2 - Vasilachis - El Pensamiento de Habermas
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EL PENSAMIENTO DE HABERMAS
A LA LUZ DE UNA METODOLOGIA PROPUESTA
DE ACCESO A LA TEORIA *
ABSTRACT
Introducción:
Los presupuestos metodológicos y epistemológicos
El objetivo de este trabajo es analizar el aporte de Habermas de acuerdo con el conjunto de categorías de
análisis, que configuran una propuesta metodológica propia de acceso a la teoría sociológica, y que
posibilitan la determinación de los paradigmas presentes en las diferentes teorías.
Tal como ya lo he expuesto en anteriores trabajos (Vasilachis de Gialdino, 1992 1 a), b)), considero que
la sociología requiere de una reflexión epistemológica y que esta reflexión tiene como objetivo la
elucidación de los paradigmas presentes en la producción sociológica. Estos paradigmas, son definidos
como los marcos teórico-metodológicos utilizados por el investigador para interpretar los fenómenos
sociales en el contexto de una determinada sociedad.
La noción de paradigma que propongo ha sido elaborada a partir de los desarrollos teóricos y de la
práctica de la investigación científica realizados en el campo de la sociología, en particular, y de las
ciencias sociales, en general, dado que estimo que los problemas epistemológicos no son comunes a
todas las disciplinas científicas y, por ende, cuestiono la validez de una epistemología acabada que
presuponga una sola forma legítima de conocer y que constituya un saber a priori a partir del cual debe
encararse la investigación científica en todos los ámbitos de conocimiento. Por el contrario, considero
que la reflexión epistemológica surge con la práctica cotidiana de la investigación con fundamento en el
acervo de conocimiento de cada disciplina y de acuerdo con las características propias de su objeto de
conocimiento. En este sentido, no comparto ni la noción de paradigma ni los supuestos de la
epistemología kuhniana especialmente en lo que se refiere: a) al vínculo entre la madurez de una ciencia
y su adquisición de paradigmas, b) al rechazo de la coexistencia de paradigmas, c) al surgimiento de los
paradigmas frente a anomalías de la ciencia y d) al carácter comunitario y temporal de la elección de un
paradigma. Estudios realizados sobre el desarrollo epistemológico de la sociología me permiten afirmar
*
Vasilachis de Gialdino, I. (1997) “El pensamiento de Habermas a la luz de una metodología
propuesta de acceso a la teoría”, Estudios Sociológicos XV (43).
1
La fecha que figura a la derecha del nombre de los autores es la que corresponde a la de la edición de sus
obras utilizada.
2
que en la actualidad coexisten tres paradigmas, dos de ellos consolidados: el materialista- histórico y el
positivista -que nacen conjuntamente con la revolución industrial como fenómeno social de
características inéditas- y el tercero: el interpretativo, en vías de consolidación, que aparece con el
reconocimiento de la relevancia de los aspectos simbólicos y significativos de la vida social y de la
centralidad del lenguaje en la producción y reproducción del mundo de la vida2.
En consonancia con la metodología de acceso a la teoría sociológica que propongo, el o los paradigmas
presupuestos en la formulación, aplicación, revisión o rechazo de una determinada teoría podrían ser
determinados intentando responder a los siguientes interrogantes, que constituyen las categorías de
análisis de dicha metodología y que adquieren diferentes denominaciones:
1.- ¿Desde qué, con qué y con quién? que alude a la cosmovisión filosófica del investigador, del
sociólogo, del filósofo social; categoría a la que denominamos La Generalidad Sistemática
2.- ¿Cómo ? que refiere a la determinación de la o las formas, métodos o estrategias de acceso a la
realidad empleadas por el investigador; categoría a la que llamamos El Modo.
3.- ¿Con qué? que se relaciona con la adopción y/o elaboración de conceptos de acuerdo con la o las
teorías que crea o supone el sociólogo; categoría a la que damos el nombre de Lo Particular
4.- ¿Cuando y dónde? que refiere al contexto determinado en tiempo y espacio en el que se crea, aplica,
revisa o rechaza una teoría; categoría a la que denominamos La Totalidad Histórica
5.- ¿ Para qué? que determina una forma de compromiso existencial asumida por el sociólogo;
categoría a la que llamamos El Testimonio y
6.- ¿Qué? que alude a una elección respecto del o los fenómenos o procesos sociales que el sociólogo
analiza en el contexto de la Totalidad Histórica; categoría a la que entendemos como Lo Individual.
Los aspectos incluidos en los puntos 1., 2. y 3. con los que se responde a las preguntas ¿ Desde qué,
con qué y con quién?, ¿Cómo? y ¿Con qué?, configuran lo que compete a los aspectos más teóricos,
más constantes que están presentes en los paradigmas o teorías y abarcan las categorías del nivel de
análisis teórico de la metodología. Los elementos comprendidos en los puntos 4. , 5. y 6. con los que se
contesta a los interrogantes ¿Cuándo y dónde?, ¿Para qué? y ¿Qué? son los más variables porque están
determinados tanto espacio-temporalmente a nivel de los procesos sociales como por las inclinaciones,
aspiraciones y opciones del investigador y comprenden las categorías del nivel de análisis empírico de
la metodología que emplearé.
