadero lo que es
falso, o falso lo que es verdadero”.

Es decir que en el campo filosófico, el error propiamente dicho difiere


de la ignorancia, por cuanto el primero implica siempre una oposición
entre el concepto y la realidad, al paso que la segunda se caracteriza
por la ausencia del concepto: yerra quién cree que un vidrio es un
diamante, e ignora quién no sabe qué es un diamante.
Pero en el terreno jurídico la ignorancia es y debe ser equiparada al
error, especialmente cuando se trata de proteger la autonomía de la
voluntad privada, porque esta queda amenazada no solamente por las
ideas falsas de los agentes, sino también por la ignorancia de estos.
Más aún, en la mayoría de los casos el error proviene de la
ignorancia: el concepto falso encuentra su origen en el
desconocimiento de la realidad. De ahí que uno y otra deban quedar
sometidos a idéntico régimen jurídico.

3. LA CLASIFICACION. EL ERROR DE HECHO Y EL ERROR DE


DERECHO

El error puede ser de derecho o de hecho, según que verse sobre una
norma jurídica o sobre los elementos constitutivos de una situación de
hecho, respectivamente.

Un ejemplo clásico, tomado de Paulo, servirá para declarar esta


distinción: si una persona celebra contrato con un menor de edad,
creyendo que negocia con un mayor de edad, comete error de hecho;
si dicha persona a sabiendas de que está negociando con un menor
de edad, supone que puede pretermitir las formalidades legales
protectoras de los incapaces, incurre en un error de derecho.

4. EL ERROR DE DERECHO

- El sistema francés

Desde el punto de vista real es indudable que la voluntad de la


persona que interviene en un acto jurídico se encuentra tan viciada
cuando incurre en error respecto de una norma jurídica, como cuando
tal error versa sobre la situación de hecho.

Las mismas razones que se aducen para justificar la consagración


del error de hecho como causa de invalidez de los actos jurídicos
sirven para sostener que el propio tratamiento debe ser dispensado al
error de derecho.

En efecto: si la ley quiere garantizar el ejercicio de la autonomía de la


voluntad privada, no reconociéndole eficacia jurídica sino en los
casos en que esta se manifiesta libre y concientemente , el error de
derecho debe ser erigido en vicio del consentimiento, porque es
indudable que dicho error también puede afectar gravemente la
voluntad del agente.

El error sobre un punto de derecho no vicia el consentimiento. El orden


social y la seguridad del comercio peligra si se permitiera a los
particulares alegar su ignorancia jurídica para eludir el cumplimiento de
la ley. De ahí que el derecho romano hubiera establecido la
presunción según la cual una ley debidamente promulgada se
reputaba en el aforismo “la ignorancia de la leyes no sirven de
excusa”.

5. EL ERROR DE HECHO

- Precisión y clasificación del error de hecho

El error que repercute sobre la eficacia de los actos jurídicos es aquel


que, real o presuntamente, llegue a convertirse en el móvil
determinante de la voluntad, o sea, en la causa de la prestación de
dicha voluntad.

El error accesorio, vale decir, no esencial, no repercute en la eficacia


del acto en que incide.

6. LA CLASIFICACION DE ERROR

En error dirimente o error – nulidad y error indiferente. El primero es


aquel que, por ser esencial, afecta la validez del acto y la condena a su
anulación o rescisión judicial. El segundo, como su denominación lo
indica, carece de influencia respecto de la eficacia del acto.

7. EL ERROR SOBRE LA PERSONA EN EL DERECHO FRANCES Y SU


INFLUENCIA EN OTROS DERECHOS

No es una causa de nulidad cuando se refiere a la persona con la cual


se tiene intención de contratar, a menos que la consideración de esta
persona sea la causa principal de la convención

5. ¿Qué es la nulidad del acto jurídico? Clasificación. Causales que


contemple el Código Civil Peruano.

1. TEORIA DE LA NULIDAD

1.1. Concepto: caracteres

Del concepto de nulidad sanción legal que priva al acto jurídico de sus
efectos normales en razón de causas (vicios) existentes al momento
de su celebración se desprenden los siguientes caracteres:

1.- Existencia de un vicio desde el origen del acto. Dicho vicio puede
revestir tres aspectos: falta de requisitos exigidos por la ley para
la existencia del acto; existencia de defectos en cuyo mérito
aquella no le reconoce eficacia o la existencia de una prohibición
de celebrar el acto (SALVAT).
2.- La sanción consiste, precisamente en la privación de los efectos
normales que el acto estaba destinado a producir, y que
naturalmente las partes habían tenido en mira al celebrarlo.

