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JOSE LUIS ROJO ORTIZ

59308

GI10

PROCESOS DE LICITACIONES NACIONALES E INTERNACIONALES

DR. CARLOS FERNANDO OAXACA GARCÍA

ACTIVIDAD DE APRENDIZAJE #2 DIVERSOS TIPOS DE VICIOS EN LA


LICITACIÓN PÚBLICA

CD. REYNOSA, TAMAULIPAS; 31 DE MAYO DE 2015


VICIOS EN LA LICITACION PÚBLICA

¿QUE ES UN VICIO EN LA LICITACION PUBLICA?

El estado requiere con frecuencia de la activa participación de los particulares, a


efecto de lograr sus fines y satisfacer sus necesidades, ya para la realización de obras
públicas, o bien para proveerse de bienes y servicios mediante la celebración de negocios
contractuales, cuya adjudicación y condiciones suelen verse trastocadas por el cáncer de
la corrupción expresado bajo las más diversas formas y modalidades. (Fernández, 2011)

La reiterada falta de rectitud en la adjudicación y celebración de contratos de


sector público se ha convertido en un hábito que predica la corrupción de la
administración pública en México. Los vicios de la contratación administrativa se incuban
en la normativa jurídica que la regula, la que se reforma con frecuencia para hacer creer
que se trata de evitar las inmoralidades en la adjudicación y la celebración de los
contratos públicos mediante notificaciones que dejan intocadas las graves fallas de la
normativa jurídica correspondiente, lo que acusa la falta de voluntad política para
corregirlas. (Fernández, 2011)
¿CUALES SON LOS VICIOS DE LA LICITACION PUBLICA?

Los vicios en la contratación administrativa pueden ser considerados desde distintos


enfoques:

— en cuanto al momento o etapa del procedimiento;


— por los efectos o consecuencias jurídicas; y
— en razón del elemento o requisito esencial.

Para efectos de este trabajo, seguiremos el esquema de Mairal, o sea, en la


clasificación de los vicios, según en el momento que ocurran; así, tenemos aquellos
que ocurren antes de la convocatoria; los vicios en la convocatoria y bases, los vicios
en el acto de apertura de ofertas y los vicios en la adjudicación.
1. Vicios anteriores a la convocatoria

Con respecto a la falta de habilitación presupuestaria, dice el propio autor argentino


que no se trata de un defecto meramente interno de la administración y que puede dar
lugar únicamente a sanciones de orden administrativo a los funcionarios responsables,
sino que también puede provocar la nulidad de la licitación; nulidad ésta que podrá ser
invocada no sólo por la administración, sino también por cualquiera de los oferentes.
En España, el Reglamento de Contrataciones del Estado, comentado por De Solas,
señala que “las adjudicaciones de contratos que carezcan de consignación
presupuestaria o extrapresupuestaria debidamente aprobada, serán nulas de pleno

derecho”. En ese mismo sentido, Laubadère menciona que la falta de presupuesto es


una irregularidad, que puede dar lugar a la invalidez de los actos administrativos.
Recordemos que ya nuestra Ley, en su artículo 29, prevé que “las dependencias y
entidades podrán convocar, adjudicar o llevar a cabo adquisiciones, arrendamientos y
servicios, así como obra pública, solamente cuando se cuente con saldo disponible,
dentro de su presupuesto aprobado, en la partida correspondiente”.
A diferencia de lo ya comentado, dice Del Piazzo que

“La falta de insuficiencia de crédito presupuestal vicia el elemento subjetivo del acto,
pero este vicio no provoca la nulidad sino que genera responsabilidad. Ello significa
que no es nulo el acto dictado, sin respaldo presupuestal y, por lo tanto, no es nulo el
contrato, pero sí se verifica un supuesto de responsabilidad tanto en el orden
patrimonial, como eventualmente en el orden disciplinario y político, según la

jerarquía del ordenador respectivo.

Por otro lado, la falta de autorización para contratar también vicia la licitación
pública. En este caso, se entiende que el vicio puede ser saneado hasta el momento
previo a la notificación de la adjudicación, o sea, que existe un vicio pero el mismo
tiene una trascendencia relativa y puede ser objeto de corrección posterior.
Se plantea Mairal también la cuestión de la posibilidad de corregir ambos vicios a
posteriori. Es decir, publicado el llamado a licitación, e incluso avanzado aún más el
procedimiento de selección pese a la inexistencia de habilitación presupuestaria o de
autorización para contratar, ¿la obtención ulterior de dicha habilitación o autorización
convalida el trámite?

En nuestro criterio, dice el tratadista argentino, debería reconocérsele efectos


convalidatorios a la autorización a posteriori. En efecto, si ella recae antes de la
notificación de la adjudicación, habrá sido otorgada antes del nacimiento del vínculo
contractual, o sea en momentos en que la administración no está aún ligada por dicho
vínculo y puede, sin responsabilidad de su parte, dejar sin efecto la licitación, no
ejerciéndose así presión alguna sobre el funcionario autorizante. De esta manera, la
infracción al trámite preestablecido no reviste una significación tal que impida su
saneamiento.

