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mejorarASDADADASD la
conducta de los niños. La
pesadilla de Carola
- Ya sé - dijo su madre. Puedes jugar a las peluqueras y hacer una bonita trenza a tu muñeca.
- No quiero; ayer me enfadé con ella - contestó la niña haciendo una mueca.
Su madre la miró preocupada dejando de planchar. Carola se pasaba todo el día aburrida,
protestando y viendo en la televisión dibujos animados.
- ¿Por qué no sales con la bicicleta al jardín? - dijo su madre intentando animar a la niña
reanudando su tarea.
- ¡Iremos a pasar el día al campo! - dijo su padre por la noche. ¡Te guste o no! Y Carola se
fue protestando muy enfadada a la cama, sin querer cenar.
- ¡Os odio! ¡Siempre me estáis fastidiando! - dijo lloriqueando. - ¡Quiero tener otros padres!
¿Por qué no me dejáis vivir en paz? Y salió de la habitación metiendo mucho ruido, sin
desayunar.
Pero esta vez sus padres no estaban dispuestos a ceder a sus caprichos y continuaron
hablando entre ellos sin prestar atención a sus palabras.
Durante el trayecto en el coche apenas hablaron. Llegaron a un lugar precioso donde había
una verde pradera, un río de aguas transparentes y una zona de arboleda. Era el sitio ideal
para pasar el día.
Pero la niña se quedó de brazos cruzados mostrando su enfado y pensando que eran unos
padres horribles que no la querían y, con ese pensamiento se sentó apoyada en el tronco
de un árbol y se quedó dormida.
- ¡No quiero ir, me aburro! ¡Es un rollo teneros como padres! Siempre me estáis obligando a
hacer cosas que no quiero. ¡Me quiero ir de esta casa!
Y entonces ocurrió algo que Carola no esperaba. Su madre dijo:
Carola siguió a su madre. Extrañada vio cómo abría la puerta de su armario y descolgó uno de
sus vestidos. Lo dobló cuidadosamente y lo metió en una pequeña maleta; luego metió una
chaqueta, calcetines y unos zapatos. Por último, eligió unas braguitas y una camiseta de
interior y cerró la cremallera.
- Te pondré un bocadillo por si te da hambre esta noche - habló sin volverse a mirarla.
- ¡Luis! -llamó al padre - Ven a decir adiós a Carola que se va a buscar unos padres mejores que
nosotros.
Entonces Carola empezó a llorar en silencio y, cuando quiso darse cuenta, oyó un fuerte
portazo y se vio en la calle.
- ¡No me quiero ir! - gritaba llorando. - ¡No quiero buscar otros padres!
Se dio cuenta que ellos siempre se habían preocupado por ella, que la querían mucho y se
estaba portando muy mal.
Sus padres se miraron contentos. No sabían qué había hecho cambiar a la niña de
comportamiento pero, desde ese día, Carola fue mucho más obediente y no era caprichosa.
Además daba muchos besos a sus padres.
Todo lo cambió una horrible pesadilla.
1. Preguntas y respuestas
En primer lugar, os sugerimos algunas preguntas de comprensión lectora que tu hijo debe
responder a partir de lo que habéis leído en el texto. En caso de que tenga dudas sobre alguna
de las contestaciones, no dudéis en volver al cuento y releerlo.
¿Por qué se enfadó Carola con sus padres? ¿Qué les dijo?
¡Os quiero!
3. Inventar un canción
Una forma muy divertida de testar la comprensión lectora de tu hijo es proponiéndole que
escriba una letra para una canción basada en el cuento que habéis leído. Tan solo tenéis que
inventaros una melodía o coger alguna canción que ya os sepáis y contar la historia de Carola...
¡con mucho ritmo!
¡Menos mal que Carola se despertó! Todo había sido una horrible pesadilla; sus padres
la seguían queriendo tanto como siempre.
Dado que Carola no quería tenerles a ellos de padres, su mamá le ayudó a preparar la
maleta para que se fuera a buscar a otros.
Carola reaccionó con mucho enfado cuando sus padres le propusieron ir al río a bañars
Barón tenía las patas anchas, el hocico marrón y las orejas muy grandes; era un perro muy
alegre que siempre estaba moviendo la cola, y el único de la casa que en los últimos meses
lograba sacar una sonrisa al pequeño. Lo encontraron abandonado dentro de un contenedor
de basura y se lo llevaron a casa con tan solo unos días de vida; desde entonces se convirtió
en el mejor amigo de juegos de Elías.
Últimamente Elías siempre estaba triste. El niño sabía que algo le pasaba pero era incapaz de
explicarlo, y eso lo hacía sufrir terriblemente. Tenía una opresión en el pecho y sentía que a
veces se ahogaba, pero no sabía cómo contárselo a sus padres.
- ¡Puedes confiar en nosotros! - le repetía una y otra vez su padre; pero Elías era incapaz de
explicar lo que le sucedía, aunque en su interior pedía a gritos que lo ayudaran.
El perro daba grandes lametazos a Elías cuando lo veía triste para consolarlo; pero el niño lo
apartaba de su lado encerrado en su mundo.
Al poco tiempo Barón amaneció enfermo; se quejaba lastimeramente y no abría los ojos. Elías
y sus padres preocupados lo llevaron enseguida al veterinario.
- Barón no tiene ninguna enfermedad que le cause estos trastornos - dijo muy seguro de sí
mismo.
Los tres lo miraron ansiosos esperando que les dijera qué le pasaba a Barón.
- Este perro está muy triste, hay algo que lo hace sentir así - sentenció el veterinario.
Los tres se quedaron muy callados, y de vuelta a casa, Elías con Barón en sus brazos iba
llorando en silencio en el sillón trasero del coche.
Elías se dio cuenta de lo que pasaba y quiso ayudar a Barón; lo acariciaba y abrazaba
constantemente, y eso hizo que los dos se sintieran mejor.
Un día Elías agarró una pelota y se la lanzó al perro; hacía mucho tiempo que no jugaban
juntos. Empezaron a corretear por el jardín como antes, y Barón comenzó a mover la cola,
mientras que Elías, ante la felicidad de sus padres soltaba alguna carcajada de vez en cuando.
Con el tiempo, de igual manera que entró la tristeza en sus vidas, sin que apenas se dieran
cuenta, también entró la alegría en sus corazones.
Más juegos para hablar con los niños sobre las emociones
Tras leer este cuento sobre las emociones de un niño y su perro, te proponemos una serie de
preguntas que puedes plantearle a tu hijo para que reflexione sobre el tema:
- ¿Cómo te sientes cuando estás triste? ¿Y cuando estás alegre?
- ¿Te acuerdas de alguna vez en la que hayas estado triste? ¿Y alguna en la que hayas estado
alegre?
- ¿Crees que cuando un niño está triste tiene ganas de cantar y jugar con sus amigos? ¿O le
apetece más cuando está contento?
- Una pregunta más complicada: si la tristeza y la alegría fueran colores, ¿cuáles crees que
serían?
A continuación encontrarás algunas actividades y juegos con los que podrás seguir trabajando
la inteligencia emocional.
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