Los paradigmas serían, así, los marcos teórico-metodológicos de interpretación de los fenómenos
sociales creados y/o adoptados por los científicos sociales de acuerdo con los siguientes supuestos que
responden a los interrogantes planteados: 1) una cosmovisión filosófica, 2) la determinación de una o
varias formas o estrategias de acceso a la realidad, 3) la adopción o elaboración de conceptos de acuerdo
con la o las teorías que crea o supone, 4) un contexto social, 5) una forma de compromiso existencial y
6) una elección respecto de los fenómenos sociales que analiza.
Esta indagación será realizada respondiendo a cada uno de esos interrogantes y poniendo especial
énfasis en ellos, a partir, exclusivamente3, de la obra de Habermas y, particularmente, de aquélla que
2
Volveremos a tratar estos temas, más adelante en el punto 7.
3
De acuerdo con los objetivos expuestos de este trabajo no corresponde analizar aquí los aportes del conjunto
de autores críticos y estudiosos de la obra de Habermas ya que sus trabajos presuponen disímiles propuestas
metodológicas de acceso a la teoría tanto entre sí como respecto a la metodología que aquí propongo. Un texto
que permite comparar distintos estudios sobre el pensamiento de nuestro autor desde diversas perspectivas es
THOMPSON,J.B. & HELD, D. (ed.):" Habermas critical debates", Massachusetts Institute of Technology,
Cambridge, 1982. Este texto contiene los aportes de Heller, Bubner, McCarty, Hesse y Giddens, entre otros. Uno
de los analistas más reconocidos de la obra de Habermas es, justamente, McCarty a través de su trabajo "La
Teoría de Jürgen Habermas", Madrid, Tecnos, 1987, mientras que Giddens le concede a nuestro autor un lugar
3
aluda a las respuestas a estas preguntas. Este tipo de lectura nos permitirá, por un lado, acceder a su
aporte de una manera pasible de ser compartida intersubjetivamente, tal como lo requiere todo
conocimiento científico y, por el otro, determinar cuál es el paradigma predominante y cuales son
aquéllos otros presentes en su pensamiento.
La elección a favor de uno o varios paradigmas -o de una o varias teorías sociológicas consolidadas
como tales- supone la adopción -en todo o en parte- de las leyes, los métodos, los conceptos, las
construcciones auxiliares implícitos en "el" o en "los" paradigmas adoptados. Esto mismo es aplicable
respecto de la reflexión epistemológica acerca de los paradigmas vigentes en la producción sociológica
a lo largo de su desarrollo (Vasilachis de Gialdino, 1975). La respuesta a los restantes interrogantes esta
ínsita en la de este primero; de allí que la escisión que proponemos en seis interrogantes sea
predominantemente analítica.
Su modelo comunicativo de acción, que tiene capacidad para renovar al materialismo histórico
(Habermas, 1983), considera todas las funciones del lenguaje y define las tradiciones de la ciencia social
que parten del interaccionismo simbólico de Mead, del concepto de juegos del lenguaje de Wittgenstein,
de la teoría de los Actos de Habla de Austin y Searle y de la hermenéutica de Gadamer, a quien le
critica el abordaje puramente hermenéutico a la actividad humana. Por lo demás, nuestro autor reconoce
la vigencia, en la actualidad, de los grandes teóricos de la sociedad como Marx, Max Weber, Durkhein,
Mead, Parsons, al estudio de cuyos aportes se dedica en su obra (Habermas, 1987).
Para Habermas esta abierto el camino hacia una filosofía de las ciencias humanas, tal como puede
contemplarse en Durkheim, Mead, Weber, Piaget y Chomsky; quienes aplicaron un pensamiento
filosófico a un orden especial de investigación por medio de ideas tales como las de la función patógena
de la represión, la función constitutiva de la solidaridad de lo sacro, la función constitutiva de la
identidad de la adopción de roles, la modernización como racionalización social, la descentración como
consecuencia de la abstracción reflexiva de las acciones o la competencia de habla como actividad
constitutiva de hipótesis . Habermas (1985), en un intento por reconciliar el desarrollo de la ciencia con
relevante en su análisis de la hermenéutica y de la teoría crítica en "Las nuevas Reglas del Método
Sociológico", Buenos Aires, Amorrortu, 1987. Asimismo, la producción de Habermas es considerada como un
hito en el desarrollo de distintas disciplinas así, por ejemplo,: CRAIB, I.: "Modern social theory. From
Parsons to Habermas", St. Martin's Press, New YorK, 1984; BERSNSTEIN, R.J.:"La restructuración de la
teoría social y política", F.C.E., México, 1982; BENGOA RUIZ DE AZUA, J.: "De Heidegger a Habermas",
Herder, Barcelona, 1992. Por otra parte, un profundo análisis de la reciente obra de Habermas sobre la teoría de
la democracia nominada "política deliberativa", en la que se destaca la capacidad de los movimientos sociales
que emergen en la esfera pública para ser fuente de innovación y cambio puede hallarse en BOHMAN, J.:
"Complexity, pluralism, and the constitutional state: On Habermas's Faktizität und Geltung", Law &
Society Review, Volume 28, Number 4, 1995.
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las cuestiones prácticas de la vida social, expresa que la función de esta filosofía hermenéutica,
pragmática, no sería la de juez sino la de intérprete del mundo de la vida; articuladora y dinamizadora
de lo cognitivo-instrumental con lo práctico-moral y con lo estético-expresivo.