Es más difícil la solución —prosigue el autor— cuando se ha celebrado el contrato


sin que haya recaído la autorización, pues allí se enfrenta el funcionario autorizante con
una situación consumada, lo que obviamente influirá sobre su voluntad. Sin embargo,
considerando que la aprobación de la adjudicación corresponde según la Ley de
Contabilidad a un funcionario de jerarquía superior a aquel quien debió autorizar y
teniendo en cuenta, además, los efectos que la anulación del contrato puede producir
respecto del co-contratante que ha comenzado ya la ejecución del mismo, nos
inclinamos por admitir que la autorización ulterior tendría efectos convalidatorios también
en este caso o que la falta de autorización quedaría de todos modos subsanada por la
aprobación posterior. Esta solución no obstaría a la aplicación de sanciones
administrativas a los funcionarios responsables de la contratación.
2. Vicios en la convocatoria y bases

En esta etapa los vicios radican fundamentalmente en la falta de estricto


cumplimiento de los requisitos que hacen a la publicidad de la convocatoria a licitación,
cuyos principios básicos se encuentran en el artículo 32 de la Ley de Adquisiciones y Obras
Públicas.

Desde este punto de vista, el defecto puede consistir en la omisión total de la


publicación, o en la publicación de la convocatoria por un plazo o con una anticipación
menores a los previstos por las normas vigentes, o con un texto incompleto, oscuro o
incorrecto.

Mairal Justen dice que los vicios en la convocatoria dejan en estado De indefensión a los
licitadores, ya que dichos vicios no permiten que los interesados tengan la información
necesaria, para formular adecuadamente sus propuestas.

Otros vicios que pueden acaecer en esta etapa de la licitación son los que afectan al pliego
de condiciones, que se prepare para la misma. Dichos defectos pueden vulnerar el
principio de concurrencia o el principio de igualdad.

Se viola el principio de concurrencia cuando el pliego contiene cláusulas que limitan la


participación de oferentes, sin que existan razones legal o reglamentariamente admisibles
para ello.

Al respecto señala Dromi que si el pliego de condiciones se opone a expresas


disposiciones legales o reglamentarias adolece de un vicio sustancial que lo invalida. Su
antijuridicidad provocará la anulación de la contratación celebrada.

A decir del propio autor, son cláusulas ilegales lesivas del principio de igualdad que debe
imperar entre los oferentes:

 Las determinantes de circunstancias personales, o situaciones


subjetivas indebidamente particularizadas;
 La indicación de marca de fábrica; aunque por excepción se puede aceptar
como pauta significativa, no ha de ser nunca con carácter de pedido excluyente,
salvo que existan razones científicas o técnicas fundadas, no deberá solicitarse
una marca en particular, quedando entendido que si se menciona alguna es al
solo efecto de señalar las características generales del objeto requerido, sin que
ello implique que no deba el proponente ofrecer artículos similares de otras
marcas;
 Cláusulas limitativas, por ejemplo, las que sólo permitan la presentación de
ofertas a los que por lo menos hubieran ganado una licitación en los 3 últimos
años; ello afectaría el principio de libre concurrencia y el derecho a la libertad de
trabajo, estableciendo una injustificada preferencia y monopolio.

Otra manera de vulnerar el principio de la concurrencia consiste en fijar plazos de


ejecución o de entrega que son de cumplimiento imposible para todo aquel que no se
haya enterado con anterioridad al llamado de la inminencia de la licitación, y haya
tomado desde entonces sus recaudos para cumplir el contrato. De esa forma, cuando el
público en general se entera del llamado por los edictos de ley, ya resulta imposible
comprometerse seriamente a ejecutar la obra o cumplir el suministro en los
angustiosos plazos fijados. Alternativamente, la fijación de plazos exiguos tiende a
desalentar la concurrencia de nuevos oferentes, es decir, de firmas que no han actuado
hasta ese momento con la administración, favoreciendo así a los oferentes habituales,
quienes conocen los criterios de los funcionarios que actuarán en el control del
cumplimiento del contrato respecto de las causales que justifican la ampliación del
plazo de ejecución.

En cuanto al principio de igualdad, resulta vulnerado cuando el pliego de condiciones


otorga preferencias a ciertos oferentes respecto de otros. Así, por ejemplo, cuando se
exime a las empresas paraestatales que participen en una licitación convocada por otro
organismo público de la obligación de garantizar la oferta y, eventualmente, el
cumplimiento del contrato, ya que de esta manera se les evita un costo adicional que
incide sobre el precio de los demás oferentes.

Por otro lado, dice Díez que un vicio más es la modificación a los pliegos o bases
de licitación, antes de la adjudicación, de manera unilateral por la administración; bajo
esta hipótesis la propia convocatoria podría ser recurrible.
3. Vicios en el acto de apertura de las ofertas

El acto de apertura de las ofertas es un acto formal, de suma importancia

en el trámite licitatorio. En él, se abren los sobres que contienen las ofertas
presentadas por los interesados, se numeran las páginas de las ofertas y se levanta
acta, dejando constancia de quienes se han presentado, de los aspectos principales de
cada oferta (precio, presentación de garantía, etcétera) y de las observaciones que
merezca la regularidad del acto.

