Monologos de Esad de Murcia
Monologos de Esad de Murcia
Monologos de Esad de Murcia
BASANIO:
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pues las más cargadas son las más livianas.
acertaste en la elección.
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y hallas dicha en el suceso,
acércate ya a tu amada
SANCHO:
a desdichas y a pesares;
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y el naipe se barajó
Pero yo no lo leyera
si el papel no lo dijera.
de matar a mi cuñado,
y a su hermana he de perder...
o asustarme, de manera
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Mas quiero al Rey agradar.
a ejecutar el rigor
Ofendelle y defendella
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debo obedecer su ley;
CARAMANCHEL:
(…) Sirvo
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Bien es verdad que me pagó por junto,
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aquí? (Sale; se le oye caminar rápidamente por la terraza; unos momentos
después, vuelve con Nina Zariéchnaia.) ¡Nina! ¡Nina!... (Llora conteniéndose.)
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estudiar mucho, ¿sabes? Mucho. Primero me haré delineante. ¡Eso es fácil! En
un año... Como para entonces ya ganaré bastante, estudiaré para aparejador.
Tres años. Dentro de cuatro años seré un aparejador solicitado por todos los
arquitectos. Ganaré mucho dinero. Por entonces tú serás ya mi mujercita, y
viviremos en otro barrio, en un pisito limpio y tranquilo. Yo seguiré estudiando.
¿Quién sabe? Puede que para entonces me haga ingeniero. Y como una cosa
no es incompatible con la otra, publicaré un libro de poesías, un libro que
tendrá mucho éxito...
TOM: Yo no fui a la luna. Fui mucho más lejos, porque el tiempo es la distancia
más larga entre dos lugares... Me marché de San Louis. Bajé por última vez
esos peldaños de la escalera de emergencia y seguí, desde entonces, los
pasos de mi padre, tratando de hallar en el movimiento lo perdido en el
espacio... Viajé mucho por todas partes. Las ciudades pasaban rápidamente
ante mí como hojas secas, de brillantes colores, pero arrancadas de la rama.
Me habría detenido, pero algo me perseguía. Aquello acudía siempre de
improviso, tomándome de sorpresa. Quizá fuera un pasaje musical familiar.
Quizá sólo un fragmento transparente de cristal. Quizá me esté paseando por
una calle de noche, en alguna ciudad extraña, antes de haber encontrado
compañeros, y paso junto a la ventana iluminada de una perfumería. La
ventana está llena de piezas de cristal de color, de frasquitos transparentes de
delicados tonos que parecen fragmentos de un arco iris roto. Entonces,
repentinamente, mi hermana me toca el hombro. Me vuelvo y miro sus ojos:
¡Oh, Laura, Laura! ¡Traté de dejarte atrás, pero soy más fiel de lo que pensaba
ser! Tiendo la mano hacia un cigarrillo, cruzo la calle, entro corriendo en un
cine o un bar. Pido una copa, hablo con el desconocido más próximo ¡cualquier
cosa con tal de apagar tus velas! Porque hoy el mundo está iluminado por el
relámpago. Apaga de un soplo tus velas, Laura... y aquí termina mi historia y
comienza vuestra imaginación. De modo que adiós.
PORCIA:
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que el odio nunca da consejos semejantes.
ESTRELLA:
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heroico por las virtudes:
mi sentimiento no culpen.
en pavimentos azules.
