Lectura Crítica Toxicologia

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Lectura crítica sobre la toxicidad de los metales

Lizeth Tatiana Mantilla Reyes

ID: 584788

Alexis Daniel Jaimes Tarazona

ID: 558193

Actividad 6: Apoyo a Temáticas

TOXICOLOGIA

NRC: 9487

Henry Bautista Amorocho

Corporación Universitaria Minuto de Dios

Sede Girón Santander

01 mayo de 2020
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Los riesgos de los metales pesados en la salud humana

El mercurio, en cualquiera de sus formas, es un importante contaminante ambiental, de


efectos gravísimos sobre biota y medio físico, de distribución universal, gran persistencia y
capaz de ingresar en la cadena trófica en donde ocurren fenómenos de bioconcentración y
biomagnificación.

Las personas se exponen principalmente a partir de accidentes ocasionados con aparatos o


instrumentos que contienen mercurio metálico y lo liberan al medio (desde donde emite vapores
aun a temperatura ambiente) o a partir de la ingesta de alimentos contaminados con compuestos
orgánicos de mercurio, especialmente pescados y mariscos.

Es particularmente preocupante la exposición al mercurio metálico del personal de salud, a


partir de equipamiento médico (tensiómetros, termómetros, etc.) o prácticas específicas
(amalgamas dentales). Solamente la frecuente rotura de termómetros en un hospital (calculadas
en miles de termómetros /año y ocurridas en ausencia de protocolos específicos de recolección y
limpieza) expone no solo a los trabajadores de la salud, sino también a los pacientes, personal de
limpieza, recolectores y expuestos en los sitios de disposición transitoria o el final de los
residuos.

Estas fuentes de exposición ocupacional son asimismo fuentes de contaminación ambiental. A


partir de la incineración o inadecuada disposición de residuos hospitalarios, eliminación de
equipos, derrames, emisiones, etc., los centros de salud aportan significativamente a la carga
global del mercurio metálico en el planeta.

La persistencia en el uso de estos equipos, por otro lado, justifica la continuidad de su


producción, sumándose exposiciones ocupacionales, para ocupacionales y ambientales en los
niveles de fabricación industrial.

El destino usual del mercurio descartado (el de un termómetro roto, un derrame industrial,
etc.) es el relleno sanitario, el proceso de incineración o el volcado a fuentes hídricas. El ciclo
recomienza. La participación de las bacterias del suelo y del agua con sus posibilidades de
intervenir en la metilación del metal, da por resultado la generación de compuestos orgánicos de
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mercurio, con su potencial ingreso en la cadena alimentaria y eventuales derivaciones sanitarias:


afecciones neurológicas, fetopatías y defectos congénitos. PNRQ – Proyecto BANHG

Los compuestos de Mercurio integran el listado de químicos peligrosos que son objeto de
vigilancia en el comercio internacional (Convenio de Rótterdam, del que Argentina es país
signatario). Este convenio exige que el tráfico entre países esté sujeto a una serie de
procedimientos que incluyen la información completa por parte del país exportador y el previo
consentimiento por parte del país importador. Dada la decisión de muchos países de reemplazar
el mercurio en distintos usos por alternativas de menor riesgo y toxicidad, este mecanismo
internacional ha de ser tenido en cuenta a la hora de adquirir bienes a bajo costo o aceptar
donaciones de equipos conteniendo mercurio que han sido considerados obsoletos en los países
de origen. Esta transferencia de producto peligroso/residuo peligroso, ha sido un desafío para
muchos países con economías en desarrollo, con distinta capacidad de control.

Resulta pertinente la discusión sobre nuevos procedimientos que permitan disminuir los
riesgos relacionados con las prácticas odontológicas (amalgamas dentales). Según la
Organización Mundial de la Salud, esta práctica representa la mayor fuente de emisión ambiental
de mercurio metálico del sector Salud. Varios países han iniciado procedimientos para disminuir
el volcado no intencional de mercurio en la mezcla, vigilar la salud de los expuestos y
reemplazar el metal toda vez que esto sea posible.

El Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) hace notar la presencia
de altos niveles de mercurio en el Ártico, alejado de cualquier fuente de emisión, como un
indicador del peso que las vías de transferencia ambiental tienen en la contaminación planetaria
con este metal. Este no es un dato menor a la hora de evaluar el impacto esperable por las
medidas de protección tomadas en los distintos países que han decidido disminuir el uso del
mercurio en sus diversas formas y refuerza la necesidad de un compromiso global con
participación de todos los gobiernos.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha iniciado un plan a nivel mundial para alentar
restricciones al uso del mercurio en el sector Salud. El reemplazo de termómetros clínicos y
tensiómetros de mercurio se consideran los primeros avances posibles en ese sentido.
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La actividad industrial y minera arroja al ambiente metales tóxicos como plomo, mercurio,
cadmio, arsénico y cromo, muy dañinos para la salud humana y para la mayoría de formas de
vida. Además, los metales originados en las fuentes de emisión generadas por el hombre
(antropogénicas), incluyendo la combustión de gasolina con plomo, se encuentran en la
atmósfera como material suspendido que respiramos. Por otro lado, las aguas residuales no
tratadas, provenientes de minas y fábricas, llegan a los ríos, mientras los residuos industriales
contaminan las aguas subterráneas. Cuando se abandonan metales tóxicos en el ambiente,
contaminan el suelo y se acumulan en las plantas y los tejidos orgánicos.