Además de los vicios de forma en que puede incurrirse en la celebración del acto,
puede quedar viciado el procedimiento, por dos motivos fundamentales: la admisión de

ofertas tardías y la exclusión, en el mismo acto, de ofertas presentadas en término.

Vale decir entonces, que la licitación a que se haya llamado o cualquiera anterior debe
ser suspendida y llamarse a una nueva bajo otro pliego preparado, por cuanto, de lo
contrario, habría oferentes que se hubiesen presentado al pliego primitivo y no estarían
en situación de igualdad con los oferentes que se presentaran con la base del nuevo
pliego, por lo que, evidentemente, no podrían ser adjudicatarios.”

La fecha y hora de apertura de las ofertas constituye un límite de observancia


rigurosa para la recepción de ofertas. La práctica administrativa en este sentido, es
uniforme y se han rechazado ofertas cuyos proponentes se incorporaron al acto
minutos después de haber sido éste abierto. La razón es obvia: solamente respetando
dicho límite estrictamente es posible mantener la igualdad de los oferentes y evitar que
se presenten ofertas preparadas con el beneficio del conocimiento de otras ya abiertas.

Con excepción de las ofertas presentadas tardíamente, en el acto de apertura no


puede rechazarse ninguna otra oferta. En efecto, cualquiera que fueren los defectos
formales o de fondo de una oferta presentada en término, la decisión sobre su rechazo
corresponde a la etapa de evaluación y no al acto de apertura. En consecuencia, la
negativa a recibir ofertas dentro del término estipulado, o la devolución de aquellas
presentadas dentro del mismo, vician la licitación.
Según Dromi, en la recepción de ofertas, apertura de sobres y Admisión, el licitante
o entidad convocante, puede incurrir en siete irregularidades, que se resumen de la
siguiente manera:
a) Negativa del licitante a recibir la propuesta u oferta. Toda oferta o propuesta
debe ser recibida por el licitante, sin perjuicio de que, oportuna- mente, sólo sean
consideradas las presentadas conforme a derecho. La negativa infundada, que
estima “ inadmisible” una propuesta, puede implicar la violación de derechos de
sustancia constitucional.
b) Negativa del licitante a formular explicaciones o admitir reclamaciones
relacionadas con el acto de apertura. Esta irregularidad es irrelevante, porque la
negativa no tiene trascendencia jurídica como para que el acto y, en su virtud, el
contrato fueren anulables.
c) Omisión de elaborar el acta. La omisión de elaborar el acta con las propuestas
constituye un grave vicio de forma que genera, sin más, la nulidad de la adjudicación
y del contrato.
d) Acta incompleta. Si el acta que se debe elaborar con motivo del acto de apertura
de ofertas fuere incompleta, esta irregularidad provocará la nulidad o anulabilidad de
aquél según la gravedad de la transgresión.
e) Recepción de propuestas antes de la fecha de presentación. La
circunstancia de que el licitante reciba alguna propuesta antes de la fecha de
presentación de ellas, una vez conocida la convocatoria a licitación, no tiene ninguna
significación jurídica ni afecta al principio de libre concurrencia.
f) Admisión y adjudicación de propuesta que omitió adjuntar la garantía
precontractual. La garantía de mantenimiento de propuesta, como su nombre lo
indica, tiene por objeto asegurar su permanencia durante el plazo estipulado. Por
tratarse de un requisito de admisión, su ausencia u omisión impide que se admita la
propuesta y obliga a su rechazo sin más trámite.
g) Recepción de propuestas después de la apertura de sobres. Es innecesario
destacar esta imposibilidad, pero es una hipótesis eventual que como tal merece su
descalificación. Dichas ofertas son inadmisibles y un contrato así celebrado, con un
adjudicatario que ofertó fuera de término, es nulo absolutamente.
4. Vicios en la adjudicación

En general, dice Garrido Falla, el vicio puede consistir en la inobservancia de


algunos de los trámites esenciales del procedimiento, a través del cual se realiza la
adjudicación, ya que los vicios principales en cuanto a su trascendencia jurídica son
los que se refieren al acto de adjudicación.

En primer término, menciona Mairal, la adjudicación puede resultar viciada por no


recaer sobre la oferta que, ajustándose al pliego de condiciones y reuniendo los
requisitos formales establecidos, sea la de más bajo precio.

El principio del más bajo precio es siempre objeto de rígida interpretación por los
órganos administrativos de control. Sin embargo, pueden existir situaciones
excepcionales que permitan rechazar la oferta más barata.

Ello ocurre, obviamente, cuando el precio cotizado es irrisorio, es decir, totalmente


desproporcionado con relación a los precios de suministro similares en el mercado a
esa fecha, aspecto que torna cuestionable la seriedad de la oferta en sí. En efecto, de
aceptarse una oferta de tal índole, la administración puede ver demorado el suministro
que procura, ya sea por cuanto el cocontratante se verá ante la imposibilidad económica
de cumplir un contrato, que seguramente le producirá una importante pérdida, o porque
antes del cumplimiento invocará un error de cotización y pretenderá eximirse del
contrato.