3.- La nulidad reconoce exclusivamente su fuente en la ley, no


pudiendo ser creada por voluntad de los otorgantes.

- El problema de las nulidades implícitas

Los jueces no pueden declarar otras nulidades de los actos jurídicos


que las que en este código se establecen.

2. ACTOS NULOS Y ANULABLES

2.1. Concepto y diferencias: enumeración legal

Son varios los criterios que se han empleado para distinguir a los
actos nulos de los anulados. Algunos autores consideran que el
criterio a emplear se funda sobre la intensidad que el criterio a
emplearse se funda, ya que si algún elemento falla en forma
total, como por ejemplo el objeto y la causa, que solo son
susceptibles de existir o de no existir, el acto será nulo, al igual
que en el supuesto de existencia de defectos formales; en tanto
que si lo que estuviera viciada fuese la voluntad (supuestos de
incapaces relativos o vicios del consentimiento) la falla puede ser
meramente parcial y por tanto el acto será anulable (MOYANO)

Una segunda opinión 8LLAMBIAS) considera que el acto será


nulo si adolece de una falla regida, determinada. Dosificada por la
ley, invariable e idéntica en todos los actos de la misma
especie. En cambio, el acto anulable “padece de una falla que
es por su propia índole o se presenta fluida, indefinida, variable
en los actos de la misma especie e intrínsecamente dependiente
de la apreciación judicial”.

Considerada LLAMBIAS que sí se trata de un acto nulo, en el que


el vicio es rígido, la ley puede por sí misma decretar su ineficacia
que, como es independiente de todo juzgamiento ulterior,
desvirtúa el acto de su efectos propios desde su mismo origen.
Agrega que en el acto, ya que a su respecto la ley se limita a
establecer un principio de sanción de invalidez, el que será
definido y regulado por el juez según las circunstancias
particulares del caso; se trata de una nulidad intrínsecamente
dependiente de apreciación judicial, por lo que la ineficacia se
encuentra vinculada con la sentencia judicial que define y
pronuncia la falla del acto viciado.

Finalmente, para BORDA el criterio de la distinción reside en que


el acto nulo, el vicio se halla manifiesto o patente en el acto
mismo. El Juez actuará pasivamente limitándose a comprobar
la existencia de una invalidez declarada de pleno derecho por la
ley. Considera que se trata de una nulidad precisa, rígida,
insusceptible de estimación cuantitativa y taxativamente
determinada por la ley.

En lo que hace el acto anulable, la causal de invalide, según


BORDA, no aparece manifiesta en él, sino que es necesaria una
labor de investigación o apreciación por parte del Juez. La
anulación depende de circunstancias de hecho, el flexible,
variable, susceptible de apreciación judicial. La invalidez no
resultará de una simple comprobación de la existencia de los
presupuestos legales, sino que el Juez debe integrar con su juicio
lo dispuesto en la norma para llegar a ese resultado.

Este criterio de distinción aparece como superpuesto con el de la


nulidades manifiestas y no manifiestas, tal como se verá más
adelante.

En síntesis para este ultimo criterio de distinción el acto será


nulo si el vicio o defecto que determina la invalidez se encuentra
patente, en tanto que será anulable si dicho vicio está latente y
su existencia debe ser verificada a través de una investigación de
hecho.

3. NULIDAD DE LOS ACTOS JURIDICOS

Es decir que ella carece de sentido frente a los hechos jurídicos y a los
simples actos voluntarios lícitos que no sean actos jurídicos pues
solamente es dable atribuir validez o falta de ella a los que importan
una manifestación de la autonomía de la voluntad. Los hechos
externos o de la naturaleza y los actos que producen consecuencias
jurídicas ex lege (por mandato legal, al margen de la voluntad de las
partes), no quedan encuadrados en el tipo legal prefigurado si
presentan defectos de estructura (antecedente normativo o factum del
supuesto de hecho), por lo que de ellos no es propio predicar la
invalidez, calificación ésta ligada a los elementos o presupuestos
esenciales de los actos proveniente de la autonomía privada, la cual
contiene, por consiguiente, una dirección intencional, vinculada con la
responsabilidad de los sujetos que crearon el acto y con la sanción
que cuadra y se corresponde con el fin jurídico inmediato que es de su
esencia.