la obediencia, y el respeto
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Vivía con él contenta,
Un tirano cazador
a la obligación de rey,
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sin que su gente te adule,
DOÑA INÉS:
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le hurtó las cartas una noche, y vino
NINA: ¿Por qué dice que ha besado la tierra por la que he andado? Merecería
que me mataran. (Se apoya, inclinándose, en la mesa.) ¡Estoy tan fatigada! Si
pudiera descansar... ¡Descansar! (Levanta la cabeza.) Soy una gaviota... No
es esto. Soy una actriz. ¡Oh, sí! (Habiendo oído la risa de Arkádina y de
Trigorin, escucha con atención; luego, corre hacia la puerta de la izquierda y
mira por el agujero de la cerradura.) También él está aquí... (Vuelve hacia
Trepliov.) Oh, sí... No importa... Sí... Él no creía en el teatro, se burlaba
siempre de mis sueños y, poco a poco, también yo dejé de creer y perdí el
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ánimo... Añada a ello los tormentos del amor, los celos, el miedo constante
por el niño... Me volví mezquina, insignificante, declamaba de manera
absurda... No sabía qué hacer con las manos, no sabía permanecer en
escena, no dominaba la voz. Usted no puede comprender lo que se siente,
cuando uno se da cuenta de que declama muy mal. Soy una gaviota. No, no
es esto... ¿Recuerda que mató una gaviota? Casualmente llegó un hombre, la
vio y por no tener qué hacer, la sacrificó... Tema para un relato breve... No es
esto... (Se pasa la mano por la frente.) ¿De qué estaba hablando?... Hablo del
teatro. Ahora ya no soy así... Ahora ya soy una actriz verdadera, actúo con
placer, con entusiasmo, en escena me exalto y me siento magnífica. Y ahora,
desde que vivo aquí, voy siempre a pie, voy a pie y pienso, pienso y siento
que día a día crecen mis fuerzas espirituales... Ahora sé, ahora comprendo,
Kostia, que en nuestro hacer -da lo mismo que actuemos en la escena o que
escribamos- lo importante no es la fama, no es el brillo, no es aquello con que
yo soñaba, sino saber sufrir. Aprende a llevar tu cruz y a creer. Yo creo y no
siento tanto dolor; cuando pienso en mi vocación no tengo miedo a la vida.
SECRETARIA RUBIA: ¡Ayl, ¿por qué no? Qué cosas dice usted. Mire, ahora le
seré franca... Un regalo ... un regalo es... un regalo significa... quiero decir que
entre el que lo hace y el que lo recibe, la que lo recibe, quiero decir que cuando
una persona regala algo a otra y peor todavía, o mejor, cuando le regala algo
tan personal como un vestido o algo íntimo o algo tan personal como unos
sostenes o unas bragas de liguero, o por ejemplo un vestido o también una
barra de labios o un perfume o algo tan personal y tan íntimo como un vestido
por ejemplo, pues lo que quiero decir es que cuando alguien hace eso
generalmente, quiero decir que lo más normal y natural y normalísimo del
mundo es que él y yo, quiero decir entre ése que se gasta el dinero y yo que
recibo el regalo, pues la cosa más naturalísima es que entre ellos o entre él y
yo haya, cómo se lo diría, ay, ahora no sé cómo decírselo ja ja ja, pues eso que
nada que creo que tiene una relación un poco más, un poquito más, cómo
decirlo, a ver, más estrecha, ¿no?, quiero decir más... así, ¿verdad?, mucho
más... así que la que puede haber entre una secretaria, por muy eficiente e
inteligente que sea, y su cosa, quiero decir su jefe, ¿verdad?, quiero decir
que... ¡Oh! No sé qué decir.
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f) Las ilusiones de las hermanas viajeras de José Martín Recuerda.
MARIA: Preparemos las maletas y marchemos para siempre. Quítate ese traje,
Ángela. Y tú, ese vestido de cortinas, Isabel. Triunfaremos al salir de aquí. He
de morir vieja y hastiada de pisar las tablas de los escenarios del mundo. He de
envejecer entre bambalinas y viejas candilejas de los teatros de la tierra,
maquillándome en polvorientos camerinos. He de hacer resonantes y triunfales
Julietas, Ofelias, Margaritas. He de vivir de ciudad en ciudad. Las más
atrayentes aventuras de amor ocurrirán en andenes desconocidos. La vida nos
tendrá reservadas emocionantes sorpresas. No dudemos ni un momento.
¡Vamos, Isabel! Conquistemos la gloria y el mundo. Dejemos a la miserable
provincia que entorpece nuestros vuelos con sus cómicos resentidos, y sus
gentes llenas de envidia y de traición. No, no lo dudemos ni un momento.
Mirad, tengo oro en las manos. Isabel, no lo dudes, te arrepentirás siempre.
Tenemos muy poco tiempo. Salgamos pronto. Pronto.
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3) TEXTOS PARA ACTRICES Y/O ACTORES:
CASIMIRO: ¡Señor director! ¡Señor director! ¡Qué desgracia tan grande! ¡Ha
pasado de todo! Salió de aquí Goliat hecho una furia porque decía que su hija
de usted quería a otro que la ataba con una cuerda, este señor de aquí
mismamente. Iba a pegarle a usted por ser el culpable de la contratación.