Apoyándose en Durkheim y Mead, de cuyas obras se vale para desarrollar el concepto de acción
comunicativa, Habermas trata de buscar ese complejo de interacción social que cree que hay que
postular como hipotético punto de arranque de la evolución sociocultural, y recupera de Weber su
señalamiento de la importancia evolutiva de la formación de sistemas culturales de acción para la
ciencia, el derecho y el arte. Sin embargo, critica a Durkheim y a Parsons reducir el concepto de mundo
de la vida a aspectos de integración social, quedando en Parsons este concepto subsumido en las
categorías propias de la teoría de los sistemas y apareciendo la cultura y la personalidad convertidas en
meros complementos funcionales del sistema social. Con similar intento de analizar, simultáneamente,
al mundo de la vida como recurso y como producto de la acción comunicativa Habermas se propone,
suponiéndolo, superar el concepto monológico de Chomsky de competencia lingüística la que, para
Habermas, presupone una competencia comunicativa. Para el tratamiento de esta competencia recurre a
la teoría de los Actos de Habla de Austin y Searle y reconoce a ese tipo de actos como unidad básica de
la comunicación lingüística, pero extendiendo las pretensiones de validez a todas las funciones del
lenguaje.
El paralelo entre la teoría del desarrollo cognitivo de Piaget y la teoría del desarrollo moral de Kohlber
le permite explicar las sucesivas etapas de la reflexión moral alcanzadas en las sociedades. La
fenomenología de Husserl y el pensamiento de Schutz constituyen significativas raíces de la concepción
de Habermas acerca del mundo de la vida respecto del que intenta corregir su previa reducción
culturalista viendo a la acción comunicativa no sólo como un proceso de entendimiento sino, además,
de interacción social y de socialización (Habermas, 1987).
Abordaremos, seguidamente, los conceptos fundamentales de la teoría de Habermas que se reiteran a los
largo de su obra y que están en el núcleo tanto de sus propuestas epistemológicas, teóricas y
metodológicas como en sus explicaciones, descripciones y reflexiones acerca de la sociedad y de sus
problemas y conflictos. Esos conceptos fundamentales son los que se vinculan con los tres mundos
(1.2.), con el mundo de la vida (1.3.) y con los tipos de acción (1.4.).
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constituyen un armazón categorial siendo el mundo interno, el subjetivo al que el individuo tiene un
acceso privilegiado y estando el externo constituido por dos mundos: el objetivo, el de los estados de
cosas existentes, y el social, el de las normas vigentes.
En este proceso comunicativo hablantes y oyentes no hacen referencia sin más a algo en el mundo, sino
que relativizan su posición contando con la posibilidad de que su validez quede puesta en tela de juicio
por otro actor. De modo tal, los participantes en la interacción, se plantean mutuamente pretensiones de
validez (Habermas, 1982 a)) que difieren respecto de cada mundo y que son: a) la verdad para el
mundo objetivo, b) la rectitud normativa para el mundo social y c) la veracidad para el mundo
subjetivo (Habermas, 1987, 1989 a), 1990 a)). Resumiremos gráficamente en el Cuadro Nº 1 las
propiedades que distinguen a cada uno de esos mundos.
Cuadro Nº 1: Los tres mundos según los elementos de la situación, las pretensiones de validez, los
componentes de los Actos de Habla, la acción social predominante, la función del lenguaje y la
actitud cognoscitiva correspondientes a cada uno de ellos.
Diferencias Elementos Pretensión Componentes Acción Social Función del Actitud cog-
de la situa- de validez de los Actos predominante lenguaje noscitiva
ción de Habla
Mundos
La constatación, en este cuadro, de las diferencias -que van desde los elementos de la situación hasta la
actitud cognoscitiva- entre los tres mundos justifica, epistemológicamente, la coexistencia de
paradigmas que se traduce, a nivel metodológico, en la aceptación del empleo simultáneo de múltiples
estrategias de investigación.
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1.3.- El mundo de la vida
La categoría del mundo de la vida tiene, para Habermas (1973 a), 1987), un status diferente al de los
conceptos formales de mundo a los que apuntamos hasta aquí. Estos constituyen, junto con las
pretensiones de validez susceptibles de crítica, el armazón categorial que sirve para clasificar, en el
mundo de la vida -ya interpretado en cuanto a sus contenidos- situaciones problemáticas, esto es,
situaciones que necesitan acuerdo. Con los conceptos formales de los tres mundos hablante y oyente
pueden calificar los referentes posibles de sus actos de habla como algo objetivo, como algo normativo
o como algo subjetivo.
El mundo de la vida, por el contrario, no permite calificaciones análogas; con su ayuda hablante y
oyente no pueden referirse a algo como si fuera intersubjetivo. Antes bien, los agentes de la
comunicación se mueven siempre dentro del horizonte del mundo de la vida que es el lugar trascendente
en el que aquéllos se salen al encuentro planteándose recíprocamente la pretensión de que sus emisiones
concuerdan con el mundo -objetivo, subjetivo y social- (Habermas, 1987).