Dos corrientes principales se han perfilado al dar el concepto de la


nulidad. La primera, que es mayoritaria, considera que tiene
naturaleza de sanción legal, con la cual pierde el acto los propios
efectos. En tal sentido, la ha definido BORDA como “la sanción legal
que priva de sus efectos normales a un acto jurídico, en virtud de una
causa originaria, es decir, existente en el momento de su celebración.
Es también la que ha seguido la jurisprudencia mayoritaria de nuestro
país.

Al estudiar de definición se observa que son tres las notas que


caracterizan a esta sanción objetiva:

1.- Debe provenir de la ley lo que la distingue de otras causas de


extinción anormal de la relación jurídica, como la rescisión y la
revocación, que no depende del mandato imperativo de la ley sino
de la voluntad de las partes;

2.- Deja sin sus efectos propios al acto, pero no lo priva de todo
efecto, sino sólo de los que normalmente estaba destinado a
producir, esto es, lo que las partes se propusieron lograr cuando lo
celebraron;

3.- Responde causas anteriores o contemporáneas al nacimiento del


acto pues, es un vicio congénito, que viene a ser sancionado con
la invalidez de mandato legal, carácter que también destaca a la
nulidad frente a otros supuestos de privación de efectos propios,
como la caducidad, la resolución o la condición resolutoria, que
operan por causas sobrevivientes o posteriores a la celebración del
Acto jurídico.

La otra corriente minorizaría, se aparta de la identificación de la nulidad


con la sanción civil normativa que recae sobre el acto, al sostener
que no es más que un remedio jurídico, con un procedimiento técnico
legal para salvar las imperfecciones del acto jurídico o hacer las operar
en medio limitado, resguardando determinados intereses, o bien, una
situación de ineficacia, consistente en una frustración enga omnes, a
que queda reducido un acto jurídico, en virtud de defectos de
otorgamiento y mediante un proceso de impugnación y declaración
privada o judicial.

Pero esta última posición asume una muy particular y estrecha


concepción de la “sanción” civil, pretendiendo reducirla al plano de lo
ilícito estricto, sosteniendo, sin razón valedera, que sólo hay
sanción cuando se trata de reprimir una conducta, y que las causas
que producen la nulidad no importan violación de la ley. Esto último
es erróneo, pues, precisamente, esas causas revelan que el acto no
ha cumplido con las exigencias que la ley impone (de el derecho
vigente, es decir, caer un acto ilícito, según el concepto amplio y
objetivo de ilicitud).

De la propia ley surge la concepción sancionatoría, puesto que no sólo


tiene muy clara expresión al reglar la contravención a un acto
prohibido, sino se refiere explícitamente a la “pena de nulidad”
impuesta por la ley. Ha considerado que es la más típica sanción
civil, la cual puede asumir un carácter resarcitorio, como la
necesidad del restituir el objeto que corresponde al acto nulo, o bien
represivo, al negar la ley acción para reclamar la devolución de una
suma aportada.

En posición un poco solitaria, Japíot censuró la doctrina clásica en


cuanto hace recaer la sanción sobre el acto jurídico, para sostener
que dicha sanción ataca determinados efectos jurídicos del acto que
el ordenamiento impide que tenga eficacia. Pero esta idea crítica lo
lleva a propugnar en sus manos la mayor o menor extensión según
la situación jurídica planteada, lo que importaría trasladar al juez la
facultad de sancionar en el caso dado, modificando el cerrado sistema
legal que rige; además, la teoría de Japiot no permite diferenciar la
nulidad de otras causas de ineficacia del acto que no lo son, pues
no atienden la formación o nacimiento del acto sino únicamente a sus
efectos.

4. CLASIFICACIÓN DE LAS NULIDADES

De gran importancia es poner en claridad en el sistema legal de las


nulidades, tareas que no resulta sencilla por la diversidad de fuentes
que han confluido en el Código, algunos vacíos en su sistematización
e imprecisiones contenidas en algunos textos, pero, sobre todo, por
la multiplicidad trascendente que el tema ha suscitado en la doctrina
dedicada a su interpretación. No se observa en todos los casos
coherencia de pensamiento y menos uniformidad de opiniones, a los
que hay que sumar la variadísima preocupación y especulación
provocada en los autores, lo que dificulta deslindar las corrientes
teóricas más importantes para canalizar los criterios que lo agrupan.

En tal sentido, cabe sostener que las nulidades pueden clasificarse en:

1.- Nulidades expresas y nulidades implícitas o virtuales:


2.- Nulidades manifiestas y no manifiestas;
3.- Nulidades completas o totales y nulidades parciales:
4.- Nulidades de los actos nulos y nulidades de actos anulables, o
nulidades de pleno derecho y dependientes de juzgamiento.