Desde este punto de vista, tanto la oferta de precio irrisorio como la oferta de precio
claramente inferior al costo de la prestación respectiva, pueden indicar la intención de
excluir por dicho medio la participación de ciertos competidores en la contratación a fin
de ir paulatinamente eliminando su presencia y permitir, finalmente, la cotización de
precios muy superiores en la seguridad de que no se presentarán otras propuestas.

La administración no puede tolerar pasivamente este tipo de situaciones con el


simple argumento del beneficio del erario público. Por una parte, tal beneficio será
luego absorbido, con creces, por los precios que se coticen cuando la competencia
haya desaparecido. Pero además, la intervención del Estado como parte interesada de
una contratación no puede hacer olvidar su deber de controlar, en todo momento, el
cumplimiento de las leyes nacionales y de abstenerse de participar en operaciones
reñidas con la ética comercial. El principio de la moralidad administrativa así lo exige.

Casos aún más complejos son aquellos en los cuales el precio de adquisición es sólo
uno de los factores que inciden en el costo total para la administración. Tal es la
situación de los gastos de financiamiento (intereses, comisiones de compromiso,
etcétera) y los gastos de mantenimiento de equipos de alto costo.

Todas estas consideraciones indican que la regla del más bajo precio dista de ser un
patrón automático para adjudicar las licitaciones.

Otro posible vicio en la adjudicación consiste en efectuar la misma a favor de una


oferta que no se ajusta a la reglamentación aplicable o al pliego de condiciones, o
bases, ya sea en cuanto a los aspectos formales funda- mentales (por ejemplo, oferta
no firmada o no acompañada por la garantía debida) o en lo que respecta a la obra o
suministro requerido.

Puede también mencionarse el vicio en que incurre el organismo licitante cuando, sin
haberse producido empate en los precios de algunas ofertas, convoca a varios
oferentes para que mejoren sus condiciones. Esta conducta se presta a favoritismos
aunque pueda tener como objetivo declarado, la obtención de beneficios para la
administración, por lo cual debe considerarse ilegítima.
Finalmente, la adjudicación puede considerarse viciada cuando emana de
funcionario incompetente, en cuyo caso se plantea el interrogante de su posible
saneamiento por ratificación del órgano competente.
LOS RECURSOS ADMINISTRATIVOS

La adjudicación, así como todo el proceso licitatorio, considerados como acto


administrativo único o actos concatenados, pueden ser impugnados mediante la
interposición de recursos administrativos, con los cuales conforme al artículo 96 de la
Ley de Adquisiciones y Obras Públicas, “podrá suspenderse el proceso de adjudicación”,
hasta tanto se resuelva la impugnación, salvo que la administración pública, por
resolución fundada, declare que dicha suspensión no afecta a las necesidades del
servicio o le cause graves perjuicios al interés público.

La impugnación de la adjudicación, obliga a formular algunas consideraciones


respecto a la cuestión de los recursos administrativos, que podrán ser deducidos por
quienes aleguen un derecho subjetivo o un interés legítimo, así como la oportunidad o
el mérito del acto, estando los hechos excluidos de la impugnación por vía de los
recursos.

Desde el punto de vista conceptual, un “recurso” es todo medio de defensa del


licitador frente a la administración pública. Como tal, puede ser tanto administrativo
como jurisdiccional, según la índole de la autoridad decisoria, según la índole de la
función que ejerce ese órgano decisor y según la naturaleza del acto que se resiste.

Evaluar al recurso como “administrativo”, es para subrayar el carácter de una


impugnación que se desenvuelve dentro de un procedimiento administrativo, y que será
resuelta por la administración actuando en función administrativa (y no en función
jurisdiccional exclusiva de los tribunales).

Por vía de la protección administrativa se controla la legitimidad y oportunidad de la


forma de obrar del Estado, mediante la revocación, modificación o sustitución de sus
actos o decisiones, dispuesta de oficio por la administración pública o a petición de los
oferentes que hayan interpuesto el recurso, la reclamación o la denuncia administrativa.

Cuando en el procedimiento de licitación pública existieran actos que lo viciaran, los


licitadores cuentan con medios de impugnación para la defensa de sus derechos
públicos subjetivos o intereses legítimos.
El derecho público subjetivo implica una protección directa y excluyente por la
norma jurídica y, por ello, el titular de tal derecho se encuentra exclusivamente
facultado para exigir del órgano administrativo una determinada conducta de hacer, de
no hacer o de dar, que a manera de contra- prestación se encuentra obligado a
satisfacer.

Por ello, se dice que el derecho público subjetivo supone la existencia de dos
elementos básicos, que son: 1. Una facultad de exigir, y 2. Una obligación correlativa.

En cambio, el interés legítimo es una protección indirecta, de carácter objetivo, en


la cual el titular carece de facultades para exigir una determinada conducta del órgano
administrativo para conseguir la satisfacción de sus pretensiones.