En este sentido, nuestro autor entiende por mundo de la vida: a) a lo familiar, lo que damos por sentado,
b) al horizonte de convicciones comunes, aproblemáticas, en el que se da la acción comunicativa, c) al
saber prerreflexivo y d) al tejido de certezas (Habermas, 1990 a)). Así, el oyente y el hablante se
entienden desde y a partir del mundo de la vida sobre algo que pertenece al mundo objetivo, subjetivo
y/o social (Habermas, 1987).
Los componentes del mundo de la vida son para Habermas (1982 b), 1990) la sociedad, la cultura y la
personalidad. La sociedad consiste en órdenes legítimos a través de los cuales los participantes en la
comunicación regulan su pertenencia a grupos sociales y aseguran la solidaridad. La sociedad es
definida como la totalidad de relaciones interpersonales a las que se considera legítimamente ordenadas.
La cultura consiste en el acervo de saber del que se proveen de interpretaciones los participantes en la
comunicación al entenderse entre sí sobre algo en el mundo. Las estructuras de la personalidad son el
conjunto de todos los motivos y competencias que capacitan a un sujeto para hablar y actuar y para
asegurarse, de esta forma, su propia identidad.
Dichos componentes del mundo de la vida están entrelazados por el lenguaje y son tanto un producto
como un recurso, es decir, que resultan, a la vez que mantienen, la continuidad que cobra el saber
válido, la estabilidad que experimentan las solidaridades grupales y la formación y educación de actores
capaces de responder de sus actos en la interacción comunicativa.
Aunque la denominación de estos componentes es similar a la que le da Parsons a los subsistemas del
sistema social, Habermas rechaza la idea de que individuo y sociedad sean un sistema. De esta manera,
su concepción parecería más cercana a la de la dualidad de la estructura de Giddens para quién la
estructura es, simultáneamente, medio y resultado de las prácticas que constituyen el sistema social.
Resumiremos en el Cuadro Nº 2 las mencionadas características del mundo de la vida.
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Procesos De
Reproducción
La red de acciones comunicativas reproduce el mundo de la vida con el que se conforman y reproducen,
a su vez, la cultura, la sociedad y la personalidad. Pero además, la práctica comunicativa cotidiana en la
que el mundo de la vida tiene su centro, se nutre de los procesos de reproducción social -la
reproducción cultural, la integración social y la socialización-, siendo este proceso de carácter circular
(Habermas, 1990 a)).
En la acción teleológica el actor realiza un fin o hace que se produzca el estado de cosas deseado
eligiendo, en una situación dada, los medios más congruentes y aplicándolos de manera adecuada. La
acción teleológica se amplía y se convierte en acción estratégica cuando en el cálculo que el agente hace
de su éxito interviene la expectativa de decisiones de, a lo menos, otro agente que también actúa con
vistas a la realización de sus propios propósitos. El concepto teleológico de acción fue utilizado,
primero, para desarrollar la teoría de la decisión económica y más tarde para la teoría de los juegos
estratégicos.
El concepto de acción dramatúrgica, puesto de resalto por Goffman, no hace referencia, primariamente,
ni a un actor solitario ni al miembro de un grupo social, sino a participantes en una interacción que
constituyen, los unos para los otros, un público ante el cual se ponen a si mismos en escena.
Finalmente, el concepto de acción comunicativa, que surge primero con Mead y luego con Garfinkel, se
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refiere a la interacción de, a lo menos, dos sujetos capaces de lenguaje y de acción que -ya sea por
medios verbales o no verbales- entablan una relación interpersonal (Habermas, 1982 b), 1984, 1987,
1989 a), 1990 b)). En la acción comunicativa los actores implicados tratan de sintonizar
cooperativamente sus planes de acción en el horizonte de un mundo de la vida compartido y sobre la
base de interpretaciones comunes de la situación. Esos actores están, además, dispuestos a alcanzar esos
fines indirectos que son la definición de la situación y la sintonización de fines a través de procesos de
entendimiento sostenidos en el papel de hablantes y oyentes, es decir, por la vía de una búsqueda sin
reservas de fines ilocucionarios. Por su propia estructura, el funcionamiento del entendimiento
lingüístico consiste, para Habermas, en que los participantes en la interacción se ponen de acuerdo sobre
la validez que pretenden para sus actos de habla o tienen presente los desacuerdos que constatan.
Con los actos de habla -actos comunicativos- se entablan pretensiones de validez susceptibles de crítica,
que tienen por meta un reconocimiento intersubjetivo. A diferencia de la acción estratégica, en la acción
comunicativa (Cuadro nº 3) el éxito de la coordinación de la acción no se basa en la racionalidad con
arreglo a fines de los distintos planes de acción individuales sino en la racionalidad comunicativa
(Habermas, 1990 a)) que remite a la práctica de la argumentación, definida como el tipo de habla en el
que los hablantes tematizan las pretensiones de validez que se han vuelto dudosas y tratan de
cuestionarlas por medio de argumentos (Habermas, 1987). Todo participante en una práctica
argumentativa tiene que suponer pragmáticamente que, en principio, todos cuantos podrían verse
afectados podrían participar como iguales y libres en la búsqueda cooperativa de la verdad en la que la
única coerción que puede ejercerse es la coerción sin coerciones que ejercen los buenos argumentos
(Habermas, 1991 a), 1991 c)).