6. ¿Qué es la confirmación del acto jurídico? Enumere algunas


Instituciones jurídicas similares:

1. LA CONFIRMACION

Las causas de subsanación del acto inválido son la confirmación, la


prescripción liberatoria (o sanatoría), la ejecución voluntaria por parte
del titular del derecho a impugnar el acto y la pérdida de la cosa
objeto del negocio impugnable. En realidad, la ejecución voluntaria
equivale a la confirmación táctica.

Se define la confirmación como “el acto jurídico por el cual una


persona hace desaparecer los vicios de otro acto”. Importa, pues, un
acto o negocio, destinado a convalidar los vicios de otro acto
anterior, el cual, debido a ellos estaba sujeto a una acción de
nulidad. De este modo, implícitamente se renuncia a ejercer dicha
acción de nulidad. Se ha sostenido que la convalidación es un negocio
integrativo, unilateral, de declaración o de actuación, según tenga
lugar por confirmación (expresa) o ejecución del negocio anulable
(conformación tácita), realizado por parte de aquel a quién
corresponde el derecho a la anulación y que está en condiciones de
concluir también válidamente el negocio principal.

Se considera generalmente que mediante la confirmación el autor hace


desaparecer los vicios o defectos de negocio; éste estaba enfermo
y es subsanado. No obstante, ALBALADEJO piensa razonablemente
que no se elimina la causa de la impugnabilidad, sino sólo sus
efectos: es decir, exclusivamente la impugnabilidad misma. En el
negocio celebrada por error o dolo, por ejemplo, no es posible borrar
a posteriorí la celebración errónea o dolosa, ya que estos vicios
desaparecieron después de producido el mal en el nacimiento del
negocio a causa del vicio. En cambio, sí puede hacerse que el
negocio sea tan válido por inatacable como sí se hubiese celebrado sin
tales vicios, y en eso consiste la convalidación.

A pesar de que la confirmación es renuncia al derecho de pedir la


nulidad del acto viciado, no toda renuncia es confirmación. En primer
lugar porque la renuncia es general es un acto que requiere la
aceptación de la parte beneficiada para ser irrevocable y la
confirmación es un acto unilateral irrevocable por sí mismo. Además,
en la confirmación expresa no existe autonomía en cuando a las
formalidades, debiendo cumplirse con las del acto que se confirma,
mientras que la renuncia de derechos en general tiene un carácter
propio en este aspecto.

Podría admitirse, no obstante, la renuncia a iniciar la acción de


nulidad, lo que sería el reverso de una misma cuestión porque
implicaría cierta clase de convalidación. Es claro que esta renuncia
es inadmisible anticipadamente al acto viciado, pero aceptable a
posteriorí, cuando no puede ser afectada por ese vicio.

2. DISTINCION Y COMPARACIONES CON OTROS ACTOS


SIMILARES

Aparte de la diferencia entre confirmación y renuncia, existe cierta


semejanza de la confirmación con el reconocimiento, la renovación o
novación y la ratificación.

En el reconocimiento y en la confirmación las dos operaciones se


dirigen a un acto anterior, pero quién reconoce una obligación no se
expide sobre la validez del acto. Puede reconocerla e impugnarla por
inválida. La confirmación tiene por objeto precisamente dar validez al
acto al volverlo inatacable por nulidad. Toda confirmación implica un
reconocimiento, pero no a la inversa, pues no todo reconocimiento
supone confirmación.

La renovación es la realización de un nuevo negocio de primer grado.


Se lo realiza ex novo. Como si el negocio nulo no se hubiera
realizado; mientras que la confirmación simplemente cumple el
cometido de impedir la invalidación del negocio de primer grado, en
virtud de un acto integrador y complementario. Siguiendo a Aubry
Rua, el efecto de la novación es crear un nueva obligación que
reemplace a la antigua; la confirmación, por el contrario, tiene por
objeto sólo reparar los vicios del acto a que se refiere.