La interposición de un recurso da lugar al nacimiento de la obligación de


resolverlo expresamente por parte de la administración. El silencio no es una dispensa
de la administración, sino una garantía para el administrado, de manera tal que si
transcurrido determinado tiempo no existe el cumplimiento de la obligación de resolver,
el administrado (licitador) igualmente puede pasar a la etapa jurisdiccional.

Concepto

El interesado que recibe la notificación de un acto o disposición o tiene conocimiento


del mismo, y estima que tal acto lesiona sus derechos subjetivos o intereses legítimos,
reacciona normalmente tratando de hacer valer estos derechos o intereses, a través de
los medios de impugnación que el ordenamiento jurídico señala.

Si el interesado no se hubiese apersonado como tal en el procedimiento, y el recurso


admisible fuese administrativo, su interposición determinará el comienzo de las
relaciones con la administración; a este medio de impugnación en contra del acto que
viola derechos o que implica vicios en el procedimiento licitatorio, se le denomina
recurso, recurso jerárquico o simplemente recurso administrativo.
Margáin dice que el recurso administrativo:

“Es todo medio de defensa al alcance de los particulares para impugnar, ante la
administración pública, los actos y resoluciones por ella dictados en perjuicio de los
propios particulares, por violación al ordenamiento aplicado o falta de aplicación de la
disposición debida.”

Serra Rojas señala que el recurso administrativo es una defensa legal que tiene el
particular afectado para impugnar un acto administrativo ante la propia autoridad que lo
dictó, el superior jerárquico u otro órgano administrativo, para que lo revoque, anule o
reforme, una vez comprobada la ilegalidad o inoportunidad del acto.
El propio Serra Rojas se pregunta y se responde, citando a Fix-Zamudio:

¿Qué es pues, lo que distingue el recurso administrativo en estricto sentido de los


medios de impugnación, que incluso pueden llevar el mismo nombre pero ya dentro del
proceso administrativo? Desde luego, la diferencia que encontramos a primera vista es
que los recursos administrativos desembocan en un acto también administrativo, en
tanto que la impugnación procesal concluye con un acto jurisdiccional, o sea, la
sentencia.

Existe una variedad impresionante de conceptos sobre el recurso administrativo, y en


últimas fechas se cuestiona su naturaleza jurídica, así como sus ventajas y
desventajas; sin caer en un análisis profundo de ello, sino únicamente con el propósito
de dar una referencia sobre los medios de impugnación en la licitación pública, nos
referimos aquí a este punto.
Elementos

En este apartado seguiremos el esquema de Margáin, cuando señala los elementos


del recurso administrativo, distinguiéndolos de los requisitos de admisión.
a. Elementos esenciales
Son elementos esenciales de validez:
1) que el recurso administrativo esté establecido en el ordenamiento legal
correspondiente y

2) la existencia de una resolución administrativa.

En cuanto al primer elemento, se han dictado una serie de interpretaciones por el


Poder Judicial, señaladas en jurisprudencias, una de las cuales señala, en síntesis, que
sólo puede ser obligatoria la interposición de un recurso, si éste se encuentra previsto
en una ley formal.

En cuanto al segundo elemento esencial, relativo a la existencia de una resolución


administrativa, la cual será expedida en contra de un particular, y debe reunir ciertos
requisitos o características, a saber:

— que sea definitiva;


— que sea personal y concreta;
— que cause un agravio;
— que conste por escrito, excepción hecha de la negativa ficta, y
— que sea nueva.

A propósito de los elementos y requisitos de la resolución administrativa o acto


administrativo, la reciente Ley Federal de Procedimiento Administrativo de 1994, ha
establecido ciertos elementos y requisitos, que nos señala el artículo 3o.:454

I. Ser expedido por órgano competente, a través de servidor público, y en caso de


que dicho órgano fuere colegiado, reúna las formalidades de la Ley o decreto para
emitirlo;
II. Tener objeto que pueda ser materia del mismo; determinado o determinable;
preciso en cuanto a las circunstancias de tiempo y lugar, y previsto por la Ley;
III. Cumplir con la finalidad de interés público regulado por las normas en que se
concreta, sin que puedan perseguirse otros fines distintos;
IV. Hacer constar por escrito y con la firma autógrafa de la autoridad que lo expida,
salvo en aquellos casos en que la Ley autorice otra forma de expedición;
V. Estar fundado y motivado;
VI. (Derogada);
VII. Ser expedido sujetándose a las disposiciones relativas al procedimiento
administrativo previstas en la Ley;
VIII. Ser expedido sin que medie error sobre el objeto, causa o motivo, o sobre
el fin del acto;
IX. Ser expedido sin que medie dolo o violencia en su emisión;
X. Mencionar el órgano del cual emana;
XI. (Derogada);
XII. Ser expedido sin que medie error respecto a la referencia específica de
identificación del expediente, documentos o nombre completo de las personas;
XIII. Ser expedido señalando lugar y fecha de emisión;
XIV. Tratándose de actos administrativos que deban notificarse, deberá
hacerse mención de la oficina en que se encuentra y pueda ser consultado el
expediente respectivo;
XV. Tratándose de actos administrativos recurribles deberá hacerse mención
de los recursos que procedan, y
XVI. Ser expedido decidiendo expresamente todos los puntos propuestos por
las partes o establecidos por la Ley.
b. Elementos secundarios

Son elementos secundarios de validez:


1) término dentro del cual ha de hacerse valer;
2) autoridad ante quien debe hacerse valer;
3) periodo de admisión de pruebas;
4) plazo en el cual ha de resolverse el recurso una vez desahogadas las pruebas;
5) momento en que empieza a correr el término y
6) libertad para impugnar la nueva resolución ante los tribunales.