Función del Lenguaje Lenguaje natural como medio de Lenguaje como medio de in-
intercambiar información tercambiar información y como
fuente de integración social
La teoría de la acción comunicativa es, para Habermas, el principio de una teoría de la sociedad. A
diferencia de las acciones teleológica y estratégica el concepto de acción comunicativa explica, para este
autor, cómo es posible el orden social y ha de acreditarse en una teoría sociológica de la acción
(Habermas, 1990 a)).
De acuerdo con esta concepción, la teoría de la acción comunicativa no es una metateoría sino el
principio de una teoría de la sociedad. Una teoría de la comunicación elaborada en los términos que se
proponen, asevera Habermas, podrá utilizarse, entonces, para una teoría sociológica de la acción si se
logra mostrar de qué forma los actos comunicativos, esto es, los actos de habla, o las manifestaciones
no verbales equivalentes, cumplen la función de coordinar la acción contribuyendo, así, a la estructura-
ción de las interacciones (Habermas, 1987).
La hermenéutica alude, para Habermas (1980, 1990 b)), a una "capacidad" que adquirimos en la medida
en que aprendemos a dominar un lenguaje natural: al arte de entender el sentido lingüísticamente
comunicable y de tornarlo comprensible en el supuesto de comunicaciones distorsionadas. La
comprensión de sentido se endereza a los contenidos semánticos del habla, pero, también, a los
significados fijados por escrito o pertenecientes a sistemas de símbolos no lingüísticos en la medida en
que pueden ser traídos al medio que es el habla.
El acceso hermenéutico al saber intuitivo del mundo de la vida y de los miembros de éste sólo es
posible, para esta tesitura, mediante la participación -a lo menos virtual- en la práctica comunicativa
cotidiana. El sentido realizativo de un acto de habla sólo se abre a un oyente potencial que haya
abandonado la perspectiva del observador para sustituirla por la del participante. Es menester hablar la
misma lengua y, en consonancia con las palabras de Habermas, entrar en el mundo de la vida
intersubjetivamente compartido de una comunidad de lenguaje para sacar provecho de la reflexividad
del lenguaje natural y apoyar la ejecución de la acción realizada con palabras en la comprensión del
comentario que, implícitamente, hace de sí el acto de habla. De esta manera, Habermas opone la
participación a la observación exterior y nuestra la necesidad del intérprete de asumir la perspectiva de
los participantes en la interacción comunicativa.
En cada situación los participantes producen una interpretación- concepto básico del modelo de acción
comunicativa (Habermas, 1989 a))- común de esa situación que es posible gracias a su saber de primer
plano, relativamente superficial, en el que los participantes se apoyan en forma de presupuestos
pragmáticos y semánticos. Se trata de un saber que constituye: a) un horizonte referido a la situación y
b) un saber dependiente de los temas que se suscitan en cada circunstancia (Habermas, 1990 a)).
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Estas son las consecuencias que se derivan del hecho de que comprender lo que se dice requiere, para
Habermas (1985), participación y no mera observación. En síntesis, de acuerdo con esta concepción,
toda ciencia que permite las objetivaciones de significados como parte de su ámbito de conocimiento ha
de hacer frente a las consecuencias metodológicas de la función participativa de un intérprete que no
"da" significado a las cosas observadas, sino que tiene que hacer explícita la significación "dada" a
objetivaciones que únicamente pueden comprenderse como procesos de comunicación (Habermas,
1985, 1990 b), 1991 c))5.
Las características de las función de los intérpretes constituyen, para Habermas (1985), una amenaza
frente a aquella independencia del contexto y aquella neutralidad axiológica que parecían requisitos
necesarios para la objetividad del conocimiento teórico6 .
Habermas (1975) parte de una premisa fundamental para el análisis del conflicto: la orientación del ac-
tuar hacia los valores institucionalizados puede no resultar problemática sólo si la distribución,
normativamente prescrita de las oportunidades de satisfacción legítima de las necesidades, se basa en un
consenso efectivo de los participantes. Tan pronto como surge un disenso, puede hacerse consciente,
dentro de las categorías del sistema de interpretación vigente en cada caso, la "injusticia" de la represión
de intereses generalizables. La conciencia de los conflictos de intereses es, por regla general, un motivo
suficiente para que se reemplace el actuar orientado hacia los valores por un actuar orientado hacia los
intereses (Habermas, 1966, 1975). Habermas llama intereses a las necesidades que se han hecho
subjetivas y se han desprendido de las cristalizaciones apoyadas en la tradición de los valores
compartidos en común, en la medida en que se produce un déficit de legitimación y el conflicto de
conciencia emergente.
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La tesis de Habermas de que las cuestiones prácticas pueden tratarse discursivamente y de que las
Ciencias Sociales tienen, en su análisis, la posibilidad metódica de considerar los sistemas de normas como
veritativos, había sido propuesta por nuestro autor con anterioridad en otras obras (Habermas, 1973 a)).
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aquellos intereses que deberían expresarse si los participantes entablaran en el mismo momento del
tiempo, un discurso práctico.