En cuanto a la ratificación según la nota que es la expresión técnica


por la cual una persona aprueba los actos que otra ha hecho a su
nombre sin haber recibido el mandato correspondiente, supone
hechos o actos sin mandato o sin autorización suficiente. La
confirmación se dirige al acto propio inválido o ejecutado por
representante, mientras que la ratificación sufre la ausencia o
insuficiencia de los poderes; se refiere siempre al acto de otro. Se ha
sostenido que la ratificación comprende toda aprobación posterior de
un acto ya otorgado, se haya realizado a nombre de otro o no, y aun
contra el derecho de otro, incluyéndose los actos que necesitan
aprobación, sea de las autoridades que vigilan las representaciones
necesarias, sea de las autoridades que vigilan las representaciones
necesarias, sea de las autoridades que vigilan las representaciones
necesarias, sea de personas a quienes compete aprobar el acto, sea
de aquellos a quienes compete el derecho o el bien de que se ha
dispuesto sin titulo. Pero mientras la ratificación implica un negocio
válido en sí, la convalidación por confirmación tiene por supuesto de
hecho la invalidez del negocio que se quiere subsanar. En la
ratificación de una persona asume las consecuencias de un acto de
otro; en la confirmación es el propio, agente o su representante legal
quién sana la nulidad relativa. La ratificación proviene de un tercero y
sana la inoponibilidad. No obstante, ambas son unilaterales y
retroactivas.

3. NATURALEZA JURIDICA DE LA CONFIRMACION

La confirmación del acto viciado no es otra cosa que la renuncia del


derecho que la ley le otorga para hacer que se declare ineficaz la
mayoridad y confirma el acto afectado de nulidad relativa, éste queda
convalidado desde su origen, no pudiendo ser ya impugnado.

4. ACTOS QUE NO PUEDEN CONFIRMARSE

Los actos viciados de nulidad absoluta no pueden ser confirmados;


otros autores se han referido a la clasificación de actos nulos y
anulables, admitiendo que esos últimos puede ser confirmados.

5. CONFIRMACION Y RATIFICACION
La confirmación se refiere a los actos jurídicos en los cuales la
convalidación emana de quién ha sido parte en él; la ratificación
supone la realización de un acto a nombre de otro, sin tener poderes o
con poderes insuficientes de éste, quién mediante dicha ratificación
hace suyos los efectos del celebrado por el falsus procurador.

6. CONFIRMACION TACITA

La noción de la convalidación indirecta o confirmación tácita del acto


jurídico afectado de nulidad, se refiere a su “ejecución voluntaria, total
o parcial”, Ejecución es el ejercicio del derecho que el acto confiere o
el cumplimiento de las obligaciones que impone. De donde, en
principio, aquellos comportamientos que no importen ejecución, como
el pedido de una prórroga, al dar garantías o hipotecas que
solamente traducen la intención de ejecutarlo, o la promesa u
ofrecimiento de cumplir que tampoco es ejecución, no basta. De
igual modo se ha sostenido que los actos de administración, como
regla, no importan confirmación, que tampoco la implican los llevados
a cabo por cumplimiento forzado debido a demanda judicial, o el pago
a un tercero de un documento librado por error y endosado a dicho
tercero. En estos dos últimos ejemplos falla el requisito de la
voluntariedad.

Sin embargo la regla expuesta no se ha interpretado rigurosamente,


pues lo verdaderamente relevante es la intención de renunciar a la
nulidad y de confirmar el acto, exteriorizada a través de un hecho
cierto en virtud de que ella no se presume. Desde este punto de
vista, la confirmación tácita puede resultar de otros hechos que no
sean la ejecución total o parcial en el cumplimiento de las
obligaciones o ejercicios de derecho; hechos que no tendrían
verdadera explicación no se admitiera la subsanación del acto
invalido. En tal casos esta la compra de un inmueble por causa de
dolo o violencia, en que la víctima, cesado del vicio, lo vende a un
tercero o realiza en él edificaciones. También habría, v.gr.
confirmación por parte del menor que vendió un inmueble sin
autorización, cuando al llegar a la mayoría de edad, demanda el
pago de la porción del precio que faltare, o, cuando al de sus
apoderados se realizasen una serie de actos procesales (contestación
de demanda, apelación etc,). Inclusive los actos de administración
en determinadas circunstancias excepcionales, pueden
considerarse convalidatorios de la nulidad.

Es fundamento de la convalidación indirecta (tácita) como conducta


concluyente incompatible con el propósito de promover la anulación
está basado en el principio de coherencia e incompatibilidad que
impide a cada uno, en las relaciones jurídicas, ir contra el acto propio.
Lo destacable es que, a criterio del juzgador, se haya probado
convincentemente que la parte interesada realizó ciertos actos que
implican una voluntad inequívoca de tener por firme al afectado de
nulidad relativa. Es una actividad distinta de la ejecución que da
continuidad al negocio inválido, espontánea y convincentemente. Tal
el caso en que se percibieron intereses, se hicieron cobros de capital,
modificaciones al contrato, etc.

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