Requisitos de admisión del recurso administrativo

Los requisitos de admisión del recurso administrativo que se haga valer se clasifican
en esenciales y formales. Los requisitos esenciales para la admisión del recurso deben
estar consignados en el ordenamiento legal correspondiente y su incumplimiento por
parte del reclamante dará origen a que se tenga por no presentado dicho recurso.

Son requisitos esenciales para la admisión del recurso:

1. Que el mismo conste por escrito;


2. Que contenga el nombre y domicilio del recurrente. Según Chau- veau, este
requisito lo podemos considerar como un elemento esencial;
3. Que el escrito se presente dentro del término legal, y
4. Se encuentre firmado el escrito por el interesado o su representante legal.

En cuanto a los requisitos formales para la admisión del recurso se pueden


considerar: que el escrito de inconformidad sea claro, que no sea oscuro y que consigne
diversas características como: quién promueve, el nombre de la autoridad, el acto
impugnado, antecedentes, pretensión y pruebas.
Los recursos administrativos en la licitación pública

Conforme lo establece la Ley de Adquisiciones y Obras Públicas, el interesado


afectado en una licitación pública, ya sea por un vicio que surja en el procedimiento
licitatorio o por resolución del ente que convoca, tiene dos defensas, por un lado, la
instancia de la inconformidad y, por otro, el recurso de revocación.

Ahora bien, con la entrada en vigor en 1995, de la Nueva Ley Federal de


Procedimiento Administrativo, publicada en el Diario Oficial de la Federación el 4 de
agosto de 1994, existe también el recurso de revisión, que podrá ser aplicado a las
resoluciones definitivas que se den en la licitación pública, pero únicamente en la
administración pública federal centralizada, esto es, en la Presidencia de la República,
en las secretarías de Estado, en las procuradurías General de la República y del Distrito
Federal y en el Distrito Federal; por lo que la administración pública federal paraestatal
queda excluida de la aplicación de esta Ley.
Por lo dicho, ahora tenemos en resumen:
1. La inconformidad que no es un recurso administrativo en la Ley de Adquisiciones y
Obras Públicas, sí lo era en anteriores leyes; la inconformidad es aplicable a todo
interesado en general.
2. El recurso de revocación, previsto en la Ley de Adquisiciones y Obras Públicas,
aplicable a los interesados que participen en las licitaciones públicas con la
administración pública federal paraestatal, y
3. El recurso de revisión, previsto en la Ley Federal de Procedimiento Administrativo,
aplicable a los interesados que participen en las licitaciones públicas con la
administración pública federal centralizada.
Todo lo anterior sin perjuicio de lo que establecen los tratados internacionales.
Vamos a proceder seguidamente a comentar las tres instancias.

a. La inconformidad

La inconformidad la prevé el artículo 95 de la Ley de Adquisiciones y Obras Públicas,


cuando expresa que las personas interesadas podrán inconformarse por escrito ante la
Secretaría de la Contraloría, por los actos que contravengan las disposiciones que rigen
las materias de adquisiciones y obra pública, dentro de los diez días hábiles siguientes a
aquel en que éste ocurra, o el inconforme tenga conocimiento del acto impugnado.
Lo anterior sin perjuicio de que las personas interesadas previamente manifiesten al
órgano de control de la convocante las irregularidades, que a su juicio se hayan
cometido en el procedimiento de adjudicación del contrato respectivo, a fin de que las
mismas se corrijan.

Al escrito de inconformidad podrán acompañarse todos aquellos elementos que el


inconforme estime que pueden ser de utilidad y que la autoridad pueda valorar durante el
periodo de investigación.

La interposición de la inconformidad da lugar a un procedimiento de investigación con


el propósito de conocer si se han violado o no disposiciones legales que sean aplicables
a la licitación pública, que tengan como consecuencia la imposición de sanciones o la
nulidad del procedimiento.

La Secretaría de la Contraloría, a efecto de realizar la investigación, tiene un plazo


que no excederá de 45 días naturales contados a partir de la fecha en que se inicien, y
resolverá lo conducente.