De esta suerte, el científico social sólo puede realizar la imputación de intereses por vía de hipótesis, y
de modo tal que una confirmación directa de su hipótesis sólo sería posible en la forma del discurso
práctico emprendido por los propios participantes. Todas las sociedades de clases -debido a que su
reproducción se basa en la apropiación privilegiada de la riqueza producida por la sociedad- tienen, para
Habermas (1973 a)) que resolver el siguiente problema: distribuir el producto social de manera desigual
y sin embargo legítima. Dicho problema es solucionado mediante la coacción estructural, esto es, en
virtud de que las oportunidades legítimas de satisfacción de necesidades se encuentran fijadas en un
sistema de normas respetado. Si este sistema de normas es el jurídico su vigencia pierde toda relación
con la moral, con los aspectos de justicia y con todo aquello que vaya más allá de la decisión del
legislador, tornándose difusa su identidad como derecho y perdiendo carácter legitimador (Habermas,
1991 a)). La propuesta de nuestro autor radica en que el proceso de interpretación de necesidades sea
incluido en el de formación discursiva de la voluntad (Habermas, 1983). En los puntos siguientes
-4.,5.y 6.- en los que desarrollamos las categorías del nivel de análisis empírico de nuestra metodología
aludiremos a la forma en que Habermas aplica los conceptos expuestos de su teoría a la interpretación
de la sociedad moderna, de sus procesos y de sus relaciones.
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imponen principios jurídicos y morales que cada vez están menos adecuados a las formas de vida
particulares y se incrementa la pérdida de la dependencia respecto de los órdenes legítimos de
procedimientos discursivos de establecimiento y justificación de normas (Habermas, 1991 a)).
La institucionalización del trabajo asalariado, por un lado, y el Estado fiscal, por otro, es, para
Habermas, tan determinante para la nueva forma de producción como lo fue en el anterior sistema
económico la forma de organización que representa la empresa capitalista. A medida que el sistema de
producción se basa en el trabajo asalariado y el aparato estatal, a través de la recolección de impuestos,
queda conectado y se retroalimenta con el sistema de producción, el poder ligado a las personas y a los
cargos queda asimilado a la estructura de un medio de control, es decir, que el poder queda asimilado al
dinero. El medio dinero se desgaja, entonces, del lenguaje normal y se constituye en un lenguaje de
control, específicamente codificado. Este lenguaje empobrecido y estandarizado coordina acciones
funcionalmente específicas -por ejemplo, distribución de bienes y servicios-, pero no vincula al
entendimiento con los procesos de la tradición cultural y con la socialización. De tal forma, la acción
comunicativa es sustituida por la acción estratégica o racional con arreglo a fines, dado que los actores
se orientan al éxito. Como el código dinero es una derivación de la teoría del lenguaje ordinario, la
teoría de los medios de control remite, de acuerdo con esta tesitura, al marco más amplio de la teoría del
lenguaje (Habermas, 1990 a)).
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de la verificación, puesta a prueba, superación, cuestionamiento y/o creación de teorías o paradigmas.
El testimonio es, pues, la actualización del sujeto que conoce a través del conocimiento práctico de
sujetos, grupos, situaciones, procesos, objetos. Es el acto de conocimiento por medio del cual se a-
prehende un fenómeno individual, como experiencia que tiene lugar en el marco de un contexto
histórico y social - ¿Cuándo y dónde? - el que determina el sistema cognitivo de referencia y el sentido
de las elecciones del investigador a nivel de la acción social.
La teoría de la acción comunicativa puede contribuir a explicar el conflicto entre los imperativos
sistémicos y los imperativos del mundo de la vida, mientras que la autonomía de la teoría de los
sistemas frente a la teoría de la acción no puede menos que pagar el precio que comporta todo
planteamiento objetivista. El funcionalismo sistémico se priva de los hilos de contacto con el saber
intuitivo del mundo de la vida y de los miembros de éste, pues el acceso hermenéutico a tal potencial de
saber sólo es posible mediante la participación en la práctica comunicativa cotidiana (Habermas, 1990
a), tal como lo expusimos al tratar sobre los intérpretes.
El científico social, a lo menos bajo determinados puntos de vista formales, comparte con las personas
que estudia el saber preteórico de un adulto socializado y su status de miembro de un mundo de la vida.
No se distingue de otros actores en sus interpretaciones y actividades, en sus actitudes frente a las
normas y valores, en su manejo de estándares y patrones de interpretación. Por ende, la práctica de la
investigación tiene, al interior de esta concepción, una estructura similar a la de la práctica cotidiana, es
decir, a la del ámbito objetual accesible al científico social, dado que, además, las materializaciones
simbólicas del saber teorético son también ingredientes del mundo de la vida (Habermas, 1990 b)). Las
ciencias que tienen que establecer un acceso hermenéutico a su objeto, no renuncian, pues, a la
objetividad del conocimiento (Habermas, 1991 c)) y la preocupación de nuestro autor radica, mas bien,
en la carencia de reflexión hermenéutica a nivel del método (Habermas, 1989 c)).
Lo que Habermas (1989 b)) propone es construir umbrales protectores en el intercambio entre sistema y
mundo de la vida porque éste último se ve colonizado internamente por los imperativos de los
subsistemas -del dinero, del poder- que externalizan sus costos. De acuerdo con esta posición, si los
impulsos del mundo de la vida no penetran en la autorregulación de los sistemas funcionales no se
puede acabar con la maldición sistémica que el mercado hace caer sobre los que quieren trabajar, ni con
la red de la burocracia reguladora y supervisora, ni con la carrera de armamentos nucleares.
