0% encontró este documento útil (0 votos)
43 vistas4 páginas

Liturgia Del Santo

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1/ 4

LITURGIA EUCARÍSTICA: SANTO

 Música y liturgia

hace 7 años
Anuncios

Santo, Santo,

Santo es el Señor,

Dios del Universo.

Llenos están el cielo

y la tierra de tu gloria.

Hosanna en el cielo.

Bendito el que viene en nombre del Señor.

Hosanna en el cielo.
Una vez presentados los dones del pan y del vino da comienzo
la Plegaria eucarística, el centro y cumbre de la celebración. Es la
plegaria que expresa nuestro “sacrificio de alabanza” al Padre y realiza
nuestro “sacrificio de reconciliación” en la muerte y resurrección de Cristo
actualizadas en el sacramento de la Eucaristía.

Con la alabanza y acción de gracias da comienzo la Plegaria eucarística. Se


introduce empalmando la última respuesta del diálogo introductorio, “Es
justo y necesario.” con “En verdad es justo y necesario…”. A partir de aquí,
el celebrante inicia el Prefacio. La Ordenación General del Misal Romano
nos dice: «Ahora es cuando empieza el centro y culmen de toda la
celebración, a saber, la Plegaria eucarística, que es una plegaria de
acción de gracias y de consagración. El sacerdote invita al pueblo a
elevar el corazón hacia Dios, en oración y acción de gracias, y se le
asocia en la oración que él dirige en nombre de toda la comunidad, por
Jesucristo, a Dios Padre.» (OGMR 54).

La Plegaria eucarística forma parte de los cantos propios de los ministros


en diálogo con la asamblea. Según la instrucción Musicam
Sacram constituyen el primer grado de participación en la liturgia. El
primer animador de la asamblea es el que la preside, cantando las partes
que le son propias en diálogo con la asamblea. Los fieles intervienen en
ella sólo con las aclamaciones: el Santo, el Embolismo y el Amén de la
doxología.

El Santo es un himno que forma parte de la alabanza y acción de gracias


con que empieza la Plegaria eucarística. Se encuentra situado justo a
continuación del Diálogo introductorio al prefacio. Esta pieza sobrepasa a
todas las demás del Ordinario en dignidad e importancia. Su texto bíblico
hace que sea un himno particularmente sagrado y, junto con el salmo, que
también es un texto bíblico, es el más antiguo de nuestros cantos de la
Misa.

Suprimir el texto bíblico, reducirlo o sustituirlo por un canto cualquiera,


aunque sea de alabanza, es de las aberraciones más grandes que podemos
cometer en liturgia.
El Santo se introduce en la Plegaria hacia el siglo IV y es un elemento
común de la misma desde el siglo V. Este himno, de procedencia
sinagogal, recoge con ligeras variantes el texto de Isaías 6,3: «Santo,
Santo, Santo, Yahvé Sebaot, llena está la tierra de tu gloria.» y
el Benedictus de Mateo 21,9: «Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en las alturas.». Este texto se inspira a su vez en el salmo
117,26, uno de los salmos que formaban parte del Hallel u oración de
alabanza, por lo que se puede afirmar que probablemente lo cantó Cristo
en la Última Cena, razón más que suficiente para considerarlo el más
antiguo de los cantos de la Misa. El uso del órgano se menciona por
primera vez en la Edad Media a propósito del Sanctus. Su función era
ayudar a dar expresión alborozada de alegría dado el júbilo con el que
cantaban este texto.