La peligrosidad de los metales pesados es mayor al no ser química ni biológicamente


degradables. Una vez emitidos, pueden permanecer en el ambiente durante cientos de años.
Además, su concentración en los seres vivos aumenta a medida que son ingeridos por otros, por
lo que la ingesta de plantas o animales contaminados puede provocar síntomas de intoxicación.
De hecho, la toxicidad de estos metales ha quedado documentada a lo largo de la historia: los
médicos griegos y romanos ya diagnosticaban síntomas de envenenamientos agudos por plomo
mucho antes de que la toxicología se convirtiera en ciencia.

La exposición a estos elementos está relacionada con problemas de salud como retrasos en el
desarrollo, varios tipos de cáncer, daños en el riñón, e, incluso, con casos de muerte.

La relación con niveles elevados de mercurio, oro y plomo ha estado asociada al desarrollo de
la autoinmunidad (el sistema inmunológico ataca a sus propias células tomándolas por
invasoras). La autoinmunidad puede derivar en el desarrollo de dolencias en las articulaciones y
el riñón, tales como la artritis reumática, y en enfermedades de los sistemas circulatorio o
nervioso central.
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¿Qué efectos son característicos de algunos metales y cómo podría disminuir el riesgo de
exposición de acuerdo con la información de la manera como se absorben?

En general, la exposición a metales pesados a lo largo del tiempo está relacionada con varios
tipos de cáncer, problemas en el desarrollo de fetos y niños, artritis, enfermedades
cardiovasculares, dolencias renales, etc.

Plomo: afecta al sistema nervioso, está asociado a anemia, esclerosis, fatiga y a cáncer de
riñón

Mercurio: asociado a alteraciones neurológicas, autismo, depresión, problemas del aparato


respiratorio,

Arsénico: está asociado a enfermedades vasculares, bronquitis, cáncer de esófago, de pulmón,


laringe y vejiga, produce hepatotoxicidad. No es exactamente un metal, pero es un contaminante
muy peligroso.

Berilio: asociado a cáncer de pulmón y a la irritación de las mucosas y la piel

Cromo: este metal pesado está asociado a cáncer de pulmón, hepatotoxicidad y


nefrotoxicidad.

Cadmio: está asociado a enfisema, cáncer de próstata, bronquitis, infertilidad, enfermedades


vasculares, alteraciones neurológicas y toxicidad en riñones.

Níquel: la exposición a largo plazo puede producir dolencias cardiacas, irritación de la piel y
daños en el hígado.

Cobre: causa daño en el hígado, en los riñones, está asociado a anemia y a irritaciones del
intestino delgado e intestino grueso.

Manganeso: daña el páncreas, el hígado, el aparato respiratorio, los riñones, el sistema


nervioso central y está asociado al Parkinson.

Estaño: asociado a dolor de cabeza, irritación de mucosas y piel, daños en el sistema


inmunológico, depresión, trastorno del sueño y daños hepáticos.
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Zinc: dolor de estómago e infección de las mucosas.

Además de para nosotros, los metales pesados pueden ser también muy perjudiciales para el
medio ambiente en general, para el resto de animales y la gran mayoría de las plantas, de hecho,
el incremento de metales pesados debido a la actividad industrial ha desequilibrado y
contaminado gravemente muchos ecosistemas naturales. Recordemos que, una vez que estos
metales pesados son liberados por la acción del hombre, pueden permanecer en el ambiente
durante cientos de años, por lo tanto, nuestra exposición a estos tóxicos se ve aumentada.

Estas son las principales fuentes de exposición a los metales:

Agua: una descontaminación pobre del agua o el uso de tuberías de plomo puede hacer que
estemos tomando metales pesados cada vez que usamos el agua para beber, cocinar, ducharnos,
regar, etc.

Aire: muchos de los contaminantes los incorporamos a nuestro organismo a través del aire
que respiramos y por la piel.

Alimentos: los vegetales producidos con fertilizantes sintéticos y en zonas en las que el suelo
está contaminado con metales pesados, pasan a formar parte de las hortalizas, frutas, cereales y
legumbres y de ahí a nuestra cadena alimentaria. De ahí la importancia de consumir alimentos de
confianza, ecológicos u orgánicos.

La mayoría de los metales pesados no se pueden eliminar del organismo, y los que se pueden
eliminar se hace en cantidades muy pequeñas. Lo mejor en estos casos es reducir la exposición a
los metales pesados. Identifica qué fuentes de contaminación tienes más cercanas y evítalas en lo
posible, como, por ejemplo:

 Limita al máximo el uso del papel de aluminio. Nunca lo uses para el horno. Para poner
al horno en contacto con alimentos, lo mejor es el papel vegetal apto para el horno.
Tampoco es buena idea utilizar los moldes de silicona de colores.
 Cervezas y jugos. Si están en botella de vidrio, mucho mejor. Si no, al menos compra
sólo las que vayas a usar a corto plazo.
 Evita el consumo de peces de gran tamaño (son los que más mercurio acumulan). Opta
por pescados pequeños como jureles, sardinas, anchoas, boquerones, etc.
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Evidentemente con el paso de los años esta situación empeora porque vamos acumulando aún
más toxinas, principalmente en los tejidos grasos del cuerpo y órganos ricos en lípidos como el
cerebro y sistema nervioso, por los cuales los tóxicos sienten atracción.

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