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La insensibilidad del sistema de la economía de mercado frente a sus costos externos, frente a los costos
que desvía hacia sus entornos naturales y sociales, sigue sembrando entre nosotros, afirma Habermas
(1991 b)), la senda de un crecimiento económico caracterizado por sus crisis con las conocidas
disparidades y marginaciones en el interior, con retrasos económicos, e incluso involuciones
económicas, es decir, con condiciones bárbaras de vida, con expropiaciones culturales y con las
catástrofes que el hambre provoca en el Tercer Mundo.
Habermas entiende que, en este contexto, la única alternativa posible es el predominio de la orientación
moral universalista que supone que: a) se relativiza la propia forma de existencia atendiendo a las
pretensiones legítimas de las demás formas de vida, b) se reconocen iguales derechos a los otros, a los
extraños con todas sus idiosincrasias y con todo lo que en ellos nos resulta difícil de entender, c) los
individuos y grupos no se empecinan en la universalización de su propia identidad, d) no se excluye y
condena todo cuanto se desvía de esa identidad y e) los ámbitos de tolerancia tienen que ser
infinitamente mayores de lo que actualmente son (Habermas, 1989 c)).
En este sentido, la expectativa de Habermas reside en que las exigentes estructuras de reconocimiento
recíproco -que nos son conocidas por las formas de vida concreta- se transfieran, a través de los
presupuestos comunicativos de procesos inclusivos de formación de opinión y procesos democráticos
de formación de la voluntad, a las relaciones sociales mediadas por la administración y el derecho
(Habermas, 1991 b)).
6.-¿Qué?: Lo Individual
Esta pregunta remite a cuáles son los hechos, acontecimientos, procesos, relaciones -en nuestro caso el
conflicto social- que estudia el investigador en el marco de una determinada sociedad. La respuesta a
este interrogante se asocia profundamente, entonces, con el análisis de ese fenómeno social en un
determinado contexto -la Totalidad Histórica- de manera de establecer tanto las relaciones y dependen-
cias externas e internas respecto de ese contexto, como respecto de otros fenómenos con los que
interactúa. Estos fenómenos estudiados por el investigador constituyen, en la realidad empírica, el
ámbito de aplicación de los conceptos -de conflicto social en esta oportunidad- a los que nos referimos
cuando explicitamos la respuesta a la pregunta ¿Con qué?, que correspondía a la categoría Lo
Particular de la metodología de acceso a la teoría sociológica que propongo.
6.1.- Los conflictos en los procesos de reproducción de los componentes del mundo de la
vida.
En consonancia con la teoría de Habermas, los procesos de reproducción de los componentes
estructurales del mundo de la vida no están libres de conflicto. Según cual sea el componente afectado
las patologías pueden ser: pérdida de sentido, estados anómicos, psicopatologías, siendo éstos los
síntomas más llamativos. Así, las causas de esas patologías de la sociedad, que en el modelo de la
escisión de un macrosujeto podían explicarse en torno al antagonismo de clases, hoy se disgregan en
una amplia dispersión de posibles contingencias históricas. Consecuentemente, los rasgos patológicos
de las sociedades modernas sólo se articulan en configuraciones concretas en la medida en que se hace
notar socialmente un sobrepeso de las formas económicas y burocráticas y, en general, de las formas
cognitivo-instrumentales de la racionalidad (Habermas, 1989 b)).
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capital y el trabajo estaba estructurado de suerte que ambas partes disponían de un potencial de
amenaza, como la huelga para la parte en desventaja. En nuestro días, para Habermas (1991 b)), la
situación se ha modificado. En los conflictos institucionalizados de distribución de las sociedades de
bienestar una mayoría de poseedores de un puesto de trabajo se enfrenta a una minoría de grupos
marginales de la más diversa procedencia que no disponen de ningún potencial de sanción. A los
marginados y subprivilegiados les queda, a lo sumo, para hacer valer sus intereses, el voto castigo en
los procesos electorales, siempre y cuando no se resignen elaborando en términos autodestructivos, con
enfermedades o ciegas revueltas, las hipotecas a que estructuralmente están sometidos.
Ya no es una clase la que se constituye en dominante y resulta reconoscible (Habermas, 1982 b)) en un
marco nacional, sino un sistema económico que se ha vuelto anónimo, que opera a nivel mundial,
desligado de las estructuras de clase intuitivamente identificables. La gran oposición entre imperativos
sistémicos e imperativos del mundo de la vida determina que ya no se exija sólo una mayor justicia
distributiva, sino que se demande un amplio espectro de valores postindustriales tales como la
preservación de las bases naturales y de las estructuras comunicativas internas de formas de vida
diferenciadas (Habermas, 1989 b)).
El modelo de actuación de la sociedad sobre sí misma queda substituido por el modelo de un conflicto
de límites, mantenido bajo control por el mundo de la vida, entre él y los subsistemas político y
económico (Habermas, 1989 b). La función abogadora de la teoría crítica de la sociedad consistiría, para
Habermas (1973 a)), en la determinación de intereses generalizables, y, al mismo tiempo, reprimidos,
aunque esa defensa abogadora sólo pueda llevar a resultados hipotéticos.