Como no le encontró se metió furioso con el elefante y le dio un puñetazo.
Llegó el Gran Tonisco Hijo y le dio con un palo en la cabeza por pegar a su
elefante. Entonces va Goliat y tira al domador por el aire, volando, volando, y
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¡paf! Sale la mujer de Tonisco, Andrea la Gorda, va hasta el Hombre Forzudo y
le muerde en una pierna. A todo esto, el elefante empieza a dar trompazos a
todo. Va a sujetarle el Indio Comefuegos, le pisa y le deja el pie plano, plano
completamente. Mira para abajo, se ve el pie así y se pone a dar unos gritos en
indio que daba miedo oírle. Unos se han puesto a favor de unos. Otros se han
puesto a favor de otros, y el elefante a favor de nadie y en contra de todos.
Total, cuando le hemos podido sujetar, media troupe ha tenido que salir para el
hospital. ¡Ah! Y por si fuera poco han llegado unos señores de negro muy
serios que resulta que son inspectores de recaudaciones y dicen que o paga lo
que debe o se lo llevan todo ahora mismo. Están ahí fuera buscándole, así que
usted verá. (Sale.)
CORO: ¡Oh! ¡Quién tuviera una musa de fuego para escalar el cielo más
resplandeciente de la invención! ¡Un reino por teatro, príncipes como actores y
monarcas para espectadores de la escena sublime! Entonces, apareciendo
bajo sus rasgos verdaderos, el belicoso Harry se presentaría con la apostura
de Marte; y veríanse acoplados como sabuesos, el Hambre, la Guerra y el
Incendio tendido a sus pies, en disposición de ser empleados. (…)
Pero todos vosotros, nobles espectadores, perdonad al genio sin llama que ha
osado llevar a estos indignos tablados un tema tan grande. Este circo de gallos,
¿puede contener los vastos campos de Francia? ¿O podríamos en esta “O” de
madera hacer entrar solamente los cascos que asustaron al cielo de Agincourt?
¡Oh!, perdón, ya que una reducida figura ha de representaros un millón en tan
pequeño espacio, y permitidme que contemos como cifras de ese gran número
las que forje la fuerza de vuestra imaginación. Suponed que dentro de este
recinto de murallas están encerradas dos poderosas monarquías, a las cuales
el peligroso y estrecho océano separa las frentes, que se amenazan y disponen
a chocar. Suplid mi insuficiencia con vuestros pensamientos. Multiplicad un
hombre por mil y cread un ejército imaginario. Cuando os hablemos de caballos
pensad que los veis hollando con sus soberbios cascos la blandura del suelo,
porque son vuestras imaginaciones las que deben hoy vestir a los reyes,
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transportarlos de aquí para allá, cabalgar sobre las épocas, amontonar en una
hora los acontecimientos de numerosos años, por lo cual os lo ruego que
aceptéis como reemplazante de esta historia a mí, el coro, que vengo aquí, a
manera de prólogo, a solicitar vuestra amable paciencia y a pediros que
escuchéis y juzguéis suave e indulgentemente nuestro drama.
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Arte. No presume de tan gloriosa estirpe esta farsa, que, por curiosidad de su
espíritu inquieto os presenta un poeta de ahora. Es una farsa guiñolesca de
asunto disparatado, sin realidad alguna. Pronto veréis cómo cuanto en ella
sucede no pudo suceder nunca, que sus personajes no son ni semejan
hombres y mujeres, sino muñecos o fantoches de cartón y trapo, con groseros
hilos, visibles a poca luz y al más corto de vista. Son las mismas grotescas
máscaras de aquella Comedia del Arte italiano, no tan regocijadas como solían,
porque han meditado mucho en tanto tiempo. Bien conoce el autor que tan
primitivo espectáculo no es el más digno de un culto auditorio de estos tiempos;
así, de vuestra cultura tanto como de vuestra bondad se ampara. El autor sólo
pide que aniñéis cuanto sea posible vuestro espíritu. El mundo está ya viejo y
chochea; el Arte no se resigna a envejecer, y por parecer niño finge
balbuceos... Y he aquí cómo estos viejos polichinelas pretenden hoy divertiros
con sus niñerías.
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