Inicialmente se unieron el Sanctus y el Benedictus (no confundirlo con


el Cántico de Zacarías, también conocido como Benedictus: Lc 1, 68-79),
pero por influjo de la polifonía, en el siglo XV, el Benedictus adquirió
entidad propia convirtiéndose en un canto que se realizaba después de la
consagración como canto de recogimiento, meditación, y adoración
eucarística. En el canto gregoriano el Sanctus (con Benedictus) fue
cantado sólo en su lugar en la misa. Sin embargo, como los compositores
produjeron bellos desarrollos del texto, la música frecuentemente era tan
larga que se superponía a la consagración del pan y el vino. Esta era
considerada la parte más importante de la misa, así que los compositores
comenzaron a detener el Sanctus a la mitad para permitir la consagración,
y luego continuaban. San Pio X, en 1903, prohibió cantarlo de forma
separada por lo que en la actualidad se recitan o cantan como una pieza
única: «El Kyrie, Gloria, Credo, etc., de la misa deben conservar la
unidad de composición que corresponde a su texto. No es, por tanto,
lícito componerlos en piezas separadas, de manera que cada una de ellas
forme una composición musical completa, y tal que pueda separarse de
las restantes y reemplazarse con otra.» (Tra le Sollecitudini IV.11)

Como pieza separada, el Sanctus era inicialmente un canto del pueblo.


Después del siglo XII pasa a ser un canto del clero y después de la schola.
Hoy es nuevamente un canto del pueblo.
Características musicales del Santo
El Santo es una aclamación, por lo que el canto es algo consustancial al
mismo. En el texto de Isaías se nos habla de serafines en pie junto al
Señor sentado en un trono alto y excelso: «Y se gritaban uno a otro
diciendo: ¡Santo, Santo, Santo el Señor de los ejércitos; la tierra está
llena de su gloria!» Por tanto, la primera característica musical del santo
es que es un grito de júbilo en forma de diálogo (los serafines se gritaban y
se respondían).

Por su carácter explosivo y festivo, la polifonía puede dar el relieve que


necesita el canto. Las voces del coro pueden reforzar la voz de la asamblea
pero nunca excluyéndola (sería un tremendo error litúrgico).

El “Hosanna en el cielo”, estribillo que concatena el Santo y el Benedictus,


tiene que ser destacadamente festivo y gozoso, pleno de ritmo y expresión.

Es un canto de toda la asamblea que requiere una música llena y fuerte.


Es un canto de la comunidad, el más admirable canto de unidad que
conoce la liturgia eucarística: unidad del cielo y la tierra, unidad de los
hombres entre sí, cantando a una sola voz, mezclando sus voces con las de
los ángeles asociándose al canto celestial. Ningún canto celebra más la
gloria y majestad de Dios que el Santo. En el Gloria se celebra,
ciertamente, la gloria de Dios, pero permanece en el umbral de la
celebración. La gloria de Dios que canta el Santo se coloca en el corazón
de la Eucaristía, en la Plegaria eucarística.
Algunas sugerencias

1. Antiguamente se solía cantar el Santo en postura de adoración.


Los cantores no miran a la asamblea evitando todo gesto que
impida “mirar a Dios”. Para ello, adoptan la postura de adoración
inclinándose hacia el altar. Si se adopta este gesto habría que
explicarlo y motivarlo convenientemente.
2. La asamblea debe lanzar al unísono su aclamación por lo que,
para que la asamblea sepa qué melodía debe cantar puede ser
bueno utilizar el mismo Santo durante todo un tiempo litúrgico.
La asamblea dispone del tono bien porque el prefacio es
cantilado, bien por un breve y discreto preludio con que el
instrumentista acompaña las últimas palabras del Prefacio.
3. El Santo deberíamos cantarlo siempre que sea posible, pero ha de
hacerse con la misma letra que figura en el Misal. No están
permitidas las adaptaciones del texto o paráfrasis del mismo.

EUCARISTÍA Y MÚSICA LITÚRGICA /11

♦♦♦ Propuesta de Cantos para la Celebración eucarística según los


Tiempos y Ciclos litúrgicos en LITURGIA DOMINICAL
https://www.google.com/amp/s/musicaliturgia.wordpress.com/2014/01/18/eucaristia-y-musica-
liturgica-11-liturgia-eucaristica-santo/amp/

También podría gustarte