Con el objeto de ubicar paradigmáticamente a la teoría de Habermas sostuve, además, que en la so-
ciología coexisten en la actualidad tres paradigmas, dos de ellos consolidados: el materialista-histórico
y el positivista y un tercero -el interpretativo- en vías de consolidación. Cada uno de estos paradigmas
suscita una distinta reflexión epistemológica cuyos resultados no pueden aplicarse a los restantes. El
supuesto básico del paradigma interpretativo es la necesidad de comprensión del sentido de la acción
social en el contexto del mundo de la vida y desde la perspectiva de los participantes. Abordaremos, en
primer lugar, a la ubicación del aporte de Habermas en el paradigma interpretativo para concluir
analizando la posición de nuestro autor frente a la coexistencia de paradigmas.
El paradigma interpretativo tiene, para nosotros (Vasilachis de Gialdino, 1992 a)) los siguientes cuatro
supuestos: 1) La resistencia a la "naturalización" del mundo social, 2) De la observación a la
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comprensión: del punto de vista externo al punto de vista interno, 3) La relevancia del concepto de
mundo de la vida, y 4) La doble hermenéutica. Veremos, seguidamente, como en la teoría de Habermas
se reconocen estos cuatro supuestos:
De acuerdo con la teoría habermasiana, el comportamiento social tiene que ser comprendido porque el
sentido de la acción del actor ha de capturarse a través de su propia perspectiva, que escapa a la
observación directa y es accesible, especialmente, por medio de la comprensión del plexo simbólico
con y desde el que actúa. El sistema de experiencia en el que las acciones intencionales son accesibles,
como datos, es el de la comunicación lingüística y no la observación exenta de comunicación
(Habermas, 1990 b).
4) La doble hermenéutica
Habermas (1985) plantea la distinción metodológica entre ciencias que han de abrirse el acceso a su
ámbito de conocimiento mediante la comprensión de lo que se dice a alguien y las que no tienen
necesidad de tal cosa, afirmando que únicamente aquéllas que poseen una dimensión hermenéutica se
enfrentan con problemas de interpretación en lo que se refiere a la producción de los datos. En este
sentido, continúa -siguiendo a Giddens en una tradición que viene, entre otros, de Schütz y Winch- se
habla de una doble hermenéutica que, en lo que a método se refiere, funda un ámbito especial en las
ciencias sociales en razón de que la problemática de la comprensión no se plantea en estas disciplinas,
como ocurre en las ciencias de la naturaleza, sólo en el plano metateórico debido a que la experiencia
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cotidiana está ya, por su parte, simbólicamente preestructurada y es inaccesible a la simple observación
(Habermas, 1990 b).
Por otro lado, dentro de esta tesitura, los paradigmas guardan en las ciencias sociales una conexión
interna con el contexto social del que surgen y en el que operan, tal como lo hemos expuesto al tratar lo
atinente al interrogante ¿Cuándo y dónde? en la categoría de análisis correspondiente a la Totalidad
Histórica. En los paradigmas se refleja la comprensión que del mundo y de sí tienen los colectivos:
sirven de manera mediata a la interpretación de los horizontes de aspiración y de expectativa.
Conjuntamente, para toda teoría de la sociedad la conexión con la historia de la teoría represente
también una especie de test. Cuanto mayor sea la naturalidad con que pueda recoger, explicar, criticar y
proseguir ideas de tradiciones teóricas anteriores, tanto más inmunizada se verá contra el peligro de que
en la propia perspectiva teórica sólo se hagan valer subrepticiamente intereses particulares (Habermas,
1987).
Conclusiones
Podemos, entonces, concluir que el aporte de Habermas se ubica en el paradigma interpretativo pues su
teoría cumple con los supuestos que lo caracterizan pero, fundamentalmente, entiendo que su teoría esta
en vías de ser el eje de la consolidación de ese paradigma interpretativo y de constituirse, al mismo
tiempo, en paradigma debido a que se ha convertido en un punto de referencia obligado respecto de la
aceptación, crítica o rechazo de ese mismo paradigma tanto en la producción sociológica actual como en
la de la mayor parte de las ciencias sociales.
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-La acción
comunicativa comunicativa estratégica
Al mismo tiempo, la lectura del Cuadro Nº 4 nos posibilita comprobar como los presupuestos teórico-
epistemológicos de Habermas -La Generalidad Sistemática- le sirven para delinear la propuesta de un
método -El Modo-, definir conceptos -Lo Particular-, describir su propio contexto histórico -La
Totalidad Histórica-, proponer una forma de transformación de ese contexto -El Testimonio- y referirse
a fenómenos y procesos determinados -Lo Individual-.
De otra parte, nótese que la aplicación de las categorías de análisis de la metodología que propongo
aplicadas a diferentes aportes a la teoría sociológica, a lo largo de un período señalado, podrían dar
cuenta, respectivamente, del desarrollo de: 1) los problemas teórico- epistemológicos de la sociología,
2) los interrogantes y avances metodológicos, 3) los alcances de los sistemas conceptuales, 4) los
diversos tipos de sociedad, 5) las clases de compromiso existencial de los sociólogos e investigadores y
6) las características del análisis de los fenómenos sociales en el contexto de diferentes sociedades.
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REFERENCIAS
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