Las dependencias y entidades proporcionarán a dicha Secretaría la información


requerida para sus investigaciones, dentro de los ocho días naturales siguientes
contados a partir de la recepción de la respectiva solicitud.
Por otro lado, mientras la autoridad conoce de los hechos, motivo de la
inconformidad, la autoridad podrá ordenar se suspenda el proceso de adjudicación
cuando:

I. Se advierta que existan o pudieran existir actos contrarios a la ley, y


II. Con la suspensión no se cause perjuicio al interés público y no se contravengan
disposiciones de orden público; o bien, si de continuarse el procedimiento de
contratación, pudieran producirse daños o perjuicios a la dependencia o entidad de que
se trate.
La resolución que emita la Secretaría de la Contraloría, con motivo de la
inconformidad, sin perjuicio de la responsabilidad que proceda respecto de los
servidores públicos que hayan intervenido, tendrá por consecuencia:

I. La nulidad del procedimiento a partir del acto o actos irregulares, estableciendo


las directrices necesarias para que el mismo se realice conforme a la Ley;
II. La nulidad total del procedimiento, o
III. La declaración de improcedencia de la inconformidad.

El recurso de revocación
El concepto de revocación en el proceso administrativo es un término que goza
de gran prestigio en nuestra materia, ya que normalmente es un recurso que invocan los
particulares afectados en sus derechos, que son citados por el órgano administrativo o
que se presentan espontáneamente.
De acuerdo con la Ley de Adquisiciones y Obras Públicas, los participantes en un
procedimiento de licitación pública podrán hacer valer una instancia de inconformidad o
recurso, en contra de los actos que lleguen a afectar sus derechos o intereses, en
cualquiera de las fases de tal procedimiento, incluyendo el de la adjudicación o
posteriores a esa fase.
En caso de que la resolución sea dictada por la Secretaría de Hacienda y Crédito
Público o de la Contraloría General y Desarrollo Administrativo, y no satisfaga las
pretensiones del promovente, éste contará con el recurso de revocación (artículo 99 de
la Ley de Adquisiciones y Obras Públicas), ante la misma dependencia, el cual se deberá
hacer valer dentro del plazo de quince días hábiles, contados a partir del día siguiente al
de la notificación, ante dicha Secretaría de Estado.
En el procedimiento administrativo que se sigue en contra de las resoluciones
que dicten la Secretaría o la Contraloría en los términos de esa Ley, el interesado podrá
interponer ante la dependencia que hubiere emitido la resolución, el recurso de
revocación de acuerdo al artículo 99 del mismo precepto, que regula el procedimiento
para la tramitación de dicho recurso, y que es el siguiente:

I. Se interpondrá por el recurrente mediante escrito en el que expresará los


agravios que el acto impugnado le cause, ofreciendo las pruebas que proponga rendir y
acompañando copia de la resolución impugnada, así como la constancia de la
notificación de esta última, excepto si la notificación se hizo por correo;
II. Si el recurrente así lo solicita en su escrito, se suspenderá el acto que reclama,
siempre y cuando garantice mediante fianza los daños y perjuicios que le pudieran
ocasionar al Estado o a tercero, cuyo monto será fijado por la Secretaría de la
Contraloría, el cual nunca será inferior al equivalente al 20%, ni superior al 50% del
valor del objeto del acto impugnado. Sin embargo, el tercero perjudicado podrá dar
contrafianza equivalente a la que corresponda a la fianza, en cuyo caso quedará sin
efectos la suspensión.
III. En el recurso no será admisible la prueba de confesión de la autoridad. Si dentro
del trámite que haya dado origen a la resolución recurrida, el interesado tuvo
oportunidad razonable de rendir pruebas, sólo se admitirán en el recurso las que se
hubiere allegado en tal oportunidad;
IV. Las pruebas que ofrezca el recurrente deberá relacionarlas con cada uno de los
hechos controvertidos, y sin el cumplimiento de este requisito serán desechadas;
V. Se tendrán por no ofrecidas las pruebas de documentos; si éstas no se
acompañan al escrito en que se interponga el recurso y en ningún caso serán
recabados por la Secretaría de la Contraloría, salvo que obren en el expediente en que
se haya originado la resolución recurrida;
VI. La prueba pericial se desahogará con la presentación del dictamen a cargo del
perito designado por el recurrente. De no presentarse el dictamen dentro del plazo de
Ley, la prueba será declarada desierta;
VII. La Secretaría de la Contraloría podrá pedir que se le rindan los informes que
estimen pertinentes por parte de quienes hayan intervenido en el acto reclamado;
VIII. La Secretaría de la Contraloría acordará lo que proceda sobre la admisión
del recurso y de las pruebas que el recurrente hubiere ofrecido, que deberán ser
pertinentes e idóneas para dilucidar las cuestiones controvertidas. La Secretaría de la
Contraloría ordenará el desahogo de las mismas dentro del plazo de quince días
hábiles, el que será improrrogable; y
IX. Vencido el plazo para la rendición de las pruebas la Secretaría de la Contraloría,
en su caso, dictará resolución en un término que no excederá de veinte días hábiles.

c. El recurso de revisión

Su tramitación se encuentra prevista en varios artículos de la Ley Federal de


Procedimiento Administrativo; sintéticamente enunciaremos a continuación sus
elementos relevantes, que son:

1) opcionalidad
2) plazo
3) requisitos del escrito
4) requisitos de la suspensión
5) escrito reputado no interpuesto
6) improcedencia
7) sobreseimiento
8) potestades del órgano administrativo. Que a saber dicen los relativos.
1) Opcionalidad

Los interesados afectados por los actos y resoluciones de las autoridades


administrativas que pongan fin al procedimiento administrativo, a una instancia o
resuelvan un expediente, podrán optar por interponer recurso de revisión o intentar las
vías judiciales correspondientes.
2) Plazo

El plazo para interponer el recurso de revisión será de quince días contados a partir
del día siguiente a aquel en que hubiere surtido efectos la notificación de la resolución
que se recurra.
3) Requisitos del escrito

El escrito de interposición del recurso de revisión deberá presentarse ante la


autoridad que emitió el acto impugnado y será resuelto por el superior jerárquico, cuyo
contenido deberá expresar:

I. El órgano administrativo a quien se dirige;


II. El nombre del recurrente, y del tercero perjudicado si lo hubiere, así como el lugar
que señale para efectos de notificaciones;
III. El acto que se recurre y fecha en que se le notificó o tuvo conocimiento del
mismo;
IV. Los agravios que le causan;
V. En su caso, copia de la resolución o acto que se impugna y de la notificación
correspondiente. Tratándose de actos que por no haberse resuelto en tiempo se
entiendan negados, deberá acompañarse el escrito de iniciación del procedimiento, o el
documento sobre el cual no hubiere recaído resolución alguna; y
VI. Las pruebas que ofrezca que tengan relación inmediata y directa con la
resolución o acto impugnado debiendo acompañar las documenta- les con que cuente,
incluidas las que acrediten su personalidad cuando actúen en nombre de otro o de
personas morales.

4) Requisitos de la suspensión

La interposición del recurso suspenderá la ejecución del acto impugnado, siempre y


cuando;

I. Lo solicite expresamente el recurrente


II. Sea procedente el recurso;
III. No se siga perjuicio al interés social o se contravengan disposiciones de
orden público;
IV. No se ocasionen daños o perjuicios a terceros, a menos que se garanticen
éstos para el caso de no obtener resolución favorable; y
V. Tratándose de multas, el recurrente garantice el crédito fiscal en
cualesquiera de las formas previstas en el Código Fiscal de la Federación.
La autoridad deberá acordar, en su caso, la suspensión o la denegación de la
suspensión dentro de los cinco días siguientes a su interposición, en cuyo defecto se
entenderá otorgada la suspensión.

5) Escrito reputado no interpuesto

El recurso se tendrá por no interpuesto y se desechará cuando:

I. Se presente fuera de plazo;


II. No se haya acompañado la documentación que acredite la personalidad
del recurrente; y
III. No aparezca suscrito por quien deba hacerlo, a menos que ya haya sido
presentado y se firme antes del vencimiento del plazo para interponerlo.

6) Improcedencia

Se desechará por improcedente el recurso:

I. Contra acto que sea materia de otro recurso y que se encuentre pendiente
de resolución, promovido por el mismo recurrente y por el propio acto
impugnado;
II. Contra actos que no afecten los intereses jurídicos del promovente;
III. Contra actos consumados de un modo irreparable;
IV. Contra actos consentidos expresamente; y
V. Cuando se esté tramitando ante los tribunales algún recurso o defensa
legal interpuesto por el promovente, que pueda tener por efecto modificar,
revocar o nulificar el acto respectivo.

7) Sobreseimiento

La ley señala que será sobreseído el recurso cuando:

I. El promovente se desista expresamente del recurso;


II. El agraviado fallezca durante el procedimiento, si el acto respectivo sólo afecta su
persona;
III. Durante el procedimiento sobrevenga alguna de las causas de improcedencia;
IV. Cuando hayan cesado los efectos del acto respectivo;
V. Por falta de objeto o materia del acto respectivo; y
VI. No se probare la existencia del acto respectivo.

8) Potestades del órgano administrativo

La autoridad encargada de resolver el recurso podrá:

I. Desecharlo por improcedente o sobreseerlo;


II. Confirmar el acto impugnado;
III. Declarar la inexistencia, nulidad o anulabilidad del acto impugnado o revocarlo
total o parcialmente; y
IV. Modificar u ordenar la modificación del acto impugnado o dictar u ordenar expedir
uno nuevo que lo sustituya, cuando el recurso interpuesto sea total o parcialmente
resuelto en favor del recurrente.
BIBLIOGRAFIA

Fernández Jorge (2011) Los vicios de la contratación pública en México, revista de la


facultad de derecho, fecha de consulta 31 de mayo de 2015.

http://webcache.googleusercontent.com/search?q=cache:rGPOjDF82-
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Lopez-Eias José Pedro (2015) ASPECTOS JURÍDICOS DE LA LICITACIÓN PÚBLICA


EN MÉXICO, Instituto de investigaciones jurídicas de la UNAM. Fecha de consulta 31 de
mayo de 2015.

http://biblio.juridicas.unam.mx/libros/2/543/8